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Literatura Universal. Tema 10. El Nacimiento de La Narrativa Norteamericana
Literatura Universal. Tema 10. El Nacimiento de La Narrativa Norteamericana
Dos figuras destacaron en la creación de esta nueva literatura. Sus obras tienen
rasgos románticos y sus protagonistas encarnan valores como el individualismo o la
espontaneidad, tenidos después como muy americanos: Washington Irving (Cuentos de la
Alhambra, de 1832, inspirado en leyendas andalusíes; Rip Van Winkle, narración
fantástica sobre un personaje que despierta después de veinte años dormido, o La leyenda
de Sleepy Hollow, llevada al cine, donde el Jinete sin Cabeza tiene atemorizado a todo un
pueblo) y Fenimore Cooper, en cuya novela más conocida, El último mohicano (1826)
presenta una visión idealizada de la población indígena.
Pero será Edgar Allan Poe quien abra paso a una generación de autores
estadounidenses que llevan su experiencia vital a la literatura. Entre ellos hay que
destacar a Herman Melville, Henry James o Mark Twain.
“Con el principio del siglo XIX, escribe Valverde, la literatura de Estados Unidos comienza a tener un lugar propio en la
literatura universal, sin adscribirse de manera muy precisa al modelo europeo de Romanticismo. Tal vez su originalidad
proviene de las raíces históricas de la nación: como es sabido, el gran empuje colonizador y las primeras inclinaciones a
distinguirse de la metrópoli británica habían sido dados por los puritanos fugitivos de Inglaterra (son los famosos “padres
peregrinos” del Mayflower, arribados en el años 1620)”. En consecuencia, la literatura norteamericana más antigua es una
emanación del puritanismo dominante en las colonias inglesas de Norteamérica durante los años que preceden a la Guerra
de la Independencia. La moral práctica, utilitaria, caracteriza la mayor parte de las producciones espirituales del pueblo
norteamericano. Pero la aparición de la figura de Edgar Allan Poe marcará la incorporación de esta literatura a la literatura
mundial.
Cuando su padre murió (probablemente se suicidó tras caer en la bancarrota) contaba doce años. Esto supuso una debacle
familiar que obligó a los hijos mayores a dejar los estudios y al traslado familiar desde Nueva York a Albany, en el mismo
Estado, donde Herman Melville fue empleado en un banco local. Pasó luego a desempeñar diversos oficios, entre ellos el
de maestro rural, lo que indica que a pesar de su falta de estudios oficiales había logrado adquirir una cultura
relativamente amplia. A los diecinueve años inicia una vida como marinero que le lleva a Liverpool. Más tarde, tras
recuperar por un tiempo su oficio de maestro rural, se enrola en un ballenero y vive situaciones extremas, como caer en
poder de una tribu caníbal o permanecer encarcelado tras ser acusado de participar en un motín. De estas experiencias y
algunas otras obtuvo materia para sus relatos. Así, Typee fue un libro que le valió una instantánea fama y unos aceptables
ingresos, y que acabaría convirtiéndose en un clásico de la novela de aventuras. Visto el éxito obtenido, redactó una
secuela de esas memorias, titulada Omoo –“vagabundo” en lenguaje nativo–, en la que narraba su estancia en las Islas de
la Sociedad.
En 1849 realizó un viaje a Europa, en parte para gestionar la publicación de su obra de Inglaterra y en parte por avidez de
cultura. A su regreso emprendió la redacción de la que sería su obra maestra y uno de los libros fundamentales de la
historia de la literatura universal: Moby-Dick. Su redacción le llevó casi dos años, durante los cuales se trasladó de Nueva
York a una granja situada en Pittsfield (Massachusetts) que adquirió gracias a un préstamo de su suegro, el juez Shaw.
Cerca de dicha granja vivía el escritor Nathaniel Hawthorne, con quien durante estos años mantendrá una estrecha
amistad. El esfuerzo de la creación de una obra como Moby Dick, unido a su fracaso comercial, le pasará factura
psicológicamente.
A propósito de Moby Dick, escribió Borges: “Página por página, el relato se agranda
hasta usurpar el tamaño del cosmos: al principio el lector puede suponer que su tema es la
vida miserable de los arponeros de ballenas; luego, que el tema es la locura del capitán
Ahab, ávido de acosar y destruir la Ballena Blanca; luego, que la Ballena y Ahab y la
persecución que fatiga los océanos del planeta son símbolos y espejos del Universo. (..)”
Es digno de mención un relato breve incluido en el libro The Piazza Tales (1856),
titulado “Bartleby el escribiente”. Su protagonista representa el héroe alienado, más allá de
la desesperación y el sufrimiento, el escepticismo acerca de la capacidad del ser humano
de comprensión y amor, es decir, la culminación del elemento pesimista y nihilista. El
protagonista se define (y es recordado) por su lacónico “preferiría no hacerlo” ante
cualquier sugerencia de actividad o cambio.
Su verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens. Su padre, natural de Virginia, era un vagabundo y un agnóstico; su
madre, una piadosa calvinista. Creció en el Mississipi; abandonó los estudios a los doce años; ingresó en una imprenta
editorial como aprendiz y allí empezó a escribir artículos periodísticos; desde los dieciocho años, pasó cuatro vagando por
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Twain nació durante una de las visitas a la Tierra del cometa Halley y predijo que también «me iré con él»; murió al siguiente regreso
a la Tierra del cometa, 74 años después. William Faulkner calificó a Twain como «el padre de la literatura norteamericana»
la región y ganándose la vida como tipógrafo; se dirigía a Nueva Orleans, descendiendo el Mississipi, cuando decidió
convertirse en piloto fluvial, obteniendo la licencia necesaria; el estallido de la guerra civil lo empujó al Oeste, llevándolo
a los montes de Nevada, donde asistió a la proliferación de los campamentos mineros y a la aparición de la fiebre del oro
(a la que sucumbió, sin éxito); se empleó entonces de periodista, adoptando entonces el seudónimo de Mark Twain. Como
periodista viajó a San Francisco y a Hawai; la fama adquirida como periodista y conferenciante le permitió viajar a la
Polinesia y al continente europeo. Esta vida viajera le proporcionó la información y los elementos precisos para la
elaboración de su obra.
Twain escribió otros libros como Un yanqui en la corte del rey Arturo 3 o Los
recuerdos personales de Juana de Arco, en los que predomina el humor, una de sus
características más recordadas.
Henry James nació en Nueva York en 1843 y pasó su juventud entre Europa y
Estados Unidos. Es un autor de transición, tanto en lo geográfico como en lo cronológico,
pues su obra supone la evolución del realismo a la nueva novela de finales del XIX y
principios del XX.
El siglo XIX es el gran siglo del cuento. En la primera mitad, algunos escritores
como los hermanos Grimm en Alemania recogen por escrito narraciones populares de
transmisión oral: Caperucita, Pulgarcito, La Cenicienta… El alemán Hoffmann crea en sus
narraciones una atmósfera inquietante de irrealidad y misterio, a base de mezclar lo
fantástico y lo cotidiano. El ruso Chéjov es también un gran renovador del cuento. Los
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Recordemos aquí el mito del “buen salvaje”.
3
Su libro Un yanqui en la corte del Rey Arturo está protagonizado por un viajero en el tiempo de los Estados Unidos contemporáneos,
que utiliza sus conocimientos científicos para introducir la tecnología moderna en la Inglaterra arturiana. Este tipo de argumento se
convirtió posteriormente en una característica frecuente de la ucronía o historia alternativa, un subgénero de la ciencia ficción.
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Una institutriz acude al cuidado de dos niños en una vetusta mansión victoriana. Lo que en principio parece un cometido agradable
derivará en una situación de pesadilla. Los niños viven impactados por un pasado inmediato en el que la anterior institutriz, la señorita
Jessel, y Peter Quint, el criado y ayudante de cámara del patrón (el tío de los niños), mantenían una turbia relación. Se podría suponer
que se dieron ciertos abusos. La vida junto a la anterior institutriz y su muerte posterior han dejado en ellos una huella indeleble.
relatos apenas tienen argumento y están relatados con sencillez y objetividad. Podemos
mencionar también al francés Maupassant con cuentos como “El Horla”, en el que el autor,
a través de un diario, nos muestra las supuestas alucinaciones del protagonista.
Sus padres, actores ambulantes, murieron cuando el autor contaba dos años de edad. Este hecho pudo influir, o no, en el
carácter de Poe, definido como una histérica autocompasión, como una más o menos involuntaria tendencia a la
infelicidad, como una irresistible entrega al alcohol, como una instintiva atracción hacia cualquier forma de certeza
verdadera o aparente (las matemáticas, la lógica...).
Quizá Poe haya sido el primer escritor estadounidense con una nueva forma de entender la ficción y
la poesía. Pero lo que le ha dado fama ha sido, esencialmente, su faceta de narrador. Sus magníficas
Narraciones extraordinarias combinan el intelectualismo y el horror. Prefiere los detallados análisis
psicológicos a la acumulación de acciones externas y contrastan los ambientes realistas con la angustia y el
horror que se viven en ellos. El terror, el misterio, los crímenes, personajes en situaciones límite, las
pesadillas, los espectros, lo insólito y lo sobrehumano son temas recurrentes en sus relatos.
Podemos encontrar alguno que tiene mucho de balada poética (“El hundimiento de la casa Usher”);
en otros lo que cuenta es el efecto central del símbolo implacable (“El pozo y el péndulo”); o el que
constituye un verdadero punto máximo del horror, “Los hechos sobre el caso de M. Valdemar”, en el que un
hombre que murió hipnotizado siguió hablando más allá de la muerte; algún relato quiere ser humorístico
(“Las gafas”); otros plantean un caso lógico o problema ideal (“La carta robada”). Los más conocidos son “El
gato negro”, “El escarabajo de oro” o “Los crímenes de la rue Morgue”, este último precursor del género
policíaco como deducción mental sobre el autor del crimen, aunque hay otros no menos típicos de Poe
como “El barril de amontillado” o “Manuscrito hallado en una botella”. Para J. M. Valverde el más
sobresaliente es “El corazón delator”, brevísimo relato en forma de monólogo en que un criminal acaba
confesando su delito por la obsesión de los latidos de su corazón, que no dejan de perseguirle.
En la novela corta Narración de Arthur Gordon Pym, Poe pretendió componer un relato de aventuras
pero lo dejó inconcluso: “el problema, escribe Cortázar, quizá insoluble, está en explicarse si abandonó la
tarea por fatiga y carencia momentánea de invención, o si la obra se lo impuso”. Pudo fijarse en distintas
referencias históricas: las expediciones polares, los viajes por los mares del Sur y el Pacífico, el motín del
Bounty, etc., y literarias, como el Robinson de Defoe. Como afirma Cortázar, “desde las primeras páginas la
atmósfera se vuelve obsesiva y acaba imponiéndose el tono de los mejores cuentos breves y el inexpresable
horror del misterio con que se cierra el libro”.
El autor ha alcanzado su máxima importancia en Europa más que en su país, debido al eco
encontrado en Mallarmé y a las traducciones de su obra hechas por Baudelaire.
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No dejéis de leer la biografía de Edgar Allan Poe escrita por Julio Cortázar .
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A pesar de contar con una historia más breve en comparación a los países del
viejo continente, Estados Unidos define parte de la situación actual de Occidente.
Una evolución que estos mejores escritores estadounidenses han plasmado en los
últimos 200 años jugando un papel determinante en la cultura y pensamiento del
país gobernado actualmente por Donald Trump.
Índice
1 Ernest Hemingway
2 William Faulkner
3 Mark Twain
4 Emily Dickinson
5 Harper Lee
6 Truman Capote
7 John Steinbeck
8 Edgar Allan Poe
9 Stephen King
Ernest Hemingway
Considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX, Hemingway fue un
aventurero, un hombre capaz de descubrir al mundo nuevos lugares a través de
sus historias. Inspirado fuertemente por la llamada «generación perdida» formada
por los expatriados que, al igual que él, combatieron en la Primera Guerra
Mundial, Hemingway exportó la imagen de esa España folclórica en su
libro Fiesta, el esplendor de la capital francesa de París era una fiesta o los
escenarios africanos de Las nieves del Kilimanjaro. Su pasión por el mar le
llevaría a Cuba, donde escribiría su obra más conocida, El viejo y el mar,
publicado en 1952. Un año después, el autor ganaría el Premio Nobel de
Literatura como reconocimiento a toda su carrera.
William Faulkner
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1949, Faulkner fue uno de primeros
modernistas literarios de Estados Unidos al adoptar técnicas narrativas de autores
europeos como Virginia Woolf o James Joyce. Su obra, caracterizada por un
léxico cuidado, frases largas y nuevas experimentaciones como el monólogo
interior, se conforma de obras como El ruido y la furia, centrada en la decadente
familia Compson, o los dos relatos entrelazados de Las palmeras salvajes,
además de una infinidad de relatos cortos englobados en su colección Cuentos
reunidos.
Mark Twain
Antes que todos los escritores estadounidenses del siglo XX, Poe sembró la
semilla del escritor autosuficiente, o aquel que pretende vivir de sus escritos por
encima de todo. Marcado por una dura infancia, sus adicciones al alcohol y las
drogas o varios intentos de suicidio, Poe escupió parte de su universo en una
selección de relatos como El escarabajo de oro o No products found. que sentaría
las bases de la literatura fantástica perpetuada por otros autores años después.
Stephen King
Si existe un autor contemporáneo capaz de retorcer los miedos más primarios del
ser humano, ese es Stephen King, «maestro del terror» y autor de hasta una
cincuentena de obras que han gozado de gran éxito de público. Si bien sus
métodos poco ortodoxos a la hora de escribir sus novelas han sido carne de
crítica por parte de los expertos, King ha conseguido hacer de obras
como Misery, It, Cementerio de animales, Carrie o El resplandorverdaderos
clásicos de la literatura de terror moderna, la mayoría adaptadas a la pantalla
grande con gran éxito de taquilla.
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te gusta más?
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