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Nuestra iglesia es una iglesia democrática representativa. Creemos firmemente que “en la multitud de
consejeros hay sabiduría” (Prov.11:14). Además todas las cosas deben hacerse decentemente y con
orden (1 Cor.14:40), para la gloria de Dios (1 Cor.10:31). Las juntas son importantes porque ellas logran
unidad de pensamiento y esfuerzo en la prosecución del blanco deseado. Sin ellas tampoco se podría
evaluar lo alcanzado y lo que no se alcanzó. Tanto en la iglesia local como en otros niveles, se llevan a
cabo diversos géneros de juntas y reuniones deliberativas. Esto hace necesario saber cómo dirigir las
deliberaciones, para que el orden y el respeto entre los participantes de dichas juntas sea logrado y el
nombre de Dios sea glorificado.
La primera característica en toda junta o asamblea es que debiera funcionar suave, armoniosa y
eficazmente. La atmósfera en que se desenvuelve es muy importante. El Espíritu Santo debe dejarse
sentir en esta clase de reuniones para que la crítica y las quejas no florezcan en los integrantes. Es de
vital importancia decir que todo miembro de junta debería actuar sabia y moderadamente. El éxito de
una junta depende, generalmente, del presidente. Todo aquel, llámese pastor, presidente, anciano de
iglesia o director de algún departamento, que desee dirigir juntas con éxito debe saber cómo manejar las
situaciones delicadas sin actuar con excesivo rigor, y saber cómo arribar a las determinaciones sin dejar
la impresión de que presiona o manipula a la junta con sus decisiones.
1. Se debe saber quiénes deberán asistir a esa junta, y hacerles el citatorio con suficiente tiempo.
2. Se debe fijar de antemano, cuál será el quórum, es decir, el número de miembros presentes
requerido para que ésta pueda tener valor oficial. Generalmente es la mitad más uno.
3. Se cita por medio de convocatoria pública o personal a los integrantes de la junta a celebrarse,
fijando la fecha, hora exacta y lugar de la reunión.
4. Siempre que se pueda es bueno informar a los integrantes de la junta los fines para los cuales se
les ha convocado. Esto facilitará y adelantará la función de la asamblea, pues ya se vendrá
estudiando posibles soluciones o sugerencias a los puntos a considerar.
5. El presidente o quien dirija la asamblea deberá llevar suficiente información y material de lo que se
presentará a la junta. No es prudente presentar a la junta un punto que no ha sido estudiado
debidamente y del cual no se posee toda la información del asunto.
La organización y los miembros en particular velarán para trabajar unidos en sus esfuerzos en el logro
de dichos acuerdos. Los acuerdos de la junta se deben cumplir. Un presidente consecuente se esforzará
por cumplir las resoluciones de la junta. De buena gana se identificará con las resoluciones de la junta, y
las apoyará. Debemos recordar que Dios dirige las juntas.
PARA MEDITAR:
“Si se practicase más la verdadera oración, si se diese más solemne consideración a asuntos de
importancia, cambiaría el tono de nuestras reuniones administrativas y se elevarían” (Obreros
Evangélicos, pág.461).