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Introducción

La teoría psicoanalítica es fundamentalmente una teoría del conflicto neurótico y de sus


modalidades.

Freud solo establecía una distinción cuantitativa entre normalidad y neurosis, y definía
la neurosis en tanto conjunto de síntomas, entendiendo por tal a aquellas formaciones
del inconsciente que apuntan a la realización de deseos reprimidos, y que proviniendo
de lo real, procuran la satisfacción de la pulsión (y del goce, dirá luego Lacan). Es decir,
que la pulsión, que es real, intentará satisfacerse a través del síntoma (los síntomas son
trastornos conductuales que actúan como defensa contra la angustia, esto es, como
mecanismos transaccionales destinados a lograr un beneficio secundario). Satisfacción
a la que no se quiere renuncia, que es goce y provoca sufrimiento. Goce que envuelve
el síntoma y a cuyo develamiento el análisis debe apuntar.

Para Lacan no existe ninguna posición de ³salud mental´ que pueda llamarse ³normal´.
La estructura estadísticamente mayoritaria es la neurosis y esta sería la ³normalidad´, en
alguna medida. El concepto ³neurosis´ se referiría a una estructura clínica, más que a
un conjunto de síntomas. Este autor ve a la neurosis como una estructura inmodificable
(al contrario de Freud, que pretende tomarla como una enfermedad curable). La
neurosis es consustancial del mecanismo metonímico propio de la cadena significante.
El lenguaje, que permite la comunicación, no reduplica uno a uno lo real y lo simbólico,
sino que genera desplazamientos como mecanismo indispensable para decir. La
neurosis es, pues, el precio que debe pagarse para ser humano.

En la neurosis el falo simbólico, significante del deseo que está faltando en el lenguaje,
es equiparado a la demanda, al pedido vinculado al desamparo (tal cual el grito del
bebé).

El neurótico trata de asumir como propio el deseo del otro (por ejemplo, sus doctrinas,
su ética) y por eso luego se siente insatisfecho. De esta forma, el objetivo de todo
análisis será lograr que el neurótico asuma su propio deseo y deje de apropiarse del
deseo del otro. La principal meta del análisis es la modificación de la posición subjetiva
del analizante (su ³destitución subjetiva´) y un cambio en la posición del analista, su
pérdida de ser, su caída desde la posición de sujeto supuesto saber, para ser reducido a
un simple resto (objeto a). Esto significará inventar qué hacer con el vacío de la propia
falta.

³La estructura de una neurosis es esencialmente una pregunta´ (ï  , 




 

, Lacan). Y esta pregunta es planteada en función de una modalidad de
respuesta determinada.

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La pregunta del histérico es ³¿Soy un hombre o una mujer?´ o más precisamente ³¿Qué
es una mujer?´. La histeria es el prototipo de sujeto dividido, el deseo desestructurado
como insatisfecho. La histeria es el paradigma de la neurosis. La estructura neurótica es
fundamentalmente histérica.

Por su lado, el obsesivo cuestiona la contingencia de su propio existir: ³¿Ser o no ser?´,


esa es su cuestión...

Lacan agrega la fobia como forma de la neurosis, a veces considerándola como síntoma
histérico, a veces tomándola como una estructura particular.

En síntesis, toda neurosis implica un modo relativamente fijo, estable, inmóvil de


defensa, esto es una escena fantasmatizada que se ocupa de velar la castración, de
ocultar la falta del Otro. El fantasma es lo que le permite al sujeto sostener su deseo y
sostenerse a sí mismo. El fantasma, la fantasía, juega un papel clave en la construcción
discursiva de la realidad, ya que provee a la memoria una escena que se presenta a la
imaginación y que dramatiza un deseo inconsciente. Y además de poner en juego lo
imaginario, el fantasma manifiesta una lógica simbólica destacándose una vez más la
importancia de la estructura significante. El fantasma es una estrategia para abordar el
deseo, para sostener el deseo, bajo las condiciones del principio del placer y con el
objetivo de gozar lo menos posible. Se dice que funciona como un marco o ventana, que
permite ver la escena que se da a ver y que enmascara la visión de la escena primaria.
Una ventana que, como tal, no está hecha para pasar de un lugar a otro (esas son las
puertas), sino solo para ver y no caerse, sosteniendo el deseo de ver.

El neurótico convierte, reduce, su fantasma en pulsión, en demanda. El fantasma


fundamental representa la axiomática propia de cada uno. Cada estructura neurótica
emplea el fantasma de un modo particular. Y cada sujeto construye su fantasma con
matices personales que lo caracterizan, que lo identifican.

Etiología

Comenzando con la ontogénesis del aparato psíquico, podemos decir que este es una
historia devenida de estructura de memorias, que se constituyen como transformaciones
permanentes del sistema originalmente cerebral.

Estas transformaciones son representaciones de lo experimentado, guardadas como


significaciones o investiduras (en palabras de Piera Aulagnier estaríamos hablando de
proceso de inscripción protagonizada por la pulsión de Eros). Estas han sido inscriptas
en contexto de placer y dolor.

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Estas representaciones según Freud, se producen desde el comienzo de la vida
subjetiva y que van resolviendo problemas universales por medio de investimientos,
significaciones individuales con las que siguen tramitando también las nuevas
experiencias y determina las que vendrán.

Cuando lo anterior sucede consideramos que se ha tramitado el conflicto con una


sobreinvestidura o retranscripción progrediente que dan lugar al crecimiento mental del
aparato psíquico, que según Bion esto se denomina, aprender de la experiencia.

Los mencionados procesos de retranscripción encuentran sus bases en el proceso de


identificación primaria.

Por lo tanto en la instalación del psiquismo tendremos predominios pulsionales y


conflictos característicos del predominio que coinciden con conflictos del estadio del yo y
de las representaciones objetales, que, si son tramitados con resoluciones que dan
crecimiento a lo cognitivo-libidinal dan lugar a la instalación de nuevos estratos
psíquicos los que repiten la lucha Eros-Tánatos de desequilibración-reequilibración
hasta que se plantea el último gran problema de la ontogénesis infantil: afrontar los
complejos articulados de Edipo y castración para así dar lugar a la gran sobreinvestidura
con la que culmina la prehistoria infantil, el Sepultamiento del complejo de Edipo, uno de
los requisitos necesarios para que la estructura devenga neurótica, efectuando la
divisoria predominantemente estable de las tres instancias: Ello, Yo R.D. y Superyo.

La dotación genético-congénita ha interactuado con los padres, el resto de los cercanos


y ha recibido a través de ellas propuestas identificadoras, y valores que provienen de su
momento histórico social.

Situándonos en el complejo de Edipo, en la prehistoria del niño, el padre ocupa sobre


todo el lugar de modelo, y la madre fundamentalmente el lugar de objeto. Estas
posiciones son compatibles hasta tanto el niño unifica en una misma persona, en el
padre, los lugares de modelo y rival. La investidura del padre como modelo y rival
resulta incompatible con la investidura de la madre, como objeto de deseo, esta
contradicción hace que el complejo de Edipo naufrague y que la investidura libidinoza
hacia el objeto y la investidura hostil hacia el rival se transformen en identificaciones
secundarias preparándolo para la exogamia. El pasaje por el complejo de Edipo
resignificará los sucesos previos y ubicará al sujeto en una perspectiva propiamente
histórica, exogámica.

La prehistoria, luego de la resolución del complejo de Edipo, naufraga en el mar del


olvido como consecuencia del cambio que sobreviene.

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Junto con el complejo de Edipo se encuentra articulado el complejo de castración, y este
deriva del primado del falo. (Ubicado por Freud en 1923 en inhibición síntoma y
angustia). Esto supone una anterioridad lógica que es la castración en la madre

Los efectos retroactivos de dicha anterioridad sostenían la caída de la premisa materna


y en ese punto el complejo de castración implicaba la inscripción particular de esa falta
en la propia persona. Por eso Freud sostiene que el complejo de castración es el
complejo nuclear de las neurosis.

En el caso de los neuróticos se presenta una intensidad excesiva de fijaciones a los


complejos articulados de Castración y Edipo, a pesar de haber naufragado en gran parte
a este último, estableciendo la represión primaria, como guardiana de una divisoria entre
instancias. La intensidad excesiva de fijaciones, quiere decir que hay demasiado
conflicto con el primitivo posicionamiento heterosexual, planteado en los siguientes
términos: Tiene pene o no lo tiene. Tanto varón como mujer, no aceptan las definiciones
amenazadoras o francamente masoquistas, que les implica el posicionamiento
heterosexual arcaico: en el varón, lo tengo pero puedo perderlo, en la mujer, no lo tengo
y por lo tanto mi madre no me deseará y quién sabe si alguien podrá hacerlo (temor a no
ser amada)

*  

Para el psicoanálisis, la histeria no es una enfermedad que afecte a un individuo, como


se piensa, sino el estado enfermo de una relación humana en la que una persona es, en
su fantasma, sometida a otra. El histérico, como cualquier sujeto neurótico, es aquel
que, sin saberlo, impone al lazo afectivo con el otro la lógica enferma de su fantasma
inconsciente. Un fantasma en el que él encarna el papel de víctima desdichada y
constantemente insatisfecha.

Precisamente este estado fantasmático de insatisfacción marca y domina toda la vida


del neurótico.

El histérico es, fundamentalmente, un ser de miedo que, para atenuar su angustia, no


ha encontrado más recurso que sostener sin descanso, en sus fantasmas y en su vida,
el penoso estado de la insatisfacción. Mientras esté insatisfecho, diría el histérico, me
hallaré a resguardo del peligro que me acecha. Pero, ¿de qué peligro se trata? ¿De qué

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tiene miedo el histérico? Un peligro esencial amenaza al histérico, un riesgo absoluto,
puro, carente de imagen y de forma, más presentido que definido: el peligro de vivir la
satisfacción de un goce máximo. Un goce de tal índole que, si lo viviera, lo volvería loco,
lo disolvería o lo haría desaparecer. Poco importa que imagine este goce máximo como
goce del incesto, sufrimiento de la muerte o dolor de agonía; y poco importa que imagine
los riesgos de este peligro bajo la forma de la locura, de la disolución o del
anonadamiento de su ser; el problema es evitar a toda costa cualquier experiencia
capaz de evocar, de cerca o de lejos, un estado de plena y absoluta satisfacción.. El
miedo y la tenaz negativa a gozar ocupan el centro de la vida psíquica del neurótico
histérico. Ahora bien, para alejar esta amenaza de un goce maldito y temido, el histérico
inventa inconscientemente un libreto fantasmático destinado a probarse a sí mismo y a
probar al mundo que no hay más goce que el goce insatisfecho. Así pues, ¿cómo
alimentar el descontento si no creando el fantasma de un monstruo, monstruo que
nosotros llamamos el Otro, unas veces fuerte y supremo, otras débil y enfermo, siempre
desmesurado para nuestras expectativas y siempre decepcionante? Cualquier
intercambio con el Otro conduce inexorablemente a la insatisfacción. La realidad
cotidiana del neurótico se modela, en consecuencia, según el molde del fantasma, y los
seres cercanos a los que ama u odia desempeñan para él el papel de un Otro
insatisfactorio. El histérico trata a su semejante amado u odiado, y en particular a su
partenaire psicoanalista, de la misma forma en que trata al Otro de su fantasma. El
mundo de la neurosis, poblado de pesadillas, obstáculos y conflictos, se convierte en la
única muralla protectora contra el peligro absoluto del goce. . Pero esta singular
plasticidad del yo ínstala al histérico en una realidad confusa, medio real, medio
fantaseada, donde se emprende el juego cruel y doloroso de las identificaciones
múltiples y contradictorias con diversos personajes, y ello al precio de permanecer ajeno
a su propia identidad de ser y, en particular, a su identidad de ser sexuado. Así pues, el
histérico puede identificarse con el hombre, con la mujer, o incluso con el punto de
fractura de una pareja, es decir que puede encarnar hasta la insatisfacción que aflige a
ésta. Es muy frecuente comprobar la asombrosa soltura con que el sujeto adopta tanto
el papel del hombre como el de la mujer, pero sobre todo el papel del tercer personaje
que da lugar al conflicto o, por el contrario, gracias al cual el conflicto se resuelve. El

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histérico. desatando el conflicto o despejándolo, sea hombre o mujer, ocupará
invariablemente el papel de excluido. Precisamente, lo que explica la tristeza que suele
agobiar a los histéricos es el hecho de verse relegados a este lugar de excluidos. Los
histéricos crean una situación conflictiva, escenifican dramas (como veremos mas
adelante en el texto de Fiorini), se entrometen en conflictos y luego, una vez que ha
caído el telón, se dan cuenta, en el dolor de su soledad, de que todo no era más que un
juego en el que ellos fueron la parte excluida. En estos momentos de tristeza y
depresión tan característicos descubrimos la identificación del histérico con el
sufrimiento de la

insatisfacción: el sujeto histérico ya no es un hombre, ya no es una mujer, ahora es dolor


de insatisfacción. Y, en medio de este dolor, queda en la imposibilidad de decirse
hombre o de decirse mujer, de decir, simplemente, la identidad de su sexo. La tristeza
del yo histérico responde al vacío y a la incertidumbre de su identidad sexuada.

  C   DE  HIERI

La excitación brutal provocada por el acto seductor del adulto introdujo en el seno
del yo una energía que, transferida de lo exterior a lo interior, se encierra aquí en forma
de una intensa tensión sexual a la deriva. Podemos reconocer en semejante exceso de
afecto sexual el equivalente de un orgasmo inconsciente en un ser inmaduro. De este
modo, comprendemos que el trauma ya no es un acontecimiento exterior sino un
violento desarreglo interno, situado en el yo.

El yo del niño, futuro histérico, sobre el que recaerá el impacto traumático de la


seducción, es una superficie psíquica compuesta de diferentes imágenes corporales que
se organizan como un cuerpo imaginario, verdadera caricatura del cuerpo anatómico.
Así pues, el yo histérico es un cuerpo formado a la manera de un traje de arlequín,
donde cada rombo corresponde a la imagen deformada de un órgano particular, de un

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miembro, de un orificio o de cualquier otra parte anatómica. En el momento del trauma,
el impacto de la seducción suelta uno de estos rombos, toca puntualmente una de estas

imágenes, precisamente la que corresponde a la parte corporal puesta en juego en el


accidente traumático. El excedente de tensión psíquica se concentra entonces en esta
imagen, y la inviste en tal medida que ésta se desolidariza de las demás imágenes del
cuerpo imaginario o, lo que es equivalente, se desolidariza del yo histérico.
Precisamente, lo que dimos en llamar representación inconsciente o idea parásita
cuando calificamos a la histeria de "enfermedad por representación", es esta misma
imagen inconsciente, desconectada del cuerpo imaginario (el yo), remitiendo a la parte
del cuerpo que estuvo en juego en la escena traumática y altamente investida por una
carga sexual. Lo recalcamos: la causa de la histeria no es un accidente mecánico
exterior y fechable en la historia del paciente, sino la huella psíquica sobre-investida de

afecto; lo que opera no es el hecho de la seducción, sino la representación psíquica que


es su huella viva. En palabras de Freíd:  
 
 
    

  
 
   

  

     
  
         
      


 

     

La represión primaria o primordial, como la llama Maldavsky, es un mecanismo que


consiste en la fijación de una pulsión a una representación. Esta representación
constituye el nódulo de lo inconciente, aquello que determina que, en tiempos lógicos
posteriores, se realicen represiones secundarias, al quedar investidas determinadas
representaciones sustitutivas con el sentido de aquellas primariamente reprimidas.

La represión primaria surge como consecuencia de una efracción del Yo, es decir, es
una herida narcisista, una situación traumática que implica un fluir incontenible de la
libido hacia el exterior, debido a la imposibilidad del aparato psíquico de ligar los

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acúmulos de excitación experimentados. Esta represión implica que determinadas
representaciones-palabra ligadas a los deseos incestuosos no reciben una investidura, y
por lo tanto no se constituyen en el pre-conciente como tales: no hay modo de expresar
el deseo de hacer un hijo a la madre, por ejemplo, a menos que se recurra a un lenguaje
sustitutivo. Para el Yo, la castración surge como consecuencia del deseo edípico, y por
consiguiente, si procura evitar el trauma de quedar despojado de un triple registro debe
renunciar a las investiduras erótica y hostil de objeto.

Complejo de Edipo en la histeria

Durante el transcurso del mismo el niño deberá abandonar el amor pulsional


infantil dirigido prevalentemente al progenitor del sexo opuesto y la agresividad
competitiva destinada hacia el progenitor de mismo sexo, tendencias que definen al
Complejo de Edipo directo o heterosexual.
En la niña: la prehistoria del complejo de Edipo muestra una más extensa
investidura de la madre como modelo y objeto de deseo, mientras que el padre ocupa el
lugar de rival. Al descubrir la diferencia de sexos, la niña transforma su creencia de la
existencia universal del falo, con cuya significación inviste al clítoris, en una suposición
autodesvalorizante, al tiempo que concibe a su madre como poseedora del pene,
investido como falo.
La niña se concibe en principio como la única abrumada por el infortunio de una
falta, y mantiene a la madre como modelo injusto, aunque renuncia al deseo de hacerle
un hijo. Cuando la niña extiende a todas las demás mujeres, incluso a su madre, el juicio
de la falta de pene, ubica al padre como modelo y objeto y a la madre como rival,
aunque no por ello deja de ubicarla también en el lugar de modelo.

Esta imbricación entre ser y tener, esta falta de contradicción en cuanto a las dos
componentes de la libido, hace que el complejo de Edipo positivo no decline
abruptamente sino que se extienda, en forma poco velada, a lo largo de una parte
considerable de la vida.

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Estos aspectos se juegan en el histérico que esta en una búsqueda identificatoria
para poder averiguar el secreto que sintetice al deseo heterosexual del otro genero,
para identificarse a ese secreto y consumar la identidad de único en su genero,
encarnar a la deseabilidad ejemplar.

Aborda a su presunto modelo de género con admiración y amor homosexual, pero lo


hace siempre en un contexto fantaseado de triangularidad. Necesita saber cual es el
secreto por el cual el tercer hetero lo desea a su modelo para apropiárselo por
identificación. Identificación que en el caso de la mujer le permitiría satisfacerse también
con la apropiación de dos imagos maternas, la preedipica de la cual separo la
castración, y el pecho del cual reclama plenitud todavía.

El histérico lleva hacia la Castración y el Edipo Madre deseos pasivo-receptivos orales,


la idealización como un rasgo de las aspiraciones amorosas funcionales persistentes y
probablemente una herida arcaica en el Yo, que no ha impedido su síntesis, pero que
torna intolerable la Castración y dificulta su sobreinvestidura como identidad femenina
definida positivamente. Fase de fusión- disgregación («operaron las retroacciones
provenientes de los complejos de Castración y de Edipo)

Hay una identificación característica, identificación histérica que es a un rasgo o


conjunto de rasgos: la deseabilidad del otro sexo y que se basa en una comunidad
erótica: el hombre deseado.

Esta búsqueda identificatoria articula a los dos Edipos, aunque puedan haber
otras identificaciones de tipo histérico.

En general los objetos aunque nos digan concientemente que somos únicos,
siempre muestran por algún lado la verdad del Ello: este tiene siempre variabilidad de
opciones de elección y, al defenestrarnos del privilegio de único, el que es histérico
reaccionara con la venganza y la frustración correspondientes.

Parte del goce y del fracaso-frustración del propio histérico es poner el objeto
bajo una prueba que va a perder, porque su sentencia de castración-frustración esta
echada; este histérico se sustrae a ser ³usado´ según Winnicott por el otro, incapaz a su

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vez de ³usarlo´, como fuente de significaciones enriquecedoras, de conflictos a resolver
y de placer sexual heterosexual a alcanzar. No admite ser usado por el otro porque si
bien todo el Edipo retroacciono sobre la fijación, la exigencia oral; la castración, la
renuncia narcisista a la mitad del goce posible, la ubicación en la categoría de un genero
globalmente deseable para el otro, no es suficiente reivindicación narcisista para quien
agita oscuros fantasmas de fragmentación en la asunción de la castración.

Freud describió un rasgo patognomónico del ataque histérico. En Dora se trata


de la identificación al hombre para acceder a la identidad femenina. Dora se identifica al
padre para saber cual es la mujer que verdaderamente satisface los deseos del hombre.
Se identifica al otro sexo para acceder al propio. Su ambivalencia es muy fuerte.
Los padres de histéricos son padres que no producen realmente el corte en el
Edipo, sino que favorecen la conflictiva edípica en los hijos. Todo padre de neurótico ha
puesto su contribución para la fijación edípica. Los padres en las neurosis al mismo nivel
y al mismo tiempo sostienen la prohibición del incesto e incentivan fijaciones edípicas,
ostentando repliegues eróticos que echan dudas sobre la pareja. Además, En las
neurosis aparecerá interrogada la alianza parental, la índole de la pareja. Mayer en el
libro sobre histeria dice que los padres de Dora no pudieron posibilitarle la identificación
con lugares simbólicos de mujer, por las fallas en las propias identificaciones. Las
neurosis y la histeria, más específicamente, pescan ciertas fallas en el deseo recíproco
de los padres, muy conflictivas u ostensibles o bien exageradas por el deseo infantil o la
idealización fracasante de los padres. Dora tiene en mente una pareja ideal, pero no es
idealización de la pareja parental, es idealización de la pareja´.

Allí donde surge una histeria no puede hablarse ya de inocencia en el sentido que
los padres y los educadores dan a este concepto. Por lo que respecta al carácter
perverso de su fantasía, las perversiones son el desarrollo de gérmenes contenidos en
la disposición sexual indiferenciada del niño y cuya represión u orientación hacia la
sublimación. Los psiconeuróticos son todas personas de inclinaciones perversas

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enérgicamente desarrolladas, pero reprimidas en el curso del desarrollo y relegadas a lo
inconsciente. Las psiconeurosis son el negativo de las perversiones. Las energías de la
producción de síntomas histéricos no son aportadas tan sólo por la sexualidad normal
reprimida, sino también por los impulsos perversos inconscientes.

LA HISTERIA ES PROVOCADA POR EL FRACASO DE LA

REPRESIÓN: LA CONVERSIÓN

En la histeria, como en las demás psiconeurosis, nos hallamos en presencia de


un conflicto en el seno del yo entre, por un lado, una representación sobrecargada que
intenta liberar su exceso de energía, y, por el otro, la presión constante de la represión,
la cual, aislando a la representación, le impide dejar fluir su sobrecarga. ¿De qué modo
se resolverá este conflicto? No habrá, de hecho, ninguna solución radical, es decir que
no habrá flujo liberador sino únicamente soluciones de compromiso, consistentes todas
ellas en la investidura de otras representaciones menos peligrosas que la
representación intolerable. Se trata, pues, de un desplazamiento de energía; para ser
más exactos, deberíamos decir que se trata de una transformación de la energía de un
estado primero en un estado segundo. Con el fin de poner fuera de juego a la represión,
el exceso de energía pasa de su estado primero ² sobrecarga de una representación
intolerable² a ese otro estado de carga que es el sufrimiento corporal. La carga se
transforma, pues, pero no por ello deja de ser un exceso de energía generador de
mórbidos efectos. El desenlace del conflicto se decide, de acuerdo con el esquema de
transformación de la energía, en dos estados distintos. Tenemos siempre la sobrecarga
energética en su naturaleza de exceso, pero esta sobrecarga adopta dos estados
diferentes y sucesivos: el estado primero corresponde al momento en que ella inviste a
la representación intolerable "escena traumática"; y el estado segundo corresponde al
momento en que inviste a una representación cualquiera perteneciente al pensamiento
(obsesión), al mundo exterior (fobia) o al cuerpo (histeria). Así pues, la sobrecarga,

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conservando siempre su naturaleza de exceso, puede movilizarse sorteando de tres
maneras posibles la represión; o. si se quiere, provocando tres reveses de la represión
que a la larga serán tres malas soluciones, pues cada una de

Ellas dará lugar a un síntoma neurótico causante de sufrimiento.

 


Según Freud ³En la histeria, la representación inconciliable se ha tornado


inofensiva debido a que su suma de excitaciones es trasladada a lo corporal, proceso
para el cual propondré el nombre de conversión." El desenlace de la lucha con la
represión, en la histeria, consiste en la transformación de la carga sexual excesiva en
influjo nervioso igualmente excesivo que, actuando como excitante o como inhibidor,
provoca un sufrimiento somático. Así pues, la conversión se define, desde el punto de
vista económico, como la transformación de un exceso constante de energía que pasa
del estado psíquico al estado somático. Este salto de lo psíquico a lo somático, que es
aún hoy un interrogante abierto, podría describirse así: la sobrecarga energética se
suelta del collar de la representación intolerable, conserva su naturaleza de exceso y
resurge transformada en sufrimiento corporal, sea en forma de hipersensibilidad
dolorosa o, por el contrario, en forma de inhibición sensorial o motriz. Puesto que en el
paso de lo psíquico a lo físico el exceso de energía permanece constante ²es decir,
siempre desmedido², podemos admitir que el sufrimiento de un síntoma somático es
una energía equivalente a la energía de excitación del trauma inicial o, para ser más
exactos, a aquel exceso de afecto sexual que comparábamos con un orgasmo. Esta
permanencia de un mismo exceso de energía justificaría la impresión del psicoanalista
cuando, ante manifestaciones somáticas de carácter histérico, acaba reconociendo en
ellas la expresión sustitutiva de un orgasmo sexual. Para ser más precisos, de un
orgasmo obtenido por masturbación, pues no olvidemos que la sexualidad del histérico
es esencialmente una sexualidad infantil. Una repentina mancha roja en el cuello de un
paciente histérico al final de una sesión puede ser considerada, desde el punto de vista

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psicoanalítico, como el equivalente cutáneo de un orgasmo. Vómitos atípicos, enuresis
en un niño, una crisis de llanto, una afonía o una parálisis histérica de la marcha
constituirán, en definitiva, la manera irregular y neurótica de que se vale el histérico para
vivir su sexualidad infantil. Así pues, los síntomas de conversión han de ser tenidos por
equivalentes corporales de satisfacciones masturbatorias infantiles. En consecuencia,
de los tres fracasos de la represión fracaso por desplazamiento de la sobrecarga de una
representación a una idea en la neurosis obsesiva, fracaso por proyección de la
sobrecarga del interior psíquico al mundo exterior en la neurosis fóbica, y fracaso por
conversión de la sobrecarga en el síntoma somático, este ultimo constituye el
mecanismo específico de la histeria.

De aquí en más, Freud sustituirá la antigua denominación de "histeria de defensa"


por la expresión "histeria de conversión". Ya quedó entendido que para desbaratar y
sortear la presión de la represión, la sobrecarga tuvo que hallar esa salida conversiva en
lo corporal e investir un órgano preciso. Ahora bien, ¿en qué forma se elige este
órgano? ¿Cómo se explica que la carga irrumpa en una determinada zona corporal y no
en otra? Precisamente, la región somática afectada por el síntoma de conversión
corresponde a aquella parte del cuerpo alcanzada antaño por el trauma, y que pasó a
constituir asi una imagen determinada. En la conversión, la carga energética abandona
la imagen inconsciente para ir a "energizar" el órgano cuyo reflejo es esta imagen. La
elección del asiento somático de la conversión se explica entonces, esquemáticamente,
por la secuencia siguiente: parte del cuerpo percibida en la escena traumática (por
ejemplo, el brazo) ²> imagen inconsciente de un brazo ²> parálisis conversiva del
brazo. Por supuesto, estos tres estados sucesivos del cuerpo ²cuerpo percibido,
cuerpo en imagen y cuerpo sufriente² no siempre se refieren al cuerpo de una misma
persona. La zona corporal percibida en ocasión del trauma puede pertenecer tanto al
cuerpo del niño como del adulto seductor, y hasta al de un testigo de la escena. Pues lo
importante no es saber a quién pertenece el cuerpo, sino qué parte del cuerpo percibió
el niño más intensamente en el momento del trauma, es decir, con más pregnancia. Por
ejemplo, si durante la escena traumática de seducción se escuchan los gritos indignados
de un testigo ²pongamos por caso, una madre horrorizada que sorprende al padrastro
tocando el cuerpo de su hija², entonces el síntoma somático de conversión adoptará la

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forma de una inhibición en la voz (afonía) que años después afectará a la hija,
convertida en mujer histérica. Los gritos de la madre, percibidos e inscritos en el
inconsciente de la niña, resurgirán ulteriormente en ésta como pérdida de su propia voz.
El histérico actualiza en su cuerpo (afonía) la señal psíquica impresa por el cuerpo del
otro (gritos de la madre).

Si resumimos los dos aspectos esenciales de la conversión, que acabamos de


examinar, la constancia del exceso de energía al pasar del estado sexual-psíquico al
estado de sufrimiento somático, y la persistencia de una zona del cuerpo al pasar del
estado de imagen inconsciente al estado de órgano conversivo, comprenderemos hasta
qué punto la solución conversiva es una solución mala e inapropiada. La energía cambió
sin duda de sistema, pero el sujeto sigue sufriendo porque el motivo de su sufrimiento
no ha variado. Sea en el plano psíquico o en el plano del cuerpo, el sujeto sufre de estar
habitado por un exceso inasimilable e irreductible. La conversión es una mala solución
porque no resuelve la dificultad principal causante de la histeria, a saber: el encierro del
exceso de carga energética en un elemento aislado y desconectado del conjunto, tanto
se trate de una representación psíquica como de una zona corporal conversiva. La
salida

conversiva es, en efecto, una mala solución, porque el problema de la incompatibilidad


permanece intacto: lo que antes fue incompatibilidad de la representación con el
conjunto de representaciones constitutivas del yo del histérico, es ahora incompatibilidad
de un sufrimiento somático que no obedece a las leyes del cuerpo real.

Pero surge de inmediato este interrogante: si la conversión no es la buena solución,


¿habría una manera más adecuada de tratar el exceso?, ¿una solución que no fuese
este cambio de estado en el que, como hemos visto, el exceso sigue siendo un
exceso? Sí, empezar de nuevo y distribuir este exceso en una multiplicidad de
representaciones, colectivizar el exceso; en síntesis: diseminarlo y, de este modo,
desactivarlo. Pero, ¿de qué manera? Este es el punto en que debemos introducir la
escucha del psicoanalista, considerada justamente como una diseminación del exceso y
como una vía posible para curar al sujeto de lo inconciliable.

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La teoría de la conversión, según la hemos interpretado, sigue siendo
extremadamente actual. Más actual todavía si tenemos en cuenta la modificación que
Freud le introdujo en 1900: el origen de la histeria es un fantasma inconsciente, no una
representación. Y lo que se convierte es una angustia fantasmática, no una sobrecarga
de la representación.

Freud considera que. para explicar la aparición de un síntoma de conversión, ya


no es necesario descubrir un acontecimiento traumático real en la historia del paciente.
La representación penosa no necesita surgir de una remota seducción sexual cometida
por un adulto. Ahora basta pensar en nuestra infancia, imaginar el desarrollo de nuestro
cuerpo pulsional, y comprender que cada experiencia vivida en nuestra niñez, en el
nivel de las diferentes zonas erógenas ²boca, ano, músculos, piel, ojos² tiene el
exacto valor de un trauma. A lo largo de su maduración sexual, el yo infantil mismo, sin
tener que padecer una experiencia traumática real desencadenada por un agente
exterior, es el asiento natural de la eclosión espontánea y violenta de una tensión
excesiva llamada deseo.

El síntoma no puede formarse sin una cierta colaboración somática facilitada por
un proceso normal o patológico en algún órgano del cuerpo. No surge más de una vez y
para que un síntoma tenga carácter histérico es necesario que posea la capacidad de
repetirse. Y al síntoma histérico, este sentido le es prestado por las ideas reprimidas que
pugnan por encontrar una expresión. Toda una serie de factores actúa en el sentido de
que las relaciones entre las ideas inconscientes y los procesos somáticos de que
disponen como medio de expresión se estructuren de un modo menos arbitrario,
aproximándose a varios enlaces típicos. También para los accesos de tos y afonía, en el
caso de Dora hay que buscar detrás de la misma el factor orgánico del que partió la
colaboración somática que facilitó la expresión del amor a un hombre temporalmente
ausente.

15
La premisa somática de tal fantasía habría sido constituida en ella por una
circunstancia personal. Dora recordaba muy bien haber observado en sus años
infantiles, hasta épocas muy tardías, la costumbre del chupeteo». Las mucosas
labiales y bucales son una zona erógena primaria, carácter que conservan en el beso,
considerado como un acto sexual normal. Cuando luego, en una época en que el objeto
sexual propiamente dicho, el miembro viril, es ya conocido y se dan circunstancias que
intensifican la excitación de la zona erógena bucal, no hace falta gran fuerza para
sustituir en la situación de satisfacción sexual el pecho de la nodriza o el propio dedo,
primer subrogado del pezón, por el miembro viril. De esta manera la fantasía perversa
de la satisfacción sexual oral tiene un origen absolutamente inocente. Los histéricos
suelen tener una ingenuidad que alude o es el síntoma de su represión sobre la
sexualidad genital. Presenta de una manera muy clara el chupeteo infantil. Freud dice,
la chupeteadora. Tiene una deuda de deseos orales.

RESUMEN

El fantasma angustiante de castración que domina la vida psíquica del histérico


es sin duda la fuente y el motivo del sufrimiento del neurótico, pero es también, y sobre
todo, una pantalla protectora, una defensa segura contra cualquier eventual
acercamiento al goce máximo. Todo se presenta como si el histérico prefiriese enfermar
de su fantasma angustiante antes que afrentar lo que teme como al peligro absoluto:
gozar. Recordado esto intentemos una síntesis:

Gozar constituye, para el histérico, un límite último y peligroso que una vez cruzado lo
sumiría inevitablemente en la locura, lo haría estallar y disolverse en la nada.ҏ

Frente a este peligro del goce, el histérico opone entonces una tenaz negativa a gozar.
ҏPara mantenerse apartado del goce y persistir en su negativa, el histérico inventa
inconscientemente un fantasma protector: el fantasma angustiante de la castración.

16
Utiliza este fantasma para crear una amenaza ficticia, la amenaza de perder su fuerza
fálica, que le permite olvidar otra amenaza igualmente ficticia pero más oscura,
indefinida y mucho más terrible: la de sucumbir al goce. El histérico se angustia ante una
castración que él necesita tornar posible para no desaparecer ante un goce insostenible.
En el fantasma, la repulsa del goce se transforma en angustia de castración.

Ahora bien, es verdad que el fantasma salva y protege del goce al histérico, pero lo
hunde en un sufrimiento corporal (síntomas somáticos), sexual (paradoja de la vida
sexual) y relacional (deseo de insatisfacción). La angustia de castración se transforma,
por conversión, en síntomas del cuerpo, en desajuste de la sexualidad y en dolor de
insatisfacción. El fantasma de castración salva y protege del goce al histérico, pero

perturbando su manera de percibir a los seres amados u odiados. A la manera de una


lente deformante, el fantasma de castración sumerge al neurótico en un mundo donde la
fuerza y la debilidad deciden exclusivamente sobre el amor y el odio. Yo amaré u odiaré
a mi partenaire según la percepción de su fuerza o de su debilidad fálica. Por eso las
relaciones afectivas del histérico se transforman inevitablemente en relaciones de
dominante y dominado.

a lógica de la génesis de la histeria se resume, pues, en lo siguiente: el


deseo conduce al goce, el goce suscita el fantasma, el fantasma contiene la
angustia y la angustia, por último, se transforma en sufrimiento.

TIEMPOS LOGICOS CONSTITUYEN AL SINTOMA PSICONEUROTICO COMO


TRANSACCION Y/O AL RASGO TRANSACCIONAL DE CARÁCTER NEUROTICO. (en
el caso Dora)

CASO DORA: HISTERIA.

REPRESION PRIMARIA: Enamoramiento del padre.

17
FIJACION: A Oral primaria, a Falica secundaria, Complejo de Edipo y Castración.

FORMACION DE RETOÑO: Vivencia moderna: Escena de la tienda, en la cual el Sr. K.


la besa. Siente la erección del pene de éste.

REPRESION SECUNDARIA: Dora no puede poner en palabras la sensación de


erección que sintió, el preconícenle le da una representación aceptable: ³la presión en el
pecho´.

LAGUNAS MNEMICAS: Niega la erección del pene. (No se si ponerlo, sino lo sacamos)

SUPRESION DEL AFECTO: (podría ser) : El beso del Sr. K. no le produce ninguna
sensación

RETORNO DE LO REPRIMIDO: La escena del lago.

SINTOMA: Por  
! Dora convierte el placer sexual oral en la tos nerviosa. El
preconciente del Yo R.D. cede una representación que le es propia y la abandona a la
realización de deseos o descarga del Principio de Placer del Ello, a condición de que
esto sea inteligible para la conciencia y el Súper Yo.

EXR C DE   R  DE . FRED Y DE J.  C  RE  HIERI 

18
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"(...) el enigma contradictorio planteado por la histeria (...) [es] la pareja de opuestos
constituida por una necesidad sexual excesiva y un rechazo exagerado de la
sexualidad."

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    *  "Aquello que [los histéricos] anhelan más ardientemente en sus
ensoñaciones, lo rehúyen no bien la realidad se los ofrece, y más gustosos se entregan
a sus fantasmas cuando ya no es de temer ninguna realización."

 
   
                 
   
       
   

   


  

       
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"(...) ./ 

   y, específicamente,  
   0Observen
que nos hallamos aquí ante algo singular: la mujer [histérica] se interroga por lo que es
ser una mujer, así como el sujeto [histérico] masculino se interroga por lo que es ser
una mujer."  

"(...) el deseo de la histérica (...) es sostener el deseo del padre (,..)."42  

22
La frase de promesa en la histeria femenina (David Maldavsky)

A continuación analizaremos una frase estructurante de numerosas producciones


verbales y de conductas histéricas: la frase de promesa de un don.

En sesión una paciente histérica puede decir: ³Voy a relatarle algo divertido´, ³¿Quiere
que le cuente una novedad?´´, ³Me paso una cosa tan rara´, ³Quisiera confesarle un
secreto´, ³Le juro que la próxima sesión le traigo una sorpresa´. A veces en lugar de esto
encontramos adornos, perfumes, gestos, voces insinuantes, lo cual constituye una forma
específica de fijarse la fantasía primordial de seducción en la histeria.

Consideremos que en esos textos tan diversos existe una matriz, preconciente por su
estructura e inconciente por su origen que determina su imposibilidad de acceso a la
conciencia.

Consideremos ahora los elementos con que el yo, en la histeria, llena ciertos lugares
gramaticales vacíos: el verbo, el sujeto, el objeto directo, el objeto indirecto.

Comenzaremos analizando el verbo principal, habitualmente acompañado por un verbo


modal, que tiene un valor fundamental, ya que expresa la actitud del yo ante la acción
denominada en el verbo principal. El verbo modal contiene unas promesas: querer, ir a,
jurar, tener ganas de«

El verbo principal, modificado por este verbo de promesa, es en última instancia el verbo
dar, bajo la forma de un regalo, una entrega sin espera de retribución. Cuando se
promete relatar un sueño, por ejemplo, no está presente el objetivo de recibir a cambio
una interpretación. Se considera entonces al relato como un don.

El objeto directo de la frase tiene a su vez una característica notable, denomina como
sustantivo algo que no puede contener las cualidades que debe soportar.

Constituye un ejemplo imposible porque no hay sustento para denominarlo. El regalo


prometido es imposible de dar. La confección del secreto, por ejemplo, consiste en el
relato de una fantasía que conduce a otra promesa de regalo.

23
Los modificadores del sustantivo (imposible) con que se designa al objeto (inexistente)
tiene un valor fundamental: son magnificadores, intensificadores de determinadas
cualidades, que podríamos equiparar al envoltorio del objeto prometido.

El adjetivo, adorno del sustantivo, es en esos casos lo central. El objeto prometido tiene
también un valor adjetivo: el regalo consiste en un adorno (joyas, flores y vestimentas),
algo para cualificar la imagen de un semejante y sostenerlo como prometiendo un don.

El verbo de promesa constituye al sujeto como prometiendo. Pero si la estructura del


sujeto repite la del objeto (la histérica se propone como objeto), eso implica que
tampoco hay designación posible para alguien inexistente, mas que como regalo. La
histérica que promete el don de un objeto imposible, ofrece la entrega de una
subjetividad que no posee, ofrece un núcleo que no tiene, que sustituyen con adornos,
con cualidades.

En la histeria, un sujeto sólo se constituye como tal en tanto promete, se ubica en la


fantasía de seducción, prometiendo, aunque no tiene como cumplir con esa promesa
puesta que carece de subjetividad.

Podríamos agregar que una vez abiertos los envoltorios del regalo se hace necesaria
otra acción para que no surja la desilusión o la burla. Esta acción es otra frase de
promesa.

La promesa de un don tiene por destinatario una persona investida como poseedora de
un bien, ubicada en el lugar de modelo. El yo de la histérica establece una relación de
sujeto: aquel a quien ella promete entregarse es, en realidad, garante de la subjetividad
de la histérica, y de ese lugar de modelo designado por el objeto indirecto de la frase,
espera un don, el falo, que le identifique, que la haga ser. La frase de promesa surge en
el contexto del enamoramiento.

Consideremos ahora los modificadores de adjetivos, verbos y adverbios. Por su


contenido hemos categorizado tres tipos: intensificadores, temporales, espaciales.
Mencionemos algunos intensificadores:  
  
  , o bien la

24
fórmula þ5 ". Esto supone la idea de una articulación entre cantidad
(intensificador) y cualidad en el término adverbial.

Las condiciones para que se encienda el deseo en la histeria debe ser hacia alguien que
se ama a sí mismo en la imagen. Esta es, pues, la condición para que acceda a la
culminación orgásmica: la conexión con el otra en tanto se constituya la conexión con
una imagen de sí.

En cuanto a la organización temporal contenida en la frase de promesa, expresa el


anhelo de perpetuación de un instante de goce, de un encuentro entre dos personas en
un estado de investidura narcisista de sí, siendo cada uno centro. Los términos que
manifiestan este anhelo son, por ejemplo,
  y   El tiempo absoluto del goce
puede quedare expresado en el beso final de un filme.

El sujeto que promete entregarse, y el objeto (su réplica) que habrá de regalarse no
existe en el aparato psíquico, sino en la medida en que se anuncia la frase de promesa,
y lo prometido es, en realidad, lo que se espera.

ï  y    pertenece al futuro de promesa. Sin embargo, en la histérica solo


existe, como tiempo posible, el ahora. Por lo tanto, esta promesa de goce absoluto,
supuesto en el futuro, constituye el modo de obtener el goce en el presente, a través de
la misma promesa.

Supongamos que quien ha sido investido como ideal entregue el regalo que la histérica
anhela y que la violenta ternura de un vínculo erótico quede acompañada por frases
lucidas, calidas. La histérica, tras una pausa, puede decir a su interlocutor ³el siempre
tiene la palabra justa´.

Analizando el lugar de modelo o ideal, en la histeria este es el lugar fundamental, que da


sentido al sistema defensivo. Poner el lugar de ideal es, pues, constituyente del yo, en
cuanto generador de una promesa. Para explicar mejor esto tenemos que referirnos a la
fase fálica. En ella la niña inviste libidinosamente, con su actividad masturbatoria, sus
sensaciones clitoideas. La organización del aparato psíquico en la fase fálica impone
que las sensaciones cenestécicas y táctiles queden transcriptas en un triple registro, que

25
permite investirlas con sentido verbal, visual y prehensil, de tal modo ocurre un
desenlace. Las sensaciones cenestécicas genitales quedan despojadas del sentido que
poseyeron previamente. Desde esta perspectiva podemos entender la fantasía de
castración como fantasía de vaciamiento en la niña. Se trata de un vaciamiento de la
libido narcisista que fluye del Yo y se pierde por la herida abierta en el lugar de la triple
ausencia (visual, verbal, prehensil).

No se trata de un pedido, sino de una transformación del reclamo en oferta ilusoria.

Podemos completar ahora el sentido que pretendimos dar previamente a nuestra


afirmación.

as tres posiciones del hombre para la histeria de conversión femenina

En un momento lógicamente anterior, la madre fue investida por su hija en el lugar de


ideal. En el comienzo de la fase fálica, la actividad masturbatoria va acompañada en la
niña por el deseo de hacerle un hijo a la madre.

Cabe plantearse de dónde surge en la niña este deseo. Freud en 1910 cita þ  

           
    
6
".

En la fase fálica el deseo de hacerle un hijo a la madre surge sintetizando numerosas


pulsiones. Confluyen las investiduras hostiles y eróticas de objeto, que sufren diferentes
transformaciones.

Las transformaciones del concepto ³hermano´ en el concepto ³hijo´, es decir, alguien


causado por la niña misma en cuanto a sujeto, constituye una de las características de
la fase fálica, que implica la investidura narcisista del clítoris como generador de ese
hijo.

Del deseo de darle un niño a la madre la niña pasa finalmente al anhelo de recibir un
hijo, que ahora simboliza al falo supuesto en el pene, pero la anterior posición activa se
manifiesta en el despliegue de la fase de promesa ante el padre.

26
En realidad la secuencia es compleja. Se puede suponer que tener un hijo con la madre
es una actividad posible, ya que todos sus semejantes son iguales a ella. En un
segundo momento registra que ella carece de pene, pero no extiende este juicio a su
madre ni a otras mujeres. Atribuye la causa de esta carencia a su madre y su deseo de
dar un hijo e transforma en el deseo de recibirlo de ella. Por fin, reconoce que su madre
tampoco posee el pene y es entonces que pasa a esperar el don prometido del padre.

Pero también puede ocurrir una desilusión con respecto al hombre, al padre, cuando se
lo contrasta con los ideales exteriores a la familia. Esta desilusión impone a la niña
estructurar otro tipo de desmentida, aquella que permite sostener al hombre, del cual
espera un don, como un ideal. Para la niña. Esta fantasía tiene que ver con sostener al
padre en el lugar ideal. Otro determinante del anhelo de un hijo es la ilusión de entregar
el hijo al padre para que este se consagre como ideal.

Para Freud, la desmentida supone que el Yo se opone a un juicio de existencia ligado a


un registro perceptual, todo lo cual resulta traumatizante. Oponerse a este juicio implica
colocar también otra percepción en el lugar de aquella que motivó dicho juicio
traumatizante. En la niña describió la desmentida ante el registro de la falta de pene en
su propio cuerpo. Por último, dio también ejemplos clínicos en que el Yo desmiente la
muerte de un padre.

Nos referimos en esta oportunidad, a estos dos últimos tipos de desmentida: la del
registro de la falta de pene en la niña, la de la desidealización del padre, y no tanto a la
primera, la de la falta de pene en la madre.

En la histeria, la desmentida de la desidealización del hombre puede estructurarse bajo


la forma de una ilusión de que el compañero sexual, a la manera de un hijo, se
constituya en príncipe y por lo tanto en futuro rey. Ella lo hizo y lo sostiene como
hombre, y luego espera de él un don consagratorio.

En algunos casos, como en Dora, el padre es un personaje importante en la familia. En


otros, en cambio, el padre es denigrado, y la madre mantiene la idealización d eun
hombre anhelado, y desde allí descalifica al marido.

27
Ahora, al referirse al tema de la elección del cofrecillo, Freud analizó los tres lugares que
el hombre le da a la mujer: la madre, la amante y la muerte. Los lugares que la mujer
histérica otorga al hombre son tres: el padre, el amante, el hijo. En efecto, el lugar de la
muerte, para ambos sexos, queda investido en una mujer, y la histérica se defiende del
sentimiento de aniquilación del Yo, con el cual se equipara a la muerte, a través de la
investidura libidinosa de un hombre como ideal que habrá de otorgarle un hijo.

En la niña el acceso al deseo del hombre es problemático. Comienza siendo deseo


vindicatorio de tener una parte, el falo supuesto en el pene, transformado en deseo de
un hijo. La histérica queda en esta situación, y por lo tanto para ella el hombre no se
sostiene como objeto de deseo sino como rival. La histérica se reencuentra así con el
trauma de suponer que la pérdida de omnipotencia paterna ante la cultura y finalmente
ante la muerte es obra de una mujer, trauma que la impulsa a una conducta rebelde:
sostener la omnipotencia paterna a través de ofrecerse a ella como aquella mujer que
habrá de consagrarlo, en pugna con la otra, que lo ha derrocado como ideal Lo siniestro,
como momento posterior, implica el rencuentro con un hombre debilitado, dominado por
una bruja, a cuyos designios obedece.

En el coito, esta circunstancia puede manifestarse por ejemplo, bajo la forma de una
intensa excitación preliminar, según la modalidad de las punciones parciales, en que el
hombre queda investido como modelo o ayudante. Cuando debería surgir la unificación
de las punciones, en términos genitales, resurge el trauma del registro (fálico) de la
diferencia de sexos. La histérica establece una relación con una imagen de sí que le
resulta humillante e impone un desarrollo de afecto, la frigidez o el asco como respuesta
que sume en la impotencia a un rival ante el cual el goce femenino equivaldría a una
derrota. El curso del autoerotismo a la autoestimulación en el coito, suele ser la coartada
preferida para resolver esta imposibilidad lógica de la investidura de objeto: el goce es
alcanzado pero gracias a la propia actividad.

La desmentida es un mecanismo que el Yo desarrolla ante el juicio ligado a una


percepción, cuando el juicio es traumatizante. Por lo tanto, no surge ante la amenaza de
un trauma sino ante el trauma ya ocurrido, cuando hay desorganización del Yo, una

28
herida narcisista. La desmentida procura restañar una herida narcisista, y esta es la
posición de la histérica al anhelar un hijo del padre.

Para Freud, lo inconciente consiste en las primeras y verdaderas investiduras de objeto,


sobre las cuales ha recaído la represión primordial. Con todo, observamos que, en lugar
de la investidura de objeto, las histerias reprimen una fantasía, como lo describió Freud
para la fase segunda, reprimida, de ³Pegan a un niño´.

La falta de nombre para sobreinvestir una representación-cosa, correlativa del concepto


de represión primordial, es pertinente para la posición del niño. Como contrainvestidura
en lugar del nombre imposible aparece en la niña la fantasía defensiva en torno del
anhelo de un niño recibido, como un don, de un modelo.

Caso Dora:

En su trabajo, Freud reformula la teoría del trauma en la dinámica histérica y hace


hincapié en la importancia irreductible de la sexualidad en las psiconeurosis. Dora es
una joven de 18 años, de familia burguesa residente en Viena, que presentaba síntomas
tales como disnea, jaquecas y afonías. De su círculo familiar, conformado por los padres
y un hermano año y medio mayor, el personaje que revestía mayor importancia para
Dora era el padre, quien mantenía relaciones con la señora K. El señor K., a su vez,
pretendía seducir a Dora. El tratamiento se basó en el análisis de dos sueños y Dora lo
abandonó al cabo de tres meses. Freud, no obstante, se manifestó optimista respecto
de la cura psicoanalítica. El caso fue publicado en 1905. En 1923 Dora sufrió una
recaída y consultó a otro médico. En 1925 se editaron los 2

  
 , en los
que Freud hizo un prólogo especial para el caso Dora. Escribió:

þ-      


  
  
       
 
      
 

  
   
       

    
  


        
 

     "

29
Características de la paciente

La muchacha, que al iniciar el tratamiento acababa de cumplir los 18 años había


orientado siempre sus simpatías hacia la familia de su padre. Ella le profesaba intenso
cariño.
1882: Nacimiento de Dora.
1888: Padre enfermo con Tbc. La familia se traslada a B.
1889: Enuresis. (7 años)
1890: Disnea permanente con accesos periódicos a veces muy intensos. El médico de
la familia diagnosticó una afección puramente nerviosa.(Dora tenia 8 años)
Contó, que de niña, su hermano contraía regularmente en primer lugar y de un modo
muy leve enfermedades infantiles, siguiéndole ella luego, siempre con mayor gravedad.
Siendo niña había rodado por la escalera de su casa, en B«, y se había lastimado un
pie, el mismo que ahora le costaba trabajo avanzar. Se lo vendaron y tuvo que
permanecer en reposo semanas enteras. Ello sucedió teniendo la paciente 8 años y
poco antes de presentársele el primer acceso de asma nerviosa.
1892: Desprendimiento de retina del padre.
1894: (Dora tenía 12 años ) Ataque confusional del padre (al que se agregaron síntomas
de parálisis y ligeros trastornos psíquicos, por lo cual fue atendido por Freud).Y en Dora:
Jaqueca y «tussis nervosa», síntomas que al principio aparecían siempre unidos,
separándose luego. La jaqueca fue haciéndose cada vez menos frecuente
1896: Escena de la Tienda (Beso con el Sr. K.)

De la escena de la tienda surgen tres síntomas:

1. La repugnancia corresponde al síntoma de represión de la zona erógena labial


(viciada, por el «chupeteo» infantil). Que Dora lo relaciona con el recuerdo que tiene de
cuando eran niños, ella le chupaba la oreja a su hermano.
En esta escena, la conducta de Dora, es ya totalmente histérica, ya que en lugar de
sentir excitación sexual desarrolla sensaciones de repugnancia.

30
El asco entonces sentido no llegó a convertirse en un síntoma permanente,
manifestándose quizá tan sólo en una leve repugnancia a los alimentos.

2. La aproximación del miembro en erección fue transferida, sobre la sensación


simultánea de presión en el tórax.
La escena citada había dejado una alucinación sensorial de sentir aún en el busto la
presión de aquel abrazo y ciertas singularidades inexplicables.
Dora no sintió tan sólo el abrazo apasionado y el beso en los labios, sino también la
presión del miembro en erección contra su cuerpo. Esta sensación, para ella
repugnante, quedó reprimida en su recuerdo y sustituida por la sensación inocente de la
presión sentida en el tórax, la cual extrae de la fuente reprimida su excesiva intensidad.

3. La resistencia a acercarse a individuos presuntamente en excitación sexual sigue el


mecanismo de una fobia para asegurarse contra una nueva emergencia de la
percepción reprimida.
Eludía pasar cerca de un hombre que se hallase conversando cariñosamente con una
mujer.
Evitaba acercarse a un hombre que suponía sexualmente excitado, para no advertir de
nuevo el signo somático de tal excitación.

1898 (Al comienzo del verano): Primera consulta de Dora a Freud. A esta intervención
médica el padre acudió a él 4 años después, con su hija, aquejada de síntomas
neuróticos.
Las jaquecas de Dora desaparecieron por completo al cumplir ésta dieciséis años. En
cambio, los ataques de tos nerviosa, quizá provocada por un catarro vulgar, siguieron.
La duración de estos ataques oscilaba entre 3 y 5 semanas, en su primera fase, el
síntoma más penoso había sido una afonía completa. Pero ninguno de los tratamientos
usuales, logró resultado positivo. La muchacha, acabó por acostumbrarse a despreciar
los esfuerzos de los médicos, hasta el punto de renunciar por completo a su auxilio. Así,
para que acudiera a Freud fue necesario que su padre se lo impusiera.

31
Freud la vio por primera vez a principios del verano en que cumplía sus 16 años,
aquejada de tos y ronquera, que acabó por desaparecer espontáneamente.

(Final de junio): Escena del lago.


Dora y el padre fueron a Viena a principios de verano y se proponían continuar su viaje
para reunirse con los señores de K« El padre se proponía dejar a Dora en casa de sus
amigos. Pero Dora quiso acompañarle. Días después explicó su singular conducta,
contando a su madre que el sr K« se había atrevido a hacerle proposiciones amorosas
durante un paseo que dieron a solas por el lago.
Ninguno de los actos del padre había llegado a indignarla tanto como la facilidad con
que aceptó la opinión de que la escena junto al lago no había sido más que un producto
de la fantasía de su hija. Mas, el relato de Dora correspondía a la verdad. En cuanto
había comprendido las intenciones de K. Lo había abofeteado y había echado a correr.

Dora sólo recordaba una de sus frases de justificación: «Ya sabe usted que mi mujer no
es nada para mí».
Dora quiso regresar a pie, rodeando el lago, y preguntó a un hombre al que encontró en
su camino cuánto tardaría en llegar. «Dos horas y media», fue la respuesta.

Mientras estuvo en casa de la tía que falleció, Dora relataba haber tenido fiebre alta los
primeros días y haber sufrido aquel dolor en el vientre que la enciclopedia señalaba
como uno le los síntomas de la apendicitis (que había padecido hace poco un primo). El
segundo día y entre violentos dolores, se le había presentado el período, muy irregular
en ella desde que había comenzado a estar enferma.

«Me veo subiendo la escalera». Después de la apendicitis se le había hecho difícil


andar, pues le costaba trabajo avanzar el pie izquierdo. Esta dificultad, prolongada
durante bastante tiempo, la había llevado a evitar en lo posible las escaleras. Todavía
arrastraba a veces trabajosamente el pie izquierdo. Se trataba de un verdadero síntoma

32
histérico. La dificultad para avanzar una pierna, debía armonizar mejor con la
significación secreta, posiblemente sexual, del cuadro patológico.
El ataque de apendicitis sucedió 9 meses después de la escena junto al lago. Así pues,
la supuesta apendicitis había realizado la fantasía de un parto. Ahora bien, si los
síntomas de Dora 9 meses después de la escena junto al lago, transferían a la realidad
su fantasía inconsciente de un parto, ello quería decir que la muchacha había dado, en
aquella otra fecha anterior, un mal paso». Siendo niña había rodado por la escalera de
su casa, en B , y se había lastimado un pie, el mismo que ahora le costaba trabajo
avanzar. Se lo vendaron y tuvo que permanecer en reposo semanas enteras. Ello
sucedió teniendo la paciente 8 años y poco antes de presentársele el primer acceso de
asma nerviosa.

Interpretación de Freud:
El hecho de que 9 meses después de la escena a orillas del lago simule usted
inconscientemente un parto y arrastre luego hasta hoy la consecuencia de aquel paso
en falso» demuestra que en su inconsciente lamenta usted el desenlace de aquella
escena, sentimiento que la ha llevado a rectificarlo en su pensamiento inconsciente. Ya
ve usted como su amor a K no terminó con aquella escena y continúa vivo hasta hoy,
contra su opinión, aunque no tenga usted conciencia de ello. (Dora no me contradijo).

A la sesión siguiente Dora le dijo a Freud que había decidido terminar el tratamiento (era
31 de diciembre). Freud le preguntó:
- ¿Cuándo tomó usted esa resolución?
- Hace 15 días.
- Quince días. Parece como si se tratase del despido de una criada o una institutriz.
Dora le cuenta a Freud que los K tenían una institutriz que no se llevaba bien con él y
esto era porque durante una temporada que la mujer de K había estado ausente el
marido la había cortejado con insistencia, asegurándole que su mujer no era nada para
él.
Las mismas palabras que le había pronunciado a Dora en su declaración.

33
Ahora Freud conoce el motivo de aquella bofetada con la que respondió Dora a la
declaración de amor. Fue un impulso de celosa venganza. Pero en el momento en que
K« le dirigió las mismas palabras que antes a la otra muchacha «Mi mujer no es nada
para mí», despertaron en Dora nuevos impulsos.
Dora se dijo: Este hombre se atreve a tratarme como a una institutriz, y esta ofensa
inferida a su orgullo, sumada a sus celos y a los restantes motivos conscientes y
razonados, colmó ya las medidas.
Freud le interpreta que se despide de él como una institutriz, tomándose un plazo de 15
días. La carta de su sueño, autorizándola para retornar a su casa, es la contrapartida de
la carta en que los padres de la institutriz prohibían a ésta presentarse ante ellos.

Dora dejó pasar un plazo de quince días. No quiso despedirse en el acto porque
esperaba que K« le otorgara de nuevo su cariño. Tal fue también el motivo que
determinó su propia conducta. Se dio un plazo para ver si K« renovaba su declaración,
demostrándole así la seriedad de sus intenciones y que no trataba de jugar con ella
como antes con la institutriz. Pero luego, al no volver a recibir noticias suyas, dio libre
curso a su venganza.

La inesperada interrupción del tratamiento constituía por su parte, un indudable acto de


venganza y satisfacía la tendencia de la paciente a dañarse a sí misma.

1899 (Marzo): Apendicitis (a raíz de la muerte de la mujer de su tía) sucedió 9 meses


después de la escena junto al lago. (Otoño): La familia se cambia de B. y se traslada a
una ciudad fabril.
1900: La familia se traslada a Viena. Amenaza de suicidio de Dora.
Un día sus padres se quedaron aterrados al encontrar encima de su escritorio una carta
en la que Dora se despedía de ellos para siempre. Inicio del tratamiento.

(Oct. a Dic.): Tratamiento con Freud. El padre resuelve confiársela para intentar su
curación por medio del tratamiento psicoterápico. Tosía de nuevo en forma
característica.

34
Dora, había llegado a ser una adolescente inteligente y atractiva, pero su enfermedad
consistía ahora en una constante depresión de ánimo y una alteración del carácter.
Trataba secamente a su padre. Evitaba el trato social.

Todo lo que se le hacía fácilmente consciente y todo lo que recordaba conscientemente,
se refería siempre a su padre.
No podía perdonarle la prosecución de sus relaciones con K« y sobre todo con la mujer
del mismo, para Dora no cabía duda de que se trataba de relaciones eróticas. Cuando la
muchacha reprochaba luego a su padre la amistad con la señora de K« solía él
contestarle que no comprendía semejante hostilidad, pues tanto ella debía estarle muy
agradecida ya que en la época de su enfermedad se había sentido el padre tan
desesperado que había salido un día camino del bosque con intención de suicidarse. La
señora de K« había sospechado sus propósitos y le había seguido, logrando hacerle
desistir de ellos. Dora no creyó tal explicación y supuso que su padre habría inventado
el cuento del suicidio para justificar una cita con la mujer de K« en el bosque.
Cuando luego volvieron a B« el padre iba diariamente a visitar a la mujer de K« y
siempre a la hora en que el marido se hallaba en la tienda. En los paseos familiares, el
padre de Dora y la señora de K« se las arreglaban para quedarse solos. No cabía duda
de que ella aceptaba de él dinero, hacía gastos imposibles de justificar con sus propios
medios o los de su marido. El padre comenzó a hacerle regalos de importancia, y para
encubrirlos, se mostró generoso con su propia mujer y con Dora.
También después de su partida de B el padre declaraba de vez en cuando no poder
soportar el clima de su nueva residencia y empezaba a toser y a quejarse, hasta que un
día se marchaba a B«, desde donde escribía cartas rebosantes de alegría. Todas
aquellas enfermedades eran pretextos para volver a ver a su amiga. Cuando más
adelante reveló el padre su proyecto de trasladarse a Viena, Dora sospechó un nuevo
manejo para reunirse con la señora de K«, y en efecto, a las tres semanas de estar en
Viena se enteró de que también el matrimonio K« se había trasladado allí.

Cuando Dora se sentía amargada por esto, se le imponía la idea de que su padre la
entregaba a K« como compensación de su tolerancia de las relaciones con su mujer, y

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no es difícil imaginar la ira que tal idea despertaba en ella. Pero, en realidad, cada uno
de aquellos hombres evitaba deducir de la conducta del otro aquellas conclusiones que
podían estorbar la satisfacción de sus propios deseos. De este modo, K« pudo
aprovechar todo su tiempo libre para gozar de la compañía de Dora y hacerle costosos
regalos sin que a sus padres les pareciera sospechosa tal conducta.
Dora se había hecho cómplice de tales relaciones. Así, su comprensión de dicho
carácter y las exigencias de ruptura planteadas al padre, databan sólo de su aventura
con K« en la excursión por el lago.

Durante algún tiempo su última institutriz quiso abrirle los ojos sobre las relaciones de su
padre con la mujer de K« e impulsarla a tomar partido contra esta última. Dora se
enemistó repentinamente con ella. Pero Dora siguió profesando a la señora de K« una
tierna amistad y no veía motivo para considerar intolerables las relaciones de su padre
con ella. Pero además se daba cuenta de los motivos que regían la conducta de su
institutriz: ella estaba enamorada de su padre. Se indignó contra ella cuando advirtió
que el cariño que le mostraba no era más que un reflejo del que ofrendaba a su padre.
Entonces hizo que la despidieran.
Pero lo mismo que la institutriz había hecho con ella, se comportaba ella con los hijos de
K« El cariño a los niños había constituido desde un principio un enlace entre K« y
Dora, y el ocuparse de ellos había sido para esta última el pretexto que debía ocultar a
los ojos de los demás que durante todos aquellos años había estado ella enamorada de
K« De todas maneras, quedó probado que el reproche que dirigía a su padre, recaía
por completo sobre su propia persona.

El otro reproche de que su padre utilizaba sus enfermedades como pretexto y medio
para sus fines encubre de nuevo toda una parte de su propia historia secreta. También
la conducta de la señora K« le había mostrado lo útiles que en ciertos casos pueden
ser las enfermedades.

36
La muchacha comprendió así que la presencia de K. hacía enfermar a la mujer y que
ésta consideraba bienvenida la enfermedad puesto que le permitía eludir el
cumplimiento de sus deberes matrimoniales.
Dora había padecido toda una serie de accesos de tos acompañados de afonía de tres
a seis semanas, tal como habían durado las ausencias de K« Demostraba así, con su
enfermedad, su amor por K. Dora se había conducido al revés que la Sra. K.,
enfermando mientras K. estaba ausente y sanando en cuanto llegaba.
En los primeros días de su afonía le era siempre grato y fácil escribir. K« solía
comunicarle con frecuencia sus impresiones de viaje y le mandaba numerosas postales,
hasta el punto de que Dora sabía antes que la propia mujer de K« la fecha de su
retorno. La afonía de Dora significaba que cuando el hombre amado estaba ausente
renunciaba a hablar; el habla no tenía ya para ella valor, puesto que no le servía para
comunicarse con él. En cambio, adquiría mucha más importancia la escritura como el
único medio de seguir en relación con el ausente.

Su enfermedad actual se mostraba tan tendenciosa como la que aquejaba


periódicamente a la mujer de K« e idénticamente motivada. Dora perseguía un fin que
esperaba alcanzar por medio de su enfermedad: separar a su padre de aquella mujer.
Ya que no lo conseguía con ruegos esperaba lograrlo atemorizando al padre (carta de
despedida) y despertando su compasión (accesos de inconsciencia). Y si tampoco todo
aquello le servía de nada, por lo menos la vengaba de él. Su enfermedad desaparecería
por completo en cuanto su padre se declarara dispuesto a sacrificar por su salud su
amistad con la señora de K« Pero esperaba que el padre no llegaría a hacerlo, pues
entonces Dora se daría cuenta del arma poderosa que tenía en sus manos y no dejaría
de aprovecharla en adelante simulando enfermedades cada vez que quisiera conseguir
algo.

Uno de los sentidos del síntoma es expresado por la tos y el otro por la afonía y el curso
de lo estados patológicos. Un síntoma integra siempre simultánea y sucesivamente. El

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síntoma, una vez constituido, tiende a perdurar aunque la idea inconsciente que halló en
él su expresión haya perdido su significación primera.

El motivo de la enfermedad» en la histeria es conquistar una ventaja, primaria (ahorrar


rendimiento psíquico para resolver un conflicto, es constante) y secundaria (obtener el
favor de otros, vengarse, etc). Entonces, su intención de lograr la curación no es del
todo sincera. Los motivos de la enfermedad empiezan a actuar ya en la infancia. El
carácter aparentemente involuntario de la enfermedad, hace que la sujeto pueda
emplear, sin reproche consciente contra sí misma, este medio cuya utilidad descubrió en
su infancia. La enfermedad es intencionada. Los estados patológicos aparecen
dedicados regularmente a una persona determinada y se desvanecen en cuanto ella se
aleja.

No tardó en presentarse una ocasión que permitió interpretar la tos nerviosa de la sujeto
como expresión de una situación sexual fantaseada. Cuando la enferma repitió una vez
más que la mujer de K amaba solamente a su padre porque se trataba de un hombre
de recursos». Detrás de aquel giro se escondía la idea antitética, esto es, la de que el
padre era un hombre sin recursos», impotente. Una vez confirmada conscientemente
por la sujeto esta interpretación, Freud le hizo observar que se contradecía al afirmar por
un lado que las relaciones de su padre con la mujer de K eran de carácter íntimo,
sosteniendo por otro que el padre era impotente. Su respuesta fue que no, porque había
más de una forma de satisfacción sexual (el empleo de órganos distintos de los
genitales en el comercio sexual). Ella pensaba en aquellos órganos que en sí misma se
hallaban en estado de excitación (la boca y la garganta). Así, con aquella tos periódica,
expresaba una situación de satisfacción sexual oral entre las dos personas cuyas
relaciones amorosas la ocupaban de continuo. El hecho de que poco tiempo después de
esta explicación, desapareciese por completo la tos, parecía confirmarlo.

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Dora sentía y obraba como una mujer celosa; tal y como hubiera obrado su madre.
Pero al mismo tiempo, según la fantasía en que se basaban sus accesos de tos también
se identificaba con la mujer de K« Se identificaba, con las dos mujeres que su padre
había amado. Por lo tanto, se hallaba enamorada de su padre. La aparición de la mujer
de K« la había suplantado en muchos sentidos, más que a su madre. Cuando Freud
comunicó a Dora esta conclusión, la sujeto respondió: «No me acuerdo». No es posible
extraer del inconsciente otro tipo de Sí, no existe en absoluto un No para el
inconsciente.
Este amor a su padre había sido intensificado como síntoma de reacción para reprimir
otro impulso aún poderoso en lo inconsciente. Ante el aspecto que las cosas
presentaban, tal elemento reprimido era el amor a K« Había surgido en ella una
violenta resistencia contra aquel amor, renaciendo entonces su antigua inclinación hacia
el padre de su infancia. Había llegado así a convencerse de haber olvidado totalmente a
K« y sin embargo tuvo que evocar y exagerar, para protegerse contra él, su inclinación
infantil hacia el padre. El hecho de que entonces la dominase constantemente una
celosa irritación correspondía a otra determinación suplementaria. El «no» significa en
ese caso el «sí» deseado. Dora confesó que no le era posible guardar a K« todo el
rencor que por su conducta para con ella merecía.

Interpretaciones acerca de la escena del Lago.

Interpretación de Freud:
- El hecho de que 9 meses después de la escena a orillas del lago simule usted
inconscientemente un parto y arrastre luego hasta hoy la consecuencia de aquel «paso
en falso» demuestra que en su inconsciente lamenta usted el desenlace de aquella
escena, sentimiento que la ha llevado a rectificarlo en su pensamiento inconsciente. Ya
ve usted como su amor a K« no terminó con aquella escena y continúa vivo hasta hoy,
contra su opinión, aunque no tenga usted conciencia de ello. (Dora no lo contradijo).

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Lamentó usted luego tan hondamente el desenlace por usted misma provocado y lo
corrigió en la fantasía inconsciente que hubo de exteriorizarse bajo la forma de una
apendicitis. Fue, pues, para usted, un doloroso desengaño ver que su enamorado, en
lugar de reaccionar a su acusación renovando seriamente sus pretensiones, la acusaba,
a su vez, calumniosamente. Ha confesado usted que lo que más la indigna es la
suposición de que la escena a orillas del lago sea pura imaginación suya. Ahora sé ya lo
que no quiere usted que se le recuerde: que imaginó usted serias y sinceras las
pretensiones amorosas de K y creyó que no cejaría en ellas hasta conseguirla en
matrimonio.

@ Dora había planteado que la causa de su enfermedad había sido su padre


1. Ella sabía que la enfermedad de su padre era consecuencia de su vida libertina y
suponía que le había transmitido hereditariamente la enfermedad.
2. Dora se identificó con su madre por ciertos síntomas que ella padecía, como
dolores en el bajo vientre y flujo blanco. Suponía su padre la había contagiado.
3. Así, detrás de estas acusaciones contra el padre, se ocultaba una acusación
contra la propia persona, pues el flujo blanco constituía en las jóvenes solteras un
indicio de masturbación Dora negó esta afirmación de Freud pero días después
por primera vez en todo el tratamiento trajo colgado del antebrazo un bolsillo de
piel(representación del genital femenino), con el que empezó a juguetear
mientras hablaba, abriéndolo y cerrándolo, metiendo en él un dedo, etcétera
(exteriorización mímica de la masturbación).
.
@ La disnea, el asma nerviosa,
Se debe al hecho de haber escuchado los ruidos producidos por una pareja adulta
en el coito. Cuando el padre estaba ausente y la niña lo echaba de menos, repitió
aquella impresión bajo la forma de un acceso de asma.
1. A esta sensación física se agregó primero la idea de que los médicos habían
prohibido a su padre cualquier esfuerzo, (el padre amaba subir montañas y se lo
tenían prohibido debido a las dificultades respiratorias que presentaba)

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2. El recuerdo de la fatiga que en aquella ocasión nocturna delataba su respiración
jadeante, la llevo a preguntarse si ella misma no se habría dañado gravemente
con la masturbación, conducente también al orgasmo sexual acompañado
siempre de una ligera disnea, y luego, al retorno intensificado de esta disnea,
como síntoma.
@ El flujo blanco o catarro»,
1. En el síntoma de la tos se ve la exteriorización de la idea de Soy hija de mi
padre. Tengo, como él, un catarro. Me ha contagiado su enfermedad como antes
la contagió a mi madre. También me ha transmitido las malas pasiones, de las
cuales es castigo la enfermedad».
2. La tos y la afonía, quedan fijados por su primer disfraz psíquico, la imitación
compasiva del padre enfermo y luego por los autorreproches a causa del
catarro». Estos síntomas se observan al Dora lamentar la ausencia de K y
expresar el deseo de ser para él una esposa mejor que la suya. Cuando una
parte de la libido se orientó nuevamente hacia el padre, el síntoma adquirió su
quizá última significación para representar el comercio sexual con el padre en
identificación con la señora de K
3. Al verse con flujo repulsivo nuevamente aparece el asco que sintió en el abrazo a
K en la escena de la Tienda repugnancia transferida al contacto del hombre (la
institutriz despedida la había advertido que todos los hombres eran inconstantes y
falsos, por esto para Dora, todos los hombres eran iguales a su padre, y como
creía que su padre padecía una enfermedad sexual podía imaginarse que todos
los hombres la padecían.). Resulta ser entonces una repugnancia proyectada y
referida a su propio flujo blanco

PRIMER SUEÑO

Hay fuego en casa. Mi padre ha acudido a mi alcoba a despertarme y está de pie al


lado de mi cama. Me visto a toda prisa. Mamá quiere poner aún a salvo el cofrecito de
sus joyas. Pero papá protesta: No quiero que por causa de tu cofrecito ardamos los
chicos y yo. Bajamos corriendo. Al salir a la calle, despierto.»

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Interpretaciones

@ Dora lo soñó tres noches consecutivas durante su estancia en L (la localidad


junto al lago en la que se había desarrollado la escena con K), el tiempo que
permaneció en L después de la escena con K, por lo cual el este sueño resulta
ser una reacción a aquel suceso. Luego había vuelto a tenerlo durante su análisis
con Freud, por lo cual Freud dice que es parte de la transferencia de Dora hacia
él.

@ Mamá quiere poner aún a salvo el cofrecito de sus joyas. Pero papá protesta: No
quiero que por causa de tu cofrecito ardamos los chicos y yo.

1. Dora asocia esto a una discusión reciente entre sus padres en la cual su madre
se empeña en dejar en las noches cerrado con llave el comedor, que dejaría a su
hermano encerrado en su habitación, a lo cual su padre se opone ya que piensa
que por la noche puede pasar algo que le obligue a salir.
1. El hecho de que la madre, al cerrar con llave el comedor por las noches, dejando
prisionero al hermano de Dora en su alcoba, se asocia con la ocultación que
realiza K de la llave en L, lo que logro que Dora quisiera irse de L con su padre,
al ver que no podía ya encerrarse en su cuarto.

@ Hay fuego en casa.

1. Dora cuenta que al llegar a L, su padre expreso su temor a un incendio, ya que


habían llegado con una fuerte tormenta y la casa en la que se quedaban era de
madera y no tenía pararrayos
2. Freud asocia el fuego con la prohibición a los niños de jugar con cerillos debido a
las posibles consecuencias que ello podría traer.
3. La antítesis del fuego es el agua, en la parte del sueño en que su madre quiere
poner a salvo el cofrecillo para que no arda en realidad se busca que el cofrecillo
no se moje.

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4. El fuego además representa el amor y las ideas amorosas y que con el concepto
antitético, agua, el amor también moja.

@ Puede suceder por la noche algo que le obligue a uno a salir

1. Esta idea tiene que ver con el hecho del niño que moja la cama, al cual se lo
suele despertar por la noche para evitar que esto suceda, como en el sueño de
Dora su padre la despierta.
2. La enuresis nocturna duro en Dora y en su hermano más tiempo del corriente en
los niños. Por eso es que el padre de Dora en el sueño dice no quiero que mis
dos hijos perezcan.
3. Dora parece afirmar ³la tentación es cada vez más fuerte. Querido papa
protégeme como cuando era niña para evitar que moje mi cama´ . La causa de
este tipo de incontinencia es la masturbación.

@ Mi padre ha acudido a mi alcoba a despertarme y está de pie al lado de mi cama.

1. Durante la estadía en L, una tarde Dora se durmió en un sofá de la habitación del


matrimonio K. Al despertarse vio a K de pie junto al sofá, quien le dijo que nadie
podía impedirle entrar en su alcoba cuando quisiera. Dora se vio en la necesidad
de cerrar el cuarto con llave, pero al otro día quiso volver a cerrar para dormir una
siesta y no encontró la llave; pensando que seguramente K se la había llevado.
Fue entonces cuando decidió no quedarse en L en casa de K sin su padre. Freud
asocia el hecho de cerrar o no cerrar una habitación con que una mujer (pieza)
está ³abierta´ o ³cerrada´ por una ³llave´. y dice que Zimmer (pieza) en los
sueños reemplaza a Frauenzimmer, ³departamentos de mujer´.
2. K se aproxima al sofá de la misma forma en que de niña su padre se acercaba a
su cama despertándola para que no mojase la cama

@ cofrecito que su madre quería poner a salvo.

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1. Dora relata que su madre es fanática de las joyas, que su padre le ha regalado
muchas y que discutieron debido a que ella quería unas gotas de perlas y él le
regaló una pulsera que ella no la aceptó. Freud dice que entonces Dora podría
haberla aceptado. Según Freud Dora ve en su madre a una antigua rival por el
cariño de su padre y pensó en aceptar gustosa lo que ella rechazaba (la pulsera).
Dora estaba dispuesta a dar a su padre lo que su madre le negaba
2. K hacia poco tiempo que le había regalado un cofrecillo. Lo cual Freud asocia con
que quedaba justificado que usted le regalase algo en correspondencia, y con
que la palabra cofrecillo» generalmente se utilizaba para denominar el genital
femenino. Es como si Dora se hubiera dicho a si misma que ese hombre anda
detrás de mí; quiere entrar en mi cuarto; mi ³cofrecillo´ corre peligro y si sucede
algo, la culpa será de mi padre».
3. En esta serie de ideas si sustituimos a la madre de Dora por la señora K, Dora se
halla dispuesta a dar lo que su mujer le niega. Aquí hallamos una gran represión
en Dora despierta nuevamente su antiguo amor por su padre para defenderse
contra el amor a K. Esto demuestra el gran temor que ella siente ante K aunque
teme mas a si misma, a la tentación de ceder a sus deseo lo que demuestra su
intenso amor por K.

@ El concepto mojado» se relaciona con la tentación sexual ya que en el coito la


mujer queda mojada», y el hombre le da algo líquido, en forma de gotas». Dora
debe evitar el peligro de que sus órganos genitales sean mojados.
1. Mojado» equivale aquí a contaminado».
2. Con los conceptos mojado» y gotas» se inicia simultáneamente el otro núcleo
de asociaciones, el del repulsivo catarro genital.
3. Dora comprende que la manía de limpieza de su madre es la reacción a aquella
impureza.
4. El recuerdo buscado es hallado en las gotas» de perlas que la madre deseaba
recibir como adorno». Las gotas» aparecen empleadas como equívoco, como
palabra de doble sentido, y adorno» es, como limpio», una antítesis de
impuro» (contaminado

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5. Las joyas» se relaciona con joyero» que denota el cofrecillo que le regalo K a
Dora. El joyero de la madre» sustituye los celos infantiles, las gotas y, por lo
tanto, la humedad sexual y de la contaminación por el flujo, y por otro lado, las
ideas actuales de tentación que impulsan a la sujeto a corresponder al amor de
su pretendiente y pintan la situación sexual inminente, deseada y temida.

@ Dora luego agrego que cada vez que soñaba este sueño al despertar olía humo.

1. Este humo tenia una relación especial con Freud ya que lo volvió a tener este
sueño mientras estaba en tratamiento psicoanalítico con el poniéndose en juego
la transferencia.
2. cuando la sujeto alegaba que detrás de algún punto no se ocultaba nada, él
argüía que no hay humo sin fuego».
3. Dora decía que su padre y K eran, como Freud, fumadores impenitentes.
También ella fumaba y después de la escena del lago ella acababa de liarle un
cigarrillo. Ella estaba reprimiendo el deseo de recibir un beso de K. Esta idea a
retrocedido a la escena de la tienda.
4. Hay una transferencia sobre Freud debido a que el también es fumador por lo
cual probablemente en alguna sesión Dora haya deseado besarlo, posiblemente
haya resuelto por esta razón abandonar la cura y haya soñado este sueño
estando en análisis.

@ Me visto a toda prisa. Luego del suceso anterior, Dora temía la aparición
inesperada de K por lo cual se vestía a toda prisa, pero K no volvió a
sorprenderla.

EL SEGUNDO SUEÑO

Voy paseando por una ciudad desconocida y veo calles y plazas totalmente nuevas para
mí. Entro luego en una casa en la que resido, voy a mi cuarto y encuentro una carta de
mi madre. Me dice que habiendo yo abandonado el hogar familiar sin su consentimiento

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no había ella querido escribirme antes para comunicarme que mi padre estaba enfermo.
Ahora ha muerto y si quieres, puedes venir. Voy a la estación y pregunto unas cien
veces: ¿Dónde está la estación? Me contestan siempre lo mismo: Cinco minutos. Veo
entonces ante mí un bosque muy espeso. Penetro en él y encuentro a un hombre al que
dirijo de nuevo la misma pregunta. Me dice: Todavía dos horas y media. Se ofrece a
acompañarme. Rehúso y continúo andando sola. Veo ante mí la estación pero no
consigo llegar a ella y experimento aquella angustia que siempre se sufre en estos
sueños en que nos sentimos como paralizados. Luego me encuentro ya en mi casa. En
el intervalo debo de haber viajado en tren, pero no tengo la menor idea de ello. Entro en
la portería y pregunto cuál es nuestro piso. La criada me abre la puerta y me contesta:
Su madre y los demás están ya en el cementerio.

@ Dora buscaba la relación entre sus actos y los motivos que podían haberlos
provocado.

1. Era necesario aclarar por qué Dora se había sentido tan gravemente ofendida por
la declaración amorosa, y más cuando empezaba a vislumbrar que se trataba de
un hondo y sincero enamoramiento.
2. Se preguntaba, por qué en los días siguientes a la escena con K« en el lago,
había silenciado celosamente lo sucedido y por qué luego, de repente, se había
decidido a contárselo todo a sus padres. Esta denuncia a sus padres parecía
provocado ya por un deseo patológico de venganza.

Interpretaciones

@ «Va paseando por una ciudad desconocida y ve calles y plazas. En una plaza ve
un monumento».

1. En Navidad había recibido un álbum con vistas de un balneario alemán y el


mismo día del sueño lo había sacado para enseñárselo a sus parientes. Este

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regalo fue hecho por un joven ingeniero al que había conocido en la ciudad en
que el padre tenía sus fábricas, deseaba pedirla en matrimonio en cuanto su
situación se lo permitiese.
2. El álbum contenía la vista de una plaza en cuyo centro se alzaba un monumento.

@ Un primo suyo se ofreció a guiarla en su visita a Dresden pero Dora rechazó su


ofrecimiento y fue sola a la Galería pictórica. Ante la Madonna Sixtina permaneció
admirándola dos horas.
1. la Madona es la madre virgen, es Dora ante el ingeniero, dandole cariño
maternal a los hijos de K, en su fantasía de haber tenido un hijo siendo aun
virgen, y es una representación antitética muy frecuente en mujeres que
presentan una acusación sexual hacia ellas mismas.
2. esto puede significar que ³por haberme tratado como a una criada, te dejo
plantado, me voy sola y no me caso´. Son ideas de venganza, por medio de las
que aparecen fantasías amorosas precedentes del cariño hacia K, que informan
que Dora habría esperado a ser su mujer (desfloración- parto).

@ Estación: podemos sustituirla por una caja, y en el sueño caja y mujer son
conceptos próximos.

@ Pregunta unas cien veces » A Dora esto le hace recordar la noche de su


sueño, en la cual su padre le había pedido que le llevase la botella del coña.
Dora, al pedirle la llave del aparador a su madre, ésta se hallaba tan abstraída
que Dora termino diciéndole ¿Quieres decirme dónde está la llave del
aparador? Te lo he preguntado ya cien veces». La pregunta ¿Dónde está la
llave?»tiene su contrapartida masculina de la otra interrogación: ¿Dónde está la
caja?», se refieren a los genitales.

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@ Contenido de la carta que aparece en el sueño y según la cual Dora había
abandonado el hogar familiar y su padre había muerto. El sueño corresponde a
una fantasía de venganza contra el padre que consistía en que ella abandonaría
a sus padres, marchándose al extranjero, y su padre se moriría de pena,
quedando así vengada ella.

@ si ¿quieres?». frase en la carta que la señora de K le había escrito invitándola a


pasar con ellos una temporada en L.

@ Dos horas y media» fue la respuesta que le dieron después de la escena del
lago con respecto a cuanto tardaría en llegar a la casa a pie, evitando volver con
K en el

@ El bosque

1. Era idéntico al que estaba en L a orillas del lago.


2. El día anterior al sueño Dora había visto un bosque parecido en un cuadro de una
exposición, el cual también mostraba en segundo término varias figuras de ninfas.

@ Los conceptos de estación (Bahnhof) y cementerio (Friedhof)


@
1. Como estos símbolos a Freud le resultaban inhabituales para relacionarlos con
los genitales femeninos, toma la palabra Vorhof» (³vestíbulo´, empleada también
como término anatómico para designar una determinada región de los genitales
de la mujer).

@ Asociación relativa a las ninfas» en el fondo de un espeso bosque»

1. confirma la geografía simbólica sexual.

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2. Ninfas» es un término anatómico con el que se designan los pequeños labios
del genital femenino situados al fondo del espeso bosque» del vello sexual.
3. Así se observa una fantasía de desfloración, y la dificultad de andar y la angustia
sentida en el sueño aluden a la virginidad, La Madonna.

@ El padre había muerto y los demás habían ido al cementerio. Muerto el padre
Dora podía leer y amar con plena libertad.
@ la carta de su madre en el sueño Acto de venganza que la sujeto había llevado a
cabo dejando al alcance de sus padres una carta de despedida.

@ El sueño

1. Uno de los motores de este sueño es el impulso hostil contra el padre (deseo de
venganza contra los hombres) reprimido, ya que Dora busca vengarse de la
facilidad con la que el padre la entrega al Sr. K y así seguir su romance con la
Sra. K.
2. este segundo sueño anunciaba que Dora se desligaría de su padre, ganada de
nuevo para la vida.
@ el padre busca salvarla del peligro. Para conseguirlo así tiene que echar a un lado
una idea contraria: la de que el padre es precisamente quien la ha expuesto a
aquel peligro. El impulso hostil reprimido contra el padre (deseo de venganza)
constituye luego uno de los motores del segundo sueño.
@ Se observa el cumplimiento de impulsos sádicos y crueles

(31/12): Fin del tratamiento.


La interrupción del análisis se da por la falta de atención de Freud ante lo que sucede
en transferencia con la paciente. Tendría que haber tomado en cuenta los mensajes que
Dora le enviaba en sus sueños. En el relato del segundo sueño,
Además, tendría que haberle advertido a la paciente que se encontraba realizando una
transferencia de K hacia él. De esta manera, Dora hizo recaer en Freud la venganza que

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quería ejercitar contra K (lo abandonó como ella creía haber sido engañada y
abandonada por K)

1901 (Enero): Se escribe la historia del caso.


1902 (Abril): Última consulta de Dora a Freud.

Diferentes momentos en el proceso terapéutico de las estructuras histéricas


(según Fiorini)

La revisión clínica de los procesos terapéuticos desenvueltos con personalidades


histéricas nos permiten reconocer en ellos el despliegue de una suseción de momentos
o fases propias de estos procesos:

1- Construcción del vinculo terapéutico: las estructuras histéricas que


concurren a la consulta llegan a establecer un contrato terapéutico con
relativa facilidad, comparados con los pacientes fóbicos y obsesivos. Sin
embrago esta facilitación no constituye siempre una paralela capacidad de
alianza terapéutica. La lucha por el poder inherente a la ilusión histérica de
una posición falica desarrolla sus vicisitudes alrededor de los parámetros
propios de un contrato (horarios, honorarios, vacaciones«). La aspiración
histérica a establecer como dominante un eje regido por el principio de
placer lleva a esta estructura a resistir todas aquellas intervenciones que
destaquen la vigencia de un principio de realidad.
La construcción del vinculo terapéutico se transforma en un campo de
trabajo interpretativo permanente.
2- A continuación, el trabajo se centra en la exploración de
  

 
    , que dan lugar a distintos momentos:
a) El relato histérico aporta referencia a una gran variedad de situaciones

50
conflictivas. Las anécdotas se multiplican, se abren en amplio abanico. El
paciente, subrayando su sorpresa ante esa diversidad, como encarnando
una condena en la que ³todas las experiencias de conflicto le estan
destinadas´ (con la pareja, con la familia, con los amigos). La tarea
consiste en el terapeuta en reconocer y poder mostrar que hay cierta
unidad subyacente a esa diversidad de experiencias conflictivas.
b) El reconocimiento de tales situaciones repetitivas de conflicto pasa
también por revelar los modos histéricos de comunicación. Se tratara de
comprender en que medida la interacción es afectada frente a esas
modalidades histéricas de distorsión de la comunicación.
c) El avance en la exploración de tales situaciones de conflicto permitirá ir
creando una progresiva discriminación entre los datos de una determinada
situación y la repercusión que los mismos logran en la estructura histérica.
Aquí se entra de lleno a cuestionar esa actitud ingenua, ³naturalista´, con
la que la personalidad histérica relata el acontecer y sus efectos
emocionales. El código histérico asienta en varias polaridades semánticas:
activo-pasivo, sujeto-objeto del deseo, deseo-prohibición, falico-castrado,
placer-displacer, seducción-fracaso de la seducción y resonancia
empatica-indiferencia. Liberman y Maldavsky han propuesto el eje
seducción versus fracaso de la seducción.
3- La realidad psíquica de la histeria se va cumpliendo a través del
reconocimiento de un conjunto de escenas que constituyen en un nivel
inconciente ³la realidad´ para el psiquismo histérico. Se trata de escenas
básicas, que la estructura histérica vive, busca, induce y cree encontrar en
sus vínculos con los otros. Maldavsky ha destacado varias de esas
escenas:
a) Situación depresiva, en la que el protagonista sueña con un paraíso
utópico
b) Escena de seducción, de tentación y erotizacion vitalizadotas.
c) Consumación de la seducción, exclusión del rival en una situación
triangular, seducción del personaje idealizado, representante del falo

51
omnipotente.
d) Fracaso de la seducción, retorno triunfante del rival, castración, perdida
del paraíso.
e) Nueva situación depresiva, rumiando decepciones, heridas y
resentimientos resultantes de aquella secuencia. Lento retorno hacia la
posibilidad de ensoñar la aparición de una nueva situación paradisíaca.

Se desarrolla aquí un trabajo para crear discriminaciones. La personalidad


histérica ira asumiendo en esta etapa sus modos de inducir tales escenas,
convocando y provocando a los otros para que tomen sus lugares en el
juego argumental preestablecido en un nivel inconsciente.
4- Se abre entonces una etapa en la cual se va captando progresivamente
que aquellas escenas son actualizaciones de escenas derivadas del
proceso edipico infantil. Se trata de las imagos constituidas en el interjuego
de las interacciones reales y fantasmaticas. Aparecen cristalizadas las
identificaciones propias del Edipo histérico: hombre idealizado, hombre
castrado, mujer idealizada, mujer denigrada. Esta tarea permitirá ir
descubriendo una historia de interacciones subjetivizadas, subyacentes a
la construcción de aquellas escenas e imagos absolutizadas.
5- Esta etapa es una etapa de duelos, crucial para una reestructuración
profunda de ala personalidad en tratamiento: duelo por debilitamiento de
las idealizaciones puestas en los representantes falicos de la imago
paterna, duelo por la toma en contacto con las necesidades maternas que
estaban negadas a través de una erotizacion seudogenital y de la rivalidad
hostil con la figura de la mujer.
6- La elaboración de esos duelos abre la posibilidad de asumir relaciones
nuevas con la realidad: realidad de la propia estructura y realidad de los
otros comprendidas en términos de categorías no restringidas a las
escenas y a los códigos específicos de la histeria. La persona puede
encontrar fuentes de placer en su realidad. Emerge en esta etapa la

52
capacidad, inédita para la personalidad histérica de encontrar goce sexual
genital en condiciones de estabilidad de un vinculo amoroso.
7- La consolidación de estos desarrollos establece las condiciones para
encarar un trabajo de terminación.

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No nos dejemos engañar por el atractivo seductor del histérico. Más que un seductor, el
histérico es un ser de miedo. Hay tres situaciones en las que el histérico está tranquilo y
se concede una tregua: cuando está enamorado, cuando está triste y, tratándose de una
mujer, cuando está encinta. La pasión del histérico es doble: amor y odio. Cuando ama,
ama a su compañero con exclusión de su sexo; y cuando odia, odia el sexo de su
compañero, desprendido de su persona amada. Este amor y este odio siempre
pasionales se cruzan y se alternan infinitamente. A menudo el amor se transforma en
devoción por un otro sin sexo (enfermos, sacerdotes o psicoanalistas). Y el odio puede
transformarse en arrebato de arrancar al otro su sexo (devoración, fellatio). El aire
sensual de los histéricos hace creer que están habitados por un afirmado deseo sexual.
Sin embargo,

119 más allá de su encanto, la vida sexual de los histéricos es confusa, limitada e
intrínsecamente insatisfactoria. El histérico vive su sexualidad de tres maneras
diferentes. Sufriendo en su cuerpo, pues el sufrimiento de los síntomas somáticos es el
equivalente psíquico de una satisfacción orgásmica. Masturbándose, pues se prefiere el
placer de la actividad masturbatoria al peligro de la relación sexual. Y disociándose entre
la figura esplendorosa de un hipersexual y la penosa realidad de un sufrimiento
traducido en insensibilidad de la zona genital.

La crisis histérica traduce a la lengua de un cuerpo sufriente pantomimas eróticas que


no tuvieron nunca más existencia que la del ensueño. En la ceguera, el sujeto histérico
ha perdido la vista de la imagen del otro, para centrar su mirada inconsciente en una
sola cosa: el encanto libidinal del otro.

53
El histérico pierde la vista, pero conserva la intensidad de su mirada. Ahora bien, el
histérico no percibe el encanto libidinal del otro como un rasgo sexual sino como atributo
de fuerza o signo de debilidad. Lo que excita a un histérico no es la sexualidad del otro
sino la vulnerabilidad de su fuerza o su vencimiento de la debilidad. Cuando el
psicoanalista propone a su paciente acostarse en el diván, le propone también dejarse
histerizar, perder la vista del mundo para mirar tan sólo los fantasmas del deseo. La
histeria de transferencia comienza con el diván. ¿Por qué no pensar que en nuestra
época uno de los lugares privilegiados de la histeria es el psicoanálisis? Pues, ¿qué otra
cosa es éste sino la reproducción de la histeria para curar la histeria? Lacan y Freud
califican al proceso analítico de "paranoia dirigida"; nosotros agregaremos que es
también una histeria dirigida. El histérico diría, en sustancia: "Para alejar mejor el peligro
del goce de la relación sexual, me importa asegurarme de dos garantías: que el Otro
sufra de impotencia y que me prohíba gozar." Dicho de otra manera, para salvarse de
gozar, el neurótico vuelve al Otro impotente e interdictor.

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4 ÊÊ

Según Laplanche y Pontalis la definición de la neurosis es: Afección psicógena cuyos


síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la
historia infantil del sujeto y constituyen compromisos entre el deseo y la defensa. La
caractereopatía obsesiva se caracteriza por los siguientes rasgos derivados de la
orientación anal dominante y sus alteraciones psicopatológicas:

El sentido del orden, el esquematismo y el dogmatismo.- surgen de los conflictos sádico-


anales y en torno a las actividades eróticas. Hay resistencias a las fantasías incestuosas
y criminosas que se perciben como amenaza si se pierde el control y la rigidez de su
pensamiento. El orden está conectado respecto al dinero y al tiempo siendo un reflejo
del manejo de los conflictos sádico-anales.

El sentido de la economía y la avaricia.- son una prolongación del hábito anal de


retención, al estar dentro de la etapa anal el placer es erógeno y tiene temor a la pérdida
(control de esfínteres). La función excretora es un antecedente de la forma en que se

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manejará el dinero, y más adelante mostrará las posturas ante diversas realizaciones
como: autoadmiración o autocrítica.

El sentido de la tenacidad, la obstinación y la terquedad.- comprende rasgos que van


desde la firmeza y el tesón hasta la terquedad. La obstinación conlleva el intento de
utilizar a otras personas como el intento de la lucha contra el Superyo, mientras que la
terquedad ( tipo pasivo de agresividad ) representa una superioridad de carácter mágico
y un especie de superioridad moral con el fin de acrecentar su autoestima. La terquedad
es un recurso usado como defensa ante la fantasía de ser atrapado, de ser objeto de
abuso y/o de burla.

El sentido de la rigidez y el bloqueo emocional.- la rigidez puede ser reflejada desde el


aspecto corporal, comportamental hasta la afectividad e intelectualidad. En el carácter
obsesivo, el sentido de la rigidez toma gran fuerza debido a la angustia e inseguridad
que le provocan las situaciones espontáneas o fuera de su control debido a la etapa del
desarrollo en la que se da. La situación está dominada por el control y el bloqueo de las
emociones y afectos, ya que la idea esta manifiesta y el afecto está reprimido ya que
tienen la necesidad de control.

El sentido de la percepción focalizada y la cosmovisión rígida.- Hay deterioro de la


movilidad de la atención debido a la necesidad de control y que su percepción está
limitada en la tarea específica. La cosmovisión está pautada por el ³yo debo´ sin sentir o
tener placer por la acción como consecuencia de su relación con el Superyo. Al tener un
carácter rígido no da cabida a la improvisación, novedad y creatividad.

El sentido de la realidad limitado.- esta distorsionado por la forma de interpretar los


hechos y las situaciones. Busca el control a través del esquematismo, el dogmatismo y
la ritualización de su mundo sin embargo subyacen en el fondo la duda, la ambivalencia
y la dispersión. Debido a otras características como la obstinación, la rigidez entre otras
tratan de controlar el medio sin aceptar cambios logrando únicamente la visión limitada
de la realidad

El sentido de la egosintonía.- esta marca la dificultad del insight, las resistencias y el


pronóstico en cada caso, así como en los beneficios primarios y secundarios.

³La neurosis obsesiva se basa en conflictos sexuales infantiles que han sido
reactivados, perturbaciones de un equilibrio hasta ese momento eficazmente mantenido,
entre fuerzas represoras y reprimidas, aumentos, ya sea absolutos o relativos, en la
fuerza de los instintos rechazados, o de las angustias que a ellos se oponen. Para
producir una neurosis obsesiva estos factores precipitantes deben actuar sobre una
persona que haya una apropiada predisposición desde la infancia, es decir, una persona
que haya hecho regresión sádico-anal durante la infancia.´ (O. Fenichel, 1984). En la
neurosis obsesiva, las prohibiciones que se dieron en el Edipo se vuelven más rígidas

55
debido a que en este proceso donde la persona comienza a tener control sobre su
cuerpo y a hacer una diferenciación entre el ³yo´ y el ³no yo´, las reglas morales se
internalizan y se vuelven muy punitivas. Son más estrictas de lo que en realidad fueron.
El miedo que se pudo haber sentido hacia los padres se exagera y el odio sentido hacia
ellos se convierte en culpa. Los castigos impuestos por los padres se vuelven
autocastigo. Durante la posición depresiva, el niño trata de reparar los objetos que
fueron dañados en su fantasía a través de la proyección y de la introyección. Es en esta
posición cuando se empieza a formar la tercer instancia psíquica llamada Superyo, el
niño al sentir demasiada angustia por el daño a sus objetos, empieza por tratar de
eliminar la tensión y lo puede hacer a través del pensamiento y del uso de mecanismos
de defensa muy rígidos, toma actitudes o conductas inflexibles debido al temor a
mostrar la agresión hacia el objeto y que este lo abandone o sea destruido totalmente, lo
cual le produce sentimientos de culpa y ansiedad. Por otro, lado lucha por reprimir los
afectos para tener control sobre él mismo y sobre el medio, es por esto que el neurótico
obsesivo tiene una estructura consolidada a través de sus mecanismos de defensa y de
la separación entre lo que piensa y lo que siente. Dentro del proceso que se da en esta
posición, debe mencionarse que el sujeto al sentir ansiedad y a la vez sentimiento de
culpa, por haber fantaseado al objeto lleno de heces, orines y fluidos se autocastiga e
internaliza al Superyo más sádico de lo que en realidad es. En muchos casos de la
neurosis obsesiva, el sujeto no busca lleva a cabo una reparación sana (reparar al
objeto original) sino que hace reparaciones maníacas donde se hacen
seudoreparaciones pero en realidad no se repara nada, y en algunos casos también se
hacen reparaciones depresivas donde se trata de ayudar a todo el mundo menos al
objeto original. Es en esta parte donde entra el papel del analista como personaje y
como setting para que se lleve a cabo la reparación hacia el objeto la cual no se pudo
conseguir en el pasado.

Tipos:

Lavadores y limpiadores: son personas a las que carcomen obsesiones relacionadas


con la contaminación a través de determinados objetos o situaciones.

Verificadores: son personas que inspeccionan de manera excesiva con el propósito de


evitar que ocurra una determinada catástrofe.

Repetidores: son aquellos individuos que se empeñan en la ejecución de acciones


repetitivas.

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Ordenadores: son personas que exigen que las cosas que les rodean estén dispuestas
de acuerdo con determinadas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas.

Acumuladores: coleccionan objetos insignificantes, de los que no pueden desprenderse.

Ritualizadores mentales: acostumbran a apelar a pensamientos o imágenes repetitivos,


llamados compulsiones mentales, con el objeto de contrarrestar su ansiedad
provocadora de ideas o imágenes, que constituyen las obsesiones.

Atormentados y obsesivos puros: experimentan pensamientos negativos reiterados, que


resultan incontrolables y bastante perturbadores. No obstante, a diferencia de quienes
sufren los demás tipos de T.O.C., no se entregan a comportamientos reiterativos de tipo
físico, sino rumiaciones mentales.

Sexuales: consiste en pensamientos sexuales recurrentes, que incluyen sobre todo un


temor exagerado a ser homosexual.³Sexuales´ son de contenido más amplios y abarcan
todas las particularidades y conductas sexuales, por ejemplo ideas infundadas sobre
tener disfunciones sexuales o no ser apetecible.

Orientación Sexual: es el Trastorno Obsesivo Compulsivo que se refiere


específicamente a dudas, ideas fijas y compulsiones acerca de la homosexualidad.

Mecanismos de defensa complementarios

Desplazamiento

Desplazamiento del afecto hacia representaciones más o menos alejadas del conflicto
original. Consiste en que el acento, interés, intensidad de una representación se
desprende de esta para pasar a otras representaciones originalmente poco intensas,
aunque ligada a la primera por una cadena asociativa.

Aislamiento

Se pone al resguardo de las manifestaciones del deseo del otro, que le provocan
angustia, se pregunta ¿ Qué quiere de mi ?, para que no aparezca esta pregunta, una
forma de defensa es aislarse del otro, al separar el afecto de su representación hacia
otra representación sin importancia, la defensa trabaja despojando de su afecto
concomitante (que se produce al mismo tiempo) a la representación genuina, rompiendo
los lazos significantes, o sea que dispone de los recuerdos pero estos no le dicen nada.

Anulación Retroactiva

57
El sujeto se esfuerza en hacer como si, pensamientos, palabras, gestos o actos
pasados, no hubieran ocurrido, para lo cual utiliza un pensamiento o un
comportamiento, dotados de una significación opuesta. Se trata de una compulsión de
tipo mágico. (Ej. El paciente vuelve a colocar en un camino una piedra que en un primer
tiempo, habría retirado para que el vehículo de su amiga no chocase con ella.)

Conceptualizaciones teóricas realizadas por David Maldavsky

Erotismo anal y constitución del Superyó

Freud confirió un valor defensivo frente al complejo de Edipo, durante la latencia, se


trata de enfatizar la importancia de la organización anal anterior a la fase fálica, y
también la importancia surgida con posterioridad al registro de las diferencias
anatómicas entre los sexos en términos fálico-anales. Luego al surgir un nuevo empuje
pulsional, en la pubertad y la adolescencia quedan nuevamente reforzados como
defensa. En los cuadros obsesivos, los componentes anales aparecen al servicio de la
contrainvestidura.

Para Freud, el surgimiento de la hostilidad dirigida hacia el objeto constituye un


fenómeno fundamental de transformación de la pulsión de muerte (operante en el Yo)
en pulsión destructiva, por imposición de Eros, en que narcisismo y egoísmo coinciden.
La investidura pulsional de la musculatura voluntaria se vuelve particularmente apta para
dirigir hacia fuera la pulsión de muerte. Pero ello sólo es posible si se pone un objeto
como exterior, diferente al ideal, ya que la agresión al ideal resulta contradictoria con
que el sujeto, el Yo de placer, se sostenga como tal, dado que el modelo aparece como
aquel gracias al cual el Yo alcanza su identificación. En principio la agresión se dirige
hacia un objeto (en posición de ayudante) cuyo destino es la expulsión y la aniquilación,
objeto constituido a partir de una identificación, como lo que uno fue. En segundo lugar,
la agresión se dirige hacia otro objeto (en posición de rival) constituido también a partir
de una identificación, como lo que uno es, pero en este caso, pero en este caso el
destino del objeto es ser dominado y retenido. El tipo de pulsión ha variado, desde su
origen en la destrucción hasta su transformación en aprehensión, en dominio, en cuyo
caso la motricidad del niño ya no tiene por finalidad aniquilar el ser del otro sino sólo
doblegar su voluntad, su anhelo de libertad.

Para la constitución del Superyó Freud discrimina tres momentos: el primero, hostil, es
el de aniquilación del padre primordial; el segundo, amoroso, es el de la tentativa de
reencuentro; en el tercero, el dolor por la ausencia de una percepción añorada que
sustente el narcisismo, conduce a la trasmutación del recuerdo en una nueva imagen, el
tótem.

Transformaciones de los lugares del complejo de Edipo

58
El concepto de desmentida implica oponerse a un juicio traumatizante ligado a una
percepción, y para lograrlo el Yo debe colocar algo a la percepción, de manera de
demostrar la falsedad de la afirmación que desea refutar. De este modo, es posible
continuar con la actividad autoerótica y mantener un vínculo en que la madre se
sostiene como ideal.

Para el niño, la castración, ha sido realizada por el padre en la madre. Por lo tanto, si el
niño anhela sostener la idealización de la madre para poder mantener así su actividad
masturbatoria, debe recurrir, en su esfuerzo por desmentir, a una identificación primaria
hostil con el padre, es decir, al intento de realizar exactamente lo opuesto de lo que este
ha ejecutado en la madre: volver a proveerle de aquello de lo que ha sido despojada.

Por otra parte el niño puede ver cuestionado el fundamento de la identificación primaria
con un modelo hostil, el padre, cuya actividad traumatizante en la madre anhela
neutralizar. Así acontece con la amenaza de pérdida de la idealización del padre
recurriendo a una investidura, como modelo de otro hombre, habitualmente
correspondiente a la familia de la madre, a la manera de un primitivo animal totémico. La
identificación de ese Yo infantil con ese modelo preserva al padre como ideal, salva su
nombre al saldar una deuda contraída por una diferencia entre el padre y el ideal.

Se puede mencionar una situación traumática que se repite constantemente en la vida


del obsesivo: el pasaje de la idealización de un hombre, a quien se le atribuye una
posición omnipotente, en que saber y hacer se codeterminan, hasta su denigración por
poseer sólo un saber inferior, repetitivo alejado de toda experiencia originaria, inhibidor
del hacer. El primero de los dos tiempos, a la idealización de un hombre, corresponde a
la tentativa de sostener al padre como modela al identificarse el Yo con otro hombre
prestigioso. Es el momento de la desmentida. El segundo momento, el de la decepción,
corresponde al resurgimiento del trauma, bajo la forma de lo siniestro: el hombre es
interesado, desea, se ha vuelto sádico, como lo relata el Hombre de las ratas, al
comenzar su tratamiento, cuando se refiere a un amigo admirado que, en realidad,
estaba interesado en su hermana.

En la constitución del Superyó existe, una tensión entre la identificación primaria con el
padre, tensión que se resuelve cuando el niño desidealiza al padre y puede entronizarlo
en el Superyó, en términos de una identificación secundaria. El deseo pasa a ser causa
de la desidealización del padre, y el niño atribuye al objeto de deseo la determinación de
pérdida de omnipotencia paterna. El resurgimiento del deseo activa el sistema defensivo
antes descripto y su claudicación, y por ello el Yo erige una defensa ante el deseo y
ante la posibilidad de que un objeto lo despierte.

El esfuerzo por sostener la idealización del padre mediante la desmentida parece


determinante de la estructura del aparato psíquico en cuadros obsesivos.

59
Cuando la desmentida no puede sostenerse, reaparece como trauma el juicio de que el
padre no es suficientemente importante para la madre, que existe una deuda impaga de
aquel para con esta, juicio que a veces queda expresado en el niño bajo la forma de la
afirmación de que la familia materna es económicamente más poderosa que la paterna,
como sucede en el caso del Hombre de las Ratas.

La necesidad de desmentir la desidealización del padre a través del esfuerzo del Yo


infantil se presenta bajo la forma de intentar salvar el nombre del padre, afectado por el
juicio del mismo niño. En ocasiones, este intento de salvación se convierte en el
esfuerzo por saldar una deuda con el padre que dejó impaga. El modo como el niño
intenta saldar esta deuda, lavar el nombre del padre, consiste en renunciar a la
masturbación, ya que entiende que el deseo (masturbatorio) la causa la deuda. Para el
niño, cada vez que recurre al autoerotismo esto aumenta el dolor psíquico, el martirio
materno, de modo tal que la lucha contra la masturbación se debe, en este caso, al
temor a la pérdida de amor por hacer más intensa (y por ello mismo inútil) la lucha
contra la masturbación, ya que ahora es una lucha no sólo contra el acto sino también
contra el deseo. El autoerotismo masturbatorio al que el niño se impone renunciar no
sólo es fálico, sino también anal excrementicio. El entrega entonces sus heces como un
sacrificio para sostener un ideal.

A partir de este momento, ocurre un constante movimiento <<generoso>>, en que el


niño impone su necesidad de ser amado (narcisismo) a sus deseos (masturbatorios),
bajo la forma de un juramento que renuncia al placer y a su búsqueda, en la tentativa de
igualarse con una mujer y evitar su supuesto martirio. Este juramento tiene el valor de
una desmentida y se constituye en el primer momento de un trauma posterior.

El surgimiento del goce desorganiza la posición defensiva erigida en el Yo, en el cual se


desarrolla entonces un afecto: la envidia hacia quien goza.

La relación del Yo con la masturbación y con la representación del objeto deseo tiene,
pues, tres momentos. En el primero, de felicidad, ambos términos (masturbación e
idealización de la madre, como modelo y objeto) son coincidentes: el goce del Yo
implica el de su madre. En un segundo momento, el goce masturbatorio del niño es
contradictorio con el de su madre, por ello aquel se esfuerza por renunciar a la
masturbación para que su madre no experimente una herida narcisista y un posterior
estado de cólera. En el tercer momento, por fin, el niño supone que el goce se da en su
madre, a costa del sacrificio propio.

Señalamos dos tiempos en la represión primordial. En el primero, el Yo padece la falta


de nombre para hacer conscientes los deseos incestuosos; en el segundo por una
transformación pasivo-activa, no constituye ciertos nombres para hacer conscientes lo

60
primeros deseos inconscientes, sustitutivos de los incestuosos. Entre la forma primera y
la segunda se ha constituido el Superyó.

La hostilidad aparece como consecuencia de una tentativa defensiva, como


contrainvestidura ante una situación traumática, masoquista, de tal modo que el deseo
agresivo (en que el otro aparece como investido como hermano, como rival) puede
surgir a partir de un intento de salida del masoquismo.

Lo reprimido es una fantasía masoquista que surge como consecuencia del fracaso del
juramento de no tocarse ni desear hacerlo, usado al servicio de la desmentida. Es
precisamente este goce masoquista, en que el niño fantasea ser maltratado por aquel
padre al que defraudó en su ilusión de ser salvado, uno de los aspectos central de lo
reprimido en las neurosis obsesivas.

En los cuadros obsesivos, el Yo ante la amenaza de la caída del sistema defensivo por
la pérdida de la idealización del padre, se sostiene a sí mismo como ideal que renuncia
a la masturbación y es el derivado del fracaso de esta desmentida el que sufre la
represión primordial.

En los cuadros obsesivos, el énfasis en la hostilidad parece depender de una actitud


diferente ante los traumas: en el Yo predomina no tanto la desesperación como la
cólera. Ante el registro de la diferencia de sexos, en estos casos la hostilidad que surge
como consecuencia de la frustración de la masturbación es más importante que la
angustia ligada a la amenaza de castración, y por ello la defensa puede sostenerse de
un modo más radical hasta llegar a la regresión a la fase anal cuando el niño se
decepciona con respecto al padre y procura sostener (salvar) su nombre como ideal. La
agresividad contra este último por haberlo defraudado se articula con la originaria, la de
identificación primaria hostil con el padre por adjudicarle la responsabilidad en la
castración materna, y es este refuerzo de la hostilidad el que corresponde a esa
transformación pulsional que Freud describe como regresión a la fase anal.

El retorno de lo reprimido y sus transformaciones

El proceso que culmina con la constitución de la neurosis obsesiva implica dos tiempos.
En el primero con el registro de la diferencia de sexos, surge la desmentida y con ello
una escisión del Yo. La parte del Yo que acepta la realidad supuesta de la castración
materna ve reprimidos los deseos incestuosos (en la medida en que surge la amenaza
de castración) y segrega también una parte de sí, vía identificación, con lo cual se
constituye el Superyó (en la medida en que surge también el temor a perder el amor y la
protección de los padres).

La otra parte, que desmiente, realiza una serie de transformaciones defensivas, hasta
que finalmente surge una segunda oleada represiva (aun en el proceso de la represión

61
primordial) e identificatoria (constituyente del Superyó). Mientras que en un primer
momento el Superyó se constituyo como transformación de la investidura erótica del
objeto, del vínculo con la madre, en la identificación, en el segundo momento corre el
mismo destino (es decir, la identificación secundaria) el vínculo identificatorio hostil con
el padre, por el cual el Superyó del niño pasa a constituirse según el Superyó paterno.

En los cuadros obsesivos el retorno de lo reprimido (ligado a su origen en el mecanismo


de la desmentida) ante el cual el Yo de defiende mediante el aislamiento, es
determinante de un doble tipo de elección de objeto. Por un lado, es elegido un objeto
que contiene un derivado de la madre fálica, a la que el Yo ha jurado fidelidad, y por otro
lado, un objeto derivado de la constitución del Superyó, del juramento público. En un
caso el objeto coincide con (o se acerca a) un ideal fálico, masturbatorio, individual; en
el otro, con un ideal social. Con el primero, el vínculo tiene las características de las
trasgresiones, mientras que con el segundo, la relación tiene características
convencionales, ligadas a las normas puestas como consensuales. En este segundo
caso, el vínculo con el objeto implica poner a otro hombre, de la familia de la mujer,
como el lugar inaccesible en el que se hayan contenidos los secretos del goce
femenino, lugar con el cual el Yo está en deuda, en un estado de autodesvalorización y
desesperanza. La transformación de un vínculo íntimo, basado en el goce, en un vínculo
público, rutinario, es una característica de los cuadros obsesivos, que revela los dos
tiempos en la constitución del objeto de deseo, correlativos del esfuerzo por someter el
deseo incestuoso ( y en sus primeros derivados, masoquistas, transformados luego en
sádicos) al Superyó.

Como lo señala Freud (1926d), la masturbación suprimida alcanza en los actos


obsesivos una aproximación creciente a la satisfacción. El acto que implica pasar a la
nueva rutina es neutralizado por otro que lo anula, y en esta larga secuencia en dos
tiempos, que dramatiza la lucha entre las tendencias a mantener y abandonar la
masturbación, se manifiesta una fantasía masturbatoria y su falta de culminación, en
una búsqueda tenaz e infructuosa del sentimiento en sí. De tal modo los ceremoniales,
como defensa ante la masturbación, terminan por ser su sustituto, igualmente
insatisfactorio, con lo cual se despliegan los dos tiempos que Freud describió en los
síntomas obsesivos.

Cuando en el Yo del obsesivo fracasan el aislamiento y la formación reactiva, las


fantasías que representan a las pulsiones reprimidas se expresan con un cambio en el
mecanismo de defensa, de la represión a la desmentida. Esto es entendido por el Yo
represor como una traición a un juramento público. Pero desde el punto de vista del Yo
que desmiente, la obediencia a un juramento público también constituye una traición al
juramento privado realizado simultáneamente con el antedicho. De tal modo, en el
obsesivo se da de continuo la opción de respetar los valores sociales o los valores

62
individuales, correlativos, respectivamente, de uno y otro tipo de estructura
preconsciente.

Lógicas estructurantes del pensamiento y de las representaciones espaciales

El pensamiento del obsesivo, en su estructura patológica preconsciente, se rige por


alguno o varios tipos de lógicas, desde la totémica hasta la moda científica, las que se
orientan por la tentativa de sostener la ilusión de omnipotencia, la magia, la
comprensión, con una finalidad defensiva, en el contexto del mecanismo de desmentida.
Por su parte Liberman se refiere a las dificultades para el acceso a la historia infantil en
el análisis de las neurosis obsesivas, ya que el paciente ha interpuesto un mito que
debe ser desmontado. En última instancia se trata de tentativas de borrar lo sucedido en
el aparato psíquico. En este caso lo que ha sucedido es la instalación de un nuevo tipo
de lógica como estructurante del aparato, cuya eficacia intrapsíquica el Yo procura
desvirtuar constituyendo transacciones, defensas. La estructura patológica
preconsciente se basa en el mantenimiento de la superstición mientras que la estructura
normal se rige por criterios lógicamente más refinados, presuntamente despojados de
prejuicios.

La estructura del pensamiento mantiene la ilusión referencial que analizamos en relación


con el preconsciente en la fase anal secundaria, mientras que el pensamiento científico
cuestiona también esta ilusión, esta afirmación de la omnipotencia del Yo

Este es el modo de organizar el espacio en las neurosis obsesivas: un ámbito cerrado,


investido de significación por el Yo, y sobre el cual este proyecta luego un criterio lógico
diferente, basado en el respeto de las proporciones visuales.

Esto permite constituir un espacio dominado, con una seudoracionalidad que oculta su
origen topológico, que excluye fuera de aquello que no tiene significación desde la
proyección del Yo.

EL MODELO COGNITIVO DEL TRASTORNO OBSESIVO- COMPULSIVO: EL


MODELO DE SALKOVSKIS Y WARRICK (1988)

El sujeto a lo largo de su desarrollo aprende una serie de esquemas cognitivos


relacionados con reglas referentes a la conducta correcta y a la responsabilidad. Estos
esquemas se activan a partir de ciertos eventos críticos o específicos con ellos
relacionados, que llevan a que el sujeto desarrolle una obsesión normal acerca de su
responsabilidad en esos eventos (preocupaciones, rumiaciones que al persistir disparan
una serie de pensamientos automáticos negativos (relacionados también con la
responsabilidad). Esos pensamientos negativos intentan de ser neutralizados por el
sujeto, produciendo como resultado las obsesiones y/o compulsiones

63
r 


  r  c

HISTORIA PERSONAL Y
FACTORES BIOLÓGICOS(1)---------------------------------- ESQUEMAS COGNITIVOS
(2)
.Problemas y castigos por "no tener .Reglas estrictas la conducta correcta o
moralidad
suficiente cuidado con lo que se hace" .Reglas estrictas sobre la conducta y
responsabilidad

EVENTOS ACTUALES ACTIVADORES (3)--------------- DISTORSIONES COGNITIVAS


(4)
.Incidente crítico .Deberías/Culpa

CÍRCULOS INTERACTIVOS RESULTANTES


Pensamiento-------------------Afecto/Activación fisiológica-------------------Conducta
.Culpa/Responsabilidad .Ansiedad .Conducta de
evitación
.Trastorno del sueño .Rituales/Compulsiones
."NEUTRALIZACIÓN" .Cambio en funciones corporales
.OBSESIONES .Depresión, etcc


   
* 

I) HIRI  CIC

Un hombre joven, de formación universitaria, padece representaciones obsesivas desde


su infancia, con intensidad desde cuatro años atrás. El contenido principal de su
dolencia era el temor de que les sucediera algo a las dos personas a las que más
quería: la dama de sus pensamientos y su padre quien falleció hace algunos años.
Sentía impulsos obsesivos, tales como el de cortarse el cuello con una navaja de afeitar,
y se imponía prohibiciones que se extendían también a cosas triviales e indiferentes. La
lucha contra sus ideas obsesivas le había hecho perder mucho tiempo, retrasándole en
su carrera. De todos los tratamientos ensayados, sólo uno le había aliviado algo: una
cura hidroterápica en un balneario, pero sólo porque durante su estancia en el mismo
halló ocasión de desarrollar una actividad sexual regular. Aquí, en Viena, no se le
ofrecía ocasión semejante, y sólo raras veces y con grandes intervalos cohabitaba. Las
prostitutas le repugnaban. En general, su vida sexual había sido muy limitada. El
onanismo había desempeñado en ella muy escaso papel, y sólo a los dieciséis o los
diecisiete años. Su potencia era normal, y hasta los veintiséis años no conoció una
mujer.

64
Iniciación del tratamiento ±

RE  DE 1º DEIIÓ

Relató lo siguiente: Tiene un amigo al que estima mucho. Siempre que se ve


atormentado acude a él y le pregunta si le desprecia considerándolo un delincuente. El
amigo le da ánimo, asegurándole que es un hombre irreprochable. Igual influencia
ejerció antes sobre él un estudiante que tenía diecinueve años (cuando él catorce) y
cuya estimación elevó su opinión sobre sí mismo, hasta el punto de que llegó casi a
creerse un genio. Aquel estudiante pasó luego a darle clases particulares, y entonces
varió bruscamente de actitud para con él, dándole a entender que era un inútil,
diciéndole que si antes le había mostrado simpatía había sido para ser recibido en su
casa, ya que estaba enamorado de una de sus hermanas. Esta fue la primera grave
desilusión de su vida.

exualidad infantil.

ECE IF I DE  I  ± ðEDID ðR VIECI DE ð DRE

Teniendo tres o cuatro años fue culpable de morder a la niñera, quien tenía bajo su
custodia. El padre le castigó severamente. El castigo habría hecho surgir en él intensa
cólera, y mientras su padre le azotaba se debatía desesperadamente, insultándole con
furia. Pero como todavía no sabía palabra ninguna realmente insultante, le había
lanzado como tales los nombres de todos los objetos que conocía, llamándole lámpara,
toalla, plato, etc. El padre, asustado, dejó de pegarle y dijo: Este chico será un gran
hombre o un gran criminal.» El sujeto opina que la impresión de esta escena perduró
tanto en él como en su padre, que no volvió a pegarle, y él, por su parte, deriva de tal
suceso gran parte de la transformación de su carácter, pues, temeroso de la magnitud
que su cólera podía alcanzar, se había vuelto cobarde. Por otra parte, durante toda su
vida había tenido verdadero terror a los golpes, y cuando alguno de sus hermanos era
en tal forma castigado, él se escondía siempre miedoso e indignado.

ECE DE IIRIZ FRďEI ðEER

Mi sexualidad fue muy precoz. Recuerdo una escena que hubo de desarrollarse
teniendo yo cuatro o cinco años -a partir de los seis poseo ya un claro y preciso
recuerdo de mi vida-. Teníamos una institutriz joven y bonita, Fräulein Peter, y una
noche que estaba leyendo echada en un sofá, le pedí permiso para meterme debajo de
sus faldas, dejándome si no lo contaba a nadie. Pude tocar sus genitales y todo su
cuerpo. Desde entonces me quedó una ardiente curiosidad de contemplar el cuerpo
femenino. Recuerdo todavía con qué ansia esperaba que la institutriz se desnudase
cuando íbamos a bañarnos, pues aún se me permitía ir en tales ocasiones.

ECE DE DEIIÓ ðR I FRďEI

65
A mis seis años teníamos otra institutriz, que sufría de abscesos en las nalgas y se los
curaba al acostarse, momento que yo esperaba con impaciencia para saciar mi
curiosidad. (A una pregunta mía responde que habitualmente no dormía en el cuarto de
la institutriz, sino en el de sus padres.) Recuerdo otra escena a mis siete años. Una
tarde que estábamos juntos la institutriz, una cocinera, un hermanito mío, año y medio
menor, y yo, oí que Fräulein Lina decía a las otras muchachas: Con el pequeño sí se
podría hacer, pero Pablo (yo) es muy torpe y seguramente no acertaría.» No comprendí
de que se trataba, pero se me posponía a mi hermano, y me eché a llorar. Lina me
consoló y me contó que una muchacha que había hecho aquello con el niño había ido
por unos cuantos meses a la cárcel. No creo que Lina llegase a hacer conmigo nada
ilícito, pero sí consentía que me tomara con ella grandes libertades. Cuando estaba
acostada, me llegaba a su cama y la destapaba y la tocaba sin que protestase. Ella a los
veintitrés años había tenido ya un hijo, cuyo padre se casó luego con ella.

ECE DE ECðE DE J
EE C E HER 

Antes de mis ocho años hice lo siguiente: Teníamos unas escopetas de juguete. Cargué
la mía, dije a mi hermano que si miraba por el cañón vería algo muy bonito, y cuando
estaba mirando disparé. La baqueta le dio en la frente sin hacerle nada, pero mi
intención había sido hacerle mucho daño. Inmediatamente después de disparar me tiré
al suelo, fuera de mí, y me revolqué, preguntándome: ¿Cómo he podido hacer
semejante cosa? Pero lo he hecho.»

Comienzo del temor obsesivo.

A los seis años tenía ya frecuentes erecciones, y recuerdo haberme quejado a mi madre
de las molestias que me causaban, aunque no sin cierto temor, pues sospechaba la
relación con mis imaginaciones y mi curiosidad y andaba preocupado con la idea de que
mis padres conocían mis íntimos pensamientos por haberlos revelado en voz alta sin
darme cuenta de ello. Veo aquí el comienzo de mi enfermedad. Había muchachas que
me gustaban mucho y a las que deseaba ver desnudas; pero tales deseos iban
acompañados de una sensación de inquietud, como si por pensar aquellas cosas
hubiera de suceder algo y tuviera yo que hacer todo lo posible para evitarlo.»
(Interrogado por mí, señala, como ejemplo de tales temores, el de que su padre
muriera.)

La idea de la muerte de mi padre me preocupó mucho tiempo, causándome gran


tristeza.» (El padre ha muerto hace varios años)

Vemos al niño bajo el dominio de uno de los componentes del instinto sexual, el placer
visual, resultado del cual es el deseo, emergente de nuevo con gran intensidad, de ver
desnudas a las mujeres que son de su agrado. Este deseo corresponde a la idea
obsesiva ulterior, y si no entraña aún carácter obsesivo, es porque el yo no se ha

66
situado todavía en franca contradicción con él y no lo siente como algo ajeno a sí
mismo; pero ya se inicia, sin que sepamos de dónde procede, una oposición a tal deseo,
pues un afecto penoso acompaña regularmente la aparición del mismo. En la vida
anímica hay un conflicto. Junto al deseo obsesivo existe un temor obsesivo íntimamente
enlazado a él. Siempre que el piensa algo relacionado con su deseo, surge el temor de
que va a suceder algo terrible, y este algo reviste ya una indeterminación concomitante
siempre a las manifestaciones de la neurosis.

El temor obsesivo era Si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre morirá.»
El afecto penoso toma un matiz inquietante y supersticioso y da ya origen a impulsos
tendientes a hacer algo para alejar la desgracia, tales como se impondrán luego en las
ulteriores medidas de protección.

Hallamos un instinto erótico y una rebelión contra él mismo, un deseo (no obsesivo aún)
y un temor contrario (obsesivo ya), un afecto penoso y un impulso a la adopción de
medidas defensivas; esto es, el inventario completo de la neurosis. Y algo más: una
especie de delirio o manía según el cual sus padres conocían sus íntimos
pensamientos, porque él mismo los revelaba en voz alta sin darse cuenta. Las palabras
Revelo en voz alta mis pensamientos sin darme cuenta» suenan como una proyección
al exterior de nuestra propia hipótesis de que el sujeto entraña pensamientos de los que
nada sabe; esto es, como una percepción endopsíquica de lo reprimido. Supongo que
antes de los seis años, han existido sucesos traumáticos, conflictos y represiones que
han sucumbido luego a la amnesia, pero dejando como residuo aquel contenido del
temor obsesivo. Tal comienzo de una neurosis obsesiva crónica con semejantes deseos
voluptuosos, a los que se enlazan temores y una tendencia a realizar actos de defensa.
Jamás falta en pacientes con neurosis obsesiva una actividad sexual prematura; deja
ver cómo los factores que integran las psiconeurosis deben buscarse en la vida sexual
infantil. La vida sexual actual de los neuróticos obsesivos puede parecer muchas veces
absolutamente normal, pues ofrece menos factores patógenos y menos anormalidades
que la de nuestro paciente.

ERE DE ð DRE

Me he decidido a contarle a usted algo que me parece muy importante y que me


atormenta desde un principio», respondió. Una noche, creyendo que la enfermedad de
su padre podía hacer una crisis favorable, preguntó al médico cuándo podría
considerarse pasado el peligro. EI médico le respondió que al cabo de cuarenta y ocho
horas. No se le ocurrió que su padre pudiera morir antes, y a las once y media de la
noche se acostó para dormir una hora. Pero cuando a la una despertó, un amigo médico
le comunicó que su padre acababa de morir. El sujeto se reprochó no haber estado al
lado de su padre en el momento de la muerte, y cuando la enfermera le dijo que antes
había pronunciado el enfermo su nombre, y al acercarse ella le había preguntado:

67
¿Eres Pablo?» El reproche no fue al principio muy doloroso, pues el sujeto no aceptó en
mucho tiempo como un hecho real la muerte de su padre, y así le sucedía una y otra vez
que, por ejemplo, al oír algún chiste divertido, se decía: Tengo que contárselo a papá.»
También en su fantasía continuaba vivo su padre, la expectación de sus apariciones
tenía mucho de deseado. Sólo año y medio después despertó en él el recuerdo de su
negligencia y comenzó a atormentarle cruelmente, haciéndole considerarse como un
desalmado. La reviviscencia de tal recuerdo fue provocada por la muerte de una tía
suya, casada, y su visita de pésame al marido. A partir de aquel momento añadió a sus
imaginaciones la de la vida ultraterrena. La consecuencia de esto fue una grave
incapacidad para el trabajo. Le expliqué que el afecto está justificado, y no hay por qué
criticar la consciencia de culpabilidad, pero ésta corresponde a otro contenido
desconocido (inconsciente) y que ha de ser buscado primero. EI contenido ideológico
conocido ha pasado a ocupar tal lugar por una asociación errónea. Pero no estamos
acostumbrados a sentir en nosotros afectos intensos sin contenido ideológico, y, por
tanto, cuando tal contenido nos falta, echamos mano de otro cualquiera, adecuado,
como subrogado. El hecho de la falsa asociación es también lo único que puede explicar
la impotencia de toda labor lógica contra la representación penosa.

Escena de servicio militar- Castigo de las ratas

 ,  



    
 
 

     7         
     
 

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; 5   
 
 
           
  
 
      ; Interrogado, puntualizó que tal idea no era la de que él
aplicara tal castigo, sino que el mismo era aplicado impersonalmente a la persona
evocada. Después de breve reflexión, concluí que dicha persona no podía ser otra que
la señora a quien el sujeto dedicaba por entonces sus atenciones. En este punto
interrumpió su relato para indicarme cuán opuestos a su verdadera personalidad eran
tales pensamientos y con qué rapidez se desarrollaba en él todo lo que a ellos se
enlazaba. Simultáneamente, a la idea surgía siempre la sanción»; la medida de

68
defensa que había de poner en práctica para que la fantasía no se cumpliera. Cuando el
capitán habló de aquel horroroso castigo y surgieron en el sujeto las ideas, todavía
consiguió defenderse de ambas con su conjuro habitual, consistente en un ademán de
repulsa y la exclamación ¡Qué tonterías se te ocurren!» El plural ambas» hubo de
extrañarme, pues el paciente no había referido más que una: la de que el tormento de
las ratas era aplicado a la señora de sus pensamientos. Hubo de confesar que
simultáneamente a esta idea había surgido en él la de que el tormento se extendía
también a su padre. Más como su padre había muerto muchos años atrás, el temor
obsesivo resultaba aún más insensato que el primero e intentó permanecer inconfesado.

R E DE   R   ± I
IFIC CIÓ

La idea del tormento de las ratas había excitado toda una serie de instintos y despertado
una multitud de recuerdos, adquiriendo así las ratas toda una serie de significaciones
simbólicas:

- 4  
  
   , que había desempeñado un importante papel en la
infancia del sujeto, habiendo sido mantenido a través de años enteros por el prurito
causado por las lombrices.

- 4  : relación que se mostró en la asociación Raten (plazos) a Ratten (ratas). El


sujeto llegó a hacer de las ratas una voluta para su uso personal. Por ejemplo, cuando
interrogado por él le manifesté el montante de mis honorarios por cada sesión del
tratamiento, la asociación que a mis palabras surgió en él fue: Tantos florines, tantas
ratas±. A este lenguaje quedó traducido todo el complejo económico enlazado a su
padre. Todas las ideas pertenecientes a tal complejo fueron incorporadas a la obsesión
con ayuda de la asociación ratas-plazos» y sometidas a lo inconsciente. Esta
significación de las ratas se apoyaba, además, en la invitación del capitán a devolver el
importe del envío postal con ayuda de la asociación Spielratte, partiendo de la cual
hallamos el acceso a la falta juvenil del padre.

- ð 
          : podía ser utilizada como símbolo del miedo,
justificado durante el servicio militar, a la infección sifilítica, detrás del cual se escondían
toda clase de dudas sobre la conducta del padre durante su vida en el Ejército. En otro
sentido, el mismo pene era también portador de la infección sifilítica, y de este modo la
rata se convertía en    
. El pene, y especialmente el de un niño, puede ser
descrito como un gusano y en el relato del capitán las ratas pasaban por el ano como en
los años infantiles del sujeto sus parásitos intestinales. De este modo, la significación
peneana de las ratas reposaba de nuevo en el erotismo anal.

   
que se alimenta de excrementos y vive en las alcantarillas.

69
La asociación tantas ratas-tantos florines» podía considerarse, por ejemplo, como la
exacta definición de un oficio femenino que a él le repugnaba en extremo. En cambio,
no es quizá indiferente que la sustitución del pene por la rata en el relato del capitán
provocase en él la idea de una situación de comercio sexual que, referida a su padre y a
la mujer amada, le parecía repulsiva.

-Ê La significación de su idea obsesiva se aclaró cuando un día emergió entre sus
asociaciones la mujer de las ratas», del Pequeño Eyolf, de Ibsen, haciendo la
conclusión de que en muchas de las formas de sus delirios obsesivos las ratas tenían
también la significación de niños.

En una visita a la tumba de su padre había visto cruzar rápidamente un animal al que
creyó una rata. En el acto supuso que salía de la tumba de su padre y acababa de
saciar su hambre en el cadáver. De la representación de la rata es inseparable el detalle
de que roe y muerde con dientes agudos. Pero la rata no se muestra sucia, glotona y
agresiva sin castigo, pues como el sujeto había presenciado muchas veces con horror,
es cruelmente perseguida y muerta por el hombre. Muchas veces había sentido
compasión de las ratas. Pero él mismo había sido un animalito sucio y repugnante que
mordía a los demás en furor y era violentamente castigado. Hallaba así realmente su
pareja en la rata.

ð  R EI  DE C ðEJ ± JER D I V RI

El Destino le lanzó de este modo, en el relato del capitán, una palabra estímulo de un
complejo, y el sujeto no dejó de reaccionar a ella con su idea obsesiva. Así, pues, las
ratas eran niños, según sus primeras y más importantes experiencias. Y comunicó que
la mujer a la que durante tantos años amaba sin poder decidirse a casarse con ella
había sufrido la extirpación de ambos ovarios y estaba condenada a la esterilidad. Tal
era realmente la causa de su indecisión, pues le gustaban extraordinariamente los
niños. Sólo entonces se nos hizo posible desentrañar el proceso impenetrable de la
formación de su idea obsesiva. Cuando en aquel descanso, en el cual echó de menos
sus gafas, le relató el capitán el tormento de las ratas se sintió impresionado por el
carácter cruelmente libidinoso de la situación imaginada. Pero en el acto se estableció la
relación con aquella escena infantil en la que él mismo había mordido a alguien.
Sustituyó al padre por el capitán capaz de defender tales castigos e hizo recaer sobre sí
mismo, que se había rebelado contra la crueldad de su padre, una parte del rencor
emergente. La idea incidentalmente surgida de que tal cosa pudiera suceder a la
persona de su afecto habría de traducirse por el siguiente impulso optativo: A ti es a
quien debía sucederte algo semejante», impulso orientado contra el capitán pero detrás
de él ya contra su padre. Cuando luego, día y medio después, le entregó el capitán el
paquete postal a él dirigido y le advirtió que debía devolver al teniente A. las 3,80
coronas del reembolso, el sujeto sabía ya que su cruel superior se equivocaba y que

70
sólo a la empleada de Correos debía agradecer el adelanto. Estuvo a punto de
producirse en él una respuesta burlona y agresiva contra el capitán: Sí, se las
devolveré cuando las ranas críen pelo», respuesta que, naturalmente, hubo de retener.
Pero surgiendo del complejo paterno estimulado entre tanto y del recuerdo de la
repetida escena infantil, la respuesta que se formó fue la siguiente: Sí; devolveré al
teniente A. el dinero cuando mi padre o mi novia tengan hijos.» O esta otra: Tan cierto
es que le devolveré el dinero como que mi padre y mi novia pueden tener hijos.» Esto
es, una afirmación burlona enlazada a una condición absurda e irrealizable. Pero de
este modo había cometido ya el crimen de burlarse de las dos personas que le eran más
queridas: su padre y su amada; tal crimen exigía un castigo, y éste consistió en
imponerse un juramento imposible de cumplir y que obedecía estrictamente a la
invitación errónea de su superior. Poseído por una obediencia convulsiva, reprimió su
perfecto conocimiento de que el capitán fundaba su invitación en una premisa errónea:
Sí; tienes que devolver al teniente A. el dinero, como te lo ha mandado la persona que
representa a tu padre. Tu padre no puede equivocarse.» Su consciencia llega a tener
una vaga noticia de este proceso: pero la rebelión contra el mandato del capitán y su
transformación en lo contrario están también representados en ella. Primero, No debes
devolver el dinero, pues si no sucederá » (El castigo de las ratas.) Y luego, el
juramento antitético como castigo a la rebelión.

FR CIÓ DE 
R  IDE EIV

El sujeto se hallaba libidinosamente predispuesto por su larga abstinencia y por la


amable acogida que siempre dispensan las mujeres a los jóvenes oficiales; además, al
salir de maniobras se hallaba disgustado con su amada. Tal intensificación de la libido le
inclinó a reanudar su antigua pugna contra la autoridad de su padre y llegó incluso a
pensar en la satisfacción sexual con otras mujeres. Las dudas en cuanto a las
cualidades de su padre y la indecisión en cuanto al valor de la mujer amada quedaron
también intensificadas. En tal estado de ánimo se dejó arrastrar a injuriar a ambos, y
luego se castigó por ello. Cuando, al terminar las maniobras, vacila durante tanto tiempo
entre salir para Viena o quedarse y cumplir su juramento, representó con ello en un solo
conflicto los dos que desde siempre entrañaba: el de si debía o no obedecer a su padre
y el de si había de permanecer o no fiel a su amada. Una palabra todavía sobre la
interpretación del contenido de la sanción: «i no, sufrirán los dos el tormento de las
ratas.± Tal sanción reposa en dos teorías sexuales infantiles; La primera es la de que
los niños son paridos por el ano, y la segunda, que los hombres pueden tener también
niños. Según las reglas técnicas de la interpretación de los sueños, el hecho de surgir
por el ano puede ser representado por el hecho contrario de penetrar en el ano (como
en el castigo de las ratas), y viceversa.

Escena de pérdida de los lentes

71
ÿ 
    7 

 
 
  
     
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(
  )         
                  8      
 



ERE
DE ð EE ð  ±ð
 DE DED ðR EE

Al día siguiente de que le comentaran la escena de las ratas, el mismo capitán le


entregó un paquete postal y le dijo: El teniente A. ha pagado por ti el reembolso.
Tienes que darle el dinero.» El paquete contenía los lentes pedidos a Viena. En el
mismo instante surgió en él una sanción»: No devolveré el dinero, pues si lo hacía,
sucedería aquello (se realizaría en su padre y en la señora la fantasía de las ratas). Y
conforme a una trayectoria típica ya en él, se alzó para combatir tal sanción un mandato
en forma de juramento: Tienes que devolver las 3,80 coronas al teniente A., palabras
que casi pronunció a media voz. Los ejercicios militares terminaron dos días después. El
sujeto realizó continuos esfuerzos para devolver al teniente A. la cantidad adeudada. Al
principio intentó realizar el pago por conducto de otro oficial que iba a Correos; pero se
alegró mucho cuando él mismo le devolvió el dinero, alegando no haber encontrado al
teniente A., en las oficinas postales, pues aquel modo de cumplir su juramento no le
satisfacía por no corresponder a la forma liberal del mismo: Tienes que devolver las
3,80 coronas al teniente A.» Por fin encontró a este último; pero el oficial se negó a
aceptar el dinero, diciendo que él no había pagado nada por su cuenta, ni siquiera
estaba encargado del correo, función que correspondía al teniente B. El sujeto quedó un
tanto perplejo viendo la imposibilidad de cumplir su juramento, por ser errónea una de
sus premisas, e imaginó toda una serie de complicados expedientes: iría a Correos con
los tenientes A. y B., y el primero daría a la encargada del servicio de paquetes postales
3,80 coronas, que la empleada entregaría a B., y entonces ya podría él cumplir al pie de
la letra su juramento dando las 3,80 coronas a A. La minuciosa descripción que el
paciente me hizo de los sucesos exteriores de estos días y de sus reacciones a ellos
adolecía de contradicciones internas y parecía inexplicablemente embrollada. Sólo en
un tercer relato conseguí hacerle advertir tales imprecisiones y determinar los errores
mnémicos y los desplazamientos en que había incurrido. Al final de esta segunda sesión
el sujeto se conducía como aturdido y enajenado, llamándome repetidamente mi
capitán», sin duda porque al principio de la sesión le había dicho que yo no era un
hombre cruel como el capitán de su historia y no tenía la menor intención de
atormentarle. Me explicó que en los temores de que les ocurriese algo a las personas de
su afecto, había situado tales castigos no sólo en lo temporal, sino también en la
eternidad. Hasta los catorce o los quince años había sido muy religioso, evolucionando
desde entonces hacia su actual incredulidad.

IE DE ð
R DED

72
Completó el relato de sus esfuerzos por cumplir su juramento obsesivo. Por la noche se
celebró la última reunión de los oficiales antes del término del período militar. Le
correspondió contestar al brindis dedicado a los señores reservistas» y habló
elocuentemente, pero como un sonámbulo, pues en el fondo le seguía atormentando su
juramento. La noche fue espantosa. Argumentos y contra argumentos pugnaron
ruidosamente en su cerebro. El argumento principal era, naturalmente, que la premisa
fundamental de su juramento se había demostrado errónea, ya que el teniente A. no
había pagado por él ningún dinero. Pero se consoló pensando que A. haría con ellos, al
día siguiente, una parte de la marcha hasta la estación ferroviaria de P. y podría él darle
el dinero, rogándole que se lo entregase a B. Llegado el momento, no lo hizo y dejó
partir a A. sin decirle nada, encargando, en cambio, a su asistente que le anunciara su
visita para aquella misma tarde. Por su parte, llegó a las nueve y media de la mañana a
la estación, y cumplió con diversos asuntos en la pequeña ciudad, siempre con el
propósito de hacer luego su anunciada visita a A. El pueblo en que A. se hallaba estaba
a una hora en coche de P. El viaje en ferrocarril hasta la localidad donde se hallaba la
oficina de Correos duraba tres horas: creía, pues, que habría de serle posible alcanzar,
una vez llevado a cabo su complicado plan, el último tren que salía de P. para Viena.
Las ideas que en él pugnaban eran las siguientes: Por un lado, que si no acababa de
decidirse a cumplir su juramento, era por pura cobardía, pues quería ahorrarse la
molestia de pedir aquel servicio a A. y aparecer ante él como un perturbado. Y por otro,
que la cobardía estaba precisamente en cumplir el juramento, ya que con ello se
proponía tan sólo libertarse de sus ideas obsesivas. Cuando en una reflexión se
contrapesaban de este modo sus argumentos, el sujeto acostumbraba abandonarse al
azar, y así, cuando un mozo de la estación le preguntó si iba a tomar el tren de las diez,
contestó afirmativamente y partió en dicho tren, creando un hecho consumado que le
alivió mucho. Al pasar el empleado del coche-comedor le encargó que le reservase un
puesto para la comida; pero ya en la primera estación se le ocurrió que todavía podía
bajar en ella, tomar un tren en sentido contrario hasta la localidad donde A. se hallaba,
hacer con él el viaje de tres horas hasta la oficina de Correos, etc. Sólo el encargo dado
al empleado del coche-comedor le retuvo de poner en práctica tal propósito, pero no
renunció a él por completo, sino que lo fue aplazando de estación en estación hasta
llegar a una en la que no podía descender por tener parientes en la localidad a la que
correspondía, y, entonces decidió seguir ya su viaje hasta Viena, buscar a su amigo,
someterle la cuestión y volver en todo caso a P. en el tren de la noche. Ante mis dudas
de que le hubiera sido posible llevar a cabo semejante plan, me aseguró que entre la
llegada de su tren y la salida del otro habría podido disponer de media hora. Pero al
llegar a Viena no encontró a su amigo en la cervecería donde esperaba, y ya a las once
de la noche le vio en su casa y le contó su perplejidad. El amigo se manifestó
asombrado de que aún dudase de que se tratara de una idea obsesiva, le tranquilizó por
aquella noche durante la cual durmió sin angustias, y a la mañana siguiente le
acompañó a Correos, donde impuso un giro de 3,80 coronas dirigido a las oficinas

73
postales que habían recibido el paquete con los lentes. Si al ser llamado a la razón por
su amigo no había ya girado la pequeña suma al teniente A. ni tampoco al teniente B.,
sino directamente a la oficina de Correos, tenía que saber y haber sabido ya antes de su
partida que sólo a la empleada de Correos, y a nadie más, adeudaba el importe del
reembolso. Y, en efecto, resultó que así lo sabía antes de la advertencia del capitán y de
su juramento, pues ahora recordaba que horas antes de su encuentro con el capitán
cruel había hablado con otro capitán, que le había explicado el verdadero estado de
cosas. Este último oficial, al saber su nombre, le había dicho que había estado en la
oficina de Correos, donde la empleada le había preguntado si conocía a un cierto
teniente H. (nuestro paciente), para el cual acababa de llegar un paquete postal contra
reembolso. EI oficial había contestado negativamente, pero la empleada había
manifestado que confiaba en la honorabilidad de aquel teniente desconocido y
adelantaría el importe del reembolso. Así llegaron a poder de nuestro paciente los lentes
que había encargado por telégrafo. El capitán cruel se equivocó al advertirle, cuando le
entregó el paquete, que debía dar las 3,80 coronas a A. Nuestro paciente debía saber
que aquello era un error, y, sin embargo, hizo, sobre la base de tal error, el juramento
que había de atormentarle. En ello, y luego en su relato de tales sucesos, se ocultó a sí
mismo y me ocultó a mí el episodio del otro capitán y la existencia de la amable
empleada de Correos. La decisión de consultar a un médico quedó entretejida en el
delirio en la siguiente ingeniosa forma: Se haría dar por un médico un certificado de que
para su restablecimiento le era necesario llevar a cabo, con el teniente A., aquella serie
de actos que había proyectado, y seguramente tal certificado movería al oficial a aceptar
de él las 3,80 coronas. La casualidad de que en aquellos momentos cayera entre sus
manos un libro mío orientó hacia mí su elección. Pero comprendiendo que no había de
obtener de mí tal certificado, sólo me pidió que le libertase de sus ideas obsesivas.
Muchos meses después le acometió de nuevo la tentación de ir a P., buscar al teniente
A. y representar con él la comedia de la devolución del dinero.

DED DE DIER  C ðI  - RE CIÓ C DED DE ð DRE

El azar, que ayuda en la producción de síntomas como el sentido literal de una palabra
en los chistes, permitió que una de las pequeñas aventuras del padre tuviera con la
invitación del capitán un elemento común. El padre había perdido en una ocasión,
jugando a las cartas (pielratte), una pequeña suma que le estaba confiada en su
calidad de suboficial, y lo hubiera pasado mal si un camarada no se la hubiera prestado.
Cuando abandonó el Ejército y llegó a una posición acomodada, buscó al bondadoso
camarada para devolverle aquel dinero, pero no pudo encontrarle. El recuerdo de esta
falta juvenil de su padre era penoso, ya que su inconsciente tenía dudas hostiles sobre
las cualidades del mismo. Las palabras del capitán Tienes que devolver al teniente A.
las 3,80 coronas», sonaron en sus oídos como una alusión a aquella deuda no pagada
de su padre.

74
IDECIIÓ E  FICI DE CRRE ± IDEIFIC CIÓ C  ð DRE

En cambio, la noticia de que la empleada de la oficina postal de Z. había suplido el


dinero, expresando su confianza en él, aunque no le conocía, intensificó su
identificación con su padre. Pensó entonces que la linda hija del fondista de la pequeña
localidad de Correos era amable con los jóvenes oficiales y se propuso volver para
probar su suerte con la muchacha. Aquella joven hallaba una rival en la empleada de
Correos. El sujeto podía, como su padre antes de su matrimonio, vacilar entre dos
muchachas sin saber a cuál de ellas habría de dedicar sus atenciones al término de su
servicio militar. Su indecisión de si debía encaminarse hacia Viena o volver a la localidad
donde se hallaba la oficina de Correos y sus tentativas subir al tren y tomar otro en
dirección contraria no es tan disparatado. Para su pensamiento consciente, la atracción
de la localidad en la que se halla la oficina de Correos aparecía motivada por la
necesidad de cumplir allí, con ayuda del teniente A., su juramento. En realidad, lo que le
atraía a dicho lugar era la empleada postal, de la cual el teniente A. era tan sólo un fácil
sustituto, ya que se había alojado en la misma localidad y se había ocupado
personalmente del servicio postal militar. Cuando luego supo el paciente que el
encargado de tal servicio no había sido el teniente A., sino el teniente B., incluyó
también a éste en su combinación, y pudo entonces repetir en sus delirios de los
oficiales sus vacilaciones entre las dos muchachas que juzgaba favorables.

ueños

1° EÑ

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 '

   


    ++&   '" La
pugna de sus sentimientos con respecto a su amada era demasiado clara para que
pudiera escapar por completo a su percepción consciente, aunque de las
manifestaciones obsesivas de la misma debemos deducir que no poseía idea exacta de
la profundidad de sus impulsos negativos.

uº EÑ

³Veo a su hija (la hija de Freud) ante mí, pero en vez de ojos tiene dos pellas de
estiércol´. El sujeto se casa con mi hija, no por sus bellos ojos, sino por su dinero.

Fantasías

CRRECI DE DE
R CI  ð DRE ð R E  IÑ  IIER

75
En los años posteriores no había disipado por completo el tormento que le generaba la
fantasía de que sus padres adivinaban sus pensamientos. A los doce años se había
enamorado de una niña, hermana de un amigo (enamoramiento no sexual, pues no
deseaba verla desnuda, pero que no se mostraba tan cariñosa con él como él hubiera
deseado. Entonces se le ocurrió la idea de que si le sucediera una desgracia, la niña le
trataría con mayor ternura, y, como tal desgracia, surgió en su imaginación la muerte de
su padre. El infantil sujeto rechazó en el acto con toda energía tal idea, y todavía
actualmente se defiende contra la posibilidad de haber concebido semejante deseo
aduciendo que, en todo caso, se habría tratado de una mera asociación mental. (Por mi
parte, le objeto que si no había sido un deseo, no tenía entonces por qué
reprochárselo.) Opto, pues, por abandonar la discusión, haciéndole observar que la idea
de la muerte del padre no debió de surgir en aquella ocasión por vez primera en su
pensamiento.

 ð DRE ERE Y E E H CE RIC, I 


R C  RE C  JER

Seis meses antes de la muerte de su padre había cruzado rápidamente por su


cerebro una idea casi idéntica. En aquella época estaba enamorado de la señora antes
citada, pero le era imposible pensar en casarse con ella a causa de obstáculos de orden
material. Entonces su idea había sido la de que la muerte del padre le haría rico,
permitiéndole casarse con su adorada. Su repulsa contra tal idea fue tan violenta, que
llegó hasta el deseo de que su padre no dejara la menor fortuna, para que nada pudiera
compensarle a él de tan terrible pérdida. La misma idea, aunque más apagada, surgió
por tercera vez la víspera de la muerte del padre. Pensó, que estaba a punto de perder
lo que más quería, y en el acto surgió la idea contradictoria: No; hay todavía otra
persona cuya muerte sería más dolorosa para ti». EI sujeto extrañaba mucho tales
pensamientos, estaba de que la muerte del padre no había podido ser jamás el
contenido de un deseo, y sí tan sólo el de un temor. Después de este alegato, considero
oportuno exponerle un nuevo fragmento de la teoría psicoanalítica. Afirma ésta que
semejante angustia corresponde a un deseo pretérito y reprimido ahora, debiéndose,
aceptar precisamente lo contrario de lo que parece acentuar. Ello coincide también con
la afirmación teórica de que lo inconsciente ha de ser la antítesis contradictoria de lo
consciente. Justamente tan intenso cariño es la condición necesaria del odio reprimido.
Si se tratara de una persona indiferente, le sería fácil mantener yuxtapuestos los motivos
de una inclinación moderada y un moderado desvío. Así, un amor muy intenso no
permite que el odio, el cual ha de tener alguna fuente, permanezca consciente. En su
caso, constituía, desde luego, un problema averiguar la procedencia de aquel odio, pero
sus mismas manifestaciones indicaban claramente como época de su aparición aquella
en la que había temido que sus padres adivinasen sus pensamientos. Por otro lado, se
podía preguntar también por qué su intenso cariño no había podido extinguir el odio,
como sucede habitualmente cuando se enfrentan dos impulsos opuestos. Sólo podía

76
suponerse que el odio se hallaba ligado a una fuente, a un motivo, que lo hacía
indestructible. Así, pues, por un lado, tal relación impedía que el odio contra el padre
fuera destruido por el cariño, y, por otro, el cariño estorbaba que el odio se hiciera
consciente, de manera que al odio sólo le quedaba un camino: seguir subsistiendo en lo
inconsciente, del cual le era posible, sin embargo, escaparse rápidamente en algunos
momentos. Aquella señora, a la cual había él propuesto a su padre, al pensar en el dolor
que su muerte había de causarle, le inspiraba un intenso cariño, pero nunca había
sentido hacia ella deseos auténticamente sensuales, como los que llenaron su niñez.
Sus impulsos sensuales habían sido, en general, mucho más intensos durante su
infancia que en la época de la pubertad. Le hago observar que ha dado ya la respuesta
que esperábamos, descubriendo con ella el tercer carácter principal de lo inconsciente.
La fuente de la cual extraía la hostilidad contra el padre su indestructibilidad se hallaba
relacionada con deseos sensuales, para cuya satisfacción habría visto en algún modo
en su padre como un estorbo. Tal conflicto entre la sensualidad y el amor filial es típico.
Las pausas a que antes había aludido se debían al hecho de que la explosión precoz de
su sensualidad había traído consigo, como primera consecuencia, un apaciguamiento
de la misma. Sólo cuando de nuevo habían surgido en él intensos deseos amorosos,
había vuelto a surgir la hostilidad, al constituirse una situación análoga. Aquel deseo de
hacer desaparecer al padre para que dejase de ser un estorbo había tenido que nacer
quizá cuando el padre no le era tan querido como la persona sensualmente deseada, o
cuando él mismo no era capaz aún de una decisión clara y concreta; esto es, en su
temprana infancia, antes de los seis años, fecha a partir de la cual adquirió ya
continuidad su memoria.

EFER ED D DE  D

La dama de sus pensamientos había rechazado, diez años antes, su primera


declaración amorosa. En una ocasión en que cayó gravemente enferma, intensificó su
interés por ella, y surgió el deseo de que tal enfermedad la obligase a permanecer para
siempre en el lecho. El paciente interpretó tal idea en el sentido de que si deseaba verla
siempre enferma, era para libertarse de la angustia insoportable que le producía el
pensamiento de que una vez curada pudiese enfermar de nuevo.

ðICIÓ CI  DE ðREEDIEE

Juzgando que su amada concedía gran valor a la posición social de sus pretendientes,
fantaseaba que se había casado con un hombre que ocupaba un cargo oficial. Luego le
era conferido a él un puesto análogo y ascendía, hasta quedar por encima. Un día aquel
hombre cometía un acto punible y su amor se arrojaba a sus pies pidiéndole que
salvase a su marido. El se lo prometía y le contaba que si había aceptado un cargo
oficial, era por amor a ella, pues había previsto que llegaría un momento en el que
podría serle útil. Ahora, una vez cumplida su misión, salvando a su marido, dimitiría

77
inmediatamente. En otras fantasías, en las que se le presentaba ocasión de hacer a su
amada un importante servicio sin que la misma supiera que era a él a quien se lo debía,
el paciente reconoció tan sólo el cariño que aquella mujer le inspiraba y no los
sentimientos hostiles que aquel cariño mantenía reprimidos. Confesaba que en
ocasiones sentía claros impulsos de causar algún mal a su adorada. Tales impulsos se
apaciguaban, por lo general, en presencia de la misma y lejos de ella surgían.

F   DE ð DRE VIV IER  EDI 

Se preparaba para unos exámenes y jugueteaba con la fantasía de que su padre vivía
aún y podía tornar a su lado en cualquier momento. Por entonces se las arreglaba de
manera que sus horas de estudio coincidieran con las últimas de la noche, y entre las
doce y la una interrumpía su labor, abría la puerta que daba al pasillo, como si su padre
esperara detrás de ella, y, en su cuarto, se ponía frente al espejo y contemplaba en él
su pene desnudo. En vida de su padre había sido más bien un mal estudiante, con lo
cual le había disgustado e irritado, y ahora quería darle la satisfacción de que si su
espíritu volvía a la tierra en aquellas horas nocturnas, le encontrase estudiando. Pero la
otra parte de su manejo no podía proporcionar al padre satisfacción ninguna. Le
desafiaba, pues, con ella y expresaba así, en un acto obsesivo que él mismo no
comprendía, las dos caras de su conducta para con él, análogamente a como en otro
acto obsesivo posterior ya mencionado, en el que quitaba y volvía a poner una piedra al
paso de su amada, expresaba las dos facetas de su actitud para con ella. Siendo niño,
había cometido alguna falta sexual relacionada con el onanismo y había sido castigado
violentamente por su padre. Este castigo habría puesto término, al onanismo, y habría
dejado rencor contra el padre y fijado para siempre ya su papel de perturbador del goce
sexual.

lgunas ideas obsesivas e impulsos de suicidio

EI R CI  ðR CE DE  D

Nuestro sujeto perdió unas cuantas semanas de estudio por causa de la ausencia de la
señora de sus pensamientos, que había salido de viaje para cuidar a su abuela enferma.
Hallándose celosamente consagrado al estudio, se le ocurrió: No es difícil cumplir el
mandato de presentarse bien preparado a los próximos exámenes. Pero ¿qué sucedería
si se te impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?» En el acto
advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer; fue a su armario para tomarla
navaja, pero pensó: No, no es tan sencillo. Tienes que asesinar primero a la vieja que
te ha separado de tu amada.» Aterrado ante criminales estímulos, cayó redondo al
suelo. La relación de esta idea obsesiva con la vida del paciente se encuentra ya
contenida en la iniciación de su relato. Su amor estaba ausente mientras él se

78
consagraba al estudio, para presentarse a examen cuanto antes y casarse con ella.
Durante el estudio le invadió la nostalgia de la ausente y pensó ¡Quisiera ir allí y
asesinar a esa vieja, que me priva de la vista de la mujer a quien quiero!»
Inmediatamente sigue el mandato punitivo: Mátate tú para castigarte de tales impulsos
coléricos y asesinos»; y todo el proceso penetra entonces con violentísimo afecto y en
sucesión inversa - primero el mandamiento punitivo y al final la mención de los impulsos
punibles - en la consciencia del enfermo.

 DE DE
Z R ± CE DE  D ðR  ðRI 

Un día, en una estación veraniega, surgió de repente en su pensamiento la idea de que


tenía que adelgazar. Comenzó, pues, a retirarse de la mesa antes que le sirvieran el
último plato, a correr sin sombrero por las calles bajo el ardiente sol y a subir las
pendientes de la montaña a paso gimnástico, hasta que la fatiga le hacía detenerse
bañado en sudor. Detrás de esta manía de adelgazar apareció también una vez, el
propósito suicida, cuando hallándose al borde de un precipicio se le impuso el
mandamiento de arrojarse a su fondo. La solución de estos disparatados actos
obsesivos fue ocurrírsele que por aquellos días se hallaba también en la misma estación
veraniega la dama de sus pensamientos, pero acompañada de un inglés, primo suyo,
que la cortejaba, inspirando intensos celos al sujeto. Los impulsos homicidas de nuestro
paciente se dirigieron entonces hacia éste del cual estaba celoso fue la razón de que se
impusiera como auto castigo la cura de adelgazamiento. Estas ideas comparten su
génesis como reacción a una violenta cólera, no aprehensible en su totalidad por la
consciencia, contra una persona que constituye un obstáculo al amor del sujeto.

ðRE
ER  D E E  RC

Durante la estancia de su amada en su residencia veraniega, el sujeto produjo, además


de aquella manía de adelgazar, toda una serie de actividades obsesivas que, se referían
a la persona amada. Una vez que navegaba con ella en un barco, bajo un viento
violento, hubo de obligarla a ponerse su gorra, pues había surgido en él el mandamiento
de que no debía sucederle nada a ella. La obsesión protectora puede sólo significar una
reacción -remordimiento y penitencia - contra un impulso antitético, y, por tanto, hostil,
orientado hacia la persona amada antes de sus explicaciones. La obsesión durante la
tormenta es una medida defensiva contra temores que significan un peligro de muerte.
Los impulsos hostiles de nuestro paciente son violentos y dicha cólera contra su amada
continúan procurando, después de la reconciliación, sus aportaciones a los productos
obsesivos.

ðIEDR E  C E

El día en que su amada se marchó, el sujeto tropezó en una piedra de la calle y tuvo
que apartarla a un lado porque se le ocurrió que, al cabo de pocas horas, pasaría por

79
allí el coche de su amada y podía tropezar y volcar en aquellas piedras. Pero minutos
después pensó que era un disparate, y tuvo que volver y colocar de nuevo la piedra en
medio de la calle. Después de la partida de su amada se apoderó de él una obsesión de
comprensión, se obligaba a comprender exactamente cada una de las sílabas
pronunciadas por los que a él se dirigían, como si de otro modo se le escapara un gran
tesoro. En consecuencia, preguntaba y una y otra vez: ¿Qué has dicho?» Y cuando se
lo repetían pretendía que la primera vez habían dicho otra cosa y permanecía
insatisfecho. En nuestro enamorado se libra un violento combate entre el amor y el
odio, orientados hacia la misma persona, y queda representado en el acto obsesivo,
importante también como símbolo, de apartar del camino la piedra y anular luego aquel
acto amoroso, llevando de nuevo el peligroso obstáculo al lugar que ocupaba, para que
el coche de su amada tropiece en él y vuelque. Tales actos obsesivos en dos
tiempos, cuya primera parte es anulada por la segunda, son típicos de la neurosis
obsesiva. Naturalmente, son mal interpretados por el pensamiento consciente del
enfermo, el cual los provee de una motivación secundaria, racionalizándolos. Pero su
verdadero significado está en la representación del conflicto entre dos impulsos
antitéticos de igual magnitud y, siempre de la antítesis de odio y amor. Presentan
especial interés erótico porque nos muestran un nuevo tipo de la formación de síntomas.
En vez de encontrar, como sucede en la histeria, una transacción en una sola
representación, se satisface aquí a ambos elementos por separado, primero uno y
después a otro, aunque no sin llevar antes a cabo la tentativa de establecer una especie
de enlace lógico entre los elementos antagónicos desprovisto a veces de toda lógica.

EIÓ ðR REZ R

El conflicto entre el amor y el odio halló todavía en nuestro paciente otros distintos
medios expresivos. En la época en que volvió a sentirse religioso se impuso la
obligación de rezar, y el tiempo que a ello dedicaba fue siendo cada vez más largo. Si,
por ejemplo, decía: Dios le proteja», el espíritu maligno le añadía en el acto un `no'.

C  RE ± DE
R CI DE ð DRE E E  

Si me caso con la mujer a la que amo, le sucederá a mi padre una desgracia (en el más
allá). Si interpolamos ahora los elementos intermedios omitidos, obtendremos el
proceso mental siguiente: Si mi padre viviera, mi propósito de casarme con esa mujer le
haría encolerizarse tanto como en aquella pretérita escena infantil de manera que
también yo me enfurecería de nuevo contra él y le desearía terribles males que la
omnipotencia de mis deseos haría caer irremediablemente sobre él.

DE
R CI RII

Tenía una sobrinita a la cual quería mucho. Un día surgió en él la idea siguiente: Si te
permites realizar una vez más el coito, le sucederá a la pequeña Ella una desgracia (se

80
morirá). Interpolando lo omitido, resulta el proceso siguiente: En todo coito, has de
pensar que, si te casas, el comercio sexual con tu mujer no tendrá jamás por
consecuencia el nacimiento de un hijo (a causa de la esterilidad de su amada). Ello te
dolerá tanto, que te hará envidiar a tu hermana por su pequeña Ella, y tu envidia
acarreará la muerte de la niña.

ratamiento

erapia psicoanalítica (según Fiorini3)

El trabajo psicoterapéutico con pacientes de personalidad obsesiva no presenta pocas


dificultades. Las dificultades de comunicación de la ³persona lógica´ fueron destacadas
en trabajos de Liberman y Schapiro entre otros. Las disociaciones idea-afectos, mente-
cuerpo, representación impulso, constituyen algunos de los problemas fundamentales a
trabajar con estas estructuras. Las contradicciones entre conductas retentivas, de
control, y conductas expresivas, son asimismo objeto de necesaria atención.

Me interesa destacar ciertos movimientos básicos en el proceso terapéutico de estas


estructuras, líneas cuya consolidación va configurando verdaderos jalones para el
conjunto de procesos de cambio que una psicoterapia psicoanalítica intenta desarrollar.

Revertir la perspectiva del ego del obsesivo

El paciente obsesivo, de un modo consciente en muchos casos, e inconscientemente en


algunos otros, suele depositar en el tratamiento expectativas de ³perfeccionamiento´,
con el supuesto de que su problema es la falta de perfección y la no aspiración a esa
perfección. El yo ideal narcisista propio de la estructura obsesiva espera encontrar las
claves para el logro de esa perfección y el tratamiento es llamado a responder esas
claves. De modo que ese ideal es egosintónico. El trabajo terapéutico tendrá que
orientarse en la dirección de poner en evidencia, de un modo progresivo, que el ideal es
el enemigo del sujeto, es su atacante bajo la apariencia de ser su exaltador y defensor.

La tarea terapéutica se orienta hacia una amplia perspectiva de 


: comprender que
más allá de cada fracaso anecdótico, lo terrible esta en el ideal, dotado de una
perfección sobrehumana, es decir, antihumana. Un modo de apertura a ese círculo
cerrado de exigencia-decepción-nueva exigencia toma para nosotros, la forma de una
conjetura que invita a trabajar en lo imaginario

Crear nociones y experiencias de sujeto y subjetividad

Vemos que en la estructura obsesiva el yo tiraniza al sujeto, establece un implacable


sistema de demandas (que en la fantasía habrán de originar escenas dotadas de un

81
inagotable poder de premio, de compensación con creces). Se trata para nosotros de
poner en evidencia que en toda esa modalidad de comportamientos no hay un ³sujeto´,
alguien que pueda elegir entre conductas alternativas, que pueda ser centro de
autoevaluaciones para tal elección, que pueda considerarse con necesidades a colocar
en relación con necesidades de los otros. La búsqueda incesante de un objeto deseante
para el sujeto deseado ha encubierto a un sujeto también deseante (este ha quedado
rígidamente encauzado en el sistema del desear ser objeto del deseo del otro). La
creación de interrogantes sobre el lugar del sujeto que no están destinados a encontrar
respuestas inmediatas, es para nosotros la creación de la dirección en el camino del

, en el camino del =>   y de la elaboración. Es también una manera
fecunda de enfrentar al ego obsesivo con la evidencia de sus limitaciones pero no sólo
con la experiencia de esa evidencia sino a la vez con la presencia de una tarea.
Responder a esa interrogación sobre su ubicación en cuanto sujeto, así como vivir
experiencias en las que ese sujeto vaya gradualmente emergiendo, son direcciones
abiertas desde los comienzos del proceso y destinadas a persistir a lo largo de todo su
desarrollo.

Entre las experiencias a constituir como tareas, en función del proceso terapéutico a
desenvolver, debemos privilegiar la creación de experiencias de ³soledad´. Se trata de
constituir espacios, tiempos en los cuales el paciente quede temporalmente libre de las
presiones propias de su modalidad de interacción con otros significativos (esa
modalidad en la que el otro es dueño de su imagen, el amo al que debe conformar
amoldándose a sus deseos) Colocando en situación de alivio a esas presiones
inmediatas, el paciente obsesivo podrá encontrarse más lleno con sus dificultades
internas, con su vacío de funciones de sujeto, con su desconocimiento de sí mismo, con
su dificultad para ocupar ese tiempo y ese espacio. Estas dificultades no podrían
confundirse con las conductas efectivamente demandantes que a menudo los demás
juegan. Estas experiencias serán inicialmente experiencias de angustia, experiencias de
una falta indiscutible de autonomía. Poco a poco se transformarán también en
experiencias de registros potenciales propios, de esbozos de autonomía, de localización
incipiente de impulsos no derivables de mandato exterior. La experiencia clínica nos va
destacando la fecundidad de cultivar atentamente esta dirección de experiencias.

ovilizar conductas expresivas y deseantes

En esta dirección se trata de enfrentar al paciente con varias tareas: reconocer


emociones propias y ajenas, nombrar una gama creciente de afectos a identificar,
expresar esos afectos, que van siendo reconocidos. No se trata solamente de mostrar
para el paciente sus dificultades con el reconocimiento y la expresión de emociones,
sino a la vez de proponer el desarrollo de esas capacidades expresivas como conductas
necesarias para su proceso de crecimiento con maduración emocional. Indagación y
propuestas de ensayo en el nivel de las conductas, que es para nosotros

82
complementaria de ese nivel interpretativo en el cual se aborda el plano de la
estructuras inconscientes (en el cual las dificultades expresivas se comprenden
enlazadas con la represión erótica y de impulsos agresivos, con la modalidad retentiva
anal de los afectos, así como las disociaciones, ideas-impulsos). Precisamente, cuando
el paciente toma conciencia de la posibilidad y de su necesidad de expresar estados
emocionales que ha aprendido a reconocer, entonces las dificultades para llevar a cabo
a esa expresividad se transforman en un factor revelador, de puesta en evidencia de la
influencia de ansiedades y defensas estructurantes de un mundo inconsciente dinámico.
Esa puesta en evidencia es para el trabajo de un yo observador un elemento impulsor
de elaboraciones de profundidad creciente.

Dar lugar a la emergencia del terapeuta en el lugar del tercero

Hay un largo período en el que el paciente no puede dejar de ubicar al terapeuta en el


lugar de otro que le exige tal o cual conducta, otro demandante. Ese lugar es para el
paciente el de un segundo personaje, el otro de una díada especular. Es en función de
ese otro personaje que guía su conducta en sesión. Durante ese largo período inicial la
aclaración del terapeuta acerca de su neutralidad, así como la interpretación de las
proyecciones que el paciente hace en él una figura superyoica, no logran alterar
mayormente esos automatismos transferenciales.

Sin embargo hay un trabajo del terapeuta que a cierto plazo habrá de producir
movilizaciones de esa estructura diádica repetitiva. Es el trabajo de colocarse
efectivamente en una posición no deseante. Hasta donde ese rol no deseante es
posible, se hace decisivo poder ensayarlo. No deseante en sesión, en cuanto a la
posibilidad de aceptar un paciente que no asocia, racionaliza, rechaza interpretaciones
muy cercanas a los observables. No deseante en relación al afuera, ya que el paciente
espera cambios, se impacienta ante sus dificultades para todo cambio, y espera del
terapeuta la misma impaciencia. Entonces se trata en primer lugar de que el terapeuta
pueda asumir que la sesión no ³debe´ producir nada, excepto la evidencia de las
dificultades para una producción (la del trabajo sobre el material). Si el terapeuta puede
sostener esa posición no deseante, entonces su rol va emergiendo, como el efectivo
lugar del tercero, el que sale del mundo diádico, narcisista y desde allí puede sin
escándalo que el paciente es un sencillo ser humano, ése que puede tener trabas,
bloqueos, represiones, y mostrar que todo eso puede ser registrado sin escándalo, nada
se desmorona, es eso, a trabajar. Esta posición va introduciendo para el psiquismo del
paciente una organización vincular novedosa, no regida por las presiones de una
demanda en espejo. Entre el paciente y el terapeuta no hay lazos de intercambio
prescriptos, no hay destinos ligados, hay aire, por ese espacio se va introduciendo lo
real, sus diferencias, la independencia de cada uno, una radical soledad.

83
Desarrollar relaciones de integración entre diferentes niveles y tipos de
pensamiento y lenguaje

Estamos trabajando con una estructura que ha hecho del proceso secundario de
pensamiento uno de sus bastiones defensivos. Que tiende a utilizar el concepto no para
acercarse a las conexiones de sentido, que de modo singular puede evocarnos, sino
precisamente para despojarlo de esas conexiones. Que nos presenta un mundo
³objetivo´, estados de cosas antes que significaciones. Desde allí se nos presenta como
riesgoso (pasible de una asimilación resistencial, racionalizadora) emplear nociones
conceptuales a las que muestra formación profesional nos hace proclives (hablar de
³dominación, ³agresión´, por dar ejemplos)

Nuestra tarea apunta a introducir un lenguaje capaz de acercar al paciente al mundo


propio del proceso primario de pensamiento. Un mundo de condensaciones, de
desplazamientos de sentido, mundo de la metáfora, de la imagen, de la escenificación.
Antes que un lenguaje de ideas necesitamos recurrir a un lenguaje plástico, a un leguaje
poético, a uno dramático. Tengo que evocar con la palabra el mundo de la acción, para
lo cual, de algún modo tengo que hablar al paciente, no desde mi mente, sino desde una
conexión intensa entre mi mente y mi cuerpo activado por esa palabra-acción.

Los recursos dramáticos son aquí de un especial valor. La dramatización imaginaria, el


juego de roles en sesión, el ensueño dirigido, son otros tantos recursos técnicos que
pueden enriquecer de un modo decisivo los lenguajes que la estructura obsesiva debe
descubrir y desarrollar. Varias orientaciones clínicas vienen aportando recursos técnicos
muy valiosos para poder lograr esta integración de lenguajes y modos de pensamiento.
La corriente gestáltica de perls, así como los enfoques tanspersonales, ofrecen caminos
técnicos de gran eficacia expresiva, dramática, vivencial. Estos permiten establecer
contactos con zonas reprimidas e inexploradas por el self, contactos que configuran
impactos de experiencias y aprendizaje sobre los cuales es posible desarrollar el trabajo
del 
y la elaboración que se sustentan en las investigaciones psicoanalíticas. Las
estructuras obsesivas nos obligan así a una profunda búsqueda clínica para encontrar
eficacia técnica por la vía de una articulación de recursos resultante de la convergencia
de aportes y experiencias de varias corrientes psicoterapéuticas.

Desarrollar las condiciones para una reconstrucción de la historia personal

Como un momento avanzado de este proceso, el paciente puede revisar su lugar en su


historia, deseos, rivalidades, posiciones en el triángulo edípico. Sus fantasías de triunfo,
los alcances y mitos de sus triunfos. Su lucimiento pero a la vez la sumisión a las
condiciones de ese lucimiento. Sus agresiones y sus fantasías de agresión. El juego de
identificaciones familiares en el que el sujeto fue quedando sujetado. Estos niveles de
elaboración conducen a revisar todo aquello que venía establecido como una historia

84
³oficial´ para el ego obsesivo. Esa historia pasa ahora a ser armada, teniendo en
consideración todos los elementos que se abren en múltiples direcciones de sentido.

pertura a experiencias profundas de castración, asumiendo su carácter liberador

Un avance en el proceso de las estructuras obsesivas encuentra jalones fundamentales


en experiencias de pérdida, de abandonos de la imagen de sí, que pasan a ser
deseados. Perdidas y descontroles de esa imagen que pasan a ser pasajes necesarios
en un camino de liberación del sujeto.

Lo que está en juego en ese movimiento por el cual el paciente se desprende


activamente de aquellos rasgos que lo sometían haciéndolo pasivo. En un paciente es
abandonar la posición de servicial para todo su entorno. Animarse a suscitar irritación,
reproches, no correr a dar explicaciones, no aplacar. Perder el rol del ³monitor´.

En otro paciente es tolerar contraer deudas. El se había reasegurado en el control anal


retentivo del dinero, basado en una posición de estar autoabastecido y no pedir a nadie,
no debiendo a nadie. La omnipotencia sustentada en ser eterno acreedor, jamás
deudor. Una larga elaboración de las fantasías asociadas con este papel no deudor, y
una confrontación con una realidad laboral que hacía necesario contraer deudas,
condujo al paciente a enfrentar esa novedad en su historia.

En un tercer paciente la castración simbólica pasa por la experiencia de perder el tono,


la compostura, en una antigua discusión familiar sobre intereses de una herencia. Grita,
se enoja, reclama, acusa y en todo ese despliegue acepta ir perdiendo una imagen de
sí, la que creía acercarlo a un ideal basado en el control y el sometimiento.

Esta etapa es la de abrir camino de desarrollos creativos, que son aquellos capaces de
desestructurar lo dado, lo que existía como rasgos estereotipados de conducta, y
permitir la emergencia de lo desconocido, lo espontáneo, lo inédito. Allí va apareciendo
un nuevo sujeto, sorprendente para el paciente y para el terapeuta, alguien solo
presentido y nunca presente hasta entonces. Descubrimiento de condiciones nuevas
para la configuración de un sí mismo abierto, más auténtico, libre de un rígido
compromiso con imágenes de valoración ideal.

El trabajo de elaboración se asienta, en este proceso, en experiencias de demolición, ³la


estatua va siendo desmontada´, el prócer abandona el caballo y luego el sujeto de esta
creación abandona al prócer, aliviado y estimulado con las adquisiciones que a partir de
estos desprendimientos se hacen, entonces sí, posibles.

Farmacoterapia

85
Diversas pruebas clínicas han demostrado que aquellos medicamentos que afectan la
serotonina (neurotransmisor) pueden reducir significativamente los síntomas del T.O.C.
El primero de estos psicofármacos, específicamente aprobado para su uso en el
tratamiento del T.O.C., fue el antidepresivo tricíclico clomipramina (Anafranil*).

Los psicofármacos de segunda generación, que son los utilizados hoy en día, se llaman
Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (I.S.R.S.). Algunos de ellos son
fluoxetina (Prozac), fluvoxamina (Dumirox o Luvox) y paroxetina (Neurotrox o Seroxat).
Otro que ha sido estudiado en pruebas clínicas controladas es sertralina (Zoloft o
Besitrán). Estudios extensos han demostrado que estos medicamentos favorecen, al
menos ligeramente, a casi el 80% de los pacientes. Y en más de la mitad de los casos,
la medicación alivia los síntomas del T.O.C. al disminuir la frecuencia e intensidad de las
obsesiones y compulsiones. La mejoría por lo general lleva dos semanas o más.

Si un paciente no responde bien a uno de estos medicamentos, o tiene efectos


secundarios inaceptables, otro I.S.R.S. puede dar una respuesta mejor. Se están
haciendo investigaciones sobre el uso de un I.S.R.S. como el medicamento principal y
uno de otra variedad de medicamentos como un aumentador para pacientes que sólo
son parcialmente sensibles a los ISRS. La medicación es útil en el control de los
síntomas del T.O.C. pero a menudo, si se deja el medicamento, sobreviene una recaída.
De hecho, aún cuando los síntomas han disminuido, la mayoría de las personas
necesitará medicarse indefinidamente, quizás con una dosis menor.

erapia cognitiva

Según Salkovskis y Warrick (1988) y A. Maldonado (1990) el proceso terapéutico de


las obsesiones compulsiones seguiría las siguientes fases:

1º Evaluación y conceptualización de los problemas:


‘‘'    



!
A- Claves externas-Objetos o situaciones productoras de malestar.
B- Claves internas-
. Imágenes, pensamientos o impulsos molestos.
. Sensaciones corporales de malestar. Ansiedad.
C- Consecuencias anticipadas de las claves internas/externas-
. Amenaza percibida.
D) Fuerza del sistema de pensamiento: grado de certeza subjetiva de que lo que se
teme sucederá.
E) Evaluación de posible estado depresivo asociado.

‘?'    

       !
A) Elaboración de una lista exhaustiva de rituales y el grado de ansiedad que generan o
eliminan cada uno de ellos (jerarquía de rituales).
B) Detectar conductas de evitación pasiva: conductas que el sujeto desarrolla para evitar
la aparición de un daño.

86
C) Detectar las relaciones entre las claves de miedo y las conductas de evitación: Las
amenazas o daños que cree evitar con las mismas.

uº ocialización terapéutica:
Se le explica al sujeto la relación entre el pensamiento (obsesiones y expectativa
amenazante o "temor"), la conducta (rituales y/o otras conductas de evitación) y el
estado emocional (p.e ansiedad); los objetivos de la terapia, el procedimiento general y
el autorregistro.

El autorregistro típico suele distinguir cuatro elementos: (1) Los pensamientos


intrusivos (obsesiones), (2) los pensamientos negativos subyacentes o expectativas de
amenaza ("Temores"), (3) la conducta de evitación pasiva y (4) los rituales. Por ejemplo:

SITUACIÓN Antes de acostarme

PENSAMIENTO .Se escape el gas y explote

INTRUSÍVO Y GRADO .Ansiedad-9


DE MALESTAR (O-10)

PENSAMIENTO .No estoy tranquilo


NEGATIVO O TEMOR .Seria mi culpa
BÁSICO

CONDUCTA DE .Dejar las ventanas abiertas


EVITACIÓN .Levantarme y cerrar 5 veces la espita del gas muy despacio
PASIVA/RITUAL

3º Intervención:
El tratamiento medio suele constar de unas 15 sesiones. Se pueden distinguir dos
fases en el mismo:

RÊ ÊLo ideal es tener 3 sesiones por semana de 45 minutos a 3 horas de


duración; donde se emplea la exposición en vivo o encubierta. El periodo suele durar 3
semanas (9 sesiones).
R44   Se continúa con un tratamiento semanal, preferiblemente en
un formato grupal, para trastornos secundarios (6 sesiones). Estas sesiones se
dedicarían a modificar el estilo de vida rígido del sujeto, tras desaparecer los síntomas, a
trabajar otros problemas asociados y a mantener los logros (exposiciones a nuevos
problemas).



87
ERI FÓIC 

Definición
Del griego phobos, temor, pánico, terror, miedo. De la deidad del mismo nombre que
provocaba pánico en sus enemigos. La fobia se define como temor extremo, formación
de síntomas neuróticos que surgen forzosamente, siendo el síntoma conductor la
angustia, sin que exista un peligro real, ante determinados objetos o situaciones con lo
que la conducta queda cohibida1.

Hay cuatro características que permiten definir un temor concreto como fobia:

1. Es desproporcionado a la situación que lo crea.


2. No puede ser explicado o razonado
3. Se encuentra fuera de control voluntario
4. Conduce a la evitación de la situación temida

Según el manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), las fobias son
consideradas dentro de los ³Trastornos de ansiedad´, Se involucra también a otras
categorizaciones, pero específicamente se enmarca la mayor parte de la casuística
dentro de ³Crisis de angustia´, ³ gorafobia´, ³Trastornos de angustia´, ³Fobia
específica´ y ³Fobia ocial´. Caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de
una crisis de angustia desencadenada por el objeto o situación fobígena. 2

Lacan, en el seminario 4, en el cap.15, postula que la fobia es una tentativa de solución


a la confrontación con la castración materna y que el objeto fobígeno tiene una función
significante y supliría cierta falla a nivel del padre real. En ese sentido, la fobia opera
como suplencia de la función del padre real, en la medida en que este no se sitúa como
agente de la castración, operación que permitiría anudar el deseo a la ley.

En la clínica se pueden ver diversos tipos de fobias, mencionamos algunos tipos:

@ cluofobia: Fobia a la oscuridad


@ crofobia: Fobia a la altura
@ custicofobia: Fobia a los sonidos
@ erofobia: Fobia al aire
@ fefobia: Fobia a ser tocado
@ gorafobia: Fobia a espacios abiertos

1
Diccionario de psicología, Friedrich Dorsch, Herder editorial
2
www.clinicapsi.com

88
@ icmofobia: Fobia a los cuchillos
@ asofobia: Fobia a caminar
@ elonefobia: Fobia a las agujas
@ ilonefobia: Fobia a las arañas
@ romidrofobia: Fobia a aroma personal
@ rontofobia: Fobia a los truenos
@ Catagelofobia: Fobia a ser ridículo
@ Cenofobia: Fobia a los espacios áridos
@ Cibofobia: Fobia a los alimentos
@ Cinofobia: Fobia a los perros
@ Claustrofobia: Fobia a estar encerrado
@ Cocorafobia: Fobia al fracaso
@ Coitofobia: Fobia al coito
@ Copitofobia: Fobia al fracaso
@ Coprofobia: Fobia a los excrementos
@ Cremiofobia: Fobia a la soledad
@ Demofobia: Fobia a las multitudes
@ Emetofovia: Fobia al vómito
@ Entomofobia: Fobia a los insectos
@ Eritrofobia: Fobia a enrojecer
@ Fogofobia: Fobia al miedo
@
amofobia: Fobia al matrimonio
@ Haptefobia: Fobia a ser tocado
@ Hematofobia: Fobia a la sangre
@ Hipengiofobia: Fobia a la responsabilidad
@ $enofobia: Fobia al vacío
@ isofobia: Fobia a la locura
@ isofobia: va la suciedad
@ ecrofobia: Fobia a los cadáveres
@ dinofobia: Fobia al dolor, al sufrimiento, a las penas
@ ðantofobia: Fobia a todo
@ ðeniafobia: Fobia a la pobreza
@ elafobia: Fobia a los relámpagos
@ eofobia: Fobia a Dios
@ Zoofobia: Fobia a los animales

Etiología:
Como ya hemos mencionado, Freud sostenía que el complejo de castración es nuclear
en las neurosis y según Maldavsky3: *      
   

   


 
      

    
   ï    
 
      
   
  es


3
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág. 343

89
decir que esta angustia corresponde al temor de perder la investidura fálica, que
habitualmente recae sobre el pene y fundamenta el goce en la actividad autoerótica.

Ante esta amenaza surge una angustia, como angustia señal, tal como la llama Freud
en Inhibición, síntoma y Angustia, que advierte la inminencia de un peligro, este peligro
es el de la castración llevada a cabo por el padre, que vale como peligro de separación.

Es decir que podríamos presentar la siguiente ecuación:

C R CIÓ DE ðEE Eð R CIÓ DE  DRE

Tal como lo vemos en el caso Hans (caso que usaremos para explicar la etiología de las
fobias) en donde se presenta una angustia de castración que vale como separación o
pérdida del objeto. Aquí el peligro se figura como temor de pérdida del genital y vale
como pérdida del objeto.

En el caso mencionado, sobre la fobia de Hans, se trata de la constitución del síntoma


fóbico: Temor a que un caballo lo muerda. Es decir que se produce la sustitución del
representante padre por el representante psíquico caballo, entonces de esta manera la
angustia queda dosificada por la fobia.

Hans primero padece de angustia y hay como un llamado, una apelación a la castración,
es decir, un llamado a un padre que no castra. En la constelación familiar de Juanito, es
notoria la figura del padre muy permisivo, que se obstina en no castrar. La madre se lo
lleva al niño a la cama desoyendo al padre en sus reclamos de que no es recomendable
para el niño. También se lo lleva al baño, pero el padre no hace ninguna objeción a ello.
No solo muestra una tolerancia muy peculiar, sino que podemos juzgar que está fuera
de la situación, pues diga lo que diga él, las cosas siguen su curso decididamente,
mientras la madre en cuestión no tiene en cuenta, en lo más mínimo, las observaciones
sugeridas por el personaje del padre.

Juanito, se encuentra en un juego de señuelo imaginario en relación a la madre, antes


de la eclosión de la angustia. Juega a ser el falo de la madre. También hay una cierta
identificación a ella, en tanto juega a que tiene niñas. Nunca es absolutamente una
relación dual con la madre, porque circula el falo. Juanito cuando acude a consulta con
Freud llevado por su padre, en ese momento, estaba interesado por la premisa fálica.
Dentro de esta constelación y en la investigación que hace Juanito le pregunta a la
madre si ella tiene hace-pipí; La respuesta afirmativa de la madre la coloca en una

90
posición donde reniega de la castración. Lacan se pregunta cual es el lugar que ocupa
este niño para el deseo materno, es decir cual es la función del niño para la madre y
postula dos posibilidades:

@ Una que el niño encarne la metáfora del deseo de la madre por el padre
@ La otra posibilidad es que encarne la metonimia del deseo de la madre por el falo,
que no tiene y que no tendrá nunca.

El complejo de Edipo masculino positivo, comenta Maldavsky4, que implica una


contradicción entre ser, tener y hacer por la amenaza de castración, es la posición
dominante en muchas fobias. La posición en que se llega en esta estructura como
transformación del complejo de Edipo positivo, consiste en que el hombre desea al
objeto, que también es deseado por otro, modelo y rival, a quien ese objeto pertenece.

El niño desea ser investido por dicho objeto en dos lugares, el de consagrado,
idealizado por la madre y el de objeto, este doble deseo ante la mujer es correlativo de
ubicarla como modelo y objeto, esto suele derivar de una situación infantil donde el niño
idealizaba a la madre quedando como ayudante de ella.

Para que surja la fobia en la posición heterosexual es requisito, dice Maldavsky5, que la
madre que fue modelo en la prehistoria del complejo de Edipo no resigne ese lugar.
Para el paciente, la madre es la que da sentido a través de la palabra hogareña,
mientras que la del padre se presenta indecisa, la palabra de la madre proyecta al
paciente en la cultura en lugar del padre.

Pasaremos a explicar la formación de síntoma en el pequeño Hans

Aplicación de los 9 pasos a la fobia del caballo:

1- Deseos incestuosos hacia la madre de la infancia, que corresponden al Edipo


positivo, balanceados con una rivalidad fálica hacia el padre también infantil
representado como castrador.
2- Las representaciones antedichas, las sádicas (madre) y hostiles (padre), son
sistemas que se significan con sus investiduras a los compañeros de veraneo,
específicamente Berta (subrogado de la madre) y Fritzl (subrogado del padre).
3- Dichos objetos amorosos forman retoño de lo reprimido al recibir las investiduras
del punto 1.


4
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág.344
5
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág.345

91
4- El deseo junto con la rivalidad, y la agresión hacia figuras connotadas
sádicamente no puede convertirse en enunciado reflexivo del Yo de Realidad
Definitivo, por lo tanto éste los expulsa de la conciencia.
5- Las significaciones inaceptables que constituyen al retoño, regresan tópicamente
al Ello y quedan sometidas junto a las representaciones primarias al
procesamiento por Principio de Placer-Displacer.
6- Los enunciados imposibles de ser producidos, dejan como primer efecto lagunas
mnémicas en el Yo. Soluciones de continuidad en la lógica del Yo, éste no sabe
que repite, por Ej.
7- Característico de la fobia: el afecto de las representaciones inaceptables no logra
suprimirse ya que éstas al estar referidas al caballo, quedan alejadas del padre y
la madre que son las fuentes auténticas generadoras de la angustia, que es el
blanco directo de la represión.
8- Las representaciones mencionadas en 5 y 6 adquieren suficiente investidura
como para intentar el avance hacia la conciencia, despertando la alarma del Yo
de Realidad Definitivo.
9- El Preconciente del Yo de Realidad Definitivo abandona la representación
³caballo´, por las connotaciones adjudicadas en el recuerdo como ³caballo que
muerde´ o ³caballo que se tumba´. ³Caballo´ no podrá ser procesada por las
representaciones del Principio de Realidad y es abandonado para que se
soporte, por proyección, las significaciones inconcientes correspondientes a los
padres.

ratamientos

bordaje en psicoterapia profunda


En este proceso terapéutico, dice Fiorini6, no se debe avanzar atacando las defensas, ni
barriéndolas; se avanza a través de vías, de desfiladeros que esas defensas nos dejan
abiertos.

Encontrar esas vías y la manera de enfrentarlas son los problemas de las técnicas
terapéuticas.

Este autor propone un proceso terapéutico en los pacientes fóbicos que se presente
como el despliegue progresivo de varias fases: cada fase presenta ciertas tareas como
posibles y necesarias, con cierto grado de prioridades que pone en juego con mayor o
menor intensidad, ciertos conflictos y activa correlativamente problemáticas
transferenciales particulares.

Las fases se suceden, cada fase emerge de la otra, de la precedente a la cual no


suprime. Las tareas se van encadenando, se agregan y se superponen.

6
Estructuras y abordajes en psicoterapias psicoanalíticas, Fiorini, Nueva visión, Pág. 43

92
1- Primer fase:
En esta fase se debe lograr el vínculo terapéutico, es decir especificar condiciones de
contrato, objetivos, encuadre para lograr la puesta en marcha del proceso. Los
pacientes fóbicos suelen presentar una gran ambivalencia al aceptar un contrato y
comprometer cierta duración del proceso y cierta frecuencia de sesiones. El paciente y
el terapeuta parten de diferentes ópticas acerca de lo que es necesario y de lo que es
posible y desde esas diferentes ópticas es sobre lo que se debe trabajar hasta lograr
una zona de transacción entre lo posible y lo necesario. Zona en la cual los puntos de
desacuerdo puedan ser objeto de un trabajo compartido.

2- Segunda fase:
Esta fase es en la que hay que revelar la situación de interacción en la que el paciente
está incluido. Aquí hay que abordar la problemática del paciente a través de situaciones
de interacción, esto parece accesible para el paciente dado que en las fobias las
defensas disociativas y proyectivas tienden a configurar un espacio intermedio en el cual
lo interno y lo externo están constantemente en relaciones ambiguas. La ambigüedad de
este espacio aparece en las fobias como una condición de tolerancia para aproximarse y
contactar con sus propias pautas.

Para el paciente fóbico es más tolerable hablar de su relación con los otros y de los
otros que de él mismo, según Fiorini:     
      

( 
    
  
   
    
     
      ,        
   

  

aunque todavía no se anime a pensar que eso también le pasa a el. Fiorini no intenta, ni
pretende que el paciente se de cuenta de que eso también le pasa, se prefiere que sea
el paciente el que llegue a ese momento.

En esta fase el trabajo se realizará en una zona de entrecruzamiento entre una óptica
de psicología grupal y entrecruzamiento de otra individual de mecanismos
intrapsíquicos.

3- Tercer fase:
Esta fase se dará a partir de que se haya logrado crear progresivamente un espacio
interno como reconocimiento de una realidad psíquica individual.

Esta realidad mencionada está ausente en el paciente fóbico y no la puede asumir por lo
que debe llegar a aprehenderla y tolerarla, el problema que esa realidad pertenece a la
zona amenazante, es por eso que esto nace en la segunda fase en la que se va
aproximando al paciente a la construcción de condiciones para poder aceptar la zona
temida que es su psiquismo.

Esta delimitación permite investigar los conflictos profundos del paciente, su universo
deseante.

93
Los conflicto en relación con las posiciones en el Edipo (en relación con la castración y
posiciones fálicas) se hacen trabajables en esta etapa, se hace posible trabajar en la
estructura de los objetos fobíjenos y de los objetos protectores, así se puede discriminar
fantasmas de castración y las experiencias actuales que evocan a esos fantasmas.

4- Cuarta fase:

En esta fase emerge la angustia como resultado del trabajo profundo realizado en las
fases anteriores, con una nueva intensidad, esta angustia puede emerger por que el
paciente ha ido debilitando sus defensas, ya que aprendió que sus defensas fóbicas
estaban instauradas para defenderlos de amenazas de castración, que en realidad eran
su verdadera castración.

Ahora el paciente está en condiciones de empezar a desprenderse de sus viejas


defensas y adquirir nuevas pautas de funcionamientos. Si esto se consolida es posible
pasar a un trabajo de terminación.

5-Quinta fase:

Este trabajo de terminación replantea y reactiva todos los conflictos de todas las fases,
dando lugar a nuevas síntesis y reconstrucciones que permitirán el curso de un
autoanálisis interminable.

ðsicoterapia cognitiva

TIPOS DE FOBIAS Y TRATAMIENTOS

. FI EðECFIC

1. ð   DI
ÓIC  DE  FI EðECFIC ðR E D -IV

A. Miedo notable y persistente que es excesivo o poco razonable, provocado por la


presencia o anticipación de un objeto o situación específicos.

B. La exposición al estímulo fóbico suele provocar una respuesta de ansiedad, que


puede adoptar la forma de un ataque de pánico situacionalmente predispuesto o
asociado.

C. La persona reconoce que el miedo es excesivo o poco razonable en relación al


peligro o situación temida.

D. Las situaciones fóbicas se evitan o soportan con una ansiedad o malestar intenso.

94
E. La evitación o ansiedad fóbica interfiere significativamente en el funcionamiento
psicosocial

F. En los individuos menores de 18 años la duración es de al menos 6 meses.

G. La evitación o ansiedad fóbica y los ataques de pánico asociados no se explican


mejor por otro trastorno mental

2. EL MODELO COGNITIVO DE LA FOBIA ESPECÍFICA: EL MODELO DE BECK


(1985)

El modelo cognitivo de las fobias (Beck y Emery, 1985; Cottraux y Mollard, 1988) postula
que la ansiedad fóbica está asociada con una predisposición en el procesamiento de
información referente al peligro-amenaza que implica determinado objeto o situación. No
es el objeto, evento o situación lo que el sujeto teme, sino la anticipación de las
consecuencias que puede tener dicha situación.

Por ejemplo (Beck, 1985) una paciente con fobia a los doctores y hospitales había
tenido un incidente traumático en el consultorio. Su médico había practicado una
incisión en su garganta antes de que ella estuviera completamente anestesiada y su
miedo a los hospitales estaba directamente relacionado con la creencia de que, a pesar
de estar bajo el cuidado del médico, ella podía haber dejado de respirar.

Es importante tener en cuenta las cogniciones específicas asociadas con la anticipación


de las consecuencias. La misma situación fóbica puede no evocar los mismos
pensamientos e imágenes en diferentes individuos. Esa predisposición constituida por
esquemas de peligro ante situaciones específicas y pueden desarrollarse a partir de
experiencias traumáticas, modelado social o miedos preparados filogenéticamente (Ej.
Seligman, 1971). Este esquema cognitivo se relacionaría con una serie de distorsiones
cognitivas:

1- Inferencia arbitraria-Visión catastrófica: El sujeto anticipa la ocurrencia de hechos


amenazantes en una situación determinada, sin tener evidencia para ello.

2- Sobre generalización: El sujeto a partir de una situación donde anticipa una amenaza,
la relaciona con otras situaciones similares en las que podrían ocurrir las mismas
amenazas , todo ello sin evidencia suficiente.

3- Maximización-Minimización: El sujeto exagera los peligros de la situación y


minusvalora los elementos de seguridad de la situación o su habilidad para afrontarla.

4- Personalización: El sujeto compara su situación actual de temor con la anterior,


cuando no tenía ese miedo y su evitación actual o dependencia de otros para superarlo,
auto criticándose por ello. (Más frecuente en las fobias sociales que en las simples.).

95
- DE C
IIV DE   FI  EðECIFIC -

HISTORIA DE APRENDIZAJE Y FACTORES BIOLÓGICOS (1)

ESQUEMAS COGNITIVOS (2)


.Amenazas anticipadas a determinadas situaciones

SITUACIONES ESPECIFICAS ACTIVADORAS (2)

DISTORSIONES COGNITIVAS (3)


.Visión catastrófica
.Sobre generalización
.Maximización/Minimización
.Personalización

CIRCULO INTERACTIVO RESULTANTE (4)


Pensamiento (Aprensión)

-Afecto (Ansiedad, miedo)

-Conducta (Evitación, huida)

3. JEIV ER ð IC

1- Lograr que el sujeto deje de experimentar ansiedad ante la situación fónica.

2- Lograr que el sujeto se exponga a la situación sin evitarla.

3- Lograr que el sujeto modifique sus cogniciones anticipatorias respecto a la situación


fóbica.

. CEI RI DE EV  CIÓ

Mencionaremos solo 3 de los cuestionarios utilizados en la evaluación de las fobias


por representar prototipos típicos de los usados más frecuentemente:

1) El cuestionario de miedos de Wolpe y ang (196 ): Consta de 122 ítems referente


a distintos objetos y situaciones potencialmente fóbicas que el sujeto evalúa desde 1
(Ninguna molestia) a 5 (Muchísimo). El terapeuta agrupa las respuestas y conceptualiza
los miedos a la base.

u) Escala de evaluación de las fobias, pánico y ansiedad generalizada de Cottraux


(1985): Contiene una subescala referente a las fobias. El sujeto anota sus dos
principales fobias y valora el grado de evitación asociada a cada una de 0 (No

96
experimento ningún malestar y jamás la evito) a 8 (Experimento un malestar extremo y
siempre la evito).

3) est de evitación conductual (. .) de ang y azowick (1965): El terapeuta


expone al sujeto a la situación real fóbica y anota en una escala de 0 a 5 el grado de
evitación.

5. E ðRCE DE IERVECIÓ

En líneas generales sigue el mismo proceso que la T.C. general. Sin embargo,
destacamos los siguientes puntos:

1º Evaluación: Fundamentalmente se trata de detectar el tipo de situación(es) fóbicas,


el tipo de conducta de evitación y el componente cognitivo mediador (anticipaciones
negativas), así como el grado de ansiedad asociado (componentes situacionales-
cognitivos-afectivos- conductuales).

uº ocialización del sujeto en el modelo de trabajo: relación pensamiento- afecto-


conducta, papel de las anticipaciones y conducta de evitación como forma de no
contrastar sus predicciones.

3º ðreparar al sujeto para enfrentar las situaciones evitadas y así poder modificar
sus predicciones de anticipación de consecuencias negativas y no control. Papel de los
"experimentos personales".

6.  CIC  DE IERVECIÓ

6. .  CIC  C
IIV :

‘ 4  Ê Parada y cambio de pensamientos negativos, uso de tarjetas con
listado de recuerdos positivos o características positivas del sujeto.

 4   RÊ Cambio de pensamientos negativos, comprobación de


evidencias y búsqueda de soluciones.

Ê!Ê  " El terapeuta identifica los diálogos internos del sujeto


antes-durante-después de enfrentarse a la situación fóbica y su conexión con el afecto y
conducta en cada fase.
El terapeuta sugiere pasos alternativos para modificar las cogniciones-afectos-
conductas implicadas en las fases previas-situacional y post situacional y entrena al
sujeto en esas alternativas, para que este después las practiques en ellas.

Básicamente consiste en la elección de auto instrucciones pertinentes, respuesta de


relajación y prevención de la respuesta de evitación. Se suele comenzar enfrentando las
fases de modo imaginativo (usando casetes en casa tras las consultas) y después
directamente (la mayoría de las veces de modo gradual).

97
Î4Ê RÊ4!ð!  ð Ê El terapeuta suele utilizar
la llamada FLECHA DESCENDENTE para detectar los significados asociados a las
anticipaciones negativas (Ej. "Tengo miedo a la oscuridad"- ¿Y qué ocurriría si está en
un lugar oscuro?- "Se me corta la respiración y temo morir"). A veces es útil RASTREAR
el origen histórico de esos significados para ganar autocomprensión y motivación para el
cambio.

6..  CIC  CDC E:

‘Ê  Ê#Ê Ê $Ê Se enseña al sujeto a manejar y distraerse de


su ansiedad mediante el aprendizaje de respuestas incompatibles con la ansiedad
(distensión muscular, respiración adecuada, etc.),

 "Ê 4 %ðÊ Es la técnica básica para el manejo de las fobias
simples. Consiste en jerarquizar las situaciones fóbicas y en exponer al sujeto a ellas
(gradualmente o no, imaginativamente y/o en vivo) de modo que se prevengan las
respuestas de evitación y hasta que disminuya la ansiedad en ellas. Desde un punto de
vista cognitivo se presentan como "experimentos personales" para comprobar las
anticipaciones catastrofistas y de incontrolabilidad.

. FI CI 

1. ð   DI
IC  DE  FI CI  ðR E D -IV

A. Un temor acusado a una o más situaciones sociales o de actuación en público en las


que la persona se ve expuesta a gente desconocido o al posible escrutinio por parte de
los demás. El sujeto teme actuar de alguna manera (o mostrar síntomas de ansiedad)
que pueda se humillante o embarazosa

B. La exposición a la situación social provoca ansiedad, que puede tomar forma de


ataque de pánico situacionalmente determinado o asociado

C. La persona reconoce que el temor es excesivo o poco razonable

D. Las situaciones sociales o de actuación en público se evitan o soportan con ansiedad


intensa

E. La evitación a las situaciones sociales y la ansiedad o pánico asociado interfieren de


manera significativa en el funcionamiento psicosocial

F. En los individuos menores de 16 años la duración es de al menos 6 meses

G. El temor o evitación social no se debe ni se explica mejor por otro trastorno mental,
consumo de sustancias psicoactivas o enfermedad médica

u. E DE C
IIV DE  FI CI : E DE DE EC$ (1985)

98
El sujeto habría desarrollado esquemas cognitivos referentes a significados y valores
amenazantes sobre el hecho de ser desaprobado, criticado o rechazado por su
actuación en una situación social. Esos esquemas se activarían en las situaciones
sociales y producirían distorsiones cognitivas como:

- Visión catastrófica: El sujeto maximiza y abstrae selectivamente de modo


anticipatorio el peligro potencial de la situación social (p.e rechazo, crítica) sin tener
evidencia para esa predicción.

- aximización: El sujeto infravalora u olvida sus estrategias de manejo de las


situaciones sociales. También puede infravalorar su capacidad para adquirir
determinadas habilidades sociales.

D- ðersonalización: El sujeto es especialmente sensible a relacionar la conducta de


otros, sin evidencia suficiente, con su conducta social percibida como inadecuada.

A su vez estas distorsiones cognitivas interaccionarían con los círculos viciosos


"sintomáticos" de tipo fóbico (Fig.32)

- DE C
IIV DE  FI CI - (FI
.3u)

HISTORIA DE APRENDIZAJE Y FACTORES BIOLÓGICOS (1)-----


ESQUEMAS COGNITIVOS (2)
.Amenazas o temor de ser desaprobado, criticado, o rechazado por
incompetencia social o por actuar de determinada manera

SITUACIONES SOCIALES ACTUALES ACTIVADORAS (3)-----


DISTORSIONES COGNITIVAS (4)
.Visión catastrófica
.Maximización del peligro
.Minimización de la seguridad
.Polarización

CIRCULO INTERACTIVO RESULTANTE (CIRCULO VICIOSO) (5)


Pensamiento (Cometer errores, Autocrítica, Rechazo, Crítica)--Afecto
(Ansiedad)--Conducta (Evitación, No asertividad)

3. JEIV ER ð IC

Los objetivos terapéuticos en la fobia social son:

1º) Lograr que el sujeto se exponga a las situaciones sociales evitadas reduciendo o
eliminando su tendencia a experimentar ansiedad y conductas de evitación en las
mismas.

99
2º) Desarrollar en el sujeto competencias cognitivas-conductuales que le permitan
afrontar las situaciones sociales evitadas.

3º) Hacer menos vulnerable al sujeto a las situaciones sociales, modificando su


tendencia a procesar de modo amenazante las situaciones sociales y sus actitudes
(esquemas) hacia las mismas.

De este modo los objetivos están referidos a los principales componentes del
problema fóbico: el situaciónal-conductual; al cognitivo o valorativo y las habilidades
sociales de afrontamiento social (Cottraux, 1990).

. CEI RI DE EV  CIÓ

Están dirigidos a identificar y cuantificar los componentes de la fobia social. Algunos


cuestionarios se refieren a la identificación de situaciones fóbicas y el grado o intensidad
de ansiedad y evitación experimentadas en ellas, otros se dirigen a detectar cogniciones
disfuncionales implicadas en esas situaciones y por último otros tienen como fin valorar
el grado y tipo de habilidad social del sujeto en el manejo de esas situaciones. Como
muestra de cuestionarios referidos a esas tres áreas mencionamos:

1º) Escala de Fobia ocial (iebowitz, 1987): Contiene 24 ítems referidos a


situaciones que son frecuentemente evitadas por los fóbicos sociales. El paciente las
valoras en dos dimensiones: miedo o ansiedad que generan (Desde 0=Ninguno a
3=Grave) y evitación ante ellas (Desde 0=Nunca la evito a 3=Siempre la evito). Además
los 24 ítems están divididos en dos categorías: ansiedad de rendimiento (realización de
tareas en situaciones sociales, Ej. trabajar siendo observado, telefonear en público) y
ansiedad social (relaciones sociales, Ej. hablar con personas poco conocidas o ir a una
reunión). Esto permite al evaluador obtener cuatro subvaloraciones: ansiedad social,
ansiedad de rendimiento, evitación al rendimiento y evitación social.

uº) Cuestionarios de habilidades sociales de ( . segura, 198u): Recoge 20 tipos de


situaciones sociales que son descritas a modo de relato como si el sujeto estuviera
implicado en ella (Ej. "Hay una fiesta usted entra con la intención de presentarse"). y se
le da tres alternativas de respuesta ellas, entre las que el sujeto elige la que mejor
describa su forma de actuar ante ellas. El evaluador categóriza las respuestas en tres
apartados: conducta adecuada o asertiva, inhibición conductual y conducta inadecuada
(por ansiedad o inhabilidad). Esta categorización puede servir de guía para la
intervención (Ej. entrenamiento asertivo en el caso de la inhibición, exposición en el de
ansiedad y entrenamiento de habilidades sociales en el caso de inhabilidad).

3º) Cuestionario de pensamientos en situaciones sociales ( . segura, 198u):


Consta de 45 ítems referidos a pensamientos típicos y disfuncionales en situaciones
sociales (Ej. "Siento que me observan", "Me van a rechazar", etc.). El sujeto evalúa la
frecuencia de su aparición (Desde nada a frecuentemente).

º) Escala de asertividad de Rathus: Consta de 30 ítems que el paciente valora desde


"muy característico en mi" (3) a "muy opuesto a mis características". Se refiere a

100
conductas donde el sujeto tiene como objetivo expresar opiniones, peticiones o
negación ante determinadas presiones de otros (Ej. "He dudado en concertar citas o
aceptar citas por causa de mi timidez", "Cuando no es de mi agrado la comida que me
sirven en un restaurante me quejo al camarero"). (Rathus, 1971).

5º) Cuestionario de asertividad de owers: En la misma línea del anterior, pero


categorizando las respuestas en tres apartados: situaciones donde el sujeto no se
comporta de forma asertiva, personas con las que no se comporta de forma asertiva y
objetivos deseados en las situaciones donde no se comporta de forma asertiva.
(Bowers, 1976)

6º) ista de suposiciones tradicionales erróneas (Davis y cols., 198u): Es un listado


de Creencias que violan los derechos legítimos del individuo a comportarse
asertivamente (auto-afirmarse personalmente). El terapeuta puede presentarla al sujeto
para que evalúe sus creencias en ellas. También ese listado adjunta su contraparte de
Creencias en ellas. También ese listado adjunta su contraparte de Creencias asertivas,
que pueden ser utilizadas como objetivos terapéuticos.

7º) so de rol-playing: El terapeuta puede pedir al paciente que sobre una situación
social representada en la consulta, ejecuta en vivo una determinada conducta (p.e
"Negarse a comprar ante un vendedor a domicilio") y evaluar así distintos aspectos de
esa conducta. Así mismo puede utilizar escalas de valoración para codificar distintos
aspectos de esas conductas (p.e Escalas de valoración de habilidades sociales de
Wilkinson y Canter, 1982).

5. E ðRCE DE IERVECIÓ

Como en otros trastornos, el proceso sigue una secuencia del siguiente tipo:

1º Evaluación y conceptualización de los problemas. Especial atención al


componente situacional, cognitivo y conductual: Situaciones sociales evitadas,
cogniciones amenazantes y de no afrontamiento y conductas (asertiva, inhibición,
evitación).

uº ocialización terapeútica: Explicación de la relación pensamiento-afecto- conducta,


objetivos de la terapia y procedimiento de autorregistro.

3º odificación de las interacciones problemáticas: habilidades cognitivas y


conductuales para romper o interferir el círculo vicioso.

º odificación de los supuestos personales que hacen vulnerable al sujeto.


Alteraciones cognitivas-conductuales.

5º erminación: Prevención y seguimiento.

6.  CIC  DE IERVECIÓ

101
6. .  CIC  C
IIV :

‘4& 4 Ê  Ê'!ð! ð Ê(


Utilizando los principios de la R.E.T. (Ellis, 1962) (Capítulo 2) el terapeuta modela el
como el paciente puede debatir las creencias disfuncionales que están a la base de su
trastorno (p.e, Creencia irracional detectada: "Necesito de la aprobación de la gente
importante para mi para ser feliz" y Creencias secundarias relacionadas: "No puedo
soportar que la gente me desapruebe", "Es horrible si la gente me rechaza" y "Si la
gente me rechaza yo no valgo"

- Cuestionamiento: ¿Qué ley obliga a otra gente a darme la aprobación que espero de
ellos?, ¿A que me expongo si para funcionar personalmente tengo que tener antes la
aprobación de alguien?, ¿Donde está la prueba de que cuando me rechazaron fue el fin
del mundo?, ¿Dónde está escrito que mi valor dependa de la opinión de otros?...etc.

- Generar alternativas racionales: "Me gustaría tener la aprobación de la gente que me


importa pero no me es absolutamente necesaria", "Si me rechazan es malo, pero no el
fin del mundo", "Valorarme por la opinión de otros o por un criterio es absurdo pues es
imposible encontrar un criterio total para medir a una persona, mejor es aceptarme con
mis defectos y virtudes e intentar cambiar mis defectos, si puedo)

- Alternativas conductuales para desarrollar las creencias racionales: Arriesgarse y


exponerse a situaciones sociales y a posibles críticas,
entrenamiento asertivo para afirmar las propias opiniones ante otros, etc.).

&)*!444Ê+  Ê ðÊ#Ê 


! #, +!ð! ð Ê
Descatastrofización de consecuencias anticipadas (Ej. ¿Hasta qué punto sería de grave
que le rechazaran? ¿Podría hacer algo si llegara a ocurrir?, ¿Qué probabilidades reales
hay de que sucedieran esas consecuencias?, ¿Cuánto durarían los efectos de esas
consecuencias?, Suele pensar que va a
ocurrir X, ¿Y cuántas veces ha ocurrido realmente?); Balance de ventajas- desventajas
(Pensar eso ¿de que le sirve?), Generar pensamientos alternativos creíbles
(¿Podríamos ver esa situación desde otros puntos de vista?), Petición de evidencias
(¿Qué pruebas tiene para pensar eso?, ¿Y qué pruebas en contra?)..etc. Después el
terapeuta puede modelar estos métodos para que los realice el paciente (Ver capítulo
2). Los supuestos personales pueden ser puestos a pruebas mediante experimentos
personales y otros métodos (Ej. ¿Podríamos comprobar la validez de su regla personal:
"Para hacer algo tengo que tener el visto bueno de la gente?").

Ê!Ê  " Ver capítulo presente referente a la fobia simple

6..  CIC  CDC E:

Su finalidad es proporcionar experiencias correctoras a las cogniciones disfuncionales


Ya sea modificando las atribuciones y evaluaciones e incompetencia social ("No se
como manejarme en las situaciones

102
sociales", "Me pongo nervioso y no se que decir") o bien desconfirmando las
expectativas catastrofistas y la conducta de evitación relacionada ("No puedo soportar
que me miren", "Si me pongo nervioso me tengo que ir", "Si me critican no podré
soportarlo"...)

‘Ê  Ê#Ê Ê-&44

Indicado sobre todo en casos donde el sujeto no tiene habilidades para afrontar
situaciones sociales y que refuerzan las cogniciones de incompetencia personal. El
terapeuta identifica las situaciones relacionadas donde el sujeto se muestra
incompetente, la representa con el sujeto, y modela alternativas que va reproduciendo el
paciente y le va dando feedback al respecto. Este proceso puede potenciarse si en cada
paso se identifican las cogniciones asociadas a la conducta incompetente y las posibles
cogniciones alternativas al ensayo de nuevas habilidades. El rol-playing, el modelado, el
ensayo conductual, las técnicas cognitivas y autoinstruccionales y las tareas para casa
suelen formar parte de un entrenamiento en habilidades sociales cognitivo- conductual.

Ê  Ê#Ê   

Es un tipo de habilidad social indicada en casos de inhibición social (el sujeto sabe
como hacerlo pero lo evita por miedo a las consecuencias) y de incompetencia social.
Su finalidad última es que el sujeto exprese sus opiniones, deseos y sentimientos
(positivos y negativos) de modo persistente, pero respetuoso con otros (no agresivo). A
nivel cognitivo se trata de "descentrar" la dependencia del sujeto a criterios de
valoración externos y autoafirmarse en los personales. Puede ser útil previo al
entrenamiento asertivo, presentar las creencias que mantienen la
conducta no asertiva y las creencias que apoyan los derechos personales, y revisar con
el paciente sus implicaciones. Esto puede evitar que la conducta asertiva sea disonante
a un valor personal (p.e que "siempre hay que anteponer los deseos ajenos a los
personales"). (p.e. Cottraux, 1990; Ellis, 1989).

%ðÊ. 4! !Ê 4

Para que el sujeto-paciente perciba que su conducta social es efectiva (expectativa de


autoeficacia y des confirme su cognición amenazante, suele ser necesario que se
exponga a las situaciones previamente evitadas. El terapeuta puede
acordar tareas asignadas hacia acercamientos más o menos graduales a estas
situaciones.

C.
R FI

1. ð   DI
IC  DE 
R FI ðR E D -IV

103
A. Presencia de agorafobia, definida por los siguientes criterios:
1. Ansiedad al hallarse en lugares o situaciones de los que resulta difícil o embarazoso
escapar en caso de que no haya ayuda disponible ante un ataque de pánico o síntomas
similares
2. Se evitan o soportan con gran ansiedad las situaciones agorafóbicas (Ej.: viajar) o
ansiedad anticipatoria a experimentar un ataque de pánico, o solo se enfrentan con la
presencia de compañía
3. La ansiedad o evitación agorafóbicas no se explican mejor por otro trastorno mental

B. El sujeto no cumple los criterios para el diagnóstico de trastorno de pánico

C. La agorafobia no se debe a los efectos de una sustancia psicoáctiva o a una


enfermedad médica

D. Si se diera una enfermedad médica, el criterio A sobrepasa a los efectos de aquella

u. DE C
IIV DE 
R FI : E DE DE EC$ (1985) Y
E DE DE
ID  Y II (1985)

Para Beck y Emery (1985) el constructo cognitivo de la agorafobia se basa en la


vulnerabilidad personal impuesta por esquemas cognitivos que contienen significados
personales referentes a la percepción del peligro interno y externos (casi siempre
relacionados con el temor de perder el control personal o la aparición de una
enfermedad aguda y brusca que amenace la vida) y otro significado personal
relacionado con el anterior, referente a la necesidad de tener la seguridad y apoyo de
otros por si sucede lo temido. Cuando el sujeto está solo, lejos de las personas que
proporcionan seguridad, o en lugares de difícil acceso a fuentes de seguridad
(Ascensores, túneles, autobuses en marcha, etc.) los esquemas cognitivos se activan,
produciendo un procesamiento distorsionado de la información ("Visión catastrófica"-
anticipación de peligros para la salud, trastorno mental o emocional, etc.) y
desarrollando conductas de evitación a esas "claves situacionales" relacionadas por el
sujeto con el peligro percibido y el no acceso a las fuentes de seguridad. Este trastorno
tendría consecuencias sobre el paciente, como una pérdida de confianza en si mismo
por su dependencia de otros y múltiples autocríticas por su incapacidad percibida
(autovaloración negativa). Así mismo aparecerían conflictos cognitivos derivados,
fundamentalmente el miedo a la soledad y el balance dependencia-independencia
(control) en las relaciones interpersonales. Igualmente se apuntaría que los esquemas
cognitivos agorafóbicos derivarían de miedos infantiles.

El modelo de Guidano y Liotti (1985) difiere del anterior en invertir el orden y jerarquía
de las cogniciones implicadas. Para estos autores habría dos niveles cognitivos: un nivel
cognitivo más explícito (consciente) referente a las atribuciones causales mantenidas
por el sujeto sobre lo que le sucede, y por las expectativas referente a su estado.
Básicamente se refiere a la idea del sujeto de tener una enfermedad que puede irrumpir
de modo brusco y de las consecuencias anticipadas de su posible aparición (temor a
volverse loco, sufrir un ataque cardiaco, etc).

104
Los significados básicos identificados por Beck y Emery (1985) son puestos a este
nivel. Por otro lado, habría un nivel más profundo o tácito (más inconsciente o abstracto)
que contendrían dos reglas de acción básicas para el sujeto. Estas reglas supondrían la
obligación que tiene el sujeto de evitar la soledad y la obligación de mantener el control
de las situaciones. El sujeto tendría problemas para verbalizar y detectar esas reglas
("hacerlas conscientes") y atribuiría erróneamente su ansiedad a padecer una
enfermedad de aparición imprevisible. El origen de las dificultades de pasar el
conocimiento tácito a explícito habría que buscarlo en la Bowlby; ver capítulo 5 y 8). El
desarrollo de un "apego ansioso" hacia los progenitores y la alteración de los vínculos
afectivos (separación, pérdida) se encontraría en el origen de la organización cognitiva
agorafóbica.

De modo esquemático reproducimos a continuación los principales puntos del


funcionamiento cognitivo del agorafóbico (Fig.33) apuntados por Beck y Emery (1985) y
Guidano y Liotti (1985).

- DE C
IIV DE 
R FI -

HISTORIA DE APRENDIZAJE PERSONAL


Y FACTORES BIOLÓGICOS (1) ------------------------ ESQUEMAS
COGNITIVOS (2)

.Alteraciones de los vínculos afectivos tempranos


. Apego de tipo "ansioso" .Amenazas a la salud física y
emocional
.Temor a no poder acceder a
fuentes de seguridad
.Separaciones y pérdidas afectivas
.Reglas de evitación de la soledad
y
necesidad de control interpersonal
.Creer tener una enfermedad

SITUACIONES FOBICAS ACTIVADORAS (3)---------- DISTORSIONES


COGNITIVAS (4)

.Soledad: ausencia de un ambiente cercano, de una compañía en quién poder


confiar (p.e estar solo en un lugar público..)
.Visión catastrófica
.Maximización del peligro y minimización de la seguridad
.Constricción al control personal o libertad de movimientos (p.e atascos de
tráfico, ascensores, lugares concurridos, vehículos de transporte público que no

105
se pueden abandonar cuando se desea..)

CÍRCULOS INTERACTIVOS RESULTANTES (5)


Pensamiento ---------------Afecto-------------------Conducta
.Aprensión .Ansiedad .Evitación

.Búsqueda de seguridad, atención médica, etc.

3. JEIV ER ð IC

Al igual que en otros trastornos fóbicos se trataría básicamente de:

1º Reducir o eliminar las conductas de evitación agorafóbica (evitación de determinadas


situaciones y necesidad de búsqueda de seguridad o compañía para su afrontamiento) y
la ansiedad asociadas a ellas.

2º Adquisición por el paciente de habilidades cognitivo-conductuales para el


afrontamiento de las situaciones fóbicas.

3º Modificación de la base cognitiva que hace vulnerable al sujeto al trastorno


agorafóbico (distorsiones y esquemas cognitivos) mediante técnicas cognitivas-
conductuales.

. CEI RI DE EV  CIÓ

Referimos algunos ejemplos de cuestionarios usados para la evaluación del problema


agorafóbico:

1) Escala de evaluación de la fobia, pánico y ansiedad difusa (Cottraux, 1990):


Contiene una subescala que permite evaluar el componente de pánico del trastorno (Ver
apartado del trastorno de pánico).

u) Escala de cogniciones agorafóbicas (Chambles y cols. 198 ): El paciente valora


en una escala de 1 (Jamas aparece ese pensamiento) a 5 (Todo el tiempo pienso en
eso) la frecuencia de aparición de un listado de 14 tipos de cogniciones agorafobicas
frecuentes (p.e "Yo voy a desmayarme", "Me voy a volver loco", "Yo voy a actuar de
manera ridícula").

106
3) taques de pánico: Ficha de valoración de síntomas (Salkovskis, 1989): Es un
listado de 28 ítems referentes a síntomas típico de la crisis de angustia. El paciente
valora la intensidad percibida de los mismos (Desde 0- Nada molesto a 4-Muy molesto o
intenso).

5. ðRCE DE IERVECIÓ

Utilizamos el modelo de Beck y Emery (1985) y Guidano y Liotti (1985) para presentar el
proceso de intervención. Los tres primeros pasos serían comunes a ambos modelos, y
los dos últimos al modelo de Guidano y Liotti (1985):

1º Evaluación y conceptualización de los problemas. A través del análisis


funcional/cognitivo se detectarían las situaciones evitadas-cogniciones implicadas y
estrategias de evitación y seguridad empleadas; así como una jerarquía de situaciones
internas y externas y grado de ansiedad asociado.

uº ocialización terapeútica: explicación al paciente de la terapia, relación


pensamiento-afecto-conducta y autorregistro.

3º lternativas cognitivas conductuales a círculos viciosos, distorsiones y


upuestos personales. Practica a través de tareas para casa.

º Detección de las reglas tácitas: Mediante tres procedimientos-Definición de


contexto interpersonal donde surgieron los primeros síntomas, buscar patrones
cognitivos-afectivos-conductuales coherentes con el nivel explícito (atribuciones
erróneas) y análisis cognitivo (significado) de las resistencias presentadas a las
intervenciones cognitivo-conductuales.

5º lternativas cognitivas-conductuales a las reglas tácitas.

6.  CIC  DE IERVECIÓ

Podemos agrupar las técnicas de intervención según se dirijan a la modificación de los


ataques de pánico o a la modificación de la conducta de evitación agorafóbicas
(Cottraux, 1990):

6.1. EJ DE   E DE ð IC:

( "ÊÊ4! !

‘6 -@A-#9B-@: - A #4#BC-! Se dirige a la reducción de estados de


ansiedad de fondo (no a la angustia de pánico). Se suelen emplear los métodos de
Jacobson (relajación progresiva muscular) o Schultz (relajación autógena). Se entrena al
paciente en las secuencias de relajación y este puede practicarlas en casa (Ej. usando
casete).

107
?6A3ÿ #BC-Aï BA#@:AB#! Se enseña al sujeto a ralentizar su respiración a 8-
10 ciclos respiratorios por minuto, regulándola con la ayuda de un metrónomo. Debe ser
una respiración superficial para no aumentar la alcalosis, que agravaría los síntomas.
Una vez que el sujeto a aprendido a manejar la respiración del modo descrito se le
induce a producir una hiperventilación voluntaria (Ej. respiración rápida, aguante
respiratorio, etc) y a controlarla mediante la regulación respiratoria. De esta manera el
sujeto posee una técnica de inoculación.

6@D-B#ï8#3# ï! Se suele utilizar el reflejo baro-sinusiano de Valsava. Se pide


al paciente que produzca una híper presión abdominal de tres a cinco segundos. Esto
se realiza hinchando el vientre, lo que produce una reducción rápida de la frecuencia
cardiaca. Se puede repetir una docena de veces esta maniobra. Es utilizada junto a la
exposición en vivo junto a la regulación respiratoria en pacientes con temores cardiacos.

&( "Ê.Ê 

‘6 * 2# Eï-E-@! A partir del pensamiento automático (expectativa de


amenaza o visión catastrófica) el sujeto se va preguntando por las consecuencias hasta
llegar al supuesto personal subyacente.

Una vez detectado se puede poner a prueba (Ej. Pensamiento automático: "Voy a
perder el control" - Consecuencia: ¿Qué pasaría si ocurriera? - Respuesta: "Sería
considerado un loco por la gente y mi familia" - Consecuencia:¿Qué pasaría si
ocurriera? - Respuesta
(Postulado/Supuesto): "Yo debo tener el control de las situaciones y evitarlas para que
no me de un ataque de pánico, sea internado y desaprobado por la gente que me
conoce").

?67 :ïBBC-- #B9#3B-#BC-9#ïA@ABFÿBC-<EBïÿïBC-


:3-B@B8#!
Se puede realizar una secuencia del tipo: 5 minutos de relajación - 5 minutos de
exposición en la imaginación - 5 minutos de hiperventilación y retribución de las
sensaciones - 15 minutos de respiración por regulación respiratoria y - 10 minutos de
discusión sobre el proceso y su uso como tarea preventiva (Ej. casete) (PREVENCIÓN
COGNITIVA).

6.u. EJ DE   CDC  DE EVI CIÓ


R FÓIC :

Se jerarquizan las situaciones evitadas y se emplea la exposición con ellas (Ej.


primero en la imaginación, después en vivo); se utiliza a veces en combinación con la
inoculación al estrés.

C  CIC RE  C  DE FI


EER IZ D

(Terapeuta: Cottraux, 1990) (Adaptación: Juan J. Ruiz, 1992)

108
HIRI CIC :

1) Datos de identificación personal:

. Mujer de 19 años.

2) Motivo de consulta:

Miedo a la presencia de los pájaros. Este miedo (fobia) es muy invalidante pues la lleva
a tener dificultades para salir de casa y encontrarse con pájaros. Ella no puede
aproximarse a un pájaro menos de 5 metros de distancia, y solo puede pasar
rápidamente cerca de un pájaro a 2-3 metros.

3) Sintomatología:

. Cognitiva:
- Monólogo interiores referidos a encontrarse con un pájaro.
- Insoportabilidad valorada del hecho anterior.

. Afectiva:
- Ansiedad/miedo a las situaciones de encuentro con los pájaros.

. Fisiológica:
- Temblor.
- Taquicardia.

. Motivacional:
- Deseos de huida-evitación.

. Conductual:
- Evitación. Quedarse en casa.

4) Historia del problema y tratamientos anteriores:

Ella sitúa el inicio de su trastorno cuando tenía tres años. Entre sus antecedentes
destacan que sus dos padres tenían "depresiones". Ella ha tenido varios intentos
suicidas y vive en un ambiente conyugal perturbado. A los 3 años su madre fue
ingresada en un sanatorio por tuberculosis. Ella fue llevada a casa de su abuela que
tenía pollos. Sus primos la perseguían con plumas de pájaros, o bien excitaban los
pollos contra ella. Ella atribuye el inicio de su fobia a la separación de su madre y a esta
situación vivida en casa de su abuela.

109
Con 17 años fue tratada de una embolia grave con apendicetomía.

El año pasado fue tratada de su fobia con relajación de Schultz durante cuatro meses
sin resultado alguno.

5) Diagnóstico: Fobia simple

7.u.  II FCI -C


IIV Y CCEð IZ CIÓ DE 
ðRE :

Las variables implicadas en la fobia eran:


Situacionales: encontrarse con pájaros.
Cognitivas: expectativas de daño (ser picada por los pájaros) y abstracción selectiva de
recuerdos infantiles (separación de los padres y trauma por los pájaros-recuerdos
infantiles).
Afectivas: ansiedad ante los pájaros.
Conductuales: Reducción de la ansiedad por evitación de situaciones de posible
encuentro con los pájaros.

7.3. ðRCE DE IERVECIÓ:

esión nº1:
La situación fóbica fue clasificada en una escala subjetiva de malestar ansiosa que iba
de 0 a 100. A partir de esa escala se construyó una jerarquía de estímulos, de mayor a
menor grado de ansiedad evocada.

100- Atravesar una plaza con pájaros.


100- Ver "Los pájaros", película de A.Hitchcock.
100- Tocar una pluma de pájaro.
100- Ver un pájaro a menos de 5 metros.
80- Ver un pájaro disecado.
70- Leer una descripción ornitológica.
70- Ver un pájaro enjaulado.
50- Mirar una foto de un pájaro.
50- Ver una pluma de pájaro a 15-20 cm.
40- Ver un pájaro volando.
30- Ver un pájaro lejos en el cielo.
20- Ver un pájaro de plástico.
10- Oír la palabra "pájaro".

Se explicó la relación situación-cognición-afecto-conducta y la técnica de exposición. Se


procedió a efectuar una exposición en imaginación y después en vivo.

110
A- Exposición gradual en imaginación: Después de 5 minutos de relajación la paciente
participó en 15 minutos de exposición en la imaginación. Dos escenas sucesivas se
presentaron (imaginar una pluma negra a 50 cm sin tocarla e imaginar cogiendo una
pluma y tocándola).
B- Una sesión de exposición en vivo desarrollada inmediatamente: De acuerdo con el
paciente una pluma es situada a un metro cincuenta sobre la mesa del terapeuta. Al
principio la ansiedad subjetiva es de 5 (escala de 0 a 8). A los 5 minutos la ansiedad
subjetiva era de 2.
C- Al final de la sesión el terapeuta y la paciente acordaron una tarea a domicilio:
reproducir la sesión en imaginación, cada día hasta que la ansiedad subjetiva decreciera
al menos un 50%.

Nota: Aunque el terapeuta había construido una jerarquía de 10 a 100, que podía haber
utilizado muy gradualmente (Desensibilización sistemática), optó finalmente por un
método de exposición, comenzando por niveles altos de ansiedad subjetiva (eligiendo la
situación de tocar una pluma de
pájaro). El resultado positivo de la primera sesión le hizo seguir con esta técnica.

esión nº u:

. Exposición en imaginación:
- Coger y tocar una pluma.
- Meter la pluma en su bolso.
- Ansiedad inicial: 5
- Ansiedad a los 10 minutos: 2
. Exposición en vivo: tocar una pluma.
- Se sitúa una pluma a 2 metros de la paciente. Ella debe de aproximarse cada vez más
a ella y meterla en su bolso. La ansiedad es muy elevada (6, de 0 a 8), ella expresa un
sentimiento intenso de repulsión, llora y grita. Entonces ella cuenta un episodio infantil
donde sus primos la perseguían con unas plumas para hacerla llorar. Ella también teme
de que el terapeuta le arroje las plumas (durante 20 minutos).

. Tarea a domicilio: Reproducir la sesión en imaginación simplemente.

esión nº 3:
Ella dice estar deprimida y nerviosa pero también aliviada de tener acceso a la situación
temida. Ella pasó a 10 m. de un papagayo en la ciudad. De nuevo la sesión consiste en
una exposición en imaginación seguida de una en vivo a tocar una pluma y metida en el
bolso.
Tarea para el hogar: Transportar la pluma en su bolso.

111
esión nº a nº 9:

Exposición en vivo consistente en tocar un pájaro enjaulado.


Tareas de generalización: Llevar una pluma en su bolso, atravesar plazas públicas,
tener un pájaro enjaulado en casa y tocar la jaula.

ðost-cura:
La paciente es vista un mes después de la última sesión de tratamiento. Su pájaro ha
muerto. Ella lleva siempre una pluma en su bolso. Ella ahora no evita los pájaros.
A los 8 meses es nuevamente revisada, tiene dos faisanes en su jardín, va al gallinero.
Ella ha visto "Los Pájaros" de A. Hitchcock, pero detesta las películas de terror que
aprecia tanto su marido.

.Se evalúan psicométricamente los resultados :

DATOS--------------------PRETEST-------------POSTEST------------POSTCURA A LOS 6
MESES

.Fobia principal (0-8) 8 0 0

.Pánico 0 0 0

.Ansiedad general 2 0 0

.Cuestionarios de miedos
-Fobia total 26 2 0

-Ansiedad depresiva 2 0 0

-MMPI (Minimult) Normal Normal Normal

Ê 
4    Ê  

Ê 
Ê 
 Ê   

    Fobia Específica      

ibliografía

LAPLANCHE, J. y PONTALIS, J. (1996). E  


 (



MALDAVSKY, D. (1980).    


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Berlin. 1988.
SELIGMAN. M. E. P: Phobias and preparedness. Behavior Therapy, 2, 307-320. 1971. Recogido
el día 28/09/09 desde http://www.redsanar.org/drfobia/Terapias/manual12f.htm

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, Parte III. En O.C. A.E. T XVI, Bs. As.
ISBN978-950-518-592-4

KaplanH.; Sadock, B.. "Sinopsis de psiquiatría. Ciencias de la conducta. Psiquiatría clínica".


Editorial Panamericana.

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"

Manual de psicoterapia cognitiva- IV Aplicaciones clínicas: Elementos básicos, cáp.12.


Tratamiento de los Trastornos por Ansiedad (III) Fobia Específica Juan José Ruiz Sánchez y
Justo José Cano Sánchez

Diccionario de psicología, Friedrich Dorsch, Herder editorial

Fiorini,Estructuras y abordajes en psicoterapias psicoanalíticas, Nueva visión, Bs. As.

113

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