Está en la página 1de 6

PLURALISMO MENTAL Y TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD

Autor:
Luis Javier Irastorza Eguskiza
Psiquiatra del Centro de Salud Mental de Arganda, Madrid.
E-mail: lj73mj37@teleline.es

RESUMEN
Los trastornos de la personalidad presentan muchos aspectos que son difícilmente comprendidos por los esquemas
psicológicos y psicopatológicos actuales. La teoría del pluralismo mental puede ayudarnos a una mejor comprensión de
este trastorno. El hecho de que se postule que la mente está formada por un conjunto de personalidades o módulos
relativamente independientes entre sí, facilita la comprensión de la disparidad de pensamientos, sentimientos y
comportamientos característicos de estos trastornos.

El psicópata violador o asesino puede presentar aspectos completamente normales. Puede poseer una mente asesina al
mismo tiempo que una mente normal. Estos hechos no son comprensibles si se parte de la asunción de la mente única.
En los trastornos de la personalidad existe una convivencia en el mismo sujeto de mentes normales y desviadas. La
alteración se basa en una anomalía de las bases primigenias genéticamente dadas de las distintas mentes o
personalidades. La alteración de la información primigenia de la maternidad, por ejemplo, puede dar lugar a la formación
de una madre de comportamiento psicopático, aunque en otros aspectos resulte completamente normal.

Palabras claves: trastorno de la personalidad, pluralismo mental, rasgos.

INTRODUCCIÓN

Los trastornos de la personalidad plantean un problema nosológico importante. No todos los autores están de acuerdo en
calificarlos como patológicos (influye mucho el contexto ambiental, cultural). En general se les describe como una
desviación de la norma, según la clásica definición de Kurt Schneider. (1); con capacidad de producir sufrimiento (a uno
mismo y/o a los demás). Se trata de personas que son "distintas", que piensan, sienten y actúan de "otra manera.

La teoría del pluralismo mental nos puede ayudar a comprender algunos aspectos de los fenómenos que aparecen en los
trastornos de personalidad, y que no quedan suficientemente comprendidos con las teorías al uso, fundadas en la
asunción de que la mente es única.

El pluralismo mental postula que la mente es un conjunto de personalidades o de mentes parciales que actúan con
relativa independencia unas de otras dentro del sujeto. Los trastornos de la personalidad serían debidos a la formación
de mentes o estructuras mentales "distintas" o patológicas que convivirían en el sujeto con otras estructuras mentales
normales, lo que nos explicaría la incongruencia de la conducta que se observa en estos sujetos; y también el hecho de
que éstos crean que su manera de pensar, sentir y actuar es normal y que los otros son los extraños. Ellos se sienten
distintos, y de hecho lo son.

Algunas de sus personalidades "ven" la realidad de otra manera. Cuando tienen activada esta personalidad, ellos son
así, sin que esto signifique necesariamente una patología. Mucho menos una patología que impida al sujeto comportarse
como él quisiera, que le obligue a hacer actos en contra de su voluntad, porque la voluntad de la personalidad
trastornada es justamente hacer lo que está haciendo. No tiene por qué haber trastorno de los impulsos ni ninguna otra
patología distorsionante, sino que hay otra manera de "estar en la realidad", otra manera de ser. De aquí que los
trastornos de la personalidad no sean necesariamente privadores de libertad y libres de imputación, sino que, al contrario
de lo que ocurre en las verdaderas enfermedades, el sujeto es libre y responsable de su conducta en la mayoría de los
casos. Su mente anormal desea hacer lo que hace y no suele comprender por qué los demás lo encuentran extraño.

Hay que especificar que no todos los trastornos de la personalidad pueden ser juzgados de igual manera. En muchos
casos se trata de trastornos de las propias estructuras cerebrales en las que están implantadas.

LAS BASES GENÉTICAS DE LA MENTE

Los fundamentos de la mente están formados por la información contenida en los psicogenes (2). Estos son los genes
con contenido psíquico, es decir, con toda la información acumulada a lo largo de la evolución y que constituye todo el
repertorio de pautas de comportamiento, cogniciones y afectos que forman el contenido básico de la vida psíquica animal
y humana.

A esta información la podemos llamar información primigenia (3), porque de ella se genera en primer lugar la mente. Son
los pilares a partir de la cual se construye todo el edificio psíquico. Estas pautas están fuertemente implantadas en
nuestro cerebro, y tienen la enorme fuerza de haber sido experimentadas a lo largo de la evolución. Sin esta información
todo el edificio mental se vendría abajo. Las pautas psíquicas aprendidas por el ser humano y que constituyen la base de
lo que es la mente humana propiamente dicha, están fuertemente religadas (3) a la información primigenia. Por ejemplo,
toda la vida amorosa humana se religa –establece un fuerte vínculo- con las pautas animales del celo, del cuidado
amoroso a las crías, del convivir dentro del grupo, etc. Este fuerte vínculo con la información primigenia es lo que
garantiza la estabilidad de la pauta y su propia fuerza.

Si estos fundamentos genéticos están mal constituidos, o se activan de una manera inadecuada, se pueden formar
estructuras mentales aberrantes que den lugar a mentes o personalidades trastornadas. Dentro de la información
contenida en nuestro cerebro y dada genéticamente, están las pautas de cópula animal, de posiciones de sumisión en la
hembra y de posesión en el macho. Puede que a alguna persona se le active la estructura cerebral donde esté
implantada esta información, de tal manera que desarrolle una mente parcial o una personalidad de las múltiples que
forman la mente, a la que le apetezca poseer a la hembra/mujer como hacen ciertos animales. El sujeto habrá adquirido
de esta manera una mente de violador, que verá con agrado el hecho de violar, y que no comprenderá por qué los otros
no violan, o son tan hipócritas que no expresan sus deseos.

Una vez formada una mente determinada, como en el caso que se comenta, cuanto más se lleven a cabo las acciones
que desea, más se desarrollará. Cualquier mente o personalidad está implantada en los circuitos cerebrales, de tal
manera que su uso significará un afianzamiento y agrandamiento de éstas.

La maduración y el aprendizaje a lo largo de la vida también influye en el desarrollo de la personalidad y su patología.


Los más recientes estudios de parenting (o cuidado parental en la infancia), nos dicen que influye más el cuidado de los
padres en la infancia del niño sobre cómo desarrollará su psicopatología. Si aquel es deficiente o inadecuado, tenderá a
constituirse una personalidad con rasgos paranoides, borderline, dependientes y evitativos (4). Estos rasgos o trastornos
de personalidad, probablemente sean un factor de vulnerabilidad ante lo depresivo.

Es como si fuera un continuum, donde la personalidad como precursora o estado subclínico depresivo, se albergara en el
cerebro con una potencialidad. Ante eventos futuros o acontecimientos vitales, recordará la experiencia del deficiente
cuidado parental, y reaccionará como tiene aprendido desde entonces. Es la parte de la personalidad menos primigenia o
genética. Posiblemente también sea la menos utilizable si las circunstancias vitales o ambientales no fueran
desfavorecedoras.

ESTRUCTURAS INTERPRETATIVAS Y PERSONALIDAD

Como ha quedado bien reflejado en la ponencia anterior (del profesor F.Garcia de Haro), la realidad que aparece en
nuestra conciencia es una realidad interpretada. Estamos instalados en aquella realidad que nuestras estructuras
cerebrales nos interpretan. Nuestro cerebro se modifica con el aprendizaje y con el pensamiento. Daremos un ejemplo
aplicado a la personalidad:

Un paciente borderline con rasgos dependientes, ante un abandono real o ficticio buscará precipitadamente una nueva
compañía que le dé el afecto o apoyo perdido; un borderline con más rasgos antisociales, recurrirá al alcohol u otras
drogas, o realizará un gesto o intento autolitico; un paciente borderline con rasgos paranoides, puede tener una
microcrisis psicótica. Los tres pacientes son borderline y son distintos. Posiblemente sus experiencias vitales previas les
han "enseñado" a responder así ante situaciones de pérdidas vitales. Hasta que no aprendan o tengan otra interpretación
de la realidad, siempre tendrán una disposición a responder de esa manera.

Otro ejemplo nos ayudará a ver el significado de la mente actual, la que interpreta una realidad cambiante según tenga
activada una dinámica distinta en el procesamiento de la información. Lo vemos en el trastorno por estrés postraumático
o en las transformaciones persistentes de la personalidad. Tras un abuso sexual u otro trauma, la mente "ocultó", por los
motivos que queramos dar, esa vivencia traumática. Al cabo de los años, tras otra vivencia parecida, o tras un
traumatismo craneal, vuelve a surgir esa situación: sean pesadillas, o recuerdos, etc. Además, la personalidad va
cambiando; es como si ahora la personalidad elaborara su vida de otra manera, con otra forma de ser, con otra
personalidad. Aquí no hay una continuidad de la psique, hubo un shock, un trauma, y la psique no ha sido capaz de
hacerle frente más que con otra mente, con otra personalidad.

Como en el ejemplo anterior, deberemos recurrir a la psicoterapia para cambiar esa mente actual.

LAS MENTES Y LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES

Volviendo a las tesis de la ponencia introductoria de esta mesa, puede afirmar que " existe un cambio de mente cuando
aparece otra mente en el curso de la actividad psíquica del sujeto, cuando los cambios en los pensamientos,
sentimientos, conducta y demás componentes de la mente son muy acusados con respecto a los que se manifestaban
anteriormente ", ..., " y que el grado de cambio sea lo suficientemente profundo como para percibir que estamos ante otra
personalidad".... "hay un cambio nítido en la manera de vivenciarse a sí mismo,...". Vamos a intentar trasladar esto a la
esfera de la personalidad.

No es que sean compartimentos distintos de la mente, sino que, la forma de vivenciarse a sí mismo, tiene relación directa
con la personalidad: los trastornos del tipo A (clasificación eje II del DSM-IV) (5) tienden a la escisión del yo y a la
proyección hacia los demás como recurso fácil; esta vivencia del yo es muy distinta del dependiente u obsesivo-
compulsivo, o del antisocial.

La parte biológica de la personalidad (temperamentos: la evitacion del daño, búsqueda de novedades, dependencia de
recompensa, persistencia)(6) más lo ambiental, contextual (que define el carácter) forman un conjunto que denominamos
personalidad. El cambio de esta no se vivencia de la misma manera siempre: si es contextual o reactivo a una situación
vital normal, apenas vamos a tener noción de cambio. Si es reactivo a una situación traumática o anormal, o dentro de un
trastorno mental (psicosis o depresión), o tras psicoterapia, entonces es más fácil que tengamos esa vivencia de cambio.

La mente humana es muy lenta en asimilar y reconcocer los cambios, pero si la vivencia o afectividad va fuertemente
unida al componente cognitivo del pensamiento, tendrá más posibilidades de asimilarse; tendrá más recursos para
responder de otra manera ante futuras circunstancias vitales, externas e internas.
Obviamente el individuo ha de tener una motivación para el cambio voluntario, y si su forma de ser no le causa trastornos
subjetivos o problemas sociales, familiares o laborales que el crea importantes, será más difícil ese cambio.

CONCEPTO PLURALISTA DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

Siguiendo a la teoría del pluralismo mental, los trastornos de la personalidad se deberían a la formación de mentes o
personalidades vinculadas a pautas primigenias deficientes, atrofiadas, hipertrofiadas o simplemente incorrectamente
activadas. Por ejemplo, la pauta de la desconfianza dada genéticamente y tan necesaria para la vida altamente peligrosa
de los animales, puede estar hipertrofiada dando lugar a un trastorno paranoide de la personalidad. La alteración de la
pautas primigenias que controlan la convivencia social pueden estar atrofiadas, de tal manera que un sujeto no sea
capaz de vivenciar al prójimo –en los animales, al compañero de grupo- como alguien a respetar y convivir. Esta falla
puede dar lugar a un trastorno antisocial de la personalidad.

Una vez formada una mente parcial, ésta entra a formar parte de todas las posibles personalidades del sujeto. Cuando
se le activa, es posible que desplace a cualquier otra de sus mentes, de tal manera que el sujeto se convierte en lo que
sea la mente activada.

Estos fenómenos explican el hecho de que personas con un comportamiento normal tanto en la sociedad como en
familia o en el trabajo, sean criminales, violadores, etc., siendo perfectamente compatible la existencia de varias mentes
muy diversas en el mismo sujeto. Sólo la existencia de una pluralidad de mentes habitando en el mismo cerebro, nos
pueden explicar estos hechos.

El concepto de pluralidad de la mente, y por ello tambíén de la personalidad y sus trastornos, nos puede inducir a
cuestionarnos determinadas acepciones. Hasta ahora, cuando definimos un trastorno de personalidad, decimos que es:

formado por rasgos permanentes de personalidad, de inicio en infancia o adolescencia , y continúan en la vida adulta. En
la mente plural, a veces no nos parece permanente determinado rasgo, cuando prevalece otro tipo de personalidad en la
mente actual del individuo. Son rasgos permanentes, pero no observables siempre fácilmente.

Que sea maladaptativo al ambiente (familiar, social, laboral, cutural) del individuo, o le produzca un deterioro funcional.
La mente plural es cambiante, cuanto más lo sea, menos posibilidades de ser maladaptativa tendrá. Un ambiente puede
ser disfuncional (relaciones interpersonales), mientras que otro es adaptativo (laboral).

Que sean desviaciones pronunciadas de los patrones culturales habituales. En la sociedad occidental se adapta mejor
una personalidad obsesiva, narcisista, si se quiere algo psicopática, donde prima lo funcional y práctico, el rendimiento
laboral y la tendencia al individualismo. Pasa más desapercibida la personalidad esquizoide o paranoide y tienen menos
cabida las personalidades tipo C (DSM-IV) (5). El pluralismo en la personalidad puede ser también adaptativo en este
sentido, el individuo aprende y trata de amoldarse, si puede su mente, a las exigencias de esa sociedad en la que le ha
tocado vivir.

Actitud de resentimiento, de sentirse víctima de las circunstancias, fuera del control y de la responsabilidad de la persona
(7). Esta actitud es frecuente en muchos trastornos de personalidad, pero en una mente plural no sería tan globalizadora
y generalizada.

Inflexibles, se dan en la mayoría de las situaciones de la vida diaria y en áreas diversas del comportamiento. Como ya se
ha dicho, habrá una personalidad dominante, que puede ser heterogénea o compuesta de rasgos de diversos tipos de
personalidades; pero está en contraposición con la inflexibilidad y , en parte, con la ubicuidad en la mayoría de las
situaciones.

Causan malestar subjetivo o distress. Es fundamental que así sea, para que no sea una personalidad normal, sin
sufrimiento. No obstante, la mente plural es dinámica, tiende a ser flexible y buscará otra personalidad, si puede, para
sufrir menos. Cuando no puede, es porque la predominancia de la personalidad preponderante le impide responder de
otra manera a las circunstancias.

Son formas subsindrómicas de los trastornos mentales, como un continuum entre eje

I y II del DSM-IV; el continuum (8) incluye:

- sintomas típicos y atípicos del trastorno del eje I primario.

- modelos conductuales y otros rasgos relacionados con los sintomas nucleares,

- que pueden ser: o prodrómicos, o estados precursores o secuelas de un trastorno expresado previamente.

- rasgos de personalidad o temperamentales.

La teoría del pluralismo mental abarca el modelo espectral o un continuum entre los rasgos nucleares de cada trastorno y
los prodromos y expresiones psicopatológicas subclínicas y atípicas asociadas (9).

CAUSAS DE LA FORMACIÓN DE MENTES PSICOPÁTICAS


Las mentes o personalidad del sujeto están implantadas en las estructuras cerebrales que, como ya hemos indicado,
tienen un componente dado por los psicogenes y otro adquirido. El origen de la anomalía puede estar:

1º. En una dotación genética aberrante; la herencia de los trastornos de la personalidad.

2º. En un daño físico de las estructuras por traumatismo, tumores, etc.

3º. En un aprendizaje anómalo; a partir de traumas psíquicos, pautas socioculturales que

fomente conductas anómalas, guerras, etc.

Todas ellas deben afectar al mundo primigenio que forma los cimientos de la mente y crear una mente parcial lo
suficientemente fuerte como para que se convierta en la mente dominante, al menos en gran parte de la vida del sujeto.

De todo ello se deriva que el espectro de los trastornos de la personalidad es muy

heterogéneo, pero que todos ellos deben tener la condición de afectar a las pautas básicas genéticamente dadas; estas,
al distorsionarse, dan lugar a la formación de mentes o personalidades que interpretan la realidad de una manera muy
distinta que la generalidad de las personas.

LA CONVIVENCIA DE PERSONALIDADES NORMALES Y ABERRANTES DENTRO DEL MISMO SUJETO

Uno de los aspectos que más llaman la atención de los trastornos de la personalidad es las múltiples facetas que
presenta estos sujetos. Suelen tener un comportamiento normal en muchos aspectos, pero altamente distorsionados en
otros. Podemos decir que se trata

de casos que sólo se pueden explicar a partir de la concepción plural de la mente. Desde este punto de vista, un
trastorno de la personalidad podría definirse como el producido por la existencia de una o varias mentes distorsionadas
en su estructura básica y conviviendo con otras personalidades normales. No es la mente del sujeto en su totalidad lo
que está distorsionado, sino algunas de sus mentes parciales. De esta manera se puede explicar su comportamiento
dispar.

Según lo expuesto en la ponencia introductori, la mente dominante está rodeada de otras mentes satélites que influyen
en la mente dominante desde la zona de penumbra de la Conciencia. Si la mente dominante es la que está
distorsionada, estaremos ante un trastorno de la personalidad permanente; pero si las que están en la penumbra o
simplemente desactivadas y almacenadas en la memoria son las trastornadas, se tratará de un trastorno intermitente o
parcial que, en determinadas ocasiones, se apoderará del sujeto.

Los psicópatas que llevan una vida familiar y socio-laboral normal, pero que en un momento determinada pueden
cometer los más horrendos crímenes, poseen una mente dominante normal y una mente satélite en la penumbra o
desactivada, que en algún momento se puede hacer dominante. Si la mente trastornada permanece casi todo el tiempo
desactivada, completamente fuera del campo de la Conciencia, tanto de la parte nítida como de la penumbra, el sujeto se
verá libre de patología la mayor parte del tiempo. Esta patología sólo aparecerá cuando la estructura cerebro-mental
trastornada se active.

Los trastornos borderline o los histriónicos nos pueden dificultar su reconocimiento diagnóstico. Pero si sabemos de su
entorno inmediato, veremos cómo han podido "pasar" de un funcionamiento normal a otro trastornado: el borderline ante
situaciones reales o imaginadas que perciba como pérdidas de alguien afectivo para ellos, pueden entrar en un estado
disociativo, o autolesionarse o dispararse hacia una microcrisis psicótica. El o la paciente histriónica, se verá desbordada,
no será capaz de pensar, solo de actuar, si siente frusraciones afectivas que vivencia como insuperables, o recuerda
experiencias previas, traumáticas o no.

Tal vez, en estos 2 tipos de patología de personalidad sea muy fácil comprobar la pluralidad de las personalidades. No es
raro encontrar pacientes borderline, que nos parecen antisociales, esquizotípicos, dependientes, obsesivos, ..., hasta
depresivos; o mujeres histriónicas que confundimos con dependientes, borderlines,..., hasta somatizadoras.

Se comprueba con la personalidad la confluencia contínua en la mente de patología del eje I y II del DSM-IV.

En el caso de que exista una presencia de la/s mente/s trastornada/s permanente en la penumbra, aunque el
comportamiento del sujeto sea normal en lo básico, sí presentará rarezas que le delatará como una persona extraña que,
en ocasiones, puede mostrarse o presentar la conducta anómala.

En general, podemos observar que las distintas personalidades o mentes del sujeto establecen una colaboración entre
sí. El violador puede dominar a su mente normal y ponerla a su servicio; su comportamiento en la sociedad o en la cárcel
ser completamente normal en vista a conseguir pasar desapercibido o a salir de la cárcel para poder violar de nuevo.
Ocurre de la misma manera que en los animales: los perros que una vez han atacado al hombre, han de ser sacrificados,
porque una vez que se ha activado su estructura instintiva de lobo, tenderá a repetir la acción.

CONTINUIDAD DE LA PERSONALIDAD
Citando la expresión de William James (10): " El pluralismo es una condición necesaria para la libertad humana, para el
cambio contínuo que es la vida psiquica".

En la infancia –adolescencia no admitimos que exista una personalidad madurada, esta se está formando. Solo
hablamos de trastornos de conducta, trastornos depresivos, de ansiedad, hiperactividad; a lo sumo, conducta antisocial.
Es como si no nos atreviéramos a definir algo que se está formando. O sea, que hasta la adolescencia adulta no
podemos hablar de trastornos de la personalidad. Sin embargo, sí buscamos el ambiente familiar, la genética de los
padres, la educación y el afecto recibido, los traumas físicos y/o sexuales recibidos por el niño, porque sabemos que eso
sí influirá en la personalidad del adulto.

En el adulto ya nos referimos a la personalidad, y a sus rasgos, a su estilo y a los diversos trastornos. Estos van
apareciendo y desapareciendo en las clasificaciones diagnósticas (pasivo-agresivo, sádico, autoderrotista, depresivo,
narcisista); otros se mantienen estables, como si fuera inevitable pensar que tienen una singularidad propia (esquizoide,
paranoide, histriónico, antisocial, obsesivo-compulsivo, dependiente); además, se dan otros tipos que los podemos
imbricar o no en trastornos sintomáticos o como híbridos de otros trastornos de la personalidad (esquizotípico, borderline,
evitativo, depresivo).

Cuando mencionamos la continuidad en la personalidad, no podemos escindirla del trastorno de la personalidad. Hoy en
día es prácticamente aceptado por todos los autores que lo dimensional forma un continuum, y al final de él nos
encontramos con el trastorno. Es como si volviéramos a Schneider (1).

La continuidad no existe en la patologia de la personalidad, ni en valores absolutos (a lo largo de la vida), ni relativos (en
las circunstancias de cada día). No debemos confundir este de continuidad con la estabilidad diagnóstica, que es
aceptada ampliamente (11). Cuando mencionamos que alguien tiene rasgos paranoides, lo decimos porque es lo que
más destaca de su personalidad. Seguramente sus compañeros de trabajo no le observan nada y su pareja es más
consciente de ello.

La pluralidad de la personalidad, de los rasgos, es más fácil de admitir que la de los trastornos mentales. En las psicosis,
en las depresiones, el estado sintomático es muy distinto que la eutimia o la ausencia de delirios y/o alucinaciones. El
paciente depresivo no sabe lo que le pasa, solo que no es él. Además , se beneficia de que conserva el contacto con la
realidad. Cuando se empieza a recuperar y gradualmente se eleva su ánimo, va reconociéndose y puede recuperar su
estado previo.

Con los rasgos de la personalidad ocurre algo distinto: no hay esos cambios "subagudos", de semanas o meses. O se
cambia en cuestión de horas o días (los estados histéricos, la rabia del borderline ante pérdidas vividas o sentidas, la
interpretación del paranoide,...), y se vuelve a su "normalidad"; o se cambia con los años (los rasgos impulsivos del
borderline, la menor fobia del evitativo, menos conductas antisociales del psicópata), o no se cambia casi nada (el
obsesivo, el esquizoide, el narcisista).

La influencia del contexto, del factor ambiental, es muy importante en la personalidad, aunque nos parezca lo contrario.
Una pérdida afectiva, un supuesto maltrato, una sensibilización repetida de acontecimientos vitales previos, puede
desencadenar una reacción aguda en el paciente borderline, o el histriónico, narcisista, paranoide, etc. Además, los
episodios de los trastornos sintomáticos (depresión, psicosis, abuso de sustancias, trastornos de ansiedad) también
modifican la fenomenología y conducta de la personalidad previa.

LAS VIVENCIAS DE SER UNO MISMO Ó DISTINTAS PERSONALIDADES EN UNO MISMO

En los trastornos de personalidad no se tiene esa vivencia falsa de ser uno mismo. Es más fácil para el paciente, aunque
su grado de insight sea escaso, darse cuenta de que " a veces soy de otra manera". Llámese a esto de varias maneras:
la inestabilidad afectiva y de autoimagen del histriónico o el borderline; la tensión o disforia del narcisista, paranoide u
obsesivo si algo no les sale como quieren, la angustia del evitativo en situaciones sociales. El paciente con una
personalidad patológica sabe, o intuye que no siempre es él de la misma manera.

Esto podría entenderse como una ventaja para el mejor autoconocimiento y capacidad para la psicoterapia. Pero
tampoco es así. Muchas veces no es consciente de ello y son sus allegados quienes lo dicen; es dificil que consulte un
esquizoide, o un paranoide o un antisocial por propia iniciativa.

Además, es bien conocido el amplio uso de las defensas patológicas, muchas inmaduras (escisión, identificación
proyectiva, proyección), de estos pacientes ante cualquier abordaje psicoterapéutico o situación conflictiva de la vida real.

El que un individuo, sea paciente o no, pueda hablar de sí mismo que tiene distintas personalidades, no implica que
tenga malestar subjetivo o una vida desadaptada. Simplemente que tiene la conciencia, la noción de que su forma de ser
no se define por una sola personalidad; por lo menos, no la define él. Si preguntáramos a los familiares y conocidos, a lo
mejor no nos dirían lo mismo.

Esto entronca con lo que García de Haro (2) define como mente dominante y mentes satélites. Estas influyen en la 1ª,
aunque la dominante asuma como propia la interpretación de la realidad de las mentes satélites. Cada individuo tiene
unos rasgos de personalidad que "destacan" más, y así los vivencia él. Pero estas vivencias son cambiantes, por la
variabilidad de las circunstancias vitales, por la inconstancia del estado anímico, por la manera de afrontar el estrés y las
dificultades habituales y no normales. Si un dependiente pierde el apoyo de la persona de confianza, le puede entrar tal
pánico que se vuelve regresivo, casi esquizoide; o por el contrario, busca y "actúa" desesperadamente. Estas dos, o más
opciones, vendrán definidas por sus "otras personalidades".

Con esto se pretende, únicamente destacar la diversidad y gran riqueza de la complejidad de nuestra mente, donde
podemos tener recursos para todas las situaciones. Sería extenderse mucho fijarnos en los distintos estados de la mente
de la personalidad histriónica, pero vamos a verla en la personalidad múltiple, y las diferencias existentes:

LOS TRASTORNOS DISOCIATIVOS Y LA MENTE PLURAL

En los trastornos de identidad disociativos existe un salto entre una personalidad y otra, desapareciendo, en general, el
fenómeno de la penumbra. Es decir, que no existen una mente dominante y otras satélites situadas en la penumbra de la
Conciencia. Se pasa de una mente dominante a otra, sin que exista la sustitución encadenada entre una mente y otra. Es
decir, en el sujeto sin trastorno de identidad disociativo, existe la sucesión de una mente dominante por una satélite sin
que se produzca una ruptura brusca. En los trastornos disociativos no existe esa continuidad que proporciona el hecho
de que varias mentes puedan estar activadas al mismo tiempo, unas situadas en el campo nítido de la Conciencia y otras
en la penumbra, sino que una mente dominante es sustituida por otra mente que estaba desactivada un momento antes
alojada en el almacén de la memoria; por lo que una mente no sabe nada de la otra al no haber habido el paso por la
penumbra, que significa una penetrar en la Conciencia entremezclando las informaciones que poseen ambas mentes.

Los trastornos de personalidad, excepción hecha del trastorno histriónico, presentan una dinámica de las mentes
perfectamente normal, como cualquier persona sana, aunque alternando mentes sanas con mentes trastornadas.

LA TRAMPA DE LA NOSOLOGÍA:

Para terminar acentuando la necesidad de ver el pluralismo en la personalidad, la variedad de grados y rasgos de
personalidad que puede haber en un individuo, creo que hay que criticar a la nosología actual. No porque esté mal
hecha, sino por la forma que tenemos de enfocarla.

No podemos desechar a los autores clásicos (véase el ejemplo de Schneider o Kraepelin). No podemos dicotomizar al
individuo en dos ejes (I y II), y verlos estos como separados. Dentro del eje II, hemos de acostumbrarnos a pensar en
plural: si hay más de un trastorno de personalidad en un paciente, a lo mejor no es porque lo diagnostiquemos mal, sino
porque es posible que tenga esos trastornos. Tendremos que insistir en relativizar y dar peso a los criterios diagnosticos,
en observar la severidad e influencia de ese rasgo de personalidad en la vida diaria (este sería el eje V del DSM-IV).

La evolución de la personalidad del niño-adolescente hasta el anciano en cualquier persona normal, sin patologia, es
muy cambiante. Luego si hablamos de trastornos de personalidad entrañará más dificultades diagnósticas y terapéuticas.
Tal vez un mejor acercamiento a estas sea un enfoque pluralista de la personalidad en el individuo.

BIBLIOGRAFIA:

Schneider, K. Las personalidades psicopáticas. Ed. Morata. Madrid, 1980.


García de Haro, F:Las mil caras de la mente. Animales, mágicas y racionales. Ed. Díaz de Santos, Madrid,19699.

García (de Haro) Rodríguez F. El sistema humano y su mente. Ed. Diaz de Santos.,1992.

Carter JD, Joyce PR, Mulder RT, Luty SE, Sullivan PF: Parentaje temprano deficiente en pacientes depresivos
ambulatorios, se asocia con disfunción de la personalidad y no con subtipos depresivos. J. Affective dis, 54 (1999),29-37.
DSM-IV: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Ed. Masson, 1995.
Cloninger CR, Svrakic DM,Bayon C, Przybeck TR. Measurement of psychopathology as variants of personality. 33-66.
En Personality and psychopathology. Cloninger CR, American Psychopathological Association Series, 1999.
Svanborg P, Gustavsson PJ, Mattila-Evenden M, Asberg M: Assessment of maladaptiveness: a core issue in the
diagnosing of personality disorders. J. Pers. Dis, vol 13, fall, 241-256, 1999.
Parker,G, Roy K, Wilhelm K, Mitchell P, Austin M-P, Hadzi-Pavlovic D, Little C.Sub-grouping non-melancholic depression
from manifest clinical features. J. Affect. Dis 53 (1999) 1-13.
Cassano GB, Michelini S, Shear MK, Coli E, Maser JD, Frank E,. The panic–agoraphobic spectrum: a descriptive
approach to the assessment and treatment of subtle symptoms. Am. J. Psychiatry (Suppl) 154, 27-38, 1997.
James,W.. A pluralistic universe. En pluralismo; Diccionario de filosofía Ferrater Mora. Ed. Alianza. Madrid 1988.
Lenzenweger, MF. Stability and change in personality disorder features. Arch Gen Psychiatry. 1999, 56: 1009-1015.

También podría gustarte