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Relación entre las competencias lingüística, cognitiva y comunicativa del

estudiante y el fracaso escolar


Marilena Grisolía
¿Podríamos afirmar que la presencia de un buen nivel de lenguaje es vital en la
consecución del aprendizaje? ¿Hay relación entre las competencias lingüísticas del
estudiante y el fracaso escolar o los bajos niveles de logro académico?

Distintos autores mantienen una posición fija respecto a la relación entre el lenguaje y la
función cognitiva, dentro de la cual podemos incluir al aprendizaje; puesto que los diversos
elementos que componen el lenguaje tienen un papel de importancia en la construcción de
conocimientos. En este sentido, dentro de los saberes personales es posible encontrar
códigos o símbolos que permiten expresar aquello que ya sabemos e incluso darle
interpretación a lo nuevo; a la vez, facilita compartir con otros y siendo una actividad social se
convierte, a su vez, en una actividad de aprendizaje: se conocen nuevas palabras, nuevos
simbolismos, está siempre en constante crecimiento.
Ahora bien, al extrapolar esta generalización hacia lo que es el aprendizaje académico
propiamente dicho es posible que la comprensión del lenguaje por parte de los estudiantes
sea un factor relacionado con su éxito o con su fracaso académico. Esta posibilidad parte de
la suposición de que un alumno que no pueda expresarse, que no comprenda los símbolos o
que no tenga la habilidad para codificar sus propios conocimientos, tiene problemas en su
desarrollo educativo y en la adquisición de nuevos aprendizajes.
Con esta premisa, se explica que, desde una perspectiva representacional, el lenguaje
permite al discente manifestar aquello que ya ha aprendido: un conocimiento que surge
mediado por funciones cognitivas y que una vez se ha internalizado se puede expresar en el
contexto. En este orden de ideas, los símbolos permiten demostrar el aprendizaje, porque el
estudiante, cuando tiene un lenguaje amplio y le atribuye codificaciones y significados, tiene
la capacidad de verbalizar (mediante la lengua escrita y hablada) o con algunos símbolos no
verbales, aquello que ha aprendido.
Entonces, cuando el lenguaje no es rico, sino más bien es escueto, el estudiante puede
haber adquirido el conocimiento que se busca (se efectuó el aprendizaje), pero no cuenta
con los recursos suficientes para demostrar al otro (normalmente, el profesor o evaluador),
que efectivamente ocurrió el aprendizaje; por lo cual su valoración es desfavorable, aun
cuando ciertamente logró el conocimiento. Esto también puede explicarse porque los
contenidos de clases no siempre manejan el lenguaje básico o popular, cada materia tiene
un argot, un lenguaje técnico que tiene sus propios significados y es posible que esto no
siempre le quede claro al estudiante, quien no sabría cómo utilizar los conceptos de una
forma productiva.
Por otro lado, en una perspectiva constructivista, el lenguaje ciertamente es un
mediador en el aprendizaje, pero, en este caso, no solo se hace por la lengua de forma
simple, sino que intervienen otros aspectos sociales. Con esto, se pretende indicar que el
conocimiento es una construcción individual que se ve influencia por el entorno, en este
particular, el entorno escolar ha de ser el entorno social del que se habla, porque el
estudiante interactúa con sus docentes, con sus pares, el aula se convierte en un espacio de
socialización y de intercambio en el cual se aprende no solo el conocimiento académico, sino
las interpretaciones de otros respecto a lo que se debe aprender y ello ayudaría a una mejor
comprensión sobre lo que se imparte.
Entonces, cuando el estudiante no intercambia opiniones con el docente o con sus
compañeros no se refuerzan los aprendizajes, porque no hay confrontación ni reorganización
de las estructuras; por lo cual el fracaso académico es posible en razón de que no se forman
las representaciones del conocimiento sino se tienen los recursos léxicos básicos.
Finalmente, el lenguaje es una construcción socio-cultural, lo cual dentro del ámbito
académico es importante porque permite el intercambio de conocimientos con el uso de los
símbolos y elementos lingüísticos adecuados. Sin embargo, no siempre el entorno es el más
propicio, pues no contribuye al enriquecimiento del lenguaje ni a la nueva reformulación de
conocimientos.
Por consiguiente, es posible determinar esta relación lenguaje-aprendizaje-fracaso
académico; en razón del uso del lenguaje, de qué tan rico sea y cómo el estudiante el
confiere símbolos y codificaciones a lo que está intentando aprender. Cuando el lenguaje es
escaso, no se maneja adecuadamente o no es amplio ni se busca ampliarlo, se tiende al
fracaso académico, porque no habrá interpretaciones propias que permitan la construcción
del aprendizaje, que modifique las estructuras organizativas, propias de la cognición, para
integrar lo nuevo con los saberes previos.

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