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Un puñado al día
Es más, la Fundación Española del Corazón aconseja ingerir 50
gramos diarios de frutos secos. A pesar de estas indicaciones, las
estadísticas revelan que uno de cada tres españoles nunca los
consumen y que menos del 8% lo hace a diario. En este sentido, la
comunidad médica está de acuerdo en afirmar que no conviene dejar a
un lado los frutos secos. Eso sí, hay que tener muy en cuenta cómo se
consumen. El mejor modo es comerlos en 'versión cruda', sin aditivos o
sal, o excluidos de determinadas preparaciones. Y es que, aunque no
tienen propiedades milagrosas ni curan enfermedades por arte de magia,
lo cierto es que pueden cubrir diversas necesidades nutricionales o
ayudar en la regulación de dolencias. Se podría decir que hay un fruto
seco para cada necesidad.
Por otra parte, cabe destacar que son ricos en oligoelementos –
minerales que el organismo necesita en mínimas cantidades–, sobre todo
en magnesio. Este es coadyuvante de la resistencia de la insulina, lo que
ayuda a prevenir el desarrollo de diabetes de tipo 2. Los anarcardos, con
292 mg cada 100 g, son los que más aportan. Por su parte los pistachos,
destacan, además, por su elevado contenido en potasio –1.025 mg–,
cuya deficiencia impide el control de la diabetes.