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A Joan Baez, la vida entera

Hoy es 9 de enero. Desde la cama, extiendo el brazo y aprieto un botón. Al azar


comienzo a escuchar a Joan Baez y Bob Dylan ¿en el Concierto de Woodstock?

Cuando se estilaba expresar los sentimientos en roca dura, ellos nos deleitaban con
canciones dulces. Canciones que pasaban a nuestro yo por canales que nunca
conoceremos porque son los caminos del misterio; caminos que sólo la intensidad de la
belleza puede reconocer. El concierto de Woodstock marcó a tres generaciones y triunfó
porque los que tuvieron la oportunidad de expresarse en esa tribuna fueron sinceros, sus
canciones cribaron el alma de la gente y la mostró tan al desnudo que muchos sintieron
necesidad de llevar esta ansiedad al cuerpo. Los jóvenes vivieron momentos de alta
significación ideológica, se tomaron posiciones políticas, la izquierda renació como una
rama de azucena. Se trataba de personas entregadas, con una gran pasión por la vida.
Sólo los que dejaron de escuchar esas canciones pudieron convertirse en asesinos.

De estos seres tocados por la gracia emergió ella, nuestra virgen, así de hermosa con su
pelo largo negro y esa voz que se eleva como una espiral de humo infinito y sube y sube
y sube para luego dejarse caer sobre los cuerpos como una lluvia de miel. Discreta la
guitarra se deja toquetear de sus manos; y de su entorno emana un perfume como de
limón y fuego. Es Joan Baez. Cuántas veces he pasado mis dedos por su foto. Cuantas
veces me he encontrado en el espacio vacío de su imagen.

The answer, my friend, is blowing in the wind


The answer is blowing in the wind.

Junto mis manos suavemente como en una oración y dejo que mi mente se llene de
palomas, es un privilegio vivir en este mundo y en esta época, ¡claro que no nos
moverán!, la la lai lai lai la la. Y doy gracias a la vida por haber podido escuchar el
poema de Violeta Parra en la tesitura de Mercedes Sosa empujándome hacia la cima de
la montaña y la de Joan, dejándome caer suave en sus brazos para besarme con esa voz
que registra la octava como si se tomara de un trago medio océano envasado dentro de
una botella de ron.

Sigo en la ciudad de mi mente. Mientras me encandilan miles de rutilantes bombillas,


ella ha venido caminando desde California. De su voz aflora una tristeza que le hace
sentir cercana. Su base tímbrica hace, a quien le escucha, vibrar suavemente el tímpano,
como en el caso de la canción de Carlos Puebla al Comandante Guevara. Cuando la
música entra de esa forma a nuestros sentidos se convierte en un inquietante vehículo de
comunicación. Ella tiene esa capacidad, esa dote, por eso sus discos fueron prohibidos.

En A mi manera la estructura de la banda sonora con su bien llevada integración de


fraseos, laleos, batir de palmas y graciosas expresiones ornamentales colocan la
interpretación de la pieza por encima de su contenido literario.

A la Casa del sol naciente le pone un toque de soul; un tono que de por sí causa
tristeza. Tono de los negros que sufren. Es parte de la magia. Una canción romántica
que, en su creatividad, pasa a ser un incentivo de equidad. Toque de conciencia.
Hoy 9 de enero, la recordamos cuando cantó junto a Martin Luther King. O marchó
descalza al lado de sus amigos negros por las calles de New York. O se alió al
Movimiento de Libertad de Expresión de los estudiantes de la Universidad de California
en Berkeley, cuando estos tomaron el Vestíbulo. O se presentó, junto a Susan Sontag,
en Sarajevo, como veinte años atrás en Hanoi, donde su compasión trataba de
sobreponerse al terror de las bombas.

Hoy celebramos el aniversario de esta magnífica leyenda del folk norteamericano, y dije
mal: Joan Baez es la leyenda del mundo. Puso al servicio de la justicia entre los seres
humanos su esplendorosa voz de mezzo soprano. Inyectó a la música de su inteligencia,
de su don para amar a todos, de su nobleza como persona. Y escogió su paso por la
tierra como una misión, un servicio. Dándose victoriosa, como un humilde, pero
espigado tallo de olivo.

Raysa White
Santo Domingo, RD

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