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Tradicionalmente, ambos
sexos han sido diferenciados y se ha considerado que tienen diferentes características y
roles. La mujer pasiva, obediente y cariñosa que cría y cuida a los niños y su hogar. El
hombre duro, dominante y agresivo, cuyo cometido es trabajar y proveer a la familia de
sustento.
Estos roles han sido a lo largo de la historia tenidos por ciertos y naturales, y han supuesto
la crítica y repulsión hacia aquellas personas que se desviaban de ello. Incluso hoy en día
no es infrecuente oír como crítica que alguien es poco masculino/femenina. Pero los roles
de género no son algo natural sino una construcción social, que en diferentes culturas
pueden no ser compartida. Al conocimiento de este hecho, que ha permitido con el tiempo
la igualdad de género, ha contribuido en gran medida la teoría del género de Margaret
Mead.
Sus observaciones sobre los tchambuli reflejarían que en esa sociedad la mujer se dedica a
la búsqueda del sustento en actividades como la pesca y dirige la comunidad, mientras
que el varón realiza las tareas del hogar, asumiendo conductas atribuidas al otro género en
otras sociedades y mostrando ellos mayor sensibilidad en aspectos como el arte y la
búsqueda de la belleza. Dicho de otro modo, los roles de género de esa sociedad podrían
haberse considerado el reverso de los occidentales.
De este modo, el comportamiento, los roles y los rasgos atribuidos a cada sexo no se
encuentran vinculados al sexo en sí. El motivo de que en algunos lugares el rol sea uno u
otro puede encontrarse en que cada cultura, en sus inicios, establece un carácter o patrón de
actuación deseable para sus componentes. Un patrón que termina por ser interiorizado y
replicado a través de las generaciones.
En base a ella, la autora consideraba que había que disminuir la rigidez de los roles de
género y las diferencias que estos comportan, de manera que ambos sexos pudieran
desarrollarse plenamente.
La teoría del género de Mead, que refleja a este como una construcción social, ha tenido
repercusiones en diversos sentidos. La búsqueda de la igualdad de sexos y la progresiva
difuminación de los roles y estereotipos de género han sido facilitados por estas
investigaciones.
Asimismo, si bien la autora no hizo gran hincapié en ello en sus investigaciones, también
ha contribuido e impulsado que otros investigadores contribuyeran a derribar mitos y
creencias respecto a la orientación y la identidad sexual.
Referencias bibliográficas: