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ASIGNATURA:
Filosofía
TEMA:
La Filosofía
SECCION:
94
PROFESOR:
Abraham Martínez de León
APELLIDOS:
Calderón Gálvez
NOMBRE:
Jancy
MATRICULA:
100635795
1
Introducción
Este cuaderno de ejercicios es resultado de una necesidad sentida por nosotros los
profesores de filosofía. Las nuevas generaciones de docentes hemos hecho conciencia de la
importancia del contacto directo con los textos de los autores básicos, para introducir a
los(as) alumnos(as) al estudio de la filosofía. Esta es una tarea difícil cuando se carece de
materiales didácticos accesibles a los estudiantes del nivel introductorio de filosofía.
¿Qué es la Filosofía?
(Fragmento)
Texto Numero I
SOBRE ELCONCEPTO DE LA FILOSOFIA
1. ¿Qué es la filosofía?
Una introducción a la filosofía, debe partir del supuesto de una cierta idea que se tenga
sobre ella. Esta idea podrá ser positiva o negativa, pero siempre será una idea. Para entrar
en la filosofía es menester una idea de aquello en lo que se va a entrar, cuando menos
aquella idea que nos mueve a entrar en eso que puede ser para nosotros algo desconocido.
Hay algo que nos mueve a conocer lo que conocemos, que nos incita a conocerlo. La
incitación, este movernos a conocerlo, va acompañado ya de una cierta idea. En el caso de
las filosofías casi todas tenemos una idea sobre ella, docta a vulgar, entrar en ella implica
saber que es ella. Esto es, implica afirmar la idea que tenemos, o cambiarla por otra que nos
parezca más cierta.
La primera pregunta que debemos plantear antes de entrar en la filosofía es esta: ¿Qué es
filosofía? Esto es, ¿Qué es eso en lo que vamos a entrar? Vamos a entrar en la filosofía
bien, pero ¿Qué es la filosofía? ¿Cómo vamos a entrar en algo que no sabemos qué es? Se
puede pensar que el explotador entra en lugares que no sabe lo que son, que no necesita
saberlo para querer entrar. Pero si se piensa bien se observara que no es así: el explorador
entra en algún lugar porque cree que puede encontrar algo o no en igual forma nosotros
vamos a entrar en la filosofía. Lo que puede sucedernos es que no sea esa idea la que se
revele, que la filosofía se nos presente como algo distinto a lo que fuese. Todos tenemos
una idea de la filosofía, desde el que piensa que es la ciencia más lata hasta el que piensa
que es la cosa más aburrida del mundo. Uno y otro esperan comprobar esta idea pero es
posible que no sea la ciencia más alta, como es posible también que no sea tan aburrida
como se espera. Ahora mismo se está exponiendo una idea de la filosofía, se está diciendo
que la filosofía puede ser una cosa u otra, o bien cosas muy distinta, se está diciendo que la
filosofía puede ser cosas muy diversas. Esto es, ya se tiene una cierta idea de la filosofía.
Está muy bien, se pensara, pero si la filosofía puede ser cosas diversas, si se puede tener
diversas idea sobre la filosofía, es menester saber cuál es la idea precisa de la filosofía, o
por lo menos en cuál de las ideas que sobre la filosofía se tiene vamos a entrar
considerándola como filosofía. Es decir volvemos a la pregunta ¿Qué es la filosofía? Y
volvemos a ella para poder hacer su historia, para entrar en su historia. Lo que estamos
pidiendo es una definición de lo que sea la filosofía, estamos pidiendo su acotación,
queremos verla separada de todas las de todas las cosas, distintas a ella. Pero pedir tal cosa
¿no implica también tener una idea de la filosofía, otra idea más? Cuando pedirnos la
definición de filosofía, es porque suponemos, tenemos la idea de que la filosofía es
definible, de que es acatable, y esperarnos que su historia sea la historia de esta definición
que sobre la filosofía queremos tener. Ahora nos damos cuenta de que a la pregunta ¿Qué
es filosofía?, se le pueden dar diversas respuestas, según la idea de filosofía que se tenga.
Desde el que diga que la Filosofía es la ciencia más aburrida e inútil y por lo tanto sin
interés, basta el que pasme que la es la ciencia de las ciencias. El saber supremo. Desde el
que piensa que la filosofía es definible, hasta el que piensa que es indefinible porque tiene
múltiples acepciones.
Si queremos entrar en la filosofía, tendremos que elegir una interpretación de las dadas a la
filosofía es decir. Tendremos que dar una respuesta a nuestra pregunta sobre la filosofía,
para poder entrar en ella. ¿Cuál vamos a elegir? Desde luego, lo mejor que podemos hacer,
es preguntar, no a quien nosotros nos parezca, puesto que poco o nada sabemos sobre el
asunto, si no a quienes se han dedicado a dar una respuesta a la pregunta, a los filósofos,
¿Qué es filosofía? De seguro que los filósofos van a decir qué es filosofía, nos van a dar
una definición Sobre lo que es filosofía, y sabiéndolo podremos entrar en ello. Desde luego,
vamos a preguntar a los más altos entre los filósofos. Con La seguridad de que ellos nos
dirán qué es la filosofía.
En el primer lugar en que nos encontrarnos la palabra filosofía es Grecia. Entre los griegos
raer expresión que se traduce corno atan de saber. Al primero que se atribuye
Este nombre es a Pitágoras, Sobre lo que este filósofo entendía por filosofía nos cuenta
Cicerón lo siguiente: Que habiendo Pitágoras tratado docta y disertada mente algunas
cuestiones, León, príncipe de los fliasios le pregunto de que arte hacía principalmente
profesión, a lo que Pitágoras respondió: que le parecían cosa semejante la vida del hombre
y la feria que se celebraba con
Los juegos ante el concurso de la Grecia entera, pues igual que allí unos aspiran con
destreza de sus cuerpos a la gloria y nombre de una corona, otros eran atraídos por el lucro
S, deseo de comprar y vender, pero había una clase, y precisamente la formada en mayor
proporción de hombres libres, que no buscaba ni el aplauso, ni el lucro, sino que acudían
por ver y observar con afán lo que se hacía y de qué modo; también nosotros como para
concurrir a una feria desde una dudad, así habríamos partido para esta vida desde otra vida
y naturaleza-, los unos para servir a la gloria, los otros al dinero, habiendo unos pocos que
teniendo todo lo ciernas por nada, consideran can afán la naturaleza de las cosas, los cuales
se llaman afanosos de esto es filósofos, e igual que allí lo más propio del hombre libre era
ser espectador sin adquirir nada para sí, del mismo modo en fa vida supera con mucho a
todos los afanes de contemplación y el conocimiento de las cosas'. La idea que sobre la
filosofía se tiene es de que se trata de un saber libre, desinteresado, teorético, es decir un
saber de contemplación visual.
La filosofía se presenta como un afán se saber libre y, por lo mismo desinteresado.
Si preguntarnos a los primeros sabios, a los primeros hombres que han merecido el nombre
de filósofos por los historiadores, como son los presocráticos, nos encontraremos con que
para ellos, la filosofía es una afán por explicar las cosas del mundo que nos rodean, la
naturaleza y; a manera como el hombre debe conducirse frente a sus semejantes. Todo ello
proyectado hacia el exterior, quieres saber cómo es que existen las cosas que los rodean,
buscan el principio de ellas, su origen y, y les dan diversas respuestas, para unos será el
agua, para otros el aire, o la tierra, o el fuego, o bien todos los elementos; también hablaran
de los átomos. Aquí la filosofía se representa como un preguntar por los principios
materiales del Cosmos, como un preguntar por su orden.
Para Sócrates la filosofía será cosa muy distinta. La sabiduría en el sentido que la entendían
los presocráticos, es un saber reservado a los dioses. El saber al que debe aspirar el hombre
es de otro tipo, el afán de saber dirigirse hacia otro plano, hacia el hombre mismo. En el
‘‘Conócete a ti Mismo’’ se encierra la idea que sobre la filosofía tenia Sócrates. La filosofía
es un afán que siente el hombre por saber de sí mismo. El acento de la filosofía es puesto en
el conocimiento moral y en el político.
Para Platón la filosofía es la adquisición de la ciencia. Pero esta ciencia no tiene por objeto
la cosas sensibles que están en un perpetuo estado de fluctuación, en la cuales no se
encuentra ninguna verdad, ninguna estabilidad; el Meto de la ciencia deberá ser lo
inmutable, lo idéntico, lo que nunca cambia este objeto es lo que llama Platón la idea. Estas
ideas; modelos eternos de las cosas, residen en el Ser Divino, y todas se resumen y
comprenden en la idea suprema de bien La filoso: la es una búsqueda perpetua de las ideas,
un afán de saber que es la Verdad y la Belleza, La cual no es otra cesa que el bien como
idea suprema. El filósofo que conoce el bien, es bueno no solo para sí mismo, sino también
para los otros, es el verdadero político, el unir o legislador que puede dar a la ciudad las
bases de la bondad y la virtud. La filosofía es ahora la más alta ascensión de la personalidad
humana y la sociedad humana por medio de sabiduría
Para Aristóteles, la Filosofía tiene corno objeto el ser en tanto que ser. La filosofía es la
ciencia que se ocupa de las causas y de los principios de las cosas, pero de los primeros
principios y de las primeras causas, hasta llegar al principio absoluto que comprende todo.
Ciencia de principios, la filosofía es, en este sentido, una ciencia universal. Al igual que
para Platón, la filosofía es una ciencia de lo universal y necesario. Si resumimos su
filosofía, no encontraremos con que Aristóteles da a la filosofía los siguientes caracteres: 1.
Es una ciencia universal, "el "Sabio posee hasta donde cabe la ciencia de todas las cosas,
sin poseer la ciencia de cada una individualmente-. 2 Es una ciencia difícil, para quien
puede conocer las cosas arduas y no fáciles de conocer para el hombre, es sabio". 3. una
ciencia rigurosa.
4. Es una ciencia didáctica: -1. También que el más riguroso y el más capaz de enseñar es,
es toda ciencia, el más sabio". 5. Es una ciencia preferible, la preferible en ella misma y en
gracia al conocimiento es sabiduría en mayor grado que las preferibles por sus
consecuencias. 6. Es una ciencia principal, "La principal es sabiduría con mayor propiedad
que la subordinada: porque no está en que el sabio sea mandado, sino que mande, ni que él
obedezca a otro, sino a él el menos sabio". 7. Es una divina por su objeto y por su sujeto.
"La más divina es también la de más alto rango y por esta índole la única que puede serlo
de dos maneras. Aquella que puede tener más que nadie Dios es la divina entre las ciencias,
y la que pudiera hablar de las cosas divina, ahora bien, esta, pero ella sola, resulta ser ambas
cosas: todos consideran a Dios una de las causas y un cierto principio y Dios solo, o más
que nadie, puede tener una ciencia de esta índole.
Con la aparición de los escépticos, los epicúreos y los estoicos, surge otra nueva
interpretación acerca de la filosofía "maestra de la vida, inventora de leyes, guía de la
virtud". Séneca la define como la teoría y el arte de la recta conducta. Los epicúreos dan a
la filosofía un sentido plenamente práctico. Epicuro la considera como una actividad que
trata de alcanzar la felicidad por medio del discurso y del razonamiento. Todas las ciencias
quedan subordinadas a esta finalidad de utilidad para la vida.
Con el cristianismo surgirá una nueva interpretación acerca de la filosofía. La filosofía será
para San Agustín un afán de sabiduría, sólo que esta sabiduría será de Dios. Santo Tomás
va a distinguir entre lo que es del dominio de la razón y lo que es del dominio de la fe.
Surgiendo así dos ciencias: la filosofía y la teología. Dice Santo Tomás: "Ha sido necesario,
para la salvación de la humanidad, que hubiese una ciencia basada en la revelación, además
de las ciencias filosóficas basadas en fa investigación de la razón humana". La razón es la
que prepara las verdades para la fe; pero estas verdades se dan por gracia. La razón no
puede demostrar las verdades de la fe; pero sí puede destruir las objeciones que se oponen a
tales verdades. Aquí la ciencia suprema es la teología, la ciencia revelada, la filosofía no es
sino una ciencia puesta al servicio de la ciencia divina. La filosofía es aquí sierva de la
teología.
Con Kant la filosofía se transformará en una ciencia crítica, en una ciencia que se pregunta
por el alcance del conocimiento humano.
Estas y otras diferentes respuestas serán las que se obtengan si continuarnos preguntando a
los filósofos lo que entienden por filosofía. Como se habrá visto, cada una de estas ideas se
nos ha presentado como distinta. A la pregunta ¿qué es la filosofía?, nos han contestado con
diversas respuestas:
¿Qué es la Filosofía?
(Fragmento)
Texto Numero II
¿Qué es la filosofía?
Querida Sofía. Muchas personas tienen distintos hobbies. Unas coleccionan monedas
antiguas o sellos, a otras les gustan las labores, y otras emplean la mayor parte de su tiempo
libre en la práctica de algún deporte.
A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que leemos es muy variado. Unos leen sólo
periódicos o cómics, a algunos les gustan las novelas, y otros prefieren libros sobre
distintos temas, tales como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos.
Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas, no puedo exigir que todos
los demás tengan los mismos intereses que yo. Si sigo con gran interés todas las emisiones
deportivas en la televisión, tengo que tolerar que otros opinen que el deporte es aburrido.
¿Hay, no obstante, algo que debería interesar a todo el mundo? ¿Existe algo que concierna
a todos los seres humanos, independientemente de quienes sean o de en qué parte del
mundo vivan? Sí, querida Sofía, hay algunas cuestiones que debería interesar a todo el
mundo. Sobre esas cuestiones trata este curso.
Pero con todas esas necesidades cubiertas, ¿hay todavía algo que todo el mundo necesite?
Los filósofos opinan que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo de pan. Es evidente que
todo el-mundo necesita comer. Todo el mundo necesita también amor y cuidados. Pero aún
hay algo más que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a quién
somos y por qué vivimos.
Interesarse por el por qué vivimos no es, por lo tanto, un interés fortuito o tan casual como,
por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interesa por cuestiones de ese tipo está
preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta.
El cómo ha nacido el universo, el planeta y la vida aquí, son preguntas más grandes y más
importantes que quién ganó más medallas en los juegos olímpicos de invierno.
¿Hay otra vida después de la muerte? ¿Cómo podernos solucionar problemas de este tipo?
Y, ante todo. ¿Cómo debemos vivir?
En todas la épocas, los seres humanos se han hecho preguntas de este tipo No se conoce
ninguna cultura que no se haya preocupado por saber quiénes son los seres humanos y de
donde procede el mundo.
En realidad, no son tantas las preguntas filosóficas que podemos hacernos. Ya hemos
formulado algunas de las más importantes. No obstante, la historia nos muestra muchas
respuestas diferentes a cada una de las preguntas que nos hemos hecho.
Vemos, pues, que resulta más fácil hacerse preguntas filosóficas que contestarlas.
También hoy en día cada uno tiene que buscar sus propias respuestas a esas mismas
preguntas. No se puede consultar una enciclopedia para ver si existe Dios o si hay vida
después de la muerte. La enciclopedia tampoco nos proporciona una respuesta a cómo
debemos vivir. No obstante, a la hora de formar nuestra propia opinión sobre la vida, puede
resultar de gran ayuda leer lo que otros han pensado.
La búsqueda de la verdad que emprenden los filósofos podría comparar-Se, quizás, con una
historia policíaca. Unos opinan que Andersen es el asesino, otros creen que es Niélsen o
Jepsen. Cuando se trata de un verdadero misterio policíaco, puede que la policía llegue a
descubrirlo algún día. Por otra parte, también puede ocurrir que nunca llegue a desvelarse el
misterio. No obstante, el misterio sí tiene una solución.
Aunque una pregunta resulte difícil de contestar puede, sin embargo, pensarse que tiene
una, y sólo un respuesta correcta. O existe una especie de vida después de la muerte, o no
existe.
A través de los tiempos, la ciencia ha solucionado muchos enigmas. Hace mucho era un
gran misterio saber cómo era la otra cara de la luna. Cuestiones corno ésas eran difícilmente
discutibles; la respuesta dependía de la imaginación de cada uno. Pero, hoy en día, sabernos
con exactitud cómo es la otra cara de la luna. Ya no se puede "creer' que la luna sea un
queso.
Uno de los viejos filósofos griegos que vivió- hace más de dos mil años pensaba que la
filosofía surgió debido al asombro de los seres humanos. Al ser humane le parece tan
extraño existir que las preguntas filosóficas surgen por sí solas, opinaba él.
P.D. En cuanto al conejo blanco, quizás convenga compararlo con el universo entero. Los
que vivimos aquí somos unos bichos minúsculos que vivimos muy dentro de la piel del
conejo. Pero los filósofos intentan subirse por encima de uno se esos fino pelillos para
mirar a los ojos al gran prestidigitador.
Sofía estaba agotada ¿Si le seguía? No recordaba haber respirado durante toda la lectura.
No podio ser la misma persona que habrá enviado la postal a Hilde Moller Knag, pues la
postal llevaba sellos y matasellos. El sobre amarillo había sido metido directamente en el
buzón, igual que los dos sobres blancos.
Sofía miro el reloj. Sólo eran las tres menos cuarto. Faltaban casi dos horas para que su
madre volviera del trabajo.
Sofía salió de nuevo al jardín y se fue corriendo al buzón ¿Y sí había algo más?
Encontró otro sobre amarillo con su nombre. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Se
fue corriendo hacia donde empezaba el bosque y miró fijamente el sendero.
De repente, le pareció oír el crujido de alguna rama en el interior del bosque, no estaba
totalmente segura, sería imposible, de todos modos, correr detrás si alguien intentaba
escapar:
Sofía se metió en casa de nuevo y dejó la mochila y el correo de su madre, subió de prisa a
su habitación, sacó; a caja grande donde guardaba las piedras bonitas, las echó al suelo y
metió los dos sobres grandes en la caja. Luego volvió al jardín con la caja en los brazos.
Antes de irse sacó comida para Sherekan.
¡Mili, misi, misi!
De vuelta al callejón, abrió el sobre y sacó varias nuevas hojas escritas a máquina y
comenzó a leer.
Un Ser Extraño
Aquí estoy de nuevo. Como ves, este curso de filosofía llegará en pequeñas dosis. He aquí
unos comentarios más de introducción.
¿Dije ya que lo único que necesitarnos para ser buenos filósofos es la capacidad de
asombro? Si no lo dije, lo digo ahora: LO UNICO QUE NECESITAMOS PARA SER
BUENOS FILOSOFOS ES LA CAPACIDAD DE ASOMBRO.
Todos los niños pequeños tienen esa capacidad. No faltaría más. Tras unos cuantos meses,
salen a una realidad totalmente nueva. Pero conforme van creciendo, esa capacidad de
asombro parece ir disminuyendo. ¿A qué se debe? ¿Conoce Sofía Amundsen la respuesta a
esta pregunta?
Veamos: si un recién nacido pudiera hablar, seguramente diría algo de ese extraed mundo
al que ha llegado. Porque, aunque el niño no sabe hablar, vernos como señala las cosas de
su alrededor y cómo intenta agarrar con curiosidad las cosas de la habitación.
Cuando empieza a hablar, el niño se para y grita "guau, guau". Lo que ya tenernos algunos
años a lo mejor nos sentimos un poco agobiados por el entusiasmo del niño. "Si, si, es una
guau guau", -decimos, muy conocedores del mundo, "tienes que quedarte quietecito en el
coche" No sentirnos el mismo entusiasmo. Hemos visto perros antes.
Quizás se repita este episodio de gran entusiasmo unas doscientas veces, antes de que el
niño pueda ver pasar un perro sin perder los estribos. O un elefante o un hipopótamo. Pero
antes de que aprenda a pensar filosóficamente, el mundo se ha convertido para él en algo
habitual.
Lo que a mí me preocupa es que tú seas de los que toman el mundo corno algo asentado,
querida Sofía. Para asegurarnos, vamos a hacer un par de experimentos antes de iniciar el
curso de filosofía propiamente.
Imagínate que un día estás de paseo por el bosque. De pronto descubres una pequeña nave
espacial en el sendero delante de ti. De la nave espacial sale un pequeño marciano que se
queda parado, mirándote fijamente.
¿Qué habrías pensado tú en caso así? Bueno, eso no importa, ¿pero se te ha ocurrido alguna
vez pensar que tú misma eres una marciana?
Es cierto que no es muy probables que te vayas a topar con un ser de otro planeta. Ni
siquiera sabemos si hay vida en otros planetas. Pero ocurrir que te topes contigo misma.
Puede que de pronto un día te detengas, y te veas de una manera completamente nueva.
Quizás ocurra precisamente durante un paseo por el bosque.
Una mañana, la madre, el padre y el pequeño Tomás, de dos o tres, están sentados en la
cocina desayunando. La madre se levanta de la mesa y va hacia la encimen, y entonces
el padre comienza, de repente, a flotar bajo el techo, mientras Toma Se le queda mirando.
¿Qué crees que dice Tomás en ese momento? Quizás señale a su papa y diga: "¡Papa está
flotando!".
Tomás se sorprendería, naturalmente, pero se sorprende muy a menudo. Papá hace tantas
cosas curiosas que un pequeño vuelo por encima de la mesa del desayuno no cambia mucho
filas cosas para Tomás. Su papá se afeita cada día con una extraña maquinilla, otras veces
trepa hasta el tejado para arreglar la antena de la tele, o mete la cabeza en el motor de un
coche y la saca negra.
Ahora le toca a mamá. Ha oído lo que acaba de decir Tomás y se vuelve decididamente.
¿Cómo reaccionará ella al espectáculo del padre volando libremente por encima de la mesa
de la cocina?
Tienen que ver con el hábito (Toma nota de esto) La madre ha aprendido que los seres
humanos no saben volar. Tomas no lo ha aprendido Él sigue dudando de lo que se puede y
no se puede hacer en este mundo.
¿Pero en propio mundo, Sofía? ¿Crees que es mundo puede flotar? También este mundo
está volando libremente
Puntualizo: aunque las cuestiones filosóficas conciernen a todo el mundo, no todo el mundo
se convierte en filósofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que
el in opio por la vida queda relegado a un segundo plano. (Se adentraba en la piel del
conejo, de acomodan y se quedan allí para el resto de su vida.
Precisamente en este punto los filósofos constituyen una honrosa excepción. Un filósofo
jamás ha sabido habituarse de todo al mundo. Para él o ella, el mundo sigue siendo algo
desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso. Por lo tanto, los filósofos y los niños
pequeños tienen en común esa importante capacidad. Se podría decir que un filósofo sigue
siendo tan susceptible como un niño pequeño durante toda la vida.
De modo que puedes elegir, .querida Sofía. ¿Eres una niña pequeña que aún no ha llegado a
ser la perfecta conocedora del mundo? ¿O eres una filósofa que puede jurar que jamás lo
llegará conocer?
Pero esos seres dentro de la piel no escuchan a los filósofos. -¡Ah que pesados! -dicen.
- Dame la mantequilla. ¿Cómo va la bolsa hoy? ¿A cómo están los tomates? ¿Has oído que
Lady Di espera otro hijo?
Cuando la madre de Sofía volvió a casa más tarde, Sofía se encontraba en un estado de
shock. La caja con las cartas del misterioso filósofo se encontraban bien guardadas en el
Callejón. Sofía comenzaba a hacer los deberes, pero se quedó pensando y meditando sobre
lo que había leído.
¡Había tantas cosas en las que nunca había pensado antes! Ya no era una niña, pero
tampoco era del todo adulta. Sofía entendió que ya había empezado a adentrarse en la
espesa piel de ese conejo que se había sacado del negro sombrero de copa del universo.
Pero el filósofo la ~había detenido.
Él -¿o sería ella?- la había agarrado fuertemente y la había sacado hasta el pelillo de la piel
donde jugaba cuando era niña. Y ahí, en el extremo del pelillo, había vuelto a ver el mundo
como si lo viera por primera vez.
Cuando su madre llegó a casa, sobre las cinco de la tarde, Sofía la llevó al salón y la obligó a
sentarse en un sillón.
- ¿Por qué no? ¿Entonces, acaso te parece el mundo algo completamente normal?
Sofía entendió que el filósofo tenía razón. Para los adultos el mundo era algo sentado. Se
habían metido de una vez por todas en el sueño cotidiano de la Bella Durmiente.
¡Bah! Simplemente estás tan habituada al mundo que te ha dejado de asombrar -dijo-
- ¿Qué dices?
- Entonces, lo diré de otra manera. Te has acomodado bien dentro de la piel del conejo que
acaba de ser sacado del negro sombrero de copa del universo. Y ahora pondrás las patatas a
cocer, y luego leerás el periódico, y después de media hora de siesta veras el telediario.
Sofía se echó a reír, pero entendió por qué esta pregunta había surgido exactamente en esta
situación.
¿Estás loca? -dijo-. Las drogas te atrofian aún más. Y no se dijo nada mal-, aquella la' ni
sobre drogas, ni sobre el conejo blanco.
J. M. BOCHENSKI
La Filosofía
(Fragmento)
Texto Número 3
LA FILOSOFÍA
La filosofía es un asunto que no atañe sólo al profesor de ella. Por muy raro que parezca,
probablemente de no hay hombre que no filosofe. O, por lo menos, todo hombre tiene
momentos en vida en que se convierte en filósofo. La cosa es cierta sobre todo de nuestros
científicos, historiadores y artistas. Tarde o temprano, todos suelen meterse en harina
filosófica. Realmente, no digo que con ello se le haga un eminente servicio a la humanidad.
Los libros de los legos filosofantes -físicos, poetas o políticos, por otra parte famosos- son
de ordinario malos y frecuentemente contienen una filosofía ingenuamente infantil y
generalmente falsa. Pero esto es aquí accesorio. Lo importante es que todos filosofamos y,
a lo que parece, no tenemos otro remedio que filosofar.
Hay, primeramente una opinión según la cual la filosofía sería un colectivo para todo
aquello que no puede ser aún tratado científicamente. Tal es, por ejemplo, la opinión de
Lord Bertrand Russell y de muchos filósofos positivistas. Los partidarios de esta opinión
nos llama la atención sobre el hecho de que, en Aristóteles, filosofía y ciencia significaban
lo mismo, y que posteriormente las ciencias particulares se fueron desprendiendo de la
filosofía: primero la medicina, luego la misma lógica formal, que, como es sabido, se
enseña hoy generalmente en las facultades de matemáticas. En otras palabras: no habría
absolutamente una filosofía, en el sentido, por ejemplo en que hay una matemática, con
objeto propio. Tal objeto de la filosofía no existe. Así se ' designarían únicamente
determinadas tentativas de resolver o aclarar diversos problemas aún inmaduros.
En segundo lugar, es cierto que en el curso del tiempo se han desprendido de la filosofía
diversas disciplinas. Pero lo chocante es que, al independizarse una ciencia especial, casi
simultáneamente ha surgido siempre una disciplina filosófica paralela. Así, en los últimos
años, al separarse la filosofía de la lógica formal, surgió inmediatamente una filosofía de la
lógica, muy &fundida y calurosamente discutida. En Estados Unidos de Norteamérica se
escribe y discute sobre ella acaso más que sobre cuestiones lógicas puras, a pesar de que
ese país va a la cabeza de la lógica, o precisamente por ello. Los hechos demuestran que la
filosofía, lejos de morir con el desenvolvimiento de las ciencias, se vigoriza o enriquece
más.
Y, finalmente, una pregunta maliciosa a los que opinan que no hay filosofía: ¿en nombre de
qué disciplina o de qué ciencia se asienta esta afirmación? Ya Aristóteles argüía a los
negadores de la filosofía: O hay que filosofar o no hay que filosofar. Si no hay que filosofar
será en nombre de la filosofía. Luego, si no hay que filosofar, hay que filosofar. Y lo
mismo puede argüirse hoy. Nada hay tan divertido como el espectáculo de los supuestos
enemigos de la filosofía aduciendo grandes argumentos filosóficos para demostrar que no
existe la filosofía. Difícilmente, pues; puede darse la razón, a la primera opinión. La
filosofía tiene que ser algo distinto de un recipiente general de problemas inmaturos. Esta
función hubo de desempeñar alguna vez, pero ella es más que eso.
La segunda opinión afirma, por el contrario, que la filosofía no desaparecerá jamás aun
cuando de ella se desprendan todas las ciencias posibles, pues la filosofía, según esta
opinión, no es ciencia. Si el objeto -se dice- es lo superracional, lo incomprensible, lo que
se halla por encima de la razón o por lo menos en las fronteras de ella. Tiene, pues, muy
poco de común con fa razón o con la ciencia. Su dominio está situado fuera de lo racional.
Según eso, filosofar no significa investigar con la razón, sino de otro modo, más o menos
irracionalmente. He aquí una opinión muy difundida hoy en el continente europeo y que
está representada, entre otros, por los llamados filósofos existencialistas. Un representante
extremo de esta dirección es ciertamente el profesor Jean Whal, el principal filósofo de
París, para quien en el fondo no hay distinción entre filosofía y poesía. Más también el
conocido filósofo existencialista Karl Jaspers está en este aspecto cerca de Jean Whal. En la
interpretación de Jean Hersch, filósofa de
Ginebra, la filosofía es un pensar límite entre ciencia y música. Gabriel Marcel, otro
filósofo existencialista, ha hecho imprimir directamente en un libro filosófico una pieza de
música original suya. Y nada digamos de las novelas que suelen escribir algunos filósofos
actuales.
También esta opinión es una tesis filosófica respetable. La verdad es que a favor suyo
puede aducirse distintos argumentos. En primer lugar, que en las cuestiones límite -y tales
son generalmente las cuestiones filosóficas-, el hombre ha de servirse de todas sus fuerzas,
incluso, por tanto, del sentimiento, de la voluntad, de la fantasía, como hace el poeta. En
segundo lugar, que los datos fundamentales de la filosofía no son siquiera accesibles a la
razón. Hay que tratar por tanto, de comprenderlos en cuanto cabe, por otros medios. En
tercer lugar, que todo lo que toca la razón pertenece ya a una u otra ciencia. No queda,
pues, a la filosofía más que este pensar poético en la frontera o más allá de la frontera de la
razón. Y acaso pudiera alegarse aún más por el estilo.
Contra esta opinión se defienden numerosos pensadores entre otros los que son fieles al
dicho de Ludwig Wittgenstein: "Sobre lo que no se puede hablar hay que callarse'. Por
hablar entiende aquí Wittgenstein el hablar racional, es decir, el pensamiento. Si algo no
puede comprenderse con los medios normales del conocimiento humano, es decir, por la
razón dicen estos impugnadores de la filosofía poética, no puede comprenderse
absolutamente. El hombre no tiene más que dos medios posibles de conocer las cosas:
viendo directamente, el objeto, o deduciéndolo. Ahora bien, en ambos casos se realiza tina
función cognoscitiva y, esencialmente, un acto de la razón. Del flechó de que se ame o se
aborrezca, de que se sienta angustia, hastío o asco y cosas por el estilo, acaso se siga que es
uno feliz o infeliz, respectivamente, pero nada más. Así dicen estos filósofos, los cuales por
añadidura -y yo lo lamento-, se ríen en la cara de los representantes de la opinión contraria
y los motejan de sonadores, poetas y gentes informales.
Primera respuesta: la teoría del conocimiento. Las otras ciencias conocen. La filosofía
estudia la posibilidad del conocimiento mismo, los presupuestos y límites del conocimiento
posible. Así Emmanuel Kant y muchos de sus seguidores.
Segunda respuesta: los valores. Toda otra ciencia estudia lo que es. La filosofía investiga lo
que debe ser. Esta respuesta la han dado por ejemplo, los seguidores de la llamada escuela
suralemana y muchos filósofos franceses contemporáneo.
Tercera respuesta: el hombre como fundamento y supuesto de todo lo demás. Según los
defensores de esta opinión todo está en la realidad referido de alguna manera al hombre.
Las ciencias naturales y hasta las ciencias del espíritu dejan a un lado esta referencia. La
filosofía se enfrenta con ella y, consiguientemente, tiene al hombre por su objeto propio.
Así muchos filósofos existencialistas.
Cuarta respuesta: el lenguaje. ‘‘No existen proposiciones filosóficas, sino solo aclaración
de proporciones’’, dice Wittgenstein. La filosofía estudia el lenguaje de las otras ciencias
desde el punto de vista de su estructura. Tal es la teoría de Wittgenstein y de la mayor parte
de los positivistas lógicos de la actualidad.
Tales son algunas de las varias opiniones por el estilo. Cada una de ellas tiene sus
argumentos y es defendida de manera casi convincente. Cada defensor de estas opiniones
echa en cara a los partidarios de las otras que no son en absoluto filósofos. No hay más que
oír con que íntima convicción se dictan tales juicios. Los positivistas lógicos, por ejemplo,
suelen marcar a fuego a cuantos no están de acuerdo con ellos, como los metafísicos. Y
metafísica, según ellos, es el absurdo en el más estricto sentido de la palabra. Un metafísico
emite sonidos, pero no dice nada. Lo mismo los kantianos: para ellos, todo el que no piensa
como Kant es un metafísico, si bien esto no significa, según ellos, que digan absurdos, sino
que están anticuados y no son filósofos. Y no hablemos, por ser universalmente conocido
del desprecio con que los existencialistas tratan a los que no los son.
Ahora, si he decir a ustedes mi modesta opinión personal, yo experimento un cierto
malestar ante esa firme fe en una u otra concepción de la filosofía. Me parece muy
razonable que se diga que la filosofía ha de ocuparse del conocimiento, en los valores, en el
hombre, en el lenguaje. Pero ¿Por qué solo en eso? ¿Ha demostrado algún filosofo que no
haya más objetos de la filosofía? Al que tal afirme, yo le aconsejaría ante todo, como el
‘‘Mefistoles’’ de Goethe, un collegium logicum para que aprenda desde luego lo que es
propiamente una demostración. Nada semejante se ha demostrado irresuelto, de
importantes problemas irresueltos que pertenecen a todos los terrenos citados, pero no son
ni pueden ser tratados por una ciencia en especial. Tal es, por ejemplo, el problema de la
ley. No es este, ciertamente, un problema matemático. El matemático puede tranquilamente
formular y estudiar sus leyes sin plantearse la cuestión de la ley. Tampoco pertenece a la
filología o ciencia del lenguaje, pues no se trata de la lengua, sino de algo que está en este
mundo o, por lo menos, en el pensamiento. Por otra parte, la ley matemática no es tampoco
un valor, pues no es algo que deba ser, sino algo que es. No entra por ende, en la teoría de
los valores. Si se limita la filosofía a una ciencia especial o alguna disciplina que he
numerado, este problema no puede en absoluto dilucidarse. No hay lugar para él. Y sin
embargo, es un auténtico e importante problema.
Parece, pues, que la filosofía no puede ser identificada con las ciencias especiales ni
limitada a un solo terreno. Es en cierto sentido una ciencia universal. Su dominio no se
limita, como el de las otras ciencias, a un terreno estrictamente acotado. Mas, si ello es así,
puede suceder, y de hecho sucede, que la filosofía trate los mismos en que se ocupan las
otras ciencias.
¿En qué se distingue entonces la filosofía respecto de esta otra ciencia? Se distingue -
respondemos- tanto por su método como por su punto de vista. Por su método porque al
filósofo no se le veda ninguno de los métodos de conocer. Así no está obligado, como el
físico, a reducirlo todo a los fenómenos observados sensiblemente. Es decir, el filósofo no
tiene por qué limitarse al método empírico, deductivo. Puede también valerse de la
intuición del dato y de otros medios.
La filosofía se distingue además de otras ciencias por su punto de vista. Cuando considera
un objeto, lo mira siempre y exclusivamente desde el punto de vista del límite, de los
aspectos fundamentales. En este sentido la filosofía es una ciencia de los fundamentos.
Donde las otras ciencias se paran, donde ellas no se preguntan y dan mil cosas por
supuestas, allí empieza a preguntar el filósofo. Las ciencias conocen; él pregunta qué es
conocer. Los otros sientan leyes; él se pregunta qué es la ley. El hombre ordinario habla del
sentido y la finalidad. El filósofo estudia qué hay que entender propiamente por sentido y
finalidad. Así, la filosofía es también una ciencia radical, pues va a la raíz de manera más
profunda que ninguna otra ciencia. Donde las otras se dan por satisfechas, la filosofía sigue
preguntando e investigando.
No siempre es fácil decir dónde está el límite entre una ciencia particular y la filosofía. Así
el estudio de los fundamentos de la matemática, que tan bellamente había de desarrollarse
en el curso de nuestro siglo, con toda certeza u estudio filosófico, pero está a la par
estrechamente ligado a investigaciones matemáticas. Hay, sin embargo, algunos terrenos en
que la frontera aparece clara. Tal es, por una parte, la ontología, disciplina que no se trata
de esta o la otra cosa, sino de las cosas más generales, corno el ente, la esencia y la
existencia, la cualidad y otras cosas por el estilo. Por otra parte, a la filosofía le pertenece
también el estudio de los valores como tales, no como aparecen en la evolución de la
sociedad, sino en sí mismos. En estos dos terrenos la filosofía no confina sencillamente con
nada. No hay fuera de ella una ciencia que se ocupe ni pueda ocuparse en estos temas. Y la
ontología se da luego por supuesta en las investigaciones de otros terrenos, con lo que se da
también una distinción respecto a otras ciencias que no quieren saber nada de la ontología.
Así vieron la filosofía la mayor parte de los filósofos de todos los tiempos: como una
ciencia. No corno poesía, no como música, sino como un estudio serio y sereno. Como una
ciencia universal, en el sentido de que no se cierra a ningún campo y emplea todo método
que le sea accesible. Corno ciencia de los problemas límite y de las cuestiones
fundamentales, y, por ello también, corno una ciencia radical que no se da por satisfecha
con los supuestos de las otras ciencias, sino que quiere investigar hasta la raíz.
Hay que decir también que es una ciencia extremadamente difícil. Donde casi todo se pone
siempre en tela de juicio, donde no rige ningún supuesto ni método tradicional, donde hay
que tener siempre ante los ojos los complejísimos problemas de la ontología, el trabajo no
puede ser fácil. No es de maravillar que las opiniones difieran tanto en filosofía. Un gran
pensador y no escéptico -al contrario, uno de los más grandes sistemáticos de la historia-,
Santo Tomás de Aquino, dice alguna vez que sólo muy pocos hombres, tras largo tiempo y
no sin mezcla en errores, son capaces de resolver las cuestiones fundamentales de la
filosofía.
Pero el hombre estás, quiera o no quiera, destinado a la filosofía. Aún tengo que decirles,
para terminar, otra cosa: a pesar de su enorme dificultad, la filosofía es una de las más
bellas y nobles cosas que puede haber en la vida. El que una vez haya entrado en contacto
con un auténtico filósofo se sentirá siempre atraído por él.
ANDRES AVELINO GARCIA
Texto Número 4
Para indagar lo que es y lo que se propone la teoría del conocimiento, debemos saber lo que
es antes la filosofía. Pero preguntar cuál es la esencia de la filosofía, exige una respuesta
antinómicamente problemática. Como la esencia de todo otro ser, la esencia de la filosofía
no puede delimitarse de un modo preciso y definitivo a la manera como el científico
pretende que delimita los objetos de su interés cognoscitivo. La esencia de todo ser en
cuanto ser es un objeto antinómicamente problemático, pues ni por demostración ni por
comprobación experimental sensible, se puede demostrar y probar lo que es un ser en
cuanto ser.
Cada filósofo dará una respuesta, (su respuesta), a la pregunta: ¿cuál es la esencia de la
filosofía? Las innumerables respuestas diferentes que los filósofos han dado a esta
pregunta, y el hecho de que excluyen las unas de las otras, es ya un indicio de que se trata
de un objeto antinómico. En la etimología griega del nombre filosofía, "amor a la
sabiduría"; "amor al saber se insinúa una definición de filosofía, que aunque ha sido
repudiada corno una definición muy general, da con el contenido de la esencia de la
filosofía. El rechazo de la etimología griega se ha hecho porque no se han detenido con
sentido crítico ni se han abordado suficientemente en La definición etimológica. Pero para
penetrar en el sentido del concepto filosofía, en la significación del pensamiento: "La
filosofía es amor a la sabiduría" debemos saber cuál es la esencia del amor que es también
un objeto con respecto a cuya esencia surgen respuestas que son también antinómicamente
problemáticas.
Si amor es anhelo del ser no poseído, más propiamente, anheló del ser no posible, la palabra
filosofía da con la significación de la esencia de la filosofía. Filosofía es amor a la
sabiduría, anhelo de un ser que no se posee y que el verdadero filósofo vislumbra que es de
imposible posesión definitiva. La sabiduría es un ser que no se-posee porque la-filosofía,
que-pretende obtenerlo, es un mero discurrir sobre pensamientos antinómicamente
problemáticos. La ciencia llega a conocer, a poseer intelectivamente sus objetos, o por lo
menos, al científico, en su actitud dogmática, le satisface determinada posesión de aquellos.
Pero los objetos de la filosofía son radicalmente de naturaleza distinta a la de los objetos
científicos. Estos últimos son objetos ópticos materiales, en cambio, los objetos-filosóficos
son meros pensamientos antinómicamente, problemáticos sobre los objetos ópticos
substanciales.
La filosofía es, pues, una discusión problemática sobre los problemas antinómicamente,
problemáticos que suscitan acerca de los objetos científicos y sobre las realidades
substanciales de todo género.
Los pensamientos que el científico enuncia sobre sus objetos no son antinómicamente
problemáticos; son meramente problemáticos; admiten una unívoca solución que puede ser
comprobada. El científico encuentra o considera que se encuentra una comprobación
sensible y una demostración exhaustiva de sus problemas. El filósofo no puede encontrar
comprobación sensible ni demostración de sus problemas, pues sus objetos son
pensamientos antinómicamente problemáticos, ajenos a lo real sensible y a lo demostrable
en el sentido de lo matemático. Sus objetos son solo experimentables de modo inmediato
no-sensible, no experimental de modo inmediato sensible como los objetos reales de la
ciencia.
La filosofía y la ciencia han andado siempre juntas; son el producto de dos actitudes del
hombre: la actitud escéptica y la actitud dogmática. La primera actitud conduce al hombre
hacia los objetos: pensamientos antinómicamente problemáticos, la segunda lo lleva hacia
los objetos no-problemáticos, los objetos no pensamientos, objetos (milicos substanciales,
que considera conocidos en su esencia y en los principios generales que los rigen y de los
cuales sólo le interesa un conocimiento, un saber de segundo grado: su comportamiento,
sus procesos, sus relaciones, sus ordenamientos, sus leyes.
La filosofía se ha dado pocas veces en un estado de absoluta pureza. En los albores del
pensamiento problemático occidental, en el griego, los jónicos discutieron sobre el
pensamiento antinómicamente problemático ¿Cuál es el principio fundamental de todas las
cosas? La filosofía puede ser pura en cuanto a la pregunta que impulsa, e impura en cuanto
al método o procedimiento que usa para responder a tal pregunta la metafísica es un tipo de
filosofía de alta pureza, pero que no siempre logra mantenerla. En Parménides, Platón y
Aristóteles tenemos las metafísicas de más alto grado de pureza que se ha dado en la
antigüedad. La metafísica no es el tipo de filosofía de más alto grado de-pureza, porque en
ella aunque se discurre sobre pensamiento antinómicamente problemático, que son sus
objetos, ese discurrir se hace de un modo dogmático y en la mayoría de los casos en
referencia constante a objetos no problemáticos. La metafísica de más alto grado de pureza
que nos legó la filosofía griega, fue desde éste punto de vista, la de Parménides. Le siguen
en grado de pureza la de Platón y Aristóteles.
La filosofía más pura que se ha dado hasta el presente es la platónica. Sus objetos son su
totalidad pensamientos antinómicamente problemáticos sobre todo tipo de realidad. Y su
método fue el método genuinamente filosófico: la discusión dialéctica sobre los problemas
antinómicos de toda índole.
Precisamente esas mismas antinomias que Kant pretendió más tarde sacar del seno de lo
metafísica por considerarlas inservibles, son la esencia de la filosofía.
En la filosofía existe una disciplina que posee un grado de pureza aún más alto que el de la
metafísica: la teoría del conocimiento. En ella todas las preguntas son sobre pensamientos
antinómicamente problemáticos; sus posiciones son duales, polarmente antinómicas y se
desarrollan en discusión problemática y sin apoyo posible en realidades sensibles. Es cierto
que en la metafísica estas cosas existen también, pero no ocurren del mismo modo. La
posición metafísica se esboza dogmáticamente, aunque realmente se advierte la posición
antinómica contraria. El intento de Sócrates de ‘‘hacer toda acción humana una acción
consciente’’ noes filosofía: 1. Una filosofía absolutamente pura como la platónica de los
diálogos socráticos y polémicos en que las discusiones antinómicamente problemáticas no
arrojan ningún saber. En esta queda incluida la filosofía y la Teoría del Conocimiento; 2.
La filosofía de las metafísicas trascendentales en las que las afirmaciones sobre los objetos
antinómicamente problemáticos, aunque no lo obtienen ciertamente consideran obtener
conocimiento; por ellos es una filosofía de menos pureza quela de la teoría del
conocimiento seguro, definitivo, no alterado por ninguna duda; ni impugnado por ninguna
crítica, es conocimiento científico, proceda de la ciencia o de la filosofía. Todo
conocimiento obtenido en una filosofía impura es conocimiento con carácter definitivo.
Toda filosofía aceptada con carácter de saber definitivo, no impugnado, se torna en saber
científico se convierte en ciencia dogmática para los que aceptan sin discusión, aunque
pueda, pasada una época, ser de nuevo impugnada, convertida en lo que es propiamente, un
objeto antinómicamente problemático, y volver a ser lo que propiamente es una filosofía.
3. otro tipo de filosofía es el de las metafísicas inmanentes inductivas, que aunque sus
pensamientos se refieren a objetos antinómicamente problemáticos, pretenden obtener
conocimientos seguros, cuyo ser esta, según el científico, fuera de toda discusión. Existe,
por último, una filosofía, que ya por su esencia deja de ser filosofía, el positivismo y las
llamadas filosofías científicas, en las que no se investiga por medio de pensamientos
antinómicamente problemático.
Estos filósofos no quieren hacer filosofía sino mera ciencia. Todo conocimiento adquirido
por ellos es conocimiento, definitivo, no porque ciertamente lo sea, sino porque el científico
considera que lo es.
JULIÁN MARÍAS
Texto Número 5
LA IDEA DE LA FILOSOFIA
Dentro ya del cristianismo, para San Agustín se trata de La contraposición, aún más honda,
ente una visita teorética y una visita beata. Y unos siglos más lude. Sardo Tomás se moverá
entre una scientia theologica y scientia philosophica; dualidad he pasado de la esfera de la
vida misma de los diversos modos de ciencia.
Por último, en nuestro tiempo, mientras Hussert insiste una vez más en presentar la filosofía
como ciencia estricta y rigurosa, Ckithey la vincula esencialmente a la vida humana y a la
historia, la idea de la razón vital (Ortega) replantea de un modo radical el núcleo mismo de
la cuestión, estableciendo una relación intrínseca y necesaria entre el saber racional y la
vida misma.
ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
¿Por qué el hombre se pone a filosofar? Contadas veces se ha planteado esta cuestión de un
modo suficiente. Aristóteles la ha tocado de tal manera que ha influido decisivamente en
todo el proceso ulterior de la filosofía. El comienzo de su Metafísica es una respuesta a esa
pregunta: Todos los hombres tienden por naturaleza a saber. La razón del deseo de conocer
del hombre es para Aristóteles, nada menos que su naturaleza. Y la naturaleza es la
sustancia de una cosa, aquello en que realmente consiste; por tanto, el hombre aparece
definido por el saber; es su esencia misma quien mueve al hombre a conocer. Y aquí
volvemos a encontrar una más sabia implicación entre saber y vida, cuyo sentido se irá
haciendo más diáfano y transparente a lo largo de este libro Pero Aristóteles dice algo más.
Un poco más adelante escribe: "Por el asombro comenzaron los hombre, ahora y en un
principio, a filosofar, asombrándose primero de las cosas más extrañas que tenían más a
mano, y luego, al avanzar así poco a poco, haciéndose cuestión de las cosas más graves
tales corno los movimientos de la Luna, del Sol y de los astros y la generación del todo".
Tenemos, pues, como raíz más concreta del filosofar una actitud humana que es el asombro.
El hombre se extraña de las cosas cercanas, y luego de la totalidad de cuanto hay. En lugar
de moverse entre las cosas, usar de -ellas, gozarlas o temerlas, se pone fuera, extrañado de
ellas, y se pregunta con asombro por esas cosas próximas y de todos los días, que ahora, por
primera vez, aparecen frente a él, por tanto, solas, aisladas en sí mismas por la pregunta:
"¿qué es esto?" En este momento comienza la filosofía.
Es una actitud humana completamente nueva, que se ha llamado teorética por oposición a
la actitud mítica (Zubiri). El nuevo método humano surge en Grecia un día, por primera vez
en la historia, y desde entonces hay algo más radicalmente nuevo en el mundo, que hace
posible la filosofía. Para el hombre mítico las cosas son poderes propicios o. dañinos, con
los que vive y los que utiliza o rehúye. Es la actitud anterior a Grecia y las que siguen
compartiendo los pueblos donde no llega el maravilloso hallazgo helénico. La conciencia
teorética, en cambio, ve cosas en lo que antes eran poderes. Es el gran descubrimiento de
las cosas, tan profundo que hoy nos cuesta trabajo ver que efectivamente es un
descubrimiento, pensar que pudiera ser de otro modo. Para ello tenemos que echar mano de
modos que guardan sólo una remota analogía con la actitud mítica, pero que difieren de la
nuestra europea: por ejemplo, la conciencia infantil, la actitud del niño, que se encuentra en
el mundo lleno de poderes o personales benignos u hostiles, pero no de cosas en sentido
riguroso. En la actitud teorética, el hombre, en lugar de estar entre las cosas, esta frente a
ellas, extrañado de ellas, y entonces las cosas adquieren una significación por si solas, antes
no la tenían. Aparecen como algo que existe por sí, aparte del hombre, y que tienen una
consistencia determinada: unas propiedades, algo suyo y que les es propio. -Surgen
entonces las cosas como realidades que son, que tienen un contenido peculiar. Y
únicamente en este sentido se puede hablar de verdad o falsedad. El hombre mítico se
mueve fuera de ese ámbito. Solo como algo que es pueden ser las cosas verdaderas o falsas.
La forma más antigua de este despertar las cosas en su verdad es el asombro. Y por esto es
la raíz de la filosofía.
LA FILOSOFÍA Y SU HISTORIA
La relación de la filosofía con su historia no coincide con la de la ciencia, por ejemplo, con
la suya. En este último caso son dos cosas distintas: la ciencia, por una parte; y por otra, lo
que fue la ciencia, es decir, su historia. Son independientes, y la ciencia puede conocerse,
cultivarse y existir aparte de la historia y de lo que ha sido. La ciencia se construye
partiendo de un objeto y del saber que en un momento se posee acerca de él. En la filosofía,
el problema es ella misma; además, este problema se plantea en cada caso según la
situación histórica y personal en que se encuentra el filósofo, y esta situación está, a su vez,
determinada buena medida por la tradición-filosófica en que se halla colocado: todo el
pasado filosófico va ya incluido en cada - acción de filosofar; en tercer lugar, el filósofo
tiene que hacerse cuestión de totalidad del problema filosófico, y por tanto de la filosofía
misma, desde su raíz originaria: no puede partir de un estado existente de hecho y aceptarlo,
sino que tiene que empezar desde el principio y, a la vez, desde la situación histórica en que
se encuentra. Es decir, la filosofía tiene que plantearse y realizarse íntegramente en cada
filósofo, pero no de cualquier modo, sino en cada uno de un modo insustituible: como le
viene impuesto por toda la filosofía anterior. Por tanto, en todo filosofar va inserta la
historia entera de la filosofía, y sin está ni es inteligible ni, sobre todo, podría existir. Y, a la
vez, la filosofía no tiene más realidad, que la que alcanza históricamente en cada filósofo.
Hay, pues, una inseparable conexión entre filosofía e historia de la filosofía. Filosofía es
histórica, y su historia le pertenece esencialmente. Y por otra parte, la historia de la
filosofía no. es una mera información erudita acerca de las opiniones de los filósofos, sino
que es la exposición verdadera del contenido real de la filosofía. Es, pues, con todo rigor,
filosofía. La filosofía no se agota en ninguno de sus sistemas, sino que consiste en la
historia efectiva de todos ellos. Y, a su vez, ninguno puede existir solo, sino que necesita y
envuelve todos los anteriores; y todavía más: cada sistema alcanza sólo la plenitud de su
realidad, de su verdad, fuera de sí mismo, en los que habrán de sucederle. Todo filosofar
arranca de la totalidad del pasado y se proyecta-hacía el futuro, poniendo en marcha la
historia de la filosofía. Esto es, dicho en pocas palabras, lo que se quiere decir cuando se
afirma que la filosofía es histórica.
BERTRAND RUSSELL
Texto número 6
DUDAS FILOSÓFICAS
Quizás espere el lector que conocemos este tratado con una definición de filosofía; pero,
con razón o sin ella, no es este mi propósito. Toda definición que se dé de esta palabra
variará con la filosofía que se adopte; por lo tanto, todo lo que podemos decir al empezar,
es que existen ciertos problemas que interesan a determinadas personas, y que, a lo menos
por ahora, no pertenecen a ninguna ciencia en especial. Todos estos problemas son de tal
especie, que suscitan dudas acerca de lo que pasa comúnmente por conocimiento; y si estas
dudas se han de aclarar, en modo alguno lo serán solo mediante un estudio especial al cual
damos el nombre de ‘‘filosofía’’. En consecuencia, el primer paso que se puede dar para
definir esta palabra consiste en indicar estos problemas y esas dudas, los cuales constituyen
así mismo el primer pasó en el verdadero estudio de la filosofía. Entre los problemas
filosóficos tradicionales, hay algunos que no se prestan, según mi parecer, a ningún tratado
intelectual por sí mismos, ya que trascienden nuestras facultades cognoscitiva; por lo tanto,
no trataremos de estos problemas. Hay otros, sin embargo que aunque no sean susceptibles
de que pueda dárseles solución ahora, lo son al menos de que se muestre la dirección que ha
de seguirse para lograrlas y el género de solución que les conviene, y que tal vez se alcance
con el tiempo.
Las ciencias especiales han nacido todas ellas por el uso de las nociones derivadas del
sentido común, tales como las cosas y sus cualidades, el tiempo y la acusación. La misma
ciencia ha venido a demostrar que ninguna de las nociones del sentido común sirve por
completo para explicar el mundo; pero si apenas puede considerarse cometido de ninguna
de las ciencias especiales la necesaria reconstrucción de los fundamentos. Esto es asunto
que concierne a la filosofía. Yo he de decir, desde ahora, que lo considero asunto de la
mayor importancia. Creo que los errores filosóficos en las creencias del sentido común no
sólo producen confusión en la ciencia, sino que también perjudican a la ética y a la política,
a las instituciones sociales e incluso a la conducta de nuestra vida cotidiana. No es de
interés nuestro en la presente obra poner de manifiesto los efectos prácticos de una mala
filosofía: nuestro cometido será puramente intelectual Pero, si no me equivoco, la empresa
intelectual que vamos a emprender tiene consecuencias en muchos sectores que a primera
vista parecen no tener más conexión con el asunto que nos ocupa. El efecto que producen
nuestras pasiones sobre nuestras creencias constituye uno de los temas favoritos de los
modernos psicólogos; pero el efecto inverso, es decir, el de nuestras creencias, sobre
nuestras pasiones, existe así mismo, si bien no tiene el carácter que se le hubiera supuesto
en la psicología intelectualista de la vieja escuela. Aunque no nos detendremos a discutirlo,
no estará de más que lo recordemos, a fin de damos cuenta de que nuestras discusiones
pueden implicar ciertas consecuencias o guardar ciertas relaciones con asuntos que quedan
al margen del puro intelecto.
Hace un momento hemos mencionado tres defectos que adolecen las creencias comunes a
saber: que están muy confiadas es sí mismas, que son vagas, y que son contradictorias.
Incumbe a la filosofía enmendar estos defectos en tanto que le sea dable estar dotado de un
conocimiento por completo. Para ser un buen filósofo, el hombre debe estar dotado de un
vehemente deseo de saber, el porqué de una gran caución para creer que sabe; debe
asimismo poseer una gran penetración lógica y el hábito del pensamiento exacto. Todo
estos, por supuesto, es cuestión de grado. La vaguedad en particular pertenece a cierta
extensión del pensar humano; en consecuencia, es una actividad continuamente perfectible,
no algo en lo que podemos lograr una perfección final una vez y siempre. En este respecto,
la filosofía ha sufrido mucho de su asociación con la teología. Los dogmas teológicos son
fijos y se consideran por los ortodoxos corno ineptos para ulterior mejoramiento. Los
filósofos han tendido a menudo a establecer sistemas definitivos en lumia semejante no se
han contentado con la gradual aproximación que satisface a los hombres de ciencia. Es un
error. La filosofía seria en todo caso, fragmentaria y provisional como la ciencia; la verdad
definitiva es cosa del cielo y no de este mundo.
Los tres defectos que hemos mencionado tienen entre sí una relación de dependencia mutua
y basta darse cuenta de cualquiera de ellos para reconocer la existencia de los otros dos.
El físico cree que los electrones y protones son Inferencia de lo que percibe; pero esta
inferencia no se establece jamás claramente en lógica concatenación, y aunque así fuera, tal
vez no resultara lo bastante plausible para garantiza toda confianza. En realidad, el
desenvolvimiento de las ideas desde los objetos del sentido común hasta los electrones y
protones ha sido guiado por ciertas creencias de las que rara vez se tiene conciencia, pero
que existen en la naturaleza de todo hombre Estas creencias no son inmutables, sino que
crecen y desarrollan como crece y desarrolla un árbol. Se empieza por creer que la silla es
lo que parece ser, y que sigue siendo así aun cuando no la miremos. Sin embargos, con un
poco de reflexión hallaremos que estas dos creencias son incompatibles. Si la silla ha de
subsistir independientemente la veamos o no, entonces debe ser algo distinto de la mancha
de color que vemos, pues esta depende de condiciones extrañas a la silla, tales, como por
ejemplos, el modo en que recibe la luz, el color del lente que usemos y demás cosas por el
estilo. Esto induce al hombre de ciencia a considerar la silla ‘‘real’’ como causa (o parte
indispensable de la causa) de nuestras sensaciones cuando vemos la silla. Esto implica la
idea de la acusación como una creencia a priori sin la cual no habría razón para suponer en
manera alguna la existencia de una silla ‘‘real’’. Al mismo tiempo, la idea de permanencia
lleva consigo la noción de sustancia: la silla ‘‘real’’ es una sustancia o conglomerado de
sustancias que gozan de permanencia y que tienen el poder de producir sensaciones. Esta
creencia metafísica es la que, más o menos, inconscientemente, nos lleva a inferir en
nuestras sensaciones a electrones y protones. El filósofo debe sacar tales creencias a la luz
del día para ver si ellas aún sobreviven, muy a menudo se encontrara que mueren tan pronto
como se expone su claridad.
Es una disciplina que solo puede tener una justificación histórica, que expresa verdades
validas para un determinado lugar y para un tiempo, fuera de los cuales sería totalmente
invalida y falsa.
X. La filosofía es una ciencia crítica que se pregunta por el alcance del conocimiento
humano Kant.
Que habiendo Pitágoras tratado docta y disertada mente algunas cuestiones, León,
príncipe de los fliasios le pregunto de que arte hacía principalmente profesión, a lo que
Pitágoras respondió: que le parecían cosa semejante la vida del hombre y la feria que se
celebraba con los juegos ante el concurso de la Grecia entera, pues igual que allí unos
aspiran con destreza de sus cuerpos a la gloria y nombre de una corona, otros eran atraídos
por el lucro S, deseo de comprar y vender, pero había una clase, y precisamente la formada
en mayor proporción de hombres libres, que no buscaba ni el aplauso, ni el lucro, sino que
acudían por ver y observar con afán lo que se hacía y de qué modo
Lo primero que tenemos que hacer cuando tenemos que resumir un texto es seguir el siguiente
procedimiento:
a) Realizar una primera lectura de todo el texto. Esto nos permitirá tener una visión general de
las cuestiones que se plantean en el mismo. Algunos alumnos comienza a subrayar en la
primera lectura, con lo que al tener una visión parcial del texto, no subrayan correctamente.
b) Realizar una segunda lectura subrayando las ideas principales, las secundarias, los
conceptos relevantes y los términos desconocidos (es muy importante comprender estos
términos, bien mediante la utilización del diccionario o preguntando a alguna persona
experta). Los defectos más generalizados de los alumnos en el uso de la técnica del subrayado
suelen ser dos: subrayar la casi totalidad del texto y no subrayar prácticamente nada.
c) Realizar algún tipo de esquema. Es importante que éste tenga una estructura jerárquica, lo
cual nos permitirá mostrar la estructura del texto: ideas principales, ideas secundarias y sus
relaciones entre las mismas. Un modelo de esquema jerarquizado son los mapas conceptuales.
Es característico en los alumnos no realizar este paso, con lo cual al realizar el resumen se
obtiene un mal resultado: repetición de ideas, copia literal del texto, desorden y falta de
estructura,... La utilización de esquemas jerarquizados también facilitará la tarea de explicar
ordenadamente el texto.
d) Redactar el resumen. En él hay que hacer constar: la idea o ideas principales, las ideas
secundarias y las relaciones existentes entre ellas, es decir, la estructura lógica o de
razonamiento del texto. Atender a los aspectos sintácticos del texto nos facilitará esta tarea. El
resumen es la tarea más sencilla de un comentario de texto, pero muchos alumnos no le
conceden importancia y por ello son incapaces de hacer una buena explicación del mismo.
Querida Sofía. Muchas personas tienen distintos hobbies. Unas coleccionan monedas
antiguas o sellos, a otras les gustan las labores, y otras emplean la mayor parte de su tiempo
libre en la práctica de algún deporte. A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que
leemos es muy variado. Unos leen sólo periódicos o cómics, a algunos les gustan las
novelas, y otros prefieren libros sobre distintos temas, tales
como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos. _
Para ser un buen filósofo, el hombre debe estar dotado de un vehemente deseo de saber,
el porqué de una gran caución para creer que sabe; debe asimismo poseer una gran
penetración lógica y el hábito del pensamiento exacto. Todo estos, por supuesto, es cuestión
de grado.
Lastimosamente, esta es una de las cuestiones filosóficas más difíciles. Pocas palabras
conozco que tengan tantas significaciones como la palabra "filosofía". Hace justamente
unas semanas asistí, en Francia, a Un coloquio de pensadores europeos y americanos de
primera fila. Todos hablaban de filosofía y por filosofía entendían cosas absolutamente
distintas.
Si no hay que filosofar será en nombre de la filosofía. Luego, si no hay que filosofar,
hay que filosofar. Y lo mismo puede argüirse hoy. Nada hay tan divertido como el
espectáculo de los supuestos enemigos de la filosofía aduciendo grandes argumentos
filosóficos para demostrar que no existe la filosofía. Difícilmente, pues; puede darse la
razón, a la primera opinión. La filosofía tiene que ser algo distinto de un recipiente general
de problemas inmaturos. Esta función hubo de desempeñar alguna vez, pero ella es más que
eso.
5. ¿Quién es el filósofo, según Boechenski?
Primera respuesta: la teoría del conocimiento. Las otras ciencias conocen. La filosofía
estudia la posibilidad del conocimiento mismo, los presupuestos y límites del conocimiento
posible. Así Emmanuel Kant y muchos de sus seguidores.
Segunda respuesta: los valores. Toda otra ciencia estudia lo que es. La filosofía investiga lo
que debe ser. Esta respuesta la han dado por ejemplo, los seguidores de la llamada escuela
suralemana y muchos filósofos franceses contemporáneo. Tercera respuesta: el hombre
como fundamento y supuesto de todo lo demás. Según los defensores de esta opinión todo
está en la realidad referido de alguna manera al hombre. Las ciencias naturales y hasta las
ciencias del espíritu dejan a un lado esta referencia. La filosofía se enfrenta con ella y,
consiguientemente, tiene al hombre por su objeto propio. Así muchos filósofos
existencialistas. Cuarta respuesta: el lenguaje. ‘‘No existen proposiciones filosóficas, sino
solo aclaración de proporciones’’, dice Wittgenstein. La filosofía estudia el lenguaje de las
otras ciencias desde el punto de vista de su estructura. Tal es la teoría de Wittgenstein y de
la mayor parte de los positivistas lógicos de la actualidad.
Es en cierto sentido una ciencia universal. Su dominio no se limita, como el de las otras
ciencias, a un terreno estrictamente acotado. Mas, si ello es así, puede suceder, y de hecho
sucede, que la filosofía trate los mismos en que se ocupan las otras ciencias. ¿En qué se
distingue entonces la filosofía respecto de esta otra ciencia? Se distingue -respondemos-
tanto por su método como por su punto de vista. Por su método porque al filósofo no se le
veda ninguno de los métodos de conocer. Así no está obligado, como el físico, a reducirlo
todo a los fenómenos observados sensiblemente.
8. ¿Por qué ‘‘la filosofía es una ciencia de los fundamentos’’?
Las ciencias conocen; él pregunta qué es conocer. Los otros sientan leyes; él se
pregunta qué es la ley. El hombre ordinario habla del sentido y la finalidad. El filósofo
estudia qué hay que entender propiamente por sentido y finalidad. Así, la filosofía es
también una ciencia radical, pues va a la raíz de manera más profunda que ninguna otra
ciencia. Donde las otras se dan por satisfechas, la filosofía sigue preguntando e
investigando
Es una ciencia extremadamente difícil. Donde casi todo se pone siempre en tela de
juicio, donde no rige ningún supuesto ni método tradicional, donde hay que tener siempre
ante los ojos los complejísimos problemas de la ontología, el trabajo no puede ser fácil. No
es de maravillar que las opiniones difieran tanto en filosofía. Un gran pensador y no
escéptico -al contrario, uno de los más grandes sistemáticos de la historia-, Santo Tomás de
Aquino, dice alguna vez que sólo muy pocos hombres, tras largo tiempo y no sin mezcla en
errores, son capaces de resolver las cuestiones fundamentales de la filosofía.
Lo mismo que en el resumen, existen unas técnicas que nos facilitan realizar una explicación
con corrección. Los pasos que podríamos seguir son los siguientes:
b) Completar el esquema anterior, o realizar uno nuevo, con los aspectos que vamos a
desarrollar en la explicación. En éste es bueno tener presente diversos elementos:
Es importante que evites los defectos típicos de una explicación: exponer lo que uno sabe del
autor, repetir ideas, reproducir lo que aparece en el texto, redactar de forma desordenada y sin
un hilo conductor, etc.
1. Investigar datos biográficos acerca del filósofo Andrés Avelino García Solano
Las innumerables respuestas diferentes que los filósofos han dado a esta pregunta, y
el hecho de que excluyen las unas de las otras, es ya un indicio de que se trata de un objeto
antinómico. En la etimología griega del nombre filosofía, "amor a la sabiduría"; "amor al
saber se insinúa una definición de filosofía, que aunque ha sido repudiada corno una
definición muy general, da con el contenido de la esencia de la filosofía. El rechazo de la
etimología griega se ha hecho porque no se han detenido con sentido crítico ni se han
abordado suficientemente en La definición etimológica.
La filosofía más pura que se ha dado hasta el presente es la platónica. Sus objetos son su
totalidad pensamientos antinómicamente problemáticos sobre todo tipo de realidad. Y su
método fue el método genuinamente filosófico: la discusión dialéctica sobre los problemas
antinómicos de toda índole. Precisamente esas mismas antinomias que Kant pretendió más
tarde sacar del seno de lo metafísica por considerarlas inservibles, son la esencia de la
filosofía. En la filosofía existe una disciplina que posee un grado de pureza aún más alto
que el de la metafísica: la teoría del conocimiento. En ella todas las preguntas son sobre
pensamientos antinómicamente problemáticos; sus posiciones son duales, polarmente
antinómicas y se desarrollan en discusión problemática y sin apoyo posible en realidades
sensibles.
Tenemos, pues, como raíz más concreta del filosofar una actitud humana que es el
asombro. El hombre se extraña de las cosas cercanas, y luego de la totalidad de cuanto hay.
En lugar de moverse entre las cosas, usar de -ellas, gozarlas o temerlas, se pone fuera,
extrañado de ellas, y se pregunta con asombro por esas cosas próximas y de todos los días,
que ahora, por primera vez, aparecen frente a él, por tanto, solas, aisladas en sí mismas por
la pregunta: "¿qué es esto?" En este momento comienza la filosofía.
la actitud mítica, pero que difieren de la nuestra europea: por ejemplo, la conciencia
infantil, la actitud del niño, que se encuentra en el mundo lleno de poderes o personales
benignos u hostiles, pero no de cosas en sentido riguroso. En la actitud teorética, el hombre,
en lugar de estar entre las cosas, esta frente a ellas, extrañado de ellas, y entonces las cosas
adquieren una significación por si solas, antes no la tenían. Aparecen como algo que existe
por sí, aparte del hombre, y que tienen una consistencia determinada: unas propiedades,
algo suyo y que les es propio. -Surgen entonces las cosas como realidades que son, que
tienen un contenido peculiar.
En la actitud teorética, el hombre, en lugar de estar entre las cosas, esta frente a ellas,
extrañado de ellas, y entonces las cosas adquieren una significación por si solas, antes no la
tenían. Aparecen como algo que existe por sí, aparte del hombre, y que tienen una
consistencia determinada: unas propiedades, algo suyo y que les es propio. -Surgen
entonces las cosas como realidades que son, que tienen un contenido peculiar. Y
únicamente en este sentido se puede hablar de verdad o falsedad. El hombre mítico se
mueve fuera de ese ámbito. Solo como algo que es pueden ser las cosas verdaderas o
falsas.
Los tres defectos que hemos mencionado tienen entre sí una relación de dependencia
mutua y basta darse cuenta de cualquiera de ellos para reconocer la existencia de los otros
dos. Trataremos de ilustrar estas tres clases de defectos con algunos ejemplos.
Consideremos primero la creencia en los objetos comunes, tales corno mesas, sillas y
árboles. Todos nosotros nos sentirnos perfectamente seguros cerca de estas cosas en la vida
ordinaria y, sin embargo, nuestra confianza está fundada por razones por demás endebles.
El trabajo del filósofo empieza, por decirlo así, donde acaban los toscos hechos. La
ciencia los reúne en haces por medio de las leyes científicas: y son estas leyes, más que los
hechos originales, las que constituyen la materia prima de la filosofía.
_Para ser un buen filósofo, el hombre debe estar dotado de un vehemente deseo de saber, el
porqué de una gran caución para creer que sabe; debe asimismo poseer una gran
penetración lógica y el hábito del pensamiento exacto. Todo estos, por supuesto, es
cuestión de grado. La vaguedad en particular pertenece a cierta extensión del pensar
humano; en consecuencia, es una actividad continuamente perfectible, no algo en lo que
podemos lograr una perfección final una vez y siempre.
8. Indagar a partir de una lectura reflexiva del texto ‘‘el papel de las creencias en el
proceso del conocimiento’’ y ver la relación de dichas creencias con la naturaleza
humana.
Creer que... sobre la verdad de un contenido cognoscitivo concreto. Creo que la tierra es
redonda
Creer en.…, que, a su vez tiene dos formas diferentes:
Creer en una persona, en el sentido de "confianza" o "seguridad en ella": Me fío de...; creo en
su habilidad para hacer tal cosa.
Creer en la existencia de algo: creo en las brujas
En toda creencia de manera general se presupone:
Conforme al sentido común: según el cual existen entidades que se corresponden a lo que
hablamos cuando hablamos de las creencias.
Aunque el sentido común no es enteramente apropiado a un contenido como verdadero, sin
embargo es útil para predecir y prevenir el comportamiento psicológico del individuo.
La interpretación general del sentido común es completamente errónea y podrá ser suprimida
en cuanto aparezca una teoría que haga inútil el uso de dicho concepto.26
El sentido común no ofrece verdad alguna en las creencias; pero tanto los animales como las
personas, incluso los ordenadores, si es que tienen creencias, ofrecen, a través de ellas,
estrategias positivas en el comportamiento.27
Una creencia cuyo contenido sea falso, ¿sigue teniendo un contenido cognoscitivo? Platón28
define el conocimiento como creencia verdadera justificada por la razón. Lo que
tradicionalmente ha supuesto que una creencia falsa no sería entonces conocimiento, por más
que dicha creencia responda a una actitud sincera de veracidad por parte del individuo que la
sostiene.
Las creencias son una de las bases de la tradición. Suponen una valoración subjetiva que uno
hace de sí mismo, de los otros y del mundo que le envuelve. Las creencias más importantes
son las convicciones y los prejuicios que no están contrastados con los principios y métodos
de la ciencia que las harían conocimientos propiamente dichos.
Por la tendencia a la interiorización de las creencias de la gente que nos rodea y la imitación
de su conducta, sobre todo si ésta viene avalada por el éxito social. Es algo fundamental
durante la infancia en la formación de la personalidad del niño. Así suele ocurrir con las
creencias culturales, políticas,8 y religiosas.9
La gente tiende a adoptar las creencias de los líderes aun cuando estén en contradicción con
sus intereses.
Las creencias no son siempre voluntarias pues los individuos necesitan asociar su experiencia
de la realidad con unas creencias racionales como teorías que eviten las contradicciones
cognitivas y justifique los comportamientos. El refugio en la colectividad o en el “sentido
común” de la tradición así como la seguridad en el sometimiento a la norma impuesta por el
grupo, el "jefe" o los que mandan, juega en ello un papel primordial.
La obsesiva repetición de contenidos concretos de los mensajes publicitarios encuentra en
esto su justificación.10
La idealización de la interpretación de un contenido cognoscitivo o de un hecho (abstracto o
concreto) de los cuales no se exige una justificación o un fundamento racional suele ponerse
como paradigma de las creencias: la fe y la experiencia religiosa o mágica; pero asimismo son
los prejuicios recibidos culturalmente con los cuales solemos interpretar el mundo.
La intención del método científico es alcanzar el camino hacia la verdad exacta, por eso
debe fundamentar su conocimiento siguiendo una estructura rigurosa y sistemática. No
obstante, para establecer una ley científica se debe empezar por la observación de los hechos
que sean más significativos para después sacar hipótesis que expliquen estrictamente aquellos
hechos, después de que estas hipótesis logren instaurarse, del mismo modo se deben poner a
prueba por los hechos que arroja la observación. Por ende, si la hipótesis es verificada se
establece como verdad provisoria, porque el hombre de ciencia no busca implantar
verdades absolutas, sino que pretende acercarse a la verdad exacta aceptando “errores
probables”, que puedan instalarse en el observador. Entonces ¿Qué es la ciencia para Russell?
Nos dice Russell: “La ciencia, en su último ideal, consiste en una serie de proposiciones
dispuestas en orden jerárquico.” (Russell, 1983, pág. 59). Aunque ¿Qué quiere decir esto?
La jerarquía de la que habla Russell consiste en una doble vía que empieza por la inducción
que va desde los hechos particulares a los generales y la deducción que parte de lo general a
lo particular: “La conexión ascendente procede por inducción; la descendente por
deducción.” (Russell, 1983, pág. 60).De esta manera la ciencia siempre opera bajo la
deducción y la inducción, en cualquier caso, la física es la única que logra aproximarse.
El hecho significativo.
La hipótesis y el análisis
Para finalizar, el método científico sigue pasos edificantes que estrechamente están
emparentados con sistemas formales que exigen una exactitud concreta, por esta razón si
un conocimiento quiere ser considerado científico debe someterse a experimentos que puedan
ser reproducibles por cualquier científico para determinar la exactitud de la hipótesis
planteada.