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Tratado latinoamericano de antropología del trabajo; dirigido por Hernán M. Palermo ; María Lorena Capogrossi , Buenos
Aires : CLACSO ; CEIL ; CONICET ; CIECS , 2020
ISBN 978-987-722-722-2
© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales | Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.
Idea y composición de tapa: Martín Lowenstein
Foto de tapa: Héctor Adolfo Quintanar Pérez / Foto de contratapa: Alejandro Juárez Ascencio
Corrección del texo en español: Melina Di Miro
Corrección del texto en portugués: Santiago Basso
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmi-
sión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del
editor. La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones incumbe
exclusivamente a los autores firmantes, y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretaría
Ejecutiva de CLACSO.
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina ....................................... 231
Mariano Perelman
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja en Brasil .......................... 511
Maria Aparecida de Moraes Silva
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros” ............... 1727
Fernanda Figurelli
Los sujetos del trabajo. Constitución a partir de lógicas regionales de las comunidades
altamente especializadas de la industria textil y confección
en México ............................................................................................................................................. 1913
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Zolvers, rappitenderos y microtaskers. Trabajadores(as) de plataformas
en América Latina ............................................................................................................................ 1945
Luis Reygadas
Dedicatorias
* Queremos agradecer profundamente al Dr. Carlos León por su lectura atenta y ge-
nerosa y por los comentarios que realizó al borrador de esta presentación.
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Destacamos las Reuniones de Antropología del MERCOSUR (RAM), los congresos de
la Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA), los congresos de la Associação
Brasileira de Antropología (ABA), el Congreso Argentino de Antropología Social (CAAS),
los espacios de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo (ALAST), el Con-
greso Colombiano de Antropología (CCA) y los encuentros en la Asociación Argentina
de Especialistas en Estudios del Trabajo (ASET): todos escenarios propicios para expli-
citar la necesidad de consolidar un proyecto que compile diversos textos sobre Lati-
noamérica. También mencionamos la Revista Latinoamericana de Antropología del
Trabajo (RLAT) del CEIL-Argentina y el CIESAS México como un espacio de diálogo y
promoción de los estudios del trabajo desde esta disciplina.
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porque esto nos permite abordar las relaciones de poder que se ma-
nifiestan en los procesos sociales y culturales, sin perder de vista –
nunca– a los sujetos tal cual son: trabajadoras y trabajadores de carne
y hueso. Asimismo, los textos aquí reunidos −al analizar los procesos
desde lo particular− exponen tensiones de clase, de género, de etnia,
de nacionalidad, generacionales, territoriales, etc., sin las cuales sería
imposible comprender la enorme diversidad de aristas que tiene el
mundo del trabajo en el sur.
Este mundo, en Latinoamérica y el Caribe, compone un mapa
complejo y diverso que va reconfigurándose constantemente en fun-
ción de las transformaciones y crisis que atraviesa el sistema capita-
lista. Cambios que quedan plasmados en alianzas y quiebres entre
diversos sectores y clases, en mutaciones en la forma de organización
de la producción y el trabajo, en variadas maneras de inserción en
los mercados laborales y en la emergencia de nuevos actores y rela-
ciones. La figura más atinada que encontramos para representar esta
situación es la de los legos: piezas que se arman y desarman con un
potencial infinito de posibilidades de encastre y que −a diferencia de
las limitaciones del ensamble estático de un rompecabezas− dan
cuenta del constate movimiento y de la multiplicidad de variaciones
que pueden reseñarse en el universo de las relaciones laborales ac-
tuales.
Las formas de vivir y trabajar en América Latina y el Caribe habi-
litan a articulaciones cambiantes y estrategias diversas de corto, me-
diano y largo plazo para asegurar el bienestar –o no− de las trabaja-
doras y trabajadores y sus familias. Las relaciones cotidianas
trastocan los abordajes estáticos y obligan a complejizar y dinamizar
nuestro entendimiento sobre las maneras en las que se configura el
trabajo, al tensionar e imbricar dimensiones, esferas, lugares y formas
de concebir los ritmos temporales en el desarrollo de las vidas.
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brica francesa Renault y allí recibió “la marca del esclavo”3, según
sus propias palabras. Esto le permitió reflexionar en torno a la sepa-
ración entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, y en torno a
las condiciones a las que son sometidas las trabajadoras y los obreros
en sus lugares de trabajo. La condición obrera es producto de sus vi-
vencias dentro de la fábrica, de las jornadas agotadoras, del registro
de los gestos y comportamientos de compañeras y compañeros, de
jefes y capataces, de los ritmos implacables que impone la fábrica
(Weil, 1962).
Robert Linhart, unos años después, repitió esa experiencia en la
Citröen de París. Contempló y describió a la automotriz como “una
fábrica de devorar migrantes”, donde el trabajador debía conformarse
únicamente con sobrevivir. Sus impresiones como trabajador que-
daron reflejadas en la excelente etnografía De cadenas y de hombres
(Linhart, 2013), que fue publicada por primera vez en 1978.
3
Al respecto, Weil expresó lo siguiente: “Después de mi año de fábrica antes de retomar
la enseñanza, mis padres me llevaron a Portugal donde los dejé para ir sola a un pe-
queño pueblo. De alguna manera tenía el alma y el cuerpo despedazados. Aquel con-
tacto con la desdicha había matado mi juventud. Hasta ese momento no había tenido
otra experiencia de la desdicha que la mía propia que, al ser sólo mía, me parecía de
poca importancia, y que, al ser biológica y no social, era sólo una semidesdicha. Sabía
bien que había mucha desdicha en el mundo –estaba obsesionada con ella–, pero
nunca la había constatado mediante un contacto prolongado. Al estar en una fábrica,
confundida a los ojos de todos y a los míos propios con la masa anónima, la desdicha
de los otros entró en mi carne y en mi alma. Nada me separaba de ella, porque al haber
olvidado realmente mi pasado y no esperar ningún porvenir, podía difícilmente ima-
ginar la posibilidad de sobrevivir a esas fatigas. Lo que allí sufrí me marcó de manera
tan durable que todavía hoy, cuando un ser humano, cualquiera que sea y en cualquier
circunstancia, me habla sin brutalidad, no puedo dejar de pensar que debe haber un
error y que el error por desgracia y sin ninguna duda se disipará. Allí recibí para siem-
pre la marca de la esclavitud como la marca del hierro al rojo vivo que los romanos
ponían en la frente de sus esclavos más despreciados. Desde entonces me he mirado
siempre como una esclava” (Weil, 1966, p. 40).
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Algunos se aventuran a postular que este texto constituye una de las contribuciones
más importantes de los últimos años –en el interior del marxismo− tanto en términos
académicos como políticos.
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Cabe aclarar que, por entonces, gran parte de los intelectuales marxistas atravesaban
un profundo desencanto de la experiencia del llamado “socialismo real” y observaban
con impotencia las reestructuraciones del sistema capitalista que se desarrollaban
desde comienzos de los años setenta.
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Es decir, el trabajo que produce “bienes inmateriales”, como la información y el co-
nocimiento, pero también relaciones sociales y la propia vida social.
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En Argentina, a fines de los sesenta, obreros y estudiantes protagonizaron las rebe-
liones populares conocidas como Cordobazo y Rosariazo, que mantuvieron en vilo a
todo el país y marcaron el inicio del fin de la dictadura militar encabezada por el Ge-
neral Onganía. En México, en 1968, se desataron importantes manifestaciones y huel-
gas encabezadas por estudiantes cuando el gobierno violó la autonomía universitaria.
A partir de la formación de un Consejo Nacional de Huelga constituido por delegadas
y delegados de más de setenta universidades mexicanas, se elaboró un petitorio con
una serie de puntos que exigían reformas sociales, políticas y económicas. Estas pro-
testas encabezadas por el estudiantado fueron reprimidas brutalmente durante la Ma-
sacre de Tlatelolco, que tuvo un saldo de cientos de estudiantes y huelguistas
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asesinados por las fuerzas de seguridad. También podemos mencionar, como hito im-
portante, la Revolución Popular Sandinista, proceso histórico abierto en Nicaragua en
julio de 1979 que derrotó la dictadura de la dinastía de los Somoza.
8
En Colombia, los antropólogos Julián Arturo y Jairo Muñoz realizaron, a fines de la
década del setenta, una historización de la clase obrera en Bogotá. Esto quedó plas-
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mado en el texto titulado La clase obrera de Bogotá, apuntes para una periodización
de su historia (1981). Sus estudios han incursionado también en el tema de las migra-
ciones y la antropología urbana.
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El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)
fue fundado en septiembre de 1973 por Gonzalo Aguirre Beltrán, Guillermo Bonfil Ba-
talla y Ángel Palerm. Su nombre era Centro de Investigaciones Superiores del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (CISINAH). Más tarde, en 1980, se reestructuró y
recibió la denominación que conserva hasta la fecha.
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Para ahondar en las trayectorias de Santiago Wallace y/o Mabel Grimberg, ver
Manzano, 2018.
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sus luchas, sus experiencias y sus sentidos mueven estos mundos que
se encuentran al sur del Río Bravo.
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nes”, que reúne una serie de capítulos cuyo énfasis está puesto en
aquellas construcciones de sentidos, formas de hacer, valoraciones,
narrativas, prácticas y experiencias que constituyen día a día el de-
venir de las trabajadoras y los trabajadores latinoamericanos. Este
conglomerado de aspectos da cuenta de la multiplicidad de dimen-
siones que pueden indagarse desde la antropología.
No quisiéramos terminar esta presentación sin agradecer a todas
y todos los autores que apostaron a esta ambiciosa obra, a quienes
nos formaron en nuestras trayectorias de investigación y a aquellas
y aquellos que ya no están pero que se comprometieron a pensar el
trabajo etnográficamente. En particular, queremos agradecer a
CLACSO, que no dudó en asumir la colosal tarea de editar este Tra-
tado…, al Centro de Investigaciones y Estudios Sobre Cultura y Socie-
dad (CIECS) y al Centro de Estudios e Investigaciones Laborales
(CEIL), ambas Unidades Ejecutoras de CONICET, que apoyaron este
proyecto desde las etapas germinales.
Deseamos que este libro no tenga un punto final, sino que sea el
inicio de innumerables debates e intercambios entre quienes pensa-
mos y problematizamos el mundo del trabajo. Nuestro desafío fue
acercarnos, reconocernos y constituir un caleidoscopio de interro-
gantes que nos acerquen a la vida, experiencias, trayectorias y prác-
ticas de las trabajadoras y los trabajadores de nuestras regiones.
Para finalizar, retomando el inspirador epígrafe con el que comen-
zamos esta presentación, esperamos que el Tratado Latinoamericano
de Antropología del Trabajo contribuya a develar lo invisibilizado, des-
conocido o naturalizado, apostando a investigaciones que partan del
abordaje real de situaciones reales de distintas fracciones de la clase
obrera de América Latina y el Caribe.
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Referencias
Belmont Cortés, E. (2011). Las batallas alrededor del servicio público de ener-
gía eléctrica: convergencias y divergencias entre Electricidad de Francia y Luz
y Fuerza del Centro. México: Universidad Autónoma de Querétaro.
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Leite Lopes, J. S. (2011 [1978]). El vapor del diablo. El trabajo de los obreros del
azúcar. Buenos Aires: Antropofagia.
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Míguez, P. (2013, sept. - 2014, feb.). Del General Intellect a las tesis del “ca-
pitalismo cognitivo”: aportes para el estudio del capitalismo del siglo XXI.
Bajo el Volcán, 13(21), 27-57. México: Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla.
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Primera parte
Delimitación y debates de un campo
disciplinar
Los orígenes de una antropología del
trabajo en CIESAS, México y las nuevas
luces que se anuncian*
Introducción
* Una versión de este trabajo apareció como primer capítulo del libro Entre Minas y
barrancas. El legado de Juan Luis Sariego a los estudios antropológicos, S. Durin y V.
Novelo (Coords.), CIESAS, 2018. El presente texto ha sido reformado y contiene una se-
gunda parte nueva. Quiero agradecer los comentarios de Hernán Palermo que hiciera
al texto preliminar.
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Los principios
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lación con los procesos sociales que intenta entender para explicitar-
los, sea que se ubique en puntos de vista conservadores o transfor-
madores.
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En su libro Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los movi-
mientos obreros (2007), hace una monumental revisión crítica del estado del arte de
los estudios de historia obrera realizados en Estados Unidos e Inglaterra, básicamente.
La revisión la inició cuando comenzaba su investigación sobre la clase obrera en Ve-
racruz, México, en 1968.
2
Curiosamente, a ese poder de los obreros cuando se enfrenta el nivel organizativo
del sindicato con el de la empresa nos referimos Urteaga y yo como “trincheras ocu-
padas simultáneamente por enemigos de guerra, armados y dispuestos para la batalla
[…] pero también para la negociación”. El lenguaje militar no es ajeno a la lucha de
clases (Novelo y Urteaga, 1979, p. 119).
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Es muy llamativo el dato de la enorme extracción de agua que la industria minera
realiza. Para el año 2014, una investigación, “Concesiones de agua para las mineras”
(2016), destaca que, a pesar de la gran dificultad para obtener información de fuentes
públicas (Secretaría de Economía y Comisión Nacional del Agua), se extrajeron por
concesiones a las mineras una cantidad de agua igual a la que se “necesita para cubrir
las necesidades humanas de toda la población de Baja California Sur, Campeche, Co-
lima y Nayarit durante el mismo período” (Llano, 2016, p. 1). Además, el estudio re-
cuerda que en México hay casi catorce millones de personas sin acceso al agua en su
vivienda. La mayor cantidad de agua para la minería se extrae en Sonora, Zacatecas y
Michoacán. El impacto de la minería sobre el agua, señala la investigación, “debe con-
siderarse en tres dimensiones: alto consumo, contaminación y destrucción de las fuen-
tes de agua” (Ibíd., p. 1). Además de los pueblos y comunidades donde se realiza la
extracción minera, hay organizaciones, como la Red Mexicana de Afectados por la Mi-
nería, nacida en 2008, que luchan contra el despojo y el impacto de la política guber-
namental y la actividad destructiva de las empresas mineras (REMA, s/f). En marzo
de 2019, continuaba el conflicto en Buenavista del Cobre (antigua Minera de Cananea)
iniciado en 2007 por el pago de utilidades a mineros huelguistas, por lo que las esposas
de mineros bloquearon las vías de ferrocarril que llevan suministros al yacimiento de
cobre. Solicitaron la ayuda del nuevo presidente de México en su gira por el estado de
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Sonora (La Jornada, 2 de marzo de 2019. “Bloquean esposas de mineros vías en Cana-
nea, para exigir solución a conflicto laboral”).
4
El Grupo México, dueño de la mina, arropado por los gobiernos en turno, no ha ac-
cedido ni a investigar la explosión ni a indemnizar a los deudos ni, por supuesto, a cas-
tigar a los responsables. En septiembre de 2019 los restos de los mineros que murieron
atrapados aún no habían sido rescatados.
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Se han hecho varias síntesis y relecturas del estado de las investigaciones sobre la
clase obrera mexicana. Además de las que figuran en el libro Entre Minas y Barrancas
(2018), la de Rocío Guadarrama Olivera (2010) expresa muy lúcidamente las evolucio-
nes de los tratamientos teóricos y metodológicos en las investigaciones sobre la clase
obrera mexicana desde fines del siglo XX a principios del XXI.
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La Ley vigente es de 1992, aunque tuvo reformas en 2014; sin embargo, el artículo que
da preferencia a la explotación minera continúa: “Artículo 6.- La exploración, explo-
tación y beneficio de los minerales o sustancias a que se refiere esta Ley son de utilidad
pública, serán preferentes sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno,
con sujeción a las condiciones que establece la misma, y únicamente por ley de carác-
ter federal podrán establecerse contribuciones que graven estas actividades.”. Las ex-
cepciones para la preferencia es si existen exploraciones petroleras o trabajos que
tengan que ver con la generación de energía eléctrica. (Cámara de Diputados del H.
Congreso de la Unión, 2014).
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Fueron catorce empresas de EUA, cuatro de España y una de Argentina, Canadá y
Francia, respectivamente (Moore y Pérez Rocha, 2019).
8
El mapa es de 2013 y ubica las áreas controladas por los diferentes cárteles y a la
vez señala las concesiones mineras y las asignaciones petroleras en esas áreas.
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Antes del nuevo régimen del actual Presidente de la república, varias de las “autode-
fensas” fueron perseguidas y encarceladas, aunque en un principio fueron incluso apo-
yadas por el gobierno. Todavía no hay noticias acerca de su futuro. En Cherán, Mich.,
hay luchas por recuperar el bosque que los criminales talan para sembrar aguacate
que se exporta a Estados Unidos (Consejo Civil Mexicano para la silvicultura sosteni-
ble, s/f.). Las comunidades en el estado de Oaxaca que forman parte del “Frente No a
la minería, por un futuro mejor para todas y todos” pertenecen a los valles de Ocotlán,
Ejutla y Tlacolula (DesInformémonos, 22 de julio de 2020. “Exige Frente No a la Mine-
ría cancelación de concesiones en Valles Centrales de Oaxaca”).
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La cláusula de exclusión significaba que un trabajador perdía su trabajo cuando
renunciaba o era expulsado del sindicato.
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Fundamentalmente los sindicatos petrolero, telefonista, electricista y uno de los dos
sindicatos de maestros, amén de los sindicatos patronales de empresas pequeñas.
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presa Luz y Fuerza del Centro cesando a cuarenta y cuatro mil traba-
jadores en 2009, ha revitalizado su lucha por la recuperación de su
materia de trabajo.12 Han transitado un camino legal contra la desa-
parición de su sindicato y pidiendo ser restituidos como trabajadores
en una sustitución patronal con la Comisión Federal de Electricidad
(CFE) que heredó la materia de trabajo para todo el país. Pero, como
es común en México, las acusaciones que los obreros entablan por
conductos legales pueden serles favorables un día, y adversas al otro;
ganaban el pleito y luego otras autoridades revocaban la sentencia.
Los electricistas del SME han sobrevivido gracias a que se han em-
pleado en proyectos cooperativos de electricidad. En el año de 2019
solicitaron dialogar con el nuevo gobierno para buscar su reinstala-
ción como trabajadores y se dicen listos para la “renacionalización
de la industria eléctrica” mexicana y por el reconocimiento de la vi-
gencia de su organización sindical.13
Lo que suceda en el terreno de las relaciones de poder sindicato-
empresa-gobierno en la etapa actual, no es previsible. Pero sería de-
seable que los nuevos canales que se han abierto tiendan a eliminar
debilidades que afectaron la vida sindical en la última parte del siglo
XX. De acuerdo a una investigación de Francisco Zapata, más o menos
a partir de 1992 hubo modificaciones a los contratos colectivos para
eliminar cláusulas que favorecían el control de los procesos de trabajo
y de los mercados internos del trabajo por los sindicatos; además de
12
Del total de despedidos, 16.599 trabajadoras y trabajadores han resistido por años
con el respaldo de miles de compañeros jubilados de la empresa pública cerrada (El
SME vive, Viva el SME, 2019).
13
Existe otro sindicato de electricistas, el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas
de la República Mexicana (SUTERM), que ha sido el sindicato oficial de los gobiernos
mexicanos, que busca que el sindicato independiente histórico, SME, se “unifique” con
ellos. No sabemos cuál será el resultado de este enfrentamiento.
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De acuerdo a los Censos Económicos 2004., Resultados definitivos (datos de 2003),
el total nacional de unidades de producción dedicadas a las manufacturas fue de
328,718 de las que el 93.11% tenían de cero a quince empleados y las de cero a quince
empleados conformaban el 83.42%. (www.inegi.gob.mx).
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Características principales de las unidades económicas…, 2003; Número de unidades
económicas…, s/f.
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¿Qué sigue?
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Solo 10.5 % de trabajadores asalariados en EUA están sindicalizados, la mitad de lo
que había en 1983 y solo el 6.4 % pertenece al sector privado. Desde los años de 1980
existe un ataque gubernamental contra los sindicatos lo que ha reducido y anulado
su poder político. (David Brooks, 2019, p. 2).
17
La Izquierda Diario, 16 y 26 de agosto de 2019 y Lobo, 2019. Las plantas en México
se ubican en Ramos Arizpe, Coahuila; San Luis Potosí; Silao, Guanajuato; y Toluca, es-
tado de México.
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Referencias
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Richard Trumka es el dirigente de la American Federation of Labor (AFL-CIO).
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González, E. (2019, 12 de mayo). Ley federal del trabajo; Reforma laboral: las
reglas cambian. Vanguardia.MX. Recuperado el 5 de junio de 2019 de
https://vanguardia.com.mx/articulo/ley-federal-del-trabajo-reforma-labo-
ral-las-reglas-cambian/amp/?fbclid= IwAR16vSrrJHz7skp8Iou_TvGrDyFRS-
l0n4JRtst7BkBI23mVJYMg-6rQaIMQ
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Womack Jr., J. (2007). Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva
historia de los movimientos obreros. México: El Colegio de México/Fondo
de Cultura Económica.
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trabalhadores de cidades e aglomerações
industriais*
Introdução
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Mais recentemente pude participar da coordenação de um projeto coletivo que visava
outra comparação: as práticas sindicais e as greves dos canavieiros de Pernambuco e
Paraíba com as dos metalúrgicos da Grande São Paulo, incluindo o ABC paulista, desde
o final dos anos setenta. Ver Lopes et al., 2019. Tal estudo vem levar a uma comparação
mais sistemática de operários industriais e trabalhadores rurais que é menos conhe-
cida tanto no interior do movimento social quanto no conhecimento universitário por
razões de especialização dos respectivos profissionais. Ver também o vídeo curta-me-
tragem Direitos em construção permanente (Lopes e Pereira, 2019) disponível no You-
Tube.
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Betinho, Herbert José de Souza, sociólogo, militante e criador de movimentos sociais
durante toda sua vida ativa, culminando com a Campanha contra a Fome e a Miséria
e pela Vida nos anos noventa. A referência no texto se refere à sua militância deslocada
para as fábricas do ABC no início dos anos setenta, antes de sua prisão durante a dita-
dura militar.
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Aparato repressivo da ditadura militar.
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A respeito do uso da legislação do trabalho pelos trabalhadores ver o recente livro
de Teixeira da Silva (2016), onde a sistematicidade da argumentação apresentada e o
caráter estratégico da construção dos dados empíricos apresentados o tornam uma
obra de referência sobre a importância da justiça do trabalho na própria formação
das classes trabalhadoras brasileiras, como pude desenvolver nos comentários no pre-
fácio desta obra.
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Ao retornar aos meus objetos de pesquisa vou começar pelo fim: en-
quanto a fábrica têxtil que originou a cidade de Paulista fechou defi-
nitivamente suas portas em meados dos anos noventa, a usina de
açúcar na qual estudei continua funcionando bem, sendo uma das
mais sólidas do estado de Pernambuco, sobrevivendo à falência de
muitas de suas similares desde o início da década dos noventa. No
entanto, com os operários e operárias de Paulista pudemos construir
uma relação que tem durado desde 1976 até os dias de hoje, enquanto
que a comunicação com os operários da usina pouco duraram7. O te-
5
Filme de Michael Haneke de 2009.
6
Ver a este respeito Leite Lopes e Maresca (1989/1992).
7
Um maior tratamento dos limites de uma relação mais duradoura do pesquisador
com os operários do açúcar, assim como uma atualização da situação das usinas e
seus operários do açúcar dos anos setenta aos anos dos mil estão desenvolvidos no
“Prefácio a la presente edición” na bem cuidada edição argentina de El Vapor del Dia-
blo. (Leite Lopes, 2011), na coleção Estudios de Antropologia del Trabajo — iniciativa
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Este projeto, concebido por Shelton Davis (professor nos inícios do Mestrado em An-
tropologia Social do Museu Nacional nos primeiros dos anos setenta, recém-chegado
de suas pesquisas de doutorado entre o campesinato indígena da Guatemala; e na oca-
sião do projeto chefe do setor de Meio Ambiente do Banco Mundial) e realizado por
uma equipe que pude coordenar, visava conhecer experiências de mobilização pública
contra a poluição industrial. A pesquisa foi feita em cidades industriais do Rio de Ja-
neiro (Angra dos Reis, Itaguaí e Volta Redonda), de Minas Gerais (Barreiro/Belo Hori-
zonte, Betim e Sete Lagoas) e da Província de Buenos Aires, na Argentina (Ensenada).
Contou com a colaboração das antropólogas Beatriz Heredia, Diana Antonaz, Gláucia
Oliveira da Silva e Rosane Prado, que co-coordenaram a pesquisa; com Beatriz Heredia
e Ricardo Rosendo na Argentina e Myriam Mousinho F. Gomes em Minas Gerais; e
ainda com Leandro Piquet Carneiro em um capítulo de pesquisa com métodos quan-
titativos. Ver Leite Lopes et al., 2004. Dez anos depois tivemos a oportunidade de es-
tender o estudo da mobilização social através de conselhos de políticas públicas entre
2013 e 2014 a nove movimentos sociais antes que tais políticas sofressem um processo
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de regressão e destruição a partir de 2016 com agravamentos em 2019 (ver Leite Lopes
e Heredia, 2014).
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Memória e transformação social trabalhadores de cidades
9
Este mesmo trabalho de reconstituição de memórias subterrâneas, numa colabo-
ração entre pesquisadores e sindicalistas, esteve presente na pesquisa referida na nota
1 mais acima, sobre a comparação entre metalúrgicos da Grande São Paulo e trabal-
hadores na cana de açúcar de Pernambuco e Paraíba. O trabalho de campo nas duas
áreas, entre 2017 e 2019, envolvendo pesquisadores de universidades federais tais como
UFRJ, UFABC, Unifesp/Osasco, UFPb e UFCG, culminou com encontros reunindo sin-
dicalistas e pesquisadores no Centro Social da Federação dos Trabalhadores na Agri-
cultura de Pernambuco (FETAPE) na cidade de Carpina em abril de 2019 e em maio do
mesmo ano em São Paulo com sindicalistas metalúrgicos de São Paulo, Osasco, Gua-
rulhos e ABC. Ver Lopes e Heredia, 2019.
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Memória e transformação social trabalhadores de cidades
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Anthropological blues”, expressão utilizada por Roberto Da Matta para analisar a
comparação entre por um lado, a tristeza das horas vagas do etnólogo isolado no seu
trabalho de campo em localidades longínquas e, por outro lado, a nostalgia desta vivên-
cia no campo com seus interlocutores de pesquisa diante da volta às rotinas da vida
social cotidiana no próprio mundo do pesquisador (Da Matta, 1978).
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José Sergio Leite Lopes
11
Hoje representadas, tais profissões humildes, nos trabalhos organizados por plataformas
virtuais de aplicativos, como caso-limite de trabalhos precarizados com um patronato de
tão invisível personalização quanto objetivado (Uber, iFood, etc.).
110
Memória e transformação social trabalhadores de cidades
Referências
111
José Sergio Leite Lopes
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José Sergio Leite Lopes
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Nova Iorque: Vintage Books.
118
Identidades de trabalhadores rurais no
Nordeste do Brasil: arrendamento,
parceria, salário e dívida
Introdução
O presente texto tem como base um manuscrito que foi escrito por
Moacir Palmeira pela primeira vez na segunda metade da década de
setenta. O manuscrito integraria o capítulo introdutório de um livro
com os trabalhos da equipe do “Projeto Emprego e Mudança Sócio-
Econômica no Nordeste”, cujas pesquisas foram desenvolvidas com
trabalhadores rurais1. Coordenado por Palmeira, o Projeto foi viabi-
1
O livro sobre a parte rural do “Projeto Emprego” não chegou a ser publicado. Os re-
sultados das pesquisas produzidas com trabalhadores urbanos foram publicados por
José Sergio Leite Lopes, Luiz Antonio Machado da Silva, Maria Rosilene Alvim, Jorge
Moacir Palmeira e Dibe Ayoub
Eduardo Durão, Maria Cristina Mello e Amélia Barreto Teixeira no livro Mudança so-
cial no Nordeste: A reprodução da subordinação (Lopes et al., 1979).
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Identidades de trabalhadores rurais no Nordeste do Brasil
2
Ao longo do texto, utilizaremos as aspas quando nos referirmos a categorias do
senso-comum, jurídicas e acadêmicas, e também para citações de trabalhos. Para as
categorias utilizadas pelos interlocutores de pesquisa, utilizaremos a grafia em itálico.
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Moacir Palmeira e Dibe Ayoub
3
É o caso dos trabalhos de Afrânio Garcia Jr. (1983; 1989), Doris Rinaldi Meyer (1980), Re-
gina Novaes (s/d, escrito em 1985) e Moacir Palmeira (2013), os quais, quando da escrita
do manuscrito original, estavam disponibilizados por meio de suas dissertações e de ma-
nuscritos em formato mimeo, sendo posteriormente publicadas como livros e artigos.
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Identidades de trabalhadores rurais no Nordeste do Brasil
Parceria e arrendamento
4
Para a discussão sobre parceria e estrutura agrária no Brasil, ver Prado Jr. (1966),
Gunder Frank (1967), Diégues Júnior (1959), Guimarães (1964), Caldeira (1955), Singer
(1961).
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A propósito das noções de “diferença” e “distinção”, ver Bourdieu (1980).
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Esse é um ponto que foi bem percebido por Julio Barbosa em sua contribuição ao es-
tudo do CIDA (1966).
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7
O debate acerca das categorias identitárias e seu acionamento na organização polí-
tica foi levado adiante por Alfredo Wagner Berno de Almeida em suas pesquisas (Al-
meida, 1995; 2006) e no “Projeto Nova Cartografia Social”. A discussão, agora, é
direcionada ao tema dos direitos étnicos ao território e à organização política centrada
na etnicidade.
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Identidades de trabalhadores rurais no Nordeste do Brasil
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Como afirmou Sigaud (1979b), a luta que nos anos cinquenta unira moradores, fo-
reiros, pequenos proprietários e arrendatários contra os grandes proprietários de
terra, repercutiu na promulgação do Estatuto do Trabalhador Rural em 1963, e do Es-
tatuto da Terra em 1964. Direitos passa, então, a ser o termo utilizado pelos moradores
da Zona da Mata de Pernambuco para se referir ao salário mínimo, ao repouso remu-
nerado, às férias, ao décimo terceiro salario e ao Sindicato. Segundo a autora (Sigaud,
1979b, p. 39), os direitos “passaram a funcionar como um novo parâmetro para pensar
as relações sociais nas quais estavam inseridos e que sua própria luta havia contri-
buído para abalar”. A resistência organizada dos moradores e a promulgação das
novas legislações foram respondidas pelos proprietários com a expulsão desses tra-
balhadores rurais.
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9
O uso do termo sul pode confundir o pesquisador. A referência tanto pode ser o Su-
deste do país, quanto a área canavieira para onde migram sazonalmente trabalhado-
res do Agreste, mesmo que geograficamente não esteja ao sul do município de origem.
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Note-se que a exploração das fronteiras que, nas formulações dos trabalhadores ru-
rais, separam a área onde moram de um certo “exterior”, mostra que não se trata de
áreas geográficas, mas de grupos e fronteiras entre eles (Meyer, 1980).
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Identidades de trabalhadores rurais no Nordeste do Brasil
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11
A ideia é que cada família tem que lidar em cada momento não apenas com os re-
cursos permanentes de que dispõe para sua sobrevivência — alguma forma de acesso
à terra em primeiro lugar — mas com um conjunto de elementos envolvendo comér-
cio, compra e venda da força de trabalho, migração de membros da família, etc., pro-
curando um tipo qualquer de equilíbrio condizente com a sua “situação”, de maior
prosperidade ou pobreza.
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Dívida
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Essa função de imobilização já era conhecida (Palmeira, 1971; 1977; 2013), mas o en-
tendimento dos seus mecanismos era dificultado pelo tipo de caso estudado, em que
a presença da forma de salário, associada a um barracão voltado simplesmente para
o abastecimento do trabalhador, sugeria tratar-se de mero problema de liquidez, en-
contrado mesmo fora do meio rural.
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No caso de alguns engenhos fornecedores de cana, dias dentro.
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Estamos deixando de lado as possibilidades de aumento da dívida decorrente de
qualquer tipo de desequilíbrio familiar provocado por doenças, mortes, etc., que po-
deriam transformar o morador num freguês do barracão. O trabalhador — caso excep-
cional — que conseguia manter-se preso ao mecanismo da semana dentro não era
visto socialmente como fazendo uso do fiado. Só o endividamento para além do tra-
balho empenhado era concebido em termos de comprar fiado.
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Tabela Nº 1.
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Aqui está pressuposta uma separação entre o proprietário e o barraqueiro, o que
nem sempre ocorria.
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Note-se que a possibilidade de desendividamento poderia contribuir para legitimar
e, portanto, reforçar a relação proprietário-morador, através de um efeito ideológico
preciso. O morador controlado aparecia como uma espécie de demonstração viva de
que é viável depender do patrão em condições comparativas vantajosas. A medida
dessa “vantagem” eram as condições de existência dos demais moradores.
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Referências
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Hacia una recaracterización del concepto
de trabajo desde una antropología
latinoamericana por demanda
Introducción
Los estudios del trabajo han dado un vuelco importante con la trans-
formación de la “sociedad salarial” y con la recomposición del capi-
talismo contemporáneo. Los cambios vividos por las trabajadoras y
los trabajadores reclaman una apertura al trabajo colaborativo y a
la investigación interdisciplinaria. Al exponer las tensiones entre los
campos disciplinares, particularmente entre la sociología y la antro-
pología, buscamos identificar los puntos de convergencia que per-
mitan el despliegue de metodologías acordes para abordar la com-
plejidad del mundo del trabajo en el presente.
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ción del espacio social (Lefèbvre, 2013) responde a lógicas más exclu-
yente, a la sujeción a una racionalidad instrumental y a una pedago-
gía acorde con las consignas que emanan de la producción ajustada
(Durand, 2011).
La feminización del mercado de trabajo y el debilitamiento del
“movimiento obrero” son apuntes que abonan a la discusión sobre la
transformación de la dinámica societal en el capitalismo contempo-
ráneo. Dicha discusión es relevante porque, paradójicamente, en
América Latina se ha impulsado un proceso de “formalización” del
mercado de trabajo que favorece el proceso extractivista y la sujeción
de los trabajadores a la dinámica del capital, lo que limita procesos
de imaginación y de construcción de otras alternativas a esta.
La crisis de las instituciones que emergen en la sociedad salarial
y que mediaban en la relación capital-trabajo, agudizada con la polí-
tica neoliberal, se expresa en la flexibilización de los mercados de tra-
bajo y se articula con cambios políticos e ideológicos que acompañan
la instrumentalización de política territoriales acordes al interés y al
poder que ejercen las corporaciones trasnacionales.
En este terreno, la redefinición de los arreglos corporativos que se
construyeron en el marco de la industrialización de México es anali-
zada, por ejemplo, junto con la conflictividad laboral y con la acción
sindical. La respuesta sindical es, por lo tanto, un tema de análisis aún
pertinente en el contexto de la reestructuración productiva y de los
cambios políticos y económicos que experimenta Latinoamérica hoy
en día. La trasformación de la identidad colectiva de los trabajadores
y la fragilidad de las trayectorias laborales, frente a los procesos de con-
versión productivas, han generado estudios pertinentes sobre los so-
portes de la acción sindical y la cultura obrera (Guadarrama, 2000).
A partir de ello, el campo de discusión que se ha desarrollado en
la sociología del trabajo es amplio y pertinente para comprender los
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pital, y que las dos estrategias más socorridas para redefinirlo res-
ponden con suficiencia a nuestra demanda social: la adjetivación del
concepto desvía la tarea de problematizar verdaderamente el con-
cepto, mientras que su uso extendido o amplio impulsa la coloniza-
ción teórica del mundo de la vida. Partiendo de lo anterior, el
concepto de trabajo que muy preliminarmente dibujamos haría re-
ferencia a todas aquellas actividades que producen bienes o servicios con
valor de cambio, lo cual implica su participación en la generación de ri-
queza y en la acumulación de capital. Advertimos que esta delimitación
“económica” del trabajo no supone pensar el trabajo únicamente
como una actividad con la que solo se tiene una relación instrumen-
tal, únicamente estamos indicando que esa es la línea de corte en la
selección de actividades, pero su desarrollo de estas tiene implicacio-
nes políticas, sociales, culturales, subjetivas, etcétera, que deberán ser
de nuestra atención.
Caracterizar así el concepto de trabajo nos da suficiente flexibili-
dad para salir del pensamiento eurocéntrico –sin escaparse a un pen-
samiento utópico−, que ha concebido el trabajo como actividad
industrial regulada por una relación salarial formal, y expandirlo
solo lo suficiente para caracterizar las actividades productivas infor-
males y no formales inscritas en una dimensión de mercado. En esta
tesitura, para el metabolismo del capital es sustancial la riqueza pro-
ducida tanto por el empleo industrial como por el trabajo de jornale-
ros en monocultivos latinoamericanos, por el trabajo sexual, el
autoempleo y hasta por las economías creadas bajo la órbita de la de-
lincuencia organizada, por dar algunos ejemplos.
La prevalencia de estos trabajos informales y no formales, así
como la manera en que estos se institucionalizan, tiene una fuerte
correspondencia con lo que Quijano llamó geografía social del capita-
lismo (2000, p. 778). Es decir, del mismo modo en que en ciertos países
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Conclusiones
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micos con las prácticas y los sentidos que reconstruyen los sujetos
dentro y fuera del espacio productivo. Nos encontramos en un mo-
mento en el que el abordaje del trabajo exige superar el pensamiento
dicotómico y las fronteras disciplinares, por ello reiteramos que la
investigación inductiva es pertinente para situar las experiencias so-
ciales. La voluntad de conocer desde una perspectiva que incorporé
la reflexividad de los actores es un componente de la coproducción
de conocimiento y una característica del análisis situado. La episteme
antropológica es central en la comprensión de procesos complejos y
en el análisis de experiencias situadas, allí radica su potencial para
poner en discusión los límites de la racionalidad económica con el
propósito (o no) de desmitificarla.
Referencias
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193
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194
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195
Para una afirmación etnográfica de la
noción de clase social: reflexiones a partir
de un estudio con trabajadores de la
“economía popular” en Argentina
Introducción
1
Para una lectura sobre la influencia de la obra de E. P. Thompson en la antropología
latinoamericana, cf. Soul, 2013.
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Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
con los sentidos, los valores, las nociones que construimos para pro-
ducir esa materialidad como parte de ella (Narotzky y Bersnier, 2014).
En segundo lugar, como ha sido señalado por Kathleen Millar
(2015), la obra de E. P. Thompson propone una interesante clave de
entrada para pensar la relación proceso-historia-temporalidad en la
medida en que para el autor la historia es un producto de proyectos
individuales y colectivos que se elabora en su formación. En conse-
cuencia, en la perspectiva thompsoniana la idea de proceso es una
categoría anudada a la de historia como texto que incorpora el carác-
ter fluido y a la vez inmanente de la vida social: la experiencia es una
forma de producir y, a la vez, de estar en el mundo. El carácter con-
tingente y espontáneo de la vida social no está determinado por la
historia como algo externo, sino que la produce. Esto así en tanto su
perspectiva prioriza el carácter vivido de la experiencia como forma
de procesamiento que incluye significados, sentimientos, valores,
emociones, afectos; y opera como categoría analítica mediadora
entre condicionalidad y agencia. En consecuencia, el enfoque desa-
rrollado por el historiador británico habilita una mirada que toma
distancia de una perspectiva posicional en la medida en que el len-
guaje de clase surge de la lucha (Kalb, 2015). Se desplaza, por lo tanto,
de un enfoque de clase como una condición predefinida para referir
a un fenómeno emergente que surge de la negativa a aceptar el orden
social e implica una comprensión de la subjetividad como un proceso
en devenir inseparable de la práctica social (Smith, 2015, p. 73). Esta
lectura toma distancia de una idea teleológica, según la cual la clase
social tendría un destino predefinido, para poner el foco en el proceso
en que se produce como tal, incluyendo como parte de este proceso
de producción la construcción de horizontes de lucha, los cuales, sin
embargo, están modelados por los límites de aquello que es posible
201
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3
Al momento de finalizar la redacción de este capítulo, diciembre de 2019, la CTEP se
encuentra en un proceso de unificación junto a otras organizaciones sociales, como
Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa, con las que han conformado la
Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que se propone integrarse en
tanto organización gremial del sector a la Confederación General del Trabajo.
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4
De manera sintética, “busca” define una categoría de autoadscripción que prefieren
utilizar las y los vendedores ambulantes para hacer referencia a la forma de ganarse
la vida y se contrapone a la idea de “mantero” que suele utilizarse en los medios masi-
vos y porta una carga sumamente peyorativa.
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Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
5
En los últimos años se han desarrollado de manera creciente acciones expulsivas y
represivas sobre quienes ejercen esta actividad que encuentran legitimidad en un dis-
curso público que asocia venta ambulante a mafia e ilegalidad (Pita, 2017; Pacecca, Ca-
nelo y Belcic, 2017). Tales acciones resultan un andamiaje fundamental de una
estrategia más amplia que se define como “política de ordenamiento del espacio pú-
blico”, que incluye iniciativas de privatización sobre estas áreas tendiente a favorecer
dinámicas de acumulación del capital privado, como por ejemplo la instalación de
“decks gastronómicos y de esparcimiento”. Estas medidas exacerbaron una práctica
de largo aliento de control policial sobre la venta ambulante que incluye acciones va-
riadas (como multas, detenciones, decomisos) a las que las personas que ejercen esta
actividad han sido sometidas históricamente (Pita, 2012).
6
Al momento de formalizar su organización las y los vendedores elaboraron un re-
glamento interno que puso en papel gran parte de los códigos y reglas a los que hago
referencia.
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7
De ahí que, como desarrollé en otro lado (Fernández Álvarez, 2019), el fierro puede
ser pensado como la materia o sustancia del parentesco, siguiendo la perspectiva de
Janet Cartsen (2014).
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8
Esta clasificación se repite en otras líneas férreas, tal como ha sido también señalado
en otros estudios (Perelman, 2017).
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9
La CTEP se formó a partir de la confluencia de un heterogéneo conjunto de organi-
zaciones sociales y políticas, algunas de las cuales tienen una prolongada trayectoria
que se remonta al menos a la década de 1990, momento de apogeo de las llamadas po-
líticas neoliberales Entre las organizaciones que participaron del acto por su fundación
y siguen formando parte de la CTEP se encuentran el Movimiento Evita y el Movi-
miento de Trabajadores Excluidos (MTE). Posteriormente se sumaron otras organiza-
ciones, como el Movimiento Nacional Campesino Indígena, la Dignidad, el Frente
Popular Darío Santillán, la Organización Social los Pibes y Política y, más reciente-
mente, Seamos Libres, entre otras.
10
Para ilustrar esta cuestión vale la pena mencionar que a comienzos de la década
uno de cada tres trabajadores asalariados no estaba registrado (Basualdo, 2012).
210
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11
La noción de economía popular cobró fuerza durante la década de 1980 en América
Latina, en el marco de las críticas a la idea de informalidad, para enfatizar los límites
de una definición cuyo énfasis estaba puesto en las formas jurídicas o burocráticas
(Cortado, 2014).
211
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12
La Ley de emergencia social, alimentaria y de las organizaciones de la economía po-
pular (Ley 27 345) fue impulsada en el año 2016 por la CTEP junto a otras organizacio-
nes de base que posteriormente confluyeron en la creación de la UTEP. Sancionada en
diciembre de ese año, la ley contempló la creación de un Salario Social Complemen-
tario (SSC) para trabajadores de la economía popular, cuyos ingresos se encontraran
por debajo del salario mínimo. Como su denominación lo señala, el SSC se considera
un complemento salarial adicional a los ingresos derivados de la actividad que reali-
zan. El monto asignado como transferencia monetaria en calidad de SSC constituye
la mitad del Salario Mínimo Vital y móvil (Senado y Cámara de Diputados de la Nación
Argentina 2016). La ley fue publicada en el boletín oficial el 23 de diciembre de 2016
(ver, Boletín Oficial de la República Argentina, 23 de diciembre de 2016).
213
María Inés Fernández Álvarez
13
Para una reflexión más amplia en esta dirección, puede consultarse la serie de artí-
culos publicados en la Revista Dialectical Anthropology, 44 (1) 2020, disponible en
https://link.springer.com/journal/10624/44/1
214
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215
María Inés Fernández Álvarez
216
Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
zas de seguridad “en carne propia” para poder vender en el tren. Pi-
mienta, uno de los vendedores “más viejos”, tomó la palabra recor-
dando el período de las privatizaciones del ferrocarril durante los
años noventa.14 Emocionado, recordó lo difícil que había sido ese mo-
mento, “no desaparecer del tren” a causa de la instauración del nuevo
sistema de seguridad y la intención de la empresa de montar un sis-
tema de “subcontratación” de la venta ambulante que hubiera signi-
ficado la pérdida de su autonomía (en el control de sus horarios, de
sus ingresos, de sus cogidos de vida). Orgulloso señaló la capacidad
que habían tenido con sus compañeros de resistir este proceso defen-
diendo sus “códigos de vida”.
Luego de su intervención, Silvia volvió sobre su reconstrucción:
si aquel momento había sido decisivo para seguir siendo “buscas”,
comprendieron luego que no era suficiente al ver morir en el fierro a
los más viejos que les habían abierto el camino. Experimentaron en-
tonces la necesidad de iniciar un proceso de organización y lucha
para mejorar sus condiciones de vida. En el relato de Silvia hacia sus
compañeros, mejorar las condiciones de vida se plasmaba en dos
14
La línea San Martín fue inaugurada en el año 1888 a cargo del Ferrocarril Buenos
Aires al Pacífico, una compañía de capitales británicos que operó en la Argentina du-
rante la última parte del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. El sistema ferro-
viario fue nacionalizado en el año 1948, durante el gobierno de Juan Domingo Perón,
pasando a ser operado por la empresa estatal Ferrocarriles Argentinos. En 1991 los fe-
rrocarriles fueron privatizados en el marco de las reformas neoliberales puestas en
marcha por Carlos Menem, entonces presidente de la República Argentina. Más de
diez años después, en 2004, el Estado nacional rescindió la concesión y creó la Unidad
de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE), una empresa mixta for-
mada por el Estado nacional y operadoras privadas disuelta en 2014. El 1° de marzo
de 2015, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, se anunció un proyecto
de ley para crear Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado (Trenes Argentinos),
que desde entonces opera la línea el San Martín.
217
María Inés Fernández Álvarez
218
Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
219
María Inés Fernández Álvarez
15
Los ingresos derivados de la venta en el tren se vieron significativamente reducidos
a lo largo de los años en que he venido acompañando a la cooperativa, desde septiem-
bre de 2015, debido a las políticas implementadas durante el gobierno de Mauricio
Macri, las cuales implicaron un fuerte deterioro del poder adquisitivo de los sectores
de la población que compran productos en el tren.
220
Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
221
María Inés Fernández Álvarez
A modo de conclusión
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Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
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María Inés Fernández Álvarez
Referencias
224
Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
225
María Inés Fernández Álvarez
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228
Para una afirmación etnográfica de la noción de clase social
229
Para una antropología amplia del trabajo
desde y en Argentina
Mariano D. Perelman
Introducción
232
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
233
Mariano D. Perelman
2
Se utilizará acá indistintamente la nominación cirujeo, cartoneo y recolección in-
formal, salvo cuando se explicite.
234
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
pios vendedores no existía una pregunta. Más bien, ser buscas era más
una forma de vida que un trabajo o, mejor dicho, que un modo de ob-
tener recursos materiales. En contraposición a otros actores que tam-
bién se ganan la vida en los trenes −como los que mendigan−, ciertas
personas, en general hombres de edad media, me decían que se ganan
la vida “laburando”.
A diferencia del cirujeo, en el que muchas de las personas que lo
realizaban pensaban a la recolección como una tarea “no deseada”
(Perelman, 2012) y vergonzante (Perelman, 2011b) a la que habían lle-
gado luego de un largo derrotero de trabajos “formales” e “informa-
les”, la mayoría de los vendedores reivindicaba la tarea y era un
camino deseado para sus familiares.
En ambos casos, el mercado de trabajo vivido −esto es, las expe-
riencias de acceso a recursos materiales previas y las expectativas a
acceder a recursos legítimamente− era un elemento central de las ex-
periencias de las personas de carne y hueso y formaba parte de su
marco de referencia.
En este texto, a partir del trabajo de campo con cartoneros (reco-
lectores de residuos que no trabajan en las empresas consecionadas
de residuos) y vendedores ambulantes, busco recuperar la pertinen-
cia de pensar ciertas formas de obtención de recursos desde una pers-
pectiva que se centre en el trabajo.
Esta propuesta se sostiene en la necesidad de ampliar el modo que
tenemos de pensar la forma en que las personas se ganan la vida y
construyen argumentos sobre ellos. Son muchas veces las posiciones
normativistas las que definen qué es trabajo y qué no lo es. Por ejem-
plo, las investigaciones están permeadas de visiones desde “arriba”
que apriorísticamente delimitan las tareas que las personas hacen en
pos de obtener recursos desde definiciones externas a la configura-
ción social. Ello termina también generando divisiones en las formas
235
Mariano D. Perelman
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Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
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Mariano D. Perelman
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Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
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Mariano D. Perelman
3
De ello dan cuenta, por ejemplo, el artículo 14 bis de la constitución reformada en
1949 durante el primer gobierno de Perón o las asignaciones familiares estipuladas en
1957. Y los límites de la universalidad de los derechos sociales se reflejó décadas más
tarde, en 2009, con el decreto que establecía la Asignación Universal por Hijo (AUH)
para protección social, un seguro social para personas desocupadas, trabajadores que
cobren menos del salario mínimo o que trabajen en negro (por lo que no serían de-
mostrables ingresos). La AUH es un pago −emulando las cargas familiares− por hijo
menor de dieciocho años y/o discapacitado. De esta forma, la asignación buscaba “uni-
versalizar” la protección social a un grupo de personas que no contaban hasta ese mo-
mento con esas prestaciones complementarias.
4
Otros trabajos han marcado la importancia que ha tenido el peronismo como arti-
culación de experiencias que ha posibilitado experiencias comunes o estructuras de
sentimientos, ligadas al peronismo (James, 2006; Villarreal, 1985).
240
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
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Mariano D. Perelman
5
Ver Indec, s/f.
6
Ver para la implementación de la “convertibilidad” −la paridad del peso argentino y
del dólar estadounidense− como única salida, Roig, 2016.
242
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
7
A su vez, como marca Álvarez Leguizamón (2008) “para la gestión, la lógica asisten-
cial tutelar requiere de contraprestaciones de distinto tipo, al no estar basada en de-
rechos ni en garantías, pero su característica particular es que se exige trabajo no
pagado del pobre para poder recibir esta nueva forma de dádiva que se denomina, en
la jerga de los organismos internacionales: ‘entrega’ de servicios o bienes. La semántica
es similar a la del don pero bajo relaciones tutelares particulares. En este marco las
capacidades de los pobres son descubiertas y puestas en acción por la vía de dos no-
ciones (prácticas discursivas): la participación y el empoderamiento” (pp. 146-147, su-
brayado mío).
243
Mariano D. Perelman
8
Como muestran los índices de empleo y pobreza tener un trabajo no garantizaba “no
ser pobre”. Dado que en Argentina la pobreza se mide en función de los ingresos nece-
sarios para poder hacer frente con una canasta básica, es posible que los salarios vayan
por debajo de línea de precios. El modo en que se mide la desocupación –las personas
que buscan activamente trabajo− hace que algunos que no estén trabajando no estén
representados o que la desocupación esté sub representada.
244
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
sar el trabajo vivido. Y nada nos dicen de los modos en que las perso-
nas se ganan la vida y la piensan como una forma digna y legítima
de hacerlo (De L’Estoile, 2014; Millar, 2018; Narotzky y Besnier, 2014;
Perelman, 2011a).
Los debates en torno al tipo de empleo creado durante los gobier-
nos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner han sido
tema de debate (Kessler, 2014). Paralelamente, diferentes formas de
acceder a recursos se fueron masificando −como la venta ambulante
en diferentes modalidades por fuera del mercado “formal” de trabajo
(Gago, 2014; Perelman, 2017b y 2017a)− y fueron generando formas
específicas de consumo y formas de acceder al dinero (Kessler, 2013;
Wilkis, 2013). También se fueron consolidando movimientos sociales
que quedaban fuera del mercado y que se construían como trabaja-
dores (Fernández Álvarez, 2016)
245
Mariano D. Perelman
246
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
247
Mariano D. Perelman
Pero creo que hay algo más a lo que debemos prestar atención en
este proceso. Es cierto que los caminos en torno a lo que implica una
vida digna a ser vivida fueron cambiando y que se fueron generando
nuevas formas deseables de reproducción social. Incluso con el pro-
ceso de crecimiento económico que generó el kirchnerismo (2003-
2015).
Una mirada atenta a la manera en que las personas de carne y
hueso construyen y dotan de sentido a sus acciones, dando cuenta de
las prácticas en forma situada, permite comprender el modo en que
ser trabajador, estar trabajando y sus reversos (estar desocupado, sin
trabajo) son parte de un proceso de modos de clasificación y de legi-
timación en torno a lo que es legítimo de hacer en pos de vivir.9 Digo
legítimo no solo como una forma “digna de vivir”, sino también como
un argumento que las personas movilizan por considerarlas legíti-
mas en un momento determinado. Así, no es cuestión de “desechar”
esos grandes procesos históricos. Las personas han vivido ya sea tra-
bajando o en un mundo donde la mayoría, como desarrollé, traba-
jaba. Así, para el caso argentino, el trabajo −y sobre todo el empleo−
se han transformado en un modo legítimo de acceso a recursos y,
cuando no, como una gramática que las personas de carne y hueso
usan porque saben: saben que puede ser un discurso legítimo, saben
que pueden sentirse dignos, legítimos, orgullosos.
9
Sigo aquí el argumento de Garzón Rogé (2017) en torno a las prácticas de clasificación
y de legitimación de la identidad peronista en tanto una arena fundamental de la ac-
ción política en el peronismo (tanto entre peronistas como en el vínculo que estos te-
nían con el espectro antiperonista).
248
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
10
Si bien existe una importante y prolífera literatura en torno a la noción de proble-
mas públicos, no es mi intención aquí seguir esta propuesta, sino más bien tomar al-
gunas herramientas para pensar el modo en que diferentes grupos sociales instalan
los temas y el modo en que ello marca los límites sobre lo que luego se discute.
249
Mariano D. Perelman
250
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
11
Para el caso de la recolección, ver Perelman, 2011 y 2013.
251
Mariano D. Perelman
252
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
Y entonces…
Porque yo
No quiero trabajar
No quiero ir a estudiar
No me quiero casar
Quiero tocar la guitarra todo el día
Y que la gente se enamore de mi voz.
(Los Auténticos Decadentes, 1995)
253
Mariano D. Perelman
Como dije, el mito del trabajo como fin deseado (“el trabajo digni-
fica”) funciona muchas veces como un prisma con el que los investi-
gadores vemos el mundo. Corremos dos riesgos. Por un lado, tomar
a los actores como ignorantes. Por el otro lado, dotar de sentidos sus
prácticas en función de nuestro prisma o desde un discurso nativo, y
darlos como cierto.
Si hacemos eso, confundiríamos categorías y procesos nativos con
categorías analíticas. Como ya advirtiera Leach (1966), estas maneras
suelen decir más de los investigadores que de las personas que estu-
dian, así como de las moralidades de los investigadores antes que de
las moralidades de nuestros interlocutores (Fassin, 2008).
Los conceptos con los que vemos el mundo, así como las tradicio-
nes institucionales y las redes de trabajo, van construyendo formas
de ver y entender el mundo. Ello es muy claro cuando pensamos el
modo en que las personas de carne y hueso acceden a los medios de
vida. Una reflexión sobre los “limites” del trabajo es insoslayable para
entender el modo en que miles de personas se ganan la vida. Como
dice Narotzky (2007, pp. 410-411, traducción propia) “Los conceptos
que usamos, producen una representación particular de la realidad
que intentamos captar con nuestros trabajos etnográficos (Smith,
1991)”. Inscribir a diferentes modos de ganarse la vida bajo la esfera
del trabajo no es solo una elección político-académica que permite
delimitar subcampos de discusión dentro de la disciplina. Ello remite
a procesos locales tanto a nivel de procesos socio-políticos como aca-
démicos.
Harvey y Krohn-Hansen (2018) han planteado como punto de par-
tida para pensar “el trabajo” que debemos basarnos en “el conoci-
miento y en la precaución antropológica de que el capital no circula
como una fuerza abstracta, sino que tiene que adaptarse a las forma-
254
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
12
En inglés labour (que se diferencia de work).
13
Agamben (2007) llama, a partir del método arqueológico (cercano al de Foucault) a
repensar las dicotomías. Dice “Se trata, ante las dicotomías que estructuran nuestra cul-
tura, de salirse más allá de las escisiones que las han producido, pero no para reencontrar
un estado cronológicamente originario, sino, por el contrario, para poder comprender la si-
tuación en la cual nos encontramos. […] Pero superar la lógica binaría significa, sobre todo,
ser capaces de transformar cada vez más las dicotomías en bipolaridades, las oposiciones
sustanciales en un campo de fuerzas recorridos por tensiones polares que están presentes en
cada uno de los puntos sin que exista posibilidad alguna de entrelazar líneas claras de de-
marcación. Lógica del campo contra lógica de la sustancia. Significa que entre A y no-A se
da un tercer elemento que no puede ser, sin embargo, un nuevo elemento homogéneo y simi-
lar a los dos anteriores” (Agamben y Costa, 2007, pp.12-13 ).
255
Mariano D. Perelman
256
Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
257
Mariano D. Perelman
Referencias
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Para una antropología amplia del trabajo desde y en Argentina
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Mariano D. Perelman
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263
El cotidiano laboral en grandes
corporaciones: el saber hacer en la disputa
capital/trabajo
Claudia Figari
Introducción
266
El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
267
Claudia Figari
1
Nuestras investigaciones fueron financiadas por el CONICET y por la Agencia de Pro-
moción Científica y Tecnológica –con sede en el Centro de Estudios e Investigaciones
Laborales-CEIL–, así como también por la UBA (Facultad de Ciencias Sociales). En este
capítulo se exponen hallazgos relevantes producidos en el contexto de la última dé-
cada. A su vez, se recuperan estudios realizados en los últimos años con financia-
miento del Fondo Nacional de Investigaciones en Educación Técnico-Profesional
–FONIETP-/Instituto Nacional de Educación Tecnológica-INET–.
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Enel Américas cuenta con un código ético que expone los compromi-
sos y las responsabilidades éticas en la gestión de los negocios y de
las actividades empresariales. Este documento tiene como objetivo
establecer los principios de actuación de todos los miembros de Enel
Américas2 y en él se describen las conductas esperadas y compatibles
2
En la actualidad las sociedades que conforman el grupo son Enel Generación Costa-
nera (ex Central Costanera), Enel Generación El Chocón (ex Hidroeléctrica El Chocón),
Central Dock Sud y Enel Green Power Argentina, en Generación; Enel Trading Argen-
tina S.R.L. (ex Cemsa) en Comercialización; Edesur S.A. en Distribución; y TESA, CTM
y Yacylec en Transporte.
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Claudia Figari
[…]
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El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
Art. 1
[…]
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Claudia Figari
3
Asociación de Supervisores de la Industria Metalmecánica de la República Argentina.
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Claudia Figari
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Claudia Figari
[…] justo me embarco en ese barco que tenía un torno −un buque es-
pañol−. Y hacía como veinte años que no realizaba, porque estaba tra-
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El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
Los saberes del oficio se pierden, si bien muchos de ellos resultan va-
liosos, e incluso hasta son valorados por la patronal. En este extenso
relato, el poder de iniciativa, la experiencia acumulada, su transfe-
rencia y el orgullo de un buen trabajo cobran protagonismo, verte-
brando el relato.
Sin embargo, el saber hacer, fruto de la experiencia y transferido
a otro escenario, es expresión de la iniciativa obrera y del orgullo de
movilizar saberes en un contexto novedoso. Por otra parte, se cons-
tata el aporte obrero que surge de la propia creatividad.
Otro técnico de la mima empresa naviera más joven expresa lo si-
guiente:
287
Claudia Figari
que responde por ellos, entonces trato día a día de superarme, apren-
der y demás. (Entrevista a técnico, treinta años, Empresa naval, Bue-
nos Aires, 2017)
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El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
[Un inspector] tiene que ser despierto, tiene que tener buen campo vi-
sual: no tenés que mirar, tenés que observar con atención, inspeccio-
nar, ver con detalle, escuchar el ruido. Te dice mucho de la máquina,
no es por nada, pero yo estoy en el muelle abajo y ya sé que, por un
ruido ya sé lo que es […]. Yo al principio, cuando me mandaron ahí, no
sabía dónde me metía, semejante bicho, pero ya te digo, va en las
ganas de aprender y de informarte, porque vos no tenés que saberlo
todo, sino que tenés que saber dónde buscar la información. Porque
por ahí mi jefe viene y me dice: “¿Qué aceite lleva el reductor?”. Me
aguntás cinco minutos y te digo, voy, lo busco. Y es imposible tener
todo guardado en tu cabeza, entonces con machete en la computa-
dora, te hacés un Excel, te guardás la información y muchos manua-
les, muchos manuales […]. Y eso me ayuda un montón, porque al hilar
más fino empecé a encontrar cosas que yo no sabía y entonces yo ya
me anticipaba a la jugada […]. Yo, por ejemplo, llevo historial de cada
cuanto se cortaba un cable, cada cuanto cambiaba una pastilla de
freno. (Entrevista a técnico/idóneo, especializado en electromecánica,
Gran empresa siderúrgica AMBA, 2017)
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Claudia Figari
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Claudia Figari
Conclusiones
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El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
Referencias
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Claudia Figari
Leite Lopes, J. (2011). El vapor del diablo. El trabajo de los obreros del azúcar,
Buenos AIRES: Antropofagia.
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El cotidiano laboral en grandes corporaciones: el saber hacer en la disputa
Padawer, A., Canciani, L., Greco, J., Rodríguez Celin, L. y Soto, A. (2017).
Saber hacer. La participación en actividades de reproducción social en
las dimensiones expresivas de la vida social y en la escuela. Boletín de An-
tropología y Educación, 8(11), 41-45.
297
Trabajadores mexicanos incorporados a la
economía de plataforma
Introducción
1
El número completo puede consultarse en http://desacatos.ciesas.edu.mx/
index.php/Desacatos/issue/view/105
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Trabajadores mexicanos incorporados a la economía de plataforma
2
En la economía de plataforma muchos de los términos se usan comúnmente en in-
glés. En este caso es usual que en la comunicación se utilice más Open data, open
source, open access.
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3
Dicha plataforma se encuentra accesible en https://creativecommons.org/
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4
Con este término el autor hace alusión a una categoría alterna a los trabajadores de
cuello blanco (empleados administrativos) y trabajadores de cuello azul (obreros).
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5
El concepto en su versión original es costumer driven innovation. Los autores presen-
tan múltiples mecanismos, entre ellos están: innovación centrada en el consumidor,
innovación del consumidor por los consumidores e innovación dinámica dirigida a
mercados segmentados.
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Trabajadores mexicanos incorporados a la economía de plataforma
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6
Hay un sitio web donde se relatan historias de esclavos del internet:
www.disobey.com/netslaves.
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Comentario final
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Trabajadores mexicanos incorporados a la economía de plataforma
327
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lajados en los que operan. Esto nubla toda posibilidad de acción co-
lectiva que persiga mejorar su condición laboral. Por el contrario, el
trabajador de plataforma se autoexplota y tienen él o ella y su familia
que absorber costos de producción, como el pago en los espacios de
cotrabajo, capacitaciones y asistencia a eventos, pero también sus
costos de reproducción, como la cesantía, el retiro o la enfermedad.
Todos estos elementos constatan que, lejos de lo que se pregona
en esta ecúmene global, todavía persisten desequilibrios sistémicos
aún más perversos que los aplicados en la era industrial, porque la
lógica de acumulación se respalda en mecanismos inéditos en los
cuales hasta el usuario y el consumidor de la economía de plataforma
están abonando a que se concentre mayor riqueza y a que se logre
mayor velocidad en los centros de este sistema socio-técnico. El reto
es dar cuenta de manera puntual de cómo la economía de plataforma
está redimensionando lo local y lo global, trastocando el espacio pú-
blico y el privado y reforzando las desigualdades sistémicas con nue-
vos instrumentos de producción y apropiación de valor.
Referencias
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Trabajadores mexicanos incorporados a la economía de plataforma
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Berghahn Books.
331
Carmen Bueno Castellanos
332
Segunda parte
Las dimensiones de la violencia en los
procesos de valorización
“Entrábamos a trabajar con el fusil en la
espalda”
Presentación
Soy María Alejandra Esponda. Nací el viernes 24 de junio del año 1977.
El 29 de junio, a cinco días de mi nacimiento, mi padre Carlos Enrique
Esponda, fue secuestrado junto a mi madre. Mi padre aún se encuen-
tra desaparecido. Mi madre fue liberada quince días después, luego
de haber permanecido detenida-desaparecida en distintos centros
María Alejandra Esponda
Introducción
1
Llevada a cabo por el equipo de investigación que elaboró el informe "Responsabilidad
empresarial en delitos de Lesa Humanidad. Represión a trabajadores durante el terro-
rismo de Estado", coordinado por la Secretaría de Derechos Humanos, el Programa Ver-
dad y Justicia, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS), 2014-2015.
336
“Entrábamos a trabajar con el fusil en la espalda”
337
María Alejandra Esponda
2
Nos basamos en una concepción de generaciones que no parte de la edad biológica
sino de otros procesos sociales significativos en el proceso histórico que incluso nos
permiten analizar que en una misma generación se imbrican (Manheim, 1993).
3
Luis Reygadas propone un esquema analítico que insiste en la necesidad de realizar
un análisis multidimensional de los vínculos entre cultura y trabajo, a partir de lo que
denomina “eficacia simbólica del trabajo” y “eficacia laboral de la cultura” (Reygadas,
2002, p. 110).
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4
Puede encontrarse un análisis de la importancia de estas instituciones en Basualdo,
2010.
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5
En la mayor parte de este capítulo nos referiremos a los trabajadores y obreros varo-
nes, ya que conformaban la mayor parte de la fuerza de trabajo. Algunas pocas mujeres
se desempeñaban en la Administración.
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Entre los años 2014 y 2015 a partir de esa nueva instancia de in-
vestigación interdisciplinaria e interinstitucional, que tuvo como re-
sultado la publicación de un libro colectivo, se lograron avances
significativos en el conocimiento de las prácticas represivas empre-
sariales y sobre cómo habían sido experimentados los años de la dic-
tadura por ese colectivo de trabajo (AEyT de FLACSO, CELS, PVJ y
SDH, 2015). Este capítulo trabajará sobre las experiencias de organi-
zación sindical, sobre la represión posterior, y dejará planteados los
efectos de largo plazo del terrorismo de Estado en la empresa.
La metodología utilizada combina, por un lado, el análisis e
interpretación de entrevistas etnográficas realizadas en distintas
etapas del trabajo de campo entre los años 2005 y 2018 y,6 por otro
lado, la revisión y sistematización de documentos de archivos, tales
como memorias y balances empresariales, informes de inteligencia
de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires (DIPBA), testimonios judiciales, folletos sindicales y
escritos o archivos personales de ex trabajadores de la fábrica.
6
En todas estas etapas se realizaron aproximadamente sesenta entrevistas. Si bien
estas entrevistas e interlocuciones han aportado a la comprensión general, no siempre
versaron sobre este período histórico o sobre la problemática específica sobre la que
trata el artículo.
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7
Retomando a Gustavo Lins Ribeiro (2006), muchos grandes proyectos se han presen-
tado como “redentores” de una región, presentada como receptora pasiva. Asimismo,
a pesar de tratarse de un proyecto privado vinculado a capitales extranjeros, la nación
aparecía como la beneficiada a partir del objetivo del autoabastecimiento siderúrgico.
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8
El spot se encuentra disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_oxgTOqR-
neM.. Archivado por el Archivo Histórico de Radio y Televisión Argentina (RTA). Una
muestra privilegiada de toda esta construcción simbólica realizada por la empresa fue
materializada por un video promocional. En cuanto a los manuales, cfr. manual in-
corporado en el Expediente judicial 3482 del Tribunal de Trabajo Nro. 3 de la Provincia
de Buenos Aires, correspondiente a una causa por despido del año 1972.
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Sin embargo, más allá de que la empresa había evaluado que la radi-
cación en Ensenada sería ventajosa, Propulsora Siderúrgica se asentó
en un territorio con una trama histórica y social compleja, que pon-
dría en crisis la pretensión de construcción de esa “gran familia”.
Desde un punto de vista histórico y antropológico, esa trama estuvo
conformada por una diversidad de experiencias obreras, sentimien-
tos y vivencias generacionales de explotación, participación en mo-
vimientos sindicales, así como vínculos de vecindad, fuertes lazos
comunitarios y articulaciones regionales que afloraron en un as-
censo de la conflictividad y organización sindical en los lugares de
trabajo durante la primera mitad de la década de 1970. Las historias
obreras dan cuenta de esta trama.
Ramón, quien sería uno de los referentes sindicales más impor-
tantes de Propulsora Siderúrgica en los años noventa, cuenta que sus
padres eran de San Juan, se mudaron después del terremoto de 1944
en busca de trabajo, junto a unos veinte mil provincianos más. Sus
padres eran “muy peronistas”, tanto que estuvieron tres días ha-
ciendo cola para darle el último adiós a Evita. Ya en Ensenada, su
padre comenzó a trabajar en el frigorífico. Cuenta que su madre se
dedicó a ser ama de casa, aunque también cosía, tejía y trabajaba en
casas de familia. En total fueron tres varones y dos mujeres. Él desde
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9
Central combativa que surgió en 1968 a partir de la ruptura con la CGT.
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Inserción de estudiantes en las fábricas para lograr la expansión de sus organiza-
ciones políticas y el fortalecimiento en los lugares de trabajo de la organización sindi-
cal, aproximadamente entre principios de los años setenta y hasta el año 1975.
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Más de setecientos trabajadores de los novecientos cincuenta votantes denunciaron el
fraude y firmaron un documento donde se pedía la convocatoria a elecciones nuevamente.
12
Ver Palma, 2008.
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13
Archivo DIPBA. Asunto Propulsora Siderúrgica de Ensenada. Caja 1989, carpeta 39,
legajo 33, tomo II.
14
“En la madrugada del día 22 del corriente en circunstancias en que un operario del
citado establecimiento se encontraba efectuando reparaciones a una camioneta, en
una de las calles internas de la fábrica, fue sorprendido por el personal de vigilancia,
al advertir la presencia de dos hombres que el operario desconoció que fuesen de vi-
gilancia trató de alejarse a la carrera, cosa que estos evitaron disparando una ráfaga
de ametralladora sin llegar a producir herida alguna.” (Archivo DIPBA. Asunto Pro-
pulsora Siderúrgica de Ensenada. Caja 1989, carpeta 39, legajo 33, tomo II).
15
Archivo DIPBA. Asunto Propulsora Siderúrgica de Ensenada. Caja 1989, carpeta 39,
legajo 33, tomo II).
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Esa vez salimos de Propulsora, se había hecho relación con todas las
fábricas de acá, con Astilleros, todo, […] vinimos hasta la Plaza Bel-
grano, a pie, hicimos una asamblea ahí con los de Astilleros que salían
[…], no me olvido nunca cuando el Gaucho Garín terminó diciendo:18
mi mujer me golpea el plato todos los días con un hueso pelado, ¿te
acordás? Bueno movilizamos Astilleros y salió Astilleros con nosotros,
salimos por el camino y levantamos a la petroquímica, sacamos la pe-
troquímica, seguimos por el camino y enganchamos la 32, se empe-
zaron a cruzar vecinos y vecinas, viejas y viejos. Bueno, cuando
llegamos a La Plata nos asustamos, mirábamos para atrás… los heli-
cópteros de los milicos arriba. [Otro compañero agrega]: ¡una de gente!
[…]. Teníamos una sociedad permanente con el estudiantado acá de
16
Formaron la Coordinadora Interfabril de la región y protagonizaron movilizaciones
masivas en 1975.
17
Esta fue una movilización muy importante a nivel nacional recordada por el lema
“14.250 o Paro Nacional”, aludiendo a que se mantuviera en vigencia la Ley. Algunos
testimonios obreros son retomados en el documental titulado con ese mismo lema y
que da cuenta de las movilizaciones contra las políticas antiobreras que estaba to-
mando el entonces Ministro de Economía de la Nación, Rodrigo. A su nombre se vin-
cula el modo en que se recordaron dichas movilizaciones: “Rodrigazo” (cfr. Bruneto,
L. y López, D., 2016)).
18
Arturo "el Gaucho" Garín fue detenido y desaparecido el 9/12/1976.
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19
Palabras de un extrabajador de Propulsora Siderúrgica, gruista y delegado sindical,
en marco de una entrevista colectiva realizada por M. A. Esponda a ex trabajadores de
Propulsora Siderúrgica (2006, abril).
20
Copias de estas actas nos fueron entregadas por trabajadores de manera anónima.
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21
Tomo la noción de genocidio en términos sociológicos y antropológicos, prescin-
diendo de las discusiones netamente jurídicas respecto de la forma de caratular los
hechos sucedidos, las cuales no forman parte central de las discusiones del artículo.
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La CNU fue un grupo de ultraderecha surgido en la elite universitaria platense.
23
Una aclaración necesaria es que el listado de víctimas siempre es provisorio. La re-
construcción se ha realizado a partir de un trabajo minucioso de archivo, se han con-
sultado el Archivo Nacional de la Memoria, que cuenta con un amplio acervo
documental que va desde fuente de prensa hasta los legajos de CONADEP (Comisión
Nacional de Desaparición de Personas), y testimonios judiciales de las distintas ins-
tancias desde la vuelta a la democracia. Asimismo, se han consultado archivos acadé-
micos y de inteligencia policial, destacándose el Archivo de la ex DIPBA (Dirección de
Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires). Finalmente, resultó funda-
mental la realización de entrevistas. Los listados son provisorios no solo porque aún
se siguen recibiendo denuncias por desaparición forzada, sino también porque hubo
un deliberado ocultamiento –por parte de los perpetradores y cómplices– de los crí-
menes realizados y sus circunstancias, como así también de cualquier documento que
contenga información que aporte a la verdad.
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La interpretación que se sostiene aquí resulta diametralmente opuesta a aquellas
que plantean que existió en la Argentina un “consenso social” hacia la dictadura (Vez-
zetti, 2002). De ser así, no hubiera sido necesario recurrir a la violencia, y el poder po-
dría haber sido impuesto de otras formas que no incluyeran el asesinato masivo.
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Si bien el golpe de Estado de 1976 fue un punto de inflexión en la represión a los tra-
bajadores y a las trabajadoras de la zona, es importante remarcar que la represión co-
menzó durante los años previos al golpe.
26
Cfr. Estadísticas elaboradas por el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de
Estado (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, s/f.)
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Muchos de estos trabajadores, ya en democracia, se nuclearon en una “Comisión de
Despedidos por razones políticas y gremiales de Propulsora Siderúrgica” para lograr
el reconocimiento de su situación y la reincorporación, cosa que no consiguieron, aun-
que lograron visibilizarse públicamente.
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Christian Von Vernich se desempeñaba como Capellán de la Policía de la provincia
de Buenos Aires. En 2007 fue condenado a prisión perpetua por delitos de lesa huma-
nidad perpetrados en el marco de un genocidio.
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me miraban como diciendo “¿a esta loca que le pasa?” y yo a los gritos
“apareció Ana, me tengo que ir ¡apareció Ana!”. (Entrevista a Adriana,
hermana de un trabajador de Propulsora Siderúrgica desaparecido
que trabajaba en administración, delegado sindical, 2018)
Ana hacía ya varios años que vivía en otro país, pero después de
treinta y siete años recuperó a su familia, reconstruyó esa “relación
social” que el genocidio pretendió eliminar. Adriana recuerda “en un
momento estábamos riéndonos a las carcajadas y una de las tías nos
mira y nos dice ‘¿ustedes se dieron cuenta que se ríen igual?’. Y ella
después, en algún viaje posterior, me dijo: –yo ese día que estábamos
en casa me di cuenta que nos reíamos igual y yo ahí dije sí, somos fa-
milia” (entrevista a hermana del “flaco Héctor”, trabajador antes
mencionado de Propulsora Siderúrgica desaparecido que trabajaba
en administración y era delegado sindical, 2018).
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juicios ha permitido condenar a 901 genocidas (MPF, 2019). Asimismo, en la lucha con-
tra la impunidad, los Juicios por la Verdad en Argentina, iniciados en 1998, más allá
de que no eran condenatorios de los genocidas, permitieron que cientos de testigos
dieran su testimonio, muchos de ellos por última vez (Procuraduría de Crímenes con-
tra la Humanidad, 2019).
31
Diversos testimonios afirman que la UOM regional tuvo participación en la elabo-
ración de listas de trabajadores a secuestrar. Incluso, algunos de sus integrantes reco-
nocieron que los dirigentes les pedían los nombres de los compañeros “díscolos”, como
solían llamarlos.
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En 1984, un trabajador ex preso político daba una entrevista donde afirmaba “Pro-
pulsora sabe donde están”. En: “El diecisiete” Febrero de 1984. Recorte obtenido del ar-
chivo personal de un trabajador.
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Referencias
Agamben, G. (1998) “Homo sacer. El poder soberano y la vida nuda I”. Va-
lencia. España: Pre- textos.
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defg-g38-1000blsorbil
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Leite Lopes, J. S. (2011). El vapor del diablo: El trabajo entre los obreros del
azúcar. Traducción de Andrea Roca. Buenos Aires: Antropofagia.
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A dor e o sentido da vida: a construção
social de uma doença do trabalho no
Brasil
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A dor e o sentido da vida: a construção social de uma doença
1
A tese está disponível online: http://objdig.ufrj.br/72/teses/580509.pdf
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A dor e o sentido da vida: a construção social de uma doença
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Diana Antonaz (em memória) Antônio de Salvo Carriço
por vezes alguma necessidade) de alterar certas frases, creio que tenha
sido melhor permitir esse retorno à tese, que é, afinal, o objetivo dessa
empreitada.
É evidente que muito se perde quando se transforma uma tese in-
teira em um artigo, por melhor que seja a edição. É claro também que
só é possível fazê-lo escolhendo uma leitura específica, um foco que
norteie uma argumentação mais sucinta, e que muitas leituras possí-
veis da tese foram postas em segundo plano para isso. É possível ainda
que algum leitor não concorde com a leitura feita e considere que o
texto produzido seja uma afronta ao original. Contra tudo isso, nada
se pode fazer. Que tipo de homenagem é esta, então? A que se presta?
Esse artigo foi concebido como uma maneira de divulgar um tra-
balho de pesquisa extremamente relevante para compreender, pela
perspectiva de trabalhadoras de um setor importante de comuni-
cações, os processos sociais ocorridos no Brasil a partir dos anos oi-
tenta, possibilitando um diálogo fundamental com processos de
privatização verificados também em outros países da América Latina,
como este Tratado evidencia. Com esta “versão resumida”, espera-se
que possa haver uma circulação maior da obra de Diana Antonaz: que
seja estimulada sua leitura em cursos de graduação, por exemplo, ou
por pesquisadores que não tenham uma ligação temática tão direta.
Que o leitor, mesmo o mais crítico, possa ter com a leitura deste tra-
balho “um gostinho” da tese original e busque conhecê-la mais a fundo,
da maneira como a autora a concebeu, e assim possa fazer suas pró-
prias leituras.
Acredito que esta tenha sido a intenção do Prof. José Sergio, amigo
e ex-orientador de Diana Antonaz, ao me pedir essa tarefa, e espero que
o produto final cumpra esse objetivo.
Antônio de Salvo Carriço
*****
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A dor e o sentido da vida: a construção social de uma doença
Introdução
2
A “dor” — e não as dores — corresponde à categoria usada pelas telefonistas.
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Diana Antonaz (em memória) Antônio de Salvo Carriço
3
Lesões por esforços repetitivos. Recentemente, alguns especialistas tentaram impor
a sigla DORT (distúrbios osteomusculares relacionados ao trabalho). Em torno dessas
duas nomenclaturas, se trava uma luta no nível do simbólico: enquanto que o termo
”lesões” possui um sentido claro de “dano físico”, “prejuízo”, um evento que gera direito
a reparação; a palavra “distúrbios” (distúrbio de uma função física ou psíquica) tem
um sentido vago de alteração (ver ordem de serviço INSS/DSS de 05-08-1998). A infor-
matização acelerada de empresas dos mais diversos setores, que vem acompanhada
de casos coletivos e crescentes de “dor”, gera uma pressão social para a ampliação da
tenossinovite dos digitadores a outras categorias de trabalhadores que utilizam, de
forma intensiva, o computador e, posteriormente, a outras atividades que envolvem
esforços repetitivos, tais como montagem de componentes microeletrônicos, ativida-
des de montagem e embalagem em indústrias, caixas de supermercados, entre outros,
o que acaba desembocando no reconhecimento da LER pelo INSS.
386
A dor e o sentido da vida: a construção social de uma doença
4
Cristina ingressou na Telerj, por meio de concurso público, em 1993, que também
abriu a profissão para os homens. Faz parte daqueles que as antigas denominam de
“os universitários”, forma de marcar a distinção com os novos vistos como integrantes
de outro grupo social — o que não é real, uma vez que, embora tendo melhores con-
dições de acesso à escola, o estrato de origem é o mesmo das telefonistas mais antigas
(diversos filhos de telefonistas — estudantes universitários — entraram na empresa
através daquele concurso).
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Diana Antonaz (em memória) Antônio de Salvo Carriço
5
Parece-me necessário explicitar a relação que me ligava às telefonistas. Essa ligação
constituía-se de vários componentes: a) eu era uma pessoa com quem conversavam
no espaço do sindicato, e que estabelecia com elas uma relação distinta da que conhe-
ciam (isto é, dirigente sindical ou advogado) — falava sobre dor, corpo, tentava desco-
brir algum tipo de solução para o caso concreto (mas eu não era médica); e a partir
dos casos individuais, fazia uma reelaboração, de forma a mostrar o significado coletivo
das questões de saúde-doença, o que permitia que os dirigentes sindicais e os trabal-
hadores envolvidos organizassem suas lutas; b) a partir de certo momento (1993) passei
a fazer parte de uma comissão com os técnicos da empresa, e a estar, então, diretamente
envolvida com o cotidiano da Telerj, o que quer dizer, que era, ao mesmo tempo
alguém de dentro e de fora, e passei a ser uma pessoa que sabia de “quem e do que as
telefonistas estavam falando”; c) dentro do projeto da área de formação do sindicato,
procurava-se combinar o lazer com encontros ou seminários em uma das duas colônias
de férias, onde as refeições, as festas, o futebol, o churrasco oferecem a oportunidade
de aproximação das pessoas; d) com o meu ingresso no doutorado, comecei a direcionar
a pesquisa mais especificamente para a tese, o que eu fazia em dois momentos: cole-
tando material e informações enquanto trabalhava (que era o que eu já vinha fazendo),
e em outro tempo, no qual eu fazia um trabalho de campo exclusivamente direcionado
para a tese (em particular, no que diz respeito à minha relação com as telefonistas —
as entrevistas eram agendadas, seja no sindicato, num escritório no centro da cidade,
nas colônias de férias, algumas raras vezes em suas casas); e) quanto à minha especia-
lidade (algumas me chamavam doutora, outras apenas pelo nome), não havia muita
clareza, mas todas sabiam que eu não era médica (o que, no caso da dor tem implicações
importantes, visto a legitimação da predominância do saber médico sobre o corpo). É
claro que algumas facetas desse relacionamento se misturavam nas diferentes ocasiões.
Então, quando eu — a antropóloga da universidade — marcava uma entrevista com
elas, eu era, também, a pessoa que acompanhava o cotidiano da dor, que conhecia a
Telerj; frequentemente já ouvira histórias da família, havia um implícito que eu já
conhecia os códigos — e então não era preciso explicar — o que em algumas ocasiões
constituiu um handicap. As últimas entrevistas feitas, já em 1999, quando eu já estava
afastada do sindicato havia algum tempo, foram muito difíceis de serem conseguidas,
no entanto, o material obtido nesta segunda fase do trabalho de campo acabou sendo
fundamental para a construção da tese (imagino que, em parte, pelo acúmulo que eu
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fiquei parada. Aí, pedi para o homem ligar para a minha casa, para
meu marido vir me pegar.
Joana7: A gente ouve falar, mas nunca pensa que é com a gente. E eu
via sempre nas meninas novas. E eu ficava assim de brincadeira…
vocês são novinhas, mas estão com problemas (…). Comecei a sentir,
quando acordava de manhã, como se estivesse dormindo em cima do
braço. Uma coisa estranha, às vezes acordava com aquela dorzinha.
Braço direito foi em 93, depois foi aumentando, com muita intensi-
dade, os dois. No ombro, também, uma dor que dá na coluna, que a
gente não sabe atribuir se é coluna… é uma dor que arde, é como se ti-
vesse alguma coisa líquida, como se tivesse alguma coisa, assim, in-
flamada. Aí, no início, diziam que era coluna. As pessoas, ah… deve ser
coluna, aí cada um fala alguma coisa. Eu comecei a reclamar com a
minha chefe: estou ficando velha mesmo, não aguento mais… o meu
neto vai nascer, as coisas estão caindo da minha mão… as coisas co-
meçaram a cair da minha mão… Ela falou: de repente é essa coisa aí
que o pessoal está tendo. Vai no médico. Aí, eu fui no médico. Estava
muito forte a dor no braço direito.
Joana: Depois que eu fui. Mas até aí, não tinha conhecimento… a gente
não tinha assim um esclarecimento das coisas. Eu tinha ouvido falar…
e eu comecei a sentir que isso estava crescendo… Eu falei para ele: Dr.
M., eu estou achando que isso aqui está ficando alto. Ah, mas isso aí
deve ser da doença, é assim mesmo… não deu muita importância… Eu
fazendo a fisioterapia eu teria que melhorar, mas eu fui piorando.
7
Joana nasceu em 1945, ficou viúva aos 22 anos com dois filhos. Durante dez anos
passa de um emprego precário a outro. Aos 32 anos ingressa na Telerj. A dor a sur-
preende antes da aposentadoria. Um dos relatos mais ricos sobre a dor foi feito por
esta telefonista.
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8
Edna, mãe solteira aos 17 anos, antes de ingressar na Telerj, trabalha como ambulante
na praia e depois como empregada doméstica. Edna é militante sindical e ao relatar
seu caso outras construções interferem. Ela desempenhou um papel importantíssimo
na denúncia da doença e no seu reconhecimento, e a sua intervenção é abordada, par-
ticularmente, no capítulo 8 da tese.
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circuitos dos terminais. A partir dos anos oitenta, os dados são infor-
matizados e a consulta é feita através do terminal de computador.
A informatização implantada em 1980 parecia efetivamente ofe-
recer melhores condições de trabalho, embora não fossem raros os
casos de “pulso aberto” ou de “dorzinha”, que já ocorria com o equi-
pamento anterior. Com a introdução dos terminais, a configuração
dos postos de trabalho não foi alterada e as telefonistas continuavam
trabalhando umas em frente às outras.
Até o final da década de oitenta a divisão ou “setor” de tráfego ou de
manipulação do tráfego é dividido em três setores: setor urbano, inte-
rurbano e serviço de informações. Os dois primeiros serviços operam
através de “mesas de corda”, onde as telefonistas estão sentadas lado
a lado e inserem “pegas nos pinos” (orifícios) para o atendimento das
chamadas, que são sinalizadas através de aviso luminoso. O setor de
informações (que a partir da década de noventa passa a ser denomi-
nado, unicamente, setor de auxílio às listas) é operado através de ter-
minais de vídeo. Em 1992 é implantada a vocalização, ou seja, as
informações passam a ser fornecidas pela voz sintetizada do compu-
tador, e não mais pela telefonista.
Os primeiros casos de dor começam a aparecer sete, oito anos
após a introdução do sistema informatizado. [Não se deve reduzir a
questão às mudanças tecnológicas envolvidas, no entanto.] Se prestarmos
atenção à fala das telefonistas, veremos que outros fatores ganham
mais destaque como mecanismo explicativo. Nesses discursos, a per-
seguição é frequentemente relacionada ao início das dores intensas
e aparece, para os sujeitos, como forma mais adequada de dar conta
da nova realidade, que é percebida, principalmente, através das trans-
formações das relações pessoais.
A transformação da relação com a monitora é a chave para enten-
der como as telefonistas veem o aparecimento de sua dor. Antiga-
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tir “desgostosas” com o trabalho, que já “tinha sido tão bom”. Em 1992,
segundo a avaliação ergonômica realizada por consultores externos,
havia 330 telefonistas, das quais 234 no serviço de informações. Des-
tas, 33% tinham mais de 16 anos de serviço. Comparando os dois
dados (no anterior 50% tinham mais de 20 anos), verifica-se que
houve um decréscimo importante das telefonistas mais antigas, seja
por meio de aposentadoria, seja através de demissões. O ingresso de
cerca de 400 telefonistas jovens entre 1993 e 1994 trouxe grandes mo-
dificações, que não se resumiam à faixa de idade. Não só os novos te-
lefonistas eram mais jovens, como, também, pela primeira vez na
história do setor foram admitidos homens (cerca de cem, segundo o
chefe do setor). Os “novos” eram vistos com desconfiança, principal-
mente, por causa de seu nível de escolaridade elevado — quase todos
haviam frequentado a faculdade ou a estavam frequentando. Por isso,
os novos foram imediatamente denominados “estudantes” e “univer-
sitários”. Essas categorias se opunham, claramente, à categoria “tra-
balhador”, que implicava responsabilidade e necessidade de ganhar
um salário, em contraposição a aqueles que podiam se dar ao luxo de
fazer certas coisas (reclamar, desobedecer, fazer corpo mole) e que
“trabalhavam para suplementar a mesada”9. Essas diferenças inter-
nas, existentes até então, não eram percebidas como tais pela maioria
das telefonistas: era como se todos fossem “uma grande família”. A
distância foi efetivamente sentida de forma mais intensa com a en-
trada dos jovens em 1993 e, particularmente dos homens, o que cau-
sou profundas modificações nas relações e nos espaços de trabalho.
9
Isso não correspondia de forma alguma à realidade concreta, e sim a uma forma de
enfrentar as profundas alterações percebidas no espaço de trabalho. Na realidade, al-
gumas moças com as mesmas características dos “novos” já haviam entrado na em-
presa desde 1985, época em que foi modificada a exigência de escolaridade para o cargo.
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10
Marilene nasceu em 1954, é filha de um ferroviário, militante de uma organização
de esquerda. Entrou para a Telerj em 1978. Filiou-se ao PCB (Partido Comunista Brasi-
leiro) em 1987 e começou, pouco depois, a participar da vida sindical.
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Esse despertar de “cidadania” produz, também, um outro efeito, uma vez que as te-
lefonistas passam a se reconhecer como alguém que tem “direitos” e, também, desco-
brem a possibilidade de lutar pelos direitos, o que vai propiciar a adesão gradual às
lutas sindicais (ao novo sindicato) e intensificar a organização interna do setor para
suas demandas específicas.
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Durante o governo Collor, o número de licenças longas cai de 678 em 1989 para 184
em 1991.
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Essa incapacidade é sentida, de forma diferente, pelas mulheres solteiras ou viúvas
— em particular aquelas que vivem sozinhas — e pelas casadas. Entre estas últimas, a
sensação de incapacidade é agravada, quando têm filhos pequenos ou ainda depen-
dentes dos cuidados da mãe.
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“Eu queria que me dissessem que dor é essa”, desabafa uma das telefo-
nistas comunicando, dessa forma, a sua perplexidade. Uma dor tão
inexplicável quanto as mudanças vivenciadas no espaço de trabalho,
a partir do final dos anos oitenta, quando experimentam o fim de toda
uma maneira de pensar e de viver. De fato, os efeitos do mundo social
são ressentidos pelo corpo (incorporados) e produzem efeitos duradou-
ros sobre o corpo; portanto, o mal-estar experimentado coletivamente
pelas telefonistas pode refletir os eventos do universo social.
Joana passa do trabalho sem qualquer garantia, para um emprego
onde a legislação trabalhista é cumprida e onde vai se construindo
todo um sistema de proteção para o trabalhador, incluindo, assistên-
cia médica, auxílio à aquisição de casa própria, e aposentadoria com-
plementar. Ao iniciar-se os anos noventa, Joana vive uma vida simples,
mas tem sua casa e não tem razões para sobressaltos. Mora em Bangu
em um dos loteamentos onde muitos dos vizinhos são também da
Telerj, e cuja aquisição e construção foi facilitada através de um
convênio da Telerj com o BNH (Banco Nacional da Habitação). O in-
gresso na empresa transforma radicalmente a sua vida, em termos
de padrão de vida, hábitos, círculo de amizades (a relação com suas
colegas é citada diversas vezes), nível de informação, e, principal-
mente, uma condição sobre a qual reflete “a posteriori”: a sua inde-
pendência.
Ela experimenta as mudanças que vão se sucedendo a partir do
final dos anos oitenta, através de sucessivas transferências de local
de trabalho, o que interfere no cálculo do tempo de transporte, com
reflexos sobre a vida cotidiana e na intensificação do ritmo de tra-
balho. Fala, ainda, na perseguição de uma chefe por causa de uma
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Para que essa doença tivesse a possibilidade de se tornar real, a existência de uma
conjunção de fatores tornava-se necessária. Infelizmente, os limites do trabalho não
permitem que esse assunto seja desenvolvido, aqui, na profundidade necessária. Além
das redes e da dinâmica das próprias telefonistas agentes externos intervinham no
processo: além da empresa, o Sinttel e o movimento sindical em geral e algumas das
organizações do estado, em particular, o Ministério do Trabalho, a rede dos profissio-
nais de saúde pública (Ministério da Saúde, secretarias estaduais e municipais de saúde
com seus programas de saúde do trabalhador) e a previdência social.
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Referências
420
A dor e o sentido da vida: a construção social de uma doença
Hoggart, R. (1991). La culture du pauvre: Étude sur le style de vie des classes
populaires en Angleterre. Paris: Les Éditions de Minuit.
Kleinman, A. (1986). Social origins of distress and disease. New Haven: Yale
University Press.
421
Etnografia da crise: temporalidades do
“fim” do trabalho moderno em Pelotas
(Brasil) e La Grand Combe (França)
1
De acordo com o economista Joseph Shumpeter a destruição criativa é um “processo
que consiste, para o capital e seus detentores, em destruir constantemente as antigas
formas de produção e de troca para substituí-las por formas mais ‘inovadoras’, isto é,
ao mesmo tempo tecnicamente mais eficazes e financeiramente mais rentáveis”
(Dubar, 2009, p. 119).
2
Ong critica tomar “o neoliberalismo” como uma entidade indivisível, ou como força
hegemônica englobadora (“economic tsunami”). A autora busca perceber o neolibera-
lismo enquanto “uma forma migratória de tecnologia de governo que interagem com
conjuntos situados de elementos e circunstâncias” (Ong, 2007, p. 5).
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3
O memorial da Estação Férrea de Pelotas foi um projeto de ensino, pesquisa e extensão,
coordenado pela professora Claudia Turra Magni (UFPel) que realizou pesquisas coletivas
ao longo do ano de 2015. Produziram-se ensaios fotográficos, banners (museu itinerário),
vídeo documentário e artigos acadêmicos. Para mais informações, consultar: https://lep-
pais.wordpress.com/ projetos/pesquisa-e-extensao/
4
Sua importância para essa comunidade interpretativa é enfatizada em texto-homena-
gem publicado por seus alunos e alunas (Gómez, Baldissera e Rodrigues, 2019). O texto
integra uma iniciativa da Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo de ho-
menagear intelectuais desse campo de estudo a partir de um texto do próprio autor e
outro de seus estudantes. A edição em homenagem à Cornelia Eckert contem um texto
escrito por Guillermo Gómez, com fotografias de Marielen Baldissera, Felipe Rodrigues
e do acervo da própria Cornelia, recuperando o trajeto da professora pela Antropologia
do Trabalho e destacando suas múltiplas orientações. Também enfatiza a realização de
projetos coletivos e de memória que integram o Navisual e o BIEV, e as linhas de pesquisa
da Antropologia Urbana e da Antropologia Visual.
5
O livro Memória e Trabalho: Etnografia da duração de uma comunidade de mineiros de carvão
é a versão publicada em português da tese de Cornelia Eckert (2012). Para uma resenha da
obra, ver a publicada na Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo (Gómez, 2019b),
que destaca os aspectos contemporâneos da obra para uma Etnografia da Crise.
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Momentos de inserção
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6
“É preciso lembrar também que, durante quase todo o século 20, a maior aspiração
de grande parte da população brasileira, sobretudo nos pequenos centros urbanos do
interior do país, era arrumar um emprego público, preferencialmente federal” (Santos
e Zanini, 2012, p. 291).
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*****
“Ainda escuto o apito do trem, todos os dias, neste vale”. O velho mineiro
me recebe em sua casa. No passado, esta pertencia à Companhia, cons-
truída para funcionários administrativos. Com o êxodo, as casas esvazia-
ram e ele pôde adquirir por baixo custo. Antes de entrarmos, aponta para
o vale e me confessa a memória sensorial. Da sua sacada tiro uma foto-
grafia do vale virado em rejeitos de carvão. Os poços em que trabalhava
fecharam e hoje está aposentado. Entramos e Madame Surrel logo me
convoca para o aprendizado da receita de um prato típico, pois havia
sido convidada para o almoço. Na conversa que se anima, respondem
meus questionamentos sobre os esforços de participarem de novas formas
de sociabilidade. Relatam a existência de novos grupos de Terceira Idade
e me convidam para uma noite de teatro do grupo. O tema da peça não
poderia ser mais propício, reinventar-se no envelhecimento. Promete me
buscar e levar novamente para casa. Aceito feliz o convite e me preparo
para o mês de festividades em La Grand-Combe, pois logo seria 4 de de-
zembro (1989), dia de Festa da Santa Bárbara. Como as demais festas que
assisti, é também um tempo de luto pois recheada de referências em ho-
menagens aos tempos do trabalho mineiro.
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7
Rojane Brum Nunes (2013), em seu livro que relata a pesquisa com ferroviários apo-
sentados na cidade de Santa Maria (Brasil), se refere dessa forma (VFRGS/RFFSA) para
denominar as empresas ferroviárias. A autora aponta, assim, uma continuidade tem-
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poral de suas práticas, bem como evidencia que não existe, nas narrativas de seus in-
terlocutores, uma distinção clara ou cronológica entre as duas.
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8
Essas parcerias e as reflexões em torno do papel da Antropologia Visual em projetos
de memória coletiva a partir da experiência com ferroviários, estão relatadas no texto
“A indignação ferroviária: Envelhecimento e trabalho em Pelotas/RS”, publicado na re-
vista Iluminuras (Gómez, 2019a).
9
“Pisca” é um dos apelidos ferroviários. Essas são formas recorrentes dos aposentados
reconhecerem uns aos outros. Sobre apelidos ferroviários conceitualizados como pes-
soais, profissionais e irônicos, consultar “Entre ‘tucos’ e ‘bochas’: A potência fabulátoria
dos apelidos de ferroviários aposentados na cidade de Pelotas/RS” (Gómez e Magni, 2017).
10
Como Guillermo usa cabelo longo, essa brincadeira/provocação se justifica.
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“Tuco” é um “apelido profissional” utilizado para designar os trabalhadores da “Via
Permanente”, aqueles responsáveis pela substituição de trilhos ou dormentes (peças
de madeira ou concreto que apoiam os trilhos), verificação das pontes e preservação
da linha férrea de modo geral.
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Empresa Brasileira de Correios e Telégrafos (ECT) ou, simplesmente, Correios, é uma
empresa pública federal responsável pela execução do sistema de envio e entrega de
correspondências no Brasil.
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*****
“Não sei o que a senhora veio fazer aqui nesta vila decadente”. Esta frase foi
dita pelo velho mineiro quando o conheci na rua nos arredores do poço fe-
chado de Champclauson. Eu estava acompanhada de um historiador local
que nos apresentou. Expliquei que a história do trabalho dos mineiros era
minha pesquisa. Pedi para ele conversar comigo em outro momento. Pas-
sado um dia, o encontrei sozinho jogando paciência em uma espécie de clube
dos aposentados. A solidão evidente me constrangeu. A desolação do velho
mineiro contrastava com a figura heroica e salvadora da economia francesa
na Batalha do Carvão, como explicitavam os livros lidos sobre os anos de
recuperação pós-guerra. Pedi para ele me contar sobre o tempo em que as
minas funcionavam. “A modernidade nos traiu”, sentenciou Seu Gallec. En-
tendi então como se sentiam os mineiros que lutaram por décadas pela na-
cionalização e melhores condições de trabalho. O jogo econômico mundial
estava bem além de suas vitórias pontuais de categorias — e além do con-
forto proporcionado pelas tecnologias modernas.
A substituição do investimento do capital francês na energia do petró-
leo condenava a estrutura de enclave mineiro à desativação. Em face da
morte da mina e do trabalho mineiro (de subsolo), a cidade sem nenhuma
outra vocação econômica vive uma crise de suas instituições. Mas “o tra-
balho besta tinha que terminar” diz o mesmo mineiro revelando a ambi-
guidade constante nos julgamentos dos interlocutores sobre suas condições
de vida e de desejos de continuidade.
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Guillermo Stefano Rosa Gómez e Cornelia Eckert
Ingressar na Rede Ferroviária era uma “coisa para toda a vida”, como
afirmou Orlando. A engenharia institucional da empresa contava
com uma série de dispositivos voltados para as carreiras de longa du-
ração. Ubirajara, trabalhador aposentado que ainda atua na profissão
ferroviária como empregado das concessionárias privadas, conta:
Aquilo ia passando de pai pra filho, de filho pra neto, os caras sabiam
que iam se aposentar, que nada ia acontecer. Aí quando privatizou,
mudou. Tanto é que eu te falei, demitiriam muita gente... Ninguém
esperava que isso acontecesse, então o cara passou a ver as coisas de
uma outra forma. (Ubirajara).
452
Etnografia da crise: temporalidades do “fim” do trabalho moderno
Para ti ter uma ideia, quando o sindicato marcou uma reunião, foi na-
quele clube ferroviário que tem ali, até hoje ainda existe. Marcou uma
reunião ali com todo mundo para falar a respeito da privatização. Isso
foi em 1996. Aí todo mundo, o pessoal todo foi pra lá para o clube, a
gente juntou as mesas e todo mundo tomando cerveja e dando risada,
e o cara lá no microfone: “ó pessoal, queria avisar vocês, que está ha-
vendo um rumor, talvez vá privatizar a ferrovia.”. “Que privatizar
coisa nenhuma, isso aí é do tempo do meu avô, do meu bisavô!” Nin-
guém acreditou no cara, todo mundo ali, tomando cerveja e dando ri-
sada, o cara falando e todo mundo de costas. Cara, não levou dois
meses e privatizou. E aí foi aquilo que eu te falei: privatizou e foi uma
demissão em massa, ninguém esperava. Foi fechando tudo, desse
mundo de gente que eu te falei que tinha em Pelotas, ficamos em qua-
tro ou cinco. Foi assim. Fechou e foram demitindo, foram fechando,
as oficinas, a Via Permanente. (Ubirajara).
453
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Me aposentei pela Rede quase dois anos antes de fechar. Em 1995. Fal-
tava quase dois anos antes dela…. Os caras diziam que iam entregar
que ia fazer e acontecer. [E eu dizia] “Ah vai parar nada, vai ficar a
mesma coisa sempre.” Mas não, começaram a parar, e eu vi que tava...
Começaram a abandonar. No início, não acreditei. No começo não
acreditei que ia dar isso aí. Que a Rede ia fechar, que ia entregar para
aquilo, pra aquele outro. Não, isso aí é conversa fiada. Mas, quando
começou a quebrar, né? Vi que faltava tudo, eu digo: tá pintando. Vai
acontecer alguma coisa... Faltava tudo né, precisava de uma ferra-
menta não tinha... Faltava quase tudo. Deixavam cair tudo, abando-
navam estações … daí começou. Aí eu vi: a coisa tá feia mesmo, vai
acontecer mesmo. E custou, deixaram estragar muita coisa para de-
pois tentar fazer alguma coisa que prestasse. No começo não, era bom,
todo mundo trabalhava e não deixa cair, entendesse? (Gildo Oteiro).
13
O “bocha”, um apelido “profissional” (Gómez e Magni, 2017), é designado para aquele
que providenciava água e alimento para os trabalhadores na Via Permanente, além
de cuidar dos suprimentos.
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É porque tem que ter 30 anos, né. Eu consegui via judicial uma con-
versão do tempo que trabalhei na estação [ferroviária] porque claro,
o pessoal que trabalhou na estação tinha aquilo… como é que chama…
aquela insalubridade. E eu na parte da Via Permanente, não tinha isso
porque era escritório né (…) foi o que eu consegui, os 11 anos que tra-
balhei na estação, consegui dois anos. Quando eu saí eu ainda paguei
um ano e meio de previdência. Consegui esses dois anos da conversão,
então eu saí proporcional. Quase 28 anos, mas no fim não atingiu os
30 anos, então eu saí bem mal! Peguei o tal de fator previdenciário
esse aí, eu fiquei com um salário mínimo. Eu não tenho a média que
os ferroviários têm não [suspiro] mas, tá! Pelo menos eu tenho esse
seguro, né. E aí, tá, tive que procurar, por isso que eu tô na prefeitura
[emprego durante a aposentadoria].
Nossa vida era a ferrovia, só que tiraram… né? Não era para ter fe-
chado. Mas esse governo aí só pensa no bolso deles. A gente sofreu
bastante porque primeiro veio a tal de aquela demissão voluntária,
então aqueles colegas que imaginavam que dava pra ter o tempo para
se aposentar, muitos correram, fizeram coisas meio que “no upa”. Por-
que aí pegaram aquela parte quem morou pra fora, pegaram aquela
parte de agricultura, então muitos pegaram essa aposentadoria. Foi
um pânico bem grande para nós que éramos mais novos, que não tin-
ham tempo. Quem tinha tempo conseguiu fazer isso! Eu me lembro
do engenheiro, o engenheiro se aposentou! Tratou de juntar o tempo
que ele tinha e se aposentou, pra mim ele era super novo! Acho que,
não sei, teria uns 50, não sei se já tinha, né, se aposentou, mas tudo
pelo medo de não saber como que ia ser depois. Então esse negócio
da Rede de fechar pegou a gente assim bastante desprevenido.
A gente tava tranquilo, e mesmo que já não se ganhava como eles di-
ziam que ganhava antes a gente ganhava bem, a minha média de sa-
lário era sete salários mínimos. Isso eu fiquei sabendo quando fui
encaminhar a aposentaria que daí fazendo a média, não a aposenta-
doria, fui me informar no INSS [Instituto Nacional de Seguro Social]
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Orlando não recai na nostalgia dos tempos que “eram bons”, pois as-
sume a finitude dos vínculos com o trabalho tornando-a plausível
em sua própria narrativa e, portanto, em sua trajetória de vida. Este
formato narrativo faz lembrar o que escreve Joel Robbins sobre o
que um de seus interlocutores do povo Urapmin disse-lhe na década
de noventa: “Nós vivemos como nossos ancestrais viviam até 1977,
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14
“We lived as our ancestors did until 1977, when the Holy Spirit of God ‘came down’
during the ‘revival’. Since then, we have been Christians” (em inglês no original).
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Sobre a greve dos caminhoneiros no Brasil em 2018, ver: Silva et al., 2019; Moura et
al., 2019.
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*****
Todos os dias os velhos mineiros aposentados caminham na praça de um
lado para o outro. Alguns se concentram em torno da quadra de petanca.
Observar suas caminhadas ou assisti-los jogando nos permite testemunhar
o envelhecimento da população, escutar suas tosses e ouvir os problemas
respiratórios. Este trabalho era desumano, declara o professor de escola
municipal e filho de mineiro, senhor Tierry. Tem muita gente que vive
super mal esta recessão. A saída dos jovens, a diminuição da população,
tudo isto nos deprime, mas era trocar a saúde por sobrevivência. A morte
da mina era necessária. O problema é que nenhuma outra atividade pro-
dutiva veio substituir, no local, esta indústria tradicional. Envelhecimento,
desemprego, poluição do solo, aumento do consumo de drogas e crimina-
lidade são preocupações que constam nos programas dos candidatos à
prefeitura em 1989. Em face da demolição de boa parte da cidade, as asso-
ciações que permanecem e mesmo se renovam reivindicam a mudança
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Referências
Angus, I. (2016). Facing the anthropocene: Fossil capitalism and the crisis of
the Earth system. Nova Iorque: Montly Review.
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Guillermo Stefano Rosa Gómez e Cornelia Eckert
Moura, H.; Neto, J.; Santos, V. e Tavares, F. (2019). Resultantes da greve dos
caminhoneiros (2018): Um hibridismo de estatística bilionária e o óleo
diesel em face à macroeconomia Research, Society and Development, 8(7).
Recuperado de: https://www.researchgate. net/publication/333524164_Re-
sultantes_da_greve_dos_caminhoneiros_2018_um_hibridismo_de_esta-
tistica_bilionaria_e_o_oleo_diesel_em_face_a_macroeconomia
Ortner, S. B. (2016). Dark anthropology and its others: Theory since the
eighties. Hau — Journal of Ethnographic Theory, 6(1).
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Desplazados en Ciudad Juárez.
Trabajo, migración, violencia y resiliencia en México
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reciente. Todos ellos marcharon hacia el norte, sobre todo hacia los
EUA, durante la gran oleada migratoria a partir de los años ochenta
del siglo pasado.
En años recientes, y mientras disminuye la migración de México
hacia el norte en la actualidad (2019, incluso antes), por las políticas
de EUA para contener la gran oleada migratoria, México se volvió
lugar de tránsito para las grandes migraciones de Centroamérica, Su-
damérica y el Caribe. En años recientes, sujetos que provienen de di-
versos países de África y Asia llegaron a nuestro territorio, por ser un
país con frontera con los EUA, muchos de ellos quedaron confinados
en el estado de Chiapas, en el sureste. A partir del 2018, otros llegaron
a las ciudades de la frontera norte, agrupados en caravanas masivas
de migrantes, que caminaron por diversas rutas de México hacia el
norte, hasta que se dio el viraje de la política migratoria del gobierno
de la Cuarta Transformación, presionado por el gobierno de EUA, y
que detuvo el flujo de migrantes con la intervención de la Guardia
Nacional. México parece volverse así de “país de tránsito” a “país des-
tino” para todos estos desplazados.
Hoy miles de ellos se agolpan en la frontera sur de México, limí-
trofe con Guatemala, en espera del documento por parte del gobierno
que les permita internarse en el país y dirigirse al norte, esperando
la anhelada entrevista que les permita entrar a los EUA como asilados
o refugiados.
En ciudades del norte de México (Tijuana, Ciudad Juárez, Reynosa,
Matamoros, entre otras), fronterizas con EUA, miles también habían
quedado varados al momento de escribir estas líneas (octubre del
2019).
Entonces habían pedido turno para la entrevista con el Consulado
Americano en Ciudad Juárez hacia julio y agosto de 2019, con el fin
de solicitar asilo en EUA, 17, 760 migrantes de diversos países y con-
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Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
2
Véase el artículo de Mancinas, Ibeth. “Migrantes desisten en trámite de asilo”. (5 de
agosto del 2019). El Universal. Sección Estados. México.
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3
Un recuento de estas situaciones, en Open Society Foundation 2015; en Mejía Madrid,
2019. Igualmente, véase Ciudad Juárez, s/f.
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4
Véase Villalpando, Rubén. “Alcalde de Juárez llama a López Obrador a resolver la crisis
migratoria en esa ciudad”. (11 de octubre del 2019). La Jornada. Sección Política. México.
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5
Ver INEGI y Gobierno del Estado de Chihuahua, 2010, p. 73; Plan Estratégico de Juá-
rez, A.C., 2014, p. 7; Plan Estratégico de Juárez, A.C., 2016, p. 8; Plan Estratégico de Juárez,
A.C., 2018, y Ciudad Juárez (s/f).
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6
Véase Ravelo, 2005; Sánchez, Ravelo y Melgoza, 2015; Sánchez y Ravelo, 2019.
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taron “la plaza”, que había sido hegemonizada por el cártel de Juárez.
Primero apareció el cártel de Sinaloa, en lucha con el cártel histórico,
“dueño” de la plaza, el de Juárez. Luego se dio la intervención del ejér-
cito, parecía que el cártel de Sinaloa se imponía y que la situación se
calmaba, pero enseguida apareció el Cártel Jalisco Nueva Generación,
la lucha se volvió a dar de nuevo en las calles de la ciudad (Sánchez y
Ravelo, 2019).
A esa violencia se sumó la de los aparatos de Estado. Como diji-
mos, en 2009 la militarización de la ciudad fue un hecho, con la pre-
sencia de cuatro mil quinientos soldados y policías federales, después
el número de policías federales aumentó a siete mil elementos (Ciu-
dad Juárez, s/f).
Luego, la presión de sectores de la ciudadanía ante los abusos del
ejército y la policía federal (detenciones arbitrarias en la vía pública,
allanamientos de moradas sin la orden judicial respectiva) hizo que
estas autoridades se retiraran, pero estos abusos quedaron grabados
en la memoria de muchos juarenses, como algo que no debía volver
a repetirse.
En 2018, como hemos dicho, a nivel nacional se dio de nuevo la al-
ternancia política, el PRI y el PAN, expresiones políticas de derecha
y ultraderecha, fueron derrotadas por la opción de centro izquierda,
el partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la
Cuarta Transformación, que ganó la Presidencia de la República y las
mayorías en las Cámaras de Senadores y Diputados. Como hemos
dicho, se inició una nueva etapa para el país, hoy (octubre de 2019) el
país busca, en medio de no pocas contradicciones, la salida a la larga
noche de la descomposición económica, social y política del período
neoliberal.
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7
Véase Durand (2019), autor a quien debemos este nuevo concepto de desplazamientos
forzados explosivos.
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Cuando nosotros llegamos dice la gente que vivía aquí, que ya estaba
terminando [la violencia], pero nosotros, de donde veníamos, no se
veía tanto [el fin de la violencia]…que la televisión, cinco muertos acá,
un muerto acá, tres acá, balazos, balazos. Temíamos, temíamos ¿ver-
dad? de ir por la calle y que nos tocara a nosotros, a los niños. Pensa-
mos que ese año en que llegamos era el más crítico, ya ahorita pues
se puede decir que es menos ¿verdad? [año 2013]. (Entrevista a Ma-
nuel, comerciante informal, realizada por la Lic. en Sociología,
Adriana Enríquez, Ciudad Juárez, 2013).
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Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
pero fijos, son de unos cuatro mil pesos al mes, para alimentos y
transporte (gasolina para su carro o para pagar transporte público),
no tienen vacaciones, obviamente, y su diversión principal consiste
en ir a algún centro comercial. Cuentan con protección social, pues
acceden al servicio de salud que el gobierno federal en manos del Par-
tido de Acción Nacional había diseñado, el llamado Seguro Popular.
Al momento de la entrevista (mediados del 2013), ya tenía tres
años de radicar en Ciudad Juárez, Manuel y su familia. Él se inclinaba
por permanecer en la ciudad, aunque, a decir verdad, esto parece re-
moto para sujetos acostumbrados a desplazarse por toda la región,
acostumbrados a una especie de nomadismo. Por ahora (2013), los re-
tiene en Ciudad Juárez el hecho de que esperan otro hijo, lo cual hacía
remoto un nuevo desplazamiento en el corto plazo.
Lo que es indudable es el siguiente hecho: esta familia ha resistido,
y no solo el riesgo y el peligro en Ciudad Juárez, en el año más vio-
lento de los tiempos recientes, 2010. Han resistido a la gran crisis eco-
nómica, a la falta de empleo, a la devastación económica de esos años.
Son desplazados forzados internos en su propio país, pues han tenido
que buscar nuevos horizontes para sobrevivir, para poder comer. En
Casas Grandes, lugar en donde vivían antes del 2010, no había nin-
guna alternativa laboral para ellos. En 2013, en Ciudad Juárez, para-
dójicamente, el futuro se les presentaba menos ominoso.
494
Desplazados en Ciudad Juárez
495
Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
496
Desplazados en Ciudad Juárez
ciado por el entonces Gobernador del estado, José Reyes Baeza Terra-
zas (le sucedería en el cargo de gobernador César Duarte, electo el 4
de julio del 2010), todos del PRI, quien, el día de su asesinato, a pocas
semanas de que tuvieron lugar las elecciones estatales, en la capital
del estado reunió a su gabinete de seguridad, rodeado por unos cien
elementos de la policía estatal, federal y miembros del ejército, y llevó
a cabo una reunión secreta de seguridad, lo cual habla del tamaño
del desafío que significó este hecho de sangre (Jesús Manuel Lara Ro-
dríguez, s/f.).
Veamos cómo Y.L. describe el asesinato de su padre en Ciudad Juárez.
497
Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
498
Desplazados en Ciudad Juárez
vida que indican que no es una persona pobre, aunque ella no cuente
con ingresos. Tiene casa, todos los servicios, luz, agua, gas natural,
internet, aunque desconoce cuánto cuestan, probablemente ella no
realiza el pago de los mismos. Son un enigma para nosotros las fuen-
tes de ingreso de esta familia, luego de perder el ingreso familiar que
provenía de su padre. La máxima aspiración de ella era seguir estu-
diando y trabajar en la aduana o estudiar criminología.
No pudimos explorar más la posibilidad de una situación traumá-
tica en esta joven. No hubo más contacto con ella, incluso ella quedó
como una informante anónima en nuestra investigación, pues se
negó a dar su nombre. Tal vez ella sea una persona resiliente, capaz
de sobreponerse a eventos de esta naturaleza y de recuperarse para
seguir adelante; o bien, en su inconsciente, el evento de violencia que
vivió ha sido tan traumático que la ha paralizado, al menos en la
época en las que fue entrevistada. Después de todo, ella piensa en es-
tudiar criminología, tal vez en su fuero interno se propone combatir
a los criminales.
499
Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
500
Desplazados en Ciudad Juárez
501
Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
Hemos pensado mucho para enviarles este correo, nos gustaría que
fuese otro el motivo de saludarlos, esta vez deseamos comunicarles
502
Desplazados en Ciudad Juárez
Sin embargo, estos últimos cuatro años los sobresaltos, las noches en
vela, las lágrimas y la sangre derramada se han hecho más presentes
en nuestras vidas cotidianas, exponiendo además a nuestros hijos,
sobrinos, nietos, y haciendo una reflexión sobre la problemática que
vivimos en Juárez hemos pensado que es en nuestro gobierno en
quien recae la mayor parte de la responsabilidad de lo que aquí su-
cede, nuestros gobernantes dicen que necesitan más participación
ciudadana, pero cómo denunciar ante una autoridad desconocida,
ante una autoridad corrompida y vulnerable, si hemos sido amena-
zados, o víctimas de cualquier delito, ese será nuestro secreto, porque
desafortunadamente en Juárez no hay garantías para una persona
civil. Es muy lamentable que en nuestra ciudad, no podemos salir a
pasear con tranquilidad, nuestros hijos en la escuela no están seguros,
si tienes auto estás expuesto a un robo, si viajas en camión te expones
a robos personales y a ráfagas de balas, no hay lugar de trabajo se-
guro, si cuentas con un negocio eres víctima de robos y extorsiones y
lo peor de todo, ni en tu propia casa puedes estar seguro.
Sabemos que todo esto suena muy triste y se envuelve de miedo, frus-
tración e impotencia, pero es nuestra realidad. Por todas estas razones
hemos decidido dejar nuestros hogares, perder nuestros empleos y
dejar en las manos de Dios a familiares y amigos que aún no deciden
abandonar la ciudad, que, a nuestro criterio, de seguir así las
cosas, puede llegar a ser un verdadero desierto. La Fundación María
Sagrario suspenderá actividades por tiempo indefinido, crean de
verdad que nos puede mucho no poder continuar trabajando para
503
Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
Reflexiones finales
504
Desplazados en Ciudad Juárez
8
Es abundante la literatura desde la sicología social acerca de la resiliencia de sujetos
diversos. En la antropología social en México algunos se acercan desde hace tiempo a
este tipo de literatura, que puede iluminar nuestra comprensión sobre la cultura y la
subjetividad de diversos sujetos en contextos como el que hemos abordado aquí. Véase,
entre otros, Melillo, Suárez y Rodríguez, 2006.
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Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
Referencias
506
Desplazados en Ciudad Juárez
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Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
Plan Estratégico de Juárez, A.C. (2013). Informe Así estamos Juárez. Sistema
de indicadores de calidad de vida. Ciudad Juárez, México: Plan Estratégico
de Juárez, A.C. Disponible en www.planjuarez.org.pdf.
Plan Estratégico de Juárez, A.C. (2014). Informe Así estamos Juárez. Sistema
de indicadores de calidad de vida. Ciudad Juárez, México: Plan Estratégico
de Juárez, A. C. Disponible en www.planjuarez.org.pdf.
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Desplazados en Ciudad Juárez
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Sergio G. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas
510
La cara invisible del trabajo en los campos
de caña y naranja en Brasil*
Introducción
512
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
2
Son llamados así porque pasaron a comer una vianda fría. El vocablo popular boia
hace referencia a la comida preparada durante la madrugada antes de ir a los campos
de trabajo. Los alimentos son colocados en viandas no térmicas. Así, en el momento
de ser ingeridos en el almuerzo suelen estar fríos.
513
Maria Aparecida de Moraes Silva
Gráfico Nº1
Fuente: Gráfico elaborado por la autora a partir de los datos del IBGE.
3
Según datos publicados en Folha de São Paulo (28 de mayo, 2019, p. A22), en el periodo
de 1989 a 2019, la productividad por hectárea en Brasil pasó de 1.692 a 3.768; el volumen
514
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
515
Maria Aparecida de Moraes Silva
4
Utilizaremos la interpretación de Ranieri (2004, pp. 15-16) de los conceptos de aliena-
ción y extrañamiento en Marx. Según Ranieri, no es tan evidente que estos dos con-
ceptos sean sinónimos, aunque haya una unidad entre ellos. A lo largo del texto serán
profundizadas estas reflexiones.
5
Los galpones son viviendas provisorias e insalubres, tipo cobertizos.
516
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
6
La gran mayoría de estos trabajadores son personas negras y descendientes de indí-
genas. Por lo tanto, personas discriminadas por su fenotipo étnico/racial. En lo que se
refiere a las mujeres, se suman a esas discriminaciones las de género.
7
Constataciones a partir de dos investigaciones en los locales de origen: una en Minas
Novas (estado de Minas Gerais) y otra en Timbiras (estado de Maranhão). Momento
en que las familias se despiden de los que parten en autobuses alquilados por los en-
ganchadores o contratistas (turmeiros) para diversas ciudades del estado de San Pablo.
517
Maria Aparecida de Moraes Silva
8
La vinagreira se trata del Hibiscus Sabdoriffa, arbusto conocido como Flor de Jamaica,
acedera roja de Guinea o agrio de Guinea. Cuxá es el arroz preparado con una hierba
existente en Maranhão (estado de la región norte de Brasil). El viaje llevaba alrededor
de tres días y tres noches en un recorrido de más o menos tres mil kilómetros hasta
los locales de destino.
9
Attalea speciosa u Orbignya phalerata, palma del bosque húmedo del Amazonas.
10
El pequi, Caryocar brasiliense, también llamado pequizeiro, piqui, piquiá y pequiá, es
un árbol de la familia de las caryocaráceas nativo del cerrado brasileño (cfr. Pequi, s/f).
518
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
11
La enfermedad de Chagas, también conocida como tripanosomiasis americana o Mal
de Chagas-Mazza, es una enfermedad parasitaria tropical desatendida causada por
el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi. La enfermedad es una zoonosis que afecta a
varios vertebrados salvajes, desde donde se transmite al ser humano a través de triato-
minos, tales como Triatoma infestans, Rhodnius prolixus y Panstrongylus megistus.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Enfermedad_de_Chagas. Acceso en: 23 may, 2019.
519
Maria Aparecida de Moraes Silva
12
En 2005 fue creada la NR31 (Norma Reguladora de Seguridad y Salud) por el Minis-
terio de Trabajo y Empleo, destinada a los trabajadores rurales. Estas normativas ob-
jetivaban crear un ambiente laboral acorde con el Trabajo Decente, promulgado por
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1999, al cual Brasil adhirió.
520
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
13
Las entrevistas y observaciones de campo fueron realizadas durante los años 2007
y 2017. En 2017 fueron realizadas más de setenta horas de entrevistas grabadas, ade-
más de un acervo fotográfico con trabajadores/as de la naranja en diversos municipios
del estado de San Pablo.
14
Término que remite al vocablo portugués “turma”, grupo de personas.
521
Maria Aparecida de Moraes Silva
15
Eito es una palabra derivada del período de la esclavitud, cuyo significado es local,
sector de trabajo.
16
Algunas horas antes del corte, generalmente a la noche, la caña era quemada. El
objetivo era el aumento de la productividad. Las quemadas en millones de hectáreas pro-
vocaron varios daños ambientales, sobre todo, debido a la quema de animales como ar-
madillos, víboras, lagartos, lobos, ciervos (los dos últimos en extinción). Este acto, consi-
522
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
523
Maria Aparecida de Moraes Silva
Foto Nº1
524
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
E.: ¿Y la caña quemada, usted tuvo algún problema con las cenizas y el
humo de la caña?
C.: ¿Con el humo de la caña? ¿Aquel polvo? Aquello fue lo que me dio
la sinusitis, aquello provoca mucho, provoca muchas enfermedades
aquello, la ceniza de la caña, es la misma cosa esa cocina a leña, el mé-
dico hasta me lo prohibió, y yo por causa de la vista, que yo me operé
la vista y por causa de la sinusitis, porque la caña es quemada, a me-
dida que usted la corta se hace aquel polvito […]. Sí, y se viene todo
para la nariz, y cuando llega la tarde nuestra nariz así, por dentro así,
está toda negra, hasta la vuelta así del ojo. Es peligroso también para
la vista y yo me perforé la vista una vez aquí, en el rinconcito del ojo.
(Entrevista a Clarisse, setenta años, excortadora de caña en varios cen-
trales azucareros del estado de San Pablo, 2017)
18
En portugués bituca, término popular que corresponde al resto de cigarrillo que no
es fumado y es descartado.
525
Maria Aparecida de Moraes Silva
neral, a las mujeres. Se trata de una actividad penosa, porque les exige
una postura agachada del cuerpo. Los supervisores del trabajo (feito-
res) eligen a las mujeres, 19 pues, según ellos, ellas son más hábiles, cui-
dadosas y dejan el cañaveral limpito. Son verdaderas mujeres de la
limpieza de los cañaverales. Esas representaciones acerca del género
femenino refuerzan los patrones discriminatorios y contribuyen a la
elevación de los niveles de explotación en función de que las tareas
ejercidas son consideradas livianas, por lo tanto, pasibles de ser pa-
gadas a precios más bajos.
Cristiane, que trabajó en los cañaverales y naranjales, nos relata
cómo es el trabajo con las colillas, la recolección de piedras y la plan-
tación de la caña:
Cristiane: La colilla [...] Era, era cansador porque así, la máquina (grúa)
pasaba cargando el camión, como en esa foto que usted tiene en el
libro, y ahí aquella caña que se caía, que la máquina no juntaba de
nuevo, eran las personas de la colilla que iban a juntarla. Entonces
nosotras cargábamos aquellos haces de caña, y ahí se calculaba así,
cada tres calles un montón, entonces quien agarraba la calle (hilera)
del medio, si había bastante caña, cada tres calles un montón, era la
calle del montón, ahí quien agarraba la calle del medio, era el dueño
de la calle del montón, cinco calles… un sector de la plantación para
abajo y otro para arriba, el de acá traía aquí y el de allí llevaba allá.
Pero entonces cuando había poca caña, ellos hacía los montones, a
veces lejos, a veces la calle del montón tenía poca caña y las calles de
19
Feitor es también un término de la época de la esclavitud y se refiere al responsable
por el control de los trabajadores. Es el responsable por la disciplina, aplicación de ad-
vertencias, suspensiones y despidos. En la época de la esclavitud, generalmente, eran
los negros (de confianza de los señores) que ejercían el control total, incluyendo la apli-
cación de castigos y torturas.
526
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
al lado tenían bastante, y quien iba a la calle del montón, como a veces
tenía poca caña, él llevaba caña lejos. Así los montones a veces que-
daban lejos uno del otro, y quien estaba del lado que agarraba bas-
tante caña sufría, porque tenía que cargar lejos, hasta que nosotras
comenzamos a aprender a vivir y en el momento en que la distancia
estaba lejos nosotras hacíamos otro montón. Pero al principio ellos
nos decían que no se podía, y nosotras teníamos que cargar de lejos y
volver para atrás e ir de nuevo, y volver para atrás. Era necesario tra-
bajar agachada o arrodillada. Dolía mucho el cuerpo. Al final del día,
nosotras nos sentíamos molidas...
E.: Cristiane, yo entrevisté a algunas mujeres, hace unos dos años, y ellas
trabajaban juntando piedras, ¿ya escuchaste hablar de ese trabajo?
C.: Hay que andar calle por calle buscando las piedras, donde es lugar
de pedrera así hay. Yo no llegué a hacer eso, pero mi marido me con-
taba que lo hizo. Él es de ese grupo, que te dije, que nosotros trabajá-
bamos, que es… colectar piedras. Es un trabajo peligroso ese, pesado,
peligroso. Juntaba piedras, plantaba caña… Después cuando terminó
la colilla en ese momento la gente se quedó solo con sacar piedras del
medio del cañaveral, carpir, cargador, plantar caña, que entonces
cambió el sistema de plantación, que antiguamente el camión entraba
527
Maria Aparecida de Moraes Silva
528
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
529
Maria Aparecida de Moraes Silva
20
Además del canguro, los datos de la investigación de Verçoza muestran, por medio
de la aplicación del cuestionario nórdico con preguntas sobre la autopercepción del
dolor, otros datos. De los treinta y tres entrevistados, la mayoría relató dolores en la
región lumbar (el 87,88 %), además en los puños y hombros, y en otras regiones de
cuerpo (2018, pp. 162-163). En los cañaverales de San Pablo, la denominación para este
mismo acontecimiento es birola.
21
En 2013, según la Federación de los Trabajadores de la Agricultura del Estado de San
Pablo (FETAESP), los valores de la tonelada de caña cortada variaban entre R$3,80 y
R$4,00. Y el salario base mensual, regional, variaba entre R$775 y R$840 para una jor-
nada semanal de lunes a viernes, de las 7 h hasta las 16:20 h. “Para mantenerse a sí
mismo y a su familia, el cortador de caña debería tener un salario base correspon-
diente a por lo menos tres salarios mínimos (R$2.034)”, dijo Roberto dos Santos, secre-
tario general de la FETAESP (Roberto dos Santos en Oliveira, 2013). De acuerdo con el
dirigente, no hay por el momento ninguna opción que permita al trabajador ganar lo
suficiente. En 2017, el pago por tonelada de caña era de aproximadamente R$5,50.
530
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
22
La familia era proveniente de Bahia. A medida que la caña va siendo cortada, se des-
prende de la misma el hollín que impregna el cuerpo y la ropa. En el testimonio, Maria re-
lata las dificultades de lavar la ropa, teniendo en cuenta que el hollín, impregnado de la
melaza, crea una capa adherente, difícil de ser removida.
531
Maria Aparecida de Moraes Silva
23
Para profundizar en las reflexiones sobre la superexplotación del trabajo, ver Gua-
nais, 2018 y Felix, 2019.
24
Cada cajón pesa 40,8 kg.
532
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
25
El cancro cítrico es una enfermedad bacteriana que causa la caída prematura de las
hojas y las frutas y que, en la década de 1990, alcanzó su ápice. Es la más antigua de
las cuatro enfermedades presentes en Brasil. La CVC (Clorosis variegada de los cítricos),
una enfermedad bacteriana que afecta al sistema vascular de los árboles reduciendo
el tamaño de las frutas al de una pelota de golf, fue la que más daños ha causado hasta
hoy. Teniendo su origen en las regiones norte y noroeste del estado de San Pablo, pos-
teriormente migró al centro del cinturón citrícola. La muerte súbita, una enfermedad
vascular capaz de matar al árbol en doce meses, se desarrolló principalmente en las
regiones norte y Triangulo Mineiro en naranjos injertados sobre el pie o portainjerto
del limón mandarina. Finalmente está el greening, la enfermedad bacteriana más re-
ciente y que causa mayor preocupación a los citricultores por la velocidad con la que
se expandió de su punto de origen, en la región central de San Pablo, hacia las demás
regiones (Neves, 2010, p. 54).
533
Maria Aparecida de Moraes Silva
534
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
535
Maria Aparecida de Moraes Silva
26
Recientemente, al realizar una visita a una finca de naranjales cerca de Valencia
(España), constaté que los naranjales alcanzaban, en promedio, dos metros de altura.
Por lo tanto, en el acto de la cosecha, no hay necesidad de escalera, tal como sucede en
los naranjales de Brasil.
27
El hecho de ser de plástico ha provocado muchos conflictos, pues con el peso el plás-
tico cede, haciendo que la bolsa cargue una mayor cantidad de naranjas. Sin embargo,
el cálculo de la empresa es invariable. Los recolectores se sienten estafados, pues ellos
reciben a partir del cálculo de cajones cosechados.
536
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
28
Logramos fotografiar y filmar cada uno de los ciclos.
537
Maria Aparecida de Moraes Silva
Otro ciclo de la cosecha con alta repetitividad y carga de peso […] co-
rresponde a la actividad de mover la escalera. Además de no agregar
valor al proceso, esta actividad aumenta los movimientos extremos
y el uso de segmentos de precisión, potenciales causadores de lesión
[…]
538
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
29
En portugués denominada “ferrugem”, se trata de la cancrosis de los cítricos, enfer-
medad bacteriana. Provoca la pérdida de follaje, lesiones en los frutos y su caída pre-
matura, así como la depreciación de su valor económico. Como no existe cura, la planta
enferma debe ser eliminada.
539
Maria Aparecida de Moraes Silva
F.: Con el pie. Iba tirando tierra con el pie, amasando tierra y tirándola
allá adentro y lo tapaba. […]. (Entrevista a Francislene, cuya función
era inspeccionar los cultivos para el control de plagas, municipio de
São Carlos/SP, octubre de 2017)
El trabajo en la torre
E: Pero, ¿qué es lo que hacen las dos mujeres que están arriba de la cabina
del tractor?
M.: Cuando ellas ven… ahí ellas golpean (en la parte que sostiene la
torre del tractor), yo arrimo el tractor al naranjo y ellas verifican si es
el greening o no, yo voy y marco el árbol, marco en la hoja de anota-
ciones en la planchita portapapeles y marco las calles con una cinta
aislante fosforescente verde (para que sea visualizada a la distancia
por los tractoristas del veneno).
540
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
[…]
M.: Mil quinientos cincuenta, así por mes más o menos. Es por mes,
y hay un bono de mercadería de noventa y ocho reales. Todo el año,
todo el año. Es, porque nosotras somos… somos registradas por la
finca, pero la zafra, son los recolectores. Es, es separado.
E.: Pero, ¿qué haces cuando no hay zafra, cuando no hay cosecha, por ejem-
plo?
M.: No, nosotras miramos el año entero, entonces cuando para, así,
la torre es difícil que pare, nosotras vamos, vamos a trabajar en la… a
carpir, vamos a matar hormiga, vamos a retirar los brotes. Porque in-
cluso cuando no hay naranja, nosotras continuamos. El control de
plagas es el mismo, con la naranja o sin la naranja, entonces es el
mismo trabajo todo el año. Sí, porque es difícil quedarse sin naranja.
(Entrevista a Michele, primera mujer tractorista de una finca con
ocho millones de naranjos en la región central del estado de San
Pablo, octubre de 2017)
541
Maria Aparecida de Moraes Silva
542
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
30
Según la tendencia vigente, en poco tiempo, las tareas manuales en la producción
de esas commodities serán todavía más disminuidas, ocasionando un mayor desem-
pleo y descarte de mano de obra (Bunde, 2016).
543
Maria Aparecida de Moraes Silva
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La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
545
Maria Aparecida de Moraes Silva
31
Roça es una palabra que significa “campo, rural”.
546
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
32
“Le paysan reste paysan tant qu’il ne peut se concevoir autre et autrement que pay-
san; aussi longtemps qu’il em est ainsi, l’esprit paysan peut se perpétuer, étranger, in-
différent et même hostile à la séduction des autres genres de vie qu’il connaît et refuse”.
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Maria Aparecida de Moraes Silva
Referencias
548
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
549
Maria Aparecida de Moraes Silva
Menezes, M. A. (2002). Redes e enredos nas trilhas dos migrantes. Rio de Ja-
neiro: Relume.
550
La cara invisible del trabajo en los campos de caña y naranja
Sayad, A. (2010). La doble ausencia. De las ilusiones del emigrado a los pade-
cimientos del inmigrado. París: Anthropos.
551
Maria Aparecida de Moraes Silva
552
Armaduras en la industria automotriz
Volkswagen de México, Puebla.
Trabajo globalizado, precarizado y selectivo
Proemio
nos que repercuten a este centro de trabajo son parte del paisaje ur-
bano de los poblanos.
La huelga de 1992 se sintetizó en imágenes de trabajadores en mí-
tines y boteando; la prensa siguió paulatinamente los pronuncia-
mientos del sindicato y de la industria. Se percibía un ambiente
desolador a nivel macroeconómico y familiar. Contar y tener niños
en casa en el periodo vacacional, que en breve ingresarían a la es-
cuela, era una de las preocupaciones económicas prioritarias ante un
escenario sin certezas de una negociación pronta.
En las paulatinas crisis de la industria automotriz, la estrategia
ofrecida a los trabajadores fue el retiro voluntario, opción atractiva
para invertir el dinero obtenido y emprender un negocio “propio”.
Tal ímpetu, para este grupo de extrabajadores, terminó en casos de
fracaso, siendo su última oportunidad emplearse en uno de los tantos
talleres de hojalatería y pintura y tratar de obtener ventaja de las ha-
bilidades adquiridas en la armadora.
Como antropóloga, dichas imágenes cobraban otra dimensión. Mi
investigación se fue centrando en el tema laboral: primero, sobre la
industria maquiladora de prendas de vestir, posteriormente, en el es-
tudio de las políticas de equidad de género en la industria automotriz.
Sin embargo, enfocarme en este centro de trabajo solía ser, en la in-
terlocución con otros colegas, un tema ampliamente estudiado por
economistas, antropólogos y sociólogos. El asunto parecía, sobre
todo, irrelevante, tanto por ser una de las industrias transnacionales
mejor posicionadas o privilegiadas en la ciudad poblana, como por
la composición de los trabajadores de la vocho, que, en el imaginario
social, se diferencian social y económicamente de la masa de traba-
jadores del sector manufacturero.
Al final, el tema enfocado en la armadora y sus trabajadores poco
podía contribuir al estudio de las clases subalternas, malentendiendo
554
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
Introducción
555
María de Lourdes Flores Morales
1
FINSA se comenzó a construir en 1992 y se concluyó en 1996.
556
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
2
“Las capacidades productivas en la Planta Puebla fueron desarrolladas dentro de un
complejo que incluyó la totalidad de los procesos de fabricación: fundición, maquina-
dos, motores, cortes de lámina, estampados, armado de carrocería, ensamble y vesti-
dura final. De esta forma, en la fase de desarrollo estabilizador, VW de México fabrica
los productos con el más alto nivel de integración nacional” (Juárez, 2005, p. 172).
3
Se cuenta con decretos automotrices emitidos por el gobierno federal, los cuales in-
cluyen regulaciones sobre el número de empresas terminales, sobre la inversión ex-
tranjera en autopartes y prohibiciones en ciertos aspectos de las importaciones y
exportaciones.
557
María de Lourdes Flores Morales
Metodología
4
Estancia Posdoctoral con recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CO-
NACYT) 2011-2013, Proyecto de investigación: Historia contemporánea del trabajo: sub-
jetividades de inferioridad en el contexto de la flexibilización laboral.
558
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
5
Cabe mencionar que para 1982 Volkswagen de México era la única planta que em-
pleaba a un número considerable de mujeres, ya sea en los departamentos de arneses,
tableros, asientos, vestiduras o línea final (Gutiérrez, 1992).
559
María de Lourdes Flores Morales
6
La Industria de Autopartes en México cuenta con ocho firmas ensambladoras de au-
tomóviles, las cuales se integran de veinte plantas en once entidades federativas con
más de seiscientos autopartistas y más de mil agencias distribuidoras (Carrillo y Gon-
zález, 1999, p. 96 ).
560
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
7
En este grupo de empresas se encuentran Trico Componentes, Olson International,
Key Automotive, Autoliv México, ATD México y Aptiv (Anderson, 2019).
8
“Según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), en el pe-
riodo de enero a agosto de este año, de la fábrica de Volkswagen en Cuautlancingo sa-
lieron 287 mil 663 unidades, 35 mil autos o un 10.9 % menos en relación a los 322 mil
831 del mismo periodo del año pasado” (Redacción factor capital humano, 2019, p. 7).
561
María de Lourdes Flores Morales
9
Los trabajadores de planta son aquellos que, por tiempo indeterminado, prestan per-
manentemente su trabajo personal subordinado a una persona física o moral, estén o
no sindicalizados, de acuerdo en el artículo 162 de la Ley Federal del Trabajo (https://le-
galzone.com.mx/wp-content/uploads/2019/08/ Ley-Federal-del-Trabajo-legal-zone-mé-
xico.pdf). En el caso de los trabajadores de la empresa Volkswagen de Puebla los que
cuentan con planta son el grupo con definitividad laboral y están sindicalizados. Por
otra parte, los trabajadores del outsourcing son aquellos que son subcontratados por
la armadora Volkswagen a través de sus empresas proveedoras, como lo son las auto-
partes. Engloba tanto a los trabajadores que se emplean al interior de la armadora
como a aquellos que trabajan en el parque industrial FINSA, el cual se encuentra en
las inmediaciones de la armadora. Bajo la figura del outsourcing, este grupo no es sin-
dicalizado y es temporal.
562
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
las proveedurías, los cuales no solo fueron a paro técnico, sino que
además fueron despedidos. Los esquemas que parecen opcionales son
la única salida para un grupo de trabajadores, cuyo futuro parece ser
el de población excedente que se integra a otras formas informales
del capital.
10
El término polivalente se refiere al trabajador que realiza diversas actividades o pro-
cesos de trabajo en una jornada laboral.
563
María de Lourdes Flores Morales
bajadores: los que cuentan con planta y los que pertenecen al sistema
del outsourcing. 11
Como lo expuse líneas arriba, el esquema Outsourcing/JIT (Just in
Time) se inició a finales de 1992 y principios de 1993. Consistió en la
transferencia gradual de procesos productivos, los cuales fueron dis-
gregados a los nuevos proveedores. En consecuencia, ciertos procesos
productivos y, por ende, un grupo de trabajadores se trasladaron a
las proveedoras. El estampado, la fabricación de asientos, los arneses
eléctricos, que eran fabricados al interior de la empresa Volkswagen,
se trasladaron a las proveedoras (Juárez, 2005, p. 180 ). Cabe mencio-
nar que este periodo estuvo marcado por un conflicto laboral, el cual
obedeció a las modificaciones en la forma de trabajo. En síntesis, se
hizo presente la flexibilidad laboral en la industria automotriz, la
cual se tradujo en una economía de costos laborales y cambios en las
figuras y funciones del sindicato. 12
Juárez explica la reducción de los costos laborales de 1992 a partir
de la salida de trabajadores de alto nivel y de salarios altos hacia las
empresas proveedoras, en las cuales funcionaban como cabezas de
playa para abreviar los tiempos de las curvas de aprendizaje (Juárez,
2005).
11
Actualmente la contribución del sector automotriz al Producto Interno Bruto Nacio-
nal es del 3.8% y genera cerca de 980,000 empleos directos de los que dependen más
de 3.6 millones de personas (Marchante, 2020, p. 7). La industria automotriz Volkswa-
gen México ha sido certificada en el cumplimiento de las políticas de equidad de gé-
nero. De acuerdo a una investigación de Flores, la implementación de dichas políticas
más allá de impedir o disminuir el acoso laboral y sexual hacia las trabajadoras, se li-
mita a caracterizar a las trabajadoras como mujeres emprendedoras y empoderadas
en la línea de producción, alcanzando así altos niveles de explotación (Flores, 2016).
12
En 1983 se establece un decreto en el que se otorgan amplias flexibilidades para la
importación y exportación de unidades terminadas a cambio de no tener una balanza
comercial deficitaria.
564
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
565
María de Lourdes Flores Morales
Hegemonía selectiva
566
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
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María de Lourdes Flores Morales
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Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
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María de Lourdes Flores Morales
570
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
13
El gobierno de Vicente Fox Quesada (2000 al 2006) propuso como proyecto en contra
del desempleo y la informalidad, la changarrización de la economía, es decir, que los
mexicanos generaren sus propios empleos por medio de negocios propios, los cuales de-
nominó como changarros. En palabras de Fox, “no hay proyecto que exija más esfuerzo,
desvelos, trabajo y dedicación que crear y mantener un changarro” (Padilla, 2016, p. 2).
571
María de Lourdes Flores Morales
572
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
573
María de Lourdes Flores Morales
14
Volkswagen de México representa el peor outsourcing ya que de un total de veinticuatro
mil trabajadores, solo son reconocidos ocho mil. (https://www.diario-
cambio.com.mx/2019/zoon-politikon/item/12234-pone-norona-de-ejemplo-a-volkswagen-
de-pesimo-outsourcing-tienen-24-mil-trabajadores-pero-solo-reconocen-a-8-mil
574
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
Conclusiones
15
La subcontratación en la industria automotriz Volkswagen, la cual obedece a la
puesta en marcha de las reformas estructurales, se plasma en el año de 1992 cuando
se estipula en el nuevo Contrato Colectivo de Trabajadores un encadenamiento pro-
ductivo que hace empleo de la subcontratación en toda la producción, dejando solo el
ensamblaje final a Volkswagen (Juárez, 2010; Millones, 2011). El outsorcing se legaliza
con las reformas laborales en el 2012.
575
María de Lourdes Flores Morales
576
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
577
María de Lourdes Flores Morales
Referencias
578
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
Denning, M. (2010). Vida sin salario. New Left Review, 66, 77-94.
579
María de Lourdes Flores Morales
Kasmir, S. y Carbonella, A. (Eds.) (2014). Blood and Fire: Toward a Global Anth-
ropology of Labor. New York: Berghahn Books.
580
Armaduras en la industria automotriz Volkswagen de México
Schreiber, G., Sotomayor E. y Schnelle, H. (1998). Una historia sin fin. México:
Volkswagen de México.
581
María de Lourdes Flores Morales
582
Ninis* ¿Ni estudian ni trabajan?
Experiencias de jóvenes mexicanos de hogares de bajos
recursos
Introducción
Cross tenía dieciséis años cuando desertó del segundo semestre del
bachillerato. Entre las razones que motivaron su abandono escolar
se cuentan los limitados recursos económicos en su hogar y la difi-
cultad de que la joven mantuviera un empleo de medio tiempo mien-
tras estudiaba. Residente de una colonia con índice de marginalidad
alto en Iztapalapa, Ciudad de México, Cross debió restringir su pre-
supuesto diario para elegir entre usar transporte público o comer
1
Estudio de caso elaborado por Julieta Sierra Jiménez de joven de Iztapalapa, Ciudad
de México, diecinueve años, 2017.
584
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
585
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
2
Ver Anexo.
3
La tarea de realizar estas estimaciones ha sido compartida en la última década prin-
cipalmente por demógrafos y economistas, y para ello han formulado cálculos por in-
ferencia en torno a la no actividad en diversas fuentes estadísticas disponibles en
México, como el Censo de Población y Vivienda, la ENIGH, la ENOE, ENJUVE. El aná-
lisis independiente de cada encuesta, o el cruce de datos entre diversas fuentes, resulta
en las variaciones entre los estimados mencionados.
586
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
por ciento. Encontramos que, dentro del grupo de mujeres nini con
pareja, la gran mayoría (85.8%) tiene una pareja que trabaja. Asi-
mismo, una alta proporción de las mujeres nini no participan en el mer-
cado laboral ni en los estudios, con el fin de formar un hogar con su
pareja y dedicarse a él. (Aguila, Mejía, Pérez, Rivera y Ramírez, 2015, p. 5)
4
Su aportación al estudio de estos jóvenes se centra en plantear categorías de análisis
que permitan distinguir entre: a) desocupados abiertos (en búsqueda de empleo), b)
disponibles (quienes tiene dificultades de inserción laboral al no contar con suficiente
experiencia o estudios para solicitar un trabajo) y c) no disponibles (que consideran
que no les corresponde dedicarse al mercado laboral en ese momento de su vida) (Ne-
grete y Leyva, 2013, p. 97). De acuerdo a estas distinciones, ambos autores concluyen
que las personas no disponibles dedicadas al hogar no deberían considerarse ninis, y
esto descartaría como dato de referencia la cifra de siete millones obtenida en la En-
cuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011 de la que partieron en su análisis.
587
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
El trabajo
Para analizar las experiencia del grupo de jóvenes que nos ocupa, par-
timos de una definición de trabajo y de lo que este significa en la vida
de las personas.
El trabajo es un concepto que ha cambiado con el paso del tiempo
y en su definición, en distintos momentos, se han incluido o excluido
diferentes actividades. Tampoco su ejecución ha sido siempre la
misma. Las relaciones sociales que se establecen la manera de hacerlo,
de remunerarlo, de valorarlo han cambiado. En este sentido, el trabajo
–el remunerado y el que no recibe remuneración− tiene que ser enten-
dido históricamente, en el contexto en que se ejecuta (Pahl, 1984).
588
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
5
En las tres últimas décadas han aparecido, además, otros trabajos, que algunos autores
han llamado no clásicos, los cuales complejizan la definición del trabajo. Por ejemplo,
los trabajos desterritorializados, tales como la venta a domicilio, la generación de es-
pectáculos y de algunos servicios (De la Garza, 2011).
589
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
El trabajo y el hogar
590
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
591
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
6
Los resultados de la ENOE indican que, en el segundo trimestre de 2018, todas las
modalidades de empleo informal sumaron 30.5 millones de personas, para un aumento
de 3.3% respecto al mismo lapso de 2017 y represento 56.6% de la población ocupada
(Tasa de Informalidad Laboral 1). De manera detallada, 14.8 millones conformaron es-
pecíficamente la ocupación en el sector informal, cifra que significo un incremento
de 4.7 % anual y constituyo 27.4 % de la población ocupada (Tasa de Ocupación en el
Sector Informal 1); 7.6 millones corresponden al ámbito de las empresas, gobierno e
instituciones; 5.9 millones al agropecuario y otros 2.2 millones al servicio doméstico
remunerado. La Población Ocupada en el Sector Informal (que se refiere a la población
ocupada en unidades económicas no agropecuarias operadas sin registros contables
y que funcionan a partir de los recursos del hogar o de la persona que encabeza la ac-
tividad sin que se constituya como empresa) alcanzo un total de 14.8 millones de per-
sonas en el segundo trimestre de 2018 (INEGI, 2018, 15 de agosto).
592
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
radas, que carecen de las prestaciones que establece la ley, que se de-
sempeñan en condiciones precarias y con gran inestabilidad.
Estos inconvenientes se traducen en factores de exclusión, que
son muy difíciles de remontar. Las personas insertas en este proceso
suelen convertirse en lo que Castells (2009) ha definido como traba-
jadores “estructuralmente irrelevantes, bien como trabajadores (sin
formación suficiente, habitantes de zonas sin la infraestructura ni el
entorno institucional adecuados para la producción global), bien
como consumidores (demasiado pobres para formar parte del mer-
cado), bien ambos” (p. 61).
Metodología
7
Investigación financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT),
que reunió el trabajo colaborativo de tres instituciones: el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), El Colegio de San Luis y El Ins-
tituto Mora.
593
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
Universo de estudio
594
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
8
El INEGI considera como población joven aquella comprendida entre los quince y
veintinueve años de edad. Al interior del grupo joven se distinguen tres grupos quin-
quenales por edades, de los cuales se eligieron los dos primeros: de quine a diecinueve
años, de veinte a veinticuatro años y de veinticinco a veintinueveaños.
9
El costo del dólar durante el trabajo de campo era de 17.79 pesos.
595
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
de las entrevistas. Trece eran mujeres y tres varones. Todos los hom-
bres vivían en zonas urbanas.10 Cinco mujeres residían en zonas ru-
rales; las ocho restantes, en ciudades (ver cuadro 1).
10
La ausencia de jóvenes ninis en las zonas rurales, donde ellos o sus padres son
pequeños propietarios, se puede explicar porque la actividad principal, que es la agro-
pecuaria, es intensiva en trabajo. En este contexto, la escasez de recursos obliga a in-
volucrar en la producción a todos los integrantes del grupo doméstico (Tin-chi y
Adsera, 2013).
11
Los nombres de los y las protagonistas han sido cambiados a fin de garantizar la pri-
vacidad de estas personas.
596
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
597
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
598
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
Del cuadro anterior se destaca que solo una de las jóvenes se convirtió
en madre cuando era adolescente. Las ocho restantes ya eran mayo-
res de edad. Solo uno de los varones, Sebastián, era padre. No vivía
con el niño ni su madre, y tampoco pagaba pensión alimenticia. Su
hijo nació cuando él tenía diecisiete años y la madre catorce.
599
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
12
Estudio de caso elaborado por Julio César Errejón Gómez de joven de San Luis Potosí,
veinticuatro años, 2017.
13
Estudio de caso elaborado por Julieta Sierra Jiménez de joven de Iztapalapa, Ciudad
de México, diecinueve años, 2017.
600
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
14
Estudio de caso elaborado por Laura M. Rodríguez Cázares de joven de Oaxaca, Oax.,
dieciocho años, 2017.
15
Estudio de caso elaborado por Lourdes Salazar Martínez de joven de Amapa, Nayarit,
veintiún años, 2017.
601
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
16
Estudio de caso elaborado por Juan A. Mota Celis de joven de Huejutla, Hidalgo, die-
ciocho años, 2017.
17
Las tiendas de abarrotes son pequeños comercios, atendidos en su mayoría por una
familia, en los que se venden alimentos, cervezas, refrescos y artículos de limpieza.
18
Estudio de caso elaborado por Sara Maribel Jaramillo Flores, de adolescente de Po-
trero, San Luis Potosí, dieciséis años, 2017.
19
Estudio de caso elaborado por María Lilia González Telles, de joven de Totomoxtle,
Veracruz, veinticuatro años, 2017.
602
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
Mis sueños eran seguir estudiando y llegar a hacer una carrera [estu-
diar una licenciatura], pero pos ya no se pudo... A mi mamá no le im-
porta si me voy a trabajar a Monterrey a trabajar como sirvienta
[trabajadora del hogar], porque es un trabajo y yo podría valerme por
mí misma. A ella lo que no le gustaría tener que hacer es apoyarme
después para irme a Matehuala a estudiar [a la universidad]. (Entre-
vista a Zenaida, 16 años, S.L.P, 8 de agosto, 2017)
20
En México la educación obligatoria está formada por tres años de preescolar, seis
años de primaria y tres de secundaria. Los niños ingresan a preescolar con tres años
de edad.
603
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
21
La tortilla es un alimento hecho con maíz nixtamalizado, aplanado y cocido en un comal.
604
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
22
Estudio de caso elaborado por Alejandra Pérez Torres de joven de Tijuana, Baja Ca-
lifornia de veintiún años, 2017.
605
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
23
Tequio es la obligación de realizar jornadas de trabajo gratuitas [comunales o comuni-
tarias] para el mantenimiento y construcción de obras públicas […]. El tequio, general e
igualitario para todos los hogares de la comunidad, en términos de su aporte a la forma-
ción de la riqueza pública es regresivo en la medida en que todas las unidades entregan
lo mismo con independencia de su solvencia o posición (Warman, 2003, pp. 235-236).
606
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
607
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
608
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
trevistas, era que vendían droga dentro del plantel. La segunda razón,
relataron su madre y su hermana, fue el acoso escolar que padecía. Por
otra parte, señaló que en esa escuela no impartían la carrera técnica
que no descarta que le gustaría estudiar, la de laboratorista químico:
No sé a qué prepa me voy a meter, porque tiene que ser algo que a mí
me gusta, y no sé qué prepa, creo que la única escuela que tiene lo que
a mí me gusta es el Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de
Servicios (CETIS), que es aquí en la [colonia] Joya. Que es de químico
[laboratorista]. (Entrevista a Lucas, dieciséis años, 2017)24
24
La entrevista forma parte del estudio de caso elaborado por Sara Maribel Jaramillo
Flores, de joven Guadalupe, Nuevo León, dieciséis años, 2017.
609
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
25
Estudio de caso elaborado por Alejandra Pérez Torres de joven de Tijuana,
Baja California, 2017.
610
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
611
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
Consideraciones finales
A lo largo del capítulo hemos mostrado que los y las ninis no estudian
ni tienen un trabajo remunerado por la interrelación de factores mul-
ticausales como la trayectoria escolar, las actividades remuneradas
de los y las integrantes de la familia, y la posición que ocupan en el
hogar.
La posición de las mujeres en el hogar es parte de una organiza-
ción doméstica que cubre distintos objetivos. La mayoría de ellas
están dedicadas a los trabajos de la reproducción de los integrantes
del hogar, al cuidado de niños y niñas, y su trabajo permite brindar
los satisfactores, con los pocos recursos con que cuentan, a los inte-
grantes del hogar. Algunas de estas jóvenes apoyan a otras madres
que están trabajando y que comparten una parte de sus ingresos con
el hogar en el que vive su descendencia. Lo que queremos destacar es
que estas mujeres, a pesar de los resultados de la ENOE o la ENIGH,
no se consideran a sí mismas como personas que no estudian ni tra-
bajan. Tienen obligaciones en el hogar que deben cumplir. Además,
para las que son madres dedicarse al cuidado de sus hijos no les ge-
nera frustración ni significa un fracaso. Es una actividad que forma
parte de las tareas que los integrantes del hogar esperan que cumplan
y que está asociada al rol de madre.
Los hombres que no estudian ni trabajan no enfrentan la misma
situación. De ellos se espera que generen ingresos económicos, y no
26
Estudio de caso elaborado por Alejandra Pérez Torres de joven de Tijuana, Baja Ca-
lifornia, veintiún años, 2017.
612
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
613
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
Referencias
Aguila, E., Mejía, N., Pérez, F., Rivera, A. y Ramírez, E. (2015, enero-junio).
Pobreza y vulnerabilidad en México, el caso de los jóvenes que no estu-
dian ni trabajan. Estudios Económicos, 30(1), 3-49.
Bazán, L. (1999). Cuando una puerta se cierra, cientos se abren: casa y familia.
Los recursos de los desempleados de la refinería 18 de marzo. México: Ediciones
Casa Chata.
614
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
615
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
616
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617
Margarita Estrada Iguíniz, Lourdes Salazar Martínez y Julieta Sierra Jiménez
Warman, A. (2003). Los indios mexicanos en el umbral del milenio. México: FCE.
618
Ninis ¿Ni estudian ni trabajan? Experiencias de jóvenes mexicanos
Anexo
619
Trabajadores agrarios en una economía
rural de escaso desarrollo (Córdoba,
Argentina): entre el salario, los subsidios y
la informalidad laboral
1
En 1991 el ex presidente Carlos Menem sancionó el decreto 2284 que, entre otras cues-
tiones, eliminaba la intervención estatal en materia de formación de precios y de cos-
tos internos; se derogaron las rebajas arancelarias y las medidas regulatorias e
impositivas de los mercados regionales. En materia ferroviaria, que había sido uno de
los núcleos laborales más importantes de Cruz del Eje, el gobierno dictó el decreto-
Plan Ferroviario 666/89, complementario de la Ley de Reforma del Estado, donde se
propiciaba la apertura de las empresas estatales al capital privado, la racionalización
de las empresas y el cierre de todas las instalaciones ferroviarias que no demostraran
solvencia económica. La producción olivícola perdió todo tipo de competitividad, pasó
de ser la principal fuente de ingresos a tener una escasa participación en el producto
bruto local; el mismo ritmo sufrió la actividad minera (Felder, 1994, pp. 58- 59).
622
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
2
De acuerdo a datos oficiales, el año 2014 registró cifras récords en cuanto al volumen
de las cosechas en soja, maní y girasol (producidos en la zona pampeana de la provin-
cia), con volúmenes que rondan entre las 44 y las 85 mil toneladas. La economía cor-
dobesa creció, en términos reales, a una tasa anual promedio del 3,4% y el sector que
exhibe la mayor tasa de crecimiento promedio real anual es la agricultura, ganadería,
caza y silvicultura (4,6%). La producción de maíz representa la mayor proporción de
las toneladas totales de este grupo. En segundo lugar, es el trigo el cereal con mayores
toneladas generadas, siguiéndole el sorgo (Ministerio de Finanzas Dirección General
de Estadísticas y Censos, Gobierno de la Provincia de Córdoba, 2014, pp. 136-140) .
623
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
3
De acuerdo lo establece la abogada y Dra. en Estudios Sociales Agrarios Mariana Ro-
mano (2011), en la provincia de Córdoba los mecanismos de aplicación de políticas pú-
blicas tendientes a sanear títulos de propiedad han resultado históricamente
624
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
inapropiados y han dejado desamparados a sus legítimos poseedores en todas las re-
giones del territorio. Entre los factores que han hecho inviable acceder a la justicia a
la mayoría de los productores familiares afectados por estos problemas, se encuentran
los altos costos de mensura y de defensa técnica, los trámites excesivamente lentos y,
sobre todo, “la propia legislación vigente que no ha dado respuestas a la complejidad
de situaciones de la realidad territorial” (p. 53).
4
Los autores utilizan como base de información el CNA del año 2002 por ser conside-
rado de investigación más fidedigna que el CNA de 2008, el cual resultó afectado por
el denominado conflicto “campo-gobierno”, que causó que muchos productores no
quisieran brindar información a los cencistas.
625
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
627
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
5
En relación con la metodología empleada, remarcamos que la utilización del software
Atlas/ti® agilizó las actividades en el análisis cualitativo y la interpretación. El proceso
de análisis con Atlas/ti® constituye la interface entre los niveles textual y conceptual:
desde lo textual, integramos toda la información recabada en las entrevistas, facilitando
su organización, búsqueda y recuperación; en cuanto a lo analítico, establecimos rela-
ciones entre los distintos discursos de los informantes.
629
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
631
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
6
De acuerdo a un informe del ex Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores
Agrarios (RENATEA), el total de productores (chicos, medianos y grandes) empadro-
nados en el Departamento Cruz del Eje es de cuatrocientos. Pero, de acuerdo a la in-
formación de nuestras entrevistas, se debe estimar que existen otros cuatrocientos sin
empadronar. De ese número total, un 70 % −estimativamente− son pequeños y media-
nos productores y, en su gran mayoría, se concentran en la pedanía Cruz del Eje por
ser la que cuenta con condiciones más aptas para el desarrollo de la agricultura frutí-
cola y hortícola.
633
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
635
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
7
Algunos cultivos de olivares tienen siembras entre sus pasillos, tales como cebollas,
papas y zanahorias. Y esas hortalizas se cosechan en noviembre-diciembre. Pero son
escasos los productores que tienen esta complementariedad, situación que redunda
en trabajo más continuado para los peones.
636
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
Los productores genuinos de la zona somos cinco o seis, o sea, los que
históricamente hemos podido sobrevivir. Con campos en el norte
también o en otros lados, pero están. Porque, digamos, la pequeña eco-
nomía: “Don Pérez tenía diez vacas, don Juan tenía chanchos”, esa de-
sapareció. No quedó porque nos hemos descapitalizado en su
momento y ahora es muy difícil remontar. (Entrevista a pequeño pro-
ductor hortofrutícola, cuarenta y cinco años, cosechero y docente, Co-
muna Media Naranja, Cruz del Eje, 2015)
8
Contratan entre treinta y treinta y cinco jornaleros en la época de cosecha única-
mente, pues para el mantenimiento de los olivares basta con el peón a cargo de la casa
o lo efectúa el propio productor.
637
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
638
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
9
Estas pequeñas explotaciones demandan al menos entre treinta y cuarenta jornaleros
en momentos claves del ciclo productivo (de agosto a diciembre), y contratan de quince
a veinte peones en forma permanente a lo largo del año.
10
El MCC es una organización social-territorial con claras reivindicaciones por la tierra
–reforma agraria− y por la soberanía alimentaria. Integra, a nivel nacional, el Movi-
miento Nacional Campesino e Indígena y, a nivel internacional, articula con la Coor-
dinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) y con la Vía
Campesina. De manera formal se constituye desde fines de los años noventa como Aso-
ciación de Productores del Norte de Córdoba (APENOC), Unión Campesinos del Oeste
Serrano (UCOS), Organización de Campesinos Unidos del Norte de Córdoba (OCUNC),
639
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640
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
estructura social y políticas activas (retorno de jóvenes formados, intervención del Es-
tado en programas sectoriales). También muestra que la pluriactividad, diversa y en
aumento, y la movilidad espacial que se acentúa en la última década actúan como es-
trategias de reproducción social y/o como estrategias adaptativas a la presión de la
modernización, a la marginación y expulsión; como una forma de resistencia” (p. 12).
Ahora bien, las autoras señalan que dichos procesos están condicionados por el papel
del Estado que media, facilita, protege, fiscaliza y que interviene mediante políticas
diferenciadas sectoriales para pequeños productores y mediante políticas laborales y
sociales para los asalariados agrícolas.
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642
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
643
Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
darse hacia la urbe más cercana (Cruz del Eje, Villa de Soto, Deán
Funes).
De esta forma, dentro de las economías domésticas, donde el
grupo familiar (nuclear y ampliado) y los vínculos instituidos en
torno a la cooperación resultan fundamentales para garantizar la
producción (y por tanto, la reproducción del grupo), a menudo se
mezclan las actividades económicas y las íntimas; con frecuencia,
una sustenta a la otra. Debemos comprender, ergo, las distintas ma-
neras en que las personas construyen/resuelven su economía coti-
diana a partir de relaciones interpersonales y afectivas. Esto es, cómo
a partir de un profundo sentido de la sobrevivencia se aplica la previsión
práctica, la previsión del porvenir, que es por completo ajena a la ló-
gica puramente especulativa de un cálculo de los riesgos, aunque sí
logra atribuir valores a las diferentes posibilidades enfrentadas.
Tal como lo expresan Bendini y Steimbreger:
644
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
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648
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
12
La estampadora de cera es una plancha con celdas impresas que permite que la abeja
ahorre energía de trabajo, dado que no tiene que “empezar de cero” (entrevista a Raúl Cor-
tez, Ingeniero Agrónomo, Presidente de La Regional Ltda. Cruz del Eje, agosto de 2015).
649
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650
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
teniente. Por esta razón, aquellos que aún no tienen su acceso a la tie-
rra aspiran a eso en el primer lugar de las alternativas de futuro que
desean tanto para ellos como para sus hijos. El aumento de trabajo
en el campo, aunque no sea en su propia parcela, aparece en segundo
lugar. Y la posibilidad de encontrar un empleo fijo en otro sector que
no sea el campo viene en tercer lugar.
Respecto de esta última posibilidad, planteada como disyuntiva
en las entrevistas, de los veintidós entrevistados, trece elegirían sin
dudar el trabajo agrícola y solo cinco se mostraron claramente deci-
didos a abandonar su actual oficio. A los cuatro restantes les daba
igual, para ellos lo importante “es trabajar donde sea”.
Desde una mirada de conjunto, y presentada la disyuntiva
campo/fabrica, podemos deducir una alta valoración del propio “ofi-
cio” de cosechero. Para ellos, el campo es lo único que conocen y lo
único que saben hacer. En este punto es interesante resaltar la opi-
nión de uno de los informantes de mayor edad (sesenta y dos años),
quien se lamentaba de que uno de los efectos más perniciosos de los
planes y subsidios sociales del Estado fuera la pérdida del oficio que
se producía entre los jóvenes trabajadores. Según él, los jóvenes de
hoy en día, habituados a recibir el plan social “por estar todo el día
sin laburar”, no saben “ni cosechar los tomates”(entrevista a trabaja-
dor agrícola, sesenta y dos años, jubilado, Comuna de El Brete, Cruz
del Eje, 2016). Es reiterada la mención por parte de medianos produc-
tores o ingenieros agrónomos de que “en Cruz del Eje no se consiguen
peones para el campo” puesto que tienen los planes del Estado Na-
cional y por ello “no quieren laburar”: “Acá ya no quedan trabajado-
res, están todos con el tema de los planes y no quieren aceptar trabajo
en el campo” (entrevista a trabajador de la Unión Argentina de Tra-
bajadores Rurales y Estibadores (UATRE), cuarenta y ocho años, em-
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Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
Lo que pasa es que los productores dicen que “no le dan los números”,
que ellos tienen los costos de cultivo, de desmote, todo. Entonces, no
hay negocio para ellos con la cosecha manual y pagando lo que nos
652
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
correspondería a los cosecheros […] por eso muchos están usando co-
sechadora mecánica. (Entrevista a trabajador agrícola, cincuenta
años, cosechero, Comuna de Paso Viejo, Cruz del Eje, 2017)
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
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Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
hacía cargo sola de los chicos y de andar cuidando los animales. (En-
trevista a trabajador agrario, sesenta y dos años, cosechero jubilado,
Comuna Alto de los Quebrachos, Cruz del Eje, 2016)
656
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
Cruz del Eje del MCC para garantizar el fortalecimiento de redes au-
togestivas y más igualitarias. Es decir, y de acuerdo a nuestro criterio,
la lucha por la tierra ha dejado de ser la cuestión central del ideario
en los trabajadores rurales cruzdelejeños a favor del empleo y de las
garantías de subsidios por desempleo.
Asimismo, muchos de ellos creen que no tienen la habilidad para
producir y acumular riqueza y otros (lo menos) culpan a los “malos
políticos” y sus malas gestiones por la situación socio económica me-
nesterosa de la región (no tanto a los empresarios o a los intermedia-
rios comerciales). La gente explica su condición de pobre de maneras
distintas y a menudo contradictorias. Además, muchas veces estos
imaginarios tienen elementos del fetichismo de la mercancía y la ide-
ología capitalista: la reificación de las relaciones sociales en objetos
con vida propia y la subsiguiente idea de que el capital engendra ca-
pital sin la intervención del trabajo humano (Gordillo, 2018). Ahora
bien, esto no significa que ellos no sean conscientes de las formas his-
tóricas de dominación que están detrás de su pobreza.
Conclusiones
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Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
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Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
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Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
Referencias
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Nacional de Córdoba.
664
Trabajadores agrarios en una economía rural de escaso desarrollo (Córdoba, Argentina)
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Magali Luciana Paz y Carlos Eduardo Martínez
666
Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina.
Cartografía de la precariedad laboral de los actores y actrices*
Karina Mauro
Introducción
1
Ejemplo de dichas instituciones y documentos lo ofrece UNESCO, 2000.
668
Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
2
Ver Mauro, 2017.
3
Para profundizar en esta temática, ver Mauro, 2014.
669
Karina Mauro
4
Para profundizar en esta temática, ver Mauro, 2014.
670
Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
sorios del trabajo del artista (tal como lo entiende una visión tradi-
cional del espectáculo que solo legitima su existencia como subordi-
nado a la transmisión de sentidos), conforman aspectos específicos
y fundamentales del mismo, cuyas implicancias evidentes en el te-
rreno laboral sería erróneo desestimar.
Forman parte de esta condición exhibitoria, por lo tanto, aquellas
cuestiones vinculadas a la figura y a la edad, real o aparentada, que
conlleva un repertorio posible y/o vedado de roles o personajes a asu-
mir. En la organización histórica de la actividad en compañías esta-
bles de carácter familiar o semifamiliar con un actor a la cabeza, la
edad jalonaba una suerte de cursus honorum del artista,5 es decir, el
grado de responsabilidad que el mismo podía ir asumiendo en fun-
ción de la experiencia acumulada y que determinaba, por lo tanto,
su lugar en la jerarquía interna del grupo. Esto se evidencia clara-
mente en el reparto de personajes realizado en función del lugar ocu-
pado por cada artista en la compañía (Sarah Bernhardt, por ejemplo,
interpretó al joven Hamlet a pesar de ser una mujer de edad avan-
zada). Pero además, la compañía requería de obras o textos adecua-
dos para su conformación, es decir, para que todos sus integrantes
pudieran desempeñarse en escena. Es así como las obras se realiza-
ban por encargo. Es con el avance de la dramaturgia realista y el na-
turalismo stanislavskiano que la verosimilitud se erigió como
principal fundamento en la relación actor-personaje, y la compañía
fue paulatinamente sustituida por un elenco que, bajo las órdenes de
un director, pone en escena un texto dramático escrito exclusiva-
mente según el impulso creativo individual de un autor. De este
modo, el antiguo cursus honorum quedó desactivado y no pudo ser re-
5
Cursus honorum es un término latino con el que se denominaba a la carrera política
o escalafón de responsabilidades públicas en la Antigua Roma.
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6
Queda pendiente el estudio de esta problemática en relación con aspectos vinculados
a la raza y el género.
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Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
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Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
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que cuenta con el beneplácito del “público global”. Otra forma de re-
ducir la aleatoriedad de la demanda es apelar a una figura reconocida
por los espectadores, por lo que el empresario obtiene ganancias a
partir de la utilización del capital simbólico aportado por el artista.
Por tal motivo, es usual y comprensible que las primeras figuras sue-
lan pactar un porcentual de lo recaudado que se suma al cachet indi-
cado por convenio. Sin embargo, la posibilidad de reproducción de
un espectáculo en vivo es parcial, porque cada función es única e irre-
petible. Esto representa un límite claro a la industrialización, a pesar
de que un mismo espectador pueda ver varias funciones, ya sea por-
que el espectáculo es siempre diferente o por el deseo de cercanía con
una figura, lo cual promueve la explotación de su apariencia física y
su vida privada como forma de publicidad.
Por consiguiente, los tres componentes básicos de la producción
comercial de espectáculos son el capital, la sala y el trabajo, categoría
esta última que reúne a los artistas (autores, directores, coreógrafos,
actores, bailarines) y a aquellos que desempeñan tareas no artísticas,
como los técnicos, empleados administrativos, etc.
La instancia empresarial, en tanto dueña de los medios de produc-
ción, puede revestir dos categorías: empresario de sala y empresario
de compañía o de producción (sin perjuicio de que ambos roles pue-
dan ser ocupados por la misma persona o empresa).
El empresario de sala, conocido también como empresario “de pa-
redes”, es quien posee una sala teatral y la alquila para la realización
de espectáculos. Esto supone una serie de instalaciones conformes a
la ley y la prestación de servicios como limpieza y boletería (Bayardo,
1990). Además, la sala puede poseer elementos adicionales como una
ubicación geográfica favorable para la mayor circulación de personas
o incluso un público asiduo o habitué, en cuyo caso constituirán un
aporte al espectáculo que se incluye implícitamente en el precio del
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7
Recién en 1933 se creó el Teatro Nacional de la Comedia, que debutaría tres años des-
pués en el Teatro Cervantes, y no será hasta 1944 que se inicie el viejo proyecto de una
sala municipal, dando comienzo a la construcción de lo que sería el Teatro Municipal
General San Martín, inaugurado recién en 1960.
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8
Recién en 1925 se abre el Conservatorio Nacional de Música y Declamación, como
desprendimiento de la Escuela de Arte Lírico y Escénico que funcionaba en el Teatro
Colón. Habrá que esperar hasta 1957 para la creación de la Escuela Nacional de Arte
Dramático “Antonio Cunill Cabanellas”, a su vez como desprendimiento del Conser-
vatorio, y que en 1996 pasará a formar parte del IUNA (Instituto Universitario Nacional
del Arte), actual UNA (Universidad Nacional de las Artes). Por su parte, la creación de
la Escuela Municipal de Arte Dramático (actual Escuela Metropolitana de Arte Dra-
mático) deberá esperar hasta 1965. Surgida como parte del Instituto Lavardén, la
misma alcanza su autonomía en 1974.
9
Algo similar sucede con la danza, tal como lo plantea Eugenia Cadús en AAVV, 2018.
10
Con respecto a los certificados de cualificación, uno de los ejemplos más significati-
vos es el de los locutores. Según Baranchuk (2016) los locutores han esgrimido su iden-
tidad laboral mucho más fácil y rápidamente (asumiendo su posicionamiento frente
a la empresa emisora contratante), con una temprana institucionalización de su or-
ganización gremial y sólidos lazos con el Estado PÁGINA. Asimismo, la SAL (Sociedad
Argentina de Locutores) ha logrado regular la actividad a partir de una férrea centra-
lización del título habilitante, mediante el Régimen de Habilitación de Locutores. Aun-
que la autora remarca que la exigencia de habilitación previa para desempeñarse como
680
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12
La Ley 14467 extiende la vigencia de todo el paquete de decretos ley dictados entre
el 23 de septiembre de 1955 y el 30 de abril de 1958, excepto aquellos que hayan sido
expresamente indicados como derogados.
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Consignado en Baranchuk: 2016, p.108. Fuente: Ministerio de Trabajo.
14
Los trabajadores con hasta dos años de afiliación deben realizar cuatro aportes por
año; de tres a diez años de afiliación, dos aportes por año; de once a treinta años, un
solo aporte por año. Aquel afiliado que deba más de seis cuotas podrá ser dado de baja
(cfr. Página web Asociación Argentina de Actores https://actores.org.ar/requisitos-afi-
liaci%C3%B3n, consultado en julio 2020).
15
Dicha representación incluye la posibilidad nada desdeñable de proveer de una obra
social.
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16
Mientras el Convenio Colectivo de Teatro data de 1973, el de Televisión y Cine es de
1975. El de Publicidad, en cambio, es de 1990.
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Tales conglomerados interpusieron una demanda por monopolio que luego fue de-
sestimada por la justicia. En efecto, “El monopolio en la gestión de derechos no puede
compararse con un monopolio empresario, ya que es imposible que cada autor se re-
presente a sí mismo o que el usuario sepa en qué sociedad está registrada cada obra”
(Baranchuk, 2016, p. 184).
18
Baranchuk (2016) sostiene que, además, la defensa de los derechos de los intérpretes
reporta beneficios adicionales para el conjunto de la sociedad, dado que evita la des-
trucción de archivos y la consecuente pérdida para el acervo cultural del país (lo cual
sucedió con gran parte de la ficción televisiva argentina).
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Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
19
Para profundizar en las características y la historia del movimiento de teatro inde-
pendiente, ver Mauro, 2017 y 2018.
20
Para problematizar el carácter cooperativo de estas experiencias, ver Mauro, 2018.
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21
La Reglamentación no se encuentra disponible para la consulta actualmente, ni on-
line ni en papel.
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22
Ver Mauro, 2017.
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Los subsidios del FNA se ubican en una posición similar a la del INT, con un 12,6%.
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Consideraciones finales
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Referencias
700
Trabajo artístico en Buenos Aires, Argentina
Pellettieri, O. (2002). Historia del Teatro Argentino en Buenos Aires II. Buenos
Aires: Galerna.
701
Karina Mauro
Souza, D. (2015). ¿Cuánto ganan los bailarines? Balletin Dance, 22, 247.
Disponible en . http://www.balletindance.com.ar/index.php?option=
com_content&task=view&id=945&Itemid=1163
702
Tercera parte
Etnografías de la organización y la
resistencia
Fissuras do cotidiano: nos meandros das
estruturas de dominação
Talvez fosse de bom alvitre começarmos com essa pergunta. Ela de-
riva de uma inquietação que carrego, e que encontra eco em uma ver-
tente crescente nas Ciências Sociais, sobre a reconhecida inflação dos
estudos que versam, de uma maneira geral, sobre dominação/explo-
ração. Quando olhamos a paisagem teórica, não é custoso perceber-
mos a grande concentração bibliográfica de pesquisas nesse eixo. Não
há nenhum demérito nisso. A Sociologia nasce como ciência em um
contexto de profundas mudanças com o avanço do industrialismo,
de novos parâmetros nas relações econômicas, do crescimento das
cidades que, em resumo, acarretou substantivas mudanças no modo
de vida de populações inteiras. Mas, o enredo não se exaure apenas
Jaime Santos Júnior
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
Nesse ponto entramos num terreno mais pantanoso e que diz res-
peito às formas de interpretação da ação social. Conhecemos o edifí-
cio teórico em que Weber (1999) elabora um gradiente entre as formas
de ação onde é maior o componente de racionalidade, visto que se
calculam os meios para se chegar a determinado fim, e as que são
orientadas por outros elementos, tais como a tradição e os valores.
Igualmente, as formas de dominação entram no esquema weberiano
pela ótica da racionalidade que elas apresentam. Não sendo mero de-
calque da realidade, o recurso metodológico das construções ideal-
típicas comporta uma pluralidade de formas de ação no esquema
weberiano. A crítica posta pelo que se convencionou chamar de teo-
rias pós-coloniais é menos sobre a limitação desse esquema e mais
sobre uma tendência das formas de se fazer ciência que, no Ocidente,
tendeu a relegar ao segundo plano — ou mesmo rejeitar — tudo
aquilo que não é “racional”. Dito de outro modo, no espetro das ideias,
forjou-se um discurso que irracionaliza o “outro” ou tudo aquilo que
está fora do nosso sistema de significados.
Há bons exemplos disso em Said (2007) sobre o orientalismo, a re-
presentação feita no amplo Ocidente sobre países e culturas tidas
como “atrasadas” ou “irracionais”. Também em Dumont (1966), o lei-
tor encontrará um escrutínio sofisticado sobre o sistema de castas na
Índia e as implicações da hierarquia. Portanto a busca por um ele-
mento de racionalidade que legitima processos sociais reverbera na
análise das resistências cotidianas. O ato de vontade, a ação, precisa
encontrar abrigo nas consciências individuais, ainda que esse mo-
mento ocorra a fortiori, como fruto do compartilhamento dos inte-
resses. Ausente tal elemento, faltará a identidade que designa uma
forma de se ver no mundo e, com isso, sustenta um modo de agir
sobre ele. É o saco de batatas na metáfora que Marx emprega. O que
Tilly (1978) chama de repertório, e a crítica que ele fará a noção de re-
sistências cotidianas de Scott (1990) caminha nessa direção. Embora
ele tenda a concordar com Scott a respeito da estrutura de oportuni-
dades, que constrange, mas também oportuniza o jeito em que ope-
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Jaime Santos Júnior
ram as ações, seu foco volta-se para o momento em que elas deixam
de ser ações individuais e transformam-se em ações coletivas. Ainda
segundo ele, Scott teria abandonado esse momento.
Tilly vai além para acrescentar que há bons motivos para crer que
pode haver muitos hidden transcripts, que, inclusive, se opõem em
suas estratégias. O que torna mais complicado estabelecer as frontei-
ras entre os vários discursos. Essa crítica nos leva a uma precaução
metodológica para não supor, de antemão, que há homogeneidade
no discurso do subalterno, problema que enxergo na análise de Spi-
vack (2010). Quando fiz pesquisa sobre práticas de resistências coti-
dianas com trabalhadores cortadores de cana de açúcar (Santos
Júnior, 2017), pude observar que existem diferentes narrativas sobre
os modos de resistir. Aqui, de fato, é preciso reconstruir as disputas
simbólicas em torno do momento, dos meios e finalidades, a própria
performance requerida nos atos de resistência. Ainda que seja válido
supor, como argumenta Tilly (1991), que a possibilidade da revolta
aberta está sempre na mesa e que ela depende desse trabalho silente
do hidden transcript.
Nos casos que analisei, alguns trabalhadores, movidos por outros
interesses — às vezes o medo em perder o emprego, ou a visão nega-
tiva sobre aqueles mais contestadores, entre outros motivos —, se ne-
1
Citação original: “In his telling critique of ‘thin’ and ‘thick’ theories about hegemony, Scott
lays out significant insights into the continuity of struggle, only to abandon them when he
reaches the problem of open confrontation. Perhaps Scott, having turned his back on studies
of outright rebellion, will have to make one more about-face”.
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
2
Citação original: “(…) social movements, certainly now, and probably in history (beyond
the realm of my competence), are made of individuals. I say it in plural, because in most of
what I have read of analyses of social movements in any time and society, I find few indi-
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viduals, sometimes only the one hero, accompanied by an undifferentiated crowd, called so-
cial class, or ethnia, or gender, or nation, or believers, or any of the other collective denomi-
nations of the subsets of human diversity. Yet, while grouping people’s living experience in
convenient analytical categories of social structure is a useful method, the actual practices
that allow social movements to rise and change institutions and, ultimately, social structure,
are enacted by individuals: persons in their material flesh and minds”.
714
Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
Mas, reconheço que não é tão simples quanto parece defender uma
posição mais sensível a estratégias de resistência que, inclusive, aca-
bam por reproduzir desigualdades. É verdade que o efeito agregado
de algumas ações estabelece padrões ocultos, um quadro social mais
amplo que circunscreve o contexto em que as ações operam. O que
estou propondo é que, para fins analíticos, separemos os dois momen-
tos. Se tais padrões fixam regularidades nas quais se inserem os in-
divíduos em suas ações ordinárias, constrangendo-as, são estas
igualmente que as desafiam. Mas aqui, por suposto, não estamos fa-
lando de qualquer ação, interessa-nos aquelas pretensamente ambí-
guas, que expressam melhor os elementos de negociação, barganha,
astúcia, do que os de confronto e contestação.
Enfrento agora o segundo objetivo a que me propus nesse texto, o
do efeito consequente. Antes, porém, vou ilustrar essas situações com
exemplos extraídos de pesquisas que fizemos (Santos Júnior e Mene-
zes, 2019). O primeiro deles surge a partir da aparente ausência da
participação das mulheres nas greves históricas de metalúrgicos no
ABC Paulista em fins da década de setenta e início de 1980. Como já
havia sugerido Souza-Lobo (2011) e Cappellin (1994), as demandas das
mulheres trabalhadoras eram subsumidas pelas demandas da
“classe”, esta eminentemente masculina em sua composição sindical.
Passados quarenta anos, quando fazíamos uma pesquisa sobre a me-
mória das greves, o caráter sexuado das memórias deixava-se trans-
3
Citação original: “The double effect of many resistance strategies may be due to the fact
that they sometimes constitute resistance by mere chance. This is because many ‘strategies’
of resistance seem to be about ‘accidental’ resistance, and are just by-products and unintended
spin-off effects of different ways of acting”.
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Ela opera golpe por golpe, lance por lance. Aproveita as “ocasiões” e
delas depende, sem bases para estocar benefícios, aumentar a pro-
priedade e prever saídas. O que ela ganha não se conserva. Este não
lugar lhe permite sem dúvida mobilidade, mas numa docilidade aos
azares do tempo, para captar no voo as possibilidades oferecidas por
um instante. Tem que utilizar, vigilante, as falhas que as conjunturas
particulares vão abrindo na vigilância do poder proprietário. Aí vai
caçar. Cria ali surpresas. Consegue estar onde ninguém espera. É as-
túcia. (Certeau, 1994, p. 95).
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
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Entrevistada: Eu acho que era Cida. Ela hoje é advogada. Aí ela tinha
um acordo com o sindicato, ela ficava com a ficha de sindicalização,
né? Então, quando a gente ia fazer a ficha, ela já perguntava: você não
quer se sindicalizar? Aí para mim ela perguntou e eu disse que era
muito cismada com esse negócio de dar dinheiro, com esse negócio
eu sempre fui…
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
mais para o meu filho mesmo. Para mim eu nem ligava, porque che-
gou um momento para mim, que tanto fazia. Meu filho estando bem
era o que interessava. Eu não preocupava comigo, com roupa, para
mim, o que importava era cuidar dele. E aquela discriminação, e todo
mundo que vinha na minha casa, eu não sabia se vinha para me visi-
tar, ou para saber de quem será o filho. Porque, foi um negócio com-
plicado, enfim. Aí eu fiquei com a autoestima muito baixa, chorava,
muito triste e aí quando eu me sindicalizei… [silencio] Aí quando eu
me sindicalizei e tinha o dinheiro eu disse: “agora, eu vou nesse ne-
gócio. Agora, eu quero saber, como o dinheiro está sendo…” (Vanda4).
4
Atribuímos um nome fictício para preservar o anonimato da informante.
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conceito analítico. Ela se expressa mais pelos bens que são “troca-
dos/negociados” e menos pelo seu efeito consequente. Incorpora ele-
mentos tais como a emoção (Melucci, 1989), que escapam do cálculo
racional entre meios e fins. Isso nos convida igualmente a repensar-
mos as estratégias metodológicas e é com isso que pretendo fechar
essa breve reflexão.
Para efeito de exposição do argumento, vou me deter por ora nos
estudos sobre o trabalho. Há bons motivos para crer que as transfor-
mações que o atingem, hoje, expressam uma miríade de novas ques-
tões. Poderíamos arguir que essas mudanças foram impulsionadas
por novas formas de disposição micro e macro organizacional que
alteraram, ou fizeram erodir, uma cultura do trabalho que havia sido
erigida, guardadas as especificidades de cada contexto. No Brasil,
mesmo considerando que o marco do trabalho formal e protegido
nunca se universalizou, uma vez que o mercado de trabalho operou
em larga medida ao arrepio da legislação trabalhista, ainda assim, no
imaginário social, constituiu-se uma referência ao trabalho regulado,
com “carteira assinada”. Isto circunscreveu um modo de relação
entre o estado, os sindicatos e as empresas. Se estamos vivendo,
agora, um processo de corrosão dessa cultura do trabalho, as nossas
agendas de pesquisa não deveriam estar restritas apenas à denúncia
dessa “crise”, a despeito da importância de compreendê-la. Carece-
mos ainda de maiores investimentos de pesquisa para inquirir sobre
o que estaria surgindo no lugar daquela cultura. Sim, porque já acu-
mulamos algum conhecimento sobre a regulação social que se cons-
tituiu tendo como referência um modelo de relação capital-trabalho.
Dá provas disso, nas ciências sociais latino-americanas, os estudos
sobre migrações, desenvolvimento, desigualdades sociais, trabalho,
para citar alguns exemplos que aninharam acalorados debates teó-
ricos recorrendo aos modelos explicativos disponíveis. O desafio
agora parece ser o de compreender o que estaria surgindo no lugar
dos elementos que tínhamos como referência. É fazer novas pergun-
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Referências
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Jaime Santos Júnior
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Fissuras do cotidiano: nos meandros das estruturas de dominação
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Jaime Santos Júnior
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732
Trabalhadores migrantes em usinas de
cana de açúcar em São Paulo, Brasil.
Dominação e práticas de resistência
Introdução
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Trabalhadores migrantes em usinas de cana de açúcar em São Paulo
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Marilda Aparecida de Menezesy Maciel Cover
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Marilda Aparecida de Menezesy Maciel Cover
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Marilda Aparecida de Menezesy Maciel Cover
Eu vou contar pra vocês. Quando meu pai começou. Isso é coisa que
faz tempo já [década dos oitenta]. O pessoal lidava com mineiro lá. Na
época. Era tudo largado mesmo, não existia registro e nada. Não tinha
pessoal melhor pra trabalhar do que mineiro. Só que o pessoal no
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Norte não tava migrando pra lá, certo. O pessoal não ia. E ninguém
também imaginava que o pessoal aqui iria cortar cana lá. Ai as Usinas,
na época, tinha várias usinas independentes né, hoje é tudo grupo
Cosan, é forte. E trabalhavam com 500 mineiros, outras 400. Só que
quando os mineiros iam pra lá, eles queriam fazer o que eles queriam.
Tipo, eles achavam que a usina não funcionava sem eles. E não con-
seguia trabalhar sem eles, pois na época não tinha máquina. Então
eles chegavam na usina e faziam o que queriam. “Oh, eu quero fazer
isso, fazer isso, fazer isso”. Aí começaram a imigrar nordestinos daqui
pra lá. Indo por conta acho que ia. Aqui do Ceara, da Paraíba. Iam pra
chegar lá, iam sem destino. Chegavam lá, começaram a trabalhar e o
pessoal começou a gostar. Ai foi pegando esse conhecimento. Isso foi
a 20 anos atrás né, 25 anos. Aí foi pego conhecimento, conhecimento,
conhecimento. Agora duns 15 anos pra cá que começou o pessoal
vindo contratar e da uma opção de vida melhor pra pessoa né. Agora
sem discriminar ninguém. Lá em São Paulo, paraibano e cearense
mata a pau. Não desmerecendo os baianos e os mineiros, de maneira
nenhuma. Só que eles no começo, eles aproveitaram, eles acharam
que a Usina nunca ia, a Usina precisa deles, eles não precisavam da
Usina, entendeu? E tem Usina que trabalha com mineiro ainda, mas
é pouco. Só que eles mudaram também, eles viram que eles perderam
o campo deles, então mudaram, eles dependem de ir pra lá. (Entre-
vista realizada com empresário agenciador de trabalhadores, 42 anos
de idade, 2010).
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Guanais (2016, p. 65) explica que a contratação de trabalhadores migrantes é regis-
trada por duas modalidades: contrato por tempo indeterminado e contrato por tempo
determinado, também conhecido por contrato de safra. Essa modalidade de contrato
de trabalho é regida pelo Artigo Nº 443 da Consolidação da Legislação Trabalhista
(CLT): “O contrato individual de trabalho poderá ser acordado tácita ou expressamente,
verbalmente ou por escrito e por prazo determinado ou indeterminado. Considera-se
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tura ai, acaba mais que a mulher. (Entrevista realizada uma funcio-
nária do setor de Recursos Humanos de uma usina, 2010).
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Entidade ligada ao setor patronal.
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4
Trata-se da Portaria do Ministério do Trabalho e Emprego Nº 86, de 3 de março de
2005, publicada no Diário Oficial da União de 4 de março de 2005 que aprovou a Norma
Regulamentadora de Segurança e Saúde no Trabalho na Agricultura, Pecuária, Silvi-
cultura, Exploração Florestal e Aquicultura (Portaria Nº 86, 2005), inserindo uma série
de mudanças nas práticas trabalhistas que viessem a proteger a saúde do trabalhador,
aumentando a fiscalização e a punição das empresas que não se adequassem.
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Os trabalhadores pagavam uma taxa mensal de R$ 130,00 pela alimentação e pela
manutenção do alojamento.
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O fiscal-motorista também mora nas proximidades do alojamento. Além de fornecer
sopas sob encomenda para os alojados, a família do fiscal-motorista também tem uma
venda que fornece bolachas, sucos, refrigerantes, créditos para telefone celular, etc.
Nessa venda, porém não eram comercializadas bebidas de álcool.
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Considerações finais
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dos trabalhadores. Por sua condição de “ser de fora”, “estar sem fa-
mília” e ser “temporário”, pode torná-lo produtivo, obediente e disci-
plinado, argumento recorrentemente utilizado pelos arregimenta-
dores, fiscais e outros chefes de usina. No entanto, observamos que
os trabalhadores migrantes não são passivos nem totalmente sub-
missos às formas de dominação nos espaços de trabalho e moradia.
A resistência cotidiana é tecida no cotidiano do trabalho como o es-
conder o serviço mal feito, o absenteísmo, os códigos de comunicação
secretos entre os trabalhadores para driblar as regras de controle, os
confrontos pessoais entre trabalhador e os chefes imediatos, tais
como os turmeiros e fiscais. Essas práticas conseguem amenizar as
condições de exploração e controle do trabalho e, podem, quando se
tornam regulares e praticadas por um número significativo de tra-
balhadores, contribuir na melhoria das condições de trabalho e con-
quista de alguns direitos (Menezes e Cover, 2016). Elas são as armas
possíveis dos trabalhadores migrantes no contexto das formas espe-
cíficas de dominação e controle do trabalho, como as regras de qua-
lidade, a exigência de quantidade de cana cortada, ameaça de puni-
ções, tais como os “ganchos” e as “listas negras”, e os espaços vigiados
dos alojamentos bem como de outros espaços de sociabilidade.
Também, descrevemos algumas expressões do “saber viver em
barraco” como as formas de resistência dissimuladas, ocultas e rea-
lizadas em espaços protegidos dos olhos dos chefes, como o caso da
ingestão de bebidas alcoólicas. Nas brechas da vigilância, dureza e
precariedade da vida em alojamentos, os trabalhadores migrantes
tecem elos de sociabilidade, companheirismo, configurando o espaço
do trabalho duro nos canaviais e da vida precária no alojamento
como um espaço de vida social.
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Referências
765
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Cover, M. (2015). “Andar pelo mundo” e “andar pelo sítio”: migração, trabalho
e territorialidade de famílias de agricultores do Sertão Paraibano (Tese de
doutorado). Programa de Pós-graduação em Ciências Sociais da Univer-
sidade Federal de Campina Grande, Paraíba, Brasil.
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767
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Scott, J.C. (1985). Weapons of the weak: The everyday practices of resistance.
Michigan: Yale University Press.
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“Un mundo nuevo y más justo”:
trabajadores, sindicalismo y populismo en
Costa Rica, 1940-1944
Introducción
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“Un mundo nuevo y más justo”: trabajadores, sindicalismo
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David Díaz Arias
Por eso, en este estudio hemos intentado encontrar las vías de pro-
ducción de un movimiento de trabajadores que se identificó en lo que
entendieron como su misión histórica y que, desde esa identificación,
emprendió su propia forma de construcción de la política, de su iden-
tidad y de sus vínculos con la coyuntura en la que se ubicaron. Para
hacerlo, hemos revisado meticulosamente la prensa del periodo, pero
también autobiografías, testimonios y documentos oficiales que han
permitido realizar una etnología de la acción política de la clase tra-
bajadora y su organización en el proceso de producción del popu-
lismo calderonista.
En muchos sentidos, en este ensayo exploramos también la pro-
ducción de un drama social. De acuerdo con el antropólogo Victor
Turner (1974), existe, en el interior del comportamiento social, una
referencia a los mitos originales que trasciende la conciencia de la
acción de los actores y que se activa en ciertos momentos de agita-
ción. Turner llamó a ese tipo de referencias “representaciones colec-
tivas”. Al trascender la conciencia de acción de los actores, las
representaciones colectivas alcanzan a recrear elementos comparti-
dos socialmente y a precisar el “guion” del movimiento histórico-so-
cial en que los individuos están participando. Son, en ese sentido, una
recreación consciente, preconsciente o inconsciente, del mito de la
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Trabajadores organizados
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La CGT jugó un papel menor en esas huelgas.
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2
Este apartado está basado en partes de Díaz Arias, D. Crisis Social y Memorias en Lucha:
Guerra Civil en Costa Rica, 1940-1948. San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad
de Costa Rica (en prensa), capítulos 1 y 2.
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“Un mundo nuevo y más justo”: trabajadores, sindicalismo
cial chileno, ya que era uno de los sistemas más sofisticados en ese
momento (Rosenberg, 1980, p. 57). El resultado de eso fue la presen-
tación al Congreso, en julio de 1941, de un proyecto de seguridad so-
cial. Este proyecto “pedía la obligatoriedad de un seguro de protección
masiva contra el riesgo de enfermedades, invalidez prematura, vejez,
muerte y maternidad” (Rosenberg, 1981, p. 384). En noviembre de 1941,
el Congreso, después de incluir algunos cambios al sistema institu-
cional en el cual se iba a insertar el proyecto y de variar las caracte-
rísticas de la población que iba a cubrir, aprobó el seguro propuesto.
Así, este proyecto impulsó la creación de la Caja Costarricense de Se-
guro Social (CCSS), la cual se encargaría de administrar el programa
de salud pública, aunque el Congreso también decidió monitorear la
labor de la CCSS a través de un consejo de representantes de recono-
cidas instituciones liberales como el fisco, el Banco Nacional y el
Banco de Seguros. Además, el Congreso estableció en trescientos co-
lones el salario tope de los trabajadores públicos y privados que iban
a ser cubiertos por el plan. Finalmente, el Congreso decidió que la co-
bertura “iba a extenderse sobre una base regional a aquellos sectores
de la población asalariada donde fuese más fácil su aplicación” (Ro-
sengber, 1981 pp. 286-288; 1980, pp. 58-65).3
La segunda parte del gobierno de Calderón Guardia coincidió con
una nueva serie de reformas que incluyó la inclusión de las Garantías
Sociales en la Constitución Política y la promulgación del Código de
Trabajo. En mayo de 1942, en su discurso presidencial, Calderón Guar-
dia anunció el envío del proyecto de Garantías Sociales al Congreso.
Básicamente, esta reforma pretendía elevar a rango constitucional
varias leyes laborales que ya existían, pero que eran irrespetadas por
3
Para una nueva e interesante interpretación de la construcción institucional del se-
guro social en Costa Rica, ver: Martínez y Sánchez-Ancochea, 2012.
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los patronos (Acuña Ortega, 1992, p. 23). Esto incluía el derecho a tener
un trabajo, el límite del salario mínimo, el derecho legal a formar sin-
dicatos, el derecho de huelga, el derecho a tener un seguro de salud y
de trabajo y el establecimiento de tribunales legales para litigar los
problemas relacionados con el trabajo (los tribunales de trabajo)
(Botey Sobrado, 1993, p. 202). Esta reforma fue aprobada en junio de
1943. Casi al mismo tiempo, en abril de 1943, se presentó al Congreso
el Código de Trabajo que fue aprobado en agosto de 1943 (De la Cruz,
1993, pp. 255-260).
¿Cuáles fueron las bases sociales de este proceso? La reforma so-
cial se produjo gracias a un amplio apoyo político que vinculó al Par-
tido Comunista de Costa Rica (PCCR) a la Iglesia Católica y al
movimiento obrero. Iván Molina ha demostrado que esa relación
entre comunistas y calderonistas pasó por tres etapas entre 1940 y
1942. (Molina Jiménez, 2008, pp. pp. 245-266 y 283-301).4 De acuerdo
con Molina, la primera etapa se extendió de septiembre de 1940
−cuando el PCCR se percató de que el gobierno estaba preparando un
Código de Trabajo− hasta mayo de 1941. Durante ese periodo, el PCCR
respaldó varias iniciativas oficiales. Empero, entre mayo y junio de
1941, Mora y su partido se enfrentaron a una reforma electoral im-
pulsada por el Ejecutivo que reducía a tres el número de regidores en
todas las municipalidades del país. Dicha reforma limitaba las opor-
tunidades del PCCR de obtener puestos en las más importantes mu-
nicipalidades del país. Aunque la iniciativa fue aprobada, en lugar de
criticar al presidente, Trabajo responsabilizó a Francisco Calderón
Guardia (hermano del presidente) por defender la reforma. Sin em-
bargo, el PCCR continuó apoyando al gobierno y una segunda etapa
de su relación política comenzó en junio de 1941, etapa que se alargó
4
Todos los datos que siguen proceden de este trabajo de Molina.
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5
Ver, para todos los detalles: Hernández Rodríguez, 1993.
6
LaWare no se percató del papel que jugó la Segunda Conferencia Nacional Sindical
en la creación de esta legislación ni la relación entre sus decisiones y la pronta res-
puesta del gobierno.
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7
La lucha por el aumento de salarios es expuesta por LaWare (1996), aunque no com-
binada con la organización señalada (pp. 89-97).
8
Los investigadores interesados en el movimiento sindical costarricense durante la
década de 1940 no han prestado atención a este temprano sindicalismo para el periodo
enero de 1942-marzo de 1943. Ver: Aguilar, 1989, pp. 21-22; Miller, 1993, pp. 515-541. Agui-
lar apunta que el sindicalismo creció en el contexto de la emisión de la legislación so-
cial, pero no lo estudia, a pesar de dar el dato de sesenta y seis sindicatos afiliados al
CSE hacia febrero de 1943.
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9
Ya para ese momento, la jerarquía eclesiástica empezaba su programa de armar sus
propios sindicatos católicos; ver: Molina Jiménez, 2007, pp. 159-171.
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Molina Jiménez, 2007, p. 162.
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11
Los comunistas también votaron para decidir el nombre del nuevo partido. Cuatro
nombres fueron propuestos: Vanguardia Popular, Vanguardia Nacional, Vanguardia
Nacional Libertadora y, sorpresivo para la posteridad de las luchas políticas, Liberación
Nacional. Ver: 300 delegados…, 1943, pp. 1 y 4.
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Molina Jiménez es quien menciona el texto de Poppino que se cita a continuación.
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13
Las cartas fueron publicadas en El Mensajero del Clero y han sido reproducidas en
los textos que relatan el acontecimiento. Por ejemplo, pueden ser leídas en Picado Gat-
gens (2007).
14
Iván Molina indica que, como embajador, Des Portes (1943-1944) “se caracterizó por
un desempeño más conciliatorio con el gobierno” (Molina Jiménez, 2007, p. 182).
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Agradezco este documento a Iván Molina.
16
Allí Molina explora en detalle y con documentación novedosa la formación de dicho
sindicalismo.
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En paralelo, también en esa fecha culminaría el “proceso a favor de la reelección
presidencial” (Molina Jiménez, 2008, p. 264).
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18
Aguilar apunta que este fue un paso fundamental porque la estructura del CSE era
insuficiente para guiar la creciente actividad sindical. Molina presenta la fundación
de la CTCR como una respuesta a la fundación de la Rerum Novarum (Aguilar, 1989,
p. 22; Molina Jiménez, 2007, p. 162).
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Conclusión
19
Esta cita, más extensa y con otros propósitos, ya fue hecha por Molina Jiménez (2008,
pp. 45-46). Gracias a ello fue posible identificarla en su valor para mi argumento, así
como buscarla con facilidad.
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Referencias
812
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huelgas de 1920 por la jornada de ocho horas. San José: CENAP-CEPAS.
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curso de la Iglesia Católica sobre el Partido Comunista y su participación elec-
toral. Costa Rica 1931-1948. Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad
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David Díaz Arias
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De la Cruz, V. (1980). Las luchas sociales en Costa Rica. San José, Costa Rica:
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Debéis estar con quien en el poder defienda con solidez las Garantías So-
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La Tribuna, pp. 1 y 3.
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David Díaz Arias
Ferreto, A. (1984). Vida militante. San José, Costa Rica: Editorial Prebere.
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tica de Costa Rica, sólida base de masas para la reforma social del Presi-
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Los sindicatos de Limón pelean contra las autoridades que sabotean la política
social del presidente de la República. (20 de febrero de 1943). Trabajo, p. 2.
817
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Miller, E. D. (1996). A Holy Alliance?: The Church and the Left in Costa Rica,
1932-1948. New York.: M.E. Sharpe.
Molina Jiménez, I. (2002). La ciudad de los monos. Roberto Brenes Mesén, los
católicos heredianos y el conflicto cultural de 1907 en Costa Rica. San José:
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Monge Alfaro, C. (1974). Nuestra historia y los seguros. San José, Costa Rica:
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Quesada Soto, Á. (2006). Uno y los otros. Identidad y literatura en Costa Rica
1890-1940. San José: EUCR.
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Rica: Editorial Costa Rica.
Sáenz, C. L. (30 de enero de 1943). ¿Por qué debe el pueblo apoyar el seguro
social? Trabajo, pp. 2 y 4.
820
“Un mundo nuevo y más justo”: trabajadores, sindicalismo
Todo Costa Rica en las calles de San José. (14 de septiembre de 1943). La
Tribuna, p. 2.
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Las prácticas sindicales en los procesos de
reorganización de la clase trabajadora.
Indagaciones sobre los trabajadores siderúrgicos desde la
antropología del trabajo
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Introducción
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Las prácticas sindicales en los procesos de reorganización
taban sus relaciones con el gremio, las cuales acusaban la falta de res-
paldo sindical. Esta “lejanía” se combinaba con valoraciones negativas
acerca de los dirigentes que, intuía, se contraponían a valoraciones
y precisos sentidos acerca de lo que el gremio debía ser y hacer. En un
artículo reciente, Keskula y Sanchez (2019) dan cuenta del carácter
extendido y generalizado de estas valoraciones negativas que los tra-
bajadores hacen de los sindicatos como modo de expresar su frustra-
ción frente al avance de los procesos de reestructuración productiva
y hegemonía neoliberal.
Fue entonces a partir de estos indicios que comencé a focalizar en
las organizaciones sindicales como objetos de (mi) atención antropo-
lógica. A partir de estas observaciones me pregunto por el modo en
que los trabajadores, en su cotidianeidad, contribuyen a configurar
las políticas y la dinámica de las organizaciones sindicales y, a la in-
versa, cómo las organizaciones sindicales contribuyen a forjar la ex-
periencia social de los trabajadores. Entiendo que la relación de
afiliación, en tanto articula la construcción de actores colectivos que
trascienden largamente los vínculos burocráticos e institucionales,
aunque los incorporan, es el “mirador” para identificar esta dinámica.
Considero que la investigación de las relaciones entre sindicatos
y trabajadores es clave para la comprensión histórica de las dinámica
de (des)organización y (re)organización de las clases trabajadoras a
escala global (Carrier, 2015; Carbonella y Kasmir, 2015; Soul, 2018; Ma-
rega, Vitali y Vogelmann, 2019). Un significativo conjunto de investi-
gaciones socioantropológicas recientes subraya el rol de los
sindicatos en los procesos de formación de las clases trabajadoras y
permite que renovemos las preguntas en torno de este rol en contex-
tos cambiantes y desiguales (Löfving, 2017; Reigadas, 2017; Kasmir,
2014, Gill, 2014; Durrenberger, 2010). En este camino, propongo una
aproximación relacional al vínculo de afiliación, en tanto condensa
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1
Las traducciones son mías, salvo indicación contraria.
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Las políticas empresariales de intervención en la reproducción social de la clase tra-
bajadora, entramadas en los llamados company towns (Dinius y Vergara, 2011) o siste-
mas de fábrica con villa obrera (Leite Lopes, 1988), han sido enfatizadas como factores
que condicionan la percepción de los trabajadores en torno de los derechos sociales.
En el caso de los trabajadores siderúrgicos, considero que la temprana presencia de la
UOM y su rol en las políticas de vivienda y de salud, así como el carácter segmentado
de las políticas de bienestar corporativas, contribuyen a matizar el carácter paterna-
lista de la relación obrero-patronales (Soul, 2014).
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3
En las estructuras sindicales centralizadas, como la UOM, el Secretariado Nacional tiene la
potestad estatutaria de intervenir las Comisiones Directivas locales e imponer dirigentes de-
signados por el Secretariado, desplazando a los locales. Esta potestad ha sido y es un impor-
tante dispositivo de control político sobre las dinámicas políticas seccionales,
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La importancia de las horas extraordinarias en la producción del consentimiento
productivo fue analizada en Soul, 2014.
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mentaron que, o bien habían sido delegados por uno o dos mandatos,
o bien habían trabajado para promover la candidatura de algún com-
pañero en particular. A través de esos relatos es posible reconstruir
dinámicas cotidianas, afincadas en los sectores, de construcción de
legitimidad y representatividad. Por ejemplo, Ben –un técnico elec-
trónico que ingresó a la empresa a principios de la década del 1970–
recordaba que en su sector solían consensuar quién iba a ocupar el
puesto de delegado y habían establecido un sistema de rotación. Or-
lando –que había ingresado promediando los ochenta en el sector de
metalografía– mencionó que las comidas compartidas, especial-
mente durante el turno de noche, eran el momento en que el sector
discutía quién o quiénes satisfacían los requisitos para ser delegado:
ser peronista, cumplir estrictamente las tareas indicadas en el Con-
venio Colectivo sin acceder a los pedidos de supervisores y jefes que
significaran trascenderlas, y tener huevos para confrontar con los su-
periores cuando fuera necesario defenderse o defender a algún com-
pañero, lo que implicaba, ciertamente, lazos de afectividad y cuidado
mutuo a sostener.
Esta dimensión afectiva de la representatividad sindical es cons-
titutiva de los sentidos asignados a la misma. Ante la pregunta ¿qué
es ser un buen delegado?, varios somiseros de diferentes filiaciones
políticas e ideológicas me dieron la misma respuesta: “para ser un
buen delegado hay que ser un poco abogado, un poco psicólogo, un
poco amigo, un poco padre y muy pero muy paciente”. Román, quien
trabajó durante treinta años en el sector mantenimiento de Lamina-
ción, recuerda con nostalgia los momentos de las comidas comparti-
das y los tiempos de vestuario como momentos en que “hablábamos
de todo con los compañeros: fútbol, política, temas familiares, sexua-
les todo… todos hablábamos de todo y le buscábamos la vuelta a los
problemas” (Entrevista a Román, San Rosario, febrero 2002). Como
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Sobre la importancia del hablar con como dispositivo de construcción de relaciones
personalizadas, ver Soul, 2014; Neiburg, 1984
6
Estas situaciones son, a la vez, fuertes indicios acerca del modo de tramitar las disi-
dencias políticas al interior de la organización sindical. Este importante tópico será
materia de otro trabajo.
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Las prácticas sindicales en los procesos de reorganización
Referencias
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863
Julia Soul
864
Las prácticas sindicales en los procesos de reorganización
865
De traiciones y rebeldías.
Apuntes para un abordaje socio antropológico de las
tradiciones gremiales selectivas de los trabajadores de los
frigoríficos en Argentina
Verónica Vogelmann
Introducción
1
Dicha región se ubica, específicamente, al sur de la ciudad de Rosario y en la vecina
localidad de Villa Gobernador Gálvez.
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De traiciones y rebeldías
2
En el campo de los estudios del folklore se desarrollaron modificaciones que reno-
varon sus concepciones a favor de perspectivas dinámicas y procesuales. Estas trans-
formaciones impactaron en la noción central de tradición. Ver: Laura Cardini, 2017 y
Ruben Oliven, 1999.
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Verónica Vogelmann
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Verónica Vogelmann
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De traiciones y rebeldías
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Verónica Vogelmann
y también durante las décadas del ochenta y noventa del siglo XX.3
Una parte continuaba en actividad, pero muchas y muchos, o bien se
habían jubilado o habían sufrido despidos, o bien habían renunciado
−en particular, a lo largo de la década del noventa o en el contexto de
la crisis social, política y económica del 2001−. Todos y todas sin ex-
cepción habían padecido los efectos de esa crisis mediante suspen-
siones, intensificación de los ritmos de trabajo o dificultad, en el caso
de quienes quedaban desocupados, para reinsertarse laboralmente.
Pero la crisis también marcó la activa participación de muchos y
muchas en los diversos hechos de protesta que se multiplicaron en
la región.
Cabe ahora señalar ciertos aspectos de las construcciones de sen-
tido abordadas. En primera instancia, en general, remiten a experi-
encias gremiales que no se ajustan a una periodización estricta. No
obstante, los entrevistados evocan las décadas del sesenta y setenta
para proponerlas como centro de referencias en el que se destaca la
capacidad de organización y lucha de las obreras y los obreros;4 el
3
La investigación tuvo dos momentos de objetivación principales: Procesos de Trabajo y
Construcción de Subjetividad. La experiencia de los trabajadores de la carne en el Gran Rosario”
(2006, tesis de licenciatura, Antropología, FHyA, UNR) y “Trabajadores y Reconversión en
la Industria Frigorífica. Las experiencias gremiales de los trabajadores de la carne del Gran Ro-
sario” (2012, Tesis doctoral en Humanidades y Artes, mención Antropología, FHyA, UNR).
Con posterioridad, y estrechamente vinculado a problemáticas ligadas a los procesos de
salud-enfermedad, realizamos trabajo de campo con una “nueva camada” de trabajadores
cuyos ingresos se habían realizado durante la década del dos mil.
4
En otros artículos hemos analizado en detalle los procesos de lucha y organización
protagonizado por las trabajadoras y los trabajadores de los frigoríficos del Gran Ro-
sario durante ese período que se caracterizó por la multiplicación, riqueza y hetero-
geneidad de agrupaciones gremiales con fuerza en los lugares de trabajo, algunas de
las cuales sostenían estrategias combativas, antiburocrácticas y antipatronales. Ver:
Vogelmann, 2013, 2014 y 2021; Simonassi y Vogelmann, 2018.
874
De traiciones y rebeldías
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Verónica Vogelmann
De luchas y organizaciones
Tenían mucho poder los trabajadores, en esa época, cuando yo era nuevo.
Venían los delegados, te paraban la sección como si nada. Hoy un dele-
gado para la sección… El otro día […], un jefe los trató mal a los pibes
contratados, nuevos; casi lo echan al delegado, no solamente la patro-
nal, el sindicato. No tuvo apoyo del sindicato, nada, no. Hoy es terrible
[…]. Pero en esa época que te digo yo, los delegados mandaban ahí
adentro. Los mismos obreros [...] se hacían respetar. A vos te manda-
ban a hacer un trabajo [y decían] “No, si yo no tengo que hacer este
trabajo”, y no te lo hacían. Hoy, [con] la multiplicidad de tareas de
Menem, tenés que desde barrer... El mecánico no te iba a tocar otra
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De traiciones y rebeldías
Antes vos tenías que esmerarte, decir: “Mirá, la zapatilla, tenés que venir
con plantilla, para el frío. El botín con el corderito, pero, además, la
plantilla, porque hace frío”. [Si] vos antes les decías: “No, mirá, unas
5
En esta y en todas las citas los subrayados son nuestros.
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Verónica Vogelmann
Al dar cuenta de sus primeros años como obrero y delegado del Swift,
el trabajador ofrece una descripción que se articula sobre la oposi-
ción distintiva antes/ahora. Antes remite a una época en la que los
trabajadores “estaban bien pero querían estar mejor”; una época en
la que “todo el mundo peleaba” y en la cual, entre los representantes
gremiales, “había una competencia para” demostrar quiénes eran los
mejores.
En relación con los procesos de lucha que se daban en “esa época”,
muchos trabajadores destacaron el papel protagónico desempeñado
por obreros y obreras en algunas secciones en particular. Las identi-
ficadas según ese rasgo eran, principalmente, “Picada y Playa, y de-
spués Despostada, Conserva también” (entrevista a trabajador de
Swift, ingreso a la fábrica en 1969, operario en las secciones frozen y
picada, 2004), las secciones restantes eran señaladas como:
…más pasivas. Porque […] por ahí tenías secciones que estaban, qué sé
yo… Las Cámaras estaban relacionadas con el tema de las cámaras,
pero no es lo que producían hoy. Si Playa te para, hoy no tenés carne. Y
si Picada te para, Playa va a tener que parar, porque ¿para qué va a matar,
digamos desarmar el animal? […] Por eso es que los paros generalmente
surgen ahí [de] todas esas secciones rebeldes, digamos, las que están en el
proceso de la carne”. (Ibíd.)
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Verónica Vogelmann
6
Todos los nombres están cambiados para conservar el anonimato.
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De traiciones y rebeldías
Por eso siempre estuvo Cárdenas. Siempre los compró, siempre los com-
pró. Me acuerdo de un año que ganó Aguirre [...] para secretario gene-
ral y después lo compró, no sé, por veinte mil pesos era en esa época
[…]. El otro Aguirre era bueno, era un buen paritario, […] después se vendió
completamente. Y de ahí [...] nunca se pudo volver a ganarle a Cárdenas,
nunca. Siempre por una cosa o por la otra siempre ganaba él. (Entre-
vista a trabajador de Swift, ingreso a la fábrica en 1968, personal de
mantenimiento en sala de máquinas, 2003)
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Verónica Vogelmann
7
En otros artículos hemos identificado núcleos significativos comunes a otros colecti-
vos obreros que fueron analizados como procesos de estigmatización de los trabaja-
dores al volverlos portadores de atributos que serían la causa de su subordinación.
Ver: Soul y Vogelmann, 2010 y 2013.
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De traiciones y rebeldías
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La Forestal Argentina S. A. de Tierras, Madera y Explotaciones Comerciales e Industriales
(1872-1966), ubicada en el Norte de la provincia de Santa Fe, Argentina.
9
Asociación de Supervisores, Técnicos, Administrativos y Vigilancia de la Industria de la Carne.
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Verónica Vogelmann
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De traiciones y rebeldías
[En] el sector de Frío y Picada […] eran obreros que cortaban la carne.
En general, eran obreros que venían de Corrientes, de Entre Ríos, cultu-
ralmente bastante atrasados; no sabían leer, escribir, y estaban muy con-
formes con su situación en función de que venían de una provincia
donde trabajaban en las estancias, donde no les pagaban nada. Les
daban alpargatas de vez en cuando, hacían un baile, un asado. […] Un
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Las fuerzas armadas derrocaron al gobierno constitucional, instaurando el autode-
nominado Proceso de Reorganización Nacional. La dictadura militar se extendió en
Argentina hasta 1983.
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Verónica Vogelmann
Ahí, ojo, que yo vi entrar a los militares y sacar a un delgado del cuero.
Me acuerdo bien, yo estaba haciendo un embarque en las calles, […]
después del golpe militar […], y entraron militares y se llevaron delega-
dos, un delegado que está desaparecido, un tal, no me acuerdo ahora...
Le faltaban los dientes acá, un compañero criollito era. (Entrevista a tra-
bajador de Swift, ingreso a la fábrica en 1967, operario en distintas
secciones, 2003)
Está el otro muchacho de los cueros, que era un hombre buenísimo. Ese
está en la CONADEP.11 Ese sí es un hombre, ¿cómo te puedo decir?, es
un hombre, personas del norte, ¿viste?, que son serias. Esos rebeldes por
dentro, que te dicen: “Mirá, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro”.
11
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
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De traiciones y rebeldías
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Verónica Vogelmann
Consideraciones finales
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De traiciones y rebeldías
les. Sin embargo, en este trabajo se buscó iluminar, ante todo, la po-
tencialidad de dicha herramienta para el abordaje de significaciones,
valoraciones, ejemplos narrativos y anécdotas que circulan de ma-
nera extendida y recurrente entre un colectivo obrero particular.
Los sentidos construidos acerca de las luchas pasadas del gremio
destacan la fortaleza y combatividad de sus trabajadores y trabaja-
doras, y la radicalidad y multiplicidad de organizaciones que existie-
ron y tuvieron representación en los espacios de trabajo. Estos
sentidos configuran la trama sobre la que cobran fuerza explicativa
categorías locales como traición y caudillo, ya que configuran núcleos
de sentido conectivos de la tradición gremial selectiva. En efecto, las
significaciones y valoraciones tendientes a explicar el derrotero de
las experiencias de lucha y organización combativas subrayan las ca-
tegorías de traición para describir las actuaciones de referentes y re-
presentantes gremiales. La traición, asociada a las ideas de mala
enseñanza, entrega y compra de activistas, se erige como nexo vital de
la tradición gremial selectiva y condensan sentidos acerca del pasado
y del presente gremial. Estas ideas, para los trabajadores, no solo ex-
plican las derrotas pasadas, sino que también operan, heterogénea y
contradictoriamente, como justificación de las relaciones presentes.
La categoría social de caudillo también adquiere centralidad para
el abordaje de la tradición gremial selectiva por su relación con la
construcción y reproducción de ciertos atributos que devienen del
carácter migrante de muchos obreros de los frigoríficos del Gran
Rosario, a los que se les atribuyen rasgos como la falta de experien-
cias y de calificaciones laborales previas en el trabajo industrial y la
carencia de instrucción formal.
Exploramos, así, la emergencia de significaciones contradictorias
que se inscriben en la categoría de caudillo, pero que producen y re-
producen “formaciones alternativas y opuestas a los sentidos domi-
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Referencias
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Verónica Vogelmann
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De traiciones y rebeldías
901
Verónica Vogelmann
Womack, J. Jr. (2007). Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva
historia de los movimientos obreros. México: Fondo de Cultura Económica.
902
La configuracion de las condiciones del
empleo y del trabajo en empresas
industriales en Bolivia
Introducción
clásica del salariado, normas, que por el carácter onto creador que se
les atribuye, juegan un papel central en cohesión e integración social
(Castel, 2009).1 Se trata de una corriente inspirada en el instituciona-
lismo normativo y en la sociología de Emile Durkheim, sociología que
influyó en América Latina, a través de autores que estudiaron la ter-
cerización, la subcontratación y la precariedad laboral (Coller, 1997;
Montes Cato, 2006; Álvarez, 2006; De La Garza, 2003; Maza, 2007,
entre otros).
En los estudios de la sociología del trabajo de las últimas décadas,
un enfoque posestructuralista, que tiene como referente epistemoló-
gico a la sociología clínica (De Gaulejac, 2005; Blanchard-Laville, 1999;
Hanique, 2015, entre otros autores) ha cobrado importancia. Para esta
corriente, los capitalistas de las grandes corporaciones habrían con-
vertido, mediante su ideología gestionaría, la psiquis de los asalaria-
dos en objeto de su poder. No se e trataría de transformar a los
cuerpos en “útiles y dóciles”, sino de canalizar el máximo de energía
libidinal, para transformarla en fuerza productiva. En lugar de for-
matear los cuerpos, para adecuarlos a fines productivos, ahora se tra-
taría de canalizar las pulsiones y de movilizar los espíritus. En
América Latina esta corriente ha incidido en la producción de auto-
res dedicados a la reflexión de las transformaciones en los procesos
de trabajo y en las relaciones laborales, al interior de las fábricas (Pa-
lermo, 2012; Figari, 2019, entre otros autores).
1
Durkheim privilegia el papel que cumplen las instituciones, consideradas como cons-
truidas por los individuos en su interacción, para responder a problemas colectivos. Pero
cuando las instituciones se consolidan, adquieren una autonomía, una autoridad y un ca-
rácter coercitivo, hasta ser convertidas en “cosas”, terminando por imponerse a los indivi-
duos, con una pervivencia en el tiempo que supera a los acuerdos interindividuales.
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
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“Rolando habla con la gente”, le decía yo, “hay que articular el sindi-
cato”, y él me decía “la gente está, tú dime cuándo, cuando ustedes
quieran”. En eso se deroga el artículo 55 del 21060 [el que legalizó la
libre contratación en la era neoliberal], ya estaba el MAS en el 2006 y
dijimos ahora es cuando, habla; y un día agarra y me dice: “Elvis el
día domingo nos estamos reuniendo en el complejo, tienes que venir”
[…]. Adentro entramos al salón de la federación y así a lo que vinimos,
compañeros nos organizaremos [...] con un equipo de realmente
mucho coraje nos organizamos. La siguiente semana ya estábamos
reconocidos, ya no teníamos tanto miedo al 21060, a la desarticula-
ción de los sindicatos e iniciamos la carrera sindical, el 19 de octubre
del 2006. (Entrevista a un obrero de PIL, dirigente, 2014)
“Tienes puertas abiertas, para esta tarde, quiero que presentes tu re-
nuncia o nosotros te sacamos a la fuerza”, eso me decía la empresa,
yo le dije, yo solamente me reía, porque yo sabía que mi resolución
administrativa ya iba a salir. Entonces, cuando ha salido la resolución
administrativa, yo personalmente me he presentado a las oficinas de
la empresa indicando que quiero una reunión entre la empresa, la ge-
rencia y el sindicato, para dialogar todos los problemas que existen
dentro de la empresa. (Entrevista a un obrero de la empresa SINAY-
DRO, dirigente, realizada por Luis F. Castro, 2016)
Veo yo que hoy en día hay más confianza entre los trabajadores mis-
mos, en poder hacer una lucha, tiene más confianza, tal vez antes de-
910
La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
cían no, si hacemos esto nos pueden botar, tenían, tal vez con la an-
terior política del Estado, hoy día con el derecho laboral […] en esta
etapa coyuntural política, los trabajadores dicen, no, me falta esto,
tienen esa confianza de poder reclamar al secretario general. (Entre-
vista a un obrero de una empresa manufacturera, dirigente, 2014)
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Tania Leda Aillón Gómez
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
ducción del sistema, al mismo tiempo que busca legitimarse, con las
leyes laborales, a favor de los trabajadores. En esta tensión, el Estado
termina como cómplice de los patrones, cuando ellos rompen su pro-
pia normativa, lo que para los obreros no tiene sentido:
Otro acuerdo más, otro acuerdo más, otro acuerdo, hay más de diez
acuerdos, que los directores [se refiere a los Directores Departamen-
tales de Trabajo] nos hacen firmar actos de entendimiento, pero la-
mentablemente no se cumple, o sea, la empresa china no lo cumplió.
Por ese motivo yo como trabajador estoy sin trabajo, estoy en paro,
no tengo qué comer, no tengo para mi familia, entonces, es por eso
que hoy nos toca marchar y queremos pedir a la opinión pública que
nos comprenda, que nos disculpe si en algún momento estamos ha-
ciendo el perjuicio peatonal, pero también es un derecho que nosotros
tenemos, para poder hacer nuestra lucha con el Director Departamen-
tal que no sé porque razón no hace cumplir las leyes. (Entrevista a un
obrero de la empresa SINAYDRO, dirigente, realizada por Luis F. Cas-
tro, 2016)
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Tania Leda Aillón Gómez
Ya, mira vamos a ser claros, esta movilización se inicia, bueno, los
problemas se inician, a un principio hace ocho meses atrás, hemos
hecho un convenio, un primer acuerdo de que ellos tienen que cum-
plir la ley laboral, en los uniformes, los salarios […] bueno lo cual han
incumplido, han incumplido, no hay un buen trato laboral, no respe-
tan la ley boliviana, bueno no sé si ellos son el problema o la empresa.
A raíz de todo esto, hermano, ha ido creciendo, ha ido creciendo, ha
ido creciendo, bueno llegamos a esta extrema medida de venir a la
ciudad de Cochabamba, quiero ser claro con ustedes, o sea con la opi-
nión pública y cualquier medio de comunicación, un poquito los chi-
nos tienen otra ideología, un poquito me ha hecho recordar la era
española no, así de patear no nos patean, entonces, nosotros quere-
mos que se respete la ley, la ley boliviana, la ley del trabajador, la ley
laboral. (Entrevista a un obrero de la empresa SINAYDRO, dirigente,
realizada por Luis F. Castro, 2016)
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
2
Se trata del incumplimiento a la Ley General del Trabajo, referida a que las empresas
que ocupen a más de doscientos obreros y disten más de diez kilómetros a la población
más cercana estarán obligadas a construir campamentos, para alojar higiénicamente
a los trabajadores y sus familias, a tener médico y a mantener un botiquín; más aún,
si tuvieren más de quinientos trabajadores, mantendrán uno o más hospitales con
todos los servicios necesarios.
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
No nos daban ropa, solamente nos daban, anterior un año nos dio
overolcito, a veces un casquito, botas nada más. Hemos sufrido hasta
esa fecha, no daban ropa nada, teníamos que trabajar incluso con za-
pato, sin ropa de agua, donde trabajamos nosotros es constantemente
la lluvia, constantemente es la lluvia. Esta mañana también está llo-
viendo, ahorita está haciendo sol, pero ahorita está todo nublado (En-
trevista a un obrero de la empresa CORANI, dirigente, realizada por
Luis F. Castro, 2016) .
Otro dirigente obrero, del sector de alimentos, evoca lo difícil que fue
conseguir la dotación de ropa de trabajo:
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
La empresa china tiene que respetar las leyes si quiere trabajar aquí
en Bolivia, quisiéramos que el gobierno nacional lo tome muy en serio
lo que estamos pidiendo […], porque que lo que le decimos con since-
ridad, los chinos no están interesados en respetar la ley, es más, se
ríen de la ley. (Entrevista a un obrero de la empresa SINAYDRO, diri-
gente, realizada por Luis F. Castro, 2016)
Jamás la empresa por más que esté en el decreto supremo, por más
que esté en la ley que nos corresponde, nunca nos ha dado lo que co-
rresponde. Eso siempre ha sido una lucha, en irrespeto en el mismo
decreto supremo, y eso nos ha costado semanas de paro. La pelea ha
sido dura, durísima con el sindicato, y gracias a que el sindicato, tam-
bién, tiene sus buenos elementos en los dirigentes y han sabido sacar
a flote, hemos ganado muchas cosas a comparación de otras empre-
sas. (Entrevista a un obrero de la empresa FINO, dirigente, realizada
por Luis F. Castro, 2014)
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
3
El Estado es la forma en la cual la burguesía organiza su poder, y su violencia funda-
mental no radica solo en el poder visible y externamente represivo de las cárceles y
los grupos armados. El enorme alcance del poder de la burguesía no se puede entender
si no se consideran las formas estatales, entre ellas la normativa con la que regula las
relaciones sociales, como formas culturales, como parte de un proyecto permanente
de regulación moral (Corrigan y Sayer, 2017).
4
Pasukanis (1976) argumenta que: “la perspectiva de que el sujeto y la relación social
no existen fuera de la norma es tan errónea como la convicción: según la cual, el valor
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Tania Leda Aillón Gómez
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
7
Las referencias al trabajo de terreno de la hidroeléctrica han sido extraídas del re-
porte de trabajo de terreno Samuel Peredo Cuentas (2010), en el marco de realización
de una tesis de licenciatura.
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8
La densificación del trabajo puede definirse como el aumento de la cantidad de tra-
bajo a ser realizado en el mismo tiempo (Wisner, 1988).
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
El trato personal con los managers, en época ENDE [la empresa pú-
blica] se caracterizaba por su frialdad, pero cuando llego “el Gary” [el
mánager participativo de la transnacional que se hizo cargo de la hi-
droeléctrica] él ha roto el hielo y nos ha dado la mano y no me
acuerdo si por el aniversario de Estados Unidos, él ha bailado cuecas
(danza tradicional de Bolivia) con nosotros, no sé si con la intención
de motivarnos, pero fue bonito y el trato frío se quebró y el trato fue
más caluroso. (Entrevista a un obrero de la empresa hidroeléctrica
CORANI, operador, realizada por Samuel Peredo, 2010).
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
Si los problemas se presentan, ellos [se refiere a los mánager] nos dan
la oportunidad de decir “es mejor de esta forma o de otra”, nuestra
opinión es cada vez más importante. Así el personal se siente moti-
vado, su opinión se toma en cuenta y se aplica lo que él piensa, esto
trae una real satisfacción, vemos nuestro trabajo en directo y uno
piensa: “yo propuse esto”. En fin, el espíritu del personal se encuentra
motivado. (Entrevista a un obrero de la empresa petrolera CHACO,
operador de pozos, 2006).
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10
El índice de disponibilidad de equipo, importante índice de eficiencia en este tipo
de industrias, en la petrolea subió a 98,5 % (marcando la relación entre la cantidad de
días de trabajo y el número de paros de la planta) y un índice de fiabilidad, a 99 %
(TMPDR) (marca la relación entre el volumen de horas de reparación y el número de
paros del equipo). En la hidroeléctrica, el resultado objetivo de los cambios organiza-
cionales fue la intensificación de la jornada de trabajo, que, junto a las innovaciones
tecnológicas, se tradujo en una evolución positiva de la generación eléctrica.
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
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11
La gestión de la fuerza de trabajo en condiciones de riesgo ergonómico es un aspecto
estructural que tiende a generalizar los conflictos, este es el caso de la hidroeléctrica,
donde la ruptura del “acuerdo implícito” es el catalizado por el que un conflicto implí-
cito se convierte en abierto (Edwards y Scullion, 1987).
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Consideraciones finales
12
Como en la actualidad, con el desarrollo inusitado de la automatización (la internet,
digitalización, robotización, etc.) la apariencia de que la sociedad es dirigida por una di-
mensión técnica, más allá de todo alcance y posibilidad humana, se impone como una
realidad inapelable. De allí que, más aún que en etapas anteriores, sea comprensible la
reedición del posestructuralismo, considerando que uno de sus grandes exponentes,
Foucault, manifestaba que “el mundo técnico es nuestro mundo real”. Se trata, como
nos afirma Coutinho (2017), de una ideología que generaliza en la teoría aquello que las
nuevas formas del capitalismo intentan generalizar en la práctica: la completa subordi-
nación del todo social a la manipulación tecnológica.
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
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Tania Leda Aillón Gómez
13
La práctica es activa y produce históricamente −es decir, continuamente renueva y
constituye prácticamente− la unidad del hombre y del mundo, de la materia y del es-
píritu, del sujeto y del objeto, del producto y de la productividad. Por cuanto que la re-
alidad humano-social es creada por la praxis, la historia se presenta como un proceso
práctico, en el curso del cual lo humano se distingue de lo no humano; o sea, lo que es
humano o no humano no se encuentra ya predeterminado, sino que se determinan
en la historia a través de una diferenciación práctica (Kosic, 1990).
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La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
Referencias
939
Tania Leda Aillón Gómez
940
La configuracion de las condiciones del empleo y del trabajo
941
Los procesos de movilización en la
construcción del accionar colectivo.
El caso del sindicato de camioneros en la Argentina durante el
gobierno de Mauricio Macri*
Gabriela Llamosas
Introducción1
944
Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
945
Gabriela Llamosas
2
Tales líneas estuvieron centradas en temáticas vinculadas a la salud (Grimberg, 1991;
Wallace: 1994), a los ámbitos de producción y reproducción (Neiburg, 1988) y a los cam-
bios sociales que produjeron los procesos privatizadores en diferentes empresas esta-
tales (Palermo y Soul, 2009; Palermo, 2012; Soul, 2012), entre las más relevantes.
También un campo específico desde la antropología comenzó a indagar acerca de las
organizaciones sindicales y las prácticas de activismo, en él se inscriben las investiga-
ciones de Vogelman (2010), acerca de los trabajadores de la carne en Rosario, las de
946
Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
Soul (2012), sobre la industria del acero, y las de Wolanski (2015), sobre juventudes mi-
litantes dentro del sindicato telefónico.
947
Gabriela Llamosas
3
La literatura académica argentina ha utilizado esta caracterización para referir prin-
cipalmente a sindicatos o comisiones internas conducidas por partidos de izquierda.
Dicho de otro modo, se entiende que el sindicalismo de base se opone a la experiencia
tradicional del sindicalismo peronista más allá de las prácticas de militancia en los lu-
gares de trabajo. Hay consenso en torno a entender al sindicalismo de base vinculado
a orientaciones clasistas o de izquierda.
4
Carlos Saúl Menem fue presidente de la Argentina desde 1989 hasta 1999.
948
Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
5
Según Armelino (2004), tanto el MTA como la CTA aparecen en la escena público-po-
lítica en medio de las transformaciones económicas y sociales de la primera presiden-
cia de Menem (1989-1995). La CTA tuvo como sus principales motores a la Asociación
de Trabajadores del Estado (ATE) y a la Confederación de Trabajadores de la Educación
de la República Argentina (CTERA), que abandonaron la CGT. En el caso del MTA, nu-
cleó a los sindicatos de Camioneros, Unión de Tranviario Automotor (UTA), judiciales
y aeronavegantes entre otros, pero nunca se separó de la CGT, sino que conformó su
espacio propio al interior de la misma.
6
Lenguita menciona a los trabajadores del subterráneo de Buenos Aires, a los telefónicos,
a los trabajadores de una empresa de neumáticos y de una multinacional productora
de alimentos, entre otros.
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Gabriela Llamosas
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Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
7
Las ramas son: Aguas y Gaseosas, Caudales, Cereales, Combustibles, Corralones, Co-
rreo, Diarios y Revistas, Expresos y Mudanzas, Lácteos, Larga Distancia, Lavaderos In-
dustriales, Logística, Mecánicos, Pesados, Productos Refrigerados, Recolección y
Residuos Patológicos.
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Gabriela Llamosas
8
Los conflictos de encuadramiento se dan cuando dos o más sindicatos con personería gre-
mial pretender representar al mismo grupo de trabajadores, o bien en su incorporación a
un Convenio Colectivo de Trabajo, o bien como afiliados cotizantes de la entidad sindical.
952
Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
que plantea Pontoni (2013), entre las opciones estratégicas que tomó
el sindicato de Camioneros, es el hecho de que en cada reconversión
productiva sectorial ciertos nichos de trabajadores que quedaban a
la intemperie de la representación sindical fueron incorporados a Ca-
mioneros. A partir esto, el sindicato amplió fuertemente su base de
representación y consolidó sus ramas más numerosas y con mayor
capacidad de movilización. El Transporte Automotor de Cargas ha
adquirido gran importancia y su avance fue significativo para el sec-
tor empresarial, pero también para el gremio. En este sentido, la ex-
pansión del ámbito personal de representación de Camioneros es un
factor que hace a la comprensión de la capacidad de movilización del
sindicato. Según Pontoni (2013), en la expansión del sindicato hay
cuatro ramas cuyo crecimiento fue fundamental:
- Logística: esta rama se incorpora a la Federación en 1999 y al sin-
dicato de CABA y provincia en 2003.
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Gabriela Llamosas
El sindicato movilizado
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Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
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Congreso de la Nación Argentina, Ley N° 27426/2017.
11
Hasta las elecciones de autoridades del año 2010, la CTA funcionó como una central
única. Luego de las mencionadas elecciones, terminaron por conformarse dos centra-
les: la CTA de los Trabajadores, que apoyaba al gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner, y la CTA Autónoma, que era opositora. A partir de diciembre de 2015, con la
asunción de Macri en el gobierno, ambas CTA comenzaron a realizar acciones con-
juntas, aunque la central no se reunificó. Sobre la CTA durante el kirchnerismo, ver
Armelino, 2012.
23
Se constituyó como un frente dentro de la CGT. Los tres sectores que lo impulsaron
son: Camioneros, Corriente Federal de los Trabajadores y el Sindicato de Mecánicos y
Afines del Transporte Automotor (SMATA), con la participación de más de setenta re-
gionales de la CGT.
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Gabriela Llamosas
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Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
13
Si bien en la prensa se referían a la “barrabrava” del club, opto por utilizar “hin-
chada” para referirme a los grupos espectadores que acompañan al club de fútbol. Ver
Alabarces y Garriga Zucal, 2008.
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Gabriela Llamosas
14
El Ministerio de Trabajo de la Nación fue degradado a Secretaria de Trabajo y pasó a de-
pender del Ministerio de Producción en el mes de septiembre de 2018.
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Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
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Gabriela Llamosas
La primera de las dos es una canción que, al menos desde que co-
mencé a movilizarme con el sindicato, no falta nunca y se canta con
gran efusividad. Alude a la grandeza del gremio, a su tradición en la
lucha y al no abandonar, todas definiciones a las que Hugo Moyano
hace referencia casi siempre en sus discursos públicos. El segundo
canto que transcribí se escuchó muy especialmente durante el año
2018 acompañando las denuncias de persecución mediática y judicial
a los dirigentes.
En los alrededores es muy común que utilicen los carros de tra-
bajo de los barrenderos como medio de transporte para sombrillas y
banderas. Normalmente las distintas personas que pasan, a veces aje-
nas a la manifestación y a veces quienes forman parte de ella pero
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Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
15
Los nombres que aparecen a lo largo del texto son ficticios.
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Gabriela Llamosas
la valla. A los pocos minutos me ofreció pasar “a donde están las chi-
cas”.
Me acerqué a donde había un grupo de mujeres con remeras del
sindicato, me quedé a un costado y me puse a hablar con Mariela, tra-
bajadora del sector de barrido en el barrio porteño de Belgrano. Lo
primero que me contó es que no siempre venía a las manifestaciones,
pero que hoy había decidido asistir porque se trataba de las parita-
rias.
Luego de contarle acerca de mi profesión, mi proyecto de investi-
gación y mi vínculo con el sindicato, seguimos hablando sobre su tra-
bajo.
Mientras hablaba con ella, venía viendo los movimientos de los pe-
riodistas que se acomodaban para cubrir el acto. A un periodista del
canal de televisión A24 le tiraron agua desde la manifestación, y ella
me dijo: “Pero mirá lo que le hicieron, qué pelotudos, ¡le tiraron agua!
¡No se puede creer lo que hacen! Después escribilo eso, eh.” (Conver-
sación con Mariela, trabajadora del sector de barrido, rama Recolec-
ción, 31 de octubre de 2018)
964
Los procesos de movilización en la construcción del accionar colectivo
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Gabriela Llamosas
legítimo que venimos haciendo los trabajadores. […] Esto es lo que nos
da la posibilidad de estar siempre al lado de los trabajadores. Lo he
dicho muchas veces y lo vuelvo a repetir, prefiero el olor a transpira-
ción de los trabajadores y no el perfume francés de los empre…de los
funcionarios. Siempre hemos estado en este lugar y jamás nos vamos
a ir de este lugar, compañeros. Por eso quiero una vez más agradecer-
les y decirles, compañeros, que nadie hace más, quiero decirles, com-
pañeros, nadie hace más esfuerzo y sacrificio para el crecimiento y la
grandeza de la patria que los trabajadores, nadie más. No son los fun-
cionarios, son los trabajadores, compañeros. Por eso no es posible que
la situación del país que ellos crearon, que los funcionarios actuales
crearon. Antes discutíamos el mínimo no imponible, hoy tenemos que
discutir un peso más porque falta un plato de comida en la mesa. Esta
es la diferencia, por eso compañeros vamos a seguir peleando, vamos
a seguir creciendo y vamos a hacer grande la patria los trabajadores,
únicamente los trabajadores. Muchísimas gracias compañeros, ¡Viva
la patria carajo! (Discurso de Hugo Antonio Moyano registrado por la
autora, 31 de octubre de 2018)
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Reflexiones finales
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Referencias
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Resistencia de las obreras fluctuantes en los
servicios de limpieza hospitalaria en
Bolivia
Introducción
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Luis Fernando Castro López
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Luis Fernando Castro López
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Entenderemos por industrialización de los servicios al proceso mediante el cual, en
la era del capitalismo tardío, incluso en países neocoloniales como Bolivia, los servicios
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Resistencia de las obreras fluctuantes en los servicios de limpieza.
por la empresa madre. Tal es el caso de los hospitales, donde los ser-
vicios ofrecen incorporar la garantía de la seguridad de los pacientes.
que antes eran prestados de forma privada y personal se han organizado de forma ca-
pitalista para ofertar una producción masiva y continua. En el caso que estudiamos,
de la limpieza de hospitales, se organiza como un bien de consumo (Mandel, 1987).
981
Luis Fernando Castro López
Pese a que desde años atrás se vienen realizando estudios acerca del
trabajo de limpieza hospitalaria, todos ellos se han concentrado en
las condiciones de trabajo, salud y el riesgo ergonómico (Sznelwar,
Lancman, Johlben y Alvarinho, 2004; Araujo y Oliveira,2006; Gutié-
rrez, Lourenço, Cássia y Willamowius, 2010;Araújo, Jesus, Aquino, y
Moacir,2009; Monteiro, Chillida, y Bargas,2004; Polo, Zeitoune, Luz
y Vásquez,2017; Martarello, 2009; Hohenroucher, Pinto, Da Silva,
Mazzuco, Carpes y Bosi, 2017,entre otros). En estos estudios, la des-
cripción del trabajo de limpieza y su organización es incipiente, se lo
presenta como un trabajo lleno de imprevistos que interrumpen la
realización de la tarea programada (Araujo y Olivera, 2006). En rea-
lidad, estos imprevistos responden, justamente, al flujo de atención
de pacientes internados y de consulta externa, al cual está subordi-
nado el servicio de limpieza. Así, lo que se trata de asegurar es la flui-
dez ininterrumpida de la limpieza y la desinfección del complejo
hospitalario, en general, y de sus áreas de alto riesgo infeccioso, en
particular. Entendemos aquí la fluidez como la continuidad de la pro-
ducción (Vatin, 2010), claro que, a diferencia de las industrias de pro-
ceso continuo, la fluidez no tiene que ver con la transformación
química del producto (ibíd.), sino con un proceso de curación o recu-
peración de los pacientes, proceso que no tiene final, ya que el alta de
un paciente significa el ingreso de otro. El servicio de limpieza esta
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detalle y que lavemos las bateas luego de que ellas limpien los filtros,
se fijan que no estamos limpiando bien, porque nos apuran, hasta
sarro tienen las bateas y nos exigen sacar el sarro, y eso tarda. Yo salgo
rápido, pero entonces, no le espero a la que lava los filtros. (Extracto
de notas de campo, de observación participante en una empresa de
limpieza, 2019)
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Resistencia de las obreras fluctuantes en los servicios de limpieza.
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Luis Fernando Castro López
sura para desechos infecciosos, las que a veces eran hurtadas a la em-
presa madre del área de quirófano y escondidas en el almacén de lim-
pieza como una reserva−. En este sentido, el hurto es una forma de
resistir el ahorro patronal de costos en materiales de trabajo y de obli-
gar de manera subrepticia a que la empresa intermediaria, o la em-
presa madre, cargue con los costos de los materiales de limpieza. Por
otra parte, se pone en evidencia que dentro del código ético o con-
ciencia moral del colectivo de obreras hay una especie de compro-
miso con la misión de limpieza y desinfección, un compromiso que
entra en tensión con el interés de reducción de costos de la empresa
intermediaria y de la empresa madre.
Consideraciones finales
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Luis Fernando Castro López
bajo típico y atípico o del trabajo estable vs. el inestable (Castro, 2016).
Al respecto, Castel (2011) problematiza este dilema, indicando que la
lectura del trabajo típico no podría adecuarse a la situación actual,
caracterizada por la proliferación de trabajadores que no entran den-
tro de los estatutos del “empleo clásico”. La salida, entonces, es crear
nuevas categorías que ayuden a explicar las transformaciones con-
temporáneas del trabajo, más allá de la perspectiva normativa.
Finalmente, cabe precisar que la tercerización y la subcontrata-
ción no solo comprenden la fragmentación, sino también la recom-
posición de la clase obrera. Fragmentación, como indican los trabajos
antropológicos, en relación con las antiguas solidaridades obreras en
un contexto de capitalismo expansivo; recomposición, en relación
con los procesos de proletarización, que hoy por hoy son la tendencia
general del capitalismo. En otros términos, actualmente el proleta-
riado fluctuante se compone, de manera mayoritaria, de los nuevos
proletarios insertos en un empleo temporal desde el inicio de su vida
laboral.
En este sentido, detrás de este enfoque alternativo, se nos presen-
tan nuevos problemas a ser respondidos, tales como, por ejemplo, los
efectos alienantes para este proletariado fluctuante de la aparición
del trabajo en forma de prestación de servicio (en tanto forma más
pura de expresión de la capacidad de trabajo) y la cuestión sobre la
relación entre los periodos de inserción de su fuerza de trabajo y sus
modos de vida a lo largo de una trayectoria laboral, en la cual lo per-
manente es su condición interina. Asimismo, será preciso analizar
desde esta trayectoria la formación de nuevas colectividades, de nue-
vos lazos comunales, ya no en comparación a los estatutos salariales
(de carácter normativo),sino en relación con su condición de traba-
jador asalariado, desposeído, desvinculado estructuralmente de un
determinado puesto de trabajo.
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Referencias
997
Luis Fernando Castro López
998
Resistencia de las obreras fluctuantes en los servicios de limpieza.
999
Luis Fernando Castro López
Hohenreuther, R., Pinto, F., Silva Marconato, C. da, Mazzuco, M., Carpes,
T. y Bosi, T. (2017). Serviço hospitalar de limpeza e absenteísmo: doença
no trabalho. Revista Mineira de Enfermagem, 21, 1-8. Disponible en
http://www.reme.org.br/artigo/detalhes/1193
Soul, M. (2007). “Los unos y los otros. La fractura que persiste”. Aproximación
antropológica al proceso de privatización y reconversión productiva en la ex
– SOMISA. Ponencia presentada en el 8vo. Congreso Nacional de Estudios
del Trabajo, Rosario.
1000
Resistencia de las obreras fluctuantes en los servicios de limpieza.
1001
Cuarta parte
Géneros y trabajo
1. Hacia otras concepciones éticas del
trabajo.
Recuperaciones y críticas de los feminismos y de las
investigaciones sobre masculinidades en los estudios
laborales de América Latina
Introducción
1006
Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
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Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
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Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
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Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
zabeth Jelin (1978) es una de las feministas en América Latina que su-
giere que la opresión de las mujeres se sostiene en el trabajo domés-
tico, el cual es central para la lógica de acumulación del sistema ca-
pitalista. Asimismo, autoras como Longo (2009) plantearon que el
trabajo doméstico se convertía en parte esencial en la producción
industrial.
Consecutivamente, surgieron estudios que planteaban la necesi-
dad de retomar los contextos como elementos medulares para inter-
pretar la relación del trabajo con la opresión de las mujeres. En
América Latina, a pesar de que existían investigaciones que se refe-
rían al trabajo en el sistema capitalista, era nula la preocupación por
los mecanismos, las implicaciones y consecuencias de la opresión de
las mujeres en dicho sistema. Entre los primeros trabajos que surgie-
ron en torno a estas preocupaciones se encuentra el de Heleith Saf-
fioti, A mulher na sociedade de classes. Mito e realidade, publicado en
1976, en el cual plantea que el trabajo de las mujeres y su opresión no
pueden ser entendidos únicamente desde el capitalismo, sino desde
un sistema de dominación más complejo.
Saffioti (1976) puso en el centro la necesidad de entender los mitos
que provocaba la marginalización de las mujeres en ciertas tareas y
responsabilidades, adjudicadas comúnmente a lo considerado feme-
nino. De tal manera, la autora analiza las sociedades que fueron es-
clavizadas y plantea que su abolición significó una dominación
distinta entre hombres y mujeres que aquella de las sociedades cam-
pesinas o las clases medias en ascenso. Un factor que retoma la au-
tora para analizarlo es la cuestión moral que subyace al trabajo de
las mujeres y que justifica la marginalización de sus tareas.
Asimismo, Saffioti (1976) planteaba que los cambios urbanos que
acompañan los procesos de concentración en las economías capita-
listas llevaron a transformaciones en los papeles que los hombres y
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Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
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1020
Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
rente fundamental para el análisis del trabajo desde las posturas del
feminismo marxista. Su propuesta, al retomar el concepto de acumu-
lación originaria de Marx para analizar la división social del trabajo,
da relevancia al trabajo de las mujeres en relación con la reproduc-
ción de la fuerza laboral y del orden patriarcal, donde el cuerpo de
las mujeres es utilizado y significado como máquina reproductora
de obreros productivos. Desde la visión de esta autora, la acumula-
ción originaria ha propiciado, por medio de las conquistas y la escla-
vitud como procesos continuos y vigentes, una diferenciación de la
clase trabajadora por género, raza y edad, lo cual ha caracterizado al
proletariado moderno. Para Federici, la caza de las brujas, así como
la conquista y la explotación de esclavos −y sus revitalizaciones per-
manentes bajos distintas modalidades−, son constituyentes del sis-
tema capitalista moderno.
El estudio de la relación género y trabajo, que se empezó a gestar
con los feminismos del siglo XXI, ha cuestionado el etnocentrismo
de ciertas posturas feministas (como la liberal) para reivindicar,
desde los márgenes, las diferencias. Ejemplo de ello fue el feminismo
negro, que surgió en Estados Unidos y abrió paso a los debates teóri-
cos en torno a la interseccionalidad del género, la clase y la raza,
como vía para entender la opresión de las mujeres de manera diversa
y contradictoria (Collins, 2015; Hook, 1989). Del mismo modo, surge
el feminismo chicano que plantea la necesidad de hablar de la fron-
tera, desde su sentido geopolítico y simbólico, recalcando el aspecto
cultural para referirse a los márgenes y a las otredades.
Por su parte, las posturas poscoloniales y decoloniales que emer-
gieron desde la década de los noventa y, concretamente, iniciando el
siglo XXI, replantean el tema de la subalternidad. Los discursos de la
subalternidad dentro del poscolonialismo, como también en la crítica
a la colonialidad del poder, que retomó al teórico Aníbal Quijano
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nalidad no solo para describir las distintas formas de ser mujer, sino
también, fundamentalmente, para evidenciar las distintas modalida-
des de opresión que viven las mujeres. El estudio de las masculinida-
des en América Latina −aunque busca incorporar las dimensiones de
raza, clase y nacionalidad para explicar qué significa ser hombre y
qué efectos tiene esto en las prácticas y en las subjetividades de los
varones en distintos contextos socioculturales− parece apuntar úni-
camente hacia la reivindicación de las diversas formas de ser hom-
bre. Esa indagación en la heterogeneidad masculina no se destaca en
términos del derecho a la especificidad y la diferencia con respecto a
la contraparte, en este caso, “femenina”, 1 como vía para avanzar en
la equidad entre géneros. Al estudiar grupos de varones en distintos
contextos o en relación con determinadas prácticas, el enfoque “mas-
culinista” busca la descripción de los rasgos característicos, los per-
files típicos, el carácter de los rituales y los simbolismos, las formas
y las pautas de la homosociabilidad que dan especificidad a cierto
grupo de varones con respecto a otros. En esta mirada sobre las mas-
culinidades, las relaciones con las mujeres son abordadas de manera
apenas tangencial, como un ámbito, entre otros tantos, donde los va-
rones ejercen poder para mantener la posición dominante.
Al realizar un recuento de las investigaciones que se han conver-
tido en referencias de la tradición de estudios de las masculinidades
en América Latina, encontramos coincidencias en el siguiente argu-
mento: las formas de ser hombre en nuestra región del continente
son muchas y no se pueden encasillar en la genérica denominación
del estereotipo machista.
1
El feminismo de la diferencia, en otro sentido, se centra precisamente en la reivin-
dicación de la diferencia sexual como punto de partida en el camino de la liberación
femenina y el encuentro de las mujeres con su auténtica identidad.
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Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
1034
Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
1035
Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
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Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
1037
Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
1038
Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
Referencias
1039
Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
Bazan, L. (1999). Cuando una puerta se cierra, miles se abren. Casa y familia:
los recursos de los desempleados de la refinería “18 de marzo”. México: CIESAS.
Del Águila Lacoste, Á. (2015). “El que no se la banca, mejor que se dedique
a otra cosa”: riesgo, masculinidad y clase social entre trabajadores para-
guayos en la industria de la construcción del Área Metropolitana de Bue-
nos Aires. RUNA, archivo para las ciencias del hombre, 36(1), 51-72.
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Fernández Kelly, P. (1983). For We Are Sold, I and My People: Women and In-
dustry in Mexico´s Frontier. Albany: State University of New York Press.
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Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
1042
Hacia otras concepciones éticas del trabajo. Recuperaciones y críticas
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Areli Veloz Contreras y Carlos León Salazar
1044
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Vogel, L (2000). Domestic Labor Revisited. Science & Society, 68(2), 151-170.
1045
As metamorfoses do trabalho doméstico
remunerado e/ou realizado na casa de
terceiros*.
Desafios para a subjetivação e reconhecimento de domésticas
brasileiras enquanto trabalhadoras
4
Lei Áurea, 13 de maio de 1888.
5
Sobre este período histórico temos os trabalhos de Ramatis Jacino (2012), Sandra Gra-
ham (1992); Walter Fraga Filho (2006), Olívia Maria Gomes da Cunha e Flávio dos San-
tos Gomes (2007).
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
6
Bem trabalhado na obra de Peggy Lovell (1991).
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Luísa Maria Silva Dantas
1050
As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
7
Hooks (1984), se referindo ao contexto norteamericano, argumenta que as classes se
constituíram pautadas na diferenciação racial, logo para compreender a dinâmica das
classes seria necessário primeiro abordar a função do racismo na sociedade capitalista.
Defendo que o mesmo ocorre em relação ao contexto brasileiro.
1051
Luísa Maria Silva Dantas
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
1053
Luísa Maria Silva Dantas
8
Conjuntamente à divisão sexual do trabalho, surge a identificação da divisão interna-
cional do trabalho, em que podemos visualizar o trabalho doméstico remunerado sendo
realizado por mulheres do Sul nos países do Norte, bem como outras atividades também
desvalorizadas e mal remuneradas como a construção civil. Desse modo, podemos ana-
lisar diferentes escalas em que esse trabalho permanece e se expande nos processos de
globalização (Hirata, 2002, 2008; Hirata e Kergoat, 2007 apud Ávila, 2009, p. 29).
1054
As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
9
De acordo com Saffioti (2004) o trabalho doméstico remunerado é pago com renda
pessoal, portanto poderia caracterizar a atividade como não capitalista, porque não
subordinada à relação capital-trabalho; contudo, o salário caracteriza uma relação de
trabalho capitalista. Este aspecto está bastante associado aos discursos dos emprega-
dores contrários à atribuição de direitos às trabalhadoras domésticas. Também pode-
mos identificar outras formas de remuneração, como por exemplo no cenário francês
em que o pagamento é realizado por hora trabalhada (Devetter, 2008, 2009) e não por
diárias ou meses como no caso brasileiro.
1055
Luísa Maria Silva Dantas
As transformações legais
10
Sob esta denominação o autor reúne conceitos e teorias de autores latinoamerica-
mos, como Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Arturo Escobar e Walter Mignolo, além
do português Boaventura de Sousa Santos, que estão propondo um conhecimento de-
colonial que priorize as experiências dos povos que foram colonizados a partir de suas
próprias perspectivas.
1056
As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
1057
Luísa Maria Silva Dantas
1058
As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
- Seguro-Desemprego: 3 meses.
- Licença-Maternidade: 120 dias sem prejuízo de emprego ou
salário.
- Licença-Paternidade: 5 dias.
- Auxílio transporte: pago por meio de vale ou dinheiro.
- Aviso-Prévio: proporcional ao tempo trabalhado (mínimo de
30 dias).
- Salário-família: correspondente a cada filho com até 14 anos
ou inválidos de qualquer idade. Pago diretamente à funcionária
e deduzido da contribuição social do empregador, para salários
de até 1.089,73 reais.
- REDOM — Recuperação Previdenciária dos Empregados
Domésticos: Parcelamentos de débitos com o INSS vencidos
em 30-04-2013. Redução de 100% das multas e 60% dos juros.
Débitos parcelados em 120 dias, com parcela mínima de 100
reais. Deverá ser requerido pelo empregador em um máximo
de 120 dias após a sanção da lei.
- Fiscalização: as visitas do Auditor-Fiscal do Trabalho serão pre-
viamente agendadas, mediante entendimento entre a Fiscal-
ização e o empregador.
1059
Luísa Maria Silva Dantas
Porto Alegre (RS) e Belém (PA), elas construíram suas biografias im-
pactadas pelo momento contemporâneo do TDR e refletiram sobre
seus processos de ingresso e relações estabelecidas nas configurações
que estão ou estiveram envoltas.
Rita foi uma das primeiras mulheres que conheci no Sindicato dos
Trabalhadores Domésticos da Bahia durante minha pesquisa de
campo em Salvador. Muito simpática e falante, ela faz parte da dire-
ção do sindicato e compartilhamos muitos momentos juntas; posso
considerá-la umas das minhas principais interlocutoras.
Com 47 anos, Rita foi criada na cidade de Cruz das Almas (BA),
onde viveu com a mãe e os sete irmãos em situação muito difícil
após o falecimento do pai. Em dada situação uma vizinha perguntou
se sua mãe gostaria de mandar uma de suas filhas para Salvador,
para morar com uma família, onde ela poderia estudar. Àquela altura
Rita estava com apenas sete anos e a mãe decidiu que esta seria a
melhor opção para a filha. Contudo, o período de quatro anos que vi-
veu nesta casa em Salvador, sem contato com sua família, foi bastante
traumático para Rita, que ainda no presente tem dificuldades e se
emociona ao recordá-lo: “Na verdade, eu estava aqui em cárcere pri-
vado, eu apanhava muito porque eu era muito rebelde!”.
A família era composta de um casal e duas crianças, uma mais velha
que Rita, que frequentava a escola e outra recém-nascida que a menina
Rita era responsável por tomar conta, sem poder ir à escola. Descre-
vendo seu cotidiano na casa, Rita reflete, “eu subia até num banquinho
que ela botava pra poder ir pra pia, lavar os pratos, né, cuidar daquela
criança, eu não tinha o direito de pegar um brinquedo pra brincar,
então a minha infância foi totalmente, é… cortada por essa pessoa”.
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
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Luísa Maria Silva Dantas
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
balho doméstico”. Aí, quando ela falou trabalho doméstico, pra mim
foi um impacto muito grande, sabe? “Trabalho doméstico, o que é
isso?”. “É o que você faz”. “Trabalho doméstico é todo aquele trabalho,
aquele conjunto, aonde você vai até a casa da pessoa contratada pra
fazer a faxina, babá, cozinheira, arrumadeira… Você está prestando
um serviço para uma família, então identifica como trabalho domés-
tico, você é doméstica”. Eu digo, “e é?”. E nem sabia! (Rita).
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Luísa Maria Silva Dantas
E ele, um dia ele perguntou, que quando ele me contratou, ele me con-
tratou mais pra ficar de companhia da mãe dele, pra fazer uma lim-
peza. E um dia ele chegou à noite, ele disse: Ah Violeta, eu tô com
vontade de comer uma comida não feita por mim, tu sabe fazer bife?
Eu disse, ih, eu não sei! Aí ele, sabe? Eu, sei! Aí ele ficou me olhando
assim, então corta um bife aí pra mim! E eu fui cortar o tal de bife, eu
cortei o bife todo quadradinho assim, sabe, tirei. Ele disse, Violeta,
11
Uma das perguntas em meu roteiro de entrevistas era como as domésticas teriam
aprendido o ofício. Essa pergunta frequentemente causava estranhamento tal a natura-
lização do trabalho doméstico às mulheres. As repostas eram repetidamente: Com a vida!
Com a minha mãe! Como parte da educação! Denotando também que esta não é uma
problemática relevante para elas, ou à qual elas já tenham se questionado anteriormente.
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
para aí, eu vou te explicar como se corta um bife! Aí, comecei a apren-
der assim. Depois trabalhei em outra residência também, aprendi a
fazer doces! Porque a minha empregadora final de semana ela fazia
todo tipo de pudim. Pudim de coco, pudim disso, pudim daquilo, bolo
aqui, bolo ali, sabe. Aprendi a fazer os bolos sabe, então, me casei, e
fui aprendendo com a vida a fazer o que eu sei fazer. Hoje eu faço
tudo. Mas aprendi sozinha, aprendi olhando as pessoas fazendo, e
esse meu empregador me ensinou a cortar o bife. (Violeta).
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Luísa Maria Silva Dantas
Após esta situação, Violeta passou por uma nova agressão, quando a
patroa, com a ajuda de uma amiga e da sobrinha a trancaram em um
quarto, dizendo que ela apenas sairia dali com a demissão assinada.
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
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A gente chama o empregador aqui e conversa com eles, né. Coloca pra
eles as leis quando vêm. Quando não vêm, vai um chamado judicial
mesmo. Tem casos graves que já aconteceram aqui, de pessoas virem
quebradas, que a empregadora bateu com a janela na mão.
Não dá rodo, tem que ficar de joelho dobrado esfregando e passando
prejuízo. Tem muitas domésticas que chegam aqui chorando: Olha,
não dá mais pra aguentar! Eles me pagam um salário tal, um salário
baixíssimo! E exige demais do meu trabalho. Mostram machucados
no joelho. (Violeta).
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
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Luísa Maria Silva Dantas
Eu ajudava. Aí todo mundo saiu uma vez e não tinha quem fizesse a
comida. Isso foi interessante! Aí, pô, mas todo mundo saiu, eu pensei
no almoço: Quem vai fazer o almoço? A menina tinha ido embora pas-
sar as férias e não voltou mais! Arranjaram uma outra, mas não deu
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
certo. Aí eu disse: Eu vou já fazer o almoço! Peguei, tinha tudo lá, né,
eu ficava só olhando, desde cedo eu já, já tava cozinhando. Então, às
vezes, eu varria uma casa, as outras coisas eu não sabia fazer. Aí, eu
digo, vou já fazer o almoço! Peguei o bife, botei no vinhad’alio, peguei
os temperos lá, misturei, a única coisa que eu errei é que eu botei
couve, alface, no arroz, fiz uma salada! Mas o bife, pra primeira vez,
ficou bom! Com o tempo eu fui aprendendo. Eu tinha uns 11 anos já.
Eu fiquei menstruada com 11 anos. Eu era menina, né, aí foi assim, eu
fui me adaptando, eu já estudava à noite, fazia o primário, estudava
com bolsa, o primeiro ano a Liz pagou pra mim, aí eu não passei! Aí
eu fui lá com a freira, aí a freira arranjou uma bolsa pra mim, que eu
estudei todo o primeiro grau, maior e menor, com bolsa. (Julia).
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Luísa Maria Silva Dantas
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
Em uma das vezes que Julia estava indo buscar o filho de um dos fi-
lhos de Liz na escola, foi atropelada e acredita que ficou com algumas
sequelas, pois, alguns anos depois teve que operar um mioma, teve
uma anemia profunda, além de ter problemas de visão e circulação.
Ela avalia que as doenças também fizeram com que ela desistisse de
continuar tentando o vestibular. Ela chegou a fazer magistério, está-
gios em dois colégios, inclusive onde já tinha estudado e foi remune-
rada pelo seu serviço, e deu aulas de reforço para o sobrinho de uma
vizinha, além de alfabetizar uma menina que veio trabalhar na casa
de outra vizinha.
Há alguns anos Julia também passou por uma forte depressão e
avalia: “Devido talvez eu não ter realizado as coisas que eu queria. Tal-
vez eu tenha forçado a mente, né? Não sei o que foi, talvez eu tenha
tendência mesmo a ter esses tipos de coisa. Aí eu tô no tratamento,
melhorei, graças a Deus!”. O tratamento de que Julia fala foi realizado
por um serviço de psicologia da Universidade Federal do Pará e tam-
bém pelo tratamento espiritual que desde então participa em um cen-
tro espírita da cidade.
Além do fato de não conseguir ter realizado seu projeto de vida que
era passar no vestibular no curso de Pedagogia, Julia atribui a eclosão
da depressão à menopausa e às dívidas que adquiriu no cartão de cré-
dito, comprando coisas para os outros e realizando empréstimos.
Desde a cirurgia que Julia realizou, período em que ficou de bene-
fício12, como relata acima, Liz contratou outra funcionária para rea-
lizar as atividades domésticas da casa. Aos poucos Julia foi se
recuperando, e há alguns anos a filha mais nova de Liz retornou à
casa com o marido, depois de mais de vinte anos morando em outra
12
Taxa paga pelo INSS.
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Luísa Maria Silva Dantas
cidade. Sobre esse retorno Julia comenta: “Ah, foi um pouco difícil,
né?! Primeiro que me tiraram do meu quarto, né? Aí fiquei sem o meu
quarto, que era lá da frente. Mas eu cedi, né?!”. Há alguns anos a casa
de Liz foi completamente reformada e financiada pelos filhos. Com
as alterações que foram feitas, Julia ganhou um quarto novo, nos fun-
dos da casa, onde antigamente dormiam os filhos de Liz. Ainda que o
quarto esteja reformado e tenha sido construído um banheiro, ele é
ladeado pela cozinha e a lavanderia, e bastante quente. Entretanto,
após o falecimento do marido, e a filha ter pedido para que a mãe pas-
sasse a dormir com ela em seu quarto, Julia dorme agora no quarto
de Liz.
No início, a outra funcionária permaneceu, mas atualmente é ape-
nas Julia que voltou a realizar todas as atividades domésticas, além
de dar banho e cuidar de Liz, atualmente com 98 anos. Sobre o seu
cotidiano:
De manhã cedo quando eu acordo, ligo logo o rádio pra ver as notí-
cias. Normalmente, eu acordo 5h30, 6h. Eu não gosto muito de polí-
tica, não! Eu acho que política é uma, muito mentira! Faço café,
arrumo a mesa, aí pego o meu filho [cachorro], vou dar a volta. O meu
filho Feliz, o Sou Feliz, dar uma volta. Depois tomo banho, vou, aí
tomo o meu café, né? Aí dou banho na Liz, arrumo ela todinha pra ela
fazer a fisioterapia. Às vezes vou pagar conta, no shopping, às vezes,
vou no comércio. É assim, sempre tem uma, nunca, só vou, quando
eu me sento numa cadeira de noite, é pra dormir!
A faxina é só uma vez na semana! Hoje eu teria que ter feito, mas
como não deu, eu fui pro supermercado. A faxina que eu faço é assim,
passo o pano na casa, por exemplo, o banheiro da velha Liz, da Liz, eu
limpo todo dia, porque quando ela termina de tomar banho eu passo
a vassoura, eu passo, limpo o vaso, todo o tempo o banheiro dela tá
limpo e arrumado. Por causa da fisioterapeuta que vai três vezes na
semana. Então o banheiro fica todo arrumado.
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
Julia diz que gosta muito de fazer compras, passear no shopping e es-
cutar música. A primeira vez que voltou ao interior, depois que ficou
na casa de Liz, foi depois de oito anos! Ela argumenta que é porque
era pequena e que depois foi se acostumando e gostando da cidade e
já tinha medo que a sua mãe não quisesse que ela retornasse. Com o
dinheiro decorrente do seu trabalho ela ajudou a comprar uma casa
para a mãe e também cuidou dela durante algum tempo após esta so-
frer um derrame. Ela avalia que foi bom ter ido para a cidade, pois se
tivesse ficado no interior provavelmente estaria cheia de filhos, que
também nunca os teve por não querer ter filhos na casa de terceiros
e necessitar ouvir desaforos. Gosta de passar férias e ir para a praia da
cidade de origem, mas não pensa em retornar quando se aposentar.
Dentre as atividades que realiza, Julia diz que o que mais gosta de
fazer é cozinhar e o que menos gosta é lavar panelas e tirar poeira
dos objetos.
Refletindo sobre a sua condição na casa, Julia alega que sempre
teve diferença e desigualdade dela em relação aos filhos biológicos
de Liz, apesar de considerá-los como uma segunda família. A situação
que mais a incomodava era quando em momentos de raiva, sua ma-
drinha de crisma dizia que a casa não era dela. Quando isto acontecia,
ela diz que tinha vontade de arrumar suas coisas e ir embora. O que
ela ainda não fez, mas pretende fazer, já que com o benefício do INSS
durante a sua enfermidade e também a renda que os filhos de Liz lhe
dão, conseguiu comprar um terreno decorrente de uma ocupação e
vem construindo sua casa há dez anos, com o modelo bem parecido
à antiga casa de Liz e utilizando várias coisas como pias e guarda-rou-
1075
Luísa Maria Silva Dantas
pas que foram doados, onde pretende ir morar depois que a madri-
nha fechar os olhinhos:
Mas um dia eu disse: eu ainda vou ter a minha casa! E foi, por isso,
que eu batalhei e construí a minha casa, agora eu posso levar quem
eu quiser na minha casa! Ninguém vai dizer: essa aqui não é a tua
casa! Isso foi um capricho que eu acho que todo mundo deve pensar
como eu. Deve aguentar a barra, estudar, devia trabalhar e procurar
ter a suas coisas e não mexer nas coisas dos outros, não é roubar as
coisas dos outros, trabalhar com dignidade, porque aí Deus ajuda!
Acho que todo mundo devia ver o trabalho nesse sentido. Eu vou con-
seguir ter as minhas coisas! Não invejar as coisas dos outros. (Julia).
Julia diz que quando finalizar a sua casa pretende mostrar para os
amigos o que conseguiu e também realizar capacitação, ou seja, cur-
sos de culinária para pessoas que querem trabalhar como doméstica,
mas que não sabem cozinhar, ou nada além de arroz e feijão. Outra
possibilidade que ela conjectura seria formar uma equipe para ofe-
recer serviços de buffet e decoração para festas. Ao final de nossa en-
trevista, ela disse:
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
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Segundo a OIT, com relação ao direito à privacidade e inspeção do trabalho, a Con-
venção Nº 189 sugere que os países deverão formular e colocar em prática medidas de
maneira autônoma (Convenção Nº 189, 2014, p. 4).
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Luísa Maria Silva Dantas
tência e estratégia para uma vida digna. Contudo a ampliação dos di-
reitos, produzida por longa luta política, um governo preocupado
com as questões sociais e o auxílio de agências internacionais, tem
possibilitado uma nova maneira de se perceberem e colocarem-se no
mundo.
Para as empregadoras, ainda que todas reconheçam na nossa pes-
quisa a importância da aquisição de direitos das trabalhadoras, per-
cebemos uma lenta adaptação com um trabalho que antes era
composto de grande disponibilidade, que agora seja limitado. Junta-
mente à formalização do trabalho, as empregadoras receiam que as
trabalhadoras não amem mais suas crianças, ainda que nunca te-
nham se interessado pelos filhos das trabalhadoras.
O receio da profissionalização pode estar vinculado à menor afe-
tividade na relação de trabalho, o que irá diminuir a margem de ma-
nobra das empregadoras, posto que muitas domésticas permanecem
em empregos precários devido aos vínculos que possuem com as
crianças ou adultos que viram crescer nas casas. Por isso, a limitação
da jornada, a obrigatoriedade do salário mínimo, do fundo de garan-
tia, da aposentadoria, as políticas de promoção de moradia e a parti-
cipação no sindicato das trabalhadoras domésticas se constituem
como medidas e espaços fundamentais para a emancipação dessas
mulheres pretas pobres e para o alargamento de seus campos de pos-
sibilidades e maior autonomia nos processos de negociação com suas
empregadoras.
É importante que sublinhemos o papel dos sindicatos na longa
trajetória por conquista de direitos e valorização do trabalho domés-
tico. Ainda que com um número reduzido de trabalhadoras e com
parcos recursos financeiros, são lugares de resistência e (re)existên-
cia, em que a maioria das domésticas podem acessá-lo primeiramente
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As metamorfoses do trabalho doméstico remunerado e/ou realizado
Referências
Assis, M. de (2004). Casa velha. Rio de Janeiro: 7Letras. (Obra original pu-
blicada em 1885)
1085
Luísa Maria Silva Dantas
Davis, A. (1981). Women, Race and Class. Nova Iorque: Vintage Books.
Devetter, F.-X. (2008). Les temps de travail professionnels et les temps des
enfants. Em B. Le Bihan e C. Martin (Orgs.) Articuler vie familiale et vie
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Queiroz, E. de (1980). O primo Basílio. São Paulo: NBL Editora. (Obra origi-
nal publicada em 1878)
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teórico metodológicas para pensar trabajos
invisibilizados en Argentina*
Introducción
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La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) es una herramienta estadística que todos
los años realiza, en Argentina, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. El rele-
vamiento se lleva a cabo en los principales aglomerados del país y permite seguir de
manera más sistemática la evolución de algunos indicadores socio-económicos. Cabe
destacar que no existen datos dentro de la Encuesta Permanente de Hogares que per-
mitan reflejar qué porcentaje de identidades disidentes se desempeñan en estos sec-
tores. Estos instrumentos estadísticos, aún mantienen el binarismo en la confección
de los instrumentos y en la recolección de datos. Es una deuda del Estado desnatura-
lizar este binarismo de género dentro de sus estructuras.
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Régimen de Contrato de Trabajo. Ley 20 744 sancionada el 11 de septiembre de 1974
y modificada el 5 de mayo de 1976 (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos…, 1976).
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“¿Qué ves cuando no me ves?”: claves teórico metodológicas para pensar trabajos
Pese a que la ART contemplaba la licencia durante diez días por acci-
dentes en el trabajo, M., luego de la suspensión, fue desvinculada de
la empresa. Ella fue testigo de otra situación similar, en otro espacio
de trabajo distinto al del relato anterior:
Entrevistadora: Me contaste una a vez que a una chica la trataban mal
ahí. ¿Me querés contar bien cómo fue eso?
P.: Sí… porque la encargada quería que limpiáramos… era un edificio
viejo, que es R. Y quería que limpiáramos todo lo que es zócalos, ar-
rodilladas y con esponjas de acero. Entonces, a la otra chica la hizo
4
Esto no quiere decir que las trabajadoras no encuentren formas de resistir cotidia-
namente a las duras condiciones de trabajo que les son impuestas, robar tiempo al tra-
bajo es una de las formas más comunes que hemos podido identificar.
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5
Para un recorrido por algunas formas de eufemización de la disciplina en las empre-
sas automotrices, véase (Capogrossi, 2017).
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“¿Qué ves cuando no me ves?”: claves teórico metodológicas para pensar trabajos
6
Nos estamos refiriendo a los salarios extremadamente bajos, donde un porcentaje
importante está compuesto por presentismo y asistencia perfecta; a la realización de
horas extras que no son remuneradas; a malos tratos y castigos; a la imposibilidad de
tomar vacaciones libremente, etc.
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“¿Qué ves cuando no me ves?”: claves teórico metodológicas para pensar trabajos
Después preparar la comida para el otro día, o sea, dejar más o menos
la comida, hacer las compras, dejar organizado... las cosas de la casa.
(Entrevista a M., cuarenta y seis años, operaria de limpieza, trabaja
desde hace catorce años en el sector, Córdoba, marzo de 2018)
7
Para tener una perspectiva acerca de algunas dimensiones teóricas y metodológicas
sobre trayectorias laborales se pueden consultar los trabajos de Longo, 2011 y de Muñiz
Terra, Roberti, Deleo y Hasicic, 2013.
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Estar “en blanco” supone que existe un acuerdo formal firmado entre las partes. No quiere
decir, necesariamente, que las empresas respeten todas las normativas que establece el de-
recho laboral, como lo demuestran los relatos de nuestras entrevistadas cuando señalan
haber firmado papeles en blanco junto al contrato, al inicio de la relación laboral.
1116
“¿Qué ves cuando no me ves?”: claves teórico metodológicas para pensar trabajos
J.: […] y lo que no me gusta […] es el maltrato psicológico, por ahí, la di-
ferencia entre un empleado de tal lugar con el de la limpieza…
E.: ¿Y en qué cosas les hacen notar las diferencias?
J.: Y, por ahí […] en el tema […] de cuando desaparecen las cosas. En el
tema de que por ahí no se valorice tampoco…
E.: ¿Lo que una hace?
J.: Claro, porque yo soy consciente de que nosotras si bien estamos
para limpiar, hay gente que no… Por decirte, en un baño, ya sea de
hombres o mujeres […], el hecho de que por ahí te encontrás con…
¿viste que te escriben cosas?: que no seamos tan sucias, que limpie-
mos, y se olvidan de la persona que está acá…
E.: ¿Les dejan mensajes a ustedes escritos en los baños?
J.: Sí, sí. Así como lo ves. En X, o sea que no es que va cualquiera… son
universitarios […] Y ni hablar de las cosas que nos hacen, por ejemplo,
de tirarnos las toallitas abiertas, sucias, de pegarnos en la pared. De
que a lo mejor tuvo diarrea y lo dejó todo cagado al inodoro. O sea,
son muchas cosas que por ahí uno dice “Si, porque las negras de la
limpieza”, ¿viste?, o “las minas de la limpieza”, pero vos te olvidás que
[...] te sentás en un inodoro limpio gracias a mí. O sea, yo me tengo
que comer los olores, yo me tengo que comer [...] que en muchas oca-
siones, nosotras tiramos mucho cloro y […] se levanta… Por ejemplo,
los hombres te orinan… no orinan en el migitorio [sic.], sino que te ori-
nan en la pared… O sea, de salir descompuesta, pero tenías que lim-
piarlo profundamente ¿entendés? Eso sí me molesta muchísimo. Esa
desvalorización del trabajo nuestro.
E.: Me decís que les escriben cosas… ¿y qué les escriben?
J.: Y… te putean, porque a lo mejor está sucio…
E.: ¿Y cómo saben que es para ustedes?
J.: Porque te dicen “Para las negras de la limpieza”, “Para las minas de
la limpieza” o “Che, podrían limpiar más seguido” y se olvidan que
por ahí en X, de las seis personas a lo mejor hay tres para todo X, ¿en-
tendés? y tiene que salir todo. (Entrevista a P., veintiocho años, opera-
ria de limpieza, se desempeña desde hace ocho años en el sector,
Córdoba, octubre de 2018)
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Es necesario señalar que no hay un supervisor/a por “servicio”, salvo en los espacios
de gran dimensión y con varios/as operarios/as. En general, aquellos/as van reco-
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rriendo diferentes lugares y controlando las actividades realizadas por los y las traba-
jadores/as de categorías más bajas.
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Consideraciones finales
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Referencias
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Leite Lopes, J. S. (2011). El vapor del diablo. El trabajo de los obreros del
azúcar. Buenos Aires, Argentina: Antropofagia.
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“¿Qué ves cuando no me ves?”: claves teórico metodológicas para pensar trabajos
Muñiz Terra, L., Roberti, E., Deleo, C. y Hasicic, C. (2013). Trayectorias la-
borales en Argentina: una revisión de estudios cualitativos sobre mujeres
y jóvenes”. Revista Lavboratorio, 14(25), 57-79.
1125
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Soni-Sinha, U. y Yates, Ch. (2013). Dirty Work?: Gender, Race and de Union
in Industrial Cleaning. Gender, Work and Organization, s/d.
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en la periferia urbana de Córdoba
(Argentina): la centralidad del trabajo
comunitario remunerado
Introducción
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Los cuidados, en tanto categoría polisémica, fluida, compleja (Borgeaud-Garciandía,
2018), permite reflexionar sobre todas aquellas actividades que sostienen la vida coti-
diana, sean remuneradas o no. En palabras de Faur (2014), el cuidado es una actividad
vital para el bienestar de la población y una parte esencial de una organización social
y política en la que intervienen, además de sujetos individuales, instituciones públicas
y privadas (p. 14).
2
En referencia a que los ingresos no llegan a cubrir el mínimo requerido para una
subsistencia digna.
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Recorridos metodológicos
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Los nombres de las personas que figuran en este capítulo han sido modificados para
preservar su anonimato.
4
Ese censo forma parte de las actividades del STAN 4288 (2019), aprobado por el Co-
nicet, para realizar censos de viviendas, hogares, población y sus características mi-
gratorias.
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Esta organización, que mantiene sedes en distintos países de América Latina, viene
trabajando en Argentina desde el año 2003. La organización no gubernamental lati-
noamericana Techo define conceptualmente a los asentamientos informales como
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Entendemos por segregación espacial “la desigual distribución espacial en la ciudad de
distintos grupos sociales, definidos sobre todo en términos de clase o estratos sociales,
pertenencia étnica, características raciales y preferencias religiosas” (Duhau, 2013, p. 80).
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Este conversatorio fue transcripto y publicado en Perissinotti y Zenklusen, 2016.
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Ana: Para llegar a mi trabajo, en la zona norte, allá por Villa Allende,
me tenía que tomar todos los días dos colectivos y no te cuento las es-
peras de los colectivos en las paradas. Eran muchas horas, entre el
trabajo y los viajes y el sueldo no me rendía.
A.: El más chico iba a la guardería, la que está en el otro barrio porque
acá todavía no estaba la Sala Cuna y el otro a la escuela, después los
cuidaba una vecina y yo le tenía que pagar. Y el sueldo no me rendía.
Ahora me conviene cobrar el Salario y trabajar en la copa de leche
acá en el barrio,10 no me tengo que mover y no gasto más en alguien
para cuidarlos. (Ana, cuarenta y dos años, 8 de junio de 2018)
9
Para ampliar sobre el lugar que ocupa la espera en la vida de los sectores populares
véase Auyero, 2013.
10
Para ampliar sobre el lugar que ocupa la espera en la vida de los sectores populares
véase Auyero, 2013.
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Mujeres peruanas y trayectorias laborales en la periferia urbana de Córdoba
11
Barrio ubicado en la zona norte de Córdoba.
12
Esta cifra se potencia si se tiene en cuenta que en un censo que realizamos en el ba-
rrio en abril de 2014, es decir, cinco años antes de este nuevo censo, el trabajo comu-
nitario no figuraba entre las actividades remuneradas de las mujeres del barrio. Para
mayor información sobre los resultados de ese censo, véase Magliano, Falcón, Stang,
Perissinotti, Zenklusen, Dalmasso, Beltramone, Cano, Rivero y Sánchez, 2015.
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Mujeres peruanas y trayectorias laborales en la periferia urbana de Córdoba
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lidad” (Fernández Álvarez, 2018, p. 22), a la vez que indagan en las es-
trategias que despliegan los sujetos colectivamente en pos de asegu-
rar la sostenibilidad de la vida. El trabajo comunitario puede
concebirse como una de esas estrategias, promovido desde el Estado
y resignificado como un trabajo por quienes lo desempeñan.
La participación activa de las mujeres en la acción colectiva ba-
rrial, como la comunitaria, posee larga data en la región. Desde me-
diados del siglo XX, un amplio conjunto de estas mujeres cumplió un
rol protagónico en la etapa de construcción de las viviendas y de ob-
tención de los servicios públicos colectivos (Jelin, 2010).13 En Argen-
tina, en concreto, desde la última década del siglo XX y especialmente
desde inicios de este siglo, estas prácticas se expandieron involu-
crando actividades vinculadas con el cuidado comunitario. Así, co-
menzaron a proliferar espacios como comedores, copas de leche,
guarderías, todos ellos autogestionados por mujeres que han funcio-
nado como paliativos frente al recrudecimiento de las desigualdades
sociales.
En nuestros primeros acercamientos al barrio, estas actividades
eran no remuneradas. Conforme se fue consolidando el barrio, se am-
pliaron las beneficiarias de las políticas sociales, siempre para la re-
alización de tareas comunitarias asociadas a los cuidados. La puesta
en funcionamiento de estas políticas se nutren de las redes vecinales
que, previo a su implementación, habían surgido como una forma de
atenuar las múltiples carencias presentes en esos espacios (Magliano
y Perissinotti, 2019). De este modo, la mayoría de las mujeres que se
13
Es importante subrayar que Perú resultó uno de los países pioneros, allá por los años
ochenta, en promover la apertura de comedores populares en los barrios populares
para tratar de resolver las necesidades alimentarias de sus poblaciones. Según indican
Blondet y Montero (1995, p. 19), estos comedores aparecen en la medida en que se
agrava la crisis económica y el Estado se repliega de su función social.
1144
Mujeres peruanas y trayectorias laborales en la periferia urbana de Córdoba
14
En 2016 el gobierno de la provincia de Córdoba creó la Red Salas Cuna, un programa
que consiste en la apertura de salas de cuidado infantil públicas y gratuitas para niños
de cuarenta y cinco días a tres años, ubicadas en áreas relegadas urbanas y gestionadas
a través de una ONG a la cual el Estado le otorga un subsidio mensual en base a la can-
tidad de niños que asisten. El Por Mí, por su parte, es un programa de doce meses de
duración, destinado a la inserción laboral de mujeres de sectores vulnerables en la
provincia de Córdoba. Se plantea un doble objetivo: primero, fomentar la formación
educativa de las mujeres desempleadas que cuenten con la edad de veinticinco años
cumplidos al momento de iniciar la práctica laboral, o bien de mujeres de dieciocho a
veinticinco años con hijos a cargo; segundo, impulsar el acceso a prácticas laborales
que les permitan capacitarse y lograr experiencia para enfrentar al mercado laboral
formal en el futuro.
15
Aquellas mujeres que trabajan en la Sala Cuna tienen, además, quince días de vaca-
ciones en enero.
1145
María José Magliano
16
En el caso de la costura, la modalidad de trabajo es a destajo: se acuerda previamente
un precio por cada prenda producida: cuanto más rápido se termina con la elaboración
de la prenda más rápido se cobra el dinero. Esto deriva en jornadas laborales intermi-
nables que reproducen formas de explotación laboral.
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María José Magliano
de que estoy capacitada para estar con los niños. También tengo ese
para ver si tengo alguna relación con algún antecedente penal, sexual,
para poder estar, y me salió todo negativo, así que también por eso
estoy acá. (Elisa, veintitrés años, 22 de diciembre de 2018).
al comienzo, como eran las chicas jóvenes, decían –las madres de los
niños que asisten a diario– que por qué no vienen algunas especiali-
zadas, que no sé qué, con título. Y ahí les enseñamos, “ellas tienen cer-
tificado”, le digo, “de la Secretaria, que han estudiado y están
capacitadas para cuidar chicos”. “Ay, ¿a ver?”, y todas les enseñaron
los certificados y se quedaron tranquilos. (Cecilia, cuarenta y cuatro
años, 22 de diciembre de 2018)
17
Véase Ministerio de Promoción del Empleo y de la Economía Familiar, s/f.
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Conclusiones
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María José Magliano
franquear para sus habitantes, en especial para las mujeres. Cada vez
más, sus vidas (incluyendo sus trabajos) y las de sus hijos se ciñen al
interior de esos espacios.
Referencias
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Trabajo, género y servidumbre.
La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar en
Cotacachi, Ecuador
Introducción
otro lado, lo doméstico “remite a domus, que en latín significa no solo casa, sino tam-
bién a la idea de dominación del esclavo por parte del amo” (Durin, 2017, p. 26).
1162
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
2
Para Séverine Durin, el término criada es el que se utiliza para “ceder temporalmente
la crianza de una hija a una familia diferente a la nuclear, de la cual se espera garantice
techo y manutención a cambio de que la niña se encargue de las labores domésticas”
(Durín, 2017, p. 293).
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
3
El trabajo de campo en este período es parte de la investigación realizada en la maes-
tría en Antropología Visual en Flacso-Ecuador titulada “Construcción de subjetividades
femeninas en entornos domésticos poscoloniales del cantón Cotacachi: invisibiliza-
ción, autonomía y trabajo con la imagen” de Cristina Vera Vega. En esta investigación
se analizaron las historias de vida de Juana Cumba, Dolores Morales y Magdalena Ja-
ramillo, tres mujeres trabajadoras del hogar ubicadas en la casa de la familia materna
de la investigadora cuando eran niñas, entre las décadas de los cincuenta y setenta.
4
El trabajo de campo en este período es parte de la investigación doctoral de Cristina
Vera Vega, que se llevó a cabo gracias al apoyo del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social (CIESAS- CDMX), del Instituto Francés de Estudios
Andinos (IFEA) y de una estancia de investigación en FLACSO- Ecuador dirigida por
la Dra. Cristina Vega Solís.
1164
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
El punto de partida para dar cuenta del empleo de hogar infantil son
los debates sobre la continuidad del colonialismo. Tras el fin de la co-
lonia se actualizan las relaciones de dominación previas, entre ellas
las raciales y sexuales (Quijano, 2000, Lugones, 2014, Segato, 2013b).
El concepto de colonialidad alude justamente al ejercicio ininterrum-
pido de clasificación de la población de América bajo una “supuesta
diferente estructura biológica que ubica a los conquistados en situa-
ción natural de inferioridad respecto de los conquistadores” (Quijano,
2000, p. 115). Esta clasificación fundante influyó en todos los ámbitos
cotidianos incluido el trabajo. De esta manera, se entendía que el tra-
bajo no pagado debía ser realizado por los conquistados en la medida
en que se trataba de seres racialmente inferiores. Tal y como se ha se-
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
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Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
Diferentes son los nombres con los que se ha definido la entrega in-
fantil para el trabajo del hogar en América Latina. Criadas, 5 pania-
guadas, 6 entenadas en el caso mexicano. Muchachas y chinas, en
Argentina. Cholitas y cholitos domésticos, en Perú. Muchachas, ahijadas,
longas, wayrapamushkas (hijos/as del viento), wiñachiskas (criadas
por), en Ecuador. Estos apelativos cotidianos revelan el carácter
común que la práctica reviste en la región.
Buena parte de la literatura sobre trabajo infantil para el hogar
ha pivotado en torno al concepto de circulación infantil, “procesos va-
riados en los cuales los y las menores son deslocalizados o se deslo-
calizan en y/o entre casas de diferentes cuidadores/as” (Fonseca et
al., 2012). Para Suzanne Lallemand existen varias formas de circula-
ción infantil: la crianza, la guardianía temporal, la adopción nominal,
simbólica y por ley, los infantes comprometidos (el acreedor adopta
al hijo del deudor cuando no puede pagar su deuda), la compra de in-
fantes, etc. (Lallemand, 1993, p. 48). Otros fenómenos, como el despla-
zamiento en el seno de la familia extensa, el acogimiento en
situaciones de conflicto o desastre, el originado por condiciones eco-
nómicas difíciles o la adopción internacional, también forman parte
de la circulación. 7 Para Séverine Durin, si bien tales entregas consti-
5
Para Séverine Durin el término criada es el que se utiliza para “ceder temporalmente
la crianza de una hija a una familia diferente a la nuclear, de la cual se espera garan-
tice techo y manutención a cambio de que la niña se encargue de las labores domés-
ticas” (Durin, 2017, p. 293).
6
Término utilizado para referirse al sirviente de una casa. Literalmente, significa:
“que recibe pan y agua, pero también alimentación, vestimenta y, en algunos casos,
salario”.
7
“Con la globalización del fenómeno, las y los investigadores fueron obligados a redi-
mensionar su objeto de estudio. Las discusiones sobre la circulación debían, de aquí en
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
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Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
Son chicos o chicas indios, cholos, negros o mulatos, desde cinco a ocho
años y doce años de edad, que se los tienen en parte como compañeros
de juegos y como sirvientes de los niños, en parte también para que
hagan tantas cosillas como su edad lo permita. Se los tiene en la casa
con el propósito de educarlos para sirvientes del hogar cuando lleguen
a la edad apropiada. Cuando se los cría en la familia desde muy niños
se los llama guiñachiscas... Los padres de estas longas y guambras tie-
nen la costumbre de venderlas a precios irrisorios. No se trata de una
venta en el sentido literal de la palabra, sino de un pago de algunos dó-
lares a los padres, por la cual se les puede convencer de que cedan a sus
hijos como aprendices hasta que sean mayores… Las partes se presen-
tan frente al jefe de policía, quien le pide el nombre y la edad a la madre,
preguntándole si está casada o no, si el niño es legítimo o ilegítimo, su
nombre y edad y el nombre del padre. Después de contestar estas pre-
guntas, el jefe de policía hace que la madre declare su intención de en-
cargar a su hijo, y, debido a que estas mujeres son casi completamente
analfabetas, uno de los testigos firmará a su nombre y pedido el docu-
mento correspondiente. El patrón le da a la longa comida y vestido (ge-
neralmente muy pobre), pero no la educa ni le paga… (Hassaurek, 1867
citado en Ramón Valarezo, 2017, p. 18)
1172
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
9
El sistema del huasipungo consistía en la cesión de una pequeña parcela de tierra que
hacía el patrono al trabajador agrícola para que este levantara en ella su vivienda, la culti-
vara con su familia y se pagara con sus frutos las horas de labor que entregaba al dueño de
la hacienda (Ramón Valarezo y Torres, 2004). Arrimados: Campesinos mestizos vinculados
a las haciendas, no recibían salario sino una parcela de tierra, a cambio del trabajo gratuito
para la hacienda por cinco días a la semana.
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Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
Para tener una idea de los censos entre 1962 y 1990 nos apoyaremos
en la investigación “Estudio sobre el trabajo remunerado y no remu-
nerado del hogar en niñas y adolescentes en Ecuador”. En este tra-
bajo, se menciona que el porcentaje de niñas de 12 a 14 años que
laboraron en los quehaceres domésticos en 1962 se ubicó en el 20 %.
En el Censo de 1983, a pesar de que el Ecuador ya había ratificado va-
rios instrumentos internacionales que prohibían la servidumbre, se
registraron un 23 % del total de adolescentes entre 12 y 17 años que
realiza quehaceres domésticos. El Censo de 1990 refiere que un 14 %
de niñas de 8 a 17 años realizaron actividades de quehaceres domés-
tico” (OSE, 2020, p. 78) .
En el Censo del 2001 se registró 718.485 niñas, niños y adolescentes
de 5 a 17 años en situación de trabajo infantil, es decir, el 20 % de esta
población en Ecuador, el 63 % provenía de sectores indígenas. El tra-
bajo doméstico infantil era realizado por 21.543, el 3 %, en su mayoría
niñas.
La manera de contabilizar el trabajo doméstico realizado durante
seis décadas fue muy variada. Se pasó de catalogar a las personas que
realizaban estas tareas como sirvientas, a personas que realizan que-
haceres domésticos. La edad de medición también han sido cam-
biante. Es a partir del 2001 que la variable de auto identificación se
comienza a preguntar. Nos adherimos a la postura que sostiene que
existe un subregistro, en las últimas décadas debido entre otras cosas
a la prohibición legal del trabajo infantil (Ramón Valarezo 2017)
La figura de colocación familiar estuvo vigente hasta la expedición
del Código de Menores de 1976. La consignación doméstica fue elimi-
nada en la reforma del Código de Trabajo de 1978. En esta misma nor-
mativa se prohibió el trabajo “por cuenta ajena a los menores de 14
años, “con excepción de lo dispuesto en los capítulos ‘Del servicio domés-
1177
Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
tico’ y ‘De los aprendices’” (Código de Trabajo, 1978, p. 26) esta excepción
continuó vigente hasta el Código de Trabajo de 1997. 10
En septiembre de 2000, el país ratificó el Convenio 138 sobre la
“Edad Mínima de Admisión al Empleo”, 11 así como el Convenio 182
sobre “Las Peores Formas de Trabajo Infantil” de la Organización In-
ternacional del Trabajo (OIT), 12. Con estas ratificaciones Ecuador in-
10
Art 274: “Alimentación, albergue y educación del doméstico: Aparte de la remune-
ración que se fije, es obligación del empleador proporcionar al doméstico alimentación
y albergue, a menos de pacto en contrario, y además dentro de sus posibilidades y de
la limitación que impone el servicio, propender de la mejor manera posible a su edu-
cación. Si es menor impúber estará el empleador obligado a darle instrucción prima-
ria” (Código de Trabajo, 1997, p. 28).
11
Convenio 138 y Recomendación 146 “sobre la edad mínima de admisión al empleo”
(1973): concibe al Trabajo peligroso (Art. 3.1 y 3.3) como “Todo tipo de empleo o trabajo
que por su naturaleza o las condiciones en que se realice pueda resultar peligroso para
la salud, la seguridad o la moralidad de los menores” Define además al Trabajo ligero
(Art. 7. 1): “La legislación nacional podrá permitir el empleo o el trabajo de personas de
trece a quince años de edad en trabajo ligeros, a condición de que éstos: a) no sean sus-
ceptibles de perjudicar su salud o desarrollo; y b) no sean de tal naturaleza que puedan
perjudicar su asistencia a la escuela, su participación en programas de orientación o
formación profesional […] o el aprovechamiento de la enseñanza que reciben”
(Convenio C138, 1973, p. s/n.) (Recomendación R146, 1973, s/n).
12
Convenio 182 y Recomendación 190 “sobre las peores formas de trabajo infantil”
(1999): en su Art. 2, plantea que “A los efectos del presente Convenio, el término “niño
- niña” designa a toda persona menor de 18 años”. En su artículo 3 define a las peores
formas de trabajo infantil (PFTI) como: a) Todas las formas de esclavitud o prácticas
análogas como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condi-
ción de siervo, el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u
obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados; b) La utilización, el reclu-
tamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o ac-
tuaciones pornográficas; c) La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para
la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupe-
facientes; y d) El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a
cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños” (Convenio
C182, 1999. s/n) (Recomendación R190, 1999).
1178
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
13
En esta normativa se prohíbe la modalidad “puertas adentro” del trabajo del hogar.
El Art. 6 del Anexo 2 del CNNA, establece que: “De conformidad con el Art. 82 del Có-
digo de la Niñez y Adolescencia, “se fija en quince años la edad mínima para todo tipo
de trabajo, incluido el servicio doméstico, con las salvedades previstas en este Código,
más leyes e instrumentos internacionales con fuerza legal en el país”. (2003, 16).
14
Convenio 189 y Recomendación 201 sobre las trabajadoras y los trabajadores do-
mésticos (2011). En su Art 1 define: “(a) la expresión trabajo doméstico designa el trabajo
realizado en un hogar u hogares o para los mismos; (b) la expresión trabajador domés-
tico designa a toda persona, de género femenino o género masculino, que realiza un
trabajo doméstico en el marco de una relación de trabajo”. En su Art 3 Inc. 2 plantea:
“Todo Miembro deberá adoptar, en lo que respecta a los trabajadores domésticos, las
medidas previstas en el presente Convenio para respetar, promover y hacer realidad
los principios y derechos fundamentales en el trabajo”, entre ellos, la abolición efectiva
del trabajo infantil (Convenio C189, 2011, s/n) (Recomendación R201, 2011)
1179
Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
1180
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
15
Mayordomo: trabajador o encargado principal del cuidado y producción de una ha-
cienda. En Cotacachi, este cargo, habitualmente, era ejercido por hombres mestizos.
16
El padre/madre, por la obligación del ritual católico, buscará a través de criterios de
su elección personal un padrino/madrina para su hijo/hija, vínculo que creará una re-
lación de compadrazgo. En estos cruces se establecen intercambios de bienes y servi-
cios que son mutuos, pero asimétricos, legitimando en la cotidianidad relaciones de
poder.
17
“En el Sagrario, Tunibamba, Talchigacho, Itaqui, Piava, Ocampo, La Compañía, San
Nicolás, Estercita, Santa Rosa, Santa Rita y El Carmen. En la parroquia de San Fran-
cisco se ubicaban las haciendas: El Rosario, La Banda, San Miguel, La Calera y La
Quinta” (Albuja, 1962, pp. 235-236).
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18
Para reconstruir la historia de la hacienda de Tunibamba se entrevistó a Rafael Pérez,
Milton Guandinango y Mercedes Sánchez.
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Me acuerdo de una mayorcita, tenía dos hijas, como era muy pobre y
no sabía cómo conseguir la comida, había cambiado con maíz a la
hija. La hija se llamaba Nicolasa. Entonces la propietaria de la ha-
cienda Tunibamba la había llevado a Otavalo. (Entrevista a Rafael
Pérez, líder comunitario, fotógrafo y trabajador de ex hacienda Tu-
nibamba, Cotacachi, febrero del 2016).
19
La modernización de la hacienda en la zona andina buscó un cambio en la orienta-
ción productiva (productos de exportación como espárragos, la creación de agroin-
dustrias, la ganadería de leche y últimamente la producción de flores), disminuyó el
tamaño de las propiedades (quedándose con la parte más productiva con riego y plana)
y cambió las relaciones sociales (se generalizó el salario y las formas de gestión capi-
talista (Ramón, 2012, p. 66).
1186
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
Las más perjudicadas en esas dinámicas fueron las mujeres, que de-
bieron enfrentar procesos de discriminación y exclusión en el mer-
cado laboral urbano, asistiendo a un quiebre de los lazos sociales con
sus comunidades de origen. La vía más directa de incorporación de
1188
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1189
Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
fue en ese mismo día que fue a dejarme donde mis padrinos o al otro
día. Entré [...] y salió una señora (madrina) que me metió adentro y
me ofreció café. Yo como andaba con hambre fui cuando me dio ca-
fecito y ahí quedé. Cuando iba a salir ya no estaba mi papá. (Entrevista
a Dolores Morales, trabajadora del hogar, Cotacachi, junio de 2017)
Imagen 4. Juana y Dolores cuidan a los niños de la familia en la que fueron colo-
cadas en la década de los setenta.
1190
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Por ningún motivo permitiría el patrón que una de sus pupilas tu-
viera este tipo de “comportamientos”; la “reputación”, no solo de esta
mujer, sino la de toda su familia, estaba en riesgo.
Entonces Dolores se apoyó en la red de amigas que construyó en
la escuela nocturna, gracias a las cuales consiguió varios trabajos en
el servicio doméstico sin salario fijo ni seguridad social, separándose
definitivamente de la familia con la que creció. A finales de los años
noventa, decidió buscar a su padre Francisco; después de su mudanza
a Quito no volvió a tener noticias de él. Lo encontró en un bus cerca
de Cotacachi y luego se trasladaron a la nueva casa de Don Francisco
en la comunidad de Alambuela. En este lugar conoció a la nueva fa-
milia de su padre, a su madrastra y sus dos hermanos. Ella y su padre
conversaron con la ayuda de Tránsito, su hermana, ya que Don Fran-
cisco apenas habla español y Dolores no sabe kichwa. A partir de este
reencuentro, esta mujer visita a su familia cada mes. Actualmente,
tiene treinta años de experiencia en el sector doméstico, obtuvo su
afiliación hace menos de cinco años, con la incorporación de una
normativa pública que regula y obliga a proteger a las trabajadoras
del hogar. 20
De las trece mujeres entrevistadas que migraron a Quito a traba-
jar en el servicio doméstico, solo Dolores cuenta con seguridad social
y salario fijo. La mayoría de las entrevistadas vivieron en la casa de
sus empleadores hasta casarse y tener hijos. Las que se quedaron en
Quito se asentaron en barrios periféricos, generalmente al norte de
la ciudad, y continuaron trabajando en casas bajo la modalidad de
20
En junio de 2011, se aprueba el Convenio 189 y la Recomendación 201 de la Organi-
zación Internacional del Trabajo (OIT), los cuales reconocen al trabajo doméstico (re-
productivo) remunerado como un trabajo con los mismos derechos que otros trabajos
considerados “productivos”, con lo cual se marca un hito en la vida de trabajadoras y
trabajadores domésticos (Moya, 2015, p. 81).
1192
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
21
Tal y como revelan Vega, Marega y Saltzmann, los testimonios de las comerciantes
de calle ponen de manifiesto la memoria del servilismo en la ciudad: “Aquí se pasa
tranquila porque cuando uno trabaja de empleada, a uno le gritan; ¡Que haga esto, que
haga esto! Así es que nos hablan a nosotros y si es posible nos quieren pegar, y entonces
aquí en cambio, vuelta, no nos dice nada, nadie, porque es trabajo de uno. Yo si quiero
desgrano y si no quiero no desgrano, ese es mi problema, ya no me dice nadie nada.
En cambio, trabajar de empleada es duro, o sea, si no hace una cosa le hablan, le insul-
tan, le descuentan del mensual, de las horas que uno se atrasa” (Nancy, veintisiete años,
en Vega, Marega y Saltzmann, 2019, p. 135).
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22
La lucha por convertir a la hacienda Tunibamba en tierra comunitaria comenzó en
1982, gracias a la organización de setenta comuneros y el apoyo de la UNORCAC, quie-
nes demandaron a los dueños de ese entonces, según lo que estipulaba la Ley de Re-
forma Agraria en su artículo 46, numeral 9: “Por causal de la existencia de gran presión
demográfica, cuando la población es inmediatamente vecina al predio” (Pérez, 2007,
p. 73). Cabe destacar que Tunibamba fue la única hacienda que pasó a propiedad de
una comunidad indígena kichwa en Cotacachi, a través de un proceso de compra fi-
nanciado por el Estado Ecuatoriano.
23
La Misión Andina fue un proyecto de corte indigenista de asistencia técnica impul-
sado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se trataba de promover el
1194
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
Las niñas, niños y jóvenes trabajan junto a sus padres en las tareas
de reproducción de la familia, en la casa y en el terreno, particular-
mente durante la cosecha y la siembra. En épocas de vacaciones, los
jóvenes se vuelven mano de obra barata y los hacendados prefieren
contratar a este grupo ya que el salario que ellas y ellos reciben es
menor. Además, niñas, niños y jóvenes se ocupan como ayudantes de
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24
La trata fue definida en el derecho internacional a través del Protocolo para Prevenir
Reprimir y Sanar la Trata de personas, especialmente de mujeres y niños, que comple-
menta la Convención de las Naciones Unidas contra el crimen organizado transnacional
(2000). Conocido como el Protocolo de Palermo.
1200
Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
25
“El enfoque abolicionista percibe el trabajo infantil exclusivamente como “problema
social”, ve el trabajo por su propia naturaleza como dañino para niñas y niños [...], con-
sidera al niño y a la niña como objeto de desarrollo dirigido por las personas adultas
y las clases dominantes, no se interesa por el punto de vista de niñas y niños trabaja-
dores” (Fatou, 41, p. 2012). En este sentido, no es nuestra intención dejar de lado los va-
liosos aportes de la OIT, principalmente, sino contribuir a consolidar otros aportes
como el de valoración crítica. El enfoque punitivo se define como la facultad de casti-
gar o imponer sanciones aquellos individuos que no cumplan con las conductas que
se exigen en la norma… En este sentido, en Ecuador las violaciones a los derechos de
los niñas, niños y adolescentes serán sancionadas en la forma prescrita en el Código
Penal y en las normas comunitarias, sin perjuicio de la reparación que corresponda
como consecuencia de la responsabilidad civil a las víctimas (Atupaña, Burbano y
Chiriboga, 2017, p. 50).
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Conclusiones
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Referencias
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Care-Ecuador (2019). Situación del trabajo remunerado del hogar en Ecuador. Quito.
1205
Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
Convenio C138—Convenio sobre la edad mínima, 1973 (núm. 138). (s. f.). Re-
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
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Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
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niñez” en la administración y las políticas de la infancia ecuatoriana. Re-
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Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
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Trabajo, género y servidumbre. La entrega de niñas indígenas para el trabajo del hogar
Segato, R (2013c). Que cada pueblo teja los hilos de su historia: la colo-
nialidad legislativa de los salvadores de la infancia indígena. La crítica de
la colonialidad en ocho ensayos y una antropología por demanda. Buenos
Aires: Prometeo.
1211
Cristina Vera Vega y Cristina Vega Solís
1212
Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde
as experiências das mulheres da Tercira
Margem – Minas Gerais, Brasil
Graziele Dainese
Minha vida foi trabalhadora rural. Eu ajudei meu marido capinar, arran-
car milho, tudo o que é de roça eu ajudei… Aí, depois de doze anos para cá
já tem um período que eu trabalho aqui na escola. Mas (antes) era apan-
hando café. Trabalhadora Rural. Criei meus três filhos trabalhando, aju-
dando eles, eles viveram muito sozinho porque… eu deixava eles sozinhos.
Depois eles estudaram e isso foi muito bom
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Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
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Graziele Dainese
1
Trata-se de uma localidade rural situada no estado brasileiro de Minas Gerais, mais
precisamente na região do Alto Paranaíba, município de Santa Abadia do Pradinho.
O município é moradia de 30.000 pessoas, sendo que a densidade populacional se con-
centra nas dezenove localidades rurais ali existentes. Vizinhas ao núcleo urbano (vi-
zinhança esta que compreende uma distância de 5 até 70 km, a exemplo da
comunidade Tijucas, a mais longínqua), nessas localidades, seus moradores se dedicam
a atividades diversas, principalmente à produção de leite e derivados (queijo), grãos
(feijão, milho) e frutas para subsistência. Em algumas delas também se encontra a pro-
dução de café, embora esse cultivo (dado à proporção de investimentos financeiros ne-
cessários) é atividade predominante entre os grandes produtores, que, em sua maioria,
residem no núcleo urbano e não nas localidades. Os dados sobre produção agrícola e
propriedade da terra serão analisados ao longo desse artigo.
2
A pesquisa de campo durou nove meses, vividos em distintos momentos dos anos de
2008 a 2009. Na ocasião, frequentei tanto o núcleo urbano quanto as localidades ru-
rais, porém minha convivência se deu, em boa parte, entre os margeenses. Para um
conhecimento mais detalhado desse contexto, indico minha tese de doutorado (Dai-
nese, 2011), trabalho esse que foi elaborado a partir dessa pesquisa de campo e do qual
derivam as considerações tecidas neste texto. A fim de preservar os margeenses, optei
por usar denominações geográficas e pessoais fictícias, à exceção das designações re-
gionais e estaduais.
1216
Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
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Graziele Dainese
3
Por isso, há uma sinonímia, nessa região, entre grande produtor e cafeicultor. Os
grandes produtores de Santa Abadia do Pradinho possuem outros negócios relaciona-
dos ao café, tal como estrutura para beneficiamento e armazenagem para uso próprio
(mas também para prestação de serviços a terceiros), exportadoras (tradings). Também
integram a diretoria da associação dos cafeicultores, cuja atribuição mais importante,
no período da realização da pesquisa, era fazer a negociação com as empresas multi-
nacionais sobre o preço dos pacotes de insumos e fertilizantes para o ano agrícola.
Através dessa associação mantém contato com o governo federal sob a mediação de
deputados federais e senadores eleitos na região, a maioria dedicada à elaboração de
projetos relacionados à política do café. É o universo associativo/cooperativo que opera
mais constantemente com a distinção pequeno e grande produtor, todavia essa carac-
terização não lhe é de uso exclusivo. Tal distinção também orienta a caracterização de
outros contextos. Por exemplo, é comum os abadienses acionarem os termos oposito-
res, excluídos do substantivo produtor, para caracterizar um município, uma asso-
ciação e até mesmo uma família. No primeiro caso, diziam que o município vizinho,
Várzea da Ema, era “terra de grandes” e com essa designação poderiam se referir tanto
ao fato de que lá havia mais grandes produtores do que em Santa Abadia do Pradinho
ou que os seus produtores eram bem mais “grandes” do que os do seu município.
1218
Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
4 As localidades rurais de Santa Abadia do Pradinho contam com escolas para o en-
sino fundamental, principalmente os primeiros anos de formação (de primeira a
quarta série). Após esse período os meninos e meninas seguem para a sede do municí-
pio para estudar nas escolas de lá.
1219
Graziele Dainese
5
Programa de Desenvolvimento dos Cerrados (POLOCENTRO) e Programa de Desenvol-
vimento Dirigido do Alto Paranaíba (PADAP). Santa Abadia do Pradinho não foi alvo direto
dessas iniciativas do Governo Estadual, porém através da intervenção do governo muni-
cipal, em negociações com o então secretário da Agricultura, Alysson Paulinelli, o muni-
cípio recebeu duas cooperativas paulistas: a Sul Brasil e a Mirandópolis.
6
Dado os recortes desse artigo, para uma contextualização mais geral do que definem
como agronegócio importa destacar aqui que essa palavra circunscreve formas e re-
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Trabalho e ajuda
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Graziele Dainese
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Graziele Dainese
7
Esse tópico dialoga com a literatura que trata das transformações nas condições de
vida das populações camponesas, ao indicar as alterações nas hierarquias locais, parti-
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Considerações finais
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Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
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Graziele Dainese
rece é digno de “obrigação”, por outro lado, que não oferece carona é
visto como alguém que “deve obrigação”. Esta não é uma referência
tão explícita nas queixas sobre àqueles que evitam encontrar os vizi-
nhos nessas ocasiões, de modo que não se diz: “ele tem obrigação em
me dar carona”. No entanto, o tom das queixas fala da expectativa do
auxílio que se transformou em frustração. Como esses exemplos
quero considerar uma análise mais cuidadosa da ajuda, atenta ao
nível e a qualidade de retribuição adequados a cada circunstância e
como essa prática pode se tornar uma medida de distância, de inten-
sidade de reciprocidade, de condição de pertencente ou visitante da
comunidade, de igualdade e assimetria.
Para pensar a ajuda a partir das relações de gênero essa precaução
também é recomendada. Nesse sentido, minha leitura dos sentidos
da ajuda dialoga com as perspectivas que não desconsideram as hie-
rarquizações significativas a esses modos de vida, no entanto está
preocupada em chamar à atenção para as conversões, reversões e in-
versões produzidas pelos trânsitos de homens e mulheres em suas vi-
vências múltiplas e em seus diversos momentos sociativos. Como dito
anteriormente, a distinção trabalho e ajuda foi descrita por parte da
literatura como expressão de relações hierárquicas, porém comple-
mentares. Por outro lado, o olhar sobre as transformações no acesso
à terra e os modos distintos de reprodução da produção familiar per-
mitiu perceber tanto mudanças quanto particularidades da lógica da
complementaridade. Ao seguirem a distinção nativa entre trabalho
e ajuda, outras abordagens reafirmam o sentido do não-trabalho as-
sociado à ajuda (Paulilo, 1987). Afinal, se a atividade no roçado é que
orienta a vida no campo, trabalho é aquilo que é realizado pelo pai
de família. Assim, sobressai a dependência das atividades (e da con-
dição feminina e de outros membros do coletivo familiar) às ordens
do chefe da organização camponesa. O interesse por assuntos como
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Graziele Dainese
1242
Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
Referências
Candido, Antonio. (1971). Os parceiros do Rio Bonito: Estudo sobre o caipira paulista
e a transformação dos seus meios de vida. São Paulo: Livraria Duas Cidades.
1243
Graziele Dainese
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diante do assalariamento sazonal dos homens (Dissertação de Mestrado).
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Trabalhos, ajudas e gênero: um olhar desde as experiências das mulheres
1245
Graziele Dainese
Paulilo, M. I. (1987). O peso do trabalho leve. Revista Ciência Hoje, 28, 1-7.
1246
Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de
autoridad, una forma de trabajo
invisibilizado y no remunerado
Introducción
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Beatriz Chambilla Mamani
1
Véase, por ejemplo, Neffa, 1999; Pereira Jardim, 2008; Guerra, 2001.
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Beatriz Chambilla Mamani
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Beatriz Chambilla Mamani
2
Según datos del Plan Territorial de Desarrollo Integral 2016-2020, del Gobierno Au-
tónomo Municipal de Batallas, el Municipio de Batallas se encuentra en el departa-
mento de La Paz, en el Altiplano Norte, a casi 4000 ms. n. m., cerca al lago Titicaca.
Los idiomas predominantes son el aymara, como lengua materna, y el castellano,
como segundo idioma. El tamaño de propiedad es de 2 a 6 hectáreas promedio por fa-
milia. Y según el Censo (2012), el Municipio de Batallas tiene una población total de
17.426 habitantes, de los cuales 8.451 son varones y 8.975 son mujeres. La actividad
principal de este municipio es la producción agropecuaria. Ver: PLAN TERRITORIAL
DE DESARROLLO INTEGRAL - PTDI de BATALLAS. PTDI DE BATALLAS 2016 – 2020
autonomias.gobernacionlapaz.com › sim › municipioptdi
3
El Secretario General es la autoridad máxima, sus colaboradores son: el Secretario
de Relaciones, Secretario de Actas, Secretario de Justicia, Secretario de Hacienda, Se-
cretario de Agricultura, Secretario de Desarrollo Productivo, Secretario de Ganadería,
Secretario de Educación, Secretario de Deportes, Secretario de transportes, Secretario
Primer Vocal y Secretario Segundo Vocal. Las comunidades también están conforma-
das por zonas, y cada zona tiene su directiva conformada de cinco a siete personas.
Las funciones de las autoridades sindicales no pueden ser delegables entre sí, ni a otras
personas. Estas funciones son asistidas personalmente en la comunidad, a nivel Sub-
central, Central Agraria y Provincial. La característica de estas autoridades es que tanto
varones como mujeres tienen vestimenta especial que los distingue de los demás. Los
varones visten poncho wayruru (rojo y negro), prenda que significa responsabilidad,
lluch´u (gorro) tejido de lana de colores, que significa “soportar o sobrellevar las accio-
nes de una autoridad dentro y fuera de la comunidad” y chalina de color café con fi-
gura de wiphala, que es símbolo de gestión de la autoridad, correcta actuación y
confianza. Además cargan un chikuti (especie de látigo) con mango negro de chima
que deben portar en todo momento – es el mando de autoridad que significa poder,
justicia y respeto– y llevan puesto un sombrero negro –que significa privilegio y expe-
riencia de la autoridad de la comunidad– y pantalón color oscuro. Por su parte, las
mujeres visten: sombrero negro (significa autoridad y privilegio de mando), manta
color vicuña (café) –que significa lucha de los antepasados y actuales, y representa a
1254
Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
la energía, valor, coraje y costumbre–, una pollera caracterizada por su color verde o
rosado, q´urawa, también llamado honda, que es un símbolo de autoridad, cargan un
awayu multicolor donde llevan la merienda y algunas veces documentos como ser el
libro de actas, e istalla, prenda para portar hojas de coca utilizada en los acontecimien-
tos o en las reuniones. Al igual que los varones, las mujeres también portan chikuti y
credencial que son otorgados por las autoridades superiores; deben ser portados en
todo momento. Las autoridades superiores de las centrales, subcentrales agrarias, la
Bartolinas también visten una indumentaria especial que los caracteriza como auto-
ridades. El chikuti es llevado análogamente por los que tienen cargos intermedios,
tales como los del Consejos Educativos y el Ejecutivo Provincial de Regantes. Ver: Tie-
rra-Regional Altiplano (2016).
4
En el Municipio de Batallas las Centrales Agrarias son cuatro: Karhuiza, Huancuyo,
Unión Catavi y Suriquiña, más las Sub-Centrales. La función de las Centrales Agrarias
es coordinar con el Gobierno Municipal y convocar Ampliados para tratar casos rele-
vantes que atingen al Municipio, como ser proyectos de magnitud, entre ellos, el Pro-
yecto Multipropósito de Agua Potable y Riego. Los Ampliados también son para elegir
autoridades provinciales, entre ellas al Ejecutivo Provincial de Regantes.
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Beatriz Chambilla Mamani
mente, en tercer lugar, los cargos menores. Estos cargos son el Comité
de Agua Potable, Comité de Riego, Juez de Agua y los directorios zo-
nales. Los ocupan de cinco a seis personas, cada una de las cuales
debe cumplir con los requisitos de poseer de un metro a una
hectárea,5 estar inscrita en la comunidad y formar parte de la misma.
Sin embargo, los que asumen cargos mayores no están exentos de
asumir cargos intermedios y menores.
Por otro lado, también están los cargos relativos a la actividad
agrícola, denominados Yapucampo o Yapukamani. Para cubrirlos es
nombrada una pareja o persona mayor que debe tener conocimiento
de la comunidad y que es mejor considerada si ya ha cumplido con
otros cargos. En la comunidad, ellos son quienes se encargan de cui-
dar y proteger su producción agropecuaria6. Todas las personas,
cuando están en ejercicio de autoridad, son consideradas como awki
y tayka (padres y madres) de la comunidad y su deber es obedecer su
voluntad, esto significa “mandar obedeciendo”.
Esos cargos sindicales, educativos, comités, zonales y yapukama-
nis tienen una duración de un año calendario a partir de su posesión
o toma de juramento conforme a los usos y costumbres de cada co-
munidad, pero a veces duran algo más, dependiendo de la fecha en
que se posesionan. Así por ejemplo, en una de las comunidades los
5
Los que ejercen cargos menores no visten indumentaria especial.
6
Los Yapucampo o Yapukamani visten indumentaria apropiada, de acuerdo a la cos-
movisión andina. Los varones usan sombrero de color negro, poncho de color negro
hecho por material de oveja, chalina de alpaca y pantalón, ambos también de color
negro., Portan además chikuti, pututo y ramo, ch´uspa tejido de lana de alpaca o llama
que contiene coca, llujta, azúcar y elementos rituales (significa amistad, intercambio
de ideas, y es sinónimo de relación interpersonal entre dos o más personas). Y las mu-
jeres visten: sombrero de color negro, phullu o manta de color oscuro, pollera color
oscuro, honda de color blanco y negro, y q´ipi (awayu de color negro). Ver: Tierra-Re-
gional Altiplano (2016).
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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7
La Asociación de Regantes está conformada por trece comunidades, tiene trece cargos,
de los cuales seis eran ocupados por mujeres (entre ellas estaba la señora Julia).
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Beatriz Chambilla Mamani
cívicas no solo debe asistir a los desfiles, sino también preparar ali-
mentos para convidar a los y las dirigentes de su comunidad. Muchas
de las mujeres de más de cincuenta años no lograron terminar el ba-
chillerato, como en el caso de Julia, por eso mismo en algunas opor-
tunidades solía pedir el favor a una persona para que le redacte el
acta, a fin de cumplir con su rol de Secretaria de Actas.
Otra entrevistada es la señora Antonia. Ella no posee terrenos,
sino su esposo, pero trabaja en la ciudad, por ende, fue ella quien asu-
mió el cargo de autoridad el año 2016 como presidenta de Agua Pota-
ble de la Asociación. Pese a ejercer un solo cargo, relata que ser
presidenta de la Asociación es un trabajo para tiempo y dedicación,
porque todos los días está fuera de casa, casi abandonando a sus hijos.
Por lo demás, en esos cargos existe discriminación por parte de sus
pares varones, no la ayudan, es mucho gasto, porque el ser dirigente
es como ser una madre para los comunarios y las comunarias. Vea-
mos lo que nos menciona:
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
8
El apthapi es una comida comunitaria donde cada persona aporta con alimentos co-
cidos (generalmente producidos en las comunidades), como ser: papas, chuño (papa
deshidratada), habas, ajís, quesos, carne, etc.
9
Maíz blanco tostado en máquina.
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Beatriz Chambilla Mamani
10
El akhulliku es el masticado de hojas de coca, más su llujt’a o lejía (obtenido de la ce-
niza de los tallos de la quinua endulzado con azúcar).
11
Color vicuña, es el color café claro o beige.
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
Hay que hacer el cargo sí o sí, porque la gente no nos puede dejar sem-
brar. Donde vivo no hay agua, solo tenemos pozo, por eso venimos a
las reuniones de Agua Potable. Dice que no tenemos que faltarnos,
ahora dice que el agua va venir por tubos, entonces nos pueden dar
agua potable. Todos tienen agua potable, pero nosotros no. Somos
cinco familias, solo yo vengo, los otros cuatro no, son flojos. Ni luz te-
nemos, así olvidados estamos, con mecheros vivimos. Los dirigentes
no velan por nosotros, es como si no fuéramos sus hijos. Mi esposo
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Beatriz Chambilla Mamani
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
parar alimentos para los alumnos de niveles básicos. Aunque los in-
sumos son donados por los comunarios y comunarias, su recaudo y
preparación requieren trabajo físico. El otro cargo es alcalde escolar,
se encarga de conseguir alumnos. En algunos años, cuando no hay
estudiantes, debe ir a rogar a las familias para que inscriban a sus
hijos en la escuela de la comunidad. Además, debe ir al Ministerio de
Educación para solicitar ítems para maestros y maestras. La señora
Leonilda relata su experiencia en los cargos intermedios, cargos me-
nores y cargo de Turismo (este último de reciente creación), y habla
sobre los trabajos que debe de realizar algunos días de sol a sol:
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Beatriz Chambilla Mamani
12
En otras comunidades también le llaman Kamani.
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Beatriz Chambilla Mamani
Cuando era joven ukatimpujay umajay inapuni [en esos tiempos había
harta agua], crecía bien las papas, las ocas en las orillas del río. Ahora
no hay nada, estamos solo con agua de aguacero. El año pasado no
habido casi nada, ni cebada para las wakawawas [vacas], con totora
nomás los hemos mantenido. Más bien que este año ha empezado a
13
Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI).
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
Siendo así, para algunas mujeres que ejercen cargos de autoridad, tam-
bién su trabajo en el cuidado de animales se intensifica, ya que ante la
falta de agua o por la contaminación de los ríos deben recorrer grandes
distancias para el pastoreo y para hacer beber a sus animales.
En definitiva, ejercer cargos de autoridad, si bien supone gastos
de dinero para llevar adelante con responsabilidad el cargo, igual-
mente conlleva una serie de trabajos de organización, gestión y tra-
bajos físicos. Pero además tiene otros efectos, entre ellos dejar de lado
las actividades particulares, como sembrar, pues la dedicación a las
tareas de autoridad no les da tiempo. Sin embargo, el no sembrar la
tierra durante el ejercicio de su cargo es también una forma de evitar
la desaprobación social de parte de los comunarios/as, quienes indi-
can que ser autoridad supone dedicarse por completo a desarrollar
estas tareas y responsabilidades, y en este sentido es percibido como
una forma de sacrificio por la comunidad (Carrillo, 2015, p. 72).
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Beatriz Chambilla Mamani
A modo de conclusión
Hasta hace poco los cargos de autoridad eran excluyentes, solo los
varones asumían esos cargos en las comunidades aymaras, pero de-
bido a su migración a las ciudades, en algunos casos por su edad
avanzada, fallecimiento o enfermedad, como también debido la cre-
ación de nuevos cargos de autoridad, en los últimos años esos cargos
vienen siendo asumidos por las mujeres, es decir, asistimos a una es-
pecie de “feminización de los cargos de autoridad”. Aunque en deter-
minadas comunidades continúa existiendo el requisito de constituir
una pareja varón y mujer (chacha-warmi) para acceder a los cargos
de autoridad.
El ejercer un cargo de autoridad equivale a efectuar trabajos de
diferente índole, desde intelectual a físico, que no tienen remunera-
ción alguna, porque es un servicio a la comunidad. Por eso mismo,
cuando las mujeres asumen cargos, no solo significa para ellas triple
jornada, sino también un desgate físico, por ejemplo, el estar casi to-
dos los días bajo el sol radiante y candente del altiplano.
Sin embargo, el asumir un cargo de responsable de turismo de
igual forma es una oportunidad de manifestar la identidad y cultura
de sus comunidades, cuando preparan alimentos con productos del
lugar, por ejemplo. Así ocurre igualmente cuando realizan trabajos
de limpieza de canales de riego, preparan alimentos para los alumnos
de la escuela, asisten a desfiles, gestionan ante la Alcaldía, Goberna-
ción y Ministerios, pues si bien no son estos trabajos bajo la forma
de mercancía, tienen un valor de uso para satisfacer una necesidad
de la comunidad. Efectivamente el producto del trabajo que realizan
no es bajo la forma de mercancía, pero tiene un valor de identidad
cultural y social que le da su contenido histórico a las comunidades.
En palabras de García Linera (2009), el resultado final del trabajo
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Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
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Beatriz Chambilla Mamani
Referencias
1274
Bolivia: mujeres aymaras en los cargos de autoridad
1275
La dimensión simbólica del trabajo no
asalariado: género y espacios del trabajo en
la Ciudad de México*
Introducción
* Las reflexiones vertidas en este capítulo son resultado del proyecto “Trabajo informal
y no remunerado en la producción de la Ciudad de México”, desarrollado durante la
estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional
Autónoma de México.
Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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Proceso de trabajo
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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Yutzil T. Cadena Pedraza
1
Se nombra productos de uso o segundo uso para referir a productos como ropa, za-
patos, accesorios o juguetes que previamente se ocuparon., que tienen una o varias
puestas, pero que por diferentes circunstancias (como hacer limpieza en casa de lo que
ya no es usado) se sacan al mercado.
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
Puede ocurrir que se pida despensa, como aceite, azúcar, leche, entre
otros productos básicos. Posteriormente, cuando la información es
publicada virtualmente en los grupos, se genera la comunicación con
los posibles clientes o personas interesadas en intercambiar. Esta co-
municación es desencadenada a partir de comentarios que se reali-
zan virtualmente por las personas interesadas en los productos o
servicios. Por ejemplo, en las subastas la responsable de la publica-
ción tiene que estar al pendiente de las propuestas que se ofrecen y
al límite del tiempo establecido para determinar quién es la gana-
dora; en algunos grupos es una función que realizan sus administra-
doras.
En sus narrativas las mujeres suelen comentar que el tiempo que
destinan para poder dar seguimiento a sus publicaciones es al final
del día, antes de dormir. Otras más comentaron que regularmente lo
hacen cuando los niños están en la escuela o al final de “dar de comer
y ayudar a sus hijos con las tareas”. Por su parte, aquellas mujeres
que trabajan entre semana, de manera asalariada, comentaron estar
pendientes de sus publicaciones en los traslados entre la casa y el tra-
bajo, a la hora de la comida o cuando llegan a su casa, antes de dor-
mir. De esta manera, es muy difícil estimar las horas que le dedican
por día, pues también depende de la cantidad de publicaciones que
generaron durante la semana. Se observó que el lugar de este mo-
mento del proceso de trabajo oscila entre la casa y el transporte, es
decir, entre el espacio doméstico y el de movilidad urbana.
En tercer lugar se haya el momento de entregas. Esta etapa se
puede decir que es la más corta de las tres, pues regularmente –entre
los grupos− se acordó que se reunirían los días sábados de 12:00 a
3:00 p. m. Este es el momento donde todos los acuerdos de intercam-
bios y ventas que se establecieron, de manera virtual, a lo largo de la
semana se concretizan cuando ambas partes hacen entrega de lo
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
Tipos de intercambios
2
Sobre esta trayectoria socio-espacial y los conflictos por la búsqueda de un espacio
público para realizar sus actividades he escrito un capítulo denominado “Trabajo de
mujeres, trayectorias urbanas y conflictos por el espacio público”, el cual, se encuentra
en proceso de publicación.
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
Reflexiones finales
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Yutzil T. Cadena Pedraza
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La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
Referencias
1305
Yutzil T. Cadena Pedraza
Massey, D. (1998, abril). Espacio, lugar y género. Debate Feminista, 17, 39-46.
1306
La dimensión simbólica del trabajo no asalariado
1307
Formar “buenas obreras” para la industria
de flor cortada: gubernamentalidad y
trabajo, en el contexto de la consolidación
neoliberal en Colombia
Introducción
Bogotá se encuentra rodeada por una de las zonas más fértiles del te-
rritorio colombiano. Si se llega a ella desde el aire, es posible observar
cientos de parches de color blanco que se repiten paulatinamente
hasta cubrir una gran parte del paisaje. Las estructuras de plástico
de los invernaderos de los cultivos de flores, que llenan la Sabana de
Bogotá, se han multiplicado en los últimos cuarenta años, a tal punto
que en algunos lugares resulta difícil ver de nuevo el verde. Así como
los invernaderos ocupan el horizonte, las organizaciones floriculto-
Liliana Vargas Monroy
Fuente: http://ece.uprm.edu/~caceros/colombia/Colombiarea.htm
1310
Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
1
El inicio de esta crisis ha sido ubicado por distintos autores entre los años 2000 y 2002
(Ver Tenjo, Montes y Martinez, 2006). Y puede ser leído hoy en día como una reestruc-
turación del orden neoliberal hacia esquemas de producción y de trabajo más flexibles.
1311
Liliana Vargas Monroy
2
La aprobacion de la Ley 789 de 2002 fue presentada por el gobierno como un con-
junto de normas para incrementar la “generacion de empleo” y “ampliar la proteccion
social”. No obstante, fue calificada desde diferentes sectores del pais como claramente
patronal. El gobierno de Uribe Velez la explico como un mecanismo que buscaba “evi-
tar la huida de capitales del pais”.
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
Aproximación metodológica
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Liliana Vargas Monroy
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
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Liliana Vargas Monroy
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Liliana Vargas Monroy
Le voy a explicar rápido cómo funciona esto ahora: son las siete de la
mañana −hora colombiana−, pero en Kenia son las dos de la tarde y
en Europa, donde están nuestros compradores, es mediodía. En este
momento, se acaba de iniciar la subasta de un lote de producción de
astromelias en Internet. El cliente, que es una cadena de hipermerca-
dos alemanes, tiene sus propias páginas y pone la compra del lote de
flor en subasta. Lanza la solicitud en la red con todas las especifica-
ciones: “necesito que me armen un bouquet con tales y tales caracte-
rísticas”. Luego le da el negocio al mejor postor: al productor de flor
que le dé las mejores condiciones. Nosotros solo les podremos vender
la flor si logramos competir frente a otros productores ubicados en
diferentes partes del mundo. Las compañías comienzan a mirar quién
les puede sacar el producto a menor precio. Por eso, esto se volvió muy
agresivo. La competencia en la oferta es a muerte. El pedido que se
publica en la red, a esta misma hora, lo leen varias empresas produc-
toras de flores y, por supuesto, solo podremos ganar el cliente con una
oferta que supere las de nuestra competencia. El producto lo pueden
4
En general, un cultivo de flores se divide en dos grandes areas de trabajo: el area de
produccion (llamada “de cultivo”, entre las trabajadoras) y el area de postcosecha (o “de
clasificacion y empaque”). Algunas empresas tienen tambien un area de propagacion o
“plantas madre”, donde se producen los esquejes de los diferentes tipos de flores.
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
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Liliana Vargas Monroy
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
Fuente: http://blogs.fad.unam.mx/academicos/patricia_vazquez/wp-con-
tent/uploads/2014/11/03_bal.pdf
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Liliana Vargas Monroy
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
1323
Liliana Vargas Monroy
que (yo) venía” se pudiera preocupar realmente por lo que les pasaba
a ellas, “unas simples obreras”. La afirmación me tocó fuertemente,
porque me colocó, de nuevo, frente a la enorme brecha que se expe-
rimenta al vivir en un país como Colombia. Creo que esta brecha es
la que permite establecer, de manera tan natural, la diferencia entre
expertas interventoras (las gerentes y capacitadoras de gestión hu-
mana de las empresas) y “simples” obreras (mujeres necesitadas de
“formación”), de la que me ocuparé en mi discusión hacia adelante.
Para hacerlo, exploraré las transformaciones (laborales y de forma-
ción) de las trabajadoras que se dieron en los dos momentos que he
planteado anteriormente y que, dentro de mi propuesta, tienen como
punto de inflexión el año 2002.
La historia de Antonia
1324
Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
5
Tomado de la entrevista realizada por la autora a una operaría de cultivo pensionada,
sesenta y dos años, Empresa 1, 2009.
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Liliana Vargas Monroy
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
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Liliana Vargas Monroy
6
El termino gubernamentalidad es introducido por Foucault en Seguridad, territorio y
poblacion (1978) y usado, en primera instancia, para referirse a un regimen de poder
instaurado en el siglo XVIII que tiene como blanco principal la poblacion. Inicial-
mente, la palabra designa las practicas constitutivas de un tipo de poder particular: el
poder del Estado. Sin embargo, esta especificidad se borra en tanto avanza su discusion
para referirse con ella simplemente a “la manera como se conduce la conducta de los
hombres” (p. 192), ampliando asi su acepcion a diferentes tipos de gobierno: gobierno
de los niños, gobierno de las almas o conciencias, gobierno de una casa o, como en el
tema que nos ocupa, gobierno de mujeres trabajadoras.
1328
Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
1329
Liliana Vargas Monroy
La visión que siempre he tenido es que gestión humana busca que las
personas que están vinculadas a la organización sean felices, no solo
dentro de su empresa, sino fuera de ella. Y que vayan adquiriendo, en
su proceso de desarrollo, los modelos, los principios y la moral que
les permitan actuar bien…, que les permitan una concordancia en el
adentro y el afuera… Es siempre pensando que las personas no van a
las empresas solo a trabajar (partimos de la integralidad del ser), sino
a formarse como seres humanos. Entonces, nosotras le dábamos
mucho énfasis a esa formación. Yo he trabajado en otras empresas y
a eso no se le daba tanto énfasis; aquí sí, y yo creo que era distinto por
los niveles más bajos de educación y formación de las personas, por
las necesidades de esta gente, por su origen modesto y sus necesidades
de formación… (Entrevista a Eugenia, sesenta años, extrabajadora, An-
tigua gerente de gestión humana, Empresa 2, 2009)
1330
Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
1331
Liliana Vargas Monroy
En ese entonces, las gerentes que dirigían las áreas de gestión hu-
mana vivieron un periodo de la industria floricultora en el cual la na-
rrativa de ascenso, progreso y bienestar a través del trabajo era aún
posible. Su tránsito, dado durante la etapa de mayor estabilidad y
apogeo económico de la industria floricultora, permitió la conforma-
ción y crecimiento de las áreas de gestión humana, al punto que
hemos señalado. Este fenómeno también determinó condiciones
para las trabajadoras de base, en las que la dureza de las labores se
veía compensada con mejores condiciones económicas para sus fa-
milias. Estas características permitieron que muchas mujeres de la
industria consolidaran una identidad a partir de su trabajo.
Varios elementos que se corresponden con modelos femeninos
hegemónicos en Colombia se jugaban en esta identidad. Todas las ge-
rentes de gestión humana que entrevisté, en algún momento, afirma-
ron que parte de lo que más les interesaba de su trabajo era la
posibilidad de realizar una “formación”, orientada al “desarrollo y
bienestar de las trabajadoras.” Bajo el supuesto de que una “buena
obrera” debía ser también una “buena mujer”. Al mismo tiempo, casi
todas expresaban su rechazo o desconocimiento de los aspectos fi-
nancieros o de producción “del negocio”, que consideraban “arenas
masculinas”. Este rechazo determinaba la posibilidad de darle la es-
palda a algunos de los aspectos más duros y menos agradables de la
industria floricultora.
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Liliana Vargas Monroy
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
La historia de Azucena
1335
Liliana Vargas Monroy
contrato no era claro para ella, ni tampoco sabía con certeza quién
era su jefe, Azucena acepto el acuerdo, en buena medida por las ne-
cesidades que tenía al ser madre soltera de dos niños. Ese primer con-
trato duro diez meses, que Azucena vivió con incertidumbre en cada
uno de sus día. Después de eso, pasaron ocho años, durante los cuales
Azucena tuvo el mismo contrato, año tras año, que terminaba apro-
ximadamente cada vez que se cumplían los diez meses. Momento en
que la empresa la mandaba “a descansar” por un periodo de quince
días sin sueldo ni pago de vacaciones. Luego, la volvían a llamar a tra-
bajar con el mismo contrato temporal. Aunque Azucena era cons-
ciente de que en su situación laboral había algo irregular, también
sabía que, a las trabajadoras como ella, las podían despedir en cual-
quier momento. Eso, sumado a la responsabilidad de sus hijos y a la
incertidumbre de no tener un contrato que le garantizara volver a en-
gancharse después de sus periodos de “descanso”, hacía que Azucena
decidiera no quejarse. Así vivió su día a día por varios años, tratando
de cubrir los gastos que tenía como madre cabeza de familia. Soste-
nerse fue difícil. Hubo meses en que ganaba un poco más del salario
mínimo, gracias al pago de horas extras, pero eso implicaba varias
horas de trabajo extra a la semana. Muchas veces trabajaba hasta las
diez de la noche, pero esas horas extras se las pagaban como si fuera
trabajo diurno. Una señora, que también había trabajado en las flores,
cuidaba a los niños hasta que Azucena llegaba a su casa. Sin embargo,
la señora no podía quedarse después de las 5:00 p. m., por lo que los
días que Azucena tenía que hacer horas extras de noche, sus hijos de-
bían quedarse solos. Después del trabajo en esta empresa pasó a tra-
bajar en otro cultivo donde aún quedaban algunas trabajadoras
contratadas directamente por la empresa, pero la mayoría eran como
ella: trabajadoras de una empresa de “servicios temporales”. En el mo-
mento de contarnos su historia, Azucena no veía futuro en las flores,
se sentía agotada y sabía que estaba dejando su salud en el trabajo.
Sabía también que con las condiciones que tenía y, a pesar de lo que
llevaba cotizando hasta entonces, era imposible que algún día logrará
pensionarse. 7
7
Tomado de la entrevista realizada por la autora a una operaría de cultivo y poscose-
cha, Empresa 3, 2015.
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
8
Las enormes inequidades sociales, las grandes grietas que conforman nuestra cultura
y un problema ya centenario en relacion con la tenencia de la tierra son señaladas por
la mayoria de estudiosos del tema como las causas principales de la guerra en Colom-
bia. Sin embargo, en una muy particular manera de leer el conflicto y de comprender
la busqueda de la paz −sin mencionar en una sola de sus paginas las causas de la gue-
rra− el programa CLPF, de la asociacion de cultivadores de flores, propone una version
1337
Liliana Vargas Monroy
particular, segun la cual, el conflicto, asi como la construccion de la paz en el pais, “co-
mienza en la mente de las personas” y pasa fundamentalmente por instancias de “la
vida privada”, por las cosas que “hacemos, sentimos y pensamos” cotidianamente. Asi,
la logica propuesta por el programa CLPF implica que la paz o la guerra se “cultivan”
en la familia, para decidir que es ahi donde el problema debe ser atacado (Ver Cartilla
Programa Cultivemos la paz en familia).
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
Consideraciones finales
El texto que cierro con este apartado es más que un ejercicio acadé-
mico donde se recoge material etnográfico para analizarlo a la luz de
ciertos conceptos. Me ha movido la intención de entender cómo se
estructura la “normalidad” que se experimenta en ciertos espacios de
trabajo, debajo de la cual las desigualdades, los binarismos y la vio-
lencia están a la orden del día.
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
Fuente: http://www.cactus.org.co/
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Liliana Vargas Monroy
Referencias
Bal, M. (2010). Arte para lo politico. Revista de Estudios Visuales, 7(03), 40-
65. Disponible en http://www.estudiosvisuales.net/revista/pdf/
num7/03_bal.pdf.
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Formar “buenas obreras” para la industria de flor cortada
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Trabajar en beta continua.
Meritocracia y masculinidades soft en la industria del
software en Argentina
Hernán M. Palermo
Introducción
1
García Canclini nos advierte que la expansión de Internet prometió la utopía de una
comunicación mundial horizontal, con libre acceso para todo el mundo, pero que ese
sueño se fue diluyendo ante las coacciones de la algoritmización, el googleísmo y el
dataísmo controlado por grandes corporaciones transnacionales.
2
La información que las personas vuelcan de manera más o menos consciente o com-
pletamente inconsciente es conocimiento apropiado por las grandes empresas. Estas
apropiaciones van desde mejorar la propia plataforma (como es el caso de la empresa
analizada), configurar publicidad orientada según segmentaciones de población, hasta
la utilización política.
1352
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
3
Es desde el año 2003 que se observa en Argentina un crecimiento del sector del soft-
ware (Montes Cató, 2010). Este proceso se explica por el cambio en el patrón de acu-
mulación al producirse el abandono de la valorización financiera y fortalecer la
producción de bienes, en particular, aquellos provenientes de la rama industrial.
4
Se les llama unicornios a las empresas basadas en el uso intensivo de la tecnología que
en períodos relativamente corto alcanzan una cotización superior a mil millones de dó-
lares en los mercados de inversión privada. Fue la fundadora de Cowboy Ventures, Aileen
Lee, que en 2013 utilizó este término para denominar a este tipo de empresas.
1353
Hernán M. Palermo
5
En otras publicaciones hemos utilizado el concepto de disciplina fabril. No obstante,
hemos re-denominado la categoría analítica para referirnos a las interacciones que
ocurren en este particular mundo del trabajo atravesado por las tecnologías digitales,
aunque el significado es el mismo.
1354
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
6
Mercado Libre es actualmente la mayor compañía de e-commerce de Latinoamérica.
En el primer trimestre de 2019 difundió los resultados de sus operaciones que la ubican
como la empresa argentina con mayor valor de mercado, al superar largamente los 29
mil millones de dólares y superar por ejemplo a empresas petroleras como YPF.
7
Algunos autores señalan la novedad de esta etapa del capitalismo alrededor de la ac-
tividad de los usuarios. Estos pasan a convertirse en “colaboradores” en el proceso de
valorización del capital teniendo un rol estratégico en este sentido. Al incorporarse a
los circuitos de producción online, los colaboradores toman un papel activo y se con-
vierten en un actor social estratégico denominado “prosumidores”. Las empresas, re-
colectando la información acerca de los gustos y preferencias de los “prosumidores”,
incrementan el valor en el mercado de sus productos o servicios a partir de la mani-
pulación de esos datos.
1355
Hernán M. Palermo
8
Algunas investigaciones señalan que esta división del trabajo se produce desde la
más temprana infancia, a partir del acceso diferencial entre hombres y mujeres a la
tecnología como actividad lúdica (Mura, Yansen y Zukerfeld, 2012). Esta división de
género se reproduce en los ámbitos de formación universitarios, donde las mujeres en
las carreras de Ingeniería o Programación suelen ser minoría.
9
En 2015 gana las elecciones la Alianza Cambiemos con Macri como presidente. A
partir de ese año comienza una confrontación abierta contra diversas organizaciones
sindicales y todo tipo de organizaciones de trabajadores y trabajadoras con el objetivo
de llevar adelante una profunda transformación regresiva en materia de legislación
laboral. Transformación que hasta la fecha no han podido llevarse adelante.
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
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Hernán M. Palermo
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
1359
Hernán M. Palermo
supone que quienes están en los puestos de trabajo son los mejores.
Los criterios meritocráticos implican que el trabajador deberá demos-
trar una alta performance −definida a través de evaluaciones de de-
sempeño− a lo largo de su trayectoria laboral que lo ubique con
potencial para, primero, ser reclutado por la empresa, luego, para
mantener su permanencia y, por último, para acceder a los puestos
de mayor jerarquía.
Otra entrevista aporta una vuelta de tuerca central para compren-
der la singularidad del sentido meritocrático:
H. P.: ¿Qué otras cualidades podés señalar que hay que tener para trabajar
acá?
1360
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
1361
Hernán M. Palermo
E.: Sí, sí… ¡Sin duda! Acá estás hablando… Son realidades distintas. No
hay puntos de comparación. Acá en Mercado Libre te incentivan a tu
creatividad, a que siempre des más. Vos podés tocar uno, dos o todos
los botones que quieras, siempre hay que dar más… Se busca que estés
siempre activo, no la pasividad. No se busca la comodidad de la rutina,
no hay rutina. Siempre el día es desafiante. (Entrevista a un Technical
Leader, 2018, CABA)
1362
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
1363
Hernán M. Palermo
10
Figueroa Perea (2005) investiga las formas de constitución de la masculinidad en
instituciones militares de Latinoamérica. El autor analiza el llamado “mito del héroe”,
en el cual muchos varones aprenden a ser héroes y generar historias de riesgo que lle-
gan incluso a poner en peligro sus vidas.
11
Según la consultora Great Place to work, la empresa Mercado Libre cuenta con una
dotación en Argentina de 2.834 trabajadores y trabajadoras. De esa dotación el 70%
son hombres y el 30% mujeres. En cuanto a los puestos de mando, el porcentaje de mu-
jeres disminuye: el 24% son mujeres y el 76% son varones (Cuáles son los mejores lu-
gares para trabajar, 2019).
1364
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
H.P.: ¿Y en Mercado Libre cómo se toma que te gusten los juegos de fútbol
y que además sepas de fútbol?
E.: Me encanta esa parte mía… Frente a los varones me pone en otro
lugar.
E.: Me pasó que un compañero la otra vez me dijo que las mujeres tie-
nen que lavar los platos y no saben de fútbol. Acto seguido jugamos a
la play y lo dejé llorando… Se quería morir. Le hice goles de todos los
colores. (Entrevista a Programadora junior, 2018, CABA, subrayado
mío)
1365
Hernán M. Palermo
E.: No, no. En Marketing no. La otra vez estuve en una reunión donde
estaba la jefa de Marketing de Mercado Libre. Ah, pero estaba de
punta en blanco. Me mira y me dice “¿vos, qué hacés?” Le cuento que
hago todo esto y aquello. Punto. Al final de la reunión viene y me dice:
“Perdoname, vos sos la gerenta, no me había dado cuenta”. “Sí”, le
digo, “¿qué te hace título más, título menos?” “No, por favor, hubieras
empezado por ahí, yo te traté de cualquiera”. Ella me miró cómo me
visto, y verás que yo soy simple. (Entrevista a Personal con responsa-
bilidad de mando, 2018, CABA, subrayado mío).
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Jóvenes y flexibles
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
12
Great Place to work es una consultora privada que elabora rankings a partir del estu-
dio de los climas y las culturas organizacionales y laborales de distintas empresas.
Mercado Libre se encuentra, según esta consultora, dentro de las cinco mejores em-
presas en ese ranking.
1369
Hernán M. Palermo
Si vos ves lo que son las oficinas de Mercado Libre, son Disney. Y no
hubo ningún gremio, no hubo ningún sindicalista que peleó porque
esta silla valga setecientos dólares y nos sentemos en esta silla que
todos tienen […]. (Marcos Galperin, CEO de Mercado Libre, 2017).13
13
Extracto tomado de una entrevista interna que Marcos Galperin realiza todos los
meses para los/as trabajadores/as de Mercado Libre. Una vez por mes se votan cinco
preguntas que realizan los empleados para que el CEO las responda a través de una
comunicación interna. Alguien de la empresa grabó y filtró esta comunicación que
salió en todos los medios de comunicación. Ciertamente, esto generó tensión dentro
de Mercado Libre.
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
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Hernán M. Palermo
H.P.: ¿Qué cualidades se deben tener para trabajar tal como lo estás ejem-
plificando?
E.: Apertura, agilidad, rapidez, pero sobre todas las cosas flexibilidad
para poder salir al mercado. Es vital ir estudiando lo que el mercado
requiere e iterar. Salir al mercado con rapidez es la clave, y de ahí voy
iterando.
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Conclusión
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
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Referencias
Cuáles son los mejores lugares para trabajar para las mujeres en la Ar-
gentina. (31 de mayo de 2019). Infobae. Recuperado el 23 de julio de 2020
en https://www.infobae.com/tendencias/2019/ 05/29/cuales-son-los-
mejores-lugares-para-trabajar-para-las-mujeres-en-la-argentina/
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Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
1377
Hernán M. Palermo
Mura, N., Yansen, G. y Zukerfeld, M. (2012). ¿Por qué las mujeres no pro-
graman? Acerca de los vínculos entre género, tecnología y software. En
L. Dughera, G. Yansen y M. Zukerfeld (Comps.), Gente con códigos. La hete-
rogeneidad de los procesos productivos de software (pp. 237-278). Buenos
Aires: Universidad Maimónides, Editorial Científica y Literaria.
1378
Trabajar en beta continua. Meritocracia y masculinidades soft
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Reproducción de la dominación masculina
en la subjetivación del trabajo.
Un análisis de discurso de gerentes generales de empresas en
el Chile anterior a la explosión social
Pablo Zuleta
Introducción
1382
Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
Aspectos metodológicos
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Pablo Zuleta
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
Problematización teórica
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
en esta nueva organización del trabajo y, por tanto, qué tipo de sujeto
ayuda a producir. Por lo pronto, con el mismo autor podemos decir:
“el modelo de un sujeto empresario, autónomo y responsable de su
actividad” (Périlleux, 2008, p. 139). En síntesis, al tiempo que la em-
presa se torna más liviana y competitiva, vía precarización de la con-
dición laboral de sus trabajadores, conmina a estos últimos a
desafiarse a sí mismos y a convertirse en emprendedores de sí, “ven-
diendo” esto como un importante valor contemporáneo.
En palabras de Han: “la sociedad del siglo XXI ya no es disciplina-
ria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se lla-
man ya sujetos de obediencia, sino sujetos de rendimiento” (Han,
2012, p. 25). La diferencia central que propone el autor entre un tipo
de sociedad y otro es que la primera, la disciplinaria, estaría definida
por la negatividad de la prohibición, por el “no poder”, por una supre-
macía del deber y la obligación; mientras que la segunda, la sociedad
de rendimiento, estaría definida por lo contrario, su verbo central es
justamente poder, y es más, poder sin límites.
Esto puede ligarse con la lectura que Kathya Araujo hace de la
prueba del trabajo a la subjetividad en el Chile actual, a la que carac-
teriza con la denominación de desmesura:
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
trol tiene que ver con saber lo que al otro le preocupa y ese saber no
deja lugar a dudas, lo que queda de manifiesto en la expresión doble
“en definitiva claramente”, seguida de un “yo sabía que ese iba a ser
el punto”. En consecuencia, sin que le pregunten, el sujeto de discurso
resuelve las dudas de aquellos que pueden elegirlo gerente general.
La estrategia parece ser generar cierta seguridad que, al menos en
este tramo del discurso, tiene que ver con dos cuestiones principales:
el manejo de las finanzas y el manejo de la gente. El sujeto de discurso
se identifica con el objetivo central de la empresa tanto en el plano
financiero −“por ese lado pueden estar tranquilos”, plantea, constru-
yendo una alianza− como en cuanto al manejo de gente. Lo que im-
porta dejar claro es que como gerente general él será de utilidad para
la empresa y sus objetivos. Se trata de una alianza estratégica con el
poder, de la construcción de una identificación con el poder, en el
sentido de favorecer el hecho de ser identificado por aquellos en po-
sición de decidir como la mejor decisión que podrían tomar en virtud
de cómo este sujeto se torna idéntico a ellos, manifiesta su identidad
con ellos.
Insistimos: el poder de convicción es enfatizado acá en dos dimen-
siones: las finanzas y la gente. “Expliqué que si yo no había trabajado
nunca en finanzas”, movimiento retórico con el que el enunciante re-
conoce una falta, pero no cualquier falta, sino la que intuye, o más
bien sabe, que los otros ven. Se identifica con ellos, les hace ver que
los comprende y luego, “puta, sabía finanzas muy avanzadas”. El su-
jeto se posiciona en el lugar del potencial, pues si bien no lo ha hecho,
eso es porque no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Además, otra
vez utiliza el recurso de la identificación, pues la entrevista es en Es-
tados Unidos, mismo lugar en el que el sujeto afirma haber aprendido
“finanzas avanzadas”. Da cuenta del manejo de un mismo idioma, y
1397
Pablo Zuleta
en consecuencia, “por ese lado” (el de las finanzas) “podían estar tran-
quilos”. Continúa el relato:
Se trata del mismo juego: anticiparse a la falta que el otro sabe y cu-
brirla. En este caso, sobre el manejo de gente, cuestión clave para una
gerencia general. El sujeto argumenta ser capaz de ejercer liderazgo
sin ser jefe, que en definitiva tiene una cualidad diferente que lo hace
sobresalir entre los pares, que por sí solo rompe la paridad, por lo que,
si es designado jefe, convirtiendo a los que fueran pares en empleados,
ese liderazgo, o don de mando o como sea, le será aún más fácil.
Continúa: “Cuando no tenís la jineta, sino que tenís, yo, cuando es-
taba en X [la empresa anterior] era el líder indiscutido y si a alguien le
preguntaban quién era el que cortaba, quien mandaba, quien era el
que la llevaba, era yo, que me había posicionado ahí” (Ibíd.). La posición
del gerente general es fundamentalmente una posición de ascendencia
sobre gente: hay que “cortar”, “mandar”, “llevarla”. Respecto de esto úl-
timo, no deja de ser interesante como se cuela en el discurso una ex-
presión venida del coa, pues llevarla es eso, refiere al choro más choro,
al que domina la situación y a los demás, ya sea en la calle o en la po-
blación penal. Llevarla es un atributo del que tiene poder, del domina-
dor, aunque no haya “jineta” ni reconocimiento formal de por medio.
Un lugar en el que el sujeto de discurso se posiciona por sí mismo, por
su propia fuerza y de modo “indiscutido”.
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
Entonces era una misión que debía cumplir por el bien del resto, no
había tiempo para detenerse a sentir, los sentimientos y esas cosas
vienen un poco después, cuando, cuando un poco logras la meta, hi-
ciste lo que tenías que hacer, viste los frutos y te baja un poco la adre-
nalina, ahí empiezas a sentir cansancio, empiezas a sentir algo de
1401
Pablo Zuleta
dolor, ¿ya? O incluso hasta remordimiento, ¿por qué hice esto? ¿Po-
dría haberlo hecho de una forma mejor? Pero de momento, la adre-
nalina te ayuda a seguir adelante, te da fuerza para sobrellevar estos
momentos que son más o menos difíciles. Entonces, creo que la mo-
tivación por el logro es muy importante, eso es lo que te ayuda a se-
guir adelante, alcanzar ciertas metas, alcanzar ciertos objetivos, que
pueden ser económicos, que pueden ser organizacionales, que pueden
ser reputacionales, etc. En mi caso era más un desafío profesional,
decir yo me la puedo, esa es la cuestión, esto lo podemos dar vuelta, y
después, después de un tiempo uno se sienta y piensa lo que hizo,
cómo lo hizo, cómo podría haberlo hecho mejor”. (Entrevista a ge-
rente general de empresa, cincuenta y cuatro años, 2017)
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
Hasta los cinco años (de relación) claro, los dos estábamos trabajando
a la par, digamos, y probablemente teníamos niveles de ingreso bas-
tante similares, eeeeh, hasta que claro, hasta que llegan los niños, poh
hueón, cuando la mujer queda embarazada obviamente que caga,
porque tiene que dedicarle más tiempo a los niños. Obvio, está obli-
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
realización. Se trata, eso sí, de un pacto más bien tácito, dado por
obvio: “cuando la mujer queda embarazada obviamente que caga,
porque tiene que dedicarle más tiempo a los niños, obvio, está obli-
gada”. La alusión a la obviedad (dos veces en dos líneas) parece usarse
para justificar el origen de la disparidad en las carreras laborales de
la pareja. Sin embargo, se trata de una justificación que, paradojal-
mente, no justifica nada, porque en realidad es esta una cuestión que
no necesita justificarse, pues es simple y doblemente obvia: la mujer
le debe más tiempo al cuidado de los niños que el varón.
Sin embargo, aunque lo enuncia como obvio, el sujeto enunciante
parece reconocer una violencia en el origen de la disparidad, pues re-
fiere que hay uno que “caga” y esa es la mujer al quedar embarazada.
Cagar quiere decir aquí no poder seguir avanzando y/o ascendiendo
en la carrera profesional y asumir esa situación al modo de una pér-
dida, como se explicita en la siguiente cita: “Yo he ido dedicando más
tiempo al trabajo y he subido más. Mi señora se ha tratado de man-
tener en un trabajo que, si bien le va muy bien, no le implique mayor
responsabilidad porque tampoco tiene tanto tiempo para dedicarle”
(entrevista a gerente general de empresa, cuarenta y cinco años,
2017). Es el varón el que continúa ascendiendo, mientras la mujer
“trata de mantener un trabajo”, como en un esfuerzo por contener su
expansión profesional. La manera de articular la frase de alguna ma-
nera supone este esfuerzo que ha tenido que hacer ella para no seguir
subiendo, pues, aunque quisiera “tampoco tiene tanto tiempo para
dedicarle”, debido a que buena parte de ese tiempo es destinado al
cuidado de los hijos.
Con esto, lo construido antes como obvio parece problematizarse,
pues se reconoce que el abandonar la carrera del ascenso laboral por
parte de la mujer implica un esfuerzo y hasta un sacrificio:
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
GG: Si claro, siempre […] tiene que haber uno que pueda estar más en
la casa y en este caso es mi mujer, o sea, se ha sacrificado” (Entrevista
a gerente general de empresa, cuarenta y cinco años, 2017)
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Pablo Zuleta
Las mujeres tienen, sin duda tienen, en muchos casos tienen una
forma distinta de ver las cosas, tienen una sensibilidad distinta, la-
mentablemente creo que muchas de las mujeres que llegan a posicio-
nes altas en la empresa se transforman en hombres y pierden parte
de esa sensibilidad, o sea, de esa forma de ser diferentes. (Entrevista
a gerente general de empresa, cincuenta y cuatro años, 2017)
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
Otra vez, una cita: “A mí me choca que una mujer se siente en una
reunión y hable puros garabatos, en una reunión con puros hombres,
hablamos puras cochinás, puras cochinás” (Entrevista a gerente ge-
neral de empresa, cuarenta y siete años, 2017).
La cumbre masculina en la empresa es discursivamente construida
aquí como un espacio en el que lo que circula son “puras cochinás”,
cuestión que se enfatiza en el doblaje de la voz, y “cochinás” resulta ser
un significante rico en significados posibles. Más allá de los “garaba-
tos”, “cochinás” parece referir a suciedades, turbiedades, trampas, irre-
gularidades, emparentadas de algún modo con la perversión (sexual y
social). El espacio de las grandes decisiones de la empresa queda em-
parentado entonces con lo cochino. Propongo: con lo perverso y la per-
versión, que quedan circunscritos a la masculinidad. Es mejor que las
mujeres permanezcan fuera de esto. Planteo que con ello la exclusión
se camufla en protección, en protección de una supuesta feminidad
idealizada, virginizada y asociada a la pureza. A los hombres, a los mis-
mos para los que la sensibilidad es construida como algo de lo que es
oportuno y deseable despojarse para ascender, les es permitido el es-
pacio de la “cochiná”, que queda vedado a las mujeres.
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
Conclusiones
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Pablo Zuleta
Referencias
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Reproducción de la dominación masculina en la subjetivación
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Pablo Zuleta
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Trueques y ekekas.
Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
económica y patrimonial en el Norte argentino
Florencia Soraire
Introducción
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
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Florencia Soraire
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
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Florencia Soraire
Cargar la casa
Cada persona que se haga cargo de sostener un hogar sabe que el tra-
bajo dentro es permanente. Hay que comprar artículos de limpieza y
alimentos, almacenarlos adecuadamente y preparar comidas a dia-
rio, adquirir vestimenta y mantenerla limpia y en buenas condicio-
nes. Hay que limpiar pisos, baños, cocinas, ventanas; ordenar
habitaciones y espacios comunes; medicar en caso de enfermedad y
acompañar en casos de tratamientos y sanaciones; movilizarse fuera
de la casa para que todos cumplan con sus horarios y responsabili-
dades (llevar niños a la escuela, adultos al trabajo, enfermos al mé-
dico, etc.), buscar idóneos para hacer los arreglos de mantenimiento
del lugar; pagar los servicios y, si hubiese, alquiler; administrar el di-
nero destinado a resolver todo esto, de modo tal que alcance para
todo.
Atamos dos cabos en un pensamiento: somos las mujeres las que
llevamos esas cargas y las que estamos en desventaja ante la violencia
que instala una relación desigual de poder, con un diferencial que
nos oprime, nos domina, nos somete, nos controla, nos cosifica. El
panorama no es muy alentador cuando lo que se busca es dejar el
lugar de víctima para trasladarse al de sobreviviente. ¿Cómo sobre-
vivir a la violencia de género económica?
A lo largo de nuestra experiencia investigando este tema, vimos
cómo, para muchas mujeres, este mandato de sostener la vida del
hogar se vive como “cargar con la casa”. Nos aventuramos en sospe-
char que esta carga es un efecto de poder de violencia en la subjetivi-
dad de las mujeres, que se vuelve evidente cuando una comienza a
cuestionarse ciertas cosas.
La militancia feminista en las calles de Salta (y no desde algún
partido político o agrupación religiosa) y la toma de conciencia de gé-
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
Genero trueque
Foto de autoría propia tomada en la celebración por los tres años de trueque, Salta
capital, septiembre de 2019.
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Florencia Soraire
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
Foto de autoría propia, tomada en la celebración del primer año de trueque, Va-
queros, Salta, septiembre de 2017.
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Florencia Soraire
Observé que las mujeres acumulamos los objetos que usamos al mo-
mento de cuidar a otros. Así, lo que guardamos conforme crecen los
niños, por ejemplo, circula luego por el trueque para las que se en-
cuentran en esos momentos de la crianza. Lo mismo sucede con los
artículos del hogar, se guarda lo que se renueva. Todo lo que tenga in-
cidencia en la vida cotidiana material de la casa donde las partici-
pantes viven es llevado al trueque. Al intercambiarlo por otra cosa de
interés, ya sea por necesidad o por gusto, se resignifica. Personal-
mente, me pasó de llevar cosas sin uso de casa y trocarlas a quien las
necesitaba y me ofrecía vestidos y libros, ese intercambio, no cubría
de mi parte una necesidad material básica, pero sí satisfacía mi gusto.
Los trueques permiten satisfacer la necesidad primera y también sen-
tir que se está una dando un gusto y consiguiendo algo bonito.
En el caso de los talleres, se compartieron saberes productivos,
saber hacer algo y enseñarlo, recibiendo en trueque otra cosa, prees-
tablecida o sugerida al momento del intercambio. Los brindaron mu-
jeres con emprendimientos independientes y oficios. Las cosas y los
saberes fueron volviéndose la excusa del encuentro, momentos de es-
cucha y acompañamiento.
Usamos las redes sociales también, armamos grupos por Face-
book y WhatsApp, en los que los trueques se dan permanentemente,
como así también el intercambio de opiniones sobre ciertos aconte-
cimientos puntuales y la búsqueda de información y ayuda.
En el intercambio de cosas, viajan historias, experiencias y un sin-
fín de sentidos otorgados a la cosa que se está trocando. Se escucha
qué busca, qué necesita, qué quiere y gusta la compañera que se in-
teresa por lo que llevé. La escucha se instala. El valor de las cosas se
resignifica, ya no es más monetario, ahora depende de lo que yo de-
cida que vale. Si llevo un pantalón de jean por el que pague en su mo-
mento mil pesos y lo cambio por una panera de mimbre que no tengo
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
Ekeka
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Florencia Soraire
Les escribí para pedirles permiso para usar ese nombre, y desde en-
tonces fui siguiendo sus pasos. Pude visitarlas en dos ocasiones, en
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Florencia Soraire
ción. Poca atención se dedicó a lo que pasaría con esas mujeres, sobre
la organización social y cooperativa de las mismas, a cargo de la re-
colección y la crianza prolongada de cría dependiente.
Linton finaliza su escrito preguntándose qué habrían estado ha-
ciendo las hembras mientras los machos cazaban. Confiesa llegar a
ese punto luego de tomar conciencia políticamente de sí misma como
mujer. El sesgo machista va acompañado de una perspectiva mascu-
lina en la antropología, junto a otros sesgos que la autora invita a re-
plantearse como antropóloga.
Me sentí tocada. El sesgo machista que hicimos cuerpo, que hici-
mos mirada estudiando las etnografías clásicas, se activa también en
el intento de etnografía desde un posicionamiento político feminista.
¿Cómo encarar una etnografía feminista de la violencia de género
económica?
Siguiendo a Linton, lo primero que hice fue tomar conciencia de
mí misma como mujer. Me identifiqué trabajadora, precarizada, in-
dependiente y autogestiva, empleada por la Universidad Nacional de
Salta por unas horas de clase en la licenciatura de Antropología, pres-
tando el servicio de Apoyo académico personalizado en grado y post-
grado, autodidacta y aprendiz de la confección de muñecas de tela,
tallerista y feriante. Mi profesión, tanto como mis diversos saberes y
habilidades, puestos al servicio de la generación de dinero y la gestión
de recursos.
Las estrategias de supervivencia ante la “macrisis” decantaron de
la colectivización de voluntades y la salida al encuentro con la otra,
con la diferente, con la desconocida, con la que ya no compito, la que
(me) acompaña. Ese reposicionamiento en la observación, ese paso
de “las otras” a “nosotras”, permitió visibilizar y contextualizar las re-
laciones sociales que se pusieron en el centro de la mesa para ser de-
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Florencia Soraire
Referencias
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Trueques y ekekas. Primeros apuntes antropológicos sobre la violencia de género
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Cuerpos sexualizados, trabajo flexible y
precarización de la vida: más allá de la
dicotomía trabajo sexual/trata sexual
Introducción
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Todos los nombres que utilizaré son seudónimos.
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El dato que incluyo proviene de las llamadas “series armonizadas” de las estadísticas la-
borales de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT). Estas series usan similares criterios
para definir el empleo informal y compararlo entre varios países, en este caso Bolivia, Co-
lombia, Ecuador y Perú. Se incluye a trabajadore/as del sector formal e informal de la eco-
nomía. Para más información ver (OIT, s/f).
1451
Martha Cecilia Ruiz
morales, y por ello exploro las economías morales de los trabajos se-
xuales y erotizados (Salazar Parreñas, Thai y Silvey, 2016), o las com-
plejas maneras en que lógicas liberales e incentivos/intereses econó-
micos se entrelazan y entran en tensión con normas, valores y
preocupaciones sociales y morales.
A diferencia de lo que sucedió en los años ochenta y noventa
cuando surgieron numerosas organizaciones de trabajadoras sexua-
les tanto en el norte como en el sur (Kempadoo y Doezema, 1998), lo
que visibilizó el vínculo entre trabajo y sexualidad, en este siglo la
preocupación por la creciente presencia de mujeres en mercados se-
xuales se ha separado del tema del trabajo y se ha conectado con
otras temáticas. La salud pública y la lucha contra el VIH/SIDA y, so-
bre todo, la problemática de la violencia sexual contra mujeres y ni-
ños, que ha adquirido un matiz más criminal y transnacional al co-
nectarse con el reactivado tema de la trata (sexual) de personas, han
dejado en segundo plano o directamente han anulado el tema del
trabajo. Como señala la académica india Prabha Kotiswaran (2011):
se ha puesto énfasis en el “sexo peligroso”, mientras que se ha invisi-
bilizado el tema del trabajo, o las variadas formas que grupos despo-
seídos encuentran para “ganarse la vida”, un concepto que se propone
desde la antropología (por ejemplo, Narotzky y Besnier, 2014) para
ampliar la noción de trabajo y entender a estos grupos como actores
(y no solo como víctimas) que buscan salidas en contextos de incer-
tidumbre y crisis.
El capítulo está organizado en tres partes. En primer lugar, sitúo
los mercados y trabajos íntimos de El Oro en el marco de una pro-
vincia fronteriza cuya economía local ha estado históricamente co-
nectada a los mercados internacionales, por lo cual lógicas basadas
en la competitividad y las reglas del mercado guían de manera parti-
cular las relaciones laborales en esta región. En segundo lugar, des-
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Aunque peruanas y colombianas tienen actualmente más posibilidades de regulari-
zar su situación migratoria en Ecuador, gracias a acuerdos bilaterales y multilaterales,
su situación sigue siendo irregular por varias razones: la mayoría no conoce la nor-
mativa, otras consideran que los trámites de regularización son engorrosos y/o costo-
sos, y una buena parte son migrantes temporales y circulares y, por tanto, no hacen
esfuerzos por regularizarse.
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Mujeres que utilizan sus teléfonos celulares prepago para contactar clientes y ofre-
cer servicios íntimos.
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“Mi familia me tiene por los cielos”, explica Carolina, una joven co-
lombiana de veinticinco años, que, curiosamente, salió de su país de
origen tratando de dejar atrás los conflictos familiares. Su papá aban-
donó el hogar cuando ella era una niña y desde la adolescencia se dis-
tanció de su mamá y de su hermana. Las condiciones económicas
eran muy limitadas y el ambiente muy tenso, así que viajó a Ecuador.
“Yo tengo una doble vida”, dice con una sonrisa pícara. “Yo acá soy lo
que soy, pero allá soy una mujer muy sana […], colaboradora y pen-
diente siempre de ellos” (Entrevista a “Carolina”, Machala, marzo de
2009). Carolina trabaja en night-clubs de El Oro y otras provincias de
Ecuador. Seis meses después de su llegada a este país regularizó su
estatus migratorio, cuando se casó con un compañero de trabajo, “por
amor y no solo por la visa”, aclara. Su situación le ha permitido tener
ingresos bastante estables, por lo que, argumentando que su marido
le da dinero, regularmente envía remesas para su mamá y, sobre todo,
para la pequeña hija de su hermana, a quien dice “mantener” en todos
sus gastos (comida, ropa, educación) y a quien visita con regularidad
en Colombia. Así ha reconstruido los lazos emocionales con su fami-
lia y, como ella dice, ha dejado de sentirse “huérfana”.
Las obligaciones económicas y morales y el sentido de responsa-
bilidad y pertenencia a una familia emergieron constantemente en
los discursos de mis entrevistadas y en las maneras en que ellas ex-
plican su ingreso y permanencia en actividades construidas como
“indecentes”. Al insistir que este ingreso se dio por las urgentes “ne-
cesidades” económicas que ellas, sus hijos/as u otros familiares te-
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Cuerpos sexualizados, trabajo flexible y precarización de la vida
nían, las mujeres que trabajan en barras-bar, pero sobre todo aquellas
que están en prostíbulos y night-clubs, atenúan sentimientos de ver-
güenza y algunas, incluso, expresan una especie de orgullo personal
que se alimenta de la admiración y el respeto que reciben de sus fa-
miliares por el hecho de ser “madres responsables”, hijas y tías “ge-
nerosas y amorosas”. No obstante, el estigma que recae sobre su
trabajo no les permite ser completamente sinceras con sus familiares
ni pensar en procesos de reunificación familiar, como indicaron
otras entrevistadas.
“Ellos vienen con problemas y quieren que una los escuche”, dice con
tono de fastidio Kruzkaya, peruana de veintiséis años que trabaja en
barras-bar de Machala. Esta migrante considera que el trabajo en las
barras “no es decente” y señala que los hombres quieren intimidar y
eso no le gusta ni quiere hacer (Entrevista a “Kruzkaya”, Machala,
agosto de 2017). Al igual que Kruzkaya, otras mujeres trazan límites
bien claros entre sus relaciones laborales y sus relaciones personales
para así mantener un sentido de decencia y respetabilidad. Sin em-
bargo, algunas migrantes con las que conversé tienen una estrategia
opuesta, ya que intentan distanciarse de la idea de los mercados se-
xuales y erotizados como puramente sexuales y deshumanizados, y
justamente por esto resaltan los aspectos más personales y humanos
que encuentran en su trabajo.
Paula, colombiana de cuarenta años, traza diferencias entre las
trabajadoras más jóvenes y las “mayorcitas” para explicar que en
prostíbulos y night-clubs no solo se ofrece sexo a los clientes, sino tam-
bién una especie de servicio terapéutico. “Somos como psicólogas”,
dice, mientras se queja de que se desvalorice su trabajo y no se reco-
nozca sus aportes: “nos marginan y no piensan el papel que tenemos,
1471
Martha Cecilia Ruiz
no las peladitas, porque ellas hacen lo que hacen y punto; pero mu-
chos nos buscan a las mayorcitas para conversar de un problema que
no pueden contar a nadie; para hacerse una amiga” (Entrevista a
“Paula”, Machala, agosto de 2017). Paula desexualiza su trabajo para
así darle un sentido más respetable. Otras mujeres con las que con-
versé también hicieron algo parecido cuando explicaban que las di-
versas actividades y relaciones íntimas-materiales que mantienen no
siempre incluyen sexo. Por ejemplo, mencionaron las salidas con “vie-
jitos” que están solos y buscan compañía más que sexo o los viajes
con clientes frecuentes que se volvieron amigos y con quienes inter-
cambian mucho más que sexo.
Aunque bastante más joven, Carolina también dijo que en su tra-
bajo “tiene que hacer el papel de psicóloga”, pues “hay que aguantar
los humores de todo el mundo” y servir de desahogo para hombres
que llegan a los locales con problemas. Sin embargo, Carolina se re-
firió tanto a aspectos sexuales como no sexuales. “A mí me gusta ha-
blar con los clientes”, dice, y explica que a los más jovencitos les
“enseña”: “que se cuiden con condón”, que aprendan a tocar, moverse
y asearse. En cambio, a los hombres más adultos que llegan a hablar
de los problemas sexuales con sus esposas, los escucha quejarse y les
aconseja. “Ellos me dicen que parezco psicóloga”, señala Carolina, con
tono de orgullo (Entrevista a “Carolina”, Machala, marzo de 2009).
Conclusiones
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Referencias
Abad, A., Briones, M., Cordero, T., Manzo, R. y Marchán, M. (1998). The
Association of Autonomous Women Workers Ecuador: “22nd June”. En:
K. Kempadoo y J. Doezema (Eds.), Global Sex Workers (pp. 172-177). Nueva
York: Routledge.
Adkins, L. y Lury, C. (1996). The Cultural, the Sexual, and the Gendering
of the Labour Market. En L. Adkins y V. Merchant (Eds.), Sexualizing the
Social (pp. 204-223). Londres: Palgrave Macmillan.
1476
Cuerpos sexualizados, trabajo flexible y precarización de la vida
Filby, M. (1992). The Figures, the Personality and the Bums: Service Work
and Sexuality. Work, Employment and Society, 6(1), 23-42.
Kotiswaran, P. (2011). Dangerous Sex, Invisible Labor: Sex Work and the Law
in India. Nueva Jersey: Princeton University Press.
1477
Martha Cecilia Ruiz
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Quinta parte
Etnografiando la cotidianeidad:
experiencias, prácticas y significaciones
Identidades laborales en América Latina:
estructuras, interacciones y narrativas*
Antonio Stecher
Introducción
* Este artículo tiene el apoyo y fue posible gracias al financiamiento del Fondo Nacional de
Desarrollo Científico y Tecnológico del gobierno de Chile (FONDECYT-ANID) a través de los
proyectos Fondecyt N° 11130095, “Procesos de construcción de identidad en el trabajo en el
Chile actual: El caso de los trabajadores de tienda de grandes empresas del Retail. Aportes
empíricos y conceptuales al debate sobre trabajo e identidad en América Latina”, y Fondecyt
N° 1181041, “Trabajo y construcción de identidades en trabajadores de la industria del Retail
en Chile. Estudio en tres ciudades sobre contextos regionales productivos, narrativas iden-
titarias, formas de reconocimiento, control managerial y organización sindical”. Además
cuenta con el apoyo y se inscribe en el marco del Núcleo Milenio “Autoridad y Asimetrías
de poder” financiado por la iniciativa científica Milenio del Estado de Chile.
Antonio Stecher
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Identidades laborales en América Latina
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Antonio Stecher
cher, 2005; Gaete y Soto, 2012; Sisto, 2012; Soto, 2008; Stecher, 2014;
Stecher y Sisto, 2019).
El presente capítulo, más que hacer una sistematización y balance
de ese vastísimo acumulado de hallazgos empíricos, busca contribuir
a la discusión conceptual y al enriquecimiento de las perspectivas
analíticas para el estudio de los procesos de construcción identitaria
en el mundo del trabajo en el contexto de la modernidad contempo-
ránea en América Latina (Domingues, 2009). En particular, presen-
tamos un conjunto de precisiones y distinciones conceptuales
orientadas a relevar el carácter de proceso social, anclado en interac-
ciones simbólicamente mediadas, de las dinámicas de construcción
identitaria en el mundo del trabajo (De la Garza, 2010; Jenkins, 1996;
Joas y Knobl, 2011). A nuestro juicio, dicha dimensión –procesual,
local, tensional e interactiva− de los procesos identitarios ha sido
menos considerada en la investigación empírica en América Latina
debido al predominio otorgado, en términos conceptuales, a factores
macro de tipo socio-institucional (nuevos modelos productivos y de
gestión empresarial, de relaciones laborales, de patrones tecnológi-
cos) o socio-simbólico (nuevos discursos neomanageriales e ideales
de sujeto laboral fuertemente individualizados y empresarizados),
así como al predominio dado, en términos metodológicos, a enfoques
narrativos o biográficos centrados en la producción individual de re-
latos de los trabajadores. La atención puesta en estos dos polos –(i)
los elementos socio-institucionales y socio-simbólicos hegemónicos
que estructuran y enmarcan las experiencias de trabajo en el capita-
lismo flexible y (ii) los relatos individuales de los trabajadores sobre
sus trayectorias y experiencias laborales− ha llevado a desatender la
dimensión procesual, local e interaccionalmente enraizada de los
procesos identitarios. Entre esos dos polos –el modelo o configura-
ción tecno-socio-productiva (el contexto de la producción identitaria) y
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Coordenadas teórico-conceptuales
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Coordenadas histórico-contextuales
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zan las relaciones sociales (Thompsn y Smith, 2010). Es por ello, como
hemos afirmado arriba, que postulamos la necesidad de analizar las
identidades laborales considerando siempre sus contextos de produc-
ción, los procesos de interacción socio-simbólica en los espacios labo-
rales y las narrativas identitarias de los trabajadores entendidas
como producción simbólica. Dicho análisis exige, a nuestro juicio, una
lógica de estudio de caso que permita reconstruir en forma exhaus-
tiva la configuración socio-técnica de un determinado sector produc-
tivo, analizando sus procesos de re-estructuración productiva y
estudiando luego en profundidad los procesos de interacción socio-
simbólica y las narrativas identitarias de diferentes colectivos de tra-
bajadores que compartan una misma condición laboral.
Si bien no es el objetivo de este capítulo describir los procesos de
reestructuración productiva y las transformaciones del trabajo en
distintos sectores económicos en Chile en las últimas décadas, nos
parece importante consignar algunas puntualizaciones que se basan
en los desarrollos de los nuevos estudios laborales en América Latina
y que son de especial relevancia para una agenda de investigación
sobre las identidades laborales (Antunes, 2001; De la Garza, 2000;
Neffa, 1998).
En primer lugar, la importancia de atender y reconocer la histó-
rica heterogeneidad de la matrices socio-productiva y sociocultural
de la región, al interior de las cuales han existido y coexisten hasta el
día de hoy mundos del trabajo profundamente desiguales y diferen-
ciados. Las tendencias de cambio arriba descritas y los procesos de
reestructuración productiva señalados se han desplegado en formas
profundamente heterogéneas y diferenciadas según los sectores pro-
ductivos, el tamaño de las empresas, su lugar en los encadenamientos
productivos y las cadenas de valor global, el perfil sociodemográfico
de la fuerza de trabajo (etnia, género, generación, calificación, terri-
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Identidades laborales en América Latina
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Antonio Stecher
nera como las otras personas actúan frente a ella respecto de dicho
objeto [de modo que son las] acciones [de los otros] los que sirven para
la definición [significación] de una cosa determinada para esa per-
sona. (Robles, 1999, p. 120)
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las condiciones del trabajo flexible (el alto desempeño, los indicado-
res y ranking, el proyecto de movilidad, etc.) y por las maneras en que
los trabajadores se identifican y diferencian de ellos, construyendo
juicios y valoraciones que dan lugar a ordenamientos morales y có-
digos éticos desde los cuales se juzga la experiencia laboral.
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Reflexiones finales
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Antonio Stecher
Referencias
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Bajoit, G. (2003). Todo Cambia. Análisis sociológico del cambio social y cultural
en las sociedades contemporáneas. Santiago de Chile: LOM.
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Antonio Stecher
1532
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Mead, G. (1972). Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del con-
ductismo social. Buenos Aires: Paidós.
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Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e
a paisagem.
Reflexões sobre o trabalho campesino nos Andes peruanos*
Introdução
* Parte do argumento desenvolvido neste trabalho foi apresentado por primeira vez
no Seminário Permanente de História e Arqueologia do Centro de Estudos Mesoame-
ricanos e Andinos (CEMA) da Universidade de São Paulo (USP) em 2015. Agradeço a
todos os presentes pelos comentários, principalmente a Eduardo Natalino e Pedro
Paulo Salles.
Indira Nahomi Viana Caballero
1
Neste texto, uso itálico para categorias e falas nativas de meus interlocutores, aspas
duplas (“”) para conceitos e citações de autores diversos, e aspas simples (‘’) para noções
propostas por mim ou que gostaria de enfatizar.
1540
Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
2
Depois disso realizei viagens curtas à Andamarca em 2014 e 2016. Agradeço a CAPES
(Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior) pela bolsa de douto-
rado que me permitiu realizar dita pesquisa e pela bolsa PNPD (Programa Nacional
de Pós-Doutorado) vinculada ao PPGAS-UFG desde setembro de 2018, a qual me possi-
bilita explorar outros temas relevantes em Andamarca, como a relação entre patrimô-
nio e paisagem.
1541
Indira Nahomi Viana Caballero
havia convites. Assim fui construindo minhas redes até chegar a par-
ticipar intensamente da rotina no campo acompanhando principal-
mente um casal, Sra. Irene e Sr. Celso, com aproximadamente 60
anos então, cujos filhos e netos viviam todos na Argentina, na região
metropolitana de Buenos Aires (em Berazategui), onde haviam se tor-
nado comerciantes de considerável sucesso3. Do ponto de vista me-
todológico, ressalto que esse movimento diário, de sair do povoado
em direção ao Anexo de Huaccaracca (próximo ao que chamamos
de distrito no Brasil), cerca de hora e meia de caminhada — onde fi-
cava parte das roças do casal e uma casa; porém, tratavam de alternar
o pernoite em outra casa que haviam acabado de construir em An-
damarca —, permitiu-me acompanhar o movimento intrínseco à ro-
tina campesina andamarquina e perceber, através de minha própria
experiência, que o ato de percorrer a pé a paisagem é uma forma po-
tente de conhecer.
A área etnográfica andina é praticamente inexplorada na Antro-
pologia brasileira, mas entre as pesquisas conduzidas por antropólo-
gos oriundos de universidades brasileiras e com base em trabalho de
campo intensivo na região destacam-se as de Cavalcanti-Schiel (2005),
Schavelzon (2010), Cruz (2010), Alfaro Freire (2011), Catacora Salas
(2012), Caballero (2013a), Freitas (2013), sobre temas diversos. Este tra-
balho é, portanto, fruto de uma dessas pesquisas, cuja origem en-
quanto ex-aluna do PPGAS-UFRJ deriva de minha relação com uma
antropologia interessada no tema do trabalho e em seus mais varia-
dos desdobramentos, a qual tem suas raízes, ou parte delas, nas pes-
quisas de Moacir Palmeira, Lygia Sigaud, Beatriz Heredia, José Sérgio
Leite Lopes e toda uma geração de antropólogos no Brasil que dire-
3
No final de 2011 fiz uma breve visita a Mili, uma das filhas da Sra. Irene que vive em
Berazategui.
1542
Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
4
Sobre a constituição desse campo de pesquisas da antropologia no Brasil e de como
o enfoque voltado para trabalhadores industriais ainda era pouco usual no início dos
estudos do trabalho, ver Lopes, 2013 e 2017.
5
O cerne de minha pesquisa de doutorado girou em torno das relações entre os anda-
marquinos a partir de uma dinâmica de relações de ‘nivelamento’ (termo derivado de
nivelarse), cujo efeito principal se dá na não instauração de grandes desigualdades
econômicas e, sobretudo, políticas entre os comuneros (membros da comunidad). A
pesquisa descreve a aversão dos andamarquinos diante da possibilidade da instau-
ração de uma desigualdade acentuada no interior da comunidade, risco presente
quando alguns conseguem, através de formas de comércio variadas (principalmente
de animais e, mais recentemente, de produtos industrializados), acumular bens e din-
heiro, despontando como uma pequena elite incipiente (Caballero, 2013a).
6
O trabalho da autora se diferencia dos anteriores na medida em que essa noção apa-
rece radicalizada ao apresentar o que chama de “antropo-cego” como “o processo de
criação de mundo por meio do qual mundos heterogêneos que não se fazem por meio
de práticas que separam ontologicamente os humanos (ou a cultura) dos não humanos
(ou a natureza) — nem necessariamente concebem como tal as diferentes entidades
presentes em seus agenciamentos — são ambos obrigados a operar com essa distinção
(deliberadamente destruída) e excedê-la” (De la Cadena, 2018, p. 100).
1543
Indira Nahomi Viana Caballero
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Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
Agricultura em andenes
7
Como é o caso do corpo dos danzantes de tijeras que mais parece o de um ‘super-hu-
mano’. A performance desses bailarinos é central durante a Festa da Água, celebração
destinada à propiciação de fertilidade que marca o início do ano agrícola, em agosto.
8
Directiva Comunal é uma instituição política que remete a uma forma de organização
coletiva antiga e que administra bens coletivos, como os pastos para o gado e a água.
Assim, todo comunero tem direito de usufruto dessas terras bem como da água.
1545
Indira Nahomi Viana Caballero
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Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
9
Criar animais é uma atividade que permite ganhar e acumular dinheiro: tanto quando
se vende gado como quando se produzem queijos. Enquanto a agricultura, garante
parcialmente alguns meses de provisão. Até pode-se vender alguns poucos quilos de
batata, ou trocar pequenas quantidades por outro alimento, mas não resulta em din-
heiro e/ou lucro.
1547
Indira Nahomi Viana Caballero
10
Tais comércios são aqueles que realmente prosperaram e por isso se destacam em
Andamarca: um pequeno hotel; a agência da empresa de ônibus da região; dois arma-
zéns que funcionavam como minimercado e bazar. Depois desses, há uma porção de
pequenas vendas que oferecem só artigos básicos (sabão, fósforos, vela, azeite, sal, açú-
car, massa etc.) e mais um que outro mediano. Mesmo assim, os armazéns que eram
os grandes quando do início de minha pesquisa de doutorado já não eram os mesmos
em 2016. Seus donos haviam ido embora para a costa, onde considera-se que há mais
chance de prosperar economicamente.
1548
Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
que, apesar de dura, lhes parece mais digna e aprazível do que a vida
na cidade grande, um lugar que pode ser muito triste, onde todo es
plata, onde o trabalho resulta em pouco dinheiro (principalmente as
atividades informais, como as de ambulantes) e onde sequer se pode
respirar aire puro por causa do excesso de polución — contrastes re-
correntes que os andamarquinos constroem entre Lima e Anda-
marca, mesmo com as extensas redes de amigos e parentes na capital
que tendem a humanizar um pouco a experiência urbana11.
Diante de todo o investimento físico que requer o trabalho agrí-
cola e da ausência de retorno financeiro, parece por vezes quase inex-
plicável a continuidade de tal prática. Dessa forma, a questão que se
colocava para mim era: o que fazia os andenes vivos, afinal? Ou, me-
lhor: a transformação que ocorre com o processo agrícola é funda-
mental, e isso é claro. Mas haveria aí algo mais que merecesse
destaque?
11
Desde antes do início de minha pesquisa de doutorado algumas famílias já estavam in-
teressadas em explorar possibilidades turísticas em Andamarca e arredores, não apenas
devido ao patrimônio arquitetônico pré-hispânico, mas também pela riqueza paisagística,
tornando a região atrativa. Logo de minha chegada, alguns falavam em um turismo de
pequena escala e de baixo impacto que servisse como possibilidade de ingressos para fa-
mílias andamarquinas que não quisessem se mudar para as grandes cidades da costa. E
para que os jovens, os mais motivados em deixar Andamarca, tivessem possibilidades de
empregos locais. Apesar de haver alguns pequenos restaurantes e hospedagens, e de os
interessados se mobilizarem cada vez mais para atrair turistas, o pequeno povoado ainda
está longe de ser um destino turístico consideravelmente procurado. Entretanto, os lucros
ainda modestos — que não permitem que aqueles que se dedicam à nova atividade vivam
somente disso — são suficientes para perturbar e tensionar as relações entre os anda-
marquinos desde uma perspectiva política, pois grandes desigualdades econômicas estão
associadas a grandes desigualdades políticas. Neutralizar a cristalização dessas grandes
diferenças é algo que mobiliza de várias formas a vida coletiva em Andamarca (Caballero,
2013a; 2013b), conforme mencionado brevemente na nota 6.
1549
Indira Nahomi Viana Caballero
O abandono dos andenes pode fazer com que os não humanos res-
ponsáveis por sua vitalidade sintam-se desvalorizados, interpretando
isso como abandono da própria relação que deveria ser nutrida.
Assim dizia-me meu amigo Chuspicha, um destacado bailarino da
danza de tijeras, dança propiciatória fundamental na Festa da Água,
celebração em que todos os esforços dos andamarquinos estão volta-
dos para a produção de um ano agrícola próspero (Caballero, 2018b).
Deixar de cultivar roças é deixar de fazer, de lembrar, de ofertar para
toda uma rede de não humanos, incluindo rios e lagos, que sem rece-
ber oferendas (pagapas) vão perdendo seu poder, sua força e, no li-
mite, sua vida. Trata-se da quebra dessas negociações12. De certa
forma, é uma concepção que vai ao encontro daquela que já aparecia
em Peter Gose (2001, p. 1), de que os camponeses “produzem cultivos
como um fim em si mesmo, para fazer a terra viver”. Além disso, não
cuidar devidamente de sua roça, sua “criação” (crianza), pode propi-
ciar o “assilvestramento” das plantas, conforme propõe Verónica
Lema (2014, p. 67; tradução minha), uma reação consequente à falta
de “cuidados” e de “carinho”, fazendo com que elas “escapem do cul-
tivo” e voltem a apresentar características anteriores à sua forma do-
mesticada, as quais foram “perdidas sob o manejo humano”,
demonstrando que podem estar sendo “criadas” por outros seres, pois
não somente os humanos podem “criar”.
12
Isso nos remete a um caso semelhante, porém mais radical, a saber, o do corpo do
danzante de tijeras. Caso ele rompa seus pactos com os seres viventes da água (Sirena,
Diablo), vai perdendo suas habilidades e resistência física, saúde e boa sorte (Caballero,
2019a). Conforme Pascale Absi, o trabalho dos mineiros em Potosí (Bolívia) está rela-
cionado quase que inevitavelmente a negociações com o diabo para que eles tenham
acesso aos minerais. Entretanto, há trabalhadores que radicalizam tais negociações
chegando a “pactuar” com o diabo e esses, segundo ela, são os que mais êxito alcançam
(Absi, 2005: XIX).
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Indira Nahomi Viana Caballero
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Sobre a confecção artesanal de queijos na província de Jujuy (porção andina no no-
roeste argentino) enquanto técnicas de transformação do leite em queijo e seus vín-
culos com o modo de constituir família, ver Pazzarelli (2014).
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Festas diversas para ovelhas, bovinos, camelídeos (alpacas e lhamas) e cavalos são
celebradas em diferentes regiões dos Andes com o intuito de propiciar a reprodução e
o bem-estar dos animais. De acordo com Rivera Andía, uma das motivações mais im-
portantes dos chamados rituais do gado consiste na “transformação da dependência
em aliança” (2014, p. 61), sobretudo com os Apus (as montanhas protetoras). Essa pro-
teção dos Apus é muito importante principalmente quando o gado está na puna (alti-
plano) — onde ficam os pastos para a criação de gado —, pois esse é o seu território,
salvaje, perigoso e hostil, características que são atenuadas através de ditos rituais.
1556
Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
15
Outro momento em que esses animais se destacam é durante a corrida de touros que
acontece em Andamarca na Festa da Água (ver Caballero, 2019b). Sobre esse tema ver
também Tomoeda (2013) e Murguía (2014).
16
Felipe Vander Velden (2016, p. 33) fala sobre uma “ética do trabalho canino” a partir
de sua pesquisa com o povo indígena karitiana, do estado de Rondônia (Brasil), uma
vez que os cães são importantes ajudantes dos caçadores humanos.
1557
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17
Segundo Arnold e Espejo (2013), o movimento em zigue-zague remete a uma relação
entre a feitura da roça pelo arado e a do têxtil pelo tear. Aliás, a relação estreita entre o
mundo têxtil e o universo agrícola é algo revelado pelas autoras em sua pesquisa com as
tecelãs de Qaqachaka (Bolívia). Para além de formas e desenhos, as autoras mostram que
o próprio vocabulário empregado para se referir e nomear técnicas têxteis guarda es-
treita relação com as técnicas agrícolas. Vemos, por exemplo, a ideia de que um dos ins-
trumentos utilizados no processo de tecer, similar a um palito, chamado de jaynu, “guía
el camino de la figura, de los diseños”, “es como si fuera el agua que riega lo que está en
los surcos de las listas angostas (…), que riega a estos colores y a los otros colores del hilo
para que puedan brotar mejor en las figuras del textil” (2013, p. 97).
18
Sobre aprender a obedecer e a possibilidade de ser amansado ver Andriolli e Pereira (2016).
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Indira Nahomi Viana Caballero
mais, ou seja, uma ampla cadeia que inclui sua reprodução, o manejo
de seus pastos e de sua água.
Seguindo tais desdobramentos sugiro que a vida dos andenes tam-
bém está associada ao fato de que tais edificações são continuamente
‘refeitas’ ao longo do tempo, e me refiro aqui à sua própria estrutura
arquitetônica para além das roças que acolhem. Da mesma forma
que os têxteis e tudo que requer esforço para ser feito, ou seja, que
requer uma porção de vitalidade da pessoa que o fez, tornando-se
vivo também por isso. O ato de (re)fazer certos artefatos, e propomos
que com os andenes não é diferente, constitui em si a possibilidade
de transferência de força vital, pois aquele que faz deixa algo de si
naquilo que é feito — como os têxteis e outros artefatos que devido à
intensa convivência, e também por sua matéria-prima, apresentam
traços vitais daquele com quem conviveu, ou melhor, daquele que o
fez. Entre esses objetos, segundo Denise Arnold e Elvira Espejo (2013),
estão os próprios instrumentos têxteis usados por uma tecelã durante
sua vida (tradicionalmente feitos de madeira, pedras e ossos). Noção
que ressoa diretamente com as considerações andamarquinas men-
cionadas acima.
Considerações finais
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Referências
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Indira Nahomi Viana Caballero
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Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
Catacora Salas, E. (2012). Ama Quella, Ama Suwa, Ama Llulla. Concepções
de justiça nas rondas campesinas do Peru (Dissertação de mestrado). Uni-
versidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil.
1569
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Entre os ausentes, os invisíveis, os animais e a paisagem
Nash, J. (1979). We eat the mines and the mines eat us: Dependency and ex-
ploitation in Bolivian tin mines. Nova Iorque: Columbia University Press.
1571
Indira Nahomi Viana Caballero
1572
La formalización de la informalidad
laboral.
Los procesos de precarización de las relaciones laborales en
Cuba a partir de las estrategias de subsistencia de los
trabajadores
Introducción
1
Forma legal y normativa que agrup a los emprendimientos privados en Cuba inclu-
yendo modalidades de autoempleo y micro, pequeña y mediana empresa.
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La formalización de la informalidad laboral
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
Este autor erige su estudio sobre la base del carácter dualista que ya
poseían las investigaciones de este corte. A pesar de ello, toma en
cuenta otros aspectos interesantes (logra explicar mediante un aná-
lisis histórico el proceso de creación de la división formal-informal
en las relaciones de producción, analiza las interrelaciones que se ge-
neran entre ambos sectores, destaca la heterogeneidad propia de la
informalidad y cuestiona el rol pasivo del Estado con respecto a esta)
que habían sido obviados y que constituyen líneas de análisis impor-
tantes a tener en cuenta en el estudio de este fenómeno.
Por otro lado, la propia definición de Portes sobre la informalidad
encierra una limitación en sí. Suponer que la informalidad se rela-
ciona con el incumplimiento o no de las legislaciones estatales esta-
blecidas permite asumir que con un simple cambio de legislación esta
desaparecería. Sin embargo, los fenómenos reales que aprehende per-
manecerían a pesar del cambio legal (Salas, 2007). Esta limitación
surge de una perspectiva estructuralista que pierde de vista los pro-
cesos constitutivos y funcionales de toda acción económica y, por
tanto, de la propia construcción de la racionalidad que le da sustento.
Sin dudas esta racionalidad va a estar fuertemente intencionada por
la estructura en que se va a desempeñar la acción económica, pero
en su consecución y desarrollo entran en juego un conjunto de ele-
mentos sociopsicológicos y culturales que van a terminar por darle
contenido real a dicha racionalidad en términos de estrategias de
subsistencia cotidiana.
Es por esta razón que partimos para este estudio de un concepto
mucho más cercano a esta racionalidad cotidiana al que denomina-
mos prácticas informales con el objetivo de aprehender tanto las ló-
gicas estructurales objetivas de la acción económica como las
culturales cotidianas que brindan contenido a la misma. Estas racio-
nalidades cotidianas se traducen en disposiciones económicas en
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
1582
La formalización de la informalidad laboral
Para el año 1993 el contexto cubano se destacó por una creciente falta
de liquidez en divisas que se vio dramáticamente aumentada por una
zafra azucarera que bajó a 4,2 millones de toneladas con respecto a
la cosecha anterior. La producción de alimentos y otros bienes de
consumo para la población continuaron descendiendo, impidiendo
que las formas tradicionales de organización de la producción en-
contraran soluciones adecuadas. Ante estas circunstancias adversas,
además de la despenalización del uso y tenencia de la divisa y la co-
operativización de las antiguas granjas estatales, el Estado tomó
como medida la expansión y legalización de estas actividades econó-
micas informales (Quintana y Núñez, 2001).
De esta manera, surge todo un marco legal que las ampara y las
reconoce como “actividades por cuenta propia”. Mediante dicho
1583
Osnaide Izquierdo Quintana
2
Aquí resalta como significativo un control estatal desde lo normativo, impositivo y fun-
cional, pero también la imposibilidad legal de que este sector aproveche las potencialida-
des que implica la alta calificación de la fuerza de trabajo al mantener solo la aprobación
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
rres Pérez, 2015). Sin embargo, la limitación que aún persiste es la ex-
clusión de la lista de actividades permitidas de aquellos servicios
vinculados a actividades profesionales, de manera que se excluyen
de esta posibilidad a los graduados universitarios (Alonso y Vidal,
2013).
Como se ha explicado con anterioridad, el modelo económico cu-
bano actual ha sufrido cambios expresados en el peso que se le ha
otorgado al sector privado dentro de la economía. Sin embargo, carece
aún de una base legal lo suficientemente fuerte que asegure su desa-
rrollo. Aunque la mayoría de la literatura concuerda en que la am-
pliación de oficios abiertos a los trabajadores por cuenta propia puede
haber ayudado a reducir la dimensión del sector informal, todavía
se observan en nuestro contexto numerosos elementos que favorecen
su desarrollo.
A raíz de esto puede afirmarse que gran parte de los nuevos nego-
cios cuentapropistas que han proliferado hoy ya operaban en algún
grado en el entorno del mercado negro y la informalidad anterior-
mente a esta apertura (surgidos principalmente durante la crisis del
Periodo Especial) (Pérez Villanueva y Torres Pérez, 2015). Sin dudas,
el modelo económico cubano se enfrenta a la convivencia de una
serie de factores objetivos y subjetivos, históricos o de muy corta
data, cuya combinación genera una precaria situación institucional
y abre las puertas al desarrollo de lógicas de informalidad en aras de
rellenar los vacíos institucionales en función de la satisfacción de
las necesidades de los diferentes actores económicos.
El postulado anterior se argumenta a partir del conocimiento de
la existencia, de forma paralela a los espacios establecidos por las au-
toridades económicas, de otras estructuras para favorecer la opera-
tividad de este sector emergente. De manera tal que se puede
observar un aumento de las cadenas de suministros informales de
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La formalización de la informalidad laboral
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
Dentro los próximos años quisiera verme igual, pero la situación del
país está en momentos críticos y los materiales están inasequibles en
cuanto a precios y que tampoco aparecen, además que estás en cons-
tante riesgo. Por lo demás, siento gusto por la actividad, así que me
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La formalización de la informalidad laboral
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
Dar clases no es que haga falta un financiamiento muy grande. Dar cla-
ses puede realizarse con un par de mesas, un buen plan de clases bien
elaborado y mucha propaganda. […] Aunque no tengo licencia, pienso
que mi trabajo no es del todo ilegal, tampoco es que sea un trabajo que
muchas personas conozcan, puesto que doy clases a un pequeño grupo
de estudiantes cuando me llaman. (Entrevista biográfica a trabajadora
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
Conclusiones
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La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
Referencias
1598
La formalización de la informalidad laboral
Grupo de Estudios Sociales del Trabajo. (2000). El reajuste en los 90. La Ha-
bana: Fondos del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas.
1599
Osnaide Izquierdo Quintana
1600
La formalización de la informalidad laboral
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Osnaide Izquierdo Quintana
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Jogos de honra: vida e trabalho nas
narrativas de mineiros de carvão no sul do
Brasil*
Marta Cioccari
Introdução
* Este texto resultou de minha tese de doutorado (Cioccari, 2010), que contou com apoio
da CAPES e CNPq. Certos aspectos da pesquisa foram explorados em trabalhos ante-
riores, como por exemplo em Cioccari, 2009, 2011, 2013, 2015 e 2016.
1
Esta pesquisa etnográfica de longa duração serviu de base para minhas investigações
de mestrado (2002-2004, PPGAS/UFRGS) e de doutorado (2005-2010,
PPGAS/MN/UFRJ).
Marta Cioccari
1604
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
De segredos e metamorfoses
2
Vivendo também a aventura de confrontar essa experiência com as imagens literárias
propiciadas pelo romance Germinal, de Émile Zola, que havia marcado a minha ado-
lescência, e pelo filme homônimo, protagonizado por Gérard Depardieu.
1605
Marta Cioccari
1606
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
3
Nos relatos, a mina aparece ora como a “grande mãe”, a quem se deve “tudo”, ora
como aquela que, pela exploração do trabalho, por acidentes e mortes, “levou tudo o
que se tinha”: a disposição para o trabalho, a saúde, uma parte do corpo mutilado ou
mesmo um ente querido vitimado por acidente no subsolo.
1607
Marta Cioccari
4
Dados do Censo do Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE).
1608
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
1609
Marta Cioccari
5
Título da obra autobiográfica do ex-mineiro francês Augustin Viseux (1991). Em tra-
dução livre, “Mineiro de subsolo”.
6
Em tradução livre, a mina é para eles “sua cidade, um mundo inteiro, uma espécie de
ilha negra”.
7
O autor considera que, no Ruhr, o principal centro da mineração de carvão alemã,
até as primeiras décadas do século XX, os mineiros não desenvolveram sentimentos
expressivos de injustiça em relação à sua situação devido ao seu orgulho e senso de
honra, como “membros de uma corporação profissional de status reconhecido na
ordem social” (Moore Jr., 1987, pp. 317-325).
1610
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
8
O encolhimento da estatal abriu espaço para o crescimento da principal concorrente
privada, a Copelmi, sediada em Butiá e atualmente operando minas de superfície.
9
Em 2003, velhos mineiros diziam não ter mais esperanças na exploração do carvão:
“Tanta promessa que houve… e em cada época de política, a primeira coisa que eles
lembram é da mina. É triste”. Nas falas, cidade e mina pareciam estar dissolvidas na
mesma decadência, no mesmo ato de desaparecimento: “Minas do Leão, aqui, morreu.
Não vai mais existir Minas do Leão, mineração não”.
10
Projetada por engenheiros ingleses, Leão II recebeu um investimento de US$ 70
milhões na implantação de 8,5 quilômetros de espaçosas galerias escavadas a 180 me-
tros de profundidade. Sua retomada, evocada em períodos eleitorais, sempre navegou
1611
Marta Cioccari
1612
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
12
Corridas de cavalo que ocorrem nas hípicas e mobilizam expectadores e apostadores.
13
Quando fui morar na comunidade, recebi emprestados alguns móveis de um casal
de amigos e contratei um desses fretes para o transporte. O freteiro me cobrou apenas
R$ 5,00 pelo serviço.
1613
Marta Cioccari
1614
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
14
Ver Peristiany e Pitt-Rivers (1992), Pitt-Rivers (1965, 1983, 1992) e, ainda, Fonseca
(2000).
1615
Marta Cioccari
15
Na definição de Bailey (1971, p. 4), a reputação não é uma qualidade que a pessoa pos-
sui, mas a opinião que as outras pessoas têm dela.
1616
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Marta Cioccari
16
“C’est l’effort ouvrier, le plaisir de cette maîtrise de mains faite d’un long acquis et de
patients sacrifices” (Géraldy, 2004, pp. 7-14).
17
Ver Hoggart (1973) e Leite Lopes (1988).
18
Como ouvi algumas vezes na comunidade mineira de Creutzwald, na Lorena Fran-
cesa, durante trabalho de campo realizado durante três semanas, em 2008.
19
Sobre os “artistas” na usina de açúcar, ver Leite Lopes (1976) e Duarte (1999).
1618
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
20
Para uma abordagem sobre trabalhadores em minas de carvão no Brasil e na França,
ver também Eckert (1991, 1992, 2012).
21
Bertaux (1999, 2010) considera as biografias não como relatos de vida, mas como “re-
latos de práticas”, entendendo que a interpretação deve se concentrar não sobre a vida
como objeto único e do qual se procuraria extrair o sentido, mas sobre as relações so-
ciais e interpessoais que entornam e penetram cada indivíduo. Os relatos de vida, para
além do caráter de história pessoal, descrevem um universo social, revelando uma in-
teração entre o eu e o mundo.
1619
Marta Cioccari
22
Burnett, Vincent e Mayall (1984: xvii) observam que “todas as autobiografias repre-
sentam uma espécie de triunfo sobre a adversidade”: refletem e estimulam o cresci-
mento da autorreflexão e do autorrespeito entre membros da classe trabalhadora. Ver,
ainda: Verret (1992, 1996), sobre a “honra de classe”. E, ainda, Navel (2004), Nash e Rojas
(1976), Malva (1978), Viseux (1991) e Mintz (1979).
23
Para Becker (1993, p. 102), a história de vida compartilha com a autobiografia “sua
forma narrativa, seu ponto de vista na primeira pessoa e sua postura abertamente sub-
jetiva”.
1620
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
24
Um dos mineiros-jogadores que integraram a equipe do Atlético Mineiro F. C.
1621
Marta Cioccari
Jango: Aí eu fui falar com ele: “Ô, seu engenheiro…”. “Não, não posso
te dar aumento, tu não tem profissão”. Foi quando eu fui encarar a
mina.
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Marta Cioccari
25
Para um aprofundamento da perspectiva dos “nervos” e do “nervoso” entre as classes
populares, ver Duarte (1986).
26
Ele se refere a Araceni Mendes Pereira, morto em dezembro de 1979. Segundo as in-
formações em sua ficha funcional, o mineiro, de 31 anos, caiu no poço ao passar mal e
desmaiar no elevador de acesso à mina. Em função deste acidente, notificações do Mi-
nistério do Trabalho exigiram da companhia a contratação de um engenheiro de se-
gurança e a adoção de medidas de segurança na “gaiola”.
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
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Marta Cioccari
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
em conta o fato de, na época, ter quase vinte anos de serviço, ter par-
ticipado de CIPAs, nunca ter recebido uma punição e ser “amigo de
todos”. Lembrava que seu concorrente era mais velho, menos afeito
às brincadeiras, e isso deve ter favorecido o “banho de votos” que deu
nele. Depois das indicações feitas pela empresa, votavam todos os
funcionários, inclusive os da superfície, quem atuava nas oficinas e
na mineração a céu-aberto. O voto não era obrigatório, mas ele cal-
culava que pelo menos 300 dos 500 funcionários tivessem partici-
pado da votação. Sua vitória foi comemorada com um jantar pago
pelo sindicato.
Durante uma das entrevistas, perguntei se ele considerava que o
mineiro fosse uma espécie de herói do trabalho. Jango recusou minha
formulação, justificando com razões práticas, em torno dos ganhos
salariais, a motivação para o trabalho.
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Marta Cioccari
27
Termo usado em referência a Radcliffe-Brown (1973), quando trata dos “parentescos
por brincadeira”.
28
As brincadeiras são referidas por pesquisadores como Grossi (1981), Volpato (1982),
Eckert (1985), Duarte (1987), Leite Lopes (1976, 1988) e Comerford (2003).
29
Duarte (1987) abordou os padrões de agressividade, os duelos verbais nos quais pre-
dominavam os temas do futebol e do sexo entre pescadores de Jurujuba/RJ. Ver Duarte
(1987, pp. 194-195).
30
Volpato (1982, p. 368) afirma, igualmente, que embaixo da mina havia brincadeiras,
humor e relações jocosas, mas na superfície esse comportamento ficava para trás.
1628
Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
31
Uma brincadeira similar é registrada por Eckert (1985) entre mineiros de Charqueadas.
32
A brincadeira apelidada de “carrasco da mina” diz respeito a um ritual de simulação
de castração no interior da mina, que serviria para coibir esses excessos, vividos e/ou
narrados, daqueles que “gostavam de se gabar, de contar vantagens” sobre conquistas
amorosas. Ver, por exemplo, Cioccari (2009).
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Marta Cioccari
33
Na época de nossa entrevista, realizada na residência dele, em Butiá (RS) em 2007, o
ex-mineiro contava com 77 anos. Faleceu alguns anos mais tarde, vítima de câncer.
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
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Marta Cioccari
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Jornadas em que trabalhava em dois turnos.
35
Ou seja, um golpe com o lampião de carbureto, usado na época pelos mineiros para
iluminar as galerias.
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Detonação para a extração de carvão.
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
37
Organização de esquerda criada, em 1963, pelo então governador do Rio Grande do
Sul, Leonel Brizola, para pressionar o presidente João Goulart a realizar as Reformas
de Base.
38
Nesta data, é comemorado no Brasil o Dia de Tiradentes, considerado mártir de um
conflito que ficou conhecido como a Inconfidência Mineira, em Minas Gerais.
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Marta Cioccari
Considerações finais
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
Referências
Bailey, F. G. (1971). Gifts and poison: The politics of reputation. Oxford: Basil
Blackwell.
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
Desbois, E.; Jeanneau, Y. e Mattéi, B. (1986). La fois des charbonniers: Les mi-
neurs dans la bataille du charbon (1945-1947). Paris: FMSH.
1639
Marta Cioccari
Foster, G. (1967). The dyadic contract: A model for the social structure of
a Mexican peasant village. Em J. M. Potter et al. (Orgs.), Peasant society: A
reader (pp. 213-230). Boston: Litle Brown.
Leite Lopes, J. S. (1988). A tecelagem dos conflitos de classe na cidade das cha-
minés. São Paulo / Brasília: Ed. Marco Zero / Ed. Universidade de Brasília.
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
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Marta Cioccari
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Jogos de honra: vida e trabalho nas narrativas de mineiros de carvão
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de
un colectivo de trabajadores de la caña de
azúcar de Bella Unión, Uruguay
Introducción
La labor etnográfica
1
El nombre formal de la Colonia es Eliseo Salvador Porta, no obstante, nuestros interlo-
cutores la denominan simplemente Pay Paso, en referencia al área geográfica donde se
ubica la colonia, los campos de Pay Paso situados a 37 km de la ciudad de Bella Unión.
1646
De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
2
El Centro de Formación Popular de Bella Unión se conformó como un espacio de for-
mación cogestionado por la Universidad de la República, a través del Servicio Central
de Extensión y Actividades en el Medio, y por organizaciones de trabajadores rurales
y agroindustriales de Bella Unión. Entre sus objetivos destacaba el generar y consoli-
dar un programa de formación integral para trabajadores y población en general de
la zona que integre y analice los procesos sociales, políticos, económicos, productivos,
ambientales y culturales que tienen a Bella Unión como escenario.
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Álvaro Moraes y Magdalena Curbelo
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
3
La denominación de los hombres y mujeres que trabajan en el corte de la caña de azú-
car como peludos, es producto de la comparación de estos con el tatú peludo; como
este animal de la zona los cortadores caminan encorvados sobre la tierra, cargando
los monos (manojos) de caña en sus hombros y con la ropa y la piel impregnadas de
las cenizas que liberan las cañas recién quemadas (Merenson, 2010).
4
El INC destaca en su plan estratégico la necesidad de que el Estado asuma la gestión
administrativa de una porción de la superficie nacional para intentar revertir los pro-
cesos y las situaciones más graves de exclusión de aquellos sectores agrarios con ma-
yores dificultades económicas y sociales. Consultar INC, 2015-2019.
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
Yo trabajo en la zafra, y hago seguro un año sí, un año no. Este año
ya no hice seguro, y por yo estar involucrado en el sindicato changa,
no consigo, no conseguís changa en ningún lado…Y sabes que vas a
tener en Pay Paso trabajo seguro todo el año, que si vos haces bien las
cosas, no te digo que te vas a quedar millonario, pero vas a vivir un
poquito más cómodo. (Fragmento de entrevista a uno de los colonos.
Local de UTAA, diciembre de 2014)
La conformación de la colonia
1657
Álvaro Moraes y Magdalena Curbelo
Después que paso eso, estuvimos como dos semanas ahí, decidimos
irnos para el Itacumbú porque ahí el que estaba de presidente del Ins-
tituto (INC) decidió venir y nos fuimos a acampar al Itacumbú, con
toda la gente que estaba, más o menos éramos como cuarenta ahí en
ese tiempo. (Entrevista a una de las colonas. Instalaciones de la Colo-
nia, febrero de 2015)
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
Consideraciones finales
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Álvaro Moraes y Magdalena Curbelo
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
Referencias
Geertz, C. (2012). Atrás dos fatos. Dois países, quatro décadas, um antropólogo.
Rio de Janeiro: Editora Vozes.
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Álvaro Moraes y Magdalena Curbelo
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De peludos a colonos: el acceso a la tierra de un colectivo de trabajadores
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones
contemporáneas en minas bolivianas.
Una mirada etnográfica
Introducción
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
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1676
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
carne y hueso”, como marca Leite Lopez (1978). Estas relaciones labo-
rales, estas formas de experimentar el trabajo minero y de significarlo,
a su vez, construyen y deconstruyen las políticas públicas y, por lo
tanto, la manera en que el Estado se hace presente en la vida de los
trabajadores. Una línea de reflexión que se retoma es aquella plante-
ada por Leite Lopez (1978), en cuyo estudio sobre los trabajadores del
azúcar señala que los trabajadores no solamente reinterpretan o in-
vierten las categorías impuestas por la explotación laboral, sino que
además crean otras “de un tipo singular” en el proceso de trabajo
(Leite Lopez, 1978, p. 9). Esta observación permite comprender las di-
versas formas que adquiere la resistencia de los trabajadores mineros
frente a la dominación y explotación, incluso en espacios tan disci-
plinantes como la empresa privada. Sobre este punto, Capogrossi
(2017) aborda la manera en que las formas de disciplinamiento, al
enfatizar la eficiencia y el consenso, buscan oscurecer las diferencias
jerárquicas, algo muy presente en la “cultura” laboral de la empresa
privada en Colquiri, donde se internaliza el lenguaje de la “seguridad
industrial” y la eficiencia, incluso tras haber sido nacionalizada la
empresa. En la misma línea, Palermo (2012) hace referencia a la no-
ción de “hegemonía empresaria” como expresión del discurso y de la
práctica de las administraciones de la empresa YPF, cuyo objetivo es
descentrar las tensiones y conflictos laborales o de clase, y que man-
tuvieron continuidad tanto en el período privatista como en el estatal,
sin que ello implique que no existieran resistencias, discontinuidades
y recreaciones. Estos análisis nos permiten profundizar la compren-
sión de las transiciones de las empresas mineras nacionalizadas, cu-
yos marcos de organización del trabajo están fuertemente impreg-
nados por la impronta neoliberal, siendo este ámbito uno de los
principales espacios de disputa entre trabajadores y gobierno.
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1
El 21 de marzo de 1994 el gobierno de Sánchez de Lozada promulgó la Ley Nº 1544 de
Capitalización. La norma disponía la “conversión” de las empresas públicas más im-
portantes del país, en sociedades de economía mixta, a través de la “capitalización” del
49 % de sus acciones, vendidas a empresas privadas nacionales y extranjeras; previa-
mente, el Tesoro General de la Nación se hacía cargo de las posibles deudas existentes.
Las empresas “capitalizadas” fueron: Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos
(YPFB), Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), Empresa Nacional de Telecomuni-
caciones (ENTEL), Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE), Empresa Metalúrgica
Vinto, Lloyd Aéreo Boliviano (LAB). Al mismo tiempo se transferían las acciones del
Estado a favor de “todos los bolivianos”, manteniéndose dichas acciones en fideicomiso
hasta su traspaso a los fondos privados de pensiones (Administradora de Fondos de
Pensiones AFP).
2
Aunque son varios los temas a tratar en el análisis crítico del Código de Minería, en este
caso, señalo solamente dos aspectos: a contrapelo de lo establecido en la Constitución
Política, el Código permitía la “concesión” de yacimientos mineros a personas naturales
o jurídicas nacionales o extranjeras, es decir, convertía estos recursos naturales en mer-
cancías pasibles de compra, venta, hipoteca, etc. Asimismo, se introducía un mecanismo
legal según el cual, el Impuesto a las Utilidades de las Empresas (cuya alícuota equivale
al 25 % de las utilidades netas) era acreditable contra el Impuesto Complementario de
Minería, cuya alícuota oscilaba entre 3 y 5 %. Bajo este régimen impositivo, las empresas
pagaban exiguos montos al Tesoro General de la Nación. Durante el gobierno del MAS,
se promulgan la Ley 3787 del 24 de noviembre de 2007, creando la regalía minera que
reemplaza al Impuesto Complementario Minero (ICM), anula la acreditación del Im-
puesto a las Utilidades de las Empresas (IUE) y se incorpora en la tributación a los mine-
rales antes no considerados (Código de Minería, Ley Nº 1777).
1681
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
1682
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
de una u otra manera. El año 94 fue muy difícil y luego pasaron los
años, nosotros que habíamos decido quedarnos, y pasaron los años y
volvieron a insistir y el gobierno del MNR, el ministro de trabajo Pe-
ters, venían aquí, el año 98-99. Y finalmente emitieron otra circular
de los mil dólares donde invitaban al retiro voluntario, pero en ese
entonces era la mayoría los que rechazamos, pero era tanta la deses-
peración del gobierno, había gente que por debajo trabajaron que
iban casa por casa a convencer de que se retiraran. Al final de esa ma-
yoría que éramos, pasamos a ser una minoría el año 99, a esa minoría
que constábamos de ciento cincuenta trabajadores nos pasaron una
carta de retiro sin derecho a nada en marzo, por lo que tuvimos que
acudir a medidas de presión. Éramos minoría y ahí se dio una división
de los trabajadores que nunca antes se había dado: la famosa lucha
entre rojos y amarillos, donde los rojos éramos la minoría (ciento cin-
cuenta) y los amarillos eran la mayoría (trescientos cincuenta) que se
habían acogido a los mil dólares. E hicimos bloqueos, tomamos la
mina; era doloroso porque nos habíamos dividido. La radio, el canal
dos, la sede del sindicato se quedaron en manos de los compañeros
que habíamos rechazado los mil dólares, pero igual ellos tenían puer-
tas abiertas en el gobierno, en la COMIBOL y realmente gozaban de
comisiones, así que nuestra situación fue bastante difícil, pero logra-
mos finalmente ser recontratados por la empresa. Pero no como tra-
bajadores regulares, sino con contratos a plazo fijo y todas esas cosas
facilitaron el proceso de la entrega de Huanuni a la privada junto con
Colquiri. Una empresa hindú-inglesa, el 2000, tomó Huanuni y tam-
bién Vinto, pero luego se descubrieron que eran verdaderamente ne-
ófitos en minería... (Entrevista a Marcelo Zambrana, cuarenta y nueve
años, trabajador de la Empresa Minera Huanuni, trabajador Interior
Mina, Nivel-200, Punta Patiño Olivares, trasladado el 2009 a Exterior,
2008)
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Adriana Gloria Ruiz Arrieta
…el caso de RBG, el caso de Allied Deals, ellos han indicado que van a
poner 24, 54 millones de dólares para la Empresa Minera Huanuni,
¿QUI COSA HAN TRAÍDO? NO HAN TRAIDO UN SOLO CLAVO, hasta
el momento se sigue trabajando con las mismas rieles que han dejado
la ex COMIBOL, tal vez la era de Patiño, la misma maquinaria, el
mismo winche que tenemos, la jaula, ese winche tiene cincuenta y
dos años de vida, hasta el momento sigue trabajando ese winche,
quien cambia ese winche? Ahora esa compresora que tenemos que es
el pulmón de Interior Mina eso también ya debe tener cincuenta
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
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3
ANFO (del inglés: Ammonium Nitrate - Fuel Oil) es un explosivo muy poderoso usado
en la minería.
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
era como… ¿cómo se puede decir?... era una guerra ya siempre lo que
en ahí ha pasado. Claro, yo casi no he visto de frente, pero todo lo que
yo he visto al bajar era poco todavía. Cuando después he llegado a las
oficinas de la cooperativa Karazapato he sentido un estruendo bien
fuerte, como… ¡una bomba atómica! que ha absorbido de así [hace
señas con ambas manos para explicar la onda expansiva], hasta ha
movido las paredes de las oficinas, era bien fuerte el estruendo, y de
eso nosotros alarmados “qué ha pasado”, nosotros hemos pensado
que los de la empresa ya estaban atacando la cooperativa, porque no-
sotros estábamos de rivales, los de la cooperativa y de la empresa, y
después de eso cuando ha movido el techo hemos dicho han dinami-
tado y queríamos salir afuera. Pero sin embargo había sido el es-
truendo que ha llegado a la zona, y es muy lamentable ¿no? esa pelea
que ha habido. Hemos perdido doce, trece compañeros ya un poquito
me he olvidado, pero era una pena. Entre ellos habían dos compañe-
ras, una palliri y una señora que vendía ahí arriba de un compañero,
su esposa, de un excompañero de la cooperativa que ahora es rentista,
de él su esposa se vendía ahí arriba, ha desaparecido la señora Teo-
dora Calle parece que era, es la señora que ha desaparecido, que no
hemos encontrado siempre sus restos, no hemos encontrado siempre,
porque en esa parte donde vendía había mucho material explosivo de
gran potencia, entonces se ha encerrado en la casuchita donde vendía
y la explosión totalmente la ha debido desintegrar. No hemos encon-
trado siempre nada de ella, pero ha sido muy lamentable este hecho,
que ha sido recordado y siempre va ser recordado, porque se nos ha
grabado en nosotros todo lo que ha pasado, porque nunca ha pasado
lo que ha ocurrido en “Octubre Negro” en aquí en Huanuni. Ha sido
una matanza, tal vez por incomprensión, por mal manejo de los diri-
gentes, por mala orientación que han hecho a sus bases, tal vez por
mala organización. Entonces pienso que este ha sido el motivo para
este enfrentamiento compañera. (Entrevista a Isabel Ventura, cua-
renta y nueve años, trabajadora de la Empresa Minera Huanuni, tra-
bajadora Ingenio, 2008)
1687
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
por espacios de trabajo en los socavones del Posoqoni se hizo cada vez
más violenta. El cerro se hallaba dividido en dos grandes mitades: los
cooperativistas explotaban los niveles superiores, incluyendo el nivel
-120, que compartían con los asalariados; la Empresa, por su parte,
trabajaba desde el nivel 0 hacia abajo (-120, 160, -200, -240, -280 y -
320). Sin embargo, estos límites eran permanente objeto de disputa
y transgresión. Como relataba, un excooperativista:
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4
Es así que el DS 21377 de restructuración de COMIBOL, del 28 de agosto de 1987, que
complementa y profundiza la política de desestructuración de la empresa estatal y de
la clase trabajadora empleada en ella, autoriza expresamente el arrendamiento total
o parcial a las sociedades cooperativas de los centros mineros de Catavi, Colquiri, Col-
quechaca, Japo, Morococala, Santa Fe y Viloco (p. 36), estableciéndose en los respectivos
contratos el alcance del arrendamiento en relación con áreas de trabajo, campamen-
tos, instalaciones, equipos, maquinarias, desmontes, colas y relaves (p. 43).
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
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Puesto que la búsqueda de nuevas vetas corría por cuenta del pe-
queño grupo de trabajo (dos y hasta cuatro miembros), se intentaban
reducir al mínimo los gastos de explotación, por lo que los sectores
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Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
L.S.: Claro, trabajabas cuando quieres pues tenías un paraje y una se-
mana trabajabas, te sacrificabas, otra semana te botabas, pues, claro.
Seguido también te maltrataba pues, no había energía, trabajas un
mes ya bien maltratado y un mes bien botado, [risas] ¿ya? así. Yo he
estado cinco años en la cooperativa, no tengo mi padre, de cuenta de
mi hermano he entrado que se ha ido a Santa Cruz, me ha dejado de
doce años, y cuando tenía catorce años he ingresado a la cope. (En-
trevista a Luis Sánchez, veinticinco años, trabajador de la Empresa
Minera Huanuni, trabajador exterior, 2008)
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Jaime Vega: Aquí el que se ha hecho el grueso del dinero han sido los
rescatiris, los que han proporcionado armas, dinero, todo, han sido
ellos.
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Datos correspondientes al período entre 2005 y 2006.
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Durante el conflicto de Colquiri, se emitieron tres Decretos Supremos, todos contradic-
torios entre sí (Ruiz, 2012, 2018), que favorecían, en unos casos, la nacionalización de los
yacimientos mineros y, en otros, el traspaso directo de las vetas más ricas a favor de los
cooperativistas. Durante este conflicto, también se produjo un ataque muy violento de
parte de los cooperativistas a la sede de la FSTMB en la ciudad de La Paz, con el saldo de
un minero fallecido, cuya muerte no fue ni investigada, ni sancionada por el gobierno.
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Las alocuciones en los medios de comunicación del Ministro de Minería y Metalurgia,
gerente de la COMIBOL y gerente de la EMH enfatizaban este aspecto.
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8
“Evo Morales afirmó que una empresa modelo se caracteriza por tres responsabili-
dades fundamentales: la sostenibilidad a mediano y largo plazo, la garantía de los de-
rechos laborales y el aporte al pueblo boliviano” (http//www.comibol.gob.bo).
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Alusión a Huanuni.
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tales desde el año 2000 hasta la fecha, lo que les ha otorgado la cali-
ficación de tres estrellas, aspecto que les da mucho orgullo, especial-
mente a los encargados del área de seguridad.
Durante el trabajo de campo una anécdota fue narrada en repeti-
das ocasiones y por diferentes personas, señalando que el nuevo ge-
rente designado por la COMIBOL intentó ingresar a la Planta
Concentradora sin casco y fue retenido en la puerta por un trabaja-
dor, porque “la seguridad industrial es para todos… incluso para el
gerente”, quien dio media vuelta para ponerse el respectivo casco.
La seguridad industrial como valor internalizado está también
presente en la autoridad reconocida al personal de vigilancia y segu-
ridad, así como en la “moderación” en el consumo de bebidas alco-
hólicas, práctica muy arraigada entre los trabajadores mineros, quie-
nes suelen compartir una pequeña botellita de alcohol con la deidad
de los socavones El Tío, y acostumbran mojar de tanto en tanto el
bolo de coca que los acompaña infaltablemente en la jornada laboral.
En Colquiri, la ch’alla de los martes y viernes no se realiza, y el único
momento en el que está permitido ch’allar en el interior de la mina
es durante el carnaval, la fiesta que de mejor forma expresa la comu-
nión entre los mineros y El Tío. Aunque no está ausente el consumo
de alcohol en Colquiri durante la jornada laboral, es palmariamente
menor respecto a lo observado en otro centro minero: “En la privada
es mejor el trabajo, más ordenado, seguridad siempre nos han ha-
blado de seguridad ... ahora somos harta gente, nos falta parajes” (en-
trevista a Félix Mamani Cáceres, treinta y cinco años, trabajador de
la Empresa Minera Colquiri, perforista, 2015).
1714
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1715
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
1716
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1717
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
Conclusiones
1718
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1719
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
10
Huanuni enfrenta un déficit de aproximadamente dos millones de dólares, que du-
rante las gestiones 2018 y 2019 no se ha remontado y por el contrario se ha agravado.
1720
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
Referencias
11
Desde el 2011 se han producido diversas confrontaciones entre el gobierno del MAS
y los pueblos indígenas alrededor de la defensa de los territorios indígenas y en contra
de las políticas extractivistas. Es el caso del TIPNIS, de la zona de El Bala, El Chepete,
Tariquía, Takovo Mora, entre otras, donde los pueblos indígenas se han opuesto a dis-
tintos mega proyectos, como carreteras, hidroeléctricas y prospección hidrocarburí-
fera, hasta ahora sin mucho éxito, pues desde el Estado dichos proyectos son una
prioridad de cara a las elecciones 2020.
1721
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
García Linera, Á., Gutiérrez, R., Prada, R. y Tapia, Luis. (2000/2007). El re-
torno de la Bolivia Plebeya. La Paz: COMUNA/Muela Del Diablo.
1722
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1723
Adriana Gloria Ruiz Arrieta
1724
Hununi y Colquiri: nacionalizaciones contemporáneas en minas bolivianas
1725
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir
y trabajar en “tierras de otros”
Fernanda Figurelli
Introducción
1
En este artículo todos los nombres de personas y una gran parte de los de lugares
fueron cambiados. Las traducciones de las citas bibliográficas y de las entrevistas fue-
ron realizadas por la autora.
Fernanda Figurelli
–Y Joca, hubo una época que uno [de los pistoleros] hasta mandó a lle-
var [a un trabajador] del rabo del caballo. ¿Era en esa época?
2
La investigación en la que se basa este artículo fue realizada entre los años 2008 y
2010. En ella combiné permanencia prolongada en las tierras de la antigua Belém, en-
trevistas y consulta de archivos y documentos.
3
Los asentamientos de reforma agraria se construyen en tierras en desuso expropiadas
por el Estado para vivienda y trabajo rural de familias sin tierra. Son impulsados en
gran parte por las ocupaciones que de esas tierras realizan trabajadores y trabajadoras
agrupados/as en diferentes organizaciones. El asentamiento en el cual me alojé se erige
desde el año 2001 y fue resultado de la movilización del sindicato de los trabajadores
rurales del lugar.
4
Con el término comunidad quienes viven allí se refieren a los distintos núcleos pobla-
cionales en lo que era la antigua propiedad.
5
Sobre fazendas de ganado en el Nordeste de Brasil, ver también Cascudo, 1956; John-
son, 1971; Bastos, s/f; Almeida y Esterci, 1977a y 1977b.
1728
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
6
La macaca consiste en un “chicote de cuero trenzado, con el mango corto, destinado
a los animales de tracción y otrora a los eclavos de eito, en los trabajos rurales” (Cas-
cudo, 1970, p. 205).
1729
Fernanda Figurelli
cosa, pero cuando era medio malo la gente hablaba de xerimbaba. Xe-
rimbaba era el chaleiro”, me explicó Antônio de Boa Fé, un antiguo ha-
bitante de esas tierras (entrevista a Antônio de Boa Fé (y a su esposa
Luísa), trabajador rural, ochenta y dos años, exmorador, 2009). El cha-
leira o chaleiro era el empleado que vigilaba a los trabajadores con los
ojos del patrón, especificó Antônio de Serras, consuegro de Gregório:
Xerimbaba es ese que cuando una cosa pasaba… él estaba siempre mi-
rando, mirando, y cuando él sabe, va y le dice al patrón. Xerimbaba es
lo mismo que chaleira, quien era el empleado para defender solo al
patrón. Vamos a suponer que hay un montón de trabajadores traba-
jando ahí y si uno no trabaja él [el xerimbaba] ya lo entrega al patrón,
va y: “fulano no está trabajando”. (Entrevista a Antônio de Serras, se-
senta y ocho años, trabajador rural, antiguo habitante de Belém,
2009)
“Tira para el lado del patrón, solo ve del lado del patrón”, agregó su
hijo. Estos chaleiras, estos capataces o capangas de la propiedad eran
quienes se encargaban de obligar a los moradores a trabajar para el
propietario en la diaria, todos los martes de todas las semanas.
En la diaria, el morador, el padre de familia con quien el patrón
establecía relaciones, 7 daba un día de trabajo semanal a este último,
entregaba sus martes al propietario de la tierra sin recibir pago por
aquello. Los moradores constituían la fuerza de trabajo de la propie-
dad. Allí tenían su casa, la cual suponía la posibilidad de hacer un ro-
zado (roçado) en el que cultivaban lo necesario para la subsistencia
familiar. También criaban animales para su consumo. Además, los
moradores debían plantar algodón. Dicho producto era destinado a
la compra exclusiva del propietario de Belém, quien establecía con-
diciones desfavorables para los moradores. Por otra parte, estos de-
7
Un análisis sobre este punto se encuentra en Heredia, 1986.
1730
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
bían pagar el foro una vez al año, el cual fue explicado por los habi-
tantes del lugar como un arrendamiento. Los moradores vivían en
Belém con sus familias.
Su deber de trabajar gratis para el dueño, como contrapartida de
tener en la propiedad una casa de morada, no es una característica
exclusiva de Belém. Al contrario, es un elemento fundamental del sis-
tema de morada. Heredia (1986) indica cómo aquello proveía a las
grandes propiedades rurales tanto de la mano de obra que necesita-
ban como de su reproducción. Diferentes análisis llamaron la aten-
ción sobre este aspecto en diversas regiones de Brasil. Julião (1962,
1968), Azevedo (1982) y Andrade (1998), por ejemplo, se refieren al
cambão, el trabajo gratuito o a muy bajo precio que los moradores re-
alizaban para el latifundio en el que vivían. Bastos (s/f) se centra en
propiedades ganaderas y algodoneras en el sertão de Paraíba. En el
caso observado por la autora, los moradores de las propiedades de-
bían trabajar para el patrón uno o dos días por semana, pero no de
forma gratuita. Sin embargo, la remuneración que recibían era
menor a la correspondiente por un día de trabajo en la región, lo cual
se conjugaba con la prohibición de trabajar para otro patrón que no
fuera el dueño de las tierras en las que residían.
En la zona cañera de Pernambuco y Alagoas, Sigaud (1971, 1979),
Palmeira (1977) y Heredia (1986) se refieren a la condição y el cambão.
El morador de condição (o, en Alagoas, simplemente morador) era obli-
gado a trabajar para la propiedad una determinada cantidad de días
a la semana. Aquella obligatoriedad se denominaba condição. El mo-
rador recibía remuneración si continuaba trabajando para la propie-
dad más allá de los días obligados. El morador foreiro, aquel que
además de la casa de morada recibía una parcela mayor, denominada
sítio, que le permitía realizar actividades tales como la cría de anima-
les y la plantación de árboles, era obligado a trabajar para la propie-
1731
Fernanda Figurelli
Abatidos
“[La diaria] Era los martes. Acá toda la vida la feria fue los lunes, en-
tonces los martes [el morador] iba obligatoriamente allá, a la sede,
para ver lo que iba a hacer. Y trabajaba un día hasta las cinco de la
tarde” (entrevista a Gregório, sesenta y siete años, en ese momento
Presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales del lugar, anti-
guo habitante de Belém, 2009).
8
Comencé a explorar este punto en otro artículo, en el cual analicé las diferencias que
en torno al trabajo gratuito se presentan entre sindicalistas de fuera de Belém y habi-
tantes del lugar vinculados con la organización (ver Figurelli, 2017). Aquí pretendo pro-
fundizar la vivencia de quienes habitaban Belém.
1732
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
1733
Fernanda Figurelli
1734
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
9
Heredia (1986) muestra que aquel punto pone en cuestión no solo el rendimiento del
trabajo, sino también las formas de relacionamiento y socialización a través de las
cuales la propiedad se asegura la reproducción de nuevos moradores y de nuevas uni-
dades domésticas de moradores.
1735
Fernanda Figurelli
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Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
Sujetos
1737
Fernanda Figurelli
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Fernanda Figurelli
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Fernanda Figurelli
1742
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
¡Ah, Mi Dios! Era mucha cosa. La esclavitud era grande. Había que tra-
bajar para vivir la vida, había que cumplir la orden del patrón, todo
como él quería. Si no fuera [a la diaria], se moría o… vaya a saber, su-
fría mucho, maltrataba mucho a las personas. Hoy acá está muy bien.
Pero antes teníamos mucho miedo de Tozé. […] Si no fuera [a la diaria]
era expulsado de la tierra. Pobre, no tenía dónde morar, no tenía de
qué vivir. Era esclavo, era esclavo de lo que ellos quisieran. Martes era
el día de diaria. Quien no fuera, cuando llegaba la tarde venía el ca-
panga, le pegaba… podía estar enfermo, pero no era dispensado, era
triste… ¡Ave María llena de gracia! Era esclavitud. Hoy está todo li-
1743
Fernanda Figurelli
Hace mucho tiempo que acá la gente es liberta, trabaja para quien
quiere, desde los años setenta, creo que del setenta para acá nadie es
más esclavo de nadie, nadie… Las personas trabajan para quien quie-
ren, si tienen profesión, trabajan en la profesión que tienen, otros ven-
den cosas y ponen un negocito, otros compran un auto y viajan a
Natal, la gente es casi toda liberta. (Entrevista a Ana, sesenta y ocho
años aproximadamente, trabajadora rural, antigua habitante de
Belém, 2009)
1744
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
1745
Fernanda Figurelli
Hoy todavía hay esclavitud, tú ves las entrevistas, por ahí, por Rio
Grande do Sul, no sé por dónde… Mucha gente sale de acá y va a plan-
tar a aquellos lugares donde hay alguna ganancia, cuando llega allá
está todo vendido, la ponen en los campos, ahí se queda cortando
palos, queda presa, no puede salir de ahí. Cuando eso se descubre, los
tipos se ponen por encima de esos patrones que los llevan [a los tra-
bajadores], ¿no? Entonces liberan a aquella gente sufrida, que pensaba
que llegaba allá y era una cosa, pero cuando llega allá, es otra dife-
rente. (Entrevista a Ricardo, 2009)
Conclusiones
1746
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
1747
Fernanda Figurelli
1748
Días cautivos en el nordeste de Brasil: vivir y trabajar en “tierras de otros”
Referencias
1749
Fernanda Figurelli
Julião, F. (1968). “Cambão” (le Joug). La face cachée du Brésil. París: François
Maspero.
1750
“Comiendo arriba”.
La comida servida en un proyecto minero a gran escala en los
Andes de Argentina
Lautaro Clemenceau
Introducción
1752
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
1753
Lautaro Clemenceau
1754
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
ción allí y cuáles son los sentidos que las relaciones sociales del tra-
bajo minero construyen en ese contexto. Asimismo, el trabajo de
campo incluyó algunos espacios sociales del abajo, en la Ciudad de
San Juan, donde residen habitualmente muchos de los trabajadores
del proyecto. En este sentido, participé en eventos institucionales e
informales, lo cual me permitió compartir momentos de la vida coti-
diana y algunos extraordinarios con los trabajadores en sus tiempos
de descanso, junto a sus familias, amigos, etc. En particular, para este
capítulo que trata sobre la relación entre la comida servida arriba y
los trabajadores de Veladero, recurrí al reglamento corporativo de los
campamentos, al material empírico plasmado en mis registros de
campo sobre aquellos eventos significativos que guardan relación
con este tópico, así como a entrevistas y conversaciones informales
con jerárquicos de la administración de los campamentos, con mé-
dicos del Hospital de Veladero y con diferentes trabajadores y ex tra-
bajadores.
1755
Lautaro Clemenceau
Mapa ubicación del proyecto minero metalífero “Veladero”, Provincia de San Juan
(Argentina)
1
Ministerio de Minería. Recuperado el 08 de septiembre de 2019 enhttp://serviciosmi-
neria.sanjuan.gov.ar/recursos/met_preciosos/Veladero/album/pages/1_donde.htm
1756
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
2
Los trabajadores de este proyecto utilizan cotidianamente la expresión subir arriba
(y bajar abajo) para referirse a Veladero. Estas categorías nativas simbolizan diversas
prácticas cotidianas y las relaciones sociales que se construyen trabajando y habitando
temporalmente en este espacio socio-productivo, a la vez que simbolizan así sus expe-
riencias en el proyecto. Para los trabajadores, la categoría arriba no hace referencia
meramente a una coordenada geográfica relativa donde se ubica el proyecto minero,
sino que simboliza un conjunto de experiencias personales y colectivas que tienen
lugar en este contexto de trabajo particular. Asimismo, subir no solo describe una ac-
ción orientada hacia el objetivo de llegar a arriba, sino que también engloba la forma
en que dicha acción es desplegada en su cotidianeidad como un proceso colectivo or-
ganizado por la empresa minera (Clemenceau, 2019).
3
El concepto de andinización temporal refiere a un modo particular de habitar y tra-
bajar en minería en La cordillera de los Andes (y sus grandes altitudes), bajo una forma
de relacionamiento capitalista, donde la racionalidad moderna científico-técnica y su
producción a gran escala industrial condicionan las modalidades de la relación de
estos trabajadores con la naturaleza andina. La forma que adquiere la temporalidad
de este proceso está dada por el sistema de roster, el cual también es conceptualizado
por otros autores como long distance commuting (LDC) (Shrimpton y Storey, 1992). Sin
embargo, construí el concepto de andinización temporal porque permite, por un lado,
captar y analizar de modo más pertinente el proceso general adoptado en la industria
minera a escala global, caracterizado como LDC y, por otro lado, atender, a la vez, a las
particularidades que ocurren cuando estos proyectos operan en contextos ecológicos
singulares como La cordillera de los Andes, observando así las específicas experiencias
de los trabajadores implicados en ellos..
1757
Lautaro Clemenceau
4
Si bien, actualmente (desde el año 2018) y luego de varias protestas por parte del sin-
dicato de los operadores AOMA (Asociación Obrera Minera Argentina) en relación con
las desiguales condiciones de hábitat entre ambos campamentos mencionados, Ba-
rrick decidió mudar a todos los trabajadores e integrarlos en un mismo campamento
denominado “Campamento Amarillos”, las cuestiones sociales que trato en este artí-
culo no se han visto modificadas en sus aspectos estructurales.
1758
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
dores realicen una pausa para almorzar, a fin de que recuperen ener-
gías corporales, se iban turnando para almorzar, mientras otros los
relevaban operando las máquinas. Así, el trabajo en la mina conti-
nuaba.5 Sergio estacionó el camión en un sector del cerro, habilitado
para ello y a pocos metros de uno de los comedores cercanos a la
mina (el ‘Comedor Pueyrredón’). Bajamos del camión y dimos unos
pasos hacia allí, una construcción rectangular hecha con módulos.
Abrió la puerta y un aire caliente salió del interior del lugar acompa-
ñado por un aroma a comida. Entramos y enseguida nos sacamos
las camperas, porque estábamos sucios de polvo y porque adentro
hacía una temperatura de diez grados más respecto del exterior. En
un perchero las colgamos y también, los cascos. Los anteojos iban le-
vantados sobre nuestra cabellera. El lugar era algo estrecho, con cua-
tro mesas rectangulares para almorzar. Al fondo estaban la cocina y
el mostrador donde sirven la comida. A un costado, el soporte para
las bandejas, los cubiertos, el pan, el vaso de plástico y dos heladeras
(una con las bebidas y otra para los postres). Agarramos nuestras
bandejas y formamos una corta fila para que nos sirvieran la comida
los cocineros de la empresa contratista. Sergio los saludó y preguntó:
“−Compañero, ¿cuál es el menú para hoy? Ya sé, no me diga nada, dé-
jeme adivinar: ¿pollo?”. “−¡¿Cómo sabía?!”. Acertó mi amigo. “−Aquí
tiene.”
Nos sirvieron un plato caliente: pollo con guiso. Nos sentamos en
una mesa, pidiendo gentilmente permiso a otros compañeros que
llegaron antes y que estaban terminando su almuerzo: “−Buen pro-
5
En este tipo de proyectos mineros el sistema de trabajo es continuo: se trabaja las
veinticuatro horas del día todos los días del año para alcanzar los objetivos de produc-
ción fijados por la corporación global, aunque el trabajo minero puede detenerse por
inclemencias climáticas imprevistas o pronosticadas que tornen imposible o riesgosa
la labor.
1759
Lautaro Clemenceau
6
Para un análisis sobre el proceso de trabajo y la relación del área del Dispatch con los tra-
bajadores mineros, ver Clemenceau (2018) y Clemenceau y Palermo (2019).
1760
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
7
Esta empresa contratista, además, posee otros clientes (grandes empresas) en otras
ramas industriales a las cuales brinda este tipo de servicio.
1761
Lautaro Clemenceau
8
Otros autores denominan a este modelo como “company town” (Zapata, 1979), “Sistema
de Fábrica con Villa Obrera” (Neiburg, 1988), “moradia permanente” (Leite Lopes, 1979) o
“mining community” (Bulmer, 1975). Todas estas denominaciones coinciden en una de
las características principales que lo constituían: los espacios de producción y reproduc-
ción se encontraban espacialmente próximos, en una misma esfera y dentro del control
del capital. De esta manera, la empresa reclutaba y fijaba en forma permanente a los
trabajadores y a sus familias en residencias construidas por la propia empresa dentro
de la planificación del proyecto productivo. Incluyendo en su relación de dominación
social (y territorial) al “núcleo familiar” del trabajador masculino, núcleo que, desde el
punto de vista del capital, estaba conformado por el propio trabajador, su esposa y una
cantidad estimada de hijos (su prole) por cada unidad doméstica, a fin de planificar los
campamentos próximos a la mina donde residirían las familias mineras.
9
La pulpería (en Bolivia), tienda de raya (en México), proveeduría o supermercado (en Ar-
gentina), estas tiendas de comercialización de productos alimenticios para el hogar del
trabajador, en algunos casos, eran administradas directamente por la propia empresa o,
en otros casos, era concesionada a un comerciante privado. Lo cierto es que en muchas
ocasiones existían negociaciones entre la empresa, el sindicato, los trabajadores y las es-
posas de estos últimos sobre los precios de los alimentos en estos establecimientos de co-
mercialización. Es decir, existía de hecho un sistema de control de precios a fin de evitar
conflictos, protestas o huelgas de los trabajadores por los precios especulativos que pu-
dieran surgir de la situación monopólica o de mercado cautivo que tuviera este comer-
ciante o la propia empresa (Sariego, 1988; Lins Ribeiro, 1991, 2006; Nash, 2008). Nash (2008)
1762
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
analizaba esta situación que vivían los mineros: “La pulpería es el centro ideal para co-
nocer las verdades sobre los decrecientes salarios y las subidas de precios. Es el punto de
quiebre para la administración y el trabajo. Por un lado, la administración nunca puede
proveer ni la calidad ni la cantidad necesarias de provisiones, y para operar, la tienda de
la compañía se expone a un constante ataque de los trabajadores que sienten la doble ex-
plotación como consumidores y productores. Por otro lado, al aceptar la dependencia de
la pulpería, por su política de precios más bajos para las necesidades básicas, los trabaja-
dores quedan expuestos a ser sobrecargados en cualquier otro asunto. Además, cuando
los trabajadores apalean a una huelga, la compañía puede acabarla en una semana asen-
tando al ejército en la pulpería y cortando todas las provisiones, como lo han hecho en
numerosas ocasiones” (p. 123).
1763
Lautaro Clemenceau
1764
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
1765
Lautaro Clemenceau
Un comedor “civilizado”
1766
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
10
Durante el trabajo de campo, Gervasio no fue el único en manifestarme esta pers-
pectiva. También Carlos, otro jerárquico, me expresó la suya en la misma sintonía,
pero en relación con el trabajo como elemento “civilizador”: “La minería civiliza a las
personas, como dijo Sarmiento. Ofrece una cultura del trabajo a las personas. Yo he
conocido a muchos operarios que eran gameleros anteriormente o que cosechaban
porotos en Tudcum. Al trabajar en minería el cambio es enorme para ellos. Realizan
el trabajo de otra manera, con seguridad, con prolijidad, con atención y más eficaz-
mente. El impacto en San Juan ha sido enorme. He tenido albañiles en mi casa que
han trabajado en minería y se ponían el casquito al trabajar y todo lo necesario”
(Charla informal con Carlos, octubre de 2016). La reactualizan del discurso “sarmien-
tino” apela a la “civilización” como expresión de “cultura” en oposición a la “barbarie”,
como expresión violenta de la naturaleza humana desprovista de represión.
1767
Lautaro Clemenceau
11
No hay una segregación explícita de espacios para comer dentro del comedor del
Hotel, pero la observación participante prolongada que pude realizar me permite hacer
dos aclaraciones al respecto: en primer lugar, pude observar que si bien en los come-
dores no existen espacios exclusivos que separen entre jerárquicos y operadores ex-
plicitados por carteles indicadores (como sí lo hay para el estacionamiento de
vehículos entre el propio grupo de jerárquicos), por lo general cada comensal suele ha-
bituarse a comer junto a sus compañeros de trabajo y respetando la división jerár-
quica. Esto guarda un sentido práctico para varios trabajadores que me lo explicitaron:
“Imaginate que después de trabajar todo el día, no querés ni ver a tu jefe y no te vas a
sentar a comer con él…”. En segundo lugar, al menos entre los años 2005 (año de inau-
guración de la etapa productiva del proyecto) y 2018 (año en que se mudan todos los
trabajadores del proyecto a un solo campamento, “Amarillos”), existió una segregación
de hecho que separó espacialmente a los trabajadores directos de la empresa Barrick
Gold (los cuales habitaban el “Hotel MAGSA”) de los trabajadores de las numerosas
empresas contratistas (que habitaban en el “Campamento Contratista”). Aunque los
jerárquicos de “Administración de Campamentos” insistían en que “las comidas son
1768
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
las mismas para ambos campamentos”, los cierto es que cada campamento tenía sus
propias cocinas y comedores y al momento de las comidas, los comensales no solían
desplazarse.
1769
Lautaro Clemenceau
1770
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
12
Esto ya fue sugerido por Lins Ribeiro (2006), Mastrángelo (2004) y Soraire (2012),
aunque agrego la distinción aclarando que esta institución total es experimentada por
los trabajadores en forma temporal (no en forma permanente, como sugieren los au-
tores para los casos que analizan), lo cual permite observar la trayectoria vital que re-
alizan los mineros al ingresar para habitar en esta institución durante una serie de
días consecutivos para luego bajar y reingresar en la vida social de abajo, que presenta
otros tipos de instituciones (como la familia, el Estado, etc.), las cuales se rigen por nor-
mas de diferente constreñimiento social a las de arriba.
1771
Lautaro Clemenceau
13
Por reglamento explícito de los campamentos, los trabajadores solo tienen permitido
ingresar los siguientes alimentos al proyecto: yerba mate, té, café instantáneo, leche,
cacao y jugos en polvo, azúcar, edulcorantes, galletas, frutas, maíz inflados, golosinas
y sopas instantáneas (Administración de Campamentos, 2011).
1772
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
1773
Lautaro Clemenceau
están aquí: “… la comida era muy mala porque el agua hierve a menor
temperatura y cocina mal los alimentos: papas duras, pastas horri-
bles, etc.” (conversación informal con operador, septiembre de 2016).
Tras las formas que presenta la comida servida (texturas, sabores,
olores, colores y sus procesos técnicos, tales como sazonado, horne-
ado, cocido, crudo y hervido), los trabajadores le imprimen sentidos
específicos que se relacionan con sus experiencias de “andinización
temporal”. Otro de ellos me comentaba lo siguiente: “Lo que pasa es
que traen todos los alimentos freezados, congelados y acá solo los ca-
lientan, entonces la comida está gomosa, llena de agua. Además, te
das cuenta al verla nomás que tiene ese aspecto, como raro…” (con-
versación informal con operador, septiembre de 2016).
Al intervenir activamente solo en el proceso de consumo, en tanto
comensales, expresan sus opiniones, preferencias y críticas respecto
a ella. Más allá de las experiencias múltiples y particularizadas en
cada trabajador, al manifestar sus gustos, apetencias, opiniones y
sentimientos sobre las comidas arriba (los desayunos, los almuerzos
y las cenas) en las conversaciones que mantuve con diversos trabaja-
dores, el valor nutricional de la comida servida no es criticado, sino
que ponen el acento en otros aspectos, como la forma de preparación
de la misma y la sensación de “extrañeza” (el sabor extraño) que pa-
rece venir de su fase de elaboración. Al carecer de control y autono-
mía sobre la producción, el intercambio, la selección y la elaboración
de los alimentos, solo pueden consumirlos y evaluarlos en dicha ins-
tancia.
El encuentro con este tipo de comida elaborada en forma indus-
trial y consumida por los trabajadores durante su permanencia tem-
poral arriba a veces suele ser problemático para los mineros que
recién ingresan a la actividad y a este proyecto en particular. Algo in-
teresante que me comentara una médica que trabajó en el Hospital
1774
“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
de Veladero es que, según ella, los mineros al ser nuevos en este tipo
de emprendimientos con permanencia prolongada temporalmente
por el sistema de roster, en un aislamiento relativo y con jornadas
extensas de trabajo industrial: “Muchos de ellos no estaban acostum-
brados a la dieta que proveían los comedores arriba y algunos sufrían
serias indigestiones y atracones. Este tipo de malestares son de los
más frecuentes en los hospitales de Veladero” (entrevista a médica de
Veladero, enero de 2016).14
El carácter de obligatorio que reviste esta comida para ellos los
pone en una situación de forzosa aceptación a comer lo que sirven.
De ahí que los primeros encuentros entre los recién ingresados y las
comidas servidas en algunos casos se vuelven momentos extraños
para ellos por el aspecto y sabor que perciben. Por otra parte, las “in-
digestiones y atracones” descriptas por la médica del hospital se re-
lacionan también con los ritmos de los tiempos de trabajo arriba. El
proceso de trabajo minero a gran escala exige una serie de sincroni-
zaciones permanentes entre las áreas, las cuales, en verdad, pocas
veces logran armonizarse, y los trabajadores (tanto jerárquicos como
operadores y contratistas) son presionados por los tiempos exigidos
por los múltiples índices de productividad que deben alcanzar. Su-
mado a ello, obligados a operar bajo estrictas y rígidas normas de se-
guridad laboral, los trabajadores experimentan esa doble presión de
la política corporativa (Clemenceau, 2019). Las formas en que cada
trabajador se relaciona con su plato de comida expresa en muchas
ocasiones los estados anímicos de los mismos y las presiones a las
que se encuentran sometidos diariamente.
14
El proyecto Veladero cuenta con un “Hospital” ubicado dentro del Hotel MAGSA y
una “Sala de Emergencias” en el Campamento Contratista.
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la mejor milanesa que tengas”; “no, esa no porque está muy quemada,
dame la otra”. Como afirmo, esto le permitía al operador un grado
mayor de libertad frente a otros a los que les tocaba la milanesa que
el que contratista elegía y servía en sus platos. Vale aclarar que no
todos pueden hacer esto, ya que deben establecer una relación per-
sonalizada y la fila de operadores y jerárquicos que se forma detrás
de uno espera ansiosa que cada uno avance rápido con su bandeja.
Cualquier demora es un potencial motivo de conflicto entre los que
participan de los encuentros diarios del comer arriba: el que sirve, al
que le están sirviendo y los que esperan ser servidos en sus bandejas.
Sin embargo, más allá de estas situaciones de interacción, la “comida
servida” está determinada por la condición estructural en el proyecto:
la vida arriba, como experiencia colectiva temporalmente “des-fami-
liarizada”.
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“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
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Lautaro Clemenceau
“¡Pero era cerveza sin alcohol! Vos vieras cómo estaban algunos, jaja”,
me contaba mientras se reía.
La anécdota de la cerveza sin alcohol que “emborrachó” a unos
cuantos trabajadores se vuelve significativa en este contexto si se
tiene en cuenta la prohibición de circulación y consumo de bebidas
alcohólicas arriba.
Por un lado, refleja la situación de consumo restrictivo que impo-
nen las normas de la empresa arriba, tanto en el Campamento como
en el Hotel. Además, el hecho de que hayan servido cerveza es algo
que muchos de los trabajadores celebran, ya que no forma parte de
las opciones “servidas” de bebida cotidianas de los comedores y eso
la convertía en un elemento distintivo con la cual festejaban, tomán-
dola con la mano y sacándose numerosas fotografías grupales o “sel-
fies”. Por otro lado, la actitud relatada por la supervisora da cuenta
de cierta transgresión colectiva a las propias normas al “embriagarse”
en un espacio donde está expresamente prohibido hacerlo. El mero
hecho de expresarse públicamente como “borrachos” se vuelve un
signo de transgresión arriba, la cual es habilitada por este contexto
ritual, el cual la empresa quiso controlar a través de la selección de
una bebida específica (la cerveza sin alcohol). Sin embargo, algunos
trabajadores transcendieron las propiedades químicas de la propia
bebida “alcoholizándola” y pusieron así en suspenso las reglas coti-
dianas de convivencia prescriptas por la institución (la empresa)
arriba. Este “sabor a libertad” que construyeron colectivamente en el
contexto ritual del día del trabajador minero da cuenta de una trans-
formación del objeto (la bebida servida) en una manifestación crítica
de su condición cotidiana, al menos en forma “teatralizada”. De esta
forma, se disputa el significado de lo servido y, con ello, de lo permi-
tido y lo prohibido en estos espacios arriba.
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“Comiendo arriba”. La comida servida en un proyecto minero a gran escala
Conclusión
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Referencias
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1785
Lautaro Clemenceau
Nash, J. (2008). Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros. De-
pendencia y explotación en las minas de estaño bolivianas. Buenos Aires: An-
tropofagia.
Shrimpton, M. y Storey, K. (1992). Fly-in Mining and the Future of the Ca-
nadian North. En M. Bray (Ed.), At the End of the Tunnel: Mines and Single
Industry Towns in Northern Ontario (pp. 187-208). Toronto: Dundurn Press.
1786
Carreiras, transformações e hierarquia
entre fotógrafos de casamento no Brasil
Cristina T. Marins
Introdução
Este artigo toma por base uma pesquisa etnográfica que resultou
em minha tese de doutorado cujo interesse principal era refletir sobre
trabalho, carreiras e processos de construção de reputação entre os
autointitulados fotógrafos de casamento. Ali, procurei debater alguns
dos impactos das tecnologias digitais, em especial as redes sociais
sobre a profissão, dedicando especial atenção ao modo como meus
interlocutores desempenham suas atividades, bem como aos signifi-
cados que lhe atribuem. A fim de apresentar o leitor ao tema, recu-
pero o contexto de uma entrevista que realizei como parte de meu
trabalho de campo.
Numa tarde de novembro de 2016, cheguei ao bairro carioca da
Tijuca para realizar minha primeira visita ao Pedro’s Photo Studio —
um pequeno empreendimento em operação há mais de quatro déca-
das, após arranjos feitos ao telefone com a esposa de Seu Pedro, Dona
Rosa. Lá encontrei o casal sexagenário em seu ambiente de trabalho,
uma sala abarrotada de equipamentos, arquivos em papel e impres-
sões fotográficas de vários tipos. Pouco após minha chegada, en-
quanto me oferecia o café que acabara de passar, Seu Pedro quis
saber: “Por que você quis entrevistar a gente?”. Procurei responder de
maneira direta: “O que chamou minha atenção foi a experiência de
vocês. Tenho conversado com vários fotógrafos e tem um pessoal
muito novo, parece que tem muita gente entrando no mercado”. Seu
Pedro e Dona Rosa concordaram imediatamente, e foi esta última
quem sublinhou que Seu Pedro “passou por várias fases desde a época
do filme”, em referência aos tempos em que a tecnologia analógica
era a única disponível para os registros fotográficos. Seu Pedro, por
sua vez, procurava enfatizar as crescentes dificuldades enfrentadas
naquele mercado, explicando que a profissão se tornava cada vez
mais difícil. “Já deu pra ganhar dinheiro, hoje em dia não dá mais”,
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Não só por Marcus (1995), conforme já mencionado, mas também por autores como
Gupta e Ferguson (1997); Markowitz (2001) e Sanjek (2013).
1793
Cristina T. Marins
2
Optei por utilizar o termo profissão, tendo em mente a discussão proposta por Hug-
hes no artigo intitulado “Professions” (1963).
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Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
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Cristina T. Marins
3
Segundo informações acessadas no site do governo federal (http://www.portaldo-
empreendedor.gov.br), pode ser considerado MEI o pequeno empresário que tenha
faturamento limitado a R$ 81.000,00 por ano; que não participe como sócio, adminis-
trador ou titular de outra empresa; e que contrate no máximo um empregado.
1796
Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
Transformações e hierarquia
4
Este esquema de trabalho autônomo e independente, assim como as benesses que o
acompanhavam, apresentavam uma exigência: um senso de responsabilidade que
fosse não apenas forte, mas, de preferência, infalível. Sobre o tema, ver: Marins, 2018.
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Cristina T. Marins
5
Sobre este aspecto, vale mencionar que a profissão de fotógrafo não é regulamentada
no país.
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6
Sigo aqui a definição dumontiana que toma a hierarquia como “princípio de gradação
dos elementos de um conjunto em relação ao conjunto” (Dumont, 1966/2008, p. 118).
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Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
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Cristina T. Marins
e dar likes nas fotos veiculadas em suas redes sociais; assistir aos ví-
deos que veicula na internet. Depois, ele precisava trabalhar para
que este público (ou, ao menos, parte dele) estivesse disposto a pagar
por workshops e cursos. A fim de manter sua posição de autoridade
entre fotógrafos de casamento, os profissionais que ocupavam este
posto empreendiam esforços contínuos alimentando suas redes so-
ciais (muitas vezes com depoimentos de alunos que forneciam teste-
munhos sobre a transformação que seus mestres operavam em suas
vidas), divulgando novas fotografias de sua autoria, comunicando
ao seu público potencial os seus feitos enquanto palestrantes/profes-
sores/mentores.
Não me recordo de ter visto qualquer palestra ministrada por fo-
tógrafos de casamento que não compreendesse, já em seus minutos ini-
ciais, uma apresentação de slides contendo fotografias de sua própria
autoria. A espécie de portfólio ali apresentado funcionava como es-
pécie de credencial. Exibir fotografias de casamento cuja qualidade téc-
nica e artística fosse apreciada pelos pares constituía uma espécie de
requisito básico, uma condição indispensável para que alguém fosse
considerado um bom profissional. Porém, a fim de se consolidar em
posição de autoridade era preciso que o fotógrafo excedesse este
papel.
Pensando nos diversos fotógrafos que ocupavam posições de des-
taque nos circuitos que pesquisei, notei que os prêmios concedidos
por associações de fotógrafos, tanto nacionais quanto internacionais,
constituíam uma espécie de chancela que lhes conferia prestígio
entre os pares. O número de prêmios importava, mas havia também
uma qualificação destes a partir de critérios muito específicos. Via de
regra, um prêmio internacional parecia pesar mais na avaliação po-
sitiva dos fotógrafos de casamento do que um prêmio nacional. Tam-
bém ouvi de alguns interlocutores que um prêmio concedido a um
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Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
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Cristina T. Marins
7
A afirmação é baseada nos indicadores do Instituto Brasileiro de Geografia e Estatís-
tica que apontam uma queda, em 2016, de 3,6% no valor do Produto Interno Bruto
Brasileiro, seguindo um desempenho também negativo no ano de 2015. Fonte:
https://agenciadenoticias.ibge.gov.br/agencia-sala-de-imprensa/2013-agencia-de-noti-
cias/releases/9439-pib-recua-3-6-em-2016-e-fecha-ano-em-r-6-3-trilhoes
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Faço uma tradução aqui do subtítulo da introdução do livro. No idioma original:
Uber as a Symbol of the New Economy.
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Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
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Traduzido do original: “…capitalized on the economic instability of the Great Recession
to sell a narrative”.
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Traduzido do original: “Uber and other on-demand platforms project a higher social sta-
tus onto work that has long been associated with lower-status workers”.
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Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
Referências
Edwards, W. (1989). Modern Japan through its weddings: Gender, person, and
society in ritual portrayal. Stanford: Stanford University Press.
1809
Cristina T. Marins
Escoura, M. (2019). Fazer festa é fazer guerra. Relações entre vestidos, noivas,
anfitriões e convidados na organização de casamentos (Tese de doutorado).
Universidade Estadual de Campinas, Campinas, Brasil.
1810
Carreiras, transformações e hierarquia entre fotógrafos de casamento no Brasil
Otnes, C. e Pleck, E. (2003). Cinderella dreams: The allure of the lavish wed-
ding. Berkeley: University of California Press.
Prandi, J. R. (1978). O trabalhador por conta própria sob o Capital. São Paulo:
Edições Símbolo.
Sanjek, R. (2013). Ethnography in today’s world: Color full before color blind.
Philadelphia: University of Pennsylvania Press.
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Colombia: subjetividad y procesos de
valoración
Introducción
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Hace referencia a una versión mejorada de las máquinas de escribir convencionales
conocida como IBM Composer. “Las máquinas IBM Composer producen líneas de texto
con diferentes tipos de letra, ya que tienen una esfera independiente con caracteres
intercambiables, y no los caracteres unidos a las teclas” (Velandia Díaz, 2019a, p. 104).
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Daniel Velandia Díaz
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Diseño gráfico en las imprentas en Bogotá, Colombia
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Daniel Velandia Díaz
Leonel se retiró del Ministerio en 1994 para asociarse con otro co-
lega y establecer una oficina en el centro de la ciudad. Allí hicieron
artes por computador para la impresión litográfica; ellos fueron unos
de los primeros que ofrecieron diseños digitalizados a la demanda
creciente de todas las litografías de la ciudad. Tuvieron éxito comer-
cial durante unos años. Con la difusión de los computadores en la se-
gunda mitad de los años noventa, Leonel ve que la competencia
aumenta y su negocio se cierra. Entonces, incursiona en la impresión
y edición de libros. Se afirma como un diseñador gráfico reconocido
por varios colegas y clientes (individuales e instituciones). En su ca-
lidad de independiente sufre altibajos económicos ocasionados por
el creciente gasto familiar.
Esta síntesis de la trayectoria laboral muestra, por una parte, el
proceso de autoaprendizaje seguido por los primeros diseñadores
gráficos de las imprentas. Durante este periodo, la mayor parte de
quienes trabajaron en talleres tipográficos y litográficos aprendieron
a manipular los computadores de forma empírica; quienes tenían a
su cargo el área de dibujo, arte o fotomecánica cacharrearon con los
computadores y empezaron a manipularlos.
Por mi parte, en la segunda mitad de la década del noventa aprendí
a manejar computadores y los programas de diseño gráfico mediante
el uso, ensayo y error, para producir “artes”. Un arte es “una hoja que
sirve de base para la reproducción a través de la imprenta” (Velandia
Díaz, 2019a, p. 105). Si bien a partir de ese momento trabajé en varias
imprentas, en todas ellas se disponía de computadores e impresoras
láser que servían para imprimir pruebas y artes que serían la base para
las impresiones. Produje impresiones individuales que, luego de varios
procesos, se convertirían en planchas de impresión para reproducción.
Esta trayectoria me permitió acumular conocimientos y habilidades
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Piénsese en la fórmula: “hacer de la necesidad virtud”.
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Esto quiere decir que las artes gráficas han permitido la genera-
ción de un campo particular para el diseño gráfico que tiene unas di-
námicas propias. Y esto, a pesar de que “la comunidad de diseñadores
profanos tiene a su disposición una tecnología muy similar a la que
utilizan los diseñadores expertos” (Vega Pindado, 2018, p. 237). Estas
dinámicas implican la capacidad de las personas para adaptarse a las
demandas de los públicos y aprender asuntos que no están presentes
en el contexto de la formación profesional. De la misma forma, el
hecho de ser profesionales no impide a algunos diseñadores formar
parte del escenario social productivo que ofrece la ciudad.
Ser profesional no significa, necesariamente, desconocer o excluir
las prácticas y dinámicas sociales del diseño gráfico practicado en
Bogotá con influencias no-académicas. Incluso, ser profesional im-
plicaría, bajo una ética de investigación y reconocimiento de la di-
versidad estética, participar activamente en este escenario y, quizás,
proponer análisis y estrategias de intervención. Como vamos a ver
en el siguiente apartado, hay iniciativas que muestran la necesidad
de los profesionales por interactuar e incidir en la configuración del
escenario creativo, productivo y laboral de las artes gráficas y de las
imprentas en general.
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La información que presento acá está consignada en dos folletos distribuidos a la audiencia.
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Daniel Velandia Díaz
cintas se dobla para formar una unidad entregable con dos textos
alusivos a la celebración y se une para formar un moño que tiene
forma similar al signo “&”.
Diana conoció, por contacto directo con la tarjetera y al interior
del taller, la forma de hacer cintas en tipografía. Álvaro nos enseñó
su trabajo, la forma de realizarlo, y pudo darse cuenta de que a pesar
de que se trata de un tipo de actividad minoritaria y casi olvidada,
hay personas jóvenes muy interesadas en rescatar el valor de la tipo-
grafía y de los impresos que fueron destacados en el siglo xx.
Efectivamente, Diana combina las búsquedas intelectuales y ar-
tísticas. Así quedó registrado en su propuesta de antropodiseñología
(Murcia Molina, 2018). Ella misma señala, “el término ‘antropodise-
ñología’ es una fusión que evade una dependencia preposicional
entre las dos disciplinas y afirma el logos del diseño” (Murcia Molina,
2018, p. 77). Para mí ha sido muy gratificante saber que Diana conti-
nuó en contacto con los tipógrafos que conocimos durante estos en-
cuentros y que ha continuado investigando. Ahora bien, la
experiencia etnográfica, pedagógica y productiva que Diana propició
me permite señalar que existe en la actualidad una tendencia a valo-
rar positivamente tecnologías de impresión que a finales del siglo xx
fueron marginadas.
Esta experiencia “etnográfica” se relaciona con el proceso de in-
vestigación transdisciplinar específico de la antropodiseñología que
prevé la transferencia y adaptación para la investigación aplicada en
seis etapas: observar, empatizar, entender, proponer, consolidar y te-
orizar (Murcia Molina, 2018, p. 77). La propuesta de Murcia Molina
es ambiciosa en el sentido de poner en diálogo no solo los conoci-
mientos del diseño gráfico y de la antropología, sino también las ac-
tividades académicas con las prácticas sociales radicadas en sectores
urbanos de producción como La Estrada. La conclusión de la autora
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Conclusiones
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Daniel Velandia Díaz
Referencias
1842
Diseño gráfico en las imprentas en Bogotá, Colombia
Mayor, A., Quiñones, C., Barrera, G. y Trejos, J. (2014). Las escuelas de artes
y oficios en Colombia 1860-1960. Vol. 1. Bogotá: Editorial Pontificia Univer-
sidad Javeriana.
1843
Notas etnográficas sobre experiências
religiosas entre trabalhadores por conta
própria no Brasil
Introdução
1846
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
levadas a curso pelas famílias. A maior parte das pessoas com as quais
interagi evitam trabalhar com os outros ou para os outros, preferindo
antes trabalhar com a família e para a família. A propriedade dos
meios de produção — máquinas de corte, de costura, de lavanderia,
recursos de manutenção — é nesse contexto facilitada não apenas
por meio do crédito bancário, mas também das práticas êmicas de
ajuda (dificilmente definidas como negócio), baseadas na confiança
entre parentes e vizinhos, concebidos como da família. O prodigioso
desenvolvimento econômico do Agreste pernambucano, registrado
nas últimas décadas resulta, sobretudo, destes arranjos produtivos
informais. Segundo o Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística
(IBGE), o Produto Interno Bruto per cápita de Caruaru cresceu de R$
10.850,51 para R$ 17.880,19 entre 2010 e 2016. O acesso em grande me-
dida democrático a meios de comercialização da produção familiar,
objetivados nos circuitos de feiras livres da região, constitui uma das
mais importantes condições de possibilidade deste desenvolvimento.
As memórias de meus interlocutores registradas abaixo, acerca
de suas experiências religiosas, foram por eles narradas de modo es-
pontâneo. O mote para a elaboração destes depoimentos reside nas
relações históricas entre o trabalho doméstico e a ação pastoral, na-
quela localidade. Em escala mais abrangente, a aversão secular de
parte dos trabalhadores brasileiros ao trabalho assalariado pode nos
ajudar a lançar luz sobre os nexos existentes entre novas e antigas
experiências religiosas, em que pesem seus antagonismos teológicos.
A próxima seção apresenta o meu material etnográfico e o situa
no contexto mais geral da preferência pelo trabalho por conta pró-
pria, no Brasil. A segunda parte do texto evoca experiências neopen-
tecostais entre trabalhadores urbanos. Ao contrário da tese mais
comum elaborada pela sociologia do trabalho e da religião — se-
gundo a qual a “teologia da prosperidade”, afinada com a economia
1847
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
Memórias pastorais
Mas o senhor bispo, dom Augusto, fez muito pelo povo mesmo, visse?
Quem vivia de aluguel, ele chegava e dizia assim: “olhe aqui, a igreja
pode pagar o aluguel pra você, mas você tem que ceder um espaço da
casa pra gente fazer uma escola pra ensinar o povo”. Tinha curso pros
meninos, tinha bolsa. Tinha doação de cesta básica e roupas. Tinha
umas roupas que vinham novinhas pra doação, roupas cheirosas!
Com um cheiro que fazia gosto! Tinha aquele pessoal da igreja que pe-
1848
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
Ao sugerir que dom Augusto fez tudo, dona Eugênia destaca a cone-
xão forte — dir-se-ia com Mauss, total — que a comunidade pastoral
produziu, por meio de um cuidado integrado e dialógico com os
modos de vida do povo. Da habitação, passando pela alimentação, nu-
trição e pela educação, até o trabalho. O leitor familiarizado com a
história do cristianismo popular latino-americano já terá associado
as ações de Dom Augusto de Carvalho ao contexto da renovação pas-
toral da igreja católica, inaugurada pelo concílio Vaticano II, sob o
papado de João XXIII. Terá também lembrado que, na América La-
tina, as deliberações daquele concílio ecumênico receberam fôlego
com o apoio leigo das Comunidades Eclesiais de Base e de pastores
de algumas denominações protestantes. A preocupação com liberta-
ção dos pobres e trabalhadores frente às situações de opressão — nas
relações de trabalho, nas condições de moradia, na desigualdade de
acesso à saúde, à educação, ao lazer, à terra (rural e urbana), ao sa-
neamento — se expressou, nesse contexto, no próprio título que se
deu à hermenêutica bíblica constituída no diálogo entre trabalhado-
res e fiéis pobres, de um lado, e líderes religiosos, de outro; a saber,
Teologia da Libertação.
E, no entanto, este nome é já uma abstração acadêmica, menos di-
fundida que as práticas populares que lhes oferecem substrato. No
Brasil, este processo histórico foi modulado por certas especificidades
culturais dos trabalhadores, registradas na bibliografia. A procura
1849
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
pelo trabalho por conta própria constitui uma das características cen-
trais a este respeito. A atuação da igreja caruaruense, sob a liderança
de Dom Augusto de Carvalho nos oferece ocasião para observar con-
dições êmicas de recepção da mensagem libertadora da igreja. As me-
mórias de dona Eugênia parecem associar esta preferência pelo
trabalho por conta própria com a prática pastoral cristã. Seus depoi-
mentos destacam um passado de exploração dos trabalhadores da ci-
dade. Sendo integrante de um grupo de costureiras assalariadas, nos
anos oitenta, rememora palavras do bispo expressivas de uma preo-
cupação com o controle das etapas do processo produtivo de vestuá-
rio: “Vocês sabem costurar, mas só costuram o que já vem cortado,
vocês têm que aprender a cortar”. Acompanhemos seu relato:
1850
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
o monopólio, né? E muitos deles caíram tanto que tiveram que co-
meçar a vender do nosso lado na feira. Agora você veja, de patrões
eles passaram a ter que vender lado a lado com a gente, em pé de
igualdade.
1851
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
1852
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
2
“A arte é uma atividade produtiva que se liga à individualidade do agente, é uma
posse sua. Pertence ao indivíduo que durante o processo de trabalho transforma o ob-
jeto de trabalho através da ‘inteligência’” (Alvim, 1983, p. 55).
3
“O fazer do artista ressalta o aspecto artesanal de seu trabalho, no sentido de ver sua
obra acabada após ter percorrido ele próprio as etapas necessárias à sua realização”
(Lopes, 1976, p. 36).
1853
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
ser patrão? É o guia do cego, né? Que ele não quer ser o cego [risos]”.
Aqui nos concentramos sobre seus comentários referentes à igreja.
1854
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
guém que precisa de um serviço. Descobre que tal rua está perigosa
pra passar; um ajuda o outro. Então esta vivência dá saudade, visse?
4
“Por morte do chefe da família a propriedade não é dividida, continua de todos.
Mesmo que emigrem componentes da família, continua a viúva, auxiliada por alguns
1855
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
filhos, a viver no sítio, que é propriedade ‘de todos’. Várias entrevistas refletem essa si-
tuação. Um operário, natural do Ceará, exemplifica: ‘Eu tenho um terreno. Meu irmão
trabalha lá, o que ele tirar [da roça que fizer] é dele’. (…) Outros entrevistados nordesti-
nos, vindos de lugares onde já há maior comercialização da agropecuária, contam
casos em que eles, ou algum parente, vendem a sua parte da propriedade aos irmãos,
‘para ficar na família’” (Lopes, 1964, p. 34).
5
“É encarado com naturalidade e de certo modo esperado que as moças saiam da lo-
calidade de sua família de origem quando casam, para morar na terra do marido (que
no momento do casamento podem ainda ser do sogro). Com a sua saída, a sua parte
da terra pode ser vendida (o que é visto com naturalidade) — se possível para um dos
irmãos, para outro parente, ou menos frequentemente para alguém de fora — ou ser
mantida, sendo trabalhada por ela e pelo marido mesmo que não residam no local; ou
ainda cedida à meia para irmãos, primos, tios, sobrinhos, cunhados ou mesmo apenas
gente vizinha e amiga, pessoas que afinal são, como sempre se diz nessas localidades,
todos parentes” (Comerford, 2003, p. 38).
6
“As atividades agrícolas dos nordestinos, como também, embora menos frequente-
mente, as dos migrantes do interior de São Paulo, aliam-se muitas vezes às comerciais.
Os chefes das famílias de muitos operários ocupam-se ao mesmo tempo das lavouras
e exercem profissões no pequeno centro comunal. O pai de um pernambucano, por
exemplo, além de sitiante, era barbeiro ‘em casa e na feira’. O de um baiano era ‘fazen-
deiro e ambulante’. Um paulista, de Piracicaba, conta que seu pai tinha um sítio, mas
que também trabalhava por conta própria, e acrescenta ‘o sítio era para manter a fa-
mília e os negocinhos eram para tocar a vida’. (…) O pai de um operário de São Lourenço
do Turvo (São Paulo), enquanto seus filhos arrendavam terras naquela localidade para
plantar algodão, foi comprador ‘por conta própria’ de aves e ovos para vender em São
Paulo” (Lopes, 1964, p. 35).
1856
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
1857
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
7
“No caso da economia Paulista, os volumosos fluxos migratórios tornaram, em certa
medida, desnecessário subjugar a mão de obra nacional, pois o braço estrangeiro foi
suficientemente numeroso para satisfazer as necessidades do capital agrário e indus-
trial em expansão. Ademais, essa constante injeção interna de braços, de antemão ex-
propriados material e culturalmente, ao mesmo tempo recriava as condições de
drástica exploração e espoliação imperantes nas fazendas e, pelo menos nas áreas
novas, alijava os nacionais do processo produtivo. Dessa forma, reitirou-se sua vida
errante: inadequado para as tarefas produtivas — pois era inadmissível submeter-se
aos desmandos daqueles que antes eram donos de escravos e depois se transformaram
em patrões, sem mudarem a mentalidade senhorial e despótica de lidar com o homem
livre —, esse vasto segmento da população, simultaneamente, rejeitou e foi rejeitado
pelo fazendeiro que se utilizou do trabalho cativo e, posteriormente, do braço estran-
geiro que aportou com o ardente desejo de 'vencer na vida'” (Kowarick, 1994, p. 105).
1858
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
1859
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
Para alguém sem educação, como eu, mas que não quer ficar parado,
as palavras do pregador são como uma aula. Toda semana no templo,
você ouve uma tonelada de informações sobre como várias coisas fun-
cionam e que ensinam você a se organizar, planejar, para poder che-
gar aonde deseja chegar. E assim você começa a entrar na fé também,
até finalmente entender que com Deus você pode chegar lá. Tudo de-
pende da pessoa. (Citado por Lima, 2012, p. 373).
1860
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
1861
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
8
Itálico indicativo das categorias nativas registradas no trabalho de Diana Lima.
1862
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
Havia rondas constantes em casa. Então não havia ninguém para nos
criar… O resultado final… foi o que todo mundo diz que acontece, sabe?
Fomos deixados por conta própria… Passei o tempo todo no narcotráfico.
Eu admirava muito o Ceará [um vizinho convertido à Igreja Universal
do Reino de Deus]. Eu o assistia saindo da favela todas as manhãs vestido
para o trabalho e queria coragem para abandonar o tráfico e deixar esta
vida. Mas eu não estava pronto. Esse trabalho comunitário que fazemos
com os jovens é realmente importante, você não faz ideia. É a mesma
coisa, se você quiser que as coisas mudem, não pode ficar parado. Esse
trabalho que estou fazendo agora é a minha vez de dar a alguém uma
chance… um jovem… de deixar para trás essa vida, sabe? Ceará… então
agora é a minha vez. Muitas vezes vemos famílias sofrendo, tudo des-
truído, mães que não falam com seus filhos e não sabem por onde co-
meçar. Trazemos um raio de esperança. Nós os convidamos, a pessoa
vem e vê que não precisa ser assim. A mãe vem, o pai, o irmão, até que
eventualmente o irmão envolvido nas drogas também apareça. (Ne-
tinho, citado por Lima, 2012, p. 378).
1863
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
1864
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
coisa dos católicos9” (citado por Lima, 2012, p. 388). É assim, num con-
texto histórico marcado pelo “desamor ao trabalho” assalariado (Ko-
warick, 1994), que a mensagem da “teologia da prosperidade”, ligada
às teorias do empreendedorismo e da meritocracia, encontra condi-
ções propícias de recepção e apropriação oblíqua. E reencontramos,
sob o contraste entre teologias antagônicas, a preferência pelo traba-
lho por conta própria. Mendonça, outro informante de Lima, não está
a este respeito distante de seu José Mário e sua metáfora do guia de
cego:
9
Compare-se este argumento com a fala recente do presidente da república do Brasil,
Jair Bolsonaro: “eles gostam de pobre”, referindo-se com isso ao Partido dos Trabalha-
dores (PT) (ver em https://catracalivre.com.br/cidadania/bolsonaro-veta-emenda-do-
pt-e-polemiza-eles-gostam-de-pobre/, acesso em 05/06/2019). Uma interpretação
sistêmica desta fala do presidente implica na consideração do contexto discursivo do
qual Bolsonaro é parte. Ela constitui uma transformação, no sentido levistraussiano
do termo, da ironia neopentecostal segundo a qual “a teologia da libertação optou pelos
pobres, e eles pela teologia da prosperidade”.
1865
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
1866
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
Considerações finais
1867
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
1868
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
1869
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
Referências
Elias, N. e Dunning, E. (1986). Quest for excitement: Sport and leisure in the
civilizing process. Oxford: Basil Blackwell.
Geertz, C. (1980). Negara: The theatre state in nineteenth century Bali. Prince-
ton, NJ: Princeton University Press.
1870
Notas etnográficas sobre experiências religiosas entre trabalhadores por conta própia
Souza, J. (2017). A elite do atraso: Da escravidão à Lava Jato. São Paulo: LeYa.
1871
Wecisley Ribeiro do Espírito Santo
1872
Articulações entre o “mundo corporativo” e
o campesinato.
Sociobiografia de uma executiva brasileira de origem
camponesa
Introdução
1874
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
Resumo da trajetória
1
Satina teve 25 gestações, mas enfrentou quatro abortos espontâneos e dez de seus fil-
hos nascidos morreram antes de completarem dois anos de vida.
2
Segundo o IBGE (2010), Caiçara tem 7.220 habitantes. O município localiza-se no
Agreste brasileiro e dista 120 km de João Pessoa, a capital do estado da Paraíba.
1875
Priscila de Oliveira Coutinho
1876
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
Percurso da investigação
Conheci Juscelina em julho de 2011, em São Paulo. Ela era uma das
mais importantes diretoras da Heineken Brasil, empresa ligada ao
Sistema Coca-Cola. Uma amiga em comum me passou seu contato
quando mencionei que minha pesquisa de doutorado investigaria
mulheres que tinham vivido experiências de deslocamento geográ-
fico e de classe. Trocamos algumas mensagens de e-mail e ela aceitou
me receber para uma entrevista. Minha intenção inicial era a de que
ela fosse uma das personagens da pesquisa. Nossa primeira conversa
teve uma riqueza e densidade que não eram por mim esperadas. Per-
cebi que era uma pessoa muito reflexiva, além de excelente narra-
dora. Ela atribuía às experiências da infância um papel secundário,
1877
Priscila de Oliveira Coutinho
1878
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
3
As expressões entre aspas no corpo do texto são falas dos entrevistados.
1879
Priscila de Oliveira Coutinho
1880
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
Ela foi, além disso, alfabetizada por sua irmã mais velha, Darcy, que
se formou professora4 entre meados da década de sessenta e início
da década de setenta. Pelo fato de ter sido alfabetizada em casa, tinha
vantagem com relação às crianças que iam para escola para aprender
o básico: segurar o lápis, assinar os nomes, conhecer os números e as
letras. A obediência e bom comportamento da menina, somada ao
bom desempenho escolar que ela sempre demonstrou, levou a que
ganhasse alguns prêmios de seu pai. Além dos elogios à sua inteligên-
cia, Gabriel promovia outros encorajamentos sutis e cotidianos. Para
compensar as boas notas, ele levou a filha em algumas de suas via-
gens até a Praia da Pipa. Ela se lembra bem do trajeto de trem até
Pedro Velho e da linda paisagem que encontrava quando chegava a
Pipa. Além de passear, essa era uma oportunidade de observar como
seu pai negociava.
Gabriel lhe contava histórias que foram por ela percebidas como
demonstrações de que ele a considerava especial. Por exemplo, havia
2
“ Sua formação deu-se durante o Regime Militar, por meio de um amplo projeto de for-
mação de professores destinados a lecionar segundo os métodos pedagógicos do Projeto
Cruzada ABC (Ação de Base Cristã), movimento de alfabetização de jovens a adultos ba-
seado no método Laubach. A Cruzada ABC foi idealizada e executada por três pilares ins-
titucionais básicos, a USAID (United States Agency for International Development), a
Superintendência de Desenvolvimento do Nordeste (Sudene) e alguns movimentos pro-
testantes (a sua maioria com sede nos Estados Unidos) (Scocuglia, 2003). Suas atividades
destacavam-se nos estados do Nordeste brasileiro durante a década de sessenta, até ser
substituído pelo Movimento Brasileiro de Alfabetização (MOBRAL). Tanto o primeiro
quanto o segundo projeto foram executados após a desintegração, durante o regime mi-
litar, de importantes movimentos de alfabetização popular baseados na Pedagogia do
Oprimido, de Paulo Freire, e ganharam força justamente com a intenção de contestá-lo.
Segundo documenta Scocuglia (2002), um dos objetivos da Cruzada ABC era o de “capa-
citar o homem analfabeto — marginalizado, a ser participante na sua sociedade con-
temporânea, como contribuinte do desenvolvimento socioeconômico e recebedor de
seus bens” (Objetivos da Cruzada ABC, 1965, apud Scocuglia, 2002).
1881
Priscila de Oliveira Coutinho
5
No original: "L’efficacité de la transmission des dispositions cultivées par les pères a été
rendue possible par la conjonction de trois facteurs qui tendent à se renforcer les uns les
autres : la plus grande proximité affective des interviewées au père relativement à la
mère d’une part, voire dans certains cas une relation conflictuelle avec celle-ci et une dis-
tance avec les rôles sexués féminins; une socialisation primaire enfantine en compagnie
du père, intermédiaire dans l’accès à certains spaces publics; enfin, une valorisation sym-
bolique des écrivaines par la figure paternelle, manifeste dans la laguage ordinaire".
1882
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
6
Referimo-nos, aqui, à Tunísia das décadas de quarenta, cinquenta e sessenta e ao Bra-
sil das décadas de cinquenta e sessenta, nos quais a divisão entre espaços público e
privado segundo critérios de gênero era mais marcante.
1883
Priscila de Oliveira Coutinho
Colega: Aí você tirava ficha, pegava o nome dos sócios, fazia ofícios. O
sócio trazia a carteira, o nome dos dependentes dele, né? Aí se adoe-
cesse, você tirava a ficha pra ele ir pro hospital, tomava nome, fazia
ofício.
Colega: Não, era naquelas máquinas que você fazia. Quando tinha reu-
nião você escrevia a ata.
Colega: Era.
Colega: Era. Era nós duas. Naquela época era João Olímpio, você, eu e
Milton. Seu José Olímpio era presidente, eu era a tesoureira e compa-
dre Milton era secretário.
Juscelina: E eu?
Colega: Depois que você saiu eu fiquei ainda nove anos. Você saiu logo.
Dizia assim: “Não, eu não quero essa vida não”. Aí você foi embora
pro Rio.
Colega: Foi.
1884
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
(…)
Colega: Você não queria ficar num lugar atrasado, né. Você na época
morava até no sítio. Queria uma vida melhor. Eu naquela época nem
estudava porque naquela época pra estudar no ginásio, ou tinha
bolsa, ou tinha particular, aí eu não podia estudar na época. Depois
eu estudei, mas aí casei e parei de estudar de novo.
Colega: Era! Só tinha direito quem tinha nota, que só tirava dez.
Juscelina: Era mesmo? Então eu era boa aluna e nem sabia? Então eu
desaprendi, menina.
1885
Priscila de Oliveira Coutinho
Ele falava sempre que queria que eu fosse advogada, aí eu falava pra
ele assim: “Como é que você quer que eu seja advogada se eu moro no
meio do mato?” (…) Quando eu tinha 15 anos ele me chamou e me au-
torizou. Disse que confiava em mim e que ele ia deixar eu seguir o
meu rumo, que aquilo ia ser muito difícil pra ele porque os amigos o
que iam pensar, porque uma menina… Imagina, deve ter sido uma de-
cisão muito difícil.
1886
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
O início da vida em João Pessoa foi muito difícil. Juscelina conta que
essa foi a única fase em que ela pensou seriamente em desistir e vol-
tar para Caiçara. Ela foi morar na casa de conhecidos. Um dos ho-
mens que morava na casa onde ela hospedou-se inicialmente a
assediava constantemente, mas ela demorou um pouco até encontrar
um lugar mais seguro. Do jornal e dos anos em João Pessoa, ela tem
poucas lembranças. Recorda-se, entretanto, de que havia uma grande
movimentação no jornal para a definição do editorial:
Eu me lembro que uma das pessoas que discutiam [o editorial] era uma
das donas. Ela se chamava Moema e eu achava lindo aquele nome:
Moema. E era bonita também. Parecia gente rica, entendeu? Achava
que tudo que ela usava era lindo, ela era bem tratada, boa pele e tal.
1887
Priscila de Oliveira Coutinho
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Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
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Priscila de Oliveira Coutinho
1890
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1891
Priscila de Oliveira Coutinho
Juscelina sentiu muita vergonha e chegou a pensar que sua mãe teria
feito isso de propósito, para constrangê-la, porque, na visão dela
àquela época, qualquer um seria capaz de saber que não se come la-
sanha com farinha. A sensação de vergonha desse momento a acom-
panhou por muitos anos: “Fiquei muitos anos sem ir pra minha casa
[em Caiçara], com essa cena na cabeça”.
A experiência de retorno à convivência com a família não deu
certo e ela decidiu vender seu Fusca para comprar uma casa no cen-
tro de Caiçara para seus pais e voltar para o Rio. “Eu precisava com-
prar uma casa pra eles. Depois de terem ido pra Fortaleza comigo, eu
não queria que eles voltassem pro Cancão”7. A compra da casa levou
a que eles tivessem uma significativa melhora de vida. Foi também a
primeira grande prova de sucesso financeiro e isso causou um grande
impacto na família e na comunidade. A “moça da Coca-Cola”, como
era conhecida lá, deu a primeira grande prova de ter “enricado”. Jus-
celina pede a uma irmã mais velha, Maria, que à época morava no in-
terior do Rio Grande do Norte, que se mude para Caiçara e more com
seus pais. Mais uma vez a filha caçula se encarrega da gestão da vida
familiar.
De volta ao Rio, ela continua demonstrando empenho excepcio-
nal. A tentativa frustrada de viver com seus pais não só reforça o
medo de ter que voltar para Caiçara, mas demonstra que as distâncias
7
Sítio Cancão é a região rural onde ficava a casa em que Juscelina foi criada, e onde seus pais
e irmão caçula (ela é a filha, e ele o filho mais novo) moravam antes de irem para Fortaleza.
1892
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
sociais e culturais entre ela e sua família eram ainda maiores do que
supunha. Como diz Abdelmalek Sayad (2000), a questão do retorno
à terra de origem é da ordem do fantasma que ronda as consciências.
Ele pode ser o horizonte que se tenta alcançar ou a situação da qual
se tenta energicamente escapar. Muitas vezes é as duas coisas, de
modo que o drama do migrante é justamente ter que conviver com
essa ambiguidade.
Para Juscelina, o trabalho era o único caminho para uma vida
mais estável financeira e emocionalmente. Ela tinha ambições pro-
fissionais e sempre declarava, como lembra uma de suas amigas, com
quem trabalhou na Coca-Cola, que “odiava ser secretária”. Entretanto,
por mais empenhada que fosse, havia na empresa muitas barreiras
impostas às mulheres que almejavam outras carreiras que não a de
secretária.
Em entrevista feita com um diretor da Coca-Cola, que se aposen-
tou em meados da década de oitenta, entendi um pouco melhor como
se dava, naquela época, a configuração das relações de gênero na em-
presa. Foi ele quem elaborou o plano de cargos e salários da empresa
no país. Afirmou que não havia nenhum critério formal de exclusão
de mulheres de cargos de coordenação, chefia, gerência ou mesmo
diretoria. Ressaltou, entretanto, que critérios particulares de cada
funcionário encarregado de contratar novos empregados não pode-
riam estar sob o controle institucional, o qual também não poderia
dirigir a “vontade” das mulheres de assumirem postos diferentes dos
convencionais (telefonista, recepcionista, secretária):
1893
Priscila de Oliveira Coutinho
sem mulheres. Não era nem uma questão tipo assim: exigência que
não fosse mulher, nem exigência que tivesse que ter uma cota de mu-
lheres. Tinha nada disso. Aconteceu que todo mundo que se ofereceu
para o emprego era homem porque era um trabalho duro, porque
subia em caminhão e tinha que entrar no ponto de venda e não sei o
quê.
Ex-diretor: Deve ter sido em 77, por aí. Aí a gente contratou a turma
toda (…)
1894
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1895
Priscila de Oliveira Coutinho
1896
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1897
Priscila de Oliveira Coutinho
Amiga: Sim. Ela foi uma das poucas a ter ido pro pátio, discutir. Eu
costumo dizer que quando a pessoa não tem nada a perder, não tem
nada a perder, né. Ela só tem que ir buscar. Às vezes quando você tem
o respaldo da família, tem conforto… Mas quando você não tem nada
a perder, vai em frente (…). No início houve uma desconfiança geral
acho que até da parte dela, mas eles aprenderam a respeitar.
1898
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1899
Priscila de Oliveira Coutinho
1900
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1901
Priscila de Oliveira Coutinho
Lembro que teve um dia que, na própria Coca-Cola daqui [Rio de Ja-
neiro], um dia eu tinha que mandar setenta e nove motoristas em-
bora, e eu tinha que mandar (…) E aí aquelas carinhas todas… Pessoas
que vinham e simplesmente… Por trás deles estão as famílias, né? Aí
eu me lembro eu tive… Eu tomei um lexotan pra ir pro escritório na-
quele dia, em plena luz do dia (…). E botei todos numa sala e foi muito
triste, depois eu sai de lá, terminei de fazer o trabalho sujo, ou que de-
veria ser feito, não sei se é sujo ou não, era só minha situação na com-
panhia, que você era paga pra isso. E ali era um mundo… Eles não
eram seres humanos, sabe? Aí aquele dia eu saí do escritório, eu cho-
rava tanto, eu chorava tanto, eu fui pro escritório… Eu me lembro que
eu morava no Flamengo, eu sai de lá soluçando, soluçando eu fui pra
casa, ali no Flamengo, você tem um, pra poder ir lá pra onde eu ia,
você tinha que fazer uma volta ali por trás do… vinha pelo túnel Santa
Bárbara e depois fazia uma volta ali em frente ao clube do Flumi-
nense, tanto é que ali os carros pararam, aí vinha uma pessoa e olhou
assim… Aí a pessoa fez assim, que eu soluçava tanto… A pessoa fazia
assim: calma, calma [ela mostra o movimento com as mãos que indica
8
Tradicional escola católica do Rio de Janeiro, frequentada predominantemente por
membros da elite carioca.
1902
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
o pedido de calma]. Pra mim foi assim, foi um dia assim… Pra eu es-
quecer na minha vida porque aquelas pessoas tinham família por
trás, assim… E eu fiquei assim… Desesperada.
1903
Priscila de Oliveira Coutinho
1904
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
9
Agradeço à Bernard Lahire a sugestão de compreender a posição de Juscelina em sua
família pela perspectiva do “garçon manquant”. A teoria, desenvolvida pela psicana-
lista quebequense Isabelle Lasvergnas, procura combinar sociologia e psicanálise na
compreensão da relação entre pai e filha. O conjunto de ideias que contornam o con-
ceito de “garçon manquant” foram utilizadas e retrabalhadas em várias análises sobre
o sucesso profissional de mulheres em carreiras predominantemente masculinas,
entre eles estudos de Lasvergnas (1988), Quemin (1988) e Provust (2007).
1905
Priscila de Oliveira Coutinho
1906
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
1907
Priscila de Oliveira Coutinho
Referências
Boltanski, L. (1982). Les cadres: La formation d’un groupe social. Paris: Édi-
tions de Minuit.
1908
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
Coutinho, P. de O. (2015). “Meu sonho era maior que eu”: Biografia sociológica
de uma trânsfuga de classe (Tese de doutorado em Sociologia). Instituto de
Estudos Sociais e Políticos, Universidade do Estado do Rio de Janeiro,
Rio de Janeiro, Brasil.
1909
Priscila de Oliveira Coutinho
1910
Articulações entre o “mundo corporativo” e o campesinato
Mead, G. H. (1967). Mind, self and society. Chicago: The University of Chicago
Press.
1911
Los sujetos del trabajo.
Constitución a partir de lógicas regionales de las
comunidades altamente especializadas de la industria textil y
confección en México
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Introducción
1914
Los sujetos del trabajo
1915
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1916
Los sujetos del trabajo
Condiciones estructurales
1917
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Todo esto nos acerca a la idea del modelo productivo que propone de
la Garza con sus tres dimensiones de análisis: la política producto, la
organización productiva y relación salarial (De la Garza y Neffa, 2010).
1918
Los sujetos del trabajo
Política producto
1919
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
San Mi-
Moro- Urian- Villa Hi- Zapotla-
ACTIVIDAD guel el TOTAL
león gato dalgo nejo
Alto
Fabricación de insumos textiles y aca-
27 17 4 12 51
bado de textiles
Fabricación de productos textiles, ex-
96 53 9 11 18 187
cepto prendas de vestir
Fabricación de prendas de vestir 945 510 111 158 264 1988
1920
Los sujetos del trabajo
1921
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1922
Los sujetos del trabajo
1923
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
capital en juego, pero con un gran riesgo para los empresarios, ya que
una falla o una devolución representan pérdidas millonarias. Este
problema se observa en tanto los acuerdos entre las grandes tiendas
y los pequeños talleres, a los cuales se solicita la fabricación masiva
de prendas de vestir, desfavorecen a estos últimos, pues las prendas
que no se vendan son devueltas sin consideración de la pérdida en
los costos que esto produce.
Aparece también la figura de empresario que ha dejado de fabri-
car para dedicarse únicamente a la comercialización de prendas de
vestir provenientes de Asia. Este tipo emergente de empresarios
cuenta con un capital importante que le permite comprar contene-
dores de ropa en Los Ángeles California a bajo precio y con un re-
torno de capital garantizado. En la actualidad es una de las formas
más seguras de tener éxito en un negocio, ya sea en compras a gran
o pequeña escala. Se trata de un negocio lucrativo pues la inversión
se puede duplicar y los riesgos se minimizan al contar con una red
de importadores (legales o ilegales). No obstante, cabe mencionar que
este tipo de empresarios trae consigo dos problemas graves. El pri-
mero tiene que ver con la ruptura productiva que significa una reti-
rada de capitales de la producción, lo que se traduce en desempleo.
El segundo problema es que este tipo de empresarios conlleva a me-
nudo corrupción e inseguridad vinculada al contrabando de mercan-
cías. Esto representa la apertura a los negocios ilegales.
1924
Los sujetos del trabajo
1925
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Organización productiva
1926
Los sujetos del trabajo
1927
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1928
Los sujetos del trabajo
1929
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Relación salarial
Los salarios
1930
Los sujetos del trabajo
1931
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Reclutamiento de personal
1932
Los sujetos del trabajo
1933
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
Expectativas y motivaciones
1934
Los sujetos del trabajo
cía (2018) menciona que los empresarios jóvenes deben asumir una
condición de igualdad con los trabajadores, con prácticas en común
para poder suavizar los conflictos y las relaciones de explotación.
Esta cualidad hace que los negocios sean muy productivos, ya que los
trabajadores aceptan que deben reproducir, cuando menos, el es-
fuerzo de sus empleadores.
El trabajo está vinculado con el orden y con las habilidades para re-
lacionarse con los compañeros laborales. El principal aprendizaje
tiene que ver con habilidades relacionales e implica, también, la
forma en la que se concibe a su empleador, el cual es visto como al-
guien semejante a ellos. Esta es una condición que favorece la movi-
lidad social o, por lo menos, la presenta como algo viable. El trabajo
también representa su propia identidad, la forma en la que los mu-
nicipios proveen, asimismo, de un entorno cultural y social común.
Y en tal sentido, de algún modo, los trabajadores y empresarios se
encuentran vinculados, más allá del negocio, dentro de la escala de
valores. Para ellos es importante la forma en que se relacionan con
el trabajo: el prestigio y otros reconocimientos sociales están dados
por la actitud que tengan hacia el trabajo.
Los antecedentes culturales están fuertemente homogeneizados,
son compartidos y funcionales a la actividad económica, lo que pre-
viene los conflictos y refuerza la confianza social (Brunet y Belzune-
gui, 2001). Por la manera en que muchos de estos enclaves
productivos están organizados, existen diferentes trabajos que los
asocian a la forma de un distrito industrial (Cota, 2012; Pozos, 1997;
Saraví, 1998; Sierra, 2003; Vangstrup, 1995). Cabe mencionar que el
debate sobre lo que se debe entender por “distrito industrial” no es
1935
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1936
Los sujetos del trabajo
1937
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
no está a discusión, se trabaja porque así debe ser. Estos lugares tie-
nen una fuerte orientación al trabajo.
Sin embargo, la calidad de vida laboral percibida por los trabaja-
dores tiene que ver con las capacidades de negociación y de acuerdo
que tienen dentro de la fábrica. Las concesiones, la mayoría de las
veces discrecionales, son vistas como una ventaja para los trabajado-
res, principalmente si se trata del permiso para tener recesos con el
objeto de dejar a los hijos en la escuela o llevarles el almuerzo, para
que puedan decorar su espacio de trabajo o para tener la música que
les gusta. Estas son algunas razones por las que pueden sentir que tie-
nen una buena calidad de trabajo, más allá de las obligaciones legales
que tengan los patrones.
Finalmente, el ingreso promedio mensual de los trabajadores en
México es de $ 6,352.00, y el ingreso promedio de los trabajadores en
estas comunidades especializadas va de los $ 7,200.00 a los $
8,000.00, lo que resulta superior al promedio nacional en casi dos
mil pesos, además de que el tamaño de la comunidad les permite
tener un gasto reducido en transporte. Sus ingresos se utilizan de la
siguiente manera: 50 % en gastos de alimentos, entre 15 y 25 % en gas-
tos personales (educación, artículos diversos) y (lo que llama la aten-
ción en todos los casos) entre el 20 al 25 % para el ahorro. Este último
es un componente determinante a la hora de la compra de la primera
máquina o de materias primas cuando los trabajadores transitan a
pequeños emprendimientos y para sobrevivir en las temporadas de
baja producción.
Conclusiones
1938
Los sujetos del trabajo
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Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1940
Los sujetos del trabajo
Referencias
1941
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1942
Los sujetos del trabajo
1943
Octavio Martín Maza Díaz Cortés, Dolly Ortiz Lazcano y Omar Pasillas López
1944
Zolvers, rappitenderos y microtaskers.
Trabajadores(as) de plataformas en América Latina
Luis Reygadas
María Eugenia
Limpieza por única vez, Empleada con cama, Limpieza por hora, men-
sual, Acompañamiento mensual, Cuidados especiales por día, Cui-
dado con cama. (Zolvers)1
1
https://zolvers.com/perfil/maria-eugenia (se eliminó el resto de la dirección electró-
nica por motivos de confidencialidad), recuperada el 2 de junio de 2019.
1946
Zolvers, rappitenderos y microtaskers
1947
Luis Reygadas
2
http://ganardineroptcyalgomas.blogspot.com/2017/01/amazon-mechanical-turk-
mturk.html, recuperada el 16 de agosto de 2019.
3
No existen estadísticas confiables que permitan estimar con precisión el número de
trabajadores de plataformas en la región. Un estudio bastante completo que se realizó
hace poco en dieciséis plataformas en Argentina (Madariaga Buenadicha, Molina, y
Ernst, 2019) estima que en ese país el 1 % de la población ocupada trabaja en platafor-
mas. Si ese porcentaje se proyectara al conjunto de la población ocupada de América
Latina, estaríamos hablando de más de dos millones de trabajadores de plataformas.
Se trata de una proporción todavía pequeña, pero que puede crecer de manera consi-
derable en los próximos lustros.
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Aquí solo se analizan plataformas cuyo modelo de negocio consiste en fungir como
intermediarias entre trabajadores, empresas y clientes, pero hay plataformas que vin-
culan a otros actores: compradores y vendedores, publicistas, productores, proveedo-
res, objetos físicos, etcétera, con modelos de negocios centrados en la venta de
publicidad, el cobro de rentas y suscripciones, la transformación de la manufactura
mediante conexiones a internet y muchos más. Sobre diferentes clasificaciones de pla-
taformas digitales véase Srnicek, 2017 y Madariaga et al., 2019.
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Para mayor información, véase https://www.myfreecams.com/#Homepage.
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Los reguladores de plataformas tienden a reflejar Hoy en día las grandes plataformas manejan tan-
los sesgos e intereses de los proveedores tradicio- tos recursos que sus esfuerzos de cabildeo fácil-
nales (como taxis y hoteles), debido a los vínculos mente pueden sobrepasar los de otros actores
políticos de los operadores tradicionales. fragmentados y descoordinados.
Las grandes plataformas digitales han ganado una Las grandes plataformas digitales han ganado una
participación masiva en el mercado debido a la ca- participación masiva en el mercado debido a la
lidad de su servicio. suerte, la ventaja del primer movimiento, los efec-
tos de red, el cabildeo, la ilegalidad estratégica y el
costo inusualmente bajo del capital de inversión
debido a la expansión cuantitativa
Las plataformas promueven el crecimiento econó- Las plataformas socavan el crecimiento al reducir
mico al incorporar al mercado laboral a los desem- los salarios, ya que los trabajadores se apresuran a
pleados y subempleados. aceptar los empleos precarios y se ofrecen a reali-
zarlos por salarios más bajos que sus competido-
res.
Las plataformas promueven la flexibilidad al divi- Los empleos de baja remuneración y el trabajo a
dir los trabajos en tareas, permitiendo a los traba- destajo obligan a los trabajadores a estar constan-
jadores unir el trabajo a su propio ritmo. temente “listos para el servicio” para no perder
una oportunidad de trabajar.
Al usar perfiles de usuarios basados en datos, las Los usuarios pueden experimentar pérdida de
plataformas pueden canalizarlos de manera pre- agencia cuando las opciones casuales o impredeci-
ventiva hacia los trabajadores con los que son más bles están ocultas.
compatibles.
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los costos de entrada son más bajos que en actividades similares que
se realizan en forma tradicional: es más fácil y barato convertirse en
dueño/conductor de Uber que en dueño/conductor de un taxi tradi-
cional. Se argumenta también que el trabajo es más flexible, que los
trabajadores de plataformas pueden elegir qué días trabajar y en qué
horarios, en lugar de estar sometidos a turnos rígidos que les impiden
llevar a cabo otras actividades, como estudiar o cuidar a sus hijos. La
narrativa convencional arguye que el éxito económico de las plata-
formas se debe a que ofrecen un servicio de mayor calidad con un
precio competitivo. Los consumidores encontrarían en las platafor-
mas una alternativa a los proveedores tradicionales, que muchas
veces se han estancado o son más caros. Es una narrativa similar a la
de los defensores de la idea de que las nuevas tecnologías de la infor-
mación están dando paso a una economía colaborativa (Sundarara-
jan, 2016). En síntesis, de acuerdo con esta perspectiva, las
plataformas son positivas porque promueven el crecimiento econó-
mico, brindan empleos con horarios flexibles y proporcionan servi-
cios de buena calidad a bajo costo. La narrativa convencional tiene
hartas coincidencias con la manera en la que las plataformas hablan
de ellas mismas:
Conducir con Uber. Gana dinero con tu propio horario. Gana mucho
dinero. Conduce y gana tanto como quieras. Y cuanto más conduzcas,
más podrás ganar. Establece tu propio horario. Conduce solo cuando
te vaya bien. Olvídate de jefes y oficinas. Con Uber, podrás empezar y
dejar de conducir cuando quieras, porque tú eres quien está al mando.
(Uber México)
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Hay otro aspecto en el que el control del proceso del trabajo de mi-
crotareas es mayor que en muchas otras plataformas: la evaluación
es unilateral. La plataforma y los clientes pueden evaluar a los traba-
jadores, pero estos no pueden evaluar a los clientes. Esto contrasta
con otros sitios en los que la evaluación es bilateral, como en Uber.
La exacerbación del control en las plataformas de microtareas tiene
que ver con la naturaleza del trabajo, que se realiza en su mayor parte
on line, pero también con la asimetría estructural de este mercado la-
boral específico: hay miles de trabajadores ubicados en distintos pa-
íses dispuestos realizar esas actividades, por lo que las empresas que
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“Está bueno porque estás ahí, con la bici paseando y, bueh, me voy a
conectar, voy a hacer un envío. Y haces el envío” (Ando); “Voy a un
asado con mis amigos, tengo un amigo que vive en Tortuguitas, pongo
el destino a Tortuguitas y me hago viajes hasta Tortuguitas, y está
bueno porque te salvás la plata del asado” (Uber). (Madariaga et al.,
2019, pp. 101-102)
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IguanaFix es una plataforma que nació en Argentina en 2014, que ofrece tareas de
limpieza, recolección de residuos, trabajos de cerrajería, arreglos de mobiliario, insta-
laciones eléctricas, pintura, etcétera. Comenzó con servicios a clientes individuales en
hogares, pero luego se expandió hacia clientes corporativos que ahora constituyen el
80% de su mercado. Registra alrededor de cuarenta mil servicios al mes y opera en Ar-
gentina, Brasil, México y Uruguay (López, 2019).
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a cada transmisión que hago. También decido sobre los costos de las
cosas que estoy dispuesta a hacer ahí. […] No he sufrido ningún tipo
de violencia en el tiempo que llevo trabajando. Cada vez que veo que
un “cliente” comienza a portarse grosero, tengo la opción de bloque-
arlo de mi chat room sin recibir algún tipo de represalia. (Entrevista
realizada por Rodrigo Alpízar, 2019).
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Reportan mucho tiempo de trabajo no remunerado porque tienen que dedicar varias
horas a buscar actividades que puedan realizar.
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Muchos venezolanos que han migrado a otros países de América Latina también han
encontrado trabajo en plataformas digitales, entre ellas Rappi: los migrantes venezo-
lanos constituyen el 83.6% de los rappitenderos que trabajan para esta plataforma en
Argentina (Madariaga et al., 2019, p. 81).
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cionando estas formas de trabajo, que analice los factores que inciden
para la mejoría o el deterioro de las condiciones de trabajo, que mues-
tre las transformaciones en los dispositivos de control algorítmico
del trabajo. Para ello es necesario analizar las acciones de los diferen-
tes agentes involucrados y las relaciones de poder que se establecen
entre ellos.
Hasta la fecha no existen organizaciones sólidas que agrupen a
los trabajadores de plataformas y defiendan sus derechos. Esto no
quiere decir que ellos vivan de manera pasiva su situación. En mu-
chos casos han creado lazos de comunicación y solidaridad… ¡por
medio de plataformas digitales! Es muy común que se organicen
foros en internet en los que los trabajadores de alguna plataforma
comparten información y consejos sobre cómo realizar el trabajo,
cómo lidiar con los requerimientos de las empresas y cómo mejorar
sus condiciones laborales. Estos foros proporcionan lazos sociales di-
gitales a los trabajadores de plataformas (Barraud de Lagerie y Sigalo
Santos, 2019, p. 40). Algunos sindicatos y organizaciones de la socie-
dad civil han incorporado a sus agendas las problemáticas que emer-
gen en estos foros. En Argentina en julio de 2018 los trabajadores de
Rappi en Buenos Aires organizaron un paro y en octubre de ese
mismo año se registró en la Secretaría del Trabajo de la Nación la
Asociación de Personal de Plataformas (AppSindical), que es el primer
sindicato de trabajadores de plataformas que se crea en América La-
tina.9 De forma incipiente, en diversos países se han presentado de-
mandas por el reconocimiento de los derechos laborales de los
trabajadores de plataformas. La Organización Internacional del Tra-
bajo ha promovido estudios sobre el tema y comienza a colocar en la
agenda la discusión sobre estrategias para dignificar el trabajo en
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Cfr. AppSindical; Valdez, 2018; Tylbor, 2019.
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Referencias
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Acerca del Covid 19 y la pandemia mundial
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1993
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Antônio Carriço
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1994
Sobre las autoras y autores
1995
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Claudia Figari
Cornelia Eckert
1996
Sobre las autoras y autores
1997
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Dibe Ayoub
1998
Sobre las autoras y autores
Fernanda Figurelli
1999
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Florencia Soraire
Gabriela Llamosas
Graziele Dainese
2000
Sobre las autoras y autores
Hernán M. Palermo
2001
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Julia Soul
2002
Sobre las autoras y autores
Karina Mauro
Lautaro Clemenceau
2003
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Liliana Vargas-Monroy
Lorena Capogrossi
2004
Sobre las autoras y autores
Luis Reygadas
2005
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Maciel Cover
Magali Paz
2006
Sobre las autoras y autores
2007
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
2008
Sobre las autoras y autores
Mariano D. Perelman
2009
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Marta Cioccari
Moacir Palmeira
2010
Sobre las autoras y autores
2011
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
2012
Sobre las autoras y autores
2013
Tratado latinoamericano de Antropolog{ia del trabajo
Verónica Vogelmann
2014
Sobre las autoras y autores
2015
Este libro ya nació clásico. En sus 52 capítulos abre un abanico diversificado,
único y de extrema riqueza sobre las antropologías del trabajo en América
Latina. Sabiamente, incluye varias generaciones de investigadores e investi-
gadoras y una gran cantidad de contextos etnográficos. Será una referencia
obligatoria, en la antropología y más allá de ella, para todos aquellos y aquellas
que se interesan por comprender el trabajo en nuestra región. Solo tenemos
que agradecer a sus editores y autores y autoras el regalo que nos hacen.