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DOGMA?

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9 i
11
JOSEF FINKENZELLER

¿Fe sin dogma?


Dogma, desarrollo de los dog-
mas y magisterio eclesiástico

EDITORIAL VERBO DIVINO


ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
1973
CONTENIDO

Presentación 9
1. La interpretación tradicional del dogma y del
desarrollo de los dogmas en la problemática
de la teología actual 11
2. La configuración lingüística y la localización
Tradujo: Julián Aguirre. Título original: Glaube ohne Dog- histórica del dogma 43
ma? © Patmos Verlag 1972 — © Editorial Verbo Divino 3. Las limitaciones del dogma y sus consecuencias
1973. Censor: Antonio Roweda. Imprímase: P. M." Zabalza,
provicario general, 13 de junio de 1973. Es propiedad. Printed para la teología 81
in Spain. Talleres gráficos Editorial Verbo Divino, Estella.
Depósito Legal: NA. 963-1973 4. El pluralismo en la teología, la unidad de la
ISBN 84-7151-144-4 fe y el magisterio eclesiástico 107

7
PRESENTACIÓN

A partir del Concilio Vaticano II, la teología


católica ha experimentado un impulso que está re-
sultando inquietante para determinados ambientes y
sectores de la opinión.
¿Cuáles son los límites en los que debe mante-
nerse la predicación de la Iglesia?, ¿no habrán irrum-
pido ya los últimos crepúsculos del confusionismo?,
¿quedan aún diferencias entre las diversas confesio-
nes cristianas?...

Estas y semejantes preguntas se plantean hoy día


tanto los sacerdotes como los seglares.
Tero nadie podrá afirmar en serio que las cues-
tiones teológicas se resuelven evitando a todo trance
su discusión.

9
Este libro es el resultado de muchas discusiones
y congresos académicos, así como ie diversos cursos
de formación teológica superior.

Mi gratitud más obligada a la editorial por su


publicación.
I
El autor
LA INTERPRETACIÓN TRADICIONAL DEL
DOGMA Y DEL DESARROLLO DE LOS DOGMAS
EN LA PROBLEMÁTICA DE LA TEOLOGÍA
ACTUAL

El derecho de la teología católica a fijar deter-


minadas afirmaciones de la revelación dogmática-
mente por medio del magisterio y la autoridad en sen-
tencias o pronunciamientos de valor vinculante es tan
antiguo como la Iglesia misma. Los concilios ecumé-
nicos y las solemnes declaraciones "ex cathedra" de los
papas en los últimos siglos son claros indicios de lo
que acabamos de decir.
A la vez que el dogma católico se ha ido constitu-
yendo desde la época de la reforma en un muro insu-
perable para distinguir y separar a las diversas confe-
siones, se ha ido eliminando correlativamente en el
ámbito católico la posibilidad y la necesidad de dis-
cutir determinadas decisiones definitivas de la Iglesia.
El magisterio infalible y el dogma se vincularon esen-

11

10
cialmente de tal manera que han venido a convertirse ¿No serán estas objeciones y constataciones un
en dos aspectos de una misma realidad. quitar el fundamento al dogma, que de por sí es una
Hans Küng ha planteado abiertamente esta cuestión expresión doctrinal? Aunque no estemos de acuerdo
en su libro recientemente publicado bajo el título con las mencionadas tesis de Küng, no por eso deja-
¿Infalible?, una pregunta^ un libro que ha suscitado remos de tener en cuenta que, independientemente de
mucha expectación y que ha sido por otra parte muy su publicación, el problema del dogma y de su desa-
discutido.2 rrollo ha de enfocarse hoy día de manera muy distin-
ta a como se enfocaba hace algunas décadas. Porque
Según Küng, la Iglesia tiene garantizada funda-
la teología tiene en la actualidad una problemática
mentalmente una permanencia en la verdad, pero en
muy diferente y unos puntos de vista muy distintos
determinados casos esta permanencia en la verdad no
de los que tenía antes del Concilio Vaticano II.
se ve exenta de errores.3 La infalibilidad en el sen-
tido estricto sólo puede atribuírsele a Dios.' Incluso los
concilios se pueden equivocar, precisamente al reivin-
dicar para sí la máxima autoridad doctrinal.5 Otro
I
tanto se afirma de las declaraciones "ex cathedra"
La interpretación tradicional del dogma
del papa." y del desarrollo de los dogmas8
Lo más importante y decisivo en las afirmaciones
de Küng consiste en la constatación generalizada de
que al magisterio de la Iglesia no le sea posible fijar 1. La interpretación de la
el contenido de la revelación en determinados pro- esencia del dogma
nunciamientos vinculantes, pues éstos pueden ser ver-
daderos o falsos. Incluso las definiciones de fe de la
Iglesia pueden llevar el lastre de lo inseguro, lo du- A pesar de que la Iglesia conozca muy bien desde
doso y lo falible.7 sus principios el contenido de la expresión "dogma",
1 sin embargo este concepto, que en la aaualidad se
H. KÜNG, Unfehlbarf Eine Anfrage. Zürich-Ein-
siedeln-Koln 1970. nos presenta como algo evidente en la terminología
2
Cf., sobre todo, K. RAHNER, Zum Problem Unfehl- 8
barkeit. Antworten auf die Anfrage von H. Küng (Quaestio Cf. J. FINKENZELLER, Das Verstandnis von Dog-
disputata, 54). Freiburg-Basel-'Wien 1971. ma und Dogmenentwicklung in der Theologie nach dem I.
3
H. KÜNG, o. c, 148. * lbid.,Í49. Vatikanischen Konzil, en Hunden Jabre nach dem Ersten
5
Ibid., 169. Vatikanum. Regensburg 1970, 151-180. En las 175-176, se
" lbid., 157-163. ofrece un elenco bibliográfico muy importante sobre la teo-
7
lbid., 138. logía contemporánea.

12 13
específica del ámbito teológico, se formó en el siglo verdadera que se nos ofrece en Cristo (evangelio de
XVIII y se empezó a utilizar oficialmente en la Igle- Juan), la de la libertad de los hijos de Dios (Pablo), la
sia en el siglo XIX. La impronta oficial de la pala- del sacerdocio supremo de Cristo (carta a los hebreos),
etc.
bra "dogma" tiene su origen prevalentemente en
el Concilio Vaticano I. Por tanto, la revelación de Dios y el dogma de
En consonancia con las definiciones de este con- la Iglesia no son idénticos en modo alguno. El dogma
cilio, la teología entiende bajo el concepto de "dog- de la Iglesia es solamente una parte de la revelación,
ma" una verdad directamente revelada por Dios, la una parte que necesitó ser defendida en determinados
cual se nos presenta clara y definitivamente como ob- momentos de la historia por distintos motivos, a fin
jeto de fe divina y eclesiástica mediante el magisterio de que no se la confundiera con los errores de la épo-
de la Iglesia. ca, una parte de la revelación que fue formulada por
la Iglesia con una terminología filosófica bastante
Conforme a esta definición, el dogma se caracte-
precisa y que fue declarada vinculante y obligatoria.
riza esencialmente por dos cosas: la revelación de
Dios y la exposición vinculante de la fe por parte de La teología intenta asegurar, mediante las pruebas
la Iglesia. Es preciso que Dios haya hablado, porque de escritura y de tradición, la conexión existente entre
sólo puede constituirse en objeto del dogma lo que la revelación de Dios y las definiciones dogmáticas
Dios ha revelado. Una verdad puramente filosófica de la Iglesia.
o perteneciente al ámbito de las ciencias naturales nun-
En este punto es necesario eliminar un equívoco
ca puede llegar a ser objeto del dogma. Pero, por
muy frecuente. Al pronunciar hoy día la palabra
otra parte, una verdad revelada por Dios solamente
"prueba", entendemos normalmente una demostra-
puede constituirse en dogma cuando el magisterio
ción en el sentido filosófico o de las ciencias naturales.
eclesiástico la define como tal. Hasta mediados del
Sólo se considera probada una tesis, cuando el que la
siglo XIX, se venía actuando de este modo precisa-
estudia se convence de la rectitud de la argumentación
mente en aquellos momentos en que la revelación
que la precede; y entonces, al verse con toda claridad
se veía atacada.
la corrección del proceso que se ha seguido para lle-
En consecuencia, muchas verdades decisivas de la gar a ella, no nos es posible cerrarnos en banda ante
sagrada escritura no se constituyeron en dogma por- su verdad.
que nadie las negó y por tanto nadie obligó a la
Iglesia a salir en su defensa. Tales verdades son: el En principio, no existe en la teología ninguna prue-
mensaje de la inminencia del reino de Dios (evan- ba en este sentido, porque la fe constituye una res-
gelios sinópticos), la doctrina de la vida auténtica y puesta a la revelación en su conjunto, y además no

14 15
es algo evidente de por sí ni puede hacerse evidente Estos teólogos veían en la aceptación de dos fuen-
mediante la teología. Toda prueba teológica ha de tes de la revelación (la sagrada escritura y la tradición
entenderse en un sentido analógico, es decir, como oral) la diferencia fundamental entre la interpretación
constituida por una parte semejante y otra parte di- católica y la interpretación evangélica de la Iglesia.
ferente.
De hecho, apenas si podía mantenerse la idea de
Por tanto, si yo pretendo dar una prueba de es- que existiera una fuente de la revelación que, in-
critura o de tradición en orden a fundamentar un dependientemente de la escritura, contuviese verdades
dogma, no intento demostrar la definición obligato- reveladas en el sentido constitutivo. Además, y sobre
ria de la Iglesia, en el sentido de que haya de hacerse todo, difícilmente podrían darse con esa doctrina solu-
evidente lo que antes solamente se creía. Más bien una ciones satisfactorias a determinados problemas, un tan-
prueba teológica consiste en el esfuerzo de dar con to delicados, en relación con la historia de los dogmas.
la conexión entre la revelación de Dios (que quedó Solamente se concederá la importancia que merecen
concluida al final de la Iglesia primitiva) y el dog- los datos de la biblia y los hechos de la historia de
ma que ha definido la Iglesia en una época determi- los dogmas, si se tiene en cuenta el inseparable víncu-
nada. lo de unión coexistente entre la sagrada escritura
y la tradición oral, y si en consecuencia se considera
En el trasfondo de estas argumentaciones existía, como es debido que la interpretación de la escritura
y existe aún para muchos teólogos, la creencia de que es un proceso que se ha llevado a cabo mediante la
contamos con dos fuentes de la revelación, que son la tradición oral y la historia de la teología y que se ha
sagrada escritura y la tradición oral. A pesar de que declarado como obligatoria en determinados momen-
ambas fuentes de la revelación están íntimamente vin- tos históricos mediante el magisterio de la Iglesia.
culadas, sin embargo, según la opinión de una buena
parte de teólogos, existen objetos de la revelación que Sería demasiado amplio el detenernos aquí a ex-
sólo se han ido fijando a través de la tradición oral, plicar con todo detalle este problema, y sobre todo
de tal modo que pudiera darse el caso de que fuera exponer la diferencia entre la doctrina de la reforma
suficiente con basarse en ella para fundamentar un acerca de la "sola scriptura" y la interpretación ca-
dogma. tólica acerca de la suficiencia de la escritura."
El concepto de dogma, que se desarrolló en la
De muchos es conocido que esa opinión fue defen-
teología a partir del Concilio Vaticano I, en plan
dida ya al principio del Concilio Vaticano II por un
apologético contra un falso evolucionismo teológico,
número considerable de teólogos, si bien el texto de-
finitivo del concilio no debe entenderse en este sentido. • Sobre este tema, cf. J. FINKENZELLER, o. c, 164s.
16 17
pone especial énfasis en la inmutabilidad de lo que porque se opone, según ellos, a las definiciones obli-
la Iglesia ha definido como dogma. El "divinum de- gatorias y a su formulación externa.
positum" que se ha encomendado a la novia, es decir, En realidad, no se puede excluir sin más, sólo por
a la Iglesia, ha de conservarse fielmente, y ha de mantenerse en la línea del Vaticano I, el pensamiento
mantenerse también a todo trance el sentido que qui- de que pudiera darse un desarrollo de los dogmas, a
so dar la Iglesia a los dogmas en sus correspondientes pesar de que nunca haya de perderse de vista que el
definiciones.10 No se puede consentir que el progreso contenido del dogma en sí ha de permanecer siempre
de las ciencias reflejen sobre ellos un sentido distinto idéntico a sí mismo. Efectivamente, el Concilio Vati-
del que la Iglesia entendió y quiso proporcionarles." cano I habla de que la razón iluminada por la fe es
Cierto que no ha de entenderse la insistencia del capaz de conseguir "mysteriorum intelligentia fructuo-
Concilio Vaticano I acerca de la fiel conservación del sissima" (un entendimiento muy fructífero de los mis-
dogma definido como si quisiera mantenerse la Igle- terios).13 Con ello nos planteamos otra cuestión que
sia en un dogmatismo rígido, pues con esa exigencia es la interpretación tradicional del desarrollo de los
no pretende el concilio la conservación formal del mo- dogmas.
do como fueron expresados los dogmas en su formu-
lación externa en cuanto tal, sino que lo que en el
fondo interesa es, por encima de las expresiones equí- 2. La interpretación del
vocamente interpretables, la conservación del senti- desarrollo de los dogmas
do correcto y de la interpretación genuína del "de-
positum fidei", es decir, la conservación de la revela-
ción en sí misma.12 El hecho de que ya en el Concilio Se entiende por desarrollo de los dogmas el pro-
Vaticano I se entendiese todo esto en un sentido muy ceso evolutivo que ha ido experimentando la reve-
distinto, como aún hoy día sigue ocurriendo, es una lación a lo largo de la historia. Este desarrollo de los
cuestión aparte. dogmas empezó a considerarse a partir del Concilio
Recordemos simplemente que no pocos teólogos Vaticano I bajo una perspectiva teológica cada vez
expresan sus reservas ante la exigencia de una reinter- más amplia, pero sin circunscribirse exclusivamente
pretación de los dogmas, llegando incluso a rechazarla a su aspecto intelectual; pues, si se hubiera restringido
dentro de esa perspectiva, la revelación iría evolu-
10
n
DS 3020. cionando constantemente por los caminos de la ló-
DS 3043
" Cí. K. L E H M A N N , Vort der Beweislast "unfehlbarer gica.
Satze", en Zum Problem Unfehlbarkeit, 363.
13
DS 3016.
18
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Lo que hasta un determinado momento se creía
sólo de una manera implícita, se convirtió entonces Así el monje galo Vicente de Lerins (f antes del
en objeto de la fe. El contenido de la revelación per- año 450) compara el desarrollo de la revelación con
manece siempre idéntico a sí mismo, pero el cono- la semilla de una planta, que va evolucionando cons-
cimiento de lo que se cree va desarrollándose confor- tantemente hasta dar flores y frutos. Cosa parecida
me a la evolución de la historia de los dogmas. ocurre con el cuerpo humano: el cuerpo de un niño
y el de un hombre adulto son lo mismo; existe, sin
De hecho, la historia de la teología nos pone de
embargo, entre ellos un proceso de crecimiento y ma-
manifiesto claramente que muchas verdades y muchas
duración. No obstante, todos los miembros y todos
tesis teológicas, que posteriormente se convirtieron
los órganos que tiene el anciano están ya presentes en
en objetos explícitos de la fe, no existían en la época
el niño.
de los santos padres ni en la conciencia de la fe de la
Iglesia, sino que salieron a relucir mediante los inten- Igualmente el desarrollo de los dogmas no es otra
sos esfuerzos especulativos de la teología escolástica. cosa, conforme a la interpretación de la teología neo-
Por lo mismo, los representantes neoescolásticos escolástica, sino un proceso lógico de explicitación
de este esquema lógico del modo de interpretar el de lo que estaba latente en la revelación. La escolástica
desarrollo de los dogmas afirman que es posible fun- explica la identidad y el crecimiento de la fe, sirvién-
damentar la riqueza virtual e implícita de las verda- dose del concepto aristotélico de la ciencia e imitando
des de fe, que se conocían desde antiguo expresa- el método filosófico deductivo consistente en la ad-
mente, sirviéndose de un análisis lógico discursivo, quisición de nuevos conocimientos. En la filosofía se
mediante el cual podrían deducirse nuevas formulacio- adquieren conocimientos nuevos, conclusiones que se
nes dogmáticas para los nuevos tiempos. Consideran deducen de los "prima principia per se nota" (los
por tanto las recientes definiciones dogmáticas como principios fundamentales evidentes de por sí). Del
el equivalente lógico de las verdades reveladas en el mismo modo se da en la teología un desarrollo de
cristianismo primitivo, las cuales no habían sido hasta lo que se contiene en las "prima credibilia" (las ver-
entonces elaboradas a fondo. dades centrales y los artículos fundamentales de la fe),
consiguiéndose nuevos conocimientos explícitos me-
Esta interpretación parcial del desarrollo de los diante un proceso lógico de conclusiones.
dogmas, en el sentido de un progreso que parte de la
"fides implícita" para llegar a la "fides explícita", Esta interpretación de la teología escolástica acerca
se va ilustrando a base de imágenes y analogías que del desarrollo de los dogmas, según acabamos de ex-
estaban ya latentes en la tradición, pero que adquieren poner brevemente, atribuye al magisterio eclesiástico,
ahora una importancia extraordinaria. no solamente la potestad de ir señalizando el camino
del desarrollo de los dogmas, sino que además y sobre
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21
todo le asigna la tarea de mantener el ritmo de este desarrollo técnico se identifica con el progreso, así la
desarrollo y de impulsarlo constantemente. Esta idea teología abarca cada vez más profundamente a la
se manifiesta especialmente clara y palpable en el revelación, impulsándola a un desarrollo extensivo
movimiento maríano y en las obras mariológicas de de los dogmas a medida que se van descubriendo en
los últimos cien años. Determinados círculos eclesiás- ella cada vez más verdades de fe susceptibles de una
ticos se creían en el deber de impulsar constantemente mejor explicación en el plano especulativo.
al magisterio supremo de la Iglesia a que se pronun-
No pretendo afirmar que esta interpretación del
ciase en declarar definiciones dogmáticas encaminadas
dogma y del desarrollo de los dogmas haya sido de-
a desarrollar de manera definitiva el misterio de María,
fendida a partir del Concilio Vaticano I por parte de
implícito en la escritura, a fin de que resultase fruc-
todos los teólogos, pero lo que sí es realmente indis-
tífero en orden al fomento de la fe y de la vida reli-
cutible es que esta interpretación constituye una im-
giosa.
pronta decisiva para determinados puntos de vista ca-
Evidente prueba de ello son las innumerables pe- racterísticos de la teología de los últimos cien años.
ticiones que se hicieron para que en 1950 se declarase Y además, tampoco cabe la menor duda de que esta
como dogma de fe la asunción corporal de María al interpretación del desarrollo de los dogmas comporta
cielo, así como las insinuaciones propuestas para que en sí misma una serie de problemas a cuál más com-
se definiese formalmente la doctrina de María como plicados, que tienen su origen en la exégesis moderna
mediadora de todas las gracias y la doctrina de la par- y en la teología histórica, problemas que a continuación
ticipación de María en la obra salvadora de Cristo, trataremos de exponer brevemente.
insinuaciones y propuestas que se extendieron hasta
los documentos y esquemas discutidos en el Vati-
cano II.

A esta interpretación tradicional del desarrollo


de los dogmas siguió el pensamiento de que tal de-
sarrollo consistió en un mero progreso de los mismos,
precisamente en una época en la que la evolución
y el progreso técnico son y se han constituido en rea-
lidades indiscutibles.
Al igual que la evolución va avanzando desde lo
primitivo a lo perfecto, y del mismo modo que el

22 23
II
Objeciones y dificultades que el sustantivo "dogma" y el calificativo "dogmá-
contra la interpretación tradicional tico" tengan cierto sabor a obcecación irreconciliable,
del dogma y del desarrollo de los dogmas1' en determinadas cuestiones en las que se recima
autoritativamente la opinión del contrario. En este
tema haremos caso omiso del lastre ideológico que
1. La desconexión entre el hombre comporta la palabra "dogma" y expondremos a conti-
actual y el dogma nuación las principales dificultades que se plantean
al teólogo creyente que se dedica a su investigación
con cierto sentido crítico.
Al referirnos en este punto a las dificultades re-
lativas a la aceptación del dogma, haremos caso omiso
de las circunstancias desfavorables que constituyen
2. Las dificultades históricas
auténticos impedimentos para el acceso del hombre
moderno al dogma de la Iglesia, y de las cuales no
tiene culpa el hombre actual. El dogma no es hoy día La dificultad más grave consiste tal vez en el
sólo una realidad que distingue a las diversas confe- examen histórico de los dogmas y de su configuración
siones cristianas, sino que además es algo que separa a lo largo de la historia. Esta dificultad radica en la
a la Iglesia y al mundo, ya que éste afirma y fomenta prueba de la tradición, que intenta fundamentar el
un pluralismo de ideologías y no quiere vincularse dogma basándose en la conexión entre la fe de la
definitivamente a determinadas formulaciones que Iglesia de los apóstoles y las definiciones dogmáticas
hayan estado sometidas a diversos condicionamien- posteriores.
tos históricos.
Quien se ponga a considerar, con una visión desa-
Suele suceder con relativa frecuencia que el hombre pasionadamente crítica, el desarrollo histórico y los
moderno considere la palabra "dogma" dentro del hechos dados en la historia de un determinado mo-
círculo de ideas emparentadas con el dogmatismo, de mento como ambiente vital en el que se definieron
manera que esa palabra queda desvirtuada y minus- determinadas afirmaciones teológicas, tendrá que re-
valorada al identificarse con la carencia de libertad y conocer que la línea ascendente que anteriormente
con la frustración del hombre.16 Es muy frecuente hemos explicado, en el sentido de un proceso de expli-
14
citación lógica, es algo que de hecho no se da, lo
J. FINKENZELLER, o. c, 157s. cual significa que sólo nos hacemos conscientes de esta
" W. KASPER, Dogma y palabra de Dios. Mensajero,
Bilbao 1968. línea evolutiva cuando consideramos retrospectiva-
mente el dogma en la historia.
24
25
Es muy frecuente que, en la fundamentacíón teoló- teológicas de aquel tiempo fueran más tarde superadas
gica de un dogma, se nos presente el peligro de ir ex- y a pesar de que hasta el presente apenas haya sido
poniendo un florilegio de citas tomadas de los santos posible dar una explicación satisfactoria de este com-
padres o de los teólogos posteriores para reforzar una plicado proceso histórico.
determinada definición de fe, sin que exista una ver- Estas y semejantes dificultades de índole histórica
dadera correspondencia con la situación de conjunto en
suelen presentarse cuando se consideran determinados
que se escribieron todos y cada uno de esos argumentos
puntos de la doctrina sobre los sacramentos, junto con
a lo largo de la historia de la teología.
los acontecimientos ocurridos simultáneamente a su
Para no dejar esta idea en el terreno de lo abstrac- exposición.
to, ni en la pura teoría, vamos a ilustrarla con algunos Si nos ponemos a investigar seriamente la historia
ejemplos característicos de la historia de los dogmas.16 de los dogmas, constataremos que antes del siglo XI
No puede afirmarse que exista una trayectoria uni- no existía en la Iglesia una interpretación de las
formemente ascendente, en el sentido de la menciona- indulgencias en cuanto remisión extrasacramental, vá-
da explicitación de la revelación, entre la afirmación lida ante Dios, de culpas temporales que quedasen co-
bíblica de la entrega del poder de las llaves a Pedro mo reminiscencias después del perdón de los pecados.
(Mt 16, 18) y la declaración del poder pastoral su- Es claro, en este punto, que la doctrina de las
premo del papa, en el sentido del primado de jurisdic-
indulgencias no constituye en modo alguno el resul-
ción tal como se definió dogmáticamente en el Con-
tado de ningún esfuerzo teológico intensivo, enca-
cilio Vaticano I.
minado a dar con el sentido y la explicación de de-
En esta línea se mueve también la interpretación terminadas verdades teológicas previamente conocidas
de la jerarquía eclesiástica, interpretación que fue con toda claridad. Hay que tener en cuenta que no
decisiva para las relaciones entre el papa Esteban I siempre sucede que lo primero sea el desarrollo de
y el obispo Cipriano con motivo de la controversia una doctrina teológica y después venga la provechosa
acerca del bautismo de los herejes. Las declaraciones aplicación de esta doctrina a la práctica.
del concilio de Constanza (1414-1418), en relación
Las indulgencias son elementos que aparecen antes
con la superioridad del concilio sobre el papa, eran
y sobre todo en la praxis de la Iglesia. La reflexión
por lo menos la expresión de una opinión general en
teológica no es solamente algo fundamental y previo,
la Iglesia de entonces, opinión que se basaba en un
sino que además es en determinadas fases del queha-
fuerte fundamento tradicional, a pesar de que las ideas
cer teológico algo que viene a continuación de la
" J. FINKENZELLER, o. c, 158s. praxis. Hay que hacer notar que esta reflexión tco-

26 27
lógica no siempre ha sido positiva en relación con bido a una interpretación más amplia de los sacra-
una praxis ya existente. mentos, y a una visión fundamental y profunda de
la vida sacramental de la Iglesia, no se sentía la ne-
Cierto que se pueden encontrar puntos de apoyo cesidad de fijar los misterios o signos sacramentales de
en la teología de los santos padres para fundamentar la Iglesia en un número preciso en el que se hubiera
la teología posterior acerca de las indulgencias, mi- de creer obligatoriamente.
rando retrospectivamente desde el punto de vista ge-
neral de las declaraciones del dogma católico. Pero Es curioso observar que, en ninguno de los lugares
el hecho de que la Iglesia ortodoxa carezca de una en los que se hace mención del número de sacramentos,
doctrina de las indulgencias en el sentido de la Iglesia se indica el de siete, a pesar de que este número ofre-
occidental, a pesar de que se sienta estrechamente vin- ciera un simbolismo muy rico, provisto, por cierto, de
culada a la tradición del primer milenio, puede ser una profunda base bíblica.
para nosotros una llamada de atención para que con- Para la Iglesia de oriente, el número de siete sa-
sideremos con una visión crítica todas las pruebas cramentos obtuvo mayor relevancia debido al influjo
tradicionales que se adoptan para fundamentar la teo- del Pseudo-Dionisio (bautismo y confirmación, euca-
logía de las indulgencias. ristía, consagración de los óleos, consagración sacerdo-
tal, consagración de los monjes y ritos del sepelio).
Semejantes dificultades de tipo histórico-dogmá-
tico suelen presentarse en determinadas cuestiones acer- También en occidente se pueden constatar muchas
ca de la doctrina de los sacramentos, en especial en diversidades al respecto, pues en distintos puntos se
el dogma que se definió en el Concilio de Trento" indica el número de dos, tres, cuatro, seis, nueve,
acerca del número de siete asignado a los sacramentos.18 diez o doce, pero en ningún lugar se alude al número
de siete.
Podemos tomar como dato históricamente garan-
tÍ2ado, el hecho de que el número siete fijado por el Hay que tener en cuenta además que algunos de los
concilio tridentino para los sacramentos no tiene an- sacramentos incluidos en el número de siete en la
tecedente alguno en la teología de oriente ni de occi- declaración dogmática del Concilio de Trento, no se
dente a lo largo del primer milenio, y ninguno de los habían considerado como tales en la teología de aquel
teólogos de esta época hizo mención del mismo. De- tiempo (por ejemplo la penitencia, la unción de los
enfermos o el matrimonio), mientras que por el con-
17
DS 1601. trario se habían mencionado entonces como sacra-
18
Acerca de los párrafos siguientes, cf. J. FINKEN-
ZELLER, Die Zdhlung und die 2ahí der Sakramente. Eine mentos algunos de los que después de dicho concilio
dogmergeschichtliche Untersuchung, en Wahrbeit und Ver- fueron considerados como meros sacramentales de la
kiindigung, 2, 1005-1033.

28 29
Iglesia (por ejemplo, la consagración de los monjes, las pruebas de escritura y de tradición a las que hicimos
la consagración del rey y el lavatorio de los pies). mención anteriormente. Desde el punto de vista de la
sagrada escritura y de la historia de los dogmas, sólo
Está comprobado, desde el punto de vista histó- merece la pena preguntarse bajo qué supuesto se
rico-dogmático, que la doctrina de los siete sacramen- fijó en siete el número de los misterios salvíficos de
tos, definida posteriormente como auténtica por la la Iglesia y por qué en una determinada época se
Iglesia, apareció por primera vez a mediados del siglo declaró ese número como único verdadero.
XII y se empezó a considerar como "necesariamente
vinculada a la escritura" por parte de los grandes Otro de los problemas de la historia de los dogmas
teólogos del siglo XIII. consiste en la doctrina acerca del carácter sacramental
según fue definida en el concilio de Trento,19 doctri-
Entonces se tenía, evidentemente, la opinión de na que, sin embargo, no obtuvo una forma tan pre-
que, conforme a la escritura y a la tradición, no po- cisa como la que tiene en la teología actual hasta
día fijarse otro número que ése desde el punto de la segunda mitad del siglo XII.20
vista de la teología. Hubiera sido algo extraño y
chocante para nuestro pensamiento histórico el que no Mucho más importante y más complicado desde
se hubiera intentado fundamentar este número de el punto de vista histórico-dogmático es el hecho de
siete sacramentos como tales en su fundación por que los sacramentos de la unción de los enfermos y
parte de Cristo, y lo mismo habría que decir acerca el matrimonio no fueran considerados como tales sa-
de los siete grados previos al sacramento del orden, cramentos independientes de por sí hasta una deter-
que muchos teólogos consideran como meros sacra- minada fase de la historia de los dogmas.
mentales. La unción de los enfermos nunca se menciona co-
Está comprobado de sobra que, desde el punto de mo sacramento en la época de los santos padres, y
vista histórico y teológico-especulativo, el número de esto por diferentes razones. Son escasísimos los testi-
los sacramentos depende del modo de interpretarlos y monios que pueden encontrarse hasta el siglo VIII en
que, partiendo de la interpretación escolástica de los favor de la sacramentalidad de la unción de los en-
mismos, se hubiera podido llegar lógicamente a otro fermos. A ello puede haber contribuido el hecho de
número distinto sin contradecir al concilio. que tanto Beda el Venerable (muerto en el año 735)
en su comentario a la carta de Santiago, como Oríge-
Lo que aquí intentamos demostrar es lo siguiente:
19
no se puede trazar un desarrollo histórico genuino 20
DS 1609.
Cf. N. HXRING, Charakter, Signum und Signacu-
que parta de los signos sagrados de los que nos habla lum. Die Entwicklung bis nach karolingischen Renaissance:
la escritura hasta llegar al dogma de Trento, aduciendo Sch 30 (1955) 481-512; 31 (1956) 41-69; 182-212.

30 31
nes (muerto hacia el año 235-254) —que fue el pri- conyugal se celebrase en consonancia con la fe cris-
mero en hacer referencia a la cita de Santiago 5,14, tan tiana. Esto mismo era lo que hasta entonces había
importante para la unción de los enfermos— no intentado la Iglesia mediante una bendición apro-
hicieran alusión a ella, sino que en sus obras se re- piada para el matrimonio y la alianza matrimonial,
ferían más bien a la penitencia. sin que por ello se considerase como inválido un ma-
La tendencia a localizar la penitencia al final de trimonio que se hubiera celebrado sin la bendición
la vida, así como el uso del "oleum reconciliationis" de la Iglesia. Se pueden encontrar en los santos padres
para la reconciliación del penitente con la Iglesia, afirmaciones sobre la fundación divina del matri-
dificultan más aún la aceptación del sacramento de monio.
los enfermos en cuanto tal.
A pesar de todo ello, ha de constatarse que en nin-
Esta dificultad se agrava si tenemos en cuenta gún punto nos ofrecen los santos padres un testimonio
que los teólogos que no ponen en conexión la cita de sobre la sacramentalidad del matrimonio en el sen-
Santiago 5, 14 con el sacramento de la penitencia, tido actual. Si recordamos la doctrina de san Agustín
sino con la unción de los enfermos, dejan entrever acerca de la concupiscencia y su valoración de lo se-
la práctica de entonces de que la aplicación del óleo xual, incluso en el matrimonio, nos resultará total-
consagrado por el obispo no era un derecho exclusivo mente inconcebible que se ponga al matrimonio en
de los sacerdotes, sino que también podía llevarse a cuanto sacramento a la misma altura que el bautis-
cabo por parte de los laicos. El mismo Beda el Vene- mo y la eucaristía.
rable atribuye a los laicos la aplicación del óleo sa-
grado, y es a partir del período carolingio cuando Las alusiones que en aquel tiempo se hacían al
empieza a censurarse el que se deje a los laicos la matrimonio en cuanto sacramento se orientaban tan
aplicación del mismo. sólo a presentarlo como símbolo de la unión de Cris-
to con la Iglesia. Por lo demás, en la época de los
Para la historia de la teología, resulta aún más santos padres sólo se habla del matrimonio en cuanto
complicado el problema del reconocimiento del ma- "officium" y "remedium", es decir, como algo que ha
trimonio como sacramento en sentido estricto y su de realizarse en orden a la propagación de la especie
inclusión en el número de siete. y como un remedio contra las concupiscencias desor-
Es verdad que se dio al matrimonio el nombre denadas.
de sacramento en la carta a los efesios 5, 32: "gran
Fue necesario el intenso esfuerzo que realizó la
misterio es éste". Pero no olvidemos que la Iglesia
doctrina de la teología escolástica para que se llegase
tenía también un interés especial en que la unión a ver en el contrato matrimonial un sacramento en
32
33
En la postura del mejor representante de la esco-
el sentido de que ese signo externo constituyera una lástica superior aparece bien claro cuan poca conti-
gracia interior. nuidad se dio en el desarrollo de este problema. La
Otro problema especialmente complicado de la mayoría de los teólogos de este tiempo, incluso Tomás
historia de los dogmas radica en la prueba de tradi- de Aquino, son de la opinión de que María fue conce-
ción, que se aduce para fundamentar los dogmas bida en pecado original, basándose en la necesidad
marianos de la actualidad. Para no ser demasiado pro- que tienen todos los seres humanos de recibir la sal-
lijos en la aducción de ejemplos, restrinjamónos al vación. Y esto, a pesar de que se atribuyese a María
dogma de la Inmaculada Concepción de María, so- una purificación extraordinaria del pecado original y
lemnemente definido por el papa Pío IX en el año una exención absoluta de todo pecado personal.
1854.
Nos queda por poner de relieve que, precisamente
En ningún momento de la época patrística se nos en el siglo XIII, en el que la especulación teológica
ofrece testimonio alguno para este dogma posterior, alcanzó su punto culminante, hubo teólogos de cierta
a pesar de que en dicha época se tributen alabanzas relevancia que dieron una respuesta negativa a un
a María, que en visión retrospectiva iluminan este tema que más tarde fue definido como dogma.
dogma posteriormente declarado. En general, es ab-
solutamente imposible localizar un testimonio de los Quien conozca el desarrollo de los dogmas en
padres en favor de este dogma, si tenemos en cuenta otros sectores, sabrá muy bien que los ejemplos adu-
que la doctrina del pelagianismo solamente podía ser cidos no son los únicos que podrían traerse a colación
combatida desde el punto de vista del sometimiento contra una interpretación del desarrollo de los dogmas
de todos los seres humanos al pecado original. en el sentido de la continuidad.
La fiesta de María, que tuvo una importancia de- El camino que media entre el kerigma de Cristo
cisiva para el esclarecimiento de este misterio, apa- en el Nuevo Testamento hasta el dogma de Calce-
rece en el siglo VII en oriente y en los siglos X y XI donia (año 451), y el camino que va desde el modo
en occidente. Pero esta fiesta no tuvo nunca como ob- de entender la realidad del Espíritu Santo según la
jeto la celebración del misterio que más tarde se de- escritura hasta la declaración solemne de su persona-
finió dogmáticamente. lidad y divinidad por parte del concilio de Constan-
Por eso, cuando en el siglo XII los monjes Eadmer tinopla (año 381), es mucho más complicado de lo
y Osbert declararon como contenido auténtico de esta que cree el término medio de los fieles.
fiesta la concepción pasiva de María, surgió rápida-
mente la contrarréplica, originándose así una contro- Resumiendo: la investigación histérico-dogmáti-
versia escolástica que duró varios siglos. ca nos enseña que es muy difícil encontrar puntos

34 35
3. Las leyes y móviles del
de apoyo en la escritura para la fundamentación de desarrollo de los dogmas11
dogmas que fueron posteriormente definidos. En este
punto hemos de considerar que las afirmaciones de la
escritura se emiten en un contexto muy distinto al
Hemos podido constatar que el desarrollo de los
que sirvió de telón de fondo para la posterior defi-
dogmas se interpretó teológicamente a partir del Con-
nición dogmática.
cilio Vaticano I en el sentido intelectualista como pro-
Es fácil constatar una discontinuidad junto a una ceso lógico de unas verdades creídas implícitamente.
continuidad en el desarrollo de la interpretación de Con este modo de ver las cosas, no se puede explicar
la escritura y de determinadas afirmaciones especula- satisfactoriamente la historia de los dogmas que ha
tivas de la teología. transcurrido hasta el día de hoy.
El dogma de la Iglesia sólo puede representar una En principio, tenemos que decir que no disponemos
parte integrante de la revelación, expresándola con de un canon de leyes fijas que justifiquen el único
carácter de obligatoriedad en el estilo propio de una desarrollo legítimo de los dogmas.
determinada época. El dogma es verdadero, pero su
formulación está radicada en la historia. Este pro- La historia de los dogmas transcurrida hasta el
blema lo estudiaremos más a fondo al tratar del mar- presente sólo puede proporcionarnos una parte de
co o ambiente histórico y la configuración lingüística esas leyes y móviles que tratamos de investigar.
en que se desarrolla y se expresa el dogma.
La historia, y en concreto la historia de los dog-
Para ser fieles a la verdad, tendremos que añadir mas, que se desarrolla en el espíritu del Señor ascen-
que la interpretación del dogma y del desarrollo de dido al cielo, tiene lugar en la Iglesia y está confiada
los dogmas que aquí hemos expuesto corresponde al por tanto a los seres humanos. Pero la historia no
cuadro de ideas de la teología neoescolástica, decisi- puede interpretarse en principio exclusivamente to-
vamente fomentada por la Iglesia, pero no debemos mando como base las leyes que nos pueda proporcionar
olvidar que también se han dado en ella otras inter- la parte de historia que ha transcurrido hasta la actua-
pretaciones del dogma y de su desarrollo, muy distintas lidad.
de la interpretación neoescolástica, por ejemplo la
21
de la escuela católica de Tubinga y la de J. H. New- Cf., entre otros, K. RAHNER, Sobre el problema de
la evolución del dogma, en Escritos de teología, 1, 51-92; ID.,
man. Reflexiones en torno a la evolución del dogma, en Escritos
de teología, 4, 13-52; W. KASPER, Dogma y palabra de Dios.
Bilbao 1968.

37
36
Es cierto que el camino recorrido por el desarro- bien, éste se adecuaba a la dignidad de María...,
llo de los dogmas nos da la posibilidad de ir delimi- luego Dios le regaló esta distinción).
tando cuál sea el proceso auténtico de este desarrollo. Lo decisivo en el desarrollo de los dogmas es la
Por ejemplo, podemos decir que una sentencia teoló- fe de la Iglesia. En todo caso, la fe sencilla de al me-
gica no puede convertirse en dogma si no se demues- nos una parte considerable de los miembros de la
tra que esté contenida en la revelación. Pero la cues- Iglesia precede al trabajo especulativo de la teología,
tión opuesta sobre el modo en que un dogma poste- cuya actividad consiste en elaborar el mecanismo y la
rior está contenido en la revelación no recibe una estructura palpable de una formulación precisa del
respuesta unitaria por parte de todos los teólogos. contenido de la fe.
Solamente podríamos establecer un canon de leyes Mucho antes de cada una de estas definiciones
y móviles en el desarrollo legítimo de los dogmas des- solemnes, la Iglesia había proclamado ya en la litur-
pués de que se hubiera concluido definitivamente la gia y en la administración de los sacramentos, así como
historia de los mismos. Pues no es extraño que una en la piedad popular, su fe en Dios trino y uno, en
definición solemne de la Iglesia haya tenido como con- el Dios-hombre Jesucristo, su fe en la Virgen-Madre
secuencia una reflexión más metódica por parte de la María y en su asunción a los cielos. Pero tuvo que
teología. Un claro ejemplo de ello nos lo ofrece el darse una determinada situación para que se transfor-
dogma definido en el año 1950. mase esa fe de la Iglesia en un dogma declarado y de-
finido.
Karl Rahner ha hecho hincapié recientemente en
la idea de que el desarrollo de los dogmas no consiste En lo que atañe al desarrollo de cada uno de los
sin más en la explicitación lógica de algo que ya dogmas, siempre se ha dado una combinación entre la
se creía implícitamente, ya que en él han influido teología científica y la Iglesia definidora del dogma,
e influyen aún otras fuerzas, como son, por ejemplo, la a pesar de que sea muy difícil delimitar la relación
aparición de doctrinas falsas, determinadas corrientes mutua entre ambas.
y estilos de piedad en la Iglesia, razones de convenien-
La Iglesia sólo puede emitir una definición cuan-
cia y otras muchas.
do la teología haya proporcionado los elementos con-
Precisamente en el despliegue de los dogmas ma- ceptuales resultantes de la discusión del problema.
ríanos hubo un principio que influyó poderosamente Sin embargo, la Iglesia, al emitir sus definiciones, no
a lo largo de su historia: "potuit, decuit, ergo fecit" depende simplemente de una prueba bien lograda
(Dios pudo conferir a María un privilegio; ahora en el campo de la teología, a la que deba confirmar

38 39
con su definición. Pero, de todas formas, está claro preguntas: primero, si consideraban que la defini-
que el carisma de la infalibilidad de la Iglesia en sus ción de esta doctrina era posible desde el punto de
definiciones dogmáticas no tiene como cometido el vista teológico, y segundo, si consideraban que tal de-
de llenar las lagunas que pudiera tener la teología finición era oportuna en aquel momento histórico de
al no haber logrado un resultado positivo. la Iglesia. De los 1191 obispos que fueron consul-
tados, 1169 respondieron afirmativamente sin reser-
La evolución que ha experimentado hasta el pre- va alguna, indicando que, según su opinión, podía de-
sente la revelación a través de la teología de la Igle- finirse esta doctrina y que además era oportuno hacerlo
sia, nos pone claramente de manifiesto que la ima- en aquel momento. Sólo 22 obispos pusieron reparos,
gen frecuentemente aducida para representar el de- y 16 de entre ellos sólo se oponían acerca de la segun-
sarrollo orgánico, partiendo del grano de mostaza para da pregunta en relación con la oportunidad de la de-
llegar al árbol frondoso, no corresponde a la varie- hnicion.
dad histórica de la revelación. En la trayectoria del
Si examinamos la orientación pastoral y ecuménica
desarrollo teológico de la revelación, ha habido tam-
del Concilio Vaticano II, constataremos sin duda al-
bién pasos hacia atrás e incluso lagunas que hicieron
guna que en caso de haberse sometido a votación la
imposible la maduración de una idea para que lle-
consulta de Pío XII, se hubieran obtenido resultados
gara a convertirse en un dogma propiamente dicho.
notablemente distintos. Esto se muestra claramente
Además, es de tener en cuenta que el Espíritu que en el proceso que se siguió en la elaboración del es-
actúa en la Iglesia garantiza ciertamente la verdad quema sobre María, que, después de prolongados
del dogma, pero no necesariamente la buena coyun- debates, se añadió como capítulo último a la consti-
tura del momento de su proclamación. De ahí que no tución sobre la Iglesia.
se oponga al ser de la Iglesia la opinión de que, bajo el A pesar de que los padres conciliares eran clara-
punto de vista ecuménico, hubiera sido mejor que no mente conscientes de que no convenía declarar ningún
se hubieran declarado determinados dogmas. Incluso dogma mariano, se hicieron formulaciones muy pon-
se puede opinar que si hubiera tenido lugar en otras deradas acerca de la mediación de María y de su con-
épocas una consulta y una votación, se hubieran al- tribución a la obra salvífica de Cristo, formulaciones
canzado resultados muy distintos a los que de hecho que están abiertas a un ulterior desarrollo en el cam-
se alcanzaron entonces. po del diálogo ecuménico.
En el año 1946, el papa Pío XII consultó a todos 22
Cf. J. BEUMER, a. Aufnahme. Leibliche Aufnahme
los obispos del mundo sobre la doctrina de la asun- Mariens in den Himmel, en Lexikon der Marienkunde, 1. Re-
gensburg 1967, 421.
ción corporal de María al cielo, planteándoles dos
41
40
Lo que intentamos indicar con estas anotaciones
es que no ponemos en tela de juicio el contenido de
la verdad del dogma de 1950, sino que queremos sim-
plemente acentuar el hecho de que toda dogmatización
presupone una situación de la Iglesia, y que sus efectos
en tiempos posteriores pueden ser más inoportunos 2
de lo que se creía en un principio. Volveremos a ocu-
LA CONFIGURACIÓN LINGÜISTICA
parnos de este hecho fundamental cuando tratemos
Y LA LOCALIZACION HISTÓRICA
del sentido y las limitaciones del dogma.
DEL DOGMA'

El problema de la configuración lingüística del


dogma y el de su localización histórica afectan de
diversos modos al tema central de la interpretación
del dogma y del magisterio eclesiástico. Al principio
de este libro, ya hemos hecho referencia a la tesis de
Hans Küng, según la cual la Iglesia no estaría capa-
citada en principio para fijar la verdad de la revela-
ción en determinadas fases que hayan de ser creídas
absolutamente. Tratemos por separado de cada una
de las cuestiones mencionadas.

1
Cf. J. FINKENZELLER, Überlegungen zur Sprach-
gestalt und zur Grenze des Dogmas: MThZ 21 (1970) 216-236.

43
42
guración lingüística, sino meras formulaciones hu-
I manas. Estas delimitaciones y fronteras no se ven
La configuración lingüística del dogma superadas por el carisma de la infalibilidad que se ha
otorgado a la Iglesia peregrinante. Hemos de decir
además que una frase humana nunca podrá expre-
1. Los dogmas en cuanto sentencias
sar adecuadamente las realidades sobrenaturales, de-
definidas por la Iglesia
bido al carácter de misterio que la revelación lleva
como auténticas y obligatorias2
implícito por sí misma.
Debemos hacer hincapié, sin embargo, en el hecho
de que la decisión del hombre creyente no tiene su
Es absolutamente indiscutible que todo concepto
base exclusiva ni prevalentemente en lo que se adecúa
y toda frase conceptual, así como todo juicio elabo-
a la razón. No obstante, todo el que quiera realizar su
rado con ellos, se encuadran dentro de unos límites
fe tiene que decidirse también intelectualmente, es
bien determinados, teniendo en cuenta la limitación
decir, tiene que dar su asentimiento o su discrepancia
humana y los continuos cambios del lenguaje, así co-
respecto a determinadas sentencias de la Iglesia.
mo otras realidades concretas y precisas. Toda frase
humana se queda corta ante la verdad, ya que no A pesar de que la fe tenga por objeto la revelación,
puede expresar su objeto con una perfección absoluta. es decir, la realidad salvífica que se expresa en el
Evidentemente, toda frase o sentencia puede ser inter- dogma, no se puede excluir, sin embargo, del conte-
pretada erróneamente, a pesar de que ella no pueda ser nido de la fe la parte externa y conceptual, aunque
por sí al mismo tiempo falsa y verdadera. el asentimiento de la fe no se dirija al concepto ni a la
Los límites e imperfecciones de una frase pueden esencia o frase, sino a la realidad del Dios que se
aplicarse también a los dogmas infaliblemente defi- revela. Las sentencias de fe y las formulaciones dogmá-
nidos por la Iglesia, los cuales no son, en su confi- ticas se corresponden con esta realidad salvífica ea
tanto en cuanto puedan ser captadas por nuestro en-
Ver las diversas disertaciones contenidas en el volumen tendimiento humano objetivo. En este sentido, lo ex-
editado por K. R A H N E R , Zum Problem Unfehlbarkeit. Ant-
worten auf die Anfrage von H . Küng. Afectan más de lleno terno y lo conceptual de las formulaciones dogmáticas
al tema que aquí se trata, las disertaciones de K. R A H N E R , son también parte integrante del objeto mismo de k
Kritik an Hans Küng. Zur Frage der Unfehlbarkeit theolo-
gischer Satze, 29s., 39s.; ID., Replik. Bemerkungen zu: H . fe y del dogma.
Küng. Im Interesse der Sache, 66s.; J. R A T Z I N G E R , Wider-
sprüche im Buch von H. Küng, 11 Os.; L. SCHEFFCZYK,
Satz-Wahrheit und "Bleiben in der Wahrheit", 148s.; O. SEM-
La Iglesia, en sus concilios, ha sido siempre cons-
M E L R O T H , A priori unfehlbare Satze? 202s.; H . FRÍES» ciente de que, en su función de protectora de la re-
Das missverstandliche Wort, 218s.

44 45
2. El kerigma de la revelación
velación, puede y debe exigir, mediante formulaciones
y la formulación conceptual del dogma
obligatorias del magisterio, el reconocimiento por
parte de los fieles de la realidad salvífica de que se
trate, así como el asentimiento de los mismos fieles a
Lo decisivo de las formulaciones dogmáticas y
la estructuración externa en que se presenta dicha
lo que las distingue del modo de expresarse la revela-
realidad.3 Se ve bien claro, a lo largo de la historia,
que la Iglesia sólo podía proteger determinadas ver- ción se nos hace palpable al comparar la configuración
dades de la revelación formulándolas con una termi- lingüística del dogma con los distintos géneros litera-
nología filosófica, para trazar la línea divisoria entre rios de la sagrada escritura y sobre todo del Nuevo
su afirmación y determinados errores de la época. Testamento.

La variada problemática en la que se ve inmersa La revelación del Dios que sale a nuestro encuen-
toda afirmación humana, y consecuentemente toda tro en los escritos del Antiguo y del Nuevo Testa-
formulación de la Iglesia (sobre ello tendremos que mento, se expresa en una terminología kerigmática, es
insistir más adelante), no nos justifica en modo alguno decir, en un lenguaje en el que los profetas, los após-
para que neguemos a la Iglesia el derecho y la po- toles y los misioneros anuncian a los judíos y a los
sibilidad de definir en formas externas y conceptuales paganos el mensaje de salvación.
el objeto obligatorio de la fe. Debemos ver cierta-
Un lenguaje literario lleno de imágenes y de com-
mente las limitaciones de los pronunciamientos dogmá-
paraciones se nos pone especialmente al alcance de
ticos, pero sin que tengamos que ponerlos en tela de
la mano en el mensaje que inmediatamente nos anun-
juicio.
cia Jesús, tal como se nos describe en los evangelios
No obstante, la exigencia de interpretar de modo sinópticos, a base de parábolas, discusiones y enseñan-
distinto y nuevo los dogmas que hasta el presente se zas de muy variado carácter. En este punto, no debemos
han definido en la Iglesia, no significa automáticamen- pasar por alto el hecho de que el mensaje de Jesús
te su negación. Pues una reinterpretación no es otra tiene su origen ciertamente en la imagen transmitida
cosa que sustituir una sentencia definida como de fe por por el kerigma de la comunidad primitiva y lleva la
otra mejor, es decir, por otra que exprese de una impronta de una determinada problemática en la que
manera más comprensible para la nueva época el se debatía la Iglesia de aquellos tiempos.
objeto del dogma que tal vez al paso del tiempo se
prestaba ya a errores de interpretación. En Pablo, en Juan y en la carta a los hebreos, nos
3
salen al paso ya ciertos conceptos que presuponen un
Cf. J. FINKENZELLER, Überlegungen zur Sprach-
proceso teológico y un avance muy destacado con re-
gestalt und zur Grenze des Dogmas, 218.

46 47
teología en el sentido más auténtico, cuando se in-
lación al sentido primitivo de los mismos. Así, por
tenta explicar más detenidamente la revelación que
ejemplo, conceptos tan puramente teológicos como
se había concluido al final de la Iglesia primitiva, es
"cruz", "sangre", "salvación", "luz", "vida", "sacri-
decir, cuando en la época pos-apostólica, sirviéndose
ficio", etc.
de los conceptos y categorías mentales propias de aquel
Mientras que la palabra "cruz" significa en los tiempo, empiezan a desarrollarse las afirmaciones con-
evangelios sinópticos simplemente una cruz de madera tenidas en la revelación para preservarlas de inter-
que el condenado debía llevar sobre sus hombros pretaciones erróneas.
hasta el lugar del suplicio, en Pablo significa la muerte
Por ejemplo, ya en los primeros siglos del cristianis-
de Cristo con toda su relevancia salvífica. Igualmente
mo empiezan a emplearse los conceptos de "naturale-
las palabras "luz" y "vida" hacen referencia en el
za", "persona" y "esencia", etc., para proteger la doc-
evangelio de Juan a la salvación sobrenatural que
trina sobre la Trinidad y la cristología, a fin de formu-
apareció en Cristo y a la que se compara con la luz y la
lar con esos conceptos el misterio de Dios y de Cristo.
vida de este mundo pasajero.
Un estudio comparativo de las solemnes defini-
Ha de tenerse en cuenta aquí que esta primera in- ciones de los concilios de Nicea, Efeso y Calcedonia
terpretación del mensaje de Cristo y de su obra sal- nos pone claramente de manifiesto cómo la doctrina
vífica, tal como se nos expone en la predicación mi- funcional-histórico-salvífica de Dios, de Cristo y de
sionera de después de pascua, constituye una parte in- su obra salvadora, viene a expresarse en una termi-
tegrante de la revelación misma.
nología lógico-metafísica, en base a las exigencias de
Más adelante, nos encontramos con exposiciones la época, ya que sólo de esta manera podía garantizarse
alegóricas de ciertas realidades de la revelación en la seguridad de la salvación instituida por Dios en
textos escatológicos en los cuales es especialmente di- Cristo.
fícil distinguir la alegoría de la realidad." Así, por A pesar de que entonces era necesaria la fijación
ejemplo, se nos describe el cielo como un banquete conceptual de determinados contenidos de la revela-
nupcial, y el infierno como un abismo de fuego y de ción, no podemos olvidar, sin embargo, que las afir-
azufre, y el juicio final como la separación y distinción maciones de fe emitidas en el dogma se quedan muy
entre las ovejas y los cabritos. cortas en comparación con la realidad que se procla-
Solamente se puede hablar de la existencia de la ma en el kerigma, lo cual quiere decir que nunca
llegan a expresar con plena adecuación su objeto.
1
K. RAHNER, Principios teológicos de la hermenéu-
tica de las declaraciones escatológicas, en Escritos de teología, 5
Cf. M. SCHMAUS, El credo de la Iglesia Católica,
4, 411-440. 1. Madrid 1969.

48 49
época en la que vivió el profeta en cuanto receptor
Contemplando la historia de los dogmas, puede de la revelación. Pero esta primera expresión no cons-
decirse que, en principio, los conceptos tomados de tituiría ya de por sí el testimonio divino. La teología
la filosofía, por ser nuevos y cambiantes, no expresan
pudiera dar a este contenido profético una interpre-
adecuadamente una afirmación teológica y sólo pue-
tación nueva, que dependería, sin embargo, totalmente
den aplicarse a la teología de una manera análoga,
del nivel cultural de la época en que se hubiera ido
resultando ser mayor la diferencia que la semejanza
desarrollando. Por tanto, los conceptos y las defini-
entre ellos. A lo largo de la historia, los teólogos te-
ciones de la fe no poseerían en último término ningún
nían que protegerse constantemente contra el racio-
valor de realidad.7
nalismo y llamar la atención sobre lo que distingue
a la fe de la ciencia y de la clarividencia de la fe.6 En el modo de expresarse el Concilio Vaticano II,
especialmente en la constitución dogmática sobre la
Hay que tener presente que el misterio de la fe se
Iglesia, se puede observar claramente la orientación
expresa en el dogma en conceptos humanos incapaces
de la teología de la Iglesia hacia los orígenes de la
de abarcarlo exhaustivamente.
revelación. En los puntos en que se hace referencia
La llamada de atención sobre la validez simple- al contenido teológico de la esencia de la Iglesia, se
mente analógica de los conceptos no puede extenderse renuncia a una determinación conceptual y se habla en
tanto que se llegue a vaciarlos de todo contenido, el lenguaje de la biblia.
como ocurrió, por ejemplo, en el modernismo. Según
éste, la revelación es un acto de Dios con el que el A pesar de que no faltaban definiciones sobre la
creyente se pone en contacto místico. Pero este con- Iglesia en la tradición teológica de los últimos siglos
tacto no comporta ninguna racionalidad. La revelación (por ejemplo, recuérdese la encíclica Mystici corporis),
no sería una comunicación de verdades. El contacto el concilio renuncia a formular en una terminología
inestable e indescriptible con el Dios que se revela, precisa cuál sea la esencia de la Iglesia.
tendría su expresión en un conocimiento profético, El primer capítulo de la mencionada constitución
cuyo contenido se habría tomado de la cultura de la habla de la Iglesia acentuando su carácter de misterio,
6 misterio que por ser tal no puede ser definido con-
Hagamos una breve referencia a la interpretación de
la teología en las grandes fases de la historia del pensamiento ceptualmente. Apoyándose en las afirmaciones de la
occidental: Clemente de Alejandría contempla la consumación sagrada escritura, se habla de este misterio sirviéndose
del ideal de todo gnóstico cristiano en el camino que éste
recorre desde la fe a la gnosis. Para la teología agustiniana, de imágenes, por ejemplo la del redil de Dios o la
que alcanza su cúspide en Anselmo de Canterbury, la teo-
logía es el "intellectus fidei", es decir, se trata de recorrer el 7
E. SCHILLEBEECKX, Revelación y teología. Si-
camino de la fe a la evidencia de la fe. Para Tomás de gúeme, Salamanca 1968.
Aquino, la teología es la "scientia fidei", la ciencia de la fe.
51
50
obra construida por Dios, la casa de Dios, la familia minados conceptos filosóficos, hiciera posible la dis-
de Dios, la tienda de Dios, el templo de Dios, la novia tinción entre las partes contendientes.
de Cristo, y por último el cuerpo de Cristo. En el
segundo capítulo, se describe a la Iglesia sirviéndose de Toda formulación dogmática que tuvo su origen
la imagen, tan repetida en el Antiguo y en el Nuevo en una controversia lleva el sello indeleble de su ori-
ginal carácter polémico. "El dogma es, por así decirlo,
Testamento, del pueblo de Dios.
la línea de defensa de la fe".8 Y además, con relación
Al declararse en el tercer capítulo la colegialidad al conjunto de la revelación, toda formulación dogmá-
del episcopado, para lo cual era necesario el empleo tica lleva desde su gestación el lastre de cierta par-
de una terminología jurídica, se echa de ver que sólo cialidad. En toda controversia y en toda discusión po-
de esta forma podrían completarse las afirmaciones lémica se trazan a ciencia y conciencia las fronteras y
parciales del Concilio Vaticano I para llegar a un se recalcan determinados puntos de vista que tienen por
cierto equilibrio. objeto una separación o una distinción.

Vamos a ilustrar con algunos ejemplos esta rea-


lidad. La doctrina del concilio de Tremo acerca de la
3. El dogma en cuanto fórmula justificación y su interpretación del sacerdocio minis-
de protección y de compromiso" terial (que fue decisiva para los siglos posteriores y
que el Concilio Vaticano II ha situado en un horizonte
contextual mucho más amplio), así como muchas
Ya hemos indicado brevemente que las solemnes otras definiciones doctrinales, ponen de manifiesto
definiciones dogmáticas de la Iglesia, emitidas hasta claramente cuánto puede influir una definición obli-
mediados del siglo XIX, sólo se declararon cuando gatoria para una determinada época en la orientación
constituían una exigencia de la defensa contra las he- de la teología y de la predicación, haciéndolas un tanto
rejías. La situación histórica exigía una definición, es parcialistas en el modo de acentuar determinados
decir, un deslinde contra el error. puntos de vista de la revelación, lo cual ha de ir nece-
Teniendo en cuenta que tanto herejes como or- sariamente en detrimento de la visión de conjunto
todoxos se remitían a determinados textos de la escri- del mensaje de Dios a los hombres.
tura, no era suficiente con hacer simplemente referen-
Como los reformadores negaron el sacerdocio mi-
cia a la revelación. Se imponía por tanto la necesidad
nisterial en el sentido de la tradición, sustrayendo el
de emitir una formulación que, sirviéndose de deter-
8 * P. SCHOONENBERG, Die Interpretation des Dog-
J. FINKENZELLER, o. c, 224s. mas. Dusseldorf 1969, 62.

52 53
poder sacramental a los sacerdotes oficialmente or- exige a la Iglesia una búsqueda del compromiso que
denados, el concilio de Trento tuvo que defender por tenga en cuenta las diversas interpretaciones ortodoxas
contrapartida la doctrina claramente contenida en la de la revelación, así como las diversas opiniones de
tradición acerca del sacerdocio consagrado. cada una de las escuelas teológicas, compromiso éste
que haga posible una formulación capaz de proteger el
Como los reformadores hicieron caso omiso del
contenido de la revelación y distinguirlo al mismo
carácter de sacrificio propio de la eucaristía, consi-
tiempo de los errores.
derando la santa misa como un mero banquete, los
padres conciliares de Trento 10 se propusieron defender Es evidente que la fórmula de compromiso a que
con especial rigor el carácter sacramental de la euca- ha dado lugar este esfuerzo en pro de la ortodoxia, no
ristía, considerando al sacerdote en primera línea, aun- puede reflejar en modo alguno los estadios definitivos
que no exclusivamente, bajo la perspectiva de lo sa- de la teología. La historia de la teología nos enseña en
crificial. En consecuencia, la tarea evangelizadora, innumerables momentos que las fórmulas de compro-
que, según el Vaticano II, está por encima del compro- miso sólo se consiguieron a base de prescindir cons-
miso de la administración de los sacramentos, quedó en cientemente de las controversias científicas discutidas
el concilio de Trento bastante relegada a segundo en muchos puntos doctrinales a lo largo de siglos y
orden.11 La formulación polémica contra los reformado- siglos.
res hizo imposible una presentación imparcial y pon- Así, por ejemplo, la formulación del dogma cris-
derada del ministerio eclesiástico. tológico del concilio de Calcedonia muestra palma-
riamente las huellas del compromiso. Esta formulación
Toda definición doctrinal solemne es, por propia
tenía que situarse por encima de las diversas soluciones
naturaleza y por su origen, no sólo una fórmula de
que dieron las escuelas de Alejandría y de Antioquía
protección polémica, sino al mismo tiempo y sobre-
al problema de la encarnación. A pesar de la famosa
todo una fórmula de compromiso.
fórmula unitaria en que se expresó el mencionado
La experiencia nos enseña que una delimitación concilio, apoyándose en los elementos verdaderos con-
y una distinción entre lo verdadero y lo falso sólo es tenidos en ambas doctrinas y orientaciones de la cris-
posible cuando cada una de las partes contendientes tología antigua, el compromiso implicado en dicha
puede ofrecer una formulación fija tomada de la fórmula no satisfizo, no obstante, a ninguna de estas
doctrina que cada una representa o defiende. Esto dos corrientes y provocó nuevas controversias e in-
10
cluso cismas.
DS 1741, 1751.
11
Sobre esta cuestión, cf. K. J. BECKER, Der priester- El concilio de Trento y los dos concilios del Va-
liche Diens, 2 Wesen und Vollmachten des Priestertums nach
dem Lehramt. Freiburg-Basel-Wien 1970. ticano nos muestran numerosos ejemplos de estas fór-

54 55
muías de compromiso, dado que las fuentes con que elaborar formulaciones capaces de ser aprobadas por
contaban favorecían especialmente este método. Ci- las corrientes teológicas más diversas que se encontra-
temos al menos algunos ejemplos que se podrían adu- ban en el concilio.
cir en caso de una discusión.
Esto se logró magistralmente, por ejemplo, en el
El tridentino declaró, frente a la interpretación decreto sobre el apostolado de los laicos, que fue
reformadora del ministerio, que en la Iglesia existe aprobado con el número mínimo de votos negativos
una jerarquía de derecho divino. Examinando las actas (2 contra 2201 positivos). Quien lea este decreto, de
de las sesiones, puede constatarse que en este problema extraordinaria importancia para la nueva orientación
se dio con una fórmula muy genial para escamotear de la Iglesia, podrá palpar claramente su carácter de
las controversias de la teología, de aquel tiempo, por compromiso.
ejemplo la controversia sobre si las órdenes menores
son de derecho divino o de derecho eclesiástico. La Por una parte, se acentúa que todo bautizado, en
fórmula elegida dice así: "hierarchiam divina ordina- razón a su participación en el ministerio sacerdotal,
tione constitutam, quae consistit ex episcopis, presby- regio y profético de Cristo, y en base al sacerdocio
teris et ministris".12 La formulación definitiva, que no común de todos los fieles, tiene en la Iglesia un co-
era en modo alguno completa ni ponderada, y que metido propio. Por otra parte, se hace hincapié en la
podía ser interpretada por cada uno de los teólogos interpretación tradicional del apostolado de los laicos,
en el sentido de participación y colaboración con el
en el sentido de su propia idea, era, por otra parte,
apostolado jerárquico de la Iglesia. Este último as-
suficiente para excluir la interpretación del ministe-
pecto había alcanzado especial importancia durante
rio, propia de los reformadores."
los pontificados desde León XIII a Pío XII."
En el Concilio Vaticano II, puede verse con más
El hecho de que las formulaciones dogmáticas, y
claridad todavía el carácter de compromiso propio de
sobre todo las decisiones definitivas de la Iglesia, cons-
las formulaciones eclesiásticas. Puesto que a esta asam-
tituyen fórmulas de compromiso y de protección po-
blea se le pedía que respetase la opinión de las mino-
lémica, ha de aceptarse como simple y llana realidad.
rías, para conseguir una aprobación lo más mayori-
Además, si se tiene en cuenta que el esfuerzo de la
taria posible de cada uno de los documentos, tuvo que
Iglesia por conseguir una interpretación correcta de la
12
DS 1776.
revelación constituye una continua aspiración del pue-
18
Ver especialmente, L. OTT, Das Sakrament der Weibe.
Freiburg-Basel-Wien 1969, 119s.; K. J. BECKER, Der Vnter- 11
Para profundizar en este tema, cf. F. KLOSTER-
schied von Bischof und Priester im Weihedekret des Konzils MANN, Das christliche Apostolat. Innsbruck-Wien-München
von Trient und nach der Kirchenkonstitution des II. Vatika- 1962, 589s., 671s.
nischen Konzils, en Zum Problem Unfehlbarkeit, 289-327.
57
56
blo de Dios peregrinante, habrá de añadirse que no
podía haber sido de otro modo. terpretarse correctamente. Es una escueta realidad que
ha de considerarse como necesidad interna de la Igle-
Este hecho tiene que considerarse cuidadosamente sia. Las afirmaciones dogmáticas constituyen entre
a la hora de interpretar los dogmas y su significado otras cosas una reglamentación de la terminología
para la vida de la Iglesia. En modo alguno puede res- oficial que, debido al carácter eclesiológico de la fe,
tringirse la tarea de la teología, y especialmente de la pueden ser obligatorias, pero que no obstante siguen
teología dogmática, a interpretar las manifestaciones siendo inadecuadas y pueden expresarse por tanto de
doctrinales de la Iglesia. Precisamente el carácter de modo distinto.17
protección y de compromiso propio de la definiciones
Al hablar en el contexto del dogma sobre una
que se han ido elaborando a lo largo de la Iglesia ha de
normativa o reglamentación del lenguaje oficial de
impulsarnos a sacar una confrontación teológica ge-
la Iglesia, no debe aminorarse el valor de las formu-
neral del estrecho horizonte de la historia, para que
laciones que llevan el sello de su autoridad. Basta con
lleguemos a contemplar la revelación en todo su con-
tener en cuenta el hecho evidente de que, cuando la
texto global. Iglesia elabora una fórmula de fe, se está sirviendo de
Las definiciones solemnes no son meras conclu- un modo de expresión que ciertamente es correcto,
siones en el sentido de que constituyen un rechazo de pero que en principio no es el único posible y que
por tanto podría haber sido suplido por otro.
los errores, sino que son puntos de partida, en el sen-
tido de que confieren a la teología la tarea de explicar,
Puede añadirse incluso que los conceptos filosó-
ilustrar y desarrollar en su estilo las verdades garanti- ficos y teológicos empleados por la Iglesia oficial
zadas por la revelación. fueron tal vez conceptos parciales, equívocos y en de-
terminados casos arbitrarios y malogrados. Pero quien
quiera tener acceso al contenido del dogma y al objeto
4. El dogma y la normativa de las de la revelación, expresados en las formulaciones de
expresiones del magisterio eclesiástico™
Escritos de teología, 5, 55-82; Der Pluralismus in der Theo-
logie und die Einheit des Bekenntnisses der Kirche, en Schrif-
ten zur Theologie, 9, 11-33; Zum Begriff der Unfehlharkeit
in der kathoUschen Theologie. Einige Bemerkungen anlasslich
La expresión "normativa del lenguaje", que fue in- des 100 Jahre Jubiláums des Unfehlbarkeitsdogmas vom 18.
troducida en la teología por Karl Rahner,1" debe in- Juli 1970, en Zum Prohlem Unfehlharkeit, 9-26, especialmente
21s.
17
w
W. KASPER, Dogma y palabra de Dios. Mensajero,
Cf. J. FINKENZELLER, o. c, 222s. Bilbao 1968.
18
K. R A H N E R , ¿Qué es un enunciado dogmiticot, en
59
58
la Iglesia, tendrá que esforzarse por hallar acceso tam- mandamiento divino. Pero precisamente éste es el
bién a la normativa del lenguaje eclesiástico. elemento decisivo que falta en un niño que muere en
pecado original. La expresión castellana "pecado de
Así, por ejemplo, la doctrina del concilio de Cal- herencia", que el hombre moderno interpreta eviden-
cedonia nos obliga a creer que Cristo es esencialmente temente dentro del marco de la herencia biológica
idéntico al Padre según la divinidad, y a nosotros se- ordinaria, da pie a una nueva dificultad que la teo-
gún su humanidad, y que su persona divina es porta- logía no pretendió provocar ni mucho menos, sino
dora de dos naturalezas (la divina y la humana) de que la quiso excluir conscientemente.
una manera inconcebible, intransferible, inseparable e Por tanto, la palabra "pecado de herencia" se
inconmutable.18 Sin embargo, no se debe pasar por presta a equívocos para el hombre actual. En ello no
alto que esta definición de la Iglesia se sirve de de- influye para nada el hecho de que en las decisiones
terminados conceptos tomados de la filosofía griega doctrinales infalibles de la Iglesia exista una norma-
para rechazar los errores de aquel tiempo, pero que tiva del lenguaje propia del magisterio eclesiástico.
esos conceptos están por encima de una interpretación Sería absolutamente posible y se debería expresar de
puramente filosófica. En principio, lo que el dogma otra manera mejor y más adecuada al entendimiento
quería dar a entender se podría haber dicho y formu- del hombre actual el objeto de lo que quiere darse
lado de otra manera, incluso mejor y más adecuada a entender con esa expresión.
a la mentalidad de nuestro tiempo.
Cuando el concilio de Trento emite sus juicios
Cierto que, tomando como punto de partida la
acerca de las formulaciones reformadoras "simul ius-
revelación del Nuevo Testamento, no se puede negar
tus et peccator", o bien aquella otra "sola fides ius-
que el hombre debe toda su salvación única y exclu-
tificat"," confiere a las expresiones "iustus", "iusti-
sivamente a Dios, y que por tanto está perdido mien-
ficare", "fides", "peccator", un sentido especialmente
tras no reciba la misericordia de Dios, que se hizo
determinado y concreto que no corresponde al que
especialmente visible en Cristo. Pero, por otra parte,
tienen en el contexto de la sagrada escritura y de la
la expresión con que se consignó esta realidad, "pe-
tradición de la Iglesia.
cado original", "pecado de herencia", provocó natu-
ralmente toda una serie de errores de interpretación. Constituye un logro de indiscutible valor para la
teología ecuménica el hecho de que pueda darse un
Desde el punto de vista de la teología moral, el
sentido plenamente católico a las frases que fueron
elemento decisivo para que exista el pecado consiste
condenadas por el concilio tridentino, si se tiene en
en una conculcación personalmente responsable de un
18 " DS 1526, 1527, 1531, 1532, 1534, 1559, 1562.
DS 300s.
61
60
cuenta el amplio sentido que se da a la fe en los evan- cionado desde el punto de vista sociológico e his-
gelios sinópticos, en Juan y en Pablo, y si se entiende tórico-filosófico. Y además, aunque este modo de
expresión se imponga reivindicando el derecho a
por pecado lo que realmente se quiere dar a entender
ser respetado, este respeto no debe identificarse con
con esta palabra en la sagrada escritura. el sí que profesa la fe ante el objeto definido
En este sentido, somos creyentes y conversos, ya obligatoria y dogmáticamente.20
que en realidad estamos poseídos por la salvación de Esto quiere decir dos cosas: por una parte, la
Dios a lo largo de nuestra vida, mediante la fe y la Iglesia quiere expresar su fe en la revelación de
conversión, a pesar de que nos veamos sometidos al Dios mediante sentencias obligatorias. Pero, por otra
poder del pecado y bajo el peligro de las concupis- parte, es posible que resulte necesario sustituir las
cencias y los egoísmos. Conforme al testimonio del fórmulas de expresión del magisterio por otras, si así
Nuevo Testamento, todo el que cree se salva. Pero lo exige una situación diferente que haya ocasionado
la plenitud definitiva e inalienable de la salvación con- el fenómeno de que tales fórmulas se hayan quedado
siste en ser el objeto de la esperanza en una salvación imperfectas, de manera que llegue a resultar equívoco
eterna. y falsamente interpretable el objeto de lo que ellas
El que de alguna manera conozca a fondo la his- declaraban. Sobre este punto hablaremos más ade-
toria de los dogmas, sabrá muy bien que el tema de la lante con algo más de amplitud.
normativa del lenguaje del magisterio eclesiástico se
podría ilustrar con muchos más ejemplos. En el fondo
de esta normativa del lenguaje oficial eclesiástico ra-
dica un problema que cada vez tiene mayor importan- II
cia en el estadio pluralista en que actualmente se La localización histórica del dogma
encuentra la sociedad. y su importancia para la
interpretación del mismo *
Habrá que dar la razón a Karl Rahner cuando
afirma:

No se es consecuente con el pluralismo teológico, Ya hemos hablado varias veces sobre el marco
si no se llega a comprender que, en cada una de las histórico del dogma, pero es preciso tratar este asunto
formulaciones del magisterio eclesiástico, se refleja más detalladamente, puesto que así llegaremos cier-
no sólo la confesión de la Iglesia, sino también 20
un aspecto de su forma de expresarse, que podría 31
K. RAHNER, Der Pluralismo., 23.
ser distinto del que en realidad fue y que no emana J. FINKENZELLER, Das Verstandnis von Dogma
und Dogmenentwicklung in der Theologie nach dem Ersten
directamente de su objeto, sino que está condi- Vatikanischen Konzil, 167.
62 63
la obra salvífica de Dios entre los hombres, misterio
tamente a comprender algo que resulta decisivo para éste que rige sobre la misma Iglesia". Este carácter
la interpretación del mismo. relativo del dogma hace referencia a su estrecha cone-
xión con la situación histórica en que la Iglesia emite
sus

1. La localización histórica del dogma afirmaciones acerca de la revelación, afirmaciones


que ciertamente se ven condicionadas desde el
punto de vista de la historia, sin que por ello
dejen de ser verdaderas en sí.22 El dogma es el re-
La localización histórica del dogma es una conse- sultado de la audición histórica de la escritura.23 El
cuencia del ser mismo de la Iglesia en cuanto pueblo dogma se sitúa en la línea del evangelio que ha
de Dios peregrinante a través del tiempo. El dogma, de proclamarse en un determinado momento de
entendido como interpretación auténtica, definitiva y la historia de la Iglesia, un evangelio que se con-
obligatoria de la revelación, tiene desde su mismo vierte así en acontecimiento.24
origen una localización histórica determinada, y en
consecuencia es por su propia naturaleza una realidad Tenemos que precisar más aún la envergadura de
de carácter relativo. todo lo que hemos indicado acerca de la localización
Al decir "relativo", no queremos de ningún modo histórica del dogma y del carácter de relatividad que
quitarle valor ni aminorar su correspondencia con la lleva consigo. Todo esto no debe entenderse como
realidad. La palabra "relato" expresa más bien el si las sentencias definidas dogmáticamente por el ma-
hecho de que la configuración externa del modo de gisterio eclesiástico tuvieran valor solamente para
expresarse el dogma, y por tanto el contenido de lo una época determinada, en orden a dominar una situa-
que en él se afirma, ha de interpretarse dentro del ción concreta o a evitar el peligro de un cisma. En
marco de una determinada época, a pesar de que el principio, una verdad no sirve sólo para una deter-
kerigma de la revelación que se contiene en el dogma minada época ni está supeditada exclusivamente a
posea de por sí un contenido de verdad que está por ella.25 Pero esto no quiere decir que esté ya solucionado
encima de todo momento histórico. El carácter relativo el problema de si una formulación definida en un de-
del dogma no quiere decir que haya de entenderse en
22
un sentido relativista el objeto de la verdad implícita W. SCHULZ, Dogmenentwkklung ais Problem der
Gescbicbtlichkeit der Wabrheitserkenntnis. Roma 1969, 291.
en toda afirmación dogmática. Más bien se refiere, por 23
W. KASPER, Dogma y palabra de Dios. Mensajero,
el contrario, a su "estrecha vinculación con la situación Bilbao 1968.
24
histórica en la que la Iglesia quiso reflexionar, me- W. SCHULZ, o. c, 292.
25
L. SCHEFFCZYK, Satz-Wahrheit und "Bleiben in
diante definiciones obligatorias, acerca del misterio de der Wahrheit", 155s.

64 65
terminado momento de la historia pueda tener siempre hombres. Según el evangelio de Juan, el que cree tiene
la misma intensidad de expresión en orden al servicio la vida eterna. Para Pablo, el ser cristiano se resume
que debe prestar al evangelio. en la fe. Según la escritura, la confianza y el amor son
evidentemente elementos integrantes del acto de fe.
Que el dogma sea incompleto a pesar de que con-
2. El carácter fragmentario tenga siempre la verdad, es algo que se deduce auto-
y la imperfección del dogma máticamente de su localización histórica y del origen
de toda afirmación dogmática.

De lo expuesto hasta aquí se deduce claramente Los conceptos con los que el dogma expresa la
que el dogma resulta siempre incompleto e imperfecto, verdad de la revelación están tomados de una época de-
en relación con el conjunto de la revelación de Dios terminada y de una determinada filosofía. Estos con-
a los hombres. Del sector en que se debate una cues- ceptos son fundamentalmente incapaces de expresar
tión cualquiera, selecciona el dogma una parte (el pun- en toda su plenitud el misterio de la revelación que
to de controversia), para sacar de ella una definición, quieren explicar y proteger. Además, ocurre no pocas
una afirmación vinculativa. Así, por ejemplo, el con- veces que el empleo de estos conceptos filosóficos va
cepto de fe que ha ido desarrollando la teología cató- ligado estrechamente a la normativa del lenguaje del
lica a partir del Concilio Vaticano I se refiere casi magisterio eclesiástico, de manera que muchas veces
exclusivamente al aspecto intelectual. Fe significa puede constituir en épocas posteriores una traba para
precisamente en esta interpretación (no de manera ex- el acceso a la revelación.
clusiva, pero sí prevalentemente) la actitud de tener
Si tomamos en serio el hecho de que una definición
por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia
solemne sea incompleta e imperfecta, tendremos que
presenta como objeto de fe.
entender por "definitiva", no la cualidad de insupe-
Sin embargo, si examinamos el concepto de fe rable que quiere atribuirse a toda definición dogmática,
contenido en la escritura, comprobaremos que es mu- sino más bien la delimitación que quiso trazarse entre
cho más amplio que todo eso. La actitud de considerar verdad y error en un determinado momento de la
como verdadero lo que ha sido revelado, no está historia, en base a que era posible y necesaria, sirvién-
ausente, pero no ocupa el lugar central en el modo dose de los medios de expresión de aquella época. Con
como la biblia entiende la fe. Según el testimonio de esta idea nos estamos planteando una cuestión decisiva.
los evangelios sinópticos, la fe y la conversión son las
condiciones previas para el reino de Dios entre los

66 67
3. La cuestión de la reinterpretación debido a la impronta especial que llevaba en sí misma
de los dogmas™ por razón de la forma de expresión y la mentalidad
de una época determinada.
Una formulación dogmática no puede constituirse
El problema de una reinterpretación posible de de por sí misma en fin; antes bien, tiene que estar al
los dogmas constituye uno de los intereses más típicos, servicio de la revelación y ser un testimonio del evan-
aunque no por eso menos discutibles, de nuestro tiem- gelio. La nueva formulación debe posibilirar precisa-
po. Esta exigencia suele entenderse en el sentido de mente este servicio a la revelación, sin que en todo
una formulación que significa el abandono de las de- ello se ponga en tela de juicio la fidelidad a la tra-
finiciones eclesiásticas emitidas hasta el presente, con dición histórica.
carácter de obligatoriedad. Este sentido es falso y ha
de excluirse a todo trance en lo que a continuación La historia de los dogmas debe facilitar a los hom-
vamos a exponer. bres, en el curso de la historia, su acercamiento a la
revelación ya concluida. Debe facilitar la realización
Una reinterpretación de los dogmas solamente de la fe y debe fomentar con ella la vida a partir de
tiene sentido cuando constituye de por sí un servicio la fe. Nunca debe constituirse en una costra que aho-
a la revelación. Entendida correctamente, no significa gue a la vida.27
el abandono de las verdades de fe, ni de las realidades
salvíficas, sino, antes al contrario, la posibilidad de Precisamente la fidelidad a la afirmación de las
un mejor acceso a la fe, en base a la situación cam- formulaciones antiguas tiene muchas veces como
biante de la Iglesia y del hombre en nuestro mundo. consecuencia la necesidad de nuevas formula-
ciones.28
No todos los hombres son capaces de reinterpre-
tar en su vivencia existencial una formulación perfec- La experiencia nos enseña que las formulaciones
tamente coherente y objetiva, en virtud de la nueva definidas en el curso de la historia son la expresión
orientación que haya tomado la historia del pensa- de la fe, no sólo para la época en que tuvieron su
miento en una época posterior. Una definición dog- origen, sino probablemente también para un amplio
mática del magisterio doctrinal puede llegar a difi- período posterior. Sin embargo, no queremos con ello
cultar más que facilitar el acceso a los misterios de
27
la escritura, debido a su caducidad histórica, es decir, J. RATZINGER, Das Problem der Dogmengeschichte
in der Sicht der katholischen Theologie. Kóln-Opladen 1966,
23.
26 28
J. FINKENZELLER, Uberlegungen zur Sprachgestalt P. S C H O O N E N B E R G , Die Interpretation des Dog-
und zur Grenze des Dogmas, 234s. mas, 75.

68 69
decir que una formulación de este tipo cumpla siem- tión "¿quién será salvado?", sino de "cómo se salva
pre con el servicio que debe a la revelación. el hombre". Se intentaba decir que sin Cristo no
había salvación, y que la realización de la salvación
Para entender mejor lo que queremos decir acerca
no se podía llevar a cabo sin la Iglesia fundada por él.
de la conveniencia y la necesidad de una reinterpre-
tación de los dogmas y de las afirmaciones dogmáticas, En realidad, ya antes del Concilio Vaticano II fue
aduzcamos como ejemplo la doctrina de la necesidad apareciendo claro en la conciencia teológica que in-
de la Iglesia para la salvación, doctrina ésta que, des- cluso las iglesias cristianas no católicas tienen también
de el tiempo de los santos padres, se expresa en el una tarea salvífica que realizar. El concilio llama a
conocido axioma "extra ecclesiam nulla salus".20 estas iglesias "ecclesiae", o bien "communitates ec-
clesiales". En esta misma línea, las religiones no cris-
No vamos a detenernos aquí a exponer toda la tianas empiezan a verse de un modo mucho más po-
historia de esta frase, que en castellano viene a sig- sitivo que antes, en su relación con la aplicación de
nificar que la Iglesia es la única portadora de la sal- la salvación aparecida en Cristo. Incluso a los ateos
vación. Sin embargo, tenemos que decir que nosotros se les atribuye una posibilidad de acceso a la salvación,
entendemos esta frase de manera muy distinta a como si defienden sus teorías acerca del mundo con una
la entendían Orígenes y san Cipriano, los cuales ne- convicción auténtica.30 La famosa expresión "cristia-
gaban de hecho la salvación para los no cristianos. En nos anónimos",31 y todas las discusiones teológicas
el curso de la historia, se ha transformado mucho y se que lleva consigo, en relación con las posibilidades
ha mitigado la intensidad con que se planteaba y se ordinarias y extraordinarias de la salvación, han puesto
respondía a esta cuestión de la doctrina acerca del mucho más en claro la profundidad de todo este pro-
"votum ecclesiae", doctrina que ha experimentado blema. Si, en consonancia con la tradición, se con-
una considerable ampliación y un cambio muy pro- sidera como camino ordinario de salvación el segui-
fundo. do por los cristianos, y se reconoce al mismo tiempo
que de hecho se da también la salvación de un modo
Se dice, pues, consecuentemente, que este axioma
extraordinario para un gran número de seres humanos
original no representaba un principio personal, sino
que no pertenecen al cristianismo, hay que darse cuen-
un principio objetivo, pues no se trataba de la cues-
De este tema se ocupan las siguientes investigaciones, 30
K. R A H N E R , La doctrina del Concilio Vaticano II
que ofrecen, a su vez, más bibliografía: M. SCHMAUS, Teo- sobre el ateísmo: Concilium 3 (1967).
31
logía dogmática, 3, 820; Y. M. C O N G A R , Ausser der Kircbe, Entre el gran número de publicaciones al respecto, cf.
dos artículos que a su vez ofrecen bibliografía sobre el te-
kein Heil. Wahrheit und Dimensión des Heils. Essen 1961; ma: K. R A H N E R , Los cristianos anónimos, en Escritos de
H . K Ü N G , Sinceridad y veracidad. Barcelona 1969; J. RAT- teología, 6; H . KRUSE, Die "anonymen Christen" exegetisch
gesehen: MThZ 18 (1967) 2-29.
ZINGER, El nuevo pueblo de Dios. Barcelona 1972.

70 71
ta del hecho de que ambos conceptos son esencialmente La frase definida por el concilio de Trento °8 acer-
distintos de lo que se entendía por ellos en un prin- ca de la institución de los siete sacramentos por parte
cipio. de Cristo, es interpretada por muchos fieles de hoy
día como si evidentemente Jesús hubiera fundado
Lo que intentamos poner de relieve en todo este cada uno de los siete sacramentos durante la historia
contexto es lo siguiente: tendremos que preguntarnos de su vida mortal. Este sentido, que se corresponde
con toda seriedad si el axioma "extra ecclesiam mi- muy adecuadamente a la estructuración lingüística
lla salus", formulado y entendido a la letra en la de dicha formulación, fue defendido y representado
época de los santos padres, conserva o no su sentido por muchos teólogos escolásticos hasta mucho tiempo
auténtico y comprensible para nuestro tiempo, en or- después del concilio tridentino. Sin embargo, es un
den a expresar la necesidad, posibilidad y realidad sal- sentido que no puede mantenerse así en la mentalidad
vífica de la Iglesia. de la Iglesia de nuestro tiempo.
Este problema se plantea en términos mucho más
claros, si se tiene en cuenta que la Iglesia ha emitido Si tenemos en cuenta que la revelación de Dios,
ya su dictamen acerca de la interpretación literal de realizada en Cristo, fue completada en la Iglesia de
este axioma, rechazando el sentido que quería darle la era apostólica, concluiremos lógicamente situando el
el jesuíta americano F. Tenay.32 origen de los sacramentos en la Iglesia primitiva, que
por cierto vivió y se desarrolló en el marco de la re-
Sin perder de vista ninguna de estas realidades,
velación, localizándolos en el terreno de su misterio
tendríamos la completa seguridad de la conveniencia
decisivo y definitivo para siempre.
de una nueva estructuración lingüística para la ex-
presión originaria de esta sentencia, que de hecho ha La expresión "infalibilidad de la Iglesia" se en-
ido experimentando una continua reinterpretación. tiende aún hoy día en el sentido de impecabilidad mo-
Es decir, veríamos la conveniencia de dar con una fra- ral, un sentido que no se incluye en el dogma ecle-
se que expresara realmente en palabras más com- siástico y que contradice además a las afirmaciones
prensibles y adecuadas lo que este axioma quería dar del Nuevo Testamento, en el que se entiende expre-
a entender. samente a la Iglesia como comunidad compuesta por
Después de esta explicación un poco detallada so- santos y pecadores.
bre un ejemplo de necesidad de reinterpretación de
Nada de lo que la Iglesia define en el contenido
una definición dogmática, haremos mención, aunque
del dogma tiene que omitirse y olvidarse, pero en no
sólo sea de paso, de otros ejemplos.
33
32
DS 3866s. DS 1601.

72 73
desarrollo de los dogmas, pueda darse un auténtico
pocos casos será conveniente exponer la doctrina autén-
progreso en el sentido en que normalmente puede en-
tica, de tal forma que el contenido de la revelación,
tenderse esta palabra:
que en ella se pretendía poner de manifiesto, no se
preste a errores ni a equívocos.
La Iglesia de la actualidad, que fue creada en el
Nuevo Testamento, es la "finalis ecclesia" según
su estado soteriológico. Esta Iglesia, en cuanto
tal, no conoce progreso ni desarrollo alguno. A
4. El desarrollo y el
pesar de que la Iglesia como realidad socioló-
progreso de los dogmas3" gica admite indudablemente la posibilidad del mo-
vimiento, el cambio y el progreso, hay en ella, sin
embargo, determinados elementos que no se pue-
Al exponer la interpretación tradicional del de- den ni superar ni mejorar, como son el estado de
la Iglesia neotestamentaria, la fe en Cristo y el
sarrollo de los dogmas, hemos podido constatar que,
contenido de esta fe en los apóstoles y el acto re-
en la mentalidad del hombre moderno, el desarrollo ligioso en su función personal.'"
de los dogmas viene a identificarse con el progreso
dogmático. ¿Concuerda esto realmente con todo lo Seckler resume en las siguientes palabras el fenó-
que hemos expuesto? meno del desarrollo de los dogmas:
Max Seckler,35 que ha estudiado a fondo y exhaus-
decir y hacer lo mismo que antes, en una situa-
tivamente esta cuestión, se plantea en sus estudios la ción de la evangelización totalmente distinta, de-
siguiente pregunta: "¿pueden darse dogmas «nuevos» bido a que antes la situación no era igual y por
de mejor calidad, lo mismo que hay coches nuevos tanto tenía que hablarse y actuarse de modo di-
cada vez mejores?" M El concepto de "mejora" encaja ferente.38
muy bien con el concepto de progreso. Sólo se puede
En realidad, en el desarrollo de la fe no existe
hablar de progreso, cuando lo nuevo sea mejor que
un progreso con el que pudiera identificarse la evo-
lo viejo, o cuando lo viejo sea sustituido por otra cosa
lución de los dogmas, precisamente en la era de la
mejor, que es lo nuevo.
récnica en la que el hombre emplea la palabra "desa-
Seckler rechaza con razón que, en el contexto del rrollo" con la mayor naturalidad del mundo. El desa-
31
Cf. J. FINKENZELLER, Das Verstandnis von Dog- rrollo de los dogmas no puede identificarse en el fondo
ma und Dogmenentwicklung in der Theologie nach dem I. con el progreso de los dogmas.
V'atikanischen Konzil, 171s.
35
Des fortschrittsgedanke in der Theologie, en Theo- 37
logie im Wandel. München-Freiburg Br., 1967, 41-67. Ibid., 58.
38
38
Ibid., 45. Ibid., 63.

74 75
Para el primero, no existe una nueva revelación, La historia nos demuestra que, mediante esta nueva
ya que Dios pronunció en su Hijo la palabra defini- visión de la eucaristía, se pusieron de tal forma los
tiva e insuperable. Todos los esfuer2os especulativos acentos, que las afirmaciones centrales de la escritura
de la teología, para conseguir una interpretación más quedaron de hecho relegadas a segundo plano, espe-
profunda de la revelación, no son capaces de desve- cialmente la importantísima exigencia de los relatos
lar el misterio de la palabra de Dios. El teólogo vive de la institución de la eucaristía, en orden a la obliga-
de la fe y está en continua dependencia de ella. ción de tomar parte en el banquete eucarístico, o bien
el pensamiento de la doctrina paulina acerca de la euca-
La historia de los dogmas nos pone claramente de ristía en relación con la unión en Cristo, que se hace
manifiesto que, cuando la especulación teológica al- visible al participar muchos de un mismo alimento.
canza su punto cumbre, suele acusar también una
La confesión en secreto, que fue tomando auge a
cierta limitación de puntos de vista. Así, es cierto, por
partir del siglo VI, y que adquirió con la teología esco-
ejemplo, que la escolástica del siglo XIII desarrolló
lástica la forma de sacramento de la penitencia, tal
unas consideraciones muy profundas acerca de la pre-
como hoy día se considera y se practica entre nosotros,
sencia de Cristo en la sagrada eucaristía, pero al mismo
pudo significar efectivamente un anticipo en com-
tiempo se relegaron a segundo plano muchas ideas de
paración con la rigurosidad del proceso penitencial ca-
la escritura y de los santos padres acerca de la doctrina
nónico. Sin embargo, en el devenir de este desarrollo,
de la misma.
se perdieron elementos de la llamada bíblica a la con-
Al centrar la teología especulativa toda su atención versión, elementos tan importantes como la seriedad
en la explicación extraordinariamente intensiva del de la conversión personal y el carácter eclesiológico
fenómeno de la transubstanciación y de la presencia del sacramento de la penitencia.
de Cristo bajo las especies eucarísticas de pan y vino La limitación del entendimiento humano tiene co-
(presencia que a su vez se distinguía perfectamente mo consecuencia el hecho de que la fe y la teología
del modo de existir el Jesús histórico en su vida trans- no puedan orientarse con la misma intensidad a la
formada a la derecha del Padre), hubo otros puntos plenitud de la revelación. Todo saldo favorable va
de vista que no se pusieron de relieve como corres- unido en la teología a una buena contracción de
pondía a su importancia. deudas (G. Sohngen).
La nueva interpretación de la eucaristía tuvo como El estudio profundo de la revelación no consti-
consecuencia el culto de adoración (posible y razo- tuye de por sí un progreso en la fe. En última instan-
nable en sí mismo), el cual alcanzó su punto cumbre cia, sólo podemos abarcar la revelación con verdadera
en la introducción de la fiesta del Corpus Christi. profundidad si vivimos la fe en ella.

76 77
El sentido de la historia de los dogmas no es el La tarea, por tanto, de la teología seguirá consis-
progreso de los dogmas, sino el servicio que cada tiendo en anunciar la revelación concluida en la escri-
época histórica exige que prestemos al evangelio. tura, de tal modo que pueda escucharse en el tiempo y
pueda ser fructífera para la vida de la Iglesia y de
En realidad, el progreso consiste en aniquilar con cada uno de los cristianos. Es evidente que, en esta
las exigencias actuales todo el mecanismo de
concreción y estructuración estrecha y restringida tarea, ni la Iglesia ni su teología pueden prescindir
que existió ayer. No se trata de hacer cosas me- a lo largo de la historia de la interpretación auténtica
jores que las que hicieron los hombres de anteayer, de la escritura. Pero el dogma no radica en sí mismo,
sino de hacer nuestras cosas tal como ellos hicieron sino que está haciendo continua referencia a la es-
1 39

las suyas. critura, cuya interpretación y protección constituyen


La palabra de Dios se dirige a toda la humanidad, su más auténtico sentido.
a través del instrumento de la historia de la sal-
vación, que es la Iglesia y el magisterio de la mis-
ma, que está íntimamente vinculado a la escri-
tura. Esta palabra se dirige también consecuente-
mente a los hombres que viven hoy día, pero la
palabra de Dios escuchada ha de renovarse cons-
tantemente en su relación con la situación de cada
uno de los hombres para quienes esta palabra de
Dios resulta perfectible en la circunstancia con-
creta de aquí y ahora.<0
De esta manera, la revelación se expresa de modo
diferente, porque la palabra de Dios resuena en situa-
ciones que antes no se daban.
Por tanto, en la historia de los dogmas no hay un
desarrollo orgánico del que hacen mención las teo-
rías a las que nos hemos referido al principio. No se
trata, en último término, de un proceso de deducción
lógica, sino del "indeductible nuevo kairós del evan-
gelio en la vida de la Iglesia".41
38
Ibid.
,0
E. SCHILLEBEECKX, Revelación y teología. Sala-
manca 1968.
a
W. KASPER, Dogma y palabra de Dios, Bilbao 1968.
78 79
3
LAS LIMITACIONES DEL DOGMA
Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA TEOLOGÍA'

I
Las limitaciones del dogma

Ya hemos hablado en diversos contextos acerca de


las limitaciones del dogma. Como acabamos de ver,
una de estas limitaciones del dogma consiste funda-
mentalmente en su historicidad. A ello va estrecha-
mente unida la configuración lingüística del dogma, y
la normativa que rije para el modo de expresarse el
magisterio eclesiástico. A continuación, expondremos
más detalladamente estos pensamientos y los ilustra-
remos desde diversos puntos de vista.

1
J. FINKENZELLER, Überlegungen zur Sprachgestdt
und zur Grenze des Dogmas, 226s.

81
1. La configuración lingüística Cierto que la precisión teológica del hecho de la
en cuanto limitación del dogma consagración eucarística, y del modo en que Cristo es-
tá presente mediante ella en las especies de pan y vino,
se ha conseguido "convenienter et aptissime" median-
La historia nos demuestra que existen determi- te la expresión "transsubstantiatio".2 Sin embargo, no
nados conceptos filosóficos tomados de la filosofía ha de perderse de vista el hecho de que las ciencias
de una determinada época, es decir, de la época en que naturales y la filosofía actualmente en boga, que tan
se produjo una definición, los cuales tienen como fi- profundamente influyen en el pensamiento contem-
nalidad el servir de indumentaria a la forma en que poráneo, tienen un concepto de sustancia totalmente
había de expresarse el dogma. Pero, por otra parte, distinto al que tenía la teología escolástica.
la historia del pensamiento nos hace ver claramente La esencia del signo sacramental ha venido expli-
que los sistemas filosóficos van superándose y susti- cándose hasta la actualidad, lo mismo por parte de la
tuyéndose unos a otros. Aun manteniendo la opinión Iglesia docente,' como por parte de la ciencia teoló-
de que la filosofía perenne tenga una validez y una gica, sirviéndose de la terminología contenida en la
importancia supratemporal, no debemos pasar por alto, doctrina aristotélico-tomista acerca de la materia y la
sin embargo, el hecho de que esta filosofía ha dejado forma. Estos conceptos han adquirido, sin embargo,
ya de ser la filosofía de nuestro tiempo. en la mentalidad de hoy día un sentido totalmente
A esto hay que añadir que determinados conceptos distinto.
filosóficos de la escolástica están sometidos también a Se necesita, de hecho, una detallada explicación
un cambio de significado (por justo o injusto que nos histórico-teológica, para poner de manifiesto que la
parezca), de tal manera que han llegado a entorpecer imposición de las manos constituye la materia del sa-
más que a facilitar el acceso a lo que el dogma daba cramento del orden, y que determinadas palabras del
a entender como contenido propio. Este fenómeno es rito consecratorio constituyen la forma de este sacra-
debido a la configuración lingüística del dogma, tal mento. Y todavía menos comprensible resulta pre-
como se expuso en su definición, la cual se hizo luego sentar los actos del penitente (arrepentimiento, con-
histórica, pese a su tendencia a la inmutabilidad. fesión, penitencia) como la materia, y por otro lado
Si se tiene en cuenta que el dogma ha de prestar la absolución del sacerdote como la forma del sacra-
un servicio al evangelio a lo largo de la historia, ha mento de la penitencia.
de tomarse en serio esta limitación suya, de manera 2
que ya no se desconfíe de la exigencia de una posi- DS 1642, 1652.
3
Así, por ejemplo, en la Const. Apostólica Sacramentum
ble reinterpretación de los dogmas. ordinis, del 30 de noviembre de 1947: DS 3857s.

82 83
Semejante dificultad nos sale al paso en la inter- tó con carácter de inmutabilidad, envuelta en las for-
pretación de los dogmas trinitarios y cristológicos mas lingüísticas de una mentalidad determinada, co-
de los antiguos concilios. Hoy día ya no comprendemos rrespondiente a diversas épocas, tampoco el dogma
los conceptos de "naturaleza", "persona", "esencia", podría desprenderse jamás de la configuración lingüís-
etc., en el mismo sentido en que los emplearon los tica en la que fue formulado.
concilios de Nicea y Calcedonia. Ahora bien, si en un caso concreto se mantuvo esa
Tenemos que advertir, en general, que la forma traba insuperable, ¿por qué ha de correrse en otros ca-
en que se han ido expresando los dogmas que han sido sos el peligro de una falsa interpretación de los dog-
definidos hasta el presente lleva exclusivamente la mas, incluyendo la posibilidad de una reinterpretación
impronta del pensamiento occidental y especial- de los mismos?
mente de la filosofía griega. A ésta y a otras objeciones semejantes habría que
responder lo siguiente: hay que distinguir claramente
Si la Iglesia quiere cumplir su tarea misionera en entre la revelación de Dios en sí (de la que forma parte
la sociedad pluralista del mundo de hoy, no podrá integrante la exposición evolutiva del misterio de
impedir el desarrollo de la teología o de ciertas teolo- Cristo y de la salvación, tal como aparece en la Igle-
gías que intenten explicar los dogmas formulados has- sia de los apóstoles), y la interpretación de la reve-
ta el presente sirviéndose de una terminología que lación, ya concluida, por parte de la teología de la
sea más adecuada y resulte más comprensible para Iglesia.
los africanos y asiáticos, aunque para ello tenga que
diferir de la que hasta hoy día ha venido utilizando Entre los esfuerzos de esta teología hay que con-
la teología occidental. tar también con las definiciones dogmáticas del ma-
gisterio eclesiástico, condicionadas ciertamente por el
Cae de su propio peso que ha de tenerse en cuenta aparato conceptual que le proporciona la teología.
el mundo religioso en el que han ido desenvolviéndose
Una definición solemne no puede decir en sus
estos pueblos desde hace miles de años. frases más de lo que sea capaz de expresar la teología
No se puede oponer a estas ideas la objeción de su época.
de que también la revelación de Dios se haya mani- Del mismo modo que el logos eterno no asumió
festado precisamente en un mundo de ideas y de cul- una sola naturaleza humana, mediante la acción reve-
turas muy concreto, en el que estaban ambientados ladora de su encarnación, sino que al mismo tiempo
los géneros literarios de la escritura. Según esta obje- se solidarizó con un pueblo determinado, igualmente
ción, del mismo modo que la revelación se nos presen- la revelación de Dios en su Hijo, que es la última y

84 85
definitiva palabra del Padre, sólo podía ser escuchada Esta limitación del dogma aparece especialmente
por los receptores de la revelación en el mundo del peligrosa si se tiene en cuenta que el dogma debe ser-
judaismo y del helenismo. vir de protección de la verdad revelada. Ya hemos
Esta manifestación de la palabra en la revelación hecho notar que el dogma es una fórmula protectora
misma, que sale a nuestro encuentro mediante los que lleva una orientación polémica y que, por tanto,
diversos géneros literarios del Antiguo y del Nuevo está parcialmente enfrentada contra el error. El ma-
Testamento, tiene su prolongación en el dogma en gisterio eclesiástico afina la puntería para dar en el
cuanto que éste se nos manifiesta en una serie de blanco del error y separarlo de la verdad. La Iglesia
conceptos vinculados a cada una de las épocas histó- no constata simplemente determinadas verdades, en
ricas en función de su localización en la historia huma- base a una meditación serena sobre la revelación, sino
na. Pero, dado que el dogma tiene que estar al servicio que más bien se dirige enfáticamente contra alguien
de la revelación, y que ésta debe ser fructífera para en defensa de la verdad. Esta situación, inevitable en
todos los pueblos, tanto la teología científica como el determinados momentos históricos, tiene casi necesa-
dogma mismo han de gozar de una pluralidad de ex- riamente como consecuencia el que, en aras de la de-
presión, sin la cual sería fundamentalmente imposible fensa contra el error, se condenen simultáneamente
que se hubieran originado ni que mantuviesen su sen- los elementos de verdad que se contenían en la for-
tido genuino. La Iglesia no tiene el derecho de trans- mulación errónea. Pensemos que las decisiones de los
formar el modo de expresión en que se presenta la concilios que han tenido lugar hasta el presente, se
revelación ya concluida. Bien cierto es, sin embargo, han ocupado sobre todo de las controversias habidas
que la Iglesia puede e incluso debe cambiar la estruc- entre los cristianos que en principio confesaban o al
tura lingüística que había elegido, en la cual —en el menos querían confesar su adhesión al mensaje de
dogma— se contenía una parte integrante de la re- Cristo.
velación, por otra nueva y mejor.
La historia de la Iglesia nos demuestra sobradamen-
te que en muchas ocasiones se llegó a la herejía y al
cisma, tal vez precisamente porque determinados in-
2. La condena de los errores
tereses de la Iglesia no pudieron ser representados ni
y el mantenimiento de la verdad plena
defendidos durante mucho tiempo, especialmente de
una manera extremada y radical. Incluso los refor-
Suelen condenarse con frecuencia, junto con el madores de la Iglesia, que posteriormente se separaron
error, los aspectos de verdad que en él se contienen.4 de ella, querían, por regla general, renovarla a par-
4
Cf. J. FINKENZELLER, o. c, 228s. tir de su interior. Muchas veces, con la condena de los

86 87
errores, se oscurecieron también determinados puntos poco en serio su verdadera humanidad. Sabemos que
auténticamente importantes de la revelación, deján- ambas orientaciones fueron a parar definitivamente
dolos en la penumbra, por lo que en ocasiones fue en las herejías del nestorianismo y el monofisismo,
preciso que transcurrieran siglos y siglos para que, li- y que se vieron por fin superadas en la fórmula de
bres de la sospecha de herejía, encontrasen por fin compromiso que ya hemos citado y que emitió el con-
acceso al pensamiento teológico. cilio de Calcedonia.6
La historia de las controversias cristológicas, y las Es indiscutible que el concilio unificó ambas orien-
diversas corrientes de piedad que originaron en el
taciones, salvando así la unidad de la Iglesia, pero por
primer milenio, así como la teología de la reforma y
otra parte hemos de ver con toda claridad que la
de la contrarreforma, podrían citarse como dos ejem-
cristología de los siglos que siguieron a este concilio
plos relevantes entre los muchos que se podrían adu-
apenas si ha logrado superar el peligro de la tendencia
cir para probar y demostrar esta realidad. Dado que
monofisista hasta épocas recientes. Esta supervalora-
una definición verídica, expuesta en estilo polémico,
ción de la divinidad de Cristo ha influido decisiva-
arrastra consigo el peligro de ser comprendida como
mente en la ascesis. Por motivos muy comprensibles
mera negación del error, constituye de por sí un per-
desde el punto de vista histórico, en la actualidad se da
juicio contra aquellos elementos verdaderos que se
en la teología el movimiento contrario, que consiste
contienen sin duda en toda formulación concebida
en volver a fijarse especialmente en la humanidad
como herética.
de Cristo.6
Lo que acabamos de exponer en términos generales
puede confirmarse con algunos ejemplos que ya en La defensa contra el error —muy necesaria, cier-
parte hemos referido. tamente— relega a último lugar algunos elementos
auténticos de la revelación, que pudieron pasar desa-
Antes del concilio de Calcedonia, se daba una cris-
percibidos en una fase determinada de la historia,
tología inferior que estaba representada principalmente
por la escuela antioquena. Esta cristología acentuaba según se desarrolle una controversia, pero que más
sobre todo la humanidad de Cristo, por lo que se ex- tarde han de volver a salir a flote. A pesar de que las
ponía al peligro de no tener suficientemente en cuen- definiciones infalibles hayan de ser aceptadas plena-
ta su divinidad. Camino muy distinto fue el que re- mente, suele ocurrir, sin embargo, que la plenitud de
corrió la cristología superior, que tenía su más típica 6
Cf. en especial J. LIÉBAERT, Christologie. Von der
representación en la escuela alejandrina. Esta cristo- apostolischen Zeit bis zum Konzil von Chalcedon. Freiburg-
logía daba una importancia extraordinaria a la divini- Basel-Wien 1965.
* P. SCHOONENBERG, Un Dios de los hombres. Bar-
dad de Cristo, exponiéndose así al peligro de tomar celona 1972.
88 89
la verdad sólo llegue a captarse mediante afirmaciones alto que la reivindicación solemnemente propulsada
antinómicas emitidas a lo largo de la historia. Ten- por los reformadores era muy comprensible. No cabe
dremos que tener muy en cuenta esta innegable rea- duda de que, desde el punto de vista de la teología
lidad histórica, para apercibirnos de las limitaciones católica, se podrían haber colocado mucho mejor los
de cada definición verdadera de por sí. acentos.
El ya mencionado concepto de la fe según el Si tenemos en cuenta que en la edad media se ha-
concilio de Trento y su rechazo de la "fides fidu- bía fomentado un concepto muy inestable acerca de
cialis" (fe fiducial) han tenido ciertamente el mérito los laicos,10 observaremos que era un elemento carac-
de poner de relieve una faceta bíblica de auténtica terístico de la época, y que el sacerdocio —claramente
realidad cuya consecución costó siglos de retraso. presentado en la escritura como sacerdocio común de
Cuando los reformadores consideran la misa como todos los fieles— recibió el énfasis que merecía. Dado
un mero banquete y rechazan decididamente la lla- que los reformadores negaban el magisterio en el
mada interpretación papista de la misma,' hemos de sentido de la tradición, el concilio de Trento se vio
descubrir en el trasfondo de su tesis una interpretación en la necesidad de acentuar la importancia del sacer-
falsa del sacrificio de la misa. En sus referencias a la docio ministerial en contraposición al sacerdocio co-
unicidad e irrepetibilidad del sacrificio de Cristo, mún de todos los fieles, sirviéndose de una formulación
dentro de este mismo contexto, defienden y represen- muy comprensible desde el punto de vista polémico
tan un punto de máximo interés para la sagrada es- de aquella época.11
critura y la tradición cristiana. En consecuencia, el sacerdocio ministerial empezó
Cierto que si nos ponemos a examinar detallada- a interpretarse en el sentido de su orientación a la
mente algunos puntos de la cuestionable doctrina de eucaristía en cuanto sacerdocio sacrificial.12 Esta in-
los llamados frutos de la misa y todas sus consecuen- terpretación se impulsó decisivamente a lo largo de
cias para la praxis eclesiástica,8 así como las diversas los siglos posteriores a aquella polémica.
teorías acerca de la misa que tuvieron su importancia
Fue necesario el Concilio Vaticano II, para que
en la época pos-tridentina," no podremos pasar por
se llegase a una orientación y ordenación del ministe-
7
Cf. J. BETZ, Der Opfercharakter des Abendmahls im rio eclesiástico dentro del marco más amplio del
interkonfesionellen Dialog, en Theologie im Wandel, 469s. punto de vista bíblico-eclesiológico. De esta forma, vol-
8
K. RAHNER, Die vielen Messen und das eine Opfer.
Eine Untersuchung über die Norm der Messhaufigkeit.
10
Freiburg 1951. Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del latea-
* H. LAIS, Gedanken zu den Messopfertbeorien, en do. Estela, Barcelona 1968.
u
Theologie in Geschichte und Gegenwart. München 1957, 67- DS 1764s.
M
88. DS 1740s., 1752.

90 91
vieron a salir a flote determinados puntos de vista que ella por parte del magisterio eclesiástico pueden lle-
se habían relegado durante la tradición pos-tridenti- gar a impedir más que a facilitar, y a oscurecer más
na. En este contexto, el sacerdocio común de todos que a aclarar, en una situación distinta originada pos-
los fieles tuvo que recibir mucha más importancia. teriormente, el acceso a la revelación por causa de su
La limitación del dogma que aquí hemos expuesto formulación parcial y polémica.
e ilustrado con algunos ejemplos consiste en que la En esta frase hemos delineado nítidamente la loca-
teología y la Iglesia oficial se concentraron de tal ma- lización histórica del dogma y hemos hecho refe-
nera en determinados aspeaos parciales de la escritura rencia a la seriedad con que hemos de tomar esta li-
y de la tradición, por las razones que hemos indicado, mitación suya. Dos ejemplos por lo menos podrían
que se perdió la visión de conjunto de toda la reve- ilustrarnos esta problemática: la doctrina de las in-
lación y de muchos otros puntos de vista de notable dulgencias y la doctrina del mérito.
importancia. Como ya hemos indicado brevemente, las indul-
A pesar de que el contenido de las afirmaciones gencias se fueron desarrollando a partir del siglo XI,
dogmáticas sea verdadero, el dogma ofrece, sin em- tomando como punto de origen el sacramento de
bargo, una parte limitada de la revelación, un ex- la penitencia y ganando cada vez más importancia en
tracto escaso y doctrinal de la realidad divina, condicio- la teología. En relación con la historia de las indul-
nado y restringido por los intereses y las cuestiones gencias, apenas se podrá discutir que la doctrina intro-
que se planteaban en cada época.18 Quien sea cons- ducida en la teología desde el siglo XIII y aceptada
ciente de que el dogma tiene que servir a la palabra por la Iglesia oficial (especialmente por parte del
de Dios, no podrá pasar por alto las consecuencias papa Clemente VI en su bula jubilar Unigenitum,
de esta limitación y su importancia para la historia de del año 1343), la doctrina del "thesaurus ecclesiae"
la teología y de la Iglesia. y la posibilidad que se atribuía a la Iglesia con esta
doctrina de ir tomando parte de este tesoro mediante
un acto jurisdiccional," no sólo desligaron a las indul-
gencias del sacramento de la penitencia, sino que en la
3. La base de fe necesaria en la Iglesia práctica llegaron a oscurecer más que a esclarecer la
y el acceso a la revelación de Dios interpretación de la penitencia misma.

Vichen Theologie, en Wahrheit und V erkündigung, 2. Mün-


Una tesis elaborada por la teología en una época chen-Paderborn-Wien 1967, 1296.
14
determinada e incluso una definición deducida de Para una orientación más detallada, K. R A H N E R , a.
Ablass: LTK 1, 49s.; B. P O S C H M A N N , Busse und lente
w
Cf. L. SCHEFFCZYK, Die Grenzen der wissenschaft- Olung. Freiburg 1951, 117s.

92 93
Esto aparece especialmente claro al comparar la te generalizada, pero llena de referencias a la escri-
doctrina de las indulgencias en su fase de máximo tura.
desarrollo con la doctrina de los evangelios sinópticos
Por mucho que consiga la teología especulativa en
acerca de la conversión. Según el mensaje de Jesús,
asegurarse contra la justificación de las obras en toda
la conversión es un acto de máxima personalidad
esta cuestión, no se puede dudar, sin embargo, de que
humana en el que el hombre no puede ser representa-
precisamente la doctrina del mérito, arraigada en la
do por nadie, un acto que sólo puede darse con la
praxis y en la piedad, se ve separada por un abismo
gracia de Dios.
de la doctrina bíblica acerca de la recompensa enten-
Por el contrario, la mencionada doctrina del teso- dida como fruto de la gracia."
ro de la Iglesia tenía como consecuencia práctica el
que se diera de lado a la conversión personal cuando La palabra mérito, que precisamente en la menta-
se trataba de la superación del pecado y de sus con- lidad del hombre moderno se corresponde naturalmen-
secuencias, y por otra parte se dejaba a esta conver- te con la idea de una reivindicación de recompensa
sión personal desprovista de una suficiente fundamen- por el cumplimiento de una acción socialmente justa,
tación teológica, sustituyéndola por un acto soberano no se adecúa exactamente a la relación entre Dios
de la Iglesia. y el hombre tal como se nos presenta en las pará-
No dudamos en principio de que la mencionada bolas de la escritura, ya que el hombre no puede exi-
doctrina del "thesaurus ecclesiae" haya tenido en una gir nada de Dios, sino que todo lo recibe de él como
época una determinada importancia teológica, pero lo un regalo.
que principalmente nos interesa es la cuestión de si Según el testimonio de la escritura, lo que se me-
esta doctrina sería capa2 de expresarse en una situa- rece es solamente el castigo y no la recompensa.1'
ción diferente de aquella, manteniendo su correspon-
dencia y fidelidad al contenido de la revelación. Con
una visión retrospectiva, podríamos decir que la rei-
vindicación de los reformadores estaba justificada en
principio.
Algo parecido nos sale al paso en la doctrina
—así llamada— del mérito, doctrina que se desarrolló
intensamente en la teología escolástica y que encontró 16
Cf. O. H. PESCH, Die Lehre vom "Verdienst" ais
en el concilio de Trento w una formulación ciertamen- Problem für Theologie und Verkündigung, en Wahrheit und
Verkündigung, 2, 1866.
15 17
DS 1545s. Ibid., 1870.

94 95
rio extraordinario de la Iglesia, se convertiría ine-
n
Consecuencias para la
vitablemente en una teología contrahecha. Las de-
finiciones eclesiásticas que se emitieron con moti-
teología y la predicación18 vo de la aparición de las herejías y los errores
son solamente unos puntos de concentración en la
vida de la fe, que de por sí es mucho más rica que
En relación con lo que acabamos de aducir, po- ellas. Además, con estas definiciones sólo se de-
dríamos desarrollar entre otros los siguientes prin- claran dogmáticamente algunos aspectos que se
vieron atacados por la herejía, y es de observar
cipios o puntos de referencia para la investigación
que ninguna de estas definiciones tiene por objeto
teológica y para la evangelización en su vertiente lo que afirmaron los herejes, a pesar de que hasta
práctica. cierto punto perteneciera al tesoro de la fe. De
ahí que no sea raro el que estas definiciones dog-
máticas hayan tenido como consecuencia transi-
toria un cierto disloque de fuerzas, en el que al-
1. La interpretación de las gunos aspectos de la fe se vieron reducidos a la
definiciones doctrinales oscuridad.10
en el contexto global de la revelación
En todo caso, en la interpretación de los dogmas
y de los problemas de nuestra época
no podemos restringirnos a considerar y a tener en
cuenta el texto que tenemos delante, sino que debe-
mos verlo en el contexto de la tradición y juzgarlo
La teología tiene que hacer continuos esfuerzos
en su devenir histórico.
en su misión de interpretar la revelación y hacerla
fructífera para la vida de la Iglesia en el mundo. No puede dejarse como tarea exclusiva de la teo-
Si bien la teología tiene que respetar las decisiones logía el mantenerse fiel a las definiciones dogmática-
del magisterio eclesiástico, de lo que anteriormente mente declaradas como auténticas. En el momento
hemos expuesto se deduce claramente que si la teo- actual, la teología tiene que prestar el servicio que
logía se redujese a las declaraciones de los concilios prestaron otros en el pasado, tal como aparece ante
y a los enunciados doctrinales de los papas, dejaría nosotros precisamente en las definiciones y declara-
de cumplir su más genuina misión. ciones de la Iglesia.
No son pocas las definiciones eclesiásticas que,
Una teología que tuviera exclusivamente su punto por muy verdaderas que sean, apenas si representan
de partida en el dogma declarado por el magiste-
18
18
J. FINKENZELLER, o. c, 230s. E. SCHILLEBEECKX, Revelación y teología. Sala-
manca 1968.
96
97
algo de importancia para la vida concreta de la Igle- ñalar la dirección por donde se encuentran los pro-
sia en una situación diferente de aquella en que se blemas y las tareas a realizar.
declararon. Desde el punto de vista de la historia, es
El problema de Dios tiene que recibir hoy día
muy comprensible que la defensa contra el pelagia-
una respuesta muy diferente a la que se le ha dado
nismo exigiera una supervaloración de determinados
hasta ahora, sobre todo teniendo en cuenta la existen-
puntos de la doctrina acerca de la gracia. También es
cia de un ateísmo extendido por todo el mundo, así
muy comprensible por qué en la teología pos-tridenti-
como una teología de la muerte de Dios en sus formas
na se intentó explicar la cuestión de los efectos que
más variadas. Del mismo modo que antes se intentaba
emanan de los sacramentos y por qué se trazó una
demostrar que puede probarse con una cierta autosu-
clara línea divisoria entre la contricción perfecta y
ficiencia la existencia de Dios en el sentido estricto
la imperfecta.
de la palabra y se planteaba la cuestión de cómo o
Todos estos problemas, no obstante, han dejado bajo qué condiciones podría el hombre sustraerse a
de coincidir con los que hoy día acucian al hombre la fuerza de esta demostración, así se habla hoy día,
moderno. De ahí que sería muy poco provechoso el por el contrario, de la ausencia de Dios y se plantea el
repetir constantemente y volver a interpretar las tesis problema de qué es lo que podemos emprender seria-
teológicas y las definiciones eclesiásticas del pasado. mente contra su no existencia.
La era atómica y el progreso técnico han traído
Una antropología cristiana no debe contentarse
consigo una serie de problemas que amenazan en
simplemente con reconocer la evolución como un fe-
muchos aspectos a la humanidad y a los fundamentos
nómeno evidente, sino que además tiene que deducir
de la sociedad. El hombre creyente espera una orien-
las consecuencias teológicas concretas para la inter-
tación y una ayuda de parte de la revelación de Dios
pretación del ser del hombre en un mundo en evo-
y de la evangelización que la Iglesia tiene asignada
lución.
como tarea propia. De ahí, que tanto los teólogos co-
mo el magisterio eclesiástico deban plantearse la La escatología tiene que contrastarse con las di-
cuestión de cómo poder dar una respuesta al hombre versas formas del materialismo dialéctico y familiari-
actual a partir de la revelación y en qué puntos es zarse con las múltiples cuestiones que plantea la futu-
imposible una solución de los problemas actuales por rología.
parte de esta misma revelación.
No basta con volver a considerar en la eclesiolo-
Sería rebasar los límites de esta disertación el gía las diferentes estruauras de la Iglesia desde el
detenernos a explicar detalladamente este punto. Bas- punto de vista de la sagrada escritura y de la tradi-
tará al menos con unas cuantas indicaciones para se- ción oral, sino que además la Iglesia debe preguntarse
98 99
cómo podría ella dar crédito de su autenticidad en que tenga que conocer todos los detalles del con-
medio de la sociedad pluralista en la que hoy día debe glomerado de dogmas existentes en la Iglesia, ni que
cumplir su misión. tenga que darles a cada uno su asentimiento explícito,
a pesar de que todo cristiano tenga que confesar na-
turalmente en principio la fe de la Iglesia.
2. La jerarquía de verdades
Ya hemos podido comprobar anteriormente que
no siempre han sido las verdades de la fe el objeto
exclusivo de las definiciones de la Iglesia. Esto afecta
Entre los dogmas y los pronunciamientos doctri-
también ciertamente a las afirmaciones sumamente
nales del magisterio existe una jerarquía de valores,
importantes acerca del misterio de Dios y de Cristo
dado que no todos ellos pueden colocarse a la misma
tal como se nos manifiestan en los primeros concilios.
altura ni tienen el mismo rango en el plano de su re-
Más aún, tenemos incluso que reconocer que deter-
levancia salvífica.
minadas afirmaciones de gran importancia para el
Es evidente que con este planteamiento no que- entendimiento funcional del misterio de Dios y de
remos dar a entender que el extracto de verdad que Cristo nunca se definieron dogmáticamente, ya que
se contiene en los dogmas tenga diversa magnitud nadie se había atrevido a negarlas. Correspondiendo a
en cada uno de ellos y que por tanto el asentimiento las exigencias de cada época, la Iglesia ha tomado
de la fe varíe de intensidad según la clarividencia frecuentemente postura ante determinadas cuestiones
intelectual que se logre acerca de los mismos. Con la que, en relación con épocas posteriores, dejaban ya
idea de jerarquía de los dogmas queremos dar a en- de afectar al núcleo de la fe cristiana.
tender más bien, que la relación existente entre ellos
y las afirmaciones dogmáticas no definidas con res- Considerando los dogmas en su relación con las
pecto al fundamento de la fe cristiana puede ser de verdades fundamentales de la fe, se verá claramente
muy diversa naturaleza. que, por ejemplo, el dogma del primado del papa
no tiene la misma importancia, por mucho que se
La tradición eclesiástica no ignora en modo alguno reconozca su contenido de verdad, desde el punto de
la idea de la catalogación de verdades. Así, por ejemplo, vista de la función salvífica de la revelación, que el
en la profesión de fe bautismal de la antigua Iglesia dogma de la filiación divina de Cristo y de su verda-
se exigía el asentimiento a las verdades fundamentales dera humanidad. Los dogmas eclesiológicos, y sobre
del cristianismo. Nadie exigirá hoy día seriamente todo las afirmaciones acerca de la estructura jerárquica
de un converso, dotado de cierto nivel intelectual, en concreto y la interpretación de los misterios de la
100 l()l
Iglesia en particular, están ordenados y subordinados que nos ofrece la sagrada escritura tiene su origen
a los dogmas cristológicos. Más clara aún aparece la en la dinámica y en la plenitud de la última y defini-
jerarquía entre las sentencias de fe, cuando se trata tiva palabra que Dios habló en Cristo.
de los dogmas marianos que, según el testimonio de
la sagrada escritura y de los primeros concilios, no cons- A esto hay que añadir la necesidad de precisar
tituyen más que una parte integrante de las afirma- determinados conceptos de la revelación en la lucha
ciones cristológicas. contra los errores. Sin embargo, esta constitución con-
ceptual va ligada por propia naturaleza a una serie de
Que el pensamiento de la jerarquía de los dogmas
distinciones que hacían tomar unas dimensiones despro-
tenga una importancia relevante en el campo del ecu-
porcionadas a los múltiples tratados y disertaciones
menismo, es algo tan patente por sí mismo que no
teológicas.
necesita una acentuación especial. Con sobrada razón
hace referencia el decreto del Concilio Vaticano II De ahí que la historia de los dogmas tenga
acerca del ecumenismo"0 al hecho de que exista una siempre una tarea doble que realizar:
diferencia de rango o "jerarquía de verdades" den-
tro de la doctrina católica, en consonancia con la Por una parte, necesita el movimiento del desa-
diversidad de relaciones que existan entre ellas y el rrollo, pero necesita por otra al mismo tiempo
el movimiento de la reducción. Junto al enrique-
fundamento de la fe cristiana. cimiento y la extensión, debe mantenerse constan-
temente el impulso hacia la simplificación, en una
tendencia constante hacia la simplicidad que im-
porta lo real que siempre ha constituido y seguirá
3. El desarrollo intensivo constituyendo el verdadero punto de partida de
y extensivo de los dogmas todo enriquecimiento y de todo desarrollo.21

Resulta muy importante el que en la actualidad


El desarrollo de los dogmas tiene que ser más in- acentuemos extraordinariamente la dinámica de lo
tensivo que extensivo. intensivo y de la simplificación, concentrándonos en
el misterio de Dios y de su obra salvífica en Cristo. Lo
No se puede tachar de camino errado, sin más,
decisivo no puede ser una continua amplificación de
al que hasta ahora ha seguido la historia de los dog-
tesis y más tesis, sino que lo importante es la visión
mas, por haber ido desarrollándose en el sentido ex-
de lo que se quiere dar a entender propiamente en
tensivo. Este desarrollo del misterio de la salvación
21
20
II, 11. J. RATZINGER, Das Problem der Dogmengescbicbte
in der Sicht der katholischen Theologie, 23-34.
102
103
la fe y lo que constituye el núcleo y la esencia de la acentuar cuáles sean propiamente los fundamentos bí-
misma. blicos de este ministerio será mucho más fácil encon-
trar acceso a un camino común, especialmente si se
Entendido el desarrollo de los dogmas en este quita valor a determinados aspectos que no están or-
sentido intensivo, la aspiración ecumenista adquiere denados en el derecho divino, sino en el derecho ecle-
una gran importancia. La Iglesia no puede abolir nin- siástico. Sobre todo, se planteará en este punto la
gún dogma en el sentido propio. Es perfectamente cuestión de qué amplitud podría atribuirse a la rea-
posible y necesario, sin embargo, que los dogmas re- lización pluralista del ministerio según el testimonio
chazados por los hermanos separados, o aquellos otros de la revelación.
que les resulten especialmente de difícil aceptación, se
presenten de tal modo en un contexto mucho más am-
plio, que se les facilite la posibilidad de compaginar
4. Necesidad y oportunidad
el dogma con las verdades reveladas que ellos ad-
de las definiciones de la Iglesia
miten.22

De ahí que exista una diferencia entre considerar


El objeto de las definiciones solemnes del magis-
al primado del papa como cumbre de la plenitud de
terio eclesiástico no puede extenderse al máximo po-
poderes en la Iglesia, o que se considere como un
sible, sino que debe reducirse al mínimo necesario.23
servicio a la unidad del episcopado mundial y por
tanto a la Iglesia. Por la misma razón, se da una dife- Esta exigencia se deduce automáticamente de lo
rencia notable entre considerar los dogmas marianos que acabamos de decir. El hecho de que el dogma sea
aislados en sí o verlos como una interpretación del necesario, en cuanto interpretación auténtica y pro-
misterio de Cristo. Por supuesto que, en este segundo tección del kerygma de la revelación, ha dejado su
sentido, los mencionados dogmas marianos expresan impronta en la totalidad de la historia de la Iglesia.
también algo en relación directa con María, cuyo Si no perdemos de vista lo que acabamos de indicar
máximo galardón consiste ciertamente en su estrecha acerca de la localización histórica y las limitaciones del
relación con Cristo. dogma, no estará mal que insistamos en el intento de
interpretar la oportunidad y la necesidad de una decla-
Cierto que persistirán las diferencias entre el modo
ración solemne de la Iglesia, que fue definida a me-
de entender el ministerio en la Iglesia católica y en
diados del siglo XIX. La Iglesia solamente debe emi-
las Iglesias de la reforma. Sin embargo, a la hora de
23
22
K. RAHNER, La Iglesia en mutación, en Escritos de H. KONG, Iglesia en concilio. Sigúeme, Salamanca
teología, 6. 1965.

104 105
tir sus definiciones cuando ello sea de todo punto
necesario para proteger el contenido de la revelación.
Por tanto, nunca podrá ser asunto del magisterio ecle-
siástico el esfuerzo de la teología especulativa en orden
a desarrollar la fe implícita lo más rápida e intensa-
mente posible para transformarla en fe explícita e
ir coronando las etapas de sus logros con una defini-
4
ción solemne. Ha de evitarse sobre todo el plantear EL PLURALISMO EN LA TEOLOGÍA,
exclusivamente la cuestión de la posibilidad de una LA UNIDAD DE LA FE
definición solemne. A este problema debe ir necesa- Y EL MAGISTERIO ECLESIÁSTICO
riamente unido el de la oportunidad de emitir dichas
definiciones, si bien este otro problema no sea de tan
urgente solución como el primero.

La historia de los dogmas de 1854 y 1950 nos


muestra claramente que, si se hubieran tenido más en
cuenta los intereses ecuménicos, hubiera sido mejor no Antes de introducirnos a fondo en el tema del
emitir tales definiciones, puesto que no se veía la ne- pluralismo en la teología y la importancia del magis-
cesidad de rechazar ningún error concreto y determi-
terio en relación con la variedad de corrientes teo-
nado que exigiera un pronunciamiento solemne y de-
lógicas, y antes de que podamos emitir un juicio valo-
finitivo del magisterio eclesiástico en el sentido en
rativo acerca de este tema, debemos enfrentarnos con
que se entendía antiguamente. Una comparación de
un problema fundamental al que ya hemos aludido
los dos concilios vaticanos pone de manifiesto clara-
de paso en varios apartados de este libro.
mente dónde radica propiamente el sentido del dogma.
Mientras que en el Concilio Vaticano I se definió la
doctrina del primado y de la infalibilidad del papa,
a pesar de las objeciones de una considerable minoría 1. El dogma y la palabra de Dios
de teólogos, el Concilio Vaticano II no sólo renunció
fundamentalmente a cualquier declaración dogmática,
sino que además completó y perfeccionó las afirma- El dogma y el magisterio eclesiástico, al que va
ciones del Vaticano I, ordenándolas dentro de un con- estrechamente unido, están sometidos a la palabra de
texto mucho más amplio. Dios.

106 107
Esta realidad ha sido puesta de relieve inequívo- Sabemos que la Iglesia no siempre estuvo capa-
camente por parte del Concilio Vaticano II, en las citada para salir al paso de estos peligros. A lo largo
siguientes afirmaciones contenidas en la constitución de su historia, ha ido elaborando ciertos ordenamien-
dogmática acerca de la revelación: tos y sistemas, basándose indebidamente, como aca-
La misión de declarar como objeto obligatorio bamos de ver, en múltiples referencias a la escritura.
de fe a la palabra de Dios, escrita o transmitida Piénsese, por ejemplo, en la famosa doctrina de las
en la tradición, sólo ha sido confiada al magiste- dos espadas, que durante una dilatada época de la
rio vivo de la Iglesia, cuyos poderes se ejercitan historia ha dado pie a determinadas relaciones entre
en nombre de Jesús. El magisterio no se sitúa por
los poderes de la Iglesia y del Estado, relaciones que
encima de la palabra de Dios, sino que le presta
un servicio, puesto que tiene que enseñar lo que pueden ser comprensibles desde el punto de vista de
ha sido revelado, escuchar con sumo respeto la la época en que tuvieron lugar, pero que, no obstante,
palabra de Dios, correspondiendo al mandato di- no estaban en la línea de la revelación.
vino, con la asistencia del Espíritu Santo, con-
servarla santamente e interpretarla con toda fi- No se trata de interpretar la escritura dentro del
delidad, ya que todo lo que presenta como objeto marco de la doctrina de la Iglesia, sino todo lo
de fe y como revelado por Dios es parte integrante
contrario: interpretar la doctrina de la Iglesia en
del único e indivisible tesoro de fe.1
el contexto del testimonio de la escritura. Ello
Por tanto, el magisterio eclesiástico no dispo- significa que no sólo es el dogma quien tiene que
iíevar las riendas de la interpretación de la es-
ne sobre la palabra de Dios. La Iglesia es protectora
critura, sino que también es el desarrollo de los
y transmisora de la revelación. Tiene que considerar dogmas lo que debe propulsarse a partir de la es-
su tarea como un servicio a la revelación misma. La critura.2
interpretación auténtica de la revelación, mediante el
magisterio eclesiástico, no constituye de por sí una re- Incluso los dogmas ya existentes necesitan de una
velación nueva, sino únicamente la capacitación con meditación bíblica permanente y una reinterpreta-
que ha sido dotada la Iglesia, en orden a escuchar co- ción, en orden a que resulten fructíferos para la vida
rrectamente la palabra revelada, leerla e interpretar- de la Iglesia. El dogma no es precisamente en este sen-
la auténticamente. tido una afirmación definitiva acerca del contenido de
A la Iglesia no le está permitido el manipular a la revelación, que no pueda interpretarse teológica-
la revelación y servirse de ella según su parecer e mente en épocas posteriores con más profundidad ni
intereses, sino que más bien debe presencializar y desa- con mejor acierto.
rrollar esta misma revelación.
2
1 W. KASPER, Unidad y pluralidad en teología. Si-
II, 10. gúeme, Salamanca 1969.

108 109
2. El pluralismo en la teología error. En suma: ¿puede darse en medio de un plu-
ralismo teológico de extensión y amplitud mundiales
una institución que ejercite con objetividad la misión
La expresión "pluralismo teológico" ha sido intro- del magisterio?
ducida en la teología actual especialmente por parte Cierto que de ello se deriva inmediatamente otra
de Karl Rahner.3 Rahner ha explicado de muchas ma- cuestión: la de si el magisterio eclesiástico ha cumpli-
neras el contenido de esta expresión. La problemática do hasta el presente su misión con auténtica plenitud,
que encierra el pluralismo teológico puede hacerse teniendo en cuenta que siempre ha decidido sobre la
comprensible sin demasiadas explicaciones. ortodoxia o la heterodoxia de las diversas corrientes
teológicas, sirviéndose de una teología uniforme para
La teología tiene que servir a la fe. Si se da una emitir juicio sobre orientaciones propensas a desviarse
pluralidad de teologías justificadas dentro de la Igle- de la teología escolástica tomando sus rutas indepen-
sia, ¿cómo podrá conservarse entonces la unidad de dientes.
la fe? La fe está orientada a la confesión del objeto
que le es propio. ¿Es posible la unidad de esta confe- Algunos puntos paradigmáticos de esta cuestión se
sión dentro de una pluralidad de teologías a las que nos pueden hacer palpables en la historia del mo-
naturalmente debe atribuírseles el derecho de servir- dernismo y de su impugnación, las decisiones de la co-
se de su propia mentalidad y de su terminología ca- misión bíblica en la primera mitad de nuestro siglo,
racterística?; ¿puede darse un magisterio eclesiástico el gran complejo de la "nouvelle theologie", y las
practicable y capaz de distinguir entre la verdad y posturas adoptadas en la encíclica Humani generis,
el error, en medio de una pluralidad de teologías re- que por lo menos en parte están ciertamente supe-
conocidas por la Iglesia? Este problema resulta aún radas, así como los proyectos teológicos que se pre-
más peliagudo si tenemos en cuenta que el mismo ma- sentaron como esquemas a la consideración de los
gisterio tiene que aceptar o condenar determinadas padres del Concilio Vaticano II y que fueron recha-
sentencias teológicas, sirviéndose precisamente de una zados a la larga.
sentencia o frase que delimite y separe la verdad del Tendremos que dar la razón a Karl Rahner cuando
dice que el pluralismo en la teología, tal como actual-
8
K. RAHNER, Der Pluralismus in der Theologie und mente se nos presenta, resulta por una parte total-
die Einheit des Bekenntnisses in der Kirche, en Schriften zur
Theologie, 9, 11-33; ID., Die Zttkunft der Theologie, Ibid., mente nuevo y por otra es un fenómeno superable.4
148-157; ID., Schisma in der katholischen Theologie?, Ibid., Siempre se ha dado un pluralismo teológico en el
432-452; ID., Haeresien in der Kirche, Ibid., 453-478; ID.,
Über die künjtigen Wege der Theologie, en Bilanz der Theo- sentido más amplio de la palabra. Un pluralismo de
logie im 20. Jahrhundert, 3. Freiburg-Basel-Wien 1970, 530- 4
551. K. RAHNER, Der Pluraüsmus...., 12s.

110 111
este tipo nos sale ya al encuentro en la misma sa- La eclesiología de los escritos paulinos es consi-
grada escritura. Hoy día no se puede hablar razo- derablemente distinta de los esbozos paralelos que nos
nablemente de una teología única para el Nuevo ofrece el evangelio de Juan.8 Esto aparece aún más
Testamento. En el Nuevo Testamento sólo existen en- claro en relación con la estructura de cada una de las
sayos y diseños teológicos. Sólo puede hablarse de Iglesias del Nuevo Testamento y el modo de entender
unidad entre ellos, a partir del momento en que to- el ministerio eclesiástico, que por cierto recibió en
dos fueron recogidos en el canon de los veintisiete algunas Iglesias una impronta típica y muy especial.'
libros que comprende el Nuevo Testamento.
La llamada escatología "presente" contenida en
La afirmación de la diversidad de los distintos el evangelio de Juan marca los acentos de modo muy
esbozos teológicos, no sólo tiene vigencia en general, distinto a como lo hacen las ideas paralelas de los
sino que también puede aplicarse a diversos sectores evangelios sinópticos y de las cartas paulinas. Algo
temáticos que posteriormente se convirtieron mediante parecido se podría decir en relación con la doctrina
la teología científica en los famosos "tratados". Cada de la gracia y de los sacramentos, si es que tales con-
una de las Iglesias a las que se dirigen los diversos es- ceptos pueden aplicarse a la teología del Nuevo Tes-
critos del Nuevo Testamento vivían fundamentalmen- tamento.
te de la fe que en ellos encontraba su formulación
escrita. Así, por ejemplo, tenemos una diferencia en- El pluralismo teológico, en el más amplio sentido
tre la cristología de los evangelios sinópticos, en los de la palabra, aparece sobre todo especialmente vi-
que encuentra un eco especial la presentación del sible a lo largo de la tradición eclesiástica que se ha
hijo del hombre y del siervo de Dios, y por otro lado desarrollado hasta la actualidad. Ya en la primera
la cristología de la cartas paulinas, en las que la idea fase de la época patrística existieron importantes escue-
del kyrios resume la esencia de la obra salvífica de las teológicas, de entre las cuales se destacaban la an-
Cristo. La teología del sumo sacerdocio contenida en tioquena y la alejandrina.
la carta a los hebreos no se conoce en ningún otro es- Correlativamente se fue desarrollando una teolo-
crito del Nuevo Testamento. gía de oriente y una teología de occidente, que ex-
Incluso la obra de la salvación, que alcanza su
Nuevo Testamento, en Mysterium salutis, 3, 1. Cristiandad,
punto cenital en la muerte y en la resurrección de Madrid 1972; O. CULLMANN, Die Christologie des Neuen
Cristo, comporta en sí una presentación distinta entre Testamentes. Tübingen 41960.
6
Cf. R. SCHNACKENBURG, La Iglesia, según el
Juan y Pablo, a pesar de la unidad fundamental que Nuevo Tesamente
7
existe entre ellos.6 H. V. CAMPENHAUSEN, Kirchliches Amt und geist-
liche Vollamacht in der ersten drei Jahrhunderten. Tübingen
B "1963.
Cf., además, R. SCHNACKENBURG, Cristología del
113
112
ponen los misterios fundamentales de la fe y la procedentes de diversas corrientes no eran accesibles a
doctrina de Dios y de la salvación desde diversos puntos todos los teólogos o se les daba a conocer mediante
de vista y con ilustraciones teológicas muy diferentes. la agrupación de las mismas en florilegios y comenta-
La diversidad de estas corrientes de pensamiento se rios a las sentencias o en sumas teológicas. Una visión
echa de ver también en las liturgias propias de cada de conjunto verdaderamente objetiva acerca de los
Iglesia, que son un índice de su expresión de la fe. diversos sistemas presupone la elaboración histórico-
teológica que sólo recientemente ha llegado a conseguir
Aún más clara aparece la diversidad de las teolo-
una importancia relevante.
gías en las famosas escuelas y orientaciones de la esco-
lástica, las cuales han conservado su personalidad hasta Hagamos una ligera referencia al hecho de que
tiempos recientes, en las diferentes órdenes y con- la emisión editorial de los textos y de las grandes su-
gregaciones religiosas. La impugnación mutua entre mas, tan conocidas entonces (que por otra parte pre-
las escuelas, que en muchos casos condujo a la herejía suponían el invento del arte de la imprenta), habría
y a la necesidad de una intervención de parte de la de fomentar decisivamente el conocimiento directo de
autoridad eclesiástica, es una prueba de la oposición, las diversas orientaciones teológicas.
hasta cierto punto brusca, que se daba entre las di-
Hoy día la situación ha cambiado mucho.
versas tomas de posición que se representaban y de-
fendían. La materia histórica que han de elaborar cada
una de las disciplinas se ha hecho tan amplia, que
A pesar de estas realidades, que se podrían ilus- ningún teólogo puede llegar a dominarla por sí
trar con muchos ejemplos, el pluralismo que se ha solo. Todo teólogo es consciente de ello, aunque
dado a lo largo de toda la historia no se puede com- de forma distinta a como lo eran los de otro
parar con la situación actual de la teología. Pese a tiempo. Los métodos de cada una de las discipli-
nas se han complicado tanto, que ningún teólo-
que antes había escuelas y corrientes distintas, cada
go está en situación de poderlos dominar. La fi-
uno de los teólogos estaba en situación de poder co- losofía con la que ha de propulsar su quehacer
nocer, juzgar, aceptar o rechazar estas opiniones di- teológico resulta hoy día tan pluralista, que nin-
ferentes que se les presentaban, lo cual encontraba su gún teólogo domina ya la filosofía, sino que tiene
expresión en las controversias doctrinales de aquellos que trabajar con una determinada filosofía tal
vez muy ecléctica.8
tiempos.
A esto se añadía el hecho de que no se era per- A esto se añade además el hecho de que una teolo-
fectamente consciente del pluralismo, que en realidad gía que pretenda prestar un servicio a los hombres de
se restringía mucho precisamente porque las opiniones 8
K. RAHNER, Der Pluralismus.., 13.

114 115
hoy debe componérselas con otras ciencias, como son hemos indicado. Una Iglesia que en verdad pretenda
las naturales, la sociología, etc., que por su parte son ser misionera, exige por su propia naturaleza una
también pluralistas y no se dejan utilizar fácilmente teología pluralista que sea capaz de anunciar el men-
en el sentido de la famosa función de "ancilla", sino saje de Cristo en el lenguaje de las diversas culturas,
que exigen un diálogo muy difícil, para el que sola- para hacerlo fructífero al mundo de hoy.
mente algunos teólogos están debidamente capacitados, El pluralismo de la teología ha de considerarse
teniendo en cuenta la dificultad de la materia en sí. sobre todo desde el punto de vista del movimiento ecu-
La colaboración tan reivindicada del llamado tra- ménico.9 La historia del ecumenismo nos ha demostra-
bajo en equipo no puede superar fácilmente la difi- do claramente que tiene poco sentido el que nos pon-
cultad que encierra el pluralismo teológico de hoy día, gamos a allanar las diferentes opiniones en aras de
pues, a pesar de todas las posibilidades técnicas y de la unidad y que nos esforcemos por la vuelta a la
los mejores esfuerzos a escala mundial, siempre existen unión de las confesiones cristianas separadas, en base
determinadas limitaciones insuperables a una fórmula unitariamente aceptada, pero despro-
vista de autenticidad.
Si aceptamos el pluralismo en la teología como un
hecho ineludible, habrá que considerarlo como un Pero, por otra parte, debemos ver también cla-
bien que ha de resultar fructífero para la Iglesia en ramente que, en muchas cuestiones, después de tantos
ei mundo de hoy. La sociedad actual es pluralista, y siglos de discusión y polémica, los puntos de contacto
cada vez lo será más. Sería ciertamente esperar contra y mutuo acuerdo son mucho mayores de lo que algu-
toda esperanza, el hacerse la ilusión de una sociedad nos piensan. Basta con hacer alusión a lo que hemos
unitaria, que estuviera además señalizada por el sello explicado más detalladamente acerca de la configu-
de la fe cristiana, como ocurría en la edad media. ración lingüística y las limitaciones del dogma.

Si queremos que la Iglesia y su teología se sientan Debemos preguntarnos sinceramente, a este res-
como en su propia casa, en medio de las culturas y for- pecto, con qué amplitud de miras hemos captado
mas sociales tan diferentes que hoy día se ofrecen a realmente la posición fundamental de lo que en el
nuestros ojos, para que continúen siendo o vuelvan a fondo quieren dar a entender todas las teologías que
ser una fuerza transformadora de la sociedad, tendre- a primera vista nos chocaban y parecían resultarnos
mos que ver su razón de ser en la consideración del heterodoxas.
pluralismo existente en la teología como un reino No es preciso emitir aquí juicio alguno sobre la
fundado por Dios.
9
K. RAHNER, o. c, 17, 32; ID., Uber die künftigen
Hagamos nuevamente referencia a lo que antes Wege der Tbeologie, 545s.

116 117
llamada teología de la desmitologización de Rudolf lismo teológico, que hasta el presente sólo tenía
Bultmann, que por otra parte en n o pocos puntos ha lugar en una determinada Iglesia> sin que nos ha-
yamos dado cuenta de ello?
sido puntualizada por sus propios discípulos. Lo que
sí resulta indiscutible es el hecho de que precisamente
¿ N o podrán interpretarse estas teologías
Bultmann ha ejercido una influencia decisiva en la
exégesis católica. N o intentamos garantizar con ello
en un contexto más amplio, es decir, considerán-
evidentemente la rectitud de su posición. Pero podre- dolas entre las demás como partes integrantes del
mos preguntarnos con Karl Rahner: pluralismo teológico? En este contexto, al menos
parcialmente han dejado de ser incompatibles las
¿Quién podrá asegurar con toda certeza que las teologías de las diversas Iglesias.11
últimas posturas fundamentales de Rudolf Bult-
mann sean realmente acatólicas, o que no hayan
sido capaces de interpretarse a sí mismas con
suficiente exactitud, ni desarrollarse de tal modo
3. La necesidad y la posibilidad
que por ese motivo hayan de considerarse inacep-
tables desde el punto de vista católico las conse- del magisterio eclesiástico
cuencias aparentes que Rudolf Bultmann o sus
discípulos hayan deducido en contra de su prin-
cipio fundamental?; ¿qué hacer, pues, si se siente
N o necesita demostrarse mucho que el manteni-
uno tan ocupado en otras tareas de la teología,
o tan corto de tiempo y de fuerzas que ya no sea miento de la ortodoxia y de la unidad de la fe hacen
capaz de formarse una opinión propia y respon- necesaria hoy precisamente la existencia del magis-
sable acerca de este problema? 10 terio eclesiástico. Pero la cuestión de la que n o de-
bemos desviarnos es la siguiente: ¿bajo qué condi-
Echando una mirada a los siglos de la historia,
ciones, hasta qué p u n t o y de qué manera será viable
se plantea uno esta otra pregunta: ¿hasta qué punto
la posibilidad del ejercicio del magisterio eclesiástico
no podremos otorgar a las teologías de las Iglesias
en medio del inevitable pluralismo teológico del q u e
separadas un derecho de ciudadanía más amplio que
acabamos de hacer mención?
el que antes se creía poder atribuirles, teniendo en
cuenta el pluralismo teológico de hoy, que nunca exis- Para conseguir una clara visión de las dificultades
tió antiguamente, al menos en esta forma? existentes, debemos rechazar ante todo las ideas que
en su tiempo tuvieron su importancia, pero que, se-
¿No se habrán inmiscuido tal vez en gran parte
estas teologías de las Iglesias separadas en el plura- g ú n nos atestigua la historia, son incapaces de dar una

10 u
Der Pluralismus., 17-18. O. c, 32.

118 U9
solución a los problemas que hoy día tenemos plantea- orientación que determinaba ciertamente el curso a
dos. seguir por la teología durante una dilatada época, pero
que no cerraba por otra parte el camino a una dis-
Es indiscutible que existe un magisterio pastoral y
cusión más amplia del asunto del que se tratase.
un magisterio doctrinal de los teólogos. Efectivamente,
si consideramos la doctrina de los carismas que se con- Precisamente sobre la cuestión de una teología
tiene en los escritos paulinos y la reducción de dicha entendida en sentido pluralista se han dado respues-
doctrina en las cartas pastorales, si nos fijamos en tas en relación a una teología uniforme.
la posición y recíproca coordinación entre pastores y No se puede reducir el carisma del magisterio
doctores en la época pos-apostólica y si relacionamos infalible simplemente a la capacidad cognoscitiva,
por último todo ello con los problemas de una teo- ni a las posibilidades especulativas e históricas de la
logía que se declara pluralista, nos surgirán cuestiones teología científica. Por otra parte, quede claro que en
nuevas que no es posible pasar por alto. Sobre todo la Iglesia nada se sabe ni nada se conoce teológica-
debemos rechazar de plano una interpretación irrea- mente, si no es por lo que saben y conocen los teólo-
lista del magisterio, que jugó en época pasada un pa- gos de la Iglesia (entendiendo por teólogos, eviden-
pel bastante considerable por cierto. No era nada ex- temente, lo máximo que puede expresar esa palabra).
traño el que muchos teólogos, dedicados con interés De hecho, el magisterio sólo puede decidir sobre
verdaderamente científico a su tarea de investiga- cualquier cuestión sirviéndose de las posibilidades teo-
ción, al no poder llegar a un acuerdo entre sí acerca de lógicas a su alcance, bien sea en una forma solemne,
una cuestión determinada, pedían al magisterio autén- o bien en el sentido de una respuesta decisoria. Tam-
tico de Roma, si no una declaración infalible, sí al bién el magisterio infalible está orientado a la fe de
menos una decisión que tuviera fuerza vinculante. De su Iglesia y de su teología.
hecho, sus consultas recibían una respuesta inequí-
vocamente formulada, bien sea que se les diera un No existe un acceso inmediato a la palabra de Dios,
escueto "positive" o "negative", o bien que se les sin pasar por este camino, ni siquiera para el que está
diera solución con unas cuantas frases en forma de en posesión del magisterio supremo de la Iglesia.
tesis. La formulación del Concilio Vaticano I, de que el
papa es infalible "ex sese, non autem ex consensu
Sin que valoremos injustamente las circunstan- ecclesiae",12 no se opone de ningún modo a esta cons-
cias que influyeron en una determinada decisión de tatación.13
este tipo, tendremos que decir, sin embargo, que las
u
respuestas dadas dejaban entrever la orientación esco- DS 3074.
18
H. FRÍES, EX sese, non ex consensu ecclesiae, en
lástica dominante en las esferas del Santo Oficio, Volk Gottes. Zum Kirchenverstandnis der katholischen, evan-

120 121
Si es cierto lo que acabamos de exponer, tendrá quilar el error. Pero también hemos podido comprobar,
también su importancia para el ejercicio concreto del en relación con la configuración de la terminología
magisterio infalible de la Iglesia. En primer lugar, los que es necesaria para la expresión del dogma, que la
representantes de la diversas teologías deben tomar filosofía occidental, dispuesta a jugar su papel de
parte y estar presentes en los organismos que tienen "ancilla theologiae", prestó también su valiosa ayuda.
por misión el cuidado y la seguridad de la doctrina Lo que acabamos de decir, sería confirmado por el
verdadera. Pero, dado que el pluralismo teológico se que considerase las diversas definiciones dogmáticas
manifiesta en un gremio de este tipo, que por su pro- que han tenido lugar desde el concilio de Nícea hasta
pia naturaleza es perfectamente insuperable, la Igle- el Vaticano I, en tan variadas circunstancias.
sia tiene que confiar actualmente mucho más que
antes a las diversas teologías la responsabilidad del El asunto es fundamentalmente hoy día mucho
mantenimiento de la autenticidad de la fe y de la con- más difícil, teniendo en cuenta el cambio operado en
fesión de fe común." la situación ambiental. En muchos temas carecemos
de una terminología teológica común. Además, de-
Con ello, la responsabilidad de la teología crece bemos reconocer sencillamente que la Iglesia puede
considerablemente en comparación con la que gozaba expresar ciertamente su fe mediante sentencias que
en tiempos pasados. están, sin embargo, estrechamente vinculadas a una
normativa oficial del lenguaje, que debiera ser muy
En relación al credo o confesión de la única fe,
diferente a la que es y que resulta casi incompren-
se plantea, en fuerza de lo que acabamos de exponer,
sible para determinadas orientaciones teológicas.
una dificultad que no se daba en los siglos pasados,
o al menos no estaba presente en la medida en que lo Es evidente que el credo común exige un lenguaje
está hoy día. común. Por muy poco derecho que tengan las teolo-
Nuestra disertación sobre las formulaciones dog- gías a considerar como irrelevante lo que la Iglesia
máticas, en cuanto fórmulas de compromiso, han ha declarado dogmáticamente, en principio debe asig-
puesto de manifiesto que la Iglesia oficial, emisora de nárseles, sin embargo, la tarea de expresar de otra for-
definiciones dogmáticas, tuvo que tener en cuenta siem- ma, es decir, en su propio lenguaje, las definiciones
pre las diversas opiniones reinantes en la escolástica, auténticas de la Iglesia.
a fin de dar con la fórmula definitiva capaz de ani-
Las teologías tienen el derecho fundamental de
gelischen und anglikanischen Theologie. Freiburg-Br. 1967, expresar la sustancia propia de sus afirmaciones
480-500. teológicas, en cuanto tales, de una manera fun-
14
K. RAHNER, Der Pluralismus..., 26. damentalmente distinta a como se expresan las
122 123
formulaciones del magisterio eclesiástico. Esto no interpreta a sí misma como pluralista en el modo
quiere decir naturalmente que las teologías en de declarar detalladamente el contenido del dogma.
cuanto tales sean las únicas capaces de pasar por
alto, con un silencio de implicitud o sobreen- Hay teólogos que opinan que el sentido auténtico
tendimiento, las formulaciones del magisterio y su de la famosa doctrina del "descensus Christi ad in-
normativa lingüística, ni que puedan estar des-
ligadas de lo que se expresa con fuerza obligatoria feros" (el descenso de Cristo a los infiernos) no vie-
en afirmaciones.15 ne sino a declarar, en la línea del testimonio bíblico
y del desarrollo evolutivo de los dogmas en la historia,
En consecuencia, el teólogo se puede sentir per- la muerte real y la auténtica resurrección de Cristo.
fectamente obligado a creer la doctrina del pecado ori- Es decir, que en realidad no expresa objetivamente
ginal, declarada dogmáticamente por el concilio de nada nuevo. Es muy conocido el hecho de que la frase
Trento, y a confesar su fe en ella, manteniéndose sin "descendit ad inferos" no está contenida en el lla-
embargo, a la ve2, en la convicción de que esta doc- mado símbolo niceno-constantinopolitano, que tuvo
trina puede interpretarse de manera muy distinta en precisamente una importancia muy relevante en orien-
muchos de sus puntos en cuanto afirmación teológica, te y que sólo habla de la muerte y la resurrección de
dado que los condicionamientos bíblicos y teológicos Cristo.
son actualmente diferentes en muchos aspectos.
Este ejemplo demuestra que incluso una frase
La historicidad de la figura de Adán y la corres- contenida en una confesión de fe apostólica del siglo
pondiente interpretación del relato de la caída —ele- V, y muy conocida en la Iglesia antigua, podría faltar
mentos que se presuponían en la definición de Tren- como sentencia de fe por considerarse contenida en
to— se entienden hoy día de manera diferente a como otras frases del credo.
se entendían entonces. Lo que queremos decir con todo esto es que el
progresivo pluralismo de la teología no ha de contribuir
El monogenismo, que constituía la base de la defi-
a una ampliación del credo de nuestra fe en lo que
nición del tridentino, apenas si puede defenderse se-
se refiere a cada una de sus frases, sino que en este sen-
riamente por parte de algunos teólogos. Los múltiples
tido más bien protenderá a reducirlo.
intentos orientados a una explicación del dogma del
pecado original ponen claramente de manifiesto la La exigencia frecuentemente invocada de una fór-
diferencia existente entre la confesión vinculante de mula breve de fe deja bien claro el problema.
la Iglesia y la explicación de una teología que se
En todo este contexto debemos hacer referencia,
10 no obstante, al peligro que se originaría de una excesi-
O. c, 25.
124 125
va discrepancia entre las diversas corrientes teológicas Dejarán de ser ya el término a quo de una evo-
con las terminologías que les son propias y la con- lución posterior hacia nuevos dogmas, bajo el
fesión única de la fe. Sabemos que llamar la atención punto de vista de una teología unitaria, y empe-
zarán a ser más bien la expresión dada a una con-
sobre un peligro no significa automáticamente ofrecer fesión de fe común, a la cual tendrán que hacer
la solución. Es cierto que la solución no puede ser continua referencia en actitud de servicio muchas
un volver a una teología uniforme y a una confesión teologías que continúen siendo pluralistas.17
de fe muy amplia y detallada, que comprenda, a ser
posible, todas las tesis que puedan presentarse desde De este modo, sólo nos cabe esperar que el desa-
el punto de vista de la teología católica. rrollo cada vez más intenso y profundo de los dogmas
y la pluriforme teología que lleva consigo este de-
Hagamos, por último, una breve alusión por lo
sarrollo haya de servir mejor a la fe única, mediante
menos a la cuestión de si todavía es posible la emisión la cual todos los pueblos y todos los hombres deben
de nuevos dogmas en medio del creciente plura- conseguir la salvación.
lismo de la teología.
Dado que este pluralismo teológico no podrá verse
superado en última instancia, cada vez será más im-
posible que el magisterio de la Iglesia emita afirmacio-
nes dogmáticas positivas, puesto que la unidad de la
teología, que para ello sería necesaria, apenas si se
puede dar actualmente.
Por supuesto que en el futuro será también nece-
sario, lo mismo que en el pasado, trazar la línea di-
visoria entre la verdad y el error. Sin embargo, la tarea
de las diversas teologías consistirá cada vez más en
ir consumando esta distinción, sirviéndose de su ter-
minología y de su mentalidad, con lo cual habrá de
contribuir a la unidad de la fe.10
Las definiciones doctrinales positivas que hasta el
presente han tenido lugar tendrán entonces una fun-
ción distinta en base a este desarrollo.
10
O. c, 28. O. c, 29.

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