Está en la página 1de 4

“ R E T O S Y D E S A F Í O S P A R A L A T R A N S F O R M A C I Ó N

NACIONAL EN GUATEMALA: HACIA UN MODEL O DE


DESARROLLO INCLUYENTE Y SOSTENIBLE”
A G O S T O 1 8 , 2 0 1 5 Por Valerie Julliand

http://www.fundaesq.org/retos-y-desafios-para-la-transformacion-nacional-en-guatemala-hacia-un-
modelo-de-desarrollo-incluyente-y-sostenible/ clase 07052021 DN2 CIS Lic. Jorge Bocel

Si hablamos de retos y desafíos para la verdadera transformación nacional,


debemos ser honestos, más atrevidos y cuestionadores de los discursos, las promesas (muchas
veces imposibles) y aterrizar las propuestas para que las y los guatemaltecos tengan la vida
digna a la cual tienen derecho.

No hemos inventado nada nuevo. Por el contrario, simplemente nos alineamos con: 1) los
contenidos de los Acuerdos de Paz (dado que es eso es lo que los Guatemaltecos han decidido),
2) con el marco jurídico nacional y 3) con los compromisos internacionales adquiridos por el
país (los cuales incluyen varios relacionados con los derechos humanos y la sostenibilidad
ambiental). Hoy, los partidos políticos que van a participar en las elecciones, presentarán sus
estrategias para el país; en otras palabras, sus planes de trabajo.

Pueden variar las propuestas, pueden ser diferentes las ideas de un partido en comparación al
otro, sea como sea, todos ellos tienen la obligación de responder a las aspiraciones expresadas
y firmadas en los Acuerdos de Paz; también, tienen la obligación de alinearse con los
compromisos adquiridos al firmar los convenios internacionales y, por supuesto, de honrar las
leyes del país aprobadas por su Congreso; destaca también el respeto a la Constitución Política
de la Republica.

Ahora bien, a 30 años de iniciado el proceso democratizador y a 19 de la firma de los Acuerdos


de Paz, observamos estabilidad macroeconómica, fortalecimiento de varias instituciones
públicas y avances en algunos indicadores sociales. Pero también vemos con preocupación que
persisten graves manifestaciones de las causas que dieron origen al conflicto armado,
evidenciándose además nuevas amenazas a la gobernabilidad democrática del Estado y a su
desarrollo humano, en el largo plazo.

Baste mencionar que el índice de Desarrollo Humano –que mide el avance en salud, educación
e ingresos- ha mejorado en un 35% respecto a 1980, pero a un ritmo menor que el del resto de
Centroamérica, dejando a Guatemala en el más bajo peldaño de la escala de países
hispanoamericanos.

Además, se estima una pérdida de 33% del IDH por causa de la desigualdad, lo cual neutraliza
cualquier avance que puede haber habido en educación y salud. La pobreza multidimensional
afecta en un 62% a la población, cifra que sube a más del 80% en poblaciones indígenas y en
áreas rurales.

El sector formal de la economía apenas logra incorporar a una tercera parte de la fuerza
laboral, excluyendo a la mayoría de los jóvenes, a las mujeres y a la población indígena; estos
grupos, a su vez, son los que encuentran las barreras más pronunciadas para su incorporación
a un trabajo con seguridad social.

Por otro lado, el problema de la desnutrición crónica afecta a un 48% de la niñez menor de 5
años. Eso es inadmisible si tomamos en cuenta que Guatemala es un país fértil, que destina
parte importante de su territorio a la producción de alimentos y que además puede
beneficiarse de un bono demográfico, considerando que 70% de la población tienen menos de
30 años. En parte por estas causas se produce una alta migración hacia las áreas urbanas y
hacia otros países que, aunque genera recursos para las familias por el envío de remesas,
termina debilitando el tejido social.

El primer producto de exportación de Guatemala es su gente. Se calcula que actualmente más


de 1.5 millones de guatemaltecas y guatemaltecos viven en el extranjero. La economía informal
y las remesas representan para la mayoría de los guatemaltecos medios de vida, que les
ayudan a salir adelante. Sin ellas, sin estas dos fuentes de ingresos, la pobreza habría
aumentado fácilmente en 20 puntos porcentuales.

Esas no son las rutas de un desarrollo equitativo. Eso no es pensar en el beneficio de la gente.
A eso se agrega la disminución y degradación sostenida de los recursos naturales, causadas -
entre otros factores- por la pérdida constante de cobertura forestal, por el uso inadecuado de
los recursos hídricos, por la sobre utilización de los suelos y la intensificación de la extracción
de minerales del subsuelo; todas ellas, en ausencia de controles efectivos por parte de los
entes reguladores.

Guatemala es uno de los 10 países de más alto riesgo a nivel global. Durante los últimos 12
años, los desastres naturales, especialmente los sismos, las sequías y las tormentas, han
causado graves daños ambientales y económicos, aumentando la vulnerabilidad de extensas
zonas del país y generando recurrentes emergencias humanitarias. Además, cada desastre
genera una pérdida grave para el país, haciendo retroceder el desarrollo logrado en otras áreas
y afectando cada vez a las mismas personas: a los más pobres, a los más vulnerables.

Según el Banco Mundial, de 186 países estudiados, Guatemala se coloca en el puesto 186 en
términos de recaudación de ingresos públicos y tiene el nivel más bajo de inversión social en
relación al tamaño de su economía. Guatemala invierte apenas 8% de su Producto Interno
Bruto en los servicios sociales (educación, salud y otros); solo un 8%.

Sin recursos, no hay capacidad de inversión social de largo plazo ni es posible tener una visión
de desarrollo humano. Los últimos estudios del PNUD sobre la pobreza y la vulnerabilidad de la
clase media indican que los factores para salir de la pobreza pueden variar de un país al otro,
pero los causas para volver a caer en la pobreza son siempre las mismas: la falta de acceso a la
educación y a la salud más la ausencia de servicios sociales.

Entonces, a la luz de ello, es claro que cualquier partido o candidato presidencial que pretenda
desarrollar el país sin recaudar más fondos, propone a la gente una utopía digna de los
mejores autores de ciencia-ficción. Cualquier partido que pretenda resolver los problemas del
país sin invertir en lo social (educación, salud, empleo digno, protección social) está preparando
los próximos desastres y aumentando aún más las desigualdades que hoy ya son inaceptables
e indignantes. El desarrollo se hace con la gente y por la gente. De ninguna otra manera.

Falta mucho para acabar con la corrupción y la impunidad. En el ámbito político, se ha


demostrado la alta vulnerabilidad del sistema electoral y de los partidos políticos a la
penetración de capitales y recursos ilícitos, lo cual propicia el tráfico de influencias y la
corrupción en la gestión pública.

Como una constante en todos estos temas, encontramos que la niñez, los jóvenes, las mujeres
y los pueblos indígenas constituyen la población con mayores niveles de exclusión y
discriminación. Es el momento de visualizar una sociedad en transformación, con mayores y
mejores niveles de desarrollo humano para todas y todos, sin exclusiones, sin discriminación.

Para lograr esta transformación, Guatemala tiene que actualizarse. Parece que Guatemala
sigue viviendo como hace 30 años. Para comprobar esta afirmación, les voy a compartir cual
era la visión de desarrollo que prevalecía en el mundo en 1984 y la vamos a contrastar con la
actual.

En 1984 se creía que las sociedades tradicionales y agrarias eran subdesarrolladas y deberían
ser industrializadas. Hoy el concepto cambió y se reconoce que la diversidad de las sociedades
es un factor de riqueza para alcanzar el desarrollo sostenible. En 1984 se pensaba que existían
oportunidades ilimitadas de convertir recursos naturales en bienes y servicios.

Hoy, en cambio, sabemos y reconocemos que los recursos son limitados y además que es
grave romper la armonía con la naturaleza. En el 84 se propagaba que no existen límites para el
crecimiento de las economías y que no se debe interferir el mercado.

En 2015, sabemos que sí existen límites al crecimiento y que es necesario regular patrones de
producción y de consumo, para evitar abusos desde visiones mercantilistas.

En 1984, con mucha facilidad se decía que el ser humano era el ser más avanzado y que la
evolución hace que sobrevivan las especies más fuertes. Hoy, se reconoce que el ser humano
es solo una de las especies en la tierra y que es altamente recomendable que busque la
coexistencia pacífica con todo el resto.

Sin duda hay que repensar el modelo de desarrollo en Guatemala y hay que actualizarlo.
Además de estas visiones mundiales sobre desarrollo, quisiera agregar una que está creciendo
y que la crisis naciera de 2008 reveló de manera aguda. ¿Recuerdan la cita que les presenté al
inicio, que decía que la verdadera riqueza de una nación está en su gente y que el objetivo
básico del desarrollo (para una vida prolongada, saludable y creativa) era frecuentemente
olvidado, debido a una preocupación inmediata de acumular bienes de consumo y riqueza
naciera? Bueno, con base en ello, se decidió́ (con razón) que se debía erradicar la pobreza
extrema.

Mientras se luchaba contra la pobreza, al mismo tiempo, se enraizó́ este otro modus operandi
que tiene sus bases en la lógica del enriquecimiento a todo costo. Y así́ vimos crecer en estas
mismas dos últimas décadas el número de personas muy, pero muy ricas. Por lo tanto, el
desafío de hoy, a la par de la erradicación de la pobreza extrema debe ser la erradicación de la
riqueza extrema.

Al fin de cuentas, estas riquezas extremas se construyen sobre el costo de la gente y generan la
misma pobreza que queremos eliminar.

¿Con que están relacionadas los retos principales de Guatemala?

¿Qué se entiende por desarrollo incluyente y sostenible?

¿Cuál es el camino adelante para un desarrollo incluyente y sostenible?

¿En qué áreas o ministerios de Guatemala debemos de tener accesos equitativos?

¿Cuál es el desafío de Guatemala para su aceptación a nivel internacional?

También podría gustarte