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51 de El conde Lucanor y
la escritura manuelina: discurso
ejemplar y concepción del texto
Olivier Biaggini
Université Sorbonne Nouvelle – Paris 3
El título de este trabajo parece dar por evidente un hecho que no lo es, a
saber que don Juan Manuel es autor del ejemplo 51 de El conde Lucanor. Como
es bien sabido, este ejemplo final de la primera parte del libro, que cuenta la his-
toria del rey soberbio que se atrevió a alterar un verso del magníficat de Santa
María, sólo está presente en uno de los manuscritos conservados, el manuscrito S
(Biblioteca Nacional de España 6376), que contiene todas las obras conservadas
de don Juan Manuel excepto la Crónica abreviada. El ejemplo no aparece en los
otros cuatro manuscritos que transmiten la obra y tampoco en la edición impresa
de Argote de Molina de 1575. La autoría de don Juan Manuel para este ejemplo
ha sido objeto de un debate entre los especialistas que aún sigue abierto, puesto
que existen argumentos convincentes para defenderla y otros tan convincentes
como los primeros para ponerla en tela de juicio. El principal partidario de la
autoría de don Juan Manuel fue John England, quien propuso una comparación
del ejemplo con los otros que contiene la obra con el fin de detectar en él unas
marcas del estilo manuelino1. No obstante, los argumentos de índole estilística
suelen ser selectivos y, en cualquier caso, no tienen un valor probatorio definitivo.
Por otra parte, resulta muy frágil el argumento final que aduce England para
justificar la inclusión de este ejemplo suplementario: don Juan Manuel se habría
dado cuenta de que la primera parte del libro no constaba de ningún ejemplo
1. John England, «Exemplo 51 of El Conde Lucanor: the problem of authorship», Bulletin of His-
panic Studies, LI, 1974, pp. 16-27.
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6. Michel Garcia, «Des nombres dans le Livre du comte Lucanor», Atalaya, VI, 1995, pp. 119-150.
7. María Jesús Lacarra, «Los copistas cuentistas: los otros ejemplos de El conde Lucanor en el
códice de Puñonrostro», «Entra mayo y sale abril»: Medieval Spanish Literary and Folklore Studies
in Memory of Harriet Goldberg, Manuel da Costa Fuentes y Joseph T. Snow, coords., Newark
(Delaware), Juan de la Cuesta, 2005, pp. 231-258.
8. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., p. 223.
9. Jonathan Burgoyne, Reading the Exemplum Right. Fixing the Meaning of El Conde Lucanor,
Chapel Hill, University of North Carolina, 2007, pp. 161-168.
10. Daniel Devoto, Introducción al estudio de don Juan Manuel y en particular de El conde Lucanor.
Una bibliografía, París, Ediciones hispano-americanas, 1972, pp. 462-464.
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soberbio, no deja de sorprender que hasta la fecha ningún hispanista haya pro-
puesto un estudio comparado de este ejemplo con otras versiones europeas para
destacar sus rasgos específicos. A causa de la sospecha de su carácter apócrifo, no
ha gozado de la misma atención que otros relatos de la primera parte del libro
aunque puede considerarse uno de los más logrados de la colección en cuanto
a su ejemplaridad, o sea su eficacia retórica productora de ideología. Con este
trabajo, quisiera sugerir que el autor del ejemplo del rey soberbio comparte con
don Juan Manuel una postura ideológica muy precisa respecto al ejercicio del
poder temporal y su relación con la esfera espiritual. Por otra parte, en el marco
restringido del manuscrito S, sospecho que la presencia de este ejemplo puede
relacionarse temáticamente con otra pieza que, como él, sólo se encuentra en este
manuscrito: me refiero al prólogo general de don Juan Manuel.
Empezaré con una breve comparación del esquema narrativo del cuento en
algunas de sus versiones para destacar los rasgos propios del ejemplo 51: esta
comparación no toma en cuenta un número suficiente de versiones como para
determinar filiaciones o influencias, pero permite por lo menos situar a grandes
rasgos el ejemplo 51 respecto a las demás versiones elegidas. En segundo lugar,
sacaré algunas consecuencias de los rasgos específicos del ejemplo 51 para tratar
de definir el proyecto ejemplar de este texto dentro del manuscrito S y mostrar
que coincide con unas preocupaciones propias de don Juan Manuel.
11. Frederic C. Tubach, Index Exemplorum: a Handbook of Medieval Religious Tales, Helsinki, Suo-
malainen Tiedeakatemia, 1969.
12. Stith Thompson, Motif-Index of Folk Literature: a Classification of Narrative Elements in Folkta-
les, Ballads, Myths, Fables, Medieval Romances, Exempla, Fabliaux, Jest-Books, and Local Legends,
Helsinki, Suomalainen Tiedeakatemia, 6 vols., 1933-1936.
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Varnhagen13. Desde finales del siglo xix, varios eruditos han debatido sobre el
origen de la historia que, según los unos, tiene que ser indio y, según los otros,
sería judío14. Varnhagen distingue unas cuarenta y cinco versiones en lenguas eu-
ropeas, siendo la más famosa y difundida la que contienen los Gesta Romanorum
—colección de exempla de finales del siglo xiii o principios del siglo xiv— que
dio lugar a una rama separada, integrada por las numerosas traducciones de los
Gesta a lenguas vernáculas. En mi propio estudio, he decidido limitarme a cuatro
versiones además de la de El conde Lucanor, con la esperanza de que esta muestra
sea útil para destacar los rasgos específicos del ejemplo 51. Estas versiones, cuyas
fechas de redacción —entre finales del siglo xiii y los años 1370— no se alejan
demasiado de la de El conde Lucanor, son las siguientes: el exemplum de los Gesta
Romanorum que refiere la historia del emperador Joviniano15; Li dis dou magni-
ficat, poema francés de Jean de Condé (c. 1275-1345) compuesto sin duda en el
condado de Hainaut a principios del siglo xiv16; Robert of Cisyle, poema inglés
anónimo anterior a 137017; y un relato en prosa que forma parte de las Novelle
13. Hermann Varnhagen, Ein indisches Märchen auf seiner Wanderung durch die asiatischen und eu-
ropäischen Litteraturen, Berlín, Weidmannsche Buchhandlung, 1882.
14. En contra de la hipótesis india de Varnhagen, se defiende el origen judío del relato en Israel
Lévi, «L’orgueil de Salomon», Revue des Études Juives, XVII, 1888, pp. 59-65. Sin adentrarme
en este problema, señalo que una leyenda protagonizada por el dios Shivá, de estructura muy
parecida a la de la versión incluida en los Gesta Romanorum, parece seguir transmitiéndose hoy
en día en el folklore hinduista: véase la traducción al inglés contenida en A. K. Ramunajan, A
Flowering Tree and Other Oral Tales from India, Berkeley, University of California Press, 1997,
pp. 163-166.
15. El cuento y su moralización corresponden al capítulo 148, titulado «De nimia presumpcione
imperatoris, qui ideo correptus est», de la edición Die Gesta Romanorum nach der innsbrucker
Handschrift von Jahre 1342 und vier münchener Handschriften, Wilhelm Dicke, ed., Erlangen-
Leipzig, A. Deichert, 1890, pp. 100-105, pero lleva el número 59 en otras ediciones, como es
el caso en su traducción al español: Gesta Romanorum, Ventura de la Torre Rodríguez, intr. y
notas, Jacinto Lozano Escribano, trad., Madrid, Akal, 2004, pp. 151-156.
16. El poema, que consta de 470 versos, ha sido publicado en Dits et contes de Baudouin de Condé
et de son fils Jean de Condé, II, Auguste Scheler, ed., Bruselas, 1866, pp. 355-370. Para una
aproximación comparatista a este poema, véase Félix Lecoy, «Le dit du Magnificat», Mélanges
de philologie et de littérature romanes, Ginebra, Droz, 1988, pp. 455-474.
17. El poema, de 444 versos, ha dado lugar a una cuidada edición en Amis and Amiloun, Robert
of Cisyle, and Sir Amadace, Edward E. Foster, ed., Kalamazoo (Michigan), Medieval Institute
Publications, 1997. También en una perspectiva comparatista, véase Lillian Herlands Horn-
stein, «King Robert of Sicily: analogues and origins», Publications of the Modern Language As-
sociation of America, LXXIX, 1964, pp. 13-21.
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18. Se trata del cuento 61, cuyo íncipit reza «De superbia contra rem sacratam. Della superbia de’
re Astulfo: e fece que li preti non cantesseno un verso della Magnificat. Lo nostro signore Idio
non volse tanto male, come leggerete innella seguente novella» (Giovanni Sercambi, Novelle,
I, Giovanni Sinicropi, ed., Bari, G. Laterza & figli, 1972, pp. 273-278). Otras ediciones de las
Novelle recogen un relato con leves diferencias, en el que le rey no se llama Astulfo sino Ani-
brotto.
19. Se trata del poema Der König im Bade del prolífico Stricker: véase Félix Lecoy, art. cit., p. 459.
Consúltese también el árbol genealógico de las versiones occidentales del cuento que propone
Hermann Varnhagen, op. cit., p. 123.
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algún caso histórico de rey derribado por su soberbia: «Seed cierto que nunca
fue tierra nin linaje nin estado nin persona en que este pecado regnasse que non
fuesse desfecho o muy mal derribado.»23 Pese a su carácter muy general, esta
aserción cuadra perfectamente con otros discursos manuelinos sobre el linaje de
Alfonso X24 y, más precisamente, podría entrar en resonancia con la leyenda de
la blasfemia del Rey Sabio25, aunque el texto es demasiado alusivo para que se
pueda zanjar esta cuestión.
23. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., p. 222. Compárese con lo que dice Patronio del
diablo al final del ejemplo 45: «Et cierto sed que nunca omne dél creyó nin fió que non llegasse
a aver mala postremería. Si non, parad mientes a todos los agoreros o sorteros o adevinos o
que fazen cercos o encantamientos et destas cosas cualesquier, et veredes que sienpre ovieron
malos acabamientos. Et si non me credes, acordatvos de Álvar Núñez et de Garcylasso, que
fueron los omnes del mundo que más fiaron en agüeros et en estas tales cosas, et veredes cuál
acabamiento ovieron.» (ibid., p. 186). En este caso, es explícita la mención a unos personajes
históricos identificados, enemigos de don Juan Manuel.
24. El caso más llamativo es sin duda, en el Libro de las armas, la anécdota de los sueños de la reina
doña Beatriz, madre de Alfonso X y del infante Manuel: tras haber explicado que la reina, em-
barazada de don Manuel, tuvo un sueño que anunciaba el papel redentor que tendría el linaje
procedente del niño por nacer, don Juan Manuel añade una malévola alusión: «et oy dezir que
dixera el rey quel pareçia este suenno muy contrario del que ella sonnara quando estaua en çinta
del rey don Alfonso, su fijo, que fue despues rey de Castiella, padre del rey don Sancho» (don
Juan Manuel, Libro de las armas, Obras completas, I, José Manuel Blecua, ed., Madrid, Gredos,
1981, p. 122).
25. Según esta leyenda, cuya primera versión escrita aparece en el Crónica Geral de Espanha de 1344
del conde don Pedro de Barcelos y que fue probablemente elaborada en un entorno nobiliario
próximo a don Juan Manuel —a no ser que éste fuera su genuino inventor—, el rey Alfonso X
afirmaba que si hubiera estado con Dios en el momento de la Creación, el mundo habría
salido mejor. Como se ve, esta blasfemia, al igual que el sacrilegio del rey del ejemplo 51, es
una manifestación de soberbia. Sobre las primeras versiones de la leyenda, su conexión con la
maldición del futuro Sancho IV por su padre Alfonso X y sus reelaboraciones en la época de los
Trastámara, véanse Leonardo Funes, «La blasfemia del Rey Sabio: itinerario narrativo de una
leyenda», Incipit, XIII, 1993, pp. 51-68, y XIV, 1994, pp. 69-101, Georges Martin, «Alphonse X
maudit son fils», Atalaya, V, 1994, pp. 153-178, y Fernando Arias Guillén, «El linaje maldito
de Alfonso X. Conflictos en torno a la legitimidad regia en Castilla (c. 1275-1390)», Vínculos de
Historia, I, 2012, pp. 147-163.
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violenta del rey contra el verso del magníficat. Dentro de esta segunda familia
de versiones, El conde Lucanor ocupa una posición singular, por dos razones. En
primer lugar, no hay en él ninguna alusión a los miembros del clero y ni siquiera
se dice explícitamente que el rey asiste a un oficio cuando oye el magníficat:
el pecado del rey se hace directamente contra Dios y no contra la Iglesia. En
segundo lugar, la reacción del rey no consiste meramente en desmentir el verso
o prohibir que se cante el salmo, sino en adulterar la letra misma del texto sa-
grado: el rey substituye el verso del cántico por otro verso que conviene mejor
a su soberbia, elemento totalmente original y propio de la versión de El conde
Lucanor.
que firiera al rey el día que se demudó cuando salió del vaño»26. El verbo «demu-
dar» parece designar una transfiguración o por lo menos alguna transformación
física del personaje. Esta vacilación es uno de los elementos que me hacen sospe-
char que el autor del relato tuvo a su disposición varias fuentes distintas e intentó
combinarlas. Para este elemento narrativo, como para otros, la versión de El conde
Lucanor se sitúa en la encrucijada de varias versiones.
26. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., p. 220. Hay otra alusión a la transfiguración en
el discurso del ángel: «Et porque el nuestro señor Dios entendió que el vuestro repentimiento
es tal, havos perdonado et mandó a mí que vos tornase en vuestra figura et vos dexasse vuestro
regno.» (ibid., p. 222).
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el perdón divino por su propio esfuerzo, antes de contar su historia al ángel, que
sólo interviene después del proceso penitencial. Este esquema difiere mucho del
de los Gesta, que subraya el papel sacramental del confesor, es decir la eficacia de
su mediación en el caso de un pecado propio del fuero interno que es un pensa-
miento blasfematorio. Este relato refleja y promueve el modelo del sacramento
de penitencia definido por el cuarto concilio de Letrán, según el cual el sacerdote,
representante de la institución eclesiástica, controla de forma estricta el proceso
penitencial. De hecho, en la moralización que los Gesta añaden al relato, el ermi-
taño confesor es definido como la representación alegórica de la Iglesia, mientras
que los vestidos que el ermitaño da al emperador representan las virtudes que
había perdido y que acaba de recobrar. Desde el punto de vista político, se sugiere
que la recuperación y el ejercicio del poder temporal máximo están supeditados a
la mediación clerical. Entre estos dos polos, el de los Gesta y el del ejemplo 51, las
otras versiones ofrecen unos grados intermediarios, pero en ninguna de ellas el
perdón divino es anterior a la confesión del rey, como es el caso en el ejemplo 51.
Al hacer que el rey se confiese al ángel después de haber obtenido el perdón divi-
no, el ejemplo 51 no rechaza el sacramento de penitencia, pero lo desvía y orienta
silenciando el papel del sacerdote y, por lo tanto, poniendo énfasis en la necesidad
de la intención y del esfuerzo individuales. El ángel, en su entrevista con el rey,
llega a definir así la forma válida del arrepentimiento, lo que constituye una breve
digresión doctrinal dentro del relato, a modo de moraleja interna:
este prodigio verdaderamente amostró dos cosas para seer el repentimiento verdade-
ro: la una es que se arrepienta para nunca tornar aquel pecado; et la otra, que sea el
repentimiento sin infinta. Et porque el nuestro señor Dios entendió que el vuestro
repentimiento es tal, havos perdonado et mandó a que vos tornasse en vuestra figura
et vos dexasse vuestro regno28.
de León para acometer contra los infieles tuvo más eficacia redentora que todas
las oraciones de un ermitaño piadoso.
Asimismo, otra diferencia esencial tiene que ver con la revelación pública de
la verdad. En el ejemplo 51 de El conde Lucanor, aunque el rey y el ángel tienen
primero una conversación secreta, el monarca decide hacer públicamente la triple
revelación: la de su pecado; la de su castigo; la de su enmienda y restauración.
Frente a la versión de los Gesta, en la que la revelación pública de la verdad in-
cumbe al ángel, dicha revelación, en el ejemplo 51, sucede a iniciativa del rey:
publicar su historia constituye su primer acto como rey restaurado en su poder.
A continuación, restablece los versos y los hace escribir en letras de oro en todo
su reino, lo que equivale a autoproclamarse defensor y garante del texto sagrado.
Así, el relato parece indicar que el poder temporal conlleva su propia dimensión
espiritual: ésta no depende de la Iglesia sino de una relación directa con Dios.
No deja de sorprender que un relato que preconiza que los grandes señores man-
tengan la humildad se acabe con un acto público que, precisamente, permite
confirmar y fortalecer el poder del soberano y la jerarquía social.
pidiól merced que non se partiesse ende fasta que todas las gentes se ayuntasen, por
que publicasse este tan grant miraglo que nuestro señor Dios fiziera. Et el ángel
fízolo assý. Et desque fueron ayuntados, el rey predicó et contó todo el pleito cóm-
mo passara. Et el ángel, por voluntat de Dios, paresció a todos manifiestamente et
contóles esso mismo29.
Durante este acto oficial, el rey adquiere una posición enunciativa compara-
ble a la de un predicador al mismo tiempo que el castigo divino que ha sufrido
recibe la denominación de milagro (parece incluso que esta denominación in-
cumbe al rey, por un efecto de estilo indirecto libre). Este dispositivo recuerda el
del ejemplo 14, que refiere un milagro de Santo Domingo ocurrido en Bolonia
cuando el santo predicó sobre la muerte de un logrero lombardo. El ejemplo 51
implica una laicización del milagro: en este caso prescinde de la presencia de
Et entre las otras cosas, mandó que, por remembrança desto, que en todo su
regno para siempre fuesse escripto aquel viesso que él revesara con letras de oro. Et
oý dezir que hoy en día assí se guarda en aquel regno32.
Sobre este punto, la comparación con las otras versiones del relato muestra la
especificidad de la de El conde Lucanor. En dos de las versiones examinadas —la
francesa y la italiana—, no hay ningún esfuerzo particular por explicitar la vía de
transmisión de la historia e incluso estamos ante una imposibilidad lógica: si na-
die se enteró de la substitución del rey por el ángel, ¿cómo pudo llegar la historia
a conocimiento del narrador? El autor de la versión inglesa, en cambio, parece
consciente de esta contradicción y, para superarla, añade a su relato el epílogo de
la carta sellada que el rey deja en San Pedro de Roma. Sin embargo, esta transmi-
sión también significa la recuperación del relato por la institución clerical, lo que
no ocurre en absoluto en el ejemplo 51.
30. Sobre la laicización de la penitencia y del milagro en El conde Lucanor, véase Olivier Biaggini,
«Le miracle dans le Conde Lucanor de Don Juan Manuel», Miracles d’un autre genre. Récritures
médiévales en dehors de l’hagiographie, Olivier Biaggini y Bénédicte Milland-Bove, coords., Ma-
drid, Casa de Velázquez, 2012, pp. 257-280.
31. Esta conjunción se verifica, por ejemplo, en casi todos los relatos incluidos en los Milagros de
Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo. La puesta por escrito del relato, en el pasado (cuando un
miembro de la Iglesia la recoge por primera vez) o en el presente (cuando Berceo lo traslada de
latín a romance), se define como una actualización del primer testimonio y del primer relato,
ahora asumidos por una colectividad y dotados de una nueva autoridad. Véase Ana M. Diz,
Historias de certidumbre: los Milagros de Berceo, Newark (Delaware), Juan de la Cuesta, 1995,
pp. 210-227.
32. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., p. 222.
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33. Esta lógica de la inversión según la cual la manifestación del pecado se convierte en señal de
redención es recurrente en los Milagros de Berceo. Por ejemplo, en el milagro del romero de
Santiago (milagro VIII), las mutilaciones corporales de Guiraldo, marcas de su pecado, permi-
ten, después de su resurrección, que la gente compruebe la veracidad de su historia. Asimismo,
la contusión que Esteban sufre en el brazo a modo de castigo de parte de San Lorenzo (mi-
lagro X) se convierte en prueba material cuando el protagonista resucitado cuenta su historia
al papa. El hijo de la abadesa preñada (milagro XXII), fruto del pecado de su madre, acaba
encarnando su redención al final del relato, etc.
34. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., p. 222.
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Cuando esto oyó, pesól mucho et mandó por todo su regno que rayessen este
viesso de los libros, et que pusiesen en aquel lugar «Et exaltavit potentes in sede et
humiles posuit in natus»35.
Ahora bien, la versión de El conde Lucanor es la única que recuerda las cir-
cunstancias de la enunciación primigenia de la sentencia: sus palabras son las
que pronunció Santa María tras haber recibido la gracia de ser madre de Dios.
La segunda parte del verso, «et exaltavit humiles», se aplicó literalmente a Ma-
ría: «et señaladamente por la su grand omildat, meresçió seer madre de Dios et
reyna de los cielos et de la tierra, et seer Señora puesta sobre todos los choros de
los ángeles»36. La Virgen, por haber pronunciado la sentencia pero sobre todo
por contar la humildad entre sus virtudes, permitió que las palabras se hiciesen
efectivas en su propia persona: María fue hecha reina sobre todos los coros de los
ángeles. En la Virgen la humildad es condición de la realeza. Así se elabora un
principio que el rey soberbio va a confirmar al tratar de contrarrestarlo en vano:
«Mas al rey soberbioso conteció muy contrario desto»37. El rey soberbio no ejerce
su poder sobre todos los coros de ángeles, sino que muy al contrario, un solo ángel
enviado por Dios va a rebajarlo y confiscarle el poder.
El detalle específico de la alteración del verso también tiene mucha relevan-
cia a nivel externo, cuando se examina el ejemplo 51 en el contexto global del
manuscrito S. Laurence De Looze, en su importante estudio sobre la diversidad
manuscrita y la construcción semántica de El conde Lucanor38, no se pronuncia
sobre la autoría del ejemplo 51 y prefiere examinar el papel que desempeña en el
marco reducido del manuscrito que lo contiene. Observa que desde el punto de
vista estructural, en la versión de El conde Lucanor transmitida por el manuscri-
to S, se puede establecer un paralelismo temático entre el prólogo de la obra y el
último ejemplo, que en este caso es el 5139. El punto de partida del prólogo es la
constatación de una cosa «muy marabillosa»: «esta es que de cuantos omnes en el
mundo son, non ha uno que semeje a otro en la cara»40. La diversidad visible de
las caras humanas sirve a continuación para concebir una diversidad invisible y
todavía más radical entre los hombres, que es la de sus voluntades e intenciones,
una diversidad que sólo un proyecto didáctico fundado en el placer es capaz de
superar. Según De Looze, lo que ofrece el ejemplo 51 es precisamente la excep-
ción a esta regla: en este relato se da el caso excepcional de la coexistencia de
dos caras exactamente iguales, la del rey y la del ángel. Esta simultaneidad sólo
41. Como es bien sabido, antes del prólogo de El conde Lucanor, viene un preámbulo o anteprólogo
que retoma en tercera persona muchos elementos del prólogo general, en particular la decisión
de don Juan Manuel de componer un volumen de sus obras completas.
42. Ibid., p. 5.
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de este volumen que, según el anteprólogo, don Juan Manuel habría depositado
en el convento de Peñafiel que él mismo había fundado, revela por parte del
infante no sólo una singular preocupación por su propia autoría, sino también,
una reivindicación de autoridad. En efecto, según mostró Francisco Rico43, su-
pone una equiparación implícita entre los textos de don Juan Manuel y los textos
universitarios, para la copia de los cuales se recurría a un sistema parecido, el de
la pecia: por lo tanto, don Juan Manuel otorgaría a sus propias obras un prestigio
análogo al de aquellos textos que merecen, por su autoridad, ser comentados
por los maestros universitarios. Sin embargo, como señaló De Looze, cuando el
prólogo general invita al lector a que vaya a cotejar el manuscrito que tiene a la
vista con la del volumen concertado y aprobado por el autor, no se trata de una
operación factible44. Asumir la existencia de este volumen de referencia no pro-
porciona ningún remedio práctico a las posibles dudas del lector, pero, en cambio,
confiere a las obras de don Juan Manuel una eficacia retórica insuperable: las dota
de un verdadero sistema de autodefensa, haciéndolas teóricamente intachables.
Al leerlas en el manuscrito particular que tiene a la vista, el lector no puede re-
procharle nada al autor porque éste le ha advertido de antemano que los errores
pueden deberse a los despistes del escriba. El supuesto volumen concertado por
el autor sería entonces una representación del texto ideal que, en rigor, no puede
existir, porque coincide con su inalcanzable intentio auctoris.
El ejemplo 51 también construye, por el recurso al milagro, el modelo de
un texto capaz de defenderse contra las agresiones que afecten a su letra. En mi
opinión, la adición de este ejemplo para rematar los cincuenta de la primera parte
de El conde Lucanor bien podría cuadrar con la intensa preocupación manuelina
por la integridad de la letra, lo que podría ser un argumento más a favor de la
autoría de don Juan Manuel. En todo caso, resulta llamativa la estrecha relación
temática entre estas dos piezas añadidas después de acabada la obra y que sólo
están presentes en el mismo manuscrito S. La decisión de incluir este ejemplo en
destacada posición conclusiva podría explicarse además por el poder enunciativo
excepcional que el narrador concede a «don Johán», atribuyéndole unos «viessos»
que son una reformulación del «viesso» del magníficat.
El dispositivo ejemplar es pues de doble cara: por un lado, dentro de la
historia narrada, exhibe la autoridad incuestionable del verso del magníficat,
43. Francisco Rico, «Crítica del texto y modelo de cultura en el Prólogo general de don Juan
Manuel», Studia in honorem profesor Martín de Riquer, I, Barcelona, Quaderns Crema, 1986,
pp. 409-423.
44. Laurence De Looze, op. cit., p. 31-35 y 105-107.
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condenando al rey que manipula su letra; pero, por otro lado, en el marco que
acoge el relato, los versos finales de «don Johán» reformulan el texto sagrado con
sus propias palabras, es decir trasladándolo a su propio terreno ideológico, lo que
también supone una manipulación.
Una primera etapa en este proceso de manipulación consiste en desviar la
sentencia latina mediante su traducción al romance. Patronio, narrador e intér-
prete del relato, actúa también de traductor del verso del magníficat:
«Deposuit potentes de sede et exaltavit humiles», que quiere decir: «Nuestro señor
Dios tiró et abaxó los poderosos soberbios del su poderío et ensalçó los omildosos»45.
«Et exaltavit potentes de sede et humiles posuit in natus», que quiere dezir: «Dios
ensalçó las siellas de los soberbios poderosos et derribó los omildosos»47.
espirituales no se excluyen sino que el rey las recibe conjuntamente, como si del
buen ejercicio del poder temporal que incumbe al señor dependiera la salvación
de su alma. Me inclino a reconocer aquí la manifestación de una posición ideo-
lógica propia de don Juan Manuel, expuesta por primera vez en su Libro de los es-
tados y reformulada por muchos exempla de la primera parte de El conde Lucanor,
según la cual el hombre puede perfectamente seguir el camino de la salvación a la
vez que asume plenamente las obligaciones y prerrogativas de su estado49.
Al aplicar el relato ejemplar al caso particular de Lucanor, Patronio retoma
exactamente esta lógica cumulativa: «Et vós, señor conde Lucanor, si queredes
aver la gracia de Dios et buena fama del mundo…»50. Sin embargo, la disyuntiva
vuelve a aparecer, pero desplazada, aplicada a otra distinción. Después de haber
aconsejado a Lucanor que se aparte de la soberbia y se porte en hombre «omil-
doso», añade un matiz esencial:
pero la humildat sea sienpre guardando vuestro estado en guisa que seades omildoso,
mas non omillado. Et los poderosos soberbios nunca fallen en vós humildat con
mengua nin con vencimiento, mas todos los que se vos omillaren fallen en vós siem-
pre omildat de vida et de buenas obras conplida51.
49. Véase Ian Macpherson, «Dios y el mundo: the didacticism of El conde Lucanor», Romance Philo-
logy, XXIV, 1970, pp. 26-38.
50. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, ed. cit., pp. 222-223.
51. Ibid., p. 223.
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guiño un elemento del relato, la maza con que el portero hirió al rey, implícita-
mente reinterpretada como el símbolo del castigo divino:
Esta cuarteta de octosílabos (con una diéresis en el segundo verso que escin-
de la palabra «Dios» en dos sílabas) explotaría la rima entre «omildosos» y «so-
berbiosos», los dos conceptos clave del verso del magníficat y del relato ejemplar.
En cualquier caso, estos versos finales atribuidos a «don Johán» permiten
medir la distancia recorrida por el proceso ejemplar desde la mención de la sen-
tencia original del magníficat hasta su reformulación como moraleja. Sólo dos
palabras del verso latino encuentran un equivalente literal en los versos romances
de «don Johán»: el substantivo «humiles» (aquí: «omildosos») y el verbo «exaltare»
(ensalça). Esta adaptación atribuida a «don Johán» prolonga y desarrolla hasta
sus últimas consecuencias las opciones ya asumidas por las traducciones anterior-
mente atribuidas a Patronio. Por un lado, la palabra «poderosos» ha desaparecido
(«potentes» se traduce ahora por «soberbios», lo que ya no es una reducción sino
una desviación semántica evidentemente abusiva). Por otro lado, «humiles» da
lugar a una expresión más compleja: «los derechos omildosos», lo que descarta
definitivamente la interpretación social de la palabra (ya no puede designar a los
hombres de condición humilde) a la vez que introduce una nueva distinción im-
plícita: si existen «derechos omildosos» (o personas que actúan con una humildad
oportuna), se ha de suponer que hay también «omildosos» que no son derechos,
vale decir personas que adoptan una actitud humilde cuando no deberían. Esta
distinción retoma y radicaliza la oposición «omildoso, mas non omillado» que
aparecía anteriormente en boca de Patronio. El ejemplo 51 es una máquina re-
tórica que convierte la humildad cristiana en virtud política, lo que supone que
la humildad quede supeditada al sistema de valores de la honra nobiliaria y no
entre nunca en contradicción con el poder ejercido por los miembros de la cate-
goría social correspondiente. Totalmente neutralizado, el alcance subversivo de la
humildad evangélica queda convertido en fuerza legitimadora.
Aunque no pretendo resolver el problema de autoría planteado por el ejem-
plo 51, varios elementos ya expuestos me inclinan a pensar que dicho ejemplo
es obra de don Juan Manuel. Sin embargo, he querido dejar esta cuestión en
segundo plano para centrarme en las características narrativas e ideológicas del
exemplum. Si el autor del ejemplo del rey soberbio no es don Juan Manuel, tiene
que ser un imitador dotadísimo de su escritura puesto que respeta el dispositivo
narrativo de El conde Lucanor, produce probablemente su relato a partir de la
combinación de varias fuentes (lo que ocurre en otros muchos ejemplos de la
obra) y comparte con el infante unas posiciones ideológicas específicas sobre
el trasfondo espiritual del poder de los señores laicos (la virtud cristiana de hu-
mildad queda reinterpretada a través del filtro sociopolítico del estado). A la luz
de estas semejanzas, el ejemplo 51 se integra de modo coherente en la primera
parte de la obra y su coherencia, dentro del manuscrito S, queda reforzada por su
relación particular con el prólogo general, que, como él, es un texto propio de este
manuscrito y un texto añadido después de acabadas las cinco partes de El conde
Lucanor. En mi opinión, la inserción a posteriori de estas dos piezas corresponde
a una misma motivación, relativa a la concepción del texto: en ambos casos, el
modelo ideado es el de un texto dotado de una capacidad de autodefensa frente
a las posibles alteraciones. Este modelo teórico expuesto en el prólogo general
encuentra su aplicación providencial, sellada por un milagro, en la ficción del
ejemplo 51. Sin embargo, paradójicamente, la preocupación por la integridad del
texto conlleva la manipulación del mismo. Como ocurre a menudo en el discurso
ejemplar medieval, y más todavía en los ejemplos de don Juan Manuel, lo que el
exemplum dice dista mucho de lo que hace. Aunque el ejemplo pretende exaltar
la auctoritas intocable del verso del magníficat, el sentido literal del mismo verso
queda desviado y alterado por la traducción de Patronio y por los «viessos» finales
atribuidos a «don Johán». El discurso ejemplar no es, ni mucho menos, un discur-
so transparente que vendría a ilustrar unas ideas ya formuladas y una ideología ya
constituida: es un discurso que produce sus ideas y su ideología.
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Anexo: cuadro comparativo del esquema narrativo de cinco versiones del cuento
El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
| Olivier Biaggini
1. El monarca Un rey cristiano, «muy El emperador Jovinia- Un rey de Sicilia, El rey Roberto de Un rey de Navarra,
poderoso e muy soberbi- no, «potens valde». hermano del rey de Sicilia, hermano del llamado Astulfo, muy
oso», «muy mançebo», Aragón y del duque papa Urbano y del soberbio. Gobierna a su
«en una tierra de que de Baviera. Un rey emperador Valmun- antojo, sin oír consejos, y
non me acuerdo el non- soberbio, pero justo y do. Un rey joven, jus- suele matar injustamente
bre». caritativo. to y considerado «flor a sus súbditos.
de la caballería».
2. El pecado de Un día, tras oír el En una ocasión en Oyendo la misa de El día de San Juan, Oyendo la misa de
soberbia magníficat, el rey que el emperador vísperas en su capilla, oyendo misa en la vísperas, cuando se canta
ordena que se borre está descansando en se fija en el verso del iglesia, el verso del el verso del magníficat, el
el verso «Deposuit su lecho, se apode- magníficat «Depo- magníficat le llama rey pide a un doctor que
potentes de sede et ex- ra de él un arrebato suit potentes de sede» y la atención y pide a le explique el significado
altavit humiles» y sea increíble y dice en manda que los cléri- un clérigo que se lo del salmo. Luego ordena
substituido por «Et su corazón: «¿Existe gos ya no lo canten traduzca. El rey le que este salmo ya no se
exaltavit potentes in acaso otro dios más porque le parece que responde que su ver- cante entre los sacer-
sede et humiles posuit que yo?» ninguno es capaz de so es falso y que él no dotes y los frailes de su
in natus». quitarle el poder. teme a nadie. reino.
El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
3. Substitución El rey «un día ovo Al día siguiente, el A los tres días, el rey En la iglesia, el rey se Venido el mes de mayo,
del monarca por talante de yr al baño emperador va a ca- decide bañarse en su queda traspuesto un Astulfo decide ir a unos
el ángel et fue allá muy ar- zar con sus hom- cámara. El ángel se momento y, cuando baños. El rey entra en
gullosamente con su bres y mientras está pone las vestiduras despierta, se encuen- el agua ordenando a sus
compaña.» El ángel cabalgando, siente del rey y llama a los tra solo porque un soldados que no dejen
coge la ropa del rey y, un calor sofocante y criados haciéndose ángel se hizo pasar pasar a nadie. Pero el
haciéndose pasar por decide bañarse en un pasar por él. Luego, por él y todos volvier- ángel, vestido de pere-
él, vuelve al palacio lago. Mientras tanto, sus criados, cuan- on al palacio. Roberto grino pobre, se baña con
dejando a la puerta llega un hombre to- do ven al verdadero no entiende lo que el rey. Al salir, se pone la
del baño «unos pañi- talmente parecido a él rey en el baño de su pasó y, aunque afirma ropa del rey, dejándole
zuelos muy viles et muy que se pone sus vesti- señor, creen que se que es el rey al sacris- sus harapos, y se marcha
rotos, commo destos po- duras, sube al caballo trata de un mendigo tán, éste cree que se para la corte con todos
brezuelos que piden a y vuelve al palacio impudente que se in- trata de un loco y lo los soldados. Acogido
las puertas». Al en- con los soldados. Jo- trodujo ahí: lo azotan echa de la iglesia. por la reina, el falso rey le
contrarse desnudo sin viniano se queda solo y lo echan del palacio. anuncia que, por razones
nadie para servirle, el y desnudo. Desnudo, el rey sólo médicas, tendrán que
rey se pone los hara- encuentra un paño esperar algún tiempo
pos dejados por el muy basto para ve- antes de tener relaciones
ángel. stirse. íntimas. Astulfo, que se
encuentra solo y desnu-
do, se pone los harapos
dejados por el ángel.
El ejemplo 51 de El conde Lucanor y la escritura manuelina… |
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El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
4. Intentos Tres altercaciones en El emperador se Convertido en men- Roberto vuelve a la En su viaje de vuelta, el
vanos del vano: 1. con el porte- dirige (tras haber digo, el rey de Sicil- corte y allí se pre- rey topa con 1. unos rib-
| Olivier Biaggini
monarca ro del palacio (que lo hablado con un por- ia decide marcharse senta al portero. aldos en un prado cerca
para que lo golpea con el mango tero en cada caso) 1. a para obtener la ayuda Riñen, el rey recibe de los baños; 2. unos
reconozcan de su maza); 2. con su un caballero al que de sus dos hermanos., unos golpes y cae en labradores en el camino;
como tal mayordomo (que le él mismo promovió pero 1. el duque un charco. El ángel 3. los guardias que vigi-
trata peor que el por- (pero éste lo hace az- de Baviera no lo decide que Roberto lan la puerta del palacio:
tero); 3. con la reina, otar). 2. a un duque, reconoce y lo echa de será su bufón. Como todos se burlan de él.
su esposa (que tam- consejero suyo (que su corte; 2. el rey de tal, tiene un mono Quiere entrar, pero un
poco lo reconoce). Se lo hace encarcelar Aragón actúa exact- por compañero y guardia, al que conoce
convierte en mendi- durante algún tiem- amente de la misma come con los perros. personalmente, se lo
go, todos se burlan de po, azotar y expulsar). forma. En adelante Así vive durante tres impide: cuando Astulfo
él diciendo que está 3. a la emperatriz, vive siete años en una años. El día de Jueves intenta subir la escalera,
loco, hasta que «ya él revelando ciertos de- pobreza extrema y Santo el nuevo rey el guardia lo hace caer de
mismo cuydava que era talles íntimos sólo sufre muchos males, se reúne en Roma tal modo que queda todo
loco et que con locura conocidos de ambos después de lo cual de- con sus hermanos (el manchado por el lodo.
pensava que era rey de para ser reconocido cide volver a su reino. papa y el emperador).
aquella tierra». (pero otra vez fra- Nadie reconoce a
casa). Todos, en la Roberto y todos aco-
corte, lo rechazan. El gen al ángel como si
ángel manda que lo fuera el rey de Sicilia.
arrastren atado a la
cola de un caballo. El
emperador maldice el
día de su nacimiento.
El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
5. Penitencia y Con la ayuda de Joviniano llega a Cuando llega a la Al verse excluido de Al ver que nadie lo
perdón divino Dios, el rey toma una ermita donde corte de la que fue la compañía de sus reconoce y que el nuevo
conciencia de que su vive su confesor. Al rey, el protagonista hermanos, Roberto rey lo ha reemplazado
caída se debe a su so- principio, éste no lo se ve obligado a pedir se lamenta y empi- también en el corazón
berbia y, en particular, reconoce. Entonces por Dios un poco eza a meditar sobre de la reina, Astulfo
a su decisión de alter- el emperador recuer- de comida. El ángel su propia decadencia, sospecha que todo su
ar el cántico de San- da cómo tuvo aquel que ocupa su lugar comparándola con la tormento es un castigo
ta María. Llora y se pensamiento blasfe- le manda entrar con de Nabucodonosor por algún pecado suyo.
arrepiente con buena matorio y entiende él en su cámara. Le y con la caída de los Entonces se vuelve hu-
intención, de modo que ésta fue la causa pregunta quién es y ángeles. Esta med- mildemente hacia Dios y
que obtiene el per- de su desgracia. In- el rey, al principio, no itación incluye una promete que de recobrar
dón de Dios. El ángel mediatamente, el er- sabe cómo respond- toma de conciencia su estado, nunca volverá
manda al portero que mitaño lo reconoce, erle: al final, aunque de su propia sober- a actuar mal. El ángel
lo haga venir para oye su confesión y lo teme ser castigado, bia y una oración a lo acoge en su cámara y
oír su historia. El rey absuelve. Luego le da explica que fue rey Dios y a Santa María oye su historia. El ángel
apenas se atreve a vestiduras nuevas que de Sicilia y que su para que le perdo- le responde que ha sido
hablar: cree que está le permiten regresar a desgracia sólo se ex- nen. Roberto vuelve soberbio y le recuerda la
loco porque todos lo la corte. Cuando llega plica por la voluntad a Sicilia. El ángel lo prohibición del magnífi-
consideran así, pero al palacio, el portero de Dios. El ángel le acoge en su cámara cat. Le anuncia que Dios
al final cuenta su y todos los miembros revela entonces que y le anuncia que ha va a devolverle su poder,
historia y confiesa su de la corte lo acogen su caída se debió a su obtenido el perdón su honra y su esposa,
pecado. y lo reconocen como decisión de prohibir divino. pero que el perdón sólo
emperador. el magníficat, pero vendrá después de la en-
que por los siete años mienda.
El ejemplo 51 de El conde Lucanor y la escritura manuelina… |
El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
6. Revelación La verdad es reve- Todos reconocen Apartado con el rey En su la cámara, el En la cámara, el ángel
de la verdad y lada en dos etapas: al emperador pero, en su cámara, el ángel ángel revela su iden- revela su identidad y de-
| Olivier Biaggini
restauración del primero en privado una vez entrado en le revela su verdad- tidad a Roberto. El saparece sin que nadie se
monarca en su (el ángel está a so- el palacio, lo ven al era identidad. El rey ángel desaparece sin entere. Reconocido por
poder las con el rey); luego lado del ángel que recobra su aparien- que nadie se haya todos, Astulfo recupera
públicamente, a ini- lo ha substituido y cia primitiva y queda enterado de la sub- su poder y corrige su
ciativa del propio rey se le parece en todo. curado de todos sus stitución. Restaurado conducta, convirtiéndose
arrepentido: en pres- Nadie sabe decidir males. El ángel le res- en su poder, Roberto en el rey más misericor-
encia del ángel, el rey cuál de los dos es el tituye sus ricas vesti- honra a Dios y a la dioso y clemente de to-
reconoce su pecado y verdadero emper- duras y desaparece. Iglesia todo el resto dos los tiempos. Ordena
cuenta toda la histo- ador, ni siquiera la Cuando entran los de su vida. Como el que el magníficat sea
ria, considerada como emperatriz. Entonces miembros de la corte, ángel le reveló la fe- cantado continuamente
un milagro. El rey se el impostor revela su el rey restaurado dice cha de su muerte, el en su reino. Aun alcanza
enmienda y, en par- identidad, diciendo que el pobre que es- rey, antes de morir, cierto grado de santidad
ticular, «mandó que, que es el ángel custo- taba con él se fue por pone todo el relato (es considerado «mezzo
por remembrança des- dio del alma del em- otra puerta, de modo por escrito sin nin- beato»).
to, que en todo su regno perador y gobernó el que esta segunda sub- guna mentira y, una
para siempre fuesse es- reino durante la pen- stitución pasa tan de- vez sellado el docu-
cripto aquel viesso que itencia del monarca. sapercibida como la mento, lo deposita en
él revesara con letras Luego desaparece y primera. El rey vuelve San Pedro de Roma
de oro». Hace tantas el emperador resta- a reinar como lo hacía para que se conserve
buenas obras que ob- blecido, durante todo anteriormente, pero la memoria del acon-
tiene la fama terrenal el tiempo de su vida, con humildad en vez tecimiento.
y la gloria celestial. actúa de acuerdo con de soberbia.
los mandamientos
divinos.
El conde Lucanor, 51 Gesta Romanorum, Li dis dou magnificat Robert of Cisyle Novelle, 61
(ms. S) cap. 148 / n°59 poema de Jean de poema anónimo texto en prosa de
¿Juan Manuel? texto anónimo en Condé (principios (anterior a 1370) Giovanni Sercambi
(¿entre 1335 y 1348?) prosa (c. 1300) del s. xiv) (poco posterior a 1374)
7. Ejemplaridad Puesta en relación Detallada moral- Exposición de una Moraleja muy escueta La vuelta al marco nar-
explícita del relato con la sit- ización del relato: amplia moraleja en en los 6 versos finales rativo no supone ningu-
uación de Lucanor Joviniano = cualquier los 40 versos iniciales (pero la meditación na explotación ejemplar
expuesta en el marco pecador; y, sobre todo, en los del protagonista in- del relato: la narración
dialogado: Patronio aguas del baño = 35 versos finales del cluida en el relato ya sólo permitió que los
aconseja a Lucanor placeres mundanos; poema. El rey mere- enunciaba una mo- personajes tuvieran una
que sea «omildoso» sin vestidos = virtudes; ció que Dios le diera raleja interna). Dios alegre cena. Sin embar-
ser «omillado». Ver- ermitaño = Santa Ig- una oportunidad para puede hacer que lo go, el personaje del mar-
sos atribuidos a «don lesia; etc. enmendarse porque alto sea bajo y vice- co que narra la historia
Johán». era justo y caritativo, versa: lo que impor- («l’altore») expuso el día
pero hay hombres ta es elevarse hacia anterior una moraleja
poderosos que ni Cristo. («moralità») versificada
siquiera tendrán tal (9 versos) para anun-
oportunidad porque ciar su relato. Consiste
ninguna virtud viene en una advertencia en
a compensar su so- contra de la soberbia:
berbia. al soberbio, las cosas fa-
vorables se le vuelven
adversas.
El ejemplo 51 de El conde Lucanor y la escritura manuelina… |
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58 | Olivier Biaggini
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