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Universidad de Navarra
f Barcelona-Madrid
-4)
go Con frecuencia, si alguien pretendía actuar de modo ético era acusado de falta de
| «realismo». De este modo, se fue generalizando la expresión «business is business», que no
S significaba otra cosa que la amoralidad de los negocios. Con ello se relegaba la moral al
g ámbito privado, al tiempo que los negocios se consideraban como un fin en sí mismos,
S al margen de toda ética.
9.
empresarios y directivos de empresa que, sin hacer alarde de formalismos éticos, dirigen sus
"organizaciones con sumó respeto hacia las personas y sus derechos y manifiestan un estilo de
dirección profundamente ético.
Un poco de historia
La empresa moderna contó desde sus comienzos con destacados análisis éticos.
Según muchos autores, la empresa moderna hunde sus raíces en las ciudades del norte de Italia
y en la banca que se desarrolló al hilo de los astilleros y de los grandes viajes mercantiles en la
baja Edad Media y el Renacimiento (4). En esta época destacaron dos grandes moralistas que
fueron también buenos conocedores de laeconomia y de los negocios desutiempo:Antonmo
de Florencia y Bemardino de Siena. Tanto es así, que estos autores sonreconocidosno sólo
como moralistas, sino también como grandes economistas (5). También en los dos siglos
siguientes florecieron eminentes moralistas, especialmente en la escuela de Salamanca, en
España, los cuales fueron también notables conocedores de la economía de esta época y del
modo de hacer negocios de sus contemporáneos, como ha señalado el conocido economista e
historiador de la ciencia económica J.A Schumpeter (6).
Hubo después una época decadente para la ética empresarial que se prolongó
hasta mediados del siglo XIX. Los problemas morales creados con la revolución
industrial requerían una nueva profuñoización ética. Esta vino, sobre todo, de la mano del
Papa León XUI en su encícuca Rerum novarum, publicada en 1891. Después de éL casi todos
sus sucesores en el papado han dedicado documentos a este tema que contienen valiosas
aportaciones a la ética económica y empresarial (7).
Asumir que las empresas tenían responsabilidades sociales fue un paso adelante,
pero en la práctica no solía pasar de ser un gesto de buena voluntad o una actitud de
voluntarismo apoyado, en gran medida, en la convicción de que las responsabilidades
sociales no eran más que «egoísmo ilustrado» para evitar futuros problemas. Faltaban
estudios serios y, sobre todo, una sólida fundamentación ética de la dirección de empresas.
Desde los años setenta, han ido apareciendo diversos estudios (8) que ponen de
manifiesto la compatibilidad entre las convicciones éticas y los negocios prósperos. Más
adelante se ha visto incluso la necesidad de la ética para la excelencia empresarial Así, la
popular obra de T. J. Peter y RJIJWatermaru «In Search of ExjeelencejLÍ~9J, publicada en 1982""
"dejaba claro que los valores_iticj?j_y^cc^cxejamente, el respetoalas personas y un auténtico
espíritu de servicio están en la base dejas empresas que destacan poFsus bliénós; resultados.
Estos autores sugieren que quienes se comportan éticamente con sus grupos interdependientes o
partícipes («stakeholders») son también quienes, a la larga, ganan más dinero.
Pasado el tiempo, algunas de las empresas citadas por Peter y Waterman, así como
por otros autores, como «excelentes», han dejado de serlo. Esto pone de manifiesto que la f
eficiencia empresarial expresada en resultados económicos no queda asegurada por un
"cómpprtarm
Ctica y eficiencia
_un efecto determinado, se manifiesta en todas las actividades que componen el proceso
^empresarial: diseñar un producto cuya venta sea un negocio eficiente, producir con eficiencia,
comercializar eficientemente los bienes y servicios ofrecidos, etc. Sin embargo, la actividadj:
empresarial no se agota con la eficiencia: más allá de los resultados materiales, en toda acción
hay un servicio o un daño al desarrollo humano de las personas. Y eso tiene mucho que ver con
" \ la ética. Las diversas actividades de la empresa pueden llevarse a cabo de modo que se respete la
dignidad y los derechos de~Ias personas. o, por el contrario, éstas pueden ser mampuíaaas~$
cosificadas, o puede actuarse sin respeterjus^erechos,. Hay trabajos muy dignos, mientras que
otros no lo son tanto o se realizan en condiciones inhumanas; puede venderse con honestidad o
incurriendo en fraude, con espíritu de servicio o manipulando al comprador, etc.
La ética se ocupa de alo haénoa en g" gentiHn más pleno. Hablando con propiedad,
sólo puede afirmarse que alguien es bueno en relación con la ética. Para ser unj>ogj?jmédico,
un buen deportista, un buen vendedor^etc, es necesario ser ético; 'de otro modo, sólo puede
afirmarse alguna habilidad que se manifiesta en ser eficiente para lograr algún tipo de
objetivos. Un médico que conozca y aplique muy bien unas técnicas, pero que maltrate a los
enfermos o colaboradores, no es un buen médico; un ciclista que gane carreras haciendo
trampas (drogándose, por ejemplo) no es un buen deportista; ni tampoco puede calificarse de
buen vendedor aquel que consiga buenos resultados económicos acudiendo al soborno.
En este sentido, puede afirmarse también que ser un directivo eficiente no basta para ser
un buen directivo.Buen directivo es aquel que no sólo obtiene los resultados que persigue, sino
que decide y actúa según unos principios que están de acuerdo conel bien de la persona humanar
ética orienta la acción para impedir que la encienda económica se vuelva contra el hombre.
Esta relación entre la confianza y la consistencia social puede extenderse a todos los
partícipes de la empresa («stakeholders»).
También para los individuos suele ser favorable tener unajdmagen. ética». A todos , \
gusta causar buéñalmpresión a los~Hemás, lo cual puede quebrarse si llega a conocerle que"'yí
un directivo «trabaja sucio», jjener una buena reputación ética puede ser ventajoso..para \\
mejorar posiciones en la empresa. Én la carrera profesional, una persona .que goza de buena
_ _
pputax;ióñ ética cueñtá"cóñ un importante activo, que puede ser muy valorado por razones de
credibilidad y confianza. En ía selección de personal con frecuencia se incluye la honestidad
¡y el^árácter -incluyendo determinadas virtudes morales— como elemento relevante para la
"elección de candidatos.
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Por ello no es de extrañar que la calidad moral de sus hombres v mujeres sea
considerada como una parte fundamental del activo humano de la empresa. Así lo entienden
"muchos altos directivos, como lo demuestra un estudio de la prestigiosa revista The Business
Roundtable. Su conclusión es que «existe la profunda convicción de que una buena / ;
reputación de lealtad y honradez en los negocios es uno de los principales activos /
empresariales, que todos los trabajadores deben fomentar con el máximo cuidado» (15). " '
Si los directivos actúan de un modo ético, los empleados tienen una nueva
íotivación para trabajar derivada del reconocimiento de la calidad moral del directivo. Se_
r
descubre en él a un verdadero líder, alguien que quiere hacer las cosas bien y, sobre todóT qué"
se preocupa por el bien de sus colaboradores y Riihnrdinan'ns. Así surge una, mntivañTori
íe se añade a la que pueda surgir de la recompensa o del tipo de trabajo realizado.
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JLa insatisfacción ética puede ser ocasión ^egmotivacián cuando tal, actuación ha
tenido su origen en presiones de los superiores (17). Aunque todavía hay pocos estudios que
correlacionen el respeto a las conciencias de los individuos y la satisfacción de los mismos en
el trabajo, los pocos que se han realizado confirman que esa correlación es elevada (18).
§ Algunos directivos valiosos cambian de empresa porque la falta de ética en el ambiente en
| que se mueven les resulta insoportable (19).
"&>
•d
° f) Disminución de los costes de transacción
3
1 Todo lo anterior y, sobre todo, la calidad ética de quienes forman la empresa, \ i
- !
m ^contribuye a dismir»"* 1n» cftfffffi ocasionados por evitar comportamientos oportunistas o por \
a s
s hacer_frqn{e k* conflicto*, Tgclarnar-innfts y querellas judiciales. La consistencia social a la
I qj^^Jug^_la_cahdad_ética incide en los costes de transacción^rnternos y externos. A l "
s. aumentar la integración y la cóoperacioñ^lhsrñm y de control.
Puede ser que una actoadónj;ontraria_a la ética comporte ventajas externas a corto
plazo paraImlnoUv^dúo ojñT grupo particularXé^to,d^e.ro,,poder, etc.),. pera no. para la
1
soaedadjej jfl r-™\p"ift>- M^s aún, cuando algunos se aprovechan de la buena fe de los demás
"para su lucro personal, muy pronto pueden encontrar imitadores. De este modo, se va
deteriorando la calidad social, lo_cual ya en perjuicio de todos.
una de las causas principales que impiden el desarrollo y un ambiente de pacífica convivencia
social. L& eficacia de la ética seextiende, pues, a la obtención de un ambiente social más
propicio para todo~ " ~ " ~
Sin embargo, no faltan quienes cuestionan la ética como ventaja competitiva. Es.
evidenté~que en entornos corruptos o corrompibles, incluso puede ocurrir todo lo contrario:
concursos perdidos por no sobornar o por no someterse a extorsiones, promociones
personales conseguidas a costa de los demás, etc.
Por otra parte, las actuaciones éticas y las virtudes humanas no siempre son tenidas
en cuenta para la promoción. Tampoco es frecuente que se den «medallas» por las
actuaciones éticas. Asimismo, la remuneración y promoción del personal a menudo se
establecen dando más relevancia a factores ajenos a la ética. La honestidad del candidato y
otras virtudes morales no suelen pasar de ser una condición preliminar.
Í De todos es conocido que hay empresas más preocupadas por su continua cotización
m bolsa, o por sus resultados anuales, o incluso trimestrales, que por el largo plazo, al menos
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en algunos países o sectores. Y si actúan a corto plazo, ¿no hay acciones «poco éticas» que
permiten alcanzar más fácilmente unos determinados objetivos económicos o de poder
que otras acciones más responsables que miren al futuro de la empresa?
Por lo demás, un directivo con mentalidad economicista puede pensar que cuando
lleguen los buenos resultados él ya no estará, de modo que lo importante es aprovecharse de
la situación actual, sin pensar en el futuro. Tampoco faltan empresas «oportunistas» que
buscan el beneficio sin reparar en medios. En casi todos los países hay casos bien conocidos
de actuaciones inmorales de individuos y empresas en los que se ha obtenido un importante
lucro utilizando medios inmorales.
-por citar^lgmi^Sieñes^ticos- valen por sí mismos (...); considerarlos como meros medios
para un fin, instrumentalizarlos, es negarlos; quien busca la amistad con vistas a algo distinto
de la amistad misma y del bien del amigo, en realidad no busca la amistad, sino que finge
buscarla y hace imposible que surja» (23).
Las decisiones humanas no sólo producen resultados exteriores, sino que también
- -
afectan !!" ^cispfTTÜ tomar decisiones efe" ISodcT consciente y Ubre, el decisor se va
"configurando en su calidad humana. Así, cuando una persona decide robar, se hace ladrón, y
cada vez que decide actuar con justicia se hace un poco más justo. En otras palabras, aLtomar
decisiones no sólo elegimos qué cosas queremos hacer, smo_que_también elegúnos^wé clase
depersona_queremos ser.__^
La ética es, pues, necesaria, sobre todo porque orienta hacia la plenitud^ humana, es
decir, Sacia ei desarrollo humano de la persona. Quien actúa de modo ético mejorajxszQ.0
persona y, por el contrario, quien actúa mal se desraclao cbÍT6mpTen~suTm^ Desde
está" perspectiva se comprende la famosa sentencia de Sócrates, citada por Platón
(«Gorgias», 469), cuando afirma que «es mejor sufrir la injusticia que cometerla», ya que
cometer una injusticia degrada al hombre en su humanidad; en cambio, ser víctima de una
injusticia, aunque produzca sufrimiento, no deteriora la calidad moral del sujeto.
la libertad, es decir, aumenta en nosotros el poder de actuar bien con facilidad, prontitud y \
gusto. A los~hábitos~operativos generados de este modo, tradicionalmente se les denonnna \
virtudes morales, las cuales no son simples «cosfrimbres» o «hábitos operativos i
indiferentes», sino disposiciones estables del carácter que dan mayor libertad para actuar bien
1
cuando convenga, con prontitud y sin disgusto, "
Las normas de actuación están en relación con las virtudes, pero las virtudes son lo
más importante; es lo que queda en lo más mtimo del sujeto y viene a ser como la
quintaesencia de la calidad humana.
La necesidad del desarrollo como persona, percibido por la razón, viene también
avalado por motivos religiosos, cuando se percibe la plenitud humana dentro de los planes de
la Sabiduría divina (24). Como es obvio, la existencia de esta motivación religiosa no
significa que, en la práctica, sea la más influyente para todos. Podrían citarse personas
no religiosas que son más honestas que otras que se dicen religiosas; aunque también
podrían darse muchos ejemplos en sentido contrario. Sea como fuera, no cabe duda de que
los motivos religiosos añaden algo que mueve a actuar^de modo ético7 a veces incluso hasta"
el heroísmo. " ~ " '
A modo de conclusión
Se ha hecho notar que «ser ético no siempre paga» (25), pero tampoco puede
afirmarse que actuar de modo ético equivale a atentar sistemáticamente contra la cuenta de
resultados, ni mucho menos. Es cierto que, en ocasiones, ser ético podrá hacer perder
oportunidades. Es posible incluso que, alguna vez, actuar de modo ético exija sacrificar
determinadas ventajas, pero lo ordinario será que la ética mejore los resultados a largo plazo.
De aquí la convicción, cada vez más aceptada, de que la ética empresarial es una condición
necesaria, aunque no suficiente, para la eficiencia empresarial. •
(1) Según un estudio publicado a finales de los años ochenta, más del 90% de las quinientas empresas
enumeradas por la revista Fortune tenían código ético. (Cf. Center for Business Ethics, «Are Corporations
Institutionalizing Ethics?», Journal of Business Ethics, vol. 5, 1986, págs. 85-91.
(2) Erman, Adolf, «The Literature of the Ancient Egyptians», E- P- Dutton Co., Nueva York, 1927. Citado por
George, Claude S., Jr., «The History of Management Thought», 2* ed. Prentice Hall, Londres, 1972, pág. 6.
(3) Harper, Robert F., «The Code of Hammurabi, King of Babylon», University of Chicago Press, Chicago,
1904. Citado por George, C. S., obra cit, pág. 9.
(4) Cf, por ejemplo, Reynolds, J. L., «Origins of Modern Business Enterprise», Journal of Economic History,
12, otoño de 1952, págs. 350-365.
(5) Roover, Raymond de, «Sant Bernardino of Siena and Sant Antonino of Florence: The Two Greats
Economic Thinkers of the Middle Ages», Kress Library, Cambridge, Mass., 1967.
(6) En efecto, J. A. Schumpeter pone de relieve que en los sistemas de teología moral de los escolásticos
tardíos del siglo XVI, como Leonardo de Leys, Luis de Molina, Juan de Lugo, Domingo de Soto y otros, la
economía conquistó definitivamente, si no su existencia autónoma, sí una existencia bien determinada;
éstos son los autores de los que con menos incongruencia se puede decir que hayan sido los «fundadores»
de la «economía científica», (cf. «Historia del Análisis Económico», Ariel, 1971, págs. 134 y siguientes).
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(7) Para una buena colección de estos documentos véase, por ejemplo, «El mensaje social de la Iglesia»,
3* ed., Ed. Palabra, Madrid, 1992. Una amplia recopilación de mensajes de Juan Pablo ü a empresarios y
directivos económicos se encuentra en: Melé, D., «Empresa y economía al servicio del hombre», Eunsa,
Pamplona, 1992.
(8) Son citados por Tuleja, T. J., «Beyond the Bottom Line», Nueva York, 1985. Trad, con el título «Más allá
de la cuenta de resultados. De cómo los líderes empresariales están convirtiendo la ética en beneficios»,
Plaza & Janes, Barcelona, 1987, págs. 238-248.
(9) La traducción española de «In Search of Excelence», Harper & Row, Nueva York, apareció en castellano
en 1984, con el título «En busca de la excelencia», Plaza & Janes, Barcelona.
(10) O'Toole, J., «Vanguard Management: Redesigning the Corporate Future», Doubleday & Co., Toronto,
1985.
(11) Paskin, M., «The Hard Problems of Management: Gaining the Ethics Edge», Jossey Bass Inc.,
San Francisco, 1986.
(12) Riederbach, R E., y D. P. Robin, «Ethics & Profits: A convergence of Corporate America's Economic and
social responsibilities)), Prentice Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1989.
(13) Cf. Kotler, P., «Marketing Management», Prentice Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1988, pág. 18.
(14) Llano, A., «La empresa ante la nueva complejidad», en «El humanismo en la empresa», A. Llano et al.,
Rialp, Madrid, 1992.
(15) (•clnforme sobre la ética empresarial», de «The Business Roundtable», 1989. Prólogo. Traducido y
o
publicado en «Cultura y Etica Empresariales», Boletín del Círculo de Empresarios, n° 50, 2 trim, de 1990,
págs. 75-84.
(16) Cf. Allen, F. T., ((Corporate Morality: Is the price Too High?», The Wall Street Journal, 17 de octubre de
1975, pág. 16.
(17) Cf. Carroll, A. B., «Managerial Ethics: A Post-Watergate View», Business Horizons, volumen 18, abril de
1975, págs. 75-80; Brenner, S. N. y E . A. Molander, «Is the Ethics of Business Changing?», Harvard
Business Review, enero-febrero de 1977, págs. 75-80; Lincoln, D. J., M. M. Pressley y T. Little, «Ethical
Beliefs and Personal Views of Top Level Executives», Journal of Business Research, volumen 10, 1982,
págs. 475-487.
(18) Cf. Vitell, S. J., y D. L . Davis, «The Relationship Between Ethics and Job Satisfaction. An Empirical
Investigation)), Journal of Business Ethics, volumen 9, 1990, págs. 489-494.
(19) Cf. Chinchilla, N., «Fundamentos teóricos para un análisis de la rotación voluntaria de directivos»,
Apéndice, tesis doctoral, IESE, Barcelona, 1993.
(20) «The Business Roundtable», 1989, Introducción.
(21) Cf. «Ethikos», 8, septiembre-octubre de 1994, págs. 1 y siguientes.
(22) Frase citada en The Economist, febrero de 1990, pág. 81.
(23) Illanes, J. L., «El mercado: ética y eficiencia», en «Etica, mercado y negocios», D. Melé (coord.), Eunsa,
Pamplona, 1994, pág. 32.
(24) En efecto, descubrir a Dios como Legislador universal que ha puesto en la conciencia de todos el
conocimiento de un orden moral, aunque sea de modo elemental (la evidencia de la bondad de virtudes
como la justicia, la lealtad, la veracidad, la generosidad, etc.), añade un nuevo motivo para ser ético. Esta
convicción lleva a esforzase por actuar bien, porque tal cosa forma parte de los planes de la Sabiduría
divina.
(25) Cf. Bhide, A. y H. H. Stevenson, «Why Be Honest if Honesty Doesn't Pay?», Harvard Business Review,
septiembre-octubre de 1990, págs. 122-129. (Trad, española «¿Merece la pena ser honesto en los
o
negocios?», Harvard-Deusto Business Review, 3 trim, de 1991, págs. 100-110).