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S.E.R. MONS.

SANTIAGO OLIVERA

OBISPO CASTRENSE DE ARGENTINA

Homilía de Ordenación Episcopal de Mons. Ricardo Araya


Iglesia Catedral "Nuestra Señora del Carmen" de la ciudad de Cruz del Eje.

Isaías 61, 1-3


Juan 21, 15-17
Cuando el Santo Padre Francisco me trasladó a la Diócesis Castrense sentí, por un lado, la alegría de
cumplir en la Iglesia lo que Dios me pedía, también el dolor de dejar a la comunidad diocesana de Cruz del
Eje, que tanto quise y quiero. También sumaba al dolor la sensación de dejar huérfana a esta Iglesia
Particular. Comparto también con ustedes el gozo que me dio el 2 de agosto saber que Cruz del Eje tenía ya
a su obispo, ¡el Santo Padre eligió para apacentar en estos nuevos tiempos al padre Hugo Ricardo Araya,
Bendito el que viene en nombre del Señor!
Es un gran don que la Iglesia sea Apostólica, es el Obispo como Padre, hermano y amigo que nos conduce
al Señor. Estoy seguro que en estos meses valoramos más y podríamos decir entendimos más la misión del
Pastor. Padre que convoca, reúne, conduce, sirve. El Señor Jesús enviado por el Padre, para redimir a los
hombres, envió a su vez en el mundo a los doce apóstoles, para que llenos del poder del Espíritu Santo
anunciaran el evangelio a todos los pueblos reuniéndolos bajo un único pastor los santificaran y los guiaran
a la salvación.

Con la finalidad de perpetuar de generación en generación este ministerio apostólico, los doce se
valieron de colaboradores apostólicos transmitiéndoles a ellos con la imposición de las manos, el don del
Espíritu recibido de Cristo, que confería la plenitud del sacramento del orden. Así, a través de la
ininterrumpida sucesión de los obispos en la tradición viviente de la Iglesia se ha conservado este ministerio,
y la obra del Salvador sigue y se desarrolla hasta nuestros tiempos.

En el obispo, circundado por sus presbíteros está presente en medio de ustedes, el mismo Señor
Nuestro Jesucristo, sumo sacerdote 'in eterno'.

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Es Cristo de hecho que en el ministerio del obispo sigue predicando el evangelio de la salvación y
santificando a los creyentes mediante los sacramentos de la fe.
Es Cristo que a través de la paternidad del obispo hace crecer nuevos miembros en su cuerpo que es la
Iglesia.
Es Cristo que en la sabiduría y prudencia del obispo guía el pueblo de Dios en la peregrinación terrena hasta
la felicidad eterna.
Es oportuno recordar aquí las palabras de San Ignacio de Antioquía, “Por esto debéis estar acordes
con el sentir de vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y en cuanto a vuestro colegio presbiteral, digno de Dios
y del nombre que lleva, está armonizado con vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro
acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo. Procurad todos vosotros formar parte de
este coro, de modo que, por vuestra unión y concordia en el amor, seáis como una melodía que se eleva a
una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas obras, como
miembros de su Hijo. Os conviene, por tanto, manteneros en una unidad perfecta, para que seáis siempre
partícipes de Dios. (De la Carta a los Efesios)
Siento mucha alegría poder ordenar al Obispo de Cruz del Eje, gracias padre Ricardo, Monseñor
Araya, por este gesto eclesial que también habla de tu fe. Fe en la Iglesia Apostólica. Hoy tenemos la gracia
de ser testigos de la sucesión apostólica, el tercer Obispo de Cruz del Eje, por gracia de Dios y por tu gesto
de hermano, lógicamente en comunión con Pedro, hoy Francisco, ordena al cuarto obispo Diocesano, “ De
Dios y de todo el pueblo”, hoy quedará bien claro que eres Obispo para tus hermanos, por eso pedimos en
las Iglesias Diocesanas por “nuestro Obispo…” claro es, que ya no nos pertenecemos, el Señor te ha
llamado para desposarte con esta Iglesia diocesana y ser todo para ellos, tu oración y tu entrega, tus alegrías
y tristezas tendrán que ver y darán fruto para y en la Iglesia particular de Cruz del Eje. Hemos heredado el
trabajo pastoral de los Obispos Pechuán Marín y Omar Colomé, hemos recibido trabajo y entrega de
numerosos sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos de esta porción de la Iglesia que ya muchos de
ellos están gozando del cielo, y otros son testigos vivientes de tanta riqueza y don. ¡Damos gracias a Dios
por su amor y presencia en ellos! A penas se supo de mi traslado, el padre Luis nos compartió: “Tres
obispos nos dejaron sus lemas que resumo en Cruz, sacerdocio-servicio y Amor. La Cruz es la de Jesús,
mirarlo y esperar en El será nuestra única esperanza para caminar en comunión. Desde la Cruz nace un
nuevo Pueblo y el sacerdocio siempre al servicio del mismo pueblo y el único modo de hacerlo es a ejemplo
de del mismo Jesús que desde la Cruz nos enseña que el amor hasta el extremo es la expresión más plena y
acabada de madurez cristiana y de santificación. Hoy, Mons. Ricardo, de “Dios y de todo el pueblo” buen
pastor firme en Dios, enraizado en él y firme en los hombres, pastor de las dos orillas, desea entregar su vida
para la Gloria de Dios y para el sacerdocio bautismal de los hermanos.
Los gestos y las palabras que vivimos en este día y en esta liturgia nos ayudan a tener una profunda
experiencia del misterio de la Iglesia, en la cual el mismo Cristo, como he compartido ya, por medio de sus
ministros, prolonga su presencia salvadora enseñando, santificando y gobernando al Pueblo santo de Dios.
Hoy se actualiza la Escritura que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha
ungido” (Is 61,1; cf. Lc 4,18). En efecto, desde Cristo Cabeza y Esposo de la Iglesia, la unción de su
humanidad se prolonga en forma sacramental sobre el padre Ricardo para insertarlo en la sucesión
apostólica y constituirlo pastor y sumo sacerdote de esta Iglesia particular.
Tenemos la gracia hoy de contemplar cómo a través de diversos pastores, un mismo y único “gran
Pastor de las ovejas” (Heb 13, 20) es el que sigue gobernando a la Iglesia.

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Rezamos en la plegaria: “Que sea un buen pastor de tu santa grey”, y el texto del Evangelio que
hemos proclamado hoy nos recuerda el oficio de Amor, el diálogo de Jesús con Pedro, es actualizado con el
padre Ricardo:

¿Me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis
corderos.
Volvió a decirle la segunda vez: ¿me amas? Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis
ovejas.
Le dijo la tercera vez: ¿me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús
le dijo: Apacienta mis ovejas.

Queridos hermanos y amigos de Cruz del Eje, estoy seguro que reciben y acogen con alegría y
gratitud a este hermano nuestro que nosotros obispos con la imposición de nuestras manos asociamos al
colegio episcopal. Rindan a él el honor que se debe a los ministros de Cristo y a quienes dispensan los
misterios de Dios, a quien le es confiado el testimonio del Evangelio y el ministerio del Espíritu para la
santificación. Acuérdense de las palabras de Jesucristo a los apóstoles: 'Quién le escucha a ustedes, me
escucha a mí, quién les desprecia a ustedes me desprecia a mí, y quien me desprecia a mí desprecia a aquel
que me ha enviado'.

Querido Ricardo, querido hermano, elegido por el Señor, has sido elegido entre los hombres y para
los hombres...” de Dios y para todo el pueblo”, has sido elegido, para conducir, que se transforma en
servicio, el gobierno es servicio, has sido elegido para
anunciar la Palabra en toda ocasión, oportuna y a veces no oportuna para advertir y corregir, para animar y
consolar, para exhortar con toda magnanimidad y doctrina. Estamos seguros que harás realidad en tu vida y
entrega lo que nos compartiera el entonces Cardenal Bergoglio: “El obispo está en medio de la grey como el
que sirve (cf. Lc. 22, 27). Unas veces va delante abriendo camino y guiando al rebaño; otras, camina entre las
ovejas escuchando, promoviendo la concordia y tendiendo puentes de paz; otras veces va detrás de las
ovejas, animando a las cansadas, curando a las enfermas y vendando a las heridas. El pastor es inseparable
del rebaño, cuya suerte comparte…”.
Encomendamos tu nuevo ministerio a los Patronos de la Diócesis, a Nuestra Señora del Carmen, la
gran Servidora, la llena de Gracia, la Madre tierna y buena que acompaña y está siempre y nos recuerda
hacer lo que Jesús dice, a San José, hombre justo y de la escucha, hombre fiel y del servicio oculto.
Y a San José Gabriel del Rosario Brochero, Patrono del Clero argentino, pastor de estas tierras, con
verdadero olor a oveja y” esclarecido por su celo misionero, su predicación evangélica y su vida pobre y
entregada”, sin duda modelo y faro para tu servicio episcopal.

07 de octubre de 2017

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