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El hábito de suponer y sus

consecuencias
¿Qué pasó? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué va a hacer? Si te sientes tentado a responder a

una pregunta similar con: “pues, no sé, pero supongo que…”, quizás sea el

momento de detenerte. Suponer puede ser un error.

A qué llevan las suposiciones


Realizar una suposición es dar por hecho algo sin molestarnos en buscar pruebas

para apoyar otra explicación o razonamiento. Es alcanzar una explicación y, a

continuación, reforzarla con pensamientos y comentarios propios que la validan.

El problema es que la persona que supone, generalmente termina creyendo aquel

hecho “creado” por él mismo. Lo más grave es que, en muchos casos, más tarde ni

siquiera recuerda el origen de tal afirmación.

Por eso, como vemos, es muy frecuente que una simple suposición generada por la

“sencilla e inocente costumbre de hablar de los demás” termine transformada en

un rumor falso y, en definitiva, en una mentira.

Suponer puede arruinar la reputación de otra persona, porque aunque tú enfatices

que estás expresando tu opinión solamente y no un hecho, cuando tu declaración

ha echado a “correr”, lo más probable es que se omita la parte en que dijiste que

no estabas seguro.

Y, algo sorprendente: aunque no comentes tus ideas con nadie más, de todos

modos puedes crear una imagen distorsionada de la persona en cuestión en tu


propia mente. Y todo por un simple e inocente suponer…
Combustible de malos pensamientos
Ya sea que el diálogo se mantenga con otra persona o contigo mismo, puedes estar

alimentando una mentira, una falacia dirigida a otra persona o a ti mismo. Aún si

la mentira no es tomada como cierta, puede generar algunas emociones y las

emociones son dificilísimas de borrar.

Piensa en los sentimientos que generan las siguientes suposiciones:

 “Seguro que ella le está siendo infiel.”


 “Los más probable es que él maltrate a los niños.”
 “Supongo que sus palabras no son sinceras. No creo que nos haya dicho la
verdad.”

¿Por qué siempre pensamos lo peor?


Lamentablemente, la mayoría de las suposiciones que hacemos son negativas. El

ser humano tiene la tendencia a dar mayor importancia a las noticias malas. Pero,
¿por qué ocurre esto? Una teoría dice que esto se debe al instinto de
supervivencia, porque a través del desarrollo del ser humano se prestaba más

atención cuando alguien decía: “esa serpiente es venenosa”, que cuando alguien

decía “¡qué bonito atardecer!”

Según dicha teoría, esto llevó a que diéramos más peso a cosas negativas y que,

por ende, les asignemos más credibilidad. En otras palabras, en forma

inconsciente y para preservarnos, estamos predispuestos a pensar lo peor de las

otras personas…

Comúnmente, tendemos a suponer que muchas de las cosas que suceden tienen

que ver con nosotros personalmente (aunque la verdad es que en la mayoría de las

ocasiones ni siquiera figuramos en la historia…), que los demás saben lo que

nosotros queremos o deseamos, o que los demás reaccionarán igual que nosotros.

Ninguna de estas suposiciones es productiva y actuar basándonos en alguna de

ellas puede llegar a ser devastador para todas las personas involucradas,

incluyéndonos a nosotros mismos.

Que la suposición no sustituya la


comunicación
¿Qué hacer si de veras te preocupa qué hizo alguien o por qué lo hizo? Eso es m uy

sencillo, ¡pregúntale! Un diálogo con la persona implicada es cien veces más

productivo que un diálogo interno o con un tercero. Si simplemente haces una

suposición, le estás robando a la persona implicada la oportunidad de expresarse.

Cuando te cercioras de las cosas, puedes actuar con una base de información

confiable. Si no te sientes cómodo preguntando directamente, tendrás que evaluar

si es un asunto que realmente te incumbe. Si no, ¿no serí mejor ocuparse de otros

asuntos?
Que la suposición no obstaculice tu
crecimiento personal
Las suposiciones no siempre tienen que ver con el comportamiento ajeno. Existe

otra clase de suposiciones que pueden convertirse en una gran traba en nuestro

propio camino.

Cuando suponemos que no nos va a gustar algo que nunca hemos probado, o que

no podremos aprender algo nuevo, o que nunca podremos conocer ese lugar con

el que tanto soñamos, etc., estamos construyendo una “pared” que nos

bloqueará el paso a nuevas experiencias. A veces asumimos que las tradiciones

son ineludibles y que no hay una manera diferente de hacer las cosas. Esto sofoca

nuestra creatividad y nos convierte en personas rutinarias y estancadas.

Tratar de desechar esos pensamientos intrusivos puede ser difícil. Por eso, el

primer paso es ser consciente de que lo haces habitualmente y de las


consecuencias que ello conlleva.
En conclusión, deberíamos evitar las suposiciones, se trate de uno mismo o de

otras personas. En cambio, verifiquemos. Preguntemos. Averigüemos.

Experimentemos. Así, podemos ahorrar y ahorrarnos unos cuantos disgustos y

evitar que se generen y extiendan rumores dañinos e innecesarios.

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