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Los Morfemas:
Definimos el morfema como la unidad mínima de la morfología y, por lo tanto,
del análisis gramatical. El morfema es el segmento mínimo que podemos
identificar en la estructura de una palabra, ya que no puede ser descompuesto
en segmentos morfológicos menores.
En las palabras de (4) reconocemos los morfemas que las forman:
(4) árbol-es / arbol-eda / cont-a-mos / re-cont-a-mos
En estos ejemplos, el morfema consiste en una asociación recurrente entre un
segmento y un significado, sea este significado de naturaleza léxica o
gramatical. Así, observamos el segmento arbol- asociado al significado ‘árbol’
en arboleda, arbolito, arbolado; el segmento -es asociado al significado ‘plural’
en árboles, pintores, camiones; el segmento re- con el significado de ‘volver a’
en recontar, repensar, reordenar. Por esta razón, se ha definido el morfema
como un signo mínimo, es decir, como un signo que no puede ser
descompuesto en signos menores. Si bien esta definición resulta útil, la
asociación entre un segmento fónico y un significado no siempre resulta tan
clara, sea porque a veces hay más de un segmento fónico para un único
significado, sea porque el significado no resulta aislable, sea porque a algunos
segmentos fónicos recurrentes no es posible atribuirles un significado
La palabra:
La palabra es la unidad máxima de la morfología y la unidad mínima de la
sintaxis. Las palabras constituyen unidades más familiares que los morfemas y
generalmente se las asocia con aquellos elementos separados por espacios en
blanco en la escritura. Si bien esta noción de palabra gráfica puede ser
suficiente para ciertos propósitos e incluso necesaria, como, por ejemplo, para
establecer el uso del tilde, desde un punto de vista estrictamente gramatical, no
resulta del todo satisfactoria por dos motivos. En algunos casos, una palabra
gráfica contiene elementos pertenecientes a más de una categoría gramatical
y, por lo tanto, no constituye una unidad mínima de la sintaxis, como en los
conglomerados de verbos con pronombres átonos (dámelo, traérselos,
hablándole) o en las contracciones de preposición y artículo (del, al). En otros
casos, se da la situación inversa: una unidad sintáctica consta de más de una
palabra gráfica, como en las locuciones (lengua de trapo, ojo de buey, a
ciegas), por lo cual en el lenguaje técnico se prefiere hablar de pieza léxica.
Dado que la palabra es una unidad gramatical, es necesario, entonces, definirla
con criterios gramaticales. Hay algunas propiedades gramaticales que suelen
invocarse para definirla como, por ejemplo, la posibilidad de cambiar de
posición en la secuencia, como se muestra en:
2 a. Ella ocasionalmente sale sola
b. Ocasionalmente, ella sale sola
c. Sola, sale ocasionalmente ella
o la de permitir la inserción de unas palabras entre otras dos, como puede
verse en (3b):
(3) a. Veía las ventanas iluminadas de casas alejadas.
b. Veía las pequeñas ventanas muy iluminadas de algunas casas totalmente
alejadas.
Sin embargo, no todas las palabras pueden satisfacer estas condiciones. Si
bien las cumplen los sustantivos, los adjetivos y los verbos, palabras tales
como, por ejemplo, los artículos y las preposiciones cumplen solo con la
segunda condición porque no pueden cambiar de posición en la secuencia:
tienen una posición fija. Estas palabras, que son átonas, sí pueden, en cambio,
separarse ya que se admite la inserción de otras palabras entre los artículos y
los nombres y entre las preposiciones y sus términos, como se muestra en
(3b). Las formas átonas de los pronombres personales, por su parte, tienen una
movilidad muy restringida, pueden aparecer antes del verbo (proclíticos) o
después del verbo (enclíticos), y no admiten que se inserte nada entre ellas y la
forma verbal: *Lo ya vi; *Traéyamelo.
En razón de este comportamiento defectivo que exhiben algunas unidades
sintácticas con significado preferentemente gramatical respecto de las
propiedades definitorias de la palabra, algunos gramáticos las han llamado
morfemas. Sin embargo, aunque no todas las unidades sintácticas cumplan
con todas las propiedades definitorias de las palabras, se diferencian de los
morfemas en que estos no cumplen con ninguna: en efecto, el orden en que
aparecen los morfemas es fijo y no puede insertarse nada entre un morfema y
otro en el interior de una palabra.