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Revista de Ciencias Sociales


ISSN: 1390-1249
revistaiconos@flacso.org.ec
Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales
Ecuador

Benavides, O. Hugo
La representación del pasado sexual de Guayaquil: historizando los enchaquirados
Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 24, enero, 2006, pp. 145-160
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Quito, Ecuador

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50902412

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La representación del pasado sexual de
Guayaquil: historizando los enchaquirados1
O. Hugo Benavides
Departamento de Antropología, Fordham University, Nueva York

Email: benavides@fordham.edu

Traducción: X. Andrade.

Resumen
Este artículo busca entender el papel de los enchaquirados dentro del proceso de reconstruc-
ción del pasado histórico (y sexual) de la ciudad de Guayaquil. De esta manera, el presente aná-
lisis alternativo de los enchaquirados cuestiona la tradicional historia heterosexista de la ciudad.
Sin embargo, no busco simplemente atacar la historia oficial, ni siquiera ofrecer la verdadera
historia (en singular) sino más bien indagar sistemáticamente el proceso de la hermenéutica his-
tórica. Entendido así, este trabajo propone una serie de contribuciones al entendimiento del
proceso de producción histórica en Ecuador y las inherentes limitaciones de todo proceso his-
tórico en contextos post-coloniales, particularmente en Latinoamérica. Finalmente, también
busco contextualizar la producción del pasado guayaquileño (y por ende el discurso de la mas-
culinidad guayaquileña) en un dinámico discurso en el cual elementos coloniales, raciales y
regionales no sólo juegan papeles paradigmáticos constantemente, sino que también son rede-
terminados en el proceso.

Palabras clave: Guayaquil, sexualidad, historia, regionalismo, arqueología.

Abstract
The article assesses the role played by the enchaquirados in the historical reconstruction of
Guayaquil's sexual past. In this re g a rd, the alternative reading of this pre-Hispanic homosexual
harem of boys questions the city's traditionally heterosexist history; howe ve r, rather than simply
blaming official historiography and pretending to offer some new historical truth, the present
contribution looks to interrogate the inherent problematics of historical hermeneutics. Thought
this critical evaluation of the enchaquirado's legacy, I offer some needed insight into the nature
of historical production in Ecuador and in the pervasive limitations of all historical production
in post-colonial contexts, particularly Latin American ones. In this manner, the article looks to
place the production of Guayaquil's past (and its reigning masculinity discourse) in an eve r -
changing discourse in which elements of colonial relationships, race, and regional geography
play a vitally determining factor, and are constantly re-determined themselves in the process.

Keywords: Guayaquil, Sexuality, History, Regionalism, Archaeology.

1 Una versión anterior de este artículo fue publicada originalmente como “The Re p resentation of Guayaquil’s Se x u a l
Past: Historicizing the Enchaquirados” en The Jo u rnal of Latin American Anthropology, 2002, Vol. 7, No. 1, pp. 6 8 - 1 0 3 .

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 24, Quito, enero 2006, pp. 145-160
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
Hugo Benavides

Y es con gran dolor y terror que uno comien- ble en congruencia con los roles sociales pres-
za a darse cuenta de esto. Sintiendo dolor y critos para nosotros. Pero lo era aún más con-
terror, uno comienza a evaluar la historia que siderando que, en el tiempo de la entrevista (a
lo ha colocado a uno donde está, y cómo ha mediados de los 80s), cualquier actividad
formado su punto de vista. Sintiendo dolor y
sexual consensual entre hombres adultos en
terror, porque, de allí en adelante, uno entra
Ecuador llevaba una sentencia obligada a pri-
en la batalla con esa creación histórica, lo que
sión por ocho años (las leyes ecuatorianas
es uno mismo, e intenta recrear a uno mismo
de acuerdo a un principio más humano y finalmente descriminalizaron la actividad
más liberador; comienza así el intento de homosexual masculina en 1998).
alcanzar un nivel de madurez personal y Nuestra hombría-heterosexual no era para
libertad, lo cual roba a la historia de su poder ser tomada a la ligera, como lo expresaba la
tiránico, y, al mismo tiempo, la cambia. vigencia de una sentencia a prisión, definiti-
James Baldwin, Unnamable Objects, vamente algo para no bromear. Todos noso-
Unspeakable Crimes tros, los queer guayaquileños, habíamos pasa-
do demasiado tiempo en el colegio, en la casa,

C
omo parte de nuestro entre n a m i e n t o en el vecindario, en nuestras mentes, constru-
arqueológico en el Centro de yendo una identidad masculina heterosexual
Estudios Arqueológicos y que nos proveyera el respeto necesario para
Antropológicos en la Escuela Superior llevar a cabo nuestra vida diaria, incluyendo
Politécnica del Litoral (CEAA) en el hecho de nuestra supervivencia. Cualquier
Guayaquil, mis compañeros de clase y yo lle- noción de una identidad queer era recibida
vamos a cabo algunos semestres de trabajo de con enorme sospecha debido a un sinnúmero
campo etnográfico y arq u e o l ó g i c o. Du r a n t e de restricciones culturales y sociales, así como
una actividad de reconocimiento, uno de mis de un aparato legal, los mismos que habíamos
colegas quedó pasmado por la respuesta ini- a c t i vamente validado y participado hasta
cial de uno de sus sujetos de inve s t i g a c i ó n : entonces.
cuando mi amigo antropólogo se acercó a un En los últimos años de investigación
grupo de hombres y les preguntó sus nom- antropológica, he vuelto a entender el condi-
bres, uno de ellos respondió diciendo, “mi cionamiento que hizo a dicha sexualidad
nombre es Jorge, pero mi nombre de batalla queer una identidad “problematizada”, esto
es Do l o res. Si sabes a lo que me re f i e ro”. Esta es, que requiere constante explicación. Esta
respuesta hubiera sido inquietante viniendo investigación en particular también me con-
de un hombre ecuatoriano cualquiera pero lo dujo a evaluar la identidad (mía y la de otros)
era aún más viniendo de un habitante de un en un paisaje mucho más amplio de marca-
a p a rentemente tradicional pueblo costero dores culturales e históricos que sirvieron
como lo es San Pablo, en la Península de como rasgos casi monolíticos en un panteón
Santa Elena. nacional y continental de la regulación del
La respuesta claramente nos dejó aturdi- deseo en Ecuador y Latinoamérica. Durante
dos. ¿Cómo podría un “hombre”, rodeado este tiempo he cuestionado y analizado -y he
por su grupo de amigos, ser tan abierto acer- sido impresionado por- una representación
ca de su homosexualidad e identidad queer? histórica de la heterosexualidad como hege-
Esto era particularmente problemático ya que mónica y producida a costa de una rica serie
la mayoría de hombres guayaquileños, inclu- de prácticas y deseos sexuales diversos. De
yéndonos, gastábamos una gran energía en esta manera, a través de este artículo busco
mantener una identidad heterosexual ostensi- escribir en contra de las representaciones con-

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temporáneas dominantes del pasado y pre- tivo hayan confiado precisamente en la


sente sexual y de género de Guayaquil, supuesta objetividad de la historia oficial mes -
hablando, en lugar de las prácticas reprimi- tiza para apoyar su veracidad, negando la cir-
das, de las prácticas homoeróticas de la figura cularidad inherente en el proceso hermenéu-
colonial de los enchaquirados y de los hom- tico de representación, el cual siempre “obs-
bres queer contemporáneos (incluyéndome a curece las condiciones de su propia creación,
mí mismo). [y] elimina sus huellas” (Hale 1996:2; ver
El objetivo principal de este artículo es el también Taussig 1992).
de explorar cómo elementos significativos de En este sentido, realmente no se trata de
un pasado homosexual prehispánico son dis- probar la existencia de un pasado queer -des-
torsionados y, en última instancia, excluidos pués de todo, la “evidencia” siempre ha esta-
de la producción contemporánea de la histo- do ahí-. Y, sin embargo, para los grupos
ria de la ciudad. Estas distorsiones resultan prehispánicos en cuestión, los enchaquirados
aún más significativas porque muchos de fueron tan queer como las prostitutas y las
estos elementos homosexuales prehispánicos amas de casa son para los guayaquileños
han sido pasados por alto sistemáticamente actualmente. Al contrario, la pregunta rele-
(Trexler 1995, Joyce 2000, Smith 1998). vante es, ¿cómo esta “evidencia” -de lo que
Estas estatuillas de varones participando en fueron prácticas normativas en tiempos
sexo oral y anal están presentes a lo largo de prehispánicos- ha sido excluida, o de manera
las culturas prehispánicas andinas, incluyen- más precisa, representada no solamente para
do la de los Manteño-Huancavilca. Es más, no cuestionar interpretaciones históricas
estas estatuillas explícitamente sexuales han heteronormativas contemporáneas, sino para
capturado la imaginación contemporánea activamente alentar y sostener tal ideología
mientras que réplicas modernas son hechas hegemónica? Para este esfuerzo analítico, no
para propósitos comerciales, incluyendo unos solamente proveeré una lectura histórica
populares y provocativos llaveros. alternativa de los enchaquirados, sino tam-
Así como estas estatuillas prehispánicas, bién una evaluación del lugar central de los
los enchaquirados también han sido un recur- discursos raciales/geográficos locales inheren-
so histórico claramente visible para los histo- tes en la hermenéutica de la interpretación
riadores de la ciudad y la población guaya- histórica en Guayaquil.
quileña en general. Los enchaquirados (un
harem homosexual de sirvientes jóvenes des-
tinados a tareas religiosas y sexuales) son des- Los enchaquirados y el pasado
critos por los mismos relatos etnohistóricos sexual de Guayaquil
que han sido utilizados para reconstruir la
historia colonial de Guayaquil. Estos relatos, La ciudad de Guayaquil está localizada tierra
sin embargo, no solamente han sido consis- adentro de la Península de Santa Elena en el
tentemente examinados con detalle para sistema de drenaje del río con el cual com-
reconstruir la historia del Ecuador (por ejem- parte su nombre, el Río Guayas. Hay cierta
plo, Ayala Mora 1983b, Pareja Diezcanseco inconsistencia histórica en términos de la
1990, Efrén Reyes 1967) sino que también población prehispánica que ocupó el área
han sido utilizados para reproducir y legiti- general donde la ciudad yace ahora. La cre-
mar un particular discurso nacional hetero- encia más comúnmente sostenida es que fue
normativo. No debería de sorprendernos que la sociedad política Manteño-Huancavilca la
los defensores de este discurso heteronorma- que habitó esta región, y por lo tanto es este

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grupo en particular (más los Huancavilcas cribe sobre los rituales costeros que impresio-
que los Manteños) los que son referidos como naron mayormente a los españoles:
los ancestros indígenas de la ciudad (ver Y en algunos templos, especialmente el
Martínez Estrada n.d.). Sin embargo, basado que ellos llaman Pasao, sobre todos sus pilares
en los relatos etnohistóricos, los historiadores tenían hombres y niños, sus cuerpos crucifi-
y arqueólogos no están tan seguros sobre la cados, y su piel curada de tal manera que no
afiliación étnica de las comunidades prehispá- olían mal... También tenían muchas cabezas
nicas del área. Parece altamente probable que clavadas de indios, que con cierto conoci-
los Ma n t e ñ o - Huancavilca junto con los miento y cocimiento ellos las consumían hasta
Chonos, Puneños y Tumbecinos, entre otros, que tenían el tamaño de un puño (Zárate
formaron un grupo cerrado de mercaderes 1995:465).
que controlaba el comercio de los productos Tres cronistas de estos grupos costeros,
prehispánicos desde la costa del Pacífico hasta Girolamo Benzoni (1985), Miguel de Estete
Mesoamérica. (1918) y Cieza de León (1971, 1986), viaja-
Parecería que los Manteño-Huancavilca ron de norte a sur por la costa del Pacífico en
estaban estratégicamente localizados en la los 1500s y visitaron los principales asenta-
costa del Pacífico y tenían control central mientos Manteño-Huancavilca, tales como
sobre el comercio marítimo; en particular, los Coaque, Pasao, Caráquez, Puná, Puertoviejo,
señores de Salango y Manta parecían haber Jaramijó, Charapotó, Picalanceme, Cama, La
sido los caciques más poderosos en el área. Plata y la Península de Santa Elena (ver Estete
Los Ma n t e ñ o s - Huancavilca fueron vistos 1918:316-17, Xerez 1988:182-3).
como infames en los relatos españoles por De hecho, Benzoni fue capaz de observar
prácticas tales como la adoración de piedras de primera mano algunas de estas ceremo-
sagradas, efigies de madera y otras deidades, nias, pero fue expulsado en una ocasión y
así como por la reducción de cabezas, cos- huyó por temor de perder su vida después de
tumbres de entierro “bizarras”, y por último que fuera descubierto en otra:
pero no menos importante, por su pública
aceptación y práctica de la sodomía. Víctor Mientras estaba en esta provincia, frecuente-
Emilio Estrada en su estudio de 1957 sobre el mente, para matar el tiempo, visitaría los
grupo menciona, en un párrafo corto y fácil- pueblos Indios, tanto aquellos en el interior
mente pasado por alto, que “eran sodomitas y como los que estaban cerca del mar, y
tenían a sus niños muy bien enchaquirados y habiendo ido un día a una aldea llamada
ordenados con sartales (collares) y muchas Charapoto, encontré que los indios estaban
piezas de joyería de oro” (Estrada 1957:12; en el templo haciendo sus sacrificios; como
énfasis agregado). escuché tambores y el cantar de ciertas can-
Para los cronistas españoles, todo esto pro- ciones que usan, entré en el templo ansioso
de verlos, pero tan pronto como los sacerdo-
baba que los Manteño-Huancavilca partici-
tes me vieron, se enojaron y casi escupiendo
paban en rituales barbáricos y estaban en
en mi cara me echaron del templo. Sin
comunicación directa con el propio diablo.
embargo, fui capaz de ver un ídolo de tiza en
Pero esta peculiar representación de las prác- la forma de un tigre, y dos pavos con otras
ticas religiosas del grupo no es inesperada, aves que iban a ser sacrificadas a sus dioses; es
puesto que el énfasis en los rituales de nativos posible que ellos tuvieran un niño pequeño
americanos como algo diabólico fue difundi- para los mismos efectos, pero no fui capaz de
do en los relatos coloniales a lo largo del con- observar eso. Otro día me encontraba en otra
tinente (ver Las Casas 1982:69). Zárate des- aldea, la de Picalanceme. Encontré a todos

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los indios bebiendo y como yo quería que- (o ritualizada) y su uso ritual de chaquiras
darme y ver como se emborrachaban, me (cuentas de conchas) y adornos de oro:
dijeron en español: ‘Ah, cristiano rebelde y
Y en otros respectos para que el diablo los
traidor, deja nuestro país’; cuando me di
tenga atados a sus cadenas de pecado, es pre-
cuenta que ellos querían quitarme mi espada,
cisamente sostenido que en los oráculos y
huí y me hice la promesa de nunca ir a esos
templos donde eran dadas respuestas a sus
pueblos cuando tuvieren sus días de fiestas
preguntas, se asumía que era necesario para
(Benzoni 1985:109-110).
este servicio que algunos jóvenes estén en el
templo desde una temprana edad, para que
Cieza de León es de hecho menos generoso en ciertas ocasiones y durante los sacrificios y
que Benzoni en su descripción de los rituales fiestas santas, el señor y otras autoridades
Manteño-Huancavilca, puesto que en sus pudieran acarrear con ellos el maldito peca-
relatos las prácticas grupales siempre se halla- do de la sodomía. Y para que usted pueda
ban involucradas en rituales diabólicos, here- entender lo que está leyendo, como algunos
jías y tradiciones primitivas: entre ellos aún mantienen este ritual diabóli-
co: narraré una historia que me fue dada en
Y en otras partes, como continuaré narrando la ciudad de Reyes por el Fraile Domingo de
en esta historia, y en esta provincia, ellos afir- Santo Tomás, la cual tengo en mi poder y va
man que el señor de Manta tiene o tenía una de la siguiente manera:
roca de esmeralda, de enorme grandeza y ...Y eso es que cada templo o a d o ratorio
muy rica, una que era altamente estimada y primario tienen uno o dos hombres, o más,
venerada por sus ancestros, y la cual algunos de acuerdo al ídolo. Han sido vestidos como
días la tenían para exhibición pública, y la mujeres desde que eran niños pequeños, y
adoraban y reverenciaban como que si den- hablan como tales; y en su trato, ropas y en
tro de ella hubiese alguna deidad aprisiona- todo lo demás ellos imitan a las mujeres.
da. Y si un indio hombre o mujer se enfer- Estos hombres participan en uniones carnales
maba, después de haber hecho sus sacrificios como un signo de santidad y religión, duran-
ellos iban a rezarle a la roca, y también afir- te sus fiestas y días santos, especialmente con
man que ellos adoraban a otras rocas, dando los señores y otras autoridades. Yo lo sé por-
a entender que el sacerdote hablaba al diablo que he castigado a dos. Los cuales, cuando les
para que la salud llegara a través de tales dije del maligno acto que estaban cometien-
ofrendas; y más tarde el cacique y otros do, y la fealdad del pecado que estaban
ministros del diablo harían esto porque en haciendo, contestaron que no eran culpables,
muchas otras distintas partes de esta tierra el p o rque desde el momento que nacieron habí-
enfermo vendría al pueblo de Manta a hacer an sido colocados ahí por sus caciques, para
sus sacrificios y a ofrecer sus regalos (Cieza de utilizarlos en este maldito y horrendo (nefan -
León 1971:200). do) vicio, y para ser los sacerdotes y guard i a-
nes del templo. Así que lo que yo deduje de
Entre las descripciones de las reprensibles esto es que, el diablo estaba tan a cargo de
actividades de estos grupos, de acuerdo a los estas tierras, que no habiendo sido contenta-
españoles, no se hallaban sólo aquellas de ido - do con hacerlos caer en semejante gran peca-
do: sino también los había hecho creer que
latría, acuerdos con el diablo, sacrificios ani-
tal vicio es una forma de santidad y religión,
males y humanos, sino también, de manera
y de esa manera los tenía más esclavizados.
preponderante, aquellas del pecado de sodo- Esto me fue dado por Fraile Domingo,
mía. De capital importancia en esta práctica conocido por todos, y conocido por ser un
sexual era un grupo de hombres jóvenes reco- amigo de la ve rdad (Cieza de León
nocido por su actividad homosexual religiosa 1986:199-200).

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Fernández de Oviedo (1959, IV:221) descri- muchas de estas descripciones es que las cha-
be los enchaquirados de la siguiente manera: quiras eran altamente estimadas y en algunos
casos eran también parte inconfundible del
Estas tierras de Puerto Viejo son planas y con atavío masculino:
muy pocos cerros, y el sol las achicharra bas-
tante y están un tanto enfermizas. La mayo- Ellos ataban sus brazos y piernas con algunas
ría de los indios que habitaron la costa son vueltas de cuentas de oro, plata y pequeñas
sodomitas abominables, haciendo esto con turquesas, y cuentas y conchas rojas y blan-
los niños, y tenían a los niños muy bien cas, sin permitir a ninguna de las mujeres
enchaquirados y adornados con bastante usar estas (Zárate 1995:33).
joyería de oro. Trataban a sus mujeres muy
mal. Usaban pequeñas camisas, y su ver-
En otra descripción de Cieza él parece impli-
güenza es expuesta.
car la importancia emocional de algunos de
estos hombres jóvenes cuando describe la tra-
Esto también parecía ser a lo que el “Inca”
dicional práctica indígena de sepultar a los
Garcilaso de la Vega (1998:390) se refería
acompañantes más privados del cacique,
cuando expresaba que:
junto a él, al momento de su muerte:
Los naturales de Manta y de la región, parti-
cularmente a lo largo de la costa (pero no ...si es señor o cacique, ellos ponen dos o tres
aquellos tierra adentro los cuales son llama- de las más preferidas y hermosas de sus muje-
dos serranos) practicaban la sodomía más al res, y otras de las más preciosas joyas, y comi-
descubierto y con menos vergüenza que nin- das y jarras de su vino de maíz; tanto como
gún otro; esto es, más que todas las otras quisieran... Esta costumbre de sepultar sus
naciones que hasta esta fecha han sido noto- muertos con sus armas, su tesoro y bastante
rias por este vicio. alimento fue ampliamente esparcida en estas
tierras que hemos descubierto; y en muchas
Muy poco es conocido acerca de estos hom- p rovincias también sepultarían mujeres y
bres jóvenes, aunque ellos difícilmente pare- niños vivos (Cieza de León 1971:204; énfasis
cen haber sido transgresores sexuales y más agregado).
bien, parecen haberse hallado bastante inte-
grados a la sociedad normativa. Estructuras Algunos otros relatos también parecen indi-
religiosas similares de muchachos jóvenes sir- car el valor del servicio de tales jóvenes a sus
viendo en templos y participando en una señores, al punto de que muchos de ellos
homosexualidad ritualizada son también des- también fueron sepultados junto con las
critos en otras partes de las Américas (ver esposas en la tumba del señor:
Trexler 1995 para una descripción exhaustiva
Una o dos de sus mujeres se sepultarían a sí
aunque poco crítica), tanto en el Perú Central
mismas con él, las que él amaba más, y por
(Cieza de León 1986) como en Mesoamérica
esto algunas veces habían peleas entre ellas,
(Las Casas 1982:70).
así pues el fallecido dejaría esto decidido
Cuando uno toma en cuenta el uso de las antes de su muerte, y de la misma manera
chaquiras y el oro podemos asumir que estos ellos sepultarían con él dos o tres niños jóve -
jóvenes fueron sostenidos en un status de nes de su servicio, poniendo en la tumba todas
consideración dentro de la comunidad, espe- las vasijas de oro y plata que tenían (Zárate
cialmente porque las chaquiras fueron consi- 1995:33; énfasis agregado).
deradas artefactos invalorables entre estos Era la costumbre de poner las armas
grupos costeros. Igualmente importante en con el fallecido en su tumba, y su tesoro, y

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tomaba mucho trabajo mantener esto en del “otro” es particularmente explícito. Tal
estas tierras que habían sido descubiertas. Y distancia no es solamente proporcionada por
en muchas provincias también incluirían los mismos españoles sino que es también
mujeres y niños vivos... Y ellos tenían esto instrumental para diferenciar entre las varias
como la verdad, ellos sepultaban con el falle-
comunidades indígenas. En este re l a t o ,
cido sus mujeres más amadas, y sus más pri-
donde Lizárraga parece haber invertido los
vados servidores y sirvientes... y en estos valles
grupos, las descripciones de los actos de sodo-
es común sepultar a los muertos con sus
riquezas y cosas más importantes, y muchas mía no sólo tienen cualidades civilizadoras
mujeres y los sirvientes más privados que un sino también connotaciones raciales:
señor tuvo mientras estaba vivo (Cieza de
León 1986:166, 194, 197; énfasis agregado). Allá vivieron en esta ciudad y sus distritos
dos naciones de indios, una llamada
Otras actividades homosexuales también son Guamcavillcas (sic), gente bien dispuesta y
descritas por muchos de los cronistas que visi- blanca, limpia en su vestimenta y bien pare-
taron tempranamente estos grupos costeros: cida; los otros son llamados Chonos, negros,
y no tan sociables como los Guamcavillcas
Pero como esta gente era mala y llena de (sic); ambos son gente guerrera; con armas,
vicios, a pesar de que entre ellos habían arco y flechas. Los Chonos tienen mala repu-
muchas mujeres, y algunas de ellas extrema- tación de participar en horrendos vicios de
damente hermosas, la mayoría de ellos parti- sodomía; ellos tienen el pelo al final de sus
cipaban (lo cual me ha sido certificado) cabezas y la parte de arriba es completamen-
públicamente y al descubierto en el horren- te calva, por lo cual el resto de los indios los
do pecado de la sodomía, en el cual se dice ridiculizan; llamándolos perros Chonos coco -
que ellos se glorificaban en extremo. Es ver- tados (rasurados) como lo relataremos más
dad que en los últimos años el Capitán tarde (Lizárraga 1968:66; énfasis agregado).
Pacheco y el Capitán Olmos, que ahora están
en España, castigaron crudamente a los Benzoni también parece compartir este tono
indios que cometieron el pecado anterior- racialista y moralizador cuando describe los
mente mencionado, advirtiéndoles de cuán- vasallos del Cacique de Manta como “feos,
to Dios estaba disgustado y ellos fueron tan
sucios sodomitas, llenos de toda maldad”
implorados que ahora poco o nada de este
(Benzoni 1985:110).
pecado es practicado, ni ninguna de las otras
Otro elemento interesante en la descrip-
malas costumbres que tenían, ni tampoco
hacen uso de otros abusos de su religión...
ción de la homosexualidad masculina rituali-
(Cieza de León 1971:198). zada entre grupos costeros es la narrativa fan-
tástica sobre la presencia de gigantes en esta
Este último relato reconoce tanto la extendi- área. Es muy probable que las narrativas de
da práctica de sodomía entre los Manteño- gigantes hayan sido estimuladas por la pre-
Huancavilca como la reserva de Cieza en dis- sencia de grandes huesos desenterrados de
cutir en detalle la práctica sexual de la sodo- una extinta población de mastodontes en el
mía misma. Lo que es también bastante evi- área. La existencia de estos gigantes es narra-
dente es la prescripción ritualizada del com- da por muchos cronistas, y sus narrativas
portamiento homosexual para algunos miem- comparten la característica de describir a los
bros de esta comunidad indígena. gigantes como depredadores: primero de
En algunos de los otros relatos, como el comida y suministros, y más tarde también de
del Fraile Reginaldo de Lizárraga, el uso de la personas. Los relatos expresan que, inicial-
actividad homosexual para crear un sentido mente, mujeres indígenas fueron asesinadas

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por los acercamientos sexuales de estos gigan- negativa o positiva) de un pasado que es
tes, razón por la cual los gigantes recurrieron indudablemente tanto constituido como
a tener sexo entre ellos mismos. Una caracte- constituyente de nuestra existencia hoy en día
rística sorprendente en las descripciones es (ver las citas de apertura y de cierre de
que se decía que todos los gigantes eran hom- Baldwin en este artículo).
bres, sin que la ausencia de mujeres gigantes
genere una explicación o racional:
Historias reprimidas, historias
Algunos años habían pasado y estos gigantes de represión: racismo y homofobia
todavía estaban en estos lugares: como no en Guayaquil
tenían mujeres, y las mujeres indias no les
calzaban por sus tamaños, o porque era un Es la ambigüedad interpretativa de la historia
vicio común entre ellos por consejo y apoyo
lo que hace de la representación del pasado
del diablo mismo, ellos utilizaron el uno con
indio de la ciudad y región un tema conten-
el otro el (nefando) pecado de la sodomía,
cioso, aún cuando, o precisamente por ella,
tan horrendo y de graves consecuencias; el
cual usaron y lo llevaron a cabo públicamen-
las reconstrucciones históricas del mismo han
te y al descubierto, sin temor a Dios y muy sido presentadas tradicionalmente como
poca vergüenza de ellos mismos. Y todos los hechos, como una cuestión de objetividad
indios (naturales) declararon que Dios nues- histórica y no de interpretación. De esta
tro Señor, no habiendo querido ignorar tan manera, la mayoría de las instituciones edu-
horrible pecado, les envió un castigo de cativas, los textos históricos, los políticos
acuerdo con la fealdad del pecado (Cieza de locales y los guayaquileños en general asumen
León 1971:206). que los Huancavilcas, representados como
una comunidad de feroces guerreros que
Como la representación histórica siempre resistieron y rechazaron la inicial conquista
“opera en un campo de enredados y confusos Inca luchando hasta el amargo fin contra los
pergaminos, sobre documentos que han sido conquistadores españoles, fueron la población
excavados y copiados algunas veces”, la ver- india original que había habitado el área en la
dad absoluta es más una fantasía productiva cual la ciudad hoy permanece (Ma rt í n ez
que una meta absoluta (ver Foucault Estrada n.d., Navas Jiménez 1994, Pareja
1998:369). Tomando en cuenta la hermenéu- Diezcanseco 1990).
tica histórica, estos relatos expresan los pre- Esta imagen de resistencia feroz y herencia
juicios particulares que los españoles acarrea- orgullosa es venerada en la más popular expli-
ron a su propia imaginación histórica y que cación dada para el origen del nombre de la
siglos más tarde alimentaron la imaginación ciudad: “Guayaquil” se supone que viene del
etnográfica sobre prácticas sexuales no occi- n o m b re del líder de los Huancavilcas,
dentales (Bleys 1995). Es importante estable- Guayas, y su esposa, Quil, quienes resistieron
cer nuevamente que la normativa alternativa a los españoles hasta su muerte. Esto es,
de conductas prehispánicas no es igual a una mientras Guayas era asesinado por un espa-
panacea sexual del pasado, así como tampoco ñol, una vez que fuera capturado, su esposa
la dominación española significó la mera prefirió saltar al río (el cual lleva el nombre de
dominación represiva de prácticas heteronor- su esposo) y ahogarse en lugar de “pertenecer”
mativas (ver Trexler 1995). En lugar de reifi- a ningún hombre español. Este origen del
car dicotomías obsoletas, lo que está en cues- mito en particular es muy similar a las pro-
tión es evaluar la siempre autorizada y pro- blemáticas raciales y de género presentadas en
ductiva reconstrucción (sea juzgada como

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otros lugares americanos como aquél de la como también pérdida de identidad cultural
Malinche en México y en Perú. En este caso y continuidad histórica.
Quil es aclamada como la verdadera heroína, Guayaquil fue prontamente poblada en
haciendo lo que La Malinche es culpada de los 1600s por una amplia población “des-
no hacer: morir en lugar de involucrarse en indianizada”, referida principalmente en dife-
una relación sexual, o “dormir con el enemi- rentes momentos como cholos o mestizos, que
go” (ver Mallon 1996, de la Cadena 2000). inmediatamente fueron designados a servir y
La ciudad de Guayaquil históricamente ha apoyar a las elites españolas; sin embargo, esta
sido ocupada por una gran población emi- particular forma de servidumbre inspirada en
grante. La población europea estaba com- lo europeo y realizado a la americana fue arti-
puesta principalmente de españoles pero ella culada en maneras complicadas. A diferencia
también estaba esporádicamente entremez- de los indios de la sierra, los grupos costeros
clada con pequeños grupos emigrantes de fueron rápidamente afectados por el proceso
portugueses, italianos, franceses y británicos. de colonización y dentro de muy pocos años
En los siglos 19 y 20 esta población del Viejo fueron diezmados por enfermedades, desapa-
Mundo fue seguida tanto por las comunida- reciendo casi completamente. Los miembros
des asiáticas, primero chinas y actualmente de las comunidades indígenas costeñas que
también sur coreanas, como por las libanesas sobrevivieron este ataque directo y violento
(o “turcas” como se las refiere más común- fueron muy pronto y de manera bastante
mente). Aunque estos emigrantes de nuestros activa introducidos al servicio económico y a
días, especialmente la comunidad libanesa, la vida cultural, la misma que fue significati-
sufrió severas condiciones económicas y dis- vamente marcada por una destrucción de sus
criminatorias, en menos de un siglo han sido tradiciones ancestrales.
capaces de afirmarse como miembros activos Estos procesos de “des-indianización”
de Guayaquil y de la nación ecuatoriana. Esto rápida y dramáticamente provo c a ron una
se expresa claramente en el hecho de que dos confusión de las diferentes categorías que
de los últimos cuatro presidentes ecuatoria- definen lo étnico/racial (V. González 1978).
nos durantes los 90s fueron descendientes de Esta nueva hibrides incrementó los mitos
árabes/libaneses. raciales que los españoles habían heredado de
Lo que es sorprendente acerca del éxito su existencia en el Viejo Mundo e incorpora-
cultural y económico de los libaneses es que do en su interacción con territorios reciente-
este triunfante camino ha evadido a la mente conquistados en África, Asia y también
m a yoría étnica dominante de la nación, esto en las Américas; sin embargo, esto condujo al
es, la población indígena. Las comunidades creciente rol social de una población mestiza
indígenas, quienes sufrieron el primer desa- (o chola) que apropiadamente entendió el
lojo de sus territorios y activas prácticas valor, no sólo en términos económicos sino
etnocidas y genocidas contra ellos, estuvie- también existenciales, de dejar de lado cual-
ron entre los primeros miembros y conti- quier identidad étnica prehispánica. Esto se
nuos emigrantes de la naciente ciudad de tradujo en el hecho de que mientras más lejos
Guayaquil fundada por los europeos. La uno pudiera estar de una herencia india, más
presencia india en la ciudad tiene una histo- grandes los campos de posibilidades y opor-
ria muy compleja, la misma que es visible- tunidades en términos sociales. Esta pobla-
mente, aunque no exclusivamente, marc a d a ción mixta o mestiza se incrementó en núme-
por un gran nivel de discriminación racial, ro e importancia a lo largo de los siglos, y fue
re p resión social y explotación económica, la segunda población que más se benefició de

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la independencia de las colonias del control Esta forma particular de competencia


español en 1822, principalmente por el étnica, la cual en cinco siglos ha permitido un
hecho de que se movió del tercer al segundo significativo número de mestizos sino a perte-
lugar, después de los blancos, en el orden necer, por lo menos a identificarse cercana-
racial/étnico. mente con la elite blanca, no ha ocurrido sin
Sin embargo, esta forma particular de particulares dificultades y una provocativa
movilidad social hacia arriba no se transmitió experimentación social. Una de estas provo-
a los dos grupos situados en el estrato étni- caciones, la más central a este artículo, es la
co/racial más bajo (indios y negros, o afro- relación históricamente ambigua de los gua-
ecuatorianos). Ambas poblaciones experi- yaquileños a la(s) herencia(s) india(s). Esto se
mentaron la independencia de los españoles halla ontológicamente implicado de múlti-
en términos de un giro en el control de la ples maneras con las comunidades indígenas
elite, pero no como un cambio significativo contemporáneas, pero tal vez mucho más
en la estructura social de los territorios recien- sutilmente con la representación de un pasa-
temente liberados. Este sentido es principal- do indio que es compartido por las poblacio-
mente lo que se ha capturado en la descrip- nes contemporáneas indígenas y blanco/mes-
ción popular de la independencia de la serra- tizas en Guayaquil, un pasado indio que no
nía como “el último día de explotación y ver- reposa exclusivamente sobre un legado racial
güenza, y el primer día de lo mismo”. De esta sino también sexual. En un sentido amplio
manera, la población mestiza, la cual tradi- este legado racial no es sólo dependiente de la
cionalmente se reificó a sí misma como tal a reproducción sexual de los ancestros comunes
través del tiempo, continuaba distanciándose del Ecuador, sino también de los mecanismos
de la población india y hasta de su término de reproducción social y representación con-
original asimilado de “cholos” (Espinosa temporánea que cada grupo ha puesto en su
Apolo 1995, Puga y Jurado 1992). La ten- sitio para su propia continuidad y legitima-
dencia a distanciarse heredada del sistema ción histórica (de la Torre Espinosa 1996,
racial español ha sido reforzada por un nuevo Stoler 1996).
orden de globalización occidental según el Esta forma de ambigüedad histórica para
cual la blancura todavía constituye una marca la población mestiza políticamente domina-
de “civilización” (aunque ahora los ingleses y da, y su correspondiente marco ideológico e
norteamericanos, no los españoles y europe- identitario, es particularmente ineludible
os, son los marcadores de la cultura civiliza- porque nos devuelve a la perturbadora pre-
dora). Es esta construcción racial en particular gunta de la autenticidad cultural (Quintero y
para los mestizos como grupo y para el mesti- Silva 1991). Una de las contradicciones esen-
zaje en la nación ecuatoriana (Stutzman 1981), ciales que es constantemente repetida al recla-
la que ha constituido la realidad predominante mar una herencia india es que, mientras que
de la formación étnica de los nuevos actores de apoya la legitimación de una autenticidad
la elite blanco/mestizo de la economía de histórica mucho más necesitada, también
Guayaquil; una formación étnica que inspiró provoca una diferenciación étnica de la des-
una revolución liberal progresista (1895-1905) cendencia europea; sin embargo, este mismo
al comenzar el siglo XIX, la misma que intro- legado europeo demanda una división racial
dujo a la nación a una economía capitalista de linaje indio, y hasta cierto grado esto divi-
internacional, y a las clases sociales más bajas a de a los mestizos entre ellos mismos y/o la
un mercado global y a una existencia proletaria imagen que ellos puedan producir sobre sí
(Ayala Mora 1983a, 1985). mismos. De esta manera, hay una incon-

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gruencia interna para conducirse como un su herencia. Esta conexión es proporcionada


blanco de descendencia española y reclamar o aún de una manera más clara por el hecho de
luchar por reclamar un linaje indio, mientras que la mayoría de los emigrantes indígenas
que en la existencia diaria uno también se que son visibles en la ciudad, muchos de los
puede sentir en desesperada necesidad de dis- cuales son parte de la economía de la comida,
tinguirse como superior a la población con- son de una extracción serrana y son fenotípi-
temporánea indígena. ca, lingüística y elegantemente distintos de la
En Guayaquil, esta peculiar representa- población mestiza. Para los guayaquileños,
ción histórica ha tenido interesantes produc- los serranos representan más claramente el
ciones. Una de ellas es una forma de regiona- pasado indio hacia el cual tienen tales senti-
lismo que discrimina particularmente contra mientos dicótomos, esto es, tanto un anhelo
la población serrana (Maiguashca 1994). Para por el reconocimiento ancestral como un
la costa, los serranos (como la gente de la temor y un odio fundado en el rechazo racial.
Sierra es referida peyorativamente) represen- La omnipresencia del regionalismo de la ciu-
tan el subdesarrollo, la hipocresía y la “india- dad es también un marcador de su propia
nidad” del país. Los serranos también tienen separación administrativa de la capital de la
a la población costeña en baja estima, refi- nación como una autoridad política centrali-
riéndose a ellos como “monos” porque popu- zada, la cual ha sido causa de resentimiento a
larmente se cree que ellos son astutos, buenos lo largo de la existencia territorial colonial y
imitadores y siempre están ansiosos de “enga- republicana.
ñar” a alguien para su propio beneficio, eco- Sin embargo, el regionalismo no sólo
nómico o de otro tipo. De una manera espe- apunta a este resentimiento político, sino tal
cífica esta representación regional imita el vez aún más a un sentido profundo de colo-
legado geográfico del gobierno colonial: nialismo interno y autoaborrecimiento. El
mientras que los grupos indígenas costeños odio hacia los serranos parece reflejar los pro-
a s i m i l a ron inmediatamente la estructura pios sentimientos ambivalentes de la ciudad
colonial, uno podría decir “imitando” o hacia sí misma y hacia su pasado indio, espe-
“parodiando” a los colonizadores, los grupos cialmente dado que muchos emigrantes gua-
indígenas serranos no sólo han mantenido yaquileños tienen un linaje serrano. El regio-
una identidad india por los últimos cinco nalismo es un signo de la dificultad de evaluar
años de dominación colonial y neo-colonial, efectivamente los diferentes elementos de una
sino que junto con los grupos amazónicos construcción histórica que se pueda probar
también han sido capaces de formar los movi- perjudicial al ideal occidental progresista que
mientos sociales más fuertes en la última Guayaquil dispuso para sí mismo hace casi
década a través de grupos como la CONAIE cinco siglos; un concepto occidental (anti-
(Confederación de Nacionalidades Indígenas indio) que es un componente esencial de lo
del Ecuador), y el movimiento político que Guayaquil y los guayaquileños son hoy
Pachakutik Nuevo País. en día. También podemos ver en el discurso
El regionalismo sentido en la Costa, y sobre el regionalismo la razón por la cual el
mantenido más agresivamente por los guaya- legado de los enchaquirados ha sido ignorado
quileños, en muchas maneras puede ser inter- y malinterpretado tan frecuentemente. En la
pretado como otro mecanismo de distancia- construcción moderna de la identidad histó-
miento; algo que ayuda a los guayaquileños a rica de Guayaquil hay muy poco espacio
negar cualquier componente indio de su re p resentacional para cualquier elemento
actual existencia, pero no necesariamente de indio, especialmente para un elemento

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sexual “problemático”. En este sentido es Es importante anotar que el tono algo


imposible entender la errónea representación triunfante de este artículo para el reconoci-
de los enchaquirados como un signo de estu- miento de una posible identidad queer local
dios meramente prejuiciados o malos, en en la imagen de los enchaquirados y hombres
vista de que esto es un emblema esencial de queer contemporáneos, es sólo la mitad de la
un discurso racial regional mucho más historia. La otra mitad está tamizada por
amplio que subraya la (deseada) representa- cinco siglos de ideología religiosa y moral que
ción contemporánea e histórica de Guaya- han dado forma y constituido a las identida-
quil. des no heterosexuales en Ecuador y a lo largo
Tal vez las memorias de Kincaid de Latinoamérica. Es, de hecho, realmente
(1977:12-13) sobre su hermano muriendo de probable que el catolicismo haya contradicto-
SIDA en Antigua pruebe ser particularmente riamente no sólo negado, sino permitido a
iluminadora en este respecto: Jorge/Dolores ser quien él/ella quiera ser. La
pregunta a considerar es realmente cómo la
Solamente ahora entiendo por que la gente ideología sexualmente represiva del catolicis-
miente sobre su pasado, por que dicen una mo latinoamericano ha contribuido a la pre-
cosa en lugar de lo que realmente son, por sente expresión de las identidades queer lati-
que inventan una identidad que no guarda noamericanas en lugar de meramente repri-
ninguna resemblanza con quienes realmente
mirla (ver Foucault 1990). Esto es particular-
son, por que cualquiera quisiera sentirse
mente complejo a la luz de la condena de la
como que si él o ella pertenecieran a la nada,
Iglesia a la actividad homosexual, y a través de
vinieran de nadie, recién caídos del cielo,
completos.
su influencia política, contribuyendo a la cre-
ación de una ideología secular homofóbica
Con respecto a esto, la historicidad guayaqui- que ha condenado significativamente al ostra-
leña no parece diferente. Los guayaquileños cismo de las comunidades queer.
continuamente producen tanto una imagen Aunque no se ha analizado aquí específi-
reificada de una ancestral herencia india camente el ambiente latinoamericano, es
como una noción contemporánea para c l a ro que los arreglos de convivencia entre
excluir la pertenencia a una raza india. En personas del mismo sexo y la ideología
este proyecto regional, la historia juega un rol p a t r i a rcal de la Iglesia Católica han servido
clave en legitimar los ideales civilizadores de para empoderar a más de un puñado de
la ciudad, las mismas que incluyen una ideo- h o m b res y mujeres homosexuales alre d e d o r
logía central heteronormativa. En este senti- del mundo (Comstock y Henking 1986). La
do, las representaciones contemporáneas del Iglesia Católica, en su apariencia de agentes
pasado indio suprimen no solamente cual- estructurados masculinamente, no sólo
quier elemento de homosexualidad normati- re f o rzó las prácticas sexuales cristianas sino
va, sino inclusive las prácticas de género vivi- que en muchos casos produjo formas alter-
das, que difieren de acuerdo a las clases socia- n a t i vas no heterosexuales de expresión subte-
les, de las masculinidades y femineidades rránea (Boswell 1980). De esta manera, las
contemporáneas tanto de hombres como de relaciones homosexuales masculinas fuero n
mujeres (ver Andrade 1995, 1997; Cifuentes institucionalizadas dentro de los cánones
1999). Al hacerlo, las historias modernas gua- católicos (Boswell 1995). Para complicar las
yaquileñas enfatizan el contenido racializado cosas, esta ideología homofóbica ha sido
de definiciones de género y el rol central del todavía más reificada en una ideología racial:
pasado sexual en la vida diaria de uno. el control blanco-m e s t i zo de políticas públi-

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cas, imágenes nacionales y representaciones Este debate existencial sobre la sexualidad


políticas (como fácilmente se puede inferir al latinoamericana está también atravesado por
ver los anuncios en la televisión y revistas) y una miríada de factores locales y nacionales
debido a un discurso concreto sobre el regio- raciales y de clase. Las formulaciones contem-
n a l i s m o.En Ecuador este control racializado poráneas del pasado indio de Guayaquil con
ha significado casi la completa eliminación y sus específicas re p resentaciones de la sexuali-
clara negación de prácticas sexuales pre h i s- dad están en deuda no sólo con las descrip-
pánicas diferentes o alternativas a aquellas ciones actuales sino principalmente con el
oficialmente defendidas por la Iglesia tono religioso, las ideas de moralidad y los
Católica (por ejemplo, relaciones maritales sentimientos de los relatos etnohistóricos. El
heterosexuales). despido de la ciudad a cualquier referencia
Sin embargo, esta oposición binaria no pública a la homosexualidad se relaciona a la
explica completamente la compleja participa- p roducción sistemática española y católica de
ción y centralidad de la religión y el sexo en un discurso sexual desprovisto de elementos
la construcción contemporánea de identida- no heterosexuales. Desde este punto de vista,
des sexuales latinoamericanas. No hay duda la oficialización de interpretaciones históricas
de que los deseos homofóbicos de la Iglesia heterosexistas está implícitamente compro-
no han sido satisfechos; la existencia de metida con la reificación de una forma regio-
Jorge/Dolores es un simple testimonio de nal de ser racialmente (por ejemplo, el regio-
ello. Pero me siento tentado a preguntar si la nalismo) y con las dinámicas de clase que
eliminación de los sodomitas fue el último marc a ron la re p resentación que la ciudad hizo
objetivo de la Iglesia. Más bien, parecería ser de Eu ropa como el centro cultural civilizador.
que formas más sutiles de dominación habían Teniendo en cuenta la historiografía ofi-
sido instituidas en los tiempos coloniales, for- cial, este artículo cuestiona las tradicionales
mas bajo las cuales las creencias religiosas interpretaciones históricas de los enchaquira-
prehispánicas y españolas fueron igualmente dos como una anomalía sexual. Los encha-
cooptadas. La intersección de la Iglesia y de quirados estaban lejos de ser una aberración,
las comunidades indígenas podría ser vista constituyendo un elemento social normati-
como un sitio de conflicto dentro de una red vo, ritualmente prescrito, de la sociedad
más amplia de restricciones hegemónicas. Ma n t e ñ o - Huancavilca y posiblemente de
Esto es bastante claro, puesto que de lo que otras poblaciones prehispánicas. Es también
uno puede deducir de los relatos de los evidente que normas sexuales estrictas fueron
enchaquirados y de la propia historia de la parte de las comunidades indígenas america-
Iglesia, el pasado prehispánico no era una nas del pasado, pero a diferencia de hoy, la
panacea de la liberación sexual, ni la domi- homosexualidad estaba lejos del “crimen” o
nación colonial española una mera ideología “pecado” como ha sido reificado en términos
represiva de la sexualidad reproductiva no contemporáneos. Esta nueva interpretación
placentera. Además, las restricciones hegemó- histórica demanda una valoración de los dis-
nicas están todavía representadas por el cursos hegemónicos más amplios que estruc-
“debate moral” sobre la sexualidad en turan todas las interpretaciones del pasado
Latinoamérica, a lo que Roseberry (1994) se (ver Wylie 1995).
refiere como el “campo de la fuerza” que es Así que, lo que está en juego en mi valora-
inherente en la constitución contemporánea ción histórica del pasado sexual de Guayaquil
de Latinoamérica, así como de las identidades no es la verdad per se, ésta un elemento menor
latinas en Estados Unidos. en la empresa hegemónica a mano. Más bien,

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esta discusión de los enchaquirados incluye la Bibliografía


cuestión de la representación sexual y proble-
matiza la interpretación histórica de la heren- Andrade, Xavier, 1995, “Pancho Jaime: mas-
cia indígena de Guayaquil. Esta investigación culinidad, violencia, imágenes y textos de
es fruto de una formación de género que me una narrativa popular”, en Ecuador Debate
castigaba a mí, y a muchos otros hombres, No. 36, CAAP, Quito, pp. 95-108.
por no ajustarse a los ideales heterosexistas de —————, 1997, “Carnaval de masculini-
la sociedad. Para este efecto, la heteronorma- dades”, en Íconos. Revista de Ci e n c i a s
tividad utilizó a la historia como su “seducto- Sociales No. 2, FLACSO-Ecuador, Quito,
ramente ataviado y falso testigo” (Baldwin pp.71-84.
1990:480) y contribuyó a formas discursivas Ayala Mora, Enrique, 1983a, “De la revolu-
del poder, las cuales otros ecuatorianos queer ción alfarista al régimen oligárquico libe-
y yo estamos en proceso de re-escribir. ral”, en E. Ayala, editor, Nueva historia del
Me ha tomado tres décadas re-escribir la Ecuador, Vol. 9, CEN y Ed. Grijalbo, pp.
historia en mis propios términos queer, ase- 117-166.
gurando que mi propia interpretación histó- —————, editor, 1983b, Nueva historia
rica no sólo satisfaga los juicios de valor empí- del Ecuador, 15 volúmenes, CEN y Ed.
rico, sino también que tome en cuenta la Grijalbo, Quito.
naturaleza social de todas las reconstrucciones —————, 1985, Lucha política y origen de
históricas. No hay duda de que cambiaría mi los partidos en Ec u a d o r, Corporación
pasado de género si pudiera y sin embargo, en Editora Nacional, Quito.
una manera esencial, fue sólo a través de este Baldwin, James, 1966, “Unnameable
sometimiento a la heteronormatividad que he Objects, Unspeakable Crimes”, en Ebony
asumido la agencia histórica para brindar una Magazine, eds., The White Problem in
interpretación alternativa sobre el legado de America, John Pub. Co. Inc., Chicago, pp.
los enchaquirados y la representación históri- 170-180.
ca (ver Butler 1997a, 1997b). Haciendo eco —————, 1990, Just Above My Head,
de Baldwin, no estoy contento con la historia Laurel, New York City.
que me ha sido dada, y sólo mi descontento Benzoni, Girolamo, 1985[1572], La Historia
hará posible el cambio (histórico y social): del mundo nuovo (Relatos de su Viaje por
Ecuador, 1547-1550),Banco Central del
Pero, obviamente, estoy hablando como una Ecuador, Guayaquil.
creación histórica que ha tenido amargamen- Bleys, Rudi, 1995, The Geography of
te que contestar su historia, que luchar con Perversion: Male-to-Male Sexual Behaviour.
ella y finalmente aceptarla, para poder colo-
Outside the West and the Et h n o g raphic
carme fuera de ella. Mi punto de vista se
Imagination, 1750-1918, New York
halla ciertamente formado por mi historia y
University Press, New York.
es probable que sólo una criatura desprecia-
da por la historia encuentre a la historia B o s well, John, 1980, Christianity, Social
como un asunto cuestionable. Por otra parte, Tolerance, and Homosexuality, University
la gente que imagina que la historia los favo- of Chicago Press, Chicago.
rece (y lo hace, desde luego, porque ellos la —————, 1995, The Marriage of Likeness:
escribieron) está pegada a su historia como Same-Sex Unions in Pre-Modern Europe,
una mariposa al alfiler y se han vuelto inca- Fontana Press, Londres.
paces de verse o de cambiarse a sí mismos o Butler, Judith, 1997a, The Psychic Life of
al mundo (Baldwin 1966:175-176). Power: Theories in Subjection, Stanford

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