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Cross
THEIR SUMMER INTERN
JACOB
ZOE
No debería estarlo.
No debería estar excitada por nada de esto. No por la naturaleza
tabú de lo que está pasando aquí o el riesgo de ser atrapada. O la
forma en que los rasgos de Jacob se tensan con placer/dolor cuando
Bridger habla. Es todo tan malo. Pero mi cuerpo no me deja parar.
Está en busca de esa evasiva liberación que todos los demás, menos
yo, parecen saber cómo lograr.
—Veinte segundos más— dice Bridger. —Diecinueve...
dieciocho...
Jacob se abalanza sobre mí frenéticamente, su boca corriendo
sobre la mía, su cabeza inclinada, las manos deslizándose por mis
muslos y agarrándose a mis caderas desnudas, tirón, tirón,
sacudiéndome hacia él en la mesa de conferencias. Voy a correrme.
Finalmente voy lo voy hacer. Creo que... Creo que... El rígido tronco
de su erección está justo encima de mi clítoris, frotándolo
bruscamente. Casi demasiado brusco, pero su lengua en mi boca, su
—Detente.
Jacob se separa jadeando, el sudor hace que su camisa se pegue
a su pecho. Volviéndola lo suficientemente transparente como para
que pueda ver los coloridos tatuajes debajo. Me mira como un toro en
celo, sus ojos celestes aún más brillantes ahora con la excitación.
Bridger camina hacia nosotros lentamente, como un
disciplinario que se acerca.
El más viejo de Onasis se mete entre mis muslos, tira a un lado
de mis bragas y pasa dos dedos a través de mi humedad,
sosteniéndola a la luz. —Excelente trabajo, hermano— alaba, y luego
empuja sus dos dedos húmedos dentro de mi boca. Profundo.
Haciéndome gemir. Haciéndome chupar la humedad sin siquiera tener
que decírmelo. Luego mira hacia abajo a Jacob. —Vas a hacerla una
chica muy feliz, ¿verdad?
—Sí— Jacob exhala, bruscamente, doblándose para plantar las
manos sobre las rodillas. — ¿Cuándo?
Bridger considera mi estado de desorden, posesión arde en sus
profundos ojos azules. ¿Pero qué es lo que desea? ¿Tomarme él
mismo? ¿O ver a su hermano tenerme? —Cancelaré nuestras
reuniones para poder llevar a Zoe a su nuevo hogar. Estaré listo en
cinco minutos.
Estoy en un huracán.
Estoy de acuerdo con esto.
Estoy horrorizada por ello. Soy todo lo que hay en medio.
Mi sangre corre a través de mí, un río de fuego, mientras estoy
presionada boca abajo sobre el borde del enorme lecho. Las manos de
Jacob me rastrillan el culo y levantan, aplastándolo bruscamente. Veo
la habitación a través de una neblina sexual, pero mi entorno es lo
suficientemente claro como para ver a Bridger sentado en un rincón
de la habitación, cerca de la esquina superior derecha de la cama. Cae
en una manta real y se desabrocha los pantalones. Luego se agarra a
los apoyabrazos. Esperando el espectáculo.
Es hora de ir.
—Ni una palabra más— gruñe, su mirada parpadeando con algo que
apenas puedo describir. Una combinación de confusión y lujuria. Tal
vez incluso un poco de vergüenza. —No... Lo entiendo.
—Tampoco él. — Llevo mi boca a su oído y le susurro: —Pero yo
sí. Y no podemos ignorarlo. No para siempre. Lo último que quieres
hacer es herirlo.
Bridger traga. —No. No quiero eso.
Me inclino y tiendo a Bridger para que me dé un beso. Uno que
él toma con avidez, su lengua metiéndose en mi boca, su mano
enredándose en el pelo de mi nuca. —Entonces llámalo aquí— le digo.
Bridger cierra los ojos y respira por la nariz por largos momentos.
Luego se acerca y levanta el auricular de su teléfono y pulsa un
botón.
—En mi oficina— dice bruscamente, antes de colgar.
— ¡Jacob! ¿Está bien? Dime que está bien— Bridger llama desde afuera
de la piscina, con su expresión demacrada. Tiene un arma en la mano
y la apunta a su madre que está boca abajo, con las manos a la
espalda. Sus labios se despegaron en una mueca.
Los policías se apresuran por todos los lados del área de la
piscina, con las armas desenfundadas, los walkie-talkies
chisporroteando y las sirenas acercándose desde algún lugar en la
distancia.
—Ella está viva— Jacob planta besos en mi cara, me aplasta
contra su pecho. —Asustada pero viva— Nada conmigo hasta el borde.
—Todo está bien ahora, ángel. Te tenemos. Nunca más. Nunca más te
tocará.
Jacob me sube al borde de la piscina y Bridger está ahí,
arrodillado y tirando de mí en su regazo. Enterrando sus labios en mí
pelo. Los policías se han hecho cargo del arresto de su madre y vigilo
el hombro ancho de mi hermanastro mientras ella es arrastrada hacia
la salida, luchando en el agarre del oficial.
—Nadie va a pagar la fianza esta vez— dice el policía secamente.
—Nos enteramos de que la habían liberado y vinimos
directamente aquí— dice Bridger de manera irregular. —No estabas
en la habitación. No te encontramos en ningún lado.
—Ella ha estado viviendo conmigo por un tiempo— me las
arreglo, todavía jadeando. —Sabe que me gusta nadar antes de la
cena.
Jacob se agolpa detrás de mí, envolviéndonos con sus brazos
empapados hasta el final. Bridger me levanta la barbilla y me besa,
delante de los policías y del personal del hotel. Su lengua entra y sale
de mi boca, diciéndome sin palabras que yo seré la responsable de
disminuir su hambre más tarde. Justo cuando mis muslos empiezan
a subir involuntariamente por las caderas de mi hermanastro mayor,
necesitando acercarme más, Jacob gruñe y me tira del pelo hacia
atrás, atacando mi boca por detrás, con su erección rígida contra mi
espalda. —Nunca más te perderemos de vista.
Mía.
Nuestra.
Me besa en los labios, dándome sólo un toque de lengua, antes
de guiñar el ojo.
—Mantendré la cámara rodando.
Y luego tomo su lugar en la proa del barco.
Fin…