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CÓMO PROCLAMAR LA PALABRA DE DIOS.

Seguramente alguna vez te han hecho esta pregunta y has


contestado que sí. Pues técnicamente, te han preguntado mal, porque dentro de la misa las lecturas no se leen,
se proclaman. Es probable que te estés preguntando por qué usar la palabra “proclamar” y no “leer”, al fin y al
cabo, ¿No son lo mismo? La respuesta es… No, son dos cosas diferentes.
Leer la Palabra de Dios es lo que hacemos cuando estamos por nuestra cuenta. Por ejemplo, cuando decides
abrir tu Biblia y ojear la historia del rey David o cuando por las mañanas dedicas un rato a revisar el Evangelio del
día estás “leyendo” la Palabra, porque lo haces para ti mismo y buscas entender por tu cuenta lo que Dios quiere
decirte.
Sin embargo, cuando se te invita a proclamar las lecturas durante la Celebración Eucarística, el sentido es muy
diferente. En este caso cargas con una misión: ¡Tú serás el encargado de transmitir al pueblo lo que Dios
quiere comunicarle! A través de lo que tú proclames, el Señor va a actuar en el corazón de los que lo escuchan
para producir frutos de vida eterna en ellos.

Entendiendo esta diferencia, seguro que la próxima vez que vayas a ayudar con las lecturas en la Misa querrás
hacerlo de la mejor forma y para eso, aquí tienes algunos consejos:
1. Repasa las lecturas. Lo más importante de todo es que los asistentes a Misa puedan entender el
mensaje que les estás comunicando y para eso hace falta decirlo como es. Es muy común que, si hay
palabras complicadas o nombres que no conocemos y no se han repasado con anterioridad las
lecturas, al momento de estar frente a la gente nos confundamos y los confundamos a ellos. Por eso,
siempre es recomendable leer una o dos veces las lecturas antes de la Misa. Esto no quiere decir que
hay que aprendérselas de memoria, pero así al menos los nombres que no conocemos no nos
tomarán por sorpresa. Y si crees que esto no te hace falta, no te deseo que tengas que leer el
capítulo 8 de Isaías, porque te aseguro que decir "Maher-Salal-Jas-Baz" (Isaías 8:3) a la primera no es
tan sencillo.
2. Tómate tu tiempo para comenzar. Recuerda que cuando estás en Misa no debe haber prisas. Ve
hacia el ambón tranquilamente y antes de subir al presbiterio realiza una inclinación de cabeza. Al
llegar, asegúrate que la lectura es la correcta y en caso de tener micrófono acomódalo. Al leer hazlo
con pausa, deja que las palabras vayan penetrando el corazón de quienes escuchan. Al terminar
retírate sin prisa y haz la inclinación.
3. Usa una buena entonación y un buen volumen. Dependiendo de si tienes micrófono o no, de si la
iglesia es grande o chica, de si hay mucha o poca gente y de muchos otros factores, vas a tener que
leer de manera distinta. Siempre adáptate a la situación en la que estés y proclama las lecturas con
seguridad, piensa que estás transmitiendo nada más y nada menos que lo que Dios quiere que esa
gente escuche. Para ello, pronuncia las palabras completas, no corras al leer, has pausas según los
signos de puntuación y habla con voz alta y clara. Todos hemos pasado alguna vez por la penosa
experiencia de asistir a Misa y no entender ni una palabra de las lecturas, así que esfuérzate para
hacerlo de la mejor manera posible.
4. Si puedes, haz contacto visual. Otra cosa que ayuda mucho a que la gente ponga más atención en las
lecturas, es hacer contacto visual con ellas. Está claro que no vamos a aprendernos las lecturas de
memoria, pero sí podemos de vez en cuando levantar la vista para decir algunas palabras o en alguna
de las pausas. Lo que definitivamente sí puedes hacer sin problema es revisar de dónde se toma la
lectura (por ejemplo: Lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios) y decirlo viendo hacia
la gente, lo mismo al terminar las lecturas con el “Palabra de Dios”, son a lo mucho unas diez
palabras fáciles de recordar y que pueden cambiar mucho la atención que se pone a la Palabra de
Dios.
5. Pon atención en el Salmo y el Aleluya. Al proclamar el Salmo hay que tener especial atención para
que la gente sepa cuándo debe responder, por lo que el ritmo con el que se lee y las pausas que se
hacen son muy importantes. Se puede dejar una pausa larga, decir “todos” o incluso extender la
mano para que la gente responda. Al mismo tiempo, es importante que el lector repita también la
respuesta, pues puede haber quienes no hayan puesto atención la primera vez o hayan olvidado
cómo responder. Otra cosa para tener en cuenta es cómo hacer el Aleluya. La palabra aleluya es una
expresión de júbilo, por lo tanto, no se puede leer con desgana, estamos anunciando que a
continuación viene la Buena Noticia que es el Evangelio y por lo tanto hay que hacerlo con alegría.
Imagínate cuánta más atención pondríamos si el Aleluya se leyera siempre de forma alegre, como el
anuncio que debe ser.

Finalmente, lo más importante es siempre recordar que no por pasar a proclamar las lecturas nosotros somos
los actores principales dentro de la Celebración Eucarística, el importante es siempre Cristo. Por eso, nunca
trates de sobresalir o te esfuerces en mejorar para quedar bien tú. Por el contrario, trabaja para hacerlo mejor y
que la gente que asiste a Misa pueda entender, asimilar y meditar mejor lo que Jesús quiere transmitirles. Ojalá
que estos consejos te sean útiles y no dudes en compartir también aquellas otras recomendaciones que
puedan servirle a los demás para proclamar mejor la Palabra de Dios.
LECTIO DIVINA: un método de oración con la palabra que genera el encuentro personal y comunitario con
Cristo

Dentro del cristianismo católico existen diversas formas de hacer oración, entre ellas, destaca un método
sistematizado en el siglo XII por los monjes cartujos, pero con indicios de su práctica ya entre las primeras
comunidades cristianas y algunos padres de la Iglesia. Hablamos de la Lectio divina, entendida como la “lectura
orante de la Palabra”.

Si bien esta es una práctica reconocida en la Iglesia Católica, sus raíces se fundan en las sinagogas judías, donde
la lectura, meditación y oración de las Escrituras eran enseñadas por los rabinos para una mejor comprensión de
éstas. Con dicho antecedente, algunos padres de la Iglesia –como Orígenes, Juan Crisóstomo, entre otros–
planteaban la necesidad de leer la Biblia con atención, constancia y oración. Así, la lectio divina se fue
desarrollando fuertemente entre los monasterios, conformando la columna vertebral de la vida religiosa
monástica (trabajo manual, liturgia y Lectio divina), para luego de algunos siglos, –con la recuperación del
contacto directo de los creyentes con la Palabra, y la labor del Concilio Vaticano II que invita a los fieles a leer
asiduamente la Escritura–, se considera a la lectio como una de las formas más adecuadas para acercarse a Dios.

La lectio divina consiste en generar en el lector-orante, un itinerario espiritual que configure con Cristo, le abra al
mundo y le inste a la misión por medio de cuatro peldaños espirituales. “Es cierto, la escalera tiene pocos
peldaños, pero es de una altura tan inmensa y tan increíble que, al tiempo que su extremo inferior se apoya en la
tierra, la parte superior penetra en las nubes e investiga los secretos del cielo” (Guido, “La escalera de los
monjes”). Este método es un camino a través del cual avanzamos vivencialmente hacia una meta, Cristo, por
tanto, quien la practique debe hacerse disponible para el Espíritu, a la conversión y a la comunión. Por ello, los
cuatro escalones que constituyen el proceso de la lectio divina son cuatro actitudes básicas del creyente que
desea seguir a Cristo conociendo su Palabra (Lectura), aprendiendo a vivir como Él vivió (Meditación), suplicando
fuerza y luz para sus pasos (Oración) y trabajando por el advenimiento del Reino (Contemplación).

Preparación: Tomo conciencia del lugar. Pido ayuda a Dios. Cojo con amor el Libro entre mis manos, como si
fuera un tesoro. Con el corazón limpio y con humildad, invoco al Espíritu Santo; pido que se haga presente con
sus dones.

Primer paso, Lectio (lectura): comprender la Palabra (su sentido literal), respondiendo a la pregunta ¿qué
dice el texto? Es importante contextualizar por medio de un acercamiento literario (análisis de las palabras), uno
histórico (situación socio-cultural, económica, política y religiosa) y otro teológico (qué dice Dios ).

Segundo paso, Meditatio (meditación): acoger la Palabra, ¿qué me dice el texto? Entramos en diálogo
íntimo con Dios a través de una serie de preguntas que interpelen nuestra realidad, y ayuden a descubrir un
mensaje para la vida.

Tercero, Oratio (oración): responder a la Palabra, ¿qué me hace decirle a Dios el texto?, respondemos en
oración movidos por el Espíritu Santo.

Cuarto paso, Contemplatio (contemplación/acción): inspirar la vida en la Palabra, ¿a qué conversión y


acción nos invita el Señor? Se acoge lo descubierto en el diálogo con Dios, y la buena noticia que nos envía al
encuentro con los demás. Es importante que hoy en día podamos difundir en nuestras comunidades la práctica
de la lectio divina, pues resulta ser una fuente de renovación espiritual (personal y comunitaria) y un vivo
compromiso eclesial.
MANUAL PARA MONITORES

1.- IMPORTANCIA DEL MONITOR.

El servicio que un monitor realiza en la celebración es muy antiguo, aunque el nombre sea actual. El monitor
guía con sencillez al pueblo en la celebración.
Tres clases de intervención de un monitor.
*.- INDICATIVAS: Señala las posturas corporales, el modo de realizar una procesión.
*.- EXHORTATIVAS: Desde qué actitud espiritual podemos cantar un salmo responsorial.
*.- EXPLICATIVAS: Ambientar una lectura desde su contexto histórico.
Las moniciones las puede realizar un laico preparado.
El monitor ha de iniciar con palabras breves, humanas y espirituales en donde trata de motivar la celebración
que comienza, conectarla con la vida, con la fiesta, o las circunstancias específicas del día.
2.- OBSERVACIONES IMPORTANTES.
La monición no se trata de una homilía adelantada, crear la conciencia de que todos formamos una
comunidad celebrante y que se prepara para lo que va a ser en común.
3.- MONICIONES ANTES DE LAS LECTURAS.
Antes de las lecturas caben varios modos de realizar las moniciones.
*.- Se puede hacer una en conjunto, si hay unidad entre sí; como en las grandes fiestas o una a cada lectura.
*.- No debe ser una homilía anticipada o un resumen de la lectura misma.
*.- No se trata de adelantar el contenido, sino de preparar la escucha despertar el interés.
*.- A veces es útil presentar el contexto histórico de una lectura, de una época, de un profeta o una
circunstancia.
4.- PARA QUE SIRVE EL MONITOR.
Debe coordinar de acuerdo con el presidente los varios momentos de una celebración.
De él depende la belleza, la sencillez y el orden de la celebración.
Lleva el ritmo de la celebración, no se adelante ni se retrase.
Su servicio a la comunidad requiere un lugar adecuado, visible, delante de todos, no voz anónima, sin subirse al
ambón, el ambón es el lugar reservado para el anuncio de la palabra.
Que sea un lugar no tan destacado como el ambón o la cede del presidente.
La presencia del monitor ayuda a la comunidad a captar dónde está en cada momento de la celebración.
*.- Se requiere que esté atento a la celebración y no esté distrayendo a la comunidad, buscando hojas de cantos
o moniciones.
Lo más importante de su trabajo lo hace antes de la celebración.
*.- Póngase de acuerdo con el presidente antes de la celebración sobre todo lo que se tiene preparado, llevar
en orden todo el material.
*.- Reparta con tiempo las lecturas y el salmo para que se preparen los lectores.
*.- El monitor debe tener una buena formación litúrgica.
*.- Un monitor no puede dirigir una celebración si no conoce su estructura.
*.- Debe estar bien preparado y presentado ya que está a la vista de la asamblea.
*.- Debe recibir de buen modo los comentarios que le hagan después de su participación.
*.- No debe desanimarse por las críticas.
5.- CUALIDADES DE UNA BUENA MONICION.
BREVES: Llevar bien preparados sus comentarios, con una sobriedad que los haga asimilables.
CLARAS: Que las palabras sean eficaces, pensadas de antemano, evitando las exageraciones y que digan
solamente lo necesario.
DISCRETAS. No hace falta que se hagan todas las posibles, sino las que parezcan más convenientes y que no
siempre sean las mismas.
PEDAGOGICAS: Deben producir el efecto deseado, despertar el interés y suscitar un diálogo interior con Dios.
PREPARADAS: Normalmente por escrito y en coordinación con el presidente.
UNIDAD: Es conveniente que las diga la misma persona, para dar una unidad al conjunto de la celebración.
ADECUADAS: Las moniciones que ofrecen las hojas pastorales o los libros las tiene que considerar el monitor y
no como un material que tiene que utilizarse a la fuerza.
APOYO: La monición no es llamada a utilizarse siempre.
*.- La monición no es un elemento constitutivo de la celebración, sino un subsidio a la misma.
*.- La monición debe hacerse únicamente si lo exige o por lo menos lo aconseja.
APROBADAS: Que la monición tenga su aprobación del que preside dándoles un carácter de oficial y eclesial.
ORIENTADORAS: Las moniciones deben servir para ubicar el texto que se va a leer.
FIELES AL TEXTO: Cada pasaje tiene su propio tono y cada gesto ritual su finalidad.
SENCILLAS: Evitar que la monición invada excesivamente el ambiente celebrativo y convierta la monición en
nueva homilía.
OPORTUNAS: El monitor debe saber dar los adecuados silencios para una mejor asimilación de la palabra.
BIEN DICHAS: Las moniciones pueden leerse o decirse de memoria.
PUNTUALES: Las moniciones deben estar a tiempo, así como el monitor.
*.- El monitor no tiene que leer las lecturas ni viceversa.
N.B.- Hay que distinguir lo que es palabra nuestra y lo que es palabra de Dios.
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Objetivo de las Moniciones Litúrgicas
Las moniciones en la Misa son una motivación a participar y vivir el Misterio de Cristo celebrado en la Eucaristía.
No se trata de una introducción, ni resumen de las lecturas o de impartir una profunda catequesis. Simplemente
su finalidad es ambientar e invitar, con comentarios breves, concisos y claros.
Momentos de Monición
Entrada –Es una invitación a la Asamblea a participar de manera consciente, activa y fructuosa de la Santa Misa.
Se puede hacer mención particular del momento litúrgico, fiesta o solemnidad en referencia al mensaje central
del mensaje evangélico.
Eje: Hoy celebramos la Resurrección del Señor. Cristo es nuestra Pascua, pues ha muerto y resucitado, dando
ese paso para darnos vida y vida en abundancia. Nos disponemos a Participar llenos de gozo de esta Santa
Eucaristía.
(La Monición de entrada puede hacerse antes de la Antífona o Canto de Entrada o después del Saludo del
Celebrante).
Antes de las Lecturas y del Evangelio –Se hace un breve comentario del mensaje central de cada lectura y del
Evangelio, instando a escuchar atentamente la Palabra de Dios.
Eje: El apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Éfeso a desarraigar el hombre viejo y revestirse del
hombre nuevo, según Dios.
Eje: En el Evangelio Jesús se muestra como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.
(Se puede hacer una Monición antes de cada lectura y del Evangelio, todo de acuerdo con el sacerdote de la
Parroquia).
Liturgia Eucarística –Se realiza en el momento de la Presentación de Ofrendas invitando al pueblo a entregarse
totalmente junto a la ofrenda del pan y del vino.
Ejem: En cada Misa se realiza el Milagro de la Eucaristía: el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre
de Cristo. Presentémonos como ofrenda viva junto a estos dones, para ser también transformados en el Señor.
Antes de la Comunión –Es una invitación a participar del Banquete Eucarístico con la debida preparación y
disposición.
Eje: Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús en la Fracción del Pan. Al participar de este Banquete
Eucarístico podemos también reconocerle, porque El aquí esta.
Despedida –Es una breve exhortación a hacer vida lo que hemos celebrado.
Ejem: Vayamos a anunciarles a todos, que Cristo vive ¡Ha resucitado!
(Se puede hacer antes o después de la Bendición)
Criterios para monitorear
-Redacción de Moniciones. Muchos equipos de Liturgia toman las moniciones de organismos de la Iglesia de
Pastoral Litúrgica. Sin embargo, también pueden hacerse y ese es el motivo de este pequeño tratado: el de
orientar para la redacción de las moniciones bajo el asesoramiento de un sacerdote o de alguna persona experta
que ha sido puesta para asesorar la Animación Litúrgica Parroquial.
Las moniciones hechas por el coordinador de Liturgia, o en equipo o por una persona designada, siempre antes
de hacerse en Misa deben presentarse al sacerdote para que el las autorice e indique como hacerse.
-Moniciones en tiempos Especiales o Fiestas. Por ejemplo, en la Celebración de Sacramentos dentro o fuera de
Misa, en tiempos fuertes de la Liturgia como la Semana Santa donde puede haber monición antes del Gloria el
Jueves Santo, en el momento de la Cruz el Viernes Santo o para el Pregón Pascual en la Vigilia del Sábado…
-El Monitor.
Cualidades humanas: Capacidad de animar, que sensibilice lo que esta diciendo de manera equilibrada y de
excelente presentación física (bien vestido).
Cualidades técnicas: Arte de tomar el micrófono, saber cómo estar de pie, que sepa modular la voz.
Cualidades espirituales: Persona que sea enamorada de la Eucaristía, de vida orante capaz de transmitir esa
presencia de Dios a los demás y que esté en proceso de conversión (testimonio de vida).
17/03/2023 - Viernes de la 3ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: No llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos.

LECTURA DE LA PROFECÍA DE OSEAS 14, 2-10

Esto dice el Señor: «Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomada vuestras promesas
con vosotros y volved al Señor. Decidle: “Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras
manos. En ti el huérfano encuentra compasión” “Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira
se apartó de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo y su perfume corno el Líbano. Regresarán los que
habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como la del vino del
Líbano. Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos? Yo soy quien le respondo y lo vigila. Yo soy como un abeto
siempre verde, de mí procede tu fruto. ¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para
conocerlas? Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero lo traidores tropiezan en
ellos».

SALMO: Sal 80.

R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.

Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la
aflicción, y te libré. R/.

Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy
testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de
Egipto. R/.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! Los alimentaría con flor de harina, te saciaría
con miel silvestre». R/.

ACLAMACION R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

V: Convertíos - dice el Señor -, porque está cerca el reino de los cielos. R/.

El Señor tu Dios es el único Dios: ámalo.

EVANGELIO:

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. “El segundo es este: “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro,
sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el
corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos
los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino
de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. PALABRA DE DIOS. GLORIA A TI SEÑOR.

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