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Caminar a la luz del amor
850 sei
» debe hacerse con cautela, por
des» de caracter solo a Ce vrs tcido socal (colectt
ra no reducit la persone tv de Caifas (xconviene que
se llegaria AGA cfr In 18, 14) 0 el apdlogo de Me-
Te POF ee cacrificar Ia parte més humilde del
Ja neces les, que aplicaba al cuerpo social)®. En tal
cuerpo en favor ae Le Tans "ae un viviente o incluso de un cadaver
sentido, el trasplantt "7, en base del principio de totalidad, como si el
no puede ser justi: sicién del todo social, al cual estuviese sometido
Sina Ree se examina mejor a Ja luz del principio de solida-
5 ea ae dad Ni siquiera la unidad conyugal de los esposos 0 la de
aad wreden ser Ambitos de aplicaci6n del principio de totalidad,
En el curso de los debates sobre Ja contracepcion, por distintas partes se
invocé el principio de totalidad para enmarcar la valoracién moral del acto
contraceptivo singular en la totalidad de los actos conyugales de la vida de
Jos cényuges. Pero el mismo Pablo VI en la enciclica Humanae vitae rechaz6
Ja legitimidad de esta aplicacién™: la moralidad de cada acto singular no
puede ser absorbida en una valoraci6n global y complexiva del obrar, aun-
que ciertamente se deba tener en cuenta tal contexto para juzgar tanto la
gravedad de la eventual culpa como su significado en la historia personal.
«totalida
ejemplo, pal
vismo). Asf
muera un solo homb:
nenio Agripa (sobre
c) La cooperacién al mal
Se trata de valorar situaciones en las cuales la accién del individuo es
una contribucién parcial (tal vez necesaria) a la realizacién de acciones
moralmente malas llevadas a cabo por otros o bien en el conjunto de un
obrar moralmente negativo en alguna dimension social o incluso sancio-
nado juridicamente. La cuestién es, al mismo tiempo, muy dificil de re-
solver, pero cada vez més acuciante en una sociedad compleja y globali-
zada, en la que se multiplican las formas de obrar colectivo y es arduo
Hegar a las responsabilidades individuales%,
Pe lee Unidos: rompers un enriquecimiento de la vida Perse:
EalGieees cea ee que se ate de una auténtica participacion
niall obama eae alor persona de la responsabilidad de cada'uno.
punto de vista ético, no se podra nunca legitimar
put
5 ects
*-% Cfr. Trro Livio, Ab Up il . ‘
U, Zanichell, Bologna fost seendie. liber Il, 32 (traduzione italiana: Storia di Roma, vol.
Beis ce beret Humanae vitae, n.14, = m
bb «La cooperacién en accic 0 h
Wen Rilo. cciones moralmente m: i
Madrid 1996, seg asus (€d.), Comentario interdisciplinar a le Ses ere
°° Al respecto: K. Wi ee
tcipaciény, 305-350. ve Persona y accion,
cit., cap. VII: «Intersubjetividad por par-
SS ReLa conciencia moral del cristiano y su formacién en la Iglesia 851
la deci
on de declinar las propias responsabilidades, aduciendo como
razones la preeminencia de la responsabilidad de otros, 0 bien la confi-
guraci6n juridica del obrar mediante una ley civil.
La distincién fundamental y decisiva es la que existe entre la coopera-
cin formal y material. San Alfonso definia la cooperacién formal sobre
Ja base del concurso en la mala voluntad del otro: esto se verifica cuando
quien coopera comparte la intenci6n éticamente negativa del agente
principal’’. Esta cooperacién es siempre moralmente negativa. La coope-
racion material, en cambio, es una colaboracién en la que se coopera
solo extrinsecamente a la accién, sin compartir su mala intencién. Con
justicia Priimmer se siente en la necesidad de precisar ulteriormente que
el concurso a la mala voluntad puede realizarse no solo «ex fine operan-
tis» (por compartir explicitamente la mala intencién del agente princi-
pal), sino también