Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PNTRGPDSOFICA
RUDOLF STEINER
CQMO
CUELA
LA BIOGRAFÍA HUMANA: PROYECCIÓN TERRENA DE UN ACONTECER CÓSMICO
Roberto Crottogini
. DEDICATORIA
A L A FAMILIA E L E G I D A ANTES D E NACER: MAMA, PAPÁ Y NLLDA.
A MI HIJO ESPIRITUAL: N I C O L Á S .
A UN S E R HUMANO E X C E P C I O N A L : TONICA D E V A L E N C I A .
A M A D U JESS
A FLORENCIO ESCARDO
A MIS PADRES
A GODO W E I L
Y A V A N N A CAMPANI,
RUDOLF STEINER
7 AÑOS DESPUÉS
"A manera de Prólogo" es el comienzo del libro y fue escrito en febrero de 1997.
Esta tercera edición se escribe un septenio después.
ROBERTO CROTTOGINI
Rueños Aires, febrero de 2004
Quiero hacer mención de cinco Individualidades que recuerdo con mucho afecto y que logra-
ron m i acercamiento al Camino, despertaron m i interés y contribuyeron a m i formación en la
Medicina Antroposófica, hechos que culminan hoy con la entrega de este libro.
También quiero expresar m i reconocimiento a dos amigos que acompañaron todo m i proceso
de mutación antroposófica aquí, en Buenos Aires:
Unos de ellos es Wolfram Schneider, a quien identifico con la Antroposofía desde m i primer
contacto con ella. Su casa, de puertas abiertas para toda clase de encuentros, cursos o semina-
rios, fue el ámbito donde se alimentó día a día la llama que hoy resplandece en m i corazón. En
lo personal, su ayuda trascendió lo anímico espiritual y se proyectó con creces en lo material.
Nunca olvidaré su acción. Agradezco también la cordialidad venusina de impecable anfitriona
de su esposa Tatiana Schneider: u n hermoso ser humano.
Finalmente, m i recuerdo para alguien con quien caminamos juntos la misma senda. Alguien
que no sabía una palabra de alemán, como yo, y con quien compartimos la ansiedad por apre-
M I RECONOCIMIENTO
hender los rudimentos de la Ciencia Espiritual sin tener material traducido para hacerlo. Com-
partimos, además, largas horas de estudio desestructurando lo aprendido durante años para plas-
mar los contenidos en una nueva medicina. Luchamos para consolidar u n día de encuentro pa-
ra médicos. Transmitimos todo lo que elaboramos; organizamos cursillos, charlas y seminarios.
Hoy, después de largo tiempo de no trabajar juntos por nuestras distintas tareas, nos encontra-
mos en la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Medicina Antroposófica (A.A.M.A.)
para iniciar una nueva etapa. Ese alguien, que es producto puro de esta tierra americana, siem-
pre fue u n ejemplo de trabajo y humildad. El es m i amigo y se llama Segundo Santillán.
A Juan Carlos Kreimer, m i gran amigo y el denodado impulsor para que yo escriba El i m p u l -
so volitivo de m i veta de escritor. A l fin lo logró.
A Cristina Bett, paciente y amiga de muchos años. Gran camarada y compañera de estudio de
la Antroposofía. En reiteradas oportunidades fue la encargada silenciosa de buscar temas o pun-
tos clave que este libro necesitaba.
A MANERA DE PRÓLOGO
I UNA HISTORIA PERSONAL
ti II UNA INTERPRETACIÓN DE LA PROPIA BIOGRAFÍA
a III EL SENTIDO DE MI VIDA
UNA INTRODUCCIÓN
A LA CIENCIA ESPIRITUAL
i i
ANTROPOSÓFICA
LA BIOGRAFÍA HUMANA 3
LAS PRIMERAS PREGUNTAS Y ALGUNAS RESPUESTAS • Los
CUATRO NACIMIENTOS • EL DOBLE ORIGEN DEL HOMBRE:
SUS DOS HERENCIAS • LIGAZÓN TEMPORAL DE LA ESEN-
CIA ESPIRITUAL CON LA MATERIA: VIDA HUMANA • RES-
PECTO DEL ESPÍRITU QUE SE MANIFIESTA EN EL YO, Y EL
VEHÍCULO QUE CONSTRUYE, HABITA Y ABANDONA: EL
CUERPO • RESPECTO DE LA FORMA DEL ORGANISMO • EL
ALMA • FUERZAS ESPIRITUALES PLANETARIAS Y EL METAL
CORRESPONDIENTE • LA VIDA ENTRE LA MUERTE Y UN
NUEVO NACIMIENTO • LAS VIDAS SUCESIVAS Y EL DESTI-
NO HUMANO • ESTRUCTURA CUATERNARIA DEL HOMBRE
• AMPLIACIÓN DE LA ESTRUCTURA CUATERNARIA • ES-
TRUCTURA TERNARIA DEL SER HUMANO * OTROS CON-
CEPTOS ANTROPOSÓFICOS • EL HECHO DE CRISTO
67
PRIMERA PARTE
Los SEPTENIOS
i
>7 I LOS TRES SEPTENIOS DEL CUERPO
II LOS TRES SEPTENIOS DEL ALMA
III LOS TRES SEPTENIOS DEL ESPÍRITU
I V LA VIDA C O N T I N Ú A
I
LOS TRES SEPTENIOS
DEL CUERPO
También a los 8 años y cercano el momento de la primera comunión, se le declaró a una niña
y se puso de novio... Esa noche no pudo dormir por la emoción.
La escuela primaria fue un escenario propicio para el desarrollo de su capacidad y habilidades;
como ejemplo: el maestro de sexto grado, Antonio Alejandro Díaz, pintor, egiptólogo y excepcio-
nal ser humano, fue el responsable de enseñarle los jeroglíficos egipcios, de llevarlo a pintar la na-
turaleza en las plazas, de introducirlo en los museos y humanizar a los "héroes legendarios que
forjaron nuestra patria".
Lector consecuente de los libros de los hermanos Grimm y de la colección Robín Hood, entre
otros, a los 11 años el n i ñ o escribió su primer cuento de hadas.
M u y atraído por la religión y los relatos bíblicos, en esa misma época vivía el duro conflicto de
tener que aceptar la evidencia de que los Reyes Magos "eran los padres", cuando todos sus ami-
guitos ya hacía mucho tiempo lo sabían. Él había desarrollado su propia teoría: los reyes seguían
viviendo en otra dimensión, y en la noche de Epifanía, por una misteriosa conjunción de astros
que guiaba la estrella de Belén, se abría una puerta entre los dos mundos. Por la puerta podían pa-
sar entonces, cada año, los reyes y acercarse realmente a los niños para materializar de la nada sus
deseos y necesidades, premiando así el buen comportamiento durante el año transcurrido.
También en esa etapa fue el m o m e n t o de recibir otra nueva revelación: la que daba cuenta
del origen de los niños. Así fue desplazado el reino animal (la cigüeña) como intermediario en
la llegada de u n nuevo Ser al m u n d o .
A los 13 años se produjo u n brusco cambio en su organización familiar. Tenía 12 cuando supo
A MANERA
DE PRÓLOGO
A los 14 años comienza el natural desarrollo desarmónico del cuerpo; en su caso: excesiva al-
tura y delgadez, tamaño inusitado de pies y manos, rasgos exagerados en la fisonomía. Entre es-
tos últimos se destacaba la forma, no deseada por cierto, de su nariz, idéntica a la de su padre.
Este alud de transformaciones físicas debía soportar, además, la burla mordaz del entorno. Pero
todos debían soportar a todos, ¡cada uno con su escultura a cuestas!
El caos social y dos revoluciones lo encontraron, a los 17 años, dentro de u n uniforme, empu-
ñando u n fusil y ejerciendo una autoridad tan ficticia como es aquélla que otorga u n régimen
militar.
No estaría completo este periplo "liceístico" sin recordar la enorme importancia que tuvo para
el joven, en ese tiempo, un hecho muy especial. Al cumplir los 15 años (junio de 1953), exacta-
mente en la mitad de su carrera de bachiller, aparecía la revista de ciencia ficción "Más allá", que
ocuparía totalmente su interés hasta el punto de hacer llegar una sugerencia a la Dirección de la
misma en el sentido de que sus lectores podrían identificarse entre sí mediante u n emblema o
distintivo, sugerencia que la Editorial publicó en el siguiente número.
Finalmente, como en todo proceso, llegó el día tan esperado: la terminación de los estudios se-
cundarios y por ende la transición entre la vida militar y la vida civil (aunque dadas las caracte-
rísticas de lo vivido por el joven sería mucho más preciso referirse a una readaptación a la vida
cotidiana en el seno de una familia). Simultáneamente, se produjo el ingreso en la Facultad de
Medicina y el inicio de una relación sentimental estable.
Los 18 años señalaron así una crisis múltiple:
• el retorno del joven ausente y reinserción en el grupo familiar
• el comienzo de un estudio universitario
• la iniciación de u n noviazgo impensado, que no figuraba en los planes paternos.
Como resultado de esta crisis se instaló una dura batalla (ahora afuera del cuartel) de muchos
años de duración, que involucró a los integrantes del clan familiar entre sí y a otras personas
allegadas que debían elegir a qué "bando" pertenecían: si al de los padres defraudados por las ac-
titudes del h i j o rebelde y su novia, o al de la "oveja negra" que luchaba a brazo partido por i n -
dependizarse del yugo familiar.
La vida se hizo muy difícil, y la depresión y la angustia incitaron a aquel joven a pensar en u n f i -
nal dramático para su vida, que felizmente se diluyó en el mismo instante de emerger como idea.
El lapso entre los 21 y los 28 años se caracterizó por presentar la misma lucha de los años an-
teriores, mientras avanzaba sustancialmente el estudio de la medicina. A los 23 se produjo su i n -
greso al Hospital Durand como alumno regular de la Primera Unidad Hospitalaria. A los 24 años
fue admitido, como u n gran logro personal, en la Guardia de los días martes como "último pe-
rro". (Esta clásica denominación del argot médico de la época no pretendía ninguna utópica u n i -
ficación de las carreras de Veterinaria y Medicina, y menos aún relacionar la esencia del reino
animal con la esencia del ser humano). En realidad era una clara evidencia del servilismo debi-
do, al rey y a su corte. Era una relación inversa a lo que sostenía Darwin: aquí la cadena evolu-
tiva empezaba con el Jefe de Guardia (¡médico!), continuaba con sus colaboradores inmediatos
(practicante mayor y menor) y descendía a través de sus subditos para confundirse con la mana-
da (los perros). Una de las tareas descollantes en la formación médica y humanística del "último
perro" consistía en ir a buscar la damajuana de vino para el almuerzo, que debía estar en la me-
sa antes de que llegara el soberano y su comitiva. El incumplimiento reiterado de este tipo de
pautas iba creando u n malestar en la realeza, sobre todo cuando otros plebeyos empezaban a ple-
garse al movimiento. Esta tímida subversión al establishment se completaba en el plano profe-
sional con una asistencia humanitaria a los homosexuales, psicoterapia a los alcohólicos e hip-
nosis para aliviar dolores o evitar una anestesia... (¡y todo ello realizado en la misma Guardia...!)
Para aquel año, 1962, eran muchas afrentas al modelo biomédico imperante, así es que, pese a
intentar u n cambio de Guardia (pasó a los días jueves) durante u n corto lapso, llegó el momen-
to de abandonar la experiencia. Una frase célebre fue el corolario de este ciclo de la vida del en-
tonces futuro médico: "Ustedes no saben por qué me echan, pero yo sí sé por qué me voy".
UNA HISTORIA
PERSONAL
Pocos años más tarde sucedieron dos hechos singulares y decisivos en su proceso biográfico:
De los 28 a los 35 años fue el tiempo de un profundo aprendizaje como médico y como ser
humano:
• Como pediatra, aprendió a recibii al niño desde el vientre mater-
no, asistiendo a la pareja embarazada. En este rol de asistente del recién
nacido, colaboraba en el parto estrechamente con el obstetra y la par-
tera para traer a ese Ser a la vida, reanimarlo, darle su primer baño y po-
nerlo al pecho de su madre. Simultáneamente podía colaborar también
.Jas enfermedades
el padre del bebé, hecho que solía despertar (no está de más recordar-
lo) una actitud hostil por parte del personal auxiliar y hasta de muchos servían para
colegas, que no admitían esa "intromisión" en el modelo biomédico-
mecanicista. Esta tarea señalaba el comienzo de u n compromiso mutuo
entre los padres y el pediatra: criar u n niño sano. Tampoco trataba las analizar y corregir
enfermedades infantiles con sustancias artificiales (fármacos) salvo, cla-
ro está, situaciones de extrema gravedad; antes bien, las enfermedades
servían para analizar y corregir el desequilibro que les había dado ori-
el desequilibro que
gen. Toda enfermedad se constituía en un aprendizaje para los padres.
Dentro de estos parámetros, el peso de un lactante no era relevante pa-
ra evaluar su desarrollo psicofísico (no había balanza en el consultorio
es había dado origen;
de aquel pediatra); y se les enseñaba a los padres a reconocer la apari-
ción y desaparición de los reflejos del lactante siguiendo paso a paso la toda enfermedad
maduración neurológica y emocional del niño.
• Como psicoterapeuta y guía f a m i l i a r , seguía de cerca el desarrollo
de la nueva Individualidad y la correspondiente incidencia en el seno
se constituía en
de la familia. Se llevaban a cabo entrevistas de pareja para discriminar
los nuevos roles a asumir, el papel de los abuelos y los tíos, de los otros
hijos si los había, y las nuevas responsabilidades que como padres de-
un aprendizaje
berían encarar.
• En el primer año de estudios universitarios ya comenzó la lectura
para los padres.
sistemática de la obra de Freud, y apenas recibido trataba los problemas
de conducta y a los niños difíciles (de padres difíciles).
• Mientras trabajaba como psicólogo del niño y la familia, ejerció la docencia en la Facultad
de Psicología. En esta línea, organizaba grupos terapéuticos familiares, y daba conferencias sobre
el tema de la sexualidad y sus tabúes en algunas escuelas privadas que se arriesgaban a transgre-
dir las costumbres del momento. Fue entonces cuando aprendió que la ignorancia de los padres
era superlativa y que los niños tenían, todavía, una sabiduría innata.
• En el Hospital Argerich primero y en el Policlínico Lanús después, organizó sendos servicios
de psicopatología infantil dentro de cada una de las cátedras de pediatría. En aquella época, ya
su concepción estrictamente psicosomática no concebía ninguna alteración orgánica que no tuvie-
ra su origen (consciente o no) en la esfera psíquica. Esta manera de encarar la especialidad la ha-
bía desarrollado al lado de" un gran maestro, el profesor Florencio Escardó.
Alrededor de los 34 y 35 años, la situación sociopolítica del país (años 1972 y 1973), con sus
grandes movilizaciones populares y sus luchas intestinas, obligaba a tomar posiciones en ese sen-
tido. La seducción de la filosofía marxista, como panacea para lograr una justa igualdad de cla-
ses, era inmensa. El materialismo dialéctico se perfilaba como una opción racional e inteligente
para u n intelectual de la década del '70. Era u n momento crucial y había que tomar una deci-
sión: ¿participar o no participar en la lucha política? Cuando esa decisión ya estaba casi t o m a -
da a f i r m a t i v a m e n t e , u n a serie de acontecimientos magistralmente enhebrados apartaron
naturalmente al joven del escenario previsto.
Aquí finaliza lo que se puede denominar una historia personal, caracterizada por la descrip-
ción pura de los acontecimientos, sin la correspondiente interpretación. De ahora en más em-
pieza una nueva historia que llega hasta el momento presente. Lo que sigue a partir de los 36
años forma parte de otra vida, de otro proceso absolutamente distinto en el que no se puede se-
parar lo histórico de lo vivencial y de la interpretación sin alterar su verdadera esencia.
f =
)f\ A MANERA
DE PRÓLOGO
R E C U E R D O Y H O M E N A J E A L PROFESOR D O N F L O R E N C I O E S C A R D Ó / C O M O C O R O L A R I O D E ESTA
H I S T O R I A PERSONAL
La imagen del doctor Escardó posee una gran fuerza organizadora en el proceso biopsicosocial
del personaje central de la presente historia. Éste lo conoció en profundidad como discípulo de su
cátedra, en el año 1962, cursando Pediatría en el Hospital Durand, cuando se llevaba a cabo u n no-
vísimo intento por reestructurar el estudio de las Ciencias Médicas acercando al estudiante a su fu-
turo habitat: el hospital. Esos alumnos se constituían así en modernos cobayos del plan nuevo.
El joven ya conocía distintas anécdotas acerca del doctor Escardó por haber sido con anterio-
ridad un ávido concurrente al Hospital de Niños, cuando era un estudiante de medicina del an-
tiguo sistema o plan viejo. La personalidad impulsiva de don Florencio, su originalidad y su h u -
mor, se acompañaban a veces de una ironía sarcástica hacia todos los convencionalismos socia-
les, culturales y académicos.
Como alumno de tal cátedra, el futuro médico se fascinaba cada vez más con el enfoque psi-
cosomático del enfermo y el modo de abordaje de la psicopatología infanto-juvenil y familiar en
la consulta cotidiana. Era una verdadera revelación asistir cada mañana a aquellas clases.
En un plano más íntimo y personal, el profesor Escardó fue elegido por el joven como media-
dor en sus constantes enfrentamientos familiares, que por entonces eran ya más espaciados y
menos intensos, lo que determinó que el profesor ocupara u n sitio m u y especial dentro de la v i -
da anímica del protagonista central de la presente biografía.
Ahora bien, después de cursar la materia había, indefectiblemente, que enfrentar el examen f i -
nal. De más está decir el grado de significación que posee cada uno de estos eventos en la histo-
ria de cualquier estudiante: u n cúmulo de sucesivas batallas en pos de la victoria final. Así pre-
parado, como un guerrero, se produjo el enfrentamiento decisivo casi sin dormir y leyendo has-
ta el segundo anterior a ser llamado al "cadalso". Pero hete aquí que el escenario de la vieja Sala
XVII no era, ni por asomo, parecido a las aulas de la Facultad. Además, detrás de don Florencio
había unas doce personas de pie -entre psicólogos y médicos- que presenciarían el examen del
pobre estudiante. Ahí, en medio del despliegue de personajes y del bullicio, resonó la voz del
profesor; leyó en voz alta su nombre y lo increpó: "¿Se puede saber por qué viene a dar examen
usted?", y continuó el interrogatorio en el mismo nivel de exaltación: "¿Es que no sabe que por
la dedicación y el trabajo realizado durante el curso usted ya se ha hecho acreedor a los diez pun-
tos?" Resulta totalmente imposible describir el estado anímico que tales conceptos provocaron
en ese sufrido estudiante de medicina casi al término de su carrera: una mezcla extraña de incer-
tidumbre, asombro, incredulidad y pánico (para acercarnos tibiamente a la realidad de enton-
ces). ¡Y en verdad no le tomó examen!, siendo ése el único que no rindió durante toda su carre-
ra, que se sacó un "diez" y que le llevó una semana reponerse del shock de "no pelear contra el
enemigo". Un hecho insólito de esta naturaleza sólo podía ocurrir en una cátedra singular guia-
da por un profesor singular: don Florencio Escardó.
Llegó así la culminación de la carrera y su broche de oro: la ceremonia del juramento hipocrá-
tico y la entrega de diplomas que se llevó a cabo en el aula magna de la Facultad de Ciencias Mé-
dicas. 3 de junio de 1964: noche de tormenta; pero n i la lluvia torrencial n i el frío lograron do-
minar el intenso calor anímico que irradiaba del corazón del flamante médico. Ya la ceremonia
estaba por terminar y el profesor Escardó aún no llegaba para entregarle el diploma a su discípu-
lo, que así se lo había solicitado especialmente. Por f i n hizo su aparición en el estrado poblado
por rígidas personalidades académicas y frente al público que colmaba el salón de bote a bote,
se quitó el impermeable totalmente empapado, lo arrolló y lo arrojó debajo del majestuoso si-
llón que tenía asignado. Su gran sonrisa y u n guiño cómplice hacia quien esperaba tan impa-
ciente su presencia, fueron el preludio de u n verdadero acto de iniciación en el arte de curar, u n
bello símbolo de la nueva etapa que allí se iniciaba.
Poco tiempo después, en una entrevista de médico a médico con motivo de recabar su opinión
respecto de la forma de encarar el trabajo de consultorio privado, el doctor Escardó se expresó
de la siguiente manera:
"Querido amigo, yo estoy plenamente seguro de su capacidad e idoneidad porque lo he visto
trabajar a m i lado; sé lo que pone en su labor y cómo se brinda. Con la preparación que usted
tiene y la formación en psicología que está haciendo, no va a tener jamás ningún problema en
su profesión, trabaje donde trabaje."
Estas proféticas palabras del viejo maestro acompañaron toda la vida del joven médico, y aún
hoy resuenan con la misma fuerza en su alma. Después de aquel encuentro la vida los mantuvo
distanciados; una vida signada, para ambos, por la búsqueda y el descubrimiento. Pasaron lar-
UNA INTERPRETACIÓN DE
LA PROPIA BIOGRAFÍA
gos años. Pero sus caminos se acercaron nuevamente para compartir otros ámbitos m u y distin-
tos... y muy distantes del viejo hospital. (En el año 1982 el doctor Escardó publicaba u n peque-
ño ensayo titulado "Didáctica para una curación por el espíritu".) En algunos tramos del reen-
cuentro desfilaron temáticas absorbentes, como son los alcances de las medicinas diferentes: ho-
metopatía, acupuntura, osteopatía; o el desarrollo espiritual a través de la meditación, la astro-
logia, el ocultismo. Celoso guardián de las verdaderas bases del método científico y sus limita-
ciones, su espíritu se abría con amplitud para incursionar en otros planos de conciencia que no
son patrimonio de la ciencia académica.
En los útlimos años de su vida, el profesor Escardó llamó u n día ex-
presamente al protagonista de la presente biografía y le dijo con entu-
siasmo: "Quiero que me enseñe esa nueva medicina que usted conoce,
"Quiero que me enseñe
que hace tanto bien, y que integra completamente al ser humano." El
viejo profesor de pediatría, decano de la Facultad de Ciencias Médicas esa nueva medicina que
de la Universidad de Buenos Aires, quería conocer la medicina de orien-
tación antroposófica. Al igual que Goethe en su lecho de muerte, pedía
más luz. El entusiasmo inicial se transformó en algo de desconcierto
usted conoce, que hace
cuando dijo: "Nos equivocamos, amigo mío, al insistir tanto en una
medicina psicosomática, nos faltaba el espíritu." Y la respuesta del an- tanto bien y que
r
tiguo discípulo fue: "No, Florencio, no nos equivocamos. Los tiempos
de los hombres son los que marcan el momento de presentar ciertas
ideas en sociedad." (La culminación de aquel gran esfuerzo por incor-
integra completamente
porar el alma a la medicina de la persona humana como medicina psi-
co-somática, se ve coronada hoy por una verdadera Ciencia Espiritual al ser humano."
que incorpora la sabiduría divina a la medicina del hombre.)
Así, el gran hombre a quien está dedicado este homenaje se constituyó en el maestro del jo-
ven médico, y sugestivamente, en su madurez, en discípulo de su trabajo.
Si la v i d a física del doctor Florencio Escardó n o se hubiese e x t i n g u i d o , seguramente este
p r ó l o g o hubiera sido escrito p o r él. Porque así c o m o u n día le pedí que fuese él q u i e n me
entregara el m í t i c o d i p l o m a de m i i n i c i a c i ó n m é d i c a , h o y le pediría que presentara p ú b l i -
camente este l i b r o .
J DE PRÓLOGO
En este caso, la capacidad de asombro, sin límites, trajo aparejados sucesivos castigos para es-
te n i ñ o , de acuerdo con los modelos culturales de la época. Todo era probable: desconectarse de
la realidad circundante y abandonar u n aula completa en el jardín de infantes para observar u n
avión, o seguir a los bomberos por más de veinte cuadras cuando no tenía permiso paterno n i
siquiera para bajar de la vereda de su casa. Sin embargo, las travesuras no pasaban de una sana
ingenuidad; en general, no eran actos guiados por el rencor sino por la diversión y la aventura.
La bondad, ideal básico del septenio, se manifestaba a veces con meridiana claridad: u n día lle-
gó a sus manos una honda rudimentaria, hecha con u n trozo de rama y una goma elástica, que
permitía arrojar proyectiles a gran distancia; m u y entusiasmado salió a la calle para "hacer p u n -
tería" con su nuevo juguete. Un compañerito de juegos se hallaba en ese mismo momento, con
un engendro similar, debajo de u n árbol y apuntando cuidadosamente hacia lo alto. Después de
dos o tres disparos sucedió algo que jamás el niño hubiera imaginado: u n pájaro cayó muerto a
sus pies... ¡había experimentado por primera vez en esta nueva encarnación el horror de arran-
car la vida a otro ser... y además como diversión! Romper la maldita honda, no poder comer ese
día y llorar largo tiempo acongojado por el episodio, fue todo u n o . Esa imagen nunca la pudo
borrar de su alma.
En ese Primer Septenio tuvo algunos encuentros m u y intensos con la muerte. Lo ocurrido fren-
te al tablero eléctrico a los 4 años de edad es u n testimonio dramático de ello. También es inte-
resante destacar el contacto con el peligro, como fue el caminar sobre los techos de las casas ve-
cinas o arrojarse al vacío desde cierta altura con la plena convicción de poder volar; todas situa-
ciones de alto riesgo para la vida física. Una interpretación psicológica de la situación podría se-
ñalar una tendencia autodestructiva, pero una consideración anímico-espiritual podría inferir,
en el acto de arrojarse al vacío a esa edad, una reminiscencia de la sensación de falta de peso o
levedad del alma prenatal o post mortem, y descubrir, además, u n profundo deseo de regreso al
mundo espiritual o, por lo menos, una fuerte añoranza del mismo. Los caracteres de la escritu-
ra, que se manifestaron alrededor del cambio de septenio, entre los 7 y 8 años, son una muestra
inequívoca de la dualidad de mundos en que este niño vivía. Una dualidad geminiana m u y mar-
cada que incrementó mucho su ansiedad.
Si el Primer Septenio en algunas oportunidades situó al n i ñ o frente a la muerte, el Segundo
Septenio marcó u n encuentro con el otro misterio básico de la vida terrenal: el nacimiento. (En
este etapa todo niño abandona paulatinamente la simple imitación para emular lo que aprende:
necesita aprender. Está predispuesto al amor, y está también capacitado para desarrollar la vene-
ración hacia la autoridad que le enseña.) Precisamente por entonces este niño fue víctima de u n
doble engaño por parte de sus propios padres: la concepción de la vida humana y la existencia
de los Reyes Magos. El hecho de que los modelos culturales imperantes en otros tiempos justifi-
cara ambas actitudes, no mitiga n i el dolor n i la frustración que produjeron en el alma del n i ñ o
esos sucesos. (Cuando a lo largo del libro, como se verá en el Segundo Septenio, decimos que el
Cuerpo Etéreo completa su desprendimiento a nivel cefálico, nos referimos a que la organización
vital hace abandono de la sustancia física del cerebro y se encuentra entonces capacitada para la
conformación de imágenes. Ellas se tornan cada vez más claras y precisas, e impregnan del mis-
mo modo la vida anímica del n i ñ o . Los relatos que éste percibe mediante todos sus sentidos se
plasman como imágenes, adquiriendo una fuerza inusitada, sobre todo cuando provienen de la
autoridad amada a la cual el niño se entrega sin retaceos. Es m u y difícil, pues, destruir lo que se
ha creído o plasmado, para reconstruir una nueva verdad.) Alrededor de los 8 años este proceso
se encontraba en aquel niño en plena evolución y resultó m u y duro encarar una mentira relata-
da con lujo de detalles, tal como la partida de la mamá de su casa y el encuentro en una venta-
na del sanatorio con la nueva hermanita. Muchos fueron los interrogantes que lo acosaron fren-
te a los hechos relatados: ¿ C ó m o sabía la m a m á cuándo debía ir a encontrarse con la cigüeña?
¿ C ó m o sabía la cigüeña la ventana exacta para entregar el bebé? ¿Y si se había equivocado de
hermanita? ¿Y si se hubiera caído el canastito desde semejante altura? ¿ C ó m o resistía la bebita
tanto frío allá afuera? ¿Por qué m a m á estaba en cama? ¿Estaría enferma justo en el momento en
que llegaba la hermanita?
Éstas y muchas otras preguntas quedaron sin respuesta clara, o con evasivas; todas contribu-
yeron a deformar una realidad tan pura como es la verdad de la concepción humana.
La otra mentira, en cambio, siguió u n curso totalmente distinto en el alma del n i ñ o . Es posi-
ble que el amor y el mágico asombro que los Reyes Magos irradiaban como mensajeros del m u n -
do espiritual, hayan transformado el engaño en una compleja teoría multidimensional de super-
vivencia de los tres héroes que perduró bastante tiempo, mucho más que lo habitual para los n i -
UNA INTERPRETACIÓN DE
LA PROPIA BIOGRAFÍA
ños de esa época. (La aguda percepción espiritual del niño del Primer Septenio va declinando en
la medida en que se desarrolla en él la facultad del pensar. Los mundos espirituales desde d o n -
de ha llegado se esfuman lentamente de la conciencia diurna, dejando sólo su recuerdo y su rea-
lidad impresos en los cuentos de hadas, en las leyendas o en los mitos.) La devoción por los le-
gendarios personajes que allí tienen su morada se manifestó, en este n i ñ o , en los misterios de
las pirámides egipcias, en la mitología griega, en los cuentos de los hermanos G r i m m y en la es-
critura de su primer cuento de hadas.
Su temperamento sanguíneo también se desplegaba, concomitantemente con los descubri-
mientos de su espíritu. ¡Sólo Hermes podía comprender el alma de este n i ñ o incansable y travie-
so... y sonreír! En este septenio se produce también en él una apertura anímica importante, que
se manifiesta en u n sentimiento de amor a Dios, m u y marcado ante la inminencia de recibir a
Cristo en la Primera C o m u n i ó n , y en u n enamoramiento de una niña con la consiguiente decla-
ración de amor "según los cánones vigentes".
Y así lo encontramos en el umbral del Tercer Septenio, desde los 14 hasta los 21 años, el que
comienza con una etapa conflictiva, m u y dura (que venía ya de sus 13 años y llegó a los 18), o
sea el lapso de su convivencia en el Liceo Militar. La vida en un internado, a esa edad, puede de-
jar profundas huellas en la vida de una persona. Durante cinco años el joven debió hacer fren-
te a la i n j u s t i c i a de los hombres respaldados en u n utópico reglamento, al a u t o r i t a r i s m o grose-
ro expresado en axiomas tales como "el superior siempre tiene razón" y a la tremenda exigencia
y competencia propias del sistema. El joven atravesaba a la sazón una gran inestabilidad emo-
cional, en tanto que su aspecto físico (rasgos no deseados o rechazados) contribuían aún más a
desmoronar la débil autoimagen edificada.
En suma, el mar de sensaciones que no podía canalizarse adecuadamente era determinante del
conflicto, el dolor y la impotencia, a los que la Individualidad (el Yo humano) debía sobreponer-
se constantemente despertando su voluntad dormida.
La v i r t u d básica del septenio (como podrá verse en el Cuadro corres-
pondiente a los Tres Septenios del Cuerpo) es la predisposición al de-
ber, o sea la adquisición de responsabilidad. Paradójicamente, ésta era
una parte de la constante exigencia del sistema y también la mejor ma-
El enfrentamiento
nera de producir rechazo en lo íntimo de su Ser. Este trabajo, natural
en esa época de la vida, se veía dificultado, además, por una lucha i n - en el ámbito
terior entre la imagen arquetípica ideal del hombre y el instinto emergen-
te de su incipiente desarrollo sexual. En medio de tal conflicto, el joven
experimentaba la necesidad de luchar por el ideal básico caracterísico familiar siempre
del septenio: la verdad. Y así comenzaron a despertarse las fuerzas sub-
yacentes en su Individualidad: la dignidad, el respeto, la fraternidad, o
la verdad misma.
resulta Juro
La construcción de ideales, patrimonio de este periodo, se v i o enri-
quecida por un nuevo despertar del amor hacia Dios, hacia la humani- y extenuante.
dad (la patria) y hacia los seres queridos. La aparición de la ya mencio-
nada revista "Más Allá", de fantasía científica o ciencia ficción, conju-
gaba las dos aspiraciones profundas de este joven: los descubrimientos Muchas cosas
científicos propiamente dichos (la ciencia) y el conocimiento de la lla-
mada fantasía o ficción (lo espiritual). Era la conjunción perfecta entre
tierra y cielo, entre el m u n d o material y el mundo espiritual. ...¿Una
caen Je su pedestal,,.
premonición, tal vez, de su futura incursión en la Ciencia Espiritual?
(También aquí pueden surgir distintos puntos de vista, según sea la óptica con la que se exa-
mine la situación. Desde lo psicológico: u n joven no debería estar expuesto a sufrir semejantes
impactos o agresiones a su personalidad. Desde lo anímico espiritual: el destino individual; que
puede ser representado como una verdadera trama con infinitas opciones y posibilidades, aun-
que todas ellas sujetas al h i l o c o m ú n de la evolución del Ser; toda experiencia vivida tiene u n
sentido superior aun cuando en el momento de atravesarla no se lo encuentre.)
Cercana ya la finalización de ese tercer septenio, la readaptación a la convivencia familiar tra-
jo duras pruebas al joven; en realidad, padeció una de las crisis más difíciles de toda su biogra-
fía. El rechazo a todo tipo de autoridad y el hábito de actuar como individualidad frente a sus
padres, que pretendían el cumplimiento de sus propios planes y normas de convivencia, fueron
ingredientes suficientes para generar el caos. (El enfrentamiento en el ámbito familiar siempre
resulta duro y extenuante. Muchas cosas caen de su pedestal: se desploman antiguas idealizaciones,
A MANERA
DE PRÓLOGO
Sirva este esbozo de una interpretación de la propia biografía que acompaña a una historia personal, pa-
ra introducir al lector en el estudio septenario de su propio proceso biográfico.
EL SENTIDO DE M I V I D A
El n i ñ o se ha hecho hombre y es el mismo hombre quien ahora habla y da cuenta de sus ex-
periencias...
Y así llegó el Sexto Septenio (35 a 42 años, lapso en que las fuerzas se transforman radicalmen-
te cuando se insinúa el esbozo del alma consciente). U n sistema binario de creencias se derrum-
bó ¡caos! y otro enfoque, no sujeto ya una doble condición física y psíquica (cuerpo y mente),
empezaba a conformarse.
Apareció un espacio nuevo: lo trascendente, lo oculto, lo esotérico... ¿por qué no llamarlo por
EL SENTIDO
DE MI VIDA
DE PRÓLOGO
Aquello que se hace consistente mediante el desarrollo del pensar y forma u n conjunto homo-
géneo, nunca estará expuesto a trastabillar tal como una creencia basada en el aspecto emocio-
nal. En este último caso, el peligro latente de ese tipo de conocimiento estriba en que puede en-
quistarse en el intelecto, enfriarse y esclerosarse en el dogma, y perder así la pureza de sentimien-
tos que despierta una noble verdad.
También en este septenio se produjo el reencuentro con mis padres después de varios años de
total distanciamiento. Entre la separación matrimonial (a los 42 años) y el viaje a la India y Eu-
ropa (a los 43 años) se producía la bíblica "vuelta del hijo pródigo" al hogar paterno. U n d o m i n -
go fueron invitados mis padres, sin conocer las razones, al Primer Centro Sai Baba de Buenos A i -
res (del cual fui uno de los fundadores). Al finalizar esa ceremonia dominical les pedí perdón a
ambos públicamente: lo sentí como una ofrenda a la comunidad. Pero lo importante fue apren-
der a perdonarnos, aun los peores agravios, y por m i parte también rescatar el cuarto manda-
miento de la Ley de Dios: "Honrar padre y madre".
Durante mis años de agnosticismo y psicoanálisis había podido entender las raíces del actuar
de m i madre, pero sólo pude amarla cuando comprendí que ella era el ser elegido por mí como
madre en m i presente encarnación.
En m u y poco tiempo tres seres, muy especiales para mí en esta vida y cada u n o en su propia
esfera de acción, me confirmaban como persona y como ser humano.
• en el plano espiritual, Bhagavan Sri Sathya Sai Baba, en silencio con Jos ojos entrecerrados
y luego de tener un largo rato mis manos entre las suyas me dice lentamente: "Tú eres u n m u y
buen hombre..."
Por lo tanto, m i verdadero padre me reconcilió con el amor; m i profesor de pediatría, ejemplo
vivo de una medicina humana e íntegra, me enalteció como médico y m i G u í a espiritual en el
mismo corazón de la India me reconfortó con la pureza de la bondad.
Estos tres seres iluminaron m i despertar a la vida Espiritual que se consolidó y encaminó mer-
ced al "reencuentro" con Rudolf Steiner.
Los hechos sobresalientes de este primer septenio del Espíritu (de 42 a 49 años) fueron los
siguientes:
Este septenio se caracterizó por los viajes, y éstos, a su vez, por las partidas y llegadas. Sin embargo,
no es normalmente una etapa propicia para tantos movimientos; más bien se necesita calma para po-
der observar el camino. Pero en m i caso, esa calma recién sobrevendría al final del período.
También en esos años partieron mis padres en su viaje más largo. Se fueron con seis meses de dife-
rencia; después de más de cincuenta años juntos no pudieron esperarse mucho tiempo. Para ese en-
EL SENTIDO
DE MI VIDA
tonces, el destino nos había obsequiado diez años generosos desde el reencuentro hasta la partida.
Ya hacia el final de este segundo septenio del Espíritu cesaron los viajes y comenzó la quietud.
Esta quietud tiene hoy un nombre, se llama "La Tierra como escuela".
Los eventos principales de estos últimos años quedan así resumidos:
• Como psicoterapeuta, viví intensamente las emociones y angustias de padres e hijos, las dificulta-
des de la pareja y de la familia; y constaté en la vida cotidiana cómo se transforma un proceso emo-
cional en otro orgánico llamado "enfermedad". (Desarrollo del alma)
• Como terapeuta corporal tuve otra dimensión del cuerpo: lo vi contracturarse, autoagredirse, de-
fenderse, relajarse... Aprendí su lenguaje, aprendí a quererlo, a cuidarlo, y sobre todo a respetarlo. (In-
tegración del cuerpo)
• Como antropósofo pude conjugar el verbo "ser": ¿quién soy?, ¿quién eres?
• Y cuando en determinado momento la vida me colocó frente a la enfermedad mal llamada "ter-
minal", empezó m i trato con enfermos en tránsito, m i contacto con la muerte y su inexistencia como
tal. (Descubrimiento del espíritu). La convicción profunda de abordar el tema en comunión con la per-
sona que ha de partir, en medio de su miedo ancestral y su alienación final, despierta siempre en mí
aquellas palabras que transmitiendo la verdad no dañen y aquellas otras que confortando no engañen.
Es así que en el recorrido de este camino, al principio inconsciente, he ido viviendo la realidad del
cuerpo, del alma y del espíritu desde distintos lugares.
Hoy, esos espacios de aprendizaje convergen en un centro: la integración del hombre.
ROBERTO CROTTOGINI
en Buenos Aires, febrero de 1997
31 LA B I O G R A F I A H U M A N A -»
EL A L M A
51 A M P L I A C I O N DE LA ESTRUCTURA CUATERNARIA
RELACIÓN ENTRE LAS ORGANIZACIONES FÍSICAS Y LOS CUERPOS SUTILES
EL HECHO DE CRISTO
La biografía humana, que se manifiesta entre los fenómenos biológicos llamados nacimiento
y muerte, se divide en septenios o períodos de siete años.
Esta división no es arbitraria; su origen se encuentra en el tiempo que emplean los distintos
"cuerpos sutiles" del ser humano en su correspondiente maduración.
Si llevamos esta descripción al gráfico 1 se podrá observar que se consideran nueve septenios,
los cuales, a su vez, se pueden agrupar en tres septenios del cuerpo (0 a 21 años), tres septenios del
dlmu (21 a 42 años) y tres septenios del espíritu (42 a 63 años).
Ahora bien, los primeros tres septenios o septenios del cuerpo, que constituyen la base de la
biografía humana, tienen la particularidad de reflejarse inconsciente y conscientemente en los otros
períodos septenarios. Así entonces, la transformación inconsciente se proyecta en los tres septe-
nios del alma (cuarto, quinto y sexto), mientras que la transformación consciente, expresión cla-
ra de la voluntad del hombre, se lleva a cabo en los tres septenios del espíritu (séptimo, octavo
y noveno), etapa de la verdadera madurez de la existencia.
De tal modo, todo lo acontecido entre esos dos momentos está concatenado en la misteriosa
1
CUERPO ,,,,, * ESPÍRITU
ALMA
]°- 2 Q
¥Q 4 5 Q 5 0 7 0 go 90
TRANSFORMACIÓN
CONSCIENTE
v \ , y % / / f e
TRANSFORMACIÓN
INCONSCIENTE
INTRODUCCIÓN
trama del destino, o karma. Son leyes universales que guían estos procesos, y también se debe a
ellas el equilibrio entre los distintos cuerpos que todo hombre trae al nacer. Desde este p u n t o de
vista nadie nace en pleno estado de salud, sino que lo hace con una serie de predisposiciones
provenientes del proceso de encarnación vivido con anterioridad. Pese a que la programación
genética es el sustento de la teoría mecanicista de la vida, la investigación científico-espiritual
ofrece la posibilidad de pensar cómo se imprimen las consecuencias de la vida anterior en la
constitución del genoma humano de la presente vida.
La biografía del ser humano resulta ser cada día más atractiva. Si hay algo que define la pre-
sencia espiritual en el hombre, y lo diferencia del animal, esto es su biografía. En el reino ani-
mal, u n perro o una gaviota pertenecen a la especie perro o gaviota; con su descripción se dirá
todo lo necesario sobre su esencia ya que las características particulares de cada animalito n o
cambian la esencia de la especie. Lo que en el hombre es su biografía sería en el animal la des-
cripción de toda su especie.
El hombre se evidencia como tal a través de su biografía; así entonces, cada hombre constitu-
ye u n hecho inédito.
Resulta insuficiente conocer la vida de una persona a través del relato de su padre, su h i j o o su
mujer; existe algo individual que sólo puede transmitir cada uno. La biografía es lo inédito de
cada ser humano, es la experiencia de la Individualidad. Elaborándola, la persona acepta mejor
su pasado y establece relaciones más sanas con su futuro: puede construir u n arco desde el pasa-
do hacia el futuro atravesando las dificultades y errores del presente.
Al observar la propia biografía sentimos que no se trata de algo que ocurrió en el tiempo sino
de algo que creció; se generó una gestalt temporal. Así como una forma se estructura en el espa-
cio, también se va construyendo una forma en el tiempo.
Esto se realiza a través de u n r i t m o que se relaciona causalmente con el r i t m o anual del cuer-
po físico: el r i t m o septenario, o septenio. Conocido ya por Hipócrates y Paracelso, a principios
del siglo XX Rudolf Steiner lo actualiza y lo desarrolla como u n pilar dentro del conocimien-
to antroposófico.
A C L A R A C I Ó N RESPECTO D E L O D E S A R R O L L A D O E N C A D A S E P T E N I O : La descripción de l o que
puede acontecer en cada período aproximado de siete años (es decir, en cada septenio) no cons-
tituye en sí reglas fijas que regulan el comportamiento o la actitud de cada persona, sino más
bien puertas que se abren en determinadas etapas según la transformación de los respectivos
miembros esenciales del hombre (tema que desarrollamos más adelante): Cuerpo Físico, Cuer-
po Etéreo, Cuerpo Astral, Yo. Así, plenamente organizados, van emergiendo los distintos cuerpos
del hombre; es decir, las distintas organizaciones suprasensibles se van "pariendo" una a una
en cada septenio.
La descripción que realizamos se ajusta a u n modelo aproximado de metamorfosis espiritual
de cada una de estas organizaciones suprasensibles en el plano físico.
Cada período septenario produce un nuevo nacimiento; cada nacimiento tiene "dolores de par-
to" o crisis. Las crisis correspondientes a cada septenio pueden ser consideradas como las opor-
tunidades de cambio que el destino nos otorga, o sea el crecimiento que el hombre podrá obte-
ner transformando esas crisis en verdaderos puntos de desarrollo. (En cada septenio aparecen
"cosas nuevas", tal como sucede con la metamorfosis de las plantas.) Evidentemente existirá una
gran diferencia entre lo acontecido a cada individuo en sus respectivas experiencias de vida. M u -
chos son los factores que participan en el proceso, tales como la calidad de los cuerpos que se
traen a cada encarnación, la voluntad que el hombre desarrolle a cada instante para enfrentar
las peripecias que se le presentan y un sinnúmero infinito de causas vinculadas con el karma i n -
dividual y colectivo.
A través del ritmo séptuplo nuestra vitalidad (la vida del Cuerpo Etéreo) y nuestra vida anímica
(el alma) se unen con la corporalidad física. Rudolf Steiner describe claramente este aconteci-
miento biológico y espiritual: la esencia del nacer no consiste en que algo nuevo "sale" del vien-
tre materno, sino en que algo inédito y especial "entra" en el cuerpo físico del nuevo Ser.
LAS PRIMERAS PREGUNTAS
Y ALGUNAS RESPUESTAS
A través del desarrollo de los siguientes puntos trataremos de dar respuesta a los interrogantes
restantes.
Acompañados por el gráfico 2 nos ubicamos en el primer nacimiento del hombre: el nacimien-
to del Cuerpo Físico [JJ. Es u n hecho recibido con alegría y felicidad: ha llegado u n inocente y se
lo viste de blanco simbolizando la pureza que representa.
Para nuestra sociedad este nacimiento es el único "visible", y a su al-
rededor se desarrollan las más novedosas interpretaciones:
• Desde las escuelas psicológicas tradicionales importa abordar el es-
tudio de la personalidad de los padres, el tipo de gestación llevada a ca-
bo o el trauma psíquico del parto, para determinar las impresiones pri-
marias que pueden dejar huellas indelebles en la mente del nuevo Ser.
Este llega al m u n d o sin responsabilidades anteriores, sin causas de en-
fermedad, sin evidencia de temperamento individual alguno y es some-
tido a u n medio sociocultural y familiar heredado por azar. Tal como si
fuera u n gran libro en blanco en el que sus progenitores biológicos em-
pezarán a reflejar los propios conflictos no resueltos. que defi
• Por su parte, la medicina moderna ha creado una nueva especiali-
dad alrededor de este momento singular: la neonatología, cuyo campo
de acción abarca parte del embarazo, el parto, y el primer mes de vida
a partir del cual el nuevo Ser objeto de estudio le pertenece ya al pedia-
tra. (Esta especialidad adquirió notoria relevancia científica y a diario
incrementa sus investigaciones sobre el funcionamiento bio-físico-quí-
mico del "sistema recién estrenado". Merced al aporte de la genética pue-
de conocer con bastante precisión las fallas, siempre atribuibles a una
alteración matemáticamente predecible del ADN o del ARN. Excepción
hecha de la mujer o el hombre médico que tratan de superar la deshu- del animal
manización del sistema con toda la fuerza de su corazón y la bondad de
su alma.)
esto es su biografía.
INTRODUCCIÓN
(Como señalamos, las posturas de dos corrientes importantes de nuestra época, la psicología y
la medicina, y ciertas actitudes rituales de nuestra cultura, evidencian el arraigo del preconcep-
to materialista de una sola existencia. Aunque la física moderna hace tiempo haya dado por tie-
rra con ciertos conceptos clásicos como materia, energía, tiempo y espacio, el prejuicio subsiste.
Entendemos que si el concepto de una organización suprasensible es difícil de asimilar porque
transgrede nuestras convicciones o creencias, más difícil aún resultará comprender la integración
de las distintas organizaciones y su posterior nacimiento. No obstante, despojarse de las creen-
cias en boga e intentar el cultivo del pensar, puede permitir el logro de un estado de conciencia
superior al de vigilia que da acceso a otros planos de la realidad.)
En el segundo nacimiento del hombre, nacimiento del Cuerpo Etéreo f J j , sucede algo m u y
distinto con respecto al primero, porque se trata de u n m o m e n t o que suele resultar general-
mente inadvertido.
Los padres son testigos de la caída de los dientes, de que las enfermedades infantiles han
cesado, de que el n i ñ o hace otras preguntas, de que empieza a ordenar su pensamiento en
forma lógica... Es decir, su Cuerpo Físico sigue su pauta habitual de crecimiento, pero se pro-
duce u n gran cambio en la manera de manifestar las ideas: las fuerzas de crecimiento empie-
zan su transformación en fuerzas del pensar.
Esto indica que el primer desprendimiento del Cuerpo Etéreo se produce precisamente en la
organización cefálica. Es el m o m e n t o apropiado para que el n i ñ o ingrese en la escuela (aun-
que debido a las nuevas tendencias lo hace, a veces, a los cinco años con los consiguientes
problemas futuros). El n i ñ o se emancipa del Cuerpo Etéreo materno y consolida su propio Cuer-
po Etéreo: la primera organización suprasensible. Posee ya su propia organización v i t a l sepa-
rada de la de su madre.
Estamos ahora ante u n ser humano dueño de u n Cuerpo Físico ya consolidado, que ha so-
portado determinados procesos inflamatorios (enfermedades infantiles) como aprendizaje pa-
ra robustecerlo.
¿Qué pasa a continuación?: en el tercer septenio -14 a 21 años- se prepara el nacimiento del
Cuerpo Astral, o sea el tercer nacimiento del nombre [3} Durante esta etapa es cuando se mani-
fiesta el Cuerpo Astral (fuerzas provenientes de los astros, o sea del Cosmos) que se ha indepen-
dizado, como sus antecesores, del vínculo simbiótico materno. (Un principio general de la vida
consiste en que algo que finaliza su cometido, madura y se desprende.) Alrededor de los 14 años
se emancipa el Cuerpo Astral de los órganos genitales, dando lugar a la iniciación de la menstrua-
ción en la mujer y la actividad sexual en el varón, además de impulsar los caracteres sexuales se-
cundarios en ambos sexos. Estas fuerzas que se liberan de los correspondientes órganos pueden
ser utilizadas para el desarrollo de otras áreas del ser humano, por ejemplo el despertar de cier-
tas facultades anímicas aptas para captar la belleza.
CA cuerpo astral SI nacimiento cuerpo e t é r e o B muerte* del cuerpo e t é r e o (entre el 7 y el 1 0 día post-mortem)
a 2
CE cuerpo e t é r e o SI nacimiento cuerpo astral B muerte* del cuerpo astral (aproximadamente un tercio del tiempo vivido)
Del tiempo demandado por cada organización para integrarse y nacer como tal, surge esta bio-
grafía en septenios:
Se inicia el tercer proceso, que comprende al Cuerpo Astral, sede de todas las posibilidades de
que la sustancia sienta (reino animal y humano) y no de que la sustancia solamente viva (reino
vegetal). Dos situaciones, desconocidas al término de nuestra vida, son fundamentales en este pro-
ceso; en primer lugar: ¿dónde estuvimos durante el viaje onírico de cada noche? La tercera parte
de la vida transcurre en ese estado, y este conocimiento debemos aprehenderlo post mortem para
completar nuestra experiencia vivida con miras a la próxima encarnación. En segundo lugar: en
toda nuestra existencia no llegamos a conocer el resultado que nuestra acción (acto volitivo) pro-
voca en el otro; conocemos las respuestas a nuestro actos pero no lo que sintió íntimamente aquél
al que dirigimos nuestra acción. Resulta imprescindible ahora recibir en nosotros mismos la pro-
pia acción, agradable o desagradable; es necesario grabarnos en forma indeleble sus consecuen-
cias. Es la manera de hacer consciente nuestra voluntad. En cada experiencia vital que debemos
realizar, la verdadera fuerza de la voluntad permanece oculta a nuestra conciencia actual en lo más
profundo de nuestra sangre. Ignoramos completamente lo que sucede entre el impulso de hacer
y su ejecución -el movimiento-... sólo sabemos que ocurre, pero no cómo ocurre. Tornar conscien-
te la voluntad del hombre debe ser una de las metas futuras de la humanidad.
El tiempo que requiere nuestro agotado Cuerpo Astral para dicha tarea se puede estimar en al-
rededor de una tercera parte del tiempo vivido en la Tierra.
Esta es la tercera muerte Q , y la última.
El Yo, pleno de experiencia, ahora se desprende totalmente de la última envoltura y comienza
su travesía eterna hacia la próxima incursión en la materia. Nuevamente se ha separado el h o m -
bre espiritual consciente, ya en busca del Cosmos, del hombre terrestre inconsciente, integran-
te de la corriente de vida humana que aguarda el próximo encuentro.
EL DOBLE ORIGEN DEL
HOMBRE: SUS DOS HERENCIAS
En el punto N del gráfico 2 -nacimiento- vimos la integración del hombre "superior" con el
hombre "inferior". (Los convencionalismos "superior" e "inferior" intentan reflejar la idea de lo
sutil o celeste, y de lo denso o terrestre.)
El Yo, revestido por su astralidad, se va introduciendo en el estado embrionario de su propio
cuerpo, donde la vitalidad del Cuerpo Etéreo de la humanidad en general y de los padres en par-
ticular está ordenando el caos de la sustancia en pos de la forma arquetípica del hombre.
Hablamos de u n hombre físico que pertenece a la Tierra y se acerca al nacimiento, y de u n
hombre espiritual cuyo acercamiento a la Tierra proviene de "arriba" y que desciende al plano
de la materia. He aquí la fusión del hombre espiritual (eterno) con el hombre terrenal (perece-
dero). El hombre espiritual posee su forma particular, no heredada sino de sí mismo a través del
trabajo constante sobre la propia esencia. A medida que la evolución espiritual prosigue, en esa
Individualidad se desarrollarán facultades más sutiles que le permitirán ampliar su conciencia y
penetrar los secretos del mundo, de la naturaleza y del hombre mismo: éste es uno de los senti-
dos de toda iniciación.
Lo que caracteriza a ese hombre espiritual es el Yo que se envuelve du-
rante el descenso en la sustancia sensciente de su nuevo Cuerpo Astral.
[a herencia
física constituye
Se produce así un nuevo intento del Yo por establecer la estructura cua-
ternaria humana por primera vez en esta nueva experiencia de vida. La
entidad humana se ha conformado.
Producido el milagro de la encarnación se inicia el desarrollo hacia la
propia biografía, esa huella que deja la Individualidad en la historia h u -
el linaje
mana. El Yo, testimonio inmutable de la evolución del Ser, llega desde
un tiempo sin tiempo (que podríamos llamar futuro) a encontrarse con etéreo-físico Je
un hombre físico que viene del pasado y que aporta, a través de s<& pro-
genitores, un Cuerpo Etéreo viviente y las sustancias terrestres que inte-
grarán su nuevo Cuerpo Físico.
toda la humanidad.»
Tal confluencia de fuerzas se produce para reiniciar el eterno juego de la vida en el espacio-
tiempo, en el punto cero de u n eje de coordenadas que pasan por la concepción y culminan en
el nacimiento, esto es, el presente.
La herencia física constituye el linaje etéreo-físico de toda la humanidad, la sabiduría incons-
ciente de concebir cuerpos vivos, ese plano bio-físico-químico que desde hace milenios consti-
tuye la vida engarzada en el pool genético de la humanidad.
Nuestros padres son los dos últimos actores que intervienen para que finalmente se descorra
e! telón y aparezca esta nueva obra maestra de Dios: el hombre.
Para la explicación de este fenómeno tan subyugante seguiremos el proceso ayudados por el
gráfico 3.
En primer término el punto I nos señala una representación conceptual de la vida apoyada en
la teoría mecanicista, que trata a todo organismo vivo como u n mecanismo y que constituye el
sustento ideológico del materialismo.
La vida humana estaría representada por u n segmento que empieza en el punto N y finali-
za en el p u n t o M . La vida comienza merced al azar en el primer punto y finaliza también por
azar en el segundo p u n t o . Hay que tener en cuenta, además, que la vida a la que se hace re-
ferencia es la vida biológica, propia del cuerpo que acaba de ser parido; la conciencia y la
Individualidad, funciones superiores del ser humano, se presuponen como una extensión del
mencionado Cuerpo Físico.
La idea de una sola existencia se apoya en la imposibilidad del método científico de demostrar
otra cosa.
Los puntos extremos del segmento estudiado se suelen denominar vida y muerte, y ninguna
otra cosa puede existir más allá de semejante demarcación. Esto determina que al alcanzar una
cierta edad la persona sienta que cada día vivido es u n día menos, u n paso más hacia la decre-
pitud, la decadencia y la muerte.
INTRODUCCIÓN
El punto I I representa otra concepción de la vida apoyada en teorías tales como la vitalista o
la morfogenética.
La sinusoide reemplaza al segmento rígido y casual de la vida humana que observamos ante-
riormente, y presenta a la vida, consciente de sí misma (el espíritu humano), como u n fenóme-
no perenne que periódicamente incursiona en el plano físico-biológico de la humanidad en una
interminable sucesión de nacimientos y muertes. Estos de escasa duración temporal en relación
con los grandes períodos de tiempo que median entre una muerte y u n nuevo nacimiento.
La causalidad profunda de este proceso es la evolución del Ser y la posibilidad de adquirir el
pleno d o m i n i o de su voluntad y por ende su libertad.
El punto A es una representación del Dr. Víctor Bott, que refleja claramente lo que podríamos
llamar el descenso del Yo hacia su experiencia física, a través de los distintos planos anímico-es-
pirituales que se caracterizan en la ciencia oculta con la denominación de "esferas planetarias".
Esta curva de descenso es una parte de la eterna sinusoide que repite los ciclos de acercamiento
a lo denso (nacimiento) y retorno a lo sutil (muerte). (A del punto II)
El punto B amplía la curva anterior referida a la encarnación propiamente dicha o biografía
humana expresada en septenios. (B del punto A)
El Yo, como sede de la Individualidad, conformará su propia biografía en cada encarnación i n -
dependientemente de sus progenitores. No obstante, los padres influirán de manera especial en
el trabajo individual de ese Yo:
MUERTE
©NACIMIENTO
©MUERTE
PLANO
ASTRAL
O BIOGRAFÍA EN SEPTENIOS
TIERRA
- i — • * -
2 1
28 J 5 « 4 9 5 6 63 70
NACIMIENTO
INTRODUCCIÓN
La forma del hombre como integrante del género humano, puede provenir únicamente de una
fuerza igual a la suya como resultado de su procreación.
Las fuerzas reproductivas hacen nacer de él otro cuerpo que puede tener su misma forma, es
decir, que puede ser portador del mismo Cuerpo Etéreo o vital, ya que todo cuerpo vital es una re-
petición de su antecesor. Por este motivo, no se manifiesta en una forma cualquiera, sino en la
que posee por herencia, que ya existía en sus antecesores. (Cuando hablamos del género huma-
no, nos referimos a aquello que le otorga al hombre singularidad como tal: ubicación, tamaño
y forma de sus órganos, de su cabeza, de su columna, de su esqueleto; es decir, la figura e ima-
gen del integrante de la especie humana.)
Así como hemos descripto la herencia física del hombre, analicemos ahora su herencia espiri-
tual: También el espíritu aparece a la visión suprasensible con una forma determinada (la pala-
bra "forma" se utiliza aquí con u n sentido espiritual). Las formas del espíritu difieren de u n h o m -
bre a otro; no hay dos formas espirituales idénticas. Estas diferencias entre los seres humanos no
se pueden imputar solamente al ambiente, a la educación o al medio social, ya que dos perso-
nas en igualdad de condiciones externas se desarrollan de modos distintos, lo que confirma que
han venido al mundo con predisposiciones anímicas m u y particulares. Apoyarse en el código ge-
nético para justificar tal o cual comportamiento, significa no haber observado antes con deteni-
miento la relación del hombre con sus experiencias.
Ahora bien, si como hombre físico repite la forma de sus antepasados, ¿qué es lo que repite co-
mo hombre espiritual?: desarrolla su propia biografía y su forma particular; modifica la forma fí-
sica heredada, le da contenido, expresión y sentido individual.
El tema de la forma ocupa u n amplio campo de investigación científica y espiritual. "Lo esen-
cial es invisible a los ojos", hace decir Antoine de Saint Exupéri a su Principito: así es la forma: es-
tá presente como lo obvio, no puede ser vista pero todos vivimos en ella, no puede ser descu-
bierta pero todos dependemos de ella... Es cambiante, dinámica, y su existencia como fuerza pa-
sa inadvertida para los sentidos comunes.
Generalmente vemos el resultado, no el proceso; y aquí el proceso lo c o n s t i t u y e n las fuer-
zas de la forma, o sea las fuerzas formativas, que se irradian constantemente desde el espíri-
t u h u m a n o : la materia modelada es el resultado. Cuando esta materia es abandonada por
los cuerpos sutiles -muerte física- rápidamente se desintegra, pierde la forma porque han
desaparecido sus fuerzas generadoras.
El hombre espiritual no hereda la forma de nadie sino de él mismo; la forma pertenece al espí-
ritu eterno, el que en cada encarnación realiza un nuevo aprendizaje.
Así como la forma física del hombre es una continua repetición, una reencarnación de la
naturaleza del género humano, el hombre espiritual tiene que ser una reencarnación de es-
te mismo hombre espiritual pues como tal cada hombre es u n género propio.
E L ALMA
Y EL METAL CORRESPONDIENTE
Trataremos de acercar las más claras respuestas posibles, a los interrogantes planteados:
Las esferas espirituales planetarias constituyen u n tema decisivo, que hace a la Antroposofía,
y que suele ser desvirtuado por conocimientos populares psuedocientíficos o pseudoesotéricos.
La distorsión de la realidad puede resultar una complicación seria, más aún cuando se trata de
u n conocimiento oculto a los sentidos corrientes que exige el despertar de otro nivel de concien-
cia para aprehenderlo. La vulgarización de u n conocimiento es mucho más peligrosa que la ig-
norancia del mismo. En este último caso, la intuición puede orientar a la persona por el camino
correcto; en cambio, el pseudoconocimiento apoyado en la vanidad de quien sabe "la media ver-
dad" puede generar grandes obstáculos en la búsqueda del camino.
Estas últimas eran percibidas por la clarividencia natural del hombre antiguo, lo que le permi-
tía u n contacto certero con los dioses (que luego fueron descriptos, ya humanizados, en la m i -
tología hindú y egipcia). Sus figuras aparecían todavía en dos dimensiones, o sea en u n solo pla-
no, sin profundidad.
Es en la época griega cuando el hombre ya puede expresar sus contactos con el m u n d o espi-
ritual a través de la perfección de las formas en las tres dimensiones del espacio. Entonces flo-
rece la belleza; es el m o m e n t o de evolución en el que lo bello se asimila a lo bueno, y por en-
de, lo feo se asimila a lo malo. El arte griego, y la escultura en particular, alcanzó u n grado ma-
jestuoso de expresión en sus dioses humanizados. (A la vez, se desarrollaban las bases de nues-
tra Filosofía.)
Encontramos en esto una maravillosa síntesis del alma humana que perdura íntegramente en
la profundidad del inconsciente del hombre de hoy: ...los temores de Kronos frente a su hijo; los
celos de Afrodita; la eterna belleza de Eros; la fecundidad de Selene; el valor de Ares; la soledad
de Psique; la divina cólera de Zeus, la compasión de Asclepios... (Para citar sólo algunas caracte-
rísticas indelebles que ostentaban los dioses del Olimpo y que heredamos sus hijos, los hombres.)
En la época romana los dioses alcanzaron su grado m á x i m o de materialización, precisamente
cuando se condensó el poder en la Tierra con la formación de grandes imperios. Desde el siglo
III a.C, aproximadamente, en Roma se asimiló la imagen de Asclepios a Esculapio; Kronos a Sa-
turno; el resplandor de Selene a la Luna; la vastedad oceánica de Afrodita al amor de Venus; o la
personificación de la pasión guerrera e indisciplinada de Ares al dios ítalo de los campesinos,
Marte.
Es curioso observar c ó m o los dioses mitológicos dejaron tal huella en la historia de la huma-
nidad, manifestándose hasta hoy como verdaderas fuerzas reinando en nuestro m u n d o interior.
Fuerzas contra las que luchamos, como la envidia, los celos o el egoísmo; o que deseamos alcan-
zar, como el valor, la belleza, la fecundidad o la compasión.
La constitución físico-espiritual del hombre antiguo era m u y distinta de la actual; podríamos
decir que estaban mucho menos encarnados sus principios espirituales. (Por lo tanto, su relación
con otros planos era más fluida, lo que dio origen, también, a las leyendas, las fábulas y los cuen-
tos de hadas como sublime expresión de una inmensa sabiduría.) A medida que los cuerpos su-
tiles del hombre penetraron más y más en la materia, el ser humano se ha ido alejando de aquel
nivel de experiencias reemplazándolas por el desarrollo de la facultad de pensar. Pero el pensa-
miento, merced a u n desarrollo unilateral del intelecto, corre el riesgo de caer en el intelectua-
lismo y esto se evidencia en el pensamiento abstracto actual.
El hombre de hoy, con sus cuerpos sutiles profundamente encarnados, no puede imaginar ya
u n m u n d o causal, no puede admitir su verdadero origen espiritual e incluso niega con vehemen-
cia la existencia de lo que realmente piensa en él. Es decir, niega con el Yo la expresión de su mis-
m o Yo. Esto contribuye a que se interprete la mitología como una proyección psicológica de los
conflictos del hombre de ese tiempo, sin tener en cuenta el cambio trascendente operado en el
cuerpo actual del ser humano.
FUERZAS ESPIRITUALES PLANETARIAS
Y EL METAL CORRESPONDIENTE
Se podría decir, entonces, que lo esencial en las preguntas que han brotado en nosotros es-
tá relacionado con nuestra dificultad de aprehender las fuerzas espirituales y vincularlas, ade-
más, con la materia en sí misma.
R E L A C I Ó N CON E L COSMOS: Ahora bien, cuando el Cosmos irradia sus fuerzas manifestándose
en los distintos planos: ¿qué acontece en el hombre?, ¿qué acontece en la Tierra?
En el hombre, la acción de estas fuerzas espirituales planetarias se manifiesta en la aparición
física de aquellas estructuras complejas que llamamos "órganos". Las funciones espirituales (cós-
micas) plasman en el plano físico el órgano correspondiente apto para su función. Se materiali-
zan en el embrión los distintos aparatos o sistemas (circulatorio, digestivo, respiratorio, nervio-
so) a partir de la individualización, astralización y eterización de la sustancia que será integrada
en ese cuerpo inédito, en formación. Así va descendiendo, una vez más, la Idea espiritual, arque-
típica, del hombre, impregnada, ahora sí, de los gérmenes del destino que ha preparado incons-
ciente o conscientemente el Ser a través de sus experiencias anteriores. Las fuerzas de la
Individualidad -el Yo- son portadoras del mensaje, y mediante el cuerpo de sensaciones -Cuerpo
Astral- comienzan su trabajo sobre el modelador vital de la materia -Cuerpo Etéreo- para irrumpir
en el d o m i n i o de las fuerzas de la Tierra -Cuerpo Físico-. (En esta confluencia de fuerzas de la
Individualidad, de la conciencia y de la vitalidad, se halla presente el misterio de la vida.) Así se
graba en la intimidad del ADN -código genético- la partitura de la obra que cada ser humano de-
berá interpretar, con sus respectivas notas. De aquí que resulte tan imprescindible mantener cla-
ra la imagen de la materia densa terrestre como u n gran vacío ocupado por campos de fuerzas,
donde se transmuta constantemente materia en energía y viceversa (fenómeno captado por la
investigación de la física moderna), para lograr la integración lógica de estas fuerzas de la mate-
ria misma con las fuerzas espirituales (captadas por el desarrollo interior del individuo).
Brindamos el siguiente cuadro referido a la aparición del metal en la Tierra, proceso que se de-
be a la metamorfosis de las fuerzas planetarias en contacto con el suelo terrestre:
»-•' .-m
r * "i*
Tal realidad permite que u n estudio cuidadoso de las propiedades físicas del metal nos ponga
en contacto con la esencia espiritual del planeta que le dio origen. Esta es la razón por la cual la
Antroposofía hace de los metales la columna vertebral de su terapéutica, previa preparación de los
mismos para reactivar las fuerzas espirituales que subyacen tras su estado cristalino.
Este trabajo médico de orientación antroposófica lleva ya ochenta años de práctica, con
resultados harto elocuentes. C o m e n z ó a llevarse a cabo en Europa, a principios de siglo, so-
portando los embates del cientificismo. Más tarde fue siendo tolerado merced a la libertad
individual conquistada por el hombre, y hacia fines del siglo se ha extendido a muchos paí-
ses del m u n d o . Se hace imprescindible que la medicina (ciencia y arte de curar) tenga en
cuenta posturas diferentes de las científicas convencionales, y que el médico compruebe la
realidad de dichas posturas. Estos ochenta años de resultados claros pueden transformar
una teoría espiritual en una hipótesis de trabajo.
Hemos efectuado un paralelismo entre la visión científica actual de una materia "inmaterial", y
la acción de fuerzas también "inmateriales" que actúan y modelan dicha materia. En el primer ca-
so, la certeza de la realidad la brinda el método científico.
En el segundo caso, la certeza se obtiene merced a u n arduo trabajo interior que desarrolla fa-
cultades latentes en el ser humano; si el mundo sensible a los sentidos se presenta como lo apa-
rente (lo que aparece), para aprehender la esencia (lo que es) es imprescindible una transforma-
ción interna. La visión desarrollada mediante la sustancial modificación del pensar intelectual en
dirección al pensar puro impregnado del sentir y de la voluntad, develará a nuestra conciencia los
profundos misterios de la metamorfosis de estas fuerzas espirituales planetarias.
Cuando el hombre muere su cuerpo se convierte en u n instrumento inútil para la entidad que
actuaba en él. El Cuerpo Etéreo, el Cuerpo Astral y el Yo abandonan la morada del Cuerpo Físico ce-
diéndola a la acción de los elementos. Durante los días que siguen a la muerte física, el Ser asiste
a la denominada "experiencia de Tableau". Entonces contempla, casi absorto, u n alud de imáge-
nes vivísimas de la vida que acaba de finalizar. Al cabo de unos diez días, este proceso culmina
con el desprendimiento total del Cuerpo Etéreo y el respectivo cese de las imágenes. Los restantes
Cuerpos -Astral y Yo-, inician u n proceso depurativo, u n estado que podría recordarnos la imagen
religiosa del purgatorio, pero no bajo la concepción del castigo sino de la justicia. Es lógico com-
prender que las acciones ejecutadas durante la vida hayan contaminado a los miembros esencia-
les del hombre, y para llegar a un plano de mayor sutileza deberá depurarse lo acumulado. Esta
depuración produce d o l o r y aprendizaje. El aprendizaje es la finalidad. El dolor o el placer,
según la acción de que se trate, acompañará el proceso (si el dolor fuera la finalidad, entonces sí
lo llamaríamos castigo).
Durante u n lapso equiparable a u n tercio de la vida terrenal recorrida, el Ser experimentará re-
trospectivamente su existencia pasada (desde la muerte hasta el nacimiento). Las vivencias en el
plano anímico resultan más reales aún que la propia vida física, ya que el organismo que posibi-
LA VIDA ENTRE LA MUERTE
Y UN NUEVO NACIMIENTO
muchas personas que vivían episodios de este tipo preferían negar el hecho, suponer que había
sido u n sueño... y evitar el conflicto de asumirlo frente al escepticismo familiar y cultural.
Pero toda la fenomenología descripta es apenas el movimiento inicial hacia la disolución del
Cuerpo Etéreo, y puede ser bruscamente interrumpido por un fármaco o u n shock eléctrico, co-
nectando nuevamente (cuando así correspondiere) al Cuerpo Etéreo con el Cuerpo Físico.
En cambio, el desarrollo metodológico de la Antroposofía sobre el proceso post mortem,
lo hace perceptible solamente a través de un intenso y prolongado trabajo meditativo que
puede llegar a abarcar toda la vida del ser humano.
EL DESTINO HUMANO
...no interesa
existencial, pueden responder al planteo freudiano de los sueños. Es-
tos pueden obedecer a estímulos endógenos o exógenos, y utilizar
mecanismos de condensación, transferencia, sustitución o simboliza-
c i ó n . Pero a medida que el i n d i v i d u o trabaja sobre sí mismo con una
actitud meditativa de la vida cotidiana, con la meditación propia- el fenómeno
mente dicha o con el trabajo sobre su biografía, los sueños se trans-
forman, dejan de referirse a situaciones personales o conflictos a n t i -
guos y aparecen mensajes o contactos con el m u n d o espiritual. Las
en sí mismo, sino
personas pueden diferenciar claramente este tipo de sueños, y el m o -
m e n t o del descanso logra así convertirse en u n verdadero acceso
consciente al m u n d o anímico-espiritual.
el camino a recorrer
(En m i experiencia profesional he podido apreciar, en varios pa-
cientes que han dedicado parte de su tiempo a la meditación, la apa-
para llegar al
rición de fenómenos de precognición, o sea la percepción anticipada
de sucesos a ocurrir en u n corto plazo; esto les despertó el interés por
adquirir u n conocimiento espiritual.)
conocimiento de los
Desde el punto de vista de la Ciencia Espiritual no interesa el fenó-
meno en sí mismo, sino el camino a recorrer para llegar al conocimien- mundos superiores.
to de los mundos superiores.
La atenta observación del proceso sueño-vigilia nos induce a construir la imagen de lo que su-
cede en realidad con el Sueño Grande o la Buena Muerte, y la Gran Vigilia o la Dura Vida. Así
como el sueño interrumpe nuestra actividad cotidiana, que retomamos al día siguiente sin re-
cordar qué caminos anduvimos, así la muerte interrumpe nuestra vida sin que podamos recor-
dar qué mundos recorrimos. En ambos casos nos encontraremos con la consecuencia de nues-
tros actos, y debemos estar preparados para enfrentarlos.
Mediante una ampliación de la conciencia es dable percibir en la entidad humana cuatro or-
ganizaciones a las que denominamos Cuerpo Físico, Cuerpo Etéreo, Cuerpo Astral, Yo. Las mismas
constituyen la estructura cuaternaria del ser humano.
CUERPO FÍSICO: Para representar lo que es realmente el Cuerpo Físico debemos situarnos medita-
tivamente frente al ser humano en el momento de su muerte. Es en ese crucial instante, tantas
veces repetido y no por ello menos temido, cuando se produce una particular transformación
del cuerpo humano. A partir de ese momento comienzan a operarse una serie de fenómenos
nunca antes observados en ese cuerpo: u n organismo viviente está dejando de ser tal para em-
pezar a adquirir las características irreversibles de lo muerto. (No tenemos ocasión de observar el
proceso inverso: u n cadáver que renace a la vida. O sea, la transformación de u n cuerpo muer-
to en una entidad viviente, proceso que podría llamarse anti-humano, ya que de lo muerto n u n -
ca proviene la vida.)
Frente a esa transformación que es la muerte podemos observar con certeza la partida. Algo de-
saparece, se esfuma, y deja tras de sí u n residuo: los restos de ese "algo". Desaparece el movimien-
to y se hace presente, majestuosa, la inmovilidad de la muerte. Comienza así u n proceso de en-
durecimiento y rigidez -rigor mortis- lo cual evidencia la imposibilidad cadavérica de controlar el
elemento líquido: el cuerpo se seca. Aparece luego la putrefacción, debido a que los gérmenes
que naturalmente habitan el interior del cuerpo escapan ya al control de la vida y se m u l t i p l i -
can desordenadamente destruyendo toda sustancia orgánica.
Otro fenómeno más sutil se agrega a nuestra observación, y consiste en la pérdida de la forma.
Este hecho posee u n gran significado desde el punto de vista espiritual, ya que evidencia con to-
tal claridad que la forma humana no depende de la estructura de la materia que la compone, que
algo más sutil le da cohesión y sentido. Una vez desaparecido de aquel escenario ese "algo", se
nos muestra la imposibilidad del organismo de mantener su forma, su identidad.
Desde el punto de vista científico, sabemos que el cuerpo físico se renueva totalmente cada
cinco o seis años, y no solamente a nivel celular sino también a nivel molecular y atómico. Si
bien permanece siempre intacta nuestra forma (rostro, cuerpo, sistema inmunológico, impresio-
nes digitales, voz), ello no se debe a la materia que lo constituye; se debe a una cierta fuerza i n -
herente a la forma misma, que llamamos fuerzas formativas y cuya misión consiste en edificar
constantemente nuestro Cuerpo Físico.
Poco a poco, entonces, la estructura mineral de este cuerpo abandona el reino de la vida para
integrarse al m u n d o mineral propiamente dicho. Allí sucumbe a las leyes de lo sólido, lo inerte,
aquel ámbito susceptible de ser estudiado desde la Física y la Química, pero no desde la Biología
(conocimiento de la vida). Hay diferencia entre cuerpo mineral y cuerpo físico: en el primero las
sustancias aparecen en estado bruto y en el segundo en estado neto.
Todas las leyes naturales que rigen lo acuoso, gaseoso y calórico actúan en el Cuerpo Físico y son
las mismas que actúan en la naturaleza. Pero en el ser humano estas leyes trabajan de manera dis-
tinta (cada hombre tiene u n rostro diferente aunque las mismas leyes actúan sobre todos los h o m -
bres); se hallan subordinadas a la dirección especial emanada de cada Individualidad.
Es interesante hacer notar con un ejemplo ciertas particularidades que se ofrecen a nuestra ob-
servación: el hierro, como integrante del reino mineral inerte, responde normalmente a la atrac-
ción de u n campo magnético; sin embargo, si aplicamos este campo de fuerzas al organismo v i -
vo, los átomos de hierro que integran los glóbulos rojos de la sangre no responden a dicho cam-
po abandonando su función normal. Es decir, que en el individuo viviente actúan fuerzas que
sustraen al átomo de hierro de las leyes exteriores de la naturaleza, para someterlo a otras leyes
propias de la vida. De acuerdo con esto, u n átomo de hierro inerte no es igual a u n átomo de
hierro "viviendo" en un ser humano.
Nuestra actitud meditativa frente al cuerpo sin vida, nos permite, además, presenciar qué ha-
ce la naturaleza con ese cuerpo. Esa maravillosa naturaleza que nos regala una fascinante pues-
ESTRUCTURA CUATERNARIA
DEL HOMBRE
ta de sol, la imponente presencia de una gigantesca montaña, los increíbles bosques tropicales
exuberantes de color en sus plantas y animales, u n mundo marino asombroso y u n cielo azul
cubierto de aves que despiertan a la vida cada amanecer... ¿Qué hace la imponente madre Natu-
ra con el cuerpo humano sin vida?: irremediablemente lo destruye.
Cualquiera de los cuatro elementos -fuego, aire, agua o tierra- que i n -
tegran la naturaleza exterior al hombre, desintegran esa forma humana,
lo que nos indica que el Cuerpo Físico viviente no proviene de la natu-
raleza pues si así fuera sería conservado por ella; cuando la organiza-
¿Qué es, la vida?,
c i ó n v i t a l desaparece, el cuerpo del h o m b r e es destruido. De lo cual
deducimos que lo vital en el hombre constantemente lucha para arran-
car la estructura corporal de las garras de la muerte. Debe de existir, pa-
¿de dónde proviene?
ra lograrlo, una organización de fuerzas de tal magnitud que permite
reunir las sustancias terrenas necesarias para construir el organismo ma- No somos testigos
terial y mantenerlo constantemente vivo.
Esta imagen que ahora se presenta a nuestra percepción de lo vivien-
te es un eterno proceso de sustracción del armazón mineral y su ten-
conscientes de su incio
dencia a regresar a lo inanimado e inerte. En esto consiste "la lucha por
la vida", inconsciente, habitualmente no percibida, pero sí latente en en nosotros mismos.
cada uno de nosotros.
Queda así presentado con crudeza el Cuerpo Físico como el cadáver
que llevamos adentro en forma potencial y que constantemente tiende
Sólo podemos observar
cómo se mantiene
a reincorporarse al reino mineral.
Ahora podemos concebir al cuerpo viviente -impregnado de vitalidad-
que ocupa u n lugar en el espacio, que está sometido a las leyes de lo só-
lido, y que posee los sentidos físicos para que lo espiritual, causa y ver-
dad de su existencia, se asome al mundo de los objetos. Es el cuerpo en-
día tras día,
cargado de suministrar los límites físicos a esa conciencia cósmica que
ha retornado al mundo material. y cómo desaparece.
He aquí el Cuerpo Físico, Organización Mineral, Primer Principio o Pri-
mer Cuerpo.
CUERPO E T É R E O : Y ahora nos formulamos la pregunta crucial: ¿Qué es, entonces, la vida?, ¿de
dónde proviene?
La utilización de la palabra "sustancia" merece una aclaración; viene del latín "substa-
re"= "estar debajo de", ser recipiente de fuerzas. En éste, su sentido antiguo, la sustancia
era portadora de lo sutil, de lo insustancial y trascendente; por ejemplo, de la vida mis-
ma, y esta vida venía del Sol.
Hoy se ha sustituido el término "sustancia" por "elemento", y ha perdido el siginifica-
do profundo que en la antigüedad tenía la palabra. "Elemento" representa u n concepto
abstracto de la química, demostrable por experimentación científica pero no asible por
la experiencia directa.
Observemos ahora meditativamente estas fuerzas de la vida y de la forma que son parte de la luz
del Sol: llegan a la Tierra desde la periferia y succionan hacia arriba aquello sobre lo que actúan, co-
mo fuerzas de la levedad. En constante oposición a ellas obran las fuerzas de la gravedad, o fuerzas
terrestres, que se dirigen hacia el centro de la Tierra.
La física clásica hablaba de la atracción de los cuerpos, por su peso, hacia dicho centro de la esfe-
ra terrestre, y la física moderna habla de la interacción gravitacional de las partículas; que resulta
muy débil para detectarse experimentalmente, pero dada la cantidad inmensa de partículas que com-
ponen los objetos sólidos, entre ellos interactúan generando esta fuerza universal.
Para la Antroposofía ellos pertenecen a una parte de las fuerzas terrestres que siguen siendo las
fuerzas de la Tierra que se oponen a las fuerzas etéreas.
Así como el Cuerpo Físico representa al reino mineral, el Cuerpo Etéreo representa al reino vegetal
en nuestra constitución. Son las fuerzas de crecimiento y reproducción. Son aquellas fuerzas solares,
en nosotros.
El Cuerpo Etéreo es de naturaleza suprasensible (no perceptible por los sentidos comunes n i capta-
ble por los aparatos tecnológicos modernos).
En la antigüedad podía ser captado por la clarividencia natural que los seres humanos poseían an-
tes del desarrollo del pensamiento. Hoy se puede conocer su existencia mediante dos caminos: el
pensar y la razón; o bien a través de un profundo trabajo de interiorización, tal como lo propone la
Antroposofía.
Este organismo o Cuerpo constituye la trama esencial, el espejo en donde se reflejan las represen-
taciones. Es la base de nuestra posibilidad de construir imágenes y llegar en el futuro al desarrollo
de la conciencia de imágenes o imaginativa.
El Cuerpo Etéreo es la matriz del pensar, es el elemento del pensar; pero no su contenido. A través de
nuestra organización etérea podemos llegar hasta el momento mismo de nuestra existencia prena-
tal, porque mediante el Cuerpo Etéreo actualizamos en el curso de la vida una porción ya pasada de
la misma. Así es que constituye una unidad temporal. Es u n organismo temporal, así como el Cuer-
po Físico es un organismo espacial. Es quien gobierna las leyes de la hidrodinámica en el plano ma-
terial y para manifestarse en este plano utiliza el elemento Agua. Las fuerzas etéreas dominan el agua
mediante el potasio -un portador- y asimilan la luz mediante el magnesio -otro portador-.
"Sin agua no hay vida", dice el antiguo conocimiento, y sin el elemento líquido no poseeríamos es-
te cuerpo viviente en el que predomina justamente el agua.
El mundo etéreo vegetal es diferente en calidad del mundo animal y del humano. El máximo des-
pliegue de su vitalidad y crecimiento lo vemos en las plantas y en los árboles: si cortamos una ra-
ma, brota otra, y otra más; si cultivamos una planta en una maceta tendrá poco crecimiento, supe-
ditada como está su vitalidad a dicho volumen. Lo mismo se manifiesta en los niveles más primiti-
vos del reino animal: también los peces crecerán según el tamaño de la pecera. No ocurre esto, sin
embargo, a medida que ascendemos en la escala zoológica: en una salamandra, por ejemplo, la ex-
tirpación de su cola traerá aparejado el crecimiento de u n órgano similar (fuerzas etéreas aún m u y
poderosas); pero en un mamífero (un perro, por caso) la pérdida de u n miembro no traerá apareja-
ESTRUCTURA CUATERNARIA
DEL HOMBRE
que vive en lo aéreo, que es una fuerza que proviene de los astros. Pero lo sabemos por una concep-
ción del universo pre-newtoniana: una visión no mecanicista, en la que las constelaciones pueden
ser comprendidas como centros de irradiación de fuerzas suprasensibles, y no meramente como cuer-
pos aislados flotando en el espacio. A estas fuerzas provenientes de los astros podemos llamarlas as-
trales, y a la organización humana y animal correspondiente se la puede denominar organización o
Cuerpo Astral.
También el lenguaje de la antigüedad reconocía a las fuerzas astrales como fuerzas superiores; a és-
tas correspondía el término "zodíaco" (lo animal), y a las fuerzas inferiores se las llamaba "bios" (fuer-
zas de la vida).
Y recordando el mundo vegetal, mundo etéreo, verde por excelencia, hay u n lugar en el que éste
cambia: es en la flor y en el fruto. Aquí, donde se producen el color, el olor y el sabor, se halla pre-
sente la región astral de la planta, en contacto con el mundo etéreo. No hay flores verdes (este color
es patrimonio de la hoja), y todos los colores que resplandecen coronando una planta corresponden
al lugar en el que se produce el catabolismo vegetal, la oxidación en cambio de la reducción.
Ese pequeño ámbito de lo vegetal es el que se corresponde a la esencia del Cuerpo Astral animal.
Lo que llamamos la forma del animal no es otra cosa que la forma que necesita ese Cuerpo
Astral para expresar su esencia en el mundo físico. El león no es león porque posea dicho cuerpo,
sino que el Cuerpo Astral león necesita esa forma física para expresarse como tal.
Es el Cuerpo Astral la causa del movimiento, de la posibilidad de sentir (desde las pulsiones instin-
tivas hasta la emoción estética), y también del desarrollo de la conciencia. Aquella conciencia que se
evade cotidianamente para sumergirse en su propia sustancialidad astral denominada "el mundo de
los sueños". Así como creemos que el Cuerpo Físico se cansa y se entrega al descanso para su recupe-
ración, otra es la lectura antroposófica del mismo proceso: es el Cuerpo Astral el que se satura de las
percepciones del mundo físico y necesita retirarse para fortalecerse, regresando luego al Cuerpo Físico,
con lo cual se produce el despertar.
Existen numerosas experiencias cotidianas que evidencian la relatividad del cansancio físi-
co: es diferente el agotamiento que sentiré en mitad de una carrera de u n kilómetro que en m i -
tad de otra cañera de cuatro kilómetros. Además, si en el cansancio que corresponde al esfuer-
zo imaginado, intervienen estímulos anímicos o astrales, como por ejemplo: el redoble de u n
tambor durante u n combate cuerpo a cuerpo, la música marcial en u n desfile, el aliento del
público en una competencia deportiva o la llegada de una noticia imprevista... cambiará i n -
mediatamente la respuesta al esfuerzo. Si realmente la causa del agotamiento residiera en el
cuerpo físico, nada podría alterar su respuesta.
Para poder manifestarse, reiteramos, esta organización astral domina las leyes de los gases, ya que sin
el elemento Aire su presencia en el mundo físico sería imposible.
Mediante un profundo trabajo de la voluntad, creando un vacío de conciencia, podemos acceder a
u n estado meditativo que supere la visualización nítida de imágenes -conciencia imaginativa-. Enton-
ces es posible que se haga presente en nosotros un mundo sutil y sonoro de indescriptible belleza; es-
tamos ante la conciencia inspirativa, que nos puede proyectar al tiempo que media entre la última
muerte y un nuevo nacimiento.
He aquí el Cuerpo Astral, Organización Consciente, Tercer Principio o Tercer Cuerpo.
E L YO: La pregunta frente al descubrimiento de los principios esenciales de los tres reinos: mineral -
muerte-; vegetal -vida-; animal -conciencia-, es la siguiente: ¿Qué es lo específicamente humano y
cómo se caracteriza su manifestación?
DEL HOMBRE
es una especie de pájaro nadador, cuyo medio natural es el agua sobre la que se desplaza como si vo-
lara), bastaría con observar una radiografía de su columna vertebral para alejar toda posibilidad de
comparación con el hombre. En los otros casos de animales que pueden intentar momentáneamen-
te la bipedestación, ésta les insume u n gran esfuerzo por lo que vuelven rápidamente a la posición de
sentados: es el caso del mono, que es cuadrumano, y el caso del perro con su posición sobre las cua-
tro patas.
El otro aspecto que establece una radical diferencia hombre-animal, es el habla. (Las últimas inves-
tigaciones señalan un lenguaje propio de los animales. Puede que los animales posean u n código de
comunicación -se llaman mutuamente, se golpean para hacerlo-pero esto es muy diferente del habla,
que es la expresión del pensar.)
A pesar de que la humanidad pareciera creer que sólo el lenguaje hablado o escrito sirve para su co-
municación, no es éste el único medio para comunicarnos. ¿Qué es, entonces, el lenguaje?: es la ex-
presión total del espíritu humano.
Si analizamos algunos idiomas, como el sánscrito o el hebreo, vemos que cada letra de sus alfabe-
tos expresa un concepto íntimamente relacionado con el Todo. Alli no hay nada separado del resto.
Otra diferencia reside en el pensar. Se suele confundir el pensar con la inteligencia, con la memo-
ria o con cualquier otra actividad en la que se requiera el uso del intelecto. A menudo no se distin-
gue entre intelecto y razón, y se desconoce la intuición.
Pensar no es solamente combinar ideas (mera función del intelecto). El Ío sólo puede
Pensar es el acto de crear. Es someter el pensamiento a las virtudes del
alma: asombro, veneración, sagrada concordancia con las leyes cósmi-
cas y entrega. E n la unión de la cabeza con el corazón surge la luz del
expresarse en
pensar.
Dijimos que la luz permite la manifestación de la vida, por lo tanto la vi-
el plano físico a través
del más sutil de
da es luz metamorfoseada... Si volvemos a transformar la vida, ésta será luz;
pero esa luz no es visible porque es la Idea. Saber es luz, crear es luz, amar
es luz, pensar es luz...
El hombre es autoconsciente, es portador de un Yo y se identifica con ese
Yo.
os estados, el calor
El espíritu se expresa cuando el hombre se dice a sí mismo: Yo. A un niño pequeño se le puede ex-
plicar todo, pero él, solo, tendrá que aprender qué es "yo". Escuchará a los adultos emplear esa pala-
ra para autodesignarse, pero seguirá diciéndose a sí mismo su propio nombre hasta el momento tras-
cendente en que se produzca una verdadera creación del espíritu en la Tierra y se autodenomine a sí
mismo con la palabra "yo". Esta es la manifestación de la Individualidad.
El Yo, como entidad sutil por excelencia, sólo puede expresarse en el plano físico a través del más
sutil de los estados: el calor.
El Yo del hombre puede modificar el mundo; tiene la posibilidad de hacerlo, para bien o para mal
(el espíritu humano está permanentemente sometido a esta eterna elección). Bien sabemos que en el
paraíso había dos árboles: el de la vida y el del conocimiento (del Bien y del Mal); en este último se
enrosca Lucifer -portador de la luz-. Él es el responsable de que el hombre abra sus ojos al conocimien-
to antes del tiempo previsto por los dioses, aunque así infrinja la ley. Esto es bien distinto de la pre-
sentación del mismo hecho en el contexto de una religiosidad infantil, donde el hombre desobede-
ció a Dios (autoridad paterna), infringiendo la Ley, y fue castigado. ¡Y aún lo seguimos pagando!
La serpiente, que es el símbolo de la Tierra (en la India es sinónimo de sabiduría y en Occidente es-
tá asociada al despertar del conocimiento), vive pegada a esa Tierra y a sus fuerzas. Pero en el hom-
bre se incorpora y lo lleva a la posición erecta. El eje de la bipedestación humana, la columna verte-
bral, es el símbolo de la serpiente perfecta, pero con una especial particularidad: ¡perdió su contacto
con la tierra para elevarse al cielo!
Y para elevarse aún más, es preciso hacer de la fuerza del amor una fuerza de conocimiento: éste es
el duro escollo que se presenta en el trabajo interno cuando se logra trascender la conciencia inspirati-
va. El amor al que nos referimos es aquél que nos hace capaces de sentirnos uno en el mundo físico
con un Ser que no somos nosotros, de sentirnos verdaderamente uno con él de tal manera que expe-
rimentemos lo que le pasa tanto como experimentamos lo que nos pasa, y podamos salirnos de no-
sotros para revivir en ese otro.
En el curso de la vida humana ordinaria, el amor no alcanza este grado de entrega al que es preci-
INTRODUCCIÓN
so llegar para transformarlo en u n poder de conocimiento. (Cabría denominarlo "la prueba del do-
lor del conocimiento".)
Estamos, ahora sí, en la conciencia del Yo, en la conciencia intuitiva, que es la que nos puede
conducir, incluso, a la encarnación anterior. Tal nivel de profundidad del Ser sólo se abordará
mediante una sabia religión, aquélla esencial que tienda a religare el m u n d o físico sensorial con
el m u n d o espiritual.
He aquí el Yo, Organización Yoica, Cuarto Principio o Cuarto Cuerpo.
LO INANIMADO
CUERPO F Í S I C O propiamente dicho
MINERAL Lo muerto LO INERTE
LA QUIETUD
0 CADÁVER
|?; CRECIMIENTO
CUERPO E T É R E O
VEGETAL La vida | DESARROLLO
0 VITAL
j¡f REPRODUCCIÓN
i , F POSTURA ERECTA
HOMBRE | La conciencia de s í HABLAR YO
1 PENSAR 0 ESPÍRITU
LA INDIVIDUALIDAD
Una instancia profunda, n o materialista, de reflexión sobre el ser humano, consiste en hacer-
lo a través de las organizaciones físicas que sostienen o permiten la acción de los cuerpos sutiles
del hombre.
Sabemos que la ciencia acepta hoy la existencia del hombre tan sólo en su aspecto sólido, i n -
corporando el concepto abstracto de "medio interno" para referirse a la circulación de los líqui-
dos a través de los intersticios que otorga la estructura sólida. También es aceptada la circulación
del aire, a través del sistema respiratorio, para cumplir su función biológica de suministro de oxí-
geno y de liberación de anhídrido carbónico. Se acepta, asimismo, la presencia de u n calor orgá-
nico, propio de la entidad viviente: la sangre, como sistema idóneo para distribuir el calor; y los
centros nerviosos, como reguladores de la temperatura corporal y de los delicados mecanismos
físico-químicos que colaboran en dicha regulación.
Sin embargo, no se adjudica a estos elementos una organización propia, y menos aún se
los considera miembros constituyentes del organismo humano.
(Respecto de la más sutil de estas organizaciones -el calor- es oportuno acotar que la termogra-
fía de un cuarto vacío, ocupado recientemente por varias personas, puede detectar durante u n
lapso la presencia de una parte del organismo calórico desprendido de aquéllas como u n "mol-
de" de calor en el que ellas estaban ubicadas. Este molde le revela a nuestros sentidos físicos có-
mo ha sido organizado el calor circundante por la correspondiente organización calórica de ca-
da persona que allí estuvo presente.
Desde el punto de vista antroposófico, esto se entiende merced a la existencia de la estructura
cuaternaria, compuesta por una organización acuosa, gaseosa y calórica que se manifiesta, a su
vez, en la organización sólida, física.)
Si logramos concebir a estas cuatro organizaciones, desde la más densa -física- hasta la más su-
til -calor-, nos acercaremos a una concepción integral del hombre.
Al hablar de estado sólido de la materia, recordemos la ilusión que supone para los sentidos
comunes esa estructura según la física moderna: poderosos campos de fuerzas que operan a tra-
AMPLIACIÓN DE LA
ESTRUCTURA CUATERNARIA
vés de espacios infinitos. Cuando consideramos burdamente al hombre sólido a través de sus par-
tes más relevantes (huesos, músculos, articulaciones), lo vemos simplemente como u n sostén,
sin ningún contacto con el m u n d o exterior, encerrado en sí mismo merced a la piel que recubre
y separa lo interno de lo externo. Pero si imaginamos al hombre líquido se hace más difícil sepa-
rarlo del m u n d o líquido circundante. Esta dificultad se acrecienta al intentar imaginar al hombre
aéreo -o calórico- que vive en profunda relación con el mundo exterior (aunque conservando
siempre su Individualidad).
Si avanzamos u n poco más en el trabajo de investigación espiritual, debemos concluir que las
tres organizaciones -líquida, aérea y calórica- se interpenetran con la organización sólida, sin per-
der, aquí tampoco, ninguna de ellas su calidad de tales. Esto significa interpenetrarse: mantener
la función del organismo respectivo en el conjunto.
Así como sabemos, cuando hablamos de cuerpo sólido, que cada órgano tiene su peso especí-
fico y por lo tanto cada uno es atraído de manera distinta por la fuerza de gravedad, también
cuando decimos "calor" sabemos que cada órgano posee su calor propio para la calidad de f u n -
ción que debe ejercer. Y llegamos a u n punto clave:
• puedo imaginar estas organizaciones con u n funcionamiento autónomo, per se; o bien
• puedo hallar el verdadero sentido de esta conformación.
Ya hemos dicho que una dificultad importante con la que tropezamos al referirnos a la inte-
racción del mundo espiritual con el mundo material (según la física newtoniana) es el cómo. Y
entonces nos preguntamos: ¿Qué es lo que provee la autonomía de las organizaciones analiza-
das? ¿Cuál es el sentido de que una determinada cantidad de líquido, aire y calor respondan a
un Todo, a una Individualidad propiamente dicha?
La única razón viable para que esto ocurra es el hecho de que "algo" domine una cierta región
de la naturaleza líquida, aérea y calórica, y la transforme en una unidad coherente y provista de
una finalidad en sí misma. Así podremos entender mejor la presencia de u n Cuerpo Etéreo v i v i f i -
cando el elemento líquido; u n Cuerpo Etéreo que porta en sí mismo la capacidad de formar imá-
genes, muchas más de las que nuestra conciencia puede captar.
Para hacer esto consciente, necesitamos la formación sólida de u n cuerpo físico que debilite
esas imágenes hasta transformarlas en representaciones imaginativas. La prueba de este fenómeno
se puede hacer contemplando con atención u n objeto y cerrando luego los ojos: rápidamente
puede aparecer una tenue representación imaginativa, pero n o habrá rastros de la verdadera ima-
gen que reside en el organismo acuoso vivificado, en donde se plasma el pensar.
Así es, también, c ó m o el organismo aéreo alberga al Cuerpo Astral, que es la esencia del sentir.
El Cuerpo Astral es conciencia, y ésta "vive" en el hombre aéreo.
Para que las fuerzas del sentir se hagan realidad deben reflejarse en la organización física, que
siempre es su referente final. El Yo vibra en el organismo calórico; es el instrumento para expre-
sar la fuerza de voluntad en la organización física.
Lo expuesto se puede integrar en el siguiente cuadro:
oda lo c u a l se expresa a t r a v é s de 1 »
O
do de las sustancias al mundo de las fuerzas. El cuerpo humano tries-
tructurado es el modelo físico ofrendado a la manifestación ternaria del
Alma y el Espíritu.
La estructura tripartita del ser humano es la fijación, en el m u n d o de
la materia, de la Ley de 3, impresa reiteradamente en distintas regiones
corporales. Es m u y fuerte, y es preciso reconocerla.
Observemos en a c t i t u d meditativa, la figura humana en polaridad:
• Hacia arriba aparece una forma esférica, pequeña con relación a la totalidad del cuerpo
(cabeza), que alberga u n ó r g a n o m u y especial. Es el Polo Neurosensorial. PNS
• Hacia abajo, aparece una forma de mayor tamaño, globulosa (abdomen), que contiene va-
rios órganos con funciones disímiles. Es el Polo Metabólico Motor. P M M
• Entre ambos polos se hace presente una formación radiada y segmentada (tórax) que encie-
rra en sí misma dos sistemas peculiares del hombre. Es el Sistema Rítmico. SR
Dos prolongaciones se desprenden del polo inferior para posarse en la
i
tierra. Se inician con u n hueso único, que luego se duplica y finalmen-
o
te se multiplica para lograr el apoyo (muslo, pierna y pie).
Otras dos prolongaciones se extienden desde la f o r m a c i ó n inter-
media para unirse al m u n d o , para acariciar o castigar. También se
i n i c i a n con u n solo hueso que se duplica y se m u l t i p l i c a (brazo, an-
tebrazo y mano).
El polo superior está constituido exteriormente por superficies duras
casi inmóviles que custodian en su interior una masa blanda.
— E l polo inferior todavía retiene las superficies duras por afuera, pero
1 7 han desaparecido en la región anterior casi en su totalidad (pubis); los
V J huesos planos tienen una cierta movilidad (el sacro); esto difiere de lo
; que ocurre en el polo superior. Este polo inferior está encastrado en dos
columnas o miembros inferiores, que le otorgan la asombrosa m o v i l i -
i
dad contrastando nítidamente con el polo superior. En esta estructura
el hueso está por adentro y el músculo por afuera, convirténdose ambas
extremidades en columnas de sostén para que aquella cabeza se pueda
desplazar.
Hasta aquí el hombre es u n invertebrado en su cabeza y u n vertebrado en sus extremidades.
De este hombre, de este antropos universal, devienen todos los reinos que le acompañan en su
aventura terrenal.
El tórax mantiene su equilibrio entre ambos polos; en conjunto recuerda una forma esférica
(polo superior) pero dotada de una escasa movilidad (polo inferior), y está constituido por unas
prolongaciones singulares (las costillas) que recuerdan más bien a las extremidades, en tanto apa-
rece algo propio, el ritmo, en la disposicón segmentada de aquéllas y en la función de los órga-
nos que lo integran (corazón y pulmón).
ESTRUCTURA TERNARIA
Un examen más minucioso, sin preconceptos, de la cabeza humana, nos plantea la diferencia exis-
tente con el animal. La fonna esférica cósmica también se da en el animal, pero solamente al princi-
pio de su existencia. Si observamos a los animalitos recién nacidos, especialmente los superiores, vere-
mos que casi todos ellos ostentan la particularidad de presentar esta esfericidad del polo neurosenso-
rio. A medida que transcurre el tiempo, esta forma que en el hombre perdura toda la vida, en el ani-
mal se pierde, especialmente en el nivel del macizo facial. Si observamos al mono, como uno de los re-
presentantes del reino animal más cercano al hombre, es dable apreciar u n cambio dramático de for-
mas antes de los 4 años de edad. La cabeza del chimpancé joven guarda una extraodinario parecido
con la cabeza humana, pero a poco de actuar en él las fuerzas astrales propias de la especie se produce
el achatamiento de la bóveda craneana, el alargamiento del hocico, el engrosamiento de los bordes de
las órbitas y la aparición de protuberancias óseas que distorsionan la forma original de su cabeza cul-
minando ésta en u n promontorio grosero en el occipucio. Concomitantemente se desarrollan pode-
rosos músculos en la cabeza y el cuello que colaboran a otorgarle al ejemplar su expresión bestial.
La astralidad animal, sin la tutela de un Yo, ha hecho su trabajo, y ahora empuja la cabeza y la co-
lumna hacia la tierra; la columna vertebral debe renunciar a su verticalidad, patrimonio del Yo huma-
no.
La cabeza del animal está preparada como instrumento para el trabajo físico: la del topo para hacer
túneles, la del castor para horadar la tierra, la del pájaro carpintero para martillar la madera del árbol,
la del delfín para surcar las aguas. Lo que esa cabeza ha perdido de universalidad como arquetipo o for-
ma primordial lo ha ganado en eficiencia física.
En el hombre, su cabeza debe mantener esa forma para acoger al Espíritu. Este acontecer del arque-
tipo de la cabeza humana se acompaña con la forma de la mano (forma primordial), que también en
el hombre permanece como detenida en el proceso mientras que en el animal continúa su evolución
hacia la garra o la pezuña.
Ante estas elementales observaciones se hace bastante difícil sostener la idea de una Zoogénesis (dar-
vinismo) como origen del hombre, y se abre un promisorio futuro para desarrollar una verdadera An-
INTRODUCCIÓN
tado de conciencia del polo metabólico motor?: la inconsciencia. En esta etapa evolutiva cós-
mica del hombre el acto de voluntad vive en lo inconsciente de su Ser y se manifiesta a través
de la organización de mayor vitalidad y mayor inconsciencia:
la sangre
En el polo opuesto, como ya vimos, predomina la organización menos vital, y por lo tanto más
consciente:
el nervio
(La polaridad nervio-sangre es tratada en extenso en el libro "Fisiología oculta", de Rudolf Steiner.)
Esta es la correlación horizontal de tal polaridad:
Una prolongación del sentir se da físicamente en el tórax por la insersión de los miembros su-
periores en la parte alta del mismo. Las extremidades superiores forman una unidad anatómica
con el tronco, el cuello y el esternón. También se duplican y multiplican sus huesos para expre-
sarse en el m u n d o . Esta es una característica del polo metabólico motor, expresada en los m i e m -
bros inferiores, que se mantiene en los brazos; pero éstos pertenecen a otro sistema y obedecen
a las peculiaridades del sistema rítmico. Los brazos expresan claramente la simpatía y la antipa-
tía. Pueden se utilizados para contener y abrazar o bien para pelear y destrozar; pueden consti-
tuirse en dos vigorosos elementos de destrucción al servicio de fuerzas oscuras e instintivas (po-
lo metabólico motor) o pueden transformarse en u n cálido vehículo de la percepción (polo neu-
rosensorial) desarrollando el camino de la sensibilidad y el afecto (sistema rítimico). Los brazos
están ligados al corazón, y el vórtice del centro cardíaco se expresa directamente a través de ellos
y de su extremo distal: las maravillosas manos del hombre, que como modelo arquetípico de lo
humano han servido para cambiar la faz de la Tierra... para bien o para mal.
Cada una de estas tres manifestaciones anímicas (pensar, sentir y querer) necesitan de una or-
ganización física o sistema que les permita expresar su verdadera naturaleza:
• La fuerza del pensar requiere de un verdadero espejo para reflejarse en el m u n d o . Lo ideal se-
ría un cristal inerte. Lo más cercano dentro de la organización humana y que menos obstáculo
ofrece a su luz lo constituye el frío, la quietud y la escasa vitalidad del polo neurosensorial.
• La fuerza de la voluntad, como impulso puro, necesita nutrirse de la combustión de las sus-
tancias, del calor y de la movilidad de la sangre para actuar. Por eso encuentra en la vitalidad, el
calor y el movimiento del polo metabólico motor su medio idóneo.
• El sentimiento vive en el rítmico desplazamiento entre dos polos: la simpatía y la antipatía;
solamente puede hallar este modelo fisiológico en el sistema rítmico.
Por lo tanto, la correlación horizontal es la siguiente:
Para finalizar, a continuación realizamos u n resumen de la estructura ternaria del Cuerpo Físi-
co que acabamos de describir; asimismo, haremos una síntesis de la estructura ternaria del Alma
y el Espíritu:
• El Cuerpo Físico viviente (la corporalidad) presenta sus tres sistemas perfectamente ínter-re-
lacionados desde el punto de vista anátomo-fisiológico:
1) El sistema neurosensorial, que abarca toda la estructura del sistema
nervioso y la organización sensorial. No existe ninguna
2) El sistema rítmico, que incluye en una unidad funcional a las dos
organizaciones rítmicas humanas: el sistema respiratorio y el cardiocir-
culatorio. emoción sin una
3) El sistema metabólico motor, que comprende al sistema digestivo,
glandular y reproductivo, como asimismo a todas las manifestaciones
motoras: metabolismo, regeneración y movimiento.
modificación de la
• El A l m a es la sede de las tres actividades que denominamos "fun-
ciones psíquicas" y que constituyen una parte de lo anímico:
respiración y circulación.
1) El pensamiento; y todas las actividades relacionadas: memorizar, imaginar, evaluar, calcular, clasi-
ficar, idear, concebir, planear, razonar, comparar, etc. Se expresa a través del polo neurosensorial.
2) El sentir; sentimientos, emoción, sensibilidad, todo el espectro posible de simpatía y anti-
patía, atracciones y rechazos, expansión y contracción, alegría y dolor. Se expresa a través del sis-
tema rítmico.
3) La voluntad; el acto de querer hacer. Pero u n querer y desear profundo e instintivo, el impulso
a crear y vivir, o a destruir y morir; la fuerza secreta y original que nos mueve desde las profundida-
des, desde ese fondo común humano y cósmico. Se expresa a través del polo metabólico.
^ INTRODUCCIÓN
• El Espíritu es el depositario de aquello que concierne a los tres estados de conciencia; pertenece a
un plano que trasciende la realidad física y que requiere cierta metodología para ser vivenciado:
1) Conciencia de vigilia: es el estado normal del hombre, el de estar despierto (haciendo la salvedad
de la enorme diferencia cualitativa que existe entre los seres humanos en cuanto al "estar despierto").
2) Conciencia de sueño (soñar): subconciencia, es el mundo anímico en sí, la manifestación del mun-
do anímico-espiritual durante la vida humana; u n estado crepuscular donde la realidad presenta una
manera particular de imágenes muy vividas que fluyen y se interpenetran en u n lenguaje simbólico
profundo. Al pretender asir la realidad desde el estado de vigilia (esto es, mediante la memoria que de-
be ejercerse a través de la sustancia física del cerebro humano), en pocos instantes se desvanece.
3) Conciencia de sueño profundo (sin sueños): es el estado de semiconciencia o inconsciencia total
a la que la entidad anímico-espiritual se retira cada día para disponer de fuerzas renovadas, que serán
consumidas con creces en el diario vivir por el organismo físico-etéreo. (Aclaramos que el estado de con-
ciencia de sueño profundo que aquí se menciona involucra los estados de semiconciencia e incons-
ciencia correspondientes a los estados de antiguo Saturno y Antiguo Sol. Ambos son descriptos en "Cos-
mogonía", punto incluido en "El proceso biográfico", segunda parte de este libro.)
gjli SENTIR
O SENTIMIENTO
Conciencia de soñar
...SUBCONCIENCIA : Y
tirtftt QUERER " Conciencia de sueño profundo
O VOLUNTAD SEMICONCIENCIA í ¡NCONOENCIA
CUERPO Y MUNDO FÍSICO: El cuerpo es aquella entidad que le permite al hombre entrar temporaria-
mente en contacto con los objetos que lo rodean a través de sus percepciones sensoriales -sentidos- y
también a través de su propia existencia corporal.
Las sustancias del mundo exterior integran el cuerpo y las fuerzas de este mundo actúan tam-
bién en él.
El mundo físico o mundo exterior es aquél que se nos revela por los sentidos; es aceptado per se, tal
como nos es dado, y constituye un hecho en sí mismo.
A L M A Y MUNDO ANÍMICO: Alma se denomina a la entidad que permite unir las cosas externas a nues-
tra propia existencia. Mediante el alma se conservan las impresiones recibidas de los objetos constitu-
yendo cada uno su mundo propio. Lo anímico es u n campo inaccesible a la percepción corporal.
El mundo anímico está constituido por las impresiones que recibimos de los objetos. Son las sensa-
ciones de agrado o desagrado, placer o disgusto, alegría o dolor; o sea, los sentimientos que se despier-
tan en nuestro mundo interior o mundo anímico.
ANTROPOSÓF1COS
E L HECHO D E CRISTO
"El Ser que describimos como el Ser de Jesucristo (en la medida en que es posible a nues-
tro entendimiento humano, en la actualidad, describir su Ser) es tan grande, tan infinito, y
tan poderoso, que de tal consideración no puede resultar ninguna conclusión que nos facul-
te para decir en forma unilateral alguna, quién era Jesucristo y lo que su Ser significa para
el alma y el espíritu de todo individuo humano." (Rudolf Steiner)
... Entonces estamos alcanzando u n cierto espacio de conciencia que nos permite atisbar
que los p e n s a m i e n t o s , los s e n t i m i e n t o s y la v o l u n t a d del Cristo constituyen la esencia de
la manifestación del Yo en el alma humana (pensar, sentir y querer).
Todo lo existente es una irradiación de Fuerzas Divinas.
Es una profunda D o n a c i ó n de Sí de aquellas entidades sublimes que denominamos Je-
rarquías Espirituales.
4. ¿Y qué sucede cuando vemos al Cristo a través del Evangelio de San Mateo? Se nos pre-
senta u n cuadro de u n Jesús-Hombre, nacido en el seno del antiguo pueblo hebreo, en una
familia m u y respetuosa de sus tradiciones. A través de esta imagen conoceremos la vida, la
historia y el destino h u m a n o . Es u n armonioso retrato de la perfección h u m a n a . De tal
m o d o podemos acercarnos a la Personalidad de C r i s t o , Ser D i v i n o que se expresa en el
Ser H u m a n o J e s ú s .
Dadas las características de este libro, estimarnos innecesario profundizar más nuestra
descripción introductoria aun cuando queden sin citar muchos conceptos antroposóficos,
varios de ellos de dificultosa explicación en un espacio materialmente limitado. No obs-
tante, a propósito de los distintos temas que abordaremos, de aquí en más se irán desple-
gando otros en su correspondiente contexto; tanto es así que se encontrarán reiteraciones,
en las que hemos incurrido expresamente en beneficio de una mejor comprensión.
Para la realización del propio trabajo biográfico, se ha incluido un cuestionario com-
puesto por preguntas específicas al final de cada septenio.
En las últimas páginas anotamos direcciones de distintas entidades antroposóficas; asi-
mismo los datos personales del autor, a quien el lector interesado podrá dirigirse con refe-
rencia a los temas aquí tratados.
"CADA VEZ
LA D I V I N A N A T U R A L E Z A SE MANIFIESTA
D I V I N A M E N T E A TRAVÉS D E L O S H O M B R E S ,
LA C O N O C E D E N U E V O . "
FRIEDRICH HÓLDERLIN
NO CONSISTE EN BUSCAR
N U E V O S PAISAJES, S I N O E N T E N E R
NUEVOS OJOS."
MARCEL PROUST
* -
Wiv -'i
PRIMER SEPTENIO (o A 7 AÑOS)
72 EL NACIMIENTO FÍSICO
72 POSTURA ERECTA.
73 HABLAR.
76 PENSAR
77 ENFERMEDADES INFANTILES
USO D E SUSTANCIAS T E R A P E U T I C A S
NATURALES Y ARTIFICIALES
1
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y ANTROPOSOFIA
81 RIESGOS Y OPORTUNIDADES
a FUERZA PLANETARIA
Y METAL CORRESPONDIENTE
ASPECTO MITOLÓGICO
IIP
i
t
' í £ 8 Í
presiones sensoriales procedentes del mundo exterior ayudan a formar los órganos físico-espirituales,
y surge de aquí una actitud infantil básica: la imitación. Esta imitación raramente es consciente: el n i -
ño es un ser imitativo. Pero no son tan sólo estímulos físicos y anímicos lo que imita, también la i m -
presión sensorial subyacente lleva a una imitación orgánica en la formación del cuerpo.
Las fuerzas espirituales formativas son las encargadas de manifestar la forma en el mundo físico y sólo
se agotan cuando han cumplido totalmente el plan arquetípico individual. En ese momento se meta-
morfosean en otra calidad de fuerzas espirituales y siguen operando en el ser humano. Un ejemplo tí-
pico es aquél de las fuerzas de crecimiento, transmutadas al final de su misión en fuerzas del pensar a
nivel cefálico a partir del segundo septenio.
El psicoanálisis resaltó la importancia de este primer septenio de la vida, pero solamente desde el
punto de vista psíquico. En nuestro caso, apuntamos al desarrollo del profundo concepto científico-
espiritual sobre el que descansa todo un enfoque práctico de la pedagogía y la medicina de orientación
antroposófica.
E L NACIMIENTO FÍSICO
El nacimiento físico marca u n hito fundamental en el proceso biográfico. ¡Cuántas vicisitudes ha de-
bido atravesar este nuevo Ser para decir "aquí estoy"! ¡Cuántas luchas contra las fuerzas de rechazo pro-
venientes de una madre atribulada con su propia historia! La indescriptible aparición de unos islotes
sólidos en medio del mar que los contiene -líquido amiótico-, las primitivas sensaciones de interiori-
dad -formación de cavidades-, la aparición del polo cefálico y del pélvico en medio de una oscura sen-
sación de lo semisólido y líquido... todo va tornando dura la preparación para el pasaje, para la sali-
da... Pero, realmente, "¿quiero salir"?
Parecen repetirse las experiencias clásicas de las ECM -Experiencia cercana a la muerte- pero
en otro estado de conciencia denominado, en términos psicológicos, inconsciente. Porque en
este momento, el del nacimiento, se halla presente también el túnel oscuro y la luz al final, pe-
ro la conciencia es corporal; en la ECM la conciencia es extracorpórea.
POSTURA ERECTA
En este primer septenio todas las fuerzas anímico-espirituales están sumergidas en lo orgánico. La ac-
tividad está puesta en la creación y en el sostén de todo el andamiaje físico-material. Transcurrirá apro-
ximadamente un año hasta lograr la difícil tarea de erguir la columna vertebral sin apoyos externos.
Éste es el principio de la pérdida de la unidad cósmica del Yo para percibir el mundo exterior separado
del sí mismo interior. Deberán pasar varios meses más aún para superar con seguridad la gravedad te-
rrestre y poder caminar fluidamente, correr y saltar con plena posesión del cuerpo.
El sostén de la columna empieza por la cabeza, aproximadamente a los tres meses. Para alcanzar la
postura erecta la cabeza y el cuello deben ir adquiriendo la necesaria posición de reposo y equilibrio
en lo alto del cuerpo, para que los miembros inferiores desarrollen toda su movilidad y capacidad pa-
ra afrontar la gravedad terrestre.
POSTURA
ERECTA
En este proceso, la visión (coordinación de ambos ojos y la cabeza) cumple u n destacado papel. El
ser humano aprende a dirigirse a u n punto determinado del mundo exterior: explora el mundo que
lo rodea como si lo palpara con los ojos (aparición de la oscura sensación del "acá" y del "allá"). Son
los primeros pasos en el descubrimiento del propio cuerpo y el mundo circundante. Junto con este pa-
pel que juega la visión, el niño aprende a levantar y a bajar la cabeza. Comienza a utilizarla como ór-
gano de orientación.
Cercano el sexto mes de vida ya se ha producido la maduración de buena parte del mecanismo de
sostén de la columna vertebral. Con el logro del trípode formado por ambos isquiones y el apoyo de
cada una de las manos en el suelo, o sea con la postura de sentado, el niño comienza a asir el mundo
entre sus manos.
Cuando se aproxima el noveno mes ya se establece la posibilidad del gateo, que se corresponde con
una actividad del gato (mamífero que integra la lista de los animales llamados domésticos, aquéllos
que el hombre ha decidido escoger en su peregrinaje terrenal). Desde este proceso típicamente animal
el ser humano intentará la sofisticada aventura de erguirse "una vez más". Y no se detendrá allí, sino
que además intentará desplazarse por el planeta con su "nuevo cuerpo". Con el primer paso, en su nue-
vo mundo se ha transformado de criatura en creador.
Si resumimos este proceso, que culmina a los doce meses de vida con el comienzo del caminar, po-
demos decir:
Este es el logro de la Individualidad. El niño ha podido discriminarse del
mundo que lo rodea. ..para ei desarrollo
anímico del hombre
En el curso de este proceso hay atisbos de la metamorfosis, por ejemplo:
el reflejo de marcha y el gateo. En el primer caso, sosteniéndose en posición
vertical y permitiendo que sus pies reciban la impresión del suelo sólido, el
niño articula sus piernas como si intentara la marcha. En el segundo caso,
si lo coleamos decúbito ventral (boca abajo) sobre una superficie sólida,
es fundamental el andar.
también iniciará un esbozo de movimiento que recuerda al gateo.
Si bien estos dos esbozos de reflejos no corresponden al verdadero acto del Si esto falla, faltará
caminar, significan que las fuerzas espirituales provenientes del Yo están ya
presentes en el organismo pero aún no se ha producido la madurez física su-
ficiente para responder a ellas. (En Pediatría se denomina a esto "reflejos de
el control de la vida
inmadurez", porque desaparecen para dar lugar al acto del caminar.)
El proceso de maduración puede ser un ejemplo de la metamorfosis (que
de sentimientos, el uso
describimos en "Cosmogonía" o en "Leyes de la biografía"), cuando se tor-
na necesaria la reunión de lo antiguo con lo nuevo para conjugar la expe- consciente de la memoria
riencia actual.
Los niños que no logran los reflejos posturales no pueden retener impre- y no se producirá
siones sensoriales; su memoria es muy deficiente y desarrollan apenas la ca-
pacidad de evocar recuerdos conscientemente. (Por ejemplo: en el espásti-
co, cualquier estímulo visual o sonoro exacerba sus espamos musculares; v i -
la separación entre
ve absorbido por sus impresiones sensorias y no puede discernir el mundo
circundante de sus propias sensaciones.) el individuo y el mundo.
En síntesis: para el desarrollo anímico del hombre es fundamental el andar. Si esto falla, faltará el con-
trol de la vida de sentimientos y el uso consciente de la memoria; además, no se producirá la separa-
ción entre el individuo y el mundo.
Como corolario, observemos el reino animal y dentro de él a sus exponentes más evolucionados, es
decir los mamíferos superiores: cuando la columna permanece horizontal y la cabeza se presenta co-
mo una continuación de la misma, el Ser sigue formando una unidad con el mundo; sólo puede evo-
car imágenes recordativas. Las impresiones sensoriales lo abruman constantemente con solicitudes de
atracción o de rechazo -simpatía/antipatía-. No se ha producido allí la creación, la separación entre i n -
dividuo y mundo. Por lo tanto no es posible adquirir la facultad del habla n i el pensar.
He aquí una abismal diferencia entre el hombre y el animal.
HABLAR
Hablar es expresar pensamientos por medio de palabras, pero el habla en sí misma es u n misterio cu-
ya comprensión escapa al intelecto racional.
I A
PARTE
El lenguaje humano, que descansa en el principio de la comunicación por medio de símbolos, es al-
go radicalmente distinto de los sonidos guturales (de un felino) o melódicos (de u n canario) prove-
nientes del reino animal. Estos sonidos dan cuenta exclusivamente de los sufrimientos o placeres en
que vive sumergido lo animal, y no presentan ninguna analogía con el habla.
Por lo tanto, hay u n aspecto del lenguaje que permanece ligado a lo animal del hombre y le permi-
te expresar sus emociones y sentimientos. Pero cuando el habla humaniza sus tonos y lo sonoro se une
al poder que anida en el Verbo, se hace posible entonces pronunciar los nombres de todos los objetos
y seres de la Creación.
No obstante, falta aún otro peldaño en este proceso místico de integración del espíritu de la lengua
con la Individualidad encarnada. El hombre necesita algo más que el mero nombrar las cosas: necesi-
ta confrontar la palabra escuchada para comprender, así como también pedir respuestas para satisfacer
sus interrogantes y sentirse reflejado en el otro para reconocerse a sí mismo.
Otra posibilidad para caracterizar al habla es aquélla que la presenta como una expresión del Yo que
no obra solamente desde la conciencia de vigilia (donde se lleva a cabo el pensar), sino que lo hace
desde la región de la conciencia onírica: he aquí el ámbito en el que el Yo habla.
Así como el movimiento se percibe totalmente cuando se ha realizado, así el habla se hace totalmen-
te consciente después de haberse pronunciado.
Es verdad que, en general, el hombre coincide con lo que habla; pero no siempre es así. Hay situa-
ciones patológicas complejas en las que el habla se independiza del control consciente del individuo
y ocupa un espacio virtual por sí misma. También hay otras situaciones o actividades (discursos, opi-
niones o expresiones) en las cuales, cuando el pensamiento fortalecido se eleva a los dominios del es-
píritu, se vierten conceptos que trascienden la intención del expositor.
"Esto es así porque el habla es una entidad independiente de mí, que sigue sus propias modalidades y leyes,
que posee su propio razonamiento, que es activa por sí misma y se enuncia a sí misma, que late en mí como el
hálito que viene y se va; es entidad que se adueña de mi motricidad y la eleva a la región del aparato lingüísti-
co donde entra en contacto con el elemento aéreo; que descansa también en la corriente sangiunea y se extien-
de hasta el oído: hállase entretejida conmigo y sin embargo es distinta de lo que yo mismo soy." (Karl Kónig)
En este sentido es interesante vincular al espíritu de la palabra con el espíritu de la música, y nada
mejor para ello que traer el recuerdo de las nueve musas. De ellas podemos evocar a Calíope, inspira-
dora de la poesía épica, para comprender el habla; y a Euterpe, para comprender la música.
Solamente cuando intuimos el espíritu de la lengua tras lo sonoro podemos acercarnos al verdadero
significado del habla humana. Ella se expresa en tres aspectos que podemos caracterizar como: decir,
nombrar, liablar.
El fenómeno primario consiste en que el hombre manifieste el lenguaje y a través de él exprese sus
deseos, anhelos y sentimientos. Así él se enuncia a sí mismo, se da a conocer: tal la función del decir.
La segunda función del habla es manifestarse a sí misma como entidad espiritual autónoma. Aquí el
lenguaje vive en su propio mundo; se encarga de descifrar los nombres eternos y temporales de los ob-
jetos para que el hombre aprenda a conocerlos. El espíritu del habla conoce la esencia de las cosas y lo
revela al hombre haciéndolo partícipe de su encanto: he aquí el nombrar.
El tercer aspecto le permite al ser humano comprender a los otros seres que hablan y dirigirse a ellos.
El lenguaje se entiende consigo mismo y con el pensamiento; es una verdadera estructura social que
fluye derrumbando los muros que separan a las almas entre sí en el mundo físico. La conversación, el
diálogo, la reflexión, el intercambio de ideas y la oratoria, entre otras modalidades, conforman este
misterioso don humano: el hablar.
K. Buehler, (citado por Kónig en su libro "Los primeros tres años"), caracteriza estos tres procesos de
la siguiente manera:
• En el decir reconoce la manifestación (es la posibilidad del propio Ser de enunciar ante el mundo
quién es)
• Al nombrar le atribuye la presentación (es el mundo revelado al hombre)
• Al hablar le otorga la influencia (fenómeno social del lenguaje)
"El hablar abarca los tres aspectos, pero el liabla es aún más amplia y mayor que el hablar." (Karl Kónig)
El hablar propiamente dicho es una parte integrante del habla, ya que ésta comprende además la fa-
HABLAR
cuitad de escuchar. Por lo tanto, hay una fase sensorial, receptiva, y una fase motriz, expresiva sobre
las que se asienta el desarrollo del habla.
El lenguaje se convierte así en uirente social que liga al niño con el mundo circundante, con los
otros: ahora puede integrarse a la comunidad lingüística como u n miembro más, unirse al mundo des-
de su Individualidad.
Cuando balbuceaba era cosmopolita. A través del decir, nombrar y hablar, se ha tornado ciudadano
de su país.
Hoy se acepta que es el hombre total quien habla; que es él mismo, como ser físico, anímico y espi-
ritual, quien toma parte en la función del lenguaje; que hablando se expresa como persona y recibe,
además, mediante la palabra, respuesta a todos los interrogantes que en este mundo se le presentan a
su espíritu peregrino.
La facultad del habla se manifiesta en el hombre a través del organismo
lingüístico humano; éste presenta una estructura ternaria. En el centro se
encuentra la laringe, maravilloso órgano específicamente humano que fun-
Cuando el niño
ciona como el corazón del sistema. La laringe está dotada de una gran can-
tidad de músculos que brindan una actividad rítmica de compresión y ex- balbuceaba
pansión de la columna aérea, modelando el material sutil imprescindible
para la formación del tono y el sonido. Esta es la región del pasaje constan-
te del aire en su eterno vaivén; se encuentra conectada, por delante, con los
era cosmopolita.
órganos bucales, que son los encargados de moldear los sonidos labiales, pa-
latales, dentales y linguales, origen de las consonantes que pronunciamos. A través del decir,
La cavidad nasal es el resonador que puede subir o bajar el volumen del so-
nido emitido. La laringe se encuentra ubicada entre la región media y supe-
rior de u n conducto aéreo que denominamos tráquea. Este tubo se proyec-
nombrar y hablar,
ta hacia abajo, bifurcándose para originar los dos grandes bronquios, los que
a su vez siguen su misma disposición en forma descendente dando la ima- se ba tornado
gen de un verdadero árbol invertido: el árbol bronquial. Esta peculiar dispo-
sición da por resultado que el aire que penetra nuestra organización corpó-
rea se encuentra al final del camino en presencia de una inmensa superficie
ciudadano de su país...
de contacto con la sangre. La región anatómica anfitriona de este encuen-
tro entre el mundo exterior y el mundo interior, está constituida por infini- hoy se acepta que es
tas celdillas microscópicas llamadas alvéolos, donde una tenue película se-
para el aire inspirado de la sangre. Por lo tanto, parte del aire necesario pa-
ra cumplir la función del habla establece una íntima relación con la sangre
el hombre total
humana a través del pulmón, uno de los dos órganos integrantes del siste-
ma rítmico, base fisiológica del sentir. quien habla; que es él
Sin embargo, el organismo lingüístico presenta otro aspecto curioso: es su
proyección hacia arriba, en busca del órgano de la audición, que representa mismo, como ser físico,
en la función del escuchar la forma complementaria del habla. La columna
aérea, sustento material del lenguaje, se introduce por la trompa de Eusta-
quio en la cavidad del oído medio y allí entra en contacto con el mundo ex-
anímico y espiritual,
terior a través del tímpano y con el mundo interior merced a la ventana re-
donda que comunica con la cóclea. Dentro de ella se encuentra el órgano quien toma parte en la
de Corti, sutil escultura humana que representa la región terrestre de la ana-
tomía, donde el espíritu de la lengua y el espíritu de la música dejan el tes-
timonio de su presencia.
función del lenguaje...
Sintetizando, diremos entonces que el organismo lingüístico presenta esta triple disposición:
• Hacia abajo se extiende a los pulmones, donde la sangre se abre al aire
• Hacia arriba establece contacto con el oído por medio de las trompas de Eustaquio
• En el medio, donde funcionan la laringe y los órganos bucales, se halla entregado al aire que ince-
santemente entra y sale.
A esta estructura anatomofisiológica pertenecen las tres etapas del hablar.
Desde abajo, donde se encuentran la sangre y el aire, se eleva la motricidad y asciende el decir: trans-
fiere los apetitos y deseos, las aspiraciones y las emociones a la región del habla para expresarse dicien-
do. Quedará oculta en ese nivel, durante toda la vida, alguna frase univerbal que el niño suele utilizar
para expresar sus emociones primarias. Cuando exigimos, damos órdenes, regañamos o utilizamos tér-
I A
PARTE
minos ofensivos, así como cuando apetecemos alguna cosa con añoranza o mahumor, la esfera del de-
cir es lo que se expresa. Y lo hace de abajo hacia arriba.
En cambio, de arriba hacia abajo se expresa el nombrar. Del oído a la laringe fluye la posibilidad de
otorgar el nombre. El ámbito del oír es la cuna del sentido verbal descripto por Rudolf Steiner. Allí el
habla revela al hombre la esencia de las cosas, sean ellas objetos, plantas, animales, hombres. Desde
arriba el nombrar fluye al encuentro del decir y se le une sin menoscabo de su identidad.
Por último, el hablar nace de la confluencia del aire con la respiración. De allí entonces que consti-
tuya un elemento social: une, enlaza, teje entre dos entes parlantes, entre hombre y hombre, lleva las
preguntas y respuestas de un alma a otra.
Resumiendo:
• El decir emerge desde abajo hacia arriba (está integrado por las sílabas o frases univerbales)
• El nombrar fluye desde arriba hacia abajo (las palabras constituyen los elementos del nombrar)
• El hablar aparece al final, conformando una unidad. Sin embargo, el hablar también es un elemen-
to autónomo... vive fluyendo hacia afuera con la exhalación (la oración se transforma en la vestimen-
ta del hablar).
Las sílabas, palabras y oraciones ocupan sus respectivas esferas y ponen de manifiesto los vínculos
infinitamente complejos del habla con el hombre.
Rudolf Steiner describe así el misterio del habla:
"La elaboración del lenguaje sólo puede compararse con el trabajo artístico. Así como no exigimos que la imi-
tación del artista corresponda a la realidad, así tampoco podemos exigir que el habla reproduzca aquello que
ha de representar. El habla refleja lo externo en el mismo sentido en que lo refleja el retrato o el artista. Antes
de que el hombre fuera espíritu autoconsciente en sentido moderno, hallábase activo en él un artista que traba-
jaba como espíritu del lenguaje. Nuestro Yo se aposentó en un lugar en el que previamente un artista había ejer-
cido su actividad. Hemos de concebir, con sentido artístico, lo que como espíritu del lenguaje subyace en el que-
hacer humano."
PENSAR
En lo que respecta al pensar, éste se desarrolla en contacto con el acto de hablar. De allí entonces que
en una primera etapa los conceptos se orienten hacia el mundo exterior; son conceptos objetivos: me-
sa, silla, perro, árbol.
La etapa siguiente se caracteriza porque al nombre del objeto se le agrega u n verbo: hermana grita,
perro salta, nene duerme. El mundo externo ya no es registrado como "siendo" sino que se lo concibe
como conjunto de seres que actúan.
En el primer paso el acto de pensar conquista el espacip -objetos extemos-.
En el segundo caso conquista el tiempo -ayer, hoy- ya que toda acción tiene una temporalidad.
La tercera etapa aparece cercana a los 3 años, cuando el niño antepone el vocablo inédito "yo" a la
acción en sí: "yo quiero", en lugar de: "nene quiere". Este es un instante trascendente en la vida de to-
do ser humano. Además, es un punto de partida común para que se almacenen los recuerdos, ya que,
en general, con anterioridad a esta etapa no hay memoria. A este momento particular lo denomina-
mos primera conciencia del Yo.
Los tres pasos descriptos -caminar, hablar y pensar- constituyen la base de todo el desarrollo poste-
rior del hombre. Recordemos que en esta etapa las fuerzas formativas -anímico/espirituales- están abo-
cadas totalmente a la construcción del organismo físico.
Un principio antroposófico muy importante dice:
"Cuando las fuerzas espirituales han finalizado su labor se desprenden de la materia y pueden ser utilizadas
para otros fines."
Un ejemplo típico ya mencionado: la metamorfosis de las fuerzas de crecimiento en fuerzas del pen-
sar en el nivel neurosensorial cefálico al finalizar el primer septenio de vida. Esta es también la causa
que permite a las fuerzas del Yo, cuando abandonan en parte su tarea física de crecimiento y reproduc-
EL DESARROLLO DE LOS SENTIDOS
Y LA PERCEPCIÓN SENSORIAL
ción del sistema nervioso, operar como fuerzas de conciencia -memoria- y obtener para la Individua-
lidad los primeros recuerdos.
Ya hemos destacado la importancia que tiene, en el niño pequeño, el desarrollo de los sentidos. Sus
órganos sensoriales actúan como verdaderas antenas frente al mundo circundante -tacto, vista, oído,
olfato, gusto, equilibrio-. Todo su cuerpo y su Ser se abren al mundo externo... mamar no constituye
únicamente u n incentivo del gusto sino también el contacto con el pecho materno, su calor y su olor;
las tensiones de la madre, el ritmo de su corazón, sus alegrías y angustias actúan sobre el organismo
infantil.
El ambiente familiar se va a reflejar también en el aspecto orgánico del n i -
ño. Las desavenencias materno-paternas, la presencia de personajes irritan-
tes o la psicopatología familiar, se tornan elementos muy perniciosos para
Las enfermedades
la construcción futura de su Cuerpo Físico. Por el contrario, la dulzura, el ca-
riño y el cuidado pueden ayudar a conformar un organismo sano. Todo el
entorno contribuye a plasmar los órganos. El contacto con elementos natu-
representan
rales, como el agua, la tierra, la arcilla, la madera, el algodón o los metales,
y la presencia de los colores y la buena música, preparan eficientemenre al una posiblidad de
niño para una existencia más plena.
(Durante m i asistencia a parejas embarazadas -como futuro pediatra del cambio para el Cuerpo
hijo- siempre les sugería escuchar música de Beethoven, Mozart o Bach pa-
ra preparar el alma del futuro Ser. ¡Qué diferencia radical supone despertar
los sentidos del niño mediante elementos y formas de la naturaleza, a in-
paco heredado,
tentarlo con el monótono material plástico, las músicas disrítmicas o los so-
nidos y colores agresivos!) la oportunidad de
El niño se halla constantemente en acción y movimiento experimentan-
do el mundo circundante y mejorando paulatinamente la calidad de sus i m -
presiones sensorias. Aprende por imitación, y no es conveniente dirigirle de-
transformación que tiene
masiados reproches ya que esta actitud puede minar su autoconfianza inci-
piente. Esta confianza, básica en el niño, debe preservarse a toda costa por-
que es un valor esencial para su futuro.
la individualidad -el ío-
Resumiendo, también podríamos d,ecir que en este septenio se distinguen
tres etapas:
y que se ejerce a través
• Formación de órganos
• Conciencia del Yo
del o m s i r O calórico
• Desarrollo de órganos de los sentidos. del ser humano.
ENFERMEDADES INFANTILES
USO DE SUSTANCIAS TERAPÉUTICAS NATURALES Y ARTIFICIALES
Las enfermedades representan una posiblidad de cambio para el Cuerpo Físico heredado -genoma hu-
mano-, la oportunidad de transformación que tiene la Individualidad -el Yo- y que se ejerce a través del
organismo calórico del ser humano. (Recordemos que la organización astral se manifiesta mediante el
organismo aéreo y la organización etérea mediante el organismo líquido.) Esto justifica los elevadas es-
tados febriles que puede alcanzar benéficamente un niño; y por ende la cantidad de proteínas que eli-
minará a través de sus enfermedades, especialmente las proteínas formadas por su madre en el perío-
do embrionario.
Mediante este proceso repone su andamiaje proteico, pudiendo así la Individualidad -el Yo- transmu-
tar el aspecto más íntimo de su corporalidad física en directa relación con los elevados fines espiritua-
les que debe alcanzar en cada encarnación.
Generalmente, los actos más inofensivos y amorosos de los padres y el pediatra marginan insospe-
chadamente un cúmulo de posibilidades para que el niño alcance una salud estable en la vida por v i -
vir. Un ejemplo práctico se da en el sarampión: a través de la violenta reacción orgánica producida fren-
te al virus y merced a un cuadro febril intenso, el niño elimina por la piel, el pulmón y el sistema uri-
nario, una parte importante de proteínas originales maternas sustituyéndolas por la propia proteína
signada por la Individualidad actuante -el Yo-. El niño cambia su metabolismo, crece, transforma su
personalidad y se vuelve mucho más estable y saludable que antes de contraer la enfermedad. Las ma-
dres son testigos de estas profundas modificaciones a partir de la convalecencia post-sarampionosa.
I A
PARTE
Esta es la razón por la cual no se puede suprimir impunemente u n cuadro febril infantil con
u n antipirético y menos aún aconsejarlo como prevención de enfermedades. La fiebre en sí es
un complejo proceso físico-etéreo producido por las organizaciones anímico-espirituales, de
enorme relevancia en la vida futura de cada Ser. A partir de estas premisas, otro tema afín es el
que trata la utilidad o la inconveniencia de una inmunización masiva con el fin de detener la
enfermedad, polémica que no cabe desarrollar en el presente trabajo. Diremos, como simple
acotación, que en países con una cultura más evolucionada y en les cuales se tiene en cuenta
plenamente la libertad de elección de las personas, no es obligatoria la vacunación; ésta es una
decisión particular a tomar entre los padres y el pediatra.
Se hace ahora imprescindible explicar cuál es la diferencia entre la supresión de un síntoma inme-
diatamente después de su aparición, y la actitud opuesta que consiste en observar el proceso subyacen-
te para decodificar qué significa dicho síntoma en ese niño.
En el primer caso, se actúa generalmente bajo el miedo "por lo que puede ocurrir", unido a la inge-
nua docilidad con que se aceptan ciertos supuestos de esta era tecnológica, como son aquellos de la ra-
pidez y la eficacia: "Un médico es bueno y el fármaco que prescribe mejor aún cuanto más rápidamen-
te se soluciona el problema suscitado". Esta práctica se denomina "supresión del síntoma"; si la infec-
ción tratada, por ejemplo, aparece nuevamente en el término de dos semanas o un mes, o si se trans-
forma en una otitis o cistitis recidivante, o si una sinusitis se tranforma en una bronquitis... ése es otro
problema.
En el otro caso, la observación del proceso genera un aprendizaje inconsciente en el niño y cons-
ciente en sus padres. En el niño, su Cuerpo Físico aprende a enfrentarse con la agresión bacteriana, m i -
cótica o viral y su Cuerpo Etéreo se torna hábil para manejar su sistema inmunológico -sabiduría del
cuerpo-. En cuanto a los padres, aprenden a observar la maravillosa homeostasis del organismo, su ca-
pacidad de lucha e incluso su agotamiento; aprenden a integrar la predisposición febril natural (hay
organismos que elevan con facilidad la curva térmica y otros que no lo hacen), el grado de incidencia
ambiental en la producción de síntomas, el tipo de regresión que hace el enfermo, o el beneficio se-
cundario de la enfermedad.
En la época en que vivimos, es muy fácil crear u n hijo fármaco-dependiente y es también usual que
debamos iniciar en algún momento un salvataje desesperado. Resultará más sabio evitar desde la n i -
ñez el hábito de consumir sustancias químicas de efectos inmediatos, tipo:
Dolor > analgésico
Resfrío > antigripal
Tos > antitusivo
Fiebre > antipirético o antibiótico
Es muy importante evitar la dependencia psíquica y física de una sustancia química proveniente del
exterior que solucione mágicamente nuestros males, y poder desarrollar, en cambio, la autoconfianza
del niño en su cuerpo y en su alma. Hay que acostumbrarse a templar el organismo del hijo (y el pro-
pio de los padres) frente al dolor, mediante la paciencia y la comprensión; compartir con él los miedos
y confiar juntos en la evolución del proceso. (Esta propuesta se halla a considerable distancia del pla-
cer de sufrir -masoquismo-, de la necesidad patológica de autocastigo o de la resignación frente a la
"voluntad divina".)
La observación del proceso, coherente, adulta, nos indicará también los límites: el agotamiento del
cuerpo y la necesidad de recurrir a una sustancia farmacológica artificial para enfrentar la situación. El
trabajo que sugerimos debe ir acompañado por una asistencia médica idónea, brindada por profesio-
nales que también orientan su propia vida hacia estos postulados arquetípicos de salud.
Cuando me refiero a la espera en sí, que implica la observación del proceso, no quiero decir que al
niño no se le suministren mientras tanto sustancias naturales, dinamizadas o no, para ayudar al orga-
nismo en la lucha contra la enfermedad. Al administrar una sustancia proveniente de cualquiera de
los tres reinos que rodean al ser humano y que ostentan una evolución común -mineral, vegetal o ani-
mal-, se incorpora la propia fuerza etéreo-astral de la naturaleza para estimular o atenuar las respectivas
organizaciones suprasensibles -Ciiapo Etéreo, Astral, Yo-. Estas fuerzas respetan al organismo en lucha y
lo estimulan para que "recuerde lo que sabe".
Por el contrario, cuando se suministra una sustancia química, artificial, que modifica sólo el sustra-
to físico-químico del cuerpo enfermo sin ninguna ingerencia en las verdaderas causas de la enferme-
dad, se le impide al cuerpo ejercer lo que sabe, se lo bloquea, se lo excluye, se lo margina... y la enfer-
MEDICINA PSICOSOMÁTICA
y ANTROPOSOFÍA
medad, que ahora debía manifestarse como tal, se agazapa, gruñe como un animal herido, se retira y
espera la oportunidad de su próxima aparición con toda la violencia que engendra este proceder.
Las pruebas que avalan claramente estas palabras se asientan, a nivel personal, en las experiencias
compartidas con mis pacientes durante treinta años y a nivel general, forman parte cada historia clí-
nica o de cada biografía si examina atentamente sin prejuicios ni dogmatismos de ninguna índole.
Al decir medicina psicosomática decimos, en este caso en particular, pediatría psicosomática, es de-
cir pediatría: una auténtica dedicación al niño y su mundo, salud y educación incluidas.
A propósito del tema, deseo ampliar aquí u n recuerdo de m i vida profesional que, además
de resultar ilustrativo, me permitirá rendir homenaje a ese inspirado médico, el doctor Flo-
rencio Escardó:
Han quedado m u y atrás (década del "60) los días brillantes de la Sala X V I I del Hospital de
Niños "Ricardo Gutiérrez", de Buenos Aires, con el profesor Escardó. Esa época vivida como
una verdadera luz, todavía hoy es para mí u n faro encendido en medio del cientificismo ca-
da vez más rígido y con tal superespecialización que agobia. En aquel espacio del que hablo
se luchaba por unir ei conocimiento científico con el saber psicológico para trabajar una To-
talidad: el niño, la familia y la sociedad. Existía entonces una escuela para padres, para aque-
llos que necesitaban canalizar sanamente, y n o a través del hijo, sus miedos, ansiedades o
angustias. Así se les proporcionaban nociones básicas respecto de temas tabúes: la sexuali-
dad, el amor, la pareja, el dinero. Se les enseñaba a reconocer al niño sano; para eso era i m -
prescindible visitar salas de cirugía, de rehabilitación, pulmotores... o sea reconocer a los n i -
ños realmente enfermos.Como parte del programa de Extensión Universitaria, los estudian-
tes de Medicina que cursaban pediatría en esa cátedra debían concurrir regularmente a v i -
llas de emergencia y cumplir en ellas parte del trabajo específico. Los médicos aprendían a
tratar al niño sano y n o solamente al niño enfermo. Se dictaban clases de pediatría de con-
sultorio privado; se analizaban recetas de distintos profesionales tratando de comprender el
criterio que las sustentaba.
Aquel espacio era, en f i n , . u n valioso semillero. Personas relacionadas con esa corriente h i -
cieron algunos intentos pedagógicos para crear lugares -pequeños colegios- donde impartir
una enseñanza distinta a aquellos niños cuyos padres estuvieran buscando otros horizontes.
Por aquella época para mí no había diferencia entre lo religioso y lo espiritual... todo sona-
ba más o menos igual a mis oídos. Se agregaba, además, u n prejuicio: la desvalorización de
quienes postularan una cierta idea de la realidad apoyados en una tesitura emanada de la re-
ligión ya que lo religioso o lo clerical pertenecían, exclusivamente, a u n contexto político.
Y bien, ¿cuál es el nexo entre esa recordada pediatría de la persona y la familia con la An-
troposofía? El vínculo entre ambos enfoques se produjo cuando, transcurrido ya el tiempo,
el doctor Florencio Escardó me pidió conocer acerca de la Antroposofía. Tuve así, en sus úl-
timos años, el privilegio de asesorarlo y transmitirle las bases de la Ciencia Espiritual; él h i -
zo luego experiencias con preparados de medicina antroposófica en su propia persona y a
posteriori con sus pacientes. Así como su espíritu inquieto, no convencional, había incur-
sionado en la Homeopatía, la Acupuntura y la Osteopatía, descrubriría al final de su vida la
importancia del camino antroposófico.
OPORTUNIDADES
Así se entiende por qué, en esta etapa, el niño debe recibir abrigo, calor, protección y cuidado,
y también por qué resulta tan destructiva la frialdad, el abandono" y la indiferencia.
Frente al ideal básico de la bondad, que caracteriza al septenio, el niño debe desarrollar la virtud
básica: predisposición a la gratitud. Para ello necesita generar la confianza en sí mismo, tarea ine-
ludible e irrenunciable de padres y maestros.
ción del huevo fecundado se atenúan a medida que llegamos al séptimo a ñ o de vida; son las res-
ponsables, además, de guiar específicamente el desarrollo de dos sistemas: el aparato genital y el
cerebro.
Aquí se manifiestan las dos caras de la luna:
- el proceso de vida, expresado en la extraordinaria fertilidad de la espermatogénesis o la rique-
za nutritiva del óvulo, corresponde a su cara brillante (como u n espejo);
- su cara oculta y oscura se proyecta en la configuración del cerebro humano, la organización
que ostenta la menor vitalidad de todo el Cuerpo Físico, la mínima necesaria para subsistir y cum-
plir la misión espiritual trascendente: el pensar. Este es el proceso de muerte lunar, que también re-
cuerda el origen cósmico de la Luna como una excrecencia de la Tierra. Si ahondamos aún más,
observamos que así como la luna refleja la luz solar, el cerebro refleja los pensamientos y las per-
cepciones.
En este primer septenio se da el nacimiento de la Luna dentro del cerebro humano: ...la for-
mación de la sustancia blanca es u n proceso lunar.
Nos referiremos ahora al metal correspondiente al septenio: la plata (argentum). Es aquí donde
la cosmovisión de Rudolf Steiner se materializa en nuestro quehacer cotidiano. El uso de la pla-
ta -fuerzas lunares cristalizadas- sometida a los procedimientos alquímicos que Steiner señaló,
produce sus efectos físicos, visibles y comprobables en el ser humano. La medicina de orienta-
ción antroposófica hace uso de estos preparados desde principios de siglo.
El argentum está relacionado con todos los procesos regenerativos, multiplicación celular e i n -
corporación de sustancias del mundo exterior al organismo.
(Cuando se habla de absorción de sustancias no debe pensarse solamente en sustancias n u t r i -
tivas que llegan a través de la mucosa intestinal, sino también las presentes en el aire y que pe-
netran por los alvéolos pulmonares, y en las percepciones que se reciben por los órganos senso-
riales.)
La acción específica del argentum se ejerce sobre el Cuerpo Etéreo para que éste permita absor-
ber al Cuerpo Astral desplazado.
Si imaginamos al Cuerpo Etéreo como una esponja y al Cuerpo Astral como el agua que lo i m -
pregna, podemos decir que la misión del argentum es mantener constante este equilibro. Recor-
demos, además, que cuanto más endeble es la conformación de los cuatro cuerpos -por ejemplo
en el primer septenio-, cualquier susto o agresión recibida produce una expulsión violenta del
Cuerpo Astral -agua- que se desplaza bruscamente de la organización físico-metabólica, quedan-
do el Cuerpo Etéreo -esponja- abandonado a sí mismo y organizando el sistema metabólico de ma-
nera totalmente incorrecta. En este caso, el Cuerpo Astral -agua- actuaría desde afuera sin pene-
trar el Cuerpo Etéreo -esponja- comprimiéndolo y ocasionando la patología correspondiente.
El argentum torna permeable a ese Cuerpo Etéreo que recibiendo al Cuerpo Astral restablece el
equilibrio perdido.
ASPECTO MITOLÓGICO
PRIMER SEPTENIO
VIDA A N Í M I C A
SEGUNDA CONSECUENCIA: A N Í M I C A
90 RIESGOS Y OPORTUNIDADES
ASPECTO M I T O L Ó G I C O
' t • "f.
SEGUNDO SEPTENIO (7 A 14 ANOS)
"El Cuerpo Etéreo es la entidad por la cual en cada momento de la \ñda el Cuerpo Físico es preservado de la
disgregación." (Rudolf Steiner)
través de estos órganos de entendimiento recibimos el mundo espiritual así como mediante los ór-
ganos físicos recibimos el mundo de las formas físicas.
Lo que antes eran células físicas ahora son representaciones. Estas son para el alma lo que las célu-
las para los órganos del Cuerpo Físico. Es muy frecuente que hablemos de "parto del Cuerpo Etéreo pro-
pio" atendiendo a esta separación o desprendimiento materno y a la consolidación del propio Cuer-
po Etéreo. Como en el parto físico es el cuerpo el que se separa de la madre y el cordón umbilical de-
be ser cortado para que el nuevo cuerpo viva, aquí el Cuerpo Etéreo comienza a vivir su vida propia
en imágenes y representaciones. Los padres deben velar para que este aprendizaje sea completo y sa-
no; así como amar no significa otorgar sin límites, educar no significa simple transmisión de cono-
cimientos. Las acciones dictadas por el amor deben apuntar al futuro de la Individualidad en cier-
ne, a la educación, al despertar del interés, al fortalecimiento de la autoridad que la imparte y al de-
sarrollo de la confianza básica del niño -autoridad amada-.
El Cuerpo Físico está formado por células que poseen una vida autónoma capaz de reproducirse i n -
definidamente -capacidad reproductiva celular-. Sin embargo, este organismo celular está sujeto a
normas y modelos que determinan hasta dónde debe crecer u n conjunto celular y la forma y d i -
mensiones que debe adquirir -tamaño de los órganos, altura del cuerpo, etc.-.
Estas pautas están impresas genéticamente en cada célula; no obstante, u n grupo celular evolucio-
na de una manera en u n lugar determinado del embrión y otro grupo vecino lo hace de modo d i -
ferente -problema n 2 de la Biología: Regulación (tratado más adelante)-.
a
Esta vida autónoma celular debe ceder en su accionar para dar prioridad a la forma -como Totali-
dad- que el Ser debe conformar, de acuerdo a la idea que anida en el espíritu.
Este Cuerpo Etéreo posibilita entonces la limitación celular con la finalidad de lograr la forma. De
esta manera el Cuerpo Físico continúa su proceso y llega a la conformación física de sus infinitas cé-
lulas entregándose así, plenamente, a las fuerzas del Cuerpo Etéreo. Nadie puede poseer u n Cuerpo Eté-
reo sin contar previamente con el sustento de las células del Cuerpo Físico. Las fuerzas del pensa-
m i e n t o son fuerzas liberadas del crecimiento.
Lo que H. Driesch, vitalista del siglo pasado, designaba como "entelequia", ha sufrido una profun-
da metamorfosis en los conceptos antroposóficos de Rudolf Steiner sobre el Cuerpo Etéreo, los cuales
pueden hoy ser mejor comprendidos a la luz de las investigaciones de la física subatómica.
trición elaboran contenidos del mundo físico, en el alma las representaciones se estructuran en ór-
ganos con los cuales pueden ser elaborados contenidos anímico-espirituales del mundo.
A través de la reunión de representaciones aisladas se forman complejos de representaciones. Aque-
llo que aprendemos, que permitimos que se torne u n complejo de representaciones, adormece cuan-
do olvidamos y despierta cuando recordamos.
Este complejo de representaciones se torna, en el proceso de aprendizaje, en aquellos órganos a
través de los cuales podemos reconocer no sólo contenidos cósmicos, sino también elaborarlos; es-
to es, comprenderlos.
Mediante el recuerdo podemos captar más de lo que olvidamos; a través del mismo podemos
aprender más de un objeto que por la percepción. Por ejemplo: producimos representaciones aisla-
das de la forma de crecimiento de la planta; las representaciones aisladas formarán en nosotros u n
órgano a través del cual podemos comprender, recordando, la planta entera. Podemos percibir que
después del olvido, el complejo de representaciones resurgido, el antiguo órgano, ya se transformó.
Se formó u n nuevo órgano más desarrollado a través del cual podemos aprender algo nuevo de la
esencia del objeto.
De acuerdo con la naturaleza del Cuerpo Etéreo, estos órganos que usamos para pensar son mucho
más vivos y dinámicos que los órganos del Cuerpo Físico y además se renuevan constantemente.
V I D A ANÍMICA
También se produce otra liberación del Cuerpo Etéreo, no tan pronunciada como la cefálica, y se
lleva a cabo en la región media e inferior del organismo. Esta liberación es la base de una facultad
anímica: el temperamento.
Llamamos así a aquello que se halla entre la conciencia y el cuerpo; por ejemplo, u n melancólico
posee u n cuerpo estructurado de manera diferente que u n colérico.
El temperamento guarda relación, por un lado con el cuerpo y por otro lado con la región aními-
ca -alma-; es decir, vive en el ámbito del Cuerpo Etéreo.
Rudolf Steiner describe al hombre como u n organismo vivo que forma
un cuerpo que le sirve de sostén para una vida anímica. El Cuerpo Etéreo es
el intermediario entre el Cuerpo Físico y la vida anímica -alma-. Un Cuerpo
„.así como amar
Etéreo sano puede equilibrar las preponderancias de lo físico sobre lo aní-
mico, y viceversa. no significa otorgar
Este cuerpo es de naturaleza mercurial; actúan aquí las fuerzas de Mer-
curio: fuerzas armonizadoras equilibrantes, las fuerzas de la salud. El órga- sin límites, educar
no de Mercurio en el Cuerpo Físico es el pulmón. En el niño del segundo
septenio se abre una nueva vida de sentimientos a través del sistema ríti-
mico, que es importantísimo, y especialmente a través del pulmón. no significa
El sentir tiene que ver con los órganos rítmicos: corazón-pulmón, los
cuales han crecido notoriamente en esta época, y ya se establece la rela- simple transmisión
ción pulso/respiración -4/1- que es la relación normal en el adulto.
Ahora podemos percibir "algo" en el alma del niño, no sólo en su cabe-
za. Esa alma no está totalmente encarnada; se percibe que ella estructuró
de conocimientos.
su Cuerpo Físico pero no está íntegramente dentro de ese cuerpo.
El Cuerpo Astral y el Yo se interiorizan más aún en el ser humano. El des-
Las acciones dictadas por
prendimiento del Cuerpo Etéreo en la región media del cuerpo acompaña
a la recepción de estas fuerzas anímico-espirituales en su descenso a la cor- el amor deben apuntar
poreidad. Se puede comparar esto con una vivencia musical, en la que el
Cuerpo Etéreo es representado por una voz profunda, una fuga penetrada
por una melodía que llega desde lo alto -Cuerpo Astral, Yo-. Allí aparecen al futuro de
las consonancias y las desarmonías de esa vida de sentimiento.
Resumiendo, diremos que en el niño de 7 a 14 años se puede apreciar la individualidad en
esa vida anímica, esa sensibilidad partiendo de la región media del cuer-
po, y no sólo de la cabeza. El niño del primer septenio también posee sus
sentimientos, pero más ocultos.
cierne, a la educación,
M u y importante es recordar también que en este segundo septenio se
al despertar del interés...
I 2
PARTE
so, para subsistir, queda supeditado a las mínimas condiciones de vitalidad. En este caso hay dos
consecuencias: una que va a repercutir en el cuerpo y otra que lo hará en lo a n í m i c o .
P R I M E R A CONSECUENCIA: C U E R P O ( I N T E L E C T U A L I D A D C O R P Ó R E A )
La tendencia a la desvitalización de nuestro cerebro puede ser tan intensa que resulte m u y d i -
fícil recuperarla o armonizarla. Si además se agrega u n aprendizaje temprano -intelectual- de
gran exigencia, se acentúa la movilización de fuerzas vitales, que son desplazadas en exceso del
organismo. Esto trae las siguientes manifestaciones:
• El cuerpo no puede ser bien plasmado -morfogénesis deficiente-
• Problemas dentarios ...para tratar de lograr
• Modificación patológica del crecimiento.
Como las fuerzas etéreas son desplazadas en exceso hacia la cabeza
para servir al aprendizaje, ésta tiende a u n crecimiento mayor en senti-
un niño sano, hay que
do longitudinal, lo que ocasiona u n cuadro de astenia corporal. Se pro-
duce una estructuración unilateral a partir del sistema nervioso. Cuan- estimular otras fuerzas:
do esta estructuración, que parte del sistema nervioso, no es respondi-
da con una fuerza vital suficiente, hay u n predominio de las fuerzas for-
mativas, que partiendo de la cabeza penetran mucho el Cuerpo Físico.
las fuerzas del arte,
Esto produce una estructura lineal -"un manojo de nervios"-. La con-
ciencia se esparce por todo el organismo. El ser humano presenta una
conciencia exgerada de los acontecimientos corpóreos -espasmos, en-
la actividad artística en.
durecimientos, contracturas- y esto se expresa como hiperexcitabilidad
o nerviosismo. Las experiencias sensoriales no permanecen en el ámbi- el proceso educativo
to cefálico sino que penetran ahora profundamente la corporalidad. Es-
te proceso perturba la actividad plasmadora normal, positiva, de los ór-
ganos y ocasiona además una perturbación de la vitalidad del cuerpo. -modelado, pintura,
La persona "nerviosa" teme a las percepciones sensoriales pues la con-
mueven en demasía; vibra al unísono con ellas. canto, formación del
habla. Euritmia-
La hiperexcitabilidad nace en los primeros septenios.
Esta es la consecuencia para el cuerpo y su repercusión en la esfera
anímica. El d o m i n i o de la cabeza trae aparejada una constitución asté-
nica longitudinal y la hiperexcitabilidad; consume muchas fuerzas v i -
tales y al mismo tiempo impide que el Cuerpo Astral y el Yo se interio-
es un factor real
ricen adecuadamente en el Cuerpo Físico.
El énfasis de la intelectualidad en la educación, que ya comentamos -fuer-
de curación.
zas de la cabeza-, produce una distorsión del uso de las fuerzas etéreas, as-
trales y yoicas. Hay una mayor fijación del Yo y del Cuerpo Astral en la re- En nuestra época
gión cefálica, que hoy en día se manifiesta en que los niños son más "des-
piertos" y sumamente hiperexcitables. También han aumentado notoria-
mente las enfermedades escleróticas y degenerativas, debido esto al deterio-
la educación debe
ro temprano del sistema nervioso. A este cuadro especial, Rudolf Steiner lo
define admirablemente como "intelectualidad corpórea". significar cura.
S E G U N D A CONSECUENCIA: A N Í M I C A
Las impresiones sensoriales patológicas para el niño son aquéllas relacionadas con nuestra tec-
nología y no las vinculadas con la naturaleza, que armonizan con él. Aunque al niño no se lo
puede aislar del m u n d o circundante, se pueden sí graduar sus impactos.
Además, para tratar de lograr u n niño sano, hay que estimular otras fuerzas: las fuerzas del ar-
te. La actividad artística en el proceso educativo -modelado, pintura, canto, formación del ha-
bla, euritmia- es un factor real de curación. En nuestra época la educación debe significar cura.
Reiterando siempre el concepto de órganos físico-espirituales para entender el interjuego de fuer-
zas suprasensibles, daremos u n ejemplo práctico de lo expuesto:
Se produce una exaltación del sistema nervioso en el primer septenio; el niño vibra intensa-
mente con las impresiones sensoriales que recibe; esas representaciones exacerbadas se fijan y
aparecen las ideas obsesivas. Si recibe una impresión exacerbada de la suciedad sumada a una
I A
I'ARTE
RIESGOS Y OPORTUNIDADES
Entre los distintos riesgos específicos en esta etapa de la vida surgen con nitidez dos m u y i m -
portantes:
• El primero consiste en estimular una intelectualidad precoz mediante la introducción de
conceptos agresivos, que desestructuran la metamorfosis normal de fuerzas de crecimiento en
fuerzas del pensamiento, impidiendo el sano desarrollo de la fantasía creativa. Esto imposibili-
tará el desenvolvimiento de la capacidad de creación y el entusiasmo en el septenio de la trans-
formación inconsciente del Cuerpo Etéreo (quinto -28 a 35 años-).
FUERZAS PLANETARIAS Y
EL METAL CORRESPONDIENTE
• El segundo está dado por la falta de desarrollo de los sentimientos de reverencia y venera-
ción; especialmente por la desorganización rítmica en el aprendizaje.
Otros riesgos tienen que ver con la adquisición de malos hábitos (alimenticios, respiratorios,
higiénicos, morales). También es ciertamente riesgosa la actitud y el comportamiento de las f i -
guras parentales. Lo que el n i ñ o reciba en esta etapa (discusiones, agresiones, intolerancia) en
el núcleo familiar, quedará muy impreso en su organización etérea y será determinante en la
posibilidad de ejercer su propia autoridad, de ser líder de u n grupo o de consolidar su futuro
matrimonio.
También lo que la doctora Gudrun K. Burkhard denomina "coraza de normas" será otro fac-
tor que impida, en la época del alma racional, u n buen desarrollo anímico del hombre. Esta
coraza de normas que se estructura sobre la base de los "debes" y los "no debes" en forma i n -
cisiva y rígida, interfiere en el normal desarrollo de los sentimientos del n i ñ o .
A esta coraza psíquica debemos agregar las corazas físicas que traban
el desarrollo de la armonía corporal del niño limitando algunos gestos
según sexo y costumbres (los movimientos de la pelvis en el varón o El arte tiene su origen
ciertas posturas espontáneas en las niñas). Ya sabemos qué sucede
cuando se reprimen las manifestaciones emocionales y el precio que se
paga para desestructurar estos bloqueos.
en una estera
En cuanto a las oportunidades del septenio, las vamos a centrar en los
trabajos artísticos que pueden realizarse para ayudar al niño. En el estí-
espiritual,
mulo de la predisposición al amor tienen especial interés los ejercicios
respiratorios y las actividades rítmicas, con el objeto de sostener el de- ia imagen mitológica
senvolvimiento del pensar y del sentir. Aprender a valorizar y a admi-
rar... Y se aprende a admirar a través del arte. de las musas son las
Hoy es c o m ú n que las personas hayan perdido la capacidad de admi-
rar y que tampoco consigan pensar y filosofar; el asombro y la venera-
ción están en el comienzo del filosofar. El arte tiene su origen en una
imágenes de esta
esfera espiritual. La imagen mitológica de las musas son las imágenes
de esta realidad espiritual. Todo hombre lleva u n artista dentro de sí y realidad espiritual.
cada noche revive esta dádiva divina. Por eso es que hay que revalori-
zar el sentido onírico de la vida: adormecerse es como nadar o volar; en
el sueño aparecen imágenes trascendentes que son recibidas por el
Jodo hombre lleva un
hombre-artista que puede trasladarlas a la tela o al instrumento musi-
cal. Es necesario vitalizar estas vivencias en toda persona. La música, la artista dentro de sí
danza, el canto, son en esta etapa de la vida imprescindibles para u n
sano y armónico desarrollo del Ser en evolución. y cada noche revive
En cuanto al uso de medicamentos antroposóficos es importante
aplicar los de origen vegetal (plantas de la familia de las umbelíferas). esta dádiva divina.
FUERZA PLANETARIA Y E L METAL CORRESPONDIENTE
La fuerza planetaria espiritual dominante en este septenio es Mercurio. ¿Y cuáles son las ma-
nifestaciones característricas de las fuerzas mercuriales?: el movimiento, la comunicación, el
contacto y el humor.
El movimiento ordenado de las sustancias nutritivas es una tarea de Mercurio. Es u n proceso
distinto del crecimiento indiferenciado, de la absorción intestinal, o de la regeneración celular
que es u n trabajo lunar -plata-. Los movimientos de dispersión o confluencia como la diapéde-
sis, el ordenamiento de las sustancias de acuerdo con el órgano de que se trate, el encauzar esas
células en un torrente de circulación linfática o venosa, son tareas de las fuerzas mercuriales.
Ya hemos expuesto la idea de la acción prenatal de las esferas espirituales que otorgan sus ca-
racterísticas propias de acuerdo al destino individual de cada Ser. En este septenio estas fuerzas
son las encargadas de la conformación del sistema glandular, el sistema linfático y el p u l m ó n .
En ellas el movimiento es primario y la consolidación de una forma es secundario. Se pueden
analizar los trabajos de Schwenk y proyectar estas observaciones a la configuración de la larin-
ge, el corazón o los ganglios del sistema linfático.
Pensar nuestro órganos como torbellinos líquidos o semilíquidos que paulatinamente se aquie-
tan para consolidar su forma física, es pensar en Mercurio. En el embrión se constituye primero
I A
PARTE
la circulación sanguínea, y por enlentecimiento de corrientes van apareciendo los primeros esbozos
del corazón. Así ocurre también con la circulación linfática y la función de los ganglios correspon-
dientes.
Esta idea de unión, de contacto, se expresa maravillosamente en el órgano de Mercurio: el pulmón.
Allí confluyen la corriente aérea y la sanguínea; el interior se pone en contacto con el exterior.
De lo expuesto se desprende que la estasis -estancamiento- es el proceso adecuado para utilizar es-
tas fuerzas. Las fuerzas mercuriales, dinamizadas de diversa manera en el medicamento antroposófi-
co, sirven para tratar este tipo de patología.
Aquí el metal correspondiente a la fuerza planetaria lleva el mismo nombre: mercurius. En algunas
preparaciones especiales se lo une al azufre para utilizarlo como sulfuro natural de mercurio. Se lo em-
pleará entonces en todos los trastornos glandulares que necesiten recuperar su natural armonía.
Se podrían enumerar muchos problemas físicos donde la acción de Mercurio es muy importante -
diarrreas, sudores, adenoides, alergia, asma, edemas-.
En cuanto a la acción de Mercurio en lo psíquico o anímico: en el plano del pensamiento la esta-
sis se manifiesta por la viscosidad mental. Un extremo de esta situación lo constituyen las ideas fijas.
Las fuerzas de Mercurio otorgan vivacidad al pensamiento, y están en el origen del humor. El humor
tiene horror a la repetición -acción netamente reservada a las fuerzas de la Luna-.
La risa que se extiende como las gotitas del mercurio tiene una virtud terapéutica tal, que Rudolf
Steiner consideraba que un maestro que no hiciera reír a sus alumnos al menos una vez durante la
clase, no podía ser u n buen pedagogo.
En este septenio entonces se reflejan las fuerzas espirituales de Mercurio, las fuerzas de la salud. De
hecho, éste es el más sano de todos los septenios.
ASPECTO MITOLÓGICO
SEGUNDO SEPTENIO
•¿Con c u á n t o s años empezaste la escolaridad •¿Qué valores eran importantes para tus padres?
primaria?
•¿Cuál fue tu e d u c a c i ó n religiosa?
•¿Qué tipo de e n s e ñ a n z a has recibido?
•¿Tuviste oportunidad de un quehacer artístico:
•¿Qué mundo de i m á g e n e s y q u é fuerzas de m ú s i c a , pintura, modelado, teatro, danza?
fantasía fueron cultivadas?
•¿Has sentido un cambio especial a los 9 años?
•¿Te gustaba ir a la escuela?
•¿Qué acontecimientos exteriores importantes,
•¿Cuáles eran tus materias preferidas y cuáles no? positivos o negativos, recuerdas?
•¿Eras buen o mal alumno? •¿Cómo era tu mundo de sentimientos: odio,
amor, c o m p a s i ó n , celos, envidia, miedos?
•¿Eras atento o distraído, activo o perezoso en
la escuela? •¿Has notado cambios especiales, interiores o
exteriores, alrededor de los 1 2 años?
•¿Tenías buena memoria?
•¿Cuáles eran en aquel tiempo tu deseos voca-
•¿Cómo eran tus relaciones con tus maestros?
cionales?
•¿Cómo eran tus relaciones con tus c o m p a ñ e r o s ?
•¿Tenías que realizar trabajos especiales? ¿ C u á -
•¿Cómo pasabas tus vacaciones? ¿Tenías ocasio- les te agradaban y cuáles no?
nes de vivir la naturaleza, de ir de excursión?
•¿Se percibían tus sentimientos, se los respetaba?
•¿Qué actividades deportivas practicabas?
•¿Eras tratado con justicia? ¿Tenías un senti-
¿Cuándo?
miento de justicia frente a los otros?
•¿Cuáles eran tus juegos preferidos?
•¿Podías traer amigos a casa o estabas m á s a
•¿Había pruebas de valor o de competencia? menudo en la casa de otros?
•¿Cuáles fueron tus libros preferidos? •¿Qué tipo de vestimenta tenías?
•¿Qué obligaciones tenías? •¿Te sentías bello o feo?
•¿Cuáles eran tus relaciones en casa con padre, •¿Tenías otros sentimientos acerca de ti?
madre, hermanos, y otros?
•¿Qué disposición de temperamento se perfila-
•¿Quién era tu persona referente m á s impor- ba en ti?
tante?
•¿Cuál fue el p e r í o d o de crecimiento principal
•¿A q u é autoridades temías? en esa é p o c a ?
•¿Qué costumbres había en casa?: comer, dor- •¿Eras un n i ñ o fuerte?
mir, etc.
•¿Cómo se o r d e n ó la r e p i r a c i ó n y la circula-
•¿Cuáles eran los ritmos del día, semana, año? ción? ¿Sufrías frío en pies y manos? ¿Sufrías
frío frecuentemente o siempre sentías calor?
•¿Qué normas fueron implantadas, cuáles devi-
nieron positivas y cuáles negativas en tu vida •¿Qué enfermedades tuviste en ese tiempo?
futura? ¿ M e d i c a m e n t o s , h á b i t o s alimenticios, acci-
dentes, fracturas, operaciones?
•¿Aprendiste a conocer v e n e r a c i ó n , amor, res-
peto? •¿Cuándo fue la primera m e n s t r u a c i ó n o eyacu-
lación?
•¿Cómo eran los castigos y alabanzas?
•¿Qué fuerzas u obstáculos resultaron del Se-
•¿Tenías tu dinero de bolsillo, tus p e q u e ñ o s in-
gundo Septenio para tu vida futura?
gresos?
LOS PADRES
RIESGOS Y OPORTUNIDADES
FUERZA PLANETARIA Y METAL CORRESPONDIENTE
ASPECTO MITOLÓGICO
PREGUNTAS DEL TERCER SEPTENIO (14 A 21 A Ñ O S )
TERCER SEPTENIO Ü4 A 21 Anos)
dijimos que las células del Cuerpo Físico son similares a nuestras representaciones del alma; la
sangre de nuestro cuerpo, nuestro mar interior, corresponde al mar de nuestras emociones. Las
percepciones que el ser humano recoge del mundo va a transformarlas en sensaciones. De aquí
puede nacer el amor.
Rudolf Steiner considera que estas sensaciones son tan importantes que a este Cuerpo Astral
que nace en la pubertad lo llama "cuerpo de sensaciones".
También al miembro esencial que nace a los 21 años, Steiner lo llama "alma de sensaciones" o
"alma sensible".
Esta sensación que se exalta en el amor tiene el sello de las fuerzas es-
pirituales planetarias de Venus. Venus -Afrodita- nace de la espuma del
mar al salir el Sol: surge así su relación con las fuerzas solares que rigen Del corazón fluye el
los tres septenios del alma -21 a 42 años-. Venus deberá guiar al Ser pa-
ra entregarlo a ellas. Esta es una imagen de la transformación de aque-
llo que surge del interior oscuro de nuestro Ser -profundidades oceáni-
amor, metamorfoseando
cas- hacia la luz del sol; o sea, la transformación de una parte de esas
fuerzas del deseo en fuerzas del amor. el deseo sexual en amor
La ayuda que pueden recibir los jóvenes para no anclarse solamente
en el nivel de la sexualidad, consiste en despertar su interés para que, a
su vez, éste despierte el amor. (Si no es así, pueden perderse totalmen-
y el conocimiento
te en ese reino de la oscuridad.) Este camino lleva a que en los próxi-
mos septenios el Sol -el Yo- dirija la vida del hombre. en sabiduría
El amor puede irradiar desde ese sol interno. Así como el Sol es fuen-
te de fuerzas para todo el Cosmos, así el Yo es el motor de toda nuestra
evolución. Sin el impulso del Yo dentro del alma, el hombre permane-
(debe amarse
cería en el mismo nivel de los animales.
El hombre evoluciona de la madurez terrestre -tercer septenio- a la lo que se aprende),
madurez espiritual -séptimo, octavo y noveno septenio- a partir de su
Yo. Cada fase se caracteriza por incorporar cada vez más el Yo dentro del
alma; con esto el Yo individual se torna creador. Ese Yo i n d i v i d u a l es
la educación tiene
portador del espíritu c ó s m i c o .
La creatividad de ese Yo interno se expresa así: entre 14 y 21 años i n - un papel
tenta trabajar frente al caos que cada ser humano trae consigo en el al-
ma; una parte de esa alma sensitiva se transformó, y de ese cuerpo de
emociones nace el alma de sensaciones.
muy importante...
El concepto "cuerpo de sensaciones" ya apunta a la fase siguiente, pues los tres primeros sep-
tenios tienen relación todavía con el desarrollo físico.
La última sombra de la pubertad sobre esa vida anímica ya está tocando a su f i n . El amanecer
señala el nacimiento del sol en la vida anímica del adolescente. A los 21 años el sol despierta
dentro del alma humana. El Yo estructuró ya todo el organismo (por ejemplo, cuando el n i ñ o
pasa de la postura animal a la postura erecta -se yergue-; esto tiene que ver con la acción del Yo,
con las fuerzas solares).
A los 21 años concluye una cierta acción del Yo dentro del Cuerpo Físico. Ese crecimiento del
Cuerpo Físico que es penetrado por el Yo finaliza alrededor de esta edad. También termina el cre-
cimiento del rostro. En ese rostro, el Yo se expresa de una manera más intensa. Ahora, esa i m -
pregnación de la forma del rostro terminó y el Yo puede volver a sí mismo. Se está produciendo
el descubrimiento del verdadero Ser, se está atisbando la verdadera identidad, se está producien-
do el cuarto nacimiento: el del Yo individual, con la consiguiente crisis de identidad: ¿quién soy?
El ser humano ya puede ser considerado como responsable de sí mismo, y la educación fami-
liar y escolar pueden ser sustituidas por la autoeducación.
Un Yo que está por desarrollarse totalmente en esa alma -14 a 21 años- forma juicios que están
impregnados de simpatía o antipatía, lo que lleva a la sensación. Y realmente son muchas las
sensaciones que se reciben constantemente.
A partir de los 21 años ese Yo toma estos procesos con mayor seguridad, quiere saber c ó m o son
las cosas realmente. El ser humano se tornó responsable de sus propios actos, incluso ante la ley.
El Yo todavía no es el centro del alma; en la época del alma sensible -21 a 28 años- esto aún no
ha ocurrido. Cuando ocurra, esa alma será totalmente poseída por el Yo.
I A
PARTE
Recordemos lo expuesto:
• De 14 a 21 años = Tempestad de emociones
• De 21 a 28 años = Tempestad de sensaciones
El Yo tiene que aprender a conducir el barco a través de las tempestades.
OBSERVACIÓN DE LA CONDUCTA COTIDIANA DE
UN ADOLESCENTE DE UN MEDIO URBANO
Con estas observaciones no se pretende sucumbir a un reduccionismo ingenuo ignorando un
infinito número de causas -sociales, culturales, económicas, políticas, familiares, psicológicas, aní-
mico/espirituales, kármicas y cósmicas-,que concurren a la producción de estos fenómenos. Sola-
mente se hará hincapié en las características del Cuerpo Astral, que se ha liberado y desprendido,
para entender la posibilidad de este acontecer del tercer septenio que se caracteriza por la lucha
entre el deseo y la responsabilidad (entre el Cuerpo Astral, y el Yo que empieza a manifestarse).
• En el punto A, el m o v i m i e n t o -típica expresión del Cuerpo Astral- lo podemos seguir a tra-
vés de la música actual y sus representantes. La evolución hacia la violencia se patentiza en la
vestimenta de los grupos musicales, las insinuaciones de los mismos a u n auditorio hipnotizado
por el ruido y las luces, las ilustraciones de los compact disc haciendo apología de la muerte y la
destrucción, etc. En cuanto al deporte, es ése u n ámbito propicio para que se manifieste la astra-
lidad descontrolada hasta llegar incluso al crimen y al mal por el mal en sí mismo. No quiere de-
cir esto que cuando se desata la violencia en u n espectáculo público deba adjudicarse la respon-
sabilidad solamente a los adolescentes. Pero son los jóvenes los que más fácilmente pueden su-
cumbir a estas expresiones, sin poder reflexionar debidamente. En dichas situaciones se mani-
fiesta u n estado puberal crónico, no transformado, que hoy afecta a una parte importante de
nuestra sociedad.
• En el punto B, es interesante observar el metalenguaje, la presencia física y la vestimenta
creados por los adolescentes, para apreciar claramente la p o l a r i d a d astral, el deseo puro sin i n -
tervención del pensamiento; y si el deseo es contrariado surge la violencia. En el metalenguaje
utilizado es m u y claro el refuerzo de las palabras (prefijo Re) con el f i n de acentuar la expresión
Metalenguaje
SIMPATÍA/ANTIPATÍA • No me agrada: "Remalo. Reharto."
• Vivir solo el momento: "Ya fue. Zafar."
Vestimenta
Cabello extremadamente largo - Cabeza rapada
Ropas enormes - Ropa ajustada a la piel
del deseo y la polaridad específica de la astralidad. La presencia física puede exhibir una cabelle-
ra larguísima o una cabeza rapada, una profusión de olores artificiales según los dictados del úl-
t i m o comercial, o un antiguo olor a santidad. La vestimenta puede oscilar entre una ropa tan
ajustada al cuerpo que comprometa la respiración normal, hasta una ropa tan holgada que fla-
mee como una verdadera bandera ante la brisa más suave.
• En el p u n t o C, el deseo marca la característica del septenio; es la esencia del Cuerpo Astral.
Este deseo está sujeto a la renovación constante de necesidades creadas por el establishment ( i n -
fluencia de los medios masivos de comunicación). El adolescente urbano se hace esclavo del de-
seo, no puede darse cuenta de que el sistema le crea una necesidad ficticia y piensa que para al-
canzar la felicidad debe satisfacerla. Desgraciadamente, debido al desarrollo tecnológico, este
mismo fenómeno lo experimentan actualmente los adolescentes que viven en el medio rural.
Respecto del gráfico 5, esta imposibilidad es mayúscula al principio del septenio y decrece ha-
cia el final cuando el Yo empieza a manifestarse en el alma sensible (cerca de los 21 años).
El fenómeno de inseguridad -punto I - es clásico en el joven que no ha adquirido aún una ade-
cuada autoestima, que todavía posee una frágil autoimagen. Aquí se inscribe el fenómeno cultu-
ral de las marcas comerciales. Estar respaldado por la marca confiere la identidad que no se tie-
ne y suministra la seguridad que falta.
Un tema también interesante que podríamos titular "invasión de los pies en la cultura", se re-
laciona con el fenómeno del uso de las sofisticadas zapatillas modernas. Ha habido una muta-
ción generalizada en la valoración de los pies -lo terrestre-, en detrimento de la cabeza -lo cós-
mico-. Predomina el movimiento -región inferior- sobre la reflexión -región superior-. La parte
fundamental de la vestimenta la constituye el calzado; hasta la publicidad habla de u n "calzado
inteligente". N o debe sorprender, entonces, que tal jerarquización lleve a los adolescentes, en
sus gestos cotidianos, a colocar los pies sobre la cama (donde se duerme) y sobre la mesa (don-
de se come); sin olvidarnos que también los pies lo llevan a uno a conocer el m u n d o a través de
kilómetros y kilómetros (mochileros y caminantes).
El mismo fenómeno de inseguridad es el que induce a la búsqueda de límites configurando una fuer-
te actitud de transgresión y rebeldía. Muchas de estas actitudes se detallan en el gráfico 5.
,
La búsqueda de límites en el mundo exterior lleva a la /transgresión
\ y rebeldía
Ejemplo
1
Transgresión de hábitos
Horario,: comida, sueño,; salidas
> Adicciones
Tabaco, alcohol, drogas, etc.
1
Lenguaje soez, grosero, agresivo
INSEGURIDAD > Mofa constante del otro
Programas televisivos llamados "cómicos"
' Promiscuidad sexual
'Desprecio por el adulto y por el anciano
1
Discriminación racial
1
Formación de bandas urbanas
' Contravención de todo tipo de reglas de la vida social
1
Destrucción de servicios públicos
Teléfonos, señales, etc.
i • Alcohol y drogas
¡ Sueño ilusorio de recuperar el paraíso perdido
III EVASIÓN Reminiscencias del mundo espiritual
.. •Suicidio
I Imposibilidad de soportar el mundo
I 2
PARTE
Con esto se completa terrenalmente el ser humano. Es un espíritu que ha seguido el camino de la ma-
teria según la Ley y, mientras tanto, inconscientemente vive en él la unidad total.
Recordemos finalmente unas palabras de Rudolf Steiner referidas al tema de los sexos: "Mediante la in-
vestigación científico-espiritual es posible comprobar que la mujer posee un Cuerpo Etéreo masculino y el hombre
un Cuerpo Etéreo femenino." (Por ejemplo: la metamorfosis de fuerzas afectadas a los órganos genitales y
su desplazamiento hacia la cabeza.)
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL SEPTENIO
¡Ha nacido el Cuerpo Astral en el ser humano! Nació de los órganos sexua-
les; este desprendimiento es el inicio de la vida anímica personalizada y el
despertar del interés. La vida anímica movilizada se llama emocional. Toda Un resultado de
emoción tiene su origen en la dinámica del organismo inferior -sexual/geni-
tal-; la vida anímica que viene de abajo se enfrenta con las fuerzas que vie-
nen de la cabeza. El deseo se transforma en amor cordial en el corazón, y de-
la investigación
berá convertirse en interés por el mundo. El Ser debe aprender a metabolizar
las emociones y de esta elaboración surgirán en su alma los sentimientos. científico-espiritual da
El ideal básico del septenio es la verdad; y las características se expresan a
través del poder representativo lógico: "Respeta al maestro por lo que sabe".
Las fuerzas anímico-espirituales desarrollan el pensamiento y especialmen-
cuenta de que el impulso
te el juicio crítico. Aquí lo importante es comprender, tal como en el segun-
do septenio era sentir y en el primero era hacer -voluntad-. para el desarrollo
La presencia del Yo (3 años) en el primer septenio se transformó en una
sensación del Yo (10 años); ahora es la época de una primera realización del
Yo. El desarrollo del pensar comenzó con la percepción -primer septenio-, del cerebro se obtiene
continuó con la representación en el segundo septenio, y aquí, en el tercero,
desemboca en la adquisición de conceptos: es el momento del desarrollo del
pensar abstracto-conceptual.
gracias a la renuncia de
El adolescente necesita imperiosamente conocer la verdad. A esta necesi-
dad de su polo cefálico se opone la fuerza de lo instintivo que ahora se ha la fuerza reproductiva
transformado en deseo -maduración sexual y anímica-. Su voluntad se llama
ahora deseo. Entre los 14 y 21 años se esbozan las tres etapas del amor por
primera vez: amor sexual, amor erótico/afectivo -compañerismo- y amor ver- del otro sexo.
dadero o espiritual. (Gudrun Burkhard)
La madurez social -formación de grupos y comunidades- también puede ser llamada, desde el punto
de vista espiritual, "maduración terrestre", porque es el tiempo en el que el Cuerpo Físico presenta desar-
monías e incongruencias. El cuerpo se subordina aún más a la gravedad terrestre; se altera la armonía y
d equilibrio alcanzado por el niño de la mitad del segundo septenio. Puede presentarse: una figura alar-
gada, agobiada a nivel cervical (cabeza gacha) y primeras dorsales (una cierta cifosis), los miembros su-
periores colgando de la cintura escapular y los inferiores que se arrastran indolentes por el suelo... todo
confiere al joven un aspecto desgarbado y torpe. El espejo es el enemigo necesario que le devuelve una
imagen que él desconoce y rechaza.
Sin embargo, a través de este Cuerpo Físico, con su esquema corporal desestructurado, debe emerger la
tuerza que lo llevará a levantar la cabeza hacia el cielo y respirar plenamente.
El aprendizaje ya es consciente y la actitud de emulación dio paso a otra que es la apreciación. Debi-
do al desarrollo del pensar lógico, ahora lo atrae la ciencia. Sus fantasías han trascendido lo creativo y
lo emotivo estético para transformarse en fantasía extra-intelectual.
Alrededor del inicio de este tercer septenio se presenta una imagen ideal de ser humano. Esta imagen,
transformada en arquetipo, es rectora y propulsora del desarrollo. La virtud básica del septenio es la pe-
l e
PARTE
disposición al deber -adquisición de responsabilidad- y la lucha está planteada entre la imagen ideal ar-
quetípica del hombre y el instinto proveniente de su recién adquirida maduración sexual. En medio de
este conflicto el joven siente que debe luchar por su ideal básico: la verdad. Trata de lograr este ideal en
sí mismo, y también en los demás; de allí su actitud crítica hacia los otros.
Si no encuentra un ideal o un ídolo digno de imitar, idolatra a cualquier figura popular que posea u n
alto grado de reconocimiento como artista o como deportista; la lectura de biografías famosas puede
contribuir a encontrarlos. En el metalenguaje adolescente hallamos palabras de uso corriente que expre-
san esta necesidad -ídolo, ídola, genio, diosa-.
CONSTTOJCCIÓN DE IDEALES
Esta es, repetimos, la característica esencial del septenio. (Ver gráfico 6)
¿Y qué es un ideal? En su acepción académica es la síntesis de la perfección suprema, representa el mo-
delo o las metas más elevadas del ser humano.
Desde el punto de vista antroposófico, el ideal procede de la esfera de los conceptos. El concepto es al-
go inmaterial que existe objetivamente como realidad espiritual; nuestro pensar nos permite relacionar
varios conceptos entre sí.
El pensar es una actividad subjetiva por la cual el hombre participa de la realidad objetiva e inmaterial
del mundo de los conceptos. Elpetisar es uno de los dos factores que integran el acto cognocitivo; el otro
factor es la percepción sensoria del mundo circundante. Por lo tanto, el conociiniento de un objeto o
fenómeno, se produce cuando se unen los atributos captados a través de los sentidos -percepción- con
la idea o contenido espiritual de dicho objeto -concepto-.
"Las ideas se tornan ideales a través del proceso de realizarlas." (Rudolf Steiner)
El anhelo de los valores espirituales de bondad, verdad y belleza será el estímulo constante para sos-
tener un ideal, que es uno de los últimos recuerdos del mundo espiritual. La capacidad de desarrollo de
la imaginación creadora o fantasía extra-intelectual aparece en este tercer septenio y su causa es el des-
prendimiento o nacimiento del Cuerpo Astral.
Reiteramos: el principio bisexuado se manifiesta definitivamente en la pubertad. El desarrollo sexual
enfrenta al individuo a dos situaciones polares: el hedonismo y/o la promiscuidad, o el ejercicio de la
responsabilidad. En el plano físico aparece la posibilidad de procrear congéneres y en el plano anímico-
espiritual la vivencia de la humanidad como u n Todo. Los dos sexos llevan en sí la condición humana
en su integridad, aunque cada uno la viva de diferente manera según su mayor o menor penetración
en la materia: el principio masculino penetra más profundamente haciendo al hombre más terrenal, y
el principio femenino penetra menos haciendo a la mujer más cósmica.
El ser humano proviene de u n mundo espiritual o mundo de las ideas, y nace físicamente en un m u n -
do material que impregna sus sentidos. Aquí empieza el conflicto de no ser esclavos de la materia -sen-
saciones- n i de las ideas -intelecto-. Este es el problema de este septenio: el enfrentamiento entre la ima-
gen ideal o arquetípica del hombre y los instintos que ahora demandan al joven. Su propio ideal se or-
dena con los ideales de la humanidad; se siente u n humano entre los humanos, pelea por sus derechos,
por la libertad y por la justicia.
Frente al tema de la construcción de ideales afloran inmeditamente las "toxinas" contra las cuales el
adolescente luchará a brazo partido: el cinismo, la falsedad y la hipocresía.
L A CRISIS DE IDENTIDAD
A fines de este período de tantos cambios -21 años- el joven se enfrenta con el advenimiento real de
su propio Yo; esa eclosión en el alma humana marcará los tres septenios siguientes -21 a 42 años-.
Este es el momento del cuarto y último nacimiento de uno de los miembros esenciales del hombre,
del más sutil de los cuatro cuerpos. Es el instante de parir el propio Yo. Esta es la crisis de identidad: ¿Quién
soy yo?
Todo comenzó con el nacimiento del Cuerpo Físico. A los 7 años es parido el Cuerpo Etéreo y a los 14 el
Cuerpo Astral. A los 21 años nace el Yo en el alma y la pregunta tan difícil: ¿Quién soy yo, realmente?
Hay dos tuerzas en pugna frente a este proceso:
• la lucha de la Individualidad por emanciparse
• la oposición consciente o inconsciente de los padres por evitarlo.
E L JOVEN: Debe trabajar arduamente para despojarse de las imágenes maternas y paternas muy fuertes
que le impiden su propio reconocimiento.
Tendrá que elaborar internamente su biografía hasta el presente y no dispone de muchos elementos,
LA CRISIS DE
IDENTIDAD
ya que buena parte de la vida vivida ha pasado inadvertida dado el cúmulo de transformaciones físicas,
anímicas y espirituales que tuvo que soportar: una transformación corporal que oscila desde u n lactan-
te a un adolescente, una metamorfosis anímica que va desde el llanto de un recién nacido al llanto de
una iniciación sexual, y el advenimiento espiritual desde el logro de la postura erecta hasta la crisis de
identidad.
Los PADRES: ES muy común en nuestro medio escuchar la siguiente sentencia: "Lo conozco como si lo hu-
bieraparido". Y sin embargo, ésa es la posición más difícil para conocer plenamente a una Individualidad,
precisamente por la imposiblidad de ser ecuánime en el intento. Llama la atención que muchas madres
experimenten sorpresa respecto de su hijo adolescente (16 o 17 años en adelante); lo desconocen total-
mente y con gran asombro manifiestan "éste no es mi hijo..." y agregan "éste no puede ser mi hijo..." El he-
cho adquiere contornos muy dolorosos cuando estas expresiones son vertidas por medios periodísticos y
un padre o una madre suelen aparecer diciendo "mi hijo no puede haber robado...", "mi hijo no puede haber
matado...".
¿Dónde está el error de semejante apreciación? ¿Por qué la sorpresa? ¿Por qué este gran desconoci-
miento de la realidad del hijo? Una reflexión al respecto: la madre vive maternalmente los primeros
años del niño con plenitud, y construye inconscientemente una imagen total de ese hijo. Su hijo es ese
bebé que amamanta, ese niño que empieza a caminar, ese escolar blanco y vaporoso, ese picarón que
apaga las velitas... Generalmente alrededor del segundo septenio, concluye su archivo primario de imá-
genes. La gran cantidad de fotografías que cristalizan estos momentos transitorios acentúan aún más en
el alma materna la sensación de conocer la verdadera personalidad del hijo. Cuando ese niño, cuya ima-
gen coagulada en el tiempo su madre conserva, rompe los cánones o reglas familiares, sociales y cultu-
rales, evidentemente se produce una profunda mezcla de dolor y asombro en el corazón de quien creía
que era madre de "otro" Ser. Esta descripción abarca a un sector amplio de la comunidad con sus respec-
tivas connotaciones socio-culturales particulares, sumadas las enormes diferencias individuales que ca-
da madre pueda aportar a su proceso personal. (Cuando hablamos en especial de la madre, lo hacemos
porque el vínculo biológico puede determinar en ella un apego mayor, pero estas reflexiones están diri-
gidas también a los padres.)
¿Cuál es, entonces, el secreto que se esconde detrás de este proceso de desconocimiento? ¿Qué debe-
rían hacer los padres para no equivocarse? ¿Cómo pueden conocer mejor a su hijo, día a día?
Si analizamos la vida humana a través de la Ciencia Espiritual, queda muy
claro que los hijos no nos pertenecen:
• En lo biológico sólo somos albergue de la vida, pero no sus creadores; só- Es el futuro dijo
lo se nos confiere su cuidado.
• En lo espiritual, es la Individualidad del Ser que encarnado en nosotros quien elige a
será llamado "hijo" quien, merced a su conciencia extracorpórea prenatal -su
Yo-, será guiado espiritualmente para concretar su elección y golperará a las
puertas de nuestra vida humana para pedir que lo recibamos en su seno. Es sus padres y no a
el futuro hijo quien elige a sus padres y no a la inversa
Lo que podemos conocer del Ser durante los primeros años de la vida la inversa; el golperará
es sólo el embrión de la Individualidad. Solamente a partir del tercer sep-
tenio empezará a vislumbrarse quién es realmente el que ayudamos a nacer.
Cada día que pasa, mientras vemos crecer a nuestro niño nos debemos pre- a las puertas de
guntar: "¿Quién será?" Así cultivaremos permanentemente nuestro asombro
y estaremos abiertos a cada instante para conocer algo más de ese Ser que en
esta vida se llama "hijo nuestro".
nuestra vida humana...
Esto exige de los padres una inmensa cuota de humildad para reconocer su papel de mediación, amén
de su agradecimiento al mundo espiritual por haber sido elegidos para tan noble tarea. Tal actitud sen-
sata de los padres constituirá el mejor obsequio que podrán ofrecerle al Ser en crecimiento. Y sus suce-
sivas separaciones: rupturas de la simbiosis biológica -el parto-, caminar solo, ingresar en la escuela, la
pubertad, los primeros amores... hasta la crisis de identidad, serán vividas por el grupo familiar como
una verdadera gracia: compartir un destino común.
RIESGOS Y OPORTUNIDADES
Los riesgos de esta etapa son muchos y muy graves porque ponen en peligro el desarrollo futuro del
Ser. Nunca se manifiesta en forma tan absoluta el mundo astral en una etapa de la vida como en el ter-
cer septenio.
El despertar del cuerpo de sensaciones que exacerba el movimiento y la esclaviutud al deseo, unido
a la imposibilidad del Yo de acercarse al mundo y aquietar la organización astral, constituyen la esencia
I A
PARTE
del riesgo. Pubertad, adolescencia, un cuerpo erotizado, una inmadurez emocional y u n mar de deseos,
pueden desembocar en el tabaquismo, el alcoholismo, el uso de drogas, la pasión desenfrenada, el afán
de velocidad o la competencia feroz, por mencionar sólo algunos de los posibles caminos sin retorno.
Es un instante crucial para ingresar en estados de adicción y dependencia.
Por supuesto, las oportunidades para atravesar esta etapa y salir fortalecido también existen. Los de-
nominados "estímulos para la predisposición al deber" pueden ser agrupados en físicos, psicológicos y
artísticos.
a) Físicos: movimientos que exijan precisión y concentración. Alimentación dirigida al sistema ner-
vioso. Desarrollo de la percepción sensoria consciente.
b) Psicológicos: técnicas dirigidas a la auto-observación y a la auto-afirmación. Estudio de ciencias
exactas y filosofía. Ciencia a partir del goetheanismo.
c) Artísticos: percepción musical, literaura y poesía. Historia del arte, observación de cuadros, poesías
escritas por el joven mismo, literatura de la vida, costumbres, hábitos de razas y pueblos.
A modo de síntesis, en el gráfico 6 (pag. 117) se hace también una recopilación de las enfermedades
factibles de ser contraidas como consecuencia de la falta de predisposición al deber.
FUERZA PLANETARIA Y METAL CORRESPONDIENTE
La esfera espiritual de Venus es la tercera, a partir del plano terrestre, que debe atravesar el Ser en dos
actividades polares como son la encarnación y la excarnación: la conformación de órganos en la prime-
ra experiencia o nacimiento físico, y el abandono del cuerpo por parte del alma en la muerte física.
Pero, ¿qué es lo esencial subyacente en el arquetipo de Venus?: el principio de la conservación. Ya en
la mitología hindú existe una fuerza que preserva lo creado, se llama Vishnú. De este principio de la con-
servación derivan la economía y el ahorro. Estos dos conceptos son fáciles de captar en cuanto a la rea-
lidad física: el ahorro de un bien material o la economía del hogar. Pero es más difícil ampliar concep-
tual y vivencialmente su acción en la conformación de la sustancia humana, en la preparación de la
misma para ser individualizada por las fuerzas de Marte o en el ahorro de energía logrado en el ciclo de
las proteínas.
B. Lievegood propone una imagen clásica para comprender la acción de las fuerzas de Venus: u n ama
de casa hacendosa y callada, que sabe escuchar pero que no interviene en la conversación, que prepara
el hogar de la mejor manera posible para que los que llegan allí se sientan cómodos. Este ambiente cá-
lido y acogedor es el símbolo de la interiorización de estas fuerzas; también se expresan en el recogi-
miento y en la meditación. (Etimológicamente, "venerar" deriva de Venus.)
El órgano de Venus es el riñon y su satélite la glándula suprarrenal; el sistema venoso también le co-
rresponde -Venus = venas-.
En el órgano físico-espiritual riñon se manifiestan estas fuerzas en el maravilloso trabajo de reabsor-
ción del fluido líquido que pasa por el glomérulo, y en la regulación del intercambio aéreo con el exte-
rior. Las 4/5 partes del aire que respiramos está constituido por nitrógeno, y el riñon es la parte del or-
ganismo donde se depura activamente el nitrógeno.
El riñon es denominado el órgano del Cuerpo Astral. Recordemos que el Cuerpo Astral -entidad supra-
sensible- es uno de los miembros de la estructura cuaternaria del hombre, y que para actuar en el plano
físico necesita del estado gaseoso de la materia -elemento aire-. Se puede vislumbrar así por qué el riñon
es el órgano central del temperamento sanguíneo.
La calidad de estas fuerzas venusinas en el riñon son responsables, en gran medida, de la astralizaáón
de la sustancia o irradiación renal. Este es un concepto antroposófico dado por Rudolf Steiner y señala
el camino que deben seguir las sustancias dentro del organismo viviente para ser aceptadas e incorpo-
radas como propias.
El órgano físico espiritual riñon es el encargado de imprimir su sello mediante la preparación o astra-
lización de la sustancia -actividad del cobre- para ser individualizada por la organización del Yo. Este es
un trabajo de las fuerzas de Marte, y su instrumento, el hierro, es el encargado de otorgarle la Individua-
lidad biológica a nuestra sustancia proteica.
La asimilación es el aspecto de Venus que ofrece menos dificultades para su comprensión. Esta asimi-
lación es pasiva y se lleva a cabo por fuerzas astrales, mientras que la excreción, que también depende
de Venus, es activa y se hace bajo el influjo de fuerzas del polo neurosensorial. Este proceso es sincróni-
co con la elaboración y síntesis química, que es un proceso de Marte.
En resumen: el riñon, desde el punto de vista de la medicina antroposófica, tiene una doble función:
por un lado elimina sustancias -función excretora- y por otro lado cumple su misión de irradiación as-
LAS FUERZAS PLANETARIAS Y
EL METAL CORRESPONDIENTE
Siguiendo nuestro análisis: Botticelli pintó a Venus "sobre la valva de una ostra": Las valvas de las os-
tras se abren y cierran pasivamente, es un proceso ni activo ni agresivo... ¡esto es Venus! Y si continua-
mos con la investigación científica descubriremos que la ostra es un molusco muy rico en cobre, i m -
prescindible para su respiración. ¡Tal vez Botticelli no poseía esta información, pero sí la intuición de los
mundos superiores!
l e
PARTE
En el año 295 a.C, aproximadamente, a Venus se la identifica con Afrodita. Los orígenes de Afrodita
son muy enigmáticos. Según algunos autores es oriental, e idéntica a la diosa semita Astartí.
Cuenta la saga que Kronos -Saturno- fue iniciado por su madre Gea, esposa de Urano, para derrocar a
su padre. Kronos logró cortar los genitales de Urano con una hoz, cayendo estos al fondo del océano y
naciendo de allí Afrodita, de la espuma del mar. Se supone que su culto llegó a Grecia por mar, y en
Chipre y otras islas se le profesó intensa devoción.
Los griegos la vivenciaban a Afrodita -Venus- como parida por la espuma. En algunos lugares se vivían
estas sensaciones con mayor intensidad, por ejemplo en la isla de Chipre, ¿y qué se descubrió luego allí?:
¡grandes cantidades de cobre! -Chipre = cobre-.
En la versión de Homero, Afrodita fue hija de Zeus y Dione, y se casó con Hefistos, cojo y feo, dios de
la forja y el fuego, cuyas obras eran de una enorme belleza. Ella tenía muchos amantes, como Ares y
Adonis, y también muchos hijos, entre los que se destacan Eros y Harmonía.
Estas fuerzas de Afrodita pueden reconocerse en nuestra alma estableciendo la polaridad con Psique,
que es la femineidad más elaborada, más elevada y también la más triste: Psique, hija de reyes, belleza
incomparable, es adorada pero nunca cortejada. Ella despierta los celos de Afrodita, quien exige a los pa-
dres que la encadenen en lo alto de una montaña del Cáucaso para desposarla con el señor Morte, el
más horrible y repulsivo de los seres; la ceremonia de casamiento era en realidad una ceremonia de
muerte. Pero nada de esto ocurre, ya que Eros, dios del amor, el más bello del Olimpo, queda embelesa-
do por Psique; accidentalmente se clava una de sus flechas quedando instantáneamente prendado de
ella. La rapta y la desposa, pero con la condición de que no podrá verlo durante el día; él sólo la visita-
rá en la oscuridad de la noche. Las hermanas de Psique, celosas, siembran en ella la duda respecto de su
esposo invisible y le aconsejan matarlo argumentando que Eros es un horrible monstruo que va a de-
vorarla. Psique intenta romper el pacto existente entre ambos tratando de ver a Eros mientras duerme;
pero él despierta, y entonces desaparece de su vida. Aunque Eros siempre la cuidará, Psique está ahora
nuevamente sola.
Esta leyenda permite considerar dos tipos de femineidad:
• Afrodita representa lo femenino antiguo, lo oceánico, la turbulencia de la castración, la etapa pre-
consciente; ella reina en lo inconsciente, representa las fuerzas instintivas primarias.
• Psique nace del contacto de una gota de rocío con la tierra. El elemento tierra es la conciencia.
Representa la pureza, la entrega, el sacrificio y la soledad: en matrimonio con la tierra la gota de ro-
cío muere.
(Recordamos que al hablar de lo femenino nos referimos a la mujer en sí y a lo femenino del alma
masculina: el ánima -Jung-.)
Resumimos ahora algunas características, a manera de pautas de los diversos trabajos que se pue-
den realizar sobre la base de lo descripto para los cuales habrá que concatenar los aspectos masculi-
nos, Ares y Hefistos, y detectar así cuál es el equilibrio de fuerzas femeninas y masculinas en cada
uno de nosotros:
Vanidad Entrega
Lujuria Soledad
Fertilidad Pureza
Envidia
Seducción/Competencia
ASPECTO
MITOLÓGICO
Lo que la vida nos depara a posteriori es el escenario de los detonantes del proceso ins-
c r i p t o , y frente al camino signado como destino se alza nuestra voluntad -el acto de elegir-
y nuestra e v o l u c i ó n espiritual para guiar dicha elección.
En el primer septenio se hacen presentes, en general, las enfermedades infantiles que
c o m p r o m e t e n la piel con erupciones acompañadas por altas temperaturas: dos factores ne-
cesarios para una depuración de los vestigios maternos del Cuerpo Etéreo y para una mayor
profundización de la organización del Yo en el Cuerpo Físico.
Llegamos al segundo septenio, que es la etapa más sana de toda la existencia. El predo-
m i n o de la salud en el septenio de Mercurio -esencia de la curación- es significativa. Es una
etapa de gran armonía, propia del desarrollo del sistema rítmico. Existe u n e q u i l i b r i o de for-
mas entre el crecimiento l o n g i t u d i n a l (en altura) y el crecimiento h o r i z o n t a l (relleno o en-
gorde). Es m u y i m p o r t a n t e entonces el papel que c u m p l e n las canciones y las danzas, so-
bre todo es i m p o r t a n t e vivenciar el ritmo que subyace en la música y en el m o v i m i e n t o .
En la tercera etapa -14 a 21 años- de estos tres Septenios del Cuerpo, los n i ñ o s van ga-
nando fuerza, sobre todo el varón que necesita además competir físicamente para autoafir-
marse en este proceso de desarrollo osteotendinoso y muscular. El p o l o m e t a b ó l i c o m o t o r
predomina y sus fuerzas impregnan el polo superior con facilidad. U n ejemplo de ello es la
aparición del acné j u v e n i l ; u n proceso metabólico que i r r u m p e en la región cefálica. En es-
ta etapa se desarrolla la propensión a futuras enfermedades metabólicas. Una mala c o n f i -
guración del p o l o metabólico m o t o r podría constituirse en el detonante de enfermedades
del metabolismo -reumatismo o gota a partir del séptimo septenio-.
En cuanto al adolescente cercano a la pubertad, desaparece la armonía de formas, se m o -
difican muchas cosas en u n lapso breve. Si se acarrean tendencias corporales hereditarias
desagradables, empezarán a manifestarse alrededor de los 13 ó 14 años, c o n lo que se i n -
tensificarán a ú n más las difíciles experiencias que deben afrontar n o r m a l m e n t e los adoles-
centes -descontrol emocional, inseguridad, alteración del esquema corporal, entre otros-.
Una contribución constante a la alteración del esquema corporal la constituye u n cuerpo
que cambia día a día de f o r m a , lo que se manifiesta en la característica torpeza de esta eta-
pa de la vida.
Otra transformación i m p o r t a n t e es la del rostro. Además de las distintas interpretaciones
psicológicas respecto de los prolongados períodos que el adolescente dedica a observarse
en el espejo, hay una razón de m u c h o peso para que esto ocurra: en m u y poco t i e m p o su
rostro c a m b i ó y no corresponde a la imagen que el joven tenía de sí m i s m o . Este asombro
frente a la imagen reflejada, que lo sume en incertidumbre y desorientación, es m u y dis-
tinta de la crisis de identidad de los 21 años.
AI finalizar el tercer septenio, los tres sistemas -neurosensorial, rítmico y m e t a b ó l i c o - de-
ben llegar a u n e q u i l i b r i o de funciones.
De lo dicho hasta aquí surge este cuadro:
• Existe una segunda síntesis, basada en la estructura cuaternaria del hombre -Cuerpo Fí-
sico, Etéreo, Astral, Yo-. Ya hemos hablado de las fuerzas formativas al referirnos a la cons-
trucción del Cuerpo Físico. Las fuerzas formativas son m u y fuertes en el n i ñ o , pero más aún
en el e m b r i ó n . El embrión es u n receptor de estas fuerzas -fuerzas espirituales- y para absor-
berlas necesita de una matriz física adecuada. Dicha matriz corresponde a una sutil organi-
zación de silicio, que es el soporte en el plano físico -materia- de la organización del Yo -
espíritu-. Cuando Steiner hablaba del sílice, éste a ú n no se conocía; se sabía que el cuerpo
contiene algo de sílice, pero esto parecía carecer de valor. Sólo en los últimos años ha co-
brado importancia su hallazgo. El sílice está presente en nuestras uñas, en la piel, el cabe-
l l o y en el tejido c o n j u n t i v o , en especial se concentra en la periferia del cuerpo; t a m b i é n
en el resto de los órganos pero en menor proporción. Es el embrión el que contiene mayor
LOS TRES SEPTENIOS
DEL CUERPO
• También se pueden ordenar estos tres Septenios del Cuerpo desde el p u n t o de vista de
la evolución biopsicosocial:
Lactante-lnfanda HOGAR
I Nacimiento-2 dentición
Q
Protección materno-familiar
0 - 7 años
juventud-Adolescencia MUNDO
III Pubertad-Adultez Encauce de su destino en el mundo:
14 a 21 años trabajo, profesión, familia, etc.
• Por su parte, B. C. J. Lievegoed ha graneado cada u n o de estos tres septenios de mane-
ra que una simple observación nos da la pauta del proceso central de cada u n o :
En el primer septenio la relación del n i ñ o c o n el m u n d o es de
afuera hacia adentro, aunque el Yo n o sea plenamente consciente
de las experiencias vividas. Tiene u n a gran apertura al m u n d o y
una aceptación tácita de todo l o que viene a su encuentro. El n i ñ o
vive en u n m u n d o en donde el bien y el m a l se dan, en apariencia,
indiscriminadamente. Inicialmente su i m p u l s o perentorio es abrir-
se al m u n d o sensoperceptivo, reclamando la satisfacción de sus ne-
cesidades. La inocencia es paradisíaca, la confianza es i l i m i t a d a y el
asombro es t o t a l . Aprende a hablar, lo que le permite ingresar en la
vida espiritual humana. Poco a poco va perdiendo el contacto d i -
recto con el m u n d o celestial; a medida que su organismo neurosen-
sorial se prepara para la f u n c i ó n específica del pensar se cierran len-
tamente las puertas del Devachan. C o n sus órganos sensoriales
abiertos, responde al m u n d o que l o rodea i m i t á n d o l o . A través de
la imitación aprende a descubrir los errores y aciertos de la c o n v i -
vencia h u m a n a , y por una imitación más sutil se crea en sí m i s m o
las bases para una futura moralidad.
En el segundo septenio, existe una u n i d a d cerrada; los impulsos actúan desde el centro a
la periferia del m u n d o . Lo externo sólo es a d m i t i d o después de haber sufrido u n período
de "digestión". El n i ñ o de 7 a 14 años tiene su reino personal, u n m u n d o en donde el rey
«¡««ElliSiu
*+***. .'.V*' *¿r~
• • * t I j ..'!••
¡fliHíl ^ \^^MÍ^^^^^^^S0-'^^^fM
svivmmam m liiifí':;
LOS TRES SEPTENIOS
DEL CUERPO
. MQUETIPlf^tMIMSmiNSTlNTC»:.
DEL HOMBRE
U> - M í
sai§
"COMPRENDIMOS EL MISTERIO DEL ÁTOMO
Y R E C H A Z A M O S E L S E R M Ó N D E LA M O N T A Ñ A . . .
Y DE ENANOS ÉTICOS."
OMAR BRADLEY
S I N O E N E L G O B I E R N O D E MI P E N S A M I E N T O .
N O T E N D R É MÁS, A U N Q U E P O S E A MUNDOS.
SÍ F U E R A P O R E L E S P A C I O , E L U N I V E R S O M E R O D E A R Í A
BLAS PASCAL
CUARTO S E P T E N I O (21A 2 8 AÑOS)
3-
CUARTO SEPTENIO CÍA28 AÑOS)
Los tres septenios descriptos hasta aquí c u l m i n a n con la crisis de identidad que representa
el nacimiento del Yo en el alma humana. Nos encontramos frente a una profunda transición,
que implica dejar atrás los tres septenios del Cuerpo para introducirnos en el primero de los
tres septenios del Alma.
El alma es caracterizada en la Antroposofía como ese recóndito espacio interior que cada
ser h u m a n o reconoce como su inviolable m u n d o interno. Ese espacio se va conformando i n -
conscientemente; a partir de los 21 años adquiere una gran relevancia que culmina a los 42,
cuando el hombre está ya en condiciones de trabajar conscientemente sobre su espíritu.
Estos tres septenios del Alma, centrales en la biografía, también pueden ser descriptos co-
m o los septenios de la vida a n í m i c a . Es desde los 2 1 años cuando el Yo se hace presente ple-
namente en la vida de nuestras sensaciones. Él es el encargado de la transformación i n -
consciente de nuestro Cuerpo Astral que derivará en la constitución del alma sensible -de
sensaciones-.
Para llegar con mayor claridad al tema resultará útil hacer una recopilación de los hechos
importantes que preceden a este m o m e n t o biográfico:
A los 7 años el Cuerpo Etéreo se libera parcialmente de la región cefálica: al terminar su tra-
bajo sobre la sustancia física del tejido nervioso queda disponible para desarrollar los órga-
nos del pensamiento. Así como antes podía dirigir al Cuerpo Físico en su ordenamiento celu-
lar, ahora puede ocuparse de agrupar las representaciones, las células del pensamiento: transfor-
m a c i ó n de las fuerzas de crecimiento en fuerzas del pensar.
Sin embargo, el resto de la organización etérea sigue ligada al Cuerpo Físico para mantener
su crecimiento y maduración. Así como en la cabeza se produce su desprendimiento, la rela-
ción con el polo inferior -abdomen y pelvis- nos muestra lo opuesto: una gran inserción en
el Cuerpo Físico. En el nivel torácico -sistema rítmico- su relación es mucho más lábil.
TERCER SEPTENIO ( 1 4 A 2 1 ) :
C A R A C T E R Í S T I C A S G E N E R A L E S D E L SEPTENIO
DEL SEPTENIO
• Sucumbir a los placeres externos para calmar la inseguridad i n t e r n a -drogas, alcohol, es-
capismos varios-.
Si el Yo no logra mantener el e q u i l i b r i o , la persona puede perma-
necer en estado de pubertad perenne -juveniles inmaduros-. Pero el
caso contrario suele ser más peligroso, esto es la ausencia de m a n i -
Lo espiritual
festaciones emocionales: el i n d i v i d u o no siente, todo lo encuentra
vacío, frío... y tal estado, llevado al tedio, puede constituirse en puede ser recogido
una grave enfermedad.
V i k t o r Frankl, creador de la Logoterapia, realizó gran parte de su por la cabeza
rica experiencia en los campos de exterminio nazi. Allí pudo asis-
tir, en sí m i s m o , a la resurrección del alma humana, al t r i u n f o del
espíritu sobre la materia y del amor sobre el o d i o . Así desarrolló tres
pero, si no
posibles búsquedas del hombre: el placer, el poder y el sentido de
la vida. despierta el sentir,
En la c o n c e p c i ó n antroposófica la búsqueda exclusiva del placer
correspondería a lo Luciférico; la del poder a lo A h r i m á n i c o -am- no hay deseos
bas, típicas expresiones del M a l - , y la búsqueda del sentido de la v i -
da correspondería al impulso Crístico. de vivir; la mayor
Frankl descubrió, con m u c h o acierto, la neurosis de vacío. Lo espi-
ritual puede ser recogido por la cabeza pero, si no despierta el sen-
tir, n o hay deseos de vivir. La mayor parte de los suicidios se deben
parte de
directa o indirectamente a este vacío existencial, a esta falta de sen-
tido de la vida. La persona busca impresiones que la satisfagan rá-
pidamente: drogas, alcohol, sexualidad; también pueden ocuparse
os suicidios se
estos espacios con interminables horas de televisión. Cuando algu-
na de estas actividades se transforma en imperiosa necesidad del deben directa o
Cuerpo Físico se la puede identificar como v i c i o : se ha establecido la
dependencia y, como t a l , la adicción. Esto provoca una regresión
del Cuerpo Astral hacia el Cuerpo Físico (que había abandonado a los
indirectamente a
14 años) y se reproduce una infancia patológica. El trasfondo del
problema es la búsqueda de u n m u n d o suprasensible añorado. este vacío existencial...
La profilaxis para estas situaciones se encuentra en u n camino de desarrollo espiritual.
Cualquier terapia anímica para una adicción debe ayudar a encontrar el interés por la v i -
da. La terapia artística antroposófica contribuye eficazmente a este proyecto; enseña p r i -
mero que el i n d i v i d u o aprenda a sentir para que luego pueda aprehender el conocimiento.
Otra enfermedad puede aparecer en esta etapa: la esquizofrenia. C o m o toda enfermedad
kármicamente i m p o r t a n t e , se inscribe en el genoma h u m a n o -código genético- marcando
una predisposición para desarrollarse como t a l . Pero necesita además los factores detonan-
tes (familia, cultura, época) para c u m p l i r su cometido. Aquí solamente destacaremos la es-
cisión en la vida a n í m i c a de u n eventual paciente: hipersensible i n t e r i o r m e n t e y frío y abs-
tracto exteriormente; los dos polos aparecen en simultáneo durante el proceso. El f e n ó m e -
no arquetípico del carácter así constituido es la escisión -esquizo = división-. En la crisis de
la enfermedad se puede constatar una intensificación de tal f e n ó m e n o de escisión: excita-
ción emocional por u n lado y frialdad intelectual con especulación abstracta por el o t r o .
Pueden así surgir ataques de furia que atenten contra la propia vida y la de los demás - i n -
tensificación de la excitación-, como así también estados de estupor -intensificación de la
abstracción- en los cuales el paciente puede llegar a permanecer semanas o meses comple-
tamente insensible y sin la menor manifestación de v o l u n t a d o sentimientos.
Podemos describir este estado como u n cáncer del alma, una caotización de la vida a n í m i -
ca. Su presentación puede darse por:
• Trastornos en la percepción y el pensar (polo neurosensorial). Clasificación psiquiátrica:
alucinatoria-paranoide.
• Trastornos de la vida de los sentimientos (comportamientos ridículos hasta la desapari-
ción de sensaciones -sistema rítmico-). Clasificación psiquiátrica: hebefrénica.
• Trastornos de la vida volitiva y motora (estados de tensión o relajación, accesos de furia
o estados de estupor -polo metabólico m o t o r - ) . Clasificación psiquiátrica: catatónica.
I 9
PARTE
SENSIBLE
• El h o m b r e ansia que el Yo se torne, cada vez más, centro del alma. E l Yo es vivenciado
en el interior del sí mismo.
• El Yo actúa como guía del desarrollo a n í m i c o . E l Yo permanece como estrella guía en
el m u n d o e s p i r i t u a l .
Durante el sueño el Yo inferior puede unirse al Yo superior. A l día siguiente, una nueva
idea, u n discernimiento más claro, pueden ser el resultado del encuentro.
Reiteramos que desde los 14 a los 21 años, toda la actividad interna del hombre estaba
dirigida hacia su p r o p i o centro. La postura egocéntrica era n o r m a l en el tercer septenio.
Afloraba el concepto de identidad; de tornarse idéntico a sí m i s m o ; de alcanzar u n perma-
nente estado interior de ser igual a sí m i s m o . El púber necesitaba de su Yo para afirmarse
en el caos de sus vivencias emocionales. Ese Yo estaba en vías de m a d u r a c i ó n , por lo que se
necesitaba la identificación con los demás, con otras personalidades.
Antes de los 21 años, el Yo temía encontrarse a sí m i s m o . A los 2 1 , surge vacilante en el
joven la necesidad de identificarse con ese Yo que presiona sobre la vida a n í m i c a : es el m o -
m e n t o en que son cruciales las preguntas: ¿ Q u i é n soy? ¿ Q u é quiero? ¿De qué soy capaz?
Rudolf Steiner define el n a c i m i e n t o físico como "el cruce de la puerta de la Luna". Llegado
así a la Tierra puede el Ser ejercitar su libertad para dirigirse a la puerta del Sol, que lo lle-
vará al m u n d o espiritual. Los tres septenios centrales de la biografía - 2 1 a 42 años-, se cons-
t i t u t y e n en "la puerta del Sol" para el joven. (R. Treichler)
dad científica que no ofrece el concepto Cuerpo Astral, pero la a m p l i t u d que b r i n d a este úl-
t i m o permite llegar a una comprensión más cabal del ser h u m a n o en sus aspectos a n í m i -
co-espirituales, lo que no se logra a través de los vocablos "mente" o "psiquis".
Al Cuerpo Astral que nace a los 14 años lo podemos caracterizar, en u n sentido más estric-
to a ú n , como cuerpo de sensaciones. Es m u y i m p o r t a n t e la d e n o m i n a c i ó n de sensación para
una investigación p r o f u n d a de la naturaleza humana.
Rudolf Steiner describe al cuerpo de sensaciones como aquél que permanece en í n t i m a re-
lación con el Cuerpo Físico y lo caracteriza como una parte del Cuerpo Astral, ligado al Cuer-
po Etéreo, que mantiene su v í n c u l o con el Cuerpo Físico aún durante el s u e ñ o .
D i j i m o s ya que el resto del Cuerpo Astral -alma- se separa cotidianamente del Cuerpo Físico
para recuperarse del agotamiento producido por las sensaciones suscitadas en él por el
m u n d o exterior. A este proceso lo denominamos sueño. No es el Cuerpo Físico el que se
cansa y necesita reposo, sino el Cuerpo Astral quien lo abandona para recuperarse y
retornar a u n nuevo estado de vigilia. El Cuerpo Astral trae cada día las fuerzas necesarias
para plasmar nuevamente los órganos físico-espirituales del ser h u m a n o .
A través de la vida de sensación abierta hacia el m u n d o , surgen las condiciones para que
el centro de la persona pueda ser reconquistado a cada instante y conformar así la sensa-
ción interna o sentimiento. De la sensación de simpatía abierta hacia el otro puede derivar la
simpatía interna que despierte en el centro del alma la fuerza del amor. Esta fuerza repre-
senta el nivel superior de la sensación, y une en sí misma a todas las fuerzas a n í m i c a s .
El órgano físico para desarrollar la fuerza del amor es el corazón, que ya caracterizamos
en el segundo septenio como el órgano rítmico del e q u i l i b r i o .
La sensación no es u n elemento primario del alma. Surge a medida que el deseo que
emerge del polo metabólico m o t o r , v o l u n t a d inconsciente, sale hacia el m u n d o y se en-
cuentra con la percepción, que proviene del m u n d o a través del p o l o neurosensorial. Este
encuentro hace que las percepciones se t o r n e n sensaciones.
U n ejemplo sirve como aclaración: de la percepción intensiva de
u n a n i m a l i t o conservamos una determinada sensación, la que a su
vez es t r a n s m i t i d a en parte a una nueva recordación del a n i m a l i -
t o . Cuando se produce en nosotros el recuerdo del a n i m a l , resur-
PNS PERCEPCIÓN girá la sensación ligada a esa experiencia y asumirá ahora u n nue-
vo carácter.
L
En resumen: el deseo que proviene en forma oscura del hombre
inferior -polo metabólico m o t o r - y la percepción (o c o n o c i m i e n t o )
que llega del hombre superior -polo neurosensorial-, se encuentran
en el centro con el sentimiento de simpatía para despertar así la
T
SENSACIÓN
fuerza del amor.
Es conveniente recordar aquí que en el plano físico el alma sen-
sible tiene una íntima relación con el sistema urogenital. D i j i m o s
que al comenzar el tercer septenio -14 años- la organización a n í m i -
ca -Cuerpo Astral- se separa del Cuerpo Físico a n i v e l de sus órganos
genitales. En el plano físico esto trae aparejado el i n i c i o de la mens-
PMM^ truación y el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. En el
plano espiritual, lo que se ha desprendido del Cuerpo Astral otorga
la posibilidad de desarrollo de una nueva vivencia a n í m i c a . El sis-
tema urogenital se transforma en un i n s t r u m e n t o de desarrollo aní-
E3 Polo Neurosensorial
mico ya que ahora el Yo puede establecer una relación más libre
TZ?M Polo Metaból ico-motor
con el m i s m o . Estas fuerzas pueden ascender a la región media del
cuerpo y manifestarse como vida a n í m i c a del p u l m ó n .
(Cuando hablamos de fuerzas oscuras del polo metabólico nos referimos a fuerzas a n í m i -
cas -inconscientes-, como es el deseo, que ascienden a encontrarse con la percepción. To-
da fuerza anímica posee una base de sustentación en el sistema físico-etéreo.)
La c o m p r e n s i ó n de la estructura cuaternaria del hombre ofrecida por la Antroposofía, i m -
pide trazar una línea divisoria entre lo físico u orgánico y lo psíquico o m e n t a l tal como lo
postulan habitualmente las distintas escuelas médicas y psicológicas. El Cuerpo Etéreo - v i -
ALMA
SENSIBLE
tal- se halla ligado a la organización mineral del Cuerpo Físico, constituyendo una verdade-
ra unidad biológica -vida inconsciente-, la que a su vez se halla subordinada a la organiza-
ción anímica -Cuerpo Astral- y a la I n d i v i d u a l i d a d -Yo, vida consciente-: los cuatro campos
de fuerza o estructura cuaternaria. Para acercarnos u n poco más a la c o m p r e n s i ó n físico-es-
p i r i t u a l del ser h u m a n o , restaría agregar que cada u n o de estos cuerpos d o m i n a respectiva-
mente cada u n o de los estados de agregación de la materia que constituyen al hombre en
el m u n d o físico:
Ahora nos preguntamos: ¿ Q u é es el alma sensible o alma de sensaciones?
YO Estado calórico
"Si nos imaginamos al hombre como un receptor de impresiones sensorias llegadas de todo su
entorno, lo podemos imaginar también como fuente de la actividad sensorial que responde hacia
todos los puntos desde donde recibe dichas impresiones". Esta será entonces "el alma capaz de
recibir sensaciones. La misma es tan real como lo es el Cuerpo Físico". "Hacer abstracción del al-
ma sensible de una persona que se encuentra entre nosotros como si ella tuviera solamente el
Cuerpo Físico, sería lo mismo que si de un cuadro tuviéramos la representación de la tela única-
mente." (Rudolf Steiner)
El Yo, que trabaja durante los tres primeros septenios sobre el Cuerpo Físico para preparar
el desarrollo a n í m i c o o n a c im ie n t o del alma sensible, durante el tercer septenio trabaja es-
pecialmente sobre el cuerpo de sensaciones para lograr esta m a d u r a c i ó n . Esa lucha c o n el
caos a n í m i c o de la pubertad da sus frutos: el alma sensible nace a los 21 años. Las respues-
tas del Yo son de carácter i n m e d i a t o . La sensación es el elemento d o m i n a n t e del septenio.
Se unen la percepción y el deseo y brota una nueva sensación. El Yo logra controlar el mar de
sensaciones -14 a 21 años-, pero todavía n o puede impregnar al alma c o n el pensamiento -
28 a 35 años-.
Rudolf Steiner utiliza el término "nacimiento" sólo cuando se re-
fiere a los miembros esenciales del hombre: Cuerpo Físico -naci-
m i e n t o - , Cuerpo Etéreo -7 años-, Cuerpo Astral -14 años-, Yo -21 años-
No es el Cuerpo físico
. Después de los 2 1 años, Steiner habla de "desarrollo prioritario de
los miembros anímicos". N o obstante, alguna vez ha utilizado el con-
cepto al referirse a los miembros anímicos -alma sensible, alma ra-
el que se cansa y
cional y alma consciente-, y esto puede obedecer a los "intensos do-
lores de parto" que provoca esa aparición. (R. Treichler) necesita reposo,
En el alma sensible vive todo l o que sentimos como placer y d o -
lor, alegría y s u f r i m i e n t o , las disposiciones de á n i m o y los afectos,
t o d o lo que brota en el alma inmediatamente frente al m í n i m o es- sino el Cuerpo Astral
t í m u l o exterior. Lo que en ella nace se asocia a aquello que provie-
ne del exterior. En el alma sensible emergen las tendencias y los
i n s t i n t o s , los apetitos, las pasiones y los deseos de la naturaleza quien lo abandona
humana.
Vamos a aclarar a ú n más la diferencia entre cuerpo de sensacio-
nes y alma sensible: en la percepción debemos entrar en correspon-
para recuperarse
dencia c o n el m u n d o exterior, y así se produce la sensación. Este es
el trabajo del cuerpo de sensaciones (por ejemplo: u n metal al r o j o
v i v o , quema). Si ahora nos referimos a la representación, ésta es una
y retornar a
posesión del alma sensible y se expresa a través de imágenes (la re-
presentación de u n metal al rojo v i v o , n o quema). Se pueden trazar
con exactitud los límites entre l o que vivenciamos i n t e r i o r m e n t e y
un nuevo
el m u n d o exterior. En este sentido existe una clara oposición en el
mecanismo de trabajo del cuerpo de sensaciones - m u n d o exterior- estado de vigilia
I A
PARTE
CUARTO SEPTENIO
Cuando empieza la vida humana propiamente dicha -nacimiento-, el Yo se encuentra lejos del cuer-
po en desarrollo y sus efectos se irradian primordialmente, pero a medida que la vida avanza hay una
aproximación de este Yo luminoso, portador de la conciencia cósmica, a la conciencia terrenal de la nue-
va encarnación.
Si observamos el gráfico 1 en la curva de acercamiento del Yo a la vida humana, se hace muy notorio
que en el período central de la biografía -28 a 35 años- es cuando él se encuentra más cerca de la evolu-
ción biológica del hombre. Pero también es a partir de este quinto septenio, central de la biografía y que
no se espeja con otros septenios, que el Yo vuelve a alejarse de la vida, para reintegrarse, post mortem,
a su verdadero habitat espiritual.
Lo que ha cambiado para el hombre encarnado es la maduración de sus Cuerpos, o miembros esen-
ciales, y lo que ha cambiado para el Yo es el cúmulo de experiencias realizadas en este nuevo proceso de
encarnación terrenal. A! mencionar esta maduración de sus miembros esenciales, nos referimos a las
transformaciones que cada ser humano realiza a lo largo de su vida, lo cual le permite configurar, entre
la muerte y un nuevo nacimiento, el destino de la próxima encarnación. El Yo es el verdadero deposita-
rio de la experiencia de las vidas vividas; en él se encuentran condensadas las causas y necesidades kár-
micas de cada nueva experiencia vital. Los otros tres Cuerpos -Físico, Etéreo, Astral- desaparecen al finali-
zar cada vida humana; sólo el Yo acuña en sí mismo las verdaderas razones de la próxima vida.
Esta sabiduría innata, cósmica, del Yo, se enriquece encarnación tras encarnación con la última expe-
riencia terrenal. No es posible transmitir dicha sabiduría a un niño que acaba de nacer, quien debe
aprender en forma imperiosa y para subsistir, todo lo que lo rodea, empezando por sus nuevos Cuerpos
a los cuales desconoce. Tal aprendizaje no es el consciente, sino el aprendizaje inconsciente: funciona-
miento de los órganos, equilibrio de la columna vertebral, establecimiento de un sistema inmunológi-
co adecuado, adaptación a los nuevos progenitores y hermanos... en fin, ¡la vida misma!
También, durante la vigilia el niño sufre un aluvión de impresiones sensoriales que no puede meta-
bolizar, pero que son parte de su nueva inserción en el mundo. Solamente cuando duerme puede reen-
contrarse con su verdadero Yo superior y recuperar por ese momento la ansiada paz espiritual.
El niño del primer septenio -0 a 7 años- todavía mantiene un amplio contacto con el mundo espiri-
tual. En el segundo septenio -7 a 14- este contacto se pierde. En el tercero -14 a 2 1 - ya el púber no con-
sigue conectarse con ese mundo porque no logra vencer los embates de su astralidad.
Este es el proceso que se lleva a cabo durante los tres primeros septenios -0 a 21 años-, llamados Sep-
tenios del Cuerpo. El Yo prepara a los otros tres miembros esenciales -Cuerpo Físico, Etéreo, Astral- pero
aún no se acerca realmente a ellos; esto ocurrirá en la maduración del alma -21 a 42 años-.
¡Qué diferencia contemplar lo que pasa con el Yo en los últimos tres septenios -42 a 63 años-,
llamados Septenios del Espíritu! El alejamiento del Yo tendrá características totalmente distintas;
entonces el hombre puede tener acceso a los mundos superiores con u n elevado grado de con-
ciencia. Si bien esto dependerá del proceso evolutivo individual, sus Cuerpos ya habrán madura-
do; habrá adquirido una capacidad emocional, racional y volitiva, y enfrentará la vida y el desti-
no con otros instrumentos. Será posible la quietud interior, meditar, cantar, pintar, modelar, orar,
unir el pensamiento con el corazón, y lograr que los mundos espirituales nos abran lentamente
sus puertas.
Es difícil comprender que la omniconciencia de un Yo debe aprender a leer y escribir en cada encar-
nación como parte de la nueva experiencia terrestre, por lo que resulta más difícil aún concebir cuáles
son los efectos terrenales del alumbramiento del Yo en el alma humana, proceso este que llega a su má-
xima expresión en este septenio del alma racional. Si solamente podemos aceptar al Yo en su dimensión
espiritual, no comprenderemos la verdadera lucha que debe realizar frente a los propios miembros esen-
ciales que ha conformado en la presente vida. Es un error natural intentar la comprensión de la esencia
del Yo superior identificándola profundamente con nuestro Yo terrenal; solamente, a través de una ele-
vación de la conciencia -imaginativa, inspirativa e intuitiva-, es posible trascender dicha identificación
para acercarnos a sus dominios.
Lo que ahora describiremos son los aspectos humanos de esta situación espiritual en la que el Yo ha
comenzado a trabajar sobre los miembros esenciales -Cuerpo Astral, Etéreo, Físico- para tranformarlos en
miembros anímicos -alma sensible, racional y consciente-.
1 Q
PARTE
Dijimos que la transformación inconsciente del Cuerpo Astral da por resultado la aparición del alma
sensible alrededor de los 21 años. El Yo se toma centro del alma y sus destellos impregnan con el pensar al
alma sensible.
La transformación inconsciente del Cuerpo Etéreo, sustancia del pensar, es lo que brinda la posibilidad
real del arribo al alma racional.
Pero este proceso está jalonado de contradicciones, ya que el regio emisario del mundo espiritual tro-
pieza en cada caso con una pequeña, mayor o absoluta oposición a su accionar por parte de los otros
Cuerpos. En algunos casos, su luz los podrá atravesar con facilidad: es cuando en el Ser resplandece el al-
truismo, la verdad eterna y el bien moral. Pero en otros casos, la tergiversación de su luz puede desem-
bocar en un profundo egoísmo impregnado de soberbia, envidia y codicia.
DEL SEPTENIO
te (M). Es la evolución física visible que todos conocemos, y que corresponde a la vida útil del Cuerpo
Físico impregnado por el Cuerpo Etéreo o vital. Esta organización biológica está subordinada a las leyes
básicas del anabolismo y del catabolismo. Mediante el anabolismo se produce la multiplicación, el creci-
miento y el desarrollo, que llegan hasta la mitad de la vida (aproximadamente el quinto septenio). De
ahí en más comienza a hacerse más notorio el catabolismo, es decir predomina la destrucción por so-
bre la construcción y el organismo se encamina pausada e inexorablemente hacia el desgaste, el enve-
jecimiento y la muerte.
Si consideráramos al ser humano sólo desde esta perspectiva, nos hallaríamos frente a las propuestas
de la medicina contemporánea que en su lucha denodada por encontrar las causas del envejecimiento
biológico exige, por ejemplo, donantes para trasplantar órganos o propone la hibernación artificial pa-
ra conservar restos humanos en estado de animación suspendida. Sin embargo, desde el punto de vista
antroposófico se abre hoy la dimensión anímico-espiritual del ser humano, que integra así su estructura
cuaternaria.
El gráfico muestra el acercamiento de la entidad anímico-espi-
ritual -Cuerpo Astral, Yo- a la organización biológica y también su
contacto más estrecho durante el quinto septenio. Este acerca-
miento y posterior alejamiento preparatorio para la próxima ex-
periencia de vida producen un fenómeno particular: cuando la
entidad espiritual se acerca al alma, tal como lo hemos descrip-
to, irradia fuerzas hacia el organismo biológico (vectores lado iz-
quierdo). Esto ocurre durante los tres Septenios del Cuerpo, ayu-
dando así a mantener el anabolismo de dicha organización que
se equilibra en este quinto septenio. A partir de los 35 años se
inicia el catabolismo biológico, cuando el fenómeno conocido
como envejecimiento físico traduce la inversión de fuerzas; el
catabolismo sirve para irradiar fuerzas a la entidad espiritual, la
que deberá desprenderse de la materia para continuar su eterno
camino (indicado en el gráfico con las flechas correspondientes).
Por último, en este septenio especial de la biografía se dan las
condiciones para la unión de las fuerzas del pensar con las fuerzas
del sentir: la cabeza con el corazón. Es el septenio de los 33 años,
lo que representa esotéricamente el encuentro con el Cristo. Es
una época trascendente de la vida, en que el corazón está madu-
ro para abrirse a las fuerzas crísticas.
(Esta referencia no significa alusión a una religión en particu-
lar, sino a las fuerzas espirituales superiores que siempre están
disponibles para quien sepa abrir su corazón.)
ALMA RACIONAL
Nos encontramos ahora frente a una síntesis que ya está expresada en su propia denominación. En
nuestro idioma se suele nombrar solamente como alma racional, pero en otros su denominación real es
alma intelectual-afectiva, o de intelecto y sentimiento. En castellano no existe una palabra que represente
fielmente el significado de la palabra alemana "gemüt", que también expresa lo íntimo, el ánimo, el va-
lor, el coraje.
Lo importante de estas consideraciones es que este nuevo miembro anímico no es una dualidad, si-
no una verdadera síntesis del pensamiento y del sentimiento. El pensar y la afectividad tienen un carácter
más duradero, constituyen en esta etapa una unidad. El intelecto necesita del calor y el afecto para l i -
garse a la vida. La afectividad necesita de la reflexión para aquietar y esclarecer las emociones. Esta unión
del pensar y el sentir evidencia un grado más elevado de conciencia que la mera sensación que surge y
se transforma en el alma sensible. Así como es necesario entender profundamente al Cuerpo Astral para
comprender su transformación en el alma sensible, del mismo modo hay que comprender al Cuerpo Eté-
reo para acercarse al alma racional.
El Yo ha realizado una transformación inconsciente del Cuerpo Etéreo; la penetración del pensar en el
alma sensible la transforma en alma racional. Cuando lo suscitado en el hombre por el mundo exterior
-alma sensible- se continúa en su interior, cuando reflexionamos sobre dichas percepciones, cuando ela-
boramos juicios y pensamientos sobre ellas conformando el contenido total de nuestra alma, entonces
estamos en presencia del alma racional.
¿Y cómo responde nuestra organización corporal frente a estos cambios del alma?
l s
PARTE
L A VERDAD
Existe una relación interesante entre este quinto septenio y el septenio del Cuerpo Etéreo -7 a 14 años-.
En ese período, donde nace y se consolida el Cuerpo Etéreo propio del hombre, la verdad no puede ser co-
nocida de manera independiente. Por eso es que Rudolf Steiner insiste en la presencia de la autoridad ama-
da como portadora de la verdad. A través de este vínculo queda depositada una simiente en el Cuerpo Eté-
reo infantil que luego, cuando se opera la transmutación de las fuerzas formativas -de aecimiento- en fuer-
zas del pensar, permite conformar un órgano espiritual capaz de captar esta fuerza espiritual que llamamos
verdad. Ella no es aquí un concepto sino una verdadera fuerza espiritual. Y cuando hablamos de la con-
formación de órganos, estamos señalando su trabajo interno para recibir dicha fuerza. Así también se es-
clarece el significado de la expresión "búsqueda de la verdad suprema o espiritual" como alusión a un cami-
no de desarrollo interior muy diferente en sí de las verdades humanas, tan parciales y transitorias, supe-
ditadas al desarrollo individual.
La verdad objetiva es la meta del alma racional; y en su realidad espiritual es la educadora del alma ra-
cional así como la ira lo fue del alma sensible. El hombre debe buscar una verdad cada vez más elevada,
del mismo modo que debe convertir a la ira en el enemigo que paulatinamente ha de ser eliminado.
PREGUNTAS DEL
QUINTO SEPTENIO
I SEXTOSEFTENIO(35A42AÑOS)
El proceso que comenzó alrededor de los 21 años con la crisis de identidad tiene en esta etapa
de la vida su culminación. Se hace presente ahora u n nuevo aspecto de la conciencia, esto es la
conciencia de los hechos. Pero no sólo los hechos ocurridos hasta la concreción de una meta, sino
que ahora se analiza tanto el camino recorrido como el que resta recorrer.
Este aspecto se complementa con la conciencia de las cosas, que se manifiesta en el valor que
las mismas tienen para nosotros. La persona siente la exigencia de ser ella misma; no es ya el
simple hecho de lograr lo correcto sino de que aquello logrado tenga valor.
Frente a este nuevo impulso, la pregunta acerca del sentido de la vida se ha transformado. El
joven se preguntaba: ¿Cuál es el sentido de la vida?; ahora el adulto se pregunta: ¿Qué valor tie-
ne lo vivido hasta ahora?
En este período es cuando puede consolidarse la autoconfianza, lo cual demanda u n trabajo de
la voluntad. -
Ante una nueva conciencia de los hechos y de las cosas, hay algunos interrogantes que ya pue-
den insinuarse con relación a los proyectos:
¿Valdrá la pena hacer el esfuerzo? ¿Tendré las fuerzas necesarias para lograrlo? ¿Cuál es la dis-
tancia que me separa de mis metas? ¿Cuántos años tendré aún para vivir?
Estas preguntas pueden transformarse, con el auxilio de la voluntad, en u n verdadero estímu-
lo para realizar en adelante un camino mejor. En sí mismo este camino está determinado por la
metamorfosis del concepto "valor" en el concepto "tarea". La pregunta acerca del valor de la propia v i -
da es sustituida luminosamente por: ¿Qué valor puede tener m i vida para el mundo? La tarea es-
tá unida al sentido de la vida, y descorre el velo sobre la finalidad de la existencia, el aprendizaje
terrenal y la sabiduría cósmica del Ser: surge el descubrimiento de que algo que no procede de
lo ya conocido, algo nuevo, se abre ante nosotros. Es u n nuevo impulso... es el impulso de lo
suprasensible, de lo que trasciende a la persona; es la luz del propio espíritu percibida ahora por
el alma. A la intensificación de esta conciencia espiritual se une la intensificación de la concien-
cia de la vida en el mundo; es el camino de la verdadera madurez anímica.
Simultáneamente con el despertar espiritual aparece una nueva concepción de la muerte. En
la mitad de su biografía el hombre se encuentra nuevamente con la muerte; adquiere la propia
certeza de ella. Ya en el septenio anterior aparece la conciencia del hecho en sí; pero la experi-
mentación del f i n de la vida terrena es una característica del presente septenio, cuando toma for-
ma la certidumbre del devenir.
Las fuerzas del Cuerpo Físico que ahora se transforman inconscientemente son las mineralizan-
tes, las fuerzas saturninas que consolidan el esqueleto humano, las fuerzas subyacentes de la cor-
poralidad. La experiencia cósmica espiritual se transformó en experiencia terrenal física a partir
del nacimiento, con la correspondiente formación y el desarrollo del Cuerpo Físico. Esas fuerzas
ahora empiezan a separarse del Cuerpo Físico; comienza u n catabolismo pronunciado y se trans-
formarán en fuerzas de la conciencia. Nuevamente recuperarán su calidad de fuerzas espirituales
para reintegrarse al Cosmos mientras que el Cuerpo Físico sigue inexorablemente su destino de
desintegración material. Cuando no se lleva a cabo una completa transformación, habrá una evi-
dente dificultad para consolidar una conciencia plena.
Este proceso de muerte y resurrección que se vive a lo largo de cada vida, es u n reflejo de los
sucesivos nacimientos y muertes que ligan al espíritu humano con el m u n d o físico, y es también
la base de estados de infelicidad, insatisfacción y depresión.
Si observamos en el esquema de la página 131 las curvas biológicas y anímico-espirituales que
marcan la evolución del quinto y sexto septenio, vemos que donde el catabolismo y la excarna-
ción predominan se hace presente el alma de conciencia. De los tres estados que atraviesa el alma
-sensible, racional y consciente-, el consciente se caracteriza por ser el de mayor desprendimien-
to de la esencia anímico-espiritual.
En el cuarto septenio -21 a 28 años-, la entidad anímico-espiritual trataba de gobernar los i m -
pulsos que bullían en ese Cuerpo Astral naciente que se estaba emancipando, por regiones, del
I 2
PARTE
Cuerpo Físico. Ahí lo determinante era el sentir -transformación inconsciente del Cuerpo Astral, o
alma sensible-.
En el quinto septenio -28 a 35 años- el alma era penetrada por las fuerzas del pensamiento y
se producía una nueva transformación. Ahí lo determinante era el pensar -transformación i n -
consciente del Cuerpo Etéreo, o alma racional-.
En el sexto septenio -35 a 42 años-, que estamos ahora tratando, el Yo comienza a producir la
metamorfosis de la materia física. Entonces lo determinante es la voluntad -transformación i n -
consciente del Cuerpo Físico, o alma consciente-. Este proceso requiere u n desgaste de la materia
física, ya que ninguna conciencia es posible sin u n catabolismo biológico que la sustente. El sis-
tema neurosensorial es el ámbito específico en el que se llevan a cabo los procesos catabólicos;
cada percepción, cada acto de conciencia se edifica sobre una ínfima desintegración de la orga-
nización físico-etérea.
Resulta más difícil asimilar el concepto "fuerzas espirituales del Cuerpo Físico" que este
otro referido a las intangibles fuerzas del Cuerpo Astral o del Cuerpo Etéreo. En el caso del
Cuerpo Físico nuestra imagen tropieza con el estado sólido de la materia, con el m u n d o de
los objetos, y es ciertamente complejo vincular la densidad de la materia con fuerzas su-
tiles subyacentes pertenecientes a ese m u n d o material. La complejidad aumenta cuando
tratamos de comprender c ó m o esas fuerzas del Cuerpo Físico se pueden transformar en
fuerzas de la conciencia. Una ayuda que puede recibir el lector desprevenido, habituado a
concebir la materia integrada por átomos indivisibles al mejor estilo de Demócrito, es ima-
ginar:
1) la inexistencia de la materia como tal; 2) su transformación constante en energía, y
viceversa o desintegración; 3) la presencia de poderosos campos de fuerza de atracción y
repulsión que determinan fenómenos como el electromagnetismo, la cohesión de lo sóli-
do, la fuerza de gravedad y la tremenda fuerza desencadenada en la fisión nuclear.
Esta concepción de la realidad de la materia proviene de la superación de la física clási-
ca y corresponde a los resultados obtenidos por la física subatómica o física de las partí-
culas. Pero las fuerzas del Cuerpo Físico a que se refiere la Antroposofía no se reducen a la
descripción científica actual del estado sólido de la materia, sino que pertenecen a u n or-
den cósmico superior y requieren, para ser captadas, u n desarrollo de nuestro propio Ser
que supere la conciencia diurna o de vigilia, tal como ocurre con la conciencia imagina-
tiva, inspirativa e intuitiva. Es obvio que tanto la física subatómica como la Antroposofía
se refieren al mismo objeto de estudio: la corporalidad del hombre (en tanto ésta pertene-
ce al m u n d o físico material). Las descripciones de la física m o d e r n a respecto de la m a -
teria se h a l l a n contenidas en u n a c o n c e p c i ó n científico-espiritual; pero esta concep-
ción exige, además, una transformación de la percepción que permite reconocer otro pla-
n o de la realidad denominado "espiritual". A esta transformación gradual la llamamos
conciencia imaginativa, inspirativa e intuitiva.
Observando el esquema de la página 131, al terminar el quinto septenio vemos la delicada situa-
ción del cuarto miembro esencial humano: el Yo. En la mitad de la existencia física es solicitado por
el mundo espiritual, al cual pertenece, y por el mundo material, al cual pertenece temporalmente.
Su esencia lo vincula intuitivamente con el Cosmos, y sus sentidos ahora plenamente despiertos lo
unen fuertemente a la vida física. Si el hombre sigue el llamado de las estrellas, el tope máximo de
la vida biológica se torna u n verdadero punto crucial para su desarrollo espiritual. La esencia aními-
co-espiritual atraviesa la encarnación más profunda, o camino descendente, durante los primeros
septenios. Después de su máxima expansión terrena alcanza u n cierto equilibrio -centro de la bio-
grafía- para tomar luego el ascenso de su camino hacia los mundos superiores.
En el mundo actual observamos generalmente la tendencia opuesta. El hombre no logra su pro-
pósito natural de acercamiento al mundo espiritual en esta segunda etapa de la vida; y esto pese
a disponer cada vez más de las fuerzas sutiles espirituales liberadas por el desgaste del Cuerpo
Físico. Consecuentemente, el orden se invertirá: el mundo de los sentidos cumplirá su parte y las
renovadas fuerzas de la conciencia serán desaprovechadas e inutilizadas. La vida anímica sufrirá
la decadencia del Cuerpo Físico y acompañará irremisiblemente a éste en su camino hacia la des-
trucción -curva biológica descendente- sin la posibilidad de utilizar aquellas fuerzas para el desa-
rrollo espiritual. Cuando las fuerzas anímicas no logran una verdadera transformación pueden i n -
ALMA DE
CONCIENCIA
SEXTO SEPTENIO
LA V E R D A D Y EL A L M A R A C I O N A L - 2 8 A 35 A Ñ O S -
LA D E V O C I Ó N Y EL A L M A C O N S C I E N T E -35 A 42 A Ñ O S -
CONCEPCIÓN ANTROPOSÓFICA D E L A L M A
Para desarrollar una visión que abarque los tres septenios centrales de la biografía es i m p o r -
tante ampliar el conocimiento del alma en el sentido de la Antroposofía.
Si el Yo es el representante del m u n d o espiritual (lo trascendente) y el cuerpo la expresión
del m u n d o físico material (la sustancia), el alma constituye el verdadero enlace entre ambos
mundos. (Ver esquema).
El siginificado académico del vocablo "alma" es: soplo, aire, aliento..., es decir el p r i n c i p i o
de la vida, y proviene de latín anima. En el año 1251 se registra la aparición de la palabra
"animal", que en su estructura incluye la totalidad del vocablo "anima", lo que expresa clara-
mente c ó m o se percibía en esa época la esencia de lo anímico subyacente en lo animal. Para
comprender al alma es u n buen p u n t o de partida adentrarnos en la esencia de lo animal.
En la descripción de la estructura cuaternaria del hombre descu-
brimos la relación existente entre el reino mineral i n a n i m a d o y el
Cuerpo Físico, o primer cuerpo del h o m b r e , constituido por la orga-
n i z a c i ó n m i n e r a l inerte característica del estado cadavérico del ser
humano.
En u n segundo n i v e l desarrollamos el concepto de vida (de vida
biológica) como p a t r i m o n i o del reino vegetal, y nos referimos a las
fuerzas vitales que laten en la esencia del m u n d o vegetal. Lo v i n -
culamos con el Cuerpo Etéreo, o segundo cuerpo del h o m b r e , donde
se hallan presentes las fuerzas de crecimiento, desarrollo y m u l t i -
plicación, que sirven además como sustancia matriz del pensar.
En el tercer nivel aparece el reino animal como portador de los secre-
tos del alma. Observemos sus características:
• Frente al reino vegetal, el animal presenta una interiorización, u n
ámbito i n t e r n o separado del m u n d o exterior. Ya desde su conforma-
ción embrionaria aparecen cavidades que se transformarán en órga-
nos huecos impregnados por u n nuevo impulso que la Antroposofía
denomina Cuerpo Astral. Lo animal se manifiesta entonces más ence- MUNDO FÍSICO-MATERIAI
rrado en sí mismo, más separado del m u n d o que lo vegetal. SUSIASICIA
principios constitutivos que podemos distinguir con exactitud: el principio constitutivo anímico in-
ferior -alma sensible-, el principio constitutivo medio -alma racional- y el principio constitutivo su-
perior -alma consciente-. Estos tres principios se deben distinguir en la vida anímica del hombre,
pero no se deben separar en el alma humana. El Yo, portador de la autoconciencia, es lo que u n i -
fica los tres principios, es el principio activo, es el ejecutor mismo de los tres principios.
Vamos a hacer ahora una síntesis de la metamorfosis que se opera en el alma, teniendo en cuen-
ta los septenios en los que se lleva a cabo la acción de padres, educadores y de las personas que i n -
fluyen significativamente en la biografía, con las correspondientes consecuencias:
Fuerzas que provienen de grandes ideales Aparecen ideales elevados y juicios éticos.
CUERPO ASTRAL (último recuerdo del mundo espiritual) Entusiasmo.
14 a 21 años que permiten amalgamarlos Carácter alegre y pujante.
con los de la humanidad. 21 a 28 años Alma sensible
Cerrando este punto sobre la concepción antroposófica del alma, recordemos algunos conceptos
precisos del fundador de la Ciencia Espiritual, Rudolf Steiner:
"Se denomina \dma' a la entidad que permite unir las cosas extemas a nuestra propia existencia." "Me-
diante el alma se conservan las impresiones recibidas de los objetos, constituyendo cada uno su mundo pro-
pio... su mundo interior."
L A V E R D A D Y E L A L M A R A C I O N A L - 2 8 A 3 5 AÑOS-
ASÍ como el alma humana tiene cualidades que debe superar para elevarse cada vez más, tiene
también cualidades a las cuales se debe entregar para seguir avanzando. El alma racional debe
desarrollar fuerzas que surgen de ella misma y que pueda cultivar y amar. Debe poseer fuerzas a
las cuales poder entregarse. A estas fuerzas el hombre ha de entregarse con amor, y esto redun-
dará en u n fortalecimiento anímico.
La fuerza que educa para el altruismo en el alma racional es la verdad.
La verdad debe ser amada, el cultivo interior de la misma es imprescindible para el ascenso del
alma al mundo espiritual. Sus enemigos son la mentira y el error. Hablamos implícitamente del
Cuerpo Etéreo, la sustancia misma en donde se debate el conflicto entre las fuerzas de la verdad y
la mentira.
El Cuerpo Etéreo es transformado inconscientemente por el Yo en este septenio del alma racio-
nal. Mediante el desarrollo del pensar y la reflexión sobre las sensaciones que despierta el mundo
exterior en el alma sensible, ésta se va metamorfoseando en el estado que denominamos alma
racional. Ahora se comprende mejor aún la importancia que tiene la autoridad amada que men-
cionamos en el segundo septenio como el vehículo idóneo para que la verdad llegue a nosotros,
en plena formación del propio Cuerpo Etéreo individual, posibilitando la impregnación de nues-
tra alma con el amor a lo verdadero.
"El hombre debe buscar una verdad cada vez más elevada, del mismo modo que debe convertir a la ira
en el enemigo que paulatinamente ha de ser eliminado." (Rudolf Steiner)
La verdad debe convertirse en algo que el hombre debe amar, y no sólo buscar. El hombre as-
pira a ella, y cuando desarrolla el sentido de la misma se siente depositario de una fuerza que lo
conduce al altruismo. Si algo obstaculiza el encuentro con la verdad es que aquél que la busca
no puede desprenderse de sí mismo. El desprendimiento de sí mismo es el camino recto para co-
locarnos a su servicio. La verdad no se rige por nadie y sólo puede ser encontrada por quien se
entrega a ella.
La verdad no es algo que exprese una opinión acerca de las cosas. Una sola fotografía de u n ár-
bol es totalmente insuficiente para transmitir la realidad de ese objeto observado; deberíamos
hacer gran cantidad de fotografías desde distintos lugares, desde el aire y desde el suelo, para
acercarnos a la realidad que pretendemos aprehender. La representación así obtenida se indepen-
dizará necesariamente del propio punto de vista del observador. Si aplicamos esta comparación
al hombre, lo que en el ejemplo se logra por procedimientos externos -fotografía-, el ser huma-
no lo puede conseguir mediante u n gran trabajo interior para liberarse de las propias conjeturas
respecto de lo observado; es decir, liberarse de sí mismo en un camino de aproximación a la ver-
dad. Ella sólo se revelará a quien intente superarse a sí mismo no permitiendo que entorpezcan
su camino las pasiones, los deseos o los instintos.
El amor es la única pasión de la cual el hombre no debe despojarse en la búsqueda de la ver-
dad. El poeta inglés Coleridge pronunció una sentencia esclarecedora respecto de c ó m o debe si-
tuarse el hombre frente a la verdad: "Quien ama al cristianismo más que a la verdad, pronto verá que
prefiere a su secta cristiana antes que al cristianimso y que se ama más a sí mismo que a su secta". De
esto deducimos que toda posición orientada contra la verdad lleva directamente al egoísmo, u n
LA M I S I Ó N DE LA IRA, LA VERDAD Y
LA DEVOCIÓN EN EL ALMA H U M A N A
egoísmo que degrada al hombre. No hay otro amor, fuera del amor a la verdad, que pueda libe-
rar al Yo de sí mismo. "El hombre que se ata a sus opiniones, no ama por amor a la verdad sino por
amor a sí mismo y obra de por sí como un ser antisocial." (Rudolf Steiner)
He aquí planteada la misión educadora de la verdad en el alma racional. Pero, ¿qué es en
sí misma la verdad? ¿Puede el h o m b r e ser su dueño? ¿Existe una sola, única y total? A l -
guien la definió alguna vez como una diosa lejana a la cual el h o m b r e siempre se a p r o x i -
ma, pero nunca alcanza.
La posición de la Ciencia Espiritual es m u y clara: "La verdad evoluciona al igual que todo lo de-
más en el mundo; es la forma del espíritu divino y posee muchas formas." (Rudolf Steiner)
La verdad puede adoptar muchas formas; todos hemos de aprender y
seremos así tolerantes hacia toda manera de expresarla. No debemos
presumir poseerla frente al mundo; reconoceremos que otros hombres El amor y la clemencia
se hallan ahora en u n punto donde alguna vez también estuvimos no-
sotros, y aceptaremos plenamente la etapa en que ahora se encuentran.
No hay nada que divida tanto a los hombres como la creencia respec-
constituyen la otra cara
tiva de creerse dueños de la verdad, y no hay nada que los aproxime
tanto como la noble tarea de buscarla en c o m ú n .
de la noble ta.
L A D E V O C I Ó N Y E L A L M A CONSCIENTE - 3 5 A 4 2 AÑOS- No hay nada que divida
Hemos desarrollado hasta ahora la idea de los principios constituti-
vos presentes en el alma humana denominados alma sensible, alma ra- tanto a los hombres
cional y alma consciente. En el caso del alma sensible, analizamos la
misión educadora de la ira en esa etapa previa a la iluminación del al-
ma por el Yo. En el caso del alma racional, describimos la importancia
como la creencia
de la verdad como fuerza educadora. Este principio constitutivo ad-
quiere vigencia plena cuando el sentimiento se deja inundar por la luz respectiva de creerse
interior del pensar, haciendo posible que desde nuestro interior se pue-
dan purificar, depurar y elaborar las cualidades anímicas para dominar
los impulsos volitivos, equilibrar la vida de los sentimientos y armonizar
dueños de la verdad, y
nuestro pensar. Verdaderamente es el Yo humano quien comienza su
manifestación en este segundo principio constitutivo, o alma racional, no hay nada que
y respecto del mismo es importante hacer algunas disquisiciones sobre
su probable evolución que será decisiva en cuanto al destino del Ser. los aproxime tanto
Posibilidades evolutivas del Yo:
• La conformación de u n fuerte centro de irradiación del Ser, pobla- como la noble tarea
do de contenidos que l o hagan cada día más valioso y más autónomo.
(Más adelante veremos la problemática de u n Yo débil que absorbido
por el m u n d o se pierde, literalmente, en ese mundo.)
de buscarla en común.
• U n Yo que quiera gozar, poseer, o que codicie absolutamente todo, siendo además minucio-
so y controlado, lo que precipitaría su endurecimiento y rigidez llegando a secarse en el más pu-
ro egoísmo.
Así como la ira, cuando es superada, se torna una importante educadora del alma con relación
a la evolución del Yo, la verdad entendida como una profunda responsabilidad del hombre de
desarrollar u n "sentimiento de amor a lo verdadero", amplía y fortalece el Yo tornándolo cada
vez más desinteresado. Rudolf Steiner se pregunta al respecto: "¿Qué es lo que se desarrolla en el al-
ma consciente como aptitud humana, no pudiendo el hombre alcanzarlo sino en una medida limitada,
si no le es dado como aptitud?"
¿Cuál es la fuerza que ascendiendo del alma racional logra la transmutación del principio
constitutivo más elevado del hombre, el alma consciente?: es el pensar, que se eleva del alma ra-
cional para penetrar el alma consciente; es la fuerza del pensar.
Solamente si el hombre se transforma en un ser pensante cabal, puede lograr el desarrollo del
alma autóconsciente, pues dicha alma debe alcanzar el saber, el saber del m u n d o y de sí misma. El
instrumento más elevado del saber es el pensar. (Siempre es necesario recalcar que no hablamos
del mero pensar intelectual; del intelecto que discrimina objetos, clasifica y archiva información
como una computadora. Hablamos del pensar de la razón y de la síntesis, de la vivencia pro-
funda de la realidad y su proyección a otros niveles de conciencia.) La sensación y percepción
exteriores nos dan cuenta del m u n d o que se revela a los sentidos, del mundo de los objetos. Es-
I A
PARTE
te acto de presencia frente al m u n d o implica una apertura al mundo sensible. Ese mismo m u n -
do puede estimular a su vez nuestro deseos y ansias de saber; todo este saber se relaciona con
el mundo sensible, siempre presente y accesible a nuestros sentidos.
Sin embargo, otra cosa m u y diferente sucede con el saber suprasensible. Este saber no se
encuentra en el m u n d o exterior, y si el alma consciente necesita compenetrarse con él debe
recibir el impulso desde su interior. Este impulso sólo puede partir del alma y ya hemos dicho
que las fuerzas anímicas, además del pensar, son el sentimiento y la voluntad. O sea, que si el
pensar no se sirve de estas dos fuerzas nunca podrá alcanzar el m u n d o del saber n o sensible.
El hombre trae inconscientemente la necesidad de encontrar el m u n d o suprasensible, y
desde u n principio sus dos guías interiores deben ser el sentimiento y la voluntad. El sentimien-
to, como guía hacia esos mundos, cumple una misión fundamental y esto es: la posibilidad
de cultivar el amor a lo desconocido. Así como aprendemos a amar a las personas y a las co-
sas que nos rodean, así debemos amar al m u n d o desconocido de lo suprasensible. El amor no
se puede explicar: existe, y sólo a través de ese amor podremos desarrollar el pensar sobre d i -
cho m u n d o .
Pero también la voluntad debe impregnarse de la fuerza de acción que la dirija hacia lo des-
conocido antes de que el pensar pueda acercarse a ese m u n d o . Al impulso de la v o l u n t a d que
ansia realizar las metas y los propósitos de lo suprasensible lo denominamos entrega.
Cuando se entrelazan el sentimiento y la voluntad dan sustento al pensar. Cuando se u n e n el
amor y la entrega surge la fuerza rectora del alma consciente: la devoción. Esta es la fecunda-
ción recíproca del amor y la entrega para que el pensar pueda irrumpir en los dominios de lo
suprasensible.
Pero también se puede hablar de devoción en la vida cotidiana cuando el alma consciente
se acerca a u n objeto desconocido con amor y entrega. El alma autoconsciente no podrá al-
canzar nunca u n saber sobre las cosas si no se acerca a ellas con estas cualidades del sentir y
la voluntad. ¡Cuan diferente surge ante nuestra conciencia el mero pensar intelectivo, mecá-
nico y habitual, frente a esta concepción antroposófica que integra el pensar a la devoción pa-
ra alcanzar así el saber!
Hemos visto que el Yo evoluciona por la superación de la ira -alma sensible- y que se am-
plía y fortalece por el cultivo del amor a la verdad -alma racional-. Aquí termina la autoedu-
cación del Yo y comienza la educación por la devoción -alma consciente-.
"La ira debe ser superada, el sentimiento de la verdad debe colmar el Yo y la devoción debe fluir
del Yo hacia el objeto a conocer." (Rudolf Steiner)
Ante una falta de amor y entrega, el pensar intelectual podrá mostrarse híbrido y frío, con-
tribuyendo a precipitar al Yo a u n duro egoísmo. Pero, ¿qué sucede cuando se produce u n ex-
ceso de estas cualidades? Aparecen otros riesgos importantes de destacar: habíamos dicho que
el Yo tiene la necesidad de crecer cada vez más para constituirse en u n ser pleno de conteni-
do que irradia hacia el m u n d o , evitando el peligro de su degeneración en u n estéril egoísmo.
Por otro lado, el Yo también corre el riesgo de perderse en el m u n d o ; u n Yo débil puede ser
buen ejemplo de esta situación.
Vamos a señalar ahora lo que sucede con los excesos de la voluntad y los sentimientos. En el
caso de la v o l u n t a d , el exceso de entrega provoca que el Yo "salga de sí mismo" y que se f u -
sione totalmente con lo "otro" a lo que se ha entregado, corriendo el grave peligro de que el
propio ser del hombre se p i e r d a . Nos perdemos a nosotros mismos. A esta entrega desmedi-
da la llama Steiner "desmayo anímico", y hace la comparación con u n desmayo físico en el que
el Yo se pierde transitoriamente en la oscuridad de lo inconsciente: el Yo se pierde anímica-
mente pero su cuerpo y la relación con el m u n d o exterior no se alteran, mientras que el des-
mayo del alma puede ser permanente. El Yo carece del poder suficiente para gobernar la vo-
luntad -verdadera expresión del sí mismo-. El grado extremo de este proceso sería la muerte
de la propia v o l u n t a d . (En estos últimos años hemos visto algunos ejemplos prácticos de es-
ta situación, como por ejemplo la inmolación conjunta y el suicidio ritual de grupos de per-
sonas pertenecientes a algunas sectas mesiánicas.)
La pérdida del impulso v o l i t i v o por parte del Yo lo deja a merced de "lo otro" a lo que ha
entregado su v o l u n t a d . El verdadero Ser no puede guiarse erróneamente si el hombre conser-
va el saber pensante, el saber sobre sí mismo. Sólo el pensar puede impedir que el Yo se pierda
mediante la entrega, cuando sale al m u n d o . El pensar debe acompañar irrenunciablemente a
la entrega.
LA M I S I Ó N DE LA IRA, LA VERDAD Y
LA DEVOCIÓN EN EL ALMA H U M A N A
Las fuerzas espirituales que rigen los tres Septenios del Alma son las fuerzas solares.
Resultan importantes algunas observaciones respecto de la Ciencia Natural y de la Ciencia Es-
piritual al hablar del Sol. En todos los septenios hemos descripto la acción preponderante de una
determinada fuerza espiritual planetaria. En este caso nos referiremos al Sol, representante i m -
portantísimo de las fuerzas espirituales planetarias que rigen el desarrollo del alma, así como en
el primer septenio nos referimos a las fuerzas de la Luna que desarrollan y modelan el Cuerpo
Físico.
Sin embargo, desde una perspectiva astronómica n i la Luna n i el Sol son planetas: la Luna es
un satélite m u y cercano y el Sol es una estrella m u y lejana. Se reactualiza así la interminable con-
troversia entre la Astrología y la Astronomía, entre el espíritu y la materia, entre el m u n d o de
Ptolomeo y el de Copérnico.
La verdadera Astrología, cuyo origen se hunde en el devenir de los siglos, no solamente se re-
cuesta sobre la concepción geocéntrica -la Tierra como centro del sistema-, sino que vivencia en
el Cosmos algo imponente, omniabarcante, que incluye a la humanidad como parte de u n To-
do. La constitución del Hombre, de la Tierra y del Cosmos que percibía el antiguo astrólogo era
radicalmente distinta de la que percibe actualmente u n científico, ya que la disposición de los
miembros esenciales -Cuerpo Etéreo, Cuerpo Astral, Yo- difería de la del hombre de nuestros días.
La encarnación de esos cuerpos en el Cuerpo Físico era antiguamente más sutil, y permitía captar
con nitidez la realidad del mundo espiritual tras los velos de la percepción sensorial del m u n d o
físico. El Universo mismo se hallaba preñado de fuerzas espirituales de distinto orden que daban
origen, en la consolidación de formas de la sustancia, al mundo material que conocemos a tra-
vés de los sentidos. El hombre era el centro del sistema, la razón de ser de la existencia humana
se inscribía en las estrellas, las constelaciones irradiaban sus fuerzas mancomunadamente con
las fuerzas planetarias cercanas a la Tierra y plasmaban a la naturaleza y al hombre. La Tierra co-
mo expresión del ser humano encarnado ocupaba u n lógico geocentrismo.
¿Y qué decir de la moderna Astronomía? Si de la antigua Alquimia se ha desprendido la quí-
mica moderna y de la antigua Cabala ha surgido la matemática, es harto elocuente que de la ma-
dre de todas las ciencias, la Astrología, ha nacido la Astronomía. De aquella concepción global
de las así llamadas Ciencias Ocultas, se han desgajado las ciencias modernas que sin excepción
profundizaron minuciosa y sistemáticamente el análisis de la materia. (Recordemos lo dicho an-
teriormente respecto de la mayor penetración de los miembros esenciales -Cuerpo Etéreo, Cuerpo
Astral, Yo- en el Cuerpo Físico de la humanidad, con el consiguiente desarrollo de u n pensar i m -
pregnado del campo de fuerzas de la materia y una pérdida paulatina de la antigua clarividencia
natural.)
Simbólica y científicamente, este descenso del hombre a la materia ha sido una constante en
el último siglo. La medición de los fenómenos, la posibilidad de repetirlos y prever su aparición,
así como la confirmación de hipótesis y elaboración de teorías, han coronado al método cientí-
fico como la única herramienta idónea para conocer la realidad. Pero una realidad material, que
excluye absolutamente de la constitución humana y terrestre los aspectos anímico-espirituales
que describe la Ciencia Espiritual Antroposófica.
La Astronomía se basa en la concepción heliocéntrica -el Sol como centro- con las siguientes
consecuencias:
• La Tierra es "desplazada" del centro del sistema.
• Nuestro sistema planetario es desplazado a su vez a la periferia de la galaxia.
Si nuestro sistema solar se ha transformado en u n insignificante grano de arena en medio del
espacio y la Tierra es apenas una mota de polvo cósmico, si la zoogénesis de Darwin ha relega-
do al hombre a ser el animal más inteligente, si u n biólogo molecular premio Nobel como Jac-
ques M o n o d lo condena a deambular "como u n gitano marginado del Universo, sordo a su m ú -
sica e indiferente a sus acordes de esperanza"... ¿qué podemos esperar del Hombre?
Es difícil en la actualidad conciliar la existencia de dos puntos de vista respecto de una deter-
minada situación. Aquél que sustenta la concepción heliocéntrica no tolera ningún desarrollo
conceptual desde otra perspectiva que no sea la suya, ya que la base del pensar lógico racional
FUERZAS PLANETARIAS Y
METAL CORRESPONDIENTE
impide la coexistencia de los opuestos. Este es el caso de la ciencia contemporánea, como por
ejemplo la Astronomía.
En cambio, la Ciencia Espiritual acepta la polaridad geocentrismo-heliocentrismo, utilizándo-
la como tal o individualmente según el punto de partida de las observaciones, y tendiendo siem-
pre a completar la unilateralidad de la visión materialista que del Universo tiene la Ciencia Na-
tural. Las investigaciones científico-espirituales de Rudolf Steiner ofrecen una base m u y sólida
para corroborar sus resultados: la transformación de nuestro propio instrumento (de nosotros
mismos), la metamorfosis del pensar intelectivo y una elevación del estado de conciencia de v i -
gilia, entre otros. La Cosmogonía así desarrollada nos muestra u n universo físico en constante
cambio, producto de la acción de campos de fuerza que denominamos fuerzas espirituales. En d i -
cha observación, la Tierra es el centro y la periferia está compuesta por el m u n d o estelar -estre-
llas y constelaciones-; el mundo planetario -o astral-, que incluye al Sol y a la Luna, es el media-
dor entre nuestro centro y la periferia.
Dentro de este marco observemos ahora las características del Sol:
• Es el centro del sistema solar. la Cosmogonía así
• A su alrededor, en u n perfecto equilibrio de fuerzas, giran todos los
planetas. desarrollada nos
• Cada uno de ellos adquiere una parte de su individualidad en rela-
ción con el centro del sistema, por ejemplo: los cambios climáticos y
energéticos que se producen en cada uno durante su traslación alrede-
muestra un universo
físico en constante
dor del Sol.
• El movimiento y el ritmo caracterizan al mundo planetario, y espe-
cialmente al Sol.
• En la corona solar se puede apreciar la alternancia de fases de con- cambio, producto de
tracción y expansión en sincronía con la aparición y desaparición de las
manchas solares. Este proceso rítmico de materalización -contracción y
aparición de manchas- y espiritualización -expansión y desaparición de
la acción de campos de
manchas-, dura alrededor de once años y es una bella expresión de la
sístole y la diástole del órgano central de nuestra vida, el corazón. fuerza que
Rudolf Steiner dice al respecto: "El corazón es el órgano mediante el cual
el espíritu o la individualidad percibe lo que sucede dentro del organismo fí-
sico. Es una especie de órgano neurosensorial que percibe lo que acontece den-
denominamos fuerzas
tro de todos los órganos merced a las señales que los mismos le envían a tra-
vés de la sangre." "Esto se inscribe profundamente en la individualidad y ser-
espirituales; la ¡ierra
es el centro y la
virá de información inconsciente en el mundo espiritual para constituir kár-
micamente el Cuerpo Físico de la próxima encarnación".
Al mismo tiempo, este asentamiento inconsciente del espíritu huma-
no en el corazón permite mantener en orden todos los otros ritmos pla-
netarios que describimos en cada septenio. Un ejemplo típico es el ca-
periferia la constituyen
so en el que una fuerte impresión anímica determina una aceleración
del r i t m o cardíaco -taquicardia-; inversamente, una actividad intelec- el mundo estelar y
tual excesiva disminuye los latidos -bradicardia-; modificándose de es-
ta forma los ritmos de todas las fuerzas planetarias espirituales que ac-
túan sobre el ser humano.
el mundo planetario.
Debemos recordar que las fuerzas solares tienden constantemente al equilibrio de funciones.
El corazón, mediante la diástole, se expande llenándose de sangre y acogiendo en sí mismo lo
esencial del metabolismo, lo que corresponde en la estructura ternaria a la función del polo me-
tabólico -abdomen-. Durante la sístole, elimina totalmente la sangre que contiene -ley del mús-
culo cardíaco del todo o nada- hasta llegar al espasmo, a la contracción masiva, y allí sirve a las
fuerzas de la estructuración o fuerzas formativas características de polo neurosensorial -cabeza-.
El corazón pertenece, junto con el pulmón, al sistema rítmico de la organización humana -tó-
rax-. La oscilación es constante entre ambos polos -metabólico y neurosensorial- y de este r i t m o
nace la armonía.
El metal que han consolidado las fuerzas solares en la Tierra es el oro -el proceso del aurum-.
No existe enfermedad en la que el aurum no pueda resultar de utilidad, ya sea como medicamen-
to de fondo o como coadyuvante del tratamiento. En todas las enfermedades cardíacas tiene su
campo de acción, tanto si éstas son debidas a la tendencia diastólica -afecciones inflamatorias,
I A
PARTE
LA S A B I D U R Í A D E T O D A S LAS C O S A S Q U E C O N T I E N E N ,
¿ E S T A R E M O S YA T R A N Q U I L O S Y S A T I S F E C H O S ?
Y M I E S P Í R I T U M E DIJO:
WALT WHITMAN
SÉPTIMO SEPTENIO (42 A 49 AÑOS)
EL PRINCIPIANTE
EL MATRIMONIO
EL ENAMORAMIENTO Y EL AMOR
AMOR SEXUAL
AMOR FRATERNAL
AMOR SUBLIME
ASPECTO MITOLÓGICO
$ EL PRINCIPIANTE $
T R A N S F O R M A C I Ó N CONSCIENTE D E L C U E R P O A S T R A L ( Y O E S P I R I T U A L )
E T A P A D E L D E S A R R O L L O SOCIAL - L A FUERZA D E L A P A L A B R A
E L REFLEJO D E M A R T E : EL V E R B O
Este es el septenio de Marte; es la etapa de la acción. Hemos llegado a los 42 años: comienza el
desarrollo del espíritu. El hombre y la mujer se convierten en principiantes, o aprendices: empie-
zan a recorrer el largo camino del despertar espiritual.
¿ Q u é significa esta aseveración y cuál es su fundamento?
Esta etapa de la vida se caracteriza por una transformación consciente del Cuerpo Astral, y no
meramente por el hecho de "haber durado" una cantidad de años a partir del nacimiento físico.
Hay una gran diferencia entre el esfuerzo consciente individual que cada ser humano rea-
liza, en u n lapso aproximado de siete años, en provecho de la transformación de uno de
sus miembros esenciales, y la dogmática suposición de que cada siete años ocurren o "de-
ben ocurrir" determinados fenómenos en la vida de u n individuo.
Si el hombre o la mujer que se aproximan a esta etapa clave para el desarrollo de sus potencia-
lidades espirituales no hacen esta transformación, sufrirán irremediablemente una gran falencia.
Nos encontramos aquí con que la persona debe reconocer el comienzo de la declinación físi-
co-biológica, lo que puede ir presentándose de varias maneras:
• Intensificación de las fuerzas de desgaste físico.
• Cansancio que se hace más manifiesto frente a los mismos esfuerzos que antes se hacían.
• Los dolores ocasionados por un esfuerzo físico son mayores y la recuperación es más lenta.
• Aumento del peso, que ya no es factible controlar como ocurría años atrás (hecha la excep-
ción de aquellos que normalmente han tenido dificultades para aumentar de peso).
• Tendencia a u n desequilibrio hormonal, acentuado a lo largo del septenio para hacer eclo-
sión al final del mismo -49 ó 50 años- (más impactante en la mujer por su menopausia que en
el hombre por su andropausia).
• Posibilidad de una incipiente caída de cabellos (con excepción de la calvicie hereditaria que
ya aparece alrededor de los 20 años).
• Notoria disminución de la visión.
• Pérdida de la memoria corriente (la que toda persona posee sin que haya realizado u n traba-
jo para recuperarla o mejorarla).
• Problemas circulatorios venosos y linfáticos (cobran mayor intensidad y pueden agravarse en
quienes acarrean una marcada tendencia hereditaria).
• Decaimiento de las fuerzas vitales, que en las regiones más lábiles del organismo, como el
sostén del sistema venoso o linfático, ceden a la fuerza de la gravedad.
• Tendencia a la sequedad de la piel; por ende aparecen las arrugas. Esta es otra consecuencia
del debilitamiento del Cuerpo Etéreo, encargado de mantener la integridad del organismo hídri-
co del ser humano.
• Cuando la tendencia a la desvitalización se hace presente en la organización genital, la res-
puesta estará de acuerdo con el trabajo interno realizado por cada persona. Al percibir algunos
de estos síntomas unidos a una cierta pérdida de autoestima o autoimagen (especialmente si es-
tos valores se hallan colocados inconscientemente en el aspecto físico), es habitual que el i n d i -
viduo, preferentemente el hombre, se incline por la incentivación de una actividad sexual com-
pensatoria. El mal uso de estas fuerzas "desprendidas" lo hará caer fácilmente en el miedo (a la
enfermedad, la vejez o la muerte), o en el egoísmo (competencia con los más jóvenes, mayor exi-
gencia consigo mismo), todo lo cual puede empujar hacia los riesgos de este septenio: la suscep-
tibilidad a la ofensa, la ambición y el orgullo.En el caso de la mujer, además de los fenómenos ge-
nerales, es factible que, cercano ya el final del septenio, decida encarar la pérdida de su lozanía
I A
PARTE
inclinándose por el uso de hormonas para retrasar una natural menopausia, cambiar con cierta
periodicidad su peinado y el color de sus cabellos, apelar a la cirugía plástica para "levantar" lo
que la tierra atrae o "estirar" lo que la carencia de líquido contrae. Su amenazada femineidad la
hará presentarse: como una mujer madura, como una madre comprensiva, como una abuela jo-
vial o como una adolescente frivola tratando de cursar ahora las asignaturas pendientes.
• Un elemento infaltable en este período es la sensación de vacío que acompaña al cúmulo
de manifestaciones físicas y anímicas. Este vacío, que puede ser vivido como soledad, trata de
compensarse con pequeñas o grandes gratificaciones buscadas en el m u n d o exterior: si el nivel
socioeconómico lo permite suelen darse viajes, cambios de auto o de casa, emprendimiento de
nuevos negocios, etc. También es frecuente en esta etapa u n cambio de pareja.
No obstante el esfuerzo desmedido para sobreponerse a la disminución de las fuerzas vitales,
detrás de este proceso de negación siempre estará latente la posibilidad de la depresión/cáncer
o de la hiperexcitabilidad/infarto, supeditado esto al destino o karma individual inscripto en
cada código genético.
Una concepción materialista de la vida tornará al hombre o a la mujer esclavos de la casuali-
dad, el azar, la buena o la mala suerte. Sin embargo, cualquiera sea la concepción, no necesita-
rá estar asentada sobre sólidos pilares; el cambio se dará tácitamente como u n mero vivir me-
cánico de la realidad cotidiana: a partir del comienzo del séptimo período septenario, el mun-
do espiritual llama a la puerta... y cada vez lo hará con más fuerza.
Lo que hasta aquí hemos relatado corresponde a conductas habituales y generales observadas
en nuestra sociedad; una sociedad que lucha materialmente por sobrevivir, m u y enajenada de
sí misma como para percibir el llamado del espíritu. Pero afortunadamente cada vez hay más ex-
cepciones a la regla, es decir más individuos cuyo Ser interior puede escuchar el llamado.
El desarrollo social estará directamente relacionado con la elección del camino a seguir: o la
actitud se orienta hacia fines realmente altruistas o se cae en la tentación del uso y abuso de
poder.
Las fuerzas "desprendidas" que mencionamos anteriormente pueden ser utilizadas para una
nueva forma de creatividad. Son estas fuerzas las que nos abren el camino del arte y nos acer-
can al m u n d o espiritual.
En los tres Septenios del Espíritu -sétpimo, octavo y noveno- se deben concatenar tareas y me-
tas en una cosmovisión total. Ahora se generan la humildad, la aceptación y el amor.
Las realizaciones deben ser patrimonio del espíritu y no meramente de la materia. El tipo de
trabajo individual se halla en el mundo físico, no podría ser de otro modo ya que somos cuer-
pos físicos; pero la esencia del acto de trabajar pertenece a un orden de leyes no materiales. En este
septenio es imprescindible armonizarse interiormente con las leyes cósmicas.
Primer septenio del desarrollo espiritual. El alma se pone al servicio del espíritu. El alma es lo
que nos conecta con el m u n d o físico para que el espíritu pueda expresarse. El espíritu, para po-
der utilizar el cuerpo, necesita sentir y transformar ese cuerpo que representa su conexión con
el plano físico.
Aquella marea de sensaciones, característica del tercer septenio, ahora se transforma: una parte
del Cuerpo Astral se "separa" aún más del organismo -especialmente a nivel de los genitales- y el
individuo "sabe" que está preparado para la acción. Este septenio es el septenio de la acción, y al
mismo tiempo son los años para superar las nuevas crisis provocadas por la ofensa, la ambición
y el orgullo... es el momento de enfrentar a estos tres impostores.
Ahora nace una imagen arquetípica de la amistad. Un nuevo sentido de la autoafirmación per-
mite al amor desarrollarse plenamente.
El nuevo desprendimiento del Cuerpo Astral y su segundo nacimiento ya anticipan su despren-
dimiento final de la organización física, o sea la muerte.
Este septenio es el reflejo del tercero -14 a 21 años-. El "puente" entre ambos lo constituye es-
te doble desprendimiento del Cuerpo Astral: menarca -14 años- y menopausia -49 años-. En el
primero las fuerzas liberadas se canalizan hacia el despertar del interés, y en el segundo al desper-
tar del arte. Es el período creativo por excelencia. Las fuerzas del Cuerpo Astral pueden aprove-
charse para acceder al arte. En el tercer septenio la búsqueda de comunidades era guiada por sim-
CARACTERÍSTICAS GENERALES
DEL SEPTENIO
patías y antipatías; en el séptimo hay u n sentido más elevado: la transformación del Cuerpo As-
tral da posiblidades de contacto con otros seres independientemente de sus características.
Aquella tempestad pasional de los 14 a 21 años tiene aquí su eco, y si no se transforma en pa-
sión de espíritu el hombre y la mujer procurarán vivir una nueva juventud con las crisis conse-
cuentes: separaciones, alcoholismo, etc.
Las fuerzas de Marte (Ares) rigen este período. Marte es el dios de la guerra: puede oscilar en-
tre la acción mesurada y la violencia, puede luchar contra su ambiente, el orgullo lo puede lle-
var a arremeter ciegamente sin medir las consecuencias, y la falta de humildad le imposibilita
pedir perdón. Por tanto, es necesario que Marte -séptimo septenio- se una a Venus -tercero-: m i -
tológicamente Afrodita (Venus) es la amante de Ares (Marte), y de ellos nacen Harmonía y Eros...
la armonía interior y el amor. Marte recoge el amor y la sensibilidad de Venus, lo que le permi-
te percibir la esencia del otro y amarlo; ayuda a establecer una buena relación con el m u n d o .
Este es el trabajo interior del septenio; el advenimiento del Yo espiritual es el primer paso en
la transformación consciente del Cuerpo Astral.
¿Y cuál es la fuerza de Marte?: la fuerza de la voz. Uno de los órganos de Marte es la laringe, y
en este septenio es sumamente importante cultivar el don de la palabra, descubrir su vibración
en nuestra alma y en la ajena... la palabra puede castigar y acariciar, puede exigir o tolerar. En
esta etapa debemos aprender a hablar frente a los demás; es propicio también aprender a cantar,
integrar un coro, descubrir el misterio del habla.
(Rudolf Steiner desarrolló u n trabajo específico, "Formación del habla", sobre cuyos postulados
estamos trabajando hoy.)
E L MATRIMONIO
E L ENAMORAMIENTO Y E L AMOR
Es en este lapso de la vida cuando se puede apreciar esta diferencia: enamoramiento y amor son
dos conceptos que confunden a quien los pronuncia y a quien los escucha. Esto se debe a la pro-
funda subjetividad que los mismos encierran; es tan íntima su resonancia y tan disímil la expe-
riencia de cada Ser que cada uno tiene su particular interpretación.
Para tratar el tema vamos a valemos de la mitología, portadora de los arquetipos insondables
del alma humana.
Eros, el más hermoso de los dioses del Olimpo, fue hijo de Ares (Marte) y de Afrodita (Venus).
De lo más puro y hermoso de lo masculino y lo femenino nace la belleza del amor encarnada en
Eros (Cupido).
¿Y quién es Eros, el dios del amor?
Pertenece a las deidades más antiguas del Olimpo; su verdadero origen se pierde en la eterni-
dad del tiempo. Su imagen alada de niño inocente o joven juguetón que dispara flechas sobre
EL ENAMORAMIENTO
Y EL AMOR
los humanos y los dioses, fue emergiendo poco a poco del m u n d o de la mitología para internar-
se en el m u n d o de lo artístico. Tratemos de penetrar la sustancialidad de esta imagen. El enamo-
ramiento aparece como u n hecho fortuito, "una flecha que se clava"... Pero la flecha la dispara
un dios, y muy antiguo, por lo tanto su sabiduría debe de ser inmensa. Aquellos seres que caen
bajo su impacto no son para él meros desconocidos: puede unirlos u n pasado tempestuoso, una
experiencia por vivir, una prueba que afrontar. Entonces el hecho aparentemente fortuito se su-
bordina al cumplimiento de las leyes espirituales que guían el karma individual.
Sin embargo, el dios en cuestión es un n i ñ o o u n joven, no u n dios
adulto y maduro; por lo tanto, siempre mantiene viva una necesidad
lúdica y la capacidad de asombro característica del enamoramiento. Sus
El estado de
enamoramiento
acciones estarán enmarcadas en la sorpresa y la espontaneidad. Por ser
joven o n i ñ o su modalidad puede expresarse como instintiva, egoísta y
posesiva, como una exacerbación de los sentidos en los cuales no tiene
cabida la reflexión. Es u n dios con alas en la espalda (no en los talones
como Hermes -Mercurio-); estas alas, que podrían representar el vuelo implica una pérdida del
del pensamiento, se insertan firmemente en el dorso de la cavidad to-
rácica, cavidad central del cuerpo humano que encierra el misterio del
encuentro del aire con la sangre. Los órganos físico-espirituales que allí
sí mismo, una entrega
se alojan -corazón/pulmón- son el centro de la actividad rítmica y la
única posibilidad humana de manifestar el sentimiento. involuntaria y
plena a la divinidad:
Eros es u n dios impredecible, inquietante, que sorprende a los otros
dioses del Olimpo con travesuras impensables; revolotea, como los pá-
jaros, muy alto y sus flechas certeras pueden caer en cualquier momen-
to sobre nosotros los hombres cambiando radicalmente nuestras vidas,
subyugándonos a partir de ese instante fugaz a u n Ser aparentemente enamorarse es,
desconocido. La herida de la flecha sangra, y esa misma sangre nos une
con el otro en un secreto pacto de sumisión y entrega eterna. Una en-
trega propia de la pubertad, de la astralidad desprendida del polo infe-
en realidad,
una cuestión
rior; una entrega que parte de las fuerzas de lo biológico y que invade
todo nuestro Ser. El estado de enamoramiento implica una pérdida del
sí mismo, una entrega involuntaria y plena a la divinidad: enamorarse
es, en realidad, una cuestión de los dioses.
¿Y el amor? ¿Qué es el amor?
de los dioses.
Si el enamoramiento es divino, el amor es humano. Si el enamoramiento se presenta abrupta-
mente, como u n flechazo ciego y ajeno a nuestra conciencia cotidiana, el amor es u n lento y pa-
ciente trabajo interior. El amor es la metamorfosis del enamoramiento, es transformar lo divino
en humano. Es la expresión de leyes espirituales muy sabias que permiten la evolución del amor
sexual hasta el amor sublime, del amor humano egocéntrico hasta el amor sin posesión. El amor
nos permite vivir tanto lo que nos hace iguales como lo que nos hace diferentes. El amor es res-
ponsabilidad.
Pero hay u n amor engañoso, que prostituye, esconde, tergiversa, humilla. Esto n o es amor;
hunde y denigra; lo podemos llamar amor cómplice. Es m u y importante desenmascarar a este mal
llamado amor, u n pseudo-amor que lo permite todo por no dañar, por no poner límites; u n fal-
so sentimiento que oculta lo que no se debe ocultar, como por ejemplo la dolorosa adicción de
un ser querido. La alternativa es el amor responsable, que está por encima del dolor y cuyo sus-
tento es la verdad triunfando sobre el amor mezquino.
El respeto y la fraternidad son los primeros pasos a dar en el camino del amor. ¿ C ó m o se i n i -
cia este camino? Se inicia con el abandono de ciertos vicios: los celos, la envidia, la calumnia.
Cuando estas emociones negativas son reconocidas, otras de menor envergadura pueden ir apa-
reciendo: prejuicio, competencia, fantasía de superioridad, infalibilidad, crítica aparentemente
constructiva. Cada persona tendrá menores o mayores afinidades con tales emociones y poco a
poco se irá capacitando para enfrentarlas.
(Un camino interesante fue señalado por Cari Jung al describir "la sombra" como una entidad
que agrupa todos los aspectos escindidos, o negados, durante la construcción de la propia ima-
gen, del propio modelo, de quiénes somos en realidad. Si no depuramos adecuadamente el al-
ma, la facultad cognoscitiva que de ella depende no podrá manifestarse y perderá la capacidad
de percibir la realidad; sólo se reflejarán nuestras propias proyecciones no elaboradas.)
I A
PARTE
Por lo expuesto hasta aquí, pareciera que el amor tiene mucho más que ver con nosotros mis-
mos que con el otro. Así es, por momentos el otro se convierte en u n gran espejo en el que de-
bemos aprender a mirarnos.
La primera etapa del verdadero amor es el trabajo consciente: "Conócete a ti mismo". La perse-
verancia en este largo camino de introspección irá dando sus frutos poco a poco hasta lograr el
despertar en nuestra alma del sentimiento llamado amor. Solamente entonces estaremos en con-
diciones de darlo y recibirlo, de compartir este sagrado mandato universal.
• Invasivo • Fraternidad
• Pasional • Transitar de la igualdad a las diferencias
• Alteración de los sentidos • Aceptación de los límites
• No cabe el pensar • Conciencia de la Individualidad
• Exacerbación del sentir
• Pérdida de sí
• Eqoísmo/Posesión
Mucho se ha escrito sobre el amor. No es el propósito de este libro abordar el tema exhausti-
vamente, pero sí es importante exponer algunas características.
El ordenamiento elegido -amor sexual, fraternal y sublime- obedece a u n planteo didáctico y re-
presenta un modelo ascendente de descripción a partir de la corporalidad física; frente a la rea-
lidad espiritual causal subyacente en toda manifestación de la materia el orden debería ser exac-
tamente el opuesto.
De tal modo, el amor sexual constituiría en sí mismo u n verdadero reflejo terreno del amor su-
blime, y este último, a su vez, la expresión humana más elevada del amor divino. La compren-
sión cabal de esta idea nos abre la puerta a u n gran secreto de la vida humana: frente a todo
despertar del amor físico en el alma, debemos aprehender los sentimientos que allí germi-
nan como parte de nuestra propia capacidad de amar, independientemente del Ser que los
haya despertado. El otro Ser no nos brinda ningún atributo que nosotros no poseamos, sola-
mente los despierta.
Lo dicho no le arrebata nada al misterio del amor; solamente procura evitar que lo inmensa-
mente bello que éste puede despertar en nosotros se pierda, se evada o se marchite ilusoriamen-
te detrás de algún abandono.
En el complejo proceso humano de enamorarse es harto difícil poder separar la ternura, la ca-
lidez o la bondad que se han despertado en nuestra propia alma, de la poderosa ilusión física que
representa la persona amada, que pertenece, obviamente, al m u n d o exterior a nosotros. Ese
m u n d o exterior siempre será cambiante y susceptible de producir los acontecimientos más ines-
perados, nunca exentos de placer y dolor (de acuerdo al karma de cada Individualidad).
El sentimiento de amor humano oscila entre dos estados m u y particulares del alma: u n pro-
fundo egocentrismo, casi puro egoísmo, y una tendencia a la emancipación total, o camino ha-
cia la libertad. Tal es la realidad del Yo humano en su eterno devenir entre la tierra y el cielo.
Cuanto más se encadena el Yo a la corporalidad más se esclaviza -amor sexual-, y cuanto más se
independiza de ella más libre se torna -amor sublime-.
En la vida humana coexisten los distintos grados de amor, y es difícil encontrarlos en su for-
A M O R SEXUAL,
FRATERNAL Y SUBLIME
ma pura. Sin embargo, si observamos a través de la biografía, podremos descubrir que en los p r i -
meros años de la existencia predomina naturalmente la etapa más egocéntrica del amor, ligada
inconscientemente a la corporalidad: basta recordar al niño recién nacido en quien la necesidad
de recibir afecto y calor humano es inconmensurable.
Durante los tres primeros septenios -0 a 21 años-, septenios del Cuerpo, aquella imperiosa ne-
cesidad de recibir, en los primeros años, adquiere luego u n precario equilibrio -amor adolescen-
te- y sigue evolucionando para transformarse, hacia el final del tercer septienio -21 años-, en el
esbozo de u n nuevo tipo de amor.
Así, el denominado amor sexual ocupa u n lapso fundamental del proceso biográfico, para
transformarse más adelante en otras categorías del amor.
Durante los tres septenios del Alma -21 a 42 años- se consolida paulatinamente la necesidad
de dar y recibir, encaminándose el ser humano a! desarrolllo del amor fraterno: una consecuen-
cia directa de la maduración anímica merced a la acción del Yo humano.
La etapa de la madurez -42 a 63 años-, septenios del Espíritu, trae aparejado el despertar pleno
del amor sublime, que brilla como una estrella más en el firmamento de la condición humana.
• A M O R SEXUAL
Quiero mencionar dos aspectos disímiles relacionados con el amor sexual y que sue-
lo recibir como consulta médica:
U n o de ellos se refiere al "síndrome de cansancio crónico", más conocido en nues-
t r o medio como "estrés de la vida moderna", que agrupa una larga lista de síntomas
entre los cuales figura la d i s m i n u c i ó n d e l deseo sexual. Este cuadro afecta a m i l l o -
nes de personas en el hemisferio occidental. Lo padecen grandes masas de seres h u -
manos confinados a la psicopatogenia de la vida urbana, típica de las m e g a l ó p o l i s ac-
tuales. Cuanto más intenso es el p r e d o m i n i o de las funciones intelectivas abstractas,
mayor es el cansancio que se produce y menor es la m o t i v a c i ó n i n s t i n t i v a que emer-
ge del polo metabólico inferior. Lo c a r a c t e r í s t i c o de este c u a d r o es el a g o t a m i e n t o .
El otro aspecto consiste en la d i s m i n u c i ó n d e l deseo sexual en la persona que rea-
liza una práctica espiritual, como la oración, la m e d i t a c i ó n o la auto-observación co-
t i d i a n a , a lo largo de u n período determinado. Se produce en este caso una redistribu-
c i ó n de las fuerzas anímico-espirituales que operan en el plano físico, m o d i f i c á n d o s e
la actividad de ciertos chakras. L o c a r a c t e r í s t i c o de esta s i t u a c i ó n es la p l e n i t u d .
• AMOR FRATERNAL
alma humana y que pueden ser cultivadas conscientemente alrededor de los 42 a ñ o s . (Ver
"Tres Septenios del Espíritu".)
En el amor fraterno ya se presenta u n fuerte reflejo de los m u n d o superiores, especialmen-
te de las más elevadas regiones del m u n d o a n í m i c o . Los reinos de la naturaleza se hacen pre-
sentes delante de nuestro sentidos. La naturaleza en sí despierta en nosotros una actitud re-
FUERZAS PLANETARIAS Y EL
METAL CORRESPONDIENTE
• AMOR SUBLIME
A medida que nos aproximamos a estas regiones del espíritu se hace cada vez más difícil
encontrar los términos adecuados para su descripción, ya que las palabras dejan de signifi-
car exactamente aquello que queremos explicar.
Diremos que se llama amor sublime al amor c ó s m i c o , al amor t o t a l . Lo característico de
este amor es su desprendimiento de la corporalidad.
En el amor sexual es imprescindible la persona física y la obtención de la autosatisfac-
c i ó n . En el amor fraternal se pierde una parte del contenido físico y se hace presente el
amor que une a los seres entre sí. En el amor sublime se completa el desprendimiento del
c o n t e n i d o físico y se manifiesta libremente el amor a los ideales. Esto linda con l o angeli-
cal, con los mundos espirituales propiamente dichos. Es la verdadera luz que se proyecta
desde l o alto reflejándose en el amor fraterno y sexual.
Los tres septenios del Espíritu -42 a 63 años- pueden ser la cuna del desarrollo de esta ca-
lidad del s e n t i m i e n t o , proceso que puede intensificarse cuando se trascienden las i n f l u e n -
cias planetarias -más de 63 años-.
El despertar del amor sublime a c o m p a ñ a todo trabajo meduloso consciente en pos del co-
n o c i m i e n t o de los mundos superiores. También el amor fraterno a la naturaleza puede
transformarse cuando trascendemos las formas físicas, elevando nuestro pensar a las regio-
nes espirituales de los arquetipos, a las verdaderos dominios de la Idea.
Esta caracterización que hemos realizado del amor debe ser interpretada con la misma
a m p l i t u d con que observamos el alma humana, ámbito de su manifestación. La i n c l i n a c i ó n
o la preponderancia de estos grados del amor se darán en íntima correspondencia con la
v o l u n t a d y la evolución de cada Ser.
F U E R Z A P L A N E T A R I A Y METAL CORRESPONDIENTE
ti amor traterno es
Las fuerzas planetarias correspondientes al septenio son las de
Marte. Teniendo siempre en cuenta las aclaraciones que en d i s t i n -
tas partes del texto reiteramos respecto de la manera de compren-
el amor que une a
der estos campos de fuerzas creadoras que llamamos fuerzas espiri-
tuales planetarias, trataremos ahora de captar el arquetipo subya- los seres entre sí
cente en las fuerzas de Marte (Ares).
Es imposible hablar de Marte sin hablar de Venus. Su acción es que permite al hombre
c o n j u n t a e inseparable, y se refleja en la constitución íntima de la
sustancia h u m a n a . Hemos dicho anteriormente que las fuerzas de
Venus, mediante su c o n d e n s a c i ó n , el cobre, preparan la sustancia
sentirse hermano
del hombre...
formada para ser individualizada; ahora, las fuerzas de Marte pue-
den lograr dicho cometido a través del hierro.
En la organización renal se lleva a cabo, mediante el Cuerpo As-
tral, la astralización preparatoria de la sustancia -fuerzas del cobre-
para que el Yo pueda completar la individualización a partir de las
es, en esencia,
fuerzas del hierro.
La idea de individualización de la sustancia proviene de la investi-
la apertura del corazón
gación científico-espiritual y es u n concepto específicamente a n -
troposófico: mediante este proceso el Yo toma posesión de la sus- ...el amor pierde en
tancia física que integra el organismo h u m a n o . Así como n o hay
dos impresiones digitales idénticas, tampoco hay dos átomos de
hierro idénticos. Cada elemento c o n s t i t u t i v o de la entidad huma-
parte su contenido físico
na lleva el sello particular de la Individualidad que lo gobierna. Si la
imagen de Venus es un ama de casa hacendosa y callada, la imagen de y aparecen valores
Marte es compatible con el arquero que dispara su flecha o con el lan-
zador de jabalina. Observemos bien: primero se produce la concentra- intrínsecos del alma.
l u
PARTE
MITOLÓGICO
es Caris -personificación del donaire-; la belleza de ambas estaba en consonancia con las her-
mosas obras que él ideaba y realizaba. Se creía que Hephistos tenía sus talleres debajo de la tie-
rra, precisamente debajo del Etna, lugar donde llevaba a cabo sus obras maestras con la ayu-
da de los cíclopes -dioses de la segunda generación, hijos de Urano y Gea-: el cetro de Agame-
n ó n , la armadura de Aquiles, la cuadriga de Helios (Sol), y la gargantilla de H a r m o n í a , entre
otras. Cuando supo que su esposa Afrodita lo engañaba con Ares, la cazó con una red y la ex-
puso a las burlas de los dioses del O l i m p o .
El arquetipo que subyace en este personaje resulta interesante para analizar y proyectar al
hombre mismo:
- Su propia madre intenta matarlo: hay una polaridad amor-odio
que cada ser humano debe resolver en su vida. U n primer paso sería
el rechazo, otra situación más grave a ú n es el abandono, y una graví-
sima, ya sin retorno, lo constituye el i n t e n t o de dar muerte al h i j o .
Una madre que intenta matar a su h i j o ha llegado al extremo del
odio.
- Su esposa lo engaña: aquí no sólo es manifiesta la infidelidad, si-
no la ofensa como hombre y u n nuevo abandono por parte de la m u -
jer (para quien ya ha debido soportar que su propia madre intentara
matarlo).
- Es u n artesano brillante capaz de crear las formas más bellas
modelando el hierro con golpes certeros: la paciencia, la perseve-
rancia y el trabajo solitario en la fragua interior, pueden dar por resul-
tado la transformación del odio y desarrollar, en cambio, una exqui-
sita sensibilidad para dar a luz verdaderas obras de arte forjadas con
i|uestras manos, sutiles instrumentos de la v o l u n t a d .
Esta última alegoría significa que el hombre puede superar el odio
más intenso (el acto de la madre de Hephistos) y perdonar las ofensas
más grandes (el engaño de Afrodita) si trabaja en profundidad sobre
Ares, dios marcial griego. sí mismo (el interior de la tierra) mediante su férrea v o l u n t a d (el mar-
Urna funeraria etrusca con base t i l l o sobre el hierro candente) para dar a luz las obras de arte más her-
de bronce y cabezal de terracota. mosas (cualidades de la propia alma).
Cerca del 600 a C.
PREGUNTAS DEL
SÉPTIMO SEPTENIO
...I
•¿Qué cambios externos e internos has percibido •¿Estás en competencia con colegas más jóvenes
alrededor de los 42 años? ¿Estabas en una crisis? o con tus hijos?
¿Qué la produjo? •¿Te sientes creativo?
•¿Te has enfrentado con el miedo o con el cora- •¿Puedes vivir en armonía con tus nuevos valo-
je? res?
•¿Te sientes solo o apoyado? •¿Cómo coinciden verdad exterior e interior?
•¿Qué significa para ti el otro? ¿En la pareja, en el •¿Puedes tener nuevas metas de vida o fueron
trabajo? frenadas?
•¿Qué crees que puedes hacer por ellos? •¿Qué costumbres sientes que debes cambiar?
•¿Cómo es la relación con tu pareja? Si quieres seguir desarrollándote, ¿qué tienes
•¿Cómo es la relación con tus hijos? que hacer o dejar de hacer?
•¿Cumplen ellos tus esperanzas o expectativas? •¿Consigues donar los frutos de tu vida?
•¿Te has enamorado otra vez? ¿Cómo lo mane- •¿Sientes autenticidad en tu actuar o actúas toda-
jas? vía de acuerdo a normas y roles establecidos?
•¿Cómo manejas la disminución de tus fuerzas fí- •¿Has tomado nuevas tareas sociales o nuevos pa-
sicas? satiempos?
•¿Practicas deportes? •¿Qué talentos habías enterrado que ahora po-
•¿Cómo te manejas con la disminución de la gra- drías actualizar?
cia? •¿Has notado cambios especiales a los 48 años ?
•¿Sientes un vacío porque tus hijos son grandes? •¿Qué enfermedades o crisis psíquicas has teni-
¿Intentas atarlos a ti? do? ¿Accidentes, drogas, medicamentos, alco-
•¿Te sientes amenazado en el trabajo por los más hol, etc.? ¿Preguntas especiales relacionadas
jóvenes? con el sistema urogenital, músculos y órganos
digestivos?
•¿Te ocupas en cambiar tu método de trabajo,
desarrollar una nueva capacidad como guía pa- •¿Cómo se ha manifestado este Séptimo Septe-
ra transmitir tus conocimientos, cultivar suceso- nio en tu vida ulterior?
res?
OCTAVO SEPTENIO (49 A 56 AÑOS)
EL MAESTRO
T R A N S F O R M A C I Ó N C O N S C I E N T E D E L CUERPO ETEREO ( E S P I K I I U VIIAU
EL REFLEJO D E J Ú P I T E R : LA S A B I D U R Í A
MÉTODO CRISTIANO
M É T O D O DE LA A N T R O P O S O F Í A
$EL MAESTRO^
T R A N S F O R M A C I Ó N CONSCIENTE D E L C U E R P O E T É R E O ( E S P Í R I T U V I T A L )
E T A P A D E L D E S A R R O L L O M O R A L - L A FUERZA D E L A I M A G E N
E L REFLEJO D E J Ú P I T E R : L A S A B I D U R Í A
En plena crisis de los 50, el hombre y la mujer se acercan a los umbrales de u n nuevo proceso.
Se trata de u n fenómeno sociocultural y familiar m u y fuerte que determina, drásticamente, la
transferencia a otro grupo social: el de la tercera edad, la edad madura o, peor aún, el de la vejez.
En la mujer el hecho biológico dominante se observa con el cese de su período menstrual o me-
nopausia. Claro está que dicho proceso será vivenciado individualmente de manera m u y diferen-
te según sea la preparación interior y la disponibilidad anímico-espiritual. En el caso del hombre,
un fenómeno biológico parecido se produce merced a los problemas de la próstata, aunque estos
no son inexorables en su aparición n i poseen igual jerarquía sociocultural que la menopausia co-
mo para que el varón se sienta marginado bruscamente de sus pares y atrapado por "la vejez". No
obstante, es considerable la cantidad de pacientes a los que este hecho asesta un duro golpe en su
madura juventud.
Radicalmente distinta es la actitud frente al climaterio, que comprende al hombre y a la m u -
jer. El climaterio ha sido estudiado minuciosamente en los últimos tiempos, pues con el aumen-
to del promedio de vida la población pasiva ha engrosado notoriamente las estadísticas especial-
mente en los países industrializados. Estos trabajos fueron desentrañando componentes endocri-
nos, neurovegetativos y psíquicos. Desafortunadamente, gran parte de las conclusiones a las que
se arribaron desemboca en alguna sustancia química que, al emplearla en el organismo humano,
reproduce los efectos producidos por la hormona o el neurotransmisor que ha comenzado natu-
ralmente a declinar por la edad.
Dicho en otros términos: se busca sustituir una parte del sistema, por ejemplo el funcionamien-
to de una glándula, sin tener en cuenta que esa glándula pertenece a una Totalidad que no se re-
duce al sistema endocrino sino que es vida, conciencia, sentimientos, voluntad, ideales; es decir,
pertenece a una Totalidad que se llama ser humano.
La investigación actual, en general, analiza cada vez más lo ultrapequeño, y el desarrollo y apli-
cación de soluciones parciales "para sentirse mejor" no brinda ninguna respuesta valedera a los i n -
terrogantes básicos del hombre de esta edad. El problema del climaterio masculino y femenino
no se resuelve en el plano químico-biológico, aun cuando algunas modificaciones en este senti-
do otorguen u n alivio pasajero a ciertos síntomas. Tampoco es una cuestión estrictamente psico-
lógica. Hubo que luchar mucho tiempo para que los factores psíquicos, que n i siquiera se men-
cionaban como causales o detonantes de enfermedad hace treinta años, fueran incorporados co-
mo tales ampliando así la visión mecanicista de la medicina y haciendo aceptable una interpre-
tación psicosomática de la enfermedad.
Pero también esta visión dualista es insuficiente para enfrentar los requerimientos anímico-es-
pirituales que cada vez se manifiestan con más fuerza en esta etapa de la vida. Se han dado res-
puestas al Cuerpo Físico en el terreno de la bioquímica; se ha dado respuesta a una parte del alma
en el ámbito de la psicoterapia... pero no hay respuestas para el espíritu en el plano trascenden-
te. Y éste es u n trabajo individual, de perseverancia y de elevación de la propia conciencia.
He aquí, precisamente, lo que se abre para el ser humano tras esta nueva crisis: la época cen-
tral de los tres Septenios del Espíritu. Lo que antes era una insinuación, en este octavo septenio
es una norma. Aquella vaga necesidad de una respuesta espiritual que empezó a ceñir el alma des-
pués de los 40, se transforma ahora en una presión constante sobre nuestras actividades cotidia-
nas. Es la etapa de la transformación consciente del Cuerpo Etéreo; es el reflejo del segundo septenio
-7 a 14 años-, cuando se consolidaba el incipiente Cuerpo Etéreo individual. Así como a los 7 años
se producía el nacimiento del segundo de los miembros esenciales del hombre, ahora hay que pre-
pararse para transformar ese Cuerpo Etéreo. Sobre la base de aquella estructura, hemos administra-
do la vitalidad del Cuerpo Físico y hemos adquirido poco a poco los hábitos y las costumbres; tam-
bién se fue plasmando el temperamento.
Recordemos que es mucho más difícil cambiar u n hábito o una costumbre-ámbito del Cuerpo
Etéreo- que modificar una cualidad anímica -ámbito del Cuerpo Astral-. Es más sencillo revertir una
I A
PARTE
septenio anterior cuando era u n principiante en el camino espiritual, y ese proceso lo conduce
ahora al despertar de su maestro interior.
En esta pugna es fundamental el trabajo de autoconocimiento que cada uno haya logrado de-
sarrollar. La valoración de lo hecho podrá oscilar entre la satisfacción egoísta de u n deseo perso-
nal y la inquietud de saber si lo realizado puede servir a la humanidad. Ahora ya no importa lo
que el hombre quiera realizar sino lo que los otros necesitan de él. La creatividad se expande con
una cosmovisión de la Totalidad. Una nueva filosofía de vida se puede instalar. Una nueva con-
cepción espiritual del mundo puede aparecer. Es posible que se dé una transformación en ma-
dres o padres en el sentido de ser más comprensivos, amplios, seguros de sí mismos, y aún de
ejercer la maternidad o la paternidad de otros hijos que no sean los propios. La mujer, aceptada
su menopausia, puede sentir que una nueva vitalidad se hace presente acompañada por una re-
novada sensación de libertad, de poder ser ella misma, de proyectar. O puede sentir que ya es de-
masiado tarde para cambiar algo -tendencia depresiva-. Para el hombre, la situación se presenta
a veces más delicada porque generalmente su entormo de trabajo no ha cambiado y se le hace
difícil disminuir el r i t m o de la acción.
En el septenio anterior lo dominante era la acción de Marte. Dijimos
que había una acción externa -Ares- y una acción interna -Hephistos-.
Si se ha recorrido el camino de la fragua interior, el principiante se esta-
Ahora ya no importa
rá transformando en maestro; pero si no ha sido éste el camino y la ac-
ción sólo se ha canalizado hacia lo exterior, en u n organismo donde ha
mermado la vitalidad pueden desencadenarse problemas psicofísicos
lo que el hombre
quiera realizar
muy serios. El vacío que el hombre siente como preludio de una mayor
necesidad de diálogo interno puede ser confundido con soledad, con
un ancestral abandono o con una falta de sentido de la vida misma. Es
habitual que trate de compensarlo con más trabajo -adicción al traba-
jo- o con la intensificación de tratamientos revitalizantes que le prome- sino lo que los
ten hacerlo sentirse más joven. En nuestra cultura, el "sentirse bien" o
estar bien" a una cierta edad, está referido únicamente al bienestar f i -
sicobiológico medido por la cantidad de tiempo que se puede resistir
otros necesitan Je él.
un esfuerzo físico, la cantidad de kilómetros corridos diariamente o la
cantidad de relaciones sexuales semanales. Habitualmente el hombre
no se preguntará, porque realmente asusta, por el estado del alma: si se
La creatividad
se expande
ha logrado paz interior; si se ha meditado seriamente en c ó m o repercu-
tirá la propia muerte en los seres queridos; qué pasará con el verdadero
Ser (el mismo que piensa estos conceptos) a partir del abandono del
Cuerpo Físico; si se ha logrado transmutar el egoísmo básico de los pri-
meros años de la vida; o si se puede sentir al otro como verdadero her- con una cosmovisión
mano más allá de los lazos afectivos, la raza, el sexo, la religión o el n i -
vel social.
de la Totalidac.
FUERZA ANÍMICA D E L PENSAR
La transformación consciente del Cuerpo Etéreo, propia de esta época, trae aparejada una m o -
dificación sustancial del pensar; es oportuno, entonces, abordar este tema.
Se pueden observar tres características diferentes del pensar:
a) El pensar c o m o i n s t r u m e n t o c o t i d i a n o de c o m u n i c a c i ó n .
El trabajo de los sentidos apenas alcanza u n m í n i m o nivel de conciencia. Esta conciencia de
vigilia es saturada con información desordenada proveniente de u n m u n d o agresivo y caótico;
hay una intromisión del mundo exterior en nosotros sin que podamos oponer resistencia.
El pensar se convierte así en una seudocomunicación cotidiana utilizada para la sobreviven-
cia. Esta tarea pasiva del hombre determina una consecuente debilidad del Yo.
b) El pensar c o m o m e r o subdito del deseo.
La función del pensar sucumbe a la emoción. La construcción del pensamiento se lleva a ca-
bo sobre la matriz del deseo, lo que le otorga al sentimiento la consistencia y estructura que és-
te no posee.
El deseo puede ser consciente o inconsciente y dar origen a las más bellas concepciones inte-
lectuales para justificarse.
I A
PARTE
E L PENSAR P U R O :
En el pensar puro encontramos dos formas de expresión que surgen en realidad de la misma
fuente, y son: la Intuición profunda y la Actividad matemática.
• La Intuición profunda, o sabiduría preconsciente, es natural del hombre primitivo (dada la
particular disposición de sus miembros esenciales).
Es pura y objetiva; consiste en el descubrimiento de las leyes lógicas que se ocultan tras la Na-
turaleza, el Cosmos y el Hombre mismo. Pero el aprender a diferenciar, distinguir o discriminar,
es sólo una parte del proceso; su cultivo unilateral puede producir estragos en la persona.
• La Actividad matemática es necesaria para equilibrar la tendencia anterior.
La capacidad de interrelacionar, de percibir interconexiones e interligazones es el camino ha-
cia la inteligencia.
El Todo es la referencia fundamental para comprender la interrelación sinfónica de las partes.
En este septenio hay dos temas centrales: el primero se refiere al despertar del maestro interno
y el segundo a la enseñanza. Ambos están indisolublemente unidos por su esencia.
El período de 49 a 56 años es el señalado para la aparición del maestro interior. Se dan las con-
diciones para que el trabajo interno pueda ahora hacer fructificar este aspecto. A partir del sep-
tenio anterior -42 a 49 años- ya se produce una marcada sensiblidad en la persona para que se
lleve a cabo este proceso, y es entonces cuando se da el comienzo de los tres Septenios del Espí-
ritu.
Ya lo dijimos: en este período puede haber una oscilación entre u n hombre dormido que sim-
plemente vive, fácil presa de u n materialismo dominante -lo denominaremos caso A-, y u n h o m -
bre despierto que trabaja sobre sí, que puede proyectarse a una búsqueda espiritual -caso B-.
En el caso A, el impulso destinado a descubrir al maestro interior puede iniciarse conociendo a
una persona capacitada para guiar una enseñanza espiritual. Este encuentro se puede eclipsar si
el individuo no ha superado aún la competitividad, la envidia o los celos. Si su proceso personal
no cambia ese rumbo, se irá cerrando su alma cada vez más a los nobles impulsos espirituales
propios de este septenio. No obstante, en algún momento puede reaccionar tratando de buscar
una apertura a la cuestión de su desarrollo interior, y frente a la aparición del ser adecuado para
cumplir tal cometido plantearse a sí mismo: ¿de qué me sirve escuchar a otros hablar del m u n -
do espiritual si yo mismo no lo puedo ver?
"Esto es una modalidad del egoísmo que se caracteriza por la falta de confianza y el rechazo de la ex-
periencia", dice Rudolf Steiner.
En el caso B se presentan dos alternativas según sea la debilidad o la fortaleza de la constitu-
EL NACIMIENTO DEL
MAESTRO INTERNO
El criterio de autoridad admitía que lo dicho por la Iglesia, o Aristóteles, era verdad por
el sólo hecho de que tales autoridades l o afirmasen; que ciertos autores, ciertos libros o
instituiciones n o podían equivocarse. De manera que bastaría citarlos para enunciar la
verdad eximiéndose de cualquier explicación o crítica ulterior. U n hecho concreto se dio
cuando Copérnico publicó su "De revolutionibus orbium caelestium" ("Acerca de las revo-
luciones de las esferas celestes"), en 1573, en donde enunciaba la tesis según la cual la Tie-
rra gira alrededor del Sol -heliocentrismo: se le objetó que la teoría era falsa porque en la
Biblia (Josué X, 12-13) está dicho que Josué m a n d ó detener el Sol y si lo m a n d ó detener
quiere decir que es el Sol el que se mueve y no la Tierra. En 1616 la Iglesia condenó la obra
de Copérnico.
Reiteradamente se habla del camino espiritual pero no suele hacerse hincapié en algunos pe-
ligros que dicho desarrollo puede acarrear. El ser humano, debido a que su Cuerpo Astral vive
en su corporalidad, no está sujeto a pasiones demasiado groseras. Pero al comenzar u n trabajo
interior sin la guía de u n método equilibrado, puede separarse bruscamente el Cuerpo Astral del
Cuerpo Físico quedando abandonado este último a sus propias características y pudiendo con-
ducir a todo tipo de excesos.
Quien penetre el desarrollo oculto sin haber dedicado especial cuidado al desarrollo de las
cualidades morales, puede exhibir ciertos rasgos que como hombre ordinario ya podría haber
superado y tornarse iracundo, vengativo o mentiroso; es decir, reaparecer en forma violenta ca-
racterísticas de la personalidad que ya se habían suavizado. Esto también puede sucederle, dice
Steiner, "a quien, sin el correspondiente desarrollo moral, sea absorbido excesivamente por las sabias
enseñanzas de la Teosofía."
Cuando u n individuo comienza a sentir las demandas del mundo espiritual en lo profundo
de su alma, empieza la búsqueda. Esta búsqueda suele abrirse paso a través de dos vías esencia-
les: el dolor y la imperiosa necesidad de conocimiento. (Esta última vía difiere notoriamente de
la mera curiosidad, que no desarrolla en sí misma ningún aspecto de la voluntad.)
Es m u y lógico, dada la formación que se recibe actualmente, que una persona posea una cier-
ta cautela, a veces teñida de escepticismo, frente a fenómenos paranormales, hechos inexplica-
bles o lecturas esotéricas. Esta actitud cambia radicalmente cuando toda aquella información se
impregna de la vivencia del hecho en sí. Se produce entonces el pasaje de ciertos contenidos
del intelecto al ámbito de los sentimientos, y también es posible que sea convocada la v o l u n -
tad. Para que el recorrido arribe a buen puerto se hace necesario que alguien colabore en el
aprendizaje. Dice Rudolf Steiner: "...se necesita de un guía que, al penetrar el desarrollo oculto, le ex-
plique al novato cómo se relacionan las cosas y cómo orientarse al respecto. En ello estriba la necesi-
dad de encontrar un maestro en quien pueda confiar estrictamente." (Suttgart, 02/09/1906)
Agreguemos a estas sabias palabras que cuanto mayor sea el equilibrio del discípulo, mayor
será la posibilidad de descubrir al maestro. No serán vanos los esfuerzos destinados a lograr la
armonía interior, conciencia del propio cuerpo, dominio de las emociones y apertura a la ma-
nifestación del espíritu.
• CAMINO ORIENTAL:
EL DESARROLLO ESPIRITUAL
El maestro
• MÉTODO CRISTIANO:
• M É T O D O ROSACRUZ:
las instrucciones para
Este camino permite al discípulo gozar de una mayor indepen-
dencia. El maestro ya n o es el guía sino el consejero que da las ins-
la disciplina interior,
trucciones para la disciplina interior, a la vez que procura u n deci-
dido desarrollo del pensar. a la vez que procura
un decidido desarrollo
El discípulo que ha recibido inicialmente la orientación del con-
sejero, aprende a encaminarse según su propia razón. Para quienes
deseen investigar en p r o f u n d i d a d este tema sugiero la lectura de la
Conferencia X I V dada por Rudolf Steiner el 6-6-1907 y que aparece
en la edición titulada: "Teosofía Rosicruciana". del pensar.
Siempre es útil recordar qué significa el pensar para la Ciencia Espiritual: mientras el Ser vive
en el plano físico percibe con los sentidos físicos lo que se halla en ese plano. Asimismo, las
percepciones astrales son válidas para el plano astral y las percepciones espirituales lo son tam-
bién para dicho plano. Cada plano posee su forma específica de percepción, pero hay una acti-
vidad que es el pensar lógico y que atraviesa todos estos mundos. La lógica es la misma en los
otros planos. Por lo tanto, en el plano físico se puede aprender algo que es válido para todos
los niveles: éste es el método observado por la disciplina antroposófica cuando insiste en culti-
var preferentemente el pensar valiéndose de los recursos de este plano. El fortalecimiento se ad-
quiere al aprender las verdades teosóficas o a través de prácticas espirituales. (Para una profun-
da ejercitación pueden estudiarse textos como "Verdad y Ciencia" y "Filosofía de la libertad",
ambos de Rudolf Steiner, que están escritos deliberadamente de tal modo que el pensar así
adiestrado puede operar, con absoluta seguridad, en los planos más elevados.) De esta manera,
el maestro ocupa el lugar de amigo y consejero del discípulo y éste se educa según su propia ra-
zón, la mejor maestra.
Señala Steiner que entre los europeos el método cristiano es el indicado para los más emoti-
vos; pero quienes se han distanciado de la Iglesia y se apoyan más en la ciencia debido a la cual
fueron arrastrados a la duda, progresarán mejor por el camino rosacruz.
En el umbral de la ciencia espiritual, Conferencia X I I , 2-9-1906
Los tres caminos mencionados pueden haber sido emprendidos independientemente en dis-
tintas encarnaciones, e inclusive pueden ser complementarios en la formación alcanzada por el
aspirante al desarrollo espiritual. También es posible que alguien nacido en la cultura occiden-
tal pueda sentir, en algún momento, una gran atracción por el camino oriental, y que esto se
deba a u n camino n o concluido en una experiencia anterior o a una fuerte reverberación de
aquella experiencia mística. Por eso es tan importante el extremo cuidado que Rudolf Steiner
pone constantemente en el respeto por la espiritualidad ajena, a p u n t o tal que la posibilidad de
abdicar de nuestras propias convicciones cuando sea menester, para vivenciar fraternalmente
la religión del prójimo es índice de u n elevadísimo rango espiritual. No olvidemos que el ape-
go o la pertenencia a una determinada religión se desprenderá totalmente en el camino que el
espíritu sigue en cada proceso de excarnación, permitiéndole de tal modo según la necesidad
de experiencia, la elección de su próxima fe religiosa.
Esta transformación es mucho más profunda que las anteriores; lo que se profundiza son las cos-
tumbres y el temperamento, arraigados ambos en el Cuerpo Etéreo. Si de los 49 a los 56 años no se
consiguen modificar los hábitos que se instalaron de los 7 a los 14, es m u y posible que el ser h u -
mano los lleve consigo más allá del umbral de la desaparición física. Cuando alguien, haciendo ga-
la de una ilusoria fortaleza, dice por ejemplo "soy así y no voy a cambiar más", sólo consigue tornar
más rígidos sus hábitos prematuramente en todos los ámbitos de su Ser, tanto físico como aními-
co, lo que es mucho más grave aún. En este período el Cuerpo Etéreo es tan fundamental como lo
es en el segundo septenio, aunque de otra manera. Transformar el Cuerpo Etéreo (hábitos relaciona-
dos con el Cuerpo Físico o con la claridad del pensar) es mucho más difícil que la metamorfosis de
una cualidad anímica -por ejemplo, el egoísmo-.
El conocimiento intelectual puede ahora transformarse en sabiduría: así como a los 7 años el hom-
bre empieza a aprender, ahora puede enseñar.
Hay dos posibles crisis en este septenio:
• Intentar mantener la actividad del período anterior -42 a 49 años-.
• "Sumergirse" en el Cuerpo Etéreo sin transformarlo y, como éste ya no tiene la vitalidad de los 7
a los 14 años, tratar de rejuvenecerlo artificialmente mediante la cirugía plástica, los cosméticos y
otras prácticas de moda, entablando así una lucha estéril contra el deterioro físico e ignorando la v i -
da espiritual -religiosa- y el desarrollo artístico, ambas actividades de incalculable valor para transi-
tar este período.
Júpiter, esencia de la sabiduría, envía a los hombres la curación por intermedio de Mercurio. Cuan-
do se unen Júpiter y Mercurio, la sabiduría de la vejez se transforma en terapéutica.
Nuestras observaciones nos llevan ahora a una elevada región espiritual: la esfera planetaria de Jú-
piter. Nos encontramos en el dominio de las fuerzas de la forma. La esencia de estas fuerzas brinda la
imagen del hombre que conocemos y reconocemos como tal; o sea, lo que percibimos externamen-
te de u n ser humano es obra de Júpiter. La belleza apolínea del cuerpo humano propia de las esta-
tuas griegas está ligada directamente a él.
La solidez de Saturno, exhibida duramente en nuestro esqueleto, necesita de la plasticidad de Jú-
piter para que la forma humana se exprese como vehículo de las manifestaciones anímicas. El esque-
leto necesita revestirse de músculos, ligamentos y articulaciones para abandonar su rigidez ances-
tral; aquello que denominamos partes blandas en el lenguaje corporal corresponde a la esencia mis-
ma de Júpiter. En la adquisición de la forma humana están involucrados, para alcanzar la armonía
arquetípica correspondiente, el tejido adiposo y el de sostén.
La huella de Júpiter en la Tierra se halla presente en el estaño. El stanun es la densificación de las
fuerzas espirituales que estamos describiendo. Así como el alfarero trabaja la arcilla o la tierra con sus
manos y el agua, así las fuerzas del stanun necesitan del líquido para modelar la sustancia viva -ac-
ción del Cuerpo Etéreo-. El stanun es el elemento imprescindible para que el estado líquido adquiera
consistencia. En términos físico-químicos, se transforma el elemento líquido en u n gel: el estado sol
es metamorfoseado paulatinamente en el estado gel -plasticidad de los coloides-.
Si obervamos la masa hepática, el líquido sinovial o las serosas, podremos tener una imagen ma-
ravillosa de la acción de las fuerzas de Júpiter.
Y a continuación surge la pregunta: ¿Cuál es el destino de estas fuerzas cuando finalizan su traba-
jo de modelado?
Esta es la segunda fase del proceso planetario que conocemos con el nombre de Júpiter: después
de haber formado los órganos para el movimiento, ellas deben impulsar el movimiento mismo. La mo-
vilidad está directamente vinculada con la constitución de las articulaciones, el funcionamiento de
los cartílagos articulares, la precisión del desplazamiento de los discos intervertebrales, la elasticidad
de las cápsulas articulares, la perfecta elongación y sincronización de músculos y ligamentos.
Ahora sí la forma podrá expresarse armoniosamente estableciendo u n ritmo que oscila entre la re-
cuperación de la forma y su movimiento. Esta relación entre fonna y movimiento se manifiesta en los
procesos de percepción de aquellas formas. La sensación habitual es que las percibimos mediante el
sentido de la vista, lo cual es erróneo ya que a través de la vista sólo percibimos el color. Para captar
una forma debemos seguir su contorno, y aquí interviene, generalmente de manera inconsciente,
el sentido del movimiento. Los ojos se pasean por el objeto observado como si lo acariciaran. Un
ASPECTO ir II II
MITOLÓGICO JL/ /
ejemplo más claro lo dan los gestos que hacemos con nuestras manos para describir u n objeto con
los ojos cerrados; los movimientos que realizamos son muy semejantes a los que necesitaríamos ha-
cer para modelar ese objeto.
El proceso detallado es la expresión polar con respecto a las fuerzas de Mercurio mencionadas en
el segundo septenio, cuando ellas dominaban las corrientes líquidas y a cuyo enlentecimiento se de-
be la condensación de la forma (-trabajos de Schwenk-).
Trasladando los conceptos desarrollados a la práctica médica de orientación antroposófica, encon-
tramos que indudablemente el stanun es de imprescindible uso en todos aquellos procesos articula-
res que llevan a una alteración de la forma: anquilosis, deformación articular o degeneración óseo-
articular. En el caso del hígado, el stanun beneficiará enormemente cualquier patología que tienda
a producir fenómenos de esclerosis o endurecimiento del tejido hepático. En términos generales, sta-
nun resulta de suma utilidad en los casos en que u n órgano blando tiende a perder su forma debido
a un proceso inflamatorio o a un edema: tratará siempre de ayudar a recuperar la configuración nor-
mal. Por este motivo se lo usa en derrames pleurales, pericarditis o ascitis, y también en hidroartro-
sis administrándolo en forma inyectable en la misma zona física del proceso. Naturalmente, en la
praxis médica antroposófica no se utiliza una sustancia aislada para tratar u n problema, sino que se
unen varias de ellas para equilibrar y encauzar el proceso mórbido. Todas provienen de los tres rei-
nos de la naturaleza, ya que el hombre es, también, parte de la naturaleza.
Queda otro aspecto por considerar y es el relativo al sistema nervioso.
Mitológicamente, Júpiter es la fuerza planetaria de la sabiduría y así está
ligado a la correcta conformación del cerebro físico; sin esta fuerza no po-
Cuando alguien,
dríamos desarrollar u n sano pensar. Stanun se administra en enfermeda-
des neurológicas que se acompañen de u n daño en el sistema nervioso haciendo gala de
central, como es el caso de las enfermedades degenerativas. Todo lo desa-
rrollado respecto de las fonnas en el plano físico, puede ser considerado
también para el plano del psiquismo: síntomas, tales como la imposibili-
una ilusoria fortaleza,
dad de concentrar la atención, la dispersión de ideas, la imposibilidad de
construir pensamientros apropiados ante determinadas situaciones, los
pensamientos "pequeños", etc., pueden ser tratados con stanun en sus di-
dice por ejemplo
ferentes dinamizaciones.
"soy así y
ASPECTO MITOLÓGICO
Se trata ahora de recordar a Zeus, hijo de Kronos y Rea, dios indoger- no voy a cambiar más",
mano de los cielos. Zeus pertenece a la tercera generación de dioses, es
uno de los pocos cuyo origen se da por demostrado y en la saga griega
ocupa u n lugar descollante. Está vinculado con casi todas las divinida-
sólo consigue tomar
des del Olimpo, ya sea como padre, esposo o amante. Su descendencia
fue numerosa; cualquier linaje que se preciara como tal en Grecia siem-
pre luchaba por colocar a la cabeza de sus orígenes a u n ancestro del
más rígidos sus hábitos
divino Zeus. Creció sin que su padre supiera de él; pero cuando llegó el
momento enfrentó a Kronos y lo obligó a vomitar a todos sus herma- prematuramente
nos. Con ellos compartió entonces la soberanía del universo: a Posei-
dón le dio los mares y a Hades los infiernos (aquí los infiernos se refie-
ren a las profundidades de la Tierra). Sus hermanos Demeter y Hera
en todos los ámbitos
de su Ser
también fueron devueltos a la vida por su intervención; Hera, eterna-
mernte celosa, aparece muchas veces como la única esposa legítima de
Zeus.
En las concepciones más antiguas se lo presenta como u n dios climático o atmosférico; osten-
taba todo el poder de la natulaeza en sus manos, de él partían los rayos y truenos (la divina có-
lera de Zeus) que conmovían a los humanos y a los propios dioses. Era el custodio de las costum-
bres y el orden, del derecho y la libertad; su imagen fue creciendo hasta convertirse en el padre
de familia de los dioses, y también de los humanos por cuya protección velaba. Era protector de
los extranjeros, a quienes brindaba hospitalidad; escuchaba las oraciones de los devotos y acep-
taba los sacrificios expiatorios. Su presencia ocupó todos los intersticios de la vida griega.
Representó una cierta corriente monoteísta que se centró en su figura. Uno de los sitios predi-
lectos para su adoración fue Olimpia, en donde había existido u n antiquísimo oráculo. Allí mis-
mo se celebraban, en su honor, los recordados Juegos Olímpicos. La estatua de Zeus, tallada en
mármol por Fidias y considerada una de las siete ma-
ravillas del m u n d o , fue levantada en su m a g n í f i c o
palacio.
La versión romana hereditaria de la mayor parte de
los atributos de este dios indogermano es Júpiter. (El
nombre "Iupiter" proviene del latín "Diespiter" y signi-
fica "Padre de la luz".) De gran influencia en la vida
romana como dios de la atmósfera y del clima, J ú p i -
ter también dominaba el rayo, el trueno y la l l u v i a , y
era el guardián del orden y las costumbres. C o m o
custodio del derecho protegía especialmente el ma-
t r i m o n i o y los juramentos. Venerado en el C a p i t o l i o ,
constituía el ideal estatal de los romanos. Con Juno
(diosa joven que representaba la gran fuerza v i t a l de
la mujer) y con Minerva (diosa itálico-etrusca de los
artesanos, poetas, maestros y médicos), formaba la
tríada del arte bajo cuya i n v o c a c i ó n los romanos ce-
lebraban una serie de actos oficiales: declarar la gue-
rra, publicar los pactos internacionales o recibir los
Zeus, dios supremo de los griegos.
cortejos de generales triunfantes. Junto con Marte y
El fragmento lo representa con un rayo
combatiendo a un gigante, Q u i r i n o , Júpiter fue considerado u n o de los dioses
que pretende arrebatarle su poder. más importantes de Roma.
PREGUNTAS DEL
OCTAVO SEPTENIO
EL SABIO
EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD
C A M I N O A LA SABIDURÍA
"PEQUEÑA" M E M O R I A Y "GRAN" M E M O R I A
ASPECTO M I T O L Ó G I C O
oEL SABIO*
T R A N S F O R M A C I Ó N CONSCIENTE D E L C U E R P O FÍSICO ( H O M B R E - E S P Í R I T U )
E T A P A D E L DESARROLLO M Í S T I C O - L A R E A L I Z A C I Ó N
E L REFLEJO D E S A T U R N O : E L RECUERDO CÓSMICO
Estamos ahora en el umbral de una nueva crisis muy especial dado el grado de conciencia que
puede alcanzar el hombre a esta edad. La crisis se puede manifestar en el ámbito de lo humano
o de lo espiritual. En el primer caso, la crisis humana se puede producir como corolario de una
vida poblada de desaciertos, o equivocaciones que no han podido ser reparadas. El ámbito de es-
ta manifestación es el referido a los vínculos: pareja, padres, hermanos, amigos, compañeros de
trabajo; o sea la sociedad toda en la que se desarrolla cada biografía. Sobrellevar estas situacio-
nes conflictivas suele demandar u n gran esfuerzo, y de no resolverlas una incipiente depresión
puede ser la consecuencia. Desde el punto de vista psicológico, a esta edad es necesario alcanzar
la suficiente maduración para aceptar críticas y errores, ya que si no se ha logrado reconocer en
su justo valor al sí mismo -autoestima- y a los otros -respeto- es m u y probable que la persona se
precipite hacia una zona oscura, de eternos reclamos no satisfechos, saturada de una "incom-
prensión del mundo" y de u n ejército de culpables por "tan desgraciada existencia".
En el caso de la crisis espiritual, ésta se produce por una apertura de conciencia, por u n des-
pertar del espíritu que denominamos fase mística de la evolución: el individuo siente u n llamado
imperativo de ciertos impulsos espirituales que no logra concatenar con la vida llevada hasta el
presente. Estos impulsos pueden obedecer a ideales tales como la verdad, la fraternidad, la justi-
cia o la libertad.
El espíritu humano encarnado es sensible, en este período de la vida, a la acción de la fuerzas
espirituales de Saturno y con ellas al recuerdo cósmico de la realidad esencial del Ser. Las sucesi-
vas encarnaciones van dejando en el espíritu su huella, y cuando se avecina u n nuevo proceso
de desencarnación, o sea u n nuevo desprendimiento de la materia, las fuerzas de Saturno cons-
tituyen una valiosa ayuda para recuperar una vez más la integridad del Ser y su profunda rela-
ción con la Totalidad. Esta situación consolida la posibilidad humana de transformar al conoci-
miento en sabiduría.
A medida que el ser humano se acerca a las últimas etapas de cada experiencia de vida, las cri-
sis anímicas debieran ser de menor envergadura mientras crecen en importancia las experiencias
vinculadas al m u n d o trascendente o espiritual. Tarea nada fácil, y que supone u n sabio desape-
go del m u n d o exterior y una marcada inmersión en el mundo interior.
Finalizan ahora los tres últimos septenios relacionados con el desarrollo del espíritu: el h o m -
bre penetra el noveno y último septenio ligado a las fuerzas espirituales planetarias y como tal
completa a los 63 años el noveno ciclo de siete años desde su nacimiento.
EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD
cipal de este libro. Esta misma orientación sirve para tratar el concepto de la evolución de la se-
xualidad en el noveno septenio.
Si analizamos el proceso de encarnación del ser humano, surge nítidamente a la observación
el retardo de la diferenciación sexual del embrión. La unidad espiritual se mantiene en las p r i -
meras épocas de la formación del Cuerpo Físico y se expresa como una bisexualidad orgánica; o
sea que se encuentran presentes los dos esbozos embrionarios responsables de la constitución
maculina y femenina respectivamente -conductos de Wolff y Müller-. La organización del Yo, de
acuerdo con el plan individual de la nueva encarnación, impulsa la atrofia de uno de los con-
ductos presentes y de esta forma se lleva a cabo el sacrificio de una parte del andrógino p r i m i t i -
vo que vive en nosotros.
Para el espíritu humano abordar la vida física significa, entonces, abdicar de la unidad y el
equilibrio para comenzar la renovada búsqueda dentro de la condiciones especiales que cada
nuevo Cuerpo Físico plantee de acuerdo con el destino personal de su encarnación.
A lo largo de la vida siguen latentes las cualidades polares de Marte y Venus, de lo masculino
y lo femenino. Estas cualidades se pueden expresar de dos maneras:
1) Aspecto físico: los impulsos espirituales correspondientes a estas dos fuerzas se hacen pre-
sentes en la vida física del ser humano a través de la acción bioquímica de las sustancias cono-
cidas como hormonas que, actuando a distancia sobre receptores específicos, son las mensajeras
de la actividad de las glándulas respectivas sobre la totalidad del organismo femenino o mascu-
lino. Esto es m u y importante para diferenciar la concepción mecanicista de la ciencia actual, de
la concepción científico-espiritual: para la endocrinología clásica un Ser es mujer porque en ese
organismo existe u n cierto nivel sanguíneo de estrógenos-progesterona; en tanto que para la An-
troposofía, u n Ser que debe ser mujer (en su encarnación) producirá la cantidad necesaria de es-
trógenos-progesterona que dicho cuerpo requiera.
2) Aspecto anímico: los mismos impulsos espirituales, cuando actúan en el plano anímico, ex-
presan lo masculino a través de la creatividad, el impulso o la decisión; y lo femenino median-
te la receptividad, la paciencia y la sensibilidad.
No somos, por lo tanto, hombres o mujeres que pertenecemos a dos clases distintas de seres
humanos:
• no nos ha tocado por azar una de las dos experiencias
• no tenemos una sola vida para experimentarlo
• no tenemos una condición particular -sexo- qué defender o imponer al "adversario"...
E V O L U C I Ó N DE
LA SEXUALIDAD
Más aún: si lograran derribarse algunos muros socioculturales, las opiniones diferentes podrían
ser enriquecidas por el simple hecho de provenir de mujeres o de hombres, ya que la corporali-
dad de cada uno sustenta una menor o mayor inserción espiritual en la materia con la consi-
guiente repercusión en la construcción de juicios y elaboración de pensamientos. El organismo
femenino presenta u n área importante de su organización suprasensible fuera del Cuerpo Físico,
cuya característica es ser menos encarnado o más cósmico en su manera de razonar; mientras
que u n organismo masculino ha sido penetrado más profundamente por los miembros esencia-
les del Ser, y su característica del pensar será ahora de límites más precisos y de objetivos más
claros tal como la materia física se lo impone.
C o l o c á n d o n o s por unos instantes en la posición del espíritu que ha
de encarnar, podríamos imaginar nuestra futura posibilidad de pensar
a través de u n cuerpo femenino o masculino. Si consideráramos que Si consideráramos
pertenecemos a u n sexo o a otro merced a la exclusión temporaria de
una parcela espiritual, nuestra postura frente al m u n d o y a la vida se-
ría absolutamente distinta de la que sustentamos al afincamos de ma-
que pertenecemos
nera primitiva y excluyeme a una transitoria sexualidad pretendiendo
establecer, además, tal o cual superioridad o derechos. a un sexo o a otro
En el mismo gráfico se pueden observar algunas similitudes entre el
primer septenio y el noveno: en los primeros siete años las diferencias
sexuales entre los niños se remiten a los caracteres físicos que osten- merced a
tan sus cuerpos heredados y que traen desde el estado fetal, sin que los
mismos hayan llegado aún a desarrollar los caracteres sexuales secun-
darios, proceso que se inicia en el segundo septenio. También los jue-
la exclusión temporaria
gos, la conducta y el modo de relacionarse conservan generalmente
una carencia de definición sexual. Cuando los niños de esta edad tien-
den a manifestar una prematura diferenciación sexual, lo hacen mer-
de una parcela
ced a modelos culturales y/o ambientales que determinan los tipos de
juego, ropa, actitud o actividad que se estila deben practicar según el
sexo al que pertenezcan.
espiritual,
El reflejo de esta situación del primer septenio, donde se prolonga
aún el estado espiritual del Ser, lo vemos en espejo en este noveno sep-
nuestra postura
frente al mundo y
tenio cuando las diferencias sexuales se van atenuando. La organiza-
ción genital y sus funciones comienzan u n paulatino proceso de invo-
lución debido a que la entidad anímico-espiritual -Cuerpo Astral, Yo-
emprende lentamente el abandono del instrumento físico para reinte-
grarse al m u n d o espiritual, y el organismo vital -Cuerpo Etéreo- se tor- a la vida sería
na cada día más incapaz de cumplir cabalmente su función original.
(Recordemos que en el m u n d o espiritual el sexo no existe como dife-
renciación entre los seres; ello ocurre solamente en el plano físico de absolutamente distinta
la manifestación.)
El proceso perteneciente al noveno septenio es el comienzo de una virtual des-sexualización
del ser humano en el sentido más sublime de la palabra; es cuando la sexualidad deja de ser al-
go que separa y divide. Esta separatividad y división son características del m u n d o físico. La i n -
tegración y unicidad son expresiones del m u n d o espiritual; se manifiesta socialmente en el en-
cuentro entre individuos de esta edad. Ahora se puede percibir la verdadera presencia espiritual
del Ser independientemente de su sexo; puede valorarse al hombre y a la mujer como ser huma-
no total.
Observemos ahora en el gráfico las etapas centrales de la vida: desde que finaliza el primer
septenio hasta que entramos en el noveno se produce una separación de las características
que definen a cada u n o de los sexos. (No obstante la relatividad de u n diseño gráfico, se
aprecia la n o t o r i a distancia que alcanza dicha separación en estas etapas centrales.) A partir
del segundo septenio, las curvas representativas de cada u n o de los sexos comienza su dife-
renciación hasta alcanzar el tope más alto en la parte central de la biografía -los tres septe-
nios del A l m a , 21 a 42 años-, para iniciar u n acercamiento a partir de los tres septenios del
Espíritu -42 años en adelante-.
La distorsión de una u otra curva puede responder a infinitas causas. U n conjunto de causas
está ligado siempre al destino individual, como por ejemplo las características de los distintos
I A
PARTE
Cuerpos -Físico, Etéreo, Astral- conformados en cada encarnación, unido esto al encuentro con dis-
tintas personas y a situaciones por las que necesariamente debemos atravesar en cada vida.
Otro conjunto importante de causas está relacionado con el karma colectivo. Esto se refiere al
tipo de familia y etapa de la cultura donde el nuevo Ser deberá insertarse para retomar su apren-
dizaje terrenal. Los lazos físico-etéreos humanos -herencia física- presentan diferencias sustancia-
les según su ascendencia o rango; no así la esencia espiritual del Ser. No es lo mismo nacer a la
vida física dentro de una familia de la alta aristocracia europea que hacerlo en u n conglomera-
do humano al sur de la India.
De la misma forma es m u y distinta la actitud, con respecto al sexo opuesto, de alguien que
irrumpe en una estructura social de tipo patriarcal y que recibe como estigma el machismo -má-
xima distancia de los aspectos masculinos en el gráfico- de la que tendrá quien haya nacido en
una comunidad espiritual y haya recibido como legado u n respeto fraternal hacia el otro sexo.
Otro caso es el feminismo -máxima distancia de los aspectos femeninos en el gráfico-, que l u -
chando por vencer desigualdades sociales puede caer en el rechazo o el desprecio por el sexo
masculino, lo cual sería justamente contrario a aquello que trata de reivindicar.
En ambos casos se produce una marcada hipertrofia de los patrones normales de la polaridad
femenino-masculina. Es evidente que cuando el hombre llega a la adquisición de u n conoci-
miento espiritual ya no participará en la lucha entre los sexos; no ocurrirá algo semejante si te-
nemos en cuenta lo transitorio de cada existencia y la posibilidad clara y lógica de conformar,
sucesivamente, u n Cuerpo Físico de hombre o de mujer.
En cuanto a la pareja, que constituida como tal llega a esta etapa de la vida, se torna impres-
cindible el redescubrimiento mutuo de nuevos valores. Hay tres virtudes que deben sobrevivir a
los años compartidos para permitir u n reencuentro permanente y supremo: el respeto, el perdón
y el asombro. Es vital cultivarlas en cualquier relación humana, pero se torna de suma necesidad
en la pareja debido al riesgo psicofísico de la convivencia:
• El respeto es la atención brindada al otro; es también la consideración que ese otro nos me-
rece como ser humano y la veneración que nos despierta como encarnación divina. En cada
hombre, en cada mujer, anida el Ser. El mutuo respeto nos ayudará a trascender el hombre exis-
tencial para encontrar al hombre esencial.
• El perdón es la otra cualidad insustituible en la convivencia, ya que sin esta actitud es virtual-
mente imposible la superación de situaciones críticas. En primera instancia se puede abordar y
elaborar el posible conflicto incluso con una asistencia psicoterapéutica, pero la verdadera reso-
lución reside siempre en el perdón.
• En cuanto al asombro, pareciera ser una virtud poco importante a primera vista pero su pre-
sencia se vuelve esencial en una prolongada convivencia. La falta de asombro es un síntoma gra-
ve de deterioro de una pareja. Se evidencia, por ejemplo, cuando cualquiera de los dos integran-
tes sabe con antelación cuál será la respuesta del otro ante determinadas situaciones... una res-
puesta rutinaria, carente de creatividad, de sorpresa, de vida. Primero se van conociendo mutua-
mente las respuestas, luego se conocen las actitudes, después las ideas, los dogmas, las pequeñas
inmoralidades cotidianas, y así sucesivamente hasta saberlo aparentemente todo del otro... y sin
embargo, paradójicamente convivir con un auténtico deconocido. Porque lo que conocemos del
otro es exactamente lo mecánico, lo muerto de sí mismo. La mecanización de nuestros pensa-
mientos, sentimientos y acciones representan la muerte del Ser... la aparición del no Ser. A par-
tir de allí convivimos con u n rol, no con una persona. Por eso un valor fundamental para quie-
nes practican la convivencia consiste en cultivar la capacidad de asombro. Con esa actitud se i n i -
cia el amor al conocimiento, decía Aristóteles. El asombro se cultiva, se trabaja, crece en noso-
tros, se riega con humor y humildad. Debemos educar a nuestros sentidos para percibir el m u n -
do que nos rodea: el pájaro que hoy vuela raudo no es el mismo de ayer, n i la puesta de sol de
E V O L U C I Ó N DE
LA SEXUALIDAD
esta tarde será la de m a ñ a n a . . . La cascada majestuosa que hoy nos envuelve es tan fascinante co-
mo la creación misma.
Como corolario de este tema puedo citar cuatro estados que he reconocido, a través de
los años, en u n proceso espiritual consciente de integración de la pareja. Los dos prime-
ros son muy variables en cuanto a las edades en que pueden presentarse. El primero de
ellos - n 1- es característico del encuentro y el deslumbramiento, y acompaña el inicio de
Q
chos factores el que no se precipite en una separación; en esto tiene que ver la evolución
individual, la autoestima, la capacidad para encarar el fracaso, la disposición caracteroló-
gica, el temperamento, el karma, etc.
En el presente septenio se pueden consolidar los estados n 3 y n 4.
2 2
v o l u n t a d c o m o l a d e c i s i ó n l i b r e t o m a d a p o r u n i n d i v i d u o t o t a l m e n t e consciente. Tal
desarrollo es el corolario de la obra de Goethe, quien ya había determinado que la Idea o
p r i n c i p i o espiritual del Universo n o es una mera abstracción o p r i n c i p i o metafísico, sino
una realidad concreta que hace su aparición en el m u n d o sensible, y así estableció tres n i -
veles de manifestación de esta Idea o p r i n c i p i o espiritual:
1) M u n d o i n o r g á n i c o : m u n d o de los objetos inanimados.
La Idea se expresa como leyes de la naturaleza. En realidad en este m u n d o sólo se encuen-
tran entes con u n cuerpo físico, como los minerales.
2) Mundo orgánico: mundo de los seres animados, plantas y animales.
La Idea se expresa en el reino vegetal a través del arquetipo, o planta p r i m o r d i a l . La d i -
versidad de f o r m a s y las f u n c i o n e s vitales se deben a la r e p e t i c i ó n de m ó d u l o s . La Idea
se expresa en el reino a n i m a l -animales superiores- por la existencia del arquetipo ideal
subyacente en todas las especies superiores. Esto lo refirió a la estructura ósea y a los órga-
nos que constituyen el organismo a n i m a l . En el caso de la estructura ósea, pudo observar
que los huesos del cráneo son vértebras metamorfoseadas y que el p r i n c i p i o básico de la d i -
ferenciación de órganos n o se da por repetición, sino que estos se estructuran a partir de
u n centro ideal. El a n i m a l posee, además de las formas y procesos vitales, una vida anímica -
instintos y sensaciones-. Recordemos que e n este n i v e l nos e n c o n t r a m o s , a d e m á s d e l
Cuerpo Físico, c o n u n a o r g a n i z a c i ó n etérea y astral que p o s i b i l i t a estas m a n i f e s t a c i o -
nes de l a Idea.
3) Hombre: A q u í la Idea se torna consciente de sí misma. El h o m -
bre piensa f o r m u l a n d o conceptos e ideas; por tal m o t i v o el pensar
es su herramienta de acción en el m u n d o espiritual. A q u í aparece
el Yo c o m o soporte para que l a Idea p u e d a hacerse consciente
la ¡dea
de sí m i s m a .
o principio espiritual
En sus obras sobre Goethe, Steiner examina a f o n d o esta i n m a -
nencia de la Idea y la f u n c i ó n del pensar en el proceso de conocer del Universo
-acto cognoscitivo-; le preocupa la investigación sobre lo moral y la
posibilidad de i n c l u i r l a en el campo de la acción de la Idea. Su obra
"Filosofía de la libertad" (1894) es una investigación filosófica sobre no es una mera
el problema de la ética, o la libertad del acto v o l u n t a r i o , edificada
sobre la c o s m o v i s i ó n goetheana del m u n d o .
Hay dos elementos constitutivos en cuaquier acto de v o l u n t a d :
abstracción o
la disposición caracterológica y la m o t i v a c i ó n m o m e n t á n e a . El p r i -
mer caso se refiere a las características anímicas que constituyen la principio metafísico,
manera de ser del i n d i v i d u o -percepción sensorial, sentir, pensar- y
el pensar p u r o , o capacidad de i n t u i r ideas. El segundo p u n t o es el
que actúa sobre la disposición caracterológica y lleva al hombre a sino
tomar una decisión, o acto de v o l u n t a d . Una m o t i v a c i ó n puede re-
ferirse al placer de la a c c i ó n ; otra, al s o m e t i m i e n t o a leyes externas
o mandatos internos, y otra puede ser u n acto de p l e n a c o n c i e n -
una realidad concreta
cia h u m a n a incluso en consonancia con u n progreso moral de la
h u m a n i d a d . El ú l t i m o n i v e l corresponde a la i n t u i c i ó n e s p e c í f i c a
de l a "idea de a c c i ó n " . Quien i n t u y e esta idea de acción se i d e n t i -
que hace
su aparición en
fica con ella y actúa plenamente por amor a ella. La acción libre es
aquélla que deviene de la i n t u i c i ó n de l a Idea; sólo así el acto es
de l i b r e v o l u n t a d . Cualquier o t r o acto que n o proceda de esa i n -
tuición y que sea determinado por disposición o m o t i v a c i ó n infe-
rior, por noble que sea, no es libre. Es preciso: el mundo sensible
• auto-observación sutil de los propios actos, y
• raciocinio m u y claro, ya que la verdadera libertad consiste en actuar de acuerdo con la
idea de a c c i ó n basada en una i n t u i c i ó n de la misma.
La i n t u i c i ó n nace del pensamiento impregnado por la v o l u n t a d . La libertad de la v o l u n -
tad presupone, entonces, la existencia de u n m u n d o espiritual. La realidad de las Ideas es
I a
PARTE
la capacidad del hombre de elevarse a ese m u n d o a través del pensar puro: esto es la me-
tamorfosis del pensar, (ver páginas 235 y 236)
C o m o corolario de la conciencia de las funciones anímicas a desarrollar en este septenio,
repetimos que la comprensión del pensar, sentir y actuar, puede ser fruto de u n trabajo
consciente o inconsciente. Hacer el trabajo plenamente conscientes nos impulsará de lle-
no a penetrar el c o n o c i m i e n t o de los mundos superiores.
C A M I N O A LA SABIDURÍA
En esta época, el maestro puede volverse sabio (Kronos es el padre de Zeus). El sabio pue-
de ayudar a cambiar a los otros como también lo hace el maestro, pero desde otro lugar; el
sabio podrá seguir siendo maestro, lo cual es ó p t i m o , pero sus enseñanzas tendrán ahora
la luz de la sabiduría.
Sabiduría es aquella que surge cuando lo absoluto y lo eterno se manifiesta en la con-
ciencia finita y transitoria arrojando luz sobre la vida. La sabiduría h u m a n a es el reflejo del
estado de omniconciencia espiritual al que retornamos cada vez que atravesamos el u m b r a l
de la muerte física; la sabiduría conecta al m u n d o interior con el m u n d o espiritual. El h o m -
bre sabio se comunica con una realidad superior, se interesa por saber qué es aquello que
va más allá de la razón.
La sabiduría se constituye en u n estado de ser, independiente de los rasgos de personali-
dad. Lo que define al sabio es lo que él hace en el m u n d o , y no lo que dice o piensa. (No
debe confundirse sabiduría con adquisición de conocimientos, y menos a ú n con almace-
n a m i e n t o de conocimientos.) Hay un c o n o c i m i e n t o temporal y u n saber atemporal: el sa-
bio ya lo ha descubierto. La ciencia contemporánea engendra bibliotecas de c o n o c i m i e n -
to, pero el saber atemporal sigue vigente en los textos sagrados de las distintas religiones,
en la mitología, en las tradiciones y en las leyendas.
El c o n o c i m i e n t o , per se, puede constituirse en u n precioso i n s t r u m e n t o de poder. La sa-
biduría, en cambio, se presenta como u n camino espiritual de a u t o c o n o c i m i e n t o . No es el
c o n o c i m i e n t o lo que conduce a la sabiduría, más bien son las condiciones morales las que
pueden hacerlo. El verdadero sabio conoce realmente el alma h u m a n a , la natualeza que lo
rodea y la inmensidad del Cosmos; aquello que aprende cada día lo relaciona con el Todo;
antes debió aprender a escuchar, ahora puede hablar o hacer silencio, pero ya sabe porqué.
Su ú n i c o poder es el poder de espíritu.
La sabiduría permite reconquistar el asombro y la veneración de los primeros años de la
vida. Siempre late el corazón de u n n i ñ o dentro del h o m b r e : el n i ñ o del primer septenio
ha cobrado vida y las fuerzas espirituales del Cuerpo Físico paulatinamente son transforma-
das en fuerzas de la conciencia.
La verdadera sabiduría desmantela la soberbia y desarrolla la h u m i l d a d . Se nutre de los
ideales básicos del alma humana: bondad, belleza y verdad. La sabiduría irradia luz, cual
un faro, en la oscura noche de la ignorancia. La sabiduría es luz...
"Todo aquél que necesita penetrar en la esencia del saber, es imprescindible que dé un paso en
el camino del conocimiento y tres pasos en el camino de lo moral." (Rudolf Steiner)
C A R A C T E R Í S T I C A S G E N E R A L E S D E L SEPTENIO
Este septenio está regido por Saturno; lo d o m i n a n t e es la resolución que se expresa a tra-
vés de la realización. Es el septenio reservado para el germen del Hombre Espíritu, o trans-
formación consciente del Cuerpo Físico.
La realización es la fuerza para que el Yo pueda hacer lo que el espíritu quiera en mí; es
la realización del acto. Es la posibilidad de realizar por sí m i s m o . (Goethe terminó su "Faus-
to" durante el noveno septenio. A Steiner le llevó treinta años integrar su trimembración;
en sus últimos años fundó la Sociedad Antroposófica, e i m p u l s ó el n a c i m i e n t o de la C o m u -
nidad de Cristianos y la primera clínica antroposófica en Arlesheim, Suiza.)
La forma física que surgía en el primer septenio, regido por la Luna, es vivida ahora espi-
ritualmente. Las que antes eran fuerzas creadoras, ahora se transforman en fuerzas de la
conciencia -relación Saturno/Luna-. Ya hemos dicho que detrás del aspecto físico visible,
conformado por la sustancia, se entretejen las fuerzas espirituales propias de la materia i n -
CARACTERÍSTICAS
legradas en el Cuerpo Etéreo, en el Cuerpo Astral y en la organización del Yo. Las fuerzas fí-
sicas de la forma corresponden a lo estático, a lo cristalino -por ejemplo, el esqueleto-; son
una c o n d e n s a c i ó n de fuerzas espirituales m u y poderosas que condicionan la estructura ú l -
tima de la materia en el m u n d o físico. Dijo Rudolf Steiner: "El Cuerpo Físico es el fin del ca-
mino de Dios..."
También u n temperamento colérico o sanguíneo encuentra en esta etapa la calma. La
transformación del Cuerpo Físico otorga una mayor transparencia para el espíritu. (Es útil re-
cordar c ó m o el cuarzo es transparente a la luz y el cerebro físico l o es a los pensamientos.)
El C u e r p o Físico se t r a n s f o r m a e n u n v e r d a d e r o r e c e p t á c u l o
de fuerzas e s p i r i t u a l e s . . . l a sabiduría humana
(Desde ya que la percepción de esta metamorfosis de fuerzas de-
penderá del desarrollo espiritual alcanzado por cada persona.) es el reflejo
La presenilidad, posible en este septenio, puede acompañarse c o n
problemas de salud, físicos o psíquicos. Si estos se hacen presentes
y el i n d i v i d u o n o ha hecho u n trabajo de apertura espiritual, es
del estado
muy fácil que toda su atención la centre en sí mismo tornándose
profundamente egoísta, perdiéndose para sí y para el m u n d o . Este
de omniconciencía
t i p o de situaciones i n h i b e n las posibilidades de percepción espiri-
t u a l , ya que n o se desarrollan convenientemente los órganos aní- espiritual al que
mico-espirituales; el hombre se encamina entonces, aceleradamen-
te, hacia u n verdadero proceso de deterioro y esclerosis psicofísica. retornamos cada vez
que atravesamos
La vivencia de la muerte es m u y clara, lo cual lleva a una nueva
crisis. Aparece otra depresión: la de la vejez ("antes todo era me-
j o r . . . " ) . U n a adecuada transformación de fuerzas físicas en fuerzas
de la conciencia es una buena prevención para este tipo de depre-
siones. Si bien la fuerza planetaria de Saturno está relacionada c o n
el umbral
la esclerosis y la muerte física, también lo está con el calor p r i m o r -
dial que desde el interior del hueso da origen a la sangre y a la v i - de la muerte física.
da.
La otra misión de estas fuerzas está relacionada con la memoria
de la presente vida y con la memoria cósmica de la h u m a n i d a d . El
estado del antiguo Saturno -primera incorporación de la Tierra-
...Lo que define
marca el comienzo de la c o n d e n s a c i ó n de la materia... la base, el
sostén de la futura experiencia del hombre sobre la Tierra.
al sabio es lo que
En este noveno septenio se establece una c o n e x i ó n c o n el p r i m e -
ro; hay una i l u m i n a c i ó n de la vida i n f a n t i l y una reconciliación
él hace en el mundo,
con todas sus manifestaciones. Si el hombre o la mujer del noveno
septenio no fueron buenos padres o madres, pueden descubrir aho- y no lo que
dice o piensa.
ra como abuelos o abuelas las delicias de esta etapa de la vida.
La descripción de las fuerzas planetarias que hemos ido insertando en cada septenio c u l -
m i n a aquí con el desarrollo de las fuerzas espirituales de Saturno. Físicamente, el planeta
Saturno está m u y lejos de nosotros y las fuerzas que llevan su nombre también se hallan
alejadas de nuestra conciencia cotidiana.
Repetimos una vez más que la formación de nuestro Cuerpo Astral es un proceso
concomitante con el descenso del Yo desde el mundo espiritual para su encarnación
en el mundo físico. El Yo trae un destino y un plan para cumplirlo: un destino elegi-
do mediante su libre albedrío espiritual, y un plan, a veces utópico, para atravesar la
nueva encarnación. Este propósito contempla, entre otros, la constitución de órga-
nos débiles o resistentes, de sistemas inmunológicos lábiles o eficientes, de tempera-
mentos tormentosos o depresivos. Es así que a lo largo de la vida iremos descubrien-
do y aceptando, o no, las características de nuestra Individualidad corpórea y aními-
ca. En otro términos: el cuerpo recibido en cada experiencia de vida posee un com-
plejo sistema de predisposiciones mórbidas y resistencias, inscriptas en el mapa ge-
nético individual llamado científicamente "genoma humano".
Los órganos formados especialmente por estas fuerzas saturninas son el bazo, el esquele-
to y la médula ósea, los cuales se hallan, verdaderamnente, m u y lejos de nuestra concien-
cia. Si observamos el esquema de los campos de acción de las fuerzas planetarias, podremos
ver que Saturno se presenta como una hipotética línea divisoria que delimita u n área i n t e -
rior constituida por todas las fuerzas planetarias estudiadas, y u n área exterior dada por lo
que Rudolf Steiner llama "estrellas fijas" o fuerzas espirituales procedentes de las constela-
ciones, que reciben el nombre de "fuerzas zodiacales". Precisamente, Steiner describe el es-
tado de la evolución conjunta de la Tierra y el arquetipo espiritual del hombre en una an-
tiquísima etapa donde sólo se podía percibir el "calor p r i m o r d i a l " , llamando a esta p r i m e -
ra manifestación de la futura Tierra "estado del Antiguo Saturno". Lo describe, además, en
su Ciencia Oculta, como el ámbito en el que aparece por primera vez el esbozo espiritual
del futuro Cuerpo Físico.
Estas características de las fuerzas planetarias de Saturno, se mantienen imperecederas a
lo largo de la e v o l u c i ó n . Esencialmente, estas fuerzas tenderán siempre a llevar lo espiri-
tual a tal grado de condensación que en el plano físico las bautizaremos: procesos de cris-
talización (en el reino mineral) y mineralización o esclerosis (en el campo biológico). En el
proceso de cristalización se libera algo imponderable: para disolver u n cristal en agua se ne-
cesita calor, pero si por el contrario queremos cristalizar una solución, al producirse el fe-
n ó m e n o se libera calor, el calor que se hallaba latente en la sustancia. Este es el calor p r i -
m o r d i a l al cual nos referíamos antes. Estos fenómenos elementales de la naturaleza pasan
h o y en día inadvertidos para nuestros sentidos debido a la severa i n t o x i c a c i ó n de las per-
cepciones sensoriales que padece la h u m a n i d a d .
¿Y qué pasa con la mineralización de la sustancia viviente? Aquí lo que se libera no es ca-
lor sino fuerzas vitales, fuerzas de lo viviente, o fuerzas etéreas que también son i m p o n d e -
rables como el calor. En el ser v i v o , constantemente se están transformando fuerzas vitales
en sustancia mineral. Este proceso de mineralización de la sustancia es diferente según los
FUERZAS PLANETARIAS
Y METAL CORRESPONDIENTE
Señalamos antes que las fuerzas de Saturno llevan a la f o r m a c i ó n del esqueleto -muerte
física de la sustancia-, pero también son las que m a n t i e n e n el "calor p r i m o r d i a l " de la ca-
vidad del hueso en donde la médula ósea sigue obrando el milagro de la creación de la san-
gre, o sea la resurrección de la vida. Y así como la médula ósea crea la vida, el bazo la des-
truye; es el encargado de la destrucción de los glóbulos rojos envejecidos y débiles que ya
han c u m p l i d o su m i s i ó n . Sin embargo el bazo también participa de la vida: después de ca-
da ingestión de alimentos interviene en el proceso digestivo y la circulación a b d o m i n a l . El
r i t m o de la comidas no corresponde casi nunca a los ritmos interiores del cuerpo, y el ba-
zo se encarga de compensar rítmicamente este desfasaje: aumenta de t a m a ñ o después de
una comida abundante y disminuye de v o l u m e n entre comidas. Solamente observando es-
tas fuerzas a través de la polaridad puede ser comprendido su accionar.
Otra f u n c i ó n importante que corresponde a Saturno la constituye la memoria. La fijación
de u n recuerdo es u n f e n ó m e n o que tiende hacia lo muerto, similar a la f u n c i ó n del esque-
leto. La memoria nos ofrece una cierta fijeza en relación con la vida del pensamiento. U n
hecho acaecido es como u n pensamiento cristalizado: nos pone en relación con el pasado,
y es diferente de la toma de conciencia de u n recuerdo (re-cordo) y la representación que
hace revivir ese pasado que se ha fijado. Esto se torna peligroso para el hombre maduro que
aguarda una ancianidad luminosa; siempre existe el riesgo latente de adherirse rígidamente
a los recuerdos y a los hábitos en los que la biografía se detiene y ya nada nuevo aparece.
Ahora veamos algunas aplicaciones médicas de plumbum. U n caso especial es el raquitis-
m o , en el que una I n d i v i d u a l i d a d m u y débil no posee la fuerza necesaria para lograr una
adecuada cristalización de la sustancia. He aquí entonces, una o p o r t u n i d a d ideal para for-
talecer las fuerzas del plumbum en ese organismo. Otro caso interesante lo constituyen los
n i ñ o s en trance de adolescencia (12 a 14 años) cuya personalidad se muestra soñadora, i n -
capaz de concentrarse, carente de interés escolar, m u y juguetona y con serias dificultades
en su relación con otros jóvenes de la misma edad. Aquí, el plumbum lo ayudará en poco
t i e m p o a conformarse y cristalizarse u n poco más dentro de su personalidad. En enferme-
dades de la edad adulta, el plumbum, en altas dinamizaciones, interviene en todas aquellos
procesos de esclerosis prematuras, como nefroesclerosis, cataratas, osteoporosis, etc. En la
arterieesclerosis en general, incluso a c o m p a ñ a d a de agresividad, desorientación, descon-
centración e incapacidad de c o n t r o l de esfínteres, los preparados con plumbum despliegan
toda su acción benéfica.
Para finalizar, podemos recordar la mítica imagen de Kronos (devorador de sus hijos): u n
esqueleto con una guadaña en una mano y u n reloj de arena en la otra. La muerte e m p u -
ña la hoz que siega la vida, y el reloj delimita inexorablemente el t i e m p o de lo v i v i e n t e .
Penetremos profundamente esta imagen: la guadaña puede representar "la vida que debe
ser segada", como el pasto o el trigo; y los hijos devorados, "la vida que debe ser transfor-
mada", como nuestros pensamientos a partir de la formación de la sustancia v i t a l o etérea.
Servir de a l i m e n t o al reino animal o h u m a n o es una manera de elevar la vida vegetal a
u n estrato superior; significa la penetración de lo etéreo-vital en el d o m i n i o de lo a n í m i c o -
espiritual. En el proceso digestivo, tal como lo investiga la Antroposofía, la sustancia vege-
tal es descompuesta física y q u í m i c a m e n t e para su asimilación, y a la vez se lleva a cabo la
destrucción de las fuerzas etéreas presentes en la sustancia v i v i e n t e , para lograr así su inte-
gración a la propia d i m e n s i ó n humana del organismo donde ocurre el proceso.
¿ Q u é significa Kronos?: t i e m p o . . . u n t i e m p o que comienza, y que t a m b i é n t e r m i n a . ¿Y
c u á n d o se establece una relación con el tiempo?: solamente cuando aparece la vida. La v i -
da biológica transcurre en u n cierto lapso; está delimitada temporalmente por la c o n s t i t u -
ción del Cuerpo Etéreo o v i t a l , y así como tiene u n comienzo tiene t a m b i é n u n f i n a l . Así co-
m o el Cuerpo Físico es el cuerpo espacial que nos permite vivenciar el espacio a través de
los sentidos, el Cuerpo Etéreo es el cuerpo temporal a través del cual v i v i m o s el t i e m p o .
A S P E C T O MITOLÓGICO
Este es el septenio d o m i n a d o por Kronos -Saturno, para los romanos- que pertenece a la
segunda generación de dioses griegos y al grupo de los Titanes, entre los cuales es el más
joven. Otros Titanes destacados son Prometeo y Epimeteo.
De Urano y Gea descienden los Cíclopes, los Gigantes, los Hecatónquiros y los mismos
Titanes. Según algunas versiones, el enojo de Gea con su esposo Urano se debió a la e x p u l -
sión de los C í c l o p e s (un solo ojo, en el entrecejo) y de los Hecatónquiros (cien manos). Ins-
FUERZAS PLANETARIAS Y
EL METAL CORRESPONDIENTE
1
A
NOVENO SEPTENIO
SU
JÉ
•¿Cómo fue el paso de los 55 a los 56 años? •¿Has organizado la administración de tus bie-
¿Crisis, cambios exteriores e interiores? ¿ C ó m o nes?
fue el a ñ o 60? •¿Cómo está tu campo de relaciones?
•¿En q u é estado se encuentran tus ó r g a n o s sen- •¿Tienes en las viejas relaciones cosas que arre-
soriales? ¿ Q u é haces por su cuidado? glar o que reconciliar?
•¿Cómo está tu memoria? •¿Cómo es tu relación con la g e n e r a c i ó n más jo-
•¿Cómo es tu movilidad física? ¿ Q u é ejercicios ven?
haces para conservarla? •¿Qué ataduras tienes en la vida?
•¿Tienes p r e o c u p a c i ó n anímica o disgustos e in- •¿Qué cosas han de ser respetadas cuando estés
satisfacción? enfermo de muerte? ¿Y después de la muerte?
•¿Qué sentido le ves a tu vida? (Expresar los deseos.)
•¿Has alcanzado tus metas? •¿Cómo será tu vida después de la jubilación?
•¿Qué quieres desarrollar en el futuro? •¿Qué impedimento o dificultades tienes de na-
•¿Qué aspecto tiene tu futuro plan de vida? turaleza corporal o anímica?
•¿Tienes ganas de aprender cosas nuevas? •¿Qué enfermedades, accidentes, operaciones,
etc., drogas, medicamentos, adicciones, tienes?
•¿Tienes posibilidades financieras para los p r ó x i -
mo años?*
(Para las ulteriores fases de la vida las preguntas
serán las mismas que las de 56 a 63 años.)
197 I LOS TRES SEPTENIOS D E ESPIRITU
j ALMA
I ESPÍRITU
] % | DOS TIPOS DE HOMBRE
]99 j ESPEJAMIENTO BIOGRÁFICO DE TENDENCIAS Y PROCESOS MÓRBIDOS
; TRABAJO ESPIRITUAL ESPECÍFICO PARA LOS TRES SEPTENIOS DEL ESPÍRITU
LOS TRES SEPTENIOS D E L ESPÍRITU
Así como al finalizar el desarrollo de los tres primeros septenios y de los tres segundos presen-
tamos "Los tres septenios del Cuerpo" y "Los tres septenios del Alma", ofreciendo una visión de
conjunto de lo tratado unitariamente, ahora corresponde idéntica labor con los tres últimos sep-
tenios, llamados del Espíritu.
Es importante resaltar y despejar ciertas incongruencias conceptuales que nos acompañan en
la vida cotidiana, desde u n elemento rector del idioma como es el diccionario de la lengua cas-
tellana. Analizaremos algunas definiciones respecto de "alma" y "espíritu" para comprender el i n -
menso halo de confusión que rodea a estos dos conceptos esenciales:
ALMA
ESPÍRITU
Alma y espíritu constituyen en sí una verdadera puerta de entrada al conocimiento del mundo
anímico-espiritual, y por tal motivo la Antroposofía realiza una prolija descripción y caracteriza-
ción. (Puede consultarse "Teosofía", de Rudolf Steiner.) También, junto con el cuerpo, el alma y el
espíritu representan la base de la estructura ternaria del ser humano: cuerpo, alma y espíritu en
contraposición a una confusa imagen dual -cuerpo/mente, cerebro/mente- que ha ido ganando
adeptos en ciertos ámbitos científicos. Si bien la aceptación del concepto "mente" o "energía" in-
troduce una alternativa frente a la rígida concepción mecanicista -sistema que explica los fenó-
menos vitales mediante las leyes de la mecánica-, la dualidad no ayuda a esclarecer en su totali-
dad el camino de regreso a los mundos superiores.
En lo que se refiere al aspecto religioso, hace ya muchos siglos que se ha perdido la triestruc-
turación humana en favor de una híbrida dualidad cuerpo-alma o materia-espíritu, lo que priva
al hombre de alcanzar un profundo conocimiento de su esencia.
En cada uno de los tres septenios del Espíritu hemos descripto los avatares físicos y psíquicos
que la persona puede atravesar y las posibilidades de desarrollo espiritual que se abren en cada
una de las crisis septenarias. Esto conforma el punto crucial, medular, que el ser humano tiene
a su alcance para lograr la transformación consciente de su Cuerpo Astral -Manas-, de su Cuerpo
Etéreo -Buddi- y de su Cuerpo Físico -Atinan-.
De aquí entonces que hayamos definido al hombre del séptimo septenio -42 a 49 años-, que
experimenta por primera vez los efectos del agotamiento del Cuerpo Físico y que debe descubrir
en el camino de la declinación física el rescate de su aspecto espiritual, como el principiante en
el proceso de desarrollo espiritual. Consecuentemente, el hombre del octavo septenio -49 a 56
años- se podrá convertir en el maestro, y el del noveno septenio -56 a 63 años- puede devenir en
el sabio. A medida que transcurren estos tres septenios (desde los 42 hasta los 63 años), el ser hu-
mano va incorporando a su visión particular del Universo, la Naturaleza y el Hombre, la expe-
riencia adquirida.
En la práctica he observado que pueden aparecer en esta etapa "dos hombres", o dos t i -
pos de hombres m u y distintos, y por ende polares entre sí. La inclinación individual ha-
cia alguna de estas dos posiciones depende de muchos factores, pero dos m u y relevantes
son el destino elegido y la evolución espiritual de cada Ser.
(Antes de hacer una descripción aproximada de estos "dos hombres", recordamos que
toda síntesis esquemática presentada en este libro lleva en sí misma el impulso de acercar
al lector a una comprensión del tema, pero no excluye una inmensa variedad de expresio-
nes inéditas para cada ser h u m a n o . Algo similar ocurre cuando queremos determinar con
precisión u n temperamento o u n signo astrológico: es m u y difícil encontrar una manifes-
tación pura de cada u n o de ellos.)
• Simplemente existe,
y ocupa un lugar en el mundo
tryt rp» •• -.• '•<*"Wf *' *.' »"
?
r•»*«
• Esclavo del miedo y la culpa lkAfo^taft,v,li.v^ :
• Ya no lucha contra el miedo y la culpa,
• El origen de sus conflictos es exterior los transforma y aprende.
y se debe a eventos y/o personas • Los conflictos pertenecen a su interior y
• Sólo atina a preguntarse "por qué" son la base de su aprendizaje terrenal
• Sometido al azar y la casualidad • Aprendió a preguntarse "para qué"
• Descubre la causalidad de la existencia
• Se desgasta en la búsqueda del Placer • Busca el Sentido de la Vida (aprovecha cada crisis
o el Poder de su biografía para encontrar al nuevo hombre)
• Encadenado a la dimensión témporo- • Abierto a perspectivas transpersonales
espacial del mundo físico
• Aprende a cultivar el asombro,
la reverencia y la entrega
También he encontrado esta idea de los dos tipos de hombres en algunos autores que
ESPEJAMIENTO BIOGRÁFICO DE
Este c ú m u l o de aportes me parece útil para poder pensar en ese ser humano que alcan-
za los 42 años y en forma activa en cada instante debe decidir sobre los cambios a reali-
zar en sí mismo.
En esta etapa el cambio esperado n o se dará sólo en lo esencial sino también en la disposi-
ción caracterológica del h o m b r e . La estructura de su personalidad también deberá acompa-
ñar a sus cambios internos. Así como el recién nacido presenta sus huesos apenas esbozados,
con sus incipientes núcleos de osificación casi transparentes, a las fuerzas de Saturno para
que éstas inicien su trabajo de cristalización y mineralización, así también el carácter del n i -
ñ o presenta una maleabilidad que se irá estructurando y consolidando a lo largo de los años.
Es m u y habitual aceptar el advenimiento de la madurez o de la vejez acompañadas por una
rigidez de carácter y de pensamiento. Así como el Cuerpo Físico pierde su flexibilidad y su
plasticidad, igualmente el carácter y u n c ú m u l o de ideas se entretejen para constituir u n rí-
gido corsé que el i n d i v i d u o ostenta generalmente como fortaleza o seguridad en sí m i s m o .
Cuando se produce u n verdadero cambio i n t e r n o , esta expresión corporal y caracterológi-
ca se modifica radicalmente dando lugar al surgimiento de la distensión, la paz y la beatitud
características de haber encontrado la armonía plena con Dios y con el m u n d o .
En lo que hace a la esfera corporal propiamente dicha, podemos recordar que las enfeme-
dades de la segunda m i t a d de la vida (42 años en adelante) tienen su origen en la infancia.
Ya hemos visto que la predisposición a enfermedades o las tendencias caracterológicas
(que kármicamente debe enfrentar la Individualidad) se imprimen en el código genéti-
co; su aparición en la biografía se debe a los detonantes, y el desarrollo en menor o m a -
yor grado de los mismos al aprendizaje espiritual que el ser humano haya realizado has-
ta el momento.
ción metabólica, el desarrollo del aparato genital, la altura definitiva y el desarrollo de los miem-
bros, dependerá en gran medida el despertar de tendencias mórbidas como reumatismo, diabe-
tes, gota o trastornos digestivos (que se observan en el séptimo septenio).
También la sexualidad evoluciona en estos tres septenios del espíritu, acompañando las carac-
terísticas de cada persona. Me refiero al concepto de sexualidad en forma m u y amplia, tan am-
plia como el m i t o del andrógino espiritual que al dividirse en cada encarnación física necesita
imperiosamente encontrar su otra mitad para lograr la armonía y el equilibrio. El encuentro en
el plano físico entre los dos sexos es u n verdadero intento de reconstituir la unidad primordial.
La belleza de este relato es una expresión del amor sublime: en u n aspecto abarca la sensualidad
como una renovación de la sensación que nos brindan los sentidos, y en otro contempla el de-
sarrollo del afecto, la comprensión y el respeto como parte de una sensación de unicidad cósmi-
ca y humana que crece a través de los tres septenios del espíritu.
La relación sexual propiamente dicha, como acto íntimo, privado y libre, también crece y se
enriquece alcanzando una expansión, u n sentir pleno y una sensación de c o m u n i ó n con el Cos-
mos, más allá del Ser.
La descripción de tal e v o l u c i ó n espiritual de la sexualidad contrasta n í t i d a m e n t e
con la g e n i t a l i z a c i ó n y la m e c a n i z a c i ó n que suele sufrir h o y la sexualidad cuando se
le teme, se la i g n o r a , se la idealiza o excluye; es decir cuando se la distorsiona o se la
arranca del contexto de su t o t a l i d a d . Es más grave a ú n cuando es u t i l i z a d a c o m o fac-
t o r de s o m e t i m i e n t o o de poder. En este sentido el mercado de la pornografía ofreci-
do a la sociedad de consumo actual, en el que el sexo ha sido extrapolado de la t o -
t a l i d a d del ser h u m a n o y se lo ha genitalizado, profanado, degradado, envasado y co-
mercializado c o m o u n p r o d u c t o m á s , es u n claro ejemplo de la p o l a r i d a d opuesta al
concepto espiritual de la sexualidad h u m a n a al cual nos hemos referido más arriba.
Es oportuno recordar que cuando Rudolf Steiner fue consultado sobre la cuestión de la sexua-
lidad señaló que ésta correspondía exclusivamente a un problema de evolución de la humani-
dad. Tan importante como su respuesta fue el momento histórico en que la pronunció, ya que
él desapareció físicamente en el año 1925 y todos podemos recordar la represión sexual que v i -
vió la cultura occidental durante el primer cuarto de este siglo. U n indicio de tal realidad lo cons-
tituyen los conflictos académicos y sociales que suscitara la obra de Freud al encuadrar el tema
de la sexualidad como parte de la teoría psicoanalítica en cierne.
Lo que sigue es una guía de aquello que podemos interpretar como una evolución sana de u n
proceso biográfico de madurez, ancianidad y muerte. No se trata de indicación n i de sugerencia
alguna sobre lo que se debe hacer, pensar o sentir, y menos aún es una receta espiritual de lo que
se debe hacer "para alcanzar el cielo".
Existen cinco cualidades en esta evolución sana de madurez, ancianidad y muerte. No obs-
tante las limitaciones del lenguaje escrito para brindar una descripción por lo menos apro-
ximada del m u n d o a n í m i c o del h o m b r e , he tratado de plasmar estas cinco cualidades e n
dos esquemas:
• El primero de ellos nos ayudará a visualizar c ó m o se relacionan en-
PERDÓN
tre sí. (Es obvio que nada puede ocurrir de manera tan esquemática en
el alma del hombre, pero, teniendo en cuenta el intelecto que debe
aprehender la idea, el mensaje resulta didáctico.) La sensación de unici-
dad ocupa el centro del alma y de allí se desprenden las otras cuatro ca-
racterísticas. La idea de que la sensación de unicidad ocupa el centro ha DESAPEGO
surgido de observar que, cuando la persona llega a experimentarla, las
otras cualidades pueden ser alcanzadas sin dificultad; mientras que si al-
gún otro valor ocupa el centro las demás cualidades no poseen la mis-
ma viabilidad. "Ocupar el centro" significa que la persona reiteradamen- AGRADECIMIENTO
te se siente allí ubicada y hace de esto u n aspecto central de su vida. Es-
ta actitud le permite descubrir alguno de los otros caminos.
• El segundo esquema pretende ilustrar la posible evolución de estas cinco cualidades a partir
de los 42 años.
Los vectores, sus cambios de dirección y la altura alcanzada por ellos
en el gráfico, tratan de evocar la multiplicidad de cambios posibles que
cada vida humana trae aparejada, con la consiguiente transformación
del alma humana. Los valores que seguiremos desarrollando a conti-
nuación son tomados aquí en forma conjunta.
La intensidad del cambio se destaca con u n vector más grueso; esta
situación puede darse de manera muy nítida en u n septenio en particu-
lar y decaer notoriamente en el próximo. L a intensidad del cambio no
va asociada a la perseverancia en el camino elegido. La transforma-
ción de la persona sufrirá los embates del medio ambiente donde ella
actúa, y para sostener esa transformación debe existir, y despertarse en
el hombre, una considerable fuerza de voluntad.
También he querido simbolizar el desarrollo espiritual con la eleva-
ción del vector respecto de la horizontal. Se puede llamar así a la incor- 42 49 56 63
Aquí es donde adquiere especial importancia el tema de los dos tipos de hombre m e n -
cionado anteriormente, y las ayudas espirituales para que el i n d i v i d u o despierte de su v i -
da mecánica a través del choque consciente.
Sobre la base de m i experiencia menciono dos caminos que habitualmente pueden
guiar al hombre en cada encarnación hacia el encuentro del segundo hombre: uno es el
dolor; el otro es la profunda necesidad de conocer. En este último caso dicha necesidad
debería equipararse ¡a la imperiosa necesidad de aire que sentimos luego de permanecer
más de cinco minutos con la cabeza bajo el agua! En el caso del dolor, n o significa esto
que se lo deba buscar como meta, sino que cuando él haga su aparición en nuestras vidas
jamás debemos dejarlo escapar sin haber descifrado su mensaje.
1 B
PARTE
Hablábamos de la sensación de unicidad; nos referíamos a esa especial sensación de unidad con
el Todo. ¿Qué es el Todo? En realidad, no hay conceptos que lo puedan definir, ya que en caso
de lograrlo lo definido dejaría de serlo; simplemente, el Todo... Es.
Deseo aclarar que no es nada frecuente, n i es propio de una simple ECM, el hecho de
que una persona tenga acceso a lo aquí relatado. En la ECM habitual suele presentarse el
túnel oscuro, la presencia luminosa, puede asistirse o no al desdoblamiento del propio
cuerpo y pueden coexistir experiencias paranormales; pero para llegar a ciertos estados de
conciencia el ser humano debe alcanzar u n trance m u y profundo, casi similar a la muer-
te física. Han sido m u y pocas las personas que han atravesado una ECM, con las cuales
hemos podido pesquisar de manera provechosa para sí mismas estos fenómenos. En ge-
neral, el episodio había ocurrido durante una ECM quirúrgica; en u n solo caso sucedió d u -
rante una meditación, y en n i n g ú n caso he podido observar su aparición por ingestión de
drogas.
Pero lo más valioso de estas experiencias n o es la anécdota, sino el cambio de vida de
quienes las han v i v i d o y su necesidad de conocimiento acerca de los mundos espirituales.
Lo dicho sirve como descripción de la sensación de unicidad en sí, pero no son estas experien-
cias las que nos interesan ahora. Dijimos que había dos maneras distintas de acercarnos a esa
sensación de unicidad; hemos descripto una de ellas, impregnada de u n profundo sentido kár-
mico para quien la atraviesa, cuya irrupción se busca accidental o dramáticamente y que puede
ser aprovechada o no a posteriori.
La otra manera de acercarse a dicha experiencia es la que realmente interesa en todo proceso
biográfico. No se manifiesta bruscamente, no posee la intensidad n i la fugacidad de las experien-
cias relatadas. Es u n proceso que se instala lentamente a partir de la cuarta década de la vida y
que debe ser cultivado cuidadosamente.
Si alrededor del inicio del séptimo septenio (42 años) el segundo hombre no aparece, es m u y
probable que la dirección del proceso evolutivo sea atraída entonces hacia el materialismo con
la exacerbación del individualismo, el egoísmo y la separatividad. Los objetivos correspondien-
tes al m u n d o físico adquirirán gran relevancia y florecerá u n escepticismo notorio respecto de
las experiencias transpersonales o espirituales.
Pero si la persona abre sus" sentidos a esta sensación nueva de unicidad y se decide conscien-
temente a profundizarla, entonces se habrá iniciado la verdadera senda del principiante que aspi-
ra a la fraternidad y a la unidad en el camino espiritual.
Los caminos que mayor ayuda b r i n d a n en este sentido como testigos del acontecer c o t i -
diano lo constituyen la meditación diaria y la observación constante de sí m i s m o . En a m -
bos casos se rompe sistemáticamente con la esclavitud de la conciencia de v i g i l i a y se pue-
de apreciar la causalidad.
TRABAJO ESPIRITUAL ESPECÍFICO PARA
La toma de conciencia de esta causalidad que obra en nuestra existencia nos prepara para abor-
dar el concepto de karma. (Para quienes trabajan en una línea transpersonal jungiana se hará
evidente la sincronicidad de los fenómenos observados.) Solamente así la vida adquiere sentido
c o m o escuela, y cada tropiezo será bienvenido por el mensaje que encierra. Aunque estemos en
presencia de u n hecho minúsculo, éste no debe dejar de ser relacionado con la causalidad y con
el orden universal. Si se ejercita esta observación constantemente, el individuo logra instalarse
poco a poco en la sensación de unicidad emergente. Más aún, todo conocimiento adquirido de-
be apuntar a la unión con el Todo, y aquel conocimiento antiguo deberá ser reformualdo en re-
lación con la Totalidad.
Cuanto más se especializa el hombre, más peligrosa se torna la ten- CU3íldo ÜSÍC
dencia a la separatividad y al mero conocimiento abstracto, impersonal
y, por ende, in-humano. N o está mal conocer a fondo las partes o lo m i -
núsculo siempre que se lo integre con la Totalidad de la cual proviene. estado de unicidad
Cuando este estado de unicidad ocupa el centro del alma se percibe
una agradable sensación de paz y u n germinar de sentimientos serenos
de amor y fraternidad universal.
ocupa el centro
La actitud que suelen despertar estas sensaciones de unidad y paz i n -
terior es el desapego.
del alma se percibe
El desapego es habitualmente mal entendido y por tanto mal enseña-
do en algunos grupos espiritualistas inspirados en la sabiduría oriental. una agradable
(No me refiero al concepto que del desapego tiene el maestro oriental,
sino a la interpretación que se le da en Occidente.) Una particularidad
del aprendizaje occidental es el desarrollo manifiesto de la
sensación de paz
Individualidad y su correspondiente limitación, así como una particu-
laridad del aprendizaje oriental es el desarrollo de la devoción. Como
y un germinar de
todo tiene una razón de ser en los designios divinos, es m u y ingenuo
suponer que el hombre occidental posee u n ego m u y grande y que el sentimientos serenos
hombre oriental carece de ego. Es sabido que las almas que encarnan,
en Oriente o en Occidente, poseen determinadas características adecua-
das al lugar del planeta en el que realizarán su experiencia. Cada h o m -
de amor y
fraternidad universal
bre está donde debe estar, y cada uno debe descubrir cuál es su verda-
dero camino ya sea en el lugar donde ha nacido o cruzando los mares
en busca del propio destino.
Es evidente que el peligro de una poderosa Individualidad es el egoísmo, pero a su vez la
inexistencia de la individuación conlleva el peligro de perderse para sí mismo y para el m u n -
do. El aprendizaje se adquiere con las dos experiencias.
Recordemos que la voluntad es el instrumento del Yo. De esta conciencia del Yo depende
ahora el desapego.
En los grupos mencionados es frecuente comprobar una temprana exigencia, hacia quienes se
acercan a integrarlo, en el sentido de practicar el desapego o la renuncia al ego. Se sabe que este
ego es u n mero reflejo del Yo superior, u n simple aspecto de la personalidad. Pero lo que no se
sabe, o no se tiene en cuenta, es que cada persona que llega al grupo trae, tras de sí, una biogra-
fía, una estructura de personalidad, una familia, u n contexto cultural y una experiencia occiden-
tal a cuestas. No se tiene en cuenta que al recién llegado puede haberle llevado muchos años es-
tructurar una personalidad que puede ser endeble, y ahora, frente a u n choque consciente de
búsqueda espiritual, se le puede estar exigiendo que abandone lo que tanto trabajo le costó con-
seguir y además ¡cultivar el desapego!
Esta situación no es una mera hipótesis; se trata de u n relato arquetípico conformado por n u -
merosas personas que suelen llegar a la consulta antroposófica confundidas y angustiadas por
no saber c ó m o resolver el conflicto entre su necesidad espiritual y la exigencia externa. Sin n i n -
guna duda, lo primero que hay que fortalecer es su estructura de personalidad; afianzar su au-
toestima con todo el egocentrismo que de allí pueda devenir. Luego de u n período suficiente-
mente prolongado que garantice su estabilidad anímica y la adquisición de una base m í n i m a de
conocimiento, recién entonces se podrá encarar el tema en conflicto.
Hechas estas aclaraciones, ahora nos preguntamos ¿qué es el desapego?:
• Es u n cambio de valores
l u
PARTE
presa en el mundo como acto de generosidad. La mano generosa necesita del silencio para ser
pura: "Que t u mano derecha no sepa lo que hace t u mano izquierda".
La sensación de amor al prójimo siempre despierta u n sentimiento de sana alegría, u n verda-
dero bálsamo anímico-espiritual.
¿Y qué podemos decir de la esfera del agradecimiento y el perdón?
El agradecimiento es una sensación muy poco cultivada en el alma humana. Cuanto más afue-
ra de sí mismo vive el individuo, menos ejercita el Recuerdo de Sí y más aumenta la Compasión
de sí mismo; mayor se torna entonces su exigencia para con el mundo y su capacidad de agra-
decer se reduce al m í n i m o .
La aparición del "segundo hombre" puede transformar esta situación. La segunda mitad de la
vida, o septenios del Espíritu, hace propicia esta metamorfosis; es la etapa de la transformación
consciente de los tres miembros esenciales por el Yo humano. (El concepto "transformación
consciente" es una clara alusión al sabio ejercicio de la voluntad.)
Al hablar de agradecimiento y perdón se puede suscitar una controversia entre el aspecto psi-
cológico y el aspecto espiritual. Desde hace varios años se intenta en nuestro medio delimitar las
áreas de lo psicológico y lo espiritual, pero Ta temática sigue en pie. Sintéticamente se puede lla-
mar "psicológico" (psiquis, psique) a todo aquello que compete al alma en sentido antroposófi-
co, constituido básicamente por los mecanismos de acción. Y se puede llamar "espiritual" a to-
do lo vinculado con el espíritu humano, también en sentido antróposófico, y como tal a la fi-
nalidad de la acción.
Dos ejemplos nos pueden servir para ilustrarlo:
• Un niño que no recibió afecto en sus primeros años de vida, resul-
Es algo inherente
ta lógico que no logre desarrollar la capacidad de agradecer.
• Un niño que recibió la confianza necesaria y el estímulo de la pre-
al alma
disposición a la gratitud en el primer septenio está, en cambio, prepa-
rado para dar y recibir amor, y por ende para agradecer y perdonar.
olvidar rápidamente
Desde el punto de vista psicológico se puede justificar la incapacidad
de agradecer, en el primer caso, y la capacidad de hacerlo en el segun-
lo recibido,
do caso. O sea, se pueden comprender los mecanismos que se ponen en
marcha para producir tal o cual efecto. A esto llamamos mecanismos feor aún es creer
de acción, que son aquellos que pueden responder satisfactoriamente
a las preguntas "por qué" y "cómo". que uno se merece
Pero desde el punto de vista espiritual, para ambos casos al llegar a los
42 años se abren las puertas de los mundos superiores y con ellos el cul- mucho más que
tivo de estas cualidades del alma. Aquí se trata de comprender la fina-
lidad de la acción, y se estará en condiciones de abordar la pregunta lo recibido, y
"para qué".
En los ejemplos citados es obvio que uno de ellos estará mucho me- sentirse agobiado por
a injusticia.
jor preparado para enfrentar esta etapa, pero la diferencia se compen-
sa y equilibra con el destino individual: nadie nace en u n lugar y en
un tiempo que no le corresponda.
Por otra parte, en la vida se pueden cotejar a diario las infinitas excepciones a las reglas de la
lógica: quien más ha recibido ternura y cariño se puede tornar egoísta, y en cambio el corazón
de aquél que sólo recibió dolor y desprecio se puede volver dulcemente comprensivo y ayudar a
todos los que vivan la misma carencia, la misma orfandad. He aquí las raíces del karma, el dis-
tinto aprendizaje que puede realizar cada Yo individual y la sabiduría divina para que cada Ser
encuentre la experiencia que necesita en su viaje por el mundo. Es algo inherente al alma olvi-
dar rápidamente lo recibido. Pero peor aún es creer que uno se merece mucho más que lo reci-
bido, y sentirse agobiado por la injusticia. Cuando la reflexión ocupa el espacio de la vanidad rá-
pidamente cae el telón de este acto y se prepara uno distinto.
La sensación de agradecimiento se expande en el alma como el perfume de u n bosque. El agra-
decimiento nace de los hechos más insignificantes, como respirar, caminar consciente, oír el
canto de un pájaro, presenciar una puesta de sol, recostarse sobre el tronco de u n árbol o acari-
ciar a un animalito. Todo esto despierta un sentimiento de amor y fraternidad universal que i n -
centiva el amor al prójimo pudiendo trascenderse lo humano para llegar a lo divino. Sólo está
I A
PARTE
N O E S T É S P O R E L L O E N P E N A , Q U E N A D A ES.
Y SI HAS T O M A D O P O S E S I Ó N D E U N M U N D O ,
P A S A N LAS P E N A S , LAS D I C H A S T O D A S ,
PASA T Ú D E L A R G O F R E N T E A L M U N D O ,
Q U E NADA ES."
JOHANN W O L F G A N G G O E T H E
211 I LA VIDA CONTINÚA
"La ancianidad levanta la máscara con que la gracia de la juventud cubre nuestros defectos; de modo
que aquél que no quiera parecer feo cuando llegue a viejo, es preciso que se apresure a ser bueno."
(Eugenie M a r l i t t )
• Así como todo lo relacionado con el Cuerpo Físico se encuentra indisolublemente atado a lo pere-
cedero y por ende a la decadencia y a la desaparición, todo aquello que se vincula al alma se halla pre-
dispuesto a la transformación.
El concepto de alma ha sido abordado a lo largo de este libro de muy diferentes maneras; una de
ellas la describe como nuestro profundo e ignoto mundo interior, y es allí mismo donde tiene lugar la
esperada transformación, la auténtica posibilidad de cambio.
Es en este espacio virtual donde se hacen presentes las primeras manifestaciones de u n nuevo con-
flicto con el medio, representado por la familia, los amigos, el trabajo o la profesión.
En el plano familiar se pueden agudizar ciertas diferencias ideológicas o de carácter con el resto del
entorno, transformándose la vida cotidiana en un verdadero escollo para superar diariamente.
En el plano laboral se puede descubrir ahora que la forma de ser o de pensar ya no está de acuerdo
con el sistema; el individuo se puede sentir desplazado sin entender el porqué, aunque la razón lo
acompañe; tomará conciencia de que otras personas son las que lo van a suceder a corto plazo. Suelen
aparecer conflictos con el propio pasado, (sensación de tiempo perdido o mal aprovechado) que se ha-
llan inmersos en una oscura sensación de injusticia y frustación.
En el plano profesional el hombre puede sentirse superado por el aluvión de nuevas técnicas y pro-
cedimientos, pero si ha cultivado una observación sana y una experiencia sólida nunca perderá de vis-
ta el Todo dejándose fascinar por las partes.
Lo que acabamos de exponer es más notorio en el caso del varón, mientras que, en el caso de la
mujer que ha llegado a esta edad sintiendo que ha cumplido satisfactoriamente el papel de mujer y
madre que le ha sido reservado como imperativo social, puede entregarse de lleno a una nueva v i -
da que nada tiene que ver, frecuentemente, con su vida anterior, de lo cual resultará u n verdadero
renacimiento.
Tanto para el varón como para la mujer es importante la experiencia de convertirse en abuelos; si tal
experiencia resulta buena podrán reparar viejas heridas, descubrir nuevas virtudes y abrir nuevos ho-
rizontes de sana alegría. Esto reconciliará al ser humano consigo mismo y con la vida; es una actitud
vital. (Desde luego, estamos hablando del abuelo o abuela respetuosos de sus hijos, que cumplen el pa-
pel de secundarlos en su paternidad sin invadir espacios n i desaparecer de la escena; que saben ser ver-
dadero canal de sabiduría y luz para sus nietos y para sus propios hijos.)
Esta actitud vital a partir del final del noveno septenio (63 años) ayudará a enfrentar la limitación,
el dolor o la enfermedad con una fortaleza muy especial.
De ahora en adelante irá lógicamente reduciéndose el gmpo de amigos, conocidos y familiares; a ve-
ces estas desapariciones cercanas despiertan grandes temores a la propia muerte, porque en general, a
esta altura de la vida, ya se ha descubierto que la enfermedad y la muerte no son siempre aconteci-
mientos que les ocurren a los demás.
Es el momento de pulir los objetivos de vida: el individuo debe estimar concretamente qué cosas no
hará, cuáles terminará y que nuevos emprendimientos son factibles a la luz del nuevo estado de con-
ciencia. Si esta depuración de objetivos se logra, seguramente sobrevendrá un estado de paz interior.
La magnitud de estos "embates de la vida" será directamente proporcional a los cambios logrados.
Cuanto menor haya sido la modificación de hábitos y costumbres, cuanto más rígida se haya tomado
nuestra estructura caracterológica, cuanto más dogmáticos se hayan vuelto nuestros pensamientos, es
decir, cuanto menor sea el espacio que nos brindamos para reflexionar sobre nuestros actos, más dura se pre-
sentará la batalla diaria "contra los otros" y más lejos que nunca estaremos de nosotros mismos.
Por lo tanto, una verdadera transformación anímica será el impulso para acoger en nuestro corazón
el agradecimiento, el perdón, el desapego y el amor al prójimo, sentimientos imprescindibles para al-
canzar la anhelada paz interior.
CONTINÚA
Recordemos que así como el cuerpo está sujeto a las leyes de la herencia y el alma sometida al desti-
no o karma que ella misma ha creado, el espíritu obedece a la ley de la reencarnación o vidas tenes-
tres repetidas. (R. Steiner)
El concepto de las vidas sucesivas puede ser entonces el punto de partida
para comprender el significado de la existencia actual. Alcanzar los 63 años
fero ¿cómo enfrenta
el hombre
lleva implícita una verdadera necesidad de conocer nuestra esencia, nuestro
destino y nuestra profunda razón de ser.
Es verdad que de acuerdo el proceso evolutivo de cada Individualidad es-
to se puede transformar en u n constante desvelo o puede diluirse en una ne-
gación pueril de la existencia de los mundos superiores. También la época
de nuestros días, sin
en que vivimos es proclive a una parálisis del pensamiento vivo y a una pro-
liferación de la intelectualidad abstracta, clave del materialismo que aleja al una preparación previa,
hombre de sus fines trascendentes. El desarrollo tecnológico y científico
apoyado en la teoría mecanicista de la vida ha agigantado en este siglo que
fenece la imagen destructora, caótica y paralizante de la muerte.
una situación tan densa
Nada sutil o insustancial demostrable puede ser causa del nacimiento y
nada puede haber, obviamente,luego de la desaparición del Cuerpo Físico. y angustiante
como la supuesta
Este es el caldo de cultivo donde se nutre el pensar intelectivo corriente,
susceptible de ser llamado pensar kantiano debido a la enorme influencia
que ha recibido de u n genio de la filosofía, Emmanuel Kant (1724-1804).
Sólo mediante la experiencia pura (forma de la realidad en que ésta se
manifiesta cuando es percibida con total desprendimiento del propio ser)
disolución del Yo
y el fortalecimiento del pensar (máximo exponente de la actividad espi-
ritual) se puede disponer de una herramienta como es el pensar goethea- el no Ser,
nístico, fundamentado en otro genio de la humanidad, Johann Wolfgang
Goethe (1749-1832).
Una misión central de la Ciencia Espiritual consiste en brindar la meto-
que hipotéticamente
dología apropiada para guiar el pensar hacia u n punto equidistante entre un
dogma religioso y u n axioma científico. se produciría tras
Pero ¿cómo enfrenta el hombre de nuestros días, sin una preparación
previa, una situación tan densa y angustiante como la supuesta disolución el umbral
del Yo, el no Ser, que hipotéticamente se produciría tras el umbral de la
muerte física?
Él debe enfrentar dos aspectos:
de la muerte física?
• El primer aspecto corresponde al concepto de la muerte como tal y a sus implicancias huma-
nas, filosóficas y religiosas, para lo cual se requeriría ciertamente una preparación adecuada para
penetrar tal misterio.
• El segundo aspecto pertenece a su propia muerte y ello confunde bastante el mero pensar, hos-
tigado intensamente por los miedos, impulsos y deseos provenientes de la esfera de lo instintivo-
metabólico.
Este último aspecto compromete hondamente al ser humano con el significado de su propia
existencia, con el aprendizaje realizado y eventualmente con el sentido de su vida.
El estudio del proceso biográfico puede ofrecer una valiosa ayuda a quienes llegan a esta etapa
y requieren (en general inconscientemente) una comprensión cabal del proceso vivido. Otra fa-
ceta inestimable de esta ayuda se encuentra en el ámbito de lo artístico, como el modelado, la pin-
tura, la música, el canto o la euritmia.
Así nos preparamos para aprehender la significación del envejecimiento físico y el renacer espi-
ritual. La existencia presente es nuestra escuela: en ella lograremos nuestro crecimiento y evolu-
ción, metas superiores del espíritu humano.
Es habitual que se utilice casi todo el período vivido con fines totalmente egocéntricos, como
el logro de la propia subsistencia y la satisfacción de todos nuestros deseos.
Cuando la encarnación permite reconocer los propios errores y enmendarlos, aceptar la verdad
ajena y aprender, realizar un trabajo interior y crecer, se allana el camino para la tarea social y la
acción comunitaria en beneficio de los demás. El Amor en acción es Fraternidad.
I A
PARTE
ANCIANIDAD Y V E J E Z
El diccionario de la Real Academia presenta a los dos conceptos como sinónimos, pero ofre-
ce algunos ejemplos sutiles que llevan a la reflexión.
Lo obvio es, en este caso, también significativo: Anciano (letra A) figura al comienzo y Vie-
jo (letra V) al final.
La palabra "anciano" deriva de "ante", y ya se utilizaba a mediados del siglo X I I I ; otros si-
n ó n i m o s que aparecen son "patriarca" y "abuelo", los cuales transmiten en sí mismos una sen-
sación de ancianidad sabia y respetable.
Por su parte, la palabra "viejo" ostenta también algunos sinónimos tales como "deslucido"
y "estropeado por el uso", que hacen innecesario agregar comentario alguno. Etimológica-
mente deriva del vocablo "vetus", y su evolución fue la siguiente:
• en el siglo X V I I , veterano
• en el siglo XIX, veterinario (El significado tenía relación con las "bestias de carga", es decir,
animales viejos, impropios para montar y que necesitan de u n veterinario más que los demás.)
• en el siglo XIX, vetusto (muy viejo)
De tal modo, si aplicamos estas reflexiones a la biografía, debe hacerse una diferenciación
sustancial cuando u n ser humano deviene viejo o anciano.
Siguiendo con nuestro pensamiento observemos el Gráfico n 9, en la página 182, utiliza-
s
do en el septenio central de la biografía -28 a 35 años-; el mismo nos puede orientar respec-
to de nuestra actitud cuando se produce u n cambio de fuerzas.
La curva biológica (Cuerpo Etéreo,Cuerpo Físico) que empieza en el nacimiento (N) y llega a
su cúspide durante el q u i n t o septenio, ahí comienza su descenso: el anabolismo intenso del
período embrionario y de los primeros años de la vida se transforma lentamente en el cata-
bolismo que finaliza con la muerte (M) del Cuerpo Físico. Por su parte, el descenso de la cur-
va anímico-espiritual (Cuerpo Astral, Yo) llega también en dicho septenio a contactarse pro-
fundamente con lo biológico. A partir de esa etapa comienza otra vez su retorno al m u n d o
espiritual. Lo que aquí se insinúa biológicamente, se producirá en forma manifiesta espiri-
tualmente a partir de los 42 años.
La línea negra del esquema simboliza c ó m o se desliza una vida c o m ú n y c ó m o puede se-
guir el rumbo de la decrepitud y el deterioro, o elevarse a las alturas de la sabiduría de la an-
cianidad. Esa línea no necesariamente debe cambiar de r u m b o después de los 63 años sino
que puede hacerlo mucho tiempo antes, y así ocurre cuando el hombre anticipadamente avi-
zora sus posibilidades de transformación.
Siguiendo con nuestro enfoque de la realidad en polaridades, vamos a desarrollar los dos
estados arquetípicos: ancianidad y vejez.
Observando el cuadro surge con claridad la diferencia radical entre ambos arquetipos.
ANCIANIDAD
Y VEJEZ
En cuanto a l a vejez:
• Golpea con fuerza la conciencia de la madurez de q u i e n la observa.
• La decrepitud, el deterioro de la forma y la desconexión con la realidad circundante se
presentan ante nosotros como una pésima caricatura de lo que fue.
• El automatismo semiconsciente, el m a l h u m o r y u n m o n ó t o n o parloteo estimulan la ne-
cesidad de ignorar la presencia del "viejo".
• La debilidad del que grita y golpea se hace realidad ante nosotros.
• El viejo vive sumido en el egoísmo y la desconfianza.
• Tiene muchos miedos, le teme a la muerte.
• No existe la p r o p i a responsabilidad, la culpa siempre es ajena.
• Celebra su c u m p l e a ñ o s , o sea la cantidad de años vividos, y no sabe p o r q u é .
• Vegeta, vive b i o l ó g i c a m e n t e .
• El destino es u n geriátrico, al que le teme.
• La esclerosis de los órganos de los sentidos lo aisla cada vez más del m u n d o .
• Vive preso del cuerpo y de la vida.
• El espíritu se ha desconectado del Cuerpo Físico.
• Cesa su karma.
• ES SU MUERTE
En cuanto a l a a n c i a n i d a d :
• La imagen del anciano está u n id a a la sabiduría y el respeto; dos altos valores que ha-
blan de la d i g n i d a d h u m a n a .
• La sensación de transitoriedad que deja traslucir ahora su vida,
le brinda algo positivo: una conciencia cada vez más clara de lo que
le pasa, de lo que es eterno. Sabiduría es aquello que surge cuando
lo absoluto y lo eterno se manifiestan en la conciencia f i n i t a y t r a n -
sitoria arrojando luz sobre la vida.
...Cuando habla,
• Su fortaleza interior le permite callar y escuchar. El anciano
aprendió a escuchar y sabe c u á n d o debe hablar. su discurso
• Cuando habla, su discurso siempre denota una cosmovisión del
mundo. siempre denota
• La reflexión, la prudencia y la oportunidad son sus características.
• Sabe perdonar y agradecer. una cosmovisión
• Asume la responsabilidad de sus propios actos.
• Aprendió a confiar, y no teme que lo e n g a ñ e n . del mundo.
• No tiene miedos.
• No le teme a la muerte, la aguarda.
• Acepta su destino y no tiene exigencias; podría v i v i r en u n ge-
. . l a reflexión,
riátrico pero nadie quiere privarse de su c o m p a ñ í a .
• Su cuerpo envejece armoniosamente, la esclerosis del Cuerpo Fí-
sico es soportada con nobleza; eso le otorga lozanía.
• Celebra el día de su aniversario (birthday) recordando el m o -
m e n t o y la época en que llegó al m u n d o . Celebra la cualidad que
la prudencia
posee dicha fecha en relación con su existencia.
• El espíritu sigue expresándose a través de ese Cuerpo Físico que
y la oportunidad son
envejece, expandiendo la l u m i n o s i d a d del Ser.
• Vive en sí mismo la libertad plena de su alma y de su espíritu. sus características.
• ES SU RENACIMIENTO
P PARTE
CARACTERÍSTICAS GENERALES
El misterio de la muerte siempre estuvo presente en los seres, pero en la antigüedad la muerte
se experimentaba de una manera m u y distinta. Es verdad que imperaba el temor al castigo u l -
traterreno, sobre todo en una sociedad como la medieval, y que se podía temer a la muerte por
los pecados cometidos. Pero también existía una confianza básica en la Verdad revelada que per-
mitía encarar con fe la vida, prepararse para una buena muerte y encomendar a Dios el alma con
gran esperanza. Lo realmente importante es que a la muerte se la aguardaba como se espera u n
largo viaje, con todo el dolor de una despedida pero con la enorme fe en el reencuentro espiri-
tual con los seres amados.
En la era moderna, y en Occidente especialmente, a partir de los espectaculares progresos de
las ciencias naturales, la convicción de que la muerte lleva a la extinción total del Ser ha gana-
do cada vez más terreno. Esto contribuyó a crear u n vacío existencial; y así como una masa de
seres sufre el horror a la muerte y la negativa a afrontar lo inevitable, hay otra legión que sien-
MODELO CIENTÍFICO ^fflj
CLÁSICO ¿LlLjJ
te a la muerte como una entrega de una parte de Sí a la Tierra para que la conciencia se pueda
liberar y ser Una con el Cosmos.
Entre estas situaciones polares frente al trance de morir hay una interesante gama de posturas
individuales. Lo que sigue es una síntesis de los puntos de vista o modelos más importantes que
sirven de soporte o que condicionan consciente o inconscientemente al individuo al situarse
frente al hecho mismo del morir:
1. Científico clásico
2. Científico moderno
3. Místico-filosófico
4. Dogmático religioso
5. Científico-Espiritual.
Se trata, repetimos, de una síntesis de lo que caracteriza a estos grandes modelos de pensa-
miento; y por supuesto pueden descubrirse algunos más. Es obvio que tampoco pueden contem-
plarse situaciones individuales, inéditas e infinitas propias del alma humana.
Estas concepciones del mundo que representan la evolución del pensamiento humano, ani-
dan en lo inconsciente de cada Ser y lógicamente no se encuentran así demarcadas en forma to-
tal en ningún individuo en particular. Detenerse a pensar en ellas, especialmente en las tres pri-
meras, y descubrir qué es lo que realmente pensamos respecto de la materia, de la energía, del
tiempo, del espacio, de Dios, del Universo, de la vida, de la muerte y del sentido de nuestra exis-
tencia, puede arrojar luz sobre muchos rincones oscuros de la conciencia. En cuanto a la cuarta
concepción, si la rigidez se torna patológica el problema deberá ser tratado en u n contexto psi-
coterapéutico. El q u i n t o enfoque es u n camino de trabajo interior, de investigación espiritual.
1- M O D E L O C I E N T Í F I C O CLÁSICO
2 - M O D E L O CIENTÍFICO MODERNO
Aquí estamos frente a otro proceso que germina dentro del mismo árbol de la ciencia. La
pionera de este m o v i m i e n t o es la nueva Física, también llamada subatómica o física de las
partículas. La física teórica da un gran salto a principios de siglo. En 1905, Albert Einstein p u -
blica su trabajo desarrollando los principios de la Teoría General de la Relatividad y las bases
de la C u á n t i c a . Al finalizar la década del '20, se establecen los principios fundamentales de
la física cuántica, o teoría de los fenómenos atómicos.
Aquí se desmaterializa la materia. De la constatación de que los integrantes del á t o m o se
podían comportar, según las circunstancias, como corpúsculos materiales -materia- o como
ondas inmateriales -energía-, surge el Principio de Complementariedad dentro de la física, lo
cual trae aparejada la aceptación científica de la paradoja de que u n mismo f e n ó m e n o se
puede expresar de dos maneras opuestas: materia o energía.
¿ Q u é significa esta analogía? Significa que los contenidos de la conciencia, desde la percep-
ción del color hasta las imágenes y los pensamientos que fluyen en los dominios de lo que
se denomina m e n t e , pese a ser entidades insustanciales o inmateriales, están de alguna ma-
nera vinculados con el cerebro físico tal como las ondas o campos insustanciales de la física
están vinculados con los aspectos materiales de las partículas subatómicas.
La idea de que el Universo comienza a parecerse mucho más a u n gran pensamiento que a
una gran m á q u i n a , constituye el reconocimiento de la medida en que los físicos se apartan
en forma casi u n á n i m e del p u n t o de vista material.
Los átomos dejan de ser fragmentos de materia para transformarse en f o r m a p u r a .
Al "descender" al m u n d o subatómico el m u n d o objetivo del tiempo y el espacio cesa de
existir. Cuando la física reconoció que las partículas elementales, los presuntos "ladrillos del
Universo", ú l t i m o vestigio del atomismo, desaparecían, que n o consistían en materia alguna,
se v i o abocada a considerar, a través de alguno de sus iluminados precursores, también a la
separación i n d i v i d u a l de las mentes como ilusoria.
De ahí entonces la formulación de hipótesis de este tenor: "La m u l t i p l i c i d a d de mentes o
conciencias no es sino una apariencia, en verdad hay una sola Mente".
Se puede observar la evolución del pensamiento y c ó m o se van horadando ciertas convic-
ciones monolíticas de principios de siglo respecto de la materia.
A través de científicos de reconocimiento universal, y muchos otros que se asoman cada
vez con mayor frecuencia al ámbito de esta nueva física, se llega a desarrollar una cosmovi-
sión de la conciencia i n d i v i d u a l como una especie de fragmento holográfico de la concien-
cia cósmica, u n fragmento adherido temporariamente a u n cuerpo que eventualmente regre-
sará disolviéndose en la materia sutil que todo lo impregna.
ENFOQUE
MÍSTICO-FILOSÓFICO
Desde esta concepción moderna se desprenden otros parámetros del modelo espacio-tem-
poral respecto de la vida, la enfermedad y la muerte que son polares a los que describimos en
la ciencia clásica:
• El cuerpo integra una relación dinámica con el Universo y con todos los demás cuerpos
por medio de u n intercambio físico eterno (la danza biológica).
• La materia se ha desmaterializado; por tanto el cuerpo no es estrictamente material. Tan-
to los "elementos de construcción individuales" como los "átomos" son descripciones inader-
cuadas, supuesta la relación recíproca que se da entre todas las partículas.
• El i n f l u j o de la conciencia sobre los procesos físicos-corporales borra la distinción entre
cuerpo y materia.
(Extracción de "Tiempo, espacio y medicina", de Larry Dossey)
Así entonces, nos preguntamos:
• si en nuestros días la física de las partículas encuentra paralelismos asombrosos con el
misticismo oriental,
• si los laboratorios de investigación de fenómenos paranormales acreditan la existencia de
campos PSI, de energía psíquica o cósmica,
• si los campos morfogenéticos pueden ser responsables de la me-
Se ha abierto
moria colectiva y u n a v í a inmaterial de transmisión de conoci-
miento...
...es evidente que se ha producido una brecha real en el pensa-
m i e n t o científico clásico. Se ha abierto la puerta a otra dimensión
humana: el estudio de la m a t e r i a será complementado con el estu- la puerta a otra
dio de la conciencia que puede abarcar su manifestación entre el na-
cimiento y la muerte, como asimismo la sobrevivencia a la muerte
del Cuerpo Físico. dimensión humana:
Esto nos habilita para replantear científicamente la supuesta e x t i n -
ción total, tan temida, del ser h u m a n o más allá de la muerte física. el estudio de
3-ENFOQUE MÍSTICO-FILOSÓFICO
4 - M O D E L O D O G M Á T I C O RELIGIOSO
Este enfoque no se refiere a ninguna religión en particular, sino a la religiosidad con que se sa-
cramentan ciertos principios o dogmas.
El concepto "religioso" se aplica aquí para denominar las creencias que se instituyen como dog-
mas que deben ser creídos, aceptados y cumplidos so pena de recibir el castigo correspondiente
en la Tierra, perder la encarnación o cargar con la culpa más allá de la muerte. Estos sistemas rí-
gidos, que pueden ser patrimonio de cualquier organización, atraen a personas que padecen, en
muchas ocasiones, severos trastornos psicopatológicos y necesitan ser contenidas o encamina-
das por una fuerte autoridad exterior. También está latente el riesgo de ser atraído por alguna
secta mesiánica que ofrezca la salvación eterna.
Cuando la adquisición de un conocimiento espiritual no respeta la libertad humana, el valor
de dicho conocimiento se esfuma. El pensamiento se debilita, se fragmenta, se forman peque-
ños islotes a los cuales el individuo se aferra con desesperación y termina transformando la i n -
formación recibida en una pálida sombra de la verdad: el dogma ya se ha instalado.
En esta situación, se hace difícil enfrentar el fantasma de la muerte por la tremenda carga de
cuentas a saldar que ella presuntamente trae en sus alforjas. Este temor a la muerte es exacta-
mente lo opuesto a lo que se expone en el punto 1 : allí el temor es a la no existencia, a la diso-
lución de sí mismo; aquí el temor es al castigo ultraterreno, no se cuestiona si la vida post mor-
tem es una realidad sino si sólo está signada por u n supuesto sufrimiento acorde con las "cuen-
tas pendientes".
Cuando alguna de estas personas llega a la consulta antroposófica suele hacerse difícil brindar-
le ayuda, especialmente si el tema de fondo es el "cruce del umbral". Los prejuicios acuñados, las
culpas pendientes de castigo, los miedos no resueltos y el tiempo escaso de vida, hacen m u y d i -
fícil atenuar el sufrimiento anímico de estos seres.
U n dogmatismo severamente impuesto nunca deja el alma libre para volar hacia Dios.
5 - CONCEPCIÓN CIENTÍFICO-ESPIRITUAL
En sí mismo nuestro libro es. una exposición constante de este enfoque particular sobre la
vida y la muerte.
Lo esencial del camino antroposófico consiste en que no se trata de una religión que deba
creerse, sino de u n camino de investigación espiritual para adquirir u n conocimiento profundo
del Hombre y su relación con la Naturaleza y el Cosmos.
La meditación en sí misma, la actitud meditativa de la vida cotidiana y la propia biografía, el
CONCEPCIÓN fS
y% r
CIENTÍFICO-ESPIRITUAL / / i\
fortalecimiento del pensar y la ampliación de la conciencia, son algunos de los pasos que proyec-
tan al hombre más allá de la muerte. La transformación consciente del propio instrumento, de
la propia organización corpórea, suministra una herramienta idónea para superar la tremenda
incertidumbre y desorientación de nuestro tiempo.
De acuerdo con lo expuesto hasta aquí, vamos a realizar algunas consideraciones respecto de
la influencia que estos modelos pueden tener en nuestra cultura actual. Además, será útil que
tratemos de observarnos a nosotros mismos para descubrir cuál de estos enfoques ha incidido en
mayor o menor grado en nuestra propia postura frente a la muerte.
Acerca del modelo científico clásico se puede acotar lo siguiente:
La ciencia, merced a su metodología de investigación de la realidad, determina su área de tra-
bajo, lo cual es coherente y lógico. La problemática surge frente a aquello que ella no investiga
o no ha podido demostrar, como es la existencia del espíritu o la conciencia post morten. En
este caso, la civilización en la que nos toca vivir ha clasificado curiosamente esta ausencia de de-
mostración como sinónimo de inexistencia. La ciencia no nos dice "el alma no existe", sino sim-
plemente "no se ha podido demostrar su existencia".
Tal confusión proviene del papel directriz que ha asumido la ciencia
actual. Frente a los sorprendentes avances científicos de este siglo, el Los procederes
hombre ha cambiado de deidad; la autoridad que detentaba la religión
en siglos anteriores, fue derrumbándose poco a poco a medida que evo-
lucionaban las ciencias naturales. Hoy, el péndulo se ha desplazado ha-
terapéuticos cada vez
cia el otro extremo y la ciencia se ha constituido en u n templo de la
Verdad. Los hombres la han transformado en una nueva religión de la
cual parecen no poder prescindir: ahora se cree en la ciencia. Ella ha co-
más sofisticados de
sechado creyentes y adeptos. La medicina representa, en todo caso, el
punto más álgido de la confrontación entre los adelantos científicos y atención al enfermo
la verdadera esencia del hombre: el conflicto entre la enfermedad y el
estar enfermo.
cercano a la muerte,
Si bien es cierto que los adelantos técnicos para investigar alteracio-
nes del Cuerpo Físico son extraordinarios, la terapéutica para solucionar-
las recorre caminos que pueden ser cuestionados en u n futuro inmedia- centrados tan sólo en
to por la ética médica. (Me refiero, por ejemplo, a la manipulación ge-
nética, a la conservación de embriones, a la clonación humana o a los
intercambios de material genético entre el animal y el hombre.) Los
os órganos y aparatos,
procederes terapéuticos cada vez más sofisticados de atención al enfer-
mo cercano a la muerte, centrados tan sólo en los órganos y aparatos encubren
del Cuerpo Físico y no en la persona, encubren la incapacidad del sis-
tema para enfrentar a la muerte. Ella representa el término de todos
los esfuerzos de la medicina actual en el único plano de su realidad: fí-
la incapacidad del
sico-material. Ninguna parte del Cuerpo Físico del hombre puede subsis-
tir a la muerte. É t e m p a a enfrentar
Para esta medicina, el enemigo c o m ú n no puede ser otro que la muer-
te, contra la cual lucha infatigablemente. Sin embargo, el enemigo real
no es la muerte sino la ignorancia, el miedo y la falta de amor.
ala
Hacemos hincapié en el modelo de la ciencia clásica por la gran repercusión que tiene en nues-
tra comunidad. Como integrantes de esta comunidad, cuyo único contacto con la realidad del
mundo procede de los medios masivos de información (diarios, radio, televisión), absorbemos es-
ta particular postura de la ciencia que domina la escena, y nos hacemos partícipes inconscientes
de la filosofía materialista que impregna así nuestra conciencia. Sin entender muy bien el porqué,
descreemos de toda otra realidad superior o distinta de la que recibimos cotidianamente. Lógica-
mente, con el correr del tiempo experimentamos el consabido vacío interior que nos llevará a la
gran angustia en el momento de acercarnos a la muerte y, consecuentemente, a la Nada.
Por su parte, la comunidad científica puede albergar tanto a u n investigador brillante y apa-
sionado por su trabajo, que no conozca en absoluto los fundamentos filosóficos de la ciencia,
como a otro destacado profesional que sea u n lúcido epistemólogo. El primero de ellos estará ad-
herido inconscientemente al mecanicismo científico y el segundo l o hará conscientemen-
) I A
PARTE
PSICOLÓGICO
A S P E C T O PSICOLÓGICO
En estos últimos años se está están creando e integrando nuevas disciplinas para conte-
ner y a c o m p a ñ a r al h o m b r e en el difícil trance de la muerte, lo cual constituye una respues-
ta lógica a la situación de deshumanización de la medicina.
En la actualidad, el enfermo enfrenta la muerte en u n estado de
indefensión absoluta, bajo el efecto de potentes drogas que o b n u -
b i l a n su conciencia, fuera de su medio natural y lejos de sus seres Estamos dispuestos a
queridos. (Estamos describiendo una sala de terapia intensiva.) Es-
te escenario podría ser adecuado para despedir u n Cuerpo Físico, pe-
ro es totalmente inadecuado para despedir al Yo h u m a n o .
pajar cualquier precio
Los aspectos psicológicos del proceso de la muerte se caracterizan
por describir al hombre que sufre. Las emociones que atraviesa toda por el engaño de
alma en las etapas preparatorias de la muerte son infinitas: confu-
sión, angustia, dolor, miedo, rabia, impotencia, frustración, culpa,
soledad, depresión... además de tornarse vulnerable y susceptible. la inmortalidad,
Dentro de este a l u v i ó n de sensaciones se pueden mencionar tres
aspectos que suelen estar presentes sistemáticamente: la depresión, y es que la muerte
la angustia y la culpa.
En forma suscinta abordaremos la manera de afrontar algunos de
estos estados a n í m i c o s :
es el misterio y
Frente a la angustia lo importante es saber escuchar, y no solamen-
te hablar. Saber escuchar no es fácil, hay que prescindir de la propia lo desconocido.
Individualidad para vivir ese instante j u n t o al otro Ser. Frente a la
culpa hay que proceder a estimularla para que ésta salga, para que se
produzca u n intenso drenaje. La frustración, por su parte, suele des-
Se nos lia enseñado a
componerse en rabia o tristeza. Frente a la rabia hay que estimular su
descarga, y frente a la tristeza generar nuevas ideas, nuevos enfoques.
En el caso de la depresión, puede ser anticipatoria (por ejemplo:
temer el misterio y a
preocupación por la muerte en sí misma) y hay que trabajar según
sea cada caso; o puede ser reactiva (por pérdidas reales) en cuyo caso negar lo desconocido.
se pueden analizar en c o n j u n t o con el terapeuta.
Es i m p o r t a n t e , para quien b r i n d a una ayuda en este sentido, recordar que el pasado y el
f u t u r o son sólo sueños, que disponemos solamente del presente y que si m o r i r es d o l o r o -
so, m o r i r sin haber v i v i d o resulta insoportable.
Nuestro sistema de vida nos enseña, desde m u y temprana edad, a negar la muerte. Es pa-
radójico negar lo ú n i c o cierto que la vida nos depara. Estamos dispuestos a pagar cualquier
precio por el e n g a ñ o de la i n m o r t a l i d a d . Y es que la muerte es el misterio y l o desconoci-
do. Se nos ha enseñado a temer el misterio y a negar l o desconocido.
Pero, ¿quién teme realmente la muerte?: nuestro ego inferior, reflejo de nuestro Yo real;
esa personalidad que se ha i d o construyendo con aspectos escindidos de la totalidad del
Ser. En realidad es el ego quien teme a la muerte, y con justa razón. Ante ella se reduce a
lo que siempre fue: nada. La muerte n o es la negación de la vida, sino la n e g a c i ó n del ego
inferior.
La misma vida se nutre de la muerte. Nuestros cuerpos se alimentan de la muerte de plan-
tas y animales, y ellos a su vez se alimentarán de nuestra propia muerte; y así sucesivamente.
Nuestro p e q u e ñ o ego niega la muerte creyéndose i n m o r t a l . Pero el verdadero Yo necesi-
ta de la muerte para recuperar su i n m o r t a l i d a d . Éste es el drama de nuestra i d e n t i d a d :
• naturalmente y sin aprendizaje nos identificamos con el Yo inferior
• con trabajo i n t e r n o y una profunda enseñanza nos identificamos con el Yo superior.
I A
PARTE
Así aparece luminosa la conciencia de la propia muerte en nuestra vida; deja de ser algo
externo a la vida para fundirse con ella; se transforma en u n referente categórico de lo t r a n -
sitorio y lo eterno.
Y aquí se fusiona lo a n í m i c o con lo espiritual, como u n Todo.
ASPECTO ESPIRITUAL
ESPIRITUAL
conocida; es decir, ellas desconocen la completa enajenación del espíritu que significa ex-
perimentar la vida en el mundo de la sustancia.
El mundo inanimado de la materia permite al Yo despertar a su total independencia y l i -
bertad. ¡Esta es la razón cósmica por la cual la entidad de Cristo descendió a la Tierra, pa-
ra conocer la muerte terrenal! Ella es la única entidad espiritual que ha compartido el des-
tino terreno con el Hombre, y como Yo libre lo precede en el camino hacia el espíritu: Cris-
to es el eterno mediador en el portal de la muerte.
Son dos las vivencias que han de compenetrar profundamente el espíritu humano en el
reino de los muertos: la vivencia del karma y el encuentro con el Cristo.
¿Y cuál es el Arte de morir?
Esta es una pregunta que no pertenece sólo a nuestra época. Mucho se ha escrito ya en
otros tiempos respecto de ella, cuando el ser humano no sólo tenía una idea distinta del
mundo espiritual sino cuando la organización de sus miembros esenciales, menos encarna-
dos en la materia, le permitía intuir dicho mundo. En el momento en que el hombre anti-
guo atravesaba el umbral para su encuentro con Dios, podía alcanzar un singular estado
de devoción que daba sentido por sí mismo a toda su existencia. Esta experiencia era obje-
to, además, de una cuidadosa preparación espiritual.
Poco tiene que ver esta disposición anímico-espiritual de antaño con la crisis habitual de
depresión, angustia y pánico del hombre moderno frente a la muerte.
No obstante, hay un ejercicio que puede ayudar en una labor consciente de preparación
para una buena muerte: es el trabajo meditativo nocturno sobre la actividad desarrollada
durante el día. El mismo consiste en visualizar en imágenes todos los sucesos ocurridos en
esa jornada, pero en orden invertido: desde el evento más reciente hasta el despertar de ese
día. Este trabajo, que sirve en lo cotidiano para que lo vivido en un estado de semiconcien-
cia no pase automáticamente al inconsciente, fuera del alcance del Yo, cumple a su vez el
cometido de ejercitarnos en el mismo proceso que se llevará a cabo post mortem durante
la desintegración del Cuerpo Etéreo.
Mi experiencia me dice que en la actualidad puede existir todavía un verdadero Arte de
morir. Recordemos las cinco cualidades que pueden aparecer durante los tres septenios del
Espíritu. Si esas cualidades siguen siendo cultivadas por el hombre sabio y el anciano, es
indudable que el momento de la partida nos encontrará preparados de una manera espe-
cial, nada común.
Analicemos ahora, a la luz de los fenómenos post mortem, qué significan dichas cualida-
des simultáneamente:
La unicidad o unidad con el Todo que aparece como centro de atracción o despertar de
las otras, que como toda experiencia espiritual durante la vida física se acerca y se aleja de
la conciencia, será la experiencia base que nos espera en el momento de abandonar las en-
volturas físicas. Lo que durante la encarnación es objeto de un esfuerzo de voluntad para
lograrlo, despojados del cuerpo es una realidad que nos penetra. De modo que toda sensa-
ción de unicidad estable que se alcance durante la vida proporciona un destello de paz i n -
terior, precursora de la paz espiritual duradera.
E l desapego es el más claro ejemplo de la experiencia venidera. Un buen ejercicio de de-
sapego produce excelentes resultados en el tránsito de un plano al otro; nada más conclu-
yente para evidenciar el traslado de un plano al otro que esta cualidad. Ya hemos dicho que
hay dos clases de desapego:
• de los objetos materiales, empezando por el propio Cuerpo Físico
• de los valores anímicos, que corresponden a las personalidad o ego inferior.
Respecto del agradecimiento, el perdón y el amor al prójimo de honda repercusión en
la vida humana, estos se manifiestan en el plano anímico-espiritual como parte indisolu-
ble de la fuerza del amor; la misma fuerza de la cual irradia el sagrado principio:
"Amarás al Señor, tu Dios y al prójimo como a ti mismo"
Las cualidades descriptas, que humanamente pueden recibir una elevada calificación mo-
ral, son poderosas fuerzas cuando actúan en otros planos sutiles. El hecho de cultivarlas
ASPECTO
ESPIRITUAL
durante la vida física es un magnífico aporte a nuestro futuro espiritual porque ellas tras-
cienden el umbral de la muerte.
Así entonces, las cinco cualidades que hemos caracterizado como evolución sana de la
madurez y la ancianidad, pueden transformar la muerte en un verdadero arte de morir.
Arturo Capdevila
EN EL CAMINO FILOSÓFICO DE UNA CIENCIA ESPIRITUAL
¡a
«lili
8^^>SlilllSÉIl
XIV -1350-
1400-
XVI _1550 \ f /
BACON ,
CALILLO . KEF'LLR
• 1600
V1561-1626
> 150--1642 : 1571-1630
XVII -1650-
LOCKE
1632-1704 NEWTON
-1700- 1642-1727
HUME
XVIII - 1 7 5 0 - ,
1711-1776
1800
XIX -1850-
1900
XX -1950-
•2000-
CIENCIA
ESPIRITUAL
aiaw MU
EN EL CAMINO FILOSÓFICO
Este desarrollo está dedicado a esa legión de psicólogos y psicoterapeutas que se han acer-
cado y se acercan, constantemente, a la Antroposofía.
En nuestro país se ha producido, desde los años 60, u n profundo desarrollo de la psicolo-
v
Una parte de m i trabajo dentro de la Antroposofía, ha sido tratar siempre con personas que
nada conocen de esta Ciencia Espiritual pero intuyen en ella una verdad trascendente que su
espíritu necesita. M i labor profesional como disertante se da habitualmente en congresos de
alimentación, de tanatología, terapias florales, desarrollo del potencial h u m a n o , reiki, yoga
integral, de psicología transpersonal y centros de salud mental, entre otros. En dichos ámbi-
tos recibo invariablemente muestras de la inquietud por conocer y estudiar la Ciencia Espiri-
tual; la mayor necesidad proviene de psicólogos y psicoterapeutas.
La Antroposofía desarrolla una metodología segura y ordenada para alcanzar los fines tras-
cendentes. Está sustentada por una teoría del conocimiento basada en una cosmovisión goet-
heana del m u n d o y, esencialmente, no debe ser creída sino pensada y e x p e r i m e n t a d a . La
posibilidad que me asiste es la de organizar grupos de estudio antroposófico, de autogestión,
con pautas m u y precisas y encuentros periódicos de evaluación del trabajo. Esta labor la he
realizado en distintas ciudades de España, aquí en la ciudad de Buenos Aires y en otras del
interior. Este es el contexto básico propicio para que el corolario de la Psicología sea una Psi-
c o s o f í a . En este sentido, en San Pablo, Brasil, se ha hecho u n gran adelanto integrando una
disciplina académica, como es la Psicología, con la Antroposofía.
U N POCO D E H I S T O R I A
A partir del siglo XIX las teorías psicológicas van diferenciándose de las estrictamente filo-
sóficas. La Psicología, per se, ha sido responsable de una serie de cambios significativos en el
pensamiento de Occidente durante el siglo XX.
Es difícil encontrar una definición acabada de esta ciencia; no obstante hay muchos auto-
res que lo han intenado:
"Es la ciencia positiva de la conducta de los seres vivos." (Me Dougall)
"Es la descripción y explicación de los estados de conciencia como tales." ( W i l l i a m James)
"Es la ciencia de la psique." (Titchener)
Sin embargo, estas definiciones son m u y limitadas. La psicología moderna, por ejemplo, ya
2 a
PARTE
• Desde el enfoque vitalista, la conducta humana es dirigida por una fuerza v i t a l -la ente-
lequia de Driesch- y el comportamiento total sería igual a la suma de dicha fuerza, que es
esencialmente dinámica, más sus elementos simples. Esta fuerza v i t a l es inédita, presenta
propiedades distintas de aquéllas que actúan en el m u n d o físico. Así como las fuerzas de la
materia están determinadas y actúan de acuerdo con ciertas causas, las fuerzas vitales se de-
ben no sólo a causas sino a fines. A tal finalidad se la denomina "teleológica", y se presenta
como una propiedad adicional de la materia viva que escapa a la medición y a la predicción,
causando serios inconvenientes al método científico ya que altera el minucioso proceso de
sus cálculos. No obstante, la actividad de lo viviente no es estrictamente f u n c i ó n del n ú m e -
ro n i de la configuración espacial de las partículas que lo componen en u n m o m e n t o dado.
• La tercera teoría es la organicista; ésta considera a la conducta humana como u n sistema
d i n á m i c o , no atado a una disposición fija. La conducta total sería m u c h o más que la suma
de sus partes y el centro rector la resultante de las relaciones funcionales. Esta teoría sostie-
ne que la base de todos los fenómenos físicos, biológicos y psíquicos es u n sistema energéti-
co que satisface las propuestas de la lógica de la dinámica.
La historia de la Filosofía es u n constante vaivén entre los factores estáticos del mecanicis-
m o y los dinámicos del vitalismo. Heráclito piensa dinámicamente en los cambios continuos,
y Empédocles divide al m u n d o en elementos fijos. De Platón, aún conectado con los a n t i -
guos misterios, se deriva u n dualismo psicofísico: el m u n d o de los objetos y el m u n d o de las
ideas -concepto estático-. Más adelante, la clasificación de las causas se sustituyó por la de los
fines, y apareció la Ética -San Agustín, Santo Tomás-. Cuando la ciencia despierta -Copérni-
co, Kepler, Galileo, Newton-, introduce la observación de los hechos como u n factor esencial.
Galileo llama la atención respecto del hecho de que todo el universo es gobernado por las
mismas leyes, y afirma la imposiblidad de una clasificación rígida que separe u n f e n ó m e n o
de otro -concepto dinámico-. Descartes es el encargado de revitalizar el dualismo platónico
(el cuerpo es una m á q u i n a y la psique una entidad espiritual) -concepto estático-.
Entre el siglo X V I I I y XIX comienza la diferenciación entre teorías psicológicas y filosófi-
cas. Aunque apoyado en elementos estáticos, aparece con Darwin u n concepto d i n á m i c o que
señala que los mecanismos del desarrollo no serían ciegos sino dirigidos a u n f i n . Simultá-
neamente, en Alemania, con W o l f f y Kant, evoluciona el pensamiento psicológico: la psique
es dividida en v o l u n t a d , intelecto y emociones, y subdividida a su vez en facultades psíqui-
U N POCO
DE HISTORIA
cas relacionadas con las áreas craneales y más adelante con las localizaciones cerebrales.
Los descubrimientos fisiológicos estimulan el desarrollo de una psicología experimental.
Los estudios del f u n c i o n a m i e n t o del sistema nervioso -Galvani, Bell, Magendie-, de la acti-
vidad cerebral -Brocea, Fritsch- y de los órganos de los sentidos -Müller, Helmholz, Hering-
, relacionaron a la Psicología con la Fisiología. La maquinaria psíquica fue estudiada a tra-
vés de sus hilos conductores, "correas de transmisión", y receptores. Con W i í l i a m W u n d t se
produce u n giro hacia el concepto d i n á m i c o : funda el primer laboratorio de psicología ex-
perimental y se interesa por la actividad consciente. En Francia y en Estados Unidos se al-
ternan las concepciones estáticas con las dinámicas: Binet crea las pruebas estáticas de inte-
ligencia, James expone una teoría mecanicista de las emociones, Watson presenta su teoría
del conductismo.
Aparecen nuevos conceptos dinámicos a partir del estudio de personalidades anormales
-Ribot, Charcot, Freud-, del estudio del n i ñ o -Stanley Hall-, de las diferencias individuales
-Galoin, Stern- y de la observación de los procesos perceptivos dinámicos de la que deriva
la teoría de las estructuras -Gestalt- fundada por Wertheimer.
Es interesante observar los profundos cambios que ha experimentado la Psicología, escin-
dida de la Filosofía, especialmente en el siglo X X . Si tomamos en cuenta la transformación
del hombre, su vida y costumbres desde principios de siglo hasta la actualidad, podremos ha-
cer algunas deducciones importantes.
El dualismo materia-espíritu, cuerpo-alma, sujeto-objeto, imperante a fines del siglo pasa-
do, ha ido cediendo posiciones frente a una insinuante visión totalizadora del Universo y del
Hombre. Si bien la especialización del conocimiento ha aumentado desmesuradamente, t a m -
bién hay indicios de posturas integradoras del saber en áreas clave: la matemática, la física,
la química, la neurofisiología, la biología, y también la psicología.
Cabe mencionar algunos investigadores y científicos que han contribuido con una lucidez
implacable en este proceso:
• David Bohm, físico y matemático, antiguo colaborador de Albert Einstein, postula mate-
máticamente la existencia de u n orden implícito detrás de todo lo manifestado como univer-
so explícito; de lo sutil deviene lo denso.
CONDUCTISMO:
PSICOLÓGICAS OCCIDENTALES
délo conductista, con gran desarrollo en varios países a partir de la década del '70.
La segunda m i t a d de este siglo se caracteriza por el desarrollo t e c n o l ó g i c o , el avance de
la cibernética, la informática, la robótica y la tecnología c o m p u t a c i o n a l . Entre los diferen-
tes modelos de pensamiento y los desarrollos tecnológicos siempre ha existido una directa
relación, y la psicología cognitiva es la respuesta, en el campo de la Psicología, a esta revo-
lución de la tecnología; así lo prueba su lenguaje. En la década del '50 se i n t e n t ó h o m o l o -
gar a la computadora con el cerebro h u m a n o , y el m o d o computacional de procesamiento
de i n f o r m a c i ó n sirvió como modelo para entender el f u n c i o n a m i e n t o cerebral. A diferen-
cia del conductismo clásico, que se ocupaba de describir la conducta y explicar sus razo-
nes, la psicología cognitiva constructivista se o c u p ó directamente de la actividad interior
del i n d i v i d u o y del m o d o en que el sujeto produce el c o n o c i m i e n t o . A esta nueva concep-
ción se la l l a m ó p r i m e r a r e v o l u c i ó n c o g n i t i v a . Se caracterizó por emplear el paradigma
del procesamiento de i n f o r m a c i ó n , o sea considerar al ser h u m a n o c o m o u n organismo o
sistema que puede operar con la realidad y no sólo reaccionar ante ella procesando la i n -
f o r m a c i ó n recibida. Esta c o n c e p c i ó n t u v o u n t i e m p o l i m i t a d o de existencia.
Más adelante t u v o lugar la segunda r e v o l u c i ó n c o g n i t i v a : señalaba que los seres h u m a -
nos desarrollan conductas en secuencias n o lineales (como las computadoras) y que ellas
estaban integradas a una esfera social. Según esta perspectiva, lo psicológico se refiere a la
posibilidad humana de dar significado a los hechos que ocurren en nuestro cuerpo o en el
m u n d o social, y así organizar nuestra experiencia.
Esto nos demuestra c ó m o ha trascendido u n conductismo agresivo y despótico en el
transcurso de u n siglo, y también nos permite reflexionar: que la aparición o i m p l e m e n t a -
c i ó n de todo sistema por el ser h u m a n o es siempre u n trampolín para nuevas experiencias,
ya sea c o n s o l i d á n d o l o o extirpándolo.
PSICOANÁLISIS:
PSICOLÓGICAS OCCIDENTALES
hacia la superficie en forma de síntoma incontrolable. El estudio de los actos fallidos y los
sueños le permitió a Freud encontrar una vía regia de acceso al inconsciente.
Otro elemento destacado de la teoría psicoanálitica es la libido -energía psíquica o i m p u l -
so al placer-. Cuando Freud puso su atención sobre este aspecto c o m p r o b ó l o que ya había
expresado Charcot: toda neurosis se basa en u n trastorno sexual. Pero las manifestaciones se-
xuales aparecen bajo tantas máscaras que no podemos hablar de sexualidad refiriéndonos so-
lamente a lo genital. Freud utilizó el término "libido" para abarcar toda la amplia gama de
manifestaciones sexuales. También descubrió que existen en el cuerpo zonas que concitan
una gran atención a temprana edad, y las llamó "zonas erógenas". Éstas se van relevando co-
m o centros de placer a medida que los años pasan. Así, incorporó la boca y los labios -prime-
ra etapa de succión- como "zona oral". (Resulta interesante observar, en u n paciente que n o
puede superar un conflicto, c ó m o hace una regresión a una etapa anterior y comienza, por
ejemplo, la succión de su pulgar.) En una segunda etapa reconoció la importancia del esfín-
ter anal u n i d o al placer de la evacuación o la retención y llamó a ésta "zona anal"; f i n a l m e n -
te describió a los genitales propiamente dichos como "zona genital". La libido quedó d i v i d i -
da en tres fases: autoerótica, homosexual y heterosexual.
Uno de los logros que transmite más solidez a la teoría psicoanáli-
tica es la construcción de una topografía del aparato psíquico. Todos
estos conceptos constituyen hipótesis de trabajo para encontrar u n
A pesar Je toJas
camino a través de la selva de las funciones psíquicas. La vida psíqui-
ca humana comprende dos áreas principales: la consciente y la i n - las objeciones Je
consciente; nuestro sistema consciente controlado por el Yo, y nues-
tro inconsciente, el ello que alberga todas las fuerzas oscuras, apeti-
tos, deseos e impulsos (muy especialmente aquéllos reprimidos).
sus Jetractores y
Existe una gran desproporción entre ambas regiones, siendo la cons-
ciente pequeña y relativamente insignificante con relación a la i n - la idealización Je
consciente que se presenta como u n agente activo, impulsivo, abso-
lutamente d i n á m i c o .
sus defensores,
Hay otra región que se funde gradualmente con las dos anteriores:
se denomina preconsciente y allí se sitúa la censura. La tercera f u n -
ción que a c o m p a ñ a al Yo y al ello es la que se constituye con las res-
es eviJente que
tricciones morales y el estímulo hacia la perfección. Los padres, ele-
vados en la psique i n f a n t i l a la categoría de ideales, forman la base la revolución Jel
de la que deriva el superYo. El Yo se encuentra así entre dos grandes
fuerzas: los impulsos y deseos que pugnan por salir y el orden moral
que n o lo permite. Hay dos maneras de perder el equilibrio: o bien el
pensamiento
superFo es tan fuerte que el Yo n o puede alcanzar sus ideales, o bien
el ello y sus emociones son tan intensos que el Yo no puede dominar introducida por freud
sus impulsos. La neurosis aparece como u n mecanismo que protege
del desequilibrio. cambió totalmente
(Finalizando el esbozo de la corriente psicoanálitica, destacamos el
carácter abstracto de esta topografía psíquica con relación a una con-
cepción concreta de los "miembros esenciales suprasensibles" que
el concepto
de la psicología.
integran la estructura cuaternaria del hombre.)
HUMANISMO:
Es la tercera fuerza psicológica que se presenta en escena en l o que va de este siglo. Así co-
m o es sencillo describir a los fundadores de las dos fuerzas psicológicas anteriores, Watson y
Freud, se torna más complicado hacerlo con las raíces de este m o v i m i e n t o consolidado en la
década del '50 y del '60.
Históricamente, la corriente humanística germina en los Estados Unidos de posguerra, y
tienen su incidencia las emigraciones de psicólogos y psiquiatras alemanes -Goldstein,
Fromm, Perls, Buhler- que traen las ideas incipientes de la psicología existencialista. En A m é -
rica, autores como Cari Rogers, Abraham Maslow y Rollo May, desarrollan nuevas teorías y
modalidades terapéuticas. Karen Horney impulsa una concepción psicoanálitica culturalista;
Harry Stack Sullivan l o interpersonal; W i l h e l m Reich la vegetoterapia; Alexander Lowen el
análisis bioenergético; Viktor Frankl la logoterapia; Eric Berne l o transaccional; y es i m p o r -
2a
PARTE
PSICOLÓGICAS OCCIDENTALES
ciencia de nuestro origen; que, sin embargo, podemos retornar a Él n o solamente median-
te el c o n o c i m i e n t o sino recordando nuestra verdadera i d e n t i d a d . Cada una de estas t r a d i -
ciones tiene su forma particular de expresarlo: los yoguis de la I n d i a t i e n e n por o b j e t i v o
realizar el A t m a n ; los budistas tratan de despertar la naturaleza del Buda; la mística cristia-
na nos impulsa a amar a Cristo para entrar en el reino de los cielos. En nuestro días, la psi-
cología transpersonal nos habla de realizar el self, el sí m i s m o , el centro p r o f u n d o del Ser.
El origen de la palabra "psicología" (psique = alma, aliento; logos = palabra, discurso, ra-
zón) nos está señalando que originariamente el vocablo orientaba hacia el lenguaje o el co-
n o c i m i e n t o del alma. Por su parte, la palabra "transpersonal" proviene del latín trans -a tra-
vés de, allende- y persona -máscara-, y fue adoptada para reflejar los hallazgos de i n d i v i d u o s
que, mediante la práctica de técnicas meditativas, logran estados de conciencia que tras-
cienden las fronteras conocidas del ego y los límites ordinarios del espacio-tiempo. Tam-
b i é n se utiliza el término para designar la liberación de virtudes trascendentales como el
amor y la c o m p a s i ó n altruistas, manifestadas en las actividades cotidianas de la personali-
dad. Además, puede ser c o m p r e n d i d o como una síntesis de lo trascendental y personal, ya
que u n o de los objetivos de la psicología transpersonal es brindar la ayuda necesaria para
integrar lo trascendental o espiritual con el n i v e l personal de la existencia: la realización
de nuestra I n d i v i d u a l i d a d singular, creativa, inédita, de la vida cotidiana, mientras se nos
muestran las raíces en la d i m e n s i ó n profunda, atemporal y sin forma del Ser eterno.
La psicología transpersonal tiene u n linaje venerable. Ken Wilber, autor de enorme rele-
vancia en el estudio de la conciencia, sugiere que el campo se extiende, en Occidente, a
Platón, San Agustín y P l o t i n o ; y en Oriente a Patanjali, Budagosa y Asanga. Durante el pre-
sente siglo, W i l l i a m James, Cari Jung, Roberto Assagioli y Abraham Maslow, h a n c o n t r u -
b u i d o enormemente a esta disciplina. Se puede acceder a estos postulados mediante libros
y conferencias de distintas autorías: el mencionado Ken Wilber, Stanislav Grof, Ralph
Metzner, Francis Vaughan, Roger Walsh y J o h n W e l w o o d , entre otros. Todos ellos h a n sido
i n f l u i d o s no sólo por psicologías esotéricas de Oriente y Occidente, sino por algunos de los
científicos c o n t e m p o r á n e o s ya citados anteriormente: David B o h m , Rupert Sheldrake, Ilya
Prigogine, cuyos puntos de vista acerca del espacio, el t i e m p o , la materia, la energía, la v i -
da y la conciencia, tienen u n paralelismo con los descubrimientos de sabios y místicos.
U n o de estos pioneros, Stanislav Grof, en su libro "Más allá del cerebro", expresa que la
psicología transpersonal busca aprender de los descubrimientos de investigadores de otras
muchas disciplinas:
• antropólogos: investigación de culturas aborígenes en sus prácticas c h a m á n i c a s , ritos
de i n i c i a c i ó n y ceremonias curativas
• tanatólogos: exploración de la muerte y estados inmediatos post m o r t e m
• terapeutas: técnicas vivenciales, trabajo corporal, formas no autoritarias de hipnosis
• científicos: experiencias de laboratorio con el sueño, alteración de estados de concien-
cia, aislamiento sensorial, biofeed-back, sonido h o l o f ó n i c o u otras técnicas con sonidos
• psiquiatras: t r a t a m i e n t o de pacientes en estados no ordinarios de conciencia
• parapsicólogos: percepción extrasensorial
• físicos: naturaleza del espacio-tiempo, implicancias de la física relativista del los q u a n -
t u m para la c o m p r e n s i ó n de las relaciones entre materia y conciencia.
PSICOLÓGICAS OCCIDENTALES
que se da cuenta de, que elige intencionalmente relacionarse con otros, que es capaz de ac-
tualizar su potencial creativo ú n i c o . Dentro de la tercera fuerza, varios i n d i v i d u o s comen-
zaron a explorar la convergencia entre las religiones orientales y las psicologías n o o r t o d o -
xas, seguros de que la espiritualidad oriental, con su énfasis en la trascendencia, podía ser
integrada con la perspectiva humanista en su insistencia en la autorrealización.
En 1968, Maslow, autor de dos trabajos clásicos de psicología humanista, "Hacia una psi-
cología del Ser" y "Los alcances de la naturaleza humana", declaró: "Considero que la psico-
logía humanista, Ja tercera fuerza, es una transición, una preparación para una más elevada cuar-
ta psicología: la transpersonal, transhumana; una psicología centrada no tanto en las necesida-
des e intereses humanos sino en el cosmos. Ella trascenderá lo humanista, la identidad, la auto-
rrealización y todo ese tipo de cosas". Maslow, que falleció en 1970, criticó al conductismo
por representar a los seres humanos como animales condicionados por su medio a m b i e n -
te, y a Freud por desarrollar su modelo de c o m p o r t a m i e n t o h u m a n o a partir del estudio de
la enfermedad m e n t a l : "Freud -dijo Maslow- nos dio la mitad enferma de la psicología, y aho-
ra debemos completar la mitad sana".
La definición de psicología transpersonal propuesta por A n t h o n y Sutich, editor fundador
del "Journal o f Humanistic Psychology", y del "Journal o f Transpersonal Psychology", es
hoy una especie de manifiesto del m o v i m i e n t o : "La emergente cuarta fuerza está interesada
especialmente en el estudio, comprensión e implementación responsable de estados del ser, del de-
venir, la autorrealización, la expresión y actualización de metanecesidades (individuales y de la
especie), los valores últimos, la autotrascendencia, la conciencia de unidad, las experiencias cum-
bre, el éxtasis, las experiencias místicas, el asombro innegable, el sentido trascendente, la trans-
formación del individuo, el espíritu, la transformación de la especie, el sentimiento de unidad, la
conciencia cósmica, la sensitización sensorial máxima, el fuego cósmico, la sinergia que englo-
ba a toda la especie humana, los encuentros interpersonales de óptima o máxima relevancia, la
realización y expresión de potencialidades transpersonales y trascendentes y cualquier concepto,
experiencia o actividad pertinente". Sutich también definió al terapeuta transpersonal: es
aquél que está c o m p r o m e t i d o con u n camino espiritual.
Si bien la estructuración y consolidación de la psicología transpersonal se deben a Mas-
low y a Sutich, h u b o dos precursores en Occidente que c o n t r i b u y e r o n a l o transpersonal
con sus descubrimientos: u n o de ellos fue Cari Jung, sobresaliente discípulo de Freud; el
otro fue Roberto Assagioli, fundador de la psico-síntesis (el paso siguiente a la p s i c o a n á l i -
sis). Tanto el análisis jungiano como la psicosíntesis se h a n convertido en dos caminos
m u y respetados dentro del creciente campo de la psicología trans-
personal.
A Cari Jung se l o puede mencionar como el primer representante
de una orientación transpersonal en psicología a pesar de haber
puesto, como Freud, gran énfasis en la d i n á m i c a de la personalidad; el inconsciente
pero su concepto de los estratos profundos del ser h u m a n o va m u -
cho más lejos que el de su maestro. Para Freud, la personalidad era
una especie de ciudad, con muchos barrios y suburbios, y el ego era es creativo
el alcalde. El alcalde es la autoridad gobernante, pero n o puede sa-
ber lo que ocurre en t o d o su d o m i n i o ; hace lo que puede para m a n -
tener la ciudad l i m p i a y segura, pero depende de la fuerza de meca-
e inteligente
nismos represivos policiales para controlar a aquellos elementos
que a t e n í a n contra el e q u i l i b r i o ciudadano. A esta prisión de com-
ponentes reprimidos o reprobables, Freud la llamó el "inconscien-
y conecta
te". Según su visión, el inconsciente es u n reservorio de ostracismos
varios, recuerdos dolorosos y conflictos, deseos e impulsos i n f a n t i -
les i n s t i n t i v o s , muchos de los cuales nunca se vuelven conscientes:
a individuo con
"La enfermedad psicológica se cura al hacer consciente lo inconsciente",
sostuvo. Jung aceptó ese concepto hasta u n cierto p u n t o , y recha-
zó de plano la visión freudiana del inconsciente como una mera
lo colectivo,
prisión de impulsos caóticos e irracionales. Para Jung, el incons-
ciente es creativo e inteligente y conecta al i n d i v i d u o con l o colec-
t i v o , la naturaleza y el cosmos. El inconsciente personal es u n río
la naturaleza
que desemboca en u n gran o c é a n o llamado "inconsciente colecti-
vo"; constantemente aquél es alimentado por las aguas de lo colee- y el cosmos",,, jung
2 a
PARTE
A UNA PSICOSOFÍA
D E L A PSICOLOGÍA A L A PSICOSOFÍA
Así c o m o la Antropología (antropos = hombre; logos = palabra, razón) es la ciencia que tie-
ne por objeto el estudio y conocimiento del hombre, la Antroposofía (antropos = hombre;
sofía - sabiduría) es la ciencia y el arte de i l u m i n a r la conciencia humana más allá de las
limitaciones del m u n d o físico, a través del fortalecimiento de u n pensar que despierta el
sentimiento y la v o l u n t a d p e r m i t i e n d o el acceso a u n plano superior de conciencia.
La Antroposofía es una Ciencia Espiritual que nos ofrece u n co-
n o c i m i e n t o integral del hombre y de su profunda relación con la
Tierra y el Cosmos. primero tenemos que
Siguiendo la misma analogía podemos inferir que la Psicología
corresponde a u n c o n o c i m i e n t o de la psiquis, y una Psicosofía,
emanada de la Ciencia Espiritual antroposófica, corresponde a una
penetrar valientemente en
profunda sabiduría del alma humana.
Si consideramos en c o n j u n t o las cuatro corrientes psicológicas
el pozo de nuestro
descriptas anteriormente, las podemos caracterizar como u n esfuer-
zo del hombre por redescubrir su verdadera naturaleza, como una
reminiscencia del hombre encarnado físicamente que pugna por al-
inconsciente más bajo
canzar su verdadera esencia espiritual.
Así es que la historia de la Psicología en este ú l t i m o siglo pue-
para descubrir
de ser descripta como u n e m p e ñ o h u m a n o en l a búsqueda del
Yo. las oscuras fuerzas que
Si bien es cierto que en cualquiera de las corrientes mencionadas
pueden rastrearse raíces filosóficas m u y antiguas, es también ver-
dad que en este ú l t i m o siglo, en el que hizo eclosión el materialis-
nos enredan y
m o más crudo, la imagen del hombre ha sufrido transformaciones
sustanciales que oscilan entre el h o m b r e - m á q u i n a , al p r i n c i p i o del nos amenazan,
siglo, y una persona libre, interactuante con el o t r o , que aspira a
conectarse con su Yo superior, el self, al finalizar el siglo.
Parece difícil, en u n primer i n t e n t o , asimilar hoy las palabras de
los fantasmas',
Watson y sus fervientes seguidores, pero si tratamos de recrear la
cultura imperante en la época, el florecimiento del universo mecá- aquellas imágenes
nico-determinista y los incipientes descubrimientos que el hombre
estaba realizando entonces, las expresiones del creador del conduc-
tismo resultarán una fiel reproducción del arquetipo del hombre-
ancestrales o infantiles
m á q u i n a : u n c o n j u n t o de reflejos condicionados complejos, o sea
un sistema estímulo-respuesta m e c á n i c o susceptible de ser m a n i p u -
lado con total prescindencia del Yo. Respetando el m o m e n t o histó-
que nos dominan en
silencio o nos
rico-cultural, n o es difícil concebir que una línea de pensamiento
de esta naturaleza se adueñara de u n importante escenario científi-
co. Tampoco es difícil imaginar que esta posición desembocara en
una psicología de laboratorio, deshumanizada, ocupada con el
c o m p o r t a m i e n t o de animales, elaboradora de prolíficas estadísticas obsesionan, los miedos
y acumulando enormes conocimientos objetivos.
Deseo dejar en claro que estas expresiones conceptuales las realizo en el momento
presente y merced a una perspectiva científico-espiritual que me ha permitido acceder
a otros estados de conciencia. He sido fervoroso creyente y defensor del psicoanálisis
desde el año 1956, cuando inicié mi carrera profesional, en el seno de una sociedad es-
céptica y organicista. Aquel joven estudiante de medicina que fui, con 18 años asoma-
dos al mundo, muchas ilusiones depositadas en la vida y cerca ya de la culminación
del tercer septenio, encontró en el psicoanálisis una alternativa humana: así logré en
las clases de anatomía poder soportar la muerte frente a las mesas de mármol sembra-
das de restos humanos. Esta adhesión se consolidó, en lo personal, en el curso de mi
propio sicoanálisis y como médico en la organización dos servicios de Psicopatología
Infantil (Hospital Argerich y Policlínico Lanús) de orientación psicoanálitica. Pero en
la actualidad no pertenezco ya a los creyentes en él, porque aprendí a no transformar
en religión aquello que me deslumhra o fascina. No tengo la menor duda de la efica-
cia del método en la resolución de un conflicto, cuando es recomendado acertadamen-
te y cuando es ejercido con el mismo acierto. Mi cuestionamiento se dirige a sus limi-
taciones para lograr un crecimiento espiritual o bien a sus interpretaciones frente a la
experiencia mística.
En la vida diaria resulta difícil discriminar entre las distintas agrupaciones que se
postulan como representantes de la psicología transpersonal por la diversidad de enfo-
ques que ellas sustentan, a veces confusos y hasta contradictorios, respecto de concep-
PSICOTERAPIA Y DESARROLLO
paciente para ahondar en su psiquis, y en su cuerpo, a fin de encontrar las respuestas que
le permitan comprender la situación o crisis que lo aqueja. En este trabajo se busca ayudar
a la persona a reconocer y afrontar su conflicto, modificar ios vínculos con el entorno y,
en general, a que reestructure su personalidad. Es un trabajo ligado al ego inferior, que en
algunos casos puede adquirir características dramáticas como en la "escisión o disolución"
de la personalidad, tal como sucede en la psicosis. Tengamos en cuenta que casi todas las
terapias nos enseñan a adaptarnos, a enraizamos, a fortalecer el Yo en vez de trascenderlo.
Esto es muy importante en situaciones límite, como una psicosis pero, generalmente, cuan-
do ya se ha logrado la estabilidad y el equilibrio de la persona es el momento de trabajar
los valores ético-morales que anidan en su esencia, el conocimiento de las leyes kármicas,
las vidas sucesivas como portadoras de un destino, la biografía y el sentido físico-espiritual
de la existencia.
39 COSMOGONÍA
• 7 ESTADOS DE CONCIENCIA
PRIMER ESTADO DE CONCIENCIA • (INCONCIENCIA O TRANCE PROFUNDO)
SEGUNDO ESTADO DE CONCIENCIA- (SEMICONSCIENTE O DE SUEÑO)
TERCER ESTADO DE CONCIENCIA • (SUBCONCIENCIA O SOÑAR)
CUARTO ESTADO DE CONCIENCIA • (OBJETIVA-DIURNA)
QUINTO ESTADO DE CONCIENCIA • (CONCIENCIA DEL ALMA)
SEXTO ESTADO DE CONCIENCIA • (CONCIENCIA INSPIRATIVA)
SÉPTIMO ESTADO DE CONCIENCIA • (CONCIENCIA ESPIRITUAL)
*• ría®.;
_ EL PROCESO BIOGRÁFICO
Como corolario del presente libro habíamos previsto desarrollar este tema mediante la demostración
práctica de un único trabajo biográfico, pero resultó imposible mostrar en una sola biografía una gran
parte de las leyes que rigen el proceso. Se pensó entonces en la presentación de varias biografías para
poder abarcar un mayor número de leyes, pero igualmente se tomó difícil lograr el propósito inicial
dadas las infinitas variantes de cada vida humana. Además, el destino expresado en cada biografía ha-
cía que su desarrollo fuera muy denso y angustiante, y tal estado de cosas conspiraba contra la clari-
dad y el despertar de la conciencia que sí se había producido en ocasión de los encuentros personales
terapeuta-paciente. Toda biografía resulta pues insuficiente como demostración cabal de un estudio
completo y es prácticamente imposible, además, trasladar al papel las sensaciones, vivencias y amplia-
ción de la conciencia, frente a la propia existencia actual como síntesis de las vidas vividas y como ger-
men de las otras por vivir.
Debemos aclarar que el trabajo del que hablamos nada tiene que ver con lo que habitualmen-
te se conoce como "terapia de vidas pasadas" donde, en u n estado de semiconciencia o trance
hipnótico, tratan de captarse vestigios de contenidos inconscientes para analizarlos luego bajo
la discriminación de la conciencia de vigilia. Tal tipo de trabajo no requiere de los participantes
una preparación espiritual previa. (Lejos de hacer una crítica o de emitir u n juicio acerca de los
resultados obtenidos a través de dicho método, nos preguntamos acerca de la veracidad y cer-
teza de la información recibida en las condiciones descriptas y la manera en que serán incorpo-
rados esos contenidos en la vida cotidiana.)
El abordaje de la propia biografía puede darse como inicio de una apertura espiritual o como coro-
lario de u n exhaustivo trabajo interno. Aun cuando quien desee acercarse puntualmente al septenio
correspondiente a su edad biológica puede igualmente conocer las características del mismo sin una
preparación previa, quienes hemos realizado la experiencia antroposófica sabemos que es necesario y
conveniente seguir algunos pasos iniciales:
• Desestructurar dogmas -científicos, relgiosos o de otra índole- y no reemplazarlos por otros.
• Discriminar entre intelecto, razón e intuición.
• Integrar el pensar con el sentir y la voluntad.
• Finalmente, para que la biografía humana empiece a develar sus secretos, es imprescindible una
elevación del estado de conciencia diurna y una actitud meditativa.
Planteado así nuestro trabajo, surgió entonces la idea de dejar de lado uno o varios trabajos biográ-
ficos puntuales y, en cambio, desarrollar nuestro tema mediante la inclusión de una reseña del gran
proceso cósmico que se plasma en el microcosmos humano.
La sucesión de incorporaciones del planeta Tiena, desde el estado de calor primordial denominado
en el ocultismo "antiguo Saturno" hasta el estado actual, se asemeja a u n proceso continuo de embrio-
génesis y parto que obedece a leyes espirituales precisas de las cuales participan el Universo, los plane-
tas, la naturaleza y el hombre. Es notable la sabiduría que entraña la alternancia de los procesos de con-
densación y sutilización, en los que la consolidación material es seguida por un tiempo de elaboración
espiritual para nuevamente expresarse en el plano físico, en el que se lleva a cabo una recapitulación
de lo ya aprendido, o "viejo", y lo recién creado, o "nuevo".
El proceso biográfico, que tiene lugar entre el nacimiento y la muerte como experiencia del Yo hu-
mano, debe ser estudiado exclusivamente dentro de esta dimensión cósmica, y las sucesivas transfor-
maciones septenarias -septenios- de los cuerpos suprasensibles también deben homolograse a las cita-
das recapitulaciones macrocósmicas. La biografía humana es, en este aspecto, u n verdadero espejo de
u n acontecer cósmico. Y si el hombre realiza constantemente un aprendizaje de sus propias acciones,
también las entidades espirituales que subyacen en todo el proceso creativo, o morfogénesis de la sus-
tancia, hacen a la vez el suyo.
COSMOGONÍA
COSMOGONÍA
• 7 ETAPAS P L A N E T A R I A S
• 7 CUERPOS -Miembros esenciales-
(Para esta descripción consultar gráfico 11)
Según la investigación espiritual llevada a cabo por Rudolf Steiner, la Tierra.atravesó:varios es-
tados evolutivos, llamados también períodos o cadenas. Hubo tres períodos anteriores al actual
estado terrestre y les sucederán otros tres períodos más.
Este proceso evolutivo se caracteriza por presentar una alternancia entre una fase material,
de condensación o consolidación de la sustancia, y una fase espiritual, de sutilización o deses-
tructuración de la sustancia. El principio de condensación está representado por los estados
llamados antiguo Saturno, antiguo Sol, antigua Luna y el actual estado Tierra. En cuanto al
principio de sutilización, éste se expresa a través de la noche cósmica, denominada pralaia en
la ciencia oculta. (Recordamos que estos principios universales ya fueron mencionados al re-
ferirnos a la corona de nuestro Sol actual durante la conformación y dispersión cíclica de las
manchas solares.)
Cualquiera sea el estado alcanzado no se continúa uno con otro enteramente nuevo, sino que
todo el proceso de configuración de la sustancia se refleja ahora como u n integrante más de la
actual actividad. La memoria de lo ya realizado interviene activamente en la manifestación de
lo nuevo, elevando u n grado más el nivel evolutivo al que pertenecía originariamente. Tal suer-
te de repetición y aprendizaje cósmico es la esencia de la metamorfosis. Una denominación
apropiada para esta evolución terrestre es "estados de incorporación del planeta Tierra".
La sucesión de fases materiales y espirituales determinaron un progresivo desarrollo de la con-
sistencia de la materia. Así entonces, lo que en el primer estado de la Tierra -antiguo Saturno- se
describe como una atmósfera de calor -elemento Fuego-, en el cuarto estado terrestre -Tierra- apa-
rece como el estado sólido y evoluciona hasta el que conocemos en la actualidad.
Creo útil recordar aquí que los estados de agregación de la materia descriptos por la física
clásica son 4 (aunque hoy se agregan otros, como el estado plásmico de las estrellas) y que los
elementos que describe la Antroposofía también son 4, se corresponden con aquéllos y repre-
sentan la esencia espiritual de la sustancia:
LÍQUIDO AGUA
CASEOSO AIRE
CALOR FUEGO
ETER
É T E R
SONORO
\iillUHI»» l,lU
' V
' T A L
ETER \ , m | l u U 1 1
QUÍMICO
,.., \W LUMINICO^
V
CALÓRICO
Y CALOR/""/,
""II,,
""»''••'««..„ A C UA , „ „ „
¡M?l iM'F*l
—>
1 S
ESTADO 2 e
ESTADO 3 a
ESTADO 4 fi
ESTADO
Kimmv. .,'xz*
COSMOGONÍA
para de la Tierra a la vez que el hombre se desprende de la esencia del reino vegetal, R V . La con-
ciencia humana alcanza u n estado que podría recordar al sueño profundo sin sueños. También
ahí se lleva a cabo la separación entre algo similar al aire que conocemos -lo denso- y u n estado
etéreo de la luz o etér lumínico -lo sutil-.
Otra noche cósmica de fructífera latencia espiritual se instala majestuosamente. Eones eternos
cabalgan en el Cosmos hasta que se insinúa otra vez u n proceso de materialización que va a cul-
minar en el tercer estado planetario terrestre, o antigua Luna. Allí es depositado el germen espi-
ritual del Cuerpo Astral. Es el momento de la separación de la Luna, y el hombre también se des-
prende de brutales fuerzas que constituyen la esencia del reino animal, R A . La conciencia huma-
na de esa época se podría asimilar al soñar actual. Se separa u n estado de suficiente densidad,
que correspondería al agua, de un estado sutil de la materia, que llamamos etér sonoro químico;
y es así como el tercer estado terrestre se prepara para su noche cósmica.
El escenario desaparece una vez más de la percepción clarividente. Ha
llegado nuevamente el momento incomprensible de la recapitulación, Solamente en este
de la metamorfosis. Este último pralaia es particularmente importante,
porque el cuarto estado planetario de la Tierra se prepara para albergar
al germen del Yo humano. Estamos en presencia del estado Tierra pro- último estado terrestre
piamente dicho... la máxima solidificación conocida hasta ahora y el
nivel más profundo de experiencia en la materia que el hombre pudo
alcanzar. Este cuarto estado terrestre es lo adecuado para permitir el ac-
es posible establecer
cionar del Yo humano.
Culmina así la conformación cuaternaria del hombre. Se da ahora una correlación entre
una nítida separación entre el hombre y los reinos mineral, vegetal y
animal. Todo adquiere claros contornos y formas. La consistencia del
suelo terrestre alcanza niveles insospechados de dureza y rigidez. Cada la investigación
época de este estado Tierra reflejará a su vez un estado planetario ya pa-
sado. Se separa el elemento sólido de la sutileza del éter vital.(gráfico
12)
geológica de
Solamente en este último estado terrestre es posible establecer una
correlación entre la investigación geológica de la ciencia natural y la i n - la ciencia natural y
vestigación científico-espiritual. Los tres estados anteriores -Saturno,
Sol y Luna- sólo son asequibles a la investigación espiritual del akasha.
La futuras incorporaciones terrestres, llamadas cadenas de Júpiter, Ve-
la investigación
nus y Vulcano, tienen la misión de acompañar el desarrollo del Yo Es-
piritual -Manas-, el Espíritu Vital -Buddi- y el Hombre-Espíritu -Atman-. científico-espiritual.
•7 ÉPOCAS DE LA T I E R R A
• 7 RAZAS RAÍCES
Esta última incorporación del planeta que estamos transitando, el estado Tierra propiamente
dicho, ha debido atravesar las distintas épocas anteriormente señaladas para llegar al estado ac-
tual. Este proceso de consolidación terrestre descripto por la Ciencia Espiritual presenta una co-
rrespondencia con la investigación geológica, (gráfico 13)
La primera época terrestre, o Polar, es el reflejo de la antiquísima etapa de Saturno. El reino h u -
mano recapituló en esta etapa su estado mineral (conciencia de trance profundo) en u n m u n d o
en plena fusión y atmósfera gaseosa. Estos primitivos seres corresponden a la Primera Raza Raíz,
o Polar.
La segunda época, o Hiperbórea, se caracteriza por ser el reflejo de la etapa Solar. En aquel mar
de materia fundida y luminosa se formaron costras solidificadas, a manera de islas. Entonces el
hombre recapituló su estado vegetal (conciencia de dormir sin sueños). Así vivía la Segunda Ra-
za Raíz, o Hiperbórea.
En la tercera época, o Lemúrica, se refleja la etapa Lunar. Avanza la solidificación terrestre y el
hombre recapitula su estado animal (conciencia del soñar). Se consolida la separación de los se-
xos. Esta es la Tercera Raza Raíz, o Lemúrica. Luego de la destrucción del continente lemúrico
merced a grandes cataclismos de origen volcánico, surgió u n nuevo continente saturado de ne-
b l i n a densa y espesa como resultado del hálito gaseoso y ardiente de los volcanes del sur y
los bloques de hielo provenientes del norte. El Yo h u m a n o trabajó profundamente sobre los
otros tres miembros esenciales -Cuerpo Físico, Etéreo y Astral-.
2 a
PARTE
. .• -_ • * ¿. '< , •
R
• 'AQm n K K m ****
III É p o c a vitalizadora 3 a
RAZA RAIZ
REPETICION DEL biosfera general LEMÚRICA
ESTADO LUNAR ÉPOCA
LEMURICA D i f e r e n c i a c i ó n de carozo y
envoltura arcaica
TEMPRANA!
D i v i s i ó n interna y f o r m a c i ó n
de capas
CÁMBRICO
SILÚRICO
PALEOZOICA D E V Ó N I C O '
CARBONÍFERO
MEDIA PÉRMICO
TRIÁSICO
JURÁSICO
MESOZOICA
TARDIA CRETÁCEO :": " :
HUNDIMIENTO LEMURIA
1»¡ PALEOCENO 4 RAZA RAIZ
IV
a
e
ÉPOCA
3« TERCIARIO OLIGOCENO
ATLANTICA
4«' MIOCENO
5« PLIOCENO
6« DILUVIO
CUATERNARIO
7' ERA GLACIAL
^
•
HUN
DM
IE
I
N T
OAT
L
ANT
D
I
A
CENOZOICA 1 CIVILIZACION PROTO HINDU
V 5 RAZA R A I Z
a
•«¡sam
COSMOGONÍA
L A S 7 S U B R A Z A S O C I V I L I Z A C I O N E S TERRESTRES
• CIVILIZACIÓN PROTO-HINDÚ ( 7 2 2 7 - 5 0 6 7 A.C.)
• CONSTELACIÓN DE CÁNCER
Esta antiquísima cultura está signada por la civilización que la antecede, o sea la A t l á n -
tida. Bajo una especial tutela espiritual la parte más evolucionada de estas poblaciones fue
guiada hasta Asia, donde f u n d ó el centro de culturas que llamamos post-atlantes de las cua-
les se irradiaría toda la cultura ulterior. A medida que la migración progresaba hacia el es-
te, las aguas i n u n d a b a n irreversiblemente el continente atlante.
Una parte de esa migración permaneció en Europa. Lo que nos relatan la saga y los m i -
tos germanos no son más que las reminiscencias de la vivencia que los antiguos atlantes
poseían de la naturaleza. Antes del a m o l d a m i e n t o del Cuerpo Etéreo, ellos percibían en for-
ma v i v i d a e intensa los espíritus de la naturaleza: en la turbulencia del aire a las s í l f i d e s ; e n
el m u r m u l l o del río a las ondinas, y en el crepitar del fuego a las salamandras.
Mientras t a n t o , en la I n d i a surgía otra vertiente de esta cultura post-atlante todavía p o -
seedora de vestigios de la antigua conciencia de imágenes que permitía captar el m u n d o es-
p i r i t u a l : se apartaban del m u n d o exterior para buscar la vivencia i n t e r n a ; se desligaban del
m u n d o físico-sensorio para encontrar a Dios en su corazón. (El concepto "maia" -ilusión-,
u t i l i z a d o para d e f i n i r el m u n d o de los objetos, da cuenta de esta postura.) Ellos eran guia-
dos por 7 rishis que actuaban a n i v e l etéreo y p r o v e n í a n , a su vez, de 7 oráculos atlantes.
(Rudolf Steiner)
Es el m o m e n t o de perfeccionamiento del Cuerpo Etéreo de la h u m a n i d a d .
Había una percepción integral del t i e m p o (pasado y futuro) y del
espacio, pero no se diferenciaba lo exterior de lo interior. Una elip-
se cerrada ayudaría a simbolizar esta época.
En la enseñanza o r i e n t a l actual todavía se manifiesta el impulso
de volver a la antigua conciencia onírica del atlante.
• C I V I L I Z A C I Ó N PROTOPERSA ( 5 0 6 7 - 2 9 0 7 A.C.)
• CONSTELACIÓN DE GÉMINIS
• CONSTELACIÓN DE T A U R O
El hombre logra penetrar los misterios de la naturaleza y sus leyes. Observa el Cosmos y
el m o v i m i e n t o de las estrellas. Relaciona los desbordes periódicos del N i l o y la consecuen-
te fertilización de sus tierras con determinadas características estelares. Sabe ya que las le-
yes de la naturaleza están regidas por entidades espirituales. La cultura egipcio-caldea e n -
laza p r o f u n d a m e n t e la astronomía exterior con el c o n o c i m i e n t o de los dioses que a n i m a n
las estrellas. El sacerdote egipcio no consideraba antagónicos el m u n d o físico en el que v i -
vía y el m u n d o espiritual que se le revelaba en la geometría. El i n t e r m e d i a r i o entre las en-
tidades espirituales y los hombres era el faraón. Las leyes sociales eran regidas por la sabi-
duría del Cosmos.
2a
PARTE
Pero no sólo busca el hombre a sus dioses tras las estrellas sino
que estudia las leyes que las rigen. Por entonces, los mundos espi-
rituales se manifiestan en el m u n d o físico a través de leyes mate-
máticas y geométricas. Así se desarrolla la maravillosa ciencia de
los caldeos.
Esta es la primera fase del desarrollo del alma de sensación.
Se siente el contraste entre lo interior y lo exterior pero mante-
niendo la u n i d a d . Su símbolo es la lemniscata.
En esta cuarta etapa de la evolución, el hombre logra hacer fluir en la cultura lo que él mis-
m o vive como espiritualidad. La inteligencia humana se sobrepone a la sabiduría sacerdotal.
En la época griega la razón y el sentimiento forman una unidad. El m u n d o espiritual es atraí-
do hacia la materia en esculturas y templos. La tragedia griega es el exponente de una crecien-
te vida anímica personal. En la época romana, en cambio, la razón y el corazón empiezan a
disociarse: en el foro se establecen las leyes y en las catacumbas bulle el cristianismo. Las le-
yes sociales son asimiladas por el i n d i v i d u o . El impulso crístico actúa inconscientemente a tra-
vés de la historia y las tradiciones.
El Yo se interioriza profundamente en el alma y en el cuerpo. El pro-
pio Yo asume su desarrollo, y esto se expresa en la filosofía griega.
También se manifiesta la organización física del hombre en la m i -
tología: el laberinto del M i n o t a u r o nos evoca claramente el cerebro
humano.
Así se desarrolla la primera fase del alma racional.
El desarrollo del intelecto y la razón permiten que se separe ahora
lo interno de lo externo. La lemniscata se abre.
• CIVILIZACIÓN GERMANO-ANGLOSAJONA ( 1 4 1 3 - 3 5 7 3 )
• CONSTELACIÓN DE A C U A R I O
Epoca actual: desapareció la antigua autoridad, el hombre se torna cada vez más concentra-
do en sí mismo. Su acción y trabajo exterior son u n fiel reflejo de su interioridad. Las comu-
nidades étnicas se deshacen y el hombre se individualiza. Las razas se mezclan inexorablemen-
te. El amor basado en el parentesco natural ha de cesar, los vínculos han de darse de hombre
a hombre... el alma tendrá que encontrar al alma. Así como en el hombre antiguo fluía la san-
gre que lo mantenía u n i d o a su comunidad étnica o a su tribu, en nuestro tiempo se ha que-
brantado el amor que fluía a través de la sangre. En su lugar despertará u n amor de índole es-
piritual que nos permitirá ascender a los mundos espirituales.
El hombre tiene en sus manos el d o m i n i o de la materia y de los reinos de la naturaleza; de-
pende de él la sobrevivencia del planeta. Los desequilibrios sociales son cada día más acucian-
tes; la injusticia, el odio, la guerra y el hambre evidencian la necesidad urgente de u n cambio
de conciencia. Nuestra época es responsable de hacer descender u n poco más al plano físico
lo que en la época grecolatina había fluido del alma, aun cuando con ello el ser humano se
transforme en una entidad sumergida en la materia. Mientras que el griego reflejaba en sus
obras de arte sus vivencias anímicas, mientras que el romano expresaba sus necesidades i n d i -
viduales en los preceptos jurídicos, nuestra época se caracteriza por la creación de máquinas
como expresión materialista de necesidades enteramente personales. El profundo descenso del
hombre en la materia (a nivel de miembros esenciales) le ha permitido concebir como algo ló-
gico el transplante de órganos o la hibernación artificial. La tecnología sustenta la ilusión de
la inmortalidad física y la supresión del dolor y de la enfermedad. Las leyes del karma han si-
do veladas en la conciencia humana.
El hombre deberá encontrar sus propias fuerzas para retomar el camino desde este descenso
actual hacia los mundos sutiles; el desarrollo alcanzado por los sentidos es el soporte para en-
carar el ascenso. En la etapa actual ya no hay guías. La guía externa es u n instrumento para
despertar nuestro propio espíritu; hoy Cristo se ha tornado una realidad interior. El ser huma-
COSMOGONÍA
• 7 ESTADOS D E CONCIENCIA
La conciencia que el hombre posee hoy no la ha poseído siempre. Como ya dijimos, ha sido
un lento proceso aparejado con las distintas incorporaciones del planeta Tierra.
La conciencia actual, también llamada de vigilia, es aquélla que abandonamos al dormir y re-
cuperamos al despertar. Como se trata de algo propio de nuestra vida cotidiana, no es observa-
do y menos aún analizado sistemáticamente a fin de conocer sus características. Esta conciencia
de vigilia ocupa el cuarto lugar en el desarrollo de la conciencia humana. Resulta evidente que
a u n mayor grado de desarrollo de los sentidos y del intelecto corresponde una ampliación del
grado de conciencia que el hombre puede alcanzar.
Han existido tres estados anteriores al actual y habrá otros tres en u n futuro lejano. De tal mo-
do que la conciencia, que actualmente es patrimonio de la humanidad, ocupa u n lugar central
en la evolución septenaria de la conciencia planetaria del ser humano.
P R I M E R E S T A D O D E CONCIENCIA ( I N C O N C I E N C I A O T R A N C E P R O F U N D O ) :
S E G U N D O E S T A D O D E C O N C I E N C I A (SEMICONCIENCIA O DE S U E Ñ O ) :
basado en
Este estado de semiconciencia o de sueño era patrimonio del ser hu-
mano durante la segunda incorporación terrestre, o estado solar. En esa
el parentesco natural
época el precursor del hombre dormía profundamente mientras apare-
cía el esbozo de su Cuerpo Etéreo. Ese Cuerpo Etéreo incorporado modifi- lia de cesar,
có al Cuerpo Físico, que también evolucionó u n grado más. La presencia
del Cuerpo Etéreo dio origen a la aparición de los órganos de secreción y
los relacionados con la nutrición, el crecimiento y la procreación.
los vínculos
Para el hombre actual una reminiscencia de aquel estado lo constitu-
ye el d o r m i r . No es ciara la conciencia del dormir sin soñar, ya que no lian de darse
tenemos referencias de dicho estado durante la vigilia; es una concien-
cia opaca en relación con la conciencia diurna, pero mucho menos que
la primera -inconsciencia-.
de hombre a hombre.,.
Los seres que en la actualidad viven una profunda vida de sueño, si-
milar a la descripta, son los integrantes del reino vegetal.
el alma tendrá
T E R C E R E S T A D O D E C O N C I E N C I A (SUBCONCIENCIA O S O Ñ A R ) :
que encontrar al alma.
El estado de subconciencia o estado de sueño con ensueños corresponde al proceso v i v i -
do por el antecesor del hombre en el período lunar. Se p r o d u j o entonces la recepción del
esbozo del Cuerpo Astral. Aquélla era una conciencia de imágenes m u y vividas aunque más
opaca que la de vigilia actual. El Cuerpo Astral transformó al Cuerpo Etéreo y al Cuerpo Físi-
co y fue el responsable de la formación del germen del sistema nervioso.
En ese entonces el soñar expresaba realidades, los colores se presentaban libremente en
el espacio y no fijados a los objetos como en la actualidad. El Ser percibía u n aluvión de
2° PARTE
imágenes del m u n d o (como ocurre h o y en los sueños) pero no podía ver formas n i obje- ¡í
tos. Se sentía atraído por imágenes agradables -simpatía- y rechazado por las desagradables
-antipatía-.
El soñar actual es u n vestigio de aquel estado de conciencia. Debido a la interesante cua-
lidad del soñar, podemos acercarnos a la comprensión de aquel estado de conciencia del
hombre lunar. El sueño contiene extraños simbolismos que se prestan a distintas interpre-
taciones; el m u n d o onírico (plano astral) es aparentemente caótico, atemporal y confuso j
hasta que logramos desentrañar sus mensajes.
En la constitución actual del ser h u m a n o la actividad del Cuerpo Astral es la que genera
la posibilidad del d o r m i r y del soñar. Cuando decimos que el ser abandona el estado de v i - 1
gilia para sumergirse en el m u n d o de los sueños, en realidad estamos diciendo que el Cuer-
po Astral, o portador de la conciencia, ha abandonado el Cuerpo Físico y el Cuerpo Etéreo pa-
ra internarse en el m u n d o a n í m i c o . Si el desprendimiento es m u y significativo se cae en u n
p r o f u n d o sueño sin ensueños (sólo permanecen unidos el Cuerpo Etéreo y el Cuerpo Físico),
pero si el Cuerpo Astral permance ligado al Cuerpo Etéreo entonces aparecen los sueños, ya
que la posibilidad de formar imágenes es exclusiva del Cuerpo Etéreo. Recordemos también
que el desprendimiento del Cuerpo Astral es a c o m p a ñ a d o invariablemente por la organiza-
ción del Yo.
En el soñar actual se entrelazan acontecimientos de la vida diaria o representaciones del
m u n d o externo, con representaciones del m u n d o i n t e r n o originadas en los órganos físico-
espirituales que componen nuestro organismo. Los seres que h o y podrían dar t e s t i m o n i o
de esta conciencia particular son los que pertenecen al reino a n i m a l .
Los tres estados que siguen ( q u i n t o , sexto y séptimo) son descriptos por Rudolf Steiner
merced a la investigación científico-espiritual por él realizada.
El primero de estos estados corresponde a la conciencia del alma. Durante el p r ó x i m o es-
tado de incorporación terrestre, llamado J ú p i t e r en el c o n o c i m i e n t o esotérico, se podrá au-
nar la conciencia d i u r n a con la conciencia de imágenes: la conciencia de vigilia permitirá
percibir los contornos y formas del hombre, y la conciencia de imágenes aquello que vive
en su alma y se expande constantemente en imágenes y colores en su aura. Esta será la c o n -
ciencia psíquica jupiteriana.
En esta etapa comenzará el desarrollo del germen del Yo espiritual, o Manas.
Este estado corresponde a la cadena de Venus. La conciencia psíquica del período ante-
rior se verá enriquecida por aquello que h o y la conciencia de vigilia no puede captar. El
hombre percibirá realmente lo p r o f u n d o de los seres y lo que a n t a ñ o se l l a m ó "música de
las esferas".
COSMOGONÍA
La palabra chakra, del sánscrito antiguo, significa rueda. En la terapéutica corporal suelo utilizar
como equivalente el término vórtice, ya que dicho concepto transmite una imagen dinámica, tridi-
mensional, semejante a fenómenos naturales tales como torbellinos de agua, de aire o de calor. El
concepto rueda se asocia más a una imagen plana, bidimensional. Rudolf Steiner usa una denomi-
nación muy antigua y además poética: los llama "flores de loto", y cuando se desanollan "ruedas
que giran".
Tanto cuando hablamos de chakras como de vórtices nos estamos refiriendo, en realidad, al or-
ganismo anímico-espiritual, ya que es allí, en el cuerpo anímico, donde funcionan estas organiza-
ciones sutiles.
En el gráfico 11 se describen, como corolario del descenso terrestre de la forma humana, los 7 cha-
kras que corresponden al hombre actual. Todos ellos poseen su antiguo nombre en la tradición
oriental: Sahasrara, Ajna, Vishuda, Anahata, Manipura, Schudistana y Mulhadara. En nuestro me-
dio los denominamos: Coronario, Frontal, Laríngeo, Cardíaco, Solar, Lumbosacro y Raíz. Esta es una
nomenclatura moderna derivada de prácticas occidentales de manejo de la energía, que señala ra-
cionalmente determinadas estructuras corpóreas responsables del soporte físico de estos centros de
energía, como sectores de la columna, órganos, o plexos del sistema neurovegetativo.
Hay un hombre espiritual que penetra cíclicamente la materia conformando la organización físi-
ca que necesita en cada experiencia de vida terrestre. Su entrada y salida de la sustancia corcespon-
den al nacimiento y a la muerte, respectivamente,.
En el gráfico 14 tratamos de poner en evidencia la misteriosa conjunción de los aspectos espiri-
tuales y materiales del hombre actual durante su encarnación física. En este ordenamiento de lo
denso a lo sutil van apareciendo órganos, glándulas y sistemas que se correlacionan en su función.
Cada región del cuerpo tiene una razón de ser en cuanto a su ubicación espacial, sin que ésta me-
noscabe en absoluto la universalidad de acción del órgano observado.
La estructura ternaria humana (página 56) representada en el extremo izquierdo del gráfico por
las siglas PNS, SR y PMM, abarca rítmicamente esta organización corporal, siendo portadora de los
aspectos más densos, como es el sistema óseo, hasta los más sutiles, como son los 7 chakras del cuer-
po anímico.
- ' • • - - •'. y . v r . - y . •• •
La estructura de sostén que aparece a la izquierda es la que permite al hombre alcanzar la postura
erecta, y adquiere características especiales de acuerdo con la función que debe cumplir en cada uno
de los segmentos.
Los cuerpos vertebrales que forman la columna propiamente dicha, unen a los dos polos: la cabeza
"TAPA" DEL CRANEO CORTEZA CEREBRAL CEREBRO | CAROTIDEO Y PINEAL CORONARIO
VERTEX NEOCORTEX Funciones de la mente, CAVERNOSO
las ¡deas, el pensamien- !
to, la creación y la tras-
cendencia
BASE DE CRANEO • Ojos TRONCO ENCEFALICO TRONCO ENCEFALICO CAROTIDEO Y HIPOFISIS | FRONTAL
• Musculatura de la 1
PEDÚNCULO- Centros nuerovegetati- CAVERNOSO
frente y cabeza ! PROTUBERANCIA-BULBO vos que regulan toda la
HIPOTÁLAMO vida vegetativa 1
{ I A 6 CERVICALES
9 a
• Músculos de la cara y \ LARINGE Expresión de la palabra FARÍNGEO \ TIROIDES | LARÍNGEO
cuello j CUERDAS VOCALES
• Músculos posteriores ¿ ..
del brazo y antebrazo I ••
• McA/imiento de los dedos • „-
6 A 7 CERVICALES
9 a
• Pectorales TRÁQUEA Respiración y : PULMONAR Y ; TIMO ! CARDÍACO
1 A 6 DORSALES
Q fl
• Intercostales BRONQUIOS circulación de la sangre | C A R D Í A C O
• Trapecio-Romboides PULMONES
|
|
• Brazos y palmas de CORAZÓN
las manos
• Omóplatos
6 A 12 DORSALES
a fi
• Músculos abdominales E S T Ó M A G O Alimentación SOLAR |PÁNCREAS j SOLAR
• Región dorsal INTESTINO DELGADO Metabolismo
{
• Diafragma COLON TRANSVERSO ej. glucogenolisis
• Oblicuos-Rectos \ VESÍCULA E H Í G A D O ej. secreción de insulina
I A
A 5 LUMBARES
a • Parte anterior de COLON ASCENDENTE j Eliminación y MESENTERICO MEDULA SUPRARENAL f LUMBOSACRO
miembros inferiores. Y DESCENDENTE i reproducción INFERIOR ADRENALINA
Muslos-Piernas- RIÑÓN-URETER-VEJIGA l TESTÍCULOS
Pies (dorso) Ó R G A N O S GENITALES i OVARIOS
• Región lumbar IMPULSO SEXUAL
• Genitales
y la pelvis. En el caso de la cabeza, ésta se manifiesta como una forma cósmica perfecta, una cavidad
esférica que guarda celosamente en su interior u n órgano tan delicado como es el cerebro -centro
del PNS-.
En el otro polo, el del movimiento, -centro del PMM-, la estructura rí-
gida ha cedido en intensidad por delante delegando en músculos pode-
rosos su función específica, expresándose así en la pelvis -útero o prósta-
...todo fluye y
ta, vejiga y recto-, y en la cavidad abdominal -hígado, bazo, estómago e
intestino-. En los miembros culmina este proceso, y la organización mus-
cular abraza y contiene a la misma estructura ósea.
se transforma,
Es de tal belleza la arquitectura divina, que así como los agujeros verte-
brales son los encargados de custodiar la médula espinal para mantener
que lo único inmutable
la impecable fluidez del sistema neurosensorio con cada una de las célu-
las del cuerpo, el sistema óseo de los miembros se ahueca recíprocamen-
te para albergar como u n cálido nido la creación mística de la sangre.
es el cambio....
El cuadro continúa con los órganos y las funciones orgánicas que descansan en los dominios de
la inconciencia. La descripción final agrupa a los plexos del sistema neurovegetativo y a las glán-
dulas endocrinas correspondientes a cada sector. Su misión es mucho más sutil en relación con el
aspecto mecánico del hombre osteomuscular y consiste en responder con la secreción de ingenio-
sas sustancias bioquímicas -los neurotransmisores, las hormonas o las enzimas- responsables direc-
tas de mantener el equilibrio de las funciones anímicas: el Pensamiento, el Sentimiento y la Volun-
tad. Estos mensajeros químicos son el resultado material de la interacción de los cuerpos suprasen-
sibles -Cuerpo Etéreo, Astral, Yo- que aparecen en la última columna como los chakras u órganos
del cuerpo anímico.
T R A B A J O D E A R M O N I Z A C I Ó N D E L SER H U M A N O A P A R T I R DE U N A I N T E G R A C I Ó N
DE SUS ASPECTOS M A T E R I A L E S Y ESPIRITUALES
La estructura metamérica que describe al cuerpo humano por sectores, permite relacionar una al-
teración hépato-vesicular con trastornos metabólicos, con espasmos de la musculatura abdominal,
con una sensación dolorosa entre la sexta y duodécima vértebra dorsal, con disturbios emociona-
les y con una desestabilización del vórtice del plexo solar. Esta posición abarcante ha recibido dis-
tintas denominaciones, pero estimo que la filosofía holística -holos = totalidad- es la que mejor ex-
presa este intento de reconstrucción de la imagen del hombre dada la atomización que ha ocasio-
nado un camino sin retorno: la ultraespecialización.
El ejemplo dado -una afección del sistema hepatobiliar- sirve como guía para abordar la natura-
2 a
PARTE
leza humana desde muchas perspectivas, y contemplar con amplitud la cualidad de un sín-
toma integrando técnicas y disciplinas existentes (gráfico 14):
• Trabajo manual sobre la estructura osteoarticular y tendinosa correspondiente: osteopa-
tía, quiropraxia, rolfing u otras manipulaciones vertebrales específicas.
• Utilización de ciertas posturas, torsiones o estiramientos, como asimismo rebotes rítmi-
cos de mediana intensidad en sectores corporales -pelvis, abdomen, rodillas- que mejorarán
notablemente el funcionamiento hepatobiliar, el sistema neurovegetativo y la circulación lo-
cal.
• Terapéutica específica para el reconocimiento y disolución de corazas musculares: Vege-
toterapia, Bioenergética, Biosíntesis. (Integración de lo emocional en el proceso mórbido.)
• Acceso a niveles profundos de la conciencia corporal: Eutonía -G.Alexander- y Método M.
Feldenkrais, entre otros.
• Armonización general mediante el movimiento expresivo, la danza o el canto. La música
es utilizada desde hace muchos años en nuestro medio como factor armonizador de los dis-
tintos centros de energía, existiendo algunos ritmos específicos para cada vórtice.
Es oportuno recordar aquí que la respuesta a un estímulo rítmico sonoro es totalmente sub-
jetiva y que cada uno de nosotros debe encontrar su propia expresión corpóreo-musical sin
caer en estereotipos que mecanicen el movimiento que acaba de nacer.
Cuando el cuerpo se transforma en un verdadero instrumento musical, nos hallamos en los
umbrales de una profunda introspección y un re-conocimiento de la verdadera naturaleza del
ser
• Uso de técnicas sutiles de armonización de los distintos vórtices, como el sonido de vo-
cales resonando en las cavidades del cuerpo -sonoterapia-, la cromoenergética practicada con
fuentes lumínicas puntuales, y la magnetoterapia con mínima intensidad de campo.
Si observamos los caminos sugeridos para restablecer el equilibrio perdido, resulta eviden-
te que los mismos se ordenan desde lo más enérgico hasta lo más sutil:
-manipulación vertebral- (sector izquierdo), hasta lo más sutil
-cromosonoenergética- capaz de actuar sobre los vórtices del cuerpo anímico (sector dere-
cho).
Por otra parte, lo dicho no excluye la necesidad de una eventual acción drástica sobre el
cuerpo físico, como es una intervención quirúrgica o la administración de una sustancia quí-
mica potente; pero no la reconoce ni la adopta como única posibilidad. La medicina conven-
cional actual es una alternativa a elegir cuando ya se ha intentado natural y sabiamente con-
ducir, armonizar, acompañar o transformar a la persona enferma y por ende a la enfermedad.
El abordaje de la desarmonía que produce el síntoma o el proceso mórbido, excede larga-
mente la limitada visión clínica que transmite la enseñanza universitaria del actual modelo
biomédico, que prepara al profesional para luchar contra la enfermedad más que para preser-
var la salud. La medicina convencional se apoya en una imagen recortada del hombre, liga-
da filosóficamente con una concepción mecanicista y con una descripción de la realidad ba-
sada exclusivamente en el método científico. Se ha desarrollado una poderosa tecnología de
investigación de la vida humana en su aspecto biofisicoquímico con una absoluta falencia en
el reconocimiento del aspecto anímico-espiritual.
Se presenta así ante la humanidad de fin de siglo un despliegue de técnicas y métodos tan
sofisticados y artificiales que incluso han llegado a crear desconfianza hacia lo que espontá-
neamente la naturaleza suministra como ofrenda de vida, ¡qué difícil se torna agradecer hoy
a la madre naturaleza el pan de cada día!, mientras quitamos el envoltorio plástico de un ali-
mento impregnado de sustancias y sabores artificiales, adicionado con minerales y vitaminas
también artificiales que tratan de restituir lo que la naturaleza paciente y laboriosamente ha
creado. No obstante, poderosas y sabias razones impulsan al ser humano hacia sus fuentes
naturales, tanto en el cuidado del medio ambiente como en la producción de sus alimentos
y medicamentos.
Encaminándonos hacia una ampliación de la conciencia, tal como propone la Antroposo-
fía, encontraremos una profunda explicación de las razones por las cuales los caminos pro-
LEYES DE ^TTII
LA BIOGRAFÍA ^_j/JL
Un proceso t e r a p é u t i c o Alopatía
A
f a r m a c o l ó g i c o artificial o q u i r ú r g i c o Medicina especializada en ó r g a n o s ,
de a c c i ó n principal sobre el C u e r p o aparatos y sistemas
Físico
Un proceso t e r a p é u t i c o b i o l ó g i c o de Ceiuloterapia
B
a c c i ó n p r i n c i p a l s o b r e e l c u e r p o vital, I m p l a n t a c i ó n de células
o Etéreo Naturismo
A d m i n i s t r a c i ó n de sustancias naturales y
p r á c t i c a s naturales
C Un proceso t e r a p é u t i c o de a c c i ó n Acupuntura
p r i n c i p a l s o b r e los c u e r p o s E s t í m u l o de meridianos
{
suprasensibles superiores -Cuerpo Homeopatía
A s t r a l y Yo- Sustancias naturales dinamizadas q u e
pueden producir patogenesia
Antroposofía
Sustancias naturales dinamizadas
p r o v e n i e n t e s d e los t r e s r e i n o s s e g ú n u n a
cosmogonía científico-espiritual
cia Espiritual, se produce una metamorfosis anímica del médico y del paciente frente al sufri-
miento, el dolor, la enfermedad, el destino y la muerte... Es el momento en el que lo que llama-
mos enfermedad suele desaparecer como entidad nosológica para transformarse en devoción al
conocimiento y a la Verdad.
Precisamente, para este último caso recomendamos la lectura atenta y medulosa del capítulo
"Algunos efectos de la Iniciación" del libro "¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos
superiores?", de Rudolf Steiner. Allí se dan las bases para un desarrollo oculto, que debe reunir
las cualidades del Pensar con la fortaleza de la Voluntad y la plasticidad del Sentir. El capítulo ci-
tado está dedicado al funcionamiento y desarrollo de las "flores de loto", y en él su autor brin-
da una verdadera guía para transitar el caminos de la iniciación espiritual sin tropiezos y con la
necesaria paz interior.
La Antroposofía expresada como medicina considera al hombre como una Individualidad, ab-
solutamente original, sujeta a un destino elegido, con una tendencia a desarrollar determinados
procesos patológicos que serán parte de su aprendizaje terrestre. Prepara sus medicamentos pro-
venientes de los tres reinos; cultiva sus propias plantas medicinales, practica la agricultura bio-
dinámica para la obtención de los alimentos, desarrolla una Higiene social para guiar a la comu-
nidad por el camino de la salud, impulsa la terapia artística -modelado, pintura, música, canto-
y la Euritmia para armonizar los miembros esenciales del hombre. Crea un sistema pedagógico
que, desde muy pequeño, protege y encamina al ser humano para que alcance una verdadera ar-
monía física, anímica y espiritual.
Sienta las bases, además, de un nuevo Orden Social, fundamentado en tres principios:
• Libertad en la vida espiritual
• Igualdad en la vida del derecho
• Fraternidad en la vida económica.
L E Y E S DE LA BIOGRAFÍA
El proceso que se desarrolla entre el nacimiento y la muerte física se llama biografía; lo que
acostumbramos llamar "leyes de la biografía" podría ser denominado también "manifestación
terrenal de un orden cósmico". Se trata de un trabajo del Yo superior llevado a cabo por la or-
ganización del Yo durante una encarnación.
En realidad se conforma una gestalt
temporal; un ritmo es plasmado en el
tiempo. Este ritmo está integrado por
una fase material y una fase espiritual;
ambas constituyen un verdadero re-
cuerdo cósmico de las incorporaciones
de la Tierra (detalladas en el punto an-
terior). La fase material, o Aprendizaje,
está delimitada por dos acontecimien-
tos: el nacimiento y la muerte física, re-
FASE ESPIRITUAL cibe el nombre de "proceso biográfico
terrenal del Yo" o biografía humana, y
©NACIMIENTO ©MUERTE
se halla integrada por períodos septe-
narios -septenios-. La fase espiritual, o
de Recapitulación, está también determinada por esos dos acontecimientos, pero en el pro-
ceso que media entre la muerte física y el próximo nacimiento; se la puede llamar "proceso
cósmico espiritual del Yo".
Rudolf Steiner nos dice que el ritmo humano es un ritmo que está en relación armónica
con el Cosmos. Hay distintos ejemplos de ritmos cósmicos impresos en el hombre que pue-
den ayudar a comprender la biografía como parte de ese orden universal:
• Inspiración / Espiración
• Sístole / Diástole
• Vigilia / Sueño
• Nacimiento / Muerte
LEYES DE
LA BIOGRAFÍA
cocibernética-. Además de la finalidad explícita de inventar una aparatología cada vez más sutil según
lo exigen los tiempos, existen impulsos humanos inconscientes que llevan al hombre a reproducir ex-
ternamente la majestuosa sabiduría del tejido cerebral en un afán irresistible por conocerse cada vez
más a sí mismo. Hemos hablado en varias oportunidades de una filosofía mecanicista que sostiene el
andamiaje de la ciencia académica de hoy; mediante las leyes de la mecánica se pretenden explicar no
sólo los fenómenos biológicos o vitales, sino los de la conciencia y lo trascendente o espiritual del hom-
bre. Dentro de la investigación se están también produciendo brechas al diferenciar entre cerebro y
mente, o bien entre materia y energía. A partir de allí se hace sumamente complejo explicar la sutile-
za de la memoria, el recuerdo y el olvido, basándose únicamente en las leyes de la mecánica.
• Desde el punto de vista científico-espiritual la memoria y el recuerdo pertenecen a áreas diferentes.
La percepción del mundo circundante a través de los sentidos se produce gracias a la acción conjunta
del Cuerpo Astral, que permite obtener la sensación en sí misma, y del Cuerpo Etéreo que graba la ima-
gen recibida. La base de la memoria se encuentra en el Cuerpo Etéreo. Al finalizar el primer septenio se
produce la metamorfosis de las fuerzas de crecimiento en fuerzas del pensar, y allí adquiere el ser hu-
mano la base futura para su capacidad de memoria. (Recordemos que en el Cuerpo Etéreo también está
grabada la memoria cósmica.)
El cuidado de la vida de los sentidos en el primer septenio es el fundamento de una memoria sana,
activa y vivaz. De los 12 sentidos descriptos por la Antroposofía, el sentido vital, que transmite la sen-
sación de vibrante salud y que puede caracterizarse como suprasensible pues no existe u n aparato ade-
cuado para explicar su funcionamiento, es el responsable de que podamos percibir la unidad en nues-
tras vidas. Es la base para rehacer la biografía, para integrar todos los hechos de nuestra existencia. La
continuidad en el tiempo, dada por la memoria, es el fundamento para el trabajo biográfico, para la
integración de todos los acontecimientos vividos.
Con respecto al recuerdo, este proceso tiene que ver con el Yo y está indisolublemente asociado al ol-
vido. Recuerdo y olvido son funciones básicas del Yo humano. La memoria grabada en el Cuerpo Eté-
reo gracias a la percepción sensorial, requiere, para ser evocada, de la acción del Yo. En este proceso i n -
tervienen los sentimientos ligados a los hechos: podemos hablar de recuerdos dolorosos o hermosos,
olvidar algo que nos ha dañado o podemos recordar ínfimas secuencias de una situación placentera.
Esto indica que el trabajo biográfico debe ser orientado hacia una meditación biográfica que ayude a
observar los eventos sin una exagerada actitud crítica n i tampoco una marcada benevolencia.
(El trabajo biográfico está contraindicado antes de los 21 años debido a que el Yo no está aún total-
mente presente; de igual modo en caso de una psicosis o una drogadición, en las que el paciente se en-
cuentra semiausente.)
Al trabajar sobre la propia biografía se produce una apertura a otro modo de pensar, a una amplia-
ción del pensar. El estudio de una biografía es un elemento mercurial (recordemos la función mercu-
rial en el proceso alquímico). No tiene estancamientos, está en constante evolución; es una actividad
sanadora en sí misma.
En términos generales se puede decir que:
• El primer septenio es básico para la salud física
• El segundo septenio es básico para la salud anímica
• El tercer septenio es básico para la salud espiritual
Un ejemplo vivo de esta evolución sin estancamientos se da al considerar la biografía en períodos de
21 años -tres septenios del Cuerpo, tres septenios del Alma, tres septenios del Espíritu- y las particula-
ridades de cada período:
• De 0 a 21 años
Los tres septenios del Cuerpo
CONDICIONAMIENTOS KÁRMICOS Estos tres primeros septenios de la existencia
están relacionados con el pasado.
• SEXO
• PREDISPOSICIÓN A ENFERMEDADES
En realidad, aquí operan las fuerzas del pasa-
do. En este período la vida está sujeta a los con-
• TIPO DE PADRES
dicionamientos y limitaciones kártnicas.
• FAMILIA Y LUGAR QUE OCUPA
ENTRE SUS HERMANOS
Estos son algunos de los condicionamientos
• NIVEL ECONÓMICO Y SOCIO-CULTURAL
más fuertes e ineludibles del destino humano;
• LUGAR GEOGRÁFICO DEL NACIMIENTO
no obstante se acompañan de muchos otros
LEYES DE
LA BIOGRAFÍA
C o m o hemos visto, los ciclos planetarios terminan a los 63 años. A partir de entonces suce-
den hechos extraordinarios para cada Individualidad; de la evolución que haya alcanzado ca-
da alma dependerá la posibilidad de aprovecharlos: podrá ser u n largo vegetar dentro de u n
Cuerpo Físico endurecido e inútil; será la muerte como f i n de u n ciclo; tal vez la liberación de
enfermedades, o quizá la iniciación de una etapa muy rica y productiva en el plano espritual.
A los 63 años el i n d i v i d u o se libera del karma y de la influencia de las fuerzas planetarias,
del sistema solar. Los tres septenios que se extienden a partir de esa edad están regidos por
otras fuerzas planetarias extrasolares:
• 63 a 70 años: Urano
• 70 a 77 años: Neptuno
• 77 a 84 años: Plutón
Son etapas en las que el espíritu humano se va desembarazando de su Cuerpo Físico acumu-
lando en dicha transformación una inmensa sabiduría. Recordemos que el cuerpo del hombre
espiritualiza la Tierra, ya que como tal es una sustancia física que ha sido utilizada por el es-
píritu. El Cuerpo Físico, después de la muerte, es u n Cuerpo Físico metamorfoseado que devuel-
ve a la Tierra sustancia espiritualizada. Después del misterio del Gólgota los cuerpos de los
hombres pueden espiritualizar la Tierra. Quien muere antes de los 35 años lleva fuerzas al Cos-
mos, y desde allí son devueltas como invenciones y creaciones; son verdaderas dádivas del
m u n d o espiritual.
La biografía es también u n proceso de espiritualización de este Cuerpo Físico que la Tierra nos
prestó.
¡Qué alejados de nuestra conciencia cotidiana se encuentran estos pensamientos, y qué cer-
ca de ellos nos podemos sentir con sólo amar la tierra que pisamos!
276
A - L A S FUERZAS D E L Z O D Í A C O EN L A B I O G R A F Í A
Haremos a continuación una síntesis de los tres primeros septenios para comprender la apari-
ción de estas fuerzas:
• Primer septenio: se dan las bases para el desarrollo de una buena memoria (imprescindible
para realizar u n trabajo biográfico).
• Tercer septenio: aparecen las cualidades planetarias, que representan la manifestación del ca-
m i n o encarnatorio del alma. Los tiempos cósmicos que ha permanecido cada alma en la respec-
tiva esfera espiritual son los que determinan estas cualidades anímicas planetarias, a saber:
LA BIOGRAFÍA
- Cualidades de Marte: Emprendedor. Lleva las ideas a la realidad, en metas y visión de futuro.
Coraje. Agresividad.
- Cualidades del Sol: Armonizar todas las demás fuerzas. Irradiante.
Creativo. Unificador. El hombre
- Cualidades de Venus: El cuidado. Cuidado del entorno; gran fanta-
sía y gran sentido de la belleza.
- Cualidades de Mercurio: Pensar creativo. Combinación. Aptitud de
es un Ser libre,
adaptación, flexibilidad y renovación. Pone las cosas en movimiento.
Superficialidad. merced a su í o
- Cualidades de la Luna: Ordena, refleja, sabe gozar. Sentidos abiertos
a la naturaleza.
se eleva por encima
En cuanto a la búsqueda de la vocación, o en la profesión, se podrían
sintetizar las cualidades planetarias de la siguiente manera:
Saturno: el investigador
de los instintos y
Júpiter: el pensador
Marte: el realizador
puede alcanzar
Sol: el artista
Venus: el cuidador
los mundos
Mercurio: el renovador
Luna: el conservador
espirituales.
(Destacamos las características de las cualidades anímicas planetarias, con el objeto de integrar-
las con la acción de las fuerzas planetarias descriptas en cada septenio como responsables de la
formación de los órganos internos del Cuerpo Físico. Las cualidades anímicas nos interesan para
interpretar una biografía, y las fuerzas planetarias para comprender la acción de los metales, co-
rrespondientes a cada planeta, que se utilizan en la medicina de orientación antroposófica.)
• CUARTO SEFÍENIO: DESPLIEGUE DE LAS FUERZAS ZODIACALES.
¿Y que son las fuerzas zodiacales?: nos referimos a fuerzas astrales, o fuerzas provenientes de
los astros. También suele considerárselas como fuerzas provenientes de las estrellas fijas, o como
irradiación de las distintas constelaciones que conforman el zodíaco celeste.
(Frente al materialismo que domina en la actualidad a la ciencia, hay que recordar que la per-
cepción de estas fuerzas queda supeditada a u n prolijo trabajo de desarrollo de órganos aními-
co-espirituales en la Individualidad del ser humano. La Ciencia Espiritual Antroposófica tiene la
misión de señalar este camino.)
Las fuerzas de que hablamos pertenecen en principio al animal y al hombre. La astralidad del
animal está muy vinculada con la Tierra; la forma de éste es la expresión de una astralidad con-
cluida. Las fuerzas zodiacales actúan en el reino animal sobre la forma externa de cada especie,
y se agotan en la energía del Cuerpo Físico del animal y en sus instintos.
Los órganos internos del hombre y del animal se parecen, pero no ocurre lo mismo con la for-
ma externa de ambos. En el animal, alma y cuerpo biológico están profundamente unidos. Por
eso el animal no duda, cualquier acto suyo está de acuerdo con el dictamen de su instinto; si
bien no se equivoca, tampoco es libre.
En el hombre, su alma, o Cuerpo Astral transformado, está relacionada con el Cuerpo Físico - i m -
pulso terreno- y con el Yo -impulso espiritual-. Su Cuerpo Astral es incompleto y constantemen-
te sufre las transformaciones que le impone el Yo en su evolución. El hombre es u n Ser libre mer-
ced a su Yo, se eleva por encima de los instintos y puede alcanzar los mundos espirituales. Lleva
en sí mismo los gérmenes del Yo superior -Manas, Buddi y Atma-. En la configuración externa, la
diferencia con el animal está dada en el hecho de que en el proceso humano actúan, además, las
fuerzas del Yo. Las fuerzas planetarias conforman los órganos internos del hombre y las fuerzas
zodiacales su forma externa desde la cabeza -Aries- hasta los pies -Piscis-. Las 12 fuerzas del zo-
díaco se hacen presentes expresadas en su Cuerpo Físico, pero no son llevadas a su máxima ma-
nifestación porque este Cuerpo Físico debe ser u n buen portador del Yo individual que unifica y
equilibra el sistema, (gráfico 15)
Las cualidades planetarias y las fuerzas zodiacales equilibran o exacerban el temperamento. Por
ejemplo, un temperamento colérico se puede atenuar frente a cualidades planetarias saturninas o
mercuriales y fuerzas zodiacales acuarianas. Por el contrario, se puede exacerbar frente a cualidades
planetarias marcianas y fuerzas zodiacales taurinas.
De acuerdo con lo desarrollado, concluimos en que si queremos conocer a fondo la Individua-
lidad o el sí mismo de una persona, además de estudiar el lenguaje de sus gestos; de realizar una
lectura corporal, de observar la morfología de su rostro, manos, pies, de todo su cuerpo; además
de oír su voz y su lenguaje particular, debemos estudiar su biografía de la forma en que lo veni-
mos señalando.
Para finalizar nuestra decripción de las fuerzas zodiacales en la biografía, sugerimos meditar sobre
lo siguiente:
• El hombre está hecho de sonidos.
• El Verbo cósmico se expresa con vocales -fuerzas planetarias- y consonantes -fuerzas zodiacales-.
• El Yo humano es el armonizador de dichas fuerzas.
La Euritmia, u n nuevo arte del movimiento, torna visibles las leyes ocultas del lenguaje.
B - A l - G U N A S LEYES ESPECÍFICAS
I) Señalaremos ahora varios tipos de espejamientos, de mayor o menor trascendencia, que nos re-
sultarán útiles para adquirir una comprensión cabal del proceso biográfico.
En primer lugar describiremos aquellos espejamientos que nos han servido como base para el de-
sarrollo de cada uno de los septenios (gráfico 1). Se dividen en dos tipos: inconsciente y consciente.
En el primer caso se refieren a la transformación inconsciente de los tres miembros esenciales-C»er-
po Físico, Etéreo, Astral- dando origen a las tres divisiones del mundo anímico -Alma Sensible, Racio-
nal, Consciente-, es decir los tres septenios del Alma:
• Metamorfosis del primer septenio en el sexto
• Metamorfosis del segundo septenio en el quinto
• Metamorfosis del tercer septenio en el cuarto
El segundo caso, en cambio, requiere de la voluntad para efectuar la transformación consciente, y
esto sucede durante los tres septenios del Espíritu:
• Metamorfosis del primer septenio en el noveno
• Metamorfosis del segundo septenio en el octavo
• Metamorfosis del tercer septenio en el séptimo
II) Una segunda ley específica a tener en cuenta es aquella que determina las influencias plane-
tarias de cada septenio, fijas para toda biografía.
Por ejemplo:
Luna: primer septenio
Marte: cuarto septenio
Saturno: noveno septenio
Esto contrasta con las cualidades planetarias y las fuerzas zodiacales, que son únicas para cada bio-
grafía en particular en dependencia con el karma, evolución y tareas de la presente encarnación.
III) Otra ley divide a los septenios en tres partes: pa-
FST1TTETH sado, presente y futuro. El área central -presente- es
específica del septenio. En el primer tramo de cada
PRIMER SEPTENIO uno de los septenios siempre obran fuerzas del pasa-
do, que corresponden a una transmutación de las
fuerzas del futuro del septenio anterior. (Esto recuer-
da la recapitulación planetaria descripta en "Cosmo-
PASADO
12 14 gonía".) Por ejemplo:
SECUNDO SEPTENIO
Si extrapolamos esta ley a los primeros septenios de
cada tríada -tres septenios del Cuerpo, tres septenios
del Alma, tres septenios del Espíritu-, podremos
LEYES DE
LA BIOGRAFÍA
encontrar la concordancia entre los primeros septenios de cada grupo, ya que todos están
relacionados con el pasado. Veamos este esquema:
Y así con respecto al futuro o al área central específica de cada septenio.
IV) Hay otras leyes importantes que suelen
aplicarse según el problema a tratar dentro
de la biografía. Una de ellas es la de "unidad
biográfica", que considera cada tríada -de tres
CUERPO ALMA ESPIRITU
septenios- c o m o una u n i d a d . De esta manera
nos encontramos biográficamente c o n tres
personajes distintos que h a n ido apareciendo Primera tríada PRIMER SEPTENIO
a l o largo de la existencia y que podemos ex- Segunda tríada CUARTO SEPTENIO
plorar a f o n d o en relación con determinados Tercera tríada SÉPTIMO SEPTENIO
conflictos y el m o d o adecuado de encararlos:
• U n personaje de los tres primeros septenios -0 a 21 años-: Cuerpo
• U n personaje de los tres segundos septenios -21 a 42 años- Alma
• U n personaje de los tres últimos septenios -42 a 63 años-: Espíritu
Por ejemplo: en muchas ocasiones se puede disociar l o suficiente al personaje como pa-
ra tratarlo como u n ser con vida propia, suponiendo que ese período de v e i n t i ú n años pre-
sentara una crisis de nacimiento del personaje, u n área media y una muerte del personaje.
(Este trabajo me ha resultado m u y valioso en personas cuyas edades oscilaban entre 50 y
60 años y que se encontraban atravesando etapas de incertidumbre respecto de la actitud
a asumir frente a su vida futura; m u y "tironeadas" por el deslumbramiento del m u n d o cir-
cundante y m u y dubitativas frente a una débil voz de la conciencia que sugería otro cami-
no. La posibilidad de asumir plenamente el personaje que v i o la luz a los 42 años y se for-
taleció a los 49, abrió puertas insospechadas para elegir el tiempo de su desaparición.)
V) Otra ley para recordar es la que anuncia las crisis septenarias. Cada siete años a p r o x i -
madamente, se producen las crisis específicas que hemos detallado en cada septenio, y que
obedecen a la metamorfosis de los miembros esenciales; he aquí, nuevamente, la a r m o n í a
del r i t m o h u m a n o con el orden c ó s m i c o .
Pero existen también otras crisis que se investigan en toda b i o -
grafía y que n o obedecen a esta Ley de 7. Mencionaremos en orden
de i m p o r t a n c i a :
El hombre está
• 3 años- conciencia del Yo
• 9 años - vivencia del Yo
hecho Je sonidos.
• 12 años - primer atisbo de la v o c a c i ó n
• 16 a 18 años - realización del Yo El Verbo cósmico
• 18 años - primer nodo lunar
• 2 1 años - crisis de identidad se expresa con vocales
-fuerzas planetarias-
• 24 años - espejo de los 18
• 28 años - crisis de los talentos (hay que trabajar l o que la n a t u -
raleza y la educación h a n brindado)
• 31 y medio - p u n t o crítico de m á x i m a encarnación y consonantes -
• 33 años - el Yo se encuentra consigo mismo en el centro del alma
• 35 años - crisis de autenticidad (verificación del camino, primer fueras zodiacales-.
gran balance de la vida)
El í o humano
• 37 años - segundo n o d o lunar
• 42 años - crisis existencial (disminución de las fuerzas físicas)
• 49 años - crisis femenina de la menopausia
• 56 años - crisis masculina de la andropausia
es el armonizaJor
• 57 años - tercer nodo lunar
Je dichas fuerzas
2" PARTE
NODOS LUNARES: Se los puede incluir como representantes de algunas leyes específicas de la bio-
grafía. Creemos oportuno hacer una breve mención de este fenómeno cósmico ya que posee una
profunda repercusión anímico-espiritual en el ser humano.
Apoyados en una posición geocéntrica, llamamos "nodo lunar" a la intersección de la órbita
solar con la órbita lunar. El recorrido aparente del Sol alrededor de la Tierra (eclíptica) se cruza
con el recorrido que también hace la Luna alrededor de la Tierra. Esto ocurre exactamente cada
18 años, 7 meses, 9 días, a partir del momento del nacimiento físico. Por lo tanto, cada 19 años,
aproximadamente, los nodos lunares, que son dos (norte y sur), se encuentran en el mismo p u n -
to del cielo en que se encontraban en el momento del nacimiento.
El nodo lunar indica el momento en que durante tres noches consecutivas el alma toma con-
tacto con su destino. Es el momento de mirar a través de la vida; el alma puede ver de dónde
viene y adonde va. Este contacto se produce durante el sueño, es decir cuando el alma se sepa-
ra del cuerpo; es u n hecho anímico-espiritual que se da en el Cosmos y en el alma. Puede ser que
en el curso de una sola noche cambie el rumbo de una vida.
• En el primer nodo (18 años y medio) se libera el alma parcialmente del cuerpo. Es u n hecho
que atañe a la Individualidad y repercute en la familia. Actúa sobre el sistema neurosensorio. (Su
origen se pierde en la noche de los tiempos; se lo puede encontrar ya en los Misterios de Eleu-
sis.)
• En el segundo nodo (alrededor de los 38 años) se libera el alma del m u n d o circundante. La
renuncia como imposición es su característica. Se lo vivencia como una expulsión del m u n d o
social. Muchas personalidades famosas mueren en esta época (Van Gogh, Rafael, Lord Byron).
Actúa sobre el sistema rítmico.
• En el tercer nodo (alrededor de los 57 años) se libera el alma del mundo físico. Es la expul-
sión del m u n d o terrestre. Ahora es la muerte la que espera, o bien la resurrección antes de mo-
rir. (Hacia fines del siglo pasado los hombres de bien morían respetablemente cerca de esta edad;
una neumonía era la encargada de tal menester. Basta repasar los registros de las iglesias en d o n -
de eran sepultados los fieles. Luego los infartos continuaron haciendo esta tarea; actualmente la
ciencia médica estira artificialmente los plazos.)
Es una etapa severa de examen interno. Si se la atraviesa con propósitos y planes claros, se pue-
de vivir una vida diferente. Actúa sobre el sistema metabólico motor.
Resumiendo:
• Primer nodo (18 años, 7 meses, 9 días) - sistema neurosensorio
• Segundo nodo (37/38 años) - sistema rítmico
• Tercer nodo (56/57 años) - sistema metabólico motor
Este r i t m o nodal, de casi 19 años, se puede trabajar en la biografía como u n episodio singular
que aparece al final del tercer septenio -14 a 21 años-, en la mitad del sexto -35 a 42 años- y al
comienzo del noveno -56 a 63 años-.
C - E L A B O R A C I Ó N MEDITATIVA DE LA V I D A V MEDITACIÓN
LA BIOGRAFÍA
paces de seguir actuando en nuestro interior, los eventos que han ocurrido realmente; y por
otro lado extrapolarlos, o sea arrancarlos del contexto en el cual se dieron para colocarlos en
el centro de nuestra conciencia como los únicos episodios que nos han tocado v i v i r ; lo que
en sí mismo es absolutamente falso e irreal. Ninguna vida, por dolorosa que sea, ha dejado
de ofrecer momentos de alivio a quien la vive; a toda tempestad siempre sigue la calma.
Esta actitud negativa determina u n proceso autrodestructivo que mantiene u n "desgarro"
permanente de nuestro Cuerpo Astral y una reactivación constante del dolor producido por
aquella agresión, injusticia o h u m i l l a c i ó n . Esto trae aparejado u n estado de dolor visceral
que se alterna con ramalazos de odio, los que se proyectan sobre los "causantes" de nuestra
desgracia.
La persona no encuentra respuesta a los porqué de su sufrimiento, y esto causa u n senti-
m i e n t o de injusticia y rencor. Se suman a este proceso los personajes que en la actualidad
evocan el viejo resentimiento, y así se hace difícil encontrar el camino para que este Ser pue-
da comprender la necesidad de perdonar a los otros y de aceptar sus propios errores.
Cuando esta actitud signada por la atadura a hechos dolorosos o injustos se intensifica, la
podemos llamar "pesimismo", y cuando se torna verdaderamente patológica la suelo d e n o m i -
nar "concepción catastrófica" de la vida, c o m ú n m e n t e asociada con la depresión y la culpa.
En términos antroposóficos constituiría una visión ahrimánica de la existencia ligada a las
desventuras que el m u n d o material "ha echado sobre mis hombros".
• La segunda actitud no es tan frecuente y se caracteriza por ser la polaridad de la p r i m e -
ra, o sea registrar solamente los hechos agradables y, además, crearlos. Evidentemente que
así se vive mejor y hay más espacio para la reflexión. Pero el problema de que la vida n o
nos haya deparado n i n g ú n sinsabor, o que no recordemos que hayan o c u r i d o , consiste en
que así no encontramos muchas opciones para el aprendizaje que es la esencia de la Tie-
r r a c o m o escuela.
Esta actitud parecería no presentar conflicto alguno, pero puede tornarse difícil si tras-
ciende su o p t i m i s m o moderado para transformarse en una negación de la realidad estimu-
lando una falsa euforia (tipo "new age") donde "todos son buenos, la vida ha sido fantásti-
ca, m i destino genial y yo pertenezco a los elegidos para habitar el p r ó x i m o planeta de
luz..." A esto lo d e n o m i n o " c o n c e p c i ó n ilusoria", y se encuadra en la otra vertiente del Mal
que antroposóficamente se llama luciférica: trata de arrastrar al hombre fuera de la Tierra
en pos de una ilusión.
• La tercera actitud es la más equilibrada, y tiende a realizar u n balance. N o vive una exis-
tencia jalonada de recuerdos dolorosos n i una felicidad artificial, sino que comprende que la
experiencia terrenal es una sucesión de momentos dichosos y difíciles.
De acuerdo con lo expuesto es evidente que existen muchos inconvenientes naturales pa-
ra recordar con fidelidad nuestra biografía, y que se necesita una personalidad equilibrada pa-
ra hacerlo con cierta objetividad. La persona que se acerca a este trabajo por necesidad, es fac-
tible que no posea justamente dicho equilibrio. Muchos recuerdos que creemos poseer sólo
responden a imágenes premoldeadas por conflictos o censuras y, en otros casos, nos halla-
mos vacíos de recuerdos.
LEYES DE
LA BIOGRAFÍA
La meditación rosacruz lleva las fuerzas formativas al pensar y produce una intensificación
de los sentimientos.
Las fuerzas necesarias para formar las imágenes son las fuerzas del Cuerpo Etéreo (imagen)
permeadas por el Cuerpo Astral (sensaciones) que i l u m i n a n el pensar. Son fuerzas ascenden-
tes. Es un gesto inspirativo.
La consecuencia de u n exagerado proceso meditativo es que se incremente el egoísmo; pe-
ro u n egoísmo sutil que pase totalmente inadvertido a nuestro juicio crítico y nos entregue
mansamente en alas de la soberbia. En el proceso meditativo el Yo se coloca en el centro, y
todo gira a su alrededor; es una posición de separación del m u n d o y de los otros.
(Esta descripción del proceso es u n alerta para quienes hacen de la meditación u n culto, a
veces compulsivo, que obedece a secretas esperanzas de autosalvación con o l v i d o de su ver-
dadera tarea en el m u n d o . Sin embargo, ésta es sólo una observación de la Antroposofía, pues
de ninguna manera la Ciencia Espiritual, por sus principios, coartaría la libre v o l u n t a d de
n i n g ú n ser humano de realizar las prácticas que considere necesarias e inherentes al camino
espiritual elegido.)
LA BIOGRAFÍA
D - O R D E N POSIBLE PARA E X A M I N A R U N A B I O G R A F Í A
1) Presente:
¿Qué está pasando? ¿De qué recursos anímicos se dispone para enfrentar el conflicto? ¿Cuál es
la necesidad real de recibir ayuda? ¿Qué grado de conciencia se tiene del conflicto?
Recordar que es imprescindible que el Yo esté presente. Por eso no es aconsejable realizar el tra-
bajo antes de los 21 años (nacimiento del Yo) y tampoco con u n paciente con graves trastornos
psicopatológicos en que su Yo esté excluido.
2) Pasado:
Empezar por el último septenio o bien por el primero.
3) Observar los puntos críticos o crisis septenarias (nacimiento, 7 años, 14, 2 1 , 28, etc.).
4) Trabajar el primer recuerdo que surja (primer septenio, segundo, tercero). Recodar para es-
to los trabajos corporales antes mencionados.
5) Qué lugar ocupa en el grupo familiar; el orden dentro de los hermanos es kármico.
6) Buscar la herida anímica de los 9 años. El niño acomoda el r i t m o cardíaco al ritmo solar. (El
corazón de un niño late como un pájaro y el de u n anciano como el de una serpiente.) Hay u n
adelanto en la conciencia de sí mismo. Establece el futuro modelo de comunicación.
7) A diferencia de una psicoterapia, es importante abstenerse de hacer interpretaciones. Sola-
mente ayudar a que los acontecimientos salgan a la luz.
V • ü IÉÍÍÉÍ
•* * j a ' ?
fe f í
( \* ~~
'4 * i i l l i l
R E S E Ñ A BIOGRÁFICA
Su propia evolución está contenida en su autobiografía, "El curso de m i vida", obra que
por los contactos con Edward v o n H a r t m a n n , Haeckel y Nietzsche, posee gran valor histó-
rico y cultural.
Rudolf Steiner escribió también cuatro dramas iniciáticos, que fueron representados en M u -
nich, y para los cuales luego fue erigido, por encargo de la Sociedad Antroposófica, el Goethea-
n u m , en Dornach, Suiza. Este edificio, comenzado en 1913, dio testimonio del genio artístico-
creador de Steiner. U n principio orgánico, el principio de la metamorfosis, dominaba entera-
mente la construcción, desde la base de hormigón hasta las dos cúpulas entrecortadas y los de-
más detalles: los marcos, las manijas de las puertas... hasta construyó u n taller de tallado para
los vidrios coloreados de las ventanas e inventó u n método químico para la preparación de co-
lores vegetales usados en la pintura de las cúpulas. Así creó una nueva arquitectura, escultura y
pintura, y sus correspondientes técnicas.
El edifico fue destruido por el fuego diez años más tarde. Sin embargo, en manera alguna per-
tenece al pasado, porque aquel principio de metamorfosis fue aplicado igualmente en el edificio
que se levanta hoy en el mismo sitio del primero. Tal como lo expusiera en su "Filosofía de la l i -
bertad", los hombres pueden unirse para una labor c o m ú n aun en tiempos en los que todo se
derrumba. Y esto quedó demostrado entre los años 1914 y 1918, azotados por la Primera Guerra
M u n d i a l , cuando personas de diecisiete naciones trabajaron pacíficamente en la construcción
3 Ü
PARTE
del primer Goetheanum. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue llevada adelante la actual
construcción.
En la Navidad de 1923, Rudolf Steiner dio nueva forma a la Sociedad Antroposófica; él mismo
asumió la presidencia y articuló la Universidad del Goetheanum en diversas secciones: una A n -
troposófica General una Pedagógica, otra para las Artes Musicales y de la Palabra (formación de
la palabra y euritmia), Artes Plásticas, Medicina, Ciencias Naturales (con Laboratorio de Biología
y un Círculo para la Investigación Agrícola), Ciencias matemático-astronómicas, Ciencias Socia-
les, Investigación Espiritual de la Juventud, Bellas Letras, etcétera.
El 30 de marzo de 1925 falleció Rudolf Steiner. A pesar del padecimiento de una enfermedad
física, hasta su últimos días trabajó en pro del desarrollo espiritual de la humanidad, obra que
quedó expresada en sus conferencias (alrededor de seis mil) y en unos setenta libros (más otros
menores).
Su legado es esta Ciencia Espiritual, la Antroposofía, definida por él mismo como "un sendero
del conocimiento, que pretende conducir lo espiritual en el ser humano a lo espirihial en el Universo."
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
Rudolf Steiner-.
• DOSSEY, Larry; Tiempo, espacio y medicina; Editorial Kairós, Barcelona, 1986.
• HOLTZAPFEL, Walter; Enfermedades características de la infancia, niñez y adolescencia;
Editorial VValdorf, México, 1981.
• HUSEMANN, Friedrich y WOLFF, Otro; La imagen del hombre como base del arte de curar,
tomos I y I I ; Epidauro Editora, Buenos Aires, 1974.
• KALIKS, Bernardo; Los siete metales; conferencia del 27 de septiembre de 1980
(transcripción).
• LANZ, Rudolf; Do goethianismo a filosofía da liberdade; Editorial Antroposófica,
San Pablo, 1985.
• LIEVEGOED, B» C » J.; Etapas evolutivas del niño; Editorial Antroposófica, M é x i c o , 1979.
• MASLOW, Abraham H., DASS, Ram, CAPRA, Fritjof, WILBER, Ken, y Otros; Más allá del ego;
2da* edición, Editorial Kairós, Barcelona, 1985.
• MEYER, Rudolf; En torno al destino de los muertos; Editorial de la Comunidad de Cristianos,
Buenos Aires, 1982.
• POPPELBAUM, Hermann; Hombre y Animal; Editorial Antroposófica, México, 1982.
• SANCHEZ BODAS, Andrés y Otros; Psicoterapias en Argentina - C ó m o ayudar a los
que ayudan; Holos Editorial, Buenos Aires, 1994.
• SCHWENK, Theodor; El caos sensible; Editorial Rudolf Steiner, Madrid, 1988.
• SMIT, Jórgen; Meditación y experiencias con el Cristo; transcripción, México, 1992.
• STEFFEN, Albert; Rudolf Steiner u n d seis werk; reproducción parcial fotocopiada, sin fecha.
• STEINER, Rudolf; ¿ C ó m o se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?;
Editorial Dédalo, Buenos Aires, 1978.
• STEINER, Rudolf; El impulso del Cristo y la conciencia del Yo; transcripción, sin fecha.
• STEINER, Rudolf; El saludable desarrollo de lo físico-somático como fundamento del libre
despliegue de lo anímico-espiritual; Editorial Antroposófica, Buenos Aires, 1985.
• STEINER, Rudolf; La ciencia oculta, en bosquejo; Epidauro Editora, Buenos Aires, 1977.
• STEINER, Rudolf; La filosofía de la libertad; Epidauro Editora, Buenos Aires, 1986.
• STEINER, Rudolf; La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento; transcripción
de conferencias (1912/1913).
• STEINER, Rudolf; Las manifestaciones del Karma; Editorial Glem, Buenos Aires, 1958.
• STEINER, Rudolf; Las metamorfosis de la vida anímica; Editorial Antroposófica,
Buenos Aires, 1988.
• STEINER, Rudolf; Los principios de la gnoseología para el concepto goetheano del m u n d o ;
Q
PARTE
Sociedad Antroposófica
Crisólogo Larralde 2224
(1429) Buenos Aires. Argentina
C a s a Micael
V é l e z Sarsfield 322
(1640) Martínez (Buenos Aires). Argentina
C a s a de Rudolf Steiner
Roque P é r e z 3421
(1430) Buenos Aires. Argentina
Weleda S.A.
Ramallo 2568
Capital Federal. Argentina
Editorial Antroposófica
El Indio 1837
(1607) Villa Adelina (Buenos Aires). Argentina
Farmacia Belladona
Ramallo 2606
Naturart
J o s é María Verduga 1459
(1607) Villa Adelina (Buenos Aires). Argentina
Fundación Tobías
Costa Rica 4438
(1414) Buenos Aires. Argentina
Proyecto Hermes
Ramallo 2606 - 2 Piso
o
Epidauro Editora
Ramallo 2566
(1429) Buenos Aires. Argentina
Comunidad de Cristianos
Corrientes 1363
(1636) Olivos (Buenos Aires), Argentina
Fundación L a Escondida
Casilla de Correo 37
(2800) Zarate (Buenos Aires) Argentina
La Choza
Casilla de Correo 52
(1748) General Rodríguez (Buenos Aires). Argentina
Clara de Asís
Buenos Aires 514
(1623) Ingeniero Maschwitz (Buenos Aires), Argentina
Juana de Arco
Aráoz1027
(1414) Buenos Aires. Argentina
C a s a Ita Wegman
Calle Polonia e/ Machado y Berutti
(1669) Del Viso (Buenos Aires). Argentina
Correspondencia al autor:
e-mail: robertocrottogini@ciudad.com.ar
página web: www.proyectohermes.com
Al mismo tiempo que la física subatómica • En cada septenio s e produce un
"desmaterializa la materia", que las nuevo nacimiento y el desarrollo
investigaciones sobre la conciencia de una etapa en lo físico,
humana trascienden el cerebro físico y anímico y espiritual.
que la Psicología Transpersonal da
• Cada uno de estos ritmos
cuenta de un Yo Superior,
septenarios está regido por una fuerza
la Antropología perfecciona planetaria que proyecta s u influencia
una metodología precisa para eterna sobre la vida presente
penetrar en dichos mundos
superiores: el estudio de • A cada septenio le corresponde también
la biografía humana. Para esta un metal determinado; soaáÉuellos
ciencia espiritual y senda de metales que la Medicina Antroposófica
autoconocimiento trazada por utiliza, previa dinamización,
en s u terapéutica.
Rudolf Steiner a comienzo del
siglo XX, la biografía es el
• La presencia de personajes mitológicos,
espejo en el que s e refleja o arquetipos, obrando en nuestro inconsciente,
un acontecer cósmico. constituyen el aporte de la antigua
Los conocimientos sabiduría para el esclarecimiento de
reunidos por el Dr. Roberto los misterios de la vida cotidiana.
Crottogini en el libro que
usted tiene entre las
manos le ofrecen una
posibilidad inédita:
conocer su propio
proceso biográfico en el
marco de una dimensión
más amplia. Al Roberto Crottogini
comprender los procesos
Se graduó de médico
descriptos y responder a
en el año 1964. Fue
las distintas preguntas pediatra, docente
que aquí s e plantean, universitario, vtJSj
usted construirá un arco psicoterapeuta infanto-
desde el pasado hacia el familiar y terapeuta corporal.
futuro y establecerá una Desde 1974 incursiona en distintas
relación más sana con s u disciplinas espirituales. En 1979 toma conocimiento
presente. de la Antroposofía y a partir de entonces se dedica
a profundizar sus contenidos.
Esta es la historia de un
\ Fue presidente de la Asociación Argentina de
médico que se atrevió a Medicina Antroposófica y uno de los creadores
quebrar el modelo de la del Proyecto Hermes. La honestidad y seriedad
medicina académica para y con que divulga estos temas relacionados con
irrumpir en el ámbito de una la evolución del espíritu humano, le han dado
medicina complementaria y un lugar de merecido respeto, tanto en
totalizadora... una verdadera ámbitos científicos como espirituales.
ampliación del arte de curar. S
IB
N 987
-
9 0
6 6-
64-
2
Especialmente recomendada
para psicólogos, psicoterapeutas
y público en general.
9 789879"066645