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Por Marvin Ugalde Acosta B47045 || 03/09/19

Pensamiento político latinoamericano


¿Se puede hablar de un pensamiento político latinoamericano?

Cuando hablamos de Occidente, se ubica principalmente a Europa, como el estandarte


occidental fundacional de nuestras culturas. Recordamos la cultura griega, luego absorbida
por Roma, hasta la actualidad europea. Todos los grandes acontecimientos, o al menos los
más importantes en términos de difusión, han tenido lugar en el continente europeo. La
influencia fácilmente se puede observar en lo cotidiano. Desde la forma de leer nuestros
mapas, la forma de vestir, la religión dominante, y la cultura en general, son productos con
sello europeo. Su influencia ha desembocado en la fundación de todas las repúblicas
occidentales, donde Latinoamérica no es la excepción.
Sin embargo, desde otras regiones del mundo, fuera de Europa, han llegado nuevas
formas de filosofías políticas, que, por sus orígenes geográficos, son menoscabadas o bien
ignoradas por las clases políticas, culturales, económicas y académicas dominantes. Es por
ello, que emprendemos el presente ensayo, con el propósito de responder si se puede
hablar de un pensamiento político latinoamericano. Para ello hemos de emplear, el trabajo
académico de Boaventura de Sousa Santos, Conocer desde el Sur e Historia del
pensamiento filosófico latinoamericano Una búsqueda incesante de la identidad de
Boerlegui. Pues creemos, que sus trabajos, cumplen con nuestras expectativas
académicas.
La estructura, se encuentra conformada por el presente apartado de introducción; además
de un desarrollo donde expondremos nuestro cuerpo de trabajo, e intentamos responder a
la pregunta que da origen a este ensayo. Finamente, en nuestro apartado de conclusión,
expresamos nuestras reflexiones personales, y damos a conocer la respuesta de nuestra
pregunta.

¿Se puede hablar de un pensamiento político latinoamericano?


Quienes conquistan, cuentan la historia. Desde la llegada de los imperios europeos a
nuestro continente, la cultura de ambas regiones, transformaron el viejo y el nuevo mundo.
Desde las creencias espirituales, el modo de producir alimentos, la vestimenta y la forma
de conocer los fenómenos de la naturaleza. El occidente de Europa, llegó para cambiar las
lógicas que coexistían antes de 1492 en el llamado nuevo mundo. Las, personas dominan
por cuestiones relacionadas con el origen geográfico, la etnia, el poder adquisitivo, y hasta
el sexo. El caso particular de Europa frente al resto mundo reúne esas cuestiones entre
otras. América Latina, posee una cantidad importante de grandes pensadores, artistas,
empresarios y políticos. Sin embargo, tales productos latinoamericanos, son muchas veces
deslegitimados por pertenecer a la región no dominante de Occidente, sino a la dominada.
Boaventura (2010) en su obra Refundación del Estado en América Latina afirma lo
siguiente:
Se trata de transformar objetos imposibles en objetos posibles, objetos ausentes en objetos
presentes. La no-existencia es producida siempre que una cierta entidad es descalificada y
considerada invisible, no-inteligible o desechable. No hay por eso una sola manera de
producir ausencia, sino varias. Lo que las une es una misma racionalidad monocultural.
Distingo cinco modos de producción de ausencia o no-existencia: el ignorante, el retrasado,
el inferior, el local o particular y el improductivo o estéril (p.37).
Esto es, en nuestro contexto de ensayo, la no existencia de pensamiento político
latinoamericano, sin embargo, creemos que, al referirnos al pensamiento político, debemos
extender el término más allá de la teoría concretada de producción académica o filosófica.
Pues el pensamiento, y particularmente el pensamiento político da origen, a muchas otras
formas de expresión humana, lo podemos observar en el caso de Latinoamérica desde
antes que se escribiese teoría disidente al eurocentrismo. En campos como el arte
pictórico, con personajes tan importantes como el Muralista Digo Rivera, o bien Frida
Kahlo, ambos separados del tradicionalismo europeo que se inspira en la época victoriana,
o en el renacimiento, si no, que estos, se inspiraron en fuentes como la liberación de la
humanidad de aquellos sistemas que creían subyugaba las libertades del ser como el
capitalismo, sus pinturas tienen poco o nada de inspiración en los imperialismos europeos,
mas bien son anti imperios. O en el caso de la filosofía política, a personajes de renombre
como Mario Vargas Llosa. Inclusive desde la vertiente cristiana, Latinoamérica, ha
producido la teología de la liberación, misma que causó en los años ochentas, y causa aun
escándalo dentro de la cúpula de la Iglesia Católica, por ser considerada contraria a las
enseñanzas de Cristo, por Juan Pablo Segundo, y más reciente por Joseph Ratzinger
(Benedicto XVI). Para Boaventura (2010): “La primera lógica deriva de la monocultura del
saber y del rigor del saber. Es el modo de producción de no-existencia más poderoso.
Consiste en la transformación de la ciencia moderna y de la alta cultura en criterios únicos
de verdad y de cualidad estética, respectivamente” (p.37). Es decir, como aquellos
productos del pensamiento latinoamericano, no cumplen con cánones de filosofía clásica, o
en cuestiones de estética, no es tomado como conocimiento o producción artística ni
religiosa respetable o legítima.
Beorlegui (2010) afirma:
Hay, por tanto, que preguntarse desde dónde se filosofa. Esto implica rechazar el
eurocentrismo para encontrar lo que está fuera de sus categorías, y filosofar desde lo
ajeno, lo otro, lo bárbaro22. Esto lleva implícito, pues, meternos con la cuestión de la
relación entre filosofía y cultura en AL. Desde dentro es desde donde brota la pregunta y el
enfoque correcto por la filosofía latinoamericana. Y desde aquí surge la inquietud por la
autoctonía y la autonomía culturales del continente latinoamericano, en búsqueda de una
expresión latinoamericana y propia.
Es decir, una de las dificultades del pensamiento político latinoamericano, es que se
encuentra atravesado por el pensamiento europeo, esto es tanto para legitimarlo como
superior y de mayor calidad, así para formar una suerte de disidencia eurocéntrica. Sin
embargo, tales categorías no restan peso valórico a nuestro pensamiento político y
filosófico regional, pues este se crea a partir de variantes únicas, en contextos únicos, y
con momentos históricos que permiten la generación de tales productos fuera de Europa.
En la Epistemología del Sur, Boaventura (2010) afirma:
Entiendo por epistemología del Sur el reclamo de nuevos procesos de producción y de
valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas
relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y
grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las
discriminaciones causadas por el capitalismo y por el colonialismo (p.43).
Por tanto, no podemos afirmar que en Latinoamérica no hay un reclamo legítimo en
términos de producción de pensamiento político original, sino que hubo y aun hay un
rechazo de occidente por aquello que está fuera de sus alcances metológicos, científicos,
filosóficos y artísticos. En una región tan amplia, y multicultural como América Latina, la
producción en masa de obras intelectuales es amplia, así como tomada pocas veces en
cuenta. Podemos observar tal argumento representado en los medios de comunicación
masiva, cada vez que un nuevo descubrimiento científico llega desde metrópolis europeas,
se producen réplicas en los más importantes medios de comunicación, sin excluir los
medios latinoamericanos. Sin embargo, en el mismo caso, pero desde la región en
cuestión, son minúsculas las réplicas que se pueden observar. Puede que, de alguna
forma, aquel poder económico que poseen ciertas instituciones fuera de nuestra región,
impulse tales resultados en términos de difusión, sin embargo, hay una suerte de encanto
exponencial hacia lo externo en mayor medida que aquellos logros regionales.
En muchos casos, los Estados latinoamericanos, por ejemplo, aplican ciertas normas y
políticas europeas a sus contextos sociales, sin tener en cuenta aquellas diferencias
intrínsecas en sus poblaciones, y llega consigo el fracaso. Para Boaventura (2010): “la
comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo”
(p.43). Es decir, no es que la visión occidental sea un error, sino que no siempre funciona
tal visión fuera del contexto para el que se creo, pues fuera del occidental hay otras
necesidades humanas, que pueden ser tratadas con visiones que se adapten de manera
precisa. Es decir, podemos tomar como ejemplo las comunidades indígenas
latinoamericanas, mismas que sufren abundantes dificultades para de supervivencia, por
ejemplo, en Costa Rica, las distintas administraciones pueden intentar socavar tales
necesidades, sin embargo, el frecuente error es combatirlas con ideas externas en términos
culturales y políticos.
A nuestro parecer, es evidente que hay un pensamiento político latinoamericano, podemos
ejemplificarlo tomando como base las distintas manifestaciones políticas, que aun siendo
nefastas para las sociedades donde ciertas ideas se han aplicado, tal es el caso de la
Revolución Cubana, estaríamos hablando de un fenómeno particular, para una época
particular en nuestra región, llevada acabo por ideólogos y políticos latinoamericanos.
Sin embargo, tenemos en cuenta otras visiones absolutamente contrarias al pensamiento
revolucionario cubano, pero de igual manera dentro del mismo contexto regional de
América Latina, tal es el caso de Chile y el proyecto económico de los llamados Chicago
Boys. O el sistema institucional, del modelo de Estado Social de Derecho costarricense.
Sin embargo, creemos necesario aclarar, que si bien a nuestro parecer, existe realmente
un pensamiento político latinoamericano, no podríamos afirmar que este no haya sido
inspirado en las ideas de ideólogos y sistemas políticos europeos. Es decir, el pensamiento
político latinoamericano, basa sus posturas ideológicas en aquellas que vienen desde
centros de poder político occidental como los Estados Unidos, y el Continente Europeo,
aplicando ciertas correcciones que permitan la aplicación al contexto de la región.
Beorlegui (2010) nos explica que hay tres distintas posturas frente a la filosofía, aplicables
al pensamiento político latinoamericano:

a) La postura universalista defiende que no hay más que una filosofía para todas las
culturas, negando rotundamente la existencia de las filosofías «nacionales». Para
esta postura, es tan absurdo hablar de filosofía latinoamericana o española como
defender la existencia de matemáticas, o física, alemanas o chinas. La filosofía,
como cualquier otro saber, no tiene patria y debe entenderse y ejercitarse de la
misma forma en cualquier región del planeta.
b) La postura nacionalista, en cambio, considera legítimo y válido
hablar de «filosofías nacionales», basándose en la supuesta existencia de
caracteres o «espíritus nacionales» (el Volksgeist de los románticos alemanes)5,
que se expresan en filosofías y cosmovisiones específicas.
c) La postura intermedia o perspectivista/circunstancialista entiende que, aunque los
problemas filosóficos responden a preguntas y respuestas universales, también es
cierto que tales planteamientos interrogativos, con sus correspondientes
soluciones, poseen una apoyatura circunstanciada y epocal. Pero se distingue de la
segunda respuesta en negar el carácter esencialista e inamovible de los diferentes
puntos de vista perspectivísticos (pgs. 34-35).
Por tanto, creemos que la postura más adecuada, es la perspectivista/circunstancialista,
pues esta, acepta la existencia de un contexto en un determinado tiempo, y la existencia de
puntos de vista distintos, siendo el pensamiento político-filosófico latinoamericano uno de
estos, con la integración de ideas ajenas a la región.
Por ahora, no es posible que separar el pensamiento europeo de latinoamericano, ni la
forma de generar descubrimientos científicos, para ello sería necesario a nuestro parecer,
la extinción de toda forma de influencia occidental, mientras que Latinoamérica fue fundada
bajo tales pilares culturales, políticos y científicos. La única forma sería formalizar el
pensamiento indígena, como opción para llevar acabo un proyecto sociedad purista. Lo que
resulta imposible, sin embargo, sí hay posibilidad de una pensamiento político, filosófico y
científico mixto, donde se traslapen ambas culturas, donde los intelectuales de amabas
regiones del mundo compartan sus conocimientos, los enfrenten y se genere una nueva
creación de pensamiento; cuestión que ya se está llevando acabo desde distintos lugares
geográficos y distintos niveles sociales. Es por ello, que, aun si no creemos en la existencia
de un pensamiento político latinoamericano puro, sin influencia externa, si creemos en la
existencia de uno apoyado con el material académico, filosófico y científico proveniente
desde los puntos de poder europeos y estadounidenses, aplicados con matices
latinoamericanos, y en un contexto distinto al de esas zonas geográficas de poder.

Material utilizado:
Beorlegui. C. (2010). Historia del pensamiento filosófico latinoamericano Una búsqueda
incesante de la identidad. Bilbao, España: Publicaciones de la Universidad de Deusto
de Sousa, Santos. B. (2010). Refundación del Estado en América Latina Perspectivas esde
una epistemología del Sur. Lima, Perú: Instituto Internacional de Derecho y Sociedad

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