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LA EUCARISTÍA
Xabier Basurko
Eucaristía
C
tico del conjunto de la liturgia cristiana; más aún, de
omo más arriba ya quedó anotado, en todo el la existencia cristiana en su totalidad'.
nuevo testamento no se encuentra la palabra En estas últimas décadas se ha desarrollado un
eucaristía en el sentido, hoy tan familiar para noso- amplio trabajo interdisciplinar acerca de la plegaria
tros, de designar el acto central de nuestro culto; pe- eucarística; en él han intervenido la exégesis bíblica
ro ya a partir del siglo II encontramos con certeza tanto del antiguo como del nuevo testamento, las in-
este nuevo uso del término en Ignacio de Antioquía vestigaciones históricas sobre el judaismo y sobre el
y en Justino. Muy pronto se amplía la significación cristianismo primitivo y los estudios de liturgia ju-
del vocablo hasta llegar a designar esta triple reali- día y cristiana, entre otras disciplinas. Estas investi-
dad: gaciones han tenido como foco central la conexión
- La plegaria de alabanza y acción de gracias so- entre el acto esencial del culto cristiano y la tradi-
bre los dones. ción judía, muy particularmente en las oraciones de
la mesa y en la liturgia sinagogal. La investigación
- La celebración litúrgica en su conjunto. ha intentado precisar la relación de la plegaria eu-
- El pan y el vino consagrados, «eucaristizados». carística con la berakah o bendición judía, identifi-
Los cuatro relatos neotestamentarios traducen cada en un principio como unidad estructural de la
con los verbos eulogein y eucharistein la plegaria di- eucología judía.
cha por Jesús en la última cena; los mismos térmi- En nuestros días se ha llegado a un amplio con-
nos se repiten también en la narración de la multi- senso acerca de la influencia innegable de la tradi-
plicación de los panes. Nuestro primer propósito en ción judía sobre la plegaria cristiana. Asunto mucho
este capítulo es el estudio genético de lo que consti- más difícil y delicado, de lo que se creía hace algu-
tuye la célula fundamental de nuestro culto cristia- nos decenios, resulta precisar más en concreto cuál
no: la plegaria eucarística. Y para comprender la es- de las formas de oración judía es la clave y la raíz di-
tructura y los valores internos de nuestra oración recta de nuestra oración eucarística 2 . De todos mo-
eucarística, es preciso remontarnos hasta las raíces
judías e intentar buscar sus antecedentes directos en
1
la tradición oracional o eucológica del pueblo de Is- Acerca del tercer aspecto, o sea, los elementos eucaristi-
rael. Luego estudiaremos las plegarias propiamente zados hablaremos en el cap. 6.
2
cristianas desde sus orígenes hasta la actualidad. T. J. Talley, Striictures des anaphores anciennes et mo-
Trataremos, por fin, de iluminar el carácter eucarís- demes: La Maison-Dieu 191 (1992) 16; J. M. Sánchez Caro,
Bendición y eucaristía. Veinticinco años de estudios sobre el gé-
6 7
J. P. Audet, Fe y expresión cultual, 433. J. P. Audet, Fe y expresión cultual, 415. «En presencia de
2. Antecedentes judíos
de la plegaria eucarística
a) La berakah
Para J. P. Audet y otros muchos predecesores y
seguidores suyos8, esta forma oracional y cultual de
Israel es la unidad estructural de la eucología judía
y está en el origen del proceso que llevará hasta la
plegaria eucarística cristiana. Berakah significa
«bendición» y es un género o forma literario-religio-
sa específica, cuyo nacimiento hay que situar fuera
de la liturgia. Se pueden distinguir:
• La bendición breve
o espontánea
Es la que sube del corazón a los labios de modo
espontáneo ante cualquier acontecimiento de la vi-
da en que se reconoce la actuación salvadora de
Dios. Los dos ejemplos más antiguos conservados
en la Biblia son: Gn 24,26-27 (criado de Abrahán) y
Ex 18,9-11 (el episodio de Jetró) 9 . Desde el punto de
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
EN JUSTINO (c. 150)
Eucaristía después del bautismo Estructura de la reunión dominical
(¡Apología, 65) {I Apología, 67)
1. Marcha desde el lugar del bautismo hasta donde está 1. Lecturas de la Sagrada Escritura hechas por un lector.
reunida la comunidad de los «hermanos». 2. Homilía del presidente.
2. Oración de los fieles. 3. Oración de los fieles.
3. Beso de paz. 4. Preparación de las ofrendas.
4. Preparación de las ofrendas. 5. Acción de gracias del presidente («según sus fuerzas»)
5. Eucaristía propiamente dicha, o acción de gracias, a la rubricada con el Amén final del pueblo reunido.
que el pueblo responde con el Amén final. 6. Comunión de los presentes y envío por medio de los
6. Los diáconos dan la comunión a los presentes y la lle- diáconos a los ausentes.
van también a los ausentes. 7. Entrega al presidente de la colecta en favor de todos los
necesitados (huérfanos, viudas, enfermos, encarcela-
dos, forasteros de paso).
32
Justino, I Apología, 67, ed. D. Ruiz Bueno (Bac 116),
Madrid 1954, 258; A. Hamman, Valeur et signification des ren-
seignements liturgiques de Jiistin: Studia Patrística 13 (1975)
364-374.
Esta primera oración eucarística escrita está arti- Te damos gracias, oh Dios,
culada según estos elementos internos: por tu Hijo muy amado Jesucristo,
a quien en los últimos tiempos tú nos enviaste
- Diálogo inicial. como salvador, redentor
- Acción de gracias (centrada en el misterio de Cristo). y mensajero de tu designio.
- Relato de la institución. El es tu Verbo inseparable,
- Anamnesis y ofrenda. en quien tienes tu complacencia,
a quien desde el cielo enviaste
- Epíclesis de comunión.
al seno de una Virgen,
- Doxología y Amén del pueblo. quien, habiendo sido concebido,
se encarnó y se manifestó como hijo tuyo,
naciendo del Espíritu Santo
E s t e autor, al p a r e c e r o r i g i n a r i o d e R o m a ( a u n - y de la Virgen.
q u e n o es fácil s a b e r h a s t a q u é p u n t o refleja la p r a - El, para cumplir tu voluntad
xis l i t ú r g i c a d e la c o m u n i d a d r o m a n a ) , es d e espíri- y adquirirte un pueblo santo,
t u m u y c o n s e r v a d o r y t r a t a d e p r e s e n t a r su s textos y extendió sus brazos mientras sufría,
r e c o m e n d a c i o n e s c o m o p r o v e n i e n t e s d e los m i s m o s para librar del sufrimiento a los que en ti creen.
a p ó s t o l e s ; d e a h í el n o m b r e d a d o al d o c u m e n t o . De
Cuando se entregaba a la pasión voluntaria,
t o d o s m o d o s , este c a r á c t e r c o n s e r v a d o r d e H i p ó l i t o
para destruir la muerte
r e s u l t a v e n t a j o s o p a r a la h i s t o r i a d e la liturgia, y a
y romper las cadenas del diablo,
q u e el c o n t e n i d o del d o c u m e n t o p u e d e f á c i l m e n t e
para aplastar el infierno
s e r r e t r o t r a í d o h a s t a el a ñ o 180 ó 150. La a n á f o r a d e
y llevar a los justos a la luz,
H i p ó l i t o es el t e x t o p a r a la c e l e b r a c i ó n e u c a r í s t i c a
para fijar la regla (de fe)
d e u n o b i s p o r e c i é n elegido, q u e c o n c e l e b r a r o d e a d o
y manifestar la resurrección,
del p r e s b i t e r i o . H e a q u í , e n s u i n t e g r i d a d , este vene-
tomando pan,
r a b l e texto:
pronunció la acción de gracias,
y dijo:
«Una vez consagrado el obispo, que todos le den
Tomad, comed,
el beso de paz y le saluden, porque ha sido constitui-
esto es mi cuerpo,
do en dignidad; que los diáconos le presenten la obla-
partido por vosotros.
ción, y que él, extendiendo las manos sobre ella con
todo el presbiterio, diga dando gracias: Del mismo modo tomó el cáliz,
diciendo:
Obispo
El Señor esté con vosotros. Esta es mi sangre,
derramada por vosotros.
Asamblea
Cuando hacéis esto,
Y con tu espíritu. hacedlo en memorial mío.
Obispo Por eso,
Levantad vuestros corazones. haciendo memoria de su muerte y resurrección,
Asamblea te ofrecemos este pan y este cáliz,
Los tenemos levantados hacia el Señor. dándote gracias por habernos hecho dignos
de estar ante ti
Obispo y de servirte como sacerdotes.
Demos gracias al Señor.
35
San Agustín, De baptismo contra donatistas, 6, 25, ed. 38
Para una introducción general a los ritos de oriente: I.
M. Petschening (CSEL 51), 323 (= PL 43, 213-214); cf. tam- Dalmais, Las liturgias orientales, Bilbao 1991. Como guía del
bién De catechizandis mdibits, 9, 13. inmenso y complejo campo de la plegaria eucarística en
36
X. Basurko, El canto cristiano en la tradición primitiva oriente: J. M. Sánchez Caro, Eucaristía e historia de la salva-
(Victoriensia 59), Vitoria 1991, 154. ción (Bac 439), Madrid 1983; un breve resumen en J. Aldazá-
37
Concilio de Hipona (8 de octubre del 393), can. 2lb, en bal, en D. Borobio (ed.), La celebración en la Iglesia, II, Sala-
Breviariwn Hipponense, ed. C. Munier, Concilla Africae (CCL manca 1988, 312-313.
39
149), 1974, 39. Ver la documentación acumulada sobre este X. Basurko, El conflicto lingüístico en la historia de la li-
punto por B. Botte, en A. G. Martimort, La Iglesia en oración. turgia, en la obra Conflicto cultural y comunidad cristiana,
Introducción a la liturgia, Barcelona 21967, 63, nota 12. San Sebastián-Bilbao 1981, 203-219. '
EL «CONTRADÓN»
En la plegaria eucarística V (Sínodo suizo 1974), el de libertad, de justicia y de paz,
momento ETICA se expresa con estas palabras, que re- para que todos encuentren en ella
flejan sin duda una sensibilidad nueva, más de nuestros un motivo para seguir esperando.
días:
V/c: Señor, Padre de misericordia,
V/a: Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros
derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor,
el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo...
el Espíritu del Hijo. Que todos los miembros de la Iglesia
Fortalécenos con este mismo Espíritu, sepamos discernir los signos de los tiempos
a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, y crezcamos en la fidelidad al evangelio;
para que todos nosotros, pueblo de Dios, que nos preocupemos de compartir en la caridad
con nuestros pastores... las angustias y las tristezas,
caminemos alegres en la esperanza las alegrías y las esperanzas de los hombres,
y firmes en la fe, y así les mostremos el camino de la salvación.
comuniquemos al mundo el gozo del evangelio.
V/d: Señor, Padre de misericordia,
V/b: Señor, Padre de misericordia, den-ama sobre nosotros
derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor,
el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
el Espíritu de tu Hijo. Haz que nuestra Iglesia de...
Danos entrañas de misericordia se renueve constantemente a la luz del evangelio
ante toda miseria humana, y encuentre siempre nuevos impulsos de vida;
inspíranos el gesto y la palabra oportuna consolida los vínculos de unidad
frente al hermano solo y desamparado, entre los laicos y los pastores de tu Iglesia...
ayúdanos a mostrarnos disponibles que la Iglesia sea, en medio de nuestro mundo,
ante quien se siente explotado y deprimido. dividido por las guerras y discordias,
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto instrumento de unidad, de concordia y de paz.
de verdad y de amor,
50
En la plegaria eucarística V (Suiza 1974), cuyo uso ha charistie: La Maison-Dieu 137 (1979) 49-72; Símbolo y sacra-
sido concedido a diversos países, se explícita mucho mejor es- mento. Dimensión constitutiva de la existencia cristiana, Bar-
ta vertiente de contradón, de compromiso y coherencia ética. celona 1991, 106-116; Les sacrements. Parole de Dieu au risque
51
L. M. Chauvet, La sacramentologie aux prises avec l'en- ducorps, París 1993, 159-160.
66
E. Jungel, Dios como misterio del mundo, Salamanca
1984, 51-55. Este tema visto desde la perspectiva de una «fies-
ta del nacimiento», en: X. Basurko, Hacia una pastoral del
bautismo: Teología y catequesis 18 (1986) 249-260.
67 a
I Plegaria eucarística para las misas con niños.
1. Un impasse: el acceso a la eucaristía dominical: Es la colación del oficio eclesiástico. Esto se admite común-
una verdadera paradoja pensar que la Iglesia católica, cu- mente. Por eso este principio de selección no debe consi-
ya espiritualidad es fuertemente eucarística, cuya prácti- derarse como superior al derecho de una comunidad cris-
ca privilegia esta celebración desde hace siglos, que pide tiana a la celebración eucarística.
a sus religiosos y religiosas una participación cotidiana en A. Gerken, Teología de la eucaristía,
la eucaristía, llegue a no poder ofrecer la eucaristía domi- Madrid 1991, 255.
nical a los fieles, a los que por otra parte les impone un
deber participar en ella. La Iglesia ¿tiene el derecho de 3. A pesar de que existen muchos puntos de contacto
instalarse duraderamente en la práctica de las ADAP entre ministerio y celibato, también los hay, e innegables,
(«asambleas dominicales en ausencia de presbítero»)? Es- entre matrimonio y ministerio; precisamente a ellos se re-
ta situación no podría durar mucho tiempo sin tener con- fieren los textos del Nuevo Testamento que hablan del
secuencias trágicas. Estas consecuencias son a la vez teo- «hombre de una sola mujer».
logales y pastorales. Conciernen a la identidad de la Igle- No pocos de los que se manifiestan a favor de una se-
sia. A nivel pastoral, ciertos fieles no hacen ya diferencia paración de sacerdocio y celibato lo hacen invocando so-
entre una ADAP y la verdadera eucaristía. Por otra parte, bre todo los derechos humanos. Pero cualquiera puede re-
es legítimo invocar aquí el derecho de los fieles a los sa- nunciar a sus propios derechos (no a los de los demás).
cramentos, reconocido en el último derecho canónico
Habría que ver, por consiguiente, si lo que se invoca a ve-
(can. 213). Se trata aquí del derecho de las comunidades
ces no es una concepción burguesa-liberal de la libertad
mismas. Habrá que encontrar una solución a este proble-
más que una idea de libertad evangélica...
ma antes que sea demasiado tarde.
El único argumento decisivo para continuar la lucha
B. Sesboué, N'ayez pas peurí Regarás sur l'Eglise en favor de la separación de ministerio y celibato es, a mi
et les ministéres aujourd'hui, entender, el siguiente: por un lado, una mayor credibili-
París 1996, 103-104. dad del carisma del celibato libremente elegido ante los
ojos del mundo y de la propia comunidad eclesial; por
2. La comunidad cristiana no puede o puede difícil- otro, un argumento eclesial y teológico, es decir, el dere-
mente subsistir por largo tiempo sin reunirse regular- cho de gracia que tienen todas las comunidades cristianas
mente en torno a la mesa del Señor. De aquí se deriva, por a contar con presidentes y a celebrar la eucaristía. La vin-
otra parte, que también ella tiene derecho a tener un diri- culación entre celibato y ministerio en la Iglesia occiden-
gente ordenado de la comunidad, que la presida, que le tal aumenta el peligro de que en muchos sitios se vean
anuncie la palabra en nombre de Cristo y que dirija la ce- comprometidas la vitalidad apostólica y la celebración de
lebración eucarística. Este derecho no puede permanecer la eucaristía. En tal situación, una legislación de la Igle-
insatisfecho por la sencilla razón de que en particulares sia, que de hecho puede cambiarse, debe ceder ante el de-
situaciones no haya candidatos suficientemente instrui- recho más apremiante al desarrollo eucarístico y apostó-
dos y decididos a abrazar el celibato que pide la ordena- lico de las comunidades.
ción.
E. Schillebeeckx, El ministerio eclesial.
El principio de selección empleado en la Iglesia cató- Responsables en la comunidad cristiana,
lica romana (celibato y completa instrucción teológica), a Madrid 1983, 162-163.
pesar de su conveniencia con el oficio, está ligado a cier-
tas situaciones y, por tanto, no necesariamente unido con
74
V. M. Pindado, J. M. Sánchez Caro, La gran oración eu-
78
carística, 195-196. J. Gelineau, Les interventions de l'assemblée dans le ca-
75
V. M. Pindado, J. M. Sánchez Caro, La gran oración eu- non de la messe: La Maison-Dieu 87 (1966) 141-149. Las nue-
carística, 180-181, 197, 207. vas plegarias eucarísticas para celebraciones con niños tienen
76 muy en cuenta esta participación de la asamblea en el inte-
V. M. Pindado, J. M. Sánchez Caro, La gran oración eu- i"ior mismo de la anáfora por medio de breves aclamaciones.
carística, 182. La anáfora protestante de Lima (1982) prevé hasta ocho mo-
77
V. M. Pindado, J. M. Sánchez Caro, La gran oración eu- mentos de intervención por parte del pueblo: Dial. Ecum., 65
carística, 176, 184, 208. (1984) 374-377.
95
La editio typica ha sido publicada en Notitiae 301 mente flexible, como, por otra parte, se hacía en la Iglesia de
(1991/8) 382 ss. Ver recensión de P. de Clerk, La revisión de la los tres primeros siglos, por lo menos»: Vivre, croire, célébrer,
príére eucharistique «suisse»: La Maison-Dieu 191 (1992) 61- París 1983, 70; L. M. Chauvet, Símbolo y sacramento, Barce-
68. lona 1991,350-351.
96 97
T. J. Talley, Structures des anaphores ancienms et mo- Así, por ejemplo, I. Oñatibia, El proyecto litúrgico del
dernes: La Maison-Dieu 191 (1992) 42-43. Según M. Scouar- Concilio Vaticano II: Lumen 1-4 (1986) 190-191; L. Maldona-
nec, es deseable «considerar los programas litúrgicos como do, Unidad y diversidad del Misal. Nueva etapa en la reforma li-
bocetos sobre los cuales se puede bordar de modo relativa- túrgica: Phase 180 (1990) 465-472.
Ofrecemos aquí en su integridad la estructura interna espíritu recogido en el documento de Lima, Bautismo,
de la eucaristía celebrada en la Asamblea de Lima, con eucaristía y ministerio (BEM)'. Este texto es debido al
motivo de la reunión de la Comisión Fe y Constitución. teólogo de Taizé, Max Thurian. El lector podrá apreciar la
Utilizada por vez primera el 15 de enero de 1982, es un estrecha semejanza con el «guión» de cualquier reunión
texto litúrgico en el que confluía el consenso teológico y el dominical de las comunidades católicas.