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El arte y el juego en la terapia de niños

víctimas de abuso sexual1

Eliana Gil

Los niños víctimas de abuso sexual son, generalmente, víctimas


silenciosas. Acallados por adultos manipuladores o situaciones que van
más allá de su comprensión, no se atreven a manifestar su profunda
angustia. Algunas veces, sus conductas “problemáticas” revelan
preocupaciones subyacentes e indican su necesidad de protección. Otras
veces, los niños soportan años de sufrimiento; incapaces o no dispuestos a
comprometer su seguridad, suelen creer que la develación traerá
consecuencias terribles como la desintegración de la familia, la pérdida del
amor familiar o un daño a sí mismos o a sus seres queridos. El arte
terapia puede ofrecer a los niños muy buenas posibilidades de curación;
en un comienzo, para facilitar la comunicación y más tarde, entregando
posibilidades de superar problemas emocionales penosos y difíciles.

Secuelas del abuso sexual

En las últimas tres décadas, la literatura sobre este tema ha


aumentado considerablemente (Conte, 2002). Briere (1992) propone siete
tipos de alteraciones psicológicas presentes en adolescentes y adultos
abusados: estrés post-traumático, distorsiones cognitivas, alteraciones
emocionales, disociación, autoestima dañada, capacidad de relacionarse
perturbada y evitación. Según mi experiencia (Gil, 1991), estos síntomas
también son comunes en niños pequeños abusados. Kendall, Tackett,
Williams y Finkelhor (1993) en la revisión de alrededor de cuarenta
estudios sobre investigaciones empíricas, identificaron cuatro síntomas
principales: trastorno por estrés post-traumático (miedo y ansiedad),
agresión, depresión y conductas sexuales agresivas. Éstas últimas se
presentan muy resistentes a las intervenciones terapéuticas (Lanktree y
Briere, 1995). Friedrich (1995) señala como foco terapéutico para niños en
crecimiento: el desarrollo del yo, el apego y los problemas de desregulación
afectiva y conductual. Existen otros problemas, comúnmente asociados a
niños abusados, que están inmersos en las categorías generales, tales
como trastorno del sueño y alimentación, baja autoestima, relaciones
interpersonales inadecuadas, dificultades de aprendizaje, etcétera.

1 Traducción libre de Capella, C., Escala. C. y Núñez, L., docentes Curso de Actualización de Post
título Intervención Psicoterapéutica con niños y niñas que han sido víctimas de agresiones sexuales:
Profundización en el uso de técnicas (curso impartido en el mes de Enero del año 2008 en la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile).
Texto original: GIL, E. (2003). Art and Play therapy with sexually abused children. En: MALCHIODI,
C. (ED). Handbook of art therapy. New York: The Guilford press.

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Aunque los niños abusados comparten síntomas comunes, sus
respuestas, únicas e idiosincrásicas, deben ser cuidadosamente
evaluadas, dejando de lado suposiciones y expectativas que “todos” los
niños abusados reaccionarán de una manera determinada. De hecho, sólo
podemos afirmar con certeza una sola cosa: los niños abusados asignan
un significado único a sus experiencias y desarrollan estrategias originales
de defensa para poder sobrellevarlas y sobrevivir a los eventos penosos de
la vida.

Los niños víctimas de abuso sexual quedan expuestos a situaciones


perturbadoras y estresantes, capaces de cuestionarlos, debilitarlos o
hacerlos sentir vulnerables e indefensos, esto se da en forma aguda o
crónica (Friedrich, 2002). El abuso puede tener un impacto leve o severo,
dependiendo de múltiples variables; generalmente, el impacto es más
severo en casos como: abuso frecuente y por largo tiempo; cuando
interviene más de un agresor; en caso de penetración o coito; si hay uso de
la fuerza para el contacto sexual; abuso producido a muy temprana edad;
abusos deshonestos por parte de un agresor bastante mayor que la
víctima; si el abuso es simultaneo a una agresión física; abuso con
características bizarras; con sentimiento de inmediatez de responsabilidad
personal en el abuso; si se producen sentimientos de impotencia, traición
y/o estigmatización al momento del abuso (Briere, 1992, pp. 5-6). Los
abusos reiterados por parte de un familiar o adulto de confianza, tendrán
un mayor impacto en el niño y requerirán el despliegue de estrategias de
defensa más sofisticadas. La primera tarea clínica, por lo demás, es
evaluar la experiencia particular de cada uno de los niños.

El setting clínico

Los niños que empiezan un tratamiento debido a un presunto abuso


sexual, probablemente hayan pasado por una serie de entrevistas verbales,
realizadas por distintos profesionales. Generalmente, entran al setting
clínico vacilantes y cautelosos, incapaces o poco dispuestos a responder
una vez más preguntas acerca de lo que sucedió y cómo se sintieron.
Como respuesta a esta resistencia esperable, recomiendo un proceso de
evaluación no directivo, basado en el juego y no exclusivamente en la
comunicación verbal (Gil, 2002). Este enfoque permite que los niños
desarrollen un sentimiento de comodidad y seguridad, al mismo tiempo
que aumenta su potencial para comunicarse a través de símbolos y del
lenguaje. También, establece el contexto para el trabajo terapéutico
posterior, el cual tratará, obviamente, toda la gama de síntomas
problemáticos (Heineman, 1998, James, 1994).

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La sala de terapia de juego presenta una variedad de juguetes
seleccionados a propósito, según su potencial simbólico (Landreth, 1982).
Imagino mi sala de terapia de juego con “rincones”, donde pueden
realizarse diferentes actividades: arte, arena, títeres y dibujo. El rincón de
arte presenta una variedad de lápices, rotuladores, pinturas, papel,
materiales para manualidades y un caballete. El rincón de la arena incluye
bandejas de arena, miniaturas y agua. Se invita a los niños a usar todas
las miniaturas que deseen para construir un “mundo” en la arena o
“cualquier cosa que quieran hacer”. (Ver Mitchell y Friedman, 1994;
Homeyer y Suveney, 1998; Lubovitz, Boic y Goodwin, 2000) El rincón de
los títeres ofrece una gran variedad de ellos que pueden representar:
dominio, vulnerabilidad, agresión, docilidad transformación (por ejemplo
un tractor que se transforma en mariposa). Además hay gran cantidad de
títeres humanos que representan distintas profesiones (policía, doctor),
como también distintos estatus (reyes y reinas, campesinos) Además tengo
dos rincones de juguetes: el rincón del “hogar”, con elementos como una
casa de muñecas, animales y familias de humanos de diferentes etnias,
utensilios de cocina, platos y cubiertos, muñecas bebés, tinas de baño,
etc., etc., el otro es un rincón de “ reparación” que incluye símbolos de
salud, un botiquín de primeros auxilios y un hospital. Además, otros
elementos como: insignias, distintivos, capas, lentes de sol, máscaras,
espadas, todo lo cual puede proporcionar una oportunidad de expresar
sentimientos de vulnerabilidad o de agresividad.

El terapeuta debe poner a los niños en contacto con los materiales


disponibles y las actividades posibles, invitándolos y permitiéndoles que
exploren y seleccionen lo que desean hacer. Al mismo tiempo, debe
expresar interés y entregarles un apoyo incondicional, junto con una
preocupación genuina. Es importante que el terapeuta permanezca,
emocional y físicamente, presente junto al niño, sin imponer una agenda
o inmiscuirse en la experiencia que el niño vive en la sala. Como resultado
final, la resistencia del niño disminuirá y se sentirá valorado, seguro y
respetado por el profesional.

El terapeuta llevará un registro de la conducta del niño, de su


actitud general y del tipo de juego que realiza, debe anotar lo que el niño
hace o deja de hacer, qué juguetes selecciona en forma reiterada y cuáles
evita y los temas que emergen en el trabajo de arte o en el juego, como
también aquellas experiencias en el juego que provocan en el niño
respuestas diferentes. Junto a lo anterior, debe ayudar al niño a
desarrollar sus metáforas, reflejando lo que ve y haciendo preguntas de
clarificación o expansión. Cuando el terapeuta pide al niño que se dibuje a
sí mismo y éste lo hace con una imagen no realista, no debe rechazarla, ya
que perdería una rica posibilidad de aprender sobre el niño. Rubin (1994)
afirma: “Es importante tener presente que las representaciones de sí
mismo pueden reflejar las cosas como son realmente o ser proyecciones de
las fantasías del niño, pueden ser la expresión de lo que el niño teme ser, o
desearía ser, incluso pueden representar diversas facetas de la
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personalidad del niño” (p. 73). Observemos en el siguiente ejemplo la
facilidad con que este niño de seis años, comunica emociones difíciles para
él:

Terapeuta: Cuéntame sobre el dibujo que hiciste.


Tony: Es una ardilla, un árbol y una roca.
Ter: Mmmmm
Tony: La ardilla está detrás de la roca.
Ter: ¡Ah!, ya veo. La ardilla está detrás de la roca. Me pregunto cómo
será esto de estar detrás de la roca.
Tony: Bueno.
Ter: Es bueno estar detrás de la roca. Me pregunto por qué.
Tony: La roca la mantiene a salvo. Nadie puede verla.
Ter: ¿Qué pasaría si alguien viera a la ardilla detrás de la roca?
Tony: La ardilla tendría miedo.
Ter: Ah, ya veo. La ardilla tendría miedo. Quisiera saber qué causaría
el miedo de la ardilla.
Tony: Es que los chicos se ríen de ella y eso no le gusta.
Ter: Los chicos se ríen de la ardilla y a ella esto no le gusta. Me
pregunto cómo se siente la ardilla
Tony: Se siente triste.
Ter: Oh, triste. La ardilla está detrás de la roca porque piensa que la
gente puede burlarse de ella y entonces ella se sentirá triste.
Tony: Sí, se pone triste y después se pone furiosa.
Ter: Entonces la ardilla siente muchas cosas cuando la gente se
burla de ella, triste y terriblemente enojada
Tony: Sí, se mete en problemas cuando está furiosa.
Ter: Entonces, estar detrás de la roca la hace sentir segura y no
meterse en problemas.
Tony: Sí, es tranquilo ahí atrás.
Ter: La ardilla piensa que es tranquilo detrás de la roca. ¿Le gusta
siempre este sitio tranquilo?
Tony: Bueno, a veces también es un poco aburrido. Ella quiere jugar
con sus amigos
Ter: Entonces ella quiere jugar a veces y, sin embargo, se queda
detrás de la roca.
Tony: Sí, porque a veces yo no tengo amigos…Quiero decir, la ardilla
no tiene amigos.
Ter: Me pregunto, qué ayudaría a la ardilla a tener amigos.
Tony: No lo sé

Este es un ejemplo cómo usar las historias de los niños, los símbolos y
las metáforas, expresando interés y ayudándoles a aumentar la
información que entregaron inicialmente. Vale la pena mencionar varias
cosas: cuando los niños hacen un dibujo, seleccionan a propósito símbolos
conscientes o inconscientes. Los niños crean o escogen símbolos con
determinados rasgos o atributos, ya sea que dichos rasgos sean reales o
atribuidos por ellos mismos, de este modo, los niños usan la proyección
tanto para alejarse como para enfrentar el material emocional difícil. Al
distanciarse a través de un símbolo se protegen de percepciones,

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cogniciones o afectos que son incómodos, agobiantes o amenazantes. Este
enfoque de “toma de distancia” permite a los niños enfrentar contenidos
emocionales conflictivos perturbadores, exponiéndose progresivamente a
aquello que es más temido o compulsivo. Terr (1990) plantea que los niños
traumatizados “interpretan” o “representan”: de hecho los niños tienden,
frecuentemente, a recrear casi en forma compulsiva, los acontecimientos
traumáticos a través del juego, situación que recibe el nombre de “juego
post-traumático” (Gil, 1993). Rubin (1984) describe el proceso de “salir
adelante” inherente al juego post-traumático diciendo que “a menudo se
realiza a través de reiteradas confrontaciones con la idea temida, por
medio del dibujo o representación de un tema agobiante y, generalmente,
sin efectuar grandes cambios en los sucesivos dibujos” (pp. 85-86).

Opciones terapéuticas disponibles en arte

El arte terapia puede ayudar a los niños víctimas de abuso sexual de


muchas maneras. El arte permite a los niños crear imágenes que
comunican sus percepciones acerca de sí mismo y del mundo circundante.
La pintura objetivada actúa como una comunicación simbólica inmediata
que, frecuentemente, evita las dificultades del lenguaje… estas imágenes
simbólicas escapan más fácilmente a la represión de la “censura” (término
de Freud) por parte de la conciencia de lo que pudieran hacerlo las
expresiones verbales… Por otra parte, cuando los niños dibujan, lo hacen
en un papel de dimensiones específicas, lo que establece límites. Una vez
que las imágenes quedan establecidas en el espacio, sobre el papel, el niño
ha contenido, esencialmente, aquello que lo desestabilizaba. Lo que vivía
como desorganizado o caótico adopta ahora características de “manejable”.
Los pensamientos y sentimientos del niño no deben ser dejados “al azar”,
ya que se sentiría sobre estimulado o perturbado por ellos. Al
“empequeñecer” dichos sentimientos y pensamientos, dándoles
dimensiones específicas (los límites impuestos por el papel) el niño recobra
la sensación de control. Un niño que hizo un dibujo de su agresor,
observó: “Él no parece tan alto y tan fuerte ahora que está sobre el papel”.
Luego, se dibujó a sí mismo más alto y más fuerte que el otro y lo
subtituló: “Ya no me puedes hacerme daño, muchacho”.

Trabajar en arte permite a los niños expresar emociones que,


eventualmente, podrían ser sofocadas por sentimientos de ansiedad,
miedo, confusión o conflictos de lealtad. Algún niño enojado o temeroso de
usar su voz, podría ser capaz de esparcir pintura de un rojo intenso (rabia)
sobre un papel y lograr con esto un gran alivio. Tal vez, luego se sentirá
motivado a intentar otros medios para liberar su rabia, incluso usar su voz
para gritar, hacer ruidos o, por qué no, emitir palabras.

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El arte permite a los profesionales, a su vez, comprender de mejor
manera lo que los niños están sintiendo y qué sucede en sus mentes. Un
cambio en la naturaleza de la imagen realizada por el niño puede dar
pistas sobre cambios en sus percepciones, actitudes o creencias. A través
de una eficaz observación de la secuencia artística se puede,
generalmente, evaluar si se produce algún progreso.

Finalmente, como confirma Malchiodi (1998) “la mayoría de los


niños, a pesar de las experiencias dolorosas, pueden sentir alegría en el
acto de crear arte. Puede ser que, a través de la creación artística, se viva
una experiencia natural de plenitud o se encamine a ella y esto, por si
mismo, es sumamente importante para comprender los dibujos de los
niños traumatizados y la importancia de éstos para la terapia misma.” (p.
137)

Ilustración de un caso

Rosa, una niña hispana de 8 años, fue derivada a mi consulta


después de un examen realizado por el equipo de enfermería de abuso
sexual de un hospital vecino. Los hallazgos médicos eran congruentes con
la presunción de abuso sexual por parte del abuelo materno de la niña. La
madre de Rosa me llamó en estado de crisis, desesperada y horrorizada,
ansiosa de venir y hablar sobre la situación. A pesar de la motivación que
mostraba, canceló dos veces la sesión y prefirió hablar conmigo por
teléfono.

La madre, llorando, describió así la situación: ella y su marido eran


muy religiosos y habían sido siempre muy protectores con sus dos hijos,
Rosa y su hermano José, de cinco años. Dijo que su padre había venido a
vivir con ellos dos años antes y la familia había hecho grandes sacrificios
para acomodarse a vivir con él.

Tenía una doble preocupación: la virginidad de su hija y cómo contar


el hecho ocurrido a su marido. Sólo vino a verme después de haber
hablado dos largas horas por teléfono. Ocupamos gran parte de esta
sesión, discutiendo el tema de cómo informar a su marido sobre lo
sucedido. Describió a éste como un hombre bueno y sensible.

Pensando que ella podría recibir el apoyo necesario por parte de su


marido, indagué sobre el motivo de sus inquietudes. Dijo estar muy
asustada ante una posible reacción violenta por parte de su marido, que
“quizás intentara matar a mi padre”. Lo interesante de esto es que el
marido no tenía ni un solo antecedente de violencia, lo que me hizo pensar
que era su propia rabia contenida la que actuaba en ella. Además, le
preocupaba que su marido considerara a su hija como alguien “dañado”,

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ya que, tradicionalmente, él sostenía que las mujeres debían llegar
vírgenes al matrimonio. Hablamos de sus temores y se mostró abierta a
mis sugerencias, especialmente al ofrecimiento de reunirnos enseguida
con su marido para informarle de la penosa situación. Le hice ver que
Rosa era muy pequeña y que no había razón para creer que pudiera,
automáticamente, sufrir futuros problemas físicos o emocionales,
principalmente si las reacciones de su entorno eran rápidas, sensibles y
apropiadas. La madre llamó a su marido desde mi oficina. El aceptó
reunirse con ella, intuyendo que algo muy grave había sucedido. La sesión
que yo tenía a continuación había sido suspendida y pude realizar una
sesión con ambos padres enseguida.

Ayudé a la madre a entregar la información al padre y, como era de


esperar, éste quedó choqueado y preocupado. Abrazó a su esposa cuando
lloraba y le reprochó no haberle contado antes lo sucedido. Luego me hizo
preguntas importantes: “¿Está herida? ¿Estará bien pronto? ¿Cómo
afectará esto su futuro? ¡Es tan pequeña, tan niña, tan tierna! ¿Cómo
podrá entender esto?” Le contesté que lo peor ya había pasado y que, en
este momento, debíamos concentrarnos en ayudar a Rosa a recuperarse.
Le dije también, que la resiliencia de los niños es notable y que era
razonable esperar que Rosa superara estas experiencias. Finalmente la
pregunta surgió,” ¿Es aún virgen?”. Le dije que yo no era especialista en
medicina, pero que las enfermeras me habían asegurado que las heridas
curarían rápidamente. “¡Es tan pequeña”!, le dije, “cuando llegue el
momento de su matrimonio, es casi seguro que este recuerdo será ya muy
lejano y su cuerpo estará completamente sano.” Después de esta sesión
inicial fijé una sesión con Rosa. Los padres salieron tomados de la mano y
acompañaron a Rosa en cada uno de los siguientes encuentros. Yo los
animé a que tomaran a Rosa en brazos y le dijeran que estaban muy
tristes porque su abuelo la había dañado y, también, muy orgullosos
porque les había contado lo sucedido, de manera que se pudiera poner
término a este abuso.

El tratamiento de Rosa

Inicialmente, Rosa era tímida y tranquila, pero después de las dos


primeras sesiones estaba llena de ansiedad y excitación antes de llegar a la
sala de terapia de juego. Realicé con ella una combinación de terapia
directiva y no directiva, empezando por una visita a la sala de terapia de
juego, con una invitación a “hacer lo que quisiera”. En la primera sesión,
exploró libremente, moviéndose de una cosa a otra. Se interesó en la
bandeja de arena y las miniaturas. Puso dos enormes arañas y un
dinosaurio en la arena, también un insecto detrás de una pared (ver fig.
12.1) 2 . Además, enterró en la arena un pozo de agua, haciendo que se

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Como terapeuta en arte, considero la terapia en arena como una fácil transición. De
hecho, pienso que la creación de escenarios en arena es semejante a la creación de un

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secara, por consiguiente. Más allá, enterró un cofre, cerca de una lápida
funeraria. Comentó que la persona muerta era su “buen abuelo”, que
había muerto y estaba enterrado en su país. Dijo que ella lloraba cuando
pensaba que estaba muerto. Me impresionó su habilidad para expresar
emociones y le comenté: “Se escucha como si echaras de menos a tu
abuelo que murió y parece que él era un buen abuelo para ti”. Ella movió
afirmativamente la cabeza. No le pregunté nada más, pero me llamó la
atención la elección de insectos de muchas patas y el aspecto tan árido y
amenazante del cuadro, a la vez que tan triste.

Figura 12.1 Bandeja de arena con dos grandes arañas, un insecto


escondido detrás de una “pared” y un dinosaurio

En la sesión siguiente, Rosa preguntó si podía pintar y luego dijo:


“Haré un dibujo de mí misma…”. Preparé el caballete, pinturas y pinceles
y ofrecí a Rosa una variedad de papeles. (Ella tomó uno de 27 por 35 cms.
y no el estándar de 21 x 27, ni el más grande, de 45 x 60). Hizo una
pequeña figura en la parte inferior derecha de la hoja (fig. 12.2). Los brazos
eran más bien anchos y rectangulares y parecían desconectados de su
cuerpo y se “encapsuló” a sí misma en un cuadrado de un rojo brillante.
Luego rellenó el resto de la hoja con pintura púrpura y con otras figuras
rectangulares, verdes y negras. Un gran rectángulo negro se ubicaba
directamente por encima de su figura, lo que dio al dibujo un aspecto
llamativo. Cuando terminó, dijo: “Ésta soy yo y estoy dentro de mi casa.

producto artístico. Es interesante recalcar que algunos niños que no quieren o no pueden
dibujar, pero son capaces, e incluso están deseosos, de usar miniaturas para crear
cuadros en la arena. Estos cuadros tienen la ventaja adicional de poseer tres dimensiones
y ser movibles. El escenario tiene una “vida” similar a la que encontramos en una obra
gráfica.

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Hay una nube negra dentro de mi casa”. Respondí, “Ah, hay una nube
negra dentro de tu casa”. Se echó hacia atrás en su asiento y dijo con voz
tranquila: “No me gusta mi casa porque mi abuelito (en español en el texto)
me podría hacer cosas malas en mi cama”. Dije: “Me apena escuchar esto.
Parece como si tuvieras un abuelo que era muy bueno contigo y otro
abuelo que hizo cosas malas”. “Sí”, dijo, “y tengo miedo que vaya a volver y
me tome a la fuerza”. Rosa y yo hablamos de su temor a que su abuelo
viniera a matarla, porque ella había contado a sus padres lo sucedido.
Mientras más hablaba ella, más me convencía que su abuelo la había
amenazado muy seriamente, lo que había dejado a la niña indefensa y
aterrorizada. Rosa parecía haber abierto las compuertas de su vida y
hablaba de su abuelo con mucho desprecio. “Me hizo tocar su palomita (en
español en el texto) y me dijo que yo debía lamerla y besarla, yo lo hice”.
Dije, “escucha, Rosa, cuando los abuelos piden a sus nietas que hagan
algo, ellas obedecen, porque son pequeñas y sus abuelos son adultos. Está
muy mal que él te pidiera tocar su palomita y tú no hiciste nada malo”.
Ella me miró a través de sus lágrimas y dijo: “Abuelito me dijo que Dios
sabía que yo era una niña mala y que estaba muy enojado conmigo”.
Entonces agregó: “Me dijo que mi mami y mi papi se pondrían furiosos
conmigo cuando descubrieran lo que hice porque eso era malo”.

Yo estaba consternada al escuchar el tipo y nivel de manipulación


que este hombre había usado para asegurar el silencio de la niña. Rosa
parecía triste y perturbada, tomé sus manos y le dije que su abuelo había
hecho cosas malas con ella (su lenguaje), que ella era una buena niñita y
que Dios y sus padres la querían mucho. Continué, asegurándole que sus
padres habían hecho responsable al abuelo porque él sabía que estaba mal
de su parte tocarla. “Aun más”, agregué, “tus padres quieren cuidarte
mucho y tomarán medidas para que esto no vuelva a pasar nunca más”.

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Fig. 12.2 Pintura con una pequeña figura

Más tarde acordamos que su madre se reuniera con nosotros y


animé a Rosa a contarle algo de lo que habíamos hablado. Ella inició sus
comentarios así: “Mami, por favor no llores, ¿ya?”. Rosa empezaba a
progresar en su camino a la recuperación, se lograba que meses y meses
de preocupación y miedo fueran dados a conocer, había claridad en las
respuestas, confianza, apoyo y calidez en todo su entorno. Cuando ya se
iban, comenté que, a lo mejor, la nube de su pieza no parecería tan pesada
y tan oscura en adelante. Ella sonrió.

Durante las próximas dos sesiones invité a Rosa a trabajar en el


proyecto de construir “un lugar seguro” para un animal en miniatura.
Pensé en este proyecto recordando la pintura que hizo, en que aparecía
confinada en su pieza. El encapsulamiento de Rosa en su dibujo, puede
ser interpretado de dos maneras: ella podría haber sentido la necesidad de
estar segura dentro de límites reforzados, o bien, sentirse aprisionada y
oprimida. Quise presentarle una oportunidad distinta para transformar
aquella imagen, pidiéndole que hiciera un lugar seguro, el cual podría
tener un carácter más de libertad que de contención. Rosa escogió un
perro, agregando que ella siempre quiso tener uno, pero el propietario del
edificio no permitía a la familia tenerlo. Eligió un perro, lo puso en una
bandeja de cartón. (Ver fig. 12.3) y se dedicó a construir para él un mundo
seguro, en el que se consideraban las necesidades del perro (incluyó
alimentos, agua, una cama blanda y juguetes para entretenerse). También
hizo un teléfono de juguete (agregado después) para que el perro pudiera
conversar con sus amigos y familia, como también, en caso de necesidad,
pidiera ayuda. Estaba muy contenta con su trabajo y salió corriendo de la
oficina para mostrar a sus padres lo que había creado. Nuestra primera
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sesión, que naturalmente había sido difícil para ella, tuvo una
continuación diferente, estuvo llena de sentimientos de dominio y de
satisfacción.

En las dos sesiones siguientes, Rosa volvió a la arena y las


miniaturas, armando escenas de bodas. La primera semana, vació un poco
de agua en la arena, para sentirla húmeda y maleable. Le gustaba esta
sensación de arena húmeda y comentó acerca de las playas de su país de
origen y de cómo disfrutaba al visitarlas con su buen abuelo (en español en
el texto). Se mostraba visiblemente contenta con estos recuerdos y, de
repente, armó con las miniaturas una escena de boda (fig. 12.4) en la que
había una novia, un novio, la madrina, el padrino y un pequeño dragón
mascota, que estaba allí para cuidarlos a todos. Una hada madrina fue
instalada en el centro, también para el cuidado de los novios. Finalmente,
seleccionó un dragón de dos cabezas y reflexionó: “Este dragón pertenece
al tipo más temible y puede asustar a la gente, pero nadie sabe que está
allí, por eso siguen todos contentos”.

Fig. 12.3 Mundo seguro en el cual las necesidades del perro estaban
consideradas.

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Fig. 12.4 Bandeja de arena que muestra una boda con los novios, madrina,
padrino, un pequeño dragón mascota que estaba allí para cuidar a cada uno, un
dragón de dos cabezas y una hada madrina.

Creo que Rosa estaba calibrando qué tan confiable era su sentido de
seguridad. Su abuelo había vuelto a su país después de la develación del
abuso y, a pesar que ella estaba feliz porque él no era ya una amenaza,
recientemente había dicho a su madre que tal vez él podría “volver en
secreto”, cuando nadie estuviera mirando. Rosa y yo conversamos un
poco acerca de la boda y cómo se podría saber si los novios estaban en
peligro. Ella dijo que no sabía qué podía pasar, pero en la próxima sesión
estaba dispuesta a crear otro mundo de arena. (fig. 12.5). En él se muestra
una versión extendida de la escena de la boda, con muchísimos animales,
situados en línea paralela al dragón de dos cabezas. “Ahora”, dijo, “él no
puede hacer cosas malas, porque los elefantes lo detendrían… ellos son
muy, muy fuertes”. Así Rosa quiso establecer lo obvio, sus padres estarían
allí sin importar el peligro que el futuro pudiera presentar. Tuvo también
la preocupación de poner algunos nidos, en los que los pájaros bebés
estaban al cuidado de sus padres, quienes les ayudaban a crecer,
encontrando buen alimento para ellos. Luego se rió y tomamos algunas
fotografías de su escenario de arena, para llevar a casa.

Rosa realizaba progresos y parecía cómoda trabajando conmigo. Le


había dicho a su madre que se preguntaba por qué Dios había permitido
que esto le sucediera, su madre y yo discutimos cómo responder a tan
difícil pregunta. Consideré que sería importante que Rosa supiera que el
abuso sexual afecta a muchos niños y que ellos, a menudo, sienten que
han hecho algo malo. Le traje un libro titulado “No...No…y la caricia
secreta” (Patterson y Feldman, 1993) y se lo leí, también le hice escuchar
el disco que acompañaba al libro, ella disfrutó muchísimo esta actividad,
varias veces dijo : “Así me sentía yo”, identificándose con la pequeña foca
que es víctima del abuso de un tío, también decía : “Yo sé que está

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asustada, pero debería contarlo a su mamá y a su papá … ellos la
ayudarán”. Rosa había logrado tal identificación con la foquita de la
historia que, a la semana siguiente, la sorprendí trayendo una familia:
papá foca, mamá foca y la pequeña foca hija, la invité a hacer otro hábitat
seguro para ellas. Por supuesto que esta tarea le encantó y sus padres me
contaron que, a partir de ese día, ella se despide cada día con un “buenas
noches” a la familia de focas.

Fig. 12.5 Bandeja de arena con una versión ampliada de la escena de


boda, con muchos animales formando fila con el dragón de dos cabezas.

Siguiendo este trabajo que enfrentaba directamente el tema del


abuso sexual, invité a Rosa a hacer un autorretrato (fig. 12.6), que ella
realizó de muy buena gana. Hizo este segundo dibujo de sí misma en un
papel de mayores dimensiones y con un esquema de colores
completamente distinto al primero. Rosa se ubicó sobre un prado de pasto,
con muchas flores que crecían bajo sus pies. Hizo un “cielo muy cálido”
color naranja, diciendo que el sol calentaba tanto que se había formado
una “nube”. Me di cuenta que aquella “pesada y oscura nube” de su
primer dibujo, se había convertido en una cálida nube “que ayudaba a las
plantas a crecer”. Observé que los brazos de Rosa ahora estaban unidos a
su cuerpo y que sus pies se encontraban firmes sobre la tierra. Dijo que
sus brazos estaban extendidos porque estaban dando la bienvenida al sol
caliente. Sentí que este dibujo mostraba los progresos del estado
emocional de Rosa y reflejaba su nueva visión de un entorno protegido y
seguro.

En este momento, los padres de Rosa sintieron que ahora “era más
ella misma” y quisieron reasumir sus vidas y dejar el abuso atrás. Tuvimos
un encuentro familiar en el que discutimos abiertamente lo que había
ocurrido, las reacciones de cada uno ante la situación de abuso, los
sentimientos actuales acerca del abuelo y lo que cada uno pensaba que
sucedería en el futuro. Nunca olvidaré la última afirmación de Rosa en ese
encuentro: “Aunque abuelito no está aquí y la policía no puede castigarlo,

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Dios lo castigará cuando llegue al cielo”. Los padres aseguraron que Dios,
sin ninguna duda, castigaría al abuelo por haberla dañado y la sesión
terminó.

Fig. 12.6 Autorretrato en un papel grande.

Para nuestra sesión de cierre Rosa trajo un queque que había


preparado para mí y cada uno recibió un trozo en pequeños platos, con
cubiertos también pequeños. Después de comer, Rosa se dispuso
apresuradamente a realizar una bandeja de arena final. La escena de la
boda apareció nuevamente, esta vez se trataba de una boda doble,
completa, había niñas con flores, hadas, magos y una gran variedad de
invitados, la mayoría de cuatro patas (fig. 12.7). Rosa se retiro un poco y
mirando su cuadro dijo: “Esta es mi boda y estos son mamá y papá. Hay
muchas personas amables presentes en la boda y mucho amor en todas
partes”, sonrió y dijo “este es el lugar de mi buen abuelito, porque él estará
conmigo cuando me case”.

Revisé con Rosa el recorrido realizado durante todo el


tratamiento, incluyendo su develación inicial, el examen médico y sus
sesiones conmigo. Le mostré las fotografías de todos sus trabajos y sonrió
al reconocerlos, había llevado copias a su casa en cada oportunidad. Me
entregó muchos insigths acerca de lo vivido en el proceso y de las lecciones
que había aprendido.

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Fig. 12.7 Bandeja de arena con una doble boda, hay niñas con flores,
hadas, magos y una variedad de invitados, la mayoría de cuatro patas.

Resumen

Rosa sufrió abuso sexual infantil, por parte de un miembro de


familia, querido y confiable, que la amenazó y perturbó profundamente.
Como consecuencia, ella sentía un temor creciente a develar a su madre lo
sucedido, convencida que era una niña mala y pecadora, a quien tanto su
madre como el mismo Dios iban a rechazar y castigar.

Rosa sufrió una serie de graves reacciones al abuso, incluyendo


pesadillas, estado de alerta exacerbado y depresión. Aún después de la
develación, se sentía abrumada por un gran número de distorsiones
cognitivas que era necesario enfrentar directamente.

Mi terapia con Rosa incluyó sesiones individuales y familiares. Una


sesión con la bandeja de arena, sumada a un espontáneo autorretrato,
realizada al comienzo del tratamiento, me permitieron comprender algunas
de las inquietudes de Rosa: miedo, sensación de estar atrapada y el deseo
muy fuerte de protegerse de cualquier peligro.

Rosa hizo uso del arte para mostrar aquello que aún no podía
conceptualizar o verbalizar: sentía una oscura nube sobre su cabeza y las
inquietudes persistían y la preocupaban a pesar de su seguridad física. La
habilidad de Rosa para exteriorizar aquello que en un comienzo era difícil

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expresar en palabras, me permitió responder muy directamente a su temor
principal.

Los escenarios de arena (otro tipo de exteriorización) también


sugerían una inminente sensación de peligro y amenaza. Rosa era capaz
de enfrentar el peligro que los novios no podían ver y movilizó recursos
para acudir en su auxilio (por medio de la familia de elefantes). Al cambiar
su escenario inicial y a través de la creación de rincones “seguros”, Rosa
podía incluir ahora la posibilidad de seguridad y protección y, finalmente,
imágenes de resiliencia, protección y cuidado aparecieron en abundancia
(hadas, magos, mascotas). Además, expresó claramente la renovada
confianza en sus padres, al colocarlos en su boda (que representa una
orientación futura) e incluyó a su abuelo “muerto”, a quien ella obviamente
apreciaba.

Los padres de Rosa cooperaron plenamente en el proceso


terapéutico. Observaban el alivio que Rosa iba experimentando después de
verbalizar, llorar y expresarse a través del arte, las manualidades y la
terapia de arena. Ellos valoraban sus trabajos artísticos con entusiasmo y
ayudaron a Rosa a cuidarlos.

En mi trabajo con Rosa aparecieron varios temas transculturales, de


partida, el concepto de terapia no es familiar a muchos hispanos y la
familia podría haberse sentido incómoda al tener que confiar en personas
extrañas. Nuestras primeras conversaciones telefónicas fueron,
necesariamente, pasos para construir una confianza que llevó a la madre
a acudir a mi consulta.

Por otra parte, al no ser familiar el concepto de terapia, fue necesario


explicar en qué consistía y cuáles eran sus beneficios potenciales. Muchas
familias piensan que los niños deberían olvidar el abuso y no discutirlo
jamás abiertamente, ni tampoco pensar en ello, ya que esto sólo provoca
sufrimiento. Podría tomar cierto tiempo ayudar a los padres a reconocer
que, tanto olvidar como dejar en el pasado las experiencias de abuso, son
metas a largo plazo, cuando se haya completado el proceso; los objetivos
inmediatos son: asegurarse que el niño tenga la oportunidad de preguntar,
clarificar sus pensamientos y expresar una amplia gama de sentimientos.
Los padres también necesitan comprender la manera de ayudar a sus hijos
y cómo responder con claridad a sus preguntas sobre sexualidad.

Finalmente, las familias de origen hispano, generalmente, se dirigen


a la Iglesia y al sacerdote, quien puede actuar como un recurso lógico y
potente. En este caso, se animó a los padres a que hicieran uso de esta
ventaja emocional y confiable. El hecho que Rosa dejara, finalmente, en las
manos de Dios hacer justicia, indica claramente su confianza en un poder
superior.

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Conclusión

Los niños víctimas de abuso sexual, merecen oportunidades


apropiadas a su edad para recuperarse de experiencias tan perturbadoras
y estresantes (Klein, 2001). Las terapias de arte y de juego implican
actividades universales que la mayoría de los niños consideran como
medios de expresión y son percibidos como atractivos y carentes de estrés.
Estas actividades hacen posible que aquellos sentimientos que parecían
intolerables se vuelvan tolerables, como también aquellos pensamientos
desorganizados y caóticos sean contenidos y se vuelvan manejables. Al
mismo tiempo, permite procesar las emociones en una posición de “toma
de distancia” que facilita la identificación, proyección y “salida” de
pensamientos y sentimientos difíciles o conflictivos. El arte y el juego
constituyen ventanas en las percepciones del niño, sobre sí mismo y sobre
el mundo en el que le toca vivir Cuando los niños reflejan o reaccionan a
las imágenes, símbolos y metáforas que han creado, su primera visión de
cambio positivo (transformación) puede ser posible, ya que imaginar un
cambio es el primer paso para lograr realmente un cambio positivo.

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