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BIOÉTICA: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

El concepto de dignidad de la persona humana, según el personalismo


ontológico (parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus
propiedades trascendentales), está en el ser y es intrínseco a la persona.
Sabemos que en la actualidad no hay acuerdo entre los diferentes
sistemas bioéticos sobre el concepto de persona y de dignidad. Pero la
mayoría acepta que es “Es el valor intrínseco que toda persona tiene por
ser humano”.

La Bioética surge como reflexión racional para ayudar a los hombres


a decidir si un avance tecnológico o una determinada práctica clínica es
buena o mala para los seres humanos.

La declaración universal de los Derechos Humanos de las Naciones


Unidas de 1948 y la Declaración sobre Bioética y Derechos Humanos de la
UNESCO (2005) hacen de la dignidad humana el primer principio y la base
fundamental de todos los derechos humanos. Luego de las experiencias
vividas de la pérdida de la dignidad humana: el Holocausto, la esclavitud y
los genocidios realizados por parte de los totalitarismos ideológicos, las
naciones y sus funcionarios centraron la atención mundidal en su
verdadero significado. Un hecho importante y llamativo es que las
declaraciones fueron acordadas entre naciones culturalmente distintas,
con diferentes religiones, creencias y pasado histórico.

¿ PUEDE LA PERSONA PERDER SU DIGNIDAD?

Es importante desarrollar el concepto de dignidad según la escuela


del personalismo ontológico, sabiendo que aportará mucha luz, sobre
todo, en situaciones límites. La dignidad está en el ser de la persona y no
en la existencia de ciertas características o cualidades naturales, por eso,
no se agota ni se reduce a sus capacidades intelectuales o físicas y su valor
es, intrínseco, exclusivo y superior a cualquier viviente.
¿QUIEN ASIGNA LA DIGNIDAD?

La dignidad nadie puede asignarla o quitarla, es inalienable (que no se


puede enajenar), enajenar: pasar o trasmitir a alguien el dominio de algo,
o algún otro derecho sobre ello) e innegociable, siendo objeto de respeto
moral y tambien legal. Por lo tanto toda conducta humana que atente
oviole esta dignidad es intrinsicamente mala y pasible, en principio, de
juicio moral. Desde la fundamentación filosófica, aristotélica-tomista, la
dignidad es intrínseca a la persona en cuanto ser racional. La dignidad
humana está presente desde la concepción (embrión unicelular) hasta la
muerte natural. El espíritu o alma espiritual, con inteligencia y voluntad,
confiere al hombre dignidad, superioridad y posibilidad de hacerse aun
mayor de lo que la naturaleza lo proveyó. Esta superioridad, que va mas
allá de las fronteras naturales, descansa según la teología cristiana en la
imagen y semejanza de Dios.

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