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VIALE, Oscar. - La Pucha
VIALE, Oscar. - La Pucha
LA PUCHA
ROBERTO DURAN
ELENCO
NORMA BACAICOA
LEONOR BENEDETTO
LUIS BRANDONI
JULIO DE GRAZIA
JORGE RIVERA LOPEZ
WALTER SANTA ANA
MARCOS ZUCKER
“La pucha” fue estrenada en la sala Casacuberta del General San Martín el 17 de mayo de 1969
LA COSA VIENE MAL BARAJADA
VOZ.- ¡Tieeeerrraaaa…! (Entran Uno y Dos. Este último trae la actitud de éxtasis
clásica en los grabados escolares sobre Colón.)
UNO.- (Como recitando una letanía) El Almirante de Todos los Mares Alberto J.
Confort, descubrió el Riachuelo en el Año de Gracia de… (Se proyectan diapositivas de la
cancha de Boca Juniors y la ciudad deportiva. Dos, se hinca y toma un puñado de tierra. Hace
un gesto de asco como si hubiera hundido sus manos en estiércol.)
DOS.- (Asqueado.) La pucha. (Entran Tres y Cuatro. Este último blande una espada en
son de conquista, música apropiada.)
TRES.- (Igual que Uno.) El Primer Adelantado Juan Domingo de los Aguinaldos y
vacaciones llegó a nuestra costa y puso la unidad básica de la ciudad en el Año de Gracia de…
(Cuatro saluda y sonríe al estilo peronista. Uno y Dos, se tiran al suelo y hacen fiaca. Al
verlos, Cuatro acude hacia ellos y empieza a mimarles una arenga. Su alocución es
reemplazada por la marcha peronista ejecutada por un instrumento de viento en forma
distorsionada. Se proyectan diapositivas de los edificios del Concejo Deliberante, la C.G.T., y
la Casa de Gobierno. Uno y Dos, se levantan alborozados y palmean a Cuatro.)
CUATRO.- (Contento.) ¡La Pucha! (Están en eso cuando entra Cinco –que tiene puesto
un casco guerrero de los conquistadores españoles – y amenaza a Cuatro con una honda.)
MUJER 1ª.- Pero llegó otro Adelantado… y la Primera Fundación sonó como arpa vieja
en el Año de Gracia de… (Cuatro, pide ayuda con un gesto a Uno y Dos, pero éstos le dan
vuelta la espalda.)
CUATRO.- (Yéndose vencido.) ¡La Pucha…!
MUJER 2ª.- Llegaron las cesantías… (Cinco, le da una patada en las posaderas a Uno.
Dos, al ver lo que pasa, se hinca y pide perdón a Cinco.) Y algunos indios se convirtieron… y
otros se invirtieron; porque hubo degeneración en el Año de Gracia de… (Se proyecta la
diapositiva de una vaca. Todos se acercan a ella y le rinden tributo.)
TODOS.- (Cantando.)
La vaca, la vaca,
qué ayuda para la pampa.
La vaca, la vaca,
y eso nadie lo destaca…
(Dos amigos –Juan y Pedro – están sentados en un banco de plaza, aburridos, distantes,
incomunicados. Pedro termina un cigarrillo y lo aplasta en el suelo, se recuesta y entorna los
ojos. Juan, empieza a canturrear algo entre dientes.)
PEDRO.- (Molesto, sin moverse.) Che, terminala con la musiquita… (Juan, se calla.
Mira hacia arriba, a los costados, busca algo en que entretenerse, no halla. Se despereza,
aburrido. Se mira las manos y empieza a estirarse los dedos, haciendo el clásico ruidito.)
PEDRO.- (Igual que antes.) No hagás ruido, che. (Juan, deja de estirarse los dedos. Se
mira los zapatos. Levanta las piernas, mueve los pies. Golpea los zapatos entre sí.)
PEDRO.- (siempre sin moverse.) Quedate quieto, ¿querés? (Juan, se queda quieto un
instante. Se aburre. Mira la hora; le parece que el reloj atrasa, se lo lleva al oído, va a
golpearlo luego con la yema de los dedos, pero se arrepiente por Pedro. Va a darle cuerda y
también se arrepiente. Por fin, sin otra cosa que hacer se recuesta él también, intenta dormitar
pero no puede: no tiene sueño. Entonces se queda así tirado pensando. De pronto se sonríe.
Vuelve a ponerse serio, pero a los segundos torna a sonreír, un tanto más ahora. El recuerdo es
muy simpático y se le escapa un “ja”.)
PEDRO.- (Desde su posición.) ¿Qué hacés? (Juan, no lo escucha, ensimismado en su
recuerdo. Ríe ahora unos segundos.)
PEDRO.- (Se le adivina enojado.) ¿Qué te pasa? (Juan, lanza unas sonoras carcajadas,
que se prolongan unos instantes, hasta retornar a la seriedad otra vez. Pedro se incorpora un
tanto.)
PEDRO.- (Con cara avinagrada.) Largá, ¿querés? (Juan no le contesta y empieza a
reírse otra vez: hasta llegar nuevamente a la carcajada.)
PEDRO.- (Incorporándose del todo.) ¿Qué hacés, papanata…? (Juan no deja de reírse
–y aunque intenta reprimirse – no lo puede hacer pues está tentadísimo.)
PEDRO.- (Dándole un golpe en el brazo.) ¡Acabala de una vez! (Juan llora de la risa,
es un estado irreprimible de alegría. Pedro lo zarandea compulsivamente.)
PEDRO.- (Zamarreándolo.) ¡Terminala, te digo…! (Juan no puede detenerse. La ira de
Pedro se acrecienta y parándose, da dos o tres cachetadas a Juan.)
PEDRO.- (Ciego de furia.) ¡Te digo que te callés…! ¡Callate de una vez! (Juan, parece
empezar a declinar su risa hasta bordear cero. Hay una expectativa de Pedro. Pero Juan
vuelve a prorrumpir en risa. Pedro se le tira encima y Juan –indefenso – no le opone
resistencia.)
PEDRO.- (Fuera de sí.) ¡No te rías más…! ¡Te dije que no te rieras…! Haceme caso.
¡No te rías! ¡No te rías…! (Lo toma del cuello y lo ahorca. La risa de Juan muere con él. Pedro
–cuando ya su amigo no da señales de vida – lo abandona y se levanta. Se limpia las manos;
reacomoda su ropa, se quita la tierra. Mira con desprecio los despojos de su amigo.)
PEDRO.- (Despectivo y entre dientes.) Ahí tenés. ¿Quién te manda reírte?
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LA TRADUCCIÓN
(El Presidente y el Embajador extranjero van a dar comienzo a una reunión protocolar. Entre
ambos, la intérprete.)
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EL VENDEDOR
(LAS ALMÓNDIGAS)
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(Entra del brazo una pareja, haciéndose arrumacos, él es Amado, un típico seductor de barrio,
y como tal, es el producto de una asociación química donde se entremezclan arrogancia,
concupiscencia, soledad, mentira y cobardía en partes equilibradamente justas. Ella es
Chucho, un juguete en manos del experimentado Amado: un baluarte ya conquistado y por
ende, absolutamente sojuzgado. Amado la detiene en mitad de escena y la obliga a enfrentarlo,
quedando muy cerca uno del otro. Le toma una mano y se la besa sin dejar de mirarla un
instante. Le habla meloso, impostadamente.)
AMADO.- Llegamos.
CHUCHI.- (Hecha un caramelo.) Ahá.
AMADO.- Mamita te va a retar.
CHUCHI.- ¡Qué importa!
AMADO.- Te va a hacer chas chas.
CHUCHI.- ¡Y qué hay!
AMADO.- Me voy a quedar triste pensando.
CHUCHI.- (Mimosa acariciándolo.) No, cosita, no te pongas triste…
AMADO.- (Fingiendo.) Sí que me pongo.
CHUCHI.- ¿Ponerse triste, después de un día tan feliz?
AMADO.- (Jugando la comedia.) Es que te van a lastimar la colita. (Chucho se le
prende ferozmente y lo besa. Todo el proceso podría recomenzar de nuevo si Amado se lo
propusiera; pero por supuesto, está completando esta comedia con pocas ganas: presa ganada,
presa que molesta. Ardientemente:)
CHUCHI.- Prometeme que mañana me llamás… (Y se le prende nuevamente. Amado
está ya un poco cansado y ni siquiera la abraza. Enseguida la separa.)
AMADO.- Bueno, vaya, chiche de papá. Ya es muy tarde…
CHUCHI.- (Ansiosa.) ¿Mañana me llamás?
AMADO.- (Reprimiendo apenas su hastío.) Sí, chiche; mañana te llamo…
CHUCHI.- Prometémelo.
AMADO.- (Desganado.) Te lo prometo.
CHUCHI.- (Sin darse cuenta de nada.) Juralo.
AMADO.- ¿Por quién?
CHUCHI.- Por quién quieras.
AMADO.- (Tratando de huir.) No soy católico.
CHUCHI.- No importa; jurámelo igual.
AMADO.- (Podrido.) Te lo juro…
CHUCHI.- (Dándose por conforme.) Antes de las cinco, porque después está el viejo…
AMADO.- Bueno.
CHUCHI.- (Besándolo.) Te espero.
AMADO.- (Separándola.) A lo mejor te llamo. Papito no puede todos los días…
CHUCHI.- No importa; te espero igual. (Separándose con pocas ganas.) Hasta
mañana…
AMADO.- (Tirándole un besito.) Adiós, amor…
CHUCHI.- (Tomándolo en el aire y apretándoselo contra la boca.) ¡Guardame alguno
para mañana…! ¡Qué tu chiche está hambrienta…! (Ahora es ella quien le tira un besito.) Chau.
AMADO.- (Casi sin voz.) Chau. (Chucho sale de escena sin dejar de mirarlo. Amado la
despide agitando una mano y con una sonrisa desganada. Cuando ella salió definitivamente, a
él se le desvanece la sonrisa como por encanto.) ¡Andá a curarte el hambre a Sierra Chica,
poligriya…! (Luego de una pausa, masticándolo.) ¡Carne de presidio! (Saca un paquete de
cigarrillos y extrae uno: lo enciende. Pita una bocanada. Le siente feo gusto. Se pasa dos dedos
por los labios y nota que tiene rouge. Saca un pañuelo y va a limpiarse y recuerda algo.
Guarda nuevamente el pañuelo y metiendo una mano en otro bolsillo saca un pequeño
envoltorio de papel higiénico. Con prolijidad extrema, desenvuelve un trozo de papel y con el
pequeño trozo se limpia los labios meticulosamente. Cuando terminó de hacerlo, mira el papel
con cara de asco.) Marca galopa usa, la muy piojosa… (Tira el papel y vuelve a fumar sin
saber qué hacer. Mira el reloj pulsera y da unos pasitos sin rumbo; no tiene nada que hacer.
Entra Canata, un muchacho bueno y simple.)
CANATA.- ¿Qué hacés, Amado?
AMADO.- ¡Hola Canata! ¿En qué andás?
CANATA.- En qué andás vos; solo en una esquina a esta hora…
AMADO.- Y... haciendo tiempo.
CANATA.- Ya es la una y pico.
AMADO.- ¿Y qué hay?
CANATA.- Mañana hay que yugarla…
AMADO.- El calavera no chilla.
CANATA.- Y claro, vos en la oficina te la tirás piola… Pero yo, en el taller agacho el
lomo tupido. Y si andás con sueño, en una de esas te remachás el dedo gordo… (Bosteza.)
Chau, hasta mañana…
AMADO.- Pará, Canata, ¿qué apuro tenés?
CANATA.- Apuro no; tengo apoliyo.
AMADO.- Me extraña, ¡un tipo pierna como vos!
CANATA.- Yo soy pierna, pero también laburante…
AMADO.- ¡Así debés estar amarrocando!
CANATA.- ¡Oia! ¿Amarrocando de qué? Si no tengo un sope dado vuelta…
AMADO.- Dale, no llorés miseria… ¡Si yo te juno, Canata!
CANATA.- En serio te digo.
AMADO.- Pero, ¿qué hacés con la guita?
CANATA.- Estoy metido hasta acá.
AMADO.- Pero vos ganás bien… ¿Qué hacés; te la jugás?
CANATA.- No, compré los muebles… me metí con el departamento, y chucerías de
acá, pavadas de allá… Cuando querés acordar, terminás morfando guisos de pagarés…
AMADO.- Pero, ¿y para qué te metiste en tantos merengues?
CANATA.- Me caso.
AMADO.- (Asombrado, después de una pausa.) ¿Te casás?
CANATA.- Cómo, ¿vos no sabías?
AMADO.- (Sin querer creerlo.) ¿En serio?
CANATA.- El quince me entregan el departamento y el dieciséis me caso. (Orgulloso.)
Y me rajo diez días pa Bariloche…
AMADO.- (Turbado.) Mirá qué bien.
CANATA.- Sí, la haco con tutti… Es una vez a la vida que te casás… (Amado mira
fijamente a Canata durante unos segundos con una pregunta saliéndole por los foros: “¿Pero,
cómo hizo este salame?”. En su actitud hay envidia, incredulidad, desconcierto, sin poder
reprimirse:)
AMADO.- ¡Qué tarro que tenés! (Canata, lo observa incrédulo, con una sonrisita
temerosa; como si temiera una cachada.)
CANATA.- ¿Lo decís en joda?
AMADO.- No, en serio… (Con cierta indefinible pesadumbre.) ¡Qué tarro que tenés!
CANATA.- Pero, ¿cómo qué tarro?
AMADO.- (Temiendo haberlo ofendido.) Bueno, tarro no. Te lo merecés.
CANATA.- (Luego de una pausa expresiva.) ¿Vos me decís, qué tarro a mí…? ¿Tarro
yo…? ¡Esta sí que es una nueva!
AMADO.- ¿Por qué una nueva? Te casás; cambiás de vida…
CANATA.- ¡Que no se diga! ¡El garca más grande del barrio hablando así!
AMADO.- ¿Y por qué no? A mí también me gustaría encontrar una piba para
casarme…
CANATA.- No la encontrás porque no querés. ¡Con todas las minas que vos tenés!
AMADO.- ¡Ahí está! Esa es la diferencia: yo tengo muchas minas... Y para casarse
hace falta encontrar una piba. “La” piba.
CANATA.- ¡Ma dale, no te hagás el estrecho! ¡Vos nunca pensaste en casarte! Lo que
querés es andar picoteando aquí y allá; eso es lo que pasa… Pero no me vengás con que yo
tengo tarro. Encontré una piba que me quiere, y me caso. Sencillito.
AMADO.- Para vos es sencillito…
CANATA.- ¿Te olvidás de los sábados que me tragué en el clú, jugando al chichón o al
casillero, porque no tenía nada mejor que hacer? ¡Qué me venís con que tengo tarro! Tarro
tuviste y tenés vos, que tenés las minas que se te antojan… Nunca te vi los sábados por el clú.
AMADO.- La verdad que no.
CANATA.- ¿Y entonces…? Mirá, ¿querés que te diga una cosa…? No sabés la envidia
que te tienen más de cuatro… Tu libretita; tu agenda es la más envidiada del barrio… ¡Y no te
imaginás la bronca que te tienen algunos por el arrastre que tenés!
AMADO.- Llorones nunca faltan. Levantar minas es un oficio. Hay que dedicarse: es
un negocio que lleva tiempo, técnica y condiciones naturales… No es para improvisados… Si
vos te quedás en el clú, no hay caso. ¡La minas no te van a venir a buscar…! Así que los que
lloran, que se las aguanten…
CANATA.- Será como vos decís… (Haciendo un chiste con doble intención.) Pero con
mi piba no te tirés, ¿eh? ¡Que agarro y te doy un fierrazo por la cabeza!
AMADO.- Perdé cuidado. (Sonriendo.) A propósito, ¿contra quién te casás?
CANATA.- (Orgulloso.) con Graciela. (A Amado no se le mueve un pelo.) Graciela, la
hermana del gordo Chapola…
AMADO.- (Seco pero sin demostrar nada.) ¡Ah! (Canata, se queda cortado. Igual que
Amado, se acabó la comunicación. Hay una larga pausa.)
CANATA.- Bueno, me voy; es tarde. Chau, hasta mañana.
AMADO.- (Reponiéndose.) Chau, Canata. ¡Buena suerte! (Temiendo haberse pisado.)
Digo, con el casorio… y todo eso.
CANATA.- (Un poco molesto.) Gracias.
AMADO.- Y quedate tranquilo; que los muchachos te vamos a hacer una desdedida de
órdago…
CANATA.- (Yéndose.) Bueno, pero no se pasen con los festejos… (Se va Canata y
Amado queda solo. Termina el cigarrillo y lo aplasta casi con rabia, poniendo en la acción un
énfasis exagerado. Aspira hondo y maldice por lo bajo.)
AMADO.- ¡Me ca…! (No se le entiende lo demás.) ¿Me querés decir para qué le voy a
preguntar…? Pero, ¿quién me manda a mí preguntar? ¿No me podía haber quedado en el
molde, como un señorito? (Mira hacia donde se fue Canata, su tono se vuelve lúgubre.) Otro
magiabrócoli que se ensartó. Ahí lo tenés, chocho de la vida porque le dijeron que el que se casa
tienen premio… (Pausa. Se pasea.) Por ahí, aparece un tipo bueno como Canata, pero boncha al
fin; porque ser bueno no te da patente de piola… Aparece un frito de éstos y te dice:
(imitándolo.) “Me caso” con la hermana del gordo Chapola”. ¿Y uno qué le va a decir…? ¡Fate
bene, frate mío! ¡E fácciano i figli! ¡Piú ancora se al túa fémmena non é vérgine…! ¡Stríngela,
amásala; fatte, l’amore a tutta le ore! ¡Lasciala morta di tanto fare l’amore…! (Pausa. Baja el
tono para incorporarle un tono más amargo.) Así tardás un poco más en ser carnudo. (Cabecea
amargado.) ¡La hermana del gordo Chapola…! (Hace sonar las palmas de sus manos
golpeándolas entre sí.) ¡Dios te libre! Canata no es bueno. ¡Es un salme cero kilómetro!
¡Y con los accesorios originales de fábrica! (Hace los cuernos encima de su frente.)
¡Mirá que venirse a meter con esa mina…! Con la hermana del gordo Chapola, que es
tan, pero tan prosti, que anduvo con toda la barra… (Pausa.) ¡Y Canata tiene que
saberlo, no me digás…! ¡El siempre está con los muchachos, con el Chicho, con
Diógenes, con el Carucha, Troncomóvil y con el colorao Fumarola que si no me
equivoco, fue el último de los mohicanos… Porque el Colorao siempre llega en el
pelotón de retaguardia: es el más pajarón de todos. Es tan caído del cater, que la otra vez
me preguntó cómo era eso de las píldoras anticonceptivas: que él había tomado y no le
habían caído nada bien… Bueno, ¡hasta él enganchó a la hermana del gordo Chapola!
Con eso te digo todo. (Pausa.) Para mí que Canata se hace el burro. ¿No ves que no me
lo quería decir? Si yo no le pregunto, no me dice con quién se casaba. Se hacía el fezza.
(Santiguándose.) ¡Menos mal que no me deschavé! ¡No se me movió un pelo! Pero te
garanto que adentro, el esófago me hizo túnglu. (Pausa.) Y si realmente no lo sabe,
entonces… Entonces, alguien tendría que decírselo. Agarrarlo, llevarlo aparte y decirle
lo más diplomáticamente posible: “Escuchame, Canata: tu novia es una prosti”. Else va
a poner colorado y va a decir: “¿Cómo lo sabés?” Porque aquí todos anduvimos con
ella; hasta el colorado Fumarola. Lo que quiere decir, sin ánimo de ofender a nadie, que
hay alguna probabilidad de que sea una atorranta… Vos hacé lo que quieras; casate si
querés pero un amigo no puede permitir que te engayolés sin avisarte…” (Pausa.)
Canata va a bajar la cabeza y se va a poner a llorar. Entonces hay que palmearle el
lomo, para que no se sienta solo; y decirle:”Vení, vamo a tomar un coñá, pa pasar el mal
trago…” (Pausa.) Y después del coñá, el tipo no puede aguantar y dice: “Gracia,
hermano. Yo sabía que en vos podía confiar: sos el único verdaderamente amigo entre
esta manga de rufianes… Gracia, hermano, gracia por abrirme los ojo…” (Pausa. Saca
un cigarrillo y lo enciende.) Eso… si reacciona bien. Porque si la agarra pa el otro
lado…! ¡Hay reparto de castañas! Y éste Canata que es mecánico… a lo mejor anda con
un martillo en la mano y… (Pita nerviosamente.) ¡Ma, sí; que se lo cuente Magoya…!
(Pausa.) Aunque se podría aprovechar la despedida de soltero… (Lo piensa.) Claro, en
el discurso. Si se lo digo ahí, en la despedida de soltero, no hay peligro; es como haber
sacado seguro contra todo riesgo… (Actúa como si estuviera en el momento de la
despedida de soltero. Monta su propio espectáculo.) Agarro y me pongo de pie, después
que pasó la guerrilla de los panes… Golpeo con la cucharita en la botella para llamar la
atención, y cuando se hizo el silencio: “Querido y nunca bien ponderado Canata: tus
amigos aquí presente, los muchachos del clú, quisimos aprovechar esta simpática
oportunidad de que mañana te casás, para despedirte de tu vida de soltero con la misma
emoción con que se despide a un astronauta que se va a la luna. A ése astronauta uno le
diría: “Buena suerte, que la disfrutés”. Nosotros a la luna la conocemos todos; no hay
noche que no la tengamos con nosotros… Pero vos la vas a tener más cerca, la vas a
aguantar un tiempo; y podrás sentir en carne propia cómo esos pequeños puntos, que
desde acá abajo parecen chiquito, son tremendo agujeros, donde la vista se pierde…
Igual que al astronauta te digo que… (Se desinfla asustado.) No, es lo mismo… Igual se
iba a armar…(Pausa. Sigue pensando.) ¿Y contárselo después que se casó…? También
podría ser: es menos cruel. (Ensaya una pose canchera.) “¿Y, Canata, que tal…? Flor
de ensartada, ¿eh…? (Pausa. Lo piensa.) No, no; tampoco. (Mesándose los cabellos en
un arranque de impotencia.) ¿Será posible que no haya manera de decírselo? (Entra
Canata muy timidamente. Se le acerca de forma tal que Amado no se entres hasta que
le habla.)
CANATA.- Amado.
AMADO.- (Dando un brinco, asustado.) ¡¿Eh?!
CANATA.- Soy yo. No te asustés.
AMADO.- (Temeroso.) ¿Qué querés?
CANATA.- (Buscando las palabras.) Mirá, antes no me animé… Fue muy de sopetón.
Pero, justamente, tocamos un tema que hace rato quiero hablar con vos…
AMADO.- (Presintiéndose muerto.) ¿De qué?
CANATA.- (Turbado.) Bueno, es bastante embromado… A lo mejor te cae mal.
AMADO.- (Viendo que Canata está tranquilo.) Hablá, hombre. Entre amigos no hay
temas embromados.
CANATA.- (Tomándose tiempo.) Bueno, si es así… (Aspira hondo.) Queríahacerte una
pregunta sobre… Graciela.
AMADO.- (Casi temblando.) La her… mana de Chicha, Chicha, Chapola?
CANATA.- Sí, mi novia. Y te la hago a vos, porque sos el único entre todos a quien
considero un amigo; casi un hermano…
AMADO.- (Casi sin voz.) Claro. (Carraspeando y fuerte.) Claro, claro.
CANATA.- Bueno. (Tímidamente.) Lo que quería preguntarte, y no tengás miedo de
ofenderme, que es algo que lo tengo muy pensado… Lo que quería preguntarte es si es verdad
que Graciela anduvo… Bueno, vos ya me entendés; si anduvo con alguno de la barra…
AMADO.- (Pidiendo que lo trague la tierra.) ¿Quién?
CANATA.- Alguno.
AMADO.- (Lívido.) ¿Con Gracielita…? (Canata asiente.) ¿Tu novia?
CANATA.- Sí.
AMADO.- (Exagerando su confianza.) Pero, ¿cómo se te ocurre…? ¡Si el gordo
Chapola la cuida que ni fuera oro en polvo…!
CANATA.- (Secamente.) ¿Estás seguro?
AMADO.- Yo al menos, nunca me enteré de nada…
CANATA.- Sin embargo a mi me dijeron…
AMADO.- (Defendiéndose.) ¡Algún envidioso que nunca falta! ¡Gracielita es una chica
de su casa! ¡Y nadie va a poder decir nunca que le tocó un solo pelo!
CANATA.- (Transformándose en una fiera.) ¡Jurámelo!
AMADO.- ¿Qué necesidad hay…? ¡Yo soy tu amigo! (Canata, saltándole encima y
tomándole de las solapas mientras lo mueve como a un muñeco.)
CANATA.- ¡Qué amigo ni qué pelotas…! ¡Una bazofia, eso es lo que sos…! Quería
probarte, para saber hasta donde eras capaz de mentir…! ¡Ruín…! ¡Inmundicia…! ¿O te
olividás que fui yo el que te consiguió el departamento la vez que te encamaste con ella?
AMADO.- ¿Quién? ¿Yo…? ¡Estás equivocado, Canatita!
CANATA.- ¡Qué voy a estar equivocado! ¡Ella me contó todo! ¡Fue lo primero que
hizo! ¡Porque es unamujer derecha! ¡No una pardodia de hombre como vos…! (Amado, lucha
por desasirse hasta que lo consigue. Se separa unos pasos de Canata, buscando protección.)
AMADO.- ¡Qué va a ser derecha! ¡Qué va a ser…! ¡Es una falluta; eso es lo que es…!
(Canata, lo persigue y lo toma del saco en una postura grotesca.)
CANATA.- ¡Retirá lo que dijiste, bazofia…!
AMADO.- ¡No retiro nada! ¡Es la verdad! ¡Es una falluta…! ¿A que no te dijo que una
vez, cuando éramos chicos, y estábamos de novios, se fue a dar una vuelta en el carro del
Gallina, el lecherito..? ¡Y a mí no me dejaron subir!
CANATA.- ¿Y con eso qué hay?
AMADO.- ¡No me dejaron subir! ¡Me falluteó con el Gallina! Eso no te lo contó
¿eh…? Bueno, te lo digo yo: ¡al carro del lechero se subió…! ¡Hace trece años que se la tengo
jurada…! ¡Me cambió por el lechero! ¡Porque él tenía carro! ¡Por eso! ¡Porque el tenía carro!
APAGÓN
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FÁBULA
DE
LA BOLSA DE PAN
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EL VENDEDOR
(EL OLORÓN)
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(Una pareja haciendo zaguán. Él, la besa, la acaricia, no se da descanso un segundo. Ella, le
deja hacer sin participar de la ternura. Film de la alienación de confort que produce la
publicidad, mezclado con las imágenes eróticas que pasan por la mente de él, todo lo cual debe
llevar el mismo ritmo vertiginoso y deshilvanado del monólogo de ella.)
ELLA.- Graciela me dijo que iba a comprar una cama de dos plazas cuando se case yo
le dije que nosotros no porque es más moderno poner dos camitas cómo le iba a decir que es
porque vos sufrís de amebas que son tan contagiosas si se lo llego a contar la loca ésa se lo
chimenta a todo el mundo no es como una que sabe guardas los secretos a propósito papá me
dijo que no te lo contara pero resulta que nos va a regalar el juego de muebles estilo Luis XIV
entonces yo le dije que ya que estaba comprar el Luis XV siempre es un número más pero
entonces él me dijo NOSEASTARADAHIJA y estuvo tres días sin halbarme tan fuerte no que
me dejás la marca pero es preferible que vos hablés con él porque a lo mejor te gusta otro estilo
como el francés el escandinavo o alguno de esos ya sabés que hay para todos los gustos vos que
querés pará un cahcito vos qué querés.
EL.- (Enloquecido de deseo.) ¡Yo lo que quiero es…! (A pie de letra –Y desde otro
sector – un conjunto vocal canta este jingle.)
Comer mucho, comer mucho,
nunca es aconsejable
pero si usted se pasó
rapidito… ¡ES DIGESTABLE!
(Hablado.)
DIGESTABLE, la mágica fórmula
que A-RRA-SA con la digestiones
lentas…
(Cantado.)
¡DI-GES-TAAAAA-BLEEEEE
¡Y de pesadez
ya ni se hable…!
(Entran un par de niños y entonan esta cancioncilla.)
NIÑOS:
(Cantado.)
Se casaron
y fueron felices
pasaron diez años
comiendo perdices…
(Se van los niños y ahora vemos a ella en la cama. Él, se toma tiempo descalzándose,
quitándose las medias; en fin, dilatando la llegada al lecho. Film donde se desarrolla el sueño
de todo ejecutivo: autos “Tuercas”, empresas florecientes, niños estudiosos, bataclanas
desvestidas. Hermosos chalets, casa en Mar del Plata, etc. Unido a ello los vaivenes eróticos
que cruzan por la mente de ella; galanes cinematográficos, tapados de visón, cremas
embellecedoras, etc.)
EL.- Hay veces que a Chumbita no lo entiendo te juro parece que a él no lo calentara un
pepino el negocio yo soy el burro de carga me larga todo a mí y vos sabés que yo no le
mezquino el lomo al laburo fijate que el otro día me salió con que si no lo quería acompañar a
una fiestitas con unas chicas de la televisión imaginate yo con unas chicas de la televisión
agarré y lo puse de vuelta y media le dije que si estaba loco o no entendía que soy un hombre
casado y con hijos que tiene obligaciones que cumplir fue la vez que tuve que clavarme
haciendo el arqueo hasta las cuatro de la mañana te acordás. Aquel día que llegué a la
madrugada, los chicos cómo andan en la escuela ya ni los veo casi y todavía el tipo se queja y
dice que cómo hago yo para cambiar de coche todos los años pero yo estoy siempre molido el
doctor Cormillot dice que tengo que parar un poco hay que llamar a un jardinero para que
arregle el parque llego a casa hecho un flan y el alfombrado hay que cambiarlo que ya da asco
se viene abajo el sastre todavía no me terminó el traje de alpaca inglesa pero la verdad que ando
mal y ni siquiera te cumplo pero vos sos de fierro y me entendés otra ya habría pedido el
divorcio ah me llamaron de la agencia por el coche que te compré entre paréntesis tendrías que
practicar un poco quieren saber de qué color te gusta vos qué querés.
ELLA.- (Explotando.) Yo lo que quiero es…! (A pie de letra reaparece el conjunto
vocal cantando.)
Corcel bravío en la llanura
ágil halcón en la montaña
y en la ciudad diestro felino
así es el nuevo coche
Paratutti Ejecutivo…
¡Paratutti E-je-cu-ti-vi-noooooo!
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VELOCIDAD Y RESISTENCIA
(En una esquina –al lado de un buzón – están el Cholo y Barquinazo. Este último es rengo,
pero es de los tipos que han superado el complejo y se bandean; se pasan al otro wing.
Barquinazo, es inquieto, molesto. El Cholo –por el contrario – es retraído y pasivo. Cuando
comienza la acción el Cholo está recostado en el buzón, distante. Barquinazo, camina de unado
para otro. De pronto empieza a silbar un tango y ensaya unos torpes pasos, que su deficiencia
físicca convierte en grotescos.)
_________
CONVIVENCIA
(Enrique se pasea inquieto. Adolfo, en cambio, permanece tirado casi plácidamente. Hay dos o
tres tachitos oficiando de recipientes a las goteras. Oyese el gotear persitente. Un largo
silencio que permite crear un cierto clima de hastío.)
ENRIQUE.- (Sin dejar de pasearse.) ¡La puta que la parió a la lluvia y al que la
inventó!
ADOLFO.- La otra tarde vi llover
vi gente correr
y no estabas tú…
ENRIQUE.- (Agresivo.) ¿Y vos encima te divertís?
ADOLFO.- (Cantándole con saña.)
¡Qué ganas de llorar
en esta tarde gris,
con su repiquetear
la lluvia habla de ti…!
ENRIQUE.- (Engranado.) ¿Qué me cargás, papafrita? ¡Si vos también estás mufado
como yo!
ADOLFO.- (Cargándolo aún más.)
¡Garúa!
Sólo y triste en esta noche
va mi corazón transido
con tristeza de tapera…
Sintiendo
que la pena con su olvido
hoy le ha abierto una gotera…
Perdido como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra…
Garúa, tristeza,
hoy la tarde se ha puesto a llorar…
ENRIQUE.- (Aplaudiéndolo.) ¡Otra! ¡Otra…! Dale, cantate “Llegaron las lluvias” y
llenás la pileta del todo…
ADOLFO.- No, esa no la hago. No la tengo en el repertorio.
ENRIQUE.- (Sarcástico.) ¡Qué lástima! Porque con esa y Esther Williams teníamos el
show del agua completo…
ADOLFO.- ¡Esther Williams! ¡Pero, qué antiguo que sos, Herniquito!
ENRIQUE.- ¿Qué? ¿Me vas a decir que no te acordás de Esther Williams?
ADOLFO.- Acordar, me acuerdo… Como también me acuerdo de Sonja Henie y de
Thilda Tamar… ¡Si les habré hecho “homenajes” cuando era pibe! Pero tenés que actualizarte,
para no deschavar la edad tan estúpidamente…
ENRIQUE.- ¿Qué querés decir? ¿Qué soy jovato? Yo también era pibe cuando las
veía…
ADOLFO.- Hubieras dicho Isabel Sarli y no pasaba nada… Pero decís Esther Williams
y uno enseguida te imagina haciendo pinta en un museo con un cartelito abajo que dice:
“Gliptodonte era cuaternaria”… (Adopta una posición graciosa.)
ENRIQUE.- (Poniendo cara de sonreírse forzadamente.) Estás gracioso hoy, ¿eh?
(Adjetivando también con la cara.) ¡Salamín!
ADOLFO.- Es que la verdad, Quique. Vos ya estás vejarano y a cada rato lo estás
demostrando… Mostrás la hilacha con una facilidad que da pavura.
ENRIQUE.- ¿Así que si yo decía Isabel Sarli en vez de Esther Williams nadie se
avispaba de la edad que tengo?
ADOLFO.- Seguro.
ENRIQUE.- (Amargo.) ¡Pero no me hagás reír, que se me pianta la prótesis!
ADOLFO.- Es un defecto que tenés. Hace como quince años que te conozco y siempre
decís las mismas cosas… Nunca estás al día… ¿No leés los diarios, no escuchás la radio… no
ves televisión?
ENRIQUE.- ¡Y claro que sí!
ADOLFO.- Bueno, ahí tenés: parece como si no. Vos todavía vivís la actualidad de hace
quince años… o más todavía.
ENRIQUE.- ¿Y vos, acaso, no cantabas recién, cosas del año del pedo?
ADOLFO.- Porque me estaba divirtiendo con vos, que hace dos días que andás
renegando porque llueve…
ENRIQUE.- ¿Así que ahora también está mal engranar porque la lluvia te arruina el fin
de semana…? ¿Qué querés? ¿Que esté contento de estar encerrado en una casilla llena de
goteras…? ¿Que esté feliz de haberme tragado dos horas de lancha para llegar a esta isla
podrida y… estar con el agua hasta las rodillas todo el tiempo?
ADOLFO.- Yo no digo eso.
ENRIQUE.- ¿Y entonces? Por lo menos yo me desahogo. No soy como vos, que te las
aguantás todas…
ADOLFO.- Si fuéramos los dos iguales, no seríamos amigos. Dos tipos como vos,
juntos, terminan a las trompadas a los diez minutos…
ENRIQUE.- Esas son suposiciones tuyas.
ADOLFO.- ¡Altra que suposiciones…! Acordate de Tulio.
ENRIQUE.- ¿Qué hay con Tulio?
ADOLFO.- ¿Ya te olvidaste de la pelotera que tuviste, aquella vez que vinieron un día
antes que yo… y los agarró la sudestada?
ENRIQUE.- Eso no viene al caso, porque ya estabas vos cuando se armó la podrida…
ADOLFO.- Recién llegaba.
ENRIQUE.- Bueno, pero vos viste. El tuvo la culpa, que se las tiró de piola… Yo meta
chinchar con la inundación… y el tipo hecho un camba aquí arriba, leyendo y chupando
whisky… Ni una sola vez me preguntó si necesitaba una mano.
ADOLFO.- El motivo no tiene importancia. Yo voy a otra cosa. (Pausa.) ¿Cuánto
tiempo estuvieron solos?
ENRIQUE.- ¡Y yo qué sé!
ADOLFO.- Unas siete horas, diría yo.
ENRIQUE.- ¿Y con eso qué hay?
ADOLFO.- Y eso porque aquella vez te la aguantaste bastante… que si no…
ENRIQUE.- (Molesto.) Bueno, fenómeno, pero, ¿qué me demostrás con eso…? Porque
yo no le veo…
ADOLFO.- Tulio tenía tu mismo carácter: ni que hubieran sido amamantados por la
misma madre… Y ahí tenés: la primera vez que se quedaron solos… ¡zácate!
ENRIQUE.- Solos no; vos también estabas.
ADOLFO.- No, Quique, yo no estaba. Yo llegué: que es distinto. Vine cuando caía el
telón, como quien dice.
ENRIQUE.- Además, eso de que los dos teníamos el mismo carácter… está por verse.
ADOLFO.- No, no me digas. Eran iguales.
ENRIQUE.- Esa es tu opinión. Yo no estoy de acuerdo.
ADOLFO.- Te lo juro. En el café muchas veces comentamos.
ENRIQUE.- (Enojándose.) ¡Que voy a ser igual a ese melonazo, hombre! ¡Haceme el
favor! Si yo apenas lo aguantaba. Le daba bola porque vos la ibas de amigo de él. Mirá como
será, que esa vez que vino aquí, creo que fue por una invitación tuya. Y si no me equivoco, me
parece que tuvimos una discusión por eso…
ADOLFO.- (Mintiendo.) No me acuerdo.
ENRIQUE.- Sí, ahora hacete el boncha; pero fue así.
ADOLFO.- Estoy tratando de recordar.
ENRIQUE.- Bueno, acordate y después me decís.
ADOLFO.- Éramos muy amigos los tres.
ENRIQUE.- Tulio nunca fue amigo de nadie. Y menos mío.
ADOLFO.- ¡Cómo que no, Enrique…! No discutas pavadas
ENRIQUE.- No discuto. Te digo lo que era. A Tulio yo lo aguantaba por vos. (Pausa.)
Hubo una época, por culpa tuya, que no me hacía nada si Tulio no daba el visto bueno… Que si
el cine, que si la generala, que si el baile… todo. Hacíamos lo que él quería. Esa es la verdad.
(Pausa.) Menos mal que se murió.
ADOLFO.- (Por primera vez enfurecido.) ¿Cómo podés decir esa barbaridad?
ENRIQUE.- Y sí, viejo. Menos mal que esquiató. (Hay un largo silencio. Adolfo
empieza a pasearse molesto, inc´9omodo. Enrique, enciende un cigarrillo, da una pitada y
permanece observando el vacío. Adolfo, toma una de los recipientes y sale cabía uno de los
costados para vaciarlo. Vuelve y coloca el tacho en el lugar primitivo.)
ADOLFO.- (Con voz apagada.) Ahora llueve menos.
ENRIQUE.- ¡Y qué importa! Ya el día está perdido.
ADOLFO.- Bueno, pero yo te informo. El que estaba molestito con la lluvia eras vos.
ENRIQUE.- Y yo te digo que está bien, pero aquél día está perdido.
ADOLFO.- Pero lo decís como si fuera yo el que tuviera la culpa.
ENRIQUE.- Vamos, Adolfo, no busqués roña. Yo te conozco como si te hubiera
parido… Siempre empezás igual: que yo te echo la culpa de algo. No te echo la culpa de nada.
¿Estamos? Digo, simplemente, que el día está perdido. Y no quise decier más que eso: que el
día está perdido.
ADOLFO.- Nunca puede estar perdida una cosa que no ha sido tuya…
ENRIQUE.- ¿Ya empezás?
ADOLFO.- Es que hablás con una falta de propiedad que da miedo.
ENRIQUE.- (Reverenciando.) Perdón, señor académico. Procuraré mejorar mi sintaxis.
ADOLFO.- Es que es realmente lastimoso: pero el roce no te mejora…
ENRIQUE.- Y con quién me rozo, vamos a ver…
ADOLFO.- No te noto ninguna inquietud valedera… ningún atisbo de preocupación por
vos. Sos como sos, y ya está. No te importa saber si eso es bueno o malo… No, realmente no te
importa. Vos contás con que la gente se amolde a tu simpleza. Y el que no se amolda, que se
vaya a la…
ENRIQUE.- Por favor, señor académico. Esa palabra en su boca, no.
ADOLFO.- Te estoy hablando en serio.
ENRIQUE.- Ya lo sé; por eso intento no darte pelota. Yo vengo al Tigre a tomar sol…
ADOLFO.- Hoy no hay.
ENRIQUE.- No importa, me las aguanto. Vengo a tomar sol, a pasarla bien… a hacer
una vida distinta a la de todos los días… A holgar, señor académico, asi se dice, creo… Bueno,
pero resulta que para conseguirlo tengo que rajarle a sus elucubraciones metafísicas… Que me
joden; le juro que me joden.
ADOLFO.- Típico de los hombres a medio hacer.
ENRIQUE.- Estoy dispuesto a no entender tus agresiones…
ADOLFO.- ¡Qué importante sería que usaras la misma cautela en la vida diaria…!
ENRIQUE.- En la vida diaria me las rebusco con la mitad de hombre que está
terminada
ADOLFO.- (Buscándolo.) Evasivo, canchero… Así también era Tulio.
ENRIQUE.- (Gritando enojado.) ¡No empecés a jorobar otra vez con Tulio!
ADOLFO.- (Sonriendo satánicamente.) Así me gusta más. Ese es Enrique. El que no
puede desmentir durante mucho tiempo a su naturaleza.
ENRIQUE.- (Casi suplicando.) Adolfo, por favor; tratemos de pasarla bien. No
empecemos otra vez con lo mismo de siempre…
ADOLFO.- Yo no empiezo nada.
ENRIQUE.- Terminemos la fiesta en paz.
ADOLFO.- Soy antibelicista. Odio la guerra.
ENRIQUE.- No te hagas el tarado. Vos sabés lo que quiero decirte.
ADOLFO.- Si lo supiera te aseguro que te daría la satisfacción de entenderte.
ENRIQUE.- (Dándose por vencido.) bueno, está bien;: hacé lo que quieras. (Enrique, se
levanta y toma otro trago y se dispone a salir con él.)
ADOLFO.- ¿Adónde vas?
ENRIQUE.- A vaciar esto.
ADOLFO.- No está lleno.
ENRIQUE.- No importa.
ADOLFO.- Estás escapando.
ENRIQUE.- A lo mejor.
ADOLFO.- Muy lejos no vas a ir.
ENRIQUE.- No quiero ir lejos.
ADOLFO.- Querés, querés. No “podés” lelgar lejos, que es otra cosa.
ENRIQUE.- Es lo mismo.
ADOLFO.- Si vos lo decís… (Enrique, sale por fin. En unos segundos vuelve. Torna a
colocar el tacho donde estaba.)
ADOLFO.- Al salir salpicaste el piso.
ENRIQUE.- Ya estaba.
ADOLFO.- Yo vi cuando lo salpicaste.
ENRIQUE.- (Mirando el piso.) Un charquito de nada.
ADOLFO.- Pero si cada vez que salís hacés un charquito, vamos a terminar en un
chiquero… No cuesta nada ser prolijo.
ENRIQUE.- (Empezando a engranar.) Soy prolijo: a vos te consta.
ADOLFO.- Prolijo no es la palabra: lo que no sos es cuidadoso.
ENRIQUE.- Prolijo o cuidadoso, es todo la misma cosa.
ADOLFO.- Para vos, puede que sea la misma cosa… Pero hay una diferencia sideral.
ENRIQUE.- (Entrando otra vez en el juego.) Es la misma cosa; y aunque hablés cien
años, no me vas a convencer…
ADOLFO.- Prolijo puede serlo cualquiera, aunque no se lo proponga, para ser
cuidadoso, el tipo tiene que intentarlo deliberadamente… No sé si captas.
ENRIQUE.- Capto, sí, perdé cuidado. Pero si yo hubiese tomado el tacho con
prolijidad, hubiera sido cuidadoso sin proponérmelo…
ADOLFO.- Pero hubiera sido una prolijidad impremeditada.
ENRIQUE.- No; supongamos que yo hubiese tomado el tacho con prolijidad…
cuidadosamente como quien dice… ¿Qué hubiese pasado?
ADOLFO.- No habrías mojado el piso.
ENRIQUE.- ¡Qué vivo! ¡Eso ya lo sé! Quiero decir, qué hubiese ocurrido… bueno, vos
y ame entendés, qué hubiese ocurrido con la acción… ¿Hubiera sido una actitud prolija o
cuidadosa?
ADOLFO.- En ese caso, hubieras tenido el cuidado de ser prolijo.
ENRIQUE.- (Victorioso.) ¿Y? ¿Estamos en lo que yo digo o no?
ADOLFO.- Sin embargo, el piso lo mojaste.
ENRIQUE.- (Enojado.) ¡Dejá el piso tranquilo y contestame lo que te pregunto!
ADOLFO.- Vos no me preguntaste nada, sinó que aseguraste algo.
ENRIQUE.- Bueno, lo que sea. Dale. Contestá. ¿Tengo razón o no tengo razon?
ADOLFO.- Si vos querés yo te doy la razón… pero no sé por qué.
ENRIQUE.- (Levantándose ofuscado y gritando.) ¡Está bien! ¡Vos nunca das el brazo a
torcer…! ¡Cuando perdés una, te hacés el burro! (Moviendo los brazos como aspas.) Y buen, el
gil soy yo, que te sigo la corriente. (Enrique, vuelve a caminar por la habitación como al
principio. De pronto, se detiene mirando fijamente el piso en el lugar donde se supone que él
ha mojado. Mira hacia el techo como esperando algo, y lo que espera se produce, una gota le
cae sobre la carra. Mira con rencor hacia Adolfo.)
ENRIQUE.- Sos un desgraciado: yo no mojé nada. Lo que pasa es que acá también hay
una gotera. Se mojó con la gotera…
ADOLFO.- (Observando el piso y el techo.) ¡Ah, sí, no me había dado cuenta! Pensé
que habías sido vos.
ENRIQUE.- (Rencoroso.) Vos antes no dijistes “pensé”; dijiste “te vi”.
ADOLFO.- Entendiste mal.
ENRIQUE.- No entendí mal… ¡Vos dijiste que me habías visto cuando salpicaba…! ¡Y
ahora no querés reconocerlo!
ADOLFO.- No entiendo por qué te ponés a gritar.
ENRIQUE.- ¡Porque quiero que me des la razón cuando la tengo!
ADOLFO.- ¿Alguna vez te la negué?
ENRIQUE.- ¡Siempre! (Bufando.) ¡Pero, por favor, querido; si estoy cansado de que te
hagás el burro cuando perdés una!
ADOLFO.- (Suave.) ¿Si reconozco mi error… me prometés que te vas a tranquilizar?
(Hay una pausa. Enrique, enojado, como un chico, detiene su rabia. Mira de reojo a Adolfo.)
ENRIQUE.- (Serenándose.) Si yo estoy tranquilo.
ADOLFO.- Mejor así. (Nueva pausa. Enrique, torna a caminar por el aposento. Amaga
dos o tres veces reiniciar la conversación con su amigo, pero se detiene. Finalmente se decide.)
ENRIQUE.- (Con voz chiquita.) Eso que dije de Tulio… realmente no lo siento…
ADOLFO.- (Haciéndose el desentendido.) ¿Qué dijiste?
ENRIQUE.- (Esforzándose.) Eso…
ADOLFO.- ¿Eso qué?
ENRIQUE.- (Con gran esfuerzo.) Que es mejor… que se haya muerto…
ADOLFO.- No tiene importancia.
ENRIQUE.- Si que la tiene. Vos sabés que soy incapaz de desearle la muerte anadie…
ADOLFO.- Ya lo sé, hombre. (Pausa.) Aunque te voy a decir que Tulio era un… (Se
detiene.)
ENRIQUE.- ¿Un qué?
ADOLFO.- Vos ya lo dijiste: un tipo prepotente… aprovechador. Egoísta como él solo.
ENRIQUE.- ¡Ah! (Nueva pausa. Enrique, torna a caminar. De pronto, se detiene y
mira a su amigo con detenimiento.)
ENRIQUE.- Escuchame una cosita: vos dijiste antes que él y yo éramos iguales…
(Pausa.) ¿Te pensás que voy a permitir que digás esas cosas de mí…? ¿Eh? ¿O qué te creés, que
no me di cuenta de la indirecta? (Adolfo, va a responderle, cuando se oyen unos golpes en la
puerta. Se quedan tiesos unos instantes hasta que Adolfo reacciona.)
ADOLFO.- Adelante. (Entra Don Críspulo, un islero.)
CRÍSPULO.- ¡Salú, qué dice la gente!
ENRIQUE.- ¿Qué tal, don Críspulo? ¿Qué anda haciendo acá con este día?
CRÍSPULO.- vine a ver si se les ofrecía algo. Si necesitaban alguna manito… Alguna
provisión o cualquier otra cosa… Como se que ustedes no tienen bote…
ADOLFO.- No, gracias, don Críspulo. Tenemos de todo. No nos hace falta nada…
CRÍSPULO.- La cosa se puso fieraza con esto de la sudestada… Y hay gente que quedó
aislada…
ADOLFO.- Nosotros no, por suerte. La estamos pasando bastante bien.
CRÍSPULO.- Ya veo.
ENRIQUE.- Aquí, charlando con el amigo, ni nos enteramos de la inundación.
CRÍSPULO.- Eso está bueno, ¿vé?
ADOLFO.- No hay nada como un buen amigo.
CRÍSPULO.- (Picado.) bueno, eso según se mira… Hay gente que gusta de matar el
tiempo de otra forma en días como éste…
ADOLFO.- Puede ser. Sobre gustos no hay nada escrito.
CRÍSPULO.- ¡Y que lo diga! Dígame, si no está lindo pa entretenerse con una mocita
que sea del gusto de uno…
ENRIQUE.- ¿Mujeres? ¡No, por favor! Las mujeres siempre traen discusiones…
ADOLFO.- Donde cae una mujer siempre hay lío.
CRÍSPULO.- Será como dicen, pero de esos líos me gustaría tener uno por día… Buen,
y los dejo. Hasta más vernos. (Se va don Críspulo. Quedan en silencio Enrique y Adolfo. Este,
se tira como estaba al comienzo y Enrique reacciona sus caminatas. Luego de un instante se
detiene y dice.)
ENRIQUE.- ¡La puta que la parió a la lluvia y al que la inventó!
APAGÓN
_________
EL VENDEDOR
(ESTÁTICA FEMENINA)
VENDEDOR.- Senioras y seniores, con su permiso y fina voluntá paso a ofrecerles este
precioso volumen, un sea un libro como puede verse, con hoja totalmente imprimida en papel
cánso especial pa elustraciones en hoscograbado y con tapa dura en delicada imitación del cuero
de Rusia, que se le dice así porque se hace con la parte izquierda de los animales, lo cual viene a
ser una esageración y un lujo que los bolsillo modesto no pueden permitirse. Este precioso tomo
totalmente faturado en Suecia, u sea Madín Sueden, trae adentro un sensacional Curso de
Estática Feminina u sea COMO HAY QUE CUIDAR EL CUERPO DE LAS MUJERES, de lo
cual lso suecos saben bastante porque tienen la costumbre de bañarse desnudos a los lagos, lo
cual no lo hacen solamente pa estar limpios, sino que te lo hacen pa tener limpia la higiene
mental ques algo que cuesta mucho lavar. El libro trae todas las esplicaciones a su idioma
original, lo cual no es una dificultad porque todas las figuritas que trae están en idioma
universal, u sea que las mujeres que están fotografiadas tienen lo que tienen que tener sin
despreciar a nadie y te muestran cómo hay que hacer los ejercicios sin romperse la columna
mertebral. Esta oferta que hago es útil pa que las mujeres argentina aprendan a cuidarse el
cuerpo como las sueca, lo cual no es pornografía señores porque en las fotografías las mujeres
aparecen con las partes pulentas bien tapada y no son una invitación al seso y el pecado como
más de uno estará pensando. Los caballeros también tienen aseso a esta oferta porque pueden
quedar como reye con la señora gordita o con la novia obesita, las cuales los recibirán con los
brazo abierto y con estas palabras: gracias, gordi; qué buen ojo que tenés. A cien peso, seniore,
el curso de Estática Fiminina totalmente en sueco… A cien peso, señoras damas, la Fórmula
Sueca pa tener el Físico Anatómico… Usted señora, va a ver lo linda que se va a poner… Usted,
caballero, llévese uno que se va a alegrar el ojo. La Estática Fiminina al alcance de todos… A
cien peso las suecas haciendo la Higiene Mental…
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GOLE SON AMORE
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BUEN HOMBRE
(Oyese sonar un despertador. Sentado en el borde de una cama, un hombre está tratando de
anudarse los cordones de los zapatos con cierta dificultad. La cama rechina a cada movimiento
suyo. Cuando termina la operación bufa cansado.)
BUEN HOMBRE.- Uff, hoy no almuerzo, porque si no adónde vamos a parar. (Se para
y observa la cama.) Y esta cama… Le voy a decir a Sara a ver si nos metemos en el gasto del
elástico… (Tantea el elástico; vuelve a sentarse, probando. Se para sobre la cama haciendo
movimientos. La cama rechina mucho.) Realmente, los de abajo deben oír. Y de la nena ni
hablemos; desde la pieza de ella debe oírse patente-patente…. Sí, mejor que le diga a Sara… y
en todo caso a fin de mes no metemos. Un elástico cuanto puede salir, chauchas. Y si no, es lo
mismo: ya estoy podrido de hacer el amor con música de elástico. No sé si a Sara le pasará lo
mismo, pero yo, cada vez que me cruzo con los vecinos de abajo, les noto una sonrisita
cachadora; esa mirada cómplice, suspicaz, que es lo mismo que decirte: “cómo le están danto a
la catrera últimamente, ¿eh?...” Es gente correcta, no digo que no, pero no hay derecho: juegan
de referes cada vez que uno… (Decidiéndose.) Se lo digo ahora, si no después me olvido.
(Mientras va saliendo de escena.) ¡Sara! ¡Sara! Escuchame vieja… (Entran Mujer 1ª, Mujer 2ª,
Dos y Tres, que a manera de coro, entonan:)
MUJER 1ª.- Buen hombre, no bien despierta
MUJER 2ª.- Buen hombre es; un buen hombre más
DOS.- Que el lunes planes proyecta
TRES.- Con sus defectos a cuesta
pleno de racionalidad.
Buen hombre nace y se muere
varias veces cada día
ciudadano como él quiere:
de calladas rebeldías.
Buen hombre es un hombre normal
egoísta y abnegado,
honesto y a ratos venal;
la fiaca le parece mal
y el dinamismo ha negado.
Buen hombre, como la ameba,
De continuo cambia de formas;
A veces mi rostro lleva
O con el tuyo se queda
Para gastarle una broma.
Buen hombre
Buen hombre
Buen hombre
tan difuso y habitado
Buen hombre
Buen hombre
Buen hombre
cómo, quisiera verte
buen hombre
buen hombre realizado.
MUJER 1ª.- Buen hombre sale a la calle camino a su trabajo. (El hombre aparece
tarareando bajito:) Limpio, prolijito, como la dispepsia prevenida por el sabio y nativo arte del
mate en ayunas.
BUEN HOMBRE.- Buen día.
UNO1.- Me gusta porque lo dice con la seguridad Oddoooollll.
DOS.- (Entregándole un diario.) ¡Diario! Tome, jefe. Y coste que se lo guardé porque
usté es cliente. Hoy son un calote los diarios.
B. HOMBRE.- ¿Ah, sí? ¿Hay muchas novedades?
DOS.- Las de siempre. Pero casi me quedo sin. ¡Hoy son un calote los diarios!
B. HOMBRE.- Gracias, hasta mañana.
DOS.- No hay di qué. (Voceando.) ¡Diario! (Buen Hombre, despliega el diario y se
toma de un pasamanos imaginario. Mujer 1ª, Mujer 2ª, Dos y Tres van rodeándolo mientras
cantan. Se trata de dar la idea de los viajes matutinos. Los demás van encimándolo hasta
terminar leyendo el diario junto a él.)
MUJER 1ª.- Las noticias
MUJER 2ª.- Las noticias
DOS.- Letras gordas
TRES.- letras negras
las noticias
las noticias
en el subte
pasajeras
las noticias
las noticias
tinta fresca
tinta fiera
las noticias
entre codos
y empujones
las noticias
1
Así aparece en el texto original.
las noticias
y los fuertes
sacudones
las noticias
las noticias
siempre nuevas
aquí llegan
las noticias
las noticias
la sonrisa
se te llevan
las noticias
las noticias.
B. HOMBRE.- Boca contrata un nuevo director técnico. Tengo que encargarle a Funes
el informe técnico sobre ausentismo que me pidió el gerente. La rubia esa me está fichadno
Pairetti probó ayer su nuevo prototipo, que causó problemas en su tren delantero. Que pechos
tiene esa rubia. Los disturbios estudiantiles, de París conducirían a severas represalas
gubernamentales. Está bien; que se la den con todo. Se puede saber qué queieren estos mocosos
de mierda. A lo último van a usar bombas en vez de libros. Encima se enchufa ese pulóver que
le marca todo. Estas son las que te mandan en cana si les decís alguna cosita. Otro Kennedy
asoma en la palestra política; se trata del hijo mayor del que fuera… Me gustaría saber quiénes
se van a acabar primero; si los Kennedy o los que están atrás de los balazos. Linda pregunta…
pero que la conteste Magoya. Oia, mirá; ese flaco se queire atracar a la rubia. Le hace ojitos… y
se le tira encima. Que degenerado. Argentina entra en la carrera lunar. Se calcula que para 1992
tendrá su hombre en la luna. Claro que sí: en el Luna Park. Pero mirá el flaco ese; yo no sé
como hay tipos que a esta hora y aestán así. ¿Me querés decir quién los para a las diez de la
noche? Paulo sexto en momentos de elevar sus preces por un mundo cristiano alejado del odio y
la intransigencia; por una paz próxima y definitiva que exalte. Permíteme una sonrisa, je, je.
Qué ganas de perder el tiempo. Si a la gente le gusta la guerra. Sin guerra la gente no puede
vivir. Si no, que le pregunten a la rubia y al flaco que se la está atracando… El ministro de
Economía puso en funcionamiento un nuevo dispositivo para anular el alto costo actual de la
vida. Si, ya sé: un inodoro. Botoncito, agüita, y ¡prrr!: a la mierda todos. La rubia se baja y el
flaco se queda de araca. Se ríe la muy desgraciada, si será turra. Pobre flaco. Mirá cómo se
quedó. A la perinola, casi me paso. Permiso, permiso, permiso. (El núcleo se descompone. Buen
Hombre sale de escena. Mientras los dos pasen a mirar el trabajo de una oficina. Fichan –
Abren cajones –Limpian – Escriben a máquina, etc…)
MUJER 2ª.- Buen día.
MUJER 1ª.- Buen día.
DOS.- Buen día.
TRES.- Buen día.
MUJER 2ª.- De mi mayor consideración pasé el fin de semana en lo de mi hermana
tengo el agrado de dirigirme a usted tiene un chalet divino acusando recibo de su atenta y eso
que con mi cuñado andan a las patadas de fecha 7 del corriente en donde nos hace saber que yo
todavía le dije a Jorge fijate si esa es forma de tratarse delante de la gente que esa sucursal ha
resuelto pasar a liquidación de stock de esos pobres chicos ni pensar el ejemplo que reciben de
casimires estampados de la estación que sobraron del año anterior pero mi hermana es muy
cabeza dura y no quiere entender que deben obrar en consonancia con nuestra circular que los
hijos no son culpables de los errores y deben ajustarse a tal dispositivo pero después de todo son
cosas de ella saludámosle muy atentamente.
DOS.- (Con Tres, que va tildando.) Pechulí y Cía. 346 de cinco carreras que jugué entré
segundo tres veces Branca y Goberg 612 me llevaron doce mil y eso que en la octava me
arrugué y jugué nada más que doscientos ganadores Gentile S.A. 223 y ½ y medio-medio me
enderecé porque vino el palito en la de Tucumán el sábado y Borman y Gaudio 765 con lo que
cobré puedo seguir tirando transporte 2.684 lindo número hace tiempo que no sale le voy a jugar
en redoblona. (Las dos mujeres se habrán ido hacia otro lugar que se supone es el toilette.
Encienden sus cigarrillos y pitan casi desesperadamente.)
MUJER 1ª.- ¡Tenía ganas de fumar!
MUJER 2ª.- Yo también. Pero el tarado ese de Buen Hombre hace un escándalo si nos
llega a ver fumando en la oficina.
MUJER 1ª.- No es una orden de él.
MUJER 2ª.- Ya sé, pero lo mismo. (Dos y Tres acuden también a su baño. Se paran en
los mingitorios y hacen aguas. Dos –al mismo tiempo – come un sándwich de mortadela.)
TRES.- Parece que tenías hambre.
DOS.- Es que llega esta hora y no doy más.
TRES.- ¿Vos sos comilón, no?
DOS.- No, lo que pasa es que… (Cayendo en el doble sentido.) Avisá, viejo: ni en
chiste lo digas…
TRES.- (Divertido.) Bueno, bah, comilón no… pero… (La pucha –como si se estuviera
mirando en un espejo – se investiga el cuello.)
MUJER 1ª.- Lo largué al Osvaldo, ya me tenía harta…
MUJER 2ª.- ¿Qué te pasa?
MUJER 1ª.- ¿Cómo?
MUJER 2ª.- Ahí; ¿qué tenés?
MUJER 1ª.- Nada; una marquita.
MUJER 2ª.- No, a mí no me digas. Eso es un chupón.
MUJER 1ª.- Qué va a ser. Fue un mosquito.
MUJER 2ª.- Es un chupón. Dale, contame: ¿quién fue? (Vienen caminando Buen
Hombre y el Gerente.)
GERENTE.- No sé si me entiende.
B. HOMBRE.- Sí-señor-cómo-no –faltaba-más-no-se-preocupe.
GERENTE.- Usted dice que el plantel que tiene es bueno, pero lo cierto es que todo se
demora ahí más de lo debido. Hay algo que no marcha; alguna tuerca floja. (Entran al baño de
los hombres y sorprenden a Dos y Tres haciendo sebo.) ¿Ustedes qué hacen acá? (Dos y Tres
salen pitando esbozando justificaciones inconexas.)
GERENTE.- ¿Ve lo que le digo?
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe. (Vuelve a salir. El gerente
saca su llavero y mientras sigue hablando, abre una supuesta puerta.)
GERENTE.- Y lo triste del caso es que he sido yo el que lo ha advertido, cuando es bien
sabido que la empresa, nombrándolo jefe, ha depositado en usted su entera confianza. Usted es
quien debe estar atengo a estas cosas. (El Gerente y Buen Hombre han entrado al baño privado
de los ejecutivos. El Gerente se para frente a un mingitorio y hace aguas mientras sigue
hablando. Buen Hombre está a su lado escuchándolo obsecuentemente.)
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- El mecanismo de nuestra empresa no admite engranajes flojos; usted ya lo
sabe. Soy enemigo de las represalias, pero le advierto que si esta situación se prolonga,
recrudece o simplemente no desaparece del todo, su carrera en la firma está segnada por el
estancamiento. Creo que soy claro.
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- Además, quiero informarle a raíz de este pequeño contratiempo, he
desestimado su designación en nuestra sucursal de Trelew, lo siento, pero fue nombrado
Beretervide.
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- Ahora, hágame un favor… (Termina de hacer aguas. Empieza a
enjuagarse las manos. Buen Hombre, presuroso, le tiene en las manos la toalla.) Tiene que
hacer un sorteo entre sus empleados.
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- El que salga elegido lo va a acompañar a usted al velorio de la madre de
Gorosito. En Personal le van a dar la dirección, Oho, van y vuelven; más de dos horas no.
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- Déle mis condolencias a Gorosito. Y recuérdele, así como al pasar –que
dentro de dos días lo esperamos por aquí. Respetamos su dolor, pero tenemos encima ese asunto
de las concesiones… (Se ha secado y salen fuera del baño.)
B. HOMBRE.- Síseñorcómonoflatabamásnosepreocupe.
GERENTE.- Hasta luego, entonces.
B. HOMBRE.- Pero… ¡Escúcheme, señor gerente!
GERENTE.- (Molesto.) ¿Qué le pasa?
B. HOMBRE.- Se olvidó de cerrar el baño con llave…
GERENTE.- tiene razón. (Cierra, y sale de escena. Entran Mujer 1ª, Mujer 2ª, Dos y
Tres discutiendo entre sí. Buen Hombre queda separado de ellos.)
MUJER 2ª.- ¿Me toca a mí?
DOS.- ¿Y yo que soy, el hijo de la pavota?
MUJER 1ª.- ¡Parece mentira! Por una vez que les pido un favor…
TRES.- No te hagas la tarada, que la última vez fuiste vos…
DOS.- ¡A mi nunca me tocó!
MUJER 1ª.- Vos no tenés antigüedad.
DOS.- ¿La antigüedad no tiene nada que ver en esto?
TRES.- ¿Cómo que no? ¡Preguntáselo al jefe!
MUJER 2ª.- ¡La más antigua soy yo y aparte es mi turno!
DOS.- No hay justicia: ¡eso es lo que pasa!
B. HOMBRE.- (Interviniendo.) ¿A ver, ché qué pasa aquí? ¿Qué son tantos gritos?...
DOS.- ¡Me quieren pasar otra vez con el cuento de la antigüedad!...
MUJER 2ª.- (Por mujer 1ª) ¡Es esta la que se quiere avivar! ¡Es mi turno! ¡Ella fue la
última vez que hubo velorio!...
MUJER 1ª.- Es un favor el que pido. Así aprovecho y me hago una escapada hasta la
peluquería.
B. HOMBRE.- (Imponiéndose.) ¡Ah, no señor! ¡Al velorio hay que ir!
MUJER 1ª.- ¿Y quién dice que no? Se va un ratito para cumplir y ya está.
TRES.- Yo le prometo que me quedo una hora.
DOS.- Yo me estiro una hora y cuarto.
MUJER 2ª.- No hay que exagerar, con una hora y media está bien.
B. HOMBRE.- Quién da más, a ver; ¿quién da más?...
MUJER 1ª.- Usted sabe perfectamente jefe, que hubo gente que ni siquiera fue…
B. HOMBRE.- ¡Pero es la madre de un compañero la que ha muerto!
TRES.- ¿Y qué hay con eso?
DOS.- Acuérdese la vez que murió Céspedes. Como era el delegado gremial la empresa
no dejó ue ningún empleado fuera en horas de oficina…
MUJER 2ª.- ¡Lo gracioso es que entonces no fue nadie al velorio! La vida después
mandó una carta rajante. ¿Se acuerdan?...
B. HOMBRE.- (Molesto.) Buen, buen, buen; ¡Está bien…! ¡De acá no va nadie
entonces…!
MUJER 1ª.- No, jefe; como dice eso…
DOS.- Uno tiene que ir, jefe: queda mal.
MUJER 2ª.- Si no sería una chanchada.
TRES.- ¿Por qué no elije usted? Lo va a acompañar el que usted elija. (A los otros.)
¿Les parece bien?
DOS.- Por mí…
MUJER 1ª.- De acuerdo.
MUJER 2ª.- Si no hay más remedio… (Hay una pausa. Buen Hombre se toma tiempo:
los otros observan expectantes.)
MUJER 1ª, MUJER 2ª,
DOS y TRES.- (Cantando.)
Quién será, quién será
quién será, el afortunado
que se salve por dos horas
de quedarse aquí encerrado.
Quién será, quién será,
Quién será el afortunado…
(Buen Hombre se para frente a Mujer 1ª.)
B. HOMBRE.- (Señalándola.) A la tarde vamos. (A Tres.) Usted queda a cargo de la
oficina. (A Dos.) su sándwich de la tarde puede comerlo aquí. (A Mujer 2ª.) Y usted, está
autorizada a leer el Para ti en horas de trabajo. (Mujer 2ª sale de escena chocha de la vida. Dos
empieza a comer otro sándwich mientras se va. Buen Hombre, Mujer 1ª y Tres, ascienden al
taxi. Tres, es el chofer.)
TRES.- ¿A dónde vamos?
B. HOMBRE.- Pasaje El Maestro 3277.
MUJER 1ª.- (Desatándose en una cháchara sin pausa:) Qué cara distina tiene la ciudad
a esta hora ya me había olvidado de cómo era claro ya van a ser tres años que no salgo a esta
hora y una pierde la costumbre se da cuenta como no hay mal que por bien no venga fíjese tiene
que morirse la madre de Gorosito y Dios me perdone los malos pensamiento para poder salir a
respirar un poco de aire puro por ahí y eso que agarramos la peor hora para disfrutar el dolce far
niente como me decía mi madre… (Prosigue gesticulando cmo si hablara sin parar pero sin
que se oiga su voz.)
B. HOMBRE.- ¿Cuánto saldrá el taxi? Dice que ahora aumentaron.
TRES.- Usté dice, pero me gustaría verla todo el día en la calle peloteada de colectivos
y los mionca que son la plaga más grande que pueda haber mírelo a ese la maniobra que se
manda yo lo llevaría en cana treinta años por corrusión andá a manejar licuadoras potrillón.
(Sigue hablando sin sonido.)
MUJER 1ª.- (Retomando la voz.) … tanto que yo le dije vos estás loca o qué, cómo vas
a compararlo con un Aston Martin que es el coche que puso de moda James Bond no sé si usted
lo vio pero es algo bárbaro las puertas son para arriba que cuando se abren las dos parecen las
alas de un avión y queire creer que ella siguió… (Sigue hablando sin voz:)
TRES.- Perdone pero el Astro Marte ese yo también lo vi y es un queso tanta farolada
no sirva para nada hay que estar todo el día arriba del auto pa entenderlo… (Sigue hablando sin
sonido.)
MUJER 1ª.- … estuve dos días nada más pero le juro que es una playa divina la gente
anda toda a la san fasón a la que te criaste hablando en criollo sin importarle lo que va a decri
el… (Sigue hablando sin sonido.)
B. HOMBRE.- ¡Cómo habla la loca ésta! Nunca me había fijado. ¡Cómo son de
escondedoras la mujeres! Y fija que para todo es así… Me parece que si me tiro esta no me
falla. ¿Se lo digo derecho viejo o primero le doy un poco el dulce…?
TRES.- Yo, en cambio, caso el auto y subo toda la familia arriba y agarramos la costa
derecho hasta que encontramo un campamento del Automóvil Club que ahí tiene para algo sirve
estiramo la carpa y ¡zácate! A darse la gran vida con el ombligo al aire… (Sigue hablando sin
sonido.)
MUJER 1ª.- (Retomando la voz.) … no me gusta presumir pero me pongo el sueldo
encima porque no me gusta andar dando lástima por ahí como más de una (Sigue hablando sin
sonido.)
B. HOMBRE.- No, es preferible no perder la calidad. Hay que hacer como los tipos de
clase; nada de andar poniéndose romántico. Las mujeres corridas como ésta saben valorar esa
delicadeza… (A Tres:) Chofer, por favor, llévenos al… al más cercano…
MUJER 1ª.- Retomando la voz.) … a lo mejor ella tiene razón que yo no soy nadie…
(Reaccionando.) ¿¿Cómo dijo?? (Indignada.) ¿Pero, usted que se cree…? (Le da un cachetazo.)
¡Crápula! ¡Sinvergüenza! ¡Degenerado…! ¡Esto se va a saber…! (Mujer1ª se baja indignada y
sale de escena furiosa. Tres, se queda mirando a Buen Hombre con actitud compasiva.)
TRES.- Le faltaba un cacho más de ablande, jefe… (Tres, sale de escena y Buen
Hombre se para. Entra Dos, que se le acerca tendiéndole la diestra.)
DOS.- Gracias por acompañarme en este momento, viejo.
B. HOMBRE.- Los amigos estamos para eso, Gorosito.
DOS.- Agradecele la corona a los muchachos, ¿querés?
B. HOMBRE.- Perdé cuidado. Bueno, y ahora me vas a disculpar, pero tengo que
volver a la oficina. Ya sabés como son allá.
DOS.- Sí, por supuesto. Ya sé como son allá. (Dos, sale de escena y Buen Hombre da
unos pasos alejándose. De pronto, aparece Tres abalanzándose casi sobre él.)
TRES.- ¿Qué hacés, como te va?
B. HOMBRE.- (Cortado.) Hola.
TRES.- ¿No te acordás de mí?
B. HOMBRE.- Y… no…
TRES.- Yo soy Camusso. Arturo Camusso, primero B del San Carlos.
B. HOMBRE.- Ahora que lo decís.
TRES.- (Abrazándolo campechano.) ¿Qué hacés? ¿Siempre juntás chapitas de
naranjín?
B. HOMBRE.- (Turbado.) No; ahora ya no.
TRES.- ¿Te acordás de aquella vez que el gallego Fandiño y el Mono Marchese te
sacaron la valija a la salida…?
B. HOMBRE.- (Meneando tímidamente la cabeza.) La verda que…
TRES.- (Dramatizando infantilmente.) ¡Cómo lloraste! Adentro tenías las chapitas y te
las desparramaron todas. Estuviste como una hora levantándolas y llorando… Pero los muy
desgraciados te habían tirado más de la mitad en la alcantarilla… ¿Te acordás?
B. HOMBRE.- (Confuso.)¿Vos estabas?
TRES.- Claro. Yo fui el primero en avivarme que vos juntabas chapitas… (Sonríe. Hay
un silencio. Buen Hombre, está desconcertado.)
B. HOMBRE.- ¿C´mo dijiste que te llamabas?
TRES.- Camusso, viejo, Ca – mu – sso… El monitor del profe de matemáticas.
B. HOMBRE.- ¡Ah! (Camusso, lo estudia unos instantes con una sonrisita indefinida.)
TRES.- (Sonriente.) Flaco, carajo… (Una pausa. Se estudian.) Estás más gordo.
(Instintivamente Buen Hombre se lleva una mano al abdómen y encoge el diafragma. Hay un
golpecito cómplice de Camusso.) ¿En qué andás?
B. HOMBRE.- Bueno… Vengo de un velorio.
TRES.- ¿Algún pariente, che?
B. HOMBRE.- No, la madre de un compañero.
TRES.- Mirá que joda.
B. HOMBRE.- (Molesto.) bueno, Camusso: me tengo que ir…
TRES.- ¿Cómo? ¿Ahora que nos encontramos te querés ir? Tenemos que festejar.
B. HOMBRE.- Me encantaría pero tengo que volver a la oficina…
TRES.- ¡Ma qué oficina! ¡Vos te venís conmigo!
B. HOMBRE.- ¿Adónde?
TRES.- ¡Y qué se yo! ¡Adónde sea! Hay que festejarlo, viejo.
B. HOMBRE.- Bueno... un cafecito, entonces…
TRES.- (Sarcástico.) ¡Cafecito! Sos tan sencillo que me dan arcadas…
B. HOMBRE.- Yo digo… (Camusso, lo toma por los hombros y lo empuja un trecho.
Llegan a un café; se sientan. Un mozo les pone en las manos dos vasos de whisky.)
B. HOMBRE.- ¿Querés creer que no te ubico, Camusso?
TRES.- Me extraña, querido; si éramos carne y uña…
B. HOMBRE.- Lo que vos quieras, pero me rompo la cabeza y no hay caso.
TRES.- La lista era así: Abdala, Alonso, Alderete… ¿Te acordás cómo lo cargábamos?
¿Alderete, Alderete, quién te hizo la raya del… (Ríe con ganas.)
B. HOMBRE.- (Sonriendo.) De ellos si me acuerdo, pero…
TRES.- Era así: Abdala, Alonso, Alderete, Bandera, Barrios, Palomino y Camusso.
¿Caés ahora?
B. HOMBRE.- Te juro que hasta ahora creía que estabas confundido. Pero la verdad
que no. Tenés una memoria de caballo.
TRES.- (Nada halagado.) Nunca olvido las cosas importantes de mi vida.
B. HOMBRE.- Hacés muy bien. Y disulpame, no quise ofenderte.
TRES.- ¿Ofenderme? ¿Estás loco vos? (Retomándo la campechanía.) Y hablando de
otra cosa: ¿por qué largaste?
B. HOMBRE.- No largué. Terminé el Nacional en un colegio del estado. Los viejos no
pudieron seguir pagándome un colegio particular… Ya sabés como son esas cosas.
TRES.- Sí, claro.
B. HOMBRE.- (Buscando desviar la conversación.)Y vos, ¿a qué te dedicás ahora?
TRES.- Bueno, es un poco largo de explicar… Pico aquí y allá.
B. HOMBRE.- Comprendo. Quiere decir que no tenés un empleo fijo.
TRES.- Eso mismo. Tengo un capital y hago inversiones, ¿sabés? Ando a la pesca.
B. HOMBRE.- ¿Y te va bien?
TRES.- Mirá, yo te diría que sí: tengo un chalecito en Martinez un cero kilómetro y
departamento en Mar del Plata.
B. HOMBRE.- ¿Eeeeehhh! ¡Estás como querés!
TRES.- (Sonriendo canchero.) Más o menos. Y además tengo un pisito por aquí
B. HOMBRE.- Pero… ¿vos sos casado, no?
TRES.- (Afirmando.)Y tengo tres pibes.
B. HOMBRE.- Te felicito.
TRES.- A propósito; se me ocurre una idea; vamos hasta casa así conocés a la patrona y
todo eso.
B. HOMBRE.- Noooo; tengo que volver a la oficina. Tengo un merengue bárbaro
hoy…
TRES.- Pero no seas esclavo, hombre.
B. HOMBRE.- No, en serio. Tengo un problema que soluciona…
TRES.- (Parándose y tomándolo otra vez de los hombros.) ¿Y por un problema me
vas a dejar en banda, ahora que nos encontramos?...
B. HOMBRE.- Es que vos no sabés lo que me pasó. (Reaparecen Mujer 2ª y Mujer 1ª.
Detrás de ellos vienne Cuatro, El Gerente.)
CUATRO.- ¿Dónde está?
DOS.- Todavía no volvió.
CUATRO.- No puede ser. ¿Todavía no volvió del velorio?
DOS.- No, señor.
CUATRO.- Algo le tiene que haber pasado. ¿Quién fue con él?
MUJER 2ª.- La señorita. (Señala a Mujer 1ª.) Pero ella ya volvió.
CUATRO.- (A la Mujer 1ª.) ¿Cómo puede ser que usted ya esté aquí, y Buen Hombre
todavía no haya aparecido?
MUJER 1ª.- No sé, señor….
CUATRO.- ¿Ustedes se separaron por alguna razón?
MUJER 1ª.- (Buscando.) Yo…
CUATRO.- ¿Por qué?
MUJER 1ª.- Yo… (Mira a los otros.) Yo… me descompuse, me sentí mal y me… me
fui enseguida…
CUATRO.- ¿Y Buen Hombre?
MUJER 1ª.- Se quedó. Él se quedó… La empresa no podía quedar mal por culpa mía…
CUATRO.- Pero yo dije dos horas.
MUJER 1ª.- Quería volverse conmigo; pero yo le dije que se quedara, Gorosito podía
tomarlo a mal; después de todo es la madre la que murió, la gente se vuelve muy sensible en un
momento así…
CUATRO.- Está bien. (A Dos.) Cuando vuelva que me venga a ver inmediatamente…
DOS.- Sí, señor. (Salen de escena Mujer 2ª, Dos, Cuatro y Mujer 1ª. Por el otro
extremo reingresan Buen Hombre y Tres.)
TRES.- ¡Pero, qué poca carpeta, querido! ¡Cómo hiciste eso!... (Secreteando.) Mirá,
ahora ya llegamos a casa, pero haceme acordar que te voy a presentar a una piba polenta
polenta, pero guarda que ahí está mi mujer. (Se proyecta una diapositiva de un chalet muy
mono. Delante de la proyección se coloca Mujer 2ª en actitud de guardiana.) Vieja, te presento
a un ex-compañero del Nacional. (Mujer 2ª extiende la mano a Buen Hombre mientras habla
con su esposo.)
MUJER 2ª.- Pero Arturo, no es posible que siempre me hagas lo mismo; habíamos
quedado… Mucho gusto. Habíamos quedado en que volvías enseguida porque tenemos que ir al
dentista.
TRES.- (A Buen Hombre.) Si yo no la acompaño al dentista, es como si le faltaran las
caries… el revestimiento es todo de piedra Mar del Plata; me la trajeron especialmente para mí
en tres camiones. El portón, las rejas, todos me los hizo un amigo en una fundición especial con
acero de barcos de guerra en desuso. Es una aleación que ya no se hace más. Los rosales me los
cuida un jardinero japonés, el césped es el mismo que pusieron en la cancha de Racing y la
granza es de granito molido…
MUJER 2ª.- Todavía estamos a tiempo…
B. HOMBRE.- Por mí no hagas cumplidos, Camusso…
TRES.- Vos dejá, no te preocupes… Entrá. (Se corren unos pasos. La mujer detrás de
ellos. Se proyecta una diapositiva de San Cayetano.) San Cayetano. En casa somos muy
creyentes.
MUJER 2ª.- (Exasperada.) ¡Los patines, Arturo, los patines!... ¡Que la chica se pasó el
día encerando!...
TRES.- ¡Ah, sí! (A Buen Hombre.) Agarrá un par. (Tres y Buen Hombre montan en
sendos pares de patines. De ahora en más sus traslados se efectúan sobre esos adminículos.)
B. HOMBRE.- Te felicito. ¡Qué linda casa que tenés!
TRES.- El bahut es de nogal chileno. (Diapositiva del bahut.) La araña está trabajada a
mano en cristal de bacará. (Diapositiva de la araña.) Y todo así. (Hay una sucesión de
diapositivas de los más caros objetos de un hogar burgués. Sobre la proyección Mujer 2ª
habla.)
MUJER 2ª.- Yo no sé para qué se mata una para llevar adelante un hogar, si al fin de
cuentas cuando una precisa del marido, resulta que nunca tiene tiempo…
TRES.- ¡Pero, qué querés, Elvira; no ves que estoy con un amigo…
MUJER 2ª.- Y la desgracia que tengo es que tus hijos salen a vos…
TRES.- Servinos un whisky, ¿querés?
MUJER 2ª.- Vamos a llegar tarde al dentista… (Termina la sucesión de diapositivas.)
TRES.- Te voy a mostrar algo que te va a alegrar. (Toma un álbum y lo despliega.)
MIrá. A ver si te acordás ahora. (Se proyecta una diapositiva del curso de primero B.)
B. HOMBRE.- ¡Oia, mirá lo que tenés…!
TRES.- ¿Te acordás del día que la sacamos? Mirá la cara del Tano Fornari. Le estába
diciendo por lo bajo a Tonaroli que se iba a tirar un pedo. Y se lo tiró. Acordate que salimos
rajando todos.
B. HOMBRE.- ¡Miralo a Marchese! ¡Y a Tomé!… ¡Qué pinta de salvajes que tenemos
todos! ¡Qué curso bárbaro este!
TRES.- Realmente.
B. HOMBRE.- ¡Y miralo al Caballo! ¿Te acordás de lo bestia que era el Caballo?...
TRES.- ¿Quién decís vos? (Buen Hombre señala la diapositiva.)
B. HOMBRE.- ¡Este! ¡El Caballo! Era un animal el pobre… ¿No te acordás?
TRES.- (Seco.) No.
MUJER 2ª.- ¿Este dice usted?
B. HOMBRE.- Sí.
MUJER 2ª.- ¡Pero si este es mi marido!... (Hay un silencio embarazoso. Buen Hombre
quisiera que lo tragara la tierra.)
TRES.- Vos disculpame, ¿no?, pero tengo que acompañar a mi señora hasta el dentista.
A dos cuadras de aquí pasa el 60. Te deja justo.
B. HOMBRE.- Sí, perdé cuidado. (Mujer 2ª y Tres salen de escena. Buen Hombre se
queda sólo.)
B. HOMBRE.- Así que Camusso era El Caballo… Y bueno, después de todo no dije
más que la verdad: le decíamos El Caballo. No se puede haber ofendido. Cosa de pibes. ¿Habrá
vuelto la nena del colegio? (Consulta el reloj.) ¡Las cinco ya! El gerente debe estar trinando…
(Pausa.) Sara estará preparandole el té con alguna macanita… Voy a ver si le llevo algo esta
noche; caramelos no, porque la madre dice que le quitan el apetito. El otro día la estaba mirando
a la Sara. ¡Cómo cambió! Se le vino el almanaque encima, pobre. Ella hace como que no se da
cuenta; pero en el fondo… Tiene la misma pinta de mi finada suegra: idéntica. Ya le viene de
familia, es inútil. Será que no se cuida como antes… o que la nena no le deja tiempo para nada.
Pero ya, que se yo, no se cuida como antes. Antes, yo llegaba y la Sara estaba siempre hecha
una pinturita que yo me preguntaba: ¿pero esta siempre de fiesta?... Me acuerdo aquel día que
me la levanté en el baile del Social. Yo venía castigado, no pegaba ni una. Ni las negritas me
daban bolilla; me acuerdo que estaba aguantando una galgueada padre. Y de golpe, zás, la Sara.
Era como la una de la mañana y yo tenía el ánimo por el suelo. Me lo había pasado rebotando
toda la noche. En una de esas la veo a la Sara, sentadita en un costado, al lado de unas viejas
gordas. Una de ellas, era mi futura suegra. Nos encontramos las miradas y ¡zum! Saltaron
chispas. De puro atorado y de miedo que me ganaran de mano, me acuerdo que la cabecié justo
cuando la orquesta no estaba tocando… ¡Qué ensartada! Ella se hizo la burra hasta que volvió a
empezar la música; entonces sí me miró de nuevo. Salimos a bailar, no me voy a olvidar nunca,
aquel bolero… ¿cómo se llamaba?... Ese que cantaba Pedro Vargas… ¿cómo era?...
La última noche
que pasé contigo…
quisiera olvidarla
pero no he podido…
La última noche…
Después, seguimos una tras otra, sin parar; hablando nada más que lo imprescindible. Y así
como una hora, hasta que la vieja empezó a hacer señas de que había que irse. Entonces,
desesperado, le largué todo de golpe: que me interesaba, que quería seguir viéndola, que era una
pena que una cosa tan linda se terminara… ¡Y que se yo cuántas cosas más!... Y se hizo. La
primera cita fue increíble: yo me había embalado que para qué te voy a contar. Pero cuando ella
llegó, me saludo y me hizo la primer sonrisa… casi se me caen las medias. Tenía puesto en la
boca un aparato de esos, ¿cómo se llaman?... Ortodoncia, creo. Yo pensé: ¡Uy Dio!, ¿esto qué
es?... ¡Me cambiaron la mina! ¡Esta no es la de la otra noche! Fue un impacto tremendo; me
pareció un monstruo, pobrecita. Y ahí tenés: sin embargo entré. Me explicó que se lo habían
puesto un día antes y casi no viene a la cita por eso… Se le caían las lágrimas de vergüenza y
rabia. No se si fue por que la vi tan sensible, pero, ¡me agarró una ternura!... Y seguimos
saliendo. Pero claro, pasó un tiempo antes que me acostumbrara a la ortodoncia esa… Hasta que
no se la sacó, no dejé que me vieran con ella por el barrio. ¡Faltaba más! ¡Sabés las cargadas
que me hubiese tenido que aguantar!... (Pausa.) Ahora, no me hubiese importado lo de la
ortodoncia… ¿Pero, por qué me molesta tanto que haya envejecido?... (Se oye la grabación de
Pedro Vargas de “La última noche”. Se proyecta montado sobre un practicable con rueditas.
Lo pone delante de Buen Hombre que ve su imagen reflejada; gorda, deforme.)
TRES.- (Sonriente.) Flaco, carajo…(Pausa.) Estás muy gordo. (Buen Hombre, se tapa
los ojos. Tres, se va con su carrito-espejo. Entran Mujer 2ª, Dos y Tres.)
MUJER 2ª.- ¿Qué le pasó?
DOS.- Estaba que volaba.
MUJER 2ª.- ¡Linda podrida se le va a armar!
DOS.- (Por Mujer 1ª) Hasta le preguntó a ella qué había pensado.
TRES.- Sí, le preguntó a ella y todo.
MUJER 2ª.- Y ella le dijo que…
B. HOMBRE.- (Interrumpiéndola con un grito.) ¡Ya sé! (Bajo.) Ya sé (Mujer 1ª y
Buen Hombre se miran un instante reprochándose cosas con la mirada.) Sigan trabajando, que
yo sé lo que tengo que hacer…
MUJER 2ª.- Pero mire que…
DOS.- Yo que usted…
TRES.- Yo le aconsejo…
B. HOMBRE.- (Gritándoles.) ¡Sigan trabajando, les digo! (Rencorosos Mujer 2ª, Dos y
Tres salen de escena. Luego de un momento también lo hace Mujer 1ª no sin antes cruzar
nuevamente las miradas con Buen Hombre. Este, queda solo. Amenazante, hacia Mujer 1ª, que
se ha ido.) ¡Ya vas a saber quién es la más fuerte acá…! (Entra el Gerente, se para frente a
Buen Hombre, se pone muy nervioso.)
GERENTE.- Lo mandé llamar para que nos informara sobre ese asunto…
B. HOMBRE.- (Interrumpiéndolo nervioso.) ¡Usted me conoce desde hace quince años
y sabe que soy incapaz de una cosa así! ¡El respeto por encima de todo: ese fue mi lema!
GERENTE.- No, lo que yo…
B. HOMBRE.- (Enceguecido.) ¡No voy a tirar mi carrera por una ventana por una
atorranta de estas…! ¡Usted tiene que creer lo que yo le digo: para eso soy su hombre de
confianza en esta oficina…!
GERENTE.- (Perplejo.) Por el asunto…
B. HOMBRE.- ¡No puede creerle a ella, que es una empleadea incompetente, como
todos los otros…! ¡Incompetente, eso es lo que son! ¡Qué pueden seguir ganándose el peso
porque yo los apaño!
GERENTE.- Pero lo que yo quería saber…
B. HOMBRE.- (Obnubilado.) ¡Y ahora me hacen esto! ¡A mí; que he sido un padre para
ellos! (Se proyectan dibujos de la tira de Mafalda doblada por voces.)
MAFALDA.- Papi, ¿viste que cara de pescado tiene el gerente?
PAPÁ.- No se dice eso.
MAFALDA.- ¿De dónde viene la palabra gerente, papito?
PAPÁ.- Viene de arriba.
MAFALDA.- ¡Qué mentiroso que sos, pá! ¡Gerente viene de jeringar!
PAPÁ.- Jeringar quiere decir fastidiar.
MAFALDA.- ¡Y bueno! ¿No es lo mismo acaso?
MANOLO.- ¿Usted qué va a ser cuando sea grande, don Mafaldo?
PAPÁ.- Gerente.
MAFALDA.- ¿Y vas a venir de arriba?
MANOLO.- ¿Le va a salir cara de pescado?
SUSANITA- ¿Y va a empezar a jeringar? (Miguelito, Felipe, Manolito, Susanita y
Mafalda cantan una ronda.)
TODOS.- En coche va un gerente
carabín
dispuesto a jeringar
carabín run rin
carabín run ran.
¡Qué hermosa cara tiene!
¿Quién se la prestará?
La cara le vino sola
de tanto disimular
la usa para todo
y no la puede ajar.
Carabín run rin
carabín run ran.
GERENTE.- Lo que yo quería saber es si ya está hecho el informe sobre el asunto ese
del ausentismo…
B. HOMBRE.- (Pasmado.) ¿Eh…? (Reaccionando.)
Síseñorcomonofaltabamásnosepreocupe…
GERENTE.- Entonces mándemelo por un empleado, ¿quiere?
B. HOMBRE.- Síseñorcomonofaltabamásnosepreocupe. (Buen HGombre queda un
momento pensativo. La gran tensión ha pasado y ahora se siente cansado, molido. Ha
envejecido diez años. Mira la hora. Y como un autómata empieza a caminar. Llega a su casa y
se sienta en la cama, que hace ruido como al principio.)
B. HOMBRE.- ¡Esta dichosa cama…! Le voy a preguntar a Sara si averiguó el precio
del elástico. A lo mejor se olvidó: es muy capaz. Uno no puede estar en todo… Demasiadas
complicaciones tiene ya con ganar el pan… (Una pausa.) ¿Cómo será la cama de Camusso? (Lo
piensa.) Cama-camera… o cama-Camusso… con flejes de acero… O mejor: una cama
barco, con velas en vez de sábanas… (Bosteza.) Y hay que arreglar el botón del baño de
noche hace unruido que no deja dormir… (Pausa.) ¿Cómo será el baño de Camusso…?
El inodoro, será importado de París y el papel higiénico debe ser de acero… (Se tira
despaciosamente hacia atrás.) Estoy muerto, muerto de cansancio. (Pausa.) Pero
mañana, cuando me levante… (Entran los demás integrantes del elenco. En puntas de
pie y haciéndose mutuas señales de silencio. Entonan quedamente.)
TODOS.- Buen hombre, no bien se acuesta
buen hombre es; un buen hombre más
que luego de hojear la sexta
la tela le da una fiesta
y le ordena dormir en paz.
Buen hombre
buen hombre
buen hombre
hasta parece humano
Buen hombre
buen hombre
buen hombre
cuando de noche duermes
buen hombre
buen hombre cotidiano.
(Se alejan tan sigilosamente como entraron, procurando no despertar a Buen Hombre.)
_________
LA PUCHA
NÚMERO FINAL
TODO EL
ELENCO.- Hoy me siento tan feliz
qué ansias de vivir
la vida es colosal
qué ganas de gritar.