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Trabajo final:

Historia de la Filosofía
Karina Alexandra Marcano

Sócrates y Pitágoras
La Belleza
Sócrates:
Sócrates (en griego antiguo, Σωκράτης, Sōkrátēs; Alopece, Atenas, 470 a. C. - ib., 399 a. C.)1234 fue un
filósofo clásico griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de
la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los
representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia. Otros discípulos suyos son Antístenes,
Aristipo y Esquines.
No hay ninguna evidencia de que Sócrates haya publicado algún escrito de su autoría. Detalles de su vida
son conocidos gracias a tres fuentes contemporáneas: los diálogos de Platón, las obras de Aristófanes y
los diálogos de Jenofonte. En los diálogos de Platón se encuentran los relatos más completos de Sócrates
que han sobrevivido desde la antigüedad. Sin embargo, quedan preguntas con respecto a la distinción
entre el Sócrates de la vida real y la representación de Sócrates platónico.
Pasó gran parte de su vida generando discusiones con todo el mundo en Atenas, tratando de determinar si
alguien tenía alguna idea de lo que estaba hablando, especialmente cuando el tema tratado era importante,
como la justicia, la belleza o la verdad. No dejó ningún escrito, pero inspiró a muchos discípulos. En su
vejez, se convirtió en el foco de la hostilidad de muchos de la ciudad quienes veían a los sofistas y a la
filosofía como los destructores de la piedad y moral de la ciudad; y fue condenado y ejecutado en 399 a.
C.
Sócrates es una figura principal de la transformación de la filosofía griega en un proyecto continuo y
unificado. Se le considera el padre de la filosofía política, de la ética y es la principal fuente de todos los
temas importantes de la filosofía occidental en general; quizás su contribución más importante al
pensamiento occidental es su modo dialéctico de indagar, conocido como el método socrático o método
de «elencos», el cual aplicaba para el examen de conceptos morales clave, tales como el bien y la justicia.
La historiografía tradicional divide al conjunto de los pensadores anteriores a Sócrates (a excepción de
Demócrito) como «presocráticos», y a los influenciados por Sócrates en «socráticos mayores» (Platón y
Aristóteles) y «socráticos menores»
Mas
Nació en Atenas en el año 470 a.c. y falleció en el año 399 a.c. Era hijo de Sofronisco. Su primer profesor
fue Arquelao, que lo introdujo en la ciencia física. Sócrates era un gran orador y además era muy
inteligente, pero le ocurrió un hecho que le cambió su vida. Su amigo Jenefonte preguntó a la pitonisa del
oráculo de Delfos si había en Grecia alguien más sabio que Sócrates, y la pitonisa le dijo que no. Sócrates
no creyó al oráculo y se decidió a demostrarlo buscando en Grecia gente mucho más sabia que él. En esta
búsqueda se dio cuenta de que los considerados sabios eran farsantes y se decidió a buscar la evidencia
desde la humildad, es famosa su frase “Solo sé que no sé nada”. Concluyó que debía interrogar a la gente
para que se dieran cuenta de sus incongruencias, De estas preguntas y deducciones construyó el “Método
Inductivo” para la resolución de problemas conocido como: La Mayéutica.
De Sócrates no tenemos ningún escrito. Él se dedicaba a enseñar en su escuela. Sus enseñanzas fueron
muy seguidas por todos sus discípulos, destacando entre ellos a Platón.
Sócrates fue sentenciado a muerte por no reconocer los dioses atenienses, fue acusado por Anito y Meleto
y envenenado con cicuta, falleciendo a los 70 años de edad.
En Sócrates encontramos pocas definiciones de la belleza, pero si vemos que relaciona la belleza física y
espiritual. Es conocida su frase citada por Platón “La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz
que nos lleva y convida a contemplar el alma que habita tal cuerpo y si aquella es tan bella como esta,
es imposible no amarla”.
Para Sócrates es importante la relación que da a la belleza espiritual. Para él la belleza no es solo externa
sino del alma y con ello se distancia de Pitágoras, en que la belleza dependía de la proporción, de la
medida y del número. Para Sócrates la belleza, además y también, dependía profundamente de la
expresión del alma, es decir, de la expresión de los sentimientos y emociones. Pitágoras buscaba la
belleza en la proporción, Sócrates en el alma y su exteriorización en el hombre.
Sócrates profundiza más y dice que la belleza está relacionada con el fin y para ello da un ejemplo a su
alumno en el que le explica, dentro de su racionamiento basado en la evidencia, la relación de la belleza y
la utilidad y le pone un ejemplo, le hace la siguiente pregunta: “Si deseas revolver una comida en un
puchero, ¿Que cuchara es mejor la de oro o la de madera? ¿Y cuál es más bella?”
Aquí vemos la importancia que daba Sócrates a la utilidad. También asimila la belleza con el bien, pero
afirma que todo lo bueno debe ser intrínsecamente bello, es decir, lo bello es bueno y cumple con su fin.
Sócrates lo definió con la palabra “Armotton” que quiere decir armonía.
En la República, tomo V, Platón (2) nos cita un diálogo de Sócrates referido al concepto de belleza y su
relación con lo útil. Aquí vemos el diálogo que tuvo con Polo y se inicia la siguiente discusión, Sócrates:
“¿A todo lo que es bello tanto si se trata de cuerpos como de colores, figuras, sonidos o profesiones,
aplicas tú invariablemente este calificativo sin ningún fundamento? Pensemos primeramente en los
cuerpos bellos: ¿No es verdad que los llamas así en atención a su utilidad en relación con aquello para lo
cual es útil cada uno, o en consideración al placer que proporciona, cuando los que lo contemplan
experimentan un gozo al verlos? ¿Tienes algo que añadir sobre la belleza del cuerpo?” y Polo contesta:
“Nada”, entonces Sócrates continua le pregunta: “¿Y de verdad que del mismo modo llamas bellas a las
demás cosas, figuras, colores o por el placer o por la utilidad o por ambas cosas en un tiempo?” Polo
contesta: “Ciertamente”. Entonces Sócrates le dice: “¿No es cierto que haces lo mismo con los sonidos y
con todo lo que concierna la música?” Polo contesta: “Sí lo es”.

Con este ejemplo Sócrates quiso evidenciar la relación entre la belleza y el fin.

La belleza espiritual 
Afirma que el arte no representa sólo el cuerpo, sino que representa también el
carácter del alma, es decir, se refiere a lo no visible, las actitudes o disposiciones mentales,
el sentimiento. Él decía que eso estaba por encima de las posibilidades del arte porque el alma no tiene ni
simetría ni color, que son los elementos de los que se sirve el  arte representativo.
Esta  i d e a   e s   y a   u n a   m o d i f i c a c i ó n   r e a l i z a d a   f r e n t e   a   u n a   c o n c e p c i ó n   p u r a m e n t e rep
resentativa del arte. Es importante tener en cuenta esto: idealización del arte y cómo el arte no representa
solo el cuerpo sino también el alma, lo no visible Las teorías de Sócrates, por tanto, están presentes en el
arte realizado en Grecia en esa época. Para Sócrates, esa representación del alma lleva consigo el
concepto de belleza espiritual: concepto importante porque se aparta de la concepción pitagórica de
una belleza formal. A diferencia de los pitagóricos la belleza dependía de la proporción, de la medida y el
número, pero para Sócrates dependía también de la expresión del alma, es decir, de la expresión de los
sentimientos
 y emociones. Esta teoría socrática establecía una conexión más estrecha entre la belleza y
el hombre, mientras que la concepción pitagórica buscaba la belleza en el cosmos antes que en el
hombre.
La belleza y su adaptación al fin
Pitágoras:
Pitágoras (en griego antiguo Πυθαγόρας; Samos,1 c. 569-Metaponto, c. 475 a. C.)2 fue un filósofo y
matemático griego considerado el primer matemático puro. Contribuyó de manera significativa en el
avance de la matemática helénica, la geometría y la aritmética, derivadas particularmente de las relaciones
numéricas, y aplicadas por ejemplo a la teoría de pesos y medidas, a la teoría de la música o a la
astronomía. Respecto a la música, sus conceptos de I, IV y V, fueron los pilares fundamentales en la
armonización griega, y son los utilizados hoy en día. Es el fundador de la Escuela pitagórica, una
sociedad que, si bien era de naturaleza predominantemente religiosa, se interesaba también en medicina,
cosmología, filosofía, ética y política, entre otras disciplinas. El pitagorismo formuló principios que
influyeron tanto en Platón como en Aristóteles y, de manera más general, en el posterior desarrollo de la
matemática y en la filosofía racional en Occidente.

No se ha conservado escrito original alguno de Pitágoras. Sus discípulos —los pitagóricos—


invariablemente justificaban sus doctrinas citando la autoridad del maestro de forma indiscriminada, por
lo que resulta difícil distinguir entre los hallazgos de Pitágoras y los de sus seguidores. Se le atribuye a
Pitágoras la teoría de la significación funcional de los números en el mundo objetivo y en la música; otros
descubrimientos, como la inconmensurabilidad de la diagonal de un cuadrado de lado mensurable o el
teorema de Pitágoras para los triángulos rectángulos, fueron probablemente desarrollados por la Escuela
pitagóricos.

Pitágoras nació el año 569 a.c. y falleció el año 479 a.c.


Es el primer matemático puro y destaca por ser el fundador de la Hermandad Pitagórica. Era una
hermandad que estudiaba la matemática helénica, y la relacionaba con la geometría, la proporción y la
simetría. Pitágoras no dejó ningún escrito y lo que sabemos de él es a través de la Escuela Pitagórica.
Entre todos sus estudios destaca el “Teorema de Pitágoras”. Pitágoras agrupa conceptos filosóficos de la
cultura egipcia, caldea  e india. Es de destacar su influencia en la filosofía griega sobretodo en Platón, en
Aristóteles y en Sócrates. Nació en Samos y era hijo de un mercader de Tiro, Mnesarco, que se preocupó
mucho por darle una buena formación. A la edad de 18 años visitó a su maestro Tales en Mileto, que le
influyó mucho y le  animó a que visitara Egipto, y que fuera a la fuente de la sabiduría para profundizar
en las matemáticas, en la geometría y en la estética y por ello hizo muchos viajes para ir a las fuentes de
cada conocimiento. Después de la batalla de Pelusium en que Cambises II rey de Persia invadió Egipto,
Pitágoras fue hecho prisionero y allí aprendió, junto con  los otros presos, las ciencias matemáticas
babilónicas, después huyó y se trasladó a Italia en una ciudad que se llamaba Crotona, donde se estableció
y fundó una escuela religiosa y filosófica en la que se estudiaban los misterios órficos o sus costumbres
escépticas y religiosas. En aquella época se volvió vegetariano. Cilon, un ciudadano poderoso de Crotona,
quiso entrar en la escuela pitagórica pero fue rechazado y ello motivó un ataque muy cruel contra la
escuela. Pitágoras huyó a Metaponte y allí  murió.
Su escuela “Hermandad Pitagórica” era filosófica y religiosa con un estilo de vida ascético. En esta
escuela podían entrar también las mujeres. La Hermandad Pitagórica tuvo gran influencia en la filosofía
griega, y en lo que nos atañe, que es la influencia de las matemáticas pitagóricas en la simetría   y la
estética, es decir, en el concepto de belleza.
Podríamos concluir diciendo que Pitágoras buscaba la belleza en la Proporción.
La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. Por muy poderosa
que se vea el arma de la belleza, desgraciada la mujer que sólo a este recurso debe el triunfo alcanzado
sobre un hombre. Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la
vida.

El número y la música

Según el sentido común, juzgamos bella una cosa bien proporcionada. Eso explica por qué
desde la antigüedad la belleza se identificó con la proporción, aunque hay que recordar que en
la definición común de la belleza, en el mundo griego y latino, el deleite del color (y de la luz)
también se unía siempre a la proporción.

Cuando en la Grecia antigua los filósofos llamados presocráticos –Tales, Anaximandro y


Anaximenes, entre los siglos VII y VI a.C.- comienzan a discutir cuál es el principio de todas las
cosas (afirman que el origen de la realidad está en el agua, en el infinito originario o en el aire),
pretenden dar una definición del mundo como un todo ordenado y gobernado por una sola ley.
Esto significa además pensar en el mundo como en una forma, y los griegos perciben con
claridad la identidad entre forma y belleza. No obstante, será Pitágoras con su escuela quien, a
partir del siglo VI a.C., afirmará estas cosas de manera explícita y comenzará a estrechar los
vínculos entre cosmología, matemáticas, ciencia natural y estética.

Pitágoras (que probablemente durante sus viajes entró en contacto con las reflexiones
matemáticas de los egipcios) es el primero en sostener que el principio de todas las cosas es el
número. Los pitagóricos sienten una especie de terror sagrado ante el infinito y todo aquello
que no puede reducirse a un límite, y por eso buscan en el número la regla capaz de limitar la
realidad, de proporcionarle orden e inteligibilidad. Con Pitágoras nace una visión estético-
matemática del universo: las cosas existen porque están ordenadas, y están ordenadas
porque en ellas se cumplen leyes matemáticas, que son a la vez condición de existencia y de
belleza.

Los pitagóricos son los primeros en estudiar las relaciones matemáticas regulan los sonidos


musicales, las proporciones en las que se basan los intervalos, la relación entre la longitud de
una cuerda y la altura de un sonido. La idea de la armonía musical se asocia estrechamente a
cualquier regla para la producción de lo bello. Esta idea de la proporción se desarrolla a lo
largo de toda la antigüedad y se transmite a la Edad Media a través de la obra de Boecio, entre
los siglos IV y V d.C. Boecio recuerda que en cierta ocasión Pitágoras observó que los martillos
de un herrero al golpear sobre el yunque producían sonidos distintos, y se dio cuenta de que
las relaciones entre los sonidos de la gama así obtenida eran proporcionales al peso de los
martillos. Y no solo eso: Boecio recuerda que los pitagóricos sabían que los distintos modos
musicales influyen de manera diversa en la psicología de las personas, y hablaban de ritmos
duros y ritmos suaves, ritmos adecuados para educar vigorosamente a los muchachos y ritmos
blandos y lascivos. Pitágoras había calmado y devuelto la conciencia a un adolescente ebrio
haciéndole escuchar una melodía de modo hipofrigio en ritmo espondaico (ya que el modo
frigio le estaba sobreexcitando). Los pitagóricos, que calmaban con el sueño las
preocupaciones cotidianas, se dormían al son de determinadas cantilenas; una vez despiertos,
se liberaban del sopor del sueño con otras modulaciones.

Junto al gran arte clásico griego, en los siglos V y IV a.C. se desarrolló una incipiente teoría del arte en
cuya creación participaron también los artistas. Sus tratados transmitían conocimientos técnicos,
experiencias prácticas y reflexiones generales sobre las reglas de la simetría (symmetria), los cánones y
los principios estéticos.

Del legado de Sileno, Ictinos, Polícleto, Parrasio o Nicias podemos deducir que en el periodo clásico las
obras se sometían a los cánones, se atenían a las proporciones matemáticas (aunque se produjera algún
desvío) y abandonaron las tradicionales formas esquemáticas anteriores en favor de las orgánicas.

La suya era una estética de formas canónicas basada en la convicción de que existe una belleza objetiva
y unas proporciones perfectas. Esa belleza objetiva consistía en números y medidas, pero la
interpretación individual del artista contaba con su margen de libertad y las proporciones y escala
humana fueron la mayor fuente de inspiración (el canon de Policleto expresa en números formas
orgánicas).

La belleza del arte clásico deriva de la de la naturaleza y la clásica es una estética estática que prioriza el
equilibrio y el reposo y atribuye más valor a la simplicidad que a la riqueza. Por eso nos referimos a la
belleza clásica como espiritual y física, de forma y contenido, de unidad-alma cuerpo.

Hemos hablado ya de las ideas estéticas de Platón y Aristóteles, y esta vez vamos a referirnos a las de los
pitagóricos, que formaban una comunidad de carácter moral y religioso, aunque realizaban también
investigaciones científicas, sobre todo matemáticas. Surgieron en las colonias griegas de Italia y ese
doble carácter científico y religioso de su actividad influyó en su pensamiento estético.

Concibieron la belleza como armonía y a esta como propiedad del cosmos. Según Filolao, se define como
unión de dos cosas formadas por varias sustancias mezcladas, es decir, por un consenso de lo que
disiente, la unidad entre diferentes; no es cualidad de una cosa particular y depende de medidas y
proporciones, de números. Por eso consideraban la armonía de los sonidos como expresión del orden
interno en la estructura de las cosas.
Según Filolao, la armonía se define como unión de dos cosas formadas por varias sustancias mezcladas,
es decir, por un consenso de lo disidente

Busto de Pitágoras. Museo Capitolino, RomaEl cosmos (orden) lo entienden como el universo
armónicamente construido. Cada uno de sus movimientos regulares emite un sonido armonioso, por lo
que creen los pitagóricos en una consonancia general de todo el universo que estaría continuamente
produciendo una “música de las esferas” que somos incapaces de percibir precisamente por su carácter
permanente. Entendían los pitagóricos que la forma del mundo debía ser esférica, por ser la más regular
y armoniosa.

La música seguía siendo para ellos el arte expresivo de la triúnica choreia (poesía, música y danza), pero
observan que la danza y el canto afectan, no solo a quien las practica, también al espectador y al oyente.
Comprendieron que, para sentir emociones intensas, no había necesariamente que participar en ellas,
podía bastar con verlas.

La música -creían- puede actuar sobre el alma para mejorarla o corromperla. La vinculaban a la
psicagogia (guía de las almas), concediéndole el poder de conducir a la psique al ethos o al pathos según
se tratase de buena o mala música. Le atribuyen además un poder órfico de purificación de las almas y
un valor catártico, ético y religioso que no concedían a ningún otro arte. El objetivo de la música, para
Pitágoras y sus seguidores, no era únicamente proporcionar placer, sino sobre todo formar el carácter.

Otro concepto estético fundamental para los pitagóricos fue el de contemplación, que el mismo
Pitágoras opuso al de actividad. La actitud del espectador era la contraria a una actitud activa. Según
Diógenes Laercio, para Pitágoras la vida era como el juego: unos participan, otros comercian y otros solo
miran. Esta última actitud era la que el filósofo consideraba más noble, pues no aspira a fama ni
ganancias, solo al conocimiento.

La actitud contemplativa era la que Pitágoras consideraba más noble, pues no aspira a fama ni
ganancias, solo al conocimiento

Consideran comprensible solo lo calculable, regular y claro. Solo lo comprensible es razonable y solo lo
razonable podía ser bueno y bello. Lo irregular e ilimitado (el caos) era incomprensible e irracional y no
podía ser ni bueno ni bello.

Platón sostuvo en Atenas la doctrina pitagórica, pero los representantes de la cultura jonia también
asumieron la idea pitagórica de armonía. Heráclito, miembro de la primera escuela filosófica griega,
observó en el mundo sobre todo la diversidad, mutabilidad y los contrastes (él dijo aquello de que nunca
vemos el mismo agua en un río), pero también supo apreciar la unidad y armonía.

Precisamente dijo que la armonía más hermosa era la que procedía de la diversidad de sonidos, o de
fuerzas opuestas. Puso como ejemplo el arco y la lira: disparan y suenan mejor cuanto mayores son sus
tensiones y más divergentes las fuerzas que actúan en su interior.

A Demócrito, de la escuela atomista, no lo conocemos a raíz de sus escritos, porque se han perdido, sino
a través de títulos o pequeños fragmentos que indican que teorizó sobre las artes plásticas y la poesía.

Manifestó la dependencia del arte de la naturaleza; hablando de la imitación de la segunda por el


primero con el término “mímesis” (remedar a la naturaleza en sus modos de obrar). Sobre la influencia
ejercida por el arte, decía que los grandes placeres nacen de contemplar las cosas hermosas, ligando los
conceptos de contemplación, belleza y alegría. Como hedonista, valoraba el arte y la belleza desde el
placer o júbilo que proporcionan.

También habló Demócrito de inspiración. Dijo que no podía existir buen poeta sin entusiasmo, sin cierto
soplo de locura (furor), entendiendo que la creación poética procedía de un estado especial de la mente,
distinto al normal. Estas ideas rompen con la tradición de los poetas que atribuían su creación a la
inspiración divina y acabaron concerniendo a todas las artes, música incluida.

Meditó igualmente sobre los colores básicos a los que se podrían reducir todos los colores conocidos:
blanco, negro, rojo y amarillo, y consideró que la música no figura entre las actividades primarias del
hombre, pues no resulta de la necesidad sino del lujo; no es producto de la naturaleza sino de la
invención humana. Esa postura era contraria a la tradición griega (y a tantas opiniones de hoy).}

Sí apreció la medida en el arte y la belleza. Consideraba que si alguien sobrepasaba la medida, lo más
agradable podía resultar lo más desagradable. Entendía como bella la simplicidad del adorno y reconocía
la belleza espiritual tanto como la corporal: es incompleta cuando afecta solo a los sentidos o solo a la
razón y no a los sentimientos.

Los sofistas, por su parte, maestros de adultos y filósofos sociales, se ocuparon sobre todo de la ética, el
derecho y la religión, pero no renunciaron a abordar también cuestiones artísticas, que trataban de
forma empírica, iniciando una corriente relativista y humanista. Ahondaron más en la teoría del arte que
en la de la belleza.

Protágoras opuso arte a naturaleza y azar. Lo concibió como producto humano del que la naturaleza
existe independientemente. Además, subrayó, no todo producto del hombre es arte: únicamente el
intencional y realizado conforme a principios universales, no el casual. Veían más casualidad en la
naturaleza que en el arte.

En cuanto a su división, distinguen entre artes útiles y artes que proporcionan placer. La escultura o la
poesía nos alegran, pero, según su visión, no nos son útiles.

Y conciben la belleza como lo que produce placer por medio de la vista y el oído, definición que
manifiesta su hedonismo y limita el concepto tradicional. Independizaron además la belleza estética de
la moral, porque su definición no atañía a esta.

Conceden, en cualquier caso, relatividad al concepto, consecuencia de su convicción de que el hombre


es la medida de todas las cosas, tomada de Jenófanes y Epicarmo.

De la diversidad y variedad de la belleza, Protágoras concluyó que esta era relativa, pero Gorgias,
retórico próximo a los sofistas, y después Sócrates concluyeron que algo era bello cuando correspondía
a su fin, introduciendo la idea de conveniencia. Esta convicción va en contra del anterior universalismo
griego sobre la belleza, porque lo que resulta bello para una cosa puede no serlo para otra.

Los sofistas discutieron también qué era más importante, si talento o educación, para un artista.
Isócrates opinó que el talento, pero para ello aconsejaba practicarlo. Protágoras creía que ambos eran
necesarios: el arte no es nada sin ejercicio y viceversa. También se plantearon si en poesía era más
importante forma o contenido.
Busto griego de Sócrates en el Musée du LouvreAdentrándonos ya en Sócrates, hay que decir que
nuestra principal fuente sobre sus ideas estéticas son los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte.
Representa el polo opuesto a los sofistas: era adversario del relativismo en todo lo que no se relacionara
con estética. Bien y verdad eran para él valores absolutos, pero sí veía elementos relativos en el arte.

Diferenció ya Sócrates los rasgos que distinguen, en general, las actuales Bellas Artes del resto de
actividades humanas, y el suyo fue uno de los primeros intentos clasificatorios en ese sentido. Mientras
el resto de artes crean objetos que la naturaleza no produce, pintura y escultura repiten e imitan lo ya
existente en la misma; tienen un carácter imitativo y representativo.

Compartió con Parrasio ideas sobre la idealización: al reproducir figuras hermosas, no es fácil encontrar
a un hombre en el que todo sea irreprochable. Reuniendo de muchos lo más hermoso de cada uno, se
hace que parezcan hermosos los cuerpos enteros. Desde que nació en Grecia la idea de arte como
representación, siempre estuvo vinculado a la idealización.

También entendió Sócrates que el arte no representa solo al cuerpo, también al alma. Puede ser
seductor, dulce, amable, deseable y encantador (y se hace inevitable pensar entonces en sus
contemporáneos Scopas o Praxíteles). Su noción de belleza espiritual se alejaba de la pitagórica: para
Sócrates, la belleza no depende solo de la proporción, también de la expresión del alma. La belleza
socrática es más próxima al hombre; la pitagórica, al cosmos.

La belleza socrática es más próxima al hombre; la pitagórica, al cosmos

Bello es lo que sirve a su objetivo y se adapta a su fin. Parece una tesis relativista, pero se aleja de los
sofistas en que, para Sócrates, un escudo es bello cuando corresponde a su fin; para los sofistas, cuando
conviene al gusto del que lo mira.

La belleza de la adaptación al fin Sócrates la llamó armotton (de la misma raíz que armonía) y los griegos
posteriores, prepón. Los romanos la tradujeron como decorum o aptum y distinguieron entre dos tipos
de belleza: pulchrum (cosas bellas por su forma) y decorum (por su objetivo o utilidad).

Para Sócrates, las buenas proporciones se caracterizaban por la medida y el ritmo; las llamaba
eurrítmicas. Este término, junto a los de armonía y simetría, llegó a ser para los griegos básico para
designar la belleza en sentido estricto.

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