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El método de Vigan

I. INTRODUCCIÓN
1. El grupo
El grupo puede estar formado por cuatro o cinco personas que, en actitud de confianza, apertura y
reverencia, escuchan juntos la Palabra de Dios y desean responder a ella. Se supone que los
participantes, mediante el intercambio recíproco de experiencias con base en la Palabra de Dios, buscan
vivir una comunidad cristiana más profunda.
2. La atmósfera
Para una meditación bíblica se necesita tranquilidad, es decir:
 Estar aislados del ruido: se debe hacer en un recinto en que los participantes no sean disturbados.
 Estar libres de agitación: se debe tomar el tiempo necesario; la experiencia enseña que un grupo
de unas cinco personas necesita para una meditación según este método de 45 a 60 minutos.
 Posición: los participantes se sientan en círculo abierto (sin mesa), de suerte que cada uno no sólo
puede oír a los otros sino también verlos.
 Decoración del recinto: en el centro del círculo se coloca un cirio encendido, en recuerdo de que
Cristo es Palabra de Dios, Luz del mundo (Jn 1,1.9; 8,12; 12,46) y está presente entre quienes se
reúnen en su nombre (Mt 18,20). Esta decoración contribuye a crear una atmósfera apropriada.
3. Guía del grupo
No tiene que ser un experto, ya que su tarea no es la de transmitir conocimientos de especialista, sino la
de guiar el grupo en la meditación, anunciando los diversos pasos del método. Puede hacer él mismo o
pedir a otro que haga la oración inicial y conclusiva. Las instrucciones debe darlas él mismo, pero puede
pedir a un miembro determinado que haga la lectura.
4. La Biblia y el pasaje bíblico
Es aconsejable, pero no necesario, que todos lleven una edición de la Biblia con la misma traducción.
Como pasaje de la Escritura se recomienda tomar una de las tres lecturas de la misa dominical.
5. El método
Antes de comenzar la meditación bíblica, el grupo decide qué modelo de método seguirá (respuesta de
oración, respuesta de acción o combinación de ambos).
Se recomienda que la primera vez (o primeras veces) se tome el "modelo de respuesta de oración", más
tarde el "modelo de respuesta de acción", y luego quizá alternado.

II. LOS TRES MODELOS


1. Primer modelo: Respuesta de oración
Oración o canto de apertura: Hay que hacer conscientes a los participantes de la presencia de Dios.
Jesús dijo: "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20).
Podría ser también una oración de súplica, conforme a la palabra divina "¡Habla, Señor, que tu siervo
escucha!" (1 Sam 3,10), o: "Tú tienes palabras de vida eternas" (Jn 6,68). Podría ser también una súplica
al Espíritu Santo para que nos abra los oídos y nos libere de todo lo que nos impide escuchar la Palabra
de Dios (Veni, Creator Spiritus...).
Primer paso: Primer contacto con la "Letra muerta", el TEXTO bíblico.
 Lectura del texto bíblico: Uno de los participantes lee el texto en voz alta. Los otros escuchan
con atención leyendo a su vez el texto en silencio.
 Silencio: Después de la lectura, silencio (unos tres minutos). Todos vuelven a leer el texto en
silencio, anotando una palabra, una expresión o un versículo que les haya llamado la atención de
manera especial.
 Comunicar: la palabra, expresión o el versículo que llamó la atención. Se indica el lugar donde se
encuentra, de modo que los otros puedan volver a leerla; luego se vuelve a leer en voz alta. Pero
no se indica la razón por qué se eligió éste pasaje. Por ejemplo: "Me llamó la atención la palabra /
expresión... en el versículo 5"; o: "a mí me llamó la atención de forma especial todo el versículo
12."
Segundo paso: "La letra muerta" de la Escritura se convierte para mí en PALABRA viva (y a través de mí
quizá también para otros).
 Lectura del texto: El mismo texto de la Escritura vuelve a leerse en alta voz por otra persona.
Todos escuchan o releen el texto en silencio.
 Silencio y escucha de la Palabra para mí (unos cinco minutos). Cada cual mira a su interior y se
pregunta: ¿Qué quieres decirme, oh Dios, a mí personalmente, para mi vida concreta?
 Comunicar la "palabra para mí" a los demás. La palabra que he escuchado en lo más profundo
de mi corazón, la comunico a los otros. Para que esta comunicación permanezca a nivel
puramente personal, hablo en singular, en primera persona (yo, a mí, etc), evito el impersonal "se"
y no me escondo detrás de un generalizado "nosotros". Se trata aquí de una simple comunicación,
no de una discusión ni de una prédica en sentido de moralizar.
Tercer paso: La PALABRA exige una RESPUESTA.
 Lectura del texto de la Escritura. El texto es leído por tercera vez por otra persona, mientras los
demás escuchan atentamente o releen en silencio el pasaje.
 Silencio y respuestas personales a la Palabra (unos cinco minutos): Durante el silencio trato de
responder a la palabra que me llamó la atención. Debe haber verdadera correspondencia entre la
Palabra y la respuesta, porque de otra manera no sería una respuesta.
 Comunicar la respuesta de oración personal: La respuesta personal de mi corazón a la Palabra
que me ha llegado la expreso en voz alta, para que ésta se reafirme mediante el "amén"
(pronunciado o silencioso).
Oración conclusiva: Una oración de alabanza o agradecimiento, un canto o la recitación conjunta del
Padrenuestro son muy apropiadas para concluir una meditación bíblica en común.

2. Segundo modelo: Respuesta de acción


Oración o canto de apertura
Primer paso: como en el modelo anterior
Segundo paso: como en el modelo anterior
Tercer paso: La PALABRA exige una RESPUESTA.
 Lectura del texto bíblico: como en el modelo anterior.
 Silencio y respuestas personales a la Palabra (unos cinco minutos): Aquí me pregunto (o
pregunto a Dios) cómo puedo llevar a la práctica en las circunstancias concretas de mi vida la
Palabra que me ha llegado.
 Comunicar la respuesta personal de acción: Cada uno comunica a los demás cómo desea
traducir la Palabra en hechos. Grupos de discusión que forman una comunidad natural (familia,
comunidad religiosa, compañeros de escuela o de trabajo, etc.) pueden tratar al final de llegar a un
acuerdo sobre cómo desean vivir conjuntamente - como unidad - su respuesta.
Oración conclusiva: como en el modelo anterior.

3. Tercer modelo: combinación de ambos modelos


La respuesta de oración y de acción se pueden también combinar. Para ello se necesita naturalmente más
tiempo, ya que la combinación consta de cuatro pasos. Pero no es necesario leer el texto una cuarta vez,
seguida del correspondiente silencio. Al comunicar se puede integrar la respuesta de acción en la
respuesta de oración.

III. EXPLICACIÓN DETALLADA Y FUNDAMENTACIÓN DEL MÉTODO


1. El triple paso: TEXTO - PALABRA - RESPUESTA
El TEXTO es la forma escrita, objetiva de la Palabra de Dios, que existe antes de mí y se me ofrece. Es
Dios quien habla primero, quien toma la iniciativa.
La PALABRA de Dios es una palabra personal, una comunicación de tú a tú. Se dirige a mí, es expresada
para mí. Me atañe a mí, se trata de mi persona.
Más cuando Dios me habla, debo co-responderle. Su Palabra espera mi RESPUESTA. Así se llega al
diálogo: en la oración, en la vida.
2. La triple lectura del mismo texto
La lectura conjunta y en voz alta, el llevarse respectivamente el texto al oído, tiene su importancia, y por
eso no ha de limitarse a una o dos veces, por ejemplo para ahorrar tiempo. Las siguientes ventajas hablan
en favor de una triple lectura conjunta:
 El texto se graba así mejor.
 Las personas que no saben leer o lo hacen con dificultad (niños, analfabetos, ciegos, etc.) pueden
también participar.
 Aunque el texto sea el mismo, su comprensión se profundiza mediante la comunicación
escalonada. Con la lectura repetida del texto se oye una vez más lo que se dijo al respecto.
 Con la triple lectura del texto se nos recuerda el texto una y otra vez; esto ayuda a que al hacer la
comunicación uno permanezca fiel al texto y se oriente por él.
3. El triple silencio
Estos minutos son de grandísima importancia. Son el puente entre el leer y el comunicar. Los minutos de
silencio no son un tiempo de espera pasiva mientras se pasa a la comunicación, sino momentos de la
mayor actividad personal. Cuando la meditación bíblica no proviene del silencio y del encuentro personal
con la Palabra en tal silencio, se convierte fácilmente en charlatanería.
 La tranquilidad y el silencio son los que hacen posible prestar atención al texto, ver lo que se
mueve en nuestro interior y atender a lo que tienen que decir los demás. Por eso se recomienda
perseverar un poco en el silencio, una vez que alguien haya terminado su comunicación, para
dejar que lo dicho resuene y eche raíces.
 El tiempo indicado para el silencio no hay que medirlo con cronómetro. Es un tiempo aproximado.
En grupos ya familiarizados con este método, las pausas de silencio tienden más a aumentar que
a disminuir.
 En cuanto a lo que sucede durante el silencio del segundo paso (dejar que Dios me hable
personalmente), hay que aclarar lo siguiente: cuando escucho atentamente, es decir, escucho mi
propio interior, notaré que algo está sucediendo en sí. Estimulado por la doble lectura del texto
bíblico y la prima comunicación por parte del grupo, algo en el texto adquiere especial importancia
para mí: o bien lo relaciono con una experiencia personal anterior, o bien lo pongo en relación con
mi vida concreta, actual o futura. Cuando luego la voz interior (la conciencia) dice "sí" a lo que me
ha parecido importante del texto sagrado, puedo considerar esto como la palabra de Dios para mí.
 En cuanto al silencio en el tercer paso (hablar personalmente a Dios) hay que decir: debe haber
una verdadera correspondencia entre palabra y respuesta. Por ejemplo: la correspondiente
respuesta a una invitación, una exigencia o un mandato puede ser anunciar la disposición a
aceptar u obedecer, o bien arrepentimiento por no haberlo hecho hasta ahora, o bien pedir ayuda
para hacerlo en el futuro.
4. La triple comunicación
Esta es la meta de la lectura y del silencio. Mediante esta comunicación, la escucha y la respuesta a la
Palabra se convierte no sólo en algo muy personal, sino sobre todo en un obrar comunitario.
El primer paso: Este comunicar tiene una función preparatoria y se puede comparar con la preparación
del terreno (arar, rastrillar) antes de sembrar o plantar. Se trata de aproximarse al texto con gran atención,
esperanza y curiosidad.
Muchos textos de la Sagrada Escritura, sobre todo los de las lecturas litúrgicas, nos son demasiado
conocidos. Pensamos que realmente ya los conocemos y no esperamos nuevos impulsos de ellos.
Cuando ahora uno dice que esto o aquello le ha llamado la atención en el texto (sin decir todavía por qué),
quizá me pregunto a mí mismo qué tiene ese texto de especial. Me vienen a la mente estas u otras
preguntas semejantes, y así me acerco al texto con mayor expectativa.
El segundo paso: La Palabra de Dios es rica y profunda. No puede ser comprendida y profundizada
exhautivamente por una sola persona. Cada uno puede aportar algo a ello. Todos juntos somos oyentes
de la Palabra y podemos completar recíprocamente nuestras ideas.
Lo totalmente personal es también lo más general, es decir, lo que es común a todos. Así decía un filósofo.
Un ejemplo lo demuestra: los oyentes de un sermón prestan mucha más atención cuando el predicador
habla concreta y personalmente que cuando lo hace en forma abstracta y general.
La comunicación de lo totalmente personal, de lo íntimo, es comunicación de la persona, de sí mismo.
Esto por una parte presupone confianza, pero por otra robustece y profundiza la confianza. En otras
palabras: la comunicación que las personas hacen de sí misma crea y construye comunidad con bases
más profundas. Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (sobre la evangelización en el
mundo moderno), dice: "¿Existe un modo más eficaz de anunciar la Buena Nueva que la comunicación
personal de las propias convicciones de fe?"
El tercer paso: Toda genuina oración se dirige a Dios. También aquí. Pero es bueno y provechoso
pronunciar alguna vez en voz alta su propia oración, para que los oyentes puedan confirmarla con su
"Amén" (en voz alta o en su interior) (1 Cor 14,16; 2 Cor 1,20), pues a la oración en común le está
prometido ser escuchada (Mt 18,19). La comunicación de la respuesta de oración personal se verifica pues
por las mismas razones y del mismo modo que la comunicación de la palabra personal.

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