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HORA SANTA 9 de Junio 2022

Solemnidad Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

INICIO
Sacerdote saluda, se dirige brevemente a la Comunidad, pone el viril en la
Custodia, ora y luego toma asiento.

(Monitor) Señor Jesús, bendito y alabado seas en el Santísimo


Sacramento del altar. Celebrando la festividad de Jesucristo Sumo y Eterno
Sacerdote, nos postramos ante ti, para agradecer Tu entrega y sacrificio
por cada uno de nosotros y en ese sacerdocio único, por todos aquellos
sacerdotes que configurados a Ti, son tu corazón, mente y brazos que
iluminan nuestro caminar día tras día. Hoy nos unimos en un solo corazón y
en acción de gracias por ellos, desde el Santo Padre Francisco hasta el
misionero más distante geográficamente pero unido con su sacerdocio
santo a tu Cuerpo Místico. Te damos un especial agradecimiento por
nuestro Guía y Pastor, quien a lo largo de los años nos ha mostrado con su
vida y acciones Tu rostro de misericordia, bondad y sabíduría. Prótégelo y
llénalo de tu Santo Espíritu.
Iniciemos esta Hora Santa invocando la Presencia del Santo Espíritu de
Dios.

AUDIO: Canto al Espíritu Santo


Instrumental, antífona sacerdotal

I.- (Monitor2) “Oh Jesús que has instituído el sacerdocio para continuar en
la tierra la obra divina de salvar a las almas, protege a tus sacerdotes en el
refugio de tu Sagrado Corazón. Guarda sin mancha sus Manos
Consagradas, que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo, y conserva puros
sus labios teñidos con tu Preciosa Sangre. Haz que se preserven puros
sus Corazones, marcados con el sello sublime del Sacerdocio, y no
permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de
tus apóstoles, y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro. Bendice Sus
trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación
de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna
en el Cielo.” S. Teresita
(Monitor) Acto de Adoración a Dios Padre por el Don del Sacerdocio

Repitamos hermanos después de cada invocación:


R./ “Te alabamos y bendecimos Señor”

-Padre Santo, por el don de la vida y de la fe que nos has concedido.


R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Por tu infinito amor al enviarnos a tu Hijo Jesucristo, que se hizo


hombre, murió y resucitó para salvamos.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Porque por medio de EL instituíste la Santa Eucaristía


y el Sagrado Mandamiento del Amor.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Por entregamos en tu Hijo, Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote,


el Sagrado Orden del Sacerdocio.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Porque enviaste a tu Hijo y sigues enviando a tus sacerdotes para que


den fruto en abundancia.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Por ofrecer el Don del Sacerdocio a los hombres, para que sea ofrecido al
pueblo de Dios.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Porque has llamado a los que tú has querido para que sean
sacerdotes y los has convertido en «Otros Cristos».
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Porque el sacerdote prolonga tu obra de salvación con la predicación del


Evangelio, con la celebración de los sacramentos y con sus actitudes de
bondad y servicio.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Por consagrar a tus sacerdotes con la fuerza de tu poder para apacentar


y guiar a tu pueblo fiel.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor
-Porque ayudas y sostienes al sacerdote en su conversión diaria, para que
pueda servir mejor a sus hermanos.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

-Porque impulsas a los sacerdotes a vivir el amor, para que se vayan


configurando con Cristo Buen Pastor.
R./ Te alabamos y bendecimos Señor

1 Padre Nuestro , 1 Ave María y Gloria

AUDIO: CANTO ADORACIÓN


Instrumental Antifona sacerdotal

II.- (Monitor3) El jueves siguiente a la celebración de la Solemnidad de


Pentecostés se celebra la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno
Sacerdote. Esta festividad, de origen español obtuvo la aprobación de la
Santa Sede en 1971 y fue incluída en el Calendario Litúrgico en 1974.
En muchos lugares, se celebraen este día también, la Jornada de
santificación de los sacerdotes.

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

En el Antiguo Testamento, vemos como el pueblo hebreo tenía un


sacerdocio válido, elegido por Dios, para ofrecer sacrificios a Él por los
pecados de los hombres, y los pecados de los mismos sacerdotes. Pero en
el Nuevo testamento, vemos como Dios establece un Sacerdocio único, que
supera el sacerdocio de la Antigua Alianza. Jesús fue elegido por Dios
Padre, para ser el único y sumo sacerdote que ofrecerá, una sola vez, el
sacrificio perfecto por la salvación de todos los hombres, en ofrenda total y
como respuesta amorosa al amor del Padre.
En el sacrificio único de Jesús en la cruz, realizado por amor a los
hombres, encuentra plenitud todo intento humano por conseguir el perdón
de los pecados, porque es el sacrificio eficaz, puro y santo, agradable a
Dios, por ello celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Nuestro Señor Jesucristo es el sacerdote de la Nueva Alianza que nos
ha reconciliado con Dios y nos ha llamado a formar parte de su Iglesia,
haciéndonos hijos del Padre.

Pueblo sacerdotal

En la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, también


recordamos que por el Bautismo somos incorporados al Cuerpo de Cristo y
con Él constituimos un pueblo sacerdotal, profético y real, tal cual lo indica
Pedro en su segunda carta: "Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un
sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las
maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz." (1 Pedro
2,9)
Cuando Jesús instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y
resurrección, instituyó también el Orden Sacerdotal para poder celebrar la
Eucaristía en memoria suya. Por la imposición de las manos los sacerdotes
presbíteros y obispos reciben ese ministerio como una especial
participación en el sacerdocio único de Cristo, que los hace presidir a la
asamblea litúrgica “ In Persona Christi, en la persona de Cristo”. El pueblo
sacerdotal, presidido por el sacerdote, ministro en el nombre de Cristo,
ofrece al Padre el sacrificio único de Jesús en la cruz. Sigue siendo Jesús el
que celebra y nosotros con Él.

La celebración de la fiesta de Jesucristo, Sumo Sacerdote y Rey, debe


ser contemplada como un día intensamente sacerdotal. Un día para amar y
adorar el sacerdocio de Jesucristo, que a su vez está aunado al sacerdocio
de todos sus ministros. Es un día para agradecer a Jesús el habernos
regalado este precioso don, con el que diariamente, en cada Iglesia del
mundo, los sacerdotes hacen presente, mediante la consagración de las
dos especies, a Jesucristo, el Hijo de Dios altísimo.

Elevemos nuestra oración el día de hoy , por la santidad de todos los


Sacerdotes, y con mucha fe pidamos al dueño de la Mies envíe muchos,
buenos y santos sacerdotes.

AUDIO: Canto a Jesús Sumo y Eterno Sacerdote


Instrumental Antifona sacerdotal

III.- (Monitor 2) Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc 22,14-
20)

Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los Apóstoles; y les dijo: «Con
ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento
en el Reino de Dios». Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo:
«Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de
este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino
de Dios». Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio
diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en
recuerdo mío». De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo:
«Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por
vosotros».

Instrumental Antifona Tú eres Sacerdote Eterno

(Monitor)
«Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer»
Hoy, la liturgia nos invita a adentrarnos en el maravilloso corazón sacerdotal
de Cristo. Hoy admiramos su corazón de pastor y salvador, que se deshace
por su rebaño, al que no abandonará nunca. Un corazón que manifiesta
“ansia” por los suyos, por nosotros: «Con ansia he deseado comer esta
Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15).

Este corazón de sacerdote y pastor manifiesta sus sentimientos,


especialmente, en la institución de la Eucaristía, en la Última Cena. San
Juan sintetiza con una frase los sentimientos que dominaban el alma de
Jesús en aquel entrañable momento: "… sabiendo Jesús que había llegado
su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo."

¡Hasta el fin!, ¡hasta el extremo!... Él desea darlo todo para permanecer


siempre al lado de todos. Su amor no se limita a los Apóstoles , sino que
piensa en todos los hombres. La Eucaristía será el instrumento que
permitirá a Jesús consolarnos “en todo lugar y en todo momento”. Jesús
Eucaristía es nuestro primer consolador.

El cumplimiento de la voluntad del Padre obliga a Jesús a separarse de los


suyos, pero su amor que le impulsaba a permanecer con ellos, le mueve a
instituir la Eucaristía, en la cual se queda realmente presente. «Considerad
—escribe san Josemaría— la experiencia tan humana de la despedida de
dos seres que se quieren (...). Su afán sería continuar sin separarse, y no
pueden (...). Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo,
perfecto Dios y perfecto Hombre, (...) se queda Él mismo. Irá al Padre, pero
permanecerá con los hombres». Repitamos con el salmista: «¡Cuántas
maravillas has hecho, Dios mío!» (Sal 40,6).
Comentario: Rev. D. Albert Llanes i Vives (Núria-Queralbs, Girona, España)

AUDIO: Canto a Jesús Eucarístico


Instrumental Antifona sacerdotal

IV.- (Monitor2) Hermanos, en esta Hora Santa Sacerdotal pidamos de


una manera muy especial por la santificación de nuestros sacerdotes.
Respondamos a cada invocación: R./ “Padre, santifica a tus sacerdotes.”

-Para que fijos en el corazón de Jesús, no dejen de reconocerlo como


el único Salvador de su vida.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor3) -Para que no olviden el momento en sus vidas en que se


encontraron con el Rostro de Cristo, aquel día, en que su amor hirió de
tal manera su corazón, que no pudieron menos que pedir permanecer
incesantemente en su presencia.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor2)-Para que durante su ministerio sacerdotal siempre


recuerden la prioridad de la oración con respecto a la acción, en
cuanto que de ella depende la eficacia del obrar.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor3) -Para que no se cansen de acudir a tu Infinita Misericordia,


se dejen mirar y curar sus llagas dolorosas ocasionadas por el
pecado.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor2)-Para que no olviden que son presbíteros por el sacramento


del Orden, el acto más elevado de la Misericordia de Dios y a la vez de
su predilección.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor3) -Para que tengan muy presente que son ministros que
actúan en persona de Cristo.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor2)-Para que el don del celibato sacerdotal sea acogido y vivido


con radicalidad y en plena configuración con Cristo.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor3) -Para que permanezcan fieles a la celebración diaria de la


santísima Eucaristía, no sólo para cumplir un compromiso pastoral
sino por la absoluta necesidad personal y como la única razón
adecuada a una existencia presbiteral plena.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.
(Monitor2)-Para que puedan ver que el pueblo que les ha sido
encomendado es el camino imprescindible para su santidad.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor3) -Para que María santísima los lleve de nuevo, como hizo
con san Juan bajo la cruz de su Hijo, a contemplar con ella el Amor
infinito de Dios.
R./ Padre, santifica a tus sacerdotes.

(Monitor2)1 padre Nuestro , 1 Ave María 1 Gloria

AUDIO: CANTO
Instrumental Antifona sacerdotal

V.- (Monitor) La figura de San Juan María Vianney, profundamente


asociada a la vida sacerdotal, sirve de hilo conductor en un mensaje que
diera el Papa Benedicto XVI por la convocaaión de un año sacerdotal . Por
la belleza del texto y por lo que él expresa sobre la gracia del sacerdocio
meditemos a continuación con un pequeño extracto del mensaje.

“El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el


Santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión nos da pie para reconocer
con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no
sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma. (…)

El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un
inmenso don para su gente: “Un buen pastor, un pastor según el Corazón de
Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una
parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”.

Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la


grandeza del don y de la tarea confiados a una criatura humana: “¡Oh, qué
grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece:
pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se
encierra en una pequeña hostia…” Explicando a sus fieles la importancia de
los sacramentos decía: “Si desapareciese el sacramento del Orden, no
tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote.
¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la
nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la
preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre
de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a
morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la
paz? También el sacerdote… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él
mismo sólo lo entenderá en el cielo”. Estas afirmaciones, nacidas del
corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin
embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del
sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la
responsabilidad: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote
sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la
muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote
continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una
casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote
tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el
administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una
parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote
no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros”

Llegó a Ars, una pequeña aldea de 230 habitantes, advertido por el Obispo
sobre la precaria situación religiosa: “No hay mucho amor de Dios en esa
parroquia; usted lo pondrá”. Bien sabía él que tendría que encarnar la
presencia de Cristo dando testimonio de la ternura de la salvación: “Dios mío,
concédeme la conversión de mi parroquia; acepto sufrir todo lo que quieras
durante toda mi vida”. Con esta oración comenzó su misión

El Cura de Ars consiguió en su tiempo cambiar el corazón y la vida de


muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor
misericordioso del Señor. Con la Palabra y con los Sacramentos de Jesús,
Juan María Vianney edificaba a su pueblo. (…)

Supo vivir los “consejos evangélicos” de acuerdo a su condición de


presbítero. En efecto, su pobreza no fue la de un religioso o un monje, sino la
que se pide a un sacerdote: a pesar de manejar mucho dinero (ya que los
peregrinos más pudientes se interesaban por sus obras de caridad), era
consciente de que todo era para su iglesia, sus pobres, sus huérfanos, sus
niñas del orfanato”, sus familias más necesitadas. Por eso “era rico para dar
a los otros y era muy pobre para sí mismo. Y explicaba: “Mi secreto es
simple: dar todo y no conservar nada” Cuando se encontraba con las manos
vacías, decía contento a los pobres que le pedían: “Hoy soy pobre como
vosotros, soy uno de vosotros”.

También su castidad era la que se pide a un sacerdote para su


ministerio. Se puede decir que era la castidad que conviene a quien debe
tocar habitualmente con sus manos la Eucaristía y contemplarla con todo su
corazón.También la obediencia de san Juan María Vianney quedó plasmada
totalmente en la entrega abnegada a las exigencias cotidianas de su
ministerio. Se sabe cuánto le atormentaba no sentirse idóneo para el
ministerio parroquial y su deseo de retirarse “a llorar su pobre vida, en
soledad”. Sólo la obediencia y la pasión por las almas conseguían
convencerlo para seguir en su puesto

Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús


crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a
Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio
de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como
siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su
actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: “En el
mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16,
33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el
futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo
Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo
de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz.
CARTA DEL S.P. BENEDICTO XVI PARA LA CONVOCACIÓN DE UN AÑO SACERDOTAL CON OCASIÓN DEL 150
ANIVERSARIO DEL DIES NATALIS DEL SANTO CURA DE ARS

VI.- AUDIO: CANTO


Instrumental Antifona sacerdotal

(Monitor2)“Oh glorioso patriarca San José, padre tutelar de Nuestro Señor


Jesucristo, en este día te deseamos pedir por todos los sacerdotes. Ellos al
igual que tú fueron tomados de entre los hombres para servir a Dios.
Ayúdalos a imitar tu gran fe, tu castidad perfecta, tu entrega total al servicio
de Dios, tu humildad, tu trabajo constante, tu pobreza, tu obediencia, todas
tus virtudes y tu SI heroico. Acompáñalos cuando se sientan solos y
ayúdalos cuando sean tentados. Asístelos en todas las situaciones difíciles
de sus vidas y defiéndelos de los que quieren perjudicarlos, así como
defendiste a nuestro Señor Jesucristo.” Amén

(Monitor3) Por medio de Jesucristo, nuestro sumo Sacerdote y mediador


entre Dios y los hombres, elevemos nuestras peticiones al Padre, que dirige
todas las cosas según su voluntad:
Rptas.

A nuestro Santo Padre, el Papa Francisco:


(Todos) – Envuélvelo en tu gracia, Señor.
A los Cardenales y Delegados:
(Todos) – Envíales tu luz, Señor

A los Arzobispos y Obispos:


(Todos) –Concédeles tus dones, Señor

A los Sacerdotes párrocos:


(Todos) –Concédeles ejercer su ministerio con amor y humildad, Señor

A los Sacerdotes vicarios. :


(Todos) –Guíalos, Señor

A los Sacerdotes misioneros:


(Todos) –Haz que te vean y sirvan en sus hermanos, Señor

A los Sacerdotes predicadores:


(Todos) –Haz que anuncien tu Palabra con fidelidad, Señor.

A los Sacerdotes confesores y directores de almas:


(Todos) – Hazlos instrumentos dóciles de tu Espíritu, Señor.

A los Sacerdotes religiosos:


(Todos) – Haz que lleguen a la perfección de su estado, Señor.

A los Sacerdotes, formadores en los seminarios:


(Todos) – Haz que sean educadores de santidad sacerdotal, Señor

A los Sacerdotes en peligro:


(Todos) – Líbralos, Señor

A los Sacerdotes tentados:


(Todos) – Confórtalos, Señor

A los Sacerdotes en pecado:


(Todos) – Vuélvelos al seno de tu misericordia, Señor

A los Sacerdotes celosos:


(Todos) – Ayúdalos, Señor

A los Sacerdotes pobres:


(Todos) – Socórrelos, Señor

A los Sacerdotes débiles:


(Todos) – Fortalécelos, Señor

A los Sacerdotes que sienten el peso de su soledad:


(Todos) – Déjalos en el Corazón de tu Madre, Señor

A los Sacerdotes atados a las cosas de la tierra:


(Todos) –Rómpeles sus cadenas, Señor

A los Sacerdotes alejados de la Iglesia:


(Todos) –Atráelos, Señor

A los Sacerdotes confundidos:


(Todos) –Muéstrales tu camino, Señor

Alos sacerdotes que viven en tibieza:


(Todos) –Inflámalos, Señor

A los Sacerdotes sin fe ni piedad


(Todos) –Compadécelos, Señor

A los Sacerdotes disidentes:


(Todos) –Vuélvelos al seno de la Iglesia, Señor

A los Sacerdotes presos, calumniados o que sufren persecución:


(Todos) – Defiende su causa, Señor

A los Sacerdotes enfermos:


(Todos) – Enséñales el valor del sufrimiento, Señor

A los Sacerdotes ancianos:


(Todos) –Cuídalos y sostenlos, Señor

A los Sacerdotes jóvenes:


(Todos) – Presérvalos y acompáñalos, Señor.

A los Seminaristas y aspirantes al Sacerdocio:


(Todos) – Dales la perseverancia en su vocación, Señor.

A todos los Sacerdotes:


(Todos) –Transfórmalos en Ti, Señor.

Y que el Espíritu Santo los posea:


(Todos) –Y que por ellos se renueve la faz de la tierra.

Que los Sacerdotes difuntos:


(Todos)–Descansen en paz, Señor

De toda la Iglesia militante y purgante:


(Todos) – Apiádate, Señor

Padre Eterno, te ofrecemos en favor de los sacerdotes y por las manos


purísimas de María Santísima, la Sangre preciosa de Jesús que purifica,
redime y salva. Dígnate escuchar las súplicas que hacemos por este grupo
escogido que tanto amamos y respetamos. Te lo pedimos por María
Inmaculada, auxilio, consuelo, espejo y guía de los sacerdotes.
¡Haz santos a tus sacerdotes!
R/. Amén.

AUDIO: Canto a MARIA


PADRE TERMINA HACE LAS ULTIMAS ORACIONES DE
ADORACIÓN Y ACCION DE GRACIAS

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