Tu templo parecía vacío, silencioso. Yo, apresadumbrado, solo, pecaminoso. Vine a rogar paz que de ti emana. Buscando consuelo a mi vacía alma, Para que me inundes de mucho amor y deje de padecer el gran dolor que agobia mi vida y no se calma.
Solo tu crucificado Cristo Negro harás posible
cambiar mi desventura para que sea pronto hombre íntegro.
Ya me voy para dejar mi aventura.
Con fe en la vida, ya me integro. Con calma, paciencia y sin locura.