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Universidad de Chile
Escuela de Derecho
Escuela de Pregrado
Depto. de Derecho Económico

EVALUACIÓN Nº 1

Derecho Bancario y Financiero

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Junio 2021

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¿Cuáles son los regímenes cambiarios existentes y cuál es el más beneficioso para Chile?

Cuando hablamos de regímenes cambiarios, a grandes rasgos, estamos haciendo referencia a las
diferentes políticas que adopta cada país respecto de la valorización de su moneda. Considerando
la gran variedad de costumbres y circunstancias en las que se puede ver envuelta la economía de
un Estado, existen diversos tipos de regímenes cambiarios, que se adaptan a las condiciones del
momento.

Existen principalmente tres tipos de regímenes cambiarios, que a su vez incluyen tipos más
específicos. Por un lado, nos encontramos con el tipo de cambio flexible, también conocido como
flotante. Estos pueden ser definidos como regímenes cambiarios determinados por la oferta y
demanda globales de una divisa. En otras palabras, son precios determinados por el mercado, que
pueden cambiar rápidamente por la oferta y demanda. En los países con este sistema, el Banco
Central interviene – comprando o vendiendo divisas a cambio de moneda nacional – “[A]nte todo
para limitar sus fluctuaciones a corto plazo. Sin embargo, en algunos países (como Nueva
Zelandia, Suecia, Islandia, Estados Unidos y los de la zona del euro), el banco central casi nunca
interviene” (Stone, Anderson y Veyrune, 2008). Por otro lado, en el escenario opuesto, donde los
bancos centrales intervienen en el mercado comprando y vendiendo divisas para mantener el tipo
dentro de ciertos límites se denomina tipo de cambio fijo. Un tipo de cambio fijo se produce
cuando un país vincula el valor de su moneda a alguna otra mercancía o moneda ampliamente
utilizada. Un tipo de cambio fijo nos dice que siempre se puede cambiar nuestro dinero por la
misma cantidad de la otra moneda. Nos permite determinar cuánto de una moneda se puede
intercambiar por otra. Por ejemplo, si va a Arabia Saudita, sabe que el dólar le comprará 3.75 riales
sauditas, ya que, el tipo de cambio del dólar en riales es fijo. Arabia Saudita lo hizo porque su
principal exportación, el petróleo, tiene un precio en dólares estadounidenses. Todos los contratos
de petróleo y la mayoría de los contratos de productos básicos en todo el mundo están escritos y
ejecutados en dólares.

A diferencia del tipo de cambio fijo, el tipo de cambio flexible está continuamente en movimiento,
es decir, en un constante cambio. La oferta y la demanda hacen variar la tasa de cambio entre
monedas dependiendo de los factores que afectan a las respectivas monedas, como el crecimiento
económico, la inflación o los tipos de interés. Por este motivo, el tipo de cambio flexible no tiene
la capacidad de ir corrigiendo el déficit de un país mediante la devaluación o revaluación de la
moneda, sino que debe ajustar de manera natural según como se encuentren los mercados. El
mercado corrige tanto los déficits públicos del país (situación en la que los gastos superan a los
ingresos) como los superávits (situación en la que los ingresos superan los gastos). Ejemplo de lo
anterior es el caso en que existe déficit comercial en un país, es decir, exporta menos de lo que se
importa, de manera que la demanda de la moneda nacional será débil y el precio de esta moneda
irá perdiendo valor. La consecuencia de esto será que las importaciones se encarecerán y las
exportaciones serán más competitivas, corrigiendo de esta manera el déficit comercial.

Sin embargo, a esta drasticidad se le suma, como es usual, un tipo de régimen cambiario
intermedio que combina cosas de ambos regímenes descritos con anterioridad. En general se refiere
a aquellos sistemas que pueden presentar un grado mayor o menor de flexibilidad o rigidez, como
por ejemplo, la flotación administrada, donde se busca optar por un régimen flexible aun cuando
instituciones como el Banco Central intervienen para manejar la política económica (Nudelsman,
2017).

Como comentábamos en un principio, la existencia de diferentes tipos de regímenes se debe a que


cada país consta de diferentes circunstancias, por lo que buscan elegir – a partir de un estudio de
pros y contras – el régimen cambiario que más acomode a su país. En este sentido, y sin perjuicio
de las características ya mencionadas, los tipos de cambio flexibles, que se han adoptado en mayor
medida en el último tiempo, favorecen la movilidad de capitales, y tiene mejores posibilidades de
enfrentar cambios inesperados en el mercado y con ello de regular la inflación. Por otro lado, los
tipos de cambio fijos, permiten una mayor credibilidad del compromiso cambiario, teniendo certeza
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de las pérdidas o ganancias que se podrían tener en el respectivo país. En otras palabras,
proporciona mayor estabilidad monetaria. No obstante, todos los regímenes también poseen
desventajas. Refiriéndonos al tipo de cambio fijo cabe señalar que puede ser costoso de mantener,
un país debe tener suficientes reservas de divisas para administrar el valor de su moneda y, además,
un tipo de cambio fijo puede convertir la moneda de un país en un objetivo para los especuladores.
En cambio, cuando hablamos del tipo de cambio flexible nos encontramos con que el principal
inconveniente es que genera incertidumbre1, Otro inconveniente es que aumenta la especulación.
Muchos inversores compran y venden monedas sólo con la intención de ganar dinero. Esto hace
que los tipos de cambio a veces varíen sin sentido y perjudiquen a muchas personas.

Respecto a Chile, hoy la opinión que prevalece entre académicos, analistas y autoridades
económicas, fundamentada en los altos grados de integración y sofisticación que han alcanzado los
mercados financieros internacionales, es que lo más conveniente es adoptar alguno de los dos
extremos. Es así como en el resto de Latinoamérica desde inicio de los 2000 se ha incentivado la
aplicación de un régimen cambiario flotante – en Chile, desde Septiembre de 1999, rige un tipo de
cambio flotante –. A nuestro criterio, el régimen de tipo de cambio flotante existente hoy en nuestro
país tiene dos fuertes argumentos a su favor: (1) permite una mejor asimilación de los shocks
externos, y (2) libera a la política monetaria para que se centre en las metas de inflación. Según la
experiencia vivida por la economía chilena, es extremadamente necesario, tener un sistema
financiero sano, finanzas públicas acorde a los objetivos planteados por el Gobierno, además de
combinar una meta de inflación con un tipo de cambio flotante para afrontar de la mejor manera
posible los graves shocks externos que afectan a la economía local, y así amortiguar los efectos
adversos que pudiera sufrir.

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Si tienes una empresa que depende de comprar productos extranjeros, quieres saber el tipo de cambio, ya que de lo
contrario es posible que no hagas algunas inversiones. Esto puede provocar menos producción y menos empleo.
3
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Referencias:

1. NUDELSMAN, S. 2017. Los regímenes cambiarios en América Latina. Ensayos de Economía


(51): 35-56.
2. SCHMIDT-HEBBEL, K. 2006. La Gran Transición de Regímenes Cambiarios y Monetarios
en América Latina. Documentos de Política Económica, Banco Central de Chile (17): 1-23.
3. STONE, M. ANDERSON, H y VEYRUNE, R. 2008. Vuelta a lo esencial, Regímenes
Cambiarios. Finanzas y Desarrollo: 42-43.

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