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MONICIONES:
ENTRADA: El amor que Dios nos tiene, se nos comunica por medio de su
gracia y de su perdón… Como miembros de una Iglesia –que es al mismo
tiempo santa y necesitada de purificación– venimos a participar de la mesa
de la Palabra y de la Eucaristía, llenos de gozo y de esperanza. ¡Que esta
reconciliación que el Señor nos ofrece, por medio de su Hijo Jesucristo,
sepamos compartirla siempre con nuestros hermanos!
1ª. LECTURA: [Ecco 27, 33-28, 9] El libro del Eclesiástico nos ofrece una
reflexión llena de sabiduría acerca de la misericordia y del perdón… La misma
medida que cada uno use para con los demás es la que Dios usará con él.
2ª. LECTURA: [Rm 14, 7-9] Llegando al final de su carta a los romanos, san
Pablo toca un tema a la vez apasionante y consolador… El cristiano –tanto en
la vida como en la muerte– sólo pertenece a su Señor Resucitado.
EVANGELIO: [Mt 18, 21-35] El Evangelio nos habla de algo que siempre nos
cuesta: dar y pedir perdón… Únicamente quien perdona «de corazón» al
hermano –no excluyendo al enemigo– podrá atreverse a pedir el perdón a
Dios.
OFRENDAS: Llevemos nuestras ofrendas al Señor que es «compasivo y
misericordioso»… Que estemos dispuestos a ofrecer un amor sin límites a
todos los que nos rodean, sobre todo a quienes hemos hecho daño o a
quienes nos han ofendido.
COMUNIÓN: Compartiendo la misma fe, acerquémonos a recibir al Señor
Jesús… Con su paso de la muerte a la vida, Él nos ha rescatado del poder de
las tinieblas y quiere llevarnos a la plena comunión con su Dios y Padre.
DESPEDIDA: Recibir con gratitud el perdón, equivale a convertirnos en
hombres y mujeres «nuevos»… ¡Que, por medio de cada uno de nosotros, se
manifieste al mundo la inagotable misericordia de nuestro Dios!
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Oremos por todos los hombres y por todas sus necesidades, para que nunca
falte a nadie la ayuda de nuestro amor.
1. Por quienes han sido llamados por el Señor para conducir los destinos de
nuestra Iglesia, para que cuiden santamente el pueblo que tienen
encomendado, roguemos al Señor.
2. Por los gobernantes y por los que tienen en sus manos las riquezas del
mundo, para que fomenten la justicia, la paz y la libertad, roguemos al Señor.
3. Por los que padecen necesidades, por los que añoran la patria o viven lejos
de sus hogares, para que experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios,
roguemos al Señor.
4. Para que Dios nos conceda el perdón de los pecados, la perseverancia en la
fe y en las buenas obras y la salvación eterna, roguemos al Señor.
Padre lleno de bondad, que das a los primeros lo mismo que a los
últimos, haz que comprendamos que –como el cielo aventaja a la tierra– así
tus caminos aventajan a los nuestros, y que es un gran honor haber sido
llamados a trabajar en tu viña. Por Jesucristo, nuestro Señor.