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EL CRECIMIENTO DE LA NUEVA
CLASE MEDIA
1 Para unas comparaciones entre nadones. ver Bcrt F Hoselitz. The Role
of Smail Industry in the Procesa of Econamtc Growtb (La Haya. 1963).
5 Vide Joscpn Bcnsman y A rthu r J . V idich, The New American Society
(Chicago, 1971), para ina exposición de fu última de una extensa ¡inca de supues
tas «revoluciones* desde Burnhatn en adelante: la «revolución de la dase
media».
’ Las cifras referentes a los Estados Unidos calculadas por G avín Mackenzie
a partir de datos de los censos americanos; el 4 por 100 adicional y el 5 por 100
representan a los trabajadores agrícolas Otros datos están tomados de G uy
Routh. Oecupótion and Pay in Great Bntain. ¡906-60 (Cambridge. 1965): y
Solomon B. Lev:ne. «Unionisation oi whicc collui cmployees in Japan», en
A dolf Siurrathul, \Vbite-Collar Tradc Úmons (Urbano. 19661.
Japón son simplemente una cuestión de «desfase», indicativa del
bajo nivel del desarrollo técnico de estos países — y que, por tanto,
en este caso son los Estados Unidos los que muestran a las otras
sociedades «Ja imagen de su propio futuro». Pero existen algunos
indicios de que esto puede ser un error o .al menos una simpli
ficación, porque parece haber tenido lugar una estabilización del cre
cimiento relativo del sector de cuello blanco en los Estados Unidos
durante la pasada década; y un fenómeno similar parece también
haber sucedido en otras sociedades, siempre de acuerdo con la
proporción considerablemente más baja de trabajadores no manuales
que caracteriza esas sociedades en comparación con los Estados Uni
dos. Un caso ilustrativo es el de Inglaterra, citado antes; otro es
el de Francia, en donde el índice apenas ha cambiado durante los
últimos doce años 7.
Pero, por supuesto, ya de por sí es engañoso considerar a «los
trabajadores de cuello blanco» como una 'categoría diferenciada;
la expansión general del sector de cuello blanco en las sociedades
capitalistas esconde diferentes niveles de crecimiento para las diver
sas sub-cacegorías de empleo. Mientras que el incremento relativa
mente temprano del sector de cuello blanco se refería principalmente
al aumento de las ocupaciones de tipo administrativo y comercial,
en el neo-capitalismo las ocupaciones que muestran índices recientes
de desarrollo más elevados son aquellas que las estadísticas de censo
agrupan bajo la denominación «profesionales y técnicos», aun cuando
éstas no abarcan en ningún lado más que a unapequeña minoría de
la totalidad de trabajadores de cuello blanco.
7 Michcl Crozier. The World of the Ojfice Workcr (Chicago. 1971). pp. 11-
op cit., pagi
12; y «Whitc-Coílar unions — the case o f France». en Sturnith.il.
nas 91-2
ingresos medios de los trabajadores no manuales y los de los
trabajadores manuales, es decir, siempre que se compare la distri
bución real de los ingresos a principios de siglo con la de hoy,
puesto que, en los períodos intermedios, se han producido fluctua
ciones sustanciales. Así, tanto en Inglaterra como en los Estados
Unidos la diferencia entre los trabajadores manuales y no manuales
disminuyó durante la primera guerra mundial, y de nuevo en la
guerra posterior, y se ha reestablecido desde entonces.
Los cambios significativos que han ocurrido, hoy en día bien
documentados, se refieren, primero, a una relativa disminución de
los ingresos, de,ios trabajadores administrativos dentro del sector
de' cuello blanco, y en segundo lugar,'ál desarrollo de cierto grado de
«traslapamiento» en los ma'rgenes enrre los trabajadores no manua
les y los manualesfl. Pero a partir de estos cambios en las esta
dísticas del ingreso bruto se ha levantado una inmensa mitología
en gran parte de la literatura técnica sobre las clases, así como en
la prensa diaria. La.aparente confluencia de los beneficios económicos
que corresponden a trabajadores manuales y no manuales adquiere
un aspecto muy diferente si los hechos se estudian más atentamente.
En primer lugar, no ha desaparecido la superioridad tradicional
del trabajador de cuello blanco en lo tocante a seguridad en el
empleo: en general, los trabajadores no manuales continúan disfru
tando de una mayor seguridad, aun cuando, por razones que se
examinarán en los capítulos siguientes, existe algún motivo para
suponer que ciertas categorías de trabajadores manuales podrán
disfrutar cada vez más de condiciones contractuales más favorables
en el futuro. En segundo lugar, las pautas típicas de los salarios
profesionales generales son bastante distintas en las dos categorías.
No es sólo el hecho de que a los trabajadores de cuello blanco se
les ofrece más gama de oportunidades de promoción que, en cam
bio, se Ies niega a los trabajadores manuales, lo que está en cues
tión en este caso. Incluso dejando esto aparte, los salarios de los
últimos característicamente experimentan una «curva descendente»
que los de los primeros, que a menudo tienen incrementos anuales
garantizados, por lo general no experimentan. Asi, Fogarty muestra
que, en Inglaterra, los trabajadores manuales no cualificados alean-
* Cf. Routh, op. cit., Robert K. Burns, «The comparativo economic position
o f manual and whitc-collar cmployccs», The Journal of Business 27, 1954;
US Department of Labor, Blue-CollarfWhiteCoiLr Pay Trends. Múrtlhly Li
bar Review, Ju ne 1971; y Crozier. The World ol tbe Office Worker, pp 12*15.
Para una evaluación del grado en que Jos impuestos progresivos sobre a renta
afectan a estos contornos de la renta, véase Parkin. Ciass Irtequaltly and Poli-
tied Order. pp 119-21
zan el punto culminante de sus ingresos por término medio a los
treinta años de edad, y a partir de entonces va disminuyendo de
un 15 a un 20 por 100 hasta la edad del retiro; los trabajadores
especializados tienden a alcanzar su techo salarial unos diez años
después, y posteriormente sus ingresos experimentan un descenso
de un 10 a un 15 por 1009. Por añadidura, la duración de la sema
na laboral de los trabajadores manuales es mayor que la de los
empleados no manuales: en 1966, en Inglaterra, los primeros tenían
una media de cuarenta y cuatro horas semanales en comparación
con las treinta y ocho horas de los trabajadores de cuello blanco :0.
En tercer lugar, una proporción considerablemente mayor de los
que trabajan en ocupaciones no manuales disfrutan de beneiieios
marginales de diversos tipos, tales como pensiones y seguros de
enfermedad: en la mayoría de los países estos trabajadores también
obtienen beneficios por exenciones de impuestos como resultado
de la participación en tales prestaciones".
Aunque existen variaciones en estos fenómenos entre las dife
rentes sociedades, especialmente si tenemos en cuenta el caso del
Japón, éstas no modifican el cuadro global de la situación. Si consi
deramos la totalidad de los beneficios económicos que pueden conse
guir los trabajadores manuales y los no manuales, la idea de que
está teniendo lugar algún tipo de fusión de los dos grupos puede
rechazarse inequívocamente. El traslapamiento se limita a segmen
tos de las ocupaciones manuales cualificadas, por una parte, y de
ocupaciones comerciales o administrativas, por otra. Pero la carac
12 Fntd M um íord y Olive Banks, Tbe Comouler and (he Clerk (Londres.
1967), p . 21
de las investigaciones sobre la movilidad social es que virtualmente
todo movimiento a través de la división no manual/manual, ya sea
ascendente o descendente, inter o intra-generacional, es de «corto
alcancé»: es decir, tiene lugar de una forma que minimiza las dife
rencias conseguidas en la capacidad de mercado l?. Así, tiene algún
sentido hablar, como lo hace Parkin, del funcionamiento de una es
pecie de «zona amortiguadora» entre las dos clases: la mayor parte
de la movilidad tiene lugar dentro y fuera de esta zona, que actúa
como parachoques de toda tendencia hacia el colapso de las dife
rencias de movilidad que separan a las dos. Las investigaciones
sobre la movilidad social, que incluyen estudios cronológicos, in
dican que no se han producido muchos cambios en los índices de mo
vilidad entre los trabajadores manuales y no manuales en el período
posterior a la primera guerra mundial.
En conjunto, los descubrimientos de esos estudios muestran
de manera concluyente la importancia de la estructuración mediata
como fuente principal de diferenciación de clase entre los trabaja
dores manuales y los no manuales en las sociedades capitalistas.
Pero esto sólo puede separarse desde un punto de vista analítico
de las diversas bases de estructuración inmediata, que de hecho
contribuyen a explicar los orígenes de las variaciones observadas en
las oportunidades de movilidad. Entre estos orígenes, la división
del trabajo característica de la empresa productiva y las relaciones
paratccnicas asociadas con ella, tienen un carácter primordial, y evi
dentemente están vinculadas al sistema de relaciones de autoridad
propio de la empresa, aunque, asimismo, deben analizarse por sepa
rado de éste.
Está perfectamente claro que, desde los primeros comienzos
de la moderna fábrica en gran escala, ha existido una disparidad
genérica entre el trabajador de cuello blanco y el de cuello azul
— sugerido por éstos mismos términos, así como por la terminología
de trabajo «no manual» y «manual»— en lo que atañe a los
atributos propios de cada’ tarea en la división del trabajo. Como ha
subrayado L-ock'wood, el trabajador administrativo, con una capaci
22 Según Tairn, el 87 por 100 de los sindicatos japoneses son de ripo empre
sarial, y aproximadamente un 80 por 100 de los trabajadores organizados están
afiliados a éstos. Koji Taira, Economic Development arui ibe I^ibor Market in
Japan (Nueva York, 1970), p. 168.
21 Solomon B. Levine, «Unionisation of white-collar cmployces in Japan»
en Sturmthal, op, cit.. p. 238. Respecto al desarrollo de sindicalismo de empre
sn. ver también Levine. Industrial Retalian* in Poshvar lapan (Urbana. 19581
cativo que, como ha señalado Crozier, el término francés employés,
que normalmente se aplica a los trabajadores no manuales, se pueda
utilizar para referirse a todos los trabajadores dentro de una empresa;
no existe un término genérico que se corresponda con Angestellíe,
o con «trabajadores de cuello blanco» (o el menos frecuentemente
utilizado «trabajador de chaqueta negra»). Los primeros sindicatos
de vendedores y administrativos, la Chambre syndicale fedérale des
employés, constituida en la última parte del siglo xix, fueron de orien
tación radical y tomaron parte en la fundación de la central sindical
CGT en J895 24. En períodos posteriores, los sindicatos de traba
jadores de cuello blanco han desempeñado un papel en diversos
períodos de conflictividad laboral, tales como las huelgas generales
de 1919 y 1936 25. A partir de la guerra, estos sindicatos, como
los sindicatos de trabajadores manuales, se han dividido según líneas
ideológicas, y de acuerdo con ellas se han afiliado a las organiza
ciones comunistas, socialistas o cristianas, siendo las dos últimas
las más importantes. En la mayor parte de las otras sociedades
capitalistas, sin embargo, existe un grado muy marcado de separa
ción e incluso de antagonismo, entre los sindicatos de trabajadores
de cuello blanco y los de cuello azul, incluso cuando se encuentran
adscritos nominalraentc a las mismas federaciones; Inglaterra es un
caso típico. Los sindicatos de trabajadores de cuello blanco en In
glaterra, en líneas generales, han considerado a los sindicatos de
trabajadores manuales como su modelo y con la excepción de la
Asociación Nacional de Funcionarios Locales del Gobierno (hasta
1964), se han adherido generalmente al TUC. Pero al mismo tiem
po han mantenido en su mayor parte cuidadosamente su identidad
independiente y han seguido siendo conscientes de la tarea de pro
teger sus intereses específicos.
¿Por qué existen índices de sindicación, en lo que se refiere a
la afiliación sindical, generalmente más bajos entre los trabajadores
de cuello blanco que entre los trabajadores manuales? En lo que
atañe a esos grupos de* trabajadores no manuales que disfrutan
Para citras sobre Gran Bretaña, ver Bain. op. cit., pp. 38-9.
condición de los trabajadores de cuello blanco ignoran la distinción,
es tan necesario diferenciar la «mecanización» de la «automatización»
en la oficina como en la fábrica — aunque en ningún caso esta última
forma de tecnología, que sólo afecta a un sector reducido de la
fuerza de trabajo, posea la significación que algunos (incluyendo
a Marx y más recientemente a Marcuse) han tratado de reivindicar
para ella. Es erróneo suponer, como los autores marxistas hacen gene
ralmente, que los efectos de la mecanización del trabajo administra
tivo, cuyos comienzos se pueden remontar a las dos últimas décadas
del siglo xix, hayan eliminado progresivamente las diferencias entre
el trabajo administrativo y el de taller. La mecanización, tal y como
existe en el trabajo de la fábrica, tiende a definir el carácter total de
la tarea obrera, reduciendo frecuentemente el papel del trabajador
al de «vigilar la máquina». Pero esto no ha sido generalmente lo
que ha ocurrido con la mecanización en la oficina, en donde las
máquinas de escribir, las calculadoras, los dictáfonos, etc., figuran
como elementos auxiliares del trabajo administrativo más que como
transformadores del mismo. Las mujeres, que componen una categoría
dentro de la fuerza de trabajo que sufre una discriminación siste
mática en términos del nivel de ingresos y de oportunidades de pro
moción, monopolizan en gran medida esas ocupaciones que son
totalmente rutinarias (por ejemplo, mecanógrafa, estenógrafa). En
relación con otros trabajos administrativos, el juicio expuesto por un
investigador reciente resume correctamente la situación: «lo que
esas máquinas realmente sustituyen es una gran cantidad de laboriosos
esfuerzos manuales en la comprobación de datos y los cálculos arit
méticos rutinarios... un cierto conocimiento del negocio continúa
siendo la calificación deseable del trabajador administrativo, inde
pendientemente de que su trabajo sea realizado por medios manuales
o mecánicos» y>.
La tendencia reciente hacia la automatización de las tareas de
oficina, mediante el empleo de computadoras en ocupaciones propias
de trabajadores de cuello blanco, sí comporta una reorganización más
completa del trabajo de la oficina. Pero la investigación sobre la
influencia de la adopción de métodos automatizados sobre las rela
ciones paratécnicas indica que, lejos de contribuir a la «proletariza
ción» de los administrativos, normalmente producen una disminución
en la demanda de trabajadores para tareas rutinarias, aumentando
34 Cf. Stanley Aronowirz, «Docs the United States havc .1 new working
class?*. en Gcorgc Fifhcr. The Reviva! of American Socialism (Nueva York.
1971). P- 203.
trina de la «nueva clase obrera» haya sido desarrollada fundamental
mente por autores franceses: porque, en cierto sentido, se puede
decir que el «bloque histórico» fue visto en acción durante los
sucesos de Mayo de 1968. Pero las razones para esto pueden radicar
no tanto en los factores especificados en la teoría, y generalizados
al neo-capitalisrno en su totalidad, como en otras características de
la estructura de la sociedad francesa que, dada la larga tradición
de afiliación de los trabajadores de cuello blanco y los de cuello azul
al movimiento sindical, pueden explicar la incidencia tanto del radica
lismo de la clase obrera como del de la clase media en ese país. Como
trataré de demostrar en el próximo capítulo, la explicación ha de
buscarse precisamente aquí.