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Nota preliminar
Los primeros misioneros cristianos que actuaban en todo Israel y en cada uno de los
rincones donde se profesaba la fe, no sentían la necesidad de proclamar la fe en un Dios
único. El carácter cristológico será, por tanto, el corazón del anuncio cristiano, el elemento
específico de la filiación divina de Jesucristo y su elevación como Kyrios.
Clemente de Alejandría
Clemente de Alejandría, después de haber escrito su Protréptico para exhortar a los
paganos a la conversión, compone una obra titulada El Pedagogo, en la que incita a los
recién bautizados a dejarse educar y guiar por Cristo. Así dice: “Es necesario que sean
nuevos los que recibieron su parte del Logos nuevo” El Pedagogo – I, 5, 20, 3, p.147).
Clemente precisa que se trata de dejarse conducir por Cristo hasta en las dimensiones más
concretas de la existencia – la manera de comer, de vestirse, de darse a las diversas
ocupaciones de la vida cotidiana. Se podría decir, para usar un lenguaje contemporáneo,
que para los Padres de los primeros siglos no hay “cristología” sin “cristopraxis”: El
comportamiento efectivo de los cristianos es lo que debe testimoniar la realidad de su fe.
Evidentemente, los Padres no ignoran que esta exigencia es a menudo negada en los
hechos, pero ante eso insisten en la necesidad del arrepentimiento, pues el comportamiento
de los pecadores alcanza la identidad de aquellos que, bautizados en Cristo, siempre
deberían vivir con él y en él.
Orígenes
La reflexión de Orígenes sobre el Verbo de Dios debe ante todo ser vista en el
contexto de su incesante meditación sobre la Sagrada Escritura. El alejandrino explica que
el lector de las Escrituras no debe simplemente explicar el sentido literal de tal o cual texto,
sino elevarse al descubrimiento de su sentido espiritual, que es, ante todo, el sentido que el
texto recibe a la luz de Cristo, que “llevó a la plenitud” las Escrituras.
Orígenes se dedica, pues, a escrutar los textos del Antiguo Testamento para
descubrir cómo el Logos de Dios se revela ya en ellos. Esta revelación se vuelve hacia el
futuro en la medida en que numerosos textos pueden ser leídos como prefiguraciones o
como profecías del Cristo que viene a la carne (así, Isaac ofrecido en sacrificio es entendido
como figura de Jesús ofreciéndose a sí mismo hasta la muerte y las palabras de Siervo
sufriente en el libro de Isaías se entienden como anunciando de antemano la Pasión de
Cristo). El NuevoTestamento atestigua ciertamente una novedad esencial, ya que, a partir
de él, el Logos se hizo visible en medio de los hombres; pero Orígenes subraya que no era
suficiente ver a Jesús para reconocerlo como el Hijo de Dios y que, incluso para los que lo
reconocen así, es preciso seguir escrutando la letra de los evangelios para llegar a la
comprensión espiritual del Salvador y para convertirse, personalmente en “otro Cristo”.
Hipólito Romano
Hipólito cometía el error al hacer de la generación del verbo un acto libre como el
de la creación, al sostener que Dios, de haberlo querido así, podría haber hecho de un
hombre Dios:
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El subordinacionismo es el conjunto de opiniones teológicas de carácter heterodoxo elaboradas por diversos
autores cristianos que, con el fin de contrarrestar la herejía llamada modalismo, intentaron explicar y defender
la doctrina trinitaria. En general, es unánime la opinión de los estudiosos en el sentido de que el
subordinacionismo no constituyó una herejía propiamente dicha, puesto que si bien contrariaba la ortodoxia
de la doctrina, nunca pretendió, por parte de sus propugnadores, constituirse en una doctrina oficial, sino un
intento, una mera opinión teológica que, al ser llamados sus autores por la Iglesia a atenerse fielmente a las
doctrinas ortodoxas, estos se sometieron a sus dictados pacíficamente.
“el hombre no es ni Dios ni ángel. Ho hagáis confusiones. Si él hubiese querido
hacerte Dios, lo habría podido: tienes el ejemplo del verbo; pero porque quería hacerte
hombre, te hizo lo que eres”
Novaciano
El Hijo, por ser engendrado del Padre, está siempre en el Padre. Cuando digo
"siempre," no quiero decir que es ingénito. Afirmo, por el contrario, que nació. Pero el que
nació antes de todo tiempo, debe decirse que existió siempre en el Padre, puesto que no se
le pueden fijar fechas al que es anterior a todos los tiempos. Él está eternamente en el
Padre, pues de otra suerte el Padre no sería siempre Padre.
Su nombre es el Verbo, por el cual fueron hechas todas las cosas, y sin el cual nada
fue hecho. Porque todas las cosas son posteriores a Él, pues vienen de Él, y,
consiguientemente, Él es anterior a todas las cosas (pero después del Padre), considerando
que todas las cosas fueron hechas por El. Procedió del Padre, por cuya voluntad todas las
cosas fueron hechas. Dios, con toda certeza, procedente de Dios, constituyendo la segunda
Persona después del Padre, por ser Hijo, sin desposeer por eso al Padre de la unidad de la
divinidad
Novaciano intenta seguir un camino medio entre las dos tendencias opuestas del
monarquianismo o adopcionista, que consideraba a Cristo como a un hombre colmado de
poder divino o revestido posteriormente de la dignidad divina, y el modalista o
patripasianista, según el cual Cristo no era sino una nueva manifestación del mismo Padre.
Está tan empeñado en hacer resaltar la unidad de la divinidad, que no se atreve a usar el
vocablo trinitas, empleado por Teófilo, Hipólito y Tertuliano. Por eso, comete el mismo
error, haciendo al Hijo subordinado al Padre.
Tertuliano
Vemos claramente la doble condición que no se confunde, sino que se une en una
sola persona: Jesús, Dios y hombre... siendo en todos los aspectos como Dios y como
hombre, según la una y la otra sustancia, distantes en su peculiaridad, ya que ni el verbo es
algo distinto de Dios ni la carne es algo distinto del hombre, es un doble estado, no ya
confundido, sino unido en la persona de Jesús, Dios y hombre.
Tertuliano precisa que en Cristo queda a salvo la peculiaridad de cada una de las
sustancias, ya que en él el Espíritu realizo sus operaciones, es decir sus milagros y sus
obras, y la carne experimentó sus pasiones, el hambre, la sed, la angustia, la muerte. Las
dos sustancias actuaban cada una en su naturaleza, por eso mismo realizaron sus obras y lo
que de ellas se derivó.
Más si fuera mezcla de dos substancias, algo así como el electrum, en ese caso no
aparecerían pruebas distintas por cada una de las dos substancias. Por una transmisión de
poderes, el Espíritu haría las obras de la carne, y la carne las del Espíritu, o bien realizarían
obras que no corresponderían ni a la carne ni al Espíritu, sino actos propios de la tercera
especie que habría resultado de esa mezcla. Supuesto esto, habría que decir que o el Verbo
murió o la carne no murió, si el Verbo se hubiera transformado en carne, porque, en ese
caso, la carne sería inmortal, y el Verbo, mortal. Pero, como las dos substancias obraban
distintamente, cada una según su propio carácter, siguese que sus operaciones y sus efectos
se produjeron también de manera distinta.