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Neurosis: obsesiva
El obsesivo y el cuerpo
Lo que parece mítico pero no por eso deja de ser real, es la referencia al
padre la cual no se elimina del síntoma del neurótico, y la cual afecta el
contacto con el cuerpo propio y con el cuerpo del Otro.
Freud aloja al deseo, en tanto este anudado al Otro, como deseo de verdad
imposible de saciar. La duda obsesiva (síntoma principal del obsesivo) es
hacer del deseo del otro, dogma, es la recuperación de significante en forma
de significado y encontrar la certeza por fuera de los términos de la duda que
lo libera de esa infinitzacion de aquellios que ya no lo hace dudar. El
neurótico obsesivo rehúsa el signo del deseo del Otro, de ahí la imposibilidad
de su propio deseo. Reduce el deseo del Otro por el camino de la demanda y
ubica un amo a quien obedecer. El obsesivo rehúsa de tomarse como amo,
todo goce para el es aceptable solo como un trato con el Otro como
absoluto. Ahí encuentra con su síntoma un goce que no quiere abandonar.
Es el precio que paga al otro constituyéndose como deshecho, da cuenta de
su posición ante la deuda simbólica.
La problemática obsesiva
Por un lado el niño percibe a la madre como dependiente del padre desde el
punto de vista de su deseo, pero, por el otro, no parece ella recibir
completamente del padre lo que supuestamente espera de él. Esta alguna en
la satisfacción materna induce ya apertura favorable a la suplencia posible.
Así, entonces, el niño se confronta con la ley del padre pero queda dominado
por el mesaje de insatisfacción materna. Cabe aclarar que ante el niño, su
madre no parece como insatisfecha completamente, sino que se trata de una
vacancia parcial de la satisfacción, la cual la madre intentara suplir en su
origen buscando un complemento posible junto al niño
Síntomas
Formaciones obsesivas
Aislamiento y anulación retroactiva
Ritualizacion
Formaciones reactivas
El trío: culpabilidad, mortificación (muerte del deseo) y contrición
Carácter anal
La competencia y rivalidad tienen el fin de dar por seguro que el lugar del
padre es insuplantable. Es decir que cada vez que se trata de tomar el
lugar del amo, se esfuerza por asegurar de que el padre no es
suplantable. Ese Amo sigue metafóricamente prohibiendo y condenando
la erotización incestuosa de la relación con la madre.
Entonces se puede decir que está la ley del padre, que por un lado hay
que sacrificarle todo, y por el otro lado, esta misma ley debe ser
regularmente desbaratada y dominada por cuenta propia. Por esta
característica de conquistador constante es que se dice que para el
obsesivo nada es suficiente nunca. Ni bien un objetivo es alcanzado ya se
dirige a alcanzar otro.
Si el objeto vuelve a gozar significa que no está muerto, y para que vuelva
a estarlo, el obsesivo le brinda todo, ofrece una generosidad ilimitada.
Esto lo hace para que pueda recuperarlo ya que el escape del objeto, lo
remite a la falta.