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SINTESIS DEL CARRO DE APOLO PARA LOS ASPECTOS SOLARES

El Sol astrológico
1. Dios de la luz, sin ser el Sol mismo. 1. Vehículo del espíritu
2. Hace madurar los frutos de la tierra. 2. Hace florecer potenciales innatos en la
vida mundana.
3. Dios de la muerte súbita, al disparar sus 3. Determina la extensión de la vida;
flechas; conduce las almas de los muertos guardián del espíritu inmortal.
en su carro al cielo.
4. Dios de la sanación. 4. Voluntad de vivir y poder sanador de la
consciencia.
5. Dios de la adivinación y de la profe- 5. Sentido del destino o revelación del
cía. sentido de la vida.
6. Dios de la música. 6. Poder creativo como expresión del
espíritu.
7. Colonizador y fundador de ciudades. 7. Voluntad de civilización y de crear
abajo lo que es arriba.
8. Cosmocrator 8. Proporciona orden y gobierna el sis-
tema solar interno de cada individuo.
9. Deshacedor de maldiciones familiares 9. La consciencia libera al individuo del
y enemigo de las Erinias. poder de los traumas familiares.
10. Fracaso en el amor y en la paternidad 10. La individualidad no crea lazos
familiares

Cuántas veces habréis escuchado: «¿Es poco corriente mi carta? ¿Es muy diferente a otras que hayas
visto antes?». Como astrólogos, tratamos con clientes que de una u otra manera están formulando las
mismas preguntas que nosotros nos hacemos: «¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi historia? ¿Qué significa
todo lo que me ha pasado? ¿Cuál es mi destino? ¿Cuál es mi misión en la vida? No me cuentes lo
importantes que son los demás. Dime que yo soy importante». Aunque sólo tengamos un pequeño
atisbo de respuesta, ya tenemos una razón para seguir y, no menos importante, para aspirar a ser la
mejor versión que podemos llegar a ser de nosotros mismos.
De hecho, en el horóscopo el Sol no brillará si existe demasiado interés en ser aceptados por los
demás. Éste es uno de los puntos que analizaremos con más atención más tarde. Cuando a un
individuo le preocupa demasiado la buena opinión de los de-más, algo no va bien en el
funcionamiento del principio solar. Puede estar bloqueado o su expresión puede estar distorsionada
por la necesidad de ser valorado por los demás. Por eso consideramos que el Sol se halla en estado
cósmico de «caída» en Libra.
La luz del Sol requiere una lealtad absoluta a algo interior. Si los demás sienten esa calidez, eso es
maravilloso y uno se siente especialmente bien; pero incluso si nadie más siente esa calidez, el Sol
sigue exigiendo esa lealtad, por muy doloroso que pueda ser entregarla.

Con el Sol en la XII debemos preguntarnos: «¿Qué es lo que esta persona está canalizando para el
colectivo? ¿Cuál es la naturaleza de la herencia ancestral que ese co-lectivo necesita expresar?».
Ahora, canalizar para el colectivo no es siempre una buena cosa. Tener al Sol en la XII no significa
canalizar exclusivamente cualidades positivas de la herencia ancestral. Uno puede canalizar el
colectivo en tiempos de psicosis; y si la herencia familiar es profundamente perturbadora, es una
necesidad ineludible encontrar la manera de darle forma positivamente. Uno puede ser el portavoz de
un colectivo que se ha vuelto loco. «Colectivo» no se equipara necesariamente a la bondad o a la
espiritualidad. Hay momentos en la historia en que la sociedad se vuelve complicada. Habitualmente
esos momentos coinciden con configuraciones planetarias en que están fuerte-mente involucrados los
planetas exteriores. Todo se vuelve caótico, los movimientos de masas explotan, algunos de los
cuales son increíblemente aterradores y destructivos.
No siempre es divertido servir como canal al colectivo. Es un mar de potencialidades, tanto oscuras
como luminosas, las cuales no se han manifestado aún y provienen tanto del pasado como del futuro
por llegar.
Una persona con el Sol en la casa XII debe luchar para mantener su individualidad, o acabará siendo
dominada por aquello que canaliza. A menos que sea capaz de expresar la luz solar, puede
convertirse en una víctima de la marea colectiva, en vez de un portavoz voluntario de ese mismo
colectivo. El Sol en la casa XII suele ser víctima debido a que el Sol no brilla. Se encuentra bajo el
agua y se está hundiendo, y entonces la cara oscura de la casa XII queda mucho más al descubierto.
Los viejos libros de texto no se andan con paños calientes a la hora de rotular esas manifestaciones:
locura, adicción, enemigos ocultos y enfermedades debilitantes son las asociaciones tradicionales de
un Sol «afligido» en la casa XII. De modo que «él mismo se busca la ruina». No obstante, en esta
casa el Sol no es «maléfico». La conciencia debe existir, porque de otro modo uno puede acabar
crucificado por su propia apertura a la psique colectiva. Existe un sentido de participación en, de
servicio a, algo más grande que uno mismo. Incluso si el Sol se halla en un signo de Aire, necesita
abrir las compuertas del nivel intuitivo o imaginativo y traducir lo que canaliza a conceptos e ideales.

Las personas con el Sol en la casa XII pueden necesitar reconstruir su ego de una forma lenta y
cuidadosa para crear un firme sentido de la individualidad. La psique familiar puede ser percibida
como abrumadoramente invasiva y poderosa cuando el Sol se halla emplazado en la casa XII, lo que
a su vez puede indicar una herencia familiar en la que la expresión de la individualidad quedó sin
desarrollar o reprimida durante generaciones. El establecimiento de límites, por no hablar de la
expresión creativa personal, es enérgicamente frustrado por los miembros de la familia, y esto forma
la base de la lucha del Sol por brillar.
Un niño con el Sol en la casa XII está abierto a todo lo que ocurre en el inconsciente familiar. Es
muy difícil pensar con claridad y decir: «Éstos son mis sentimientos. Estos otros son de ellos. La
rabia que siento en el aire no es la mía; es la que hay en este momento entre mis padres que no se
hablan. Los monstruos de mis pesadillas no son sólo mis monstruos; son los miedos ancestrales que
ya existían antes de que yo naciese». Debido a estas sacudidas provocadas por las corrientes
psíquicas subterráneas y los fantasmas ancestrales, pueden tardar mucho tiempo en levantar barreras
físicas y psicológicas. El Sol debe estar completamente integrado para canalizar la casa XII de forma
positiva. A este respecto, puede ayudar la cuidadosa atención a los detalles de la vida diaria, al igual
que una definición consciente de los valores personales.

Sol en la XI siente que todo es inútil sin un contacto con gente que comparte la misma visión. Esa
visión no debe consistir necesariamente en una transformación global. Puede tratarse del desarrollo
de una determinada área de conocimiento o un camino artístico peculiar. Pero, con independencia
del signo solar que se trate, debe existir un sentimiento de pertenencia a un grupo humano mayor con
el cual uno puede entusiasmarse, compartir ideas y avanzar en el camino a su realización.
El Sol en la XI y en Capricornio, Virgo o Escorpio pueden sentir incomodidad cerca de grupos
físicos de personas. Aun así, uno necesita sentirse parte de una vanguardia, incluso sin conocer en
persona a los miembros del grupo. Incluso si hubieran vivido hace quinientos años, el Sol en la XI
hubiera leído el libro o visto la obra de teatro y hubiera exclamado: «¡Sí! ¡Es la misma visión que yo
tengo!». Uno forma parte del grupo a un nivel no corpóreo, parte de un conjunto de ideas que han
venido desarrollándose durante siglos. Se puede trabajar solo, pero uno forma parte un contiunuum
de pioneros, de forma que uno se siente en buena compañía. Un Sol en casa XI introvertido puede
operar sobre esta base.
El Sol necesita brillar y entregar generosamente, pero primero debe descubrir su luz interior e
individual. La luz no se puede pedir prestada. Un Sol en la XI no puede entrar en un grupo y suplicar:
«Queredme. Valoradme. Hacedme sentir que tengo una razón para vivir». Debe crear su propia luz y
ofrecerla después al grupo. En ciertos momentos de la vida se provoca normalmente una lucha
terrible respecto de las cuestiones propias de la casa en la que se ubica al Sol, una vez caemos en la
cuenta de que debemos encontrar nosotros solos el camino. Como he dicho anteriormente, Apolo es
un dios solitario.

¿Qué ocurre cuando nos encontramos en el reino de la casa VIII?


Morimos y renacemos de una forma totalmente distinta. Descubrir que, después de todo, no somos
individualidades separadas, a pesar de vivir en una superficie bajo la cual se extiende todo un mundo
invisible, nos hace cambiar. En la Casa II, lo que es nuestro no nos puede ser arrebatado. Forjamos
nuestro patrimonio, lo acrecentamos, lo poseemos en todo momento. En la casa VIII estamos a
merced de algo más grande que nosotros, que no puede ser adquirido, ni aumentado ni poseído a
través de nuestro es-fuerzo personal y consciente. En la casa VIII lo que presumimos que es nuestro
puede sernos arrebatado. Podemos vernos forzados a entregar aquello que creemos que nos
pertenece; e incluso puede ser destruido por aquello que es mayor que nosotros. En la II tenemos
poder a través del desarrollo de nuestros recursos internos. En la VIII descubrimos que no tenemos
poder alguno.
La dimensión inconsciente de la vida es totalmente ajena a las necesidades del ego. Es el Otro en el
sentido más profundo del término.
A veces se dice: «Vaya, me ha traicionado el inconsciente». Pero no es mi inconsciente, sino el
inconsciente. Éste apuntala la vida consciente; y cada vez que el inconsciente entra en contacto con
ésta, nos vemos obligados a cambiar. Estamos abiertos en canal y se nos obliga a reconocer la
existencia de un territorio invisible que tiene vida propia.
La casa VIII no representa a «los otros» físicamente. Es la realidad de la psique: la de los complejos
familiares, compulsiones, patrones ocultos, misterios… En suma, todo que emerge de las
profundidades que no sabíamos que nos pertenecía, aunque en realidad no sea enteramente nuestro.
Cuando nos enfrentamos a este reino, nos vemos sometidos a un proceso de desplome.
El ego debe reconocer que ya no tiene el poder. La casa VIII está relacionada con el poder, pero no
con el poder personal. Uno no controla el espectáculo.
La casa VIII se revela a través de las crisis: experiencias cercanas a la muerte, la muerte de los
demás, separaciones muy dolorosas, la aparición de enfermedades, pérdidas y súbitas vueltas de la
Rueda de la Fortuna, locura, fantasmas nocturnos, compulsiones sexuales… Es un conjunto de cosas
que no podemos controlar y que revelan dimensiones más profundas y misteriosas de la vida.
Cuando el Sol se halla en la casa VIII solemos encontrarnos con este reino a una edad bien temprana
y nos vemos obligados a reconocer, a menudo de mala gana, que no controlamos nuestra vida. No
podemos evitar estar en contacto con este reino; debemos aprender a vivir con él, crear una relación
con él y darle una expresión lo más creativa posible. En la casa XII debíamos construir un vehículo
personal que fuese capaz de mantenerse abierto y dar expresión a la historia y los sueños colectivos.
El Sol en la VIII puede desarrollar dones curativos, particularmente en el área de las enfermedades
mentales. Probablemente porque han encontrado la luz en su propia oscuridad, a menudo saben
instintivamente cómo encender la luz en la oscuridad de los demás.
El Sol en la XI o en la XII se enfrenta a la paradoja de desarrollar la individualidad mientras se
mantiene abierto al colectivo. Lo mismo le ocurre al Sol en la VIII. El sentido de la individualidad se
desarrolla a través de algo que no es uno mismo. Las tres casas están regidas por planetas exteriores,
que simbolizan las energías del colectivo, contrarias a la naturaleza del Sol. Si el Sol de cualquiera de
esas casas aspecta a Urano, Neptuno o Plutón, uno tiene que vivir con esa paradoja.
Situarse en el nivel adecuado de compromiso puede llevar mucho tiempo, de forma que uno no
debería tener prisa en ajustar dicho nivel. El Sol no desea renunciar a su sentido de ser especial; y
cuando se enfrenta al reino de la casa VIII debe abandonar el sentimiento de que tiene poder.
Recupera el poder, pero ese poder es compartido. Cuando está en la casa XI, recupera ese poder
sirviendo al grupo. Y si está en la XII, debe renunciar a su sentido de destino individual, si bien lo
recupera a través de una conciencia de la historia y de la unicidad de la vida.
La paradoja crea una tensión constante, y quizá la tensión es mayor con el Sol en la VIII. Con
frecuencia la vida es más simple para aquellos cuyo Sol está ubicado en otra parte. Eso no significa
que sea mejor, sino simplemente más fácil. Si uno tiene el Sol en la II también uno debe luchar para
vivir ese Sol y lo que uno crea debe tener el mismo valor. Pero la paradoja no es la misma que la del
Sol en la VIII. Muchas pinturas murales y bajorrelieves egipcios representan al dios Ra en su barco-
Sol dirigiéndose al inframundo y luchando contra la serpiente. Debe descender y luchar cada noche,
y es destruido casi por completo; pero el Sol se resiste a darse por vencido y cada mañana vuelve a
salir. Si no luchara, el mundo entero descendería a la oscuridad y la vida se de-tendría. La lucha
contra la serpiente es lo que crea la energía creativa para el Sol en la VIII. Es más complicado vivir
eso que vivir el Sol en una casa menos paradójica de la carta.

Existen otros emplazamientos planetarios que pueden sugerir dificultades con el Sol. De hecho, no
creo que haya ninguna carta que no muestre alguna dificultad de tipo solar. No existe el «horóscopo
perfecto». La cuestión no es tanto si existe alguna dificultad, sino la naturaleza de ésta o qué proceso
necesita seguir el Sol al efecto de brillar.

Ahora veremos los aspectos entre el Sol y Neptuno y si es parecido al Sol en la casa XII.
: Existen similitudes. Sugiere el mismo conflicto entre las necesidades individuales y colectivas, y es
muy importante encontrar la forma de honrar a ambas. Si nos identificamos con Neptuno solamente,
nos veremos engullidos por los anhelos conectivos y no encontraremos la felicidad en la vida ni
razón alguna para desarrollarnos como individuos. Si nos identificamos sólo con el Sol, nos
convertimos en personas insensibles al sufrimiento de aquellos más vulnerables que nosotros, y quizá
cortemos el contacto con aquellas dimensiones más sutiles o elevadas de la vida que nos
proporcionan consuelo para el dolor de nuestra existencia mortal. Neptuno entonces se nos acerca
sigilosamente desde el mundo exterior y acabamos casándonos con él o encontrándolo en nuestros
hijos. O toca nuestro cuerpo a través de la enfermedad, o nuestra psique a través de fobias y
adicciones. O nos lo encontramos en el colectivo y nos sentimos amenazados por aquellos elementos
de la sociedad que habitualmente flotan en las aguas neptunianas. No es de mucha ayuda dejar fuera
de nuestra vida a un planeta que esté en aspecto con el Sol, porque siempre volverá a casa. Pertenece
a uno mismo. El combate es esencial para encontrar un punto de equilibrio; y esto es especialmente
cierto respecto de los aspectos de los planetas exteriores con el Sol.

Una persona con un aspecto Sol-Neptuno o el Sol en la XII puede probar las drogas durante un
tiempo, o ir a la deriva sin hacer nada de provecho, o interpretar el papel de víctima en una relación
destructiva. El Sol en aspecto a Urano o en la XI puede mostrar un comportamiento verdaderamente
anárquico; y el Sol en aspecto a Plutón o en la VIII puede ser el «paciente identificado» en una
familia disfuncional, manifestando la rabia o la depresión que los demás rechazan reconocer en sí
mismos.

Los aspectos de Saturno y Quirón al Sol —todos ellos; no sólo los difíciles— pueden traer algún tipo
de problema al Sol. En el caso de los planetas exteriores hemos de llegar a algún tipo de compromiso
entre nuestras dimensiones individual y colectiva: encontrar un lugar en el que mantener el territorio
de nuestro ego al mismo tiempo que expresamos los sueños, deseos y necesidades de un todo mayor.
Eso puede frenar el desarrollo del Sol.
Con los aspectos de Saturno o Quirón al Sol ocurre algo diferente: nuestro brillante sentido solar del
potencial individual se ve limitado por los límites de nuestra existencia humana y por la conciencia
del dolor humano, de manera que puede resultar-nos difícil mantener la fe en nuestro sentimiento de
ser especiales y nuestro poder creativo.
Al igual que ocurre con los planetas exteriores, con los aspectos Sol-Saturno y Sol-Quirón se
requiere algún tipo de compromiso. No obstante, este compromiso puede ser adquirido con dolorosa
lentitud debido a que la luz del Sol es eclipsada por los inamovibles límites de la realidad y la
fundamental injusticia de la vida. El reconocimiento de los fallos propios, así como la victimización
propia de Quirón pueden dificultar la fe en las posibilidades del futuro. Naturalmente, la herencia
paterna es aquí relevante.
Los aspectos Sol-Quirón pueden representar a un padre que ha sido herido por la vida y ha perdido la
esperanza o que machaca la autoestima de sus hijos porque eso es lo que a él le hicieron. Por su
parte, los aspectos Sol-Saturno pueden describir a un padre cuya chispa creativa ha quedado
aplastada por las responsabilidades terrenas o cuya incapacidad de enfrentarse al mundo le ha
procurado problemas materiales crónicos. Estas configuraciones no indican que necesariamente el
padre sea un fracaso en un sentido general; pero la persona con aspectos Sol-Quirón o Sol-Saturno
sienten normalmente que la relación falla en algo. Esto puede deberse a que el padre no ha sido capaz
de enfrentar los desafíos de Saturno o Quirón y ha devenido en persona retraída, negativa,
hipercrítica o incapaz de responder a las necesidades de su hijo. O quizá le tuvo que abandonar
porque no tenía otra opción, o porque su matrimonio naufragó. El compromiso exigido entre el Sol y
Saturno o Quirón se complica si el padre no provee a su hijo de un modelo positivo.

Estos aspectos son extremadamente desafiantes y requieren mucha honestidad e integridad por parte
de uno. Quejarse de que la vida no es gratis no va a mejorar la situación. Los aspectos Sol-Saturno o
Sol-Quirón afirman enfáticamente: «Tu luz solar debe aterrizar en el mundo real. Deja de lloriquear y
ponte manos a la obra. Las recompensas serán equivalentes a las dificultades». Tal vez no sea una luz
perfecta, pero pue-de ser una luz fuerte y resistente que procurará calor y sanación en este mundo,
más que iluminar una visión trascendente más allá del alcance humano. Si la luz no se encarna dentro
de los límites terrenales puede resultar demasiado frágil, carente de fuerza y tenacidad y fácilmente
apagada por los retos mundanos.

Con los aspectos entre el Sol y Júpiter a menudo existe el sentimiento de que uno puede conseguir
todo lo que se proponga y que el cielo es literalmente el límite. Con los aspectos Sol-Saturno o Sol-
Quirón, uno piensa: ¿Pero ¿quién soy yo para creerme tan especial? El sentido de la limitación es a
veces abrumador. Si uno es consciente de esos sentimientos, es doloroso, pero es posible luchar para
mantener una llama perdurable. Si uno no es consciente de esos sentimientos, pueden producirse
resultados muy destructivos.
Con los aspectos Sol-Saturno o Sol-Quirón, uno debe aceptar que el vehículo del dios no es perfecto
y que tiene defectos. A veces quedará dañado, se caerá o se romperá; pero puede parchearse y es
suficiente para llevar la luz. Se puede generar así una luz indestructible que no podrá ser extinguida
por las decepciones de la vida. El Sol, aun atemperada su luz por los límites de la realidad, sigue
brillando porque no hay esperanza de que la vida sea como Disneylandia.
¿Cuál es la diferencia entre Quirón y Saturno?
Liz: La naturaleza de los límites es diferente en ambos. Ambos requieren un compromiso doloroso.
Pero las heridas de Quirón hunden sus raíces en lo poco que ha avanzado la naturaleza humana en los
últimos tres milenios. Quirón representa unas dificultades que van más allá del ámbito familiar. Con
Saturno uno siente que ha faltado algo en la familia, algo que uno necesita desesperadamente pero
que no ha obtenido. Si uno es consciente de ese sentimiento, se puede generar la fuerza y la
autosuficiencia necesarias para decir: «Nadie me va a regalar esto. Al infierno con ello. Lo voy a
conseguir por mí mismo y para mí».
Con Quirón el enunciado es bastante diferente: «Mi familia no puede procurarme esto que tanto me
preocupa. Pero ninguna familia podría hacerlo. Es la naturaleza de la sociedad en que vivimos. Los
seres humanos somos un desastre». Las heridas quironianas no se pueden curar mediante el trabajo
duro. Aunque el esfuerzo es importante, Quirón exige también aceptación respecto de aquello que es
incurable, mientras que Saturno exige la disposición de hacer el esfuerzo por y para uno mismo .
Con los aspectos Sol-Plutón en la vida siempre habrá períodos en el túnel. Pero el Sol puede llevar la
luz al túnel, en vez de sentirse abrumado por la oscuridad. Con estos aspectos, Apolo y Hades están
indisolublemente unidos. El dios-Sol puede pasar tiempo en las regiones superiores, pero siempre
recibe la llamada del inframundo. No creo que el objeto sea escapar permanentemente del túnel, sino
lograr una alianza entre ambos dioses. El Sol puede iluminar a Plutón y ofrecernos las riquezas de su
reino a la consciencia. Plutón puede otorgar al Sol profundidad y sustancia, así como la capacidad de
sobrevivir en el mundo.

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