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Mediante decisión de fecha 8 de diciembre de 2000, con ponencia del Dr. Jesús
Eduardo Cabrera, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia estableció
la posibilidad de los usuarios de un servicio público de ejercer acción de amparo por
las lesiones a garantías y derechos constitucionales que se deriven de la ejecución
del contrato de servicios.
La Sala Constitucional señaló que si bien la infracción de los derechos que emergen
de los contratos no pueden considerarse violaciones directas de la Constitución que
ameriten el ejercicio de la acción de amparo, es lo cierto que así como la Ley, o el
acto administrativo puede enervar el goce y ejercicio de derechos y garantías
constitucionales, igualmente los contratos o su ejecución pueden producir el mismo
resultado.
Así, a modo de ejemplo señala la Sala que tan transgresora es la ley que implanta la
pena de muerte como el contrato que somete a alguna persona a esclavitud, y ello en
virtud de que la norma suprema, fundamento del ordenamiento jurídico (art. 7 de la
Constitución) no puede ser inaplicada bajo ninguna circunstancia. Esta realidad, a
juicio de la Sala, hace posible que la acción de amparo se utilice para impedir un
perjuicio a una situación jurídica o para restablecer la ya infringida a pesar de que
medie entre las partes una relación contractual así sea de naturaleza administrativa.
En ese sentido, la Sala trae a colación el caso de que sin justificación alguna y de
manera extorsiva se le niegue al usuario un servicio (i.e. luz, agua, teléfono) si no
cumple con la exigencia del concesionario que lo presta. No se trata en estos casos –
advierte la sentencia- del usuario que no cumple con la obligación contractual y
recibe una sanción por ello (i.e. suspensión del servicio) sino de la actividad abusiva
y arbitraria de quien suministra el servicio que dispone un aumento
desproporcionado de la tarifa a pagar e infringe con su conducta derechos y
garantías constitucionales básicas de las personas, conductas éstas que a pesar de
que pudiesen estar previstas en los contratos equivaldrían a vías de hecho.
De esta manera, así como la ley trata de prevenir la interrupción de los servicios
públicos debido al daño que ello causaría en el colectivo, el prestador del servicio –
señala la Sala- que pretende su suspensión fundándose en motivos que sólo él
controla debe notificar al usuario de la situación y proveerlo de un plazo que le
permita exigir las explicaciones necesarias a fin de controlar la posibilidad de una
acción abusiva en su contra.