Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Índice
Prólogo
Introducción
3
3.3.1.3. Derecho de asociación
3.3.2. Nivel escolar
3.3.3. Nivel formativo
3.3.3.1. Formación del profesorado
3.3.3.2. Formación de las familias
4. Guía de actuación
4.1. Nivel de centro
4.1.1. Propuestas generales
4.1.2. Órganos de participación docentes
4.1.2.1. El Consejo Escolar
4.1.2.2. La Comisión de Convivencia
4.1.2.3. El Claustro de docentes
4.1.2.4. La Comisión de Coordinación Pedagógica
4.1.2.5. El Equipo Directivo
4.1.2.6. Los Departamentos Didácticos/Ciclos
4.1.2.7. La Tutoría
4.2. Nivel de aula
4.2.1. Ámbito espacio-temporal adaptado
4.2.2. Aspectos curriculares y metodológicos
4.2.2.1. Trabajo individual
4.2.2.2. Trabajo cooperativo por pares de iguales
4.2.2.3. Aprendizaje cooperativo por grupos
4.3. Nivel individual
4.3.1. Ámbito general
4.3.2. Ámbito curricular regular
4.3.2.1. Objetivos-contenidos y materiales curriculares
4.3.2.2. El refuerzo educativo y/o adaptación curricular
4.3.2.3. Los exámenes
4.3.2.4. Dimensiones específicas
4.3.3. Recursos educativos complementarios
4.5. Nivel específico
4.5.1. Dimensión psicopedagógica
4.5.1.1. Motivación
4.5.1.2. Emoción
4.5.1.3. Empatía
4.5.1.4. Atención
4.5.1.5. Percepción
4.5.1.6. Cognición-coherencia cognitiva
4.5.1.7. Memoria
4.5.1.8. Recuperación de la información
4.5.2. Dimensión: interacción y comunicación social
4.5.2.1. Lenguaje receptivo
4.5.2.2. Lenguaje expresivo
4.5.2.3. Comunicación social
4.5.3. Dimensión conductual
5. Ámbito familiar
4
5.1. Adaptaciones de la vivienda
5.1.1. Medidas de adaptación espacial
5.1.2. Estructura de la temporalización
5.1.3. Actividades de anticipación
5.1.4. Atenciones específicas
5.2. Ámbito escolar
5.2.1. A nivel de centro
5.2.2. A nivel de aula
5.2.3. A nivel individual
5.2.3.1. Aspectos curriculares
5.2.3.2. Aspectos perceptivo-cognitivos
5.2.3.3. Aspectos relacionales
5.2.3.4. Hipersensibilidad sensorial
5.2.3.5. Aspectos comportamentales
5.2.3.6. Bullying en las redes
5.2.3.7. Relaciones psicoafectivas y/o sexuales entre adolescentes
5.3. Ámbito social
5.3.1. En la familia
5.3.2. En el acceso a la prestación de servicios sociales
5.3.3. En la intervención sanitaria
5.3.4. Los gabinetes psicopedagógicos
5.3.5. Las asociaciones/federaciones
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Créditos
5
Prólogo
6
Introducción
El desarrollo integral de las personas con trastorno del espectro autista (TEA) se
asocia con múltiples variables que influyen en los contextos en los cuales se realizan los
procesos de atención psicosocial y educativa, por lo que los resultados serán efectivos y
exitosos dependiendo, sobre todo, de un alto nivel de funcionamiento coordinado entre
todos los factores que intervienen directamente en dicho proceso.
La efectividad psicosocioeducativa de la colaboración familias-docentes ha sido
ampliamente evidenciada por los estudios empíricos. Mancil y Boman (2010) señalan
que los métodos y programas que se centran en una perspectiva sistémica e
interrelacionada de la participación entre las familias y los profesionales se han
postulado como las mejores técnicas para la mejora integrada de las personas con TEA.
Al lado del carácter sistémico, los métodos de intervención han de basarse en un carácter
ecológico y funcional o práctico en su aplicación, por lo que los procesos de
capacitación profesional específica de familias y docentes han de basarse tanto en las
potencialidades particulares como en las variables contextuales y las dimensiones más
limitadas, esto es, la interacción y la comunicación social y los comportamientos
estereotipados. Todas ellas, junto al uso de terapias de comportamiento funcional,
basadas en el contexto y la realidad cotidiana, y debidamente evaluadas de acuerdo con
el propio desarrollo continuado de las medidas iniciadas, constituyen las apuestas más
significativas para el futuro de la intervención en el ámbito de las necesidades
específicas de apoyo educativo, más concretamente las referidas al ámbito de las
personas con TEA.
En efecto, una planificación estructural basada sobre la propia intervención, que tenga
como objetivo abordar la intervención psicosocioeducativa sobre la propia realidad
existente, constituye, desde la perspectiva empírica, el modelo de desarrollo integral de
mayor auge en la aplicación a las personas con TEA. Dallas (2017) fundamenta,
precisamente, esta intervención en tres componentes principales:
7
mejores tasas de rendimiento escolar en el área de lectura y comprensión lectora cuando
la instrucción se basaba en un diseño coordinado, apoyado sobre la propia intervención o
currículo basado en la escuela.
Estos mismos resultados se hallaron cuando se investigó experimentalmente la
influencia de la intervención sistémica, medida en el ámbito familiar, con el objetivo de
facilitar el desarrollo de la interacción y la comunicación social en personas con TEA,
así como, en consecuencia, tratar de reducir los componentes de la ansiedad surgidos en
el comportamiento familiar como consecuencia de los procesos de intervención
específicos de sus hijos. En este sentido, Karst et al. (2015) aplicaron un programa
coordinado en el ámbito familiar, con el objetivo de mejorar las habilidades sociales de
adolescentes con TEA. Para realizar este estudio se estableció un grupo experimental,
formado por 32 familias, compuestas por 22 cuidadoras y 10 cuidadores, así como 26
adolescentes hombres y 6 adolescentes mujeres, y por otra parte los datos se compararon
con un grupo control, formado por 32 familias, compuestas por 25 cuidadoras y 7
cuidadores, 27 adolescentes hombres y 5 adolescentes mujeres. Los resultados sugirieron
que el grupo experimental mostró una mayor autoeficacia en cuanto a la competencia
para llevar a cabo el desarrollo de las pautas de intervención sobre la interacción y la
comunicación social de sus hijos, y obtuvo efectos significativamente más beneficiosos
en el dominio del estrés familiar, en relación con el grupo control.
Cuando la intervención coordinada alcanza a la familia y la escuela, los datos se
incrementan considerablemente (Christenson y Conoley, 1992). Así por ejemplo, en un
estudio de investigación, cuyo objetivo fue facilitar la toma de decisiones respecto a las
acciones a adoptar con los niños con TEA, el cual constituye un proceso altamente
complejo en la vida diaria, que conforma un elemento clave prioritario y esencial de su
desarrollo, Schuttler (2012) realizó un estudio en el que participaron cuatro familias
(todas con madres cuidadoras) y cinco profesionales que atienden a niños con TEA de
diferentes grados o niveles de intensidad. Los resultados indicaron que la colaboración
entre docentes y familias mejoró sensiblemente la toma de decisiones sobre el
comportamiento surgido de sus hijos con TEA, pues la metodología promovía un
importante desarrollo profesional coordinado de ambos factores, familias y docentes, en
el conocimiento del funcionamiento integrado contextual de las personas con TEA, los
cuales constituían la base del análisis de los procesos de toma de decisión. Estos datos
concluyen con la importancia de considerar a las familias en calidad de co-
contribuyentes en la planificación misma de la intervención global, y también a nivel
escolar, pues permite utilizar, por un lado, el conocimiento exhaustivo que ya tienen
acerca de su hijo y sus interacciones y, lo que es más importante, una vez empoderadas,
con capacitación profesional, se convierten en elementos de una gran fortaleza y valor
para facilitar el diseño ajustado de los programas educativos regulares y/o específicos.
Desde este plan de actuación, el diseño se fundamenta en una serie de pasos, en los
cuales todos los elementos que conforman el sistema tienen que interactuar con su
8
aportación para:
Además, como afirman Dunst, Trivette y Deal (1994), y también Hodge y Runswick-
Cole (2008), las familias no solo son capaces de compartir esta experiencia, sino que
también buscan un mayor control en la relación que tienen con los profesionales, al
convertirse, debido a la capacitación profesional, en padres expertos en la identificación
de las fortalezas y limitaciones de sus propios hijos, así como en guías esenciales tanto
de las programaciones curriculares como de las intervenciones más específicas, lo que
conlleva la necesidad de planificar una intervención mediada en el ámbito global, en el
que se incluyen todos los componentes que, en una u otra medida, intervienen en el
desarrollo psicosocial y educativo de las personas con TEA:
1. El ámbito escolar.
2. El ámbito social.
3. El área sanitaria.
4. Los ámbitos de intervención específicos particulares.
9
Figura I.1. Factores intervinientes.
Lógicamente, todo este proceso solo será positivo cuando se aplique de forma
coordinada y conjunta, sobre la base de la realidad misma en la cual se lleva a cabo dicha
intervención, para lo cual es preciso tener en cuenta una formación altamente cualificada
y estructuralmente continuada de un conjunto de aspectos nucleares para la intervención:
10
demostrados en el ámbito científico de la investigación actual.
En síntesis, este manual pretende, precisamente, responder a todas estas cuestiones de
forma exhaustiva, con la finalidad de mostrar una guía general imprescindible para la
formación de todos los sectores intervinientes en el desarrollo integrado de las personas
con TEA, así como para establecer las pautas específicas que es preciso seguir en los
diferentes ámbitos de la intervención, debidamente coordinados, sobre el contexto
natural ecológico y bajo la posición teórica del modelo sistémicosocial de la
intervención.
Con el fin de facilitar la lectura del texto, a lo largo del manual se utiliza un único
término genérico normativo, cuya consideración engloba las siguientes expresiones:
alumno-alumna, niño-niña, profesor-profesora, padre-madre u otras referencias.
11
1. ÁREAS DE CAPACITACIÓN ESPECÍFICA
12
1.1.1. Delimitación conceptual
Los aspectos diagnósticos indicados, que comportan ambos criterios, han sido
recogidos bajo la consideración hipotética del «déficit» en términos conceptuales
actualizados de los estándares de «necesidad». Por este motivo, el diagnóstico se ha
estructurado en base a un continuo o niveles de intensidad, relacionados precisamente
con el grado y tipo de ayuda necesaria que requiere la persona en cada dimensión y
nivel, respecto a los dominios o competencias personales y sociales, que se configuran
como necesidad específica, con la finalidad de determinar el nivel de gravedad que estos
síntomas ejercen en la interferencia sobre las acciones de la vida cotidiana. A partir de
ello es posible deducir un determinando tipo y/o frecuencia del apoyo, que es necesario
aportar para responder, desde el punto de vista psicológico, educativo y social, a las
necesidades evaluadas de dichas personas, respecto al criterio dimensional especificado.
En este sentido, la clasificación anterior jerarquiza el proceso de diagnóstico en
relación con tres niveles o grados del continuo de levedad-gravedad de los criterios y
estándares recogidos, que conforman el concepto actualizado de espectro de la categoría
diagnóstica, que va desde el grado 1, referido al nivel de menor intensidad y menor
incidencia de necesidad de provisión de apoyos, hasta el grado 3, que constituye el nivel
de máxima gravedad y mayor nivel de necesidad de cobertura de los apoyos, en relación
con las dos dimensiones señaladas (véase tabla 1.1).
13
TABLA 1.1
Niveles del TEA
DIMENSIONES
NIVELES
1. COMUNICACIÓN E 2. INTERESES RESTRINGIDOS Y
INTERACCIÓN SOCIAL COMPORTAMIENTOS REPETITIVOS
De acuerdo con estos parámetros, las personas que se sitúan dentro de este
diagnóstico diferencial se caracterizan por la presencia de necesidades, con diferente
intensidad, en ambas dimensiones, evaluadas a partir de la observación de las
interacciones conductuales, realizadas en estrecha relación con el ambiente contextual en
el cual estas tienen lugar, de forma que se tienen en cuenta tanto las capacidades y/o
habilidades de comunicación interactiva como el desarrollo de las conductas y las
acciones espontáneas o elicitadas en relación con las demandas y exigencias del
contexto. En esta interacción pueden producirse múltiples combinaciones del continuo
que engloba al proceso de diagnóstico, tanto en relación con las dos dimensiones citadas
como entre cada grado o nivel de necesidad, de forma que, en la práctica diagnóstica,
estos niveles no son, en términos absolutos, tan precisos, persistiendo una amplia
variabilidad de continuos entre un grado y el siguiente.
Por este motivo, las características observadas, que configuran el proceso de
evaluación se sintetizan en base a los déficits evidenciados en las competencias y/o
capacidades para llevar a cabo el procesamiento perceptivo-cognitivo y sus interacciones
en el marco social. Es decir, el diagnóstico se halla caracterizado por la presencia de
particularidades específicas en relación con los procesos para percibir, seleccionar,
procesar, codificar y recuperar la información, tanto aquella procedente del medio como
aquella otra internamente almacenada, lo que, en consecuencia, acaba influyendo
también en el proceso de adquisición de un nivel perceptivo adecuado acerca de la
identidad personal, el autoconcepto, la estabilidad emocional, los componentes
motivacionales o las especificidades de memoria, así como en los diferentes niveles de
autonomía de actuación para su posterior aplicación en la realidad y la generalización de
los procesos percibidos (Ben-Itzchak, Abutbul, Bela, Shai y Zachor, 2016; Walsh,
14
Creighton y Rutherford, 2016).
En consecuencia, el perfil neurocognitivo de las personas con TEA presenta un
fenotipo característico, específicamente delimitado por los criterios que conforman el
diagnóstico, que afecta, entre otras, a las siguientes limitaciones en las capacidades
objetivables de las personas con TEA, agrupadas en torno a los siguientes criterios
estándares:
15
Las especificidades indicadas son observables, pues, a lo largo del desarrollo de las
tareas cotidianas y la realización de las funciones ejecutivas relacionadas, que se orientan
a la elaboración de metas y las acciones interpersonales, llevadas a cabo en el entorno
social.
16
como en la comunicación social interrelacionada con los interlocutores. Finalmente, el
dominio práctico se refiere ya a las habilidades que son propias de la autonomía de vida
o acciones de la vida cotidiana, así como la orientación y la inserción en el medio laboral
y la vida adulta y activa.
TABLA 1.2
Revisión conceptual del trastorno
DIMENSIONES
NIVELES 1. 2. INTERESES
COMUNICACIÓN RESTRINGIDOS Y 3. INTEGRACIÓN SEMÁNTICA
E INTERACCIÓN COMPORTAMIENTOS
SOCIAL REPETITIVOS
2 Déficit en Rituales que interfieren con Análisis parcial de los conceptos, con
habilidades frecuencia en el tendencia a establecer su significado.
sociales y de funcionamiento social.
comunicación.
17
Figura 1.2. Dimensiones y niveles del diagnóstico.
18
En esta nueva apreciación conceptual, el diagnóstico se flexibiliza en torno a una
mayor amplitud y concreción de la consideración de los síntomas que lo comportan, lo
cual permite responder a dos aspectos claves del proceso. En primer lugar, situar dentro
del diagnóstico a muchas personas que de otro modo quedarían fuera del mismo, aun
conformando criterios específicos propios, pero de nivel poco perceptible. En segundo
lugar, el concepto de espectro ampliado responde mejor a la nueva consideración de la
discapacidad en términos de niveles de necesidad y adaptación psicosocial. Esta segunda
afirmación es fundamental dentro de las teorías diagnósticas, pues permite llevar a cabo
un proceso, ya no basado en el criterio estructural, sino en función de las necesidades
específicas, de acuerdo con las respuestas objetivadas. Asimismo, al hacerlo así es
posible, en consecuencia, facilitar el diseño de los programas acordes con los procesos
evaluados de las personas diagnosticadas y, sobre todo, concretar la provisión de los
servicios psicoeducativos y sociales que puedan ser necesarios. La evaluación progresiva
de los programas, planes o medidas iniciadas determinará el camino a seguir en las
diferentes áreas y ámbitos de la intervención.
Precisamente por este motivo, las escalas de diagnóstico usuales no solo se apoyan en
los síntomas estructurales básicos que constituyen el TEA, sino que, sobre todo, se
fundamentan en el análisis del continuo de niveles que conforman los tres criterios
dimensionales diagnósticos, en términos de la amplitud y flexibilidad del criterio
analizado (véase figura 1.4).
Como se observa en la figura 1.4, la ubicación del diagnóstico refleja una puntuación
específica para cada dimensión dentro del continuo de niveles de intensidad, siendo, en
el ejemplo: interacción y comportamiento social (ICS)=1,9, comportamientos
restringidos (CR)=1,9 e integración semántica (IS)=1,7.
En efecto, para cada dimensión criterial ha sido posible situar cada uno de los
elementos o unidades sintomáticas del diagnóstico que la componen. Así, si seguimos la
estructura diagnóstica, por ejemplo del Inventario del Espectro Autista (IDEA; Rivière,
2002) o el Listado de verificación del comportamiento del TEA (ASDBC-R; Bitsika y
Sharpley, 2018), por ejemplo, la dimensión ICS concreta las unidades relativas a los
niveles de:
1. Relaciones sociales.
2. Capacidades de referencia conjunta.
3. Capacidades intersubjetivas y mentalistas.
19
Figura 1.4. Ubicación del diagnóstico.
1. Anticipación.
2. Flexibilidad.
3. Sentido de la actividad.
4. Ficción e imaginación.
5. Imitación.
6. Suspensión de la actividad.
20
1. Trastornos para la comprensión de las unidades conceptuales.
2. Déficits para la reconstrucción de significantes.
3. Dificultades para la jerarquización de categorías conceptuales.
4. Trastornos para el desarrollo de relaciones (nodos) interconceptuales.
5. Trastornos para el establecimiento de relaciones (nodos) entre categorías.
6. Déficit para la recuperación de la información en términos de significados.
TABLA 1.3
Evaluación de la dimensión de IS
1.4. Comprensión de una unidad conceptual, pero tendencia a subdividir la unidad en sus partes. 2
21
1.5. No hay déficit cualitativo. 0
2.4. Reconstruye las partes del estímulo con la ayuda de relaciones creadas propiamente. 2
3.3. Para establecer la pertenencia de una unidad a su categoría precisa ayuda externa. 4
4.2. No crea relaciones, pero comprende las similitudes y diferencias entre conceptos. 6
4.4. Genera relaciones entre dos conceptos que han sido previamente aprendidos. 2
4.5. No hay limitación para el desarrollo de relaciones entre dos conceptos nuevos. 0
5.1. No tiene comprensión de relación entre categorías formadas por unidades conceptuales diferentes. 8
5.2. Comprende las dos categorías diferentes, pero no es capaz de atribuir una relación. 6
22
6.1. Hay recuperación de la información, pero es muy limitada. 8
23
1.2.2. Comorbilidad del trastorno del espectro autista y los
trastornos psicológicos y psiquiátricos
24
constituir un marcador neurofisiológico altamente potencial para la configuración de la
especificidad de las personas con TEA.
Goldman et al. (2017) comparan un grupo de 28 jóvenes y adultos con TEA, en
relación con 13 individuos de desarrollo típico, y observan, igualmente, que el grupo de
las personas con TEA mostraron latencias del sueño más largas y mayores dificultades
para conciliar el sueño que las personas del grupo control, lo que les permitió deducir
que dichas alteraciones son debidas a elementos de carácter sensorio-multifactorial y no
únicamente a factores de tipo fisiológico.
Del mismo modo, han sido analizados los niveles de la frecuencia de
hiperselectividad a la alimentación y la presencia de indicadores de deficiencia
nutricional en 22 niños con TEA, relacionados con un grupo control homólogo de
desarrollo típico (Zimmer, Hart, Manning-Courtney, Murray, Bing y Summer, 2012).
Los resultados de este estudio revelan que los niños con TEA comían con una frecuencia
de menor número y menor tipo de alimentos que sus iguales del grupo control (33,5 de
promedio de alimentos, en relación con 54,5 de promedio respectivamente, p≤0,00), así
como que los niños con TEA presentaban un promedio de ingesta de magnesio,
proteínas, calcio, vitamina B12 y vitamina D significativamente más bajo que sus iguales
del grupo control de desarrollo típico (p≤0,00).
Vohra, Maldhavan y Sambamoorthi (2017) confirman los datos relativos a la
presencia de una comorbilidad significativa en las personas con TEA. De acuerdo con un
estudio retrospectivo realizado en 2000-2008, para un n=1.772 personas adultas con
TEA, de edades comprendidas en un rango de 22-64 años, hallaron que las personas con
TEA presentaban tasas significativamente más altas de comorbilidad psiquiátrica (81 %),
epilepsia (22 %), infecciones (22 %), trastornos de la piel (21 %) o deficiencias auditivas
(18 %), que sus homólogos del grupo de desarrollo típico.
Rosa, Puig, Lázaro y Calvo (2016) compararon las tasas de la presencia de trastornos
psiquiátricos en 50 niños y adolescentes con TEA, comparadas con 24 de sus hermanos.
El grupo control estaba formado por 32 niños de la población general, comparando la
muestra con 22 de sus hermanos. Los resultados concluyeron que los niños y
adolescentes y sus hermanos con TEA presentaban tasas significativamente más altas en
TDAH que los participantes del grupo control. En conclusión, el grupo de personas con
TEA presentaba al menos un trastorno psiquiátrico (X 2=16,11, p=0,00), o dos trastornos
(X 2=7,18, p=0,00), en comparación con el grupo control. En cuanto al tipo de trastorno,
hallaron que el de mayor prevalencia es, asimismo, el TDAH (X 2=15,31, p=0,00),
seguido de los trastornos de ansiedad (X 2=4,76, p=0,01). Por su parte, los hermanos de
las personas con TEA indicaron una tasa más elevada de trastornos psiquiátricos que los
hermanos del grupo control (X 2=4,74, p=0,02). Incluso encontraron que existe una alta
relación de la comorbilidad con el nivel socioeconómico de las familias y el nivel de
coeficiente de inteligencia de las personas con TEA analizadas, de forma que estos dos
criterios se convierten, según sus autores, en altos factores de riesgo en relación con
25
estos hallazgos.
Sin embargo, esta relación de comorbilidad entre el TEA y los componentes de la
esquizofrenia no parece clara. Lugo et al. (2018) hallaron que el porcentaje de
comorbilidad relacionado entre el TEA y la esquizofrenia es sensiblemente bajo (6 %),
conformando ambos dos trastornos mutuamente excluyentes. Asimismo, Maddox et al.
(2017) encontraron falsos positivos de relaciones de las personas con TEA con los
comportamientos psicóticos de hasta el 30 % en una prueba específica relevante, como
es el Autism Diagnostic Observation Schedule (ADOS-2) (Lord et al., 2012),
concluyendo que de las 13 personas, de un total de 75 analizadas, que cumplieron los
criterios para la presencia del TEA, tan solo una presentó psicosis comórbida, mientras
que los 12 participantes restantes tenían un trastorno del estado de ánimo u otra
condición psiquiátrica. Estas deducciones confirman que, más allá de las características
que los autores indican en su estudio acerca del test ADOS-2, las medidas realizadas
sobre las dificultades de interacción social no son específicas del TEA, particularmente
cuando son evaluadas en contextos clínicamente complejos.
Ojea (2018a, op. cit.; 17-19) hace referencia concreta a estas formas específicas de
procesamiento perceptivo-cognitivo, integrando los presupuestos hipotéticos teóricos
anteriores:
26
3. La ejecución de la actividad relativa a la memoria de trabajo, la cual precisa
desarrollar una actividad constante, con el fin de mantener activa la selección de la
cantidad de la información en el sistema de la memoria permanente. Para ello es
necesario codificar solo aquella información relevante, lo que se hará en base a la
relación establecida entre los contenidos previamente adquiridos y los nuevos
aprendizajes y, en consecuencia, poder rechazar la información considerada no
relevante. Pero en este aspecto, al presentar las personas con TEA limitaciones en
el proceso de creación automática de nexos o relaciones entre ambas
informaciones cognoscitivas, el proceso de ejecución de su memoria de trabajo se
halla altamente limitado.
4. La monitorización continuada, la cual está relacionada con la supervisión y
seguimiento de las acciones o ejecuciones iniciadas. Al ser necesario un proceso
sistemático de aprendizaje, debidamente estructurado, en base a la planificación
ejecutiva sobre la realización práctica de las múltiples conductas, el proceso de
monitorización se convierte en un elemento esencial de dicha construcción, no
solo respecto a los ensayos de conducta en el contexto de aprendizaje, sino
también, sobre todo, en relación con las tareas de seguimiento de la efectividad de
dichos aprendizajes, cuando estos son aplicados en las diferentes situaciones de la
vida cotidiana.
5. Los procesos de inhibición conductual o de control cognitivo de una respuesta o la
demora de la misma, en espera de una ejecución autónoma, debidamente orientada
hacia un objetivo predeterminado, dejando en suspenso una acción concreta en
beneficio de otra conducta de carácter más prioritario. No obstante, las
limitaciones en este aspecto se sitúan en el carácter de la atribución de la prioridad
de una determinada conducta o comportamiento, ya que al estar dicha atribución
relacionada con el nivel de los aprendizajes previos, cualquier limitación en el
desarrollo de dichas relaciones o claves entre los contenidos genera errores
importantes en la consideración de esta prioridad, pudiendo concederse, en un
determinado momento, la prioridad a un elemento o conducta que pudiera ser
irrelevante en el contexto, o bien considerar como irrelevante una conducta
prioritaria en esa misma situación.
Estas particularidades influyen, y a su vez están influidas, por aspectos básicos del
funcionamiento perceptivo-cognitivo desde la edad más temprana, en relación a:
1. La capacidad de imitación.
2. Los aspectos atencionales.
3. La capacidad de autorrepresentación y la representación de los demás.
4. La capacidad para la resolución de problemas de ToM.
27
1.3.1. Procesos de imitación
28
el aprendizaje y cuáles no, siendo precisamente en esta variable cuando las personas con
TEA presentan sus mayores limitaciones. Pero, además, la imitación, al igual que
cualquier otro proceso psicológico, no actúa aisladamente en el sistema cognitivo, sino
que forma parte de un conjunto de interacciones activas y continuas entre los diferentes
mecanismos cerebrales, que se influyen mutuamente por la misma interacción, por lo
que, al verse limitada la imitación, se ven influidas las demás particularidades
atencionales, así como también la representación de las acciones y la representación del
self personal.
Los déficits en los procesos de imitación, que se producen durante las interacciones
espontáneas con el contexto interactivo próximo, derivan en los déficits de los procesos
atencionales básicos, específicamente referidos a las limitaciones en la atención
conjunta, las cuales pueden deberse, a su vez, a las particularidades del procesamiento
perceptivo-cognitivo anterior, como ha sido explicado por la teoría de la coherencia
central cognitiva o capacidad de centración en los detalles particulares de las
percepciones realizadas. Esta particularidad cognitiva ayuda a comprender por qué las
personas con TEA tienen limitaciones para realizar una comprensión global de las
acciones percibidas, conceptos o estados emocionales, afectando, evolutivamente, a la
comprensión del estado emocional del otro y del propio (ToM) y, por tanto, alterando el
desarrollo de las funciones ejecutivas sobre una base explicativa neuronal. Estas
afirmaciones, propuestas por la teoría de la coherencia central, han sido investigadas
ampliamente. Ploog, Banerjee y Brooks (2009) investigan las limitaciones de las
personas con TEA en tareas atencionales, para centrarse en los contenidos y significados
globales de los estímulos. En su estudio compararon el funcionamiento atencional ante
componentes prosódicos y contextos con significados de nueve niños con TEA, frente a
igual número de niños de desarrollo típico, que formaron el grupo control. Los datos
resultantes indicaron que los niños con TEA atendían por igual ante los diferentes
contenidos y las características prosódicas de los estímulos, mientras que los niños y
niñas del grupo control mostraron claras preferencias por el contenido frente a la
prosodia de los textos. Estas observaciones muestran los patrones inusuales en las
personas con TEA, en relación a los componentes atencionales, relacionados con la
sobreselectividad de los estímulos y la coherencia central de carácter débil, caracterizada
por la centración en las partes de los estímulos y un funcionamiento perceptivo
específico.
Vaidya, Foss-Feig, Shook, Kaplan, Kenworthy y Gaillard (2011) examinaron la
anatomía funcional de la atención a los estímulos sociales y no sociales en la infancia de
niños con TEA mediante pruebas de resonancia magnética. A nivel cerebral, se observó
que durante la distracción de la atención al estímulo, por su interferencia, se producían
29
interacciones con la actividad en la región frontotemporal, mientras que durante la
facilitación de la atención, en los participantes del grupo control de desarrollo típico, las
regiones asociadas con la atención a la mirada se relacionaban con la activación del
surco temporal superior izquierdo. Así, mientras que en los niños con TEA durante el
período de interferencia se activaba el córtex prefrontal dorsolateral izquierdo, en los
participantes del grupo control se asoció con el desarrollo temporal medio. Estos
hallazgos permiten establecer una anatomía funcional atípica en las personas con TEA
durante el procesamiento espontáneo de los estímulos sociales y no sociales que requiere
un compromiso atencional para facilitar su aprendizaje.
En efecto, también Kimhi, Shoam-Kugelmas, Agam Ben-Artzi, Ben-Moshe y
Bauminger-Zviely (2014) demostraron cómo las dificultades de los preescolares con
TEA, en la ejecución de tareas de ToM y las actividades de desarrollo de la función
ejecutiva, se hallaron estrechamente relacionadas. En su estudio experimental han
participado 29 niños con TEA, de nivel intelectual medio, de 3-6 años de edad. Las
actividades realizadas consistieron en un bloque de tareas de planificación, a través de
medidas de cambio cognitivo, y otro bloque de actividades de ToM, mediante tareas de
predicción de falsas creencias afectivas y de ubicación. Los resultados mostraron que la
mayoría de las medidas obtenidas, tanto en tareas ejecutivas como en actividades de
ToM, son significativamente superiores en los niños con desarrollo típico, en relación
con sus iguales con TEA. En efecto, se mostró la presencia de una alta correlación entre
las tareas de ToM y las tareas ejecutivas funcionales, de forma que las tareas realizadas
de habilidades de planificación correlacionaron con las habilidades de predicción en
tareas de ToM, tanto en referencia a la ubicación inesperada como en actividades de
falsas creencias. Asimismo, el grupo de niños con TEA, que obtuvo mejores niveles de
planificación en tareas ejecutivas, mostró también mayores niveles en las capacidades
para facilitar una respuesta explicativa sobre las tareas de ToM de falsas creencias. El
análisis de regresión jerárquica para determinar las variables predictoras de la
contribución de la influencia de la habilidad de planificación sobre las tareas de ToM
indicó las variables estimatorias de esta contribución:
Cabe destacar en estos análisis que el grupo control, formado por niños de
funcionamiento típico, mostró siempre mayores habilidades en ToM, mientras que el
grupo de niños con TEA mejoró sus respues-tas ToM progresivamente, en la medida en
que se facilitaron explicaciones sobre las situaciones demandadas.
30
1.3.3. Autorrepresentaciones
Frye (2000) señala que, para poder obtener la capacidad efectiva de respuesta ante un
problema determinado, es necesario disponer de una capacidad de razonamiento
específico sobre esa misma habilidad. Para desarrollar esta capacidad es necesario que
los niños observen, analicen y reflexionen sobre las acciones de los protagonistas, para
poder aprender a generar planes de acción intencional específicos de cara a la resolución
de un problema planteado. En este sentido, también Atance et al. (2010) confirmaron
que, para aumentar la efectividad en la resolución de los problemas planteados por las
tareas de ToM, es necesario dotar a los niños preescolares de las mayores oportunidades
y experiencias acumuladas de las acciones-testigo del aprendizaje-objetivo, seguidas de
los procesos continuados de evaluación de los conocimientos acumulados, para seguir en
la línea del desarrollo programático cada vez de mayor complejidad.
31
más comúnmente recogidos por los estudios y pruebas de diagnóstico. En este sentido,
se han sucedido diferentes investigaciones con la finalidad de concretar las
características sociales del concepto de espectro, así como las consecuencias que estas
tienen en el ámbito interactivo.
Duvekot et al. (2017) realizaron, al respecto, un estudio basado en la consideración
del TEA desde el concepto de espectro social, en cuanto constituye un continuo de
limitaciones en el ámbito de la dimensión social, que es un criterio fundamental de la
varianza explicativa del diagnóstico y está influenciado por diferentes factores: el
aspecto individual, el factor familiar y el ámbito social. Desde la perspectiva individual,
la heterogeneidad existente de características propias de las diferencias de intensidad del
continuo, así como las diferencias emocionales y/o conductuales particulares, influyen
decisivamente en la conformación del espectro social, que dan forma al subtipo de la
persona. A nivel familiar, el hecho de tener un hijo con TEA genera, desde luego, un alto
impacto de estrés intrafamiliar, que afecta al funcionamiento interactivo del conjunto de
la familia y, por tanto, al desarrollo posterior de la propia persona diagnosticada, al
depender precisamente de esta atención. En el factor social, las consecuencias, tanto en
términos de servicios y ayudas sociales o sanitarias, de inserción a la vida adulta y el
empleo, como aquellas derivadas de los costos económicos, son elementos
fundamentales, que requieren una planificación exhaustiva que dé respuesta a la
concreción de una planificación adecuada. Así, en su estudio de investigación, realizado
con 1.281 niños con TEA de 2,5 a 10 años de edad, los autores mostraron que el criterio
social que comporta el diagnóstico del trastorno presenta una heterogeneidad
multifactorial, a la vez que se produce una alta interacción de los tres factores señalados
anteriormente en la observación del espectro social, que es una característica específica
del TEA.
Locke, Williams, Shih y Kasari (2017) observan, asimismo, que la dimensión social,
en términos de continuo, conforma un criterio específico claramente diferencial del
diagnóstico. No obstante, concluyen que algunos niños con TEA obtienen resultados en
pruebas de tipo social que son consistentes con los iguales de grupo normotípico. En su
trabajo de investigación, en el cual participaron 148 niños con TEA de educación
primaria de 130 aulas, correspondientes a 47 escuelas públicas diferentes, intentaron
hallar tanto las características estables que forman parte de la dimensión social del TEA,
es decir, aquellos criterios que son más consustanciales al individuo y tienen menos
probabilidad de ser cambiados, como aquellas otras características más maleables o que
son más susceptibles de poder ser mejoradas durante el desarrollo. Los resultados
demostraron que hay un conjunto de factores maleables que son predictores
significativos de las limitaciones sociales de los niños con TEA, en base a un continuo
de los déficits, los cuales pueden ser modificados mediante procesos debidamente
planificados, permitiendo mejorar el espectro social sintomático, tales como son el
número de alumnos por clase, las relaciones establecidas o inducidas en los recreos del
32
colegio, o la red social de pertenencia, esto es, las amistades y su influencia. Otros
factores de carácter ya estable (con nula o poca probabilidad de cambio) también han
mostrado su importante influencia en el grupo social sintomático del TEA, como son la
edad, el sexo, el nivel de potencial de aprendizaje y la capacidad de procesamiento
intelectual.
Por este motivo, Ledford, King, Harbin y Zimmerman (2018), al describir más de 250
diseños planificados para la atención de estudios individuales con TEA, analizados en
113 artículos, concluyen que, debido a la heterogeneidad del concepto y la consideración
de la dimensión social, la efectividad de las intervenciones educativas es muy dispar, y
aunque la efectividad de los tratamientos alcanzó al 75 % de los participantes recogidos
en los diferentes estudios, las tasas de éxito diferencial de los programas ha sido muy
diferente. Así, los programas para mejorar las habilidades sociales, basados en las
modificaciones ambientales y el entrenamiento en estas habilidades sociales en el
contexto, fueron altamente efectivos; sin embargo, los programas fundamentados en
intervenciones basadas en vídeos o la preparación entre pares de iguales han sido menos
exitosos. Independientemente de la conclusión anterior, la cual es muy discutible, como
se mostrará en un apartado posterior de este manual, uno de los aspectos más
significativos es el hallazgo empírico de la consideración del concepto sintomático del
espectro social situado dentro de una visión holística de la conceptualización del TEA.
Hutto (2017) va más allá y equipara la concepción del espectro a la conformación de
una cultura propia específica de las personas con TEA. En este sentido, realizó un
estudio empírico con el objetivo de determinar una configuración global de la
consideración del continuo en el diagnóstico de las personas con TEA, fundamentado en
la teoría ecológica de los sistemas o mesosistemas (Bronfenbrenner, 1976, 1977a, b,
1979, 1992). Esta teoría se apoya en el sinónimo de la concepción teórica de las culturas
y el desarrollo cultural de los individuos, analizado a través de las interacciones, con el
postulado básico de que la influencia de los ambientes naturales sobre los diferentes
factores sociales es la principal fuente de influencia en el comportamiento humano en
general. En el estudio han participado diez personas con TEA, seis de las cuales estaban
emancipadas socialmente, mientras que cuatro siguieron con su vida ordinaria, con sus
familias; además aportaron datos al estudio otros 26 educadores, entre ellos siete
administradores, tres médicos, tres pastores de la iglesia, tres jueces, dos psicólogos y
dos trabajadores sociales. Las conclusiones del estudio indicaron que las personas con
TEA realizan un modo particular de interacciones sociales y de interpretación de los
estímulos y eventos con los que interaccionan, que es sensiblemente diferente en
relación con sus iguales del grupo control con desarrollo típico, conformando, en este
sentido, una cultura propia, configurada de manera específica, al lado de la cultura de sus
compañeros y compañeras iguales participantes en la interacción. Estos datos eran
precisos y hacían referencia tanto a los entornos más inmediatos, como son la familia y
las amistades, como al exosistema más alejado, esto es, la escuela y la comunidad.
33
Precisamente, esta consideración de las personas con TEA, en calidad de una cultura
propia, confirma el motivo por el cual los programas y planes globales, llevados a cabo
en el ámbito natural, muestran una efectividad mayor en la consecución de los objetivos
que cuando dichos programas se basan exclusivamente en la mejora de los componentes
individuales, bajo la concepción clínica de la persona que presenta esta particularidad
(Berger, 2011; Creswell, 2013). Así pues, la intervención psicoeducativa y social, desde
esta perspectiva, ha de basarse en la formación y el entrenamiento de todos los
intervinientes en el proceso educativo, con la finalidad de influir sobre los ambientes
cotidianos, funcionales, que son naturales y con significado para las personas con TEA a
las que va dirigida dicha intervención.
En esta consideración del espectro cultural es necesario, entonces, tener en cuenta las
interacciones entre todos los componentes sociales participantes en el funcionamiento
interactivo: familia, escuela, servicios sociales, sanitarios, etc., siguiendo esta propuesta
holística y global del desarrollo (Ryan, Fraser-Thomas y Weiss, 2018). Al hacerlo así,
son observables no solo las mejoras en los aspectos personales de las propias personas
con TEA, sino que además mejoran las interacciones sociocontextuales de todos los
factores intervinientes que giran a su alrededor, lo que, precisamente por ello, mejora la
convivencia y, por tanto, las interacciones de todos (Robinson, Howin y Russell, 2017).
34
1. Análisis de los mapas de los rasgos, que permiten la percepción inicial (input) del
estímulo a través del análisis de las características físicas o atributos particulares o
unidades del estímulo.
2. Las zonas de convergencia analítica, que se corresponden con el análisis de los
rasgos asociados comprensivos del estímulo, lo que implica el primer grado de
atribución conceptual del estímulo inicial.
3. Las zonas de convergencia holística, las cuales permiten analizar las múltiples
propiedades analíticas que contiene el estímulo, con el fin de generar una
percepción global o de conjunto del estímulo y su relación o ubicación en el
contexto.
4. Las zonas de convergencia de modalidad, que recogen las características comunes
asimiladas de las zonas de convergencia analítica y holística anteriores, con el fin
de acceder a la base de la creación de una categoría conceptual que recoja las
unidades conceptuales analizadas anteriormente.
5. Finalmente, la existencia de zonas de convergencia transmodales o intermodales,
las cuales facilitan la interrelación entre categorías de diferentes conjuntos de
conceptos, que han sido diferentes y previamente construidas durante el proceso
perceptivo-cognitivo de aprendizaje.
De manera gráfica, Ojea (2018c, op. cit.; 20) muestra una figura ilustrativa de la
estructura del proceso serial que define el desarrollo de la teoría topográfica, desde la
primera hasta la quinta fase procesual (véase la figura 1.5).
35
Figura 1.5. Topografía conceptual base.
36
Este modo de procesamiento particular de las personas con TEA, añadido a las
características de la configuración actual del currículo, conlleva limitaciones importantes
para el afrontamiento escolar en dichas personas, tanto en tareas de comprensión lectora,
relacionadas con la percepción y codificación de los significados, la elaboración de
textos comprensivos o historias sociales, como para la realización de actividades de
resolución de problemas en los diferentes ámbitos tecnológico-matemáticos.
Nguyen, Leytham, Schaefer y Gelfer (2015) profundizan en las fases que ha de seguir
el proceso de enseñanza-aprendizaje adaptado para favorecer el aprendizaje de la lectura
comprensiva en niños y niñas con TEA, y proponen cinco pasos básicos para facilitar su
aprendizaje:
37
formado por 43 iguales con desarrollo típico y 30 docentes-orientadores, de diferentes
centros de educación superior de Bélgica, analizaron la importancia de las interacciones
durante el proceso de adquisición de las habilidades propiamente individuales. En su
estudio comprobaron, en efecto, la presencia de las características específicas del
aprendizaje en las personas con TEA, relacionadas con sus limitaciones en la
comprensión social, la comunicación verbal y no verbal, la sensibilidad extrema a los
cambios o las dificultades para diferenciar lo principal de lo secundario, debido,
básicamente, a la centración en los detalles de la información. Pero al desarrollar estas
facetas individuales, los autores inmediatamente afirman que estas limitaciones pueden
ser debidas no solo a las particularidades individuales que conforman el diagnóstico de
las personas con TEA, sino también, y sobre todo, a los métodos actuales del
funcionamiento y diseño curricular, así como a los modos de evaluación actualmente
existentes.
También Marsh (2015) propone, respecto a este tema, un conjunto de medidas
psicopedagógicas para reducir las limitaciones del procesamiento que presentan los
estudiantes con TEA para afrontar con éxito las tareas curriculares. El autor señala, en
efecto, una serie de normas, apoyadas en los principios básicos del aprendizaje adaptado,
como es el uso de estrategias visuales, los apoyos específicos y las modificaciones del
currículo, pero incide especialmente en que estas modificaciones del currículo han de
englobar al conjunto del medio o contexto en el que estas se desarrollan, coincidiendo
con la línea sistémica de la hipótesis conceptual, entendiendo estas particularidades
dentro de una cultura propia, expuesta en el apartado anterior, sobre la cual es necesario
actuar.
Johnson, Fleury, Ford, Rudolph y Young (2018) apuntaron a un nuevo modelo de
paradigma didáctico para responder a las necesidades de aprendizaje indicadas,
señalando la efectividad de una enseñanza-aprendizaje, basada en las prácticas realizadas
en el propio entorno natural, de manera que, en conclusión, son precisamente los
entornos escolares los que, en mayor medida, deben modificarse y adaptarse a las
necesidades específicas descritas. Su revisión, realizada en 113 estudios acerca de la
aplicación de prácticas, basadas en la escuela, de los EBP (Evidenced-Based Practices),
arrojaron una luz sobre un cambio cultural de la escuela, basado en la responsabilidad
del cambio sobre las instituciones educativas, en cuanto conforman la calidad del
elemento esencial para la adaptación a todos los modos de procesamiento, también al
modo de aprendizaje de las personas con TEA, si se persigue una escuela en y para la
diversidad del alumnado.
Asimismo, Wei, Yu, Shattuck y Blackorby (2017), a través de un estudio
longitudinal, realizado sobre los modos de funcionamiento del aprendizaje para la
adquisición de contenidos en matemáticas avanzadas en las escuelas de educación
secundaria de Estados Unidos, sugirieron que aquellos estudiantes con TEA que habían
recibido una metodología avanzada en un entorno natural, sobre los principios de la
38
educación inclusiva y adaptando el proceso global de aprendizaje, mostraron mayores
probabilidades de una especialización posterior en el campo de la ciencia, la tecnología,
la ingeniería y las matemáticas (STEM).
Ruppar, Fisher, Olson y Orlando (2018) registraron, a través de un estudio basado en
el análisis de iniciación a la lectoescritura en 8 estudiantes con necesidades específicas,
llevado a cabo durante 48 horas de observación, mediante un instrumento usual de
alfabetización. 52 características fundamentales, entre las cuales destacan:
Los resultados mostraron, efectivamente, que los participantes del estudio, cuyos
procesos de aprendizaje tenían lugar en entornos ordinarios naturales, al lado de sus
compañeros de desarrollo típico, tenían diez veces más probabilidades para alcanzar un
proceso lectoescritor inicial efectivo; además, añadieron que cuando el proceso se
realizaba en ambientes específicos exclusivamente, este daba lugar a una variedad de
formas de alfabetización, también diferenciadas, que se desviaba del objetivo inicial y no
ayudaba al proceso inicialmente propuesto de aprendizaje.
Lee, Wehmeyer y Shogren (2015) realizaron un metaanálisis de 15 estudios de caso,
con la finalidad de analizar la efectividad de las técnicas de enseñanza-aprendizaje,
basadas en el modelo de aprendizaje de autodeterminación, denominado Self-Determined
Learning Model of Instruction, el cual ha sido apoyado en la práctica de la formación
específica para los educadores, en relación con el aprendizaje de metodologías, técnicas
y estrategias para los estudiantes con necesidades específicas, con el objetivo de
aprender a trasladar a los estudiantes técnicas de aprendizaje autorregulado, conducente
a una cada vez mayor autodeterminación en el logro de sus objetivos académicos y
funcionales, medidas de autoorientación para la transición y acceso a nuevos estudios,
así como para facilitar la inserción en la vida activa. Los resultados del análisis se suman
a estas hipótesis de trabajo, ya que se hallaron puntuaciones significativas relacionadas
con la efectividad de la implementación del modelo indirecto aplicado en el entorno
contextual ordinario, facilitando importantes avances en el desarrollo académico y
funcional de los estudiantes con necesidades específicas. Estas conclusiones sitúan la
educación dentro de la línea de la intervención indirecta, sobre la base de la formación
de los profesionales intervinientes, cuyas aplicaciones programáticas han de realizarse
sobre el ambiente natural de las interacciones que les son propias.
Las consecuencias generales para la política educativa son evidentes. Se hace, pues,
39
necesario y urgente la transformación de los principios del currículo existentes en la
actualidad, en cuanto a la determinación de los diseños curriculares, así como el tipo de
apoyos globales, los cuales han de estar enmarcados dentro de un sistema de aprendizaje,
que ha de ser diverso, en su adaptación para todos sus integrantes, pero desarrollado
dentro de uno o varios modelos metodológicos, que permitan el desarrollo de esa
respuesta en la diversidad dentro del mismo espacio y el ambiente común.
40
2. CAPACITACIÓN EN EL ÁMBITO ESCOLAR
Coates, Lamb, Bartlett y Datta (2017) realizaron un estudio relacionado con los
contenidos, que comprenden 101 programas de formación para los docentes que trabajan
con estudiantes con TEA, y concluyen que es urgente trabajar en el rediseño de los
programas para la mejora de las prácticas de los docentes en el ámbito de la educación
de las personas con necesidades educativas especiales. En este estudio concluyeron,
además, que tanto la atención a la diversidad como los procesos inclusivos llevados a
cabo no son solo componentes esenciales del sistema educativo, sino que forman parte
de la base para la formación de una ciudadanía responsable. Para ello, añaden, es
necesario que la formación de los profesionales ocupe un lugar fundamental en la
atención a la diversidad del alumnado, basada en cinco ejes principales:
41
con estudiantes con TEA en el ámbito escolar.
42
regulares, entre los docentes regulares y de apoyo, entre los profesionales externos
de las asociaciones, el personal de la administración y servicios y las familias.
2. La necesidad prioritaria de potenciar una formación y capacitación profesional
para el personal escolar y el conjunto de los factores mencionados en el punto
anterior.
3. La necesidad de crear una cultura escolar de cambio, que conceptualice la
diversidad como un elemento de aceptación y enriquecimiento dentro del entorno
escolar.
43
naturales. Las conclusiones generales resaltaron la importancia de la formación y la
capacitación profesional cuando se utiliza como elemento básico la mediación y la
colaboración entre los docentes y las familias, en los hallazgos relacionados con las
mejoras significativas, relacionadas con el desarrollo de las conductas adaptadas y la
adquisición de habilidades de interacción y comunicación social en estudiantes con TEA.
Kraemer, Cook, Browning-Wright, Mayer y Wallace (2008) realizaron una
evaluación de los efectos de la formación y la potenciación profesional de los docentes,
con el objetivo de mejorar la calidad educativa en la atención a las personas con TEA, a
través de un programa universitario de formación de posgrado. Las pruebas de
evaluación intraindividuales indicaron que la capacitación profesional mejoró
significativamente la calidad objetiva de los planes de apoyo destinados a establecer
pautas de comportamiento positivo. El estudio concluyó que la formación recibida para
mejorar el Positive Behavior Support (PBS), realizada durante seis horas, mejoró
sensiblemente la calidad de dicho programa, habiéndose obtenido puntuaciones de
mejora del plan altamente significativas: r=0,86, p=0,001. Las variables influyentes más
significativas encontradas durante el estudio fueron las siguientes:
44
y contenidos de la enseñanza.
2. En el área de la transición a la vida activa y el empleo.
Torres, Farley y Cook (2012) concluyeron que los docentes de apoyo, a pesar de sus
esfuerzos por poner en práctica procesos de intervención ajustados a los estudiantes con
necesidades educativas específicas y lograr las metas planificadas, sin embargo no
lograron los resultados o expectativas esperadas. Por ello, los autores propusieron un
conjunto de evidencias prácticas específicas, en forma de guías, para mejorar la atención
escolar de las personas con necesidades específicas de apoyo educativo, a través del
programa basado en la escuela: Evidence-Based Practices (EBP). La implementación del
programa se ha realizado mediante la relación directa entre los contenidos curriculares y
las prácticas de campo, a lo largo de diez pasos:
45
Ahondando en los procesos de inclusión, McConell y Ryser (2006) realizaron un
estudio para mejorar el proceso inclusivo de niños con TEA en educación infantil, de 2-5
años de edad, basado en las siguientes técnicas:
46
2. Los métodos de enseñanza-aprendizaje son altamente aburridos, basados en
explicaciones expositivas, tradicionales, a los que les falta una enseñanza activa,
funcional y práctica, en la que los estudiantes sepan construir, por sí mismos, los
contenidos de aprendizaje.
3. La presencia de planes de estudios muy superficiales, realizados de modo
tradicional, centrados exclusivamente en el método específico de la materia
concreta, con un nivel muy bajo de aportaciones de la psicología educativa.
4. El trabajo docente es de carácter básicamente aislado, en sectores individuales o,
como mucho, realizado por secciones departamentales, sin trabajos de equipo,
establecidos en base a los objetivos previamente delimitados.
5. La ausencia de trabajos de campo, el cual se halla separado del continuo curricular
aplicado.
47
Myles et al. (2005) establecieron, asimismo, una guía para la formación de los
docentes, con la finalidad de acercarles en la comprensión conceptual de las necesidades,
habilidades y desafíos de los estudiantes con TEA, que participaban en entornos
inclusivos, en relación con los siguientes elementos nucleares de la formación:
48
6. Generar un ambiente de tranquilidad y de seguridad, proporcionando información
continuada sobre el proceso educativo que está en marcha.
7. Facilitar los reforzadores sociales y/o físicos, respecto a los intentos de realización
de las actividades propuestas, explicando con antelación y explícitamente el
motivo del refuerzo.
El segundo paso está relacionado con la coordinación entre los docentes y las
familias. En este paso se indica que es fundamental mantener una relación continuada y
activa sobre acuerdos conjuntos, en relación con las actividades curriculares y de tipo
social, así como en relación con la evaluación del progreso y el análisis de cualquier
dificultad que surja, manteniendo reuniones continuadas, al menos una vez al mes, para
la reflexión sobre la dinámica implementada.
El tercer paso consiste en preparar la dinámica de la propia clase. En este sentido se
destacan aspectos básicos, tales como la ubicación espacial y la reducción de
estimulación que pueda ser un distractor de la atención de la clase, tratando de procurar
en todo momento la máxima confortabilidad de los estudiantes.
El cuarto paso hace referencia a la educación/formación de los compañeros iguales,
tanto en el conocimiento de las características del TEA como en la delimitación de los
objetivos socialmente previstos en los que participarán. En este aspecto, es destacable
afirmar que las interacciones sociales con los iguales constituyen un elemento
fundamental, no solo del proceso de desarrollo de los aspectos sociales, sino también de
la mejora de los aspectos propiamente académicos, que es donde se pueden absorber, por
imitación, las conductas espontáneas, las propuestas de resolución de problemas, las
acciones y reacciones ante las situaciones, lo que favorece la creación de estrategias en
todos sus participantes, incluidas las personas con TEA. Por supuesto, en cuanto al nivel
de desarrollo de los componentes propiamente sociales, los beneficios de la formación
de los iguales son evidentes, ya que muchas de las interacciones se producen fuera del
ámbito del entorno de la clase, cuyos comportamientos están sometidos a múltiples
variaciones, que los estudiantes con TEA pueden no comprender y, en consecuencia,
rehusar, por lo que es aconsejable crear subcomisiones de iguales rotativos para ayudar
durante los procesos menos formales y evitar en lo posible, o al menos reducir, la falta
de estructuración comprensiva durante las relaciones establecidas con el grupo de
amigos y amigas.
El quinto paso lo conforma la colaboración durante el desarrollo de los programas
educativos específicos, dentro de los cuales destacan los IEP, que constituyen equipos
multidisciplinarios, debidamente coordinados, entre los docentes regulares y de apoyo,
así como entre estos y las familias, tanto respecto a la planificación de los procesos de
evaluación como al diseño de los objetivos curriculares y el seguimiento del proceso,
con el objetivo de llevar a cabo la tarea educativa en el marco de la escuela inclusiva.
El sexto y último paso está configurado por la gestión de los cambios
49
comportamentales, ya que los estudiantes con TEA pueden sentir la escuela como un
ambiente altamente estresante, debido a las dificultades que tienen para:
1. Evaluación inicial de las necesidades específicas del niño con TEA, las
interacciones con su familia y las necesidades sociales individuales y familiares.
2. El desarrollo y planificación de los objetivos iniciales y el diseño del proceso de
evaluación consecuente.
3. La intervención conjunta, indicando la modalidad de apoyo cooperativo entre
dichos factores intervinientes.
50
capacitación realizada en los docentes para el diseño de planes de intervención y su
implementación práctica.
De acuerdo con estas premisas, desde la perspectiva escolar la capacitación docente
ha de abarcar diferentes líneas de formación básica, entre las cuales cabe destacar la
formación específica en el nivel de actuación individual de las personas con TEA, así
como en los niveles de intervención en el aula y en el centro, debidamente articulados
dentro de la dimensión social de la intervención.
Stewart (2003) desarrolló una guía para la formación de docentes y familias en el
ámbito de la intervención individual con estudiantes con TEA. Los datos profundizaron
en el uso de programas específicos, diseñados de acuerdo con las necesidades educativas
previamente analizadas, y facilitaron una serie de recomendaciones para docentes y
familias en relación con el desarrollo de la comunicación con los niños y niñas con TEA,
tales como las siguientes:
51
2.3. PROGRAMAS ESPECÍFICOS DE INTERVENCIÓN
En este marco de actuación, Levine (2012) cita una serie programas específicos,
ampliamente investigados, de aplicación para el desarrollo individual de las personas con
TEA (citado por Levine, op. cit.):
1. El Social Stories (Gray, 1998; Gray y Garand, 1993; Swaggart y Gagnon, 1995).
2. El Structured Teaching (Kunce y Mesibov, 1998).
3. El Teacher-Implemented Prelinguistic Communication Intervention (Mundy et
al., 1995; McCathren, 2000).
4. Pivotal Response Training (PRT; Koegel y Koegel, 2006, 2012).
5. Applied Behavior Analysis (ABA; Baer, Wolf y Risley, 1968) y el Discrete Trial
Training (DTT; Smith, 2001).
52
6. Voice Output Communication Aid (VOCA) o Speech Generating Devices (SGD;
Ace Centre, 2010).
7. Picture Exchange Communication Systems (PECS; Bondy y Frost, 2014).
8. Discrete Trial Instruction (DTI; Downs, Downs y Rau, 2008).
9. Behavior Skills Training (BST; Sarokoff y Sturmey, 2004, 2008).
10. Interactive Computer Training (ICT; Arnal et al., 2007).
11. Social Skills Training for Children and Adolescents with Asperger Syndrome and
Social Communication Problems (Baker, 2003).
12. Building Social Relationships: A Systematic Approach to Teaching Social
Interaction Skills to Children and Adolescents with Autism Spectrum Disorders
and Other Social Difficulties (Bellini, 2006).
13. Social Skills in our Schools (SOS): A Social Skills Program for Verbal Children
with Pervasive Developmental Disorders and Their Typical Peers (Dunn, 2005).
14. Promoting Social Success: A Curriculum for Children with Special Needs
(Siperstein y Rickards, 2004).
En este sentido, Ojea (2004: 39-40) cita otros programas individuales destacables de
muy diferentes objetivos y metodologías de trabajo, entre los cuales destaca:
53
propone los siguientes consejos para llevar a cabo la implementación de dichos
programas:
54
estudiantes con TEA, basada en la estructura esquemática base y realizada durante el
proceso de aprendizaje, que consistió en seguir una serie de pasos sucesivos muy
importantes, pues configuran el modo de procesamiento particular de los estudiantes con
TEA (véase la tabla 2.1):
TABLA 2.1
Estructura base para la presentación del aprendizaje
FUENTE: Adaptación de Kim, Rispoli, Lory, Gregori y Brodhead, op. cit. (p. 3612).
Los resultados obtenidos de este estudio, aplicado a tres estudiantes con TEA, de 6, 7
y 8 años, de educación primaria, mostraron que los participantes mejoraron
significativamente en tareas de lectura y comprensión lectora; además, los datos se
mantuvieron constantes durante los procesos de seguimiento en los tres participantes del
estudio.
Plavnick (2012) señala que la enseñanza-aprendizaje, realizada mediante el uso del
video modeling en estudiantes con TEA, utilizado a través del uso de las tablets,
ordenadores o móviles, puede contribuir a mejorar las aportaciones metodológicas y
didácticas del aprendizaje de habilidades de vida, así como potenciar el desarrollo
curricular.
Plavnick y Dueñas (2018) muestran, asimismo, cómo es posible facilitar el desarrollo
de las interacciones y la comunicación social entre iguales en la escuela en condiciones
naturales, a través del uso de historias sociales compartidas, mediante el uso del video
modeling.
Wynkoop, Roberston y Schwartz (2018) realizan un estudio relacional de varios
55
métodos fusionados para facilitar el desarrollo de la dimensión de la interacción social
en niños y niñas con TEA. Para realizar su investigación compararon los efectos de dos
intervenciones llevadas a cabo con video modeling (VM), comparadas con una tercera
intervención, que no utilizó el vídeo como didáctica de aprendizaje en otros cuatro
estudiantes con TEA. Los datos indicaron que todos los estudiantes concluyeron con una
línea base relativamente baja y estable para todas las habilidades de vida independiente.
No obstante, los hallazgos son consistentes respecto a las investigaciones, y apoyados
por la literatura, que demuestran que las intervenciones realizadas con vídeos, películas o
cuentos son instrumentos altamente válidos para mejorar las habilidades generales de las
personas con TEA.
Mechling, Ayres, Foster y Bryant (2015) analizaron el uso de los videolibros como
materiales alternativos en el desarrollo curricular en estudiantes con TEA. Los datos
indicaron que los estudiantes que usaron los videolibros mostraron mayor precisión y
menos errores en el aprendizaje que aquellos otros que utilizaban los materiales usuales
generalizables del currículo tradicional.
Stromer, Kimball, Kinney y Taylor (2006) muestran que los programas facilitadores
de las actividades diarias de enseñanza-aprendizaje, estructurados a través del ordenador,
pueden generar importantes beneficios en el proceso de aprendizaje cuando son
combinados a través del vídeo, el sonido, los diálogos, las imágenes y las palabras como
estímulos de la instrucción. En este sentido, también se concluyó que la combinación de
los horarios de actividades realizado tecnológicamente y los cuadernos digitales de
apoyo, con avisos de alarma, proporcionan un marco de estudio estructurado y
debidamente temporalizado, que facilita el desarrollo de las actividades escolares.
Mowling, Menear, Dennen y Fittipaldi-Wert (2018) señalan que estas vías
tecnológicas constituyen técnicas muy efectivas para mejorar el aprendizaje de los niños
con TEA, cuando se integran las historias sociales a través del uso de dispositivos
móviles, como el iPad, los iPods o las tablets, ya que entonces la información toma vida
en forma de películas de cuentos, lo cual facilita la comprensión y el desarrollo
cognoscitivo, dentro de un contexto ecológico de la intervención.
Almutlaq y Martella (2018), también demostraron empíricamente que el uso de las
historias sociales digitales, utilizadas mediante el iPad, mejoró sensiblemente las
habilidades sociales de los estudiantes con TEA, generalizándose los aprendizajes
realizados a otros contextos y situaciones.
Saadatzi, Pennington, Welch y Graham (2018) combinaron la tecnología de la
realidad virtual y la robótica social para facilitar el desarrollo de un sistema tutorial
virtual a tres estudiantes con TEA de 6-8 años de edad. El tutor virtual incluía un robot
humanoide, que emulaba a un compañero, el cual proporcionaba instrucciones para el
uso cotidiano con carácter inmediato, de acuerdo con las necesidades del estudiante en
ese momento. Los resultados demostraron que los participantes adquirieron,
mantuvieron y generalizaron el 100 % de las palabras explicitadas durante el desarrollo
56
de la investigación y, asimismo, que cometieron un menor número de errores cuando
aprendieron las palabras a través del robot. De la misma forma, en general, durante la
intervención se observó que los participantes respondían al desarrollo del programa con
declaraciones positivas: gracias, buen trabajo... Uno de los participantes saludaba al
robot y lo abrazaba consistentemente cuando terminaba la sesión. Otro participante
comenzó a imitar sus gestos, los cuales después era capaz de utilizar en el contexto
cotidiano. En conclusión, estas observaciones han demostrado que el proceso técnico
puede servir como un contexto de aprendizaje, bajo el cual los estudiantes con TEA
pueden practicar con seguridad el rendimiento de las respuestas sociales, de la
comunicación y del desarrollo académico.
Karal y Wolfe (2018) revisaron, precisamente, la literatura científica que examina la
efectividad de las diferentes intervenciones, llevadas a cabo a nivel internacional,
basadas en el uso de las historias sociales, en relación con la mejora de las interacciones
sociales de los estudiantes con TEA. Los hallazgos indicaron que la didáctica, basada en
el uso de las historias sociales, constituye una intervención prometedora para la mejora
de los procesos de aprendizaje de dichos estudiantes en las escuelas.
El auge de la efectividad manifiesta de las historias sociales las ha impulsado a ser
utilizadas, asimismo, como mecanismos de intervención específica para reducir la
ansiedad y el estrés en los estudiantes con TEA, elaborados en estrecha coordinación
entre la escuela y la familia. Así, Harkema (2018) también ha llevado a cabo una
investigación, en la cual los docentes leían una historia social a los estudiantes con TEA
en la escuela, y luego las familias la repetían en el entorno familiar, observándose que la
línea base comportamental disminuía la intensidad percibida de las conductas de estrés,
reduciendo la ansiedad y mejorando el clima familiar general.
Debido a la importancia de este material, Sullivan (1977) proporcionó un listado a
tener en cuenta, formado por 50 películas muy interesantes, once cintas de vídeo, cintas
de audio, dos tiras de película, tres series de diapositivas y dos películas comerciales que
pueden ser utilizadas en el trabajo curricular y aplicadas para facilitar el desarrollo de las
dimensiones de interacción y comunicación social en estudiantes con TEA, en cuanto
instrumentos complementarios y de apoyo al material convencional.
57
3. CAPACITACIÓN EN EL ÁMBITO FAMILIAR
58
facilitar la formación y capacitación de las familias, en relación al conocimiento del
TEA, sus hipótesis explicativas y métodos de intervención psicoeducativa y social, así
como la importancia de la interacción entre docentes y familias en el diseño y puesta en
práctica de los programas inclusivos. En la guía que facilitan se proporcionan pautas
paso a paso para llevar a cabo técnicas de aprendizaje en grupo, cuya finalidad era
promover las habilidades y capacidades de comunicación social de niños y niñas
pequeños de 0-6 años de edad con TEA, mediante la presentación de videoclips y
folletos de actividades, basadas en las rutinas de la vida diaria. Los resultados mostraron
datos significativos relativos a la mejora de dichas capacidades y habilidades como
consecuencia de la aplicación del programa.
Suppo y Mayton (2012) realizaron asimismo un estudio, basado en un proceso de
inclusión colaborativa entre los docentes y las familias, con el objetivo de favorecer la
escolarización de Bella, una alumna de cinco años de educación infantil con TEA. Bella
tiene problemas para ir al baño, debido a complicaciones intestinales, lo que dificulta sus
interacciones con los demás compañeros del aula y del centro, quienes afirman que huele
y se alejan de ella. La madre de Bella participaba en las clases de la educación regular,
ayudando en su proceso de escolarización, pero a pesar de los esfuerzos de las familias y
los docentes por impedir esta situación se fue convirtiendo en un problema grande para
la niña, hasta el punto de que su madre llegó a sentirse completamente angustiada. A
partir de aquí, en el estudio se propone un conjunto de seis pasos para favorecer el
desarrollo individual del aprendizaje intestinal, junto a medidas positivas de interacción
con los iguales, con el fin de garantizar la participación en el aprendizaje al propio
ambiente contextual, el cual se convertirá, a su vez, en un elemento reforzador de la
situación. Los resultados han favorecido la inclusión progresiva de la niña, en la medida
en que la adquisición de una conducta adaptada era reforzada por el propio entorno de
aprendizaje, generando una complicidad mutua entre todos los participantes.
Es decir, al dirigir un programa planificado interactivo dentro de las familias, si este
programa está basado en el apoyo emocional positivo de los primeros (los padres), este
se relaciona positivamente con un incremento de las habilidades sociales de los
segundos, los niños con TEA. Haven, Manangan, Sparrow y Wilson (2014) analizaron
esta cuestión en dos grupos de estudiantes, 21 niños con TEA y otros 21 niños de
desarrollo típico, de edades comprendidas entre los 3 y 6 años de edad. Los resultados
mostraron el efecto positivo del apoyo emocional prestado (R 2=0,29, p=0,2), así como
la cohesión de los padres y madres con sus hijos (R 2=0,38, p=0,00), con la obtención de
mayores niveles de adquisición de habilidades sociales en el conjunto de la población
estudiada, pero con una mayor aportación en el grupo formado por los jóvenes con TEA.
La importancia de esta interacción, relativa a la participación de las familias en el
desarrollo global de las personas con TEA, comienza en los primeros momentos de las
fases del diagnóstico, ya que las familias son las primeras en reconocer la presencia de
los síntomas relativos a las limitaciones en las dimensiones de comunicación e
59
interacción social de sus hijos. Carlsson, Miniscalco, Kadesjö y Laakso (2016)
identificaron a 100 niños, de 2,5 años de edad, con TEA, con la finalidad de comprender
la experiencia vivida por las familias durante los procesos de diagnóstico. Los resultados
indicaron que los padres y madres destacaron su soledad durante el proceso de la
experiencia vivida, por lo que el estudio destaca la necesidad de poner en marcha el
funcionamiento de un coordinador, responsable de cada caso o situación concreta, así
como favorecer la capacitación familiar para adquirir el conocimiento necesario y,
consiguientemente, poner en cohesión el conocimiento propio, tanto anterior como
actual, en relación con los diferentes procesos de intervención, coordinadamente con los
demás factores que intervienen en el desarrollo integral de sus hijos.
Estos enfoques empíricos se apoyan sobre la base de que informar y formar a las
familias acerca de todo lo necesario para facilitar la educación de los niños con TEA
mejora sensiblemente las conductas objetivo, siendo además un elemento fundamental
para conocer todos aquellos recursos disponibles existentes a los cuales tienen pleno
derecho, tales como subvenciones económicas, programas específicos, apoyos
educativos o asociaciones y tratamientos específicos sociosanitarios. Precisamente por
esta razón, Gilson, Bethun, Carter y McMillan (2017) evaluaron las necesidades de
1.738 familias, de las cuales la mayoría de ellas respondieron tener un conocimiento
muy limitado o nulo de los programas de apoyo educativo existentes para sus hijos con
TEA, y que desconocían los recursos, tanto asistenciales como vocacionales y de
transición. A partir de esta evaluación, propusieron una serie de medidas que aunaron en
una guía informativa de prioridades a tener en cuenta durante el proceso evolutivo de sus
hijos, dentro de la cual destacaron la necesidad de adaptar las orientaciones a las
necesidades específicas de cada situación, debiendo en todo caso apoyarse en la
capacitación profesional de los docentes, a partir de modelos básicos de formación de
posgrado.
Precisamente por este motivo, muchas intervenciones realizadas con la participación
activa de las familias han de fundamentarse sobre todo en el uso de técnicas de base
ecológico-naturalista, apoyadas sobre la propia realidad. Rieth, Haine-Schlagel,
Burgeson, Searcy, Dickson y Stahmer (2018) proponen, pues, la intervención de los
padres, basada en las rutinas de la vida diaria, en cuanto constituyen las mejores y más
efectivas prácticas educativas y de reeducación para mejorar el comportamiento de las
personas con TEA, y consideran que, además, es necesario extender estas técnicas al
entorno sociocomunitario, en el cual familias, docentes e investigadores deben participar
interactivamente, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de estas personas. Por
ello, es preciso crear la base para potenciar la capacitación y formación profesional de
los docentes y familias, con el fin de trabajar con la complejidad que implican estas
interacciones y fomentar la interrelación activa de ambos factores sobre la educación de
los niños con TEA.
Ünlü, Vuran y Diken (2018) analizaron la efectividad del Discrete Trial Training
60
(Programa de formación para las familias de los niños con TEA). Su estudio intentó
valorar la efectividad de un conjunto de programas, cuyo objetivo era, precisamente,
permitir la capacitación de las familias para afrontar la educación integral de las personas
con TEA. El análisis fue realizado con 14 niños con TEA y sus 14 padres. El
procedimiento consistió en llevar a cabo el Training Program on Providing Discrete
Trial Training (TPPDTT) a lo largo de ocho sesiones, con la finalidad de analizar sus
componentes y verificar su eficacia en el desarrollo de la formación de las familias. Los
resultados indicaron, entre otros datos, que el desarrollo de los niños de las familias que
formaron parte del grupo experimental se diferenciaron significativamente de los niños
de las familias del grupo control en tareas de imitación, las cuales, a medio y largo plazo,
afectaron sensiblemente a la obtención de mejoras en las habilidades del lenguaje
receptivo y de comprensión de los integrantes del grupo experimental.
Douglas, Kammes y Nordquist (2018) analizaron los beneficios que tiene la
formación online en tres familias y sus hijos con TEA. La capacitación familiar incluyó,
entre otros aspectos, componentes de formación interactivos online, con la finalidad de
enseñar a las familias estrategias de comunicación, así como también se usaron sesiones
prácticas in vivo, durante las cuales las familias tuvieron la oportunidad de realizar
preguntas y se involucraron en procesos de autorreflexión sobre las temáticas. Los
resultados indicaron que la capacitación de las familias aumentó las oportunidades de
comunicación, mejorando significativamente las respuestas facilitadas por las familias
ante las necesidades y demandas de sus hijos. En conclusión, los niños con TEA
mostraron un mayor nivel de desarrollo en procesos de comunicación social.
Hassan, Simpson, Danaker, Haesen, Makela y Thomson (2018) estudiaron, asimismo,
la eficacia de la potenciación profesional y capacitación de los cuidadores, a través de la
aplicación del programa de entrenamiento y formación de habilidades del
comportamiento, Behavioral Skills Training (BST), con ensayos en el ámbito natural
cotidiano, Natural Environment Until (IST). Los datos mostraron que la capacitación de
los cuidadores benefició la adquisición y generalización de las habilidades sociales en
niños con TEA. El estudio ha sido aplicado a cuatro cuidadores de niños con TEA de 6-8
años de edad, inscritos en el programa BST, durante ocho semanas, con el objetivo de
desarrollar el conocimiento de las habilidades sociales, como medida de entrenamiento
en los cuidadores y, posteriormente, aplicarlo a los niños en la práctica; además, también
participaron otros cuatro cuidadores adicionales, que recibieron un entrenamiento al uso.
Cada cuidador recibió un proceso de capacitación profesional específico, acorde con las
necesidades de cada niño con TEA. Todos los cuidadores que aceptaron participar en la
investigación eran madres, excepto uno, que era la abuela. Los resultados mostraron un
incremento del aprendizaje de los cuidadores del 100 %, cuya aplicación posterior
permitió elevar la línea base en el manejo de las habilidades sociales (M=42 % con el
programa BST), pero cuando el aprendizaje era incluido en el ambiente natural (IST) el
porcentaje de mejora se incrementaba considerablemente: M=73 %.
61
Pues bien, debido a la importancia contrastada de la capacitación de las familias en la
atención integral de sus hijos e hijas con TEA, Bearss et al. (2018) proponen que
aquellas familias que viven en zonas rurales o tengan ciertas dificultades para acceder a
una formación continuada utilicen estrategias tales como el programa Telesalud, en
cuanto constituye una técnica alternativa de capacitación profesional válida. Para
comprobar la efectividad de dicho programa, Bearss et al. (op. cit.) aplicaron esta técnica
a 14 familias, que tienen sendos 14 niños con TEA, de 3-8 años de edad. De las 14
familias, 13 completaron la totalidad del entrenamiento (92,9 %), con un 91,6 % de
asistencia a las sesiones principales del programa. Los datos resultantes mostraron que
11 de las 14 familias indicaron una mejora de la capacitación profesional, considerada
como muy significativa para afrontar el desarrollo psicoeducativo y social posterior de
sus hijos, lo que constituye el 78,6 % de las familias. Estos datos indicaron, en
conclusión, que el programa Telesalud constituye una técnica de alta fiabilidad para
facilitar la formación de las familias en el ámbito rural.
Del mismo modo, Vismara, McCormick, Wagner, Monlux, Nadhan y Young (2018)
comparan el modelo de Telesalud con el enfoque Early Start Denver Model (P-ESDM),
que es un programa de intervención temprana habitual, con el fin de observar las
diferencias respecto a la mejora de las dimensiones básicas en los niños con TEA. Las
familias fueron asignadas al azar a 12 sesiones semanales, a través de videoconferencia
de 1,5 horas, con acceso a la página web como recurso alternativo para apoyar dicha
formación. Los resultados finales mostraron que la formación basada en el programa
Telesalud permitió obtener una mayor participación, compromiso y fidelidad de las
familias participantes en el programa, e indicaron un mayor nivel de satisfacción que el
grupo que participó en el programa de intervención temprana tradicional.
Law, Neihart y Dutt (2018) estudiaron la validez de los recursos, basados en las
aplicaciones móviles con retroalimentación, para mejorar la eficiencia en la difusión de
las prácticas competenciales, fundamentadas en las evidencias de las intervenciones en
personas con TEA. Su estudio de investigación se basó en ensayos in vivo, de tipo
natural, en relación con discusiones frecuentes sobre las situaciones reales propias que
surgen en la vida cotidiana, relacionadas con las necesidades de los niños con TEA. Los
datos mostraron una efectividad superior al 85 % en el desarrollo de las mejoras en las
respuestas ofrecidas a las interacciones con sus hijos, las cuales, a su vez, facilitaron
sensibles mejoras en el uso espontáneo del lenguaje, constatando que, en efecto, las
familias son esenciales para facilitar el desarrollo de sus hijos con TEA, aunque para
garantizar esta efectividad es necesario construir planes de formación y capacitación
específicos.
Gerencser, Higbee, Akers y Contreras (2017) utilizaron técnicas computarizadas
interactivas, Interactive Computerized Training (ICT), para salvar los obstáculos de las
dificultades de la capacitación de algunas familias, debido a la falta de recursos o de
tiempo disponible, y estudiaron el nivel de cohesión y fidelidad de las familias con la
62
aplicación de dichas medidas de capacitación y entrenamiento. El programa ICT
establece su propio ritmo de aprendizaje, incorporando instrucciones, vídeos y preguntas
interactivas entre las familias y sus interlocutores, con lo cual se apoya en la propia
realidad, intereses y necesidades de los usuarios. El estudio analizó la efectividad del
programa, aplicado a tres familias, con la finalidad de que estos aprendieran pautas de
intervención con sus hijos con TEA, a partir de un sistema de actividades fotográficas
que incluye cinco páginas de un calendario, cuatro actividades cerradas, con un principio
y un final cierto, tales como un rompecabezas, cinco refuerzos comestibles, una pequeña
placa de reforzador, contenedores de plástico para actividades, una carpeta de
investigación, etc. Los resultados finales mostraron un aumento considerable del interés
de estas familias hacia el desarrollo del programa, llevado a cabo a lo largo de dos
semanas.
Radley, McHugh, Taber, Battaglia y Ford (2017) realizaron una experiencia, cuyo
proceso de capacitación profesional englobó a las familias y al conjunto del centro
educativo (docentes, psicólogos, cuidadores) mediante un entrenamiento específico, para
fomentar el desarrollo de las habilidades sociales y de comunicación en estudiantes con
TEA, a través de un diseño programático basado en las necesidades individuales, pero
también en las necesidades de la propia escuela. Para ello utilizaron el programa
Superhéroes, que tiene como objetivo la mejora del compromiso social de los niños con
TEA durante los períodos no formales de recreo. En el estudio han participado cinco
estudiantes con TEA de educación primaria. Los análisis de los datos indicaron que, a
pesar de la variabilidad de estos, así como a la influencia de otras covariables (el tamaño
del espacio o el tiempo de recreo), con la variable dependiente operativizada «nivel de
compromiso social», los datos fueron consistentes con un considerable incremento del
compromiso social entre los estudiantes (con y sin TEA) en el proceso interactivo social
global, cuando este se hacía a través de la participación interrelacionada de todos los
integrantes del centro educativo.
Asimismo, con esta misma técnica de Superhéroes, Radley, O’Handley, Battaglia et
al. (2017) analizaron los efectos de la práctica de los aprendizajes en el desarrollo de
destrezas sociales en niños con TEA. Los datos indicaron importantes mejoras en el
desarrollo de habilidades sociales en tres niños de educación infantil con TEA, que
asistieron dos veces por semana a un entrenamiento en habilidades sociales, durante
cinco semanas, en relación con sus dos pares de iguales con desarrollo típico. Los
informes posteriores de las familias indicaron que el funcionamiento social de los
participantes mejoró sensiblemente en relación con sus pares, mientras que el estrés
secundario existente en la familia se redujo considerablemente.
Phosaly (2017) evaluó la efectividad de un programa para la formación de las
familias, con la finalidad de incrementar las tasas de cumplimiento comportamental en
niños con TEA, a través del Play Your Way to Compliance, el cual se apoya en un
enfoque de intervención para familias, basado en las evidencias cotidianas de
63
aprendizaje, mediante técnicas multivariadas que incluyen el vídeo cuando no es posible
que la familia esté directamente presente. En el estudio participaron cuatro niños con
TEA, de seis años de edad, y sus madres. Durante el proceso de evaluación se utilizó,
como es habitual, un diseño de línea base inicial del comportamiento susceptible de
mejora, y las variables dependientes operativizadas fueron el nivel de cumplimiento de
la actividad, la cohesión y la participación de las familias, la externalización de las
dificultades, el estrés de las familias y el nivel de satisfacción global con el programa.
Los resultados, en general, mostraron un incremento significativo de las tasas de
cumplimiento en la realización de las actividades por parte de los estudiantes con TEA
(cumplimento: M=28,9 %, lo que supuso un aumento del 90,8 %). El análisis de la línea
base por participantes indicó los siguientes datos: participante 1=36,1 %, participante
2=41,7 %, participante 3=18,8 %, participante 4=18,8 % (M=28,9 %). El tratamiento
implicó la obtención de los siguientes resultados: participante 1=97,9 %, participante
2=88,7 %, participante 3=91,0 %, participante 4=85,4 % (M=90,8 %). Respecto a las
familias, los datos fueron concluyentes: dominio básico con los hijos (hiperactividad,
refuerzos, aceptación...): pretest=70, postest=61; dominio familias (competencias,
aislamiento, salud...): pretest=52, postest=50). En efecto, el incumplimiento es
considerado un comportamiento clave para el desarrollo de las conductas, ya que
muchos de los problemas derivados de conductas no sociales son debidos al
incumplimiento, lo cual causa, además, grandes tasas de estrés en las familias, por lo que
la capacitación de las familias para mejorar estos índices es una cuestión clave para
facilitar el desarrollo integrado de sus hijos; como se ha observado, el programa ha
permitido mejorar sensiblemente el desarrollo de todos estos índices. Además, el análisis
de seguimiento después de la intervención, tres semanas más tarde, indicó que los
participantes mantuvieron la continuidad de los aprendizajes y persistieron los avances
en las tasas de cumplimiento conductual en los estudiantes con TEA.
Iadarola et al. (2018) compararon los efectos de un programa basado en el
entrenamiento de las familias (PT) en el ambiente propiamente familiar, en relación con
un programa de intervención específico psicoeducativo (PEP) en una población de 180
niños con TEA, con comportamientos disruptivos. Los resultados hallados desde la
semana 12 a la semana 24 indicaron que las familias con entrenamiento realizado en el
hogar informaron de una mejoría mayor que el grupo de intervención psicoeducativa del
PEP en tareas sociales. Los resultados generales han sido los siguientes:
Por otra parte, la capacitación de las familias redujo los comportamientos disruptivos
64
de sus hijos con TEA, al mismo tiempo que se redujo también el estrés de las familias
ante dichas situaciones.
Aunque la mayoría de las investigaciones sobre la formación de las familias está
destinada a niños pequeños con TEA, existen algunos estudios relativos a niños mayores
con TEA. Black y Therrien (2018) llevaron a cabo, precisamente, un análisis del estado
de las investigaciones actuales, respecto a la inclusión de la formación en el hogar en
intervenciones con niños de edad escolar con TEA. Para ello analizaron 15 estudios entre
1987 y 2016, que examinaban a 622 niños, la mayoría de ellos con diagnóstico de TEA,
con una media de edad de 12,5 años. Las intervenciones duraron una media de entre 5 y
24 semanas, con sesiones típicas comprendidas entre 60 y 90 minutos. Los resultados
analizados demostraron, igualmente, efectos moderadamente positivos por las
intervenciones realizadas mediante el entrenamiento y capacitación de las familias.
Destacaron, asimismo, mejoras de programas aplicados dentro del ámbito familiar,
relativo a tres familias, con unas puntuaciones de los efectos ES=0,33 (para un 95 % de
intervalo de confianza) [0,25,0,82], lo que resaltó el valor de las intervenciones, que
incluyeron la participación familiar en el contexto cotidiano.
Goldman, Glover, Lloyd, Barton y Mello (2018) realizaron un análisis de la
efectividad del entrenamiento familiar en grupos socialmente desfavorecidos, con bajos
ingresos económicos, en relación con la validez del uso de programas de apoyo con
elementos visuales (agendas visuales, horarios visuales, etc.) en niños con TEA,
implementados por los mismos padres, a lo largo de las rutinas cotidianas en el hogar.
Aunque los resultados mostraron mucha variabilidad en función de las familias,
indicaron una relación funcional significativa entre el proceso de formación y la
adquisición de las rutinas, y en todos los casos destacó la fidelidad de las familias ante el
desarrollo del entrenamiento.
El número de familias que realizan programas intensivos de formación específica
para responder a sus hijos con TEA se ha incrementado considerablemente en la
actualidad. Andersen, Bøttcher y Dammeyer (2017) realizaron un estudio que concluye
con una paradoja de la situación actual, ya que, por un lado, las políticas educativas
están, en general, dirigidas a garantizar los procesos educativos inclusivos, suprimiendo
las barreras que impidan la coparticipación de todos los factores, también de las familias,
en el ámbito escolar, y, sin embargo, se ha incrementado la capacitación intensiva de las
familias, con el objetivo de formarlas en los procesos específicos de rehabilitación, bajo
enfoques basados en los modelos biomédicos o clínicos. Esta investigación intenta
responder a las perspectivas de las familias ante esta paradoja. En el estudio participaron
dos parejas, seleccionadas a través del Copenhagen Child Center, que está encargado de
la evaluación del desarrollo de niños y niñas que reciben atención en el hogar y actúa
como asesor de los servicios sociales, aprobando los apoyos financieros de las familias.
Se seleccionaron dos familias al azar, cuya participación fue voluntaria. Los resultados
mostraron que ambas familias sintieron que sus hijos con TEA experimentaron
65
dificultades para participar en las actividades de la guardería infantil y no recibieron los
apoyos adecuados en el contexto, debido a la falta de los recursos y apoyos necesarios.
La principal preocupación de ambas madres cuando decidieron realizar su capacitación
era cuidar a sus hijos, aunque la formación no fue la primera opción para las familias,
sino que esta decisión se tomó debido a que la respuesta social había sido insatisfactoria,
cuando esta se basaba únicamente en procesos de reeducación de tipo puntual y clínico.
Asimismo, ambas madres reconocieron que sus hijos habían mejorado sensiblemente en
habilidades sociales y de comunicación como consecuencia de la capacitación familiar
en el hogar; además, se constataron mejoras en el bienestar de los miembros de la
familia.
También Ledford, Zimmerman, Chazin, Patel, Morales y Bennett (2017) proponen un
proceso de capacitación profesional para educadores (todos ellos con diplomas
educativos de entre 8-14 años de experiencia profesional con niños con necesidades
educativas especiales), cuyo objetivo principal fue trabajar conjuntamente con las
familias, con el fin de ayudar a los niños con TEA a participar en las interacciones
sociales surgidas en ambientes naturales, a través de actividades en pequeños grupos
cooperativos entre iguales. Cada profesional participó con un pequeño grupo de tres
niños. Todos los niños con TEA participantes tenían entre 38 y 65 meses de edad. En el
estudio se utilizó un entrenamiento in situ, con una retroalimentación posterior para
mejorar el uso del contexto previsto. Los resultados, que han permitido obtener un
cambio inmediato de carácter moderado en las interacciones sociales de los niños y niñas
participantes, situado entre el 14 %-40 % de mejora sobre la línea base desde la primera
sesión de intervención, sugirieron que la intervención basada en los procesos de
capacitación profesional de los educadores, mediante actividades de entrenamiento
ecológico con las familias, fue significativamente efectiva para mejorar las conductas
objetivo, así como para facilitar la generalización de las conductas adquiridas.
66
que tanto el proceso de evaluación inicial individual y situacional como la aplicación de
las medidas educativas, y la valoración consecuente del seguimiento de estas, solo es
posible desde la realidad contextual misma de la cual las personas objetivo forman parte.
Por este motivo, cualquier proceso de orientación y guía debe abarcar a todos los
factores interrelacionados, aunque en su desarrollo práctico cada realidad tenga sus
particularidades idiosincrásicas. En este sentido, son cinco los factores implicados en el
proceso psicoeducativo y social, que influyen en el desarrollo global de las personas con
necesidades específicas de apoyo educativo, concretamente delimitado a las personas
con TEA, desde la perspectiva de la intervención sistémica (véase figura 3.1):
67
El desarrollo de este apartado hace referencia tanto a la actualización del desarrollo
legislativo como a la provisión de los recursos de apoyo y aquellas ayudas a las que
tienen derecho, con el fin de dar una respuesta global a las necesidades en sus diferentes
ámbitos de intervención: social, educativo, familiar e individual, por lo que un
conocimiento exhaustivo de los aspectos legislativos vigentes constituye una importante
fase de la capacitación profesional para el conjunto de los intervinientes en dicho
proceso.
A partir de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de
Nueva York, de 13 de diciembre de 2006, que ha sido posteriormente ratificada por el
Instrumento de Ratificación del Gobierno de España (BOE de 21 de abril de 2008), así
como de acuerdo con la Ley 26/2011, de 1 de agosto, que adapta la normativa sobre los
derechos de las personas con discapacidad (BOE de 2 de agosto de 2008), «la
discapacidad queda configurada como la circunstancia personal y el ecosistema social
resultante de la interacción del hecho diferencial de algunas personas con un entorno
inadecuado por excluyente, en tanto en cuanto que establecido según el parámetro de
persona “normal”. En este sentido, una sociedad abierta e inclusiva ha de modificar tal
entorno solidariamente para acoger a las personas con discapacidad como elementos
enriquecedores, que ensanchan la humanidad y le agregan el valor, y debe hacerlo
tomando en consideración la propia intervención de las personas con capacidades
diferenciadas (...)» (p. 3). Este texto definitorio implica el inicio de un cambio
conceptual y funcional en el modelo tradicional de atención a la diversidad y crea la base
para aunar todos los recursos existentes disponibles, afectando a todos los ámbitos y
factores que pueden influir de una forma directa o indirecta en la vida de estas personas,
con el objetivo de apoyar un proceso basado en los principios inclusivos, que será
evaluado y guiado por el Observatorio Estatal de la Discapacidad, en cuanto conforma
un instrumento técnico de la Administración General del Estado para la recopilación,
sistematización, actualización, generación y difusión de la información relevante en el
ámbito de las personas con necesidades específicas de apoyo educativo.
A partir de esta esta Declaración se produce un desarrollo legislativo importante en la
línea de los principios básicos señalados, que se subdividen en los siguientes niveles o
secciones prioritarias:
1. Nivel social.
2. Nivel educativo.
3. Nivel formativo.
68
1. Inclusión social.
2. Las prestaciones y ayudas sociales y económicas.
3. El derecho de la asociación de las familias.
69
vinculadas al servicio, del grado III (gran dependencia, niveles 1 y 2) y grado II
(dependencia severa, niveles 1 y 2), indicando, asimismo, la cantidad mensual y las
cuotas a la Seguridad Social correspondiente (p. 29085) (véase tabla 3.1).
TABLA 3.1
Tipos de prestaciones según el grado de discapacidad
FUENTE: Elaboración propia, a partir de Real Decreto sobre prestaciones económicas (BOE de 27 de marzo
de 2010, p. 29085).
Asimismo, el Real Decreto 1364/2012, por el cual se aprueban los nuevos baremos y
se desarrollan los órganos competentes para la determinación y reconocimiento,
declaración y calificación del grado de discapacidad (BOE de 11 de octubre de 2012),
que están desarrollados actualmente por la Resolución de 10 de octubre de 2017,
aprobada por la Comisión Mixta para las Relaciones con el Tribunal de Cuentas, en
relación con el Informe de Fiscalización sobre las Medidas de Gestión y Control
adoptadas por las Comunidades Autónomas para la adecuada aplicación de la Ley
39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las
70
personas en situación de dependencia (BOE de 4 de enero de 2018), determina cinco
grados o niveles y sus correspondientes niveles porcentuales de discapacidad:
➪ Servicio de prevención.
➪ Servicio de teleasistencia.
➪ Ayuda a domicilio.
➪ Servicio de centro de día y de noche.
➪ Atención residencial.
Del mismo modo, se establecen las cuantías mensuales máximas de las prestaciones
económicas (p. 1865), que son aplicables en la actualidad, y se especifican los
coeficientes de aplicación, con el tipo de prestación (0,5 para el año de aplicación 2018)
(p. 1869).
Para poder acceder como beneficiario a las ayudas citadas es necesario que se
cumplan una serie de requisitos, que consisten en alcanzar, como mínimo, un porcentaje
de discapacidad de un 33 % como reconocimiento de la valoración oficial, cuya
concesión, según el tipo de contribución, es la siguiente:
71
tiene un 75 % de grado y 15 o más puntos en tercera persona.
➪ LISMI. Requiere un grado de 33 % o más. Implica asistencia sanitaria,
rehabilitación, garantías de ingresos mínimos (65 %), ayuda a tercera persona (75
%) y subsidio de movilidad y/o compensación de gastos por transporte.
➪ Beneficios fiscales en el IRPF. Requiere el 33 % o más de porcentaje de
discapacidad. Implica desgravación de la renta familiar, reducción del IRPF para
trabajadores/as con discapacidad, deducciones en adquisición de vivienda y planes
de pensiones.
➪ Reducciones o exenciones en tasas y/o impuestos. Requiere el reconocimiento del
porcentaje del 33 % o más. Hace referencia a reducciones en sucesiones y
donaciones, transmisiones patrimoniales, actos jurídicos documentados, impuestos
de sociedades y aplicaciones de tipos de IVA reducidos o superreducidos en
personas con movilidad reducida: https://www.agenciatributaria.es/.
➪ Impuestos municipales. Requiere el reconocimiento porcentual del 33 % o más.
Refiere a modificaciones en pago de impuestos, como el IBI, tasas de basura,
agua, alcantarillado y reducción o exenciones en las tasas por licencia de obras,
que favorezcan la accesibilidad, si estas conllevan fomento de empleo.
➪ Vivienda. Requiere el reconocimiento del 33 % o más. Supone reserva de plazas
de alquiler y adquisición de viviendas protegidas.
➪ Educación. Requiere el reconocimiento del 33 % o más. Implica ayudas directas,
mediante las becas de educación, destinadas a:
72
educativas especiales, derivadas de su condición de discapacidad o de trastornos graves
de conducta:
73
(https://www.empleadiscapacidad.fundaciongruposifu.org/).
Finalmente, al amparo del capítulo III, del título II, de la Ley 39/2006, de 14 de
diciembre, se mejora el sistema de información, a través del SAAD (BOE de 18 de
diciembre de 2013), que tiene como objetivo principal proporcionar los instrumentos
necesarios para el mantenimiento y gestión de la información sobre la situación de los
datos de las personas con dependencia, su seguimiento y mejora.
Para facilitar el análisis del estado de esta situación e informar a las familias de todo
este abanico de opciones, se exponen a continuación aquellos servicios sociales más
importantes actualmente existentes en el marco de la atención a la diversidad (véase
tabla 3.2).
TABLA 3.2
Recursos sociales
SERVICIO WEB
Sistema http://www.mscbs.gob.es/ssi/familiasInfancia/inclusionSocial/serviciosSociales/planConcertado/MEMORIA_Pla
público de 14.pdf.
servicios
sociales
Guía de https://www.mscbs.gob.es/ssi/familiasInfancia/pdf/guiaayudasfamilias.pdf.
ayudas
sociales y
servicios
para las
familias
2018
Catálogo http://www.mscbs.gob.es/ssi/familiasInfancia/docs/catalogoRefServSociales.pdf.
general de
referencia de
los servicios
sociales
74
derechos de asociación están recogidos en el artículo 22 de la Constitución Española
(BOE de 29 de diciembre de 1978), desarrollados en la Ley Orgánica 1/2002 (BOE de
26 de marzo de 2002), que posteriormente se desarrollarán de manera particular en las
diferentes comunidades autónomas (http://www.interior.gob.es/web/servicios-al-
ciudadano/asociaciones/normativa-basica-reguladora/normativa-basica-autonomica).
La posibilidad de su constitución se lleva a cabo mediante el acuerdo de tres o más
personas físicas o jurídicas, que se comprometen a poner en común conocimientos,
medios y actividades para conseguir aquellas finalidades comunes, de interés general o
particular (p. 11984).
a) Reducir los efectos de una deficiencia o déficit sobre el conjunto global del
desarrollo del niño.
b) Optimizar, en la medida de lo posible, el curso del desarrollo del niño.
c) Introducir los mecanismos necesarios de compensación, de eliminación de
barreras y adaptación a necesidades específicas.
d) Evitar o reducir la aparición de efectos o déficits secundarios o asociados
producidos por un trastorno o situación de alto riesgo.
e) Atender y cubrir las necesidades y demandas de la familia y el entorno en el
75
que vive el niño.
f ) Considerar al niño como persona activa de la interacción.
76
específicas derivadas de discapacidad o trastornos graves de conducta» (p. 17180).
Asimismo, son aspectos fundamentales de esta Ley los procesos de identificación y
valoración de las necesidades que pueda presentar este alumnado, proporcionar las
intervenciones educativas ajustadas a las necesidades evaluadas, así como planificar la
evaluación continuada de los programas y planes implementados, y, en función de los
datos resultantes, realizar las medidas correctoras que pudieran ser necesarias.
En la actualidad, la normativa educativa existente está regulada por la Ley de Mejora
de la Calidad Educativa 8/2013 (BOE de 10 de diciembre de 2013), adaptada en las
diferentes comunidades autónomas, en función de sus diferencias que
constitucionalmente tienen reconocidas, observable en Eurydice España (Red Española
de Información sobre Educación, rediE:
https://www.educacionyfp.gob.es/educacion/mc/redie-eurydice/sistemas-
educativos/apoyo-educativo.html), la cual muestra un retroceso conceptual del término
de «necesidad» al utilizar la terminología de «alumnado con dificultades específicas de
aprendizaje» (p. 39), aunque posteriormente indica que su escolarización «se regirá por
los principios de normalización e inclusión y asegurará la no discriminación y la
igualdad efectiva en el acceso y permanencia en el sistema educativo» (p. 39).
Asimismo, la Ley hace hincapié en la necesidad de la detección de las necesidades y el
ajuste de la respuesta educativa, acorde con dicha evaluación, el seguimiento de la
implementación y, si es necesario, su reajuste. Para garantizar la atención a la diversidad
del alumnado, «las Administraciones dotarán de los recursos educativos, humanos y
materiales necesarios para ofrecer una enseñanza de calidad y garantizar la igualdad de
oportunidades en el acceso a la educación» (p. 44).
Por su parte, el desarrollo de esta Ley, realizada a través del Real Decreto 126/2014,
de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la educación primaria
(BOE de 1 de marzo de 2014) y el Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, por el
que se establece el currículo básico de la educación secundaria obligatoria y del
bachillerato (BOE de 3 de enero de 2015), establece las respuestas educativas
correspondientes para el alumnado con necesidades educativas especiales, que, en
síntesis, pueden observarse en la tabla 3.3.
Como se observa en dicha tabla, a nivel organizativo los centros dispondrán de la
autonomía necesaria para organizar los grupos y las materias de forma flexible, con la
finalidad de adaptar las medidas de atención a la diversidad más adecuadas en función de
las necesidades específicas del alumnado.
En educación primaria existen diferentes opciones de escolarización, relacionadas
con:
77
4. Centro ordinario, en aula específica de educación especial, a tiempo combinado o
total.
5. Centro específico de educación especial, combinado con una escolarización en
centro ordinario.
6. Escolarización completa en centro específico de educación especial.
Los servicios de apoyo más comunes para responder a la diversidad del alumnado se
corresponden con:
TABLA 3.3
Niveles de concreción de la respuesta educativa
*La regulación de la educación infantil se rige por el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que
se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación infantil (BOE de 4 de enero de 2007).
78
secundaria se relaciona con las medidas señaladas para la educación primaria, añadiendo
los programas de mejora del aprendizaje y el rendimiento (PMAR).
Estas opciones organizativas/curriculares han de seguir siempre un proceso
secuencial y progresivo en relación con su aplicación, priorizando en primer lugar las
opciones más ordinarias, adoptando las metodologías necesarias que garanticen la
participación de los estudiantes con necesidades educativas en el mismo espacio y
currículum común, que es donde todos los estudiantes, tengan o no necesidades, pueden
ver desarrollados los principios inclusivos propuestos.
1. Cursos.
2. Seminarios.
3. Grupos de trabajo.
4. Proyectos de formación en centros.
5. Congresos.
79
Los grupos de trabajo parten igualmente de la iniciativa del profesorado o de la
entidad organizadora, cuyo objetivo es la elaboración de proyectos y materiales
curriculares, así como la experimentación de los mismos sobre las distintas situaciones
educativas o aquellas necesidades consideradas prioritarias por el grupo de profesionales
que los han solicitado. La coordinación de los grupos de trabajo compete a una de las
personas integrantes del propio grupo.
Los proyectos de formación en centros constituyen una formación dirigida al centro
en su totalidad, en cuanto conforman una unidad de funcionamiento que favorece la
planificación y el desarrollo de las actividades formativas centradas en sus necesidades
internas y contextuales. Su metodología se centra sobre la base de la modalidad
cooperativa y colaborativa, y pueden contar con la participación de expertos externos.
Los congresos conforman acciones puntuales, cuyo objetivo es difundir contenidos
sobre un tema concreto, previamente planificado, en base a conferencias, presentación de
experiencias y/o comunicaciones, talleres, mesas redondas y/o exposiciones de material.
TABLA 3.4
Modelos de formación
PARTICIPANTES HORAS
MODALIDAD
MÍNIMO MÁXIMO MÍNIMO MÁXIMO
NOTA: El número de participantes y horas de los proyectos de formación en centros será determinado en
función de la convocatoria de la propia actividad.
El artículo 119 de la Ley 8/2013 (LOMCE, op. cit.) afirma taxativamente que los
padres y los alumnos podrán participar también en el funcionamiento de los centros a
través de las asociaciones creadas a tales efectos, por lo que las administraciones
educativas favorecerán la información y la formación de todos los sectores
80
intervinientes, desde la consideración de una educación integral.
Asimismo, en el artículo 8 del Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre (BOE de
3 de enero de 2015), se señala la importancia de la participación de padres y tutores
legales en el desarrollo del proceso educativo, de forma que, de acuerdo con la
normativa actual y de conformidad con lo establecido en el artículo 4.2.e) de la Ley
Orgánica 8/1985, de 3 de julio de 1985, reguladora del derecho a la educación (BOE de
4 de julio de 1985), «los padres o tutores legales deberán participar y apoyar la evolución
del proceso educativo de sus hijos o tutelados, así como conocer las decisiones relativas
a la evaluación y promoción, y colaborar en las medidas de apoyo o refuerzo que
adopten los centros para facilitar su progreso educativo, y tendrán acceso a los
documentos oficiales de evaluación y a los exámenes y documentos de las evaluaciones
que se realicen a sus hijos o tutelados, sin perjuicio del respeto a las garantías
establecidas en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de protección de datos de
carácter personal (BOE de 14 de diciembre de 1999), y demás normativa aplicable en
materia de protección de datos de carácter personal» (p. 175).
La participación de las familias dentro de la Comisión de Convivencia se crea al
amparo del artículo 27 de la Constitución, la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio,
reguladora del derecho a la educación (op. cit.) y los artículos 120 y 124 de la Ley
Orgánica 2/2006 (op. cit.), y, por supuesto, la Ley 4/2011, de 30 de julio, de convivencia
y participación de la comunicad educativa (BOE de 30 de julio de 2011). La Comisión
de Convivencia se constituye en el seno del Consejo Escolar, con el objetivo de
responder, entre otras, a las siguientes funciones, adaptadas en las distintas comunidades
autónomas (Eurydice, 2018):
81
realiza a través del Consejo Escolar del Estado, a nivel autonómico por medio del
Consejo Escolar de la propia comunidad autónoma, a nivel local a través del Consejo
Escolar Municipal, y a nivel de centro a través del Consejo Escolar del propio centro
educativo.
El Consejo Escolar del Estado, así como los diferentes Consejos Escolares
autonómicos, se apoyan en el principio constitucional de que todos los sectores que de
una manera u otra están relacionados con el proceso de enseñanza-aprendizaje han de
participar colaborativamente a lo largo del desarrollo del proceso educativo.
A partir de las modificaciones y adaptaciones progresivas de las nuevas normativas,
como consecuencia de los estudios realizados el 28 de noviembre de 2012, los padres y
madres se han ido incorporando, asimismo, a los distintos órganos de funcionamiento
internos de los centros, mediante una colaboración colegiada a través de las Comisiones
de Convivencia, en la que pueden aportar ideas, conocimientos y experiencias, así como
colaborar en las conclusiones y toma de decisiones respecto a las acciones a seguir en el
propio centro educativo. En este sentido, la vía de participación voluntaria, con
autonomía propia, son las Asociaciones de Madres y Padres (AMPA) y sus
correspondientes federaciones y confederaciones, cuyas tareas principales son, entre
otras, la formación de los propios padres, acorde con las necesidades priorizadas, el
desarrollo y la planificación de actividades de ocio y tiempo libre, actividades culturales
u otras que faciliten el desarrollo integral de sus hijos, y finalmente indicar aquellas
aportaciones a los órganos del centro para su reflexión y análisis.
82
4. GUÍA DE ACTUACIÓN
1. A nivel de centro.
2. A nivel de aula.
3. A nivel individual.
4. En el nivel más específico de intervención.
83
4.1.1. Propuestas generales
84
a) Planificar el proceso de evaluación inicial.
b) Diseñar el proceso inclusivo previsto.
c) Establecer las medidas curriculares y organizativas adaptadas.
d) Indicar los recursos que puedan ser necesarios.
e) Diseñar el proceso de evaluación continuada.
f) Acordar los procesos de modificación o cambio en las propuestas curriculares
iniciales.
A partir de estas indicaciones, y de acuerdo con los diferentes factores que componen
el centro educativo, deben llevarse a efecto las siguientes consideraciones generales, que
afectan a todos los niveles de intervención: el Consejo Escolar, la Comisión de
Convivencia, el Claustro de Profesores y la Comisión de Coordinación Pedagógica, cuya
incidencia sistémica de la respuesta educativa propuesta se concreta, entonces, en base a
las siguientes áreas o ámbitos de actuación en el nivel de centro (véase figura 4.2).
85
Figura 4.2. Órganos de participación docente.
Por su parte, existen diferentes pautas de actuación a nivel de centro que se ajustan a
las orientaciones realizadas en muy diferentes guías:
86
través de planes y programas específicos, indicados de forma clara en el proyecto
educativo (art. 119 de la LOMCE, op. cit.).
De esta forma, en el artículo 127 de la LOMCE (op. cit.) se indica que el Consejo
Escolar podrá, entre otros cometidos:
87
inclusión inicial.
La Ley 4/2011, de 30 de junio (BOE, op. cit.) regula las normas de convivencia en los
centros educativos, el Real Decreto 3/2018, de 12 de enero (BOE de 13 de enero de
2018), por el que se modifica el Real Decreto 275/2007, en el cual se crea el
Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar, así como los diferentes Decretos que
adaptan dicha norma general en las distintas comunidades autónomas, delimitan el Plan
de Convivencia de los centros educativos, el cual será elaborado por la Comisión de
Convivencia, que está incorporada dentro del Consejo Escolar.
Dicha comisión, que está integrada por todos los sectores de la comunidad educativa
en la misma proporción (profesores, persona de la administración y servicios, familias y
estudiantes), tiene como finalidad básica garantizar un ambiente educativo de respeto
mutuo, que haga posible los fines educativos, mediante el respeto a los derechos y
libertades fundamentales, en la igualdad de trato y de no discriminación de las personas,
así como en la prevención y el tratamiento de las situaciones de acoso escolar mediante
las medidas que se consideren oportunas.
Por esta razón, en la Comisión de Convivencia han de contemplarse una serie de
aspectos esenciales a tener en cuenta, con el fin de responder a las necesidades
particulares de la escolarización de estudiantes con TEA en la institución escolar:
88
y tiempo libre (recreos y otras actividades extraescolares).
• Mediar en las medidas de participación e interacción social, que sean
diseñadas previamente, con el fin de potenciar el desarrollo de las
dimensiones sociales.
• Prevenir y actuar de inmediato, de acuerdo con la planificación
previamente establecida, en relación con los procesos interactivos
conflictivos surgidos, explicando a los estudiantes en conflicto las
características y especificidades del estudiante con TEA y mediando en la
situación como proceso de resolución del conflicto. Si la situación
persistiera, comunicar de inmediato el hecho al docente disponible.
• Observar y actuar, informando de inmediato a la comisión correspondiente
ante situaciones que pudieran implicar un proceso potencial de acoso
escolar.
El artículo 129 de la Ley Orgánica de Educación (LOE, op. cit.) señala, entre otras
cosas, las funciones específicas del Claustro. En materia de adaptación a la diversidad, se
señalan las siguientes:
1. Formular propuestas para la elaboración de los proyectos del centro y aprobar las
concreciones acordadas del currículo:
89
3. Analizar y valorar el funcionamiento global del centro:
a) Concepto.
b) Niveles que conforman el TEA.
c) Peculiaridades educativas y formas de aprendizaje.
d ) Particularidades de las formas de interacción social y de comunicación.
e) Comportamientos específicos y formas de afrontamiento conductual.
f ) Componentes asociados al estudiante en particular.
g) Recursos disponibles y recursos necesarios.
h) Programas específicos.
i ) Ayudas y apoyos sociales y educativos previstos.
j ) Ayudas económicas específicas (becas de educación, ayudas de dependencia-
discapacidad...).
3. Realizar indicaciones sobre las características específicas que han de tener los
currículos adaptados a los estudiantes con TEA:
90
c) Desarrollar los contenidos con planes funcionales y prácticos.
d) Fomentar el proceso constructivista y autónomo de los contenidos durante el
aprendizaje.
e) Apoyar la elaboración y creación de claves o relaciones entre los contenidos.
f ) Apoyar el desarrollo de esquemas o mapas facilitadores de la agrupación
categorial de los contenidos conceptuales.
g) Establecer pautas de generalización de los contenidos construidos, aplicados
en nuevas situaciones y contextos.
h) Asegurar la comprensión de la información presentada.
i) Corroborar medidas de evaluación inmediatas acerca de la consecución de los
contenidos.
j) Establecer medidas correctoras consecuentes con la evaluación anterior.
k) Ofrecer el/los refuerzo/s acordado/s en función de la consecución de los
contenidos propuestos.
91
c) Apoyo fuera del aula, a nivel temporal.
d) Apoyo fuera del aula, a tiempo total.
7. Indicar los niveles de coordinación entre los docentes, y entre estos y la familia
del estudiante con TEA, así como los espacios y tiempos de dicha coordinación.
8. Indicar la línea de observación, evaluación y seguimiento de las medidas
aprobadas por las comisiones específicas, así como la coordinación con la familia
del estudiante con TEA.
9. Señalar las indicaciones para realizar la corrección y/o modificación de las
medidas inicialmente aprobadas, en función de la evaluación continua, realizada
por las comisiones de docentes correspondientes, con la colaboración directa de
la familia del estudiante con TEA.
10. Informar al Consejo Escolar y/o a la Comisión de Convivencia sobre las
situaciones que surjan al efecto, así como, en su caso, tomar las medidas
correctoras que pudieran ser necesarias.
Por otra parte, las estrategias generales para la orientación del funcionamiento de los
diferentes órganos colegiados del centro escolar, esto es, el equipo directivo, los
departamentos didácticos/ciclos y las tutorías, de acuerdo con la especificidad de cada
uno, son las siguientes (véase figura 4.3).
92
destacar aquellas propuestas facilitadoras de una educación de calidad a los estudiantes
con TEA en la institución escolar:
93
4.1.2.6. Los Departamentos Didácticos/Ciclos
94
relajación.
5. Favorecer medidas para la participación progresiva del estudiante con TEA en las
actividades del centro, a través de sucesivas visitas previas.
a) Concretar, para el nuevo alumnado con TEA, un proceso de visitas de todos los
espacios previstos para su participación en el centro educativo.
b) Crear comisiones específicas de docentes para la observación del seguimiento
de las actividades previamente organizadas.
c) Concretar el proceso de participación de las familias de los estudiantes con
TEA en los procesos de valoración de seguimiento de las acciones emprendidas
e indicar su temporalización prevista.
d) Organizar comisiones de estudiantes de diferentes cursos/edades,
preferiblemente de mayor edad y/o cursos superiores, con equidad de sexo
(entre 2-4 estudiantes) para la colaboración en los procesos de inclusión y
prevención de situaciones adversas (acoso escolar), referido a las acciones de
participación en actividades de ocio y tiempo libre, así como para llevar a cabo
un proceso sistemático de observación, seguimiento y valoración de esta
participación, en estrecha relación con la comisión específica de docentes.
95
estudiantes con TEA, en relación con la acción curricular, con el fin de
fomentar el reforzamiento de las actividades complementarias en el ámbito
familiar.
g) Establecer las medidas temporales de flexibilización de los procesos de
ejecución y desarrollo de las tareas.
h) Delimitar el proceso de realización de las evaluaciones (pruebas o exámenes),
de acuerdo con las necesidades particulares de los estudiantes con TEA,
flexibilizando las formas de las cuestiones y los tiempos de ejecución.
i) Establecer medidas exhaustivas de comprobación de la comprensión y/o
aclaración de las propuestas, demandas, cuestiones, etc., realizadas durante el
desarrollo de la actividad docente: objetivos, contenidos, materiales,
actividades, exámenes, etc.
j) Establecer cauces continuos de comprobación de las actividades previamente
demandas.
k) Establecer, en colaboración con el departamento de orientación, los
mecanismos de refuerzo social positivo, ante los intentos de realización de las
tareas, al margen de la efectividad final del resultado de las mismas.
l) Incrementar progresivamente, si procede, el nivel de exigencia de la
consecución del refuerzo.
m) Elaborar, en colaboración con el departamento de orientación y/o la tutoría, la
respuesta educativa específica relacionada con la concreción del refuerzo
educativo (parcial o total) o, en su caso, de una adaptación curricular (parcial o
total).
n) Delimitar el procedimiento y modelo de apoyo para la implementación de las
concreciones curriculares anteriormente indicadas.
4.1.2.7. La Tutoría
1. Concretar los apoyos espaciales y visuales indicados por las programaciones de los
departamentos:
96
2. Precisar, con el apoyo de los demás docentes y el departamento de orientación, las
propuestas curriculares:
5. Nombrar, por consenso, un profesor de referencia para el estudiante con TEA, que
97
ayude en las necesidades del estudiante y supervise las acciones que,
específicamente, ha de realizar a diario.
6. Establecer los tiempos, espacios y método para la coordinación entre los docentes,
que participan en el proceso docente con el estudiante con TEA:
98
sequence=1).
No obstante, en esta sección se desarrollan aquellas indicaciones consideradas
prioritarias a nivel de aula para facilitar la educación de los estudiantes con TEA, las
cuales se han subdividido en dos grandes apartados:
1. Realizar una visita previa con el estudiante con TEA a las instalaciones que van a
ser de uso habitual en el actual curso escolar.
2. Delimitar, con anticipación, los lugares que el estudiante con TEA va a ocupar
dentro del aula y mantenerlos de forma permanente:
3. Identificar claramente los lugares reservados para el estudiante con TEA con
99
señales visuales (o bien con etiquetas escritas), dependiendo de las competencias
del estudiante.
4. Anticipar y explicar cualquier tipo de alteración en el uso de los espacios
previamente reservados.
5. Realizar estas mismas acciones en todas las aulas en las que participe el
estudiante con TEA: plástica, música, tecnología, educación física, talleres,
biblioteca, etc., así como en relación a los espacios de aseo y/o comedor (...).
6. Planificar anticipadamente cualquier temporalización de las acciones educativas,
especificando en la agenda personal su temporización con avisos visuales.
7. Informar al estudiantado con TEA, con precisión, sobre el desarrollo planificado
previsto de las actividades, concretando su temporalización durante el transcurso
de una misma clase:
a) Saludos de bienvenida.
b) Recoger y/o revisar las actividades complementarias relativas al día anterior: 5
minutos aproximadamente.
c) Exponer la anticipación de la nueva tarea: 10 minutos aproximadamente.
d) Exposición visual y/o verbal del nuevo contenido, de forma individual o en
grupo: 20 minutos aproximadamente.
e) Comprobación de la comprensión de la tarea realizada: 2 minutos
aproximadamente.
f ) Propuesta de actividades de clase: 5 minutos aproximadamente.
g) Propuesta de actividades complementarias para la próxima clase: 5 minutos
aproximadamente.
h) Comprobación de la comprensión de las actividades propuestas.
i) Saludos y despedida.
100
educadores, cuidadores u otros.
13. Informar y explicar anticipadamente la participación del estudiante con TEA en
otras aulas, referido al desarrollo de otras materias, como educación física o
tecnología, así como en referencia al funcionamiento del tipo de apoyo.
14. Convertir, en la medida de lo posible, las expectativas temporales de actividades
previstas en rutinas permanentes.
15. Proceder, ante cambios sustanciales, con procesos informativos inmediatos ante
la nueva situación, asegurando en todo momento la comprensión por parte del
niño de dichas explicaciones.
16. Fomentar la colaboración de un estudiante de referencia, con la finalidad de
solucionar dificultades o problemas personales que puedan surgir durante el
proceso temporal de las actividades indicadas anteriormente.
1. El trabajo individual.
2. El trabajo en grupo de iguales por pares o peer tutoring.
3. Trabajo en pequeños grupos cooperativos o cooperative learning.
Todas estas propuestas han de llevarse a cabo en el ambiente ordinario, que es donde
se suceden las interacciones de aprendizaje de enriquecimiento mutuo, limitando al
101
máximo cualquier atención paralela.
102
4.2.2.2. Trabajo cooperativo por pares de iguales
El trabajo por pares de iguales o peer tutoring es una variante del aprendizaje
cooperativo, que fomenta la participación de dos compañeros durante el desarrollo de la
actividad planificada, la cual puede extenderse más allá del horario estricto de clase y
desarrollarse de forma longitudinal y complementaria.
El grupo de pares de iguales debe invertir los roles ejercidos por cada componente,
intercambiando la función de motivador, impulsor y/o coordinador dentro del grupo.
Al igual que en el trabajo individual, el aprendizaje mediante el grupo de pares se
ajusta a una secuencia debidamente estructurada:
103
Existen múltiples variedades de modalidades de aprendizaje cooperativo,
desarrollando en esta sección el aprendizaje cooperativo basado en el proceso de
investigación cooperativa o group investigation. En esta modalidad el aula se divide en
grupos cooperativos formados por 4-5 estudiantes, que colaboran en la realización de
una tarea previamente propuesta. La tarea se subdivide en tantas partes como integrantes
tiene el grupo. Cada integrante busca el material y elabora su parte; luego todos se ponen
de acuerdo para unir todas las partes y presentan el informe de su trabajo al conjunto de
la clase, bien de forma expositiva bien mediante paneles de información, de forma que
todos los estudiantes aprenden unos de otros el conjunto de las actividades realizadas en
el aula. Las tareas pueden no coincidir con el período de clase y pueden realizarse
paralelamente a su desarrollo durante varias jornadas.
1. Elaborar los grupos. En el caso del estudiante con TEA, debe ser asignado a un
grupo de referencia, con compañeros conocidos, manteniendo el grupo de forma
consistente. En ocasiones, siempre de forma progresiva, podría cambiarse algún
integrante.
2. Asignar los roles dentro del propio grupo: coordinador de la tarea, responsable del
material, tutor del estudiante con TEA dentro del grupo, etc. Estos roles pueden
progresivamente intercambiarse.
3. Poner un nombre al grupo, el cual será permanente a lo largo del curso.
4. Delimitar el apoyo que pueda ser necesario por parte del profesorado regular y/o
especialista durante la realización de la tarea.
5. Pasar la temporización de la tarea a una agenda personal.
6. Trabajar en grupo:
104
• Todos los integrantes llevan a cabo la recopilación del material.
• Ponen de acuerdo el material relevante.
• Elaboran un informe conjunto que recopila todas las partes trabajadas.
• El grupo acuerda la distribución de la parte de exposición que realizará
cada integrante al conjunto de la clase.
• Cada equipo expone y presenta su actividad al conjunto de la clase, a través
de los medios digitales y/o impresos en papel.
Lógicamente, todas las medidas indicadas en los apartados anteriores tienen sus
consecuencias a nivel individual. No obstante, en este punto se destacan aquellos
aspectos de mayor concreción para trabajar en el ámbito escolar con estudiantes con
TEA.
Para desarrollar este apartado, se ha realizado una subdivisión del mismo en tres
ámbitos de intervención:
Esta área de intervención hace referencia a los consejos necesarios a tener en cuenta,
desde una perspectiva global, en las diferentes situaciones de la intervención individual
(Alonso, 2004):
105
2. Anticipar cualquier cambio impredecible y sobrevenido.
3. Establecer normas de actuación comportamentales:
106
de ocio (recreos).
c) Favorecer la discusión sobre las situaciones surgidas o que puedan surgir
mediante el método de las asambleas u otras técnicas.
a) Emoticonos.
b) Espejos y máscaras.
c) Collages.
d) Termómetro emocional (...).
8. Favorecer el juego social, partiendo de sus actividades favoritas, entre las cuales
destacan:
Levine (op. cit.) indica una serie de sugerencias para favorecer la comunicación de
los niños con TEA, específicamente en relación con sus compañeros de clase y juego,
que coinciden con las anotaciones indicadas anteriormente:
107
4.3.2. Ámbito curricular regular
108
5. Presentar el contenido: información explicativa-expositiva visual, acompañada de
material complementario relacionado con el contenido.
6. Facilitar materiales diversos necesarios, o indicar dónde puede buscarlos para el
desarrollo del contenido, con características eminentemente prácticas y altamente
funcionales.
7. Especificar los criterios específicos de evaluación.
8. Especificar el tipo de ayuda, si es necesaria, del profesorado de apoyo, durante el
proceso de ejecución.
9. Comprobar que el estudiante ha comprendido debidamente la propuesta de la
actividad.
10. Desarrollar la sesión:
109
conforman.
3. Facilitar el material y/o los pasos para recomponer la estructura progresiva de las
unidades que componen la categoría conceptual, hasta alcanzar la reconstrucción
autónoma de dicha categoría (por este motivo, en un nivel inicial puede ser
necesaria la ayuda y mediación del profesorado de apoyo). Los materiales
utilizados deben utilizar todas las vías posibles y ser adecuados a sus preferencias
perceptivas, bien en papel, tarjetas, medios audiovisuales, tablet, ordenador o
móvil.
4. Una vez reconstruida la categoría conceptual, aplicar el contenido en el ámbito
funcional y práctico en diferentes situaciones, generalizando su aplicación.
5. Facilitar la creación de nexos intrínsecos con el aprendizaje del contenido
propuesto.
6. Relacionar la categoría adquirida con otra categoría conceptual, con la finalidad
de avanzar en el desarrollo global del proceso de aprendizaje.
7. Evaluar progresivamente la adquisición de las categorías conceptuales.
8. Facilitar los mecanismos de reforzamiento del aprendizaje.
9. Promover el feedback correctivo necesario.
10. Reforzar al estudiante por el proceso de aprendizaje realizado.
110
formas del estudio personal.
8. Facilitar el tiempo necesario para mostrar los procesos de aprendizaje adquiridos
(evaluación-exámenes).
9. Durante el conjunto del proceso de RE, planificar la participación del profesorado
de apoyo dentro del aula regular.
111
2. Plantear las cuestiones de forma muy clara, debidamente ajustadas a los criterios
planificados, evitando cuestiones que incluyan más de un elemento categórico-
conceptual, que pueda dar lugar a dudas o malas interpretaciones sobre su
contenido.
3. Evitar preguntas que demanden relaciones o componentes deductivos críticos, que
no hayan sido previamente preparados, durante los procesos de construcción del
aprendizaje.
4. Asegurar debidamente que el estudiante ha comprendido correctamente la
finalidad u objetivo de las preguntas del examen.
5. Flexibilizar el tiempo de ejecución de los exámenes, permitiendo la cantidad de
tiempo que sea necesario.
6. Realizar las pruebas o exámenes en los mismos espacios de trabajo permanente
asignados previamente. Si hubiera que cambiar este espacio, informar al estudiante
de dicho cambio con la suficiente antelación.
1. La interacción social.
2. La comunicación social.
3. El comportamiento.
4. Los espacios de ocio.
112
Figura 4.4. Operativización de la dimensión IS.
• Acerca
• Acepta
113
1. Ayudar al estudiante con TEA a responder positivamente a la solicitud de
colaboración de otro estudiante o un grupo.
2. Ayudar al estudiante con TEA a aceptar los criterios acordados en el grupo
cooperativo, con ayuda si esta es necesaria.
3. Mediar con el estudiante con TEA para que acepte el punto de vista del otro,
durante la actividad entre pares de iguales o en pequeños grupos, con ayuda si esta
es necesaria.
4. Facilitar la comprensión entre el estudiante con TEA y otros estudiantes de
terceras situaciones, con ayuda si esta es necesaria.
5. Mediar entre el estudiante y otros estudiantes, en relación con la comprensión de
los sentimientos de otros.
6. Ayudar al estudiante con TEA en la respuesta ante conflictos surgidos en terceras
personas.
7. Etcétera.
114
comunicación a los diferentes contextos) y «correcto» (corrección y adecuación de la
comunicación).
Las puntuaciones (> 5) son sensiblemente bajas respecto a la media, destacando
«integra» (integración semántica del discurso) y «coherencia» (coherencia expresiva),
por lo que, aunque es necesario estructurar un programa específico en todos los criterios
de dicha dimensión, se priorizan los objetivos dirigidos al desarrollo de las variables
«integra» y «coherencia»:
1. Expresar una idea breve sobre un tema favorito: un deporte, un vídeo, una canción,
etc.
2. Escribir la idea sobre papel o en ordenador.
3. Leer la idea ante el compañero.
4. Añadir una frase a esa idea inicial.
5. Escribir la idea, añadiendo la frase relacionada.
6. Leer la frase al compañero.
7. Realizar la misma actividad con ideas y/o textos más largos.
8. Planificar durante la actividad la ayuda que pueda ser necesaria.
9. Iniciar la comprensión de la tarea, con la participación del profesorado
especialista. Suprimir el apoyo en cuanto comience el desarrollo de la misma.
➪ Comportamiento (COM)
115
Establecer la línea base, referida a los comportamientos integrados actuales
adquiridos (véase figura 4.6).
La evaluación del COMP se ha realizado en base a las medidas en las siguientes
variables: «atención» (capacidad de focalización y mantenimiento de la atención),
«flexible» (competencia para la aceptación de cambios situacionales), «ajusta»
(adaptación a las diferentes situaciones y exigencias de la demanda social), «adecuado»
(conductas adecuadas con el contexto) y «tranquilo» (muestra conductas serenas ante el
contexto, no compatibles con procesos de ansiedad).
Asimismo, en la dimensión ejemplificada se observan índices significativamente
bajos en «flexible» (competencia para la aceptación de cambios situacionales) y «ajusta»
(adaptación a las diferentes situaciones y exigencias de la demanda social)», de forma
que la prioridad del programa se estructura en base a estas dos variables:
116
4. La flexibilización del comportamiento se realiza con ayuda de los integrantes del
grupo, si esta es necesaria.
➪ Espacios de ocio
117
participar.
• Realizar el juego, con la observación y/o la ayuda, si esta es precisa, del
grupo de acompañamiento.
• Hablar y expresar a los miembros del grupo su sentimiento después de la
realización del juego: ¿cómo lo has pasado?, ¿te ha gustado el juego?, etc.
118
b) Ahora, el estudiante con TEA propone al compañero o grupo un juego o
actividad:
TABLA 4.1
Recursos educativos tecnológicos
Appautism Facilitar una síntesis de las mejores aplicaciones existentes, a través de:
http://www.fundacionorange.es/aplicaciones/appyautism/.
119
Aprende con Zipi y Fomentar la flexibilidad mental y comportamental.
Zape I
120
José aprende Ofrecer una serie de cuentos visuales adaptados con pictogramas:
http://www.fundacionorange.es/aplicaciones/cuentos-visuales-jose-aprende/.
121
para-ninos-con-tea/.
1. La dimensión psicopedagógica.
122
2. El área de interacción y comunicación social.
3. El área conductual.
1. La motivación.
2. La emoción.
3. La percepción.
4. La cognición.
5. La memoria.
6. La recuperación de la información.
4.5.1.1. Motivación
123
1. Comprobar la adquisición de los contenidos previamente aprendidos:
124
Figura 4.10. Esquema conceptual del contenido.
5. Organizar el contenido, uniendo todos los elementos que lo conforman y que son
necesarios para facilitar el crecimiento de una planta.
6. Desarrollar el contenido por escrito.
7. Expresar verbalmente el contenido aprendido.
8. Reflexionar sobre el significado del aprendizaje y deducir la importancia del
aprendizaje para la vida.
1. Cada integrante del grupo cooperativo recopila un vídeo musical concreto que le
gusta:
a) Vídeo 1 .
b) Vídeo 2 .
c) Vídeo 3 .
d) Vídeo 4 .
2. Una vez recopilados los cuatro vídeos, el grupo en su conjunto forma un vídeo
collage, mediante el editor visuodigital en el ordenador, lo cortan y lo pegan,
formando un único vídeo final diferente.
125
6. Asegurar la comprensión de la actividad en el estudiante con TEA.
7. Reforzar al estudiante por la realización de la tarea.
4.5.1.2. Emoción
➪ Conducta emocional
126
g) Repetir la imitación de los gestos: tristeza, alegría, etc.
h) Simular la emoción de tristeza, acompañada paralelamente de movimientos
corporales.
i) Simular la emoción de alegría, acompañada al mismo tiempo de movimientos
corporales.
j) Observar la expresión de alegría emitida por un compañero de clase.
k) Explicar qué cree que puede sentir el compañero anterior.
l) Observar la expresión de tristeza de un compañero de clase.
m) Explicar qué cree que puede sentir el compañero anterior y decir qué siente.
3. Realizar las mismas acciones con otras emociones y/o grupos de emociones,
dependiendo de las competencias del estudiante con TEA.
4.5.1.3. Empatía
4. Cada estudiante, dentro del grupo por pares, expresa el sentimiento que cree que
ha tenido su compañero/a.
4.5.1.4. Atención
127
1. Evitar estímulos distractores: sonidos, luces, movimientos paralelos, producidos
por una puerta, pasillos o una ventana.
2. Presentar el estímulo objetivo en posición vertical.
3. Limitar la presentación a un estímulo en cada ocasión, evitando la aparición de
estímulos simultáneos.
128
Método. Trabajos en equipos cooperativos.
4.5.1.5. Percepción
129
«Es la parte más pequeña de la cual están formados los seres vivos (...)».
• Observar la imagen.
• Dibujar y pintar.
• Asegurar su comprensión.
• Observar la imagen.
• Dibujar y pintar.
• Asegurar su comprensión.
130
• Observar la imagen.
• Dibujar y pintar.
• Asegurar la comprensión.
131
4.5.1.6. Cognición-coherencia cognitiva
−6<−5<−4<−2<0
0<3<4<7<8
132
http://ntic.educacion.es/w3/recursos/primaria/matematicas/conmates/unid-
3/aplicaciones.htm.
4.5.1.7. Memoria
➪ Creación de claves
133
1. Aprendizaje global (E Global ). Las partes de la Tierra:
134
Figura 4.16. Imagen relacional del contenido unidad.
135
a) E Global . La Tierra está formada por la atmósfera, que es una capa gaseosa, la
hidrosfera, que es la masa de agua que la cubre, y la geosfera, que constituye la
parte sólida de la Tierra (véase figura 4.18).
4. Agrupar las imágenes anteriores, formando una sola unidad conceptual (véase
figura 4.19).
136
Figura 4.20. Acciones complementarias.
1. R Global . Observar la siguiente imagen, que está relacionada con el concepto global
inicial (véase figura 4.21).
137
El desarrollo de esta dimensión específica es fundamental en la atención al alumnado
con TEA, la cual se ha estructurado en diferentes subapartados:
1. Lenguaje receptivo.
2. Lenguaje expresivo.
3. Comunicación social.
1. Visionar el videocuento:
«Un día Popete dio un gran salto. Voló, voló, voló y llegó muy alto. Tan alto
subió que un besito al sol le dio.
—¡Qué calor! ¡Quiero un helado!, dijo un avión que pasaba a su lado.
Popete le dijo:
—¿Te quieres bañar?
Los dos juntitos se fueron al mar y se bañaron.
(...)».
«Un día Popete voló. A su lado, un avión que pasaba por allí le preguntó si
quería un helado, pues tenía calor. Popete le preguntó si quería bañarse, y
entonces los dos se bañaron en el mar.»
138
4.5.2.2. Lenguaje expresivo
TABLA 4.2
Estructura conceptual de las unidades del cuento
«Un día Popete voló. A su lado, un avión que pasaba por allí le preguntó si
quería un helado, pues tenía calor. Popete le preguntó si quería bañarse, y
entonces los dos se bañaron en el mar.»
1. Jugar a los bolos. Consiste en tirar los bolos, colocados en fila, con una bola. Gana
el juego quien tire el mayor número de bolos.
139
a) Cada estudiante dispone de un bolo.
b) Otro estudiante tiene una tiza.
c) Y otro estudiante es el responsable de la bola, con la cual tratarán de tirar los
bolos.
140
Figura 4.22. Definición de la variable comportamiento
141
Figura 4.23. Operativización de los factores escolares.
Así, como se observa en la figura anterior, para una p>5 se observan déficits en la
presentación de los «contenidos» y «materiales» (p=2, respectivamente), y sobre todo en
«imprevistos» y «recreo» (p=1, respectivamente), por lo que dichas variables se
convertirán en objetivos prioritarios para su modificación en el centro educativo, con el
fin de reducir su influencia sobre el comportamiento del estudiante:
a) Anticipar previamente los espacios que van a ser utilizados, así como la
temporalización de las actividades.
b) Visitar los diferentes lugares, con el fin de facilitar un conocimiento progresivo
142
de los mismos.
c) Señalar visualmente los espacios permanentes que se van a usar en las
diferentes aulas.
d) Anticipar previamente los cambios de aula: tecnología, educación física,
música, etc.
e) Explicar debidamente el motivo de cualquier cambio o situación surgida
imprevista.
f) Incluir los cambios en una agenda personal del estudiante.
g) Comprobar la comprensión de las explicaciones.
143
Figura 4.24. Evolución de la línea base: conducta.
144
5. ÁMBITO FAMILIAR
Cuando en la familia se convive con una persona con TEA, la vivienda puede precisar
de un conjunto de adecuaciones, las cuales dependerán de las necesidades particulares.
No obstante, con carácter general se indican a continuación aquellas adaptaciones
comunes mínimas que podrían ser necesarias, las cuales en esta sección se presentan
subdivididas en los siguientes apartados:
145
1. Medidas de adaptación espacial.
2. La estructuración de la temporalización.
3. Los procesos de anticipación.
4. Medidas relativas a atenciones específicas, realizadas en coordinación con los
diferentes profesionales.
En este aspecto es necesario delimitar los espacios de uso común para el estudiante,
que deberán persistir de forma permanente y tener las siguientes características:
5. Aseo:
146
muebles de ropa, indicando los tipos de ropa que contiene.
7. Reducir y/o retirar completamente aquellos indicadores visuales iniciales que
impliquen un sobreestímulo ya no necesario, así evaluado en la hoja de registro.
1. Hora de levantarse.
2. Aseo.
3. Desayuno.
4. Ir a la escuela.
5. Comida.
6. Descanso/ocio.
7. Actividades complementarias de apoyo a nivel escolar.
8. Actividades específicas: asistencia a atenciones especializadas en el ámbito
social.
9. Relaciones/ocio: juego, amigos.
10. Cena.
11. Interacciones/ocio: juegos con iguales, juegos en familia.
12. Aseo.
13. Acostarse.
147
2. Especificar las nuevas rutinas.
3. Indicarlas en la agenda.
4. Asegurar su comprensión.
148
11. Facilitar la progresiva autogestión individual en la ejecución de las conductas
logradas.
12. Indicar la autogestión de las conductas acordadas en la agenda personal.
13. Evaluar el nivel de consecución de las conductas de acuerdo con los criterios
indicados en la hoja de registro: línea base.
14. Comunicar el proceso de seguimiento a los profesionales intervinientes, tanto a
nivel escolar como en relación a otros profesionales sociosanitarios.
15. Establecer la progresiva reducción y/o supresión de las ayudas acordadas con
anterioridad.
16. Participar activamente en la modificación, si esta procede, de las propuestas
programáticas, respecto a las medidas iniciales.
1. A nivel de centro.
2. A nivel de aula.
3. A nivel individual.
149
Figura 5.2. Niveles de la intervención familiar en el ámbito escolar.
1. Participar en el diseño del proceso inclusivo, que debe caracterizar el proyecto del
centro educativo.
2. Colaborar a lo largo de los procesos de diagnóstico y evaluación específica
iniciales de las necesidades educativas del estudiante con TEA, relativos a:
a) Limitaciones específicas.
b) Habilidades.
c) Capacidades potenciales.
d) Tipo de procesamiento cognitivo.
e) Ajuste de los materiales prioritarios.
f) Ajuste de los tipos de refuerzo más efectivos.
150
Consejo Escolar, si procede, o mediante comisiones previas, para llevar al
Consejo las propuestas prioritarias, con el fin de planificar la evaluación general
de las necesidades del centro relacionadas con la planificación educativa.
5. Participar activamente en la planificación educativa.
6. Establecer el canal de mediación en el diseño de los programas entre la institución
educativa y los servicios sociales y/o sanitarios.
7. Colaborar en la elaboración de los objetivos generales, relacionados con la
planificación de las medidas de intervención global para el conjunto del centro,
relacionados con la respuesta educativa al alumnado con TEA.
8. Colaborar en las medidas específicas de tipo educativo:
a) Adecuaciones curriculares.
b) Refuerzo educativo.
c) Adaptación curricular.
d) Otras concreciones: atenciones específicas.
a) Modelo de apoyo.
b) Tipo de apoyo.
c) Duración del apoyo.
13. Colaborar en las comisiones específicas del centro para la formación de los
equipos y personas de referencia:
151
c) Nombramiento y funciones del estudiante de referencia.
d) Otras comisiones parciales.
a) Seminario permanente.
b) Grupo de trabajo.
c) Proyecto de formación.
d) Otros.
a) Modelo de registro.
b) Espacios y tiempos de la evaluación.
a) Lugar en el aula.
b) Otras ubicaciones.
c) Control de estímulos distractores.
152
acordadas en la Comisión de Convivencia a nivel de centro.
6. Colaborar en los procesos de mediación de las diferentes comisiones de apoyo a
los estudiantes con TEA en los distintos niveles del centro:
a) Periodicidad de la información.
b) Modelo de transmisión de la información.
c) Técnicas del uso de la agenda personal.
12. Informar y participar en la selección del diseño de los refuerzos potenciales del
estudiante:
a) Refuerzos sociales.
b) Refuerzos físicos: tipos.
153
estudiante, a efectos de nombrar al estudiante de referencia.
14. Informar sobre la familiaridad de los docentes, a efectos de nombrar al docente de
referencia.
15. Informar sobre la idoneidad y familiaridad de los estudiantes, con el fin de
nombrar el equipo de iguales para los espacios y tiempos de ocio.
16. Delimitar la periodicidad de la evaluación de las fichas de seguimiento, en base a
la evolución del estudiante con TEA en las diferentes áreas planificadas.
17. Establecer la periodicidad de las reuniones presenciales entre la familia y la
tutoría.
18. Especificar el modelo de intercambio de información continuada (e-mail, móvil,
agenda, otros).
19. Facilitar los cauces para la mediación entre las actuaciones psicosociales
sanitarias y la tutoría.
154
13. Fomentar la construcción conceptual, mediante un proceso mediado de claves
relacionales que favorezcan la percepción y codificación semántica de la
información.
14. Establecer rutinas claras y reglas de acción consistentes y permanentes.
15. Señalar e indicar dichas rutinas en la agenda personal.
16. Preparar con la suficiente antelación al estudiante con TEA ante posibles cambios
o situaciones imprevistas.
17. Indicarle, con antelación, cualquier nueva expectativa u otra consideración de
cambio.
18. Potenciar el trabajo en equipo, mediante diferentes estructuras cooperativas.
19. Participar en las sesiones planificadas para el desarrollo de las dimensiones de
interacción y comunicación social y el ajuste comportamental.
20. Fomentar el intercambio entre la familia, la escuela y otros servicios, a través de
mecanismos establecidos de intercambio, respecto a los programas específicos
implementados.
21. Especificar las vías de evaluación de seguimiento de los programas específicos
iniciados.
22. Colaborar en los procesos de cambio sobre los planes específicos, en función de
la evaluación anterior.
155
Figura 5.3. Áreas de intervención individual.
1. El ámbito curricular.
2. Los aspectos perceptivo-cognitivos.
3. El ámbito de la interacción y la comunicación social.
4. Los aspectos relacionados con la hipersensibilidad sensorial.
5. Los aspectos comportamentales.
6. La prevención del acoso o bullying.
7. La adaptación de los procesos relacionales en los adolescentes: sexualidad y
afectividad.
156
librería-estantería, etc.
2. En casa, experimenta con objetos o conceptos disponibles que son antónimos:
apagado-encendido, caliente-frío, abierto-cerrado, etc.
3. A nivel escolar, el aprendizaje del contenido se ha desarrollado mediante ejemplos
en PowerPoint.
4. En casa, como tarea complementaria, escribe grupos de palabras sinónimas y
antónimas señaladas y experimentadas sobre cartulinas de papel diferentes.
a) «En el frutero había ayer cinco peras y dos manzanas, pero papá compró esta
mañana más peras y manzanas y ahora hay en el frutero diez peras y seis
manzanas. ¿Cuántas peras y manzanas compró papá?».
b) Realizar otros ejemplos prácticos de generalización con objetos familiares
experimentales.
157
Figura 5.4. Imagen relacional: clave.
158
5.2.3.3. Aspectos relacionales
159
especificidades de las personas con TEA, con diferencias de intensidad, en el ámbito
sensorial, lo que puede perjudicar los procesos atencionales y, por tanto, el desarrollo
educativo.
En esta sección se tienen en cuenta los siguientes subapartados (véase figura 5.7):
1. Aspectos sensorio-espaciales.
2. Aspectos auditivos.
3. Aspectos vestibulares.
4. Los aspectos relacionados con el gusto y texturas.
5. El tipo de ambiente.
6. El tipo de procesamiento.
160
cual debe estar en una posición lo más vertical posible.
3. Adecuar la ubicación del estudiante en relación a los demás compañeros del aula,
tratando de hacerse visibles mutuamente, sobre todo en actividades de grupo
grande. En este sentido, la organización espacial en forma de «U» puede ser una
buena estrategia.
4. Cuidar la organización y disposición de los materiales, los cuales deben estar
organizados con etiquetas representativas, indicadas sobre las estanterías o cajones
correspondientes, así como ser de fácil acceso. Explicar debidamente, con
antelación, dicha ubicación.
➪ Aspectos auditivos
1. Tener una exhaustiva precaución con los ruidos simultáneos dentro del aula.
2. Reducir la intensidad del timbre de cambio de clase y otras alarmas del centro, o
bien sustituirlas por señales luminosas.
3. Evitar que hablen a la vez varias personas al estudiante.
4. Evitar presentar verbalmente varios conceptos o contenidos simultáneamente.
➪ Aspectos táctiles
➪ Aspectos vestibulares
➪ El gusto y la textura
161
1. Permitir explorar las texturas de los objetos para anticipar y adaptar
progresivamente su presentación en situaciones experimentales.
2. Permitir explorar las texturas relacionadas con los tipos de alimentos.
3. Facilitar un proceso de adaptación a las diferentes texturas y olores de los
alimentos, ya que en determinadas personas este factor puede constituir un
obstáculo esencial para una adecuada alimentación.
➪ El ambiente
1. Facilitar visitas progresivas anticipadamente a los espacios que van a ser usados
durante el proceso educativo.
2. Permitir explorar dichos espacios de forma progresiva.
3. Anticipar los lugares específicos, dentro de dichos espacios, que van a ser
utilizados de modo permanente.
4. Realizar indicaciones visuales de dichos espacios, con la colaboración del propio
estudiante.
➪ Procesamiento
➪ Conducta iniciada
162
coordinación entre la escuela-familia, medida en segundos, permite observar la
evolución de la siguiente línea base (véase figura 5.8).
➪ Tarea complementaria
➪ Conducta iniciada
1. Al finalizar cada recreo, el estudiante tiene como tarea asearse las manos antes de
entrar en el aula.
163
2. Supervisión de la conducta por parte del equipo de estudiantes que le acompaña en
los recreos.
El acceso a las redes sociales de los adolescentes con TEA, para facilitar la
interacción con amigos en Facebook, Twitter, Instagram y/o Snapchat, puede constituir
una técnica de desarrollo de las relaciones sociales positivas, así como una posibilidad de
aprender cosas nuevas y explorar sus intereses. Sin embargo, existen diversos riesgos a
los cuales estas personas se enfrentan, debido a su vulnerabilidad particular, referida a
dos aspectos fundamentalmente. Por una parte, sus limitaciones para cambiar o
flexibilizar las tareas pueden convertir estas en situaciones obsesivo-compulsivas
extremas que, lejos de beneficiar el comportamiento, lo perjudican significativamente. Y
en segundo, lugar, sobre todo, su particular forma de relacionarse hace que sean
susceptibles a procesos de malas interpretaciones y, por tanto, a consecuencias
perjudiciales en las relaciones entre iguales.
Por ello es necesario tener en cuenta una serie de medidas preventivas.
164
1. Anticipar el funcionamiento y uso de los servicios:
165
relaciones sentimentales entre parejas.
b) Los adolescentes que acceden a citas sentimentales deberán mostrar una
comprensión adecuada de las diferencias entre estas relaciones.
c) Asimismo, deben comprender la discriminación conceptual entre los diferentes
miembros que forman la comunidad: ayudantes, compañeros, amigos o parejas
románticas.
d) Identificar el propósito de las citas, ya que cuando se trata de relaciones de
«noviazgo» las relaciones mutuas han de involucrar positivamente a ambos de
forma compartida y deseada.
e) Aprender a manejar los tiempos en una situación de citas de pareja.
f ) Ser conscientes de las peculiaridades hipersensoriales de la persona con TEA
durante las relaciones de pareja: sonidos, olor, tacto, gusto, etc., las cuales
pueden influir de manera importante en dicha relación.
a) Soportes visuales.
b) Fotos para concretar prácticas de reconocimiento de las emociones en las
relaciones románticas.
c) Guiones o esquemas para organizar la estructura que configura los pasos a
seguir en una relación sentimental.
d) Ejemplos mediante video modelling para aprender los diferentes lenguajes
corporales.
e) Vídeos ilustrativos para una buena higiene de aseo personal.
f ) Historias narrativas, con el fin de favorecer un aprendizaje altamente funcional,
integrado en situaciones reales. Estas historias narrativas son muy efectivas
para el aprendizaje de aquellos currículos ocultos que existen y todos conocen
en las relaciones románticas, pero de los cuales nadie habla.
g) Realizar prácticas de juego de roles para mejorar el comportamiento no verbal
y favorecer el comportamiento social asociado a la seguridad de las relaciones.
h) Utilizar técnicas de «autopsia social», con la finalidad de detectar y analizar los
errores sociales frecuentes, elegir soluciones alternativas y corregir los errores
para un futuro.
166
5.3. ÁMBITO SOCIAL
El National Institute for Health and Care Excellence for Autism, a través de la Guía
de recursos, publicada en 2014 (NICE, 2014), establece las pautas generales, desde una
visión integrada y sistémica, de los diferentes ámbitos de la intervención educativa, con
la premisa fundamental de asegurar la colaboración entre las familias y todos los demás
servicios sociales y educativos durante los procesos de intervención.
Por tanto, en este ámbito de actuación se distinguen diferentes áreas de la
intervención:
1. En la familia.
2. En el acceso a la prestación de servicios sociales.
3. En la intervención sanitaria.
4. En los servicios particulares: gabinetes.
5. En las asociaciones/federaciones.
5.3.1. En la familia
167
4. Proporcionar información sobre los servicios de apoyo disponibles a nivel social:
servicios sociales, sanitarios, educativos, etc.
5. Facilitar la información sobre temas relevantes de interés sobre el TEA a las
familias y cuidadores, así como a los propios jóvenes con TEA.
6. Incrementar y ajustar la capacidad de respuesta, comprensión y sensibilidad de las
familias, cuidadores, docentes y compañeros a los patrones de comunicación con
los niños, niñas y jóvenes con TEA.
7. Anticipar, explicar y facilitar los procesos de tránsito en los cambios de colegio:
guardería-educación infantil y primaria-instituto de educación secundaria-
universidad.
8. Anticipar y explicar los procesos de cambio en el ámbito sanitario, que puede
implicar cambio de médico: niños-jóvenes-adultos.
9. Explicar y facilitar la transición a la vida laboral y adulta.
10. Informar acerca de la solicitud del certificado del grado de discapacidad en los
Servicios Sociales.
11. Informar sobre las ayudas del SAAD:
a) Prestaciones económicas.
b) Becas de educación.
c) Ayudas por hijo a cargo.
d) Ayudas para la modificación y adquisición de vivienda.
e) Ayudas para el transporte.
f ) Reducciones de impuestos diversos, tanto fiscales (IRPF) como impuestos
municipales (IBI).
g) Reconocimiento específico de familia numerosa (dos hijos).
1. Adaptar los espacios de uso común permanente para la evaluación y/o atenciones
periódicas de las personas con TEA, con indicaciones visuales representativas.
2. Facilitar una capacitación profesional específica a los sanitarios para la atención
168
del impacto del TEA en el ámbito familiar, realizando un seguimiento de los
cambios evolutivos y sucesivas transiciones.
3. Fomentar una capacitación profesional del sector sanitario en los procesos
específicos del diagnóstico, con el fin de evitar errores ocasionales, relacionados
con los otros trastornos, para lo cual están disponibles diversas pruebas
específicas (véanse tablas 5.1 y 5.2):
169
children and young people. NICE Clinical Guideline, 99 (2010).
f ) Adherencia a medicamentos: Medicines adherence. NICE Clinical Guidance,
76 (2009).
g) TDAH: Attention deficit hyperactivity disorder (ADHD). NICE Clinical
Guideline, 72 (2008).
h) Trastornos obsesivo-compulsivos: Obsessive-compulsive disorder (OCD) and
body dysmorphic disorder (BDD). NICE Clinical Guideline, 31 (2005).
i) Ansiedad y depresión: Depression in children and young people. NICE
Clinical Guideline, 28 (2005).
j) Trastorno de estrés traumático: Post-traumatic stress disorder (PTSD). NICE
Clinical Guideline, 26 (2005).
TABLA 5.1
Pruebas psicológicas
M-CHAT-R, http://www.fespau.es/autismo-tea/m-chat.pdf.
Checklist for
Autism in
Toddlers-
Revised (Baron
Cohen, Allen y
Guillberg,
1992).
ADI-R, Autism
170
Diagnostic https://www.wpspublish.com/store/p/2645/adi-r-autism-diagnostic-interview-revised.
Interview-
Revised (Lord
et al., 1994).
ADOS-2, https://www.wpspublish.com/store/p/2648/ados-2-autism-diagnostic-observation-schedule-second-edition
Autism
Diagnostic
Observation
Schedule-
Generic (Lord
et al., 2000).
CARS, http://www.psymtec.es/catalogo.asp?
Childhood catalogo=Psicolog%EDa%20y%20Evaluaci%F3n&indice=EVALUACI%D3N%20Y%20TRATAMIENTO%
Autism Rating
Scale (DiLalla
y Rogers,
1994).
GARS, http://www.psymtec.com/catalogo_psicologia/evaluaci%F3n_y_tratamiento_de_defi.htm.
Guilliam
Autism Rating
Scale (Gilliam
y Janes, 1995).
IDEA, https://www.asemco.org/documentos/asemco-idea.pdf.
Inventario del
espectro autista
(Riviére y
Martos, 1997).
171
Asperger
(Attwood,
1998).
TABLA 5.2
Pruebas fisiológicas
Las personas con TEA pueden precisar una atención específica, relacionada por
ejemplo con el desarrollo de las siguientes áreas:
172
2. Solicitar las prestaciones económicas que le asisten, correspondientes con este tipo
de atención.
3. Facilitar la transmisión de la información entre los servicios educativos, sanitarios
y estos gabinetes, tanto en el proceso de evaluación como de la intervención en sí
misma.
4. Establecer, en consecuencia, los mecanismos previos para la coordinación entre los
diferentes contextos.
5. Especificar las técnicas para la transmisión mutua de la información.
6. Establecer la periodicidad de las reuniones presenciales entre los diferentes
factores intervinientes.
7. Delimitar la técnica de procedimiento para el registro y revisión de los datos de
seguimiento.
8. Arbitrar cauces de participación conjunta para realizar los procesos de
modificación y/o cambio de los programas de intervención iniciales, en función de
las medidas de evaluación continuadas realizadas.
1. Informar sobre las ayudas y prestaciones sociales a las que las familias tienen
derecho.
2. Establecer los cauces de mediación efectivos entre el factor familiar y el contexto
educativo, sanitario, social y, en su caso, los gabinetes psicopedagógicos
particulares.
3. Promover y sistematizar reuniones periódicas presenciales entre los diferentes
factores intervinientes.
173
4. Facilitar la transmisión de la información mutua, en tiempo real, en relación con
las intervenciones específicas planificadas.
5. Coordinar modelos de actuación similares entre los diferentes factores
intervinientes:
174
CONCLUSIONES
Las personas con TEA presentan ciertas características que son comunes a los
diferentes grados del diagnóstico, con diferencias de intensidad según los niveles,
relacionadas con limitaciones en las dimensiones de la interacción y comunicación social
y los comportamientos estereotipados y restrictivos, pero la mayor característica que los
define es, no obstante, la heterogeneidad del trastorno, en cuanto constituye un
amplísimo espectro que incluye tanto a personas que no tienen comunicación verbal y/o
carecen de niveles de autonomía personal como a otras que pueden realizar una
transición a la vida laboral y vivir de forma independiente. Por esta razón, el abordaje
del trastorno, o quizá conjunto de trastornos que forman el espectro, implica importantes
desafíos para la investigación, tanto en relación con la indagación en un diagnóstico
apropiado como en base a delimitar las diferentes prioridades programáticas específicas
y metodologías de la intervención, dentro de las cuales existen múltiples enfoques de
intervención.
Es fundamental insistir en el máximo nivel de relación y coordinación entre todos los
factores intervinientes sobre el proceso de intervención con personas con TEA, que
comienza desde los momentos iniciales del proceso de diagnóstico, continúa con la
aportación de los elementos nucleares facilitadores de la innovación y la investigación
científica, hasta los procesos de desarrollo de la implementación de programas y planes
específicos de la acción psicoeducativa y social, con la participación y el compromiso
conjunto de toda la comunidad social, cuyo objetivo último es mejorar la salud y el
bienestar de las personas con TEA.
Para llevar a cabo este proceso de coordinación de forma efectiva, el actual
compromiso oficial de la Administración es facilitar el desarrollo de planes estratégicos,
que incluyen la formación y la capacitación de todos los factores implicados, así como
garantizar la participación conjunta en dichos procesos formativos. Esta labor de
formación se dirige especialmente a las familias, educadores, cuidadores y asociaciones,
en cuanto constituyen un papel esencial en el desarrollo de las intervenciones, basadas en
el contexto real y natural de la vida de las personas, que es donde estas intervenciones
obtienen los niveles de efectividad esperados.
En el informe Early Childhood Bullettin (Ziegler, 1996) se recogen las reflexiones de
los expertos y las propias familias respecto a esta cuestión, incluyendo como tema
principal la necesidad de concretar la formación y capacitación profesional de las
familias, tanto en relación a su participación en el período escolar como a su acción
básica durante los períodos vacacionales. En el informe, las familias mostraron, en
175
general, varios acuerdos en sus conclusiones:
1. La dificultad común de las familias sobre qué método o métodos elegir para la
educación de sus hijos y/o qué modelos de transición seguir entre las diferentes
etapas, y entre estas y la vida adulta.
2. Sobre todo, mostraron su preocupación sobre la efectividad de los tratamientos, ya
que al no estar claramente coordinados dan lugar a la aplicación de programas
separados, los cuales pueden suponer, en muchas ocasiones, acciones dispersas y
contrarias dentro de una única intervención, que no benefician las expectativas de
los programas de intervención implementados, además de incrementar
sensiblemente los costos económicos de acciones separadas.
176
constituye un proceso verdaderamente complejo, por lo que es necesaria una regulación
específica que arbitre con claridad cómo realizar esta coordinación multiprofesional. En
este sentido, la propuesta de los procesos de mediación de los diferentes servicios de
apoyo deberá estar formalmente planificada a través de la figura del mediador-educador
social, de forma que esta coordinación no quede al azar de la implementación
programática, sino que sea ejercida mediante un protocolo específico de actuación,
oficialmente reconocido y desarrollado, para facilitar la intervención conjunta de todos
los servicios, sin riesgo de duplicaciones o tratamientos contradictorios. Este proceso de
mediación, el cual debe establecerse a nivel de área o sector, con una distribución
territorial equitativa y acorde con las necesidades situacionales previamente evaluadas,
ha de llevar a cabo, entre otras, las siguientes funciones principales.
➪ En relación al contexto:
177
3. Colaborar en la mediación de los procesos de seguimiento de la implementación de
los programas.
4. Facilitar la mediación para reflexionar y tomar decisiones sobre la mejora de la
implementación de los programas y/o de la coordinación llevada a cabo.
5. Acceder a las bases de datos fusionadas de los diferentes servicios, integrados en
una red oficial. En efecto, es absolutamente prioritario que desde la
Administración se formalicen las medidas para permitir la unificación del análisis
de todas las informaciones relativas al conjunto de los factores intervinientes en el
proceso psicoeducativo y social de las personas con TEA y, en consecuencia,
puedan fusionar sus bases de datos, con el fin de vincular los resultados y analizar
la efectividad global de las intervenciones, facilitar la reflexión de estas y
proponer las medidas que sean necesarias.
6. Informar a la Administración del cumplimento del proceso, mediante la
elaboración de las memorias correspondientes y/o las reuniones establecidas a
tales efectos.
178
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
179
International Meeting for Autism Research. Orlando, FL.
Barsalou, L. W. (1992). Cognitive psychology. An overview for cognitive scientists.
Hillsdale, NJ: Lawrence Erlbaum Associates.
Barsalou, L. W. (1999). Perceptual symbol systems. Behavioural and Brain Sciences,
22, 577-660.
Barsalou, L. W. (2008). Cognitive and neural contributions to understanding the
conceptual system. Current Directions in Psychological Science, 17(2), 91-95.
Barsalou, L. W. (2009). Simulation, situated conceptualization and prediction.
Philosophical Transactions of the Royal Society B, 364, 1281-1289.
Bearss, K., Burrell, T. L., Challa, S. A., Postorino, V., Gillespie, S. E., Crooks, C. et al.
(2018). Feasibility of parent training via telehealth for children with Autism Spectrum
Disorder and disruptive behavior: A demonstration pilot. Journal of Autism and
Developmental Disorders, 48(4), 1020-1030: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-
3363-2.
Bellini, S. (2006). Building social relationships: A systematic approach to teaching
social interaction skills to children and adolescents with Autism Spectrum Disorders
and other social difficulties. Shawnee Mission, KS: Autism Asperger Publishing.
Ben-Itzchak, E., Abutbul, S., Bela, H., Shai, T. y Zachor, D. A. (2016). Understanding
one’s own emotions in cognitively-able preadolescent with Autism Spectrum
Disorder. Journal of Autism and Developmental Disorders, 46(7), 2363-2371.
Berger, J. (2011). Arousal increases social transmission of information. Psychological
Science, 22(7), 891-893.
Bitsika, V. y Sharpley, C. F. (2018). Making the transition from diagnosis to treatment-
planning: validity, reliability and factor structure of the Autism Spectrum Disorder
behavior checklist. International Journal of Disability, Development and Education,
65(1), 22-32.
Black, M. E. y Therrien, W. J. (2018). Parent training programs for school-age children
with autism: A systematic review. Remedial and Special Education, 39(4), 243-256:
http://dx.doi.org/10.1177/0741932517730645.
Bondy, A. S. y Frost, L. (2014). What is PECS? https://pecsusa.com/pecs/.
Bronfenbrenner, U. (1976). The ecology of human development: History and
perspectives. Psychologia, 19(5), 537-549.
Bronfenbrenner, U. (1977a). Lewinian space and ecological substance. Journal of Social
Issues, 33(4), 199-212.
Bronfenbrenner, U. (1977b). Toward an experimental ecology of human development.
American Psychologist, 32(7), 513-531.
Bronfenbrenner, U. (1979). The ecology of Human Development. Cambridge: Harvard
University Press.
Bronfenbrenner, U. (1992). Ecological systems theory. En R. Vasta (ed.), Six theories of
child development: revised formulations and current issues (pp. 187-249). Bristol:
Jessica Kingsley Publisher.
Brundson, V. y Happé, F. (2014). Exploring the «Fractionation» of autism at the
180
cognitive level. Autism: The International Journal of Research and Practice, 18(1),
17-30: http://dx.doi.org/10.1177/1362361313499456.
Carlsson, E., Miniscalco, C., Kadesjö, B. y Laakso, K. (2016). Negotiating knowledge:
Parents’ experience of the neuropsychiatric diagnostic process for children with
autism. International Journal of Language & Communication Disorders, 51(3), 328-
338: http://dx.doi.org/10.1111/1460-6984.12210.
Charman, T. y Baron-Cohen, S. (1994). Another look at imitation in autism.
Development and Psychopatology, 6, 403-413.
Chien, Y. L., Hsieh, M. H. y Gau, S. S. (2018). Mismatch negativity and P3a in
adolescents and young adults with Autism Spectrum Disorders: Behavioral correlates
and clinical implications. Journal of Autism and Developmental Disorders, 48(5),
1684-1697: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-3426-4.
Christenson, S. L. y Conoley, J. C. (eds.) (1992). Home-school collaboration:
Enhancing children’s academic and social competence. Colesville, Rd: National
Association of School Psychologists.
Coates, M., Lamb, J., Bartlett, B. y Datta, P. (2017). Autism Spectrum Disorder
coursework for teachers and teacher-aides: An investigation of courses offered in
Queensland, Australia. Australian Journal of Teacher Education, 42(11), 65-80:
https://eric.ed.gov/contentdelivery/servlet/ERICServlet?accno=EJ1161158.
Conroy, M. A., Asmus, J. M., Sellers, J. A. y Ladwig, C. N. (2005). The use of an
antecedent-based intervention to decrease stereotypic behavior in a general education
classroom: A case study. Focus on Autism and Other Developmental Disabilities,
20(4), 223-230.
Conroy, T., Yell, M. L., Katsiyannis, A. y Collins, T. S. (2010). The U.S. Supreme Court
and parental rights under the Individuals with Disabilities Education Act. Focus
Exceptional Children, 43(2), 1-16. Doi: 10.1080/09687590601056717.
Corcoran, J., Berry, A. y Hill, S. (2015). The lived experience of US parents of children
with Autism Spectrum Disorders: A systemic review and meta-synthesis. Journal of
Intellectual Disabilities, 19(4), 356-366.
http://dx.doi.org/10.1177/1744629515577876.
Creswell, J. W. (2013). Qualitative inquiry & research design: Choosing among five
approaches (3.a ed.). Thousand Oaks, CA: SAGE.
Dallas, W. P. (2017). Systemic sustainability in RtI using intervention-based scheduling
methodologies. Learning Disability Quarterly, 40(2), 105-113:
http://dx.doi.org/10.1177/0731948717690141.
Díez-Cuervo, A., Muñoz-Yunta, J. A., Fuentes-Biggi, J., Canal-Bedia, R., Idiazábal-
Aletxa, M. A., Ferrari-Arroyo, M. J. et al. (2014). Guía de buena práctica para el
diagnóstico de los Trastornos del Espectro Autista. Revista de Neurología, 41(5),
299-310.
DiLalla, D. L. y Rogers, S. J. (1994). Domains of the childhood autism rating scale:
relevance for diagnosis and treatment. J. Autism Dev. Disord., 24, 115-128.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8040157.
181
Doren, B., Flannery, K. B., Lombardi, A. R. y Kato, M. M. (2013). The impact of
professional development and student and teacher characteristics on the quality of
postsecondary goals. Remedial and Special Education, 34(4), 215-224:
http://dx.doi.org/10.1177/0741932512468037.
Douglas, S. N., Kammes, R. y Nordquist, E. (2018). Online communication training for
parents of children with Autism Spectrum Disorder. Communication Disorders
Quarterly, 39(3), 415-425: http://dx.doi.org/10.1177/1525740117727491.
Downs, A., Downs, R. C. y Rau, K. (2008). Effects of training and feedback on discrete
trial teaching skills and student performance. Research in Developmental Disabilities,
29(3), 235-246. Doi: 10.1016/j.ridd.2007.05.001.
Dunlap, L. K., Dunlap, G., Koegel, L. K. y Koegel, R. L. (1991). Using self-monitoring
to increase independence. Teaching Exceptional Children, 23, 17-22.
Dunn, M. A. (2005). S.O.S. Social skills in our schools: A social skills program for
verbal children with pervasive developmental disorders and their typical peers.
Shawnee Mission, KS: Autism Asperger Publishing Company.
Dunst, C. J., Trivette, C. M. y Deal, A. (1994). Supporting and strengthening families.
Vol 1: Methods, strategies, and practices. Cambridge, MA: Brookline.
http://psycnet.apa.org/record/1994-98663-000.
DuPaul, G. J. y Eckert, T. L. (1998). Academic interventions for students with attention-
deficit/hyperactivity disorder: a review of the literature. Reading and Writing
Quarterly: Overcoming Learning Difficulties, 14, 59-82.
Duvekot, J., Hoopen, L. W., Slappendel, G., Van der Ende, J., Verhulst, F. C., Van der
Sijde, A. et al. (2017). Characteristics of the social spectrum study: A multicenter
study of the Autism Spectrum among clinically referred children. Journal of Autism
and Developmental Disorders, 47(1), 33-48: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-016-
2919-x.
Erin, L. H., Christen, N. M., Joanne, K. S. y Beverly, J. W. (2013). The relation of
parent–child interaction qualities to social skills in children with and without Autism
Spectrum Disorders. Autism, 18(3), 292-300. Doi: 10.1177/1362361312470036
Frith, U. y Happé, F. (1994). Autism: beyond «Theory of Mind». Cognition, 50, 115-
132.
Frye, D. (2000). Theory of mind, domain specificity, and reasoning. En P. Mitchell y K.
J. Riggs (eds.), Children’s reasoning and the mind (pp. 149-167). Hove, RU:
Psychology Press.
Gerencser, K. R., Higbee, T. S., Akers, J. S. y Contreras, B. P. (2017). Evaluation of
interactive computerized training to teach parents to implement photographic activity
schedules with children with Autism Spectrum Disorder. Journal of Applied Behavior
Analysis, 50(3), 567-581: http://dx.doi.org/10.1002/jaba.386.
Gessaroli, E., Andreini, V., Pellegri, E. y Frassinetti, E. (2013). Self-face and self-body
recognition in autism. Research in Autism Spectrum Disorders, 7, 793-800.
Giangreco, M. F. y Doyle, M. B. (eds.) (2007). Quick-guides to inclusion: Ideas for
educating students with disabilities (2.a ed.). Baltimore: Paul H. Brookes.
182
https://www.uvm.edu/cess/cdci/giangreco-resources-inclusion-general-education.
Giangreco, M. F., Suter, J. C. y Doyle, M. B. (2010). Paraprofessionals in inclusive
schools: A review of recent research. Journal of Educational and Psychological
Consultation, 20, 41-57: https://doi.org/10.1080/10474410903535356.
Gillberg, C. y Peeters, T. (1995). Autism. Medical and educational aspect. Antwerp:
Jansen-Cilag.
Gilson, C. B., Bethun, L. K., Carter, E. W. y McMillan, E. D. (2017). Informing and
equipping parents of people with intellectual and developmental disabilities.
Intellectual and Developmental Disabilities, 55(5), 347-360:
https://doi.org/10.1352/1934-9556-55.5.347.
Goldman, S. E., Alder, M. L., Burgess, H. J., Corbett, B. A., Hundley, R. et al. (2017).
Characterizing sleep in adolescents and adults with Autism Spectrum Disorders.
Journal of Autism and Developmental Disorders, 47(6), 1682-1695:
http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-3089-1.
Goldman, S. E., Glover, C. A., Lloyd, B. P., Barton, E. E. y Mello, M. P. (2018). Effects
of parent implemented visual schedule routines for African American children with
ASD in low-income home settings. Exceptionality, 26(3), 162-175:
http://dx.doi.org/10.1080/09362835.2017.1294984.
Gray, C. A. (1998). Social stories and comic strip conversations with students with
Asperger Syndrome and high-functioning autism. En E. Schopler, G. B. Mesibov y L.
J. Kunce (eds.), Asperger syndrome or bigh-functioning autism? (pp. 167-198).
Nueva York: Plenum.
Gray, C. A. y Garand, J. D. (1993). Social stories: Improving responses of students with
autism with accurate social information. Focus on Autistic Behavior, 8, 1-10.
Guilliam, J. E. (1995). GARS. Gilliam Autism Rating Scale. Autism. Texas: Proe-ed.
Hall, L. y Kelley, E. (2014). The contribution of epigenetics to understanding genetic
factors in autism. Autism: The International Journal of Research and Practice, 18(8),
872-881.
Happé, F. (1997). Central coherence and theory of mind: reading homographs in context.
British Journal of Development Psychology, 15, 1-12.
Happé, F. y Frith, U. (2006). The weak coherence account: detail focused cognitive style
in Autism Spectrum Disorders. Journal of Autism and Developmental Disorders,
36(1), 5-25.
Harkema, R. (2018). Using a modified social story intervention in the home environment
for children with Autism Spectrum Disorder and its impact on family quality of life.
Chicago: Loyola University. ProQuest LLC. http://gateway.proquest.com/openurl?
url_ver=Z39.88-
2004&rft_val_fmt=info:ofi/fmt:kev:mtx:dissertation&res_dat=xri:pqm&rft_dat=xri:pqdiss:107475
Hassan, M., Simpson, A., Danaher, K., Haesen, J., Makela, T. y Thomson, K. (2018). An
evaluation of behavioral skills training for teaching caregivers how to support social
skill development in their child with Autism Spectrum Disorder. Journal of Autism
and Developmental Disorders, 48(6), 1957-1970: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-
183
017-3455-z.
Haven, E. L., Manangan, C. N., Sparrow, J. K. y Wilson, B. J. (2014). The relation of
parent-child interaction qualities to social skills in children with and without Autism
Spectrum Disorders. Autism, 18(3), 292-300.
Hertzig, M. E., Snow, M. E. y Sherman, M. (1989). Affect and cognition in autism.
Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 28, 195-199.
Hodge, N. y Runswick-Cole, K. (2008). Problematising parent-professional partnerships
in education. Disability & Society, 23, 637-647. Doi: 10.1080/09687590802328543.
Hume, K. y Odom, S. L. (2007). Effects of a work system on the work and play of
children and individuals with autism. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 37, 1166-1180.
Hunt, P., Alwell, M., Farron-Davis, F. y Goetz, L. (1996). Creating socially supportive
environments for fully included students who experience multiple disabilities.
Journal of the Association for Persons with Severe Handicaps, 21, 53-71.
Hutto, L. L. (2017). A multiple case study analysis exploring Autism Spectrum Disorder
as a culture. East Eisenhower Parkway, ProQuest LLC, Ph.D. Dissertation:
Northcentral University. http://gateway.proquest.com/openurl?url_ver=Z39.88-
2004&rft_val_fmt=info:ofi/fmt:kev:mtx:dissertation&res_dat=xri:pqm&rft_dat=xri:pqdiss:102651
Iadarola, S., Hetherington, S., Clinton, C., Dean, M., Reisinger, E., Huynh, L. et al.
(2015). Services for children with Autism Spectrum Disorder in three, large urban
school districts: Perspectives of parents and educators. Autism: The International
Journal of Research and Practice, 19(6), 694-703:
http://dx.doi.org/10.1177/1362361314548078.
Iadarola, S., Levato, L., Harrison, B., Smith, T., Lecavalier, L., Johnson, C. et al. (2018).
Teaching parents behavioral strategies for Autism Spectrum Disorder (ASD): Effects
on stress, strain, and competence. Journal of Autism and Developmental Disorders,
48(4), 1031-1040: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-3339-2.
Ingersoll, B. y Dvortcsak, A. (2009). Teaching social communication to children with
Autism: A practitioner’s guide to parent training and a manual for parents. Nueva
York: Guilford Publications. http://www.guilford.com/cgi-bin/cartscript.cgi?
page=pr/ingersoll.htm&print=1&cart_id=933236.26329.
Interagency Autism Coordinating Committee (2009). Strategic plan for Autism Spectrum
Disorder. Washington: Interagency Autism Coordinating Committee. US Department
of Health and Human Services.
Interagency Autism Coordinating Committee (2014). Strategic plan for Autism Spectrum
Disorder research: 2013 Update. Washington: Interagency Autism Coordinating
Committee. US Department of Health and Human Services.
Jansen, D., Petry, K., Ceulemans, E., Noens, I. y Baeyens, D. (2017). Functioning and
participation problems of students with ASD in higher education: Which reasonable
accommodations are effective? European Journal of Special Needs Education, 32(1),
71-88: http://dx.doi.org/10.1080/08856257.2016.1254962.
Johnson, L. D., Fleury, V., Ford, A., Rudolph, B. y Young, K. (2018). Translating
184
evidence-based practices to usable interventions for young children with autism.
Journal of Early Intervention, 40(2), 158-176.
http://dx.doi.org/10.1177/1053815117748410.
Karal, M. A. y Wolfe, P. S. (2018). Social story effectiveness on social interaction for
students with autism: A review of the literature. Education and Training in Autism
and Developmental Disabilities, 53(1), 44-58:
http://daddcec.org/Publications/ETADDJournal/ETDDDetailsPage/tabid/80/ArticleID/2405/Social
Story-Effectiveness-on-Social-Interaction-for_Students-with-Autism-A-Review-of-
the-Literature.aspx.
Karst, J. S., Van Hecke, A. V., Carson, A. M., Stevens, S., Schohl, K. y Dolan, B.
(2015). Parent and family outcomes of PEERS: A social skills intervention for
adolescents with Autism Spectrum Disorder. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 45(3), 752-765: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-014-2231-6.
Kim, S. Y., Rispoli, M., Lory, C., Gregori, E. y Brodhead, M. T. (2018). The effects of a
shared reading intervention on narrative story comprehension and task engagement of
students with Autism Spectrum Disorder. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 48(10), 3608-3622: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-018-3633-7.
Kimhi, Y., Shoam-Kugelmas, D., Agam Ben-Artzi, G., Ben-Moshe, I. y Bauminger-
Zviely, N. (2014). Theory of mind and executive function in preschoolers with typical
development versus intellectually able preschoolers with Autism Spectrum Disorder.
Journal of Autism and Developmental Disorders, 44(9), 2341-2354:
http://dx.doi.org/10.1007/s10803-014-2104-z.
Kleinert, H., Towles-Reeves, E., Quenemoen, R., Thurlow, M., Fluegge, L., Weseman,
L. et al. (2015). Where students with the most significant cognitive disabilities are
taught: Implications for general curriculum access. Exceptional Children, 81(3), 312-
328: http://dx.doi.org/10.1177/0014402914563697.
Koegel, R. L. y Koegel, L. K. (2006). Pivotal response treatments for autism. Baltimore,
MD: Brookes. https://journals.sagepub.com/doi/10.2511/rpsd.24.3.174.
Koegel, R. L. y Koegel, L. K. (2012). The PRT pocket guide: Pivotal response treatment
for Autism Spectrum Disorders. Baltimore: Brookes Publishing Company.
http://www.brookespublishing.com/store/books/koegel-71059/index.htm.
Köhler, F. W., Strain, P. S., Hoyson, M., Davis, L., Donina, W. M. y Rapp, N. (1995).
Using a group-oriented contingency to increase social interactions between children
with autism and their peers: A preliminary analysis of corollary supportive behavior.
Behavior Modification, 19, 10-32.
Kraemer, B. R., Cook, C. R., Browning-Wright, D., Mayer, G. R. y Wallace, M. D.
(2008). Effects of training on the use of the behavior support plan quality evaluation
guide with autism educators: A preliminary investigation examining positive behavior
support plans. Journal of Positive Behavior Interventions, 10(3), 179-189:
http://dx.doi.org/10.1177/1098300708318796.
Kunce, L. y Mesibov, G. B. (1998). Educational approaches to high-functioning autism
and Asperger syndrome. En E. Schopler, G. B. Mesibov y L. J. Kunce (eds.),
185
Asperger syndrome or high-functioning autism? (pp. 227-261). Nueva York: Plenum.
Law, G. C., Neihart, M. y Dutt, A. (2018). The use of behavior modeling training in a
mobile app parent training program to improve functional communication of young
children with Autism Spectrum Disorder. Autism: The International Jour-nal of
Research and Practice, 22(4), 424-439:
http://dx.doi.org/10.1177/1362361316683887.
Ledford, J. R., King, S., Harbin, E. R. y Zimmerman, K. N. (2018). Antecedent social
skills interventions for individuals with ASD: What works, for whom, and under what
conditions? Focus on Autism and Other Developmental Disabilities, 33(1), 3-13:
http://dx.doi.org/10.1177/1088357616634024.
Ledford, J. R., Zimmerman, K. N., Chazin, K. T., Patel, N. M., Morales, V. A. y
Bennett, B. P. (2017). Coaching paraprofessionals to promote engagement and social
interactions during small group activities. Journal of Behavioral Education, 26(4),
410-432: http://dx.doi.org/10.1007/s10864-017-9273-8.
Lee, S. H., Wehmeyer, M. L. y Shogren, K. A. (2015). Effect of instruction with the self-
determined learning model of instruction on students with disabilities: A meta-
analysis. Education and Training in Autism and Developmental Disabilities, 50(2),
237-247: http://daddcec.org/Publications/ETADDJournal.aspx.
Levine, M. D. (2012). A best practices guide in social skills training for kindergarten
teachers of children with high functioning Autism Spectrum Disorder. Widener
University, Institute for Graduate Clinical Psychology: ProQuest LLC, Psy. D.
Dissertation. http://gateway.proquest.com/openurl?url_ver=Z39.88-
2004&rft_val_fmt=info:ofi/fmt:kev:mtx:dissertation&res_dat=xri:pqm&rft_dat=xri:pqdiss:356937
Locke, J., Williams, J., Shih, W. y Kasari, C. (2017). Characteristics of socially
successful elementary school-aged children with autism. Journal of Child Psychology
and Psychiatry, 58(1), 94-102: http://dx.doi.org/10.1111/jcpp.12636.
Lord, C., Risi, S., Lambrecht, L., Cook, E. H., Leventhal, B. L., DiLavore, P. C. et al.
(2012). The autism diagnostic observation schedule-generic: A standard measure of
social and communication deficits associated with the spectrum of autism. Journal of
Autism and Developmental Disorders, 2000(30), 205-223. Doi:
10.1023/A:1005592401947.
Lord, C., Rutter, M. y Le Couteur, A. (1994). Autism diagnostic interview-revised: A
revised version of a diagnostic interview for caregivers of individuals with possible
pervasive developmental disorders. J. Autism. Dev. Disord., 24, 659-685.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7814313.
Lovaas, O. (1981). El niño autista. México: Debate.
Lowe, M. y Costello, A. (1988). Symbolic play test. Londres: NFER-Nelson.
http://broughttolife.sciencemuseum.org.uk/broughttolife/objects/display?id=93253.
Lugo, J., Rodríguez-Franco, M. A., Mahtani, V., Magán, M., Díez, E. y Canal, R.
(2018). Prevalence of schizophrenia spectrum disorders in average-IQ adults with
Autism Spectrum Disorders: A meta-analysis. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 48(1), 239-250: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-3328-5.
186
Maddox, B. B., Brodkin, E. S., Calkins, M. E., Shea, K., Mullan, K., Hostager, J. et al.
(2017). The accuracy of the ADOS-2 in identifying autism among adults with
complex psychiatric conditions. Journal of Autism and Developmental Disorders,
47(9), 2703-2709: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-017-3188-z.
Mancil, G. R. y Boman, M. (2010). Functional communication training in the classroom:
A guide for success. Preventing School Failure, 54(4), 238-246:
https://www.researchgate.net/publication/247524348_Functional_Communication_Training_in_th
Marsh, W. W. (2015). Common core and the uncommon learner: How autism affects
acquisition of common core state standards. Contemporary School Psychology, 19(2),
66-76: http://dx.doi.org/10.1007/s40688-015-0048-8.
Matson, J. L. y Swiezy, N. (1994). Social skills training with autistic individuals. En J.
L. Matson (ed.), Autism in children and adults: Etiology, assesment and intervention
(pp. 241-260). Pacific Grove, CA: Brooks/Cole.
McCathren, R. B. (2000). Teacher-implemented prelinguistic communication
intervention. Focus on Autism and Other Developmental Disabilites, 1(15), 21-29.
McConnell, K. y Ryser, G. R. (2006). Early start for young children with Autism/ PDD:
practical interventions. Austin: PRO-ED.
Mechling, L. C., Ayres, K. M., Foster, A. L. y Bryant, K. J. (2015). Evaluation of
generalized performance across materials when using video technology by students
with Autism Spectrum Disorder and moderate intellectual disability. Focus on Autism
and Other Developmental Disabilities, 30(4), 208-221:
http://dx.doi.org/10.1177/1088357614528795.
Mowling, C. M., Menear, K., Dennen, A. y Fittipaldi-Wert, J. (2018). Using technology
and the ecological model of constraints to develop story-based interventions for
children with Autism Spectrum Disorder. Strategies: A Journal for Physical and
Sport Educators, 31(3), 5-12: http://dx.doi.org/10.1080/08924562.2018.1442274.
Mundy, P., Kasari, C., Sigman, M. y Ruskin, E. (1995). Nonverbal communication and
early language adquisition in children with Down syndrome and in normally
developing children. Journal of Speech and Hearing Research, 38, 157-167.
Myles, B. S., Hagen, K., Holverstott, J., Hubbard, A., Adreon, D. y Trautman, M.
(2005). Life journey through autism: An educator’s guide to Asperger syndrome.
ERIC: Organization for Autism Research.
https://eric.ed.gov/contentdelivery/servlet/ERICServlet?accno=ED508621.
Nadel, J. y Butterworth, G. (eds.) (1999). Imitation in infancy. Cambridge studies in
cognitive and perceptual development. Cambridge: Cambridge University Press.
Nguyen, N. N., Leytham, P., Schaefer, P. y Gelfer, J. I. (2015). Reading comprehension
and Autism in the primary general education classroom. Reading Teacher, 69(1), 71-
76: http://dx.doi.org/10.1002/trtr.1367.
NICE National Institute for Health and Care Excellence (2014). AUTISM: Quality
Standars (QS51). https://www.nice.org.uk/guidance/qs51.
Nind, M. y Hevett, D. (1994). Access to communication: Developing the basics of
communication with people with severe learning difficulties through intensive
187
interaction. Londres: David Fulton.
Nind, M. y Powell, S. (2000). Intensive interaction and autism: some theoretical
concerns. Children and Society, 14(2), 98-109.
Nylander, L., Axmon, A., Björne, P., Ahlström, G. y Gillberg, C. (2018). Older adults
with Autism Spectrum Disorders in Sweden: A register study of diagnoses,
psychiatric care utilization and psychotropic medication of 601 individuals. Journal
of Autism and Developmental Disorders, 48(9), 3076-3085:
http://dx.doi.org/10.1007/s10803-018-3567-0.
Odom, S. L. y Strain, P. S. (1986). A comparison of peer-initiation and teacher-
antecedent interventions for promoting reciprocal social interaction of autistic
preschoolers. Journal of Applied Behavior Analyisis, 19, 59-71.
Ojea, M. y Diéguez, N. (2015). Análise das variables cognoscitivas sobre a competencia
de integración semántica dos contidos en estudantes con Trastorno do Espectro
Autista de nivel 1. Maremagnum: Publicación Galega sobre os Trastornos do
Espectro Autista, 19, 61-76.
Ojea, M. y Tellado, F. (2018). Semantic Integration Evaluation Scale (SIS) for Children
with Autism Spectrum Disorder. Open Access Journal of Addiction and Psychology,
1(1), 1-6. File:///C:/Users/Manuel/Desktop/OAJAP.MS.ID.000514%20(1).pdf. Doi:
10.33552/OAJAP.2018.01.000514.
Ojea, M. (2004). El espectro autista. Intervención psicoeducativa. Málaga: Aljibe.
Ojea, M. (2008). Síndrome de Asperger en la universidad: percepción y construcción del
conocimiento. Alicante: Editorial Club Universitario.
Ojea, M. (2009). Autismo, Asperger. Programa de integración gestáltico. Málaga:
Aljibe.
Ojea, M. (2015). Desarrollo de memoria semántica en personas con Trastornos del
Espectro Autista. Ourense: Nobel Médica.
Ojea, M. (2018a). Trastorno del Espectro Autista: procesamiento de la información
perceptivo-cognitivo mediante la creación de redes semánticas. Madrid: Pirámide.
Ojea, M. (2018b). Programa RELATEA. Desarrollo de categorías conceptuales en
estudiantes con Trastornos del Espectro Autista. Madrid: Pirámide.
Ojea, M. (2018c). Comparative analysis of development program of concepts and
categories through cognitive perceptive networks in students with Autism Spectrum
Disorder. Scholarly Journal of Psychology and Behavioral Sciences, 1(1), 1-6:
https://lupinepublishers.com/psychology-behavioral-science-
journal/pdf/SJPBS.MS.ID.000101.pdf.
Organización Mundial de la Salud (1992). Décima revisión de la Clasificación
Internacional de las Enfermedades (CIE-10). Descripciones clínicas y pautas para el
diagnóstico. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
Ozonoff, S. y Miller, J. N. (1995). Teaching theory of mind: a new approach to social
skills training for individuals with autism. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 25, 415-433.
Palmieri, L., Papaleo, V., Porcelli, V., Scarcia, P., Gaita, L., Sacco, R. et al. (2010).
188
Altered calcium homeostasis in Autism Spectrum Disorders: Evidence from
biochemical and genetic studies of the mitochondrial aspartate/glutamate carrier
AGC1. Molecular Psychiatry, 15, 38-52: https://www.nature.com/articles/mp200863.
Parsons, S., Guldberg, K., Porayska-Pomsta, K. y Lee, R. (2015). Digital stories as a
method for evidence-based practice and knowledge cocreation in technology-
enhanced learning for children with autism. International Journal of Research &
Method in Education, 38(3), 247-271:
http://dx.doi.org/10.1080/1743727X.2015.1019852.
Phosaly, L. (2017). Play your way to compliance: A validation study of a parent-training
program to increase compliance rates in young children with Autism Spectrum
Disorder. East Eisenhower Parkway: ProQuest LLC.
https://search.proquest.com/docview/2016827056.
Plavnick, J. B. (2012). A practical strategy for teaching a child with autism to attend to
and imitate a portable video model. Research and Practice for Persons with Severe
Disabilities, 37(4), 263-270: http://tash.org/about/publications/.
Plavnick, J. B. y Dueñas, A. D. (2018). Brief report: Effects of video-based group
instruction on spontaneous social interaction of adolescents with Autism Spectrum
Disorders. Journal of Autism and Developmental Disorders, 48(6), 2231-2236.
http://dx.doi.org/10.1007/s10803-018-3481-5.
Ploog, B. O., Banerjee, S. y Brooks, P. J. (2009). Attention to prosody (intonation) and
content in children with autism and in typical children using spoken sentences in a
computer game. Research in Autism Spectrum Disorders, 3(3), 743-758:
http://dx.doi.org/10.1016/j.rasd.2009.02.004.
Putnam, J. W. (1993). Cooperative learning and strategies for inclusion: celebrating
diversity in the classroom. Baltimore: Paul H. Brookes. https://eric.ed.gov/?
id=ED361952.
Radley, K. C., McHugh, M. B., Taber, T., Battaglia, A. A. y Ford, W. B. (2017). School-
based social skills training for children with Autism Spectrum Disorder. Focus on
Autism and Other Developmental Disabilities, 32(4), 256-268:
http://dx.doi.org/10.1177/1088357615583470.
Radley, K. C., O’Handley, R. D., Battaglia, A. A., Lum, J. D. K., Dadakhodjaeva, K.,
Ford, W. B. et al. (2017). Effects of a social skills intervention on children with
Autism Spectrum Disorder and peers with shared deficits. Education and Treatment
of Children, 40(2), 233-262: http://wvupressonline.com/journals/etc.
Rieth, S. R., Haine-Schlagel, R., Burgeson, M., Searcy, K., Dickson, K. S. y Stahmer, A.
C. (2018). Integrating a parent-implemented blend of developmental and behavioral
intervention strategies into speech-language treatment for toddlers at risk for Autism
Spectrum Disorder. Seminars in Speech and Language Pathology, 39(2), 114-124:
https://doi.org/10.1055/s-0038-1627483.
Rivière, A. (2002). IDEA: Inventario del espectro autista. Facatativá-Cundinamarca:
Fundec.
Rivière, A. y Martos, J. (comps.) (1997). El tratamiento del autismo. Nuevas
189
perspectivas. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. IMSERSO.
Roberts, R. N. (2006). Wow! Models of service coordination do make a difference.
Journal of Early Intervention, 28(3), 169-171:
http://www.vanderbiltchildrens.com/interior.php?mid=3126.
Robinson, L., Bond, C. y Oldfield, J. (2018). A UK and Ireland survey of educational
psychologists’ intervention practices for students with Autism Spectrum Disorder.
Educational Psychology in Practice, 34(1), 58-72.
Robinson, S., Howlin, P. y Russell, A. (2017). Personality traits, autobiographical
memory and knowledge of self and others: A comparative study in young people with
Autism Spectrum Disorder. Autism: The International Journal of Research and
Practice, 21(3), 357-367: http://dx.doi.org/10.1177/1362361316645429.
Rogers, S. J. y McEvoy, R. E. (1992). Praxis in high-functioning persons with autism.
Paper presented at the Society for Research in Child Development conference. Nueva
Orleans, LA.
Rosa, M., Puig, O., Lázaro, L. y Calvo, R. (2016). Socioeconomic status and intelligence
quotient as predictors of psychiatric fisorders in children and adolescents with high-
functioning Autism Spectrum Disorder and in their siblings. Autism: The
International Journal of Research and Practice, 20(8), 963-972:
http://dx.doi.org/10.1177/1362361315617881.
Ruppar, A., Fisher, K. W., Olson, A. J. y Orlando, A. M. (2018). Exposure to literacy for
students eligible for the alternate assessment. Education and Training in Autism and
Developmental Disabilities, 53(2), 192-208:
http://daddcec.org/Publications/ETADDJournal.aspx.
Ryan, S., Fraser-Thomas, J. y Weiss, J. (2018). Patterns of sport participation for youth
with Autism Spectrum Disorder and intellectual disability. Journal of Applied
Research in Intellectual Disabilities, 31(3), 369-378:
http://dx.doi.org/10.1111/jar.12414.
Saadatzi, M., Pennington, R. C., Welch, K. C. y Graham, J. H. (2018). Small-group
technology-assisted instruction: Virtual teacher and robot peer for individuals with
Autism Spectrum Disorder. Journal of Autism and Developmental Disorders, 48(11),
3816-3830: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-018-3654-2.
Sarokoff, R. A. y Sturmey, P. (2004). The effects of behavioral skills training on staff
implementation of discrete-trial teaching. Journal of Applied Behavior Analysis, 37,
535-538. Doi: 10.1901/jaba.2004.37-535.
Sarokoff, R. A. y Sturmey, P. (2008). The effects of instructions, rehearsal, modeling,
and feedback on acquisition and generalization of staff use of discrete trial teaching
and student correct responses. Research in Autism Spectrum Disorders, 2, 125-136.
Doi: 10.1016/j.rasd.2007.04.002.
Schaefer, B., Musil, A. y Kollinzas, G. (1980). Total comunication. Illinois: Research
Press.
Schopler, E. y Reichler, R. J. (1971). Problems in the developmental assessment of
psychotic children. EMI Congress Series, 274, 1307-1311.
190
Schultz, T. R., Schmidt, C. T. y Stichter, J. P. (2011). A review of parent education
programs for parents of children with Autism Spectrum Disorders. Focus on Autism
and Other Developmental Disabilities, 26(2), 96-104:
http://dx.doi.org/10.1177/1088357610397346.
Schuttler, J. O. (2012). The design of an IEP decision aid: A tool for diverse parents of
children with autism. University of Kansas: ProQuest LLC, Ph.D.
https://search.proquest.com/docview/1038158211.
Simien, K. E. (2017). General secondary educators’ experiences in meeting the needs of
students with high functioning Autism Spectrum Disorders. Eisenhower: ProQuest
LLC. https://search.proquest.com/docview/1968618953.
Simmons, W. K. y Barsalou, L. W. (2003). The similarity in topography principle:
reconciling theories of conceptual deficits. Cognitive Neuropsychology, 20, 451-486.
Sinderberry, B., Brown, S., Hammond, P., Stevens, A. F., Schall, U., Murphy, D. G. et
al. (2013). Subtypes in 22q11.2 deletion syndrome associated with behaviour and
neurofacial morphology. Research in Developmental Disabilities: A Multidisciplinary
Journal, 34(1), 116-125: http://dx.doi.org/10.1016/j.ridd.2012.07.025.
Singer, G. H., Singer, J. y Horner, R. (1987). Using pretask requests to increase the
probability of compliance for students with severe disabilities. Journal of the
Association for Persons with Severe Handicaps, 12, 287-291.
Siperstein, G. N. y Rickards, E. P. (2004). Promoting social success: A curriculum for
children with special needs. Baltimore, MD: Brookes Publishing.
Smith, T. (2001). Discrete trial training in the treatment of autism. Focus on Autism and
Other Developmental Disabilities, 16, 86-92.
Stadnick, N., Chlebowski, C., Baker-Ericzén, M., Dyson, M., Garland, A. y Brookman-
Frazee, L. (2017). Psychiatric comorbidity in Autism Spectrum Disorder:
Correspondence between mental health clinician report and structured parent
interview. Autism: The International Journal of Research and Practice, 21(7), 841-
851: http://dx.doi.org/10.1177/1362361316654083.
Stahmer, A. C. y Schreibman, L. (1992). Teaching children with autism appropriate play
in unsupervised environments using a self-management package. Journal of Applied
Behavior Analyisis, 25, 447-459.
Stewart, B. C. (2003). Pervasive developmental disorder: Client-centered approach. A
guide for parents and teachers. ERIC: EDRS Price MF01/PC04 Plus Postage.
https://eric.ed.gov/contentdelivery/servlet/ERICServlet?accno=ED481861.
Stromer, R., Kimball, J. W., Kinney, E. M. y Taylor, B. A. (2006). Activity schedules,
computer technology, and teaching children with Autism Spectrum Disorders. Focus
on Autism and Other Developmental Disabilities, 21(1), 14-24:
https://www.researchgate.net/publication/237715612_Activity_Schedules_Computer_Technology
Sullivan, R. C. (comp.) (1977). Autism: An annotated bibliography of films, videotapes,
and audiotapes. Revised June 1977. ERIC: ED144299, RECORD TYPE: RIE.
https://eric.ed.gov/?q=regression+(autism+OR+autistic)+-
descriptor%3a%22regression+analysis%22+-descriptor%3a%22regression+
191
(statistics)%22+descriptor%3aautism&ff1=pubReference+Materials+-
+Bibliographies&id=ED144299.
Suppo, J. L. y Mayton, M. R. (2012). A portable Potty plan for children with autism.
Young Exceptional Children, 15(4), 3-16:
http://dx.doi.org/10.1177/1096250612451758.
Swaggart, B. L. y Gagnon, E. (1995). Using social stories to teach social and behavioral
skills to children with autism. Focus on Autistic Behavior, 10, 1-16.
Thomas, J. y Nix, S. (2017). Use of social narratives as an evidence-based practice to
support employment of young adults with Autism Spectrum Disorders: A
practitioner’s guide. Journal of the American Academy of Special Education
Professionals, on line, 163-169: http://aasep.org/aasep-publications/journal-of-the-
american-academy-of-special-education-professionals-jaasep/latest-archived-
journals-of-the-american-academy-of-special-education-professionals/index.html.
Torres, C., Farley, C. A. y Cook, B. G. (2012). A special educator’s guide to
successfully implementing evidence-based practices. Teaching Exceptional Children,
45(1), 64-73:
https://www.researchgate.net/publication/273920692_A_Special_Educator's_Guide_to_Successfu
Based_Practices.
Tortosa, F. (2004). Tecnologías de ayuda en personas con Trastornos del Espectro
Autista: guía para docentes. Murcia: Pictográfica, S. L.
Ünlü, E., Vuran, S. y Diken, I. H. (2018). Effectiveness of discrete trial training program
for parents of children with Autism Spectrum Disorder. International Journal of
Progressive Education, 14(3), 12-31:
https://eric.ed.gov/contentdelivery/servlet/ERICServlet?accno=EJ1186534.
Vaidya, C. J., Foss-Feig, J., Shook, D., Kaplan, L., Kenworthy, L. y Gaillard, W. D.
(2011). Controlling attention to Gaze and Arrows in childhood: An fMRI study of
typical development and Autism Spectrum Disorders. Developmental Science, 14(4),
911-924: http://dx.doi.org/10.1111/j.1467-7687.2011.01041.x.
Van Etten, H. M., Kaur, M., Srinivasan, S. M., Cohen, S. J., Bhat, A. y Dobkins, K. R.
(2017). Increased prevalence of unusual sensory behavior in infants at risk for, ant
teens with, Autism Spectrum Disorder. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 47, 3431-3445. Doi: 10.1007/s10803-017-3227-9.
Verschuur, R., Huskens, B., Verhoeven, L. y Didden, R. (2017). Increasing opportunities
for question-asking in school-aged children with Autism Spectrum Disorder:
Effectiveness of staff training in pivotal response treatment. Journal of Autism and
Developmental Disorders, 47(2), 490-505: http://dx.doi.org/10.1007/s10803-016-
2966-3.
Vismara, L. A., McCormick, C. E. B., Wagner, A. L., Monlux, K., Nadhan, A. y Young,
G. S. (2018). Telehealth parent training in the early start denver model: Results from
a randomized controlled study. Focus on Autism and Other Developmental
Disabilities, 33(2), 67-79: http://dx.doi.org/10.1177/1088357616651064.
Vohra, R., Madhavan, S. y Sambamoorthi, U. (2017). Comorbidity prevalence,
192
healthcare utilization, and expenditures of medicaid enrolled adults with Autism
Spectrum Disorders. Autism: The International Journal of Research and Practice,
21(8), 995-1009: http://dx.doi.org/10.1177/1362361316665222.
Wall, K. (2004). Autism and early years practice: A guide for early years professionals,
teachers and parents. Thousand Oaks: SAGE Publications.
https://uk.sagepub.com/en-gb/eur/autism-and-early-years-practice/book232991.
Walsh, J. A., Creighton, S. E. y Rutheford, M. D. (2016). Emotion perception or social
cognitive complexity: What drives face processing déficits in Autism Spectrum
Disorders? Journal of Autism and Developmental Disorders, 46(2), 615-623.
Watson, L. R. (1989). TEACCH. Teaching spontaneous communication to autistic and
developmentally handicapped children. Nueva York: Irvington.
Wei, X., Yu, J., Shattuck, P. y Blackorby, J. (2017). High school math and science
preparation and postsecondary STEM participation for students with Autism
Spectrum Disorder. Focus on Autism and Other Developmental Disabilities, 32(2),
83-92: http://dx.doi.org/10.1177/1088357615588489.
Whalen, C. (ed.) (2009). Real life, real progress for children with Autism Spectrum
Disorders: Strategies for successful generalization in natural environments.
Baltimore, MD: Brookes Publishing Company.
https://www.researchgate.net/publication/236727543_Real_life_real_progress_for_children_with_
Williams, J., Scott, F., Stott, C. y Allison, C. (2005). The CAST (Childhood Asperger
Syndrome Test): Test accuracy. Autism, 9(1), 45-68. Doi:
10.1177/1362361305049029.
Wing, L. (1981). La educación del niño autista. Barcelona: Paidós.
Wing, L. (1982). Autismo infantil. Aspectos médicos y educativos. Madrid: Santillana.
Wing, L. (1986). Un programme pour inventorier et évaluer les troubles du
comportement et les compétences: le HBS Schedule. Neuropsychiatrie de l’Enfance,
34, 138-141.
Wing, L. (1988). The continuum of autistic characteristics. En E. Schopler y G. B.
Mesibov (eds.), Autism in adolescent and adults. Nueva York: Plenum.
Wing, L., Leekam, S. R., Libby, S. J., Gould, J. y Larcombe, M. (2002). The diagnostic
interview for social and communication disorders: background, interrater reliability
and clinical use. J. Child Psychol. Psychiatry, 43, 307-325.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11944874.
Witmer, S. E., Nasamran, A., Parikh, P. J., Schmitt, H. A. y Clinton, M. C. (2015). Using
parents and teachers to monitor progress among children with ASD: A review of
intervention research. Focus on Autism and Other Developmental Disabilities, 30(2),
67-85: http://dx.doi.org/10.1177/1088357614525659.
Wolfberg, P., LePage, P. y Cook, E. (2009). Innovations in inclusive education: Two
teacher preparation programs at the San Francisco State University. International
Journal of Whole Schooling, 5(2), 16-36: http://www.wholeschooling.net.
Wynkoop, K. S., Robertson, R. E. y Schwartz, R. (2018). Skills of students with Autism
Spectrum Disorder and intellectual disability. Journal of Special Education
193
Technology, 33(3), 145-158: http://dx.doi.org/10.1177/0162643417746149.
Ziegler, M. (1996). Report on Autism Conference Sponsored by NECTAS. Early
Childhood Bulletin. Chapel Hill, NC: National Early Childhood Technical Assistance
System (NECTAS). https://eric.ed.gov/contentdelivery/servlet/ERICServlet?
accno=ED452662.
Zimmer, M. H., Hart, L. C., Manning-Courtney, P., Murray, D. S., Bing, N. M. y
Summer, S. (2012). Food variety as a predictor of nutritional status among children
with autism. Journal of Autism and Developmental Disorders, 42(4), 549-556:
http://dx.doi.org/10.1007/s10803-011-1268-z.
Legislación
194
oportunidades no discriminación y accesibilidad universal de las personas con
discapacidad (BOE de 27 de diciembre de 2007):
https://www.boe.es/boe/dias/2007/12/27/pdfs/A53278-53284.pdf.
Ley 4/2011, de 30 de junio, de convivencia y participación de la comunidad educativa
(BOE de 30 de julio de 2011): https://www.boe.es/buscar/pdf/2011/BOE-A-2011-
13121-consolidado.pdf.
Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (BOE de 2 de agosto de 2011):
https://www.boe.es/buscar/pdf/2011/BOE-A-2011-13241-consolidado.pdf.
Ley de Integración Social de Minusválidos (BOE de 30 de abril de 1982):
https://www.boe.es/buscar/pdf/1982/BOE-A-1982-9983-consolidado.pdf.
Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio. reguladora del Derecho a la Educación (BOE de 4 de
julio de 1985): https://www.boe.es/boe/dias/1985/07/04/pdfs/A21015-21022.pdf.
Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal
(BOE de 14 de diciembre de 1999):
https://www.boe.es/boe/dias/1999/12/14/pdfs/A43088-43099.pdf.
Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del derecho de Asociación (BOE de
26 de marzo de 2002): https://www.boe.es/boe/dias/2002/03/26/pdfs/A11981-
11991.pdf.
Ley Orgánica 2/2006, de Educación (BOE de 4 de mayo de 2006).
https://www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/pdfs/A17158-17207.pdf.
Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa
(LOMCE) (BOE de 10 de diciembre de 2013):
https://www.boe.es/buscar/pdf/2013/BOE-A-2013-12886-consolidado.pdf.
Ley reguladora del Derecho a la Educación 8/1985 (BOE 4 de julio de 1985):
https://www.boe.es/boe/dias/1985/07/04/pdfs/A21015-21022.pdf.
Libro Blanco de la Atención Temprana (2011).
https://sid.usal.es/idocs/F8/FDO625/libro_blanco_atenciontemprana.pdf.
Ministerio de Educación y Ciencia (2005). Participación de las familias en la vida
escolar: acciones y estrategias, Madrid: MEC.
Orden ECD/686/2014, de 23 de abril, por la que se establece el currículo de la educación
primaria para el ámbito de gestión del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y
se regula su implantación, así como la evaluación y determinados aspectos
organizativos de la etapa (BOE de 1 de mayo de 2014):
https://www.boe.es/boe/dias/2014/05/01/pdfs/BOE-A-2014-4626.pdf.
Orden ECD/1361/2015, de 3 de julio, por la que se establece el currículo de educación
secundaria obligatoria y bachillerato para el ámbito de gestión del Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte, y se regula su implantación, así como la evaluación
continua y determinados aspectos organizativos de las etapas (BOE de 9 de julio de
2015): https://www.boe.es/boe/dias/2015/07/09/pdfs/BOE-A-2015-7662.pdf.
Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la que se regula la convocatoria,
reconocimiento, certificación y registro de las actividades de formación permanente
195
del profesorado (BOE de 28 de octubre de 2011):
https://www.boe.es/boe/dias/2011/10/28/pdfs/BOE-A-2011-16923.pdf.
Orden SSI/2371/2013, de 17 de diciembre, por la que se regula el sistema de
información del sistema para la autonomía y atención a la dependencia o sistema de
información del sistema para la autonomía y atención a la dependencia (SAAD)
(BOE de 18 de diciembre de 2013):
https://www.boe.es/boe/dias/2013/12/18/pdfs/BOE-A-2013-13231.pdf.
Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas del segundo ciclo de educación infantil (BOE de 4 de enero de 2007):
https://www.boe.es/boe/dias/2007/01/04/pdfs/A00474-00482.pdf.
Real Decreto 275/2007, de 23 de febrero, por el que se crea el Observatorio Estatal de la
Convivencia Escolar (BOE de 15 de marzo de 2007):
https://www.boe.es/boe/dias/2007/03/15/pdfs/A11007-11010.pdf.
Real Decreto 374/2010, de 26 de marzo, sobre las prestaciones económicas de la Ley
39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las
personas en situación de dependencia para el ejercicio 2010 (BOE de 27 de marzo de
2010): https://www.boe.es/boe/dias/2010/03/27/pdfs/BOE-A-2010-5040.pdf.
Real Decreto 1364/2012, de 27 de septiembre, por el que se modifica el Real Decreto
1971/1999, de 23 de diciembre, de procedimiento para el reconocimiento, declaración
y calificación del grado de discapacidad (BOE de 11 de octubre de 2012):
https://www.boe.es/boe/dias/2012/10/11/pdfs/BOE-A-2012-12686.pdf.
Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su
inclusión social (BOE de 3 de diciembre de 2013):
https://www.boe.es/boe/dias/2013/12/03/pdfs/BOE-A-2013-12632.pdf.
Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la
educación primaria (BOE de 1 de marzo de 2014):
https://www.boe.es/boe/dias/2014/03/01/pdfs/BOE-A-2014-2222.pdf.
Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, por el que se establece el currículo básico
de la educación secundaria obligatoria y del bachillerato (BOE de 3 de enero de
2014): https://www.boe.es/boe/dias/2015/01/03/pdfs/BOE-A-2015-37.pdf.
Real Decreto 3/2018, de 12 de enero, por el que se modifica el Real Decreto 275/2007,
de 23 de febrero, por el que se crea el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar
(BOE de 13 de enero de 2018): https://www.boe.es/boe/dias/2018/01/13/pdfs/BOE-
A-2018-432.pdf.
Real Decreto 951/2018, de 27 de julio, por el que se establecen los umbrales de renta y
patrimonio familiar y las cuantías de las becas y ayudas al estudio para el curso 2018-
2019, y se modifica el Real Decreto 1721/2007, de 21 de diciembre, por el que se
establece el régimen de las becas y ayudas al estudio personalizadas (BOE de 1 de
agosto de 2018): https://www.boe.es/boe/dias/2018/08/01/pdfs/BOE-A-2018-
10941.pdf.
Red Española de Información sobre Educación (rediE).
196
https://www.educacionyfp.gob.es/educacion/mc/redie-eurydice/sistemas-
educativos/apoyo-educativo.html.
Resolución de 13 de julio de 2012, de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e
Igualdad, por la que se publica el acuerdo del consejo territorial del sistema para la
autonomía y atención a la dependencia para la mejora del sistema para la autonomía y
atención a la dependencia (BOE de 3 de agosto de 2012):
https://www.boe.es/boe/dias/2012/08/03/pdfs/BOE-A-2012-10468.pdf.
Resolución de 10 de octubre de 2017, aprobada por la Comisión Mixta para las
Relaciones con el Tribunal de Cuentas, en relación con el informe de fiscalización
sobre las medidas de gestión y control adoptadas por las Comunidades Autónomas
para la adecuada aplicación de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de
la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia (BOE
de 4 de enero de 2018): https://boe.es/boe/dias/2018/01/04/pdfs/BOE-A-2018-
135.pdf.
Resolución de la Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional, por la se
convocan ayudas para alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo para
el curso académico 2018-2019:
file:///G:/AaaLIBROS/FORMACI%C3%92N%20LIBRO/CONVOCATORIA%20NEE%202018_
Resolución de la Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional, por la que
se convocan ayudas para alumnado con necesidad específica de apoyo educativo para
el curso académico 2018-2019 (BOE de 14 de agosto de 2018):
https://www.boe.es/boe/dias/2018/08/14/pdfs/BOE-B-2018-40890.pdf.
197
Edición en formato digital: 2019
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su
descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introducción en cualquier sistema de repositorio
y recuperación, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, conocido o por inventar,
sin el permiso expreso escrito de los titulares del Copyright.
Conversión a formato digital: REGA
www.edicionespiramide.es
198
Índice
Prólogo 6
Introducción 7
1. Áreas de capacitación específica 12
1.1. Concepto de trastorno del espectro autista 12
1.1.1. Delimitación conceptual 13
1.1.2. Nuevas aportaciones 16
1.2. Características evolutivas 23
1.2.1. Prevalencia y causas del trastorno 23
1.2.2. Comorbilidad del trastorno del espectro autista y los trastornos
24
psicológicos y psiquiátricos
1.3. Aspectos psicológicos relevantes 26
1.3.1. Procesos de imitación 28
1.3.2. Procesos atencionales 29
1.3.3. Autorrepresentaciones 31
1.3.4. Resolución de problemas de teoría de la mente 31
1.4. Autismo: «espectro social» 31
1.5. Consecuencias para el proceso de aprendizaje 34
1.6. Repercusiones para el currículum 36
2. Capacitación en el ámbito escolar 41
2.1. Justificación empírica 41
2.2. Pautas para la capacitación profesional 46
2.3. Programas específicos de intervención 52
2.4. Los procesos de generalización 53
2.5. Soportes tecnológicos 54
3. Capacitación en el ámbito familiar 58
3.1. Justificación empírica 58
3.2. Pautas de actuación 66
3.3. Factor institucional 67
3.3.1. Nivel social 68
3.3.1.1. Inclusión social 69
3.3.1.2. Prestaciones sociales y económicas 69
3.3.1.3. Derecho de asociación 74
3.3.2. Nivel escolar 75
199
3.3.3. Nivel formativo 79
3.3.3.1. Formación del profesorado 79
3.3.3.2. Formación de las familias 80
4. Guía de actuación 83
4.1. Nivel de centro 83
4.1.1. Propuestas generales 84
4.1.2. Órganos de participación docentes 85
4.1.2.1. El Consejo Escolar 86
4.1.2.2. La Comisión de Convivencia 88
4.1.2.3. El Claustro de docentes 89
4.1.2.4. La Comisión de Coordinación Pedagógica 90
4.1.2.5. El Equipo Directivo 92
4.1.2.6. Los Departamentos Didácticos/Ciclos 94
4.1.2.7. La Tutoría 96
4.2. Nivel de aula 98
4.2.1. Ámbito espacio-temporal adaptado 99
4.2.2. Aspectos curriculares y metodológicos 101
4.2.2.1. Trabajo individual 102
4.2.2.2. Trabajo cooperativo por pares de iguales 103
4.2.2.3. Aprendizaje cooperativo por grupos 103
4.3. Nivel individual 105
4.3.1. Ámbito general 105
4.3.2. Ámbito curricular regular 108
4.3.2.1. Objetivos-contenidos y materiales curriculares 108
4.3.2.2. El refuerzo educativo y/o adaptación curricular 110
4.3.2.3. Los exámenes 111
4.3.2.4. Dimensiones específicas 112
4.3.3. Recursos educativos complementarios 119
4.5. Nivel específico 122
4.5.1. Dimensión psicopedagógica 123
4.5.1.1. Motivación 123
4.5.1.2. Emoción 126
4.5.1.3. Empatía 127
4.5.1.4. Atención 127
4.5.1.5. Percepción 129
200
4.5.1.6. Cognición-coherencia cognitiva 132
4.5.1.7. Memoria 133
4.5.1.8. Recuperación de la información 137
4.5.2. Dimensión: interacción y comunicación social 137
4.5.2.1. Lenguaje receptivo 138
4.5.2.2. Lenguaje expresivo 139
4.5.2.3. Comunicación social 139
4.5.3. Dimensión conductual 140
5. Ámbito familiar 145
5.1. Adaptaciones de la vivienda 145
5.1.1. Medidas de adaptación espacial 146
5.1.2. Estructura de la temporalización 147
5.1.3. Actividades de anticipación 147
5.1.4. Atenciones específicas 148
5.2. Ámbito escolar 149
5.2.1. A nivel de centro 150
5.2.2. A nivel de aula 152
5.2.3. A nivel individual 154
5.2.3.1. Aspectos curriculares 156
5.2.3.2. Aspectos perceptivo-cognitivos 157
5.2.3.3. Aspectos relacionales 159
5.2.3.4. Hipersensibilidad sensorial 159
5.2.3.5. Aspectos comportamentales 162
5.2.3.6. Bullying en las redes 164
5.2.3.7. Relaciones psicoafectivas y/o sexuales entre adolescentes 165
5.3. Ámbito social 167
5.3.1. En la familia 167
5.3.2. En el acceso a la prestación de servicios sociales 167
5.3.3. En la intervención sanitaria 168
5.3.4. Los gabinetes psicopedagógicos 172
5.3.5. Las asociaciones/federaciones 173
Conclusiones 175
Referencias bibliográficas 179
Créditos 198
201