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Ano
N. 53 Valladolid, Mayo-Junio de 1999
Correspondencia: Órgano de expresión
Apartado 6078, 47080 -Valladolid-
PUBLICACION DIFUSORA del grupo libertario
E-Mail: amoryrabia@mixmail.com DE LAS IDEAS ANARQUISTAS AMOR Y RABIA
150 PTS. FOTOCOPIA Y DIFUNDE

YUGOSLAVIA UN PASO DECISIVO


EN LA ESCALADA NEOIMPERIALISTA
editorial
El 24 de marzo de 1999 volvieron a sonar las sirenas de la guerra en
los Balcanes. Durante los meses anteriores los medios de comunicación
han venido dando toda suerte de noticias sobre los crímenes serbios,
ya fueran soldados, militares o vengativos civiles, contra los indefensos
albano-kosovares. Desde el primer momento hemos sabido quién era
el bueno de la película y quién el malo. Los periódicos, la radio y la
televisión sobre todo, nos han demostrado con un montón de muertos de
sobremesa que hay quien no entiende la vía diplomática y entonces hay
que pararle los pies empleando la fuerza si hace falta. La oportunidad
de Rambouillet ya pasó y el camino queda libre para las bombas. Nadie
puede atreverse a cuestionar la intervención, pues se trata de salvar
la vida de inocentes hombres, mujeres y niños, y el que lo haga ya
puede dar verdaderas piruetas demagógicas para escurrir el bulto
de la complicidad. ¿Por qué no han intervenido antes? ¿por qué no
intervienen en otros conflictos? Esto es lo que muchas voces críticas se
preguntan y todos/as nos hemos preguntado alguna vez. Hemos caído
en la trampa. Como decía Solana: ¿Qué excusa pondríamos luego ante
la gente si al presenciar estas matanzas nos negásemos a intervenir?
Esto desarticula las dos preguntas anteriores, porque tienen un fallo de
forma.
Las cuestiones que se plantean parten de la base de que se nos está
contando la verdad desde unos medios que nos tienen acostumbrados a
la mentira y el engaño, y esto es lo verdaderamente preocupante. La fe
aparentemente perdida en estos medios, como ventana al mundo, como
forma de conocer el estado de las cosas, renace como el fénix de sus
cenizas cuando asoma en el tablero del orden mundial un nuevo gran
acontecimiento. En estos instantes, más que en ningún otro momento,
es cuando debemos recordar a quién pertenecen esos medios, que
estructuras financieras tienen, qué conexiones y sobre todo a quién
sirven.
De todos modos, las preguntas anteriormente descritas tienen
un valor residual y es la evidente desconfianza hacia una estructura
militar internacional formada por verdaderos criminales históricos
(dentro y fuera de sus fronteras). Y esa desconfianza conlleva un
interrogante sobre los verdaderos intereses que esconde la OTAN
en este caso. La ingenuidad rayaría la torpeza si cerramos los ojos
al pasado y nos negamos a recordar el genocidio de los pueblos
indígenas, la intervención encubierta en Chile, Nicaragua y El Salvador,
y la descubierta en Vietnam, Panamá o más recientemente en Somalia
e Irak. En los conflictos públicos mencionados la acción armada se
llevó a cabo siempre por “intereses humanitarios”. EE.UU. sólo, o con
apoyos, emergía como centinela mundial para socorrer a un pueblo,
amenazado por un terrible tirano unas veces llamado Noriega, otras
Hussein y recientemente rebautizado Milosevic: el demonio sediento de
sangre kosovar.
Alguien dijo una vez que se puede engañar a unos pocos durante
mucho tiempo, a mucha gente durante unos instantes, pero no se puede
engañar todo el tiempo a todo el mundo. Bajo esta premisa cayeron
las mentiras que escondían los intereses de occidente en anteriores
guerras. Desde estas páginas intentaremos derribar la construcción
falaz que el capitalismo internacional ha diseñado para tranquilizar
nuestras conciencias en esta nueva campaña bélica. Esperamos que
sirva para acelerar el despertar colectivo.

NI GUERRA ENTRE PUEBLOS


NI PAZ ENTRE CLASES
2
Austria

Hungría

Eslovenia
IMÁGEN.
LJUBLJANA
ZAGREB Rumanía
Vojvodina
El mapa de Croacia (provincia
la derecha Slavon autónoma)
a ia

jin
muestra cómo Novi Sad

Kra
estaba
distribuida la BELGRADO
Federación Bosnia-
Yugoslava en Herzegovina
el origen Da Serbia
lm
(Mapa ac SARAJEVO
ia
elaborado por
el grupo Amor
y Rabia) Montenegro
Mar Kosovo
Pristina Bulgaria
Adriático PODGORICA (provincia
autónoma)

SKOPJE

Italia Albania
Macedonia

0 100 kilómetros
0 100 millas
Grecia

YUGOSLAVIA:
UN PASO DECISIVO
EN LA ESCALADA BÉLICA
NEOIMPERIALISTA
Cuando aún suenan los ecos de la enésima agresión occidental a Irak, el brazo
armado del Nuevo Orden Mundial, la OTAN, pretende asestar el tiro de gracia a lo que
queda de la despedazada Yugoslavia. Éste parece ser el paso más decisivo y brutal dado
por los poderes occidentales en su plan de desestabilización y subyugación del área de
la Europa del este, plan que se ha apoyado en una sólida campaña de intoxicación infor-
mativa y masivo lavado de cerebro por parte de los aparatos de propaganda de nuestras
«democracias». Ante la gravedad del momento, se impone, pues, la obligación moral de
denunciar con hechos constatados este abyecto montaje mediático y desenmascarar las
pretensiones de dominio de occidente.
Empecemos por hacer memoria. A comienzos de la presente década el antiguo
bloque socialista se desmoronaba hundido en una gigantesca deuda externa y

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Yugoslavia no era una excepción. Cuando el país balcánico se preparaba para afrontar la
conversión a una economía de mercado, los poderes económicos de Europa occidental
(y, en especial, de Alemania) decidieron ayudar a llegar al poder a la burguesía
separatista de Croacia y Eslovenia a cambio de abandonar la federación yugoslava y
llevar a cabo su obligada reestructuración de tal manera que repercutiera en beneficio
de los intereses económicos de la Europa opulenta. Esta nueva clase dirigente era
heredera de los «ustachis» (fascistas) del genocida e integrista católico Ante Pavelic,
un líder nacionalista croata que, aliado con Hitler, exterminó a cerca de un millón de
serbios (además de judíos, gitanos, homosexuales, croatas disidentes, etc.) en campos
de concentración entre 1941 y 1945.
Junto a la ayuda de la burguesía germana, los separatistas eslovenos y croatas con-
taron con el apoyo incondicional del Vaticano, que financió con abundante capital la
formación de ejércitos propios para estas dos futuras ex-repúblicas yugoslavas. Este he-
cho apareció denunciado por Pablo Serrano en la contraportada del n° 194 del «cnt»,
donde se hacía hincapié en «el papel estelar de provocadores e incendiarios» jugado
por la curia católica en la gestación de la tragedia yugoslava. Así, cuando el arzobispo de
Barcelona Ricard María Carles fue acusado en Italia de blanqueo de capitales, tal ope-
ración estaba relacionada con el tráfico de armas en Eslovenia y Croacia. En realidad, la
Iglesia Católica no hizo más que ayudar a sus tradicionales aliados, puesto que durante
la II Guerra Mundial prestó su apoyo al régimen pro-Hitler de Croacia, preparando la
evasión del criminal Pavelic tras la victoria aliada y brindándole su protección en Ar-
gentina y en España, donde murió en 1959. No es de extrañar, pues, que el actual Papa
viajara el año pasado a Croacia a canonizar al arzobispo Stepinac, estrecho colaborador
del régimen de Pavelic.
Con estos apoyos, los líderes nacionalistas de Eslovenia (1) y Croacia ya están ins-
talados en el poder en 1991, año en que comienzan las tensiones desencadenantes del
conflicto. En enero de ese año el gobierno federal yugoslavo da órdenes a las autoridades
croatas de desarmar a las formaciones paramilitares de inspiración neofascista que pa-
trullan por la zona, órdenes que son desoídas por la presidencia de Croacia, en manos
de Franjo Tudjman, jefe del Partido Democrático de Croacia, de extrema derecha. Por
entonces Croacia ya contaba con una constitución que reflejaba la mentalidad de Tud-
jman y sus huestes al proclamar el derecho de sangre como fuente de la nacionalidad y
que se limitaba a definir Croacia como la «patria de los croatas» (El País, 30-7-95, p. 3).
Estas leyes, de clara inspiración racista discriminaban a los ciudadanos croatas de origen
serbio (tradicionalmente, de religión ortodoxa, frente a la mayoría católica) que se con-
centraban en la zona de la Krajina (unos 600.000 dentro de una población global de 25
millones), considerados por la nueva autoridad como principal «minoría étnica» en esta
república (2). En este contexto, en mayo de 1991, la minoría serbia de Croacia empieza
a hacer frente a los ataques de la policía y los paramilitares secesionistas, a los que Tudj-
man se niega a desarmar mientras persista el «peligro serbio».
La gravedad del momento es reflejada con bastante exactitud en un artículo apare-
cido en El Independiente (12-5-91, p. 3), firmado por Javier Pérez Pellón, enviado especial
de este diario a la zona del conflicto. Aquí se nos informa de un intenso tráfico de aviones
desde Francia y Bélgica a Zagreb (capital de Croacia) con abundante armamento y de
un ejército separatista de 40.000 hombres con «uniformes alemanes, cascos franceses,
armas norteamericanas o soviéticas, y bombas británicas». Asimismo, se denuncia que
ninguno de esos organismos internacionales que velan por la paz hace nada para frenar
o simplemente denunciar el tráfico de armas al tiempo que se advierte que «hoy, Europa
entera y EE.UU. están ayudando a este “descendiente directo” de Ante Pavelic (se re-
fiere a Franjo Tudjman), que tiene por bandera la misma que ondearon los ustacha al
lado de Adolfo Hitler décadas atrás».

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IMÁGEN.
Fuerzas
Especiales
croatas de
carácter
fascista.

Con el reconocimiento por parte del Vaticano y Alemania de Croacia como esta-
do independiente, el conflicto de la Krajina (zona del noroeste de Croacia) se recrudece
pues los partidarios de la federación, mayoritarios en la zona, pretenden a su vez crear
un estado independiente de una Croacia racista y armada hasta los dientes. La ofensiva
de las tropas croatas no se hizo esperar y los rebeldes de la Krajina, impotentes ante lo
que iba camino de convertirse en la maquinaria bélica más potente de los Balcanes, el
ejército croata, piden ayuda al ejército federal yugoslavo, en lo que fue la única inter-
vención de éste fuera de la república de Serbia (Revista Española de la Defensa, n°69,
p.63). Pero para nuestra prensa este acto de legítima defensa fue una operación de «lim-
pieza étnica» por parte de los serbios cuando, en realidad, eran Tudjman y sus socios
occidentales quienes querían borrar del mapa las señas de identidad y el derecho a la
autodeterminación de la Krajina serbia a base de represión policíaco-militar y de legis-
laciones racistas. La hipocresía de la UE y de EE.UU. fue supina: Croacia tenía derecho
a independizarse, pero la Krajina no. Incluso el ABC (10-8-95, p. 15) tuvo la desfachatez
de afirmar que «las tropas rebeldes serbias ocupaban una quinta parte del territorio
nacional croata» negando a los serbios el derecho sobre las tierras en las que habían
vivido desde tiempos inmemoriales.
Mientras tanto, el embargo militar impuesto a la ex-Yugoslavia por la «comuni-
dad internacional» es violado por ésta sistemáticamente para proveer de armas a los
sectores separatistas más reaccionarios. De hecho, nuestra propia prensa reconoce que
el embargo «ha tenido más huecos que un queso de gruyere» (ABC del 9-8-95, p. 25).
Así, Croacia recibió abundante armamento y entrenamiento militar a través de empre-
sas occidentales como la Military Professional Resources de Virginia (EE.UU.), que
empleaba a un ex-alto cargo de la inteligencia militar norteamericana y a un ex-coman-
dante de la OTAN destinado en Europa.
Pero la intervención de los poderes occidentales no se limitó al envío de armas
a los secesionistas, también las fuerzas de «pacificación» de la ONU hicieron parte del
trabajo. Para hacerse una idea de la tropa que participaba en las «misiones de paz» en
la ex-Yugoslavia, nos podemos remitir a una serie de noticias aparecidas en la prensa
alemana. Una de ellas, aparecida en Der Spiegel, en diciembre de 1997, informó de la
existencia de una red neonazi en el seno de las «fuerzas de paz» en la ex-Yugoslavia que

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proporcionaba armas y entrenamiento a sus «hermanos de sangre» croatas. Unos días
más tarde se filtró en otra publicación alemana, Focus, una noticia que hablaba de una
compañía de soldados alemanes en Croacia que se paseaban al grito de «¡Heil Hitler!».
De hecho, en julio de ese mismo año, había aparecido un video con simulacros de ejecu-
ciones y violaciones en masa que era parte de la «instrucción» de las tropas alemanas en
Bosnia (El Mundo 22-12-97, p. 31). El video fue emitido parcialmente en una cadena de
televisión española y en él aparecía un grupo de militares con emblemas nazis gritando:
«¡muere, perro serbio!». Estas sorprendentes filtraciones (debidas quizá a alguna disen-
sión en el seno del bloque intervencionista) ponían de manifiesto la verdadera naturale-
za de las «misiones de paz» en la ex-Yugoslavia.
El otro gran conflicto, el de Bosnia (1992-1996), se desarrolló siguiendo similares

“...de hecho, fue occidente el que planteaba


la cuestión en términos racistas al equiparar
el término „bosnio“ al de „musulmán“, como
si los habitantes de otros credos o ateos no
tuvieran derecho a ser parte de Bosnia.“
patrones. Tras las tensiones en la Krajina, el poder en Bosnia estaba sustentado en el
consenso entre croatas (católicos), musulmanes y serbios (ortodoxos), pero la situación
se desestabilizó cuando croatas y musulmanes decidieron, a instancias de la Unión Eu-
ropea, convocar un referéndum sobre la independencia de Bosnia, referéndum que fue
boicoteado por los serbo-bosnios que temían el establecimiento de un nuevo estado
anti-serbio como había ocurrido en Croacia. En un tiempo récord (tan sólo 6 días) la
UE se apresuró a reconocer el nuevo estado bosnio. La alianza entre católicos (croatas)
y musulmanes ya se había dado durante el régimen de Pavelic, en que el genocida croata
contó con el apoyo de los sectores más reaccionarios de los musulmanes balcánicos para
castigar a los serbios, de hecho, la 13ª división «Hanschar» de las SS en los Balcanes es-
taba formada por bosnio-musulmanes que luchaban contra los partisanos (en su mayo-
ría, de origen serbio) de Tito. En Bosnia la población serbia era muy numerosa y opuso
una fuerte resistencia ante la perspectiva de un estado estrictamente musulmán, que
reviviera los episodios represivos del pasado. Aquí la propaganda occidental se empleó a
fondo en favor de la intervención directa, hablándose de «limpieza étnica» por parte de
los serbios, cuando éstos eran, en realidad, partidarios de una república multicultural y
autónoma dentro de la federación (es decir, lo que había sido Bosnia en el pasado). De
hecho, fue occidente el que planteaba la cuestión en términos racistas al equiparar el
término «bosnio» al de «musulmán», como si los habitantes de otros credos o ateos no
tuvieran derecho a ser parte de Bosnia.
En Sarajevo, la capital, los líderes nacionalistas croatas y musulmanes, se aliaron con
mafiosos y estraperlistas locales, al igual que ocurrió en Mostar (ver El Mundo 25-7-96, p.
42) para limpiarla de serbios partidarios de la federación, a los cuales la policía de la auto-
proclamada república independiente de Bosnia confiscó sus casas y propiedades. Tras caer
Sarajevo en manos de los secesionistas, los partidarios de la federación yugoslava, resistie-
ron en las poblaciones colindantes a la ciudad, especialmente en Ilijas, Vogosca, Ilidza y
Hadzici, situadas en colinas próximas. Sin embargo, la versión oficial hablaba de malvados
francotiradores serbios venidos no se sabe muy bien de dónde para cercar y hundir en el
suplicio a la población indefinidamente. En realidad, el cerco de Sarajevo corrió a cargo
de la policía de la ONU (que era egipcia, es decir, musulmana), que retuvo a la población

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civil como rehén en espera de que el ejército croato-musulmán consiguiera romper la
resistencia serbo-bosnia y conectar con las fuerzas secesionistas que permanecían en la
ciudad. De hecho, gran parte de los ataques con mortero (como el que afectó al mercado)
provenían del cercano ejército croato-musulmán. Asimismo, los ataques de francotira-
dores procedían de elementos separatistas musulmanes, que buscaban de esta manera
provocar una intervención militar directa por parte de occidente.
Ante la prolongación del enfrentamiento armado, el intervencionismo occiden-
tal recurrió a manipular la sensibilidad popular a través de un gigantesco montaje me-
diático destinado a justificar una operación militar por parte de la OTAN. Así, unos
reporteros de la cadena de televisión británica Independent Television News pusieron
en circulación una serie de imágenes de supuestos campos de concentración controla-
dos por los serbo-bosnios en el norte de Bosnia en los que aparecía un numeroso gru-
po de hombres, desnudos de cintura para arriba, y situados detrás de una alambrada,
entre los cuales destacaba una persona extremadamente delgada. En poco tiempo la
imagen dió la vuelta al mundo, presentada como un «campo de concentración» en el
que los serbios «torturaban, mataban de hambre y fusilaban a civiles bosnios» como lo
hicieran los nazis durante el III Reich, lo cual sobrecogió a la opinión pública interna-
cional. Al poco tiempo, Inglaterra y EE.UU. anunciaban públicamente su intención de
mandar tropas a la zona, decisión que contó, por supuesto, con el apoyo del Vaticano.
Años más tarde, en 1997, ya independizada Bosnia, el periodista alemán Thomas
Deichmann, antiguo corresponsal en la zona del conflicto, afirmó delante del Tribunal
Internacional de La Haya (que juzgaba presuntos crímenes de guerra en Bosnia) que
«se había engañado al mundo», pues las imágenes difundidas por la ITN británica no
eran más que de un «campo de reunión de refugiados», que «muchos bosnios habían
acudido a él voluntariamente, y podían marcharse si así lo deseaban» y que la alam-
brada «no estaba destinada a recluir musulma-
nes, sino a proteger un huerto cercado que había
allí antes de la guerra». El testimonio fue publi-
cado por el periódico inglés Living Marxism, lo
cual provocó la ira de la ITN, que escribió una
carta a la redacción de la publicación diciendo que
las declaraciones de Deichmann eran «completa-
mente erróneas, (...) falsas (...) y difamatorias» y
exigiendo la destrucción de todos los ejemplares
del periódico, además de una compensación eco-
nómica. Por su parte el periodista de guerra bri-
tánico Phillip Nigthley apoyó las declaraciones de
Deichmann comentando en relación con las imá-
genes difundidas por la ITN que en el campo de
refugiados había gente concentrada por voluntad
propia junto a otros (como la figura del hombre
demacrado) que estaban detenidos para ser iden-
tificados y sometidos a juicio por las autoridades
serbo-bosnias (El País 17-8-97, p. 13). Por cierto,
el hombre demacrado de la imagen, fue identi-
ficado como Fikret Alic, que actualmente se en-
cuentra sano y salvo en Dinamarca y que era una
excepción dentro de los supuestos prisioneros,
pues, según Nightley, incluso en el montaje de la
ITN, se ven hombres aparentemente bien alimen-
tados; de hecho, en las tomas desechadas aparece

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al menos un hombre cuyo vientre cae
sobre su cinturón.
Ni siquiera las acusaciones contra
presuntos «criminales de guerra» serbios
están libres de sospecha. En este sentido, IMÁGEN.
el proceso en La Haya contra el supuesto
«criminal» serbo-bosnio Dusko Tadic, a Oficial
quien la prensa occidental le asoció con musulmán
«terribles masacres de civiles» en «cam- de la división
pos de exterminio» similares a los del de montaña
III Reich nazi, tuvo que ser paralizado de las SS
cuando el principal testigo de la acusa- yugoslavas.
ción, Dragan Opacic, reconoció haber
mentido. Al parecer, Opacic, que se ha-
bía identificado como guardián de un
«campo de concentración» serbio y había
afirmado haber visto a Tadic practicar
la «limpieza étnica», fue amenazado de
muerte por la policía bosnia si no de-
claraba contra éste, siendo adiestrado
en Sarajevo con cintas de vídeo sobre el
acusado el presunto «campo de concen-
tración» (ver artículo anexo “La imágen
que engañó al mundo”).
Por otra parte, parece que se pre-
tende olvidar que el propio Tribunal
de La Haya acusó a tres presuntos re-
presores musulmanes y un croata de
torturar con bates de béisbol, sustan-
cias corrosivas y descargas eléctricas y
asesinar a un buen número de civiles
serbios en el campo de detención (aquí
la prensa no usa la expresión «campo
de concentración») de Celibici, en el noroeste de Bosnia. La sombra de la duda también
planea sobre el episodio de la pérdida de Srebrenica por parte de las tropas croato-mu-
sulmanas, donde según nuestros periodistas cientos de varones musulmanes (algunas
versiones se atreven a hablar hasta de 6.000 u 8.000) habrían sido fusilados y enterrados
en julio de 1995. Pues bien, una investigación llevada a cabo por expertos del Tribunal
Penal Internacional de la Haya en abril de 1996, desveló que las fosas habían sido ma-
nipuladas, presentando indicios de excavación reciente (apenas unas semanas antes de
la investigación), información ésta aparecida en El País (5 y 6-4-96, p. 3). Daba la casua-
lidad, además, que la zona había estado vigilada por tropas de la OTAN al mando del
coronel norteamericano John Baptiste. Esa misma noticia dio una información difun-
dida por France Press según la cual había aparecido una fosa común en Mrkonjic Grad
(noroeste de Bosnia) con cadáveres de civiles y militares serbios con huellas de golpes
en el cráneo (3).
Tampoco les interesó hablar a nuestros medios de comunicación de lo acontecido
en la zona de Bihac (ciudad del noroeste de Bosnia) donde sus habitantes apostaron
por la pacífica convivencia multicultural, constituyéndose en República Autónoma de
Bihac, que fue aplastada por las tropas secesionistas musulmanas (la «Armija»). (De

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hecho, durante la II Guerra Mundial los musulmanes del área de Bihac se negaron a
colaborar con el régimen pronazi, por lo que fueron brutalmente reprimidos.)
Con la intervención de la OTAN en Bosnia, la balanza de los éxitos militares se
inclina del lado de los secesionistas (que hasta entonces habían sufrido importantes de-
rrotas) y sus oponentes son barridos hacia el norte, lo que da lugar a que, salvo los más
beligerantes (como Karadzic y sus partidarios), los serbo-bosnios huyan con lo puesto a
las zonas todavía fieles a la federación yugoslava. De ese éxodo en el que una gran masa
de civiles huía de las fuerzas secesionistas y de las tropas de la OTAN no se hizo eco
nuestra prensa que apenas podía disimular su alegría ante el sufrimiento de los «crimi-
nales serbios». Así, tras la toma de Sarajevo por parte de las fuerzas independentistas,
las poblaciones colindantes en las que permanecían los partidarios de la federación yu-
goslava quedaron vacías antes de que llegara la policía bosnia (el ABC del 1-3-96, p.37,
habla de «éxodo casi total de la población serbia»), sin duda, por miedo a la represión
de las fuerzas separatistas, partiendo numerosos autobuses cargados de mujeres, niños
y ancianos con destino a Banja Luka. Pero los sufrimientos de estos refugiados serbios,
por supuesto, no interesaron a nadie en el «civilizado» occidente.
Por entonces los rebeldes de la Krajina ya habían sido expulsados de su territorio
(agosto del 95) por el ejército croata que, con anterioridad (mayo del 95) había «lim-
piado» Eslavonia occidental de serbios. En general, este hecho apareció reflejado con
claros tintes xenófobos en la prensa, para la cual los huidos estaban recibiendo un justo
castigo tras lo que los periodistas unánimemente llamaban «limpieza étnica» por parte
de los serbios, cuya prueba era la multitud de casas quemadas que aparecieron en las
zonas abandonadas. La realidad es que, como ocurría en Bosnia, los serbios expulsados
quemaban sus propios hogares y propiedades antes de dejarlos en manos del ejército y
la policía croatas. Ante la política de confiscación de viviendas de serbios y otras mi-
norías que vivían en Croacia, el gobierno de Zagreb argumentó que «los desahuciados
carecían de papeles en regla», mientras que la Federación Internacional de Helsinki
para los Derechos Humanos, (una organización humanitaria que trabajaba en la zona)
redactó un documento con testimonios de numerosos inquilinos de origen «no croata»
residentes en distintos puntos de la ex-república yugoslava (Zagreb, Split, Osijek, etc.)
que habían sido desahuciados tras la secesión, lo cual demostraba que fue el régimen de
Zagreb el que verdaderamente estaba llevando a cabo una «limpieza étnica» sistemática
y planificada contra lo que consideraba población «no croata» (El País, 30-7-95).
Sin embargo para éstos refugiados serbios que procedían de Croacia lo peor aún es-
taba por venir, puesto que cuando huían por la carretera fueron interceptados por tropas
del ejército croata, procedentes de Eslavonia, y del ejército bosnio-musulmán, que venía
de la zona de Bihac. Sobre este hecho, la prensa informó de que algún que otro refugiado
serbio fue «apaleado», sin embargo también se filtraron inevitablemente datos que de-
jaban adivinar una catástrofe mucho mayor, pues como admitió un corresponsal de El
Mundo «basta con echar un vistazo a los coches acribillados a balazos y a las maletas
desparramadas por la carretera para convencerse de que musulmanes y croatas abrie-
ron fuego a mansalva sobre una columna de refugiados cuya única intención era huir»
(El Mundo, 11-5-95, p.16). Estos sangrientos sucesos hicieron reaccionar a un buen nú-
mero de serbios (entre ellos, supervivientes de la Krajina) que apedrearon en Belgrado las
embajadas de Alemania y EE.UU. (por el apoyo de éstos a la represión croata) y el edificio
del parlamento, calificando a Milosevic de «traidor», pues el gobierno federal, temiendo
un endurecimiento del bloqueo económico por parte de occidente, había dejado indefen-
sos a los serbios de la Krajina. El gobierno yugoslavo, eso sí, pidió sin éxito que la ONU
impusiera sanciones a Croacia, sobre lo cual el ABC (9-8-95, p. 25) escribió: «Hay muy
pocas posibilidades -por no decir ninguna- de que el Consejo de Seguridad (de la ONU,

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bajo control norteamericano) pueda adoptar ninguna iniciativa contra Croacia, dado el
apoyo prestado a la ofensiva por Alemania y sobre todo por Estados Unidos». En otoño
de ese mismo año, Tudjman volvió a presentarse a las elecciones con un programa que,
aprovechando el montaje mediático anti-serbio, promovía «abolir los derechos de la mino-
ría serbia», contando para ello con el apoyo del Partido del Derecho, antigua formación
política del genocida Pavelic (El Norte de Castilla, 31-10-95, p:25).
Volviendo a Bosnia, una vez acabada la guerra, los secesionistas presionados por
occidente impidieron a los desplazados serbo-bosnios fundar su república, la República
Srpska, auspiciada por el demonizado
Karadzic y sus seguidores, a quienes se
describía en la prensa como «ultranacio-
nalistas» (término que nunca se aplicó al „...que Milosevic es un
integrismo musulmán de los nacionalis-
tas bosnios) y a los cuales se acusaba de dictador, en realidad
llevar a cabo una «limpieza étnica» y de
ser los causantes de la guerra al negarse a
significa que su política no
cualquier tipo de acuerdo de paz con los
separatistas. En realidad, el «ala radical»
conviene a las potencias
de los serbo-bosnios había aceptado dos occidentales“.
planes de paz, el de Lisboa y el Owen-Stol-
tenberg, que fueron rechazados por los
musulmanes según exigencias de sus
apoyos norteamericanos (El País, 31-7-95, p. 16). De hecho los separatistas perseguían una
Bosnia estrictamente musulmana (4) como evidencia el hecho de que, acabado el conflic-
to, el líder musulmán lzetbegovic, convertido en presidente del nuevo país, expulsó del
gobierno a su compañero de partido Haris Silajdzic por defender un estado multiétnico y
se opuso a la celebración de elecciones pues iban a suponer una disminución de su poder.
El establecimiento de Bosnia como república independiente dió lugar, no obstante,
a disensiones en el seno del bloque intervencionista sobre la conveniencia de tomar en
consideración las propuestas de los serbo-bosnios de la república de Srpska, en el norte
de Bosnia. Tal disputa se pudo ver reflejada en un artículo del ABC (10-8-95, p. 15), en
el que la redacción del diario pone el grito en el cielo ante la concesión de tierras a los
serbios a propósito de un plan de división de Bosnia aparecido en The Times, desvelán-
dose de esta manera lo que era la «línea dura» representada por Alemania y EEUU. Sin
embargo, el ABC, tras defender la integridad territorial de Bosnia frente a la propuesta
serbia, se muestra partidario de la creación de una federación croato-musulmana en
Bosnia occidental según el Acuerdo de Washington del 18 de marzo de 1994, lo que su-
ponía crear una zona bajo el control del gobierno de Zagreb.
Finalmente, las tropas de la OTAN decidieron penetrar en la república de Srpska,
en donde ayudaron a llegar al poder a Biljana Plavsic, una figura política más «maleable»
(como reconocían nuestros periodistas) a los intereses de occidente que el satanizado
Karadzic. Además arrebataron emisoras de televisión a los serbo-bosnios rebeldes, lo
que motivó el siguiente titular de El País (3-10-97, p. 32): «Ahora esto va a ser una televi-
sión como Dios manda». De todas maneras, la prensa no pudo negar el carácter popular
de la fuerte resistencia que motivó la ocupación de las tropas de la OTAN en Brcko, don-
de incluso mujeres, niños y ancianos arrojaron piedras, botellas y otros objetos a unos
soldados provistos de fusiles y tanques, llegándose a hablar de «intifada serbia» (5) (El
Mundo, 30-8-97, p. 26). Y para matar dos pájaros de un tiro, nuestros medios de comu-
nicación dieron rienda suelta a su obsesión de vincular al «ala dura» de los serbo-bosnios
de Karadzic con el presidente Milosevic a pesar de que Belgrado seguía sin enviar al
maltrecho ejército federal a proteger las zonas serbias de Bosnia contra la ocupación de

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la OTAN, temiendo un endurecimiento de las sanciones económicas impuestas por la
«comunidad internacional».
Meses más tarde (ya en 1998), se abre un nuevo foco de tensión nacionalista en
el «alma mater» de la federación, en la propia Serbia. Serbia contaba con dos unidades
territoriales autónomas, Voivodina (en el norte) y Kosovo (en el sur), la segunda de las
cuales había perdido ese estatus en 1989, debido a la agitación nacionalista anti-serbia.
Basta con echar la vista atrás en la historia para comprobar que el nacionalismo alba-
no-kosovar tiene claras raíces reaccionarias, lo que explica que los patriotas albano ko-
sovares constituyeran durante la II Guerra Mundial la 21ª división «Skandenberg» de
las SS nazis para luchar contra los partisanos antifascistas serbios, en aquella época en
mayoría numérica frente a los musulmanes albaneses en Kosovo. Pero, tras la guerra, la
población albano-kosovar se incrementó gracias a un plan de desestabilización basado
en el fomento de la emigración masiva de albaneses al Kosovo yugoslavo, plan que fue
instigado por occidente aliado con Albania, país que ambicionaba los ricos recursos
naturales (minerales) de la zona. El crecimiento de la población Kosovar de origen
albanés trajo como resultado la resurrección del viejo odio anti-serbio, el cual llegó a
tal extremo, que los líderes nacionalistas albano-kosovares establecieron un sistema
educativo que se centraba única y exclusivamente en el estudio de la lengua y cultura
albanesas, marginando a los ciudadanos que hablaban serbo-croata.
La tensión nacionalista llegó a su momento más álgido con la aparición de un
grupo paramilitar nacionalista llamado Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que,
según testimonios en la radio y la televisión de yugoslavos residentes en España, se tra-
taban de tropas con «uniformes alemanes» y muy bien armadas y que, procedentes del
norte de Albania (la zona de influencia católica), se dedicaban a hostigar a la población
kosovar no-albanesa. Además las autoridades de Belgrado los relacionaron con una
serie de misteriosas explosiones ocurridas en la capital de Yugoslavia. Esto deja claro
que el objetivo de la UCK no era otro que el de provocar el despliegue del ejército y la
policía serbia en defensa de la población no-albanesa segregada, lo cual sería aprove-
chado por los medios de comunicación occidentales para acusar al régimen de Milo-
sevic de «limpieza étnica», siguiendo la misma táctica que en Croacia y en Bosnia. Con
esta acusación de «limpieza étnica», occidente ya no tenía que buscar otra excusa para
intervenir. Lo curioso es que, poco tiempo antes, la independiente Macedonia había
tenido el mismo problema con su minoría albanesa, problema que fue suprimido a san-
gre y fuego por las autoridades macedonias sin que por ello interviniera la «comunidad
internacional». La diferencia estaba en que Macedonia ya no pertenecía a la federación,
mientras que Serbia era el alma misma de Yugoslavia.
De todas formas, occidente intentó escenificar una nueva farsa negociadora en
Rambouillet (Francia) en donde se volvió a preparar un acuerdo diseñado para que
fuera rechazado por Yugoslavia, pues, de manera más o menos indirecta, se obligaba
a ésta a dar la independencia a Kosovo para de esta manera seguir con el despiece de
la antigua federación. Aquí se repetía las mismas opciones que en el caso de Bosnia: o
partición o guerra. Y todo ello mientras la UCK seguía con sus provocaciones, violando
el alto el fuego acordado en Rambouillet.
El imperialismo occidental exhibe la misma hipocresía una y otra vez; llama «ver-
dugos» a sus víctimas, dicen estar parando un genocidio cuando, en realidad, es el propio
occidente quien está moviendo los hilos de una masacre fríamente calculada; habla de
«misión humanitaria» para encubrir un plan de subyugación de todo un pueblo por la
fuerza bruta. La autodenominada «comunidad internacional» toma, de esta forma, el re-
levo del imperialismo nazi de los años de la II Guerra Mundial al aliarse con los «peque-
ños nacionalismos» balcánicos de corte ultrarreaccionario (de Croacia, Bosnia y Kosovo)

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para subyugar a la mayoría de la población, a la que, haciendo gala de un vocabulario se-
gregacionista, llaman «serbios» cuando deberían llamarlos «yugoslavos». Y ha sido contra
estos «serbios», contra los yugoslavos partidarios de la federación y el mestizaje, contra los
que occidente y sus aliados han llevado a cabo una política de «limpieza étnica», forzando
su éxodo desde todas las antiguas repúblicas federales para confinarlos en ese gran «gueto
serbio», ese gran campo de concentración que es hoy Serbia, una Serbia castigada por el
bloqueo económico, repleta de refugiados y de viudas y huérfanos de los vencidos en las
diferentes guerras de secesión, y además arrasada por los misiles de la OTAN.
Pero nuestros medios de formación de masas siguen en sus trece y nos dicen que
Milosevic es un «dictador», lo que, en realidad, significa que su política no conviene a las
potencias occidentales. Éstas ya tienen sus títeres en Serbia, la Alianza para el Cambio,
los cuales reemplazaran al malvado Milosevic, aunque el primero haya sido elegido en
las urnas y los segundos haya que imponerlos por la fuerza, a través de una invasión por
tierra, si es necesario. Parece como si el sector más duro del intervencionismo aliado
esté ahora al mando. Antes occidente se conformaba con promover un levantamiento
popular contra el molesto gobierno de Milosevic concediendo ayudas de la UE a aque-
llos municipios serbios que votaran al candidato «adecuado», (y ello en un país someti-
do a un feroz bloqueo económico), financiar organizaciones opositoras en las universi-
dades, o colocar un hombre de confianza en el gobierno de Montenegro (Djukanovic) a
través de unas elecciones fraudulentas (tras las cuales, por cierto, se levantó el bloqueo
económico que pesaba sobre Montenegro, como parte de Yugoslavia). Ahora parece que
nuestras democracias van a optar por dar un paso decisivo en su estrategia imperialista
al emplear la ocupación militar directa como ocurrió en Vietnam.
Es aquí cuando surge la pregunta clave de por qué esta operación de fragmen-
tación violenta y genocida de la ex-Yugoslavia. La respuesta a esta pregunta está en el
pasado histórico reciente de Europa, en el que los Balcanes han sido siempre víctima del
expansionismo de occidente, especialmente de Alemania, y un enclave estratégico para
el control de la Europa del este y sus recursos naturales (sobre todo del petróleo ruso).
La Yugoslavia de Tito era un país que tendía a la autosuficiencia económica y gozaba de
un nivel de vida relativamente alto, de modo que con el hundimiento del bloque del este,
el país balcánico estaba dispuesto a entrar en los circuitos de la economía de mercado
pero manteniendo la dignidad de su estatus anterior. El satanizado líder serbo-bosnio
Radovan Karadzic en una entrevista concedida a El Mundo (31-7-95, p.16) fue bas-
tante claro al respecto: «(...) había un gran interés internacional en que la federación
se fragmentara (6). (...) existe una estrategia cuya meta es la de debilitar (...) a los
pueblos balcánicos. Los Balcanes no autosuficientes estarían obligados a comprar los
productos europeos». Aquí, Karadzic expone a grandes rasgos como funciona el neoim-
perialismo occidental en zonas como Latinoamérica o África en las que la economía se
orienta única y exclusivamente a satisfacer los intereses económicos de la metrópolis,
y añade: «a nuestras naciones no se les reconocería como socias europeas, sino como
simples servidoras». Y esto fue lo que no aceptaron los partidarios de la antigua fe-
deración («esta es una política muy peligrosa que nosotros no aceptamos», prosigue
Karadzic), y lo que motivó la planificación por parte de las potencias occidentales de un
proceso de desintegración que ha provocado casi 10 años de guerra y miles de muertos.
Ahora las repúblicas independizadas producen bajo el dictado de las multinacio-
nales alemanas, y esto es algo que reconoce abiertamente nuestra prensa. Baste citar
como ejemplo un artículo aparecido en el ABC (6-6-96, p.41), en el que se nos dice que,
sólo tres meses más tarde de la «liberación» de Sarajevo, un grupo de técnicos españoles
de la Volkswagen-Seat viajaron a la capital de Bosnia para reconstruir las instalaciones
de la antigua TAS (Fábrica de Automóviles de Sarajevo) con el objeto de que ésta vol-
viera a producir, pero esta vez para la firma alemana. El propio periódico reconocía que

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«el coste de la fuerza de trabajo en Bosnia es mucho más barato que en España o en la
República Checa, o incluso menor que en Asia» al tiempo que elogiaba las favorables
condiciones de la ex-Yugoslavia para la inversión extranjera («bajo precio de la electri-
cidad, bajos impuestos y la existencia de una cultura técnica adecuada»). Mientras
tanto, la población de las repúblicas separadas ha visto descender vertiginosamente su
nivel de vida y la situación no tiene visos de cambiar habida cuenta de la dependencia
económica adquirida con el FMI y el Banco Mundial a través de préstamos para la re-
construcción de las zonas afectadas por la guerra.
Pero todo esto poco importa ya cuando se han impuesto las mentiras y las bombas.
Hoy asistimos a un vergonzoso lavado de cerebro colectivo que lleva a la población occi-
dental a dejarse dirigir por una histeria colectiva anti-serbia espoleada por los medios de
comunicación. Al coro de dislates se unen los políticos de todos (o casi) los colores que
apoyan la secesión de Kosovo pero que se rasgan las vestiduras cuando alguien cuestiona
la sagrada unidad de España al tiempo que hacen odiosas comparaciones entre los hui-
dos albano-kosovares y los exiliados antifascistas españoles, cuando en Belgrado los des-
cendientes de aquéllos que vinieron a luchar contra el fascismo en nuestra Guerra Civil
enarbolan pancartas en las que se puede leer «¡NO PASARÁN!» (en castellano). Y qué
decir de esos intelectuales de «izquierda» que han prestado su pluma al intervencionismo
imperialista (Bernard Henri-Levi, Susan Sontag, Gúnter Grass, Juan Goytisolo, etc.) y han
difamado a una de las pocas personalidades disidentes, el literato austríaco Peter Handke,
que ha preferido correr la misma suerte que los yugoslavos e irse a Belgrado en pleno
bombardeo, entre los insultos y calumnias de nuestros periodistas.
Quizá algún día las verdaderas causas de esta carnicería perpetrada por los pode-
res occidentales contra la población de este sufrido país, otrora ejemplo de convivencia
entre distintas culturas, acaben por salir a la luz pública y los verdaderos culpables sean
identificados. Puede que ese día nos demos cuenta que la primera víctima de una gue-
rra es la verdad. Mientras tanto esperamos que este escrito contribuya al esclarecimien-
to de estos lamentables hechos.

NOTAS:
1. En Eslovenia, la secesión apenas fue contenida por el ejército federal, por entonces
ya en proceso de descomposición, pero las 60 víctimas, producidas en enfrentamiento
con paramilitares fascistas, fueron todas soldados federales.
2. Por aquel entonces ya se vendían en Croacia mapas raciales de esta república ex-yu-
goslava en los que se detallaban donde se concentraban las «etnias no-croatas».
3. Aquí habría que recordar que la mayoría de los serbios exterminados en los
campos de concentración «ustachis» fueron asesinados a martillazos en el cráneo para
ahorrar munición.
4. De hecho el apoyo del integrismo musulmán se concretó en la participación en
el ejército secesionista de «muyahidines» de la Yihad islámica, hecho que permitió EE.UU.
hasta que acabó la guerra. Tras el fin del conflicto, los norteamericanos pidieron a Izet-
begovic que les entregara a los integristas (El País, 21-12-97, p. 8).
5. De igual manera, la población serbia de Eslavonia, bajo el control del ejército de
Croacia, recibió a la delegada de EEUU ante la ONU, Madelaine Albright.
5. Es harto interesante comprobar cómo la misma táctica imperialista de fragmenta-
ción («divide y vencerás») a través del apoyo a «pequeños nacionalismos» reaccionarios,
también ha sido usado por occidente en la antigua URSS (la guerra de Chechenia fue
un buen ejemplo). No es extraño, pues, que, cuando Rusia anunciara su apoyo a Yu-
goslavia contra el bombardeo de la OTAN, estallara en Osetia (ex-URSS) una potente
bomba que causó 64 muertos y que fuentes del Ministerio del Interior ruso achacaran
este atentado a un misterioso grupo armado checheno entrenado en Arabia Saudí
(país socio de EE.UU.).

13
LOS MUSULMANES,
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Y LAS MAQUINACIONES
EN SARAJEVO
Por Martins Branco
Oficial del Ejército Portugués, ex-Observador Militar de la ONU
A
N
Publicado en «Diario de Noticias», Lisboa, 3 de Julio de 1996
Traducción realizada por Amor y Rabia.

El 6 de febrero de 1994, la televisión difundió los destructivos efectos de dos pro-


yectiles que mataron a 68 personas en un mercado en Sarajevo. La opinión pública que-
dó impactada, los serbios fueron declarados responsables y su aislamiento internacional
se agravó. Seguidamente se desveló que los serbios no habían sido los autores de estas
explosiones. Los autores fueron los musulmanes, que no dudaron en bombardear a su
propia población con el objeto de atraer la atención internacional y hacer que se acusa-
ra a los serbios justificando de esta manera la imposición de medidas punitivas contra
ellos. Los medios de comunicación, tan rápidos en acusar a los serbios, permanecieron
en silencio cuando se les instó a que cambiaran las mentiras por verdades. Sorprenden-
E
temente, UNPROFOR se comportó de manera idéntica, no estando dispuestos a infor-
mar al público objetivamente.
El 28 de Junio de 1995, la televisión emitió en múltiples ocasiones las imágenes de
los heridos en la explosión de un proyectil disparado en el edificio de la TV de Sarajevo.
Por pura casualidad, un OMNU (observador militar de la ONU) localizó el lugar desde el
cual el proyectil había sido disparado: a unos 1.800 metros de la línea del conflicto en el
X
territorio bajo control musulmán. Las autoridades musulmanas impidieron cualquier tipo
de investigación en el lugar. Los oficiales de la ONU pretendieron desvelar este incidente
pero fueron declarados «personae non gratae» en Sarajevo por los responsables del Ejército
Musulmán. Seguidamente, la versión de las OMNU fue corroborada por declaraciones de
otros testigos. Para la opinión pública esto fue, no obstante, otra salvajada cometida por los
serbios. El hecho se presentó de manera errónea y no se desveló la verdad.
O
En Sarajevo, los musulmanes violaron muchas veces los acuerdos de alto el fuego.
Éstos bombardearon posiciones serbias para obligarles a retirarse, acusándoles acto se-
guido de atacar civiles inocentes e indefensos. Así fue como se difundió el bulo de que
los serbios estaban violando los acuerdos de alto el fuego. El armamento solía estar co-
locado inmediatamente al lado del lugar ocupado por los representantes de las Naciones
Unidas, organizaciones internacionales, hospitales, etc., con el fin de lograr un mayor
efecto sobre los medios de comunicación con respecto a los contraataques serbios. En
innumerables ocasiones, los serbios cayeron en la trampa y casi siempre contestaban a
las hábilmente tramadas provocaciones de los musulmanes que les usaron como pro-
paganda muy astutamente. Los medios de comunicación fueron, una vez más, callados
cómplices de los musulmanes bosnios a base de negarse a nombrar al verdadero culpa-
ble en sus reportajes.
El 28 de agosto de 1995 aproximadamente a las 11 de la mañana se repitió una
escena similar. Un proyectil de mortero de 120 mm. explotó en el mercado «Marka-
le» de Sarajevo. Según los datos oficiales, 38 personas resultaron muertas y 88 heridas.

14
45 minutos más tarde un equipo de OMNU y un equipo de ingenieros del batallón
francés llegó al lugar del accidente. Los informes de ambos equipos no llegaron a una
conclusión en cuanto a quién era responsable de la acción. Era técnicamente posible
que el proyectil hubiera sido disparado desde posiciones musulmanas. Expertos in-
gleses en balística que habían también examinado el cráter, fueron incluso más lejos
en sus conclusiones: incluso aunque éstos no especificaran quién era el responsable,

A
sí que declararon que existía una gran probabilidad de que el proyectil hubiera sido
disparado por los musulmanes. Los medios de comunicación no sólo no divulgaron
los informes de estos equipos sino que nunca dudaron de quién era el culpable. La in-
vestigación de las acusaciones duró varios días. Yasushi Akashi encontró difícil acusar
a alguien basándose en dos informes inconclusos. Aquellos eran días de gran tensión.
La prueba decisiva de la inequívoca culpabilidad serbia en la cual se basó su decisión

N
era el resultado de «Observaciones de radar» que no proporcionaban datos precisos (ni
garantizaban credibilidad alguna). Los serbios fueron acusados una vez más, ahora en
el sentido más completo de la palabra. Como consecuencia de los acontecimientos, la

“En la manipulación de la historia, los medios


de comunicación han sido activos complice

E (...). A diferencia de lo ocurrido en la Guerra


del Golfo, los periodistas se han convertido
en intervencionistas, no limitándose a un
papel de información neutral.”

X misión de la ONU tuvo que hacer uso de la aviación de la OTAN, lo que causó daños
importantes en la relación de fuerzas y llevó a la derrota de los serbios, obligándoles a
las negociaciones de Dayton. Todo apunta a que la decisión sobre la culpabilidad serbia
por el disparo del polémico proyectil estaba condicionada por razones de naturaleza

O política ajenas a la filosofía del mantenimiento de la paz. La decisión no estaba basada


en informes técnicos especializados sobre el análisis del cráter. Esto causó incomodidad
y algunas reacciones públicas, empezando por el comandante de UNPROFOR para el
sector de Sarajevo. Sorprendentemente, la infraestructura industrial de los alrededores
de Sarajevo que, de acuerdo con Dayton, debía de ser transferida al control del gobier-
no bosnio no había sido destruida. Sin embargo, esto no ocurrió con los territorios que
de acuerdo con Dayton habían sido devueltos a los serbios. Analistas más radicales
confirmaron que la verdad sobre los hechos del mercado de Sarajevo había sido deli-
beradamente ocultada al público con el fin de justificar la agresión contra los serbios.
El 13 de septiembre de 1995, habiéndose percatado de que el tiempo de vuelo
de los proyectiles había sido inusualmente corto, un equipo de OMNU en un pueblo
a pocos kilómetros de Bihac llegó rápidamente al lugar desde donde estaban siendo
disparados y descubrió una tropa de artillería bien equipada que era sin lugar a dudas
la responsable de los disparos. Se informó a altos oficiales de UNPROFOR pero los
hechos se silenciaron una vez más y los musulmanes bosnios no dudaron en reclutar a
una firma norteamericana de relaciones públicas. La preocupación por la seriedad del
enfoque se puede deducir de las palabras de su director, James Harff, que confirma que
no le pagan para velar por la moral pública, que su trabajo no se basa en verificar infor-
mación sino en acelerar su circulación, una vez ésta se ha incluido dentro de objetivos
seleccionados de antemano. Para este propósito es suficiente, según sus palabras, una

15
buena base de datos que contenga varios cientos de nombres de periodistas políticos,
académicos, organizaciones humanitarias, un ordenador y un fax.
En la manipulación de la historia, los medios de comunicación han sido activos
cómplices; un buen caldo justifica casi todo aunque ello represente la distorsión de los
hechos y no muestre la verdad. Todos los pueblos de esa región sufrieron por igual y

A
fueron víctimas de un conflicto absurdo. Sin embargo, sólo el sufrimiento de una de las
partes del conflicto mereció ser reflejado en los medios de comunicación. De este modo
el conflicto en la antigua Yugoslavia fue transformado en una venganza mediática por
la manera en que los medios de comunicación fueron tratados en la Guerra del Golfo.
A diferencia de lo ocurrido en la Guerra del Golfo, los periodistas se han convertido en
intervencionistas, no limitándose a un papel de información neutral. Éstos empiezan a

N
interferir en los acontecimientos para provocar acontecimientos políticos y acciones mi-
litares: fijaron las condiciones, dirigieron y ejercieron presión sobre decisiones políticas.
Los medios de comunicación que informaban sobre la guerra en la antigua Yugos-
lavia no hicieron contribución alguna a la objetividad informativa. Inclinándose hacia
un solo lado, distorsionando los sucesos, dedicándose a hacer propaganda y ocultando el
juego sucio, se han apartado de su misión básica - informar veraz y objetivamente. Pues-

E
to que han sido coautores y cómplices de maquinaciones, han hecho un flaco servicio
a la sociedad y han dinamitado el derecho de los ciudadanos a la información objetiva.
La verdad nos pertenece a todos.

X
O

16
A
N
E
X
(IMAGEN DE FIKRET ALIC)

LA IMAGEN
QUE ENGAÑÓ AL MUNDO

O Esta imagen de un demacrado musulmán enjaulado detrás de un alambre de espi-


nos serbio, obtenida por un equipo de noticias británico, llegó a ser un símbolo a escala
mundial de la guerra en Bosnia. Pero la imagen no es lo que parece. (…)
La imagen reproducida en estas páginas es la de Fikret Alic, un bosnio musulmán,
demacrado y desnudo hasta la cintura, aparentemente prisionero tras una valla de alam-
bre de espino en un campo serbo-bosnio en Trnopolje. Fue tomada por una cámara de
vídeo el 5 de agosto de 1992 por un galardonado equipo de televisión británico, dirigido
por Penny Marshall (de la ITN), con su cámara Jeremy Írvin, acompañados por lan Wi-
lliams (Canal 4) y el reportero Ed Vulliamy del periódico The Guardian.
Para algunos, esta imagen ha llegado a ser un símbolo de los horrores de la guerra
en Bosnia - «Belsen 92» como encabezaba la fotografía un titular de un periódico britá-
nico (Daily Mirror, 7 de agosto de 1992). Pero aquella imagen inducía a error. El hecho
es que Fikret Alic y sus compañeros bosnios musulmanes no estaban prisioneros tras
una valla de alambre de espino. No había ninguna valla de alambre de espino rodeando
el campo de Trnopolje. Aquello no era una prisión y desde luego no un «campo de con-
centración», sino un centro de acogida para refugiados, algunos de los cuales fueron allí
buscando seguridad y podían marcharse si lo deseaban.
El alambre de espino en la imagen no está alrededor de los bosnios musulmanes;
está rodeando al cámara y los periodistas. Formaba parte de una valla echada abajo, que
rodeaba un pequeño complejo próximo al campo. El equipo británico de noticias grabó

17
desde dentro de este complejo, sacando imágenes de los refugiados y del campo través
de la valla. (…)
Penny Marshall, lan Williams y Ed Vulliamy nunca han llamado a Trnopolje «cam-
po de concentración». Ellos han criticado el modo en que otros intentaron usar Sus re-
portajes e imágenes como «prueba» de un Holocausto de corte nazi en Bosnia.

A
(…) Fue a través de mi función como observador experto del Tribunal de Críme-
nes de Guerra la primera vez que me dí cuenta de que algo no encajaba en las famosas
imágenes de Trnopolje. Como un periodista con un historial de reportero en Bosnia, fui
llamado a constituir un Tribunal por una denuncia abierta por los medios de comunica-
ción alemanes hacia Dusko Tadic, un serbo-bosnio acusado de crímenes de guerra. Re-
pasando los artículos de prensa y las cintas de vídeo que habían sido mostradas en la TV

N
alemana, llegué a ser consciente de la enorme importancia de las imágenes de Trnopolje.
(…) Una noche, mientras rebuscaba entre las fotografías otra vez en mi casa, mi
mujer señaló un pequeño detalle raro. Si Fikret Alic y los otros musulmanes bosnios
estaban prisioneros dentro de una valla de alambre de espino, ¿porqué estaba el alambre
sujeto a los postes por el lado de la valla donde se situaban ellos? Como cualquier jar-
dinero sabe, las vallas están, por lo general, sujetas a los postes por el exterior, así que el

E
área que va a ser encerrada queda dentro del vallado. Se me ocurrió entonces que quizá
no era la gente del campo la que estaba cercada tras la alambrada de espino, sino el equi-
po de periodistas británico. (…)
El viaje del equipo de noticias británico a Bosnia en verano de 1992 tuvo lugar en
un contexto de histeria creciente, pues los primeros reportajes afirmando que los serbios
de Bosnia estaban organizando brutales campos de internamiento fueron publicados

X
en Occidente. El 19 de julio de 1992 el periodista americano Roy Gutman escribió en
Newsday sobre el campo de Manjaca, las imágenes de Andre Kaiser de prisioneros con
las cabezas afeitadas en Manjaca fueron mostradas en todo el mundo.
El 29 de julio en The Guardian, Maggie O‘kane comentaba cómo testigos presen-
ciales afirmaban que los musulmanes habían sido introducidos en vehículos de ganado y
transportados desde la estación de Trnopolje. El 2 de agosto Roy Gutman publicaba otro

O
artículo en el que llamaba al campo serbo-bosnio de Omarska un «campo de la muerte».
Los artículos de Gutman y O‘kane se inspiraron profundamente en rumores y afirma-
ciones sin confirmar. Sin embargo, ellos provocaron una conmoción internacional.
Cuando Marshall, Williams, y Vulliamy llegaron a Bosnia a finales de julio de
1992, estaban bajo una intensa presión para conseguir la historia de los campos. El ar-
tículo de Roy Gutman sobre el «campo de la muerte» de Omarska, publicado mientras
el equipo británico estaba en Bosnia, había fomentado el aumento de las espectativas en
las oficinas editoriales de Londres. Después de su regreso, Penny Marshall contó como
ella y Williams habían recibido órdenes de los editores ejecutivos de la ITN y el Canal
4 de no hacer nada más hasta que ellos tuvieran la historia de los campos en el bolsillo:
«Ellos nos habían soltado a lan Williams y a mí con una orden de duración indefinida
de encontrar y visitar los campos de detención, y con órdenes de no hacer otra cosa
hasta que nos hubiésemos presentado con la historia» (Sunday Times, 16 agosto 1992).
(…) Las imágenes que tomaron del campo de Trnopolje el 5 de agosto fueron
editadas en Budapest al día siguiente, después enviadas a Londres y emitidas esa misma
noche. La emisión se centró en las tomas de los periodistas hablando con Fikret Alic y
el grupo de musulmanes bosnios a través del alambre de espino. Estas imágenes fueron
ampliamente interpretadas como evidencia de que los musulmanes estaban encerrados
tras una valla de alambre de espino, y los medios de comunicación internacionales lo
aprovecharon para hacer una conexión simbólica con los campos nazis. Pero, ¿cómo las
consiguió el equipo británico?

18
(…) El campo de Trnopolje estaba compuesto por edificios que habían sido pre-
viamente una escuela, y un centro comunitario que albergaba un centro médico y un
salón de actos público, a lo largo de un gran espacio abierto que había sido un campo
de deportes. Las únicas vallas que rodeaban partes del campo eran más pequeñas de un
metro de altura, del tipo de las que se pueden encontrar rodeando cualquier colegio o
edificio público. El equipo de noticias pudo entrar a todas las áreas del campo de refu-

A
giados. Tomaron algunas imágenes dentro de los edificios. Su atención, sin embargo,
se centró en un grupo de musulmanes que habían sido llevados desde los campos en
Keraterm próximo a Prijedor, quienes estaban esperando al aire libre para ser inscritos,
recibir comida y algún sitio donde dormir.
Para filmar a estos refugiados Marshall y su cámara Irvin entraron a un comple-
jo próximo al área del campo. Dentro de este pequeño complejo había una especie de

N
garage, una estación transformadora de electricidad y un granero de ladrillo. (…) Para
proteger todo esto de los ladrones, el área del complejo, de aproximadamente 500 m2
había sido vallada con alambre de espino un par de años antes. La colocación de la valla
de alambre de espino no tenía nada que ver con los refugiados, el campo o la guerra.
(…)
Cuando Marshall, Williams y Vulliamy entraron al complejo próximo al campo la

E valla ya estaba rota por muchos sitios. (…) Se aproximaron al lado norte, donde los cu-
riosos refugiados se reunían dentro del campo, pero en el exterior del área vallada con
el alambre de espino. Fue a través de la valla, desde este punto, donde fueron tomadas
las famosas imágenes de Fikret Alic.
Las secuencias desechadas muestran como el cámara enfocaba a través de la va-
lla de alambre de espino del complejo desde varios ángulos, aparentemente buscando

X la imagen más dramática. La mayoría de los refugiados del campo estaban marcados
por su experiencia en la guerra,
pero pocos se veían tan dema-
crados como Fikret Alic. Sin
embargo él capturó la atención
de la cámara.

O (…) Un importante ele-


mento de esta «imagen clave»
fue producido por los ángulos
de la cámara en el proceso de
montaje. Y Las otras imáge-
IMÁGEN. nes que no fueron difundidas,
Trnopolje, muestran claramente como la
Bosnia- extensa superficie en la que per-
Herzegovina, manecían los refugiados a no
2 de agosto estaba rodeada con alambre de
de 1992. Plano espino. Puede verse asimismo
de situación cómo la gente es libre de mover-
de Trnopolje, se por la carretera y la superficie
basado en abierta y tiene montadas algu-
una foto por nas tiendas de campaña para
satélite de protegerse. Á través de la puerta
los EEUU, 2 próxima al recinto, que está ro-
de agosto de
1992, 3 días deada de alambre de espino, se
antes de la pueden ver 15 personas, entre
llegada de ellas mujeres y niños, sentados a
periodistas la sombra de un árbol. El equipo
británicos.

19
de Penny Marshall podía entrar y salir libremente del recinto para tomar la imágenes, al
igual que los refugiados para protegerse del sol de 1 agosto.
Otra secuencia no publicada muestra a Fikret Alic y otros refugiados recién llega-
dos desde otro ángulo. La cámara no se encuentra dentro del recinto rodeado de alam-
bre de espino sino a 20 metros al oeste del mismo. Desde ese emplazamiento
es obvio que los refugiados no están encerrados al otro lado de la alambrada.
Mientras esperaban para ser registrados y autorizados a marchar, se encon-
traban al otro lado de una valla de menos de un metro de altura, adyacente a
la de alambre de espino. (…)
Cuando visité Trnopolje el diciembre pasado pregunté a las gentes del
lugar acerca del ¿campo de concentración? y la alambrada. Dragan Baltic de
17 años, asistió a una escuela de Trnopolje hasta la primavera de 1992. Esta-
ba seguro de que aparte del pequeño recinto «no había ninguna otra valla
de alambre de espino». Su hermana de 19 años, Dragana, ahora trabaja en
la escuela de un campo de refugiados. Dragana confirmaba las afirmaciones
de su hermano y añadía que había una valla metálica de alrededor de un
metro de altura en frente y alrededor de la escuela para evitar que los niños
corriesen hacia la carretera. Esta valla puede verse en la cinta de la ITN. Los
refugiados se apoyaban en ella y otros la saltaban para entrar al recinto. Dra-
gana recordaba una pequeña valla metálica de 1,2 metros aproximadamente
«que yo usaba como gallinero», que iba desde la carretera hasta el centro
comunal y adyacente a la valla de alambre de espino. Esta valla metálica, que
ya estaba antes de la guerra, puede verse también claramente en las imágenes de la ITN.
Me reuní con Pero Curguz en su oficina en Prijedor. Pero dirije la Cruz Roja local
y estuvo destinado en Trnopolje durante la operación del campo de refugia-
dos. Fue entrevistado por los periodistas británicos en agosto de 1992. Él dice
que les contó (a los periodistas) que la gente llegó al campo por propia inten-
ción y libremente buscando protección. Me dijo que durante todo el tiempo
que duró la operación en el campo de refugiados no se levantó ninguna valla.
Al contrario: cuando los campos de Keraterm y Omarska se cerraron, y Tr-
nopolje se saturó con más de 7500 personas, los refugiados derribaron todas
las vallas y utilizaron los materiales para construir refugios. Curguz recalcó
que esto no era un campo de prisioneros o un campo de concentración sino
un campo de refugiados para musulmanes exiliados.
(…) Misa Radulovic de 68 años, era maestra en Kozaracy en Trnopol-
je. (…) fue llamada a filas durante la guerra y destinada como vigilante del
campo de refugiados de Trnopolje durante tres días. «Nosotros protegíamos
a lo musulmanes de los extremistas serbios que querían tomar venganza»,
decía. «La gente podía abandonar el campo sin papeles, pero era peligroso.
La valla de alambre de espino existía sólo en esta esquina alrededor del
granero, esta pequeña tienda de productos del campo y el transformador».
Sin ninguna duda la mayoría de los refugiados en Trnopolje estaban desnutridos.
Los civiles eran hostigados en el campo y hay noticias de violaciones y asesinatos. Pero
lo irónico del caso es que si no hubiera existido el campo de acogida, supervisado por
soldados serbo-bosnios, un gran número de civiles musulmanes hubiera perdido la vida.
El campo de acogida fue creado espontáneamente por los refugiados cuando la
guerra civil se recrudeció en la región de Prijedor. En mayo de 1992 las fuerzas ser-
bo-bosnias tomaron la ciudad de Kozarac y expulsaron a los musulmanes bosnios de
allí, al igual que los civiles serbios y croatas eran expulsados de sus casas hacia otro lugar
de la zona de guerra. Muchos de los musulmanes que huían encontraron refugio en los

20
patios de la escuela de Trnopolje. Se congregaron allí esperando escapar de los disparos
del ejército serbo-bosnio o evitar que el ejército musulmán les obligara a luchar. Mu-
chos de los vigilantes enviados al campo de refugiados eran civiles de la zona, movili-
zados unos días antes, que ya conocían a los refugiados. Y había una presencia perma-
nente de la Cruz Roja bajo la dirección de Pero Curguz quien me dijo que él también se
había encontrado como muchos viejos conocidos en el campo de refugiados.
(…) A los ojos del mundo, de todas formas, las dramáticas fotos de Fi-
kret Alic aparentemente prisionero tras una alambrada de espino en Trnopol-
je han dejado la impresión de que los serbo-bosnio estaban construyendo
campos de concentración al estilo nazi. (…)
El primer artículo de Ed Vulliamy sobre Trnopolje se publicó en The
Guardian el 7 de agosto del 92, la mañana después de que las fotos de la ITN
fuesen divulgadas por primera vez. Vulliamy probablemente no había visto la
edición de ITN cuando lo escribió. Este artículo no mencionaba la cerca de
alambre de espino, y declaraba que Trnopolje no podía ser llamado campo
de concentración. Vulliamy presentaba una vista equilibrada de la situación
del campo, citando refugiados musulmanes que afirmaban que no se había
utilizado ninguna fuerza contra ellos, que el lugar ofrecía seguridad, y que no
sabían donde ir de otra manera.
De todas formas, antes de que Vulliamy describiese sus impresiones acer-
ca de Trnopolje en su libro de 1994 Jornadas en el infierno, el tono del reportero
del Guardian había cambiado. El alambre de espino que no había considerado
mencionar en su primer artículo había pasado a ser el centro de atención. En su libro, Vu-
lliamy describe sus primeras impresiones en Trnopolje en estos términos: «Más caminos
sucios, más pueblos quemados, y finalmente lo que fue una escuela y dentro de su propio
terreno, otra señal alarmante, desastrosa: una hormigueante multitud encerrada, ro-
deada por cercas de alambre de espino» (p. 106).
(…) Inar Gnoric, una bosnio-musulmana, dijo a Vulliamy que ella ha-
bía ido a Trnopolje por su propia voluntad, buscando seguridad. En el artí-
culo del Guardian de agosto del 92, Vulliamy la citó diciendo «las condicio-
nes son muy duras aquí, pero hay una lucha terrible y no tenemos nada de
comida. Es más seguro estar aquí, pero no sabemos que estatus tenemos.
Somos refugiados, pero hay guardias en la cerca de alambre». De que cer-
cado hablaba no está claro. En el libro de Vulliamy, de todas maneras, Gnoric
hablaba claramente de alambre de espino alrededor del campo.
Penny Marshall mencionó la cerca de alambre de espino en el primer
reportaje y escribió a su vuelta de Trnopolje, publicado en el Sunday Times
(16 agosto 1992). Sobre su primera visita al campo, simplemente escribió «en
el exterior había alambre de espino». Describiendo su segunda visita al cam-
po en el mismo artículo apuntó que: «En el exterior el campo ha cambiado
en la semana desde nuestro reportaje original, la cerca de alambre de espino
ha desaparecido y los serbios han dejado materiales de construcción a los
prisioneros para hacer refugios».
Esto era verdad; la cerca de alambre de espino (y la ordinaria cerca de malla de
alambre) que el cámara de Marshall había grabado en la primera visita había sido qui-
tada verdaderamente antes de su vuelta. Pero Penny Marshall había dejado abierta la
cuestión precisamente sobre «En el exterior» en que había situado la cerca de alambre.
Hasta aquí falla al corregir la falsa interpretación que tanta gente ha hecho de las fotos.
De manera similar Ed Vulliamy escribió en su libro que: «Cuatro días después de nues-
tra visita a Trnopolje, la cerca se derribó». (p. 113). Esto deja intacta la impresión dada

21
a la opinión pública de que el campo había sido cercado con alambre de espino.
(…) En un programa de la TV alemana «Kozarac - Étnicamente Limpiado» di-
fundido el 11 de octubre de 1993, Marshall dijo a la productora alemana Monika Grass
acerca del impacto producido por la foto de Trnopolje: «Esta foto de la alambrada de
espino con este hombre demacrado hizo saltar la alarma a través de toda Europa. Creo

A
que el reportaje no hubiese causado esta reacción si hubiese sido transmitido sin esta
foto, de todas maneras los hechos serían los mismos». [...]
La idea de que había una valla de alambre de espino alrededor del campo de Trmo-
polje, y la comparación con los campos de concentración nazis, han sido ampliamente
aceptadas como hechos. «Cuando los primeros periodistas llegaron allí pocos días an-
tes, la alambrada de espino rodeaba el lugar y no había banderitas de bienvenida»,

N
escribió Peter Mass en Love thy neighbours: a story of war (Ama a tu prójimo: una
historia de guerra), sobre su visita a Trnopolje en el verano del 92 (Londres 1996, p. 41).
«Atravesé las puertas y no podía creer lo que veía. Allí, enfrente de mí, había hombres
que parecían supervivientes de Auschwitz». Marshall, Williams y Vulliamy no habían
usado ese lenguaje. Pero tampoco habían corregido la falsa interpretación de la foto de
Fikret Alic aparentemente preso detrás del alambre de espino.

E
Cuando las fotos de la ITN sobre Trnopolje fueron divulgadas por todo el mundo,
desencadenaron la difusión de llamadas a los serbo-bosnios para cerrar los campos. (…)
El campo de Omarska, que también había sido filmado por el equipo de la ITN, fue ce-
rrado en agosto del 92 y muchos refugiados de allí con otros musulmanes de Keraterm
y Manjaca fueron llevados a Trnopolje, que fue transformado de campo de refugiados a
campo de transición en un par de días. El comité internacional de la Cruz Roja denunció

X
esto, gracias a la excitación general causada por los reportajes de la ITN, a cada opor-
tunidad perdida de encontrar una solución que hubiese permitido a los musulmanes
permanecer en la región. El 1 de octubre del 92 la Cruz Roja fletó el primer gran convoy
desde Trnopolje, para mandar a 1.560 refugiados a través de la frontera hacia Croacia.
En cierto sentido, el exilio de miles de musulmanes de sus casas de Bosnia – Herzegovina
fue hasta aquí inadvertidamente facilitado por la reacción internacional a los reportajes
de la ITN sobre Trnopolje.
Conmovido por las fotos, el primer ministro británico John Major convocó a sus
colegas de gabinete de vuelta de sus vacaciones para una reunión de emergencia. Poco
después su gobierno anunció que tropas británicas serían enviadas a Bosnia. En los
EE.UU., donde la campaña presidencial del 92 estaba en plena actividad, el candidato
del Partido Demócrata, Bill Clinton, y su inseparable ayudante Al Gore usaron las fotos
O
de la ITN para pedir al presidente George Bush que llevara a cabo acciones militares
contra los serbios de Bosnia. En Bruselas, mientras tanto, el estado mayor de la OTAN
respondió planeando una intervención militar en los Balcanes. Las fotos de Fikret Alic
en Trnopolje influenciaron además el trabajo del Tribunal de Crímenes de Guerra de La
Haya, formado por el Consejo de Seguridad de la ONU para perseguir a los acusados de
atrocidades en la antigua Yugoslavia. El Tribunal había confiado mucho en el informe de
una comisión experta, dirigida por Frits Karlshoven, quien fue sustituido después por
Cherif Bassiouni. El informe, que fue publicado en el verano de 1994, menciona la valla
de alambre de espino en numerosas ocasiones. Aunque está lleno de contradicciones, el
informe Prijedor dice claramente en el Anexo V, «el campo estaba protegido por alam-
bre de espino, y un número de guardias vigilando a los detenidos». El mismo capítulo
describe Trnopolje como un campo de concentración serbio: «Albeit Logor Trnopolje
no fue un campo de la muerte como Logor Omarska o Logor Keraterm, pero la deno-
minación “campo de concentración‘ no es menos justa para Logor Trnopolje debido al
régimen prevaleciente en el campo». Este capítulo es citado muchas veces como fuente
en el libro de Ed Vulliamy Jornadas en el Infierno.

22
La historia de la valla de alambre de espino jugó un papel importante en el jui-
cio del serbo-bosnio Dusko Tadic, el primer
caso escuchado por el Tribunal de Crímenes de
Guerra. Tadic fue acusado por el testigo «L»,
revelado después como Dragan Opacic, de co-
meter atrocidades en Trnopolje. El 15 de agosto
IMÁGEN. de 1996, Opacic hizo un dibujo ante el Tribunal
Croquis para mostrar como el alambre de espino cercaba
realizado el área del campo. (…)
por Dragan
A finales de octubre del 96, las acusacio-
Opacic
nes contra Tadic acerca de Trnopolje habían
mostrando
sido desechadas; el principal testigo del proceso,
la valla de
Opacic, había sido descubierto como alguien en-
alambre de
trenado por las autoridades bosnias para hacer
espino que
falsas acusaciones. Opacic al final se vino abajo
afirmaba,
y admitió su engaño cuando fue enfrentado a su
rodeaba
padre, que había muerto en la guerra según él.
el campo,
El abogado defensor holandés de Tadic, Profesor
dado como
Wladimiroff, me dijo que entrevistó a Dragan
evidencia
Opacic el día después de que fuera descubierto
contra Dusko
su engaño. Opacic dijo que la policía de Sarajevo
Tadic en el
le había entrenado para testificar a base de enseñarle repetidamente vídeos de Dusko
Tribunal de
Tadic y de Trnopolje, que apenas conocía. De forma destacada entre estos vídeos esta-
Crímenes de
ban las imágenes de la ITN, que se suponía mostraban musulmanes prisioneros tras la
Guerra.
cerca de alambre de espino.
Ed Vulliamy fue también invitado por la acusación para dar testimonio en el jui-
IMÁGEN. cio de Dusko Tadic. En junio de 1996, Vulliamy dio al Tribunal de Crímenes de Guerra
sus impresiones sobre Trnopolje, al que describía como un campo de transición y refu-
Guarda
giados. Muchas de sus afirmaciones iban acompañadas de vídeos de la ITN. Pero cuan-
del campo
do Vulliamy llegó al punto en que el alambre de espino y Fikret Alic eran mostrados en
original Veljko
pantalla, pidió a los jueces apagar el vídeo mientras describía el encuentro del equipo
Grmusa, junto
de noticias con los refugiados: «Voy a describir quién estaba detrás del alambre con el
al poste de
vídeo apagado por que lo haré mejor si no trato de acompañar la imagen». ¿Por qué
la valla de
Vulliamy no quiso que el tribunal viera esta impresionante imagen?
alambre de
espino.
El centro co- FIN
munitario se
halla detrás Thomas Deichmann es un periodista independiente que escribe regularmente en la
de él. Hace 3 revista alemana Novo. Esto es una traducción editada del artículo “Es war dieses Bild,
años y medio, das die Welt Alarmbereitschaft versetzte" publicado en la edición de enero-febrero de
1997 de Novo. Thomas Deichmann E-mail: Thomas.Deichmann@t-online.de
la ITN tomó
sus imágenes
desde este
punto aproxi-
madamente.
El granero
protegido con
alambre.
En los postes
de la valla
todavía se
ven restos.
23
EL CAPITAL INTERNACIONAL
PROYECTA GUERRAS
EN SU PROPIO BENEFICIO

CONTRA LA GUERRA, CONTRA EL CAPITAL,


ORGANÍZATE Y LUCHA

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