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[Cuarta de forros para Alberto F. Roldán, Dios y la narrativa de los tiempos.

Tras las
huellas del Apocalipsis en la literatura latinoamericana]
Leopoldo Cervantes-Ortiz
31 de enero, 2021

Mediante una nómina que incluye a cinco grandes autores latinoamericanos, especialmente
argentinos (Borges, Cortázar, Marechal, Piglia), más el mexicano Carlos Fuentes, Alberto F.
Roldán regresa a la práctica del diálogo profundo entre teología y literatura. En esta ocasión, a
partir de la presencia del Apocalipsis o de las huellas de ese libro bíblico, resumen y
consumación de la plenitud de los tiempos. Esa perspectiva le sirve para trazar una plataforma
común de análisis minucioso, atento a los personajes, tramas y matices hallados en obras muy
concretas y fielmente diseccionadas. La metodología de estudio, una vez, se convierte en una
indagación capaz de sacar a la luz la urdimbre secreta de asociaciones no tan perceptibles a
primera vista.
Antes de abordar a sus autores seleccionados gracias a su trabajada perspicacia, Roldán
entrega un soberbio ensayo panorámico que sitúa el horizonte de estudio partiendo de un
concepto de raíz popular que define como pocos lo que representa la apocalíptica: “una
teología del aguante desde el reverso de la historia”. Si en Borges, el autor es capaz de extraer
nuevas iluminaciones sobre la relación metafísica entre tiempo y eternidad, en Cortázar
consigue arrancar brillantes notas teológicas al clásico cuento “El perseguidor”. En Marechal
encuentra, nada menos, la primera novela estrictamente evangélica, y en Piglia, la
“imposibilidad ética” (“la ética… ese estallido”, Wittgenstein dixit) desarrollada en sus
proteicos personajes. Por último, en Fuentes aparecen dos momentos cruciales: el tiempo
mítico en la monumental Terra nostra como proyección de un futuro alterado por las
secuencias históricas, donde lo apocalíptico se desdobla laberínticamente; en un segundo
momento, entronca con la finitud humana, el bien y el mal, y las imágenes de Dios en tres de
sus novelas.
Acaso una frase del libro sirva para recapitular los alcances de este notable esfuerzo de
crítica teológico-literaria que tanta falta hace en estos tiempos aciagos: “El apocalipsis es la
otra cara de la creación en el sentido de que implica una recuperación de la creación
primigenia en un fin escatológico”. La conciencia del apocalipsis, según parece, no nos
abandonará nunca.

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