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Cada aplicación tiene muchas funciones que, juntas, nos permiten usarlas y hacen su servicio. Pero
también algunas de estas funciones están pensadas para captar y retener nuestra atención. Veamos
algunas de ellas:
1. Notificaciones
“Tienes un mensaje nuevo”, “Un amigo ha publicado una foto” o “A Fulanito le ha gustado tu foto”.
Son avisos que aparecen en tu pantalla, aunque no estés utilizando esa aplicación. Las
notificaciones estimulan tu curiosidad para que vuelvas a entrar en la aplicación e interrumpen lo que
estés haciendo para llamar tu atención. Si vuelves, han conseguido su objetivo. Aunque las
notificaciones generalmente vienen activadas por defecto en la aplicación, es posible cambiar la
configuración para desactivarlas. Tanto nos acostumbramos a estas interrupciones que a menudo
miramos el móvil a ver si parpadea esa lucecita aunque no haya nada, o creemos sentir que vibra el
móvil en el bolsillo cuando en realidad sólo ha rozado el pantalón.
2. Recompensas variables
Existen funciones como comentar, decir “me gusta”, votar o puntuar, que pueden aportarnos
un refuerzo positivo por parte de los demás. Además cuando alguien recomienda lo que hemos
publicado, en cierto modo nos sentimos en deuda con esa persona y deberemos corresponderla
también recomendando o valorando sus publicaciones. Este efecto toma en cuenta la reciprocidad.
El reconocimiento por parte de un grupo humano es algo que todos necesitamos, sin excepción. Pero
si tener la aprobación de los demás se convierte en algo demasiado importante, ¿no corremos el riesgo
de dejar de ser nosotros mismos para gustar a los demás?
A partir de la información de uso guardada en los centros de datos de la aplicación sobre qué vídeos
hemos visto, qué publicaciones hemos comentado y qué nos ha gustado, un algoritmo selecciona lo
que se muestra en la página de inicio de la red social. Dado que nos genera más satisfacción aquello
que nos gusta, el algoritmo nos muestra eso y omite el resto. Esto se ha llamado la burbuja de filtros.
Por el efecto burbuja en el que nos quedamos al no enterarnos de todo lo posible, sino solo de lo que
hemos elegido anteriormente. En lugar de ampliarse, nuestro mundo virtual se hace cada vez más
estrecho. Cuando nos acostumbramos a ver sólo lo que nos gusta, perdemos soltura y agilidad para
escuchar posturas y opiniones distintas, lo cual explica, por ejemplo, el aumento de los discursos de
odio en las redes.
6. Recomendaciones y sugerencias
No hace falta buscar lo que nos interesa porque la aplicación ya lo busca por nosotros: consulta tu
historial, busca entre los “amigos de tus amigos”, observa lo que hacen personas que comparten tus
gustos y te ofrece lo que es más probable que también te guste. Es una vía fácil que no requiere
esfuerzo por nuestra parte. Basta con aceptar las sugerencias y seguir adelante.
Generalmente somos capaces de frenar el impulso de mirar el móvil, revisar el correo o entrar a una
red social a ver si nos hemos perdido algo. Pero cada vez es más frecuente encontrar personas que
hacen un uso intensivo o abusivo de las tecnologías. No hablamos sólo de niños, niñas y adolescentes,
sino que es algo que está afectando a la población en su conjunto. El riesgo que entraña normalizar
este comportamiento es caer en la adicción al propio móvil, a los videojuegos o a las redes sociales, por
citar algunos ejemplos.
¿Qué necesidades educativas debemos cubrir?
Las aplicaciones están diseñadas de manera que la opción más fácil y que implica menos esfuerzo, sea
seguir en ellas. En lugar de propiciar momentos para tomar decisiones, nos proponen la comodidad de
dejarnos llevar, diluyendo la oportunidad de preguntarnos si queremos continuar o no, y mucho
menos, la oportunidad de imaginar si querríamos emplear nuestro tiempo de otro modo, por ejemplo
fuera de la pantalla.