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Aplanador 7
CHAJNING)
CADENADE SUMINISTROS (SUPPLY-
Sushi en Arkansas
Nunca había visto una cadena de suministros en acción, hasta que visité
la sede central de Wal-Mart en Bentonville, Arkansas. Mis anfitriones me
llevaron a ver el centro de distribución, que ocupa más de 100.000 m2 ,
y allí, subidos a una pasarela, contemplamos el espectáculo. En un cos-
tado del edificio, cientos de tráilers blancos de Wal-Mart descargaban cajas
de mercancía enviadas por miles de proveedores diferentes. En cada mue-
lle de carga iban depositándose las cajas, de todos los tamaños y pesos,
en cintas transportadoras. Éstas, pequeñas, confluían en una cinta trans-
portadora más grande; eran como afluentes que alimentasen el caudal de
un poderoso río. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, los
camiones de los proveedores alimentan los casi veinte kilómetros de len-
guas transportadoras, y estos arroyos alimentan un gigantesco río Wal-
Mart de productos empaquetados. Pero eso no es más que la mitad del
espectáculo. En su avance hacia la otra punta del edificio, cada una de
las cajas que forman el caudal de este río Wal-Mart pasa por delante de
un detector eléctrico que lee sus códigos de barras. Al llegar al otro extre-
mo, el río se bifurca de nuevo, formando cientos de arroyos. Cada uno
dispone de unos brazos eléctricos que se alargan para coger y guiar las
cajas (que son los pedidos de cada tienda concreta de la cadena Wal-
Mart) desde el río principal hacia su arroyo correspondiente, es decir, a
otra cinta transportadora que los dirige a las camionetas Wal-Mart que
las están esperando y que transportarán rápidamente estos artículos con-
cretos a las estanterías de una tienda concreta de la cadena Wal-Mart en
algún rincón del país. Una vez allí, un cliente cogerá del estante uno de
estos artículos y el cajero lo pasará por el lector electrónico. En ese pre-
ciso instante se generará una señal, que recorrerá la red Wal-Mart hasta
llegar al proveedor de ese artículo. Ya puede estar su fábrica en la costa
de China o en la costa de Maine, que la señal parpadeará en la pantalla
del ordenador del suministrador, avisándole de que tiene que fabricar otro
artículo como ése y enviarlo a Wal-Mart por su cadena de suministros.
Y el ciclo volverá a empezar. Cuando tu brazo se estira para coger un
artículo del estante de tu tienda Wal-Mart más próxima y después lo pasa
por caja, otro brazo -mecánico=- se pone a fabricar otro artículo igual
en alguna parte del planeta. Llámalo ((la Sinfonía Wal-Mart. en múlti-
ples movimientos... pero sin movimiento final: la melodía suena y suena
todas las horas de todos los días de todas las semanas del año, con su
140 La Tierra es plana
Pero jcómo es posible que de semejante páramo haya salido tanto pro-
yecto innovador (proyectos que, para colmo, han remodelado el paisaje
empresarial del mundo en muchos aspectos)? En realidad, se trata de un
ejemplo clásico de un fenómeno al que hago referencia a menudo a lo
largo de este libro: el coeficiente de aplanamiento. Cuantos menos recur-
sos naturales tenga tu país o tu empresa, más buscarás dentro de ti para
idear innovaciones que te permitan sobrevivir. Wal-Mart ha llegado a ser
el minorista más grande del mundo gracias a que ha sido un negociador
magnífico con absolutamente todos los agentes con los que ha entrado
en contacto. Pero que nadie se confunda en un punto: Wal-Mart ha lle-
gado a lo más alto debido, también, a que esta pequeña empresa de un
pueblo del noroeste de Arkansas ha sido más lista y más rápida que cual-
quiera de sus competidores a la hora de adoptar nuevas tecnologías. Y
sigue siéndolo.
David Glass, quien fuera presidente de la empresa entre 1988 y 2000,
supervisó muchas de las innovaciones que convirtieron a Wal-Mart en el
minorista más grande y más fiable del planeta. En su día la revista For-
ES BUENO, P E R O ES DEMASIADO
Por desgracia para Wal-Mart, los mismos factores que generaron su ins-
tinto de innovación constante (su aislamiento del resto del mundo, su nece-
sidad de buscar dentro de sí y su necesidad de poner en contacto con
una cadena de suministro global a localidades muy distantes) también la
metieron en líos. Es difícil exagerar cuando se habla de lo aislada que
está Bentonville, Arkansas, de las corrientes del debate general sobre los
derechos del trabajador y sobre los derechos humanos, y resulta fácil ver
cómo esta empresa aislada, obsesionada con bajar los precios, podría
haber sobrepasado los límites en algunas de sus prácticas.
Sam Walton no sólo engendró una especie de carrera inmisericorde
en pos de la eficiencia al mejorar la cadena de suministro de Wal-Mart,
sino también cierta inrnisericordia. Estoy hablando de todo un cúmulo
de cosas, desde las recientes revelaciones sobre la costumbre de Wal-
Mart de encerrar toda la noche a los empleados en sus establecimien-
tos, hasta permitir que los contratistas del mantenimiento de la empre-
sa usasen a inmigrantes ilegales como porteros, pasando por su papel
de acusado en el litigio más multitudinario de la historia por una deman-
Cóino se volvió plana la Tierra 149
La mejor manera de hacerse una idea del poderío de Wal-Mart como apla-
nador global es visitar Japón.
El 8 de julio de 1853, cuando el comodoro Matthew Calbraith Perry
llegó a la Bahía de Edo (Tokio) con cuatro grandes buques negros de vapor
ornado de cañones, en realidad abrió al mundo occidental a la sociedad
japonesa, que había permanecido cerrada durante mucho tiempo a él. Según
Córno se volvió plana la Tierra 151
el sitio web del Naval Historical Center, los japoneses, que desconocían la
existencia de buques de vapor, se quedaron petrificados al divisarlos y cre-
yeron que eran «dragones gigantes que escupían humo>>. El comodoro Perry
regresó un año después y el 31 de marzo de 1854 firmó el Tratado de
Kanagawa con las autoridades japonesas, por el que los navíos estadouni-
denses ganaban acceso a los puertos de Shimoda y Hakodate y se estable-
cía un consulado de EE. UU. en el primero. Este tratado propició una explo-
sión comercial entre Japón y Estados Unidos, contribuyó a abrir a Japón
al mundo occidental en general, y se le suele atribuir el mérito de haber dado
el pistoletazo de salida hacia la modernización del Estado japonés, al cons-
tatar sus súbditos cuán atrasados se encontraban, por lo que se apresura-
ron a recuperarse. Y se recuperaron. En muchos ámbitos (desde la indus-
tria del automóvil hasta la electrónica personal o herramientas y maquinaria,
desde el Walkman de Sony hasta el Lexus) los japoneses aprendieron todas
y cada una de las lecciones que pudieron aprender de las naciones occi-
dentales y procedieron a derrotarnos en nuestro propio juego ... excepto en
una cosa: en la venta al por menor, especialmente en las ventas de barati-
llo. Ya podía Japón fabricar esos Sonys como nadie, que cuando se trata-
ba de venderlos en baratillo, en fin, era otro cantar.
Así pues, exactamente 150 años después de que el comodoro Perry
firmase aquel tratado, se firmó otro no tan conocido, que de hecho era
una asociación mercantil. Se podría bautizar como el Tratado Seiyu-Wal-
Mart de 2003. A diferencia del comodoro Perry, Wal-Mart no tuvo que
abrirse camino hasta Japón a bordo de unos buques de vapor. Su fama
lo precedía, razón por la cual recibió una invitación de Seiyu, una esfor-
zada cadena japonesa de tiendas minoristas desesperada por adaptar la
fórmula Wal-Mart en Japón, un país célebre por resistirse a las tiendas
baratas donde la gente puede comprar todo en tamaño familiar. En el
tren bala de Tokio a Numazu, Japón, sede de la primera tienda Seiyu
que estaba aplicando los métodos Wal-Mart, leí, gracias al traductor del
New York Times, que esta tienda se hallaba a unos 160 kilómetros de
Shimoda y de aquel primer consulado de Estados Unidos. Probablemen-
te al comodoro Perry le hubiera chiflado comprar en la nueva tienda de
Seiyu, donde toda la música que se escucha está formada por melodías
occidentales escogidas para alentar a los clientes a llenar sus carros has-
ta los topes, y en la que se puede comprar un traje de hombre (hecho en
China) por 65 dólares y una camisa blanca a juego por 5 dólares. Por
eso en Wal-Mart la llaman la TDPB («Todos los Días Precios Bajos.) y
ésa fue una de las primeras frases que los chicos de Wal-Mart aprendie-
ron a decir en japonés.
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