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La penúltima oportunidad
recorre esa perfecta parábola con toques de humor negro; más allá de lo anecdótico, la obra
nos presenta el comportamiento humano, nos habla sobre el amor en sus diversas formas,
sobre el tiempo y el sentido del destino. Al verla, nos preguntamos: «¿Hay otra vida después
de la vida?» «¿Existe Dios? ¿Puede darnos una penúltima oportunidad de redimirnos de un
modo pragmático, concreto, podría decirse ‘nuevamente humano’?» «¿Cómo será el largo
camino hacia la eternidad?»
La pieza teatral se la podría encasillar dentro del género del humor negro, porque la
historia transcurre dentro de un cementerio y además cuenta con diálogos cargados de
un estilo sarcástico, en un lineamiento de sátira
El vestuario puede hacer que las actrices se destaquen entre medio de las sombras, con
una vestimenta de colores pastel claros y con una escenografía simple (en cuanto a la
cantidad de elementos que la componen) pero que logra una atmosfera especial y
armoniosa.
Las alusiones a los hábitos pueblerinos, la deslealtad de la una con la otra, la lista de
candidatos compartidas por ambas, la infructuosa búsqueda de la lápida, el milagro de
hablar con Dios, hacen que sea una obra fresca, de mucho contenido humorístico
En esta obra el autor Rafael Bruza muestra una mirada sobre la muerte que va desde
lo ridículo a lo filosófico con toques de humor negro y reflexiones sobre la complejidad
del comportamiento humano, el amor en sus diversas formas, el tiempo y el sentido
del destino.
La Directora, por su parte, señaló que “la muerte es un tema muy interesante para
abordar desde el humor. Ponerlo en el marco de una historia de amor, nos permite
desdramatizar el amor, desdramatizar la misma muerte, y reflexionar sobre el sentido
de la vida y el destino. La obra está llena de matices profundamente humanos,
absurdos y poéticos a la vez, contada con un agudo sentido del humor que la hacen
una obra muy entretenida”.