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FACULTAD DE TEOLOGIA
La Iglesia tiene ante sí a toda la comunidad humana con el conjunto universal de realidades
en el que ésta vive; el mundo significa el lugar donde la historia del hombre se desarrolla en
medio de gozos y esperanzas así como tristezas y fracasos. La constitución tiene como
finalidad rescatar el valor incalculable de la persona humana y por lo tanto ponerla en el
centro del cosmos, para que a partir de ella se dirijan cada una de las acciones realizadas a
través del ingenio humano.
De esta forma el mundo moderno aparece a la vez con mucho poderío pero también nos
muestra un rostro débil, es capaz de brindar lo mejor con los avances de la ciencia y la
tecnología en la ayuda de la vida del hombre, así como lo peor en la utilización de la misma
para fines que atentan contra la dignidad de la persona.
La época moderna ahora más que nunca tiene la necesidad de redescubrir el valor sagrado
de la vida, a la luz de la fe. Es de vital importancia humanizar los avances y
descubrimientos del hombre, de no hacerlo se correría el riesgo de ir hacia un destino
inhóspito y carente de sentido, habría que descubrir cuál es el plan divino ante cada realidad
que se vive. A raíz de la fe y la esperanza el hombre ante el misterio más grande que lo
atormenta llamado muerte adquiere un significado distinto a la luz del acontecimiento
pascual de Cristo.
Uno de los grandes retos a lo que se ve expuesta la fe es sin duda alguna el fenómeno del
ateísmo moderno, muchos son los hombres que postulan teóricamente como en la praxis
que Dios no existe, se pone en tela de juicio su existencia. Si Dios no existe todo carece de
sentido luego entonces todo sería conducido a la nada. Para la Iglesia aquel que sostiene la
historia y a la que tiende no tiene otro nombre más que el mismo Dios.
Hemos dicho que uno de los principales acometidos del Concilio es crear la conciencia
necesaria en el hombre sobre la dignidad altísima que tiene la persona humana, el respeto
de su libertad de acción, sus condiciones necesarias para llevar una vida digna de hijos de
Dios con todo lo que ello conlleva.
Por tanto toda actividad humana, así como es sabido que procede del hombre, así mismo
tiene que ser ordenado a él; la norma que debe regir toda actividad humana va ser aquella
que valla de acuerdo con lo moral y con la voluntad divina buscando siempre lo noble y
bueno de las cosas al servicio de la humanidad, sólo así podría realizar plenamente cada ser
humano en la medida que actúa conforme a lo que Dios quiere para cada uno.
Así pues en este preámbulo es donde entra en juego la misión trascendental de la Iglesia, en
tanto que existe en el mundo, vive y actúa en él. La Iglesia está presente en medio de los
hombres con fines específicos claros, teniendo como tarea primordial la salvación de todo
el género humano mediante los distintos medios a su disposición.
Existe una relación reciproca Iglesia-Mundo que resulta ser inseparable, en la Iglesia el
mundo encuentra los parámetros necesarios para alcanzar una vida más justa y equitativa,
valorando a cada persona por el significado trascendente que tiene, más aún la Iglesia es
capaz de llevar al mundo a su fin último al misterio inefable de Dios. Así mismo el mundo
en sus estructuras y en cada uno de sus miembros ayudan a la Iglesia para la difusión de la
buena nueva del evangelio a partir de los medios humanos que dispone así como de las
herramientas tecnológicas y científicas que se pueden utilizar en la tarea evangélica.
Después de haber expuesto a groso modo sobre la dignidad del hombre y al fin último que
tiende, ahora es necesario plasmar algunas líneas sobre algunos de los problemas actuales
que con más urgencia se deben ser tratados por la Iglesia, todo ello iluminado por los
principios que brotan del mismo Cristo-Jesús.
Una de las cuestiones que más preocupan hoy día es la realidad familiar, la cual está
expuesta a los embates modernos del hedonismo, la poligamia, el fenómeno del divorcio, el
uso ilícito de los mecanismos de planificación y otras realidades que tienden a deformar la
institución del matrimonio. El matrimonio es una comunidad de amor instituida por el
mismo Dios de carácter irrevocable, creando con ello un vínculo sagrado con la nota de la
perpetuidad a semejanza del amor de Dios al hombre eternamente.
La familia es la escuela más rica del humanismo, en ella se alcanza la plenitud de los
valores. Los padres han de educar a sus hijos por medio de una conciencia clara sobre el
sentido del bien común, la responsabilidad y el respeto mutuo hacia el otro.
El hombre en efecto a través del trabajo de sus manos o con la ayuda de la tecnología
acrece y llega a convertir el mundo en una morada más digna para toda la familia humana
cuando asume responsablemente su labor, al someter la tierra perfecciona la creación y al
mismo tiempo se perfecciona así mismo. A través de las artes y las ciencias eleva el
intelecto humano y contribuye al valor estético de lo creado.
En materia económica existe mucha desigualdad, hay países desarrollados contando con lo
necesario para vivir dignamente, mientras que otros (en vías desarrollo) careciendo hasta de
lo más básico; en este sentido justicia y equidad deben de permear tanto en las leyes
económicas como en las sociales con la finalidad de llegar a un orden más justo.
En cuestión política el hombre debe de guiar las instituciones hacia un fin propiamente
humano; no se debe de perder de vista que la comunidad política nace para buscar el bien
común, los hombres de política son los principales responsables de que la repartición de los
bienes y de crear las condiciones favorables de vida para todos, especialmente de aquellos
que son más vulnerables.