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EL CULTO PROTESTANTE: UN ABORDAJE TEOLÓGICO, EDITADO POR C.

CHALAMET Y F. DERMANGE (III)


Leopoldo Cervantes-Ortiz
8 de julio, 2021
La Reforma Protestante no se trató solo de teología o eclesiología. De manera más amplia, ha contribuido a
renovar toda la vida religiosa, incluida la forma de venerar al Dios de los cristianos y, por tanto, de celebrar
el culto. En efecto, la intuición fundamental de Lutero y luego de los demás reformadores no iba a poder
desplegarse sin consecuencias sobre la comprensión del culto: dado que la Misa ya no podía entenderse
como un acto meritorio, apto para garantizar la salvación de aquellos y, para los beneficiarios, era importante
repensar todo el culto, reorganizar la vida religiosa cotidiana y, en adelante, colocar en el centro de la
espiritualidad la Palabra predicada como fuente de fe y guía de salvación.
MICHEL GRANDJEAN Y UELI ZAHND

Estas palabras del texto “Herencias medievales”, con el que abre el volumen colectivo El culto
protestante: iin abordqje teológico, expresa muy bien el tono que predomina en el conjunto de
textos recopilados puesto que retoma los elementos de la tradición antigua del cristianismo, los
coloca en el horizonte de las reformas religiosas del siglo XVI y dialoga con lo que sucede
actualmente en el ambiente litúrgico. Todo ello, a sabiendas de las profundas transformaciones
acaecidas en la comprensión de la fe individual y comunitaria. Y es que, en efecto, las reformas
de la iglesia impactaron hondamente en la vida litúrgica, al grado de que hoy no sería
reconocible el cristianismo sin esas modificaciones.
Dermange y Chalamet, editores de la obra, en “La invención del culton reformado”
apuntan hacia el hecho de que los reformadores actuaron, en el ámbito litúrgico, con la fuerte
“convicción de que [Dios] no fue honrado como él quería y como debía” (p. 33), por lo que
resultaba indispensable acometer un conjunto de serios cambios para restablecer el culto
deseado por Dios. Para analizar ese propósito, ambos autores enfocan diversas obras clásicas de
la época de la Reforma escritos por Lutero, Zwinglio, Bucero y Calvino, a fin de encontrar en
ellas los fundamentos de dichos cambios. Nacería así el orden litúrgico reformado como una
derivación de los elementos antiguos, pero con nuevas aportaciones centradas todas en la
importancia de la Palabra predicada y en una nueva visión sacramental. Como ejemplo, citamos
estas palabras de Calvino en un sermón sobre el Deuteronomio:
Dios no quiere ser servido por no sé qué supersticiones. Cuánta pompa y fanfarria harán los hombres para
servir a Dios en hermosos templos, en hermosos cuadros, en hermosos tapices, en perfumes, en campanas,
en luces y en todo este pequeño bagaje. Les parece que Dios se alegra con esto y, cuando hacen sonar los
órganos, lo harán bailar como si fuera un niño pequeño. Sin embargo, no nos divirtamos con todo este
pequeño bagaje, porque Dios quiere ser servido con verdad, con rectitud y con amplitud de corazón. Y luego
tratemos de servir al prójimo, que él no tiene nada que ver con lo que le podemos dar […]. He aquí, pues, el
medio de servir a nuestro Dios como él quiera, para que no lo transfiguremos con nuestras vanas locuras,
haciéndonos creer que será bien honrado, cuando le hayamos traído algo de nuestro pequeño equipaje, como
si quisiéramos. deslumbrar sus ojos (p. 42).

Con base en estos planteamientos se abordan, en la segunda sección, cada uno de los
elementos del culto reformado, sin dejar resquicios para el análisis, y en todos los casos se sitúa
el contexto original de las prácticas litúrgicas, además de su evolución y relevancia para la
iglesia y fe. Se concluye aquí con las palabras introductorias del secretario general de la
Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), en las que saluda este volumen como una
magnifica aportación para la discusión litúrgica actual.
PREFACIO

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