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Conquista musulmana de Persia

La conquista musulmana de Persia (637-651)


desembocó en el fin del Imperio sasánida y la decadencia Conquista musulmana de
de la religión zoroástrica en Persia (Irán). Con el paso de Persia
los siglos, la inmensa mayoría de los pueblos iranios,
Expansión musulmana
incluyendo a los persas y kurdos, pasó del zoroastrismo al
Parte de Expansión musulmana
islam, sobre todo (aunque no exclusivamente) a su rama
chiita. Sin embargo, las experiencias de la civilización
persa precedente no se perdieron, sino que fueron en gran
parte absorbidas por la nueva entidad islámica.

Índice
Persia antes de la conquista
El equilibrio entre Bizancio y Persia
amenazado
Asesinato de Cosroes II y sucesión de
monarcas débiles
Revueltas de los Estados vasallos árabes
Ascensión del Imperio islámico
Conquista islámica de la Mesopotamia persa
Mapa de Persia y sus regiones circundantes en
La batalla de Qādisiyya
vísperas de las invasiones musulmanas
Conquista del altiplano iraní
La batalla de Nahâvand Fecha 634-651
Prosigue la conquista Lugar Mesopotamia, Persia
Finalización de la conquista árabe de Persia Resultado Victoria musulmana
por el Califato Omeya Cambios Anexión árabe de
La ocupación territoriales Persia
El régimen de los conquistados Beligerantes
Transformaciones culturales Imperio sasánida Califato ortodoxo
La islamización
Comandantes
El cambio lingüístico
Yazdgerd III, Umar ibn al-Jattab,
Véase también Rostam Farrojzād, Uthman Ibn Affan,
Notas y referencias Fayzuran Sa'd ibn Abī Waqqās,
Fuentes utilizadas Numan ibn Muqarrin,
Bibliografía Sa'id ibn al-'As,
Abdullah ibn 'Amir

Persia antes de la conquista


Desde el siglo I a. C., el río Éufrates había servido de frontera, aunque continuamente franqueado, entre el
Imperio romano (más tarde Imperio bizantino) y el Imperio parto (más tarde sasánida). La inmensa mayoría de
las batallas, y también de las fortificaciones, se concentraban en las regiones de colinas del norte y en Armenia.
Al sur, romanos y persas estaban separados por vastos desiertos, donde no los amenazaba más que las
ocasionales incursiones de las tribus árabes. Ambos imperios concluyeron alianzas con pequeños principados
árabes semi-independientes, que servían de estados tapón y protegían a Bizancio y Persia de los ataques
beduinos. Los clientes de los bizantinos eran los Gasánidas de Jabiyah, y los de los persas, los Lajmíes de Al-
Hira, clanes que estaban constantemente ocupados luchando entre sí, con lo que no afectaban
considerablemente a la seguridad de los bizantinos ni de los persas.

En el siglo VI y siglo VII, ciertos factores echaron por tierra este equilibrio de fuerzas multisecular.

El equilibrio entre Bizancio y Persia amenazado

A poco de subir al trono, el shahanshah (Rey de Reyes) o shah (rey) persa Cosroes II venció (con el apoyo
del emperador bizantino Mauricio) una rebelión peligrosa en el seno de su propio imperio (ver la rebelión del
general Bahrâm Chubin). Luego dedicó sus esfuerzos a los problemas exteriores, en particular con los
bizantinos, que habían vuelto a ser sus enemigos tradicionales del Imperio tras la deposición y asesinato de sus
amigo Mauricio a manos del general Focas (602-610); y durante algunos años el shah tuvo cierto éxito. Sus
tropas, al mando del general Sharvaraz, saquearon y ocuparon Siria y Asia Menor, logrando avanzar hasta
Calcedonia en 608. Entre 613 y 614, Sharvaraz extendió las fronteras occidentales persas hasta las ciudades de
Antioquía, Damasco y Jerusalén y hasta Egipto. En esos momentos, Constantinopla (capital bizantina) estaba
sitiada por los ávaros y se esperaba la llegada persa, pero dicho peligro se conjuró.

Los bizantinos, al mando de su nuevo emperador, el general Heraclio (610-641), se reagruparon y rechazaron
a los persas, tras desembarcar en Isos y atacar a las fuerzas iraníes por la retaguardia. Aparte de esto surgieron
desavenencias en el campo persa y el general Sharvaraz se apartó del mando persa. El ejército del shah
Cosroes, al mando del general Rhahzadh, fue derrotado en la batalla de Nínive en 627 por el emperador
Heraclio; los bizantinos recuperaron toda Siria y penetraron en las provincias de Mesopotamia, amagando la
capital persa, Ctesifonte. A pesar de eso se le intentó pedir la paz al shah, pero Cosroes la rechazó de forma
altiva.

Asesinato de Cosroes II y sucesión de monarcas débiles

En vista de esto, estalló en Ctesifonte una revuelta nobiliaria-militar encabezada por el príncipe Kavad, hijo del
shah. Cosroes fue asesinado en el año 628, después de ver como degollaban a dieciocho de sus hijos. Kavad II
asumió el poder, firmó la paz con Heraclio y murió por la peste poco después. Luego de estos hechos, los
pretendientes al trono fueron numerosos: entre 628 y 632 hubo nueve reyes de Persia (Ardacher III, el general
Sharvaraz, la princesa Boran, la princesa Azarmedukht, Ormuz VI, Cosroes IV, Cosroes V, Boran II). El
último, Yazdgerd III (632-651), era nieto de Cosroes II y lo que se sabe de él es que era hijo único. Su fecha
de nacimiento es desconocida.

Revueltas de los Estados vasallos árabes

Los clientes de los bizantinos, los árabes gasánidas, se convirtieron al cristianismo monofisita, considerado
como herejía por la Iglesia ortodoxa. Los bizantinos trataron de suprimir la herejía, debilitando a los gasánidas
y alimentando rebeliones en las fronteras del desierto.
A su vez, los lajmíes se rebelaron también contra el shah persa Cosroes II. Al-Nu‘man III (hijo de Al-Mundhir
IV), primer rey lajmí cristiano nestoriano, fue derrocado y muerto por Cosroes II, porque había tratado de
librarse de la tutela persa. Después del asesinato de Cosroes, el Imperio persa se fragmentó, y los lajmíes
consiguieron una independencia de hecho.

Es probable que el debilitamiento del tapón que constituían gasánidas y lajmíes facilitara la invasión árabe-
musulmana por Irak y Baréin.1

Ascensión del Imperio islámico


Al morir el profeta Mahoma en 632, la inmensa mayoría de la actual Arabia había sido unificada bajo la
bandera de la nueva religión, el islam. Pero también había grupos de beduinos y aldeanos araboparlantes
instalados en los confines de la estepa siria,2 por lo que todo régimen que pretendiese unificar a los árabes
debía conquistar la estepa siria. Bajo el mando de Abu Bakr, primer califa y sucesor de Mahoma, los
musulmanes reafirmaron su dominio sobre Arabia (Guerras Ridda) y lanzaron después campañas contra los
árabes restantes en Siria y en Palestina.

Sin embargo, se produjo una colisión con los imperios bizantino y sasánida, que se disputaban sus territorios
desde hacía siglos. Pronto, las guerras dejaron de tener por objetivo la consolidación de las tribus árabes para
transformarse en operación de conquista.

Conquista islámica de la Mesopotamia persa


La crisis política sasánida posterior a la muerte de
Cosroes II dejó a los iraníes en posición de
debilidad frente a los invasores árabes. En un
principio, los musulmanes trataron de afianzar su
control de las lindes del desierto y el reino de los
lajmíes. La ciudad fronteriza de Al-Hira (antigua
capital de los lajmíes) cayó en sus manos en 633.

Los sasánidas, reorganizados bajo la égida del


shah Yazdgerd III, contraatacaron, y obtuvieron
una importante victoria en la batalla del Puente
en octubre de 634.

Tras una victoria decisiva de los musulmanes del


general Jalid ibn al-Walid contra los bizantinos en Campaña mesopotámica de Jálid en el 633.
la batalla de Yarmuk (Siria, 636), el segundo
califa Úmar, pudo desplazar tropas hacia el este y
retomar la ofensiva contra los sasánidas.

La batalla de Qādisiyya

En torno al año 636, Rostam Farrojzād, consejero y general de Yazdgerd III, hizo atravesar al lado occidental
del Éufrates a un ejército de 100.000 hombres para batirse en la batalla de Qādisiyya, junto a la actual ciudad
de Hilla, en Irak. Algunos han criticado la decisión del general de enfrentarse a los árabes en su propio terreno,
al borde del desierto, arguyendo que los persas habrían podido resistir luchando en la orilla oriental del
Éufrates.
El califa Úmar decidió reemplazar al general Jálid ibn al-Walid por un miembro importante de la tribu
Quraysh, y desplegó una caballería de treinta mil jinetes, a las órdenes del famoso Sahaba Sa`d ibn Abī
Waqqās, contra las tropas persas. En la batalla que siguió, dominaron inicialmente los iraníes, gracias a sus
elefantes, pero al tercer día de combate, los musulmanes tomaron ventaja por la velocidad de su caballería. El
general persa cayó preso y fue decapitado. Según las fuentes islámicas, las bajas persas fueron inmensas,
mientras los árabes perdieron unos siete mil quinientos hombres. El tamaño de las tropas presentes y la
disparidad de las pérdidas pueden ser exageraciones posteriores, pero la victoria aplastante de los árabes es
indiscutible.

Tras la batalla, las tropas árabes musulmanas de Sa`d ibn Abī Waqqās se abrieron camino hasta la capital
persa, Ctesifonte (en árabe, Madā’in), que tras un breve asedio, fue evacuada por el shah Yazdgerd III.
Después de la toma y saqueo de la ciudad, los árabes prosiguieron hacia el este, persiguiendo a Yazdgerd y a
los restos de su tropa. En poco tiempo, los ejércitos árabes rechazaron un gran contraataque de los sasánidas en
la batalla de Jalūlā’, y salieron vencedores de otros enfrentamientos en Qasr-e Shirin y Masabadhan. Desde
Siria y del centro de Mesopotamia se destacaron dos contingentes árabes que ocuparon el norte de
Mesopatamia y se dispusieron a atacar Armenia. Para el año 640, los árabes controlaban toda Mesopotamia,
incluyendo la actual provincia iraní de Juzestán.

Para asegurar sus nuevas conquistas, los árabes fundaron dos campamentos militares, Kufa y Basora, que
pronto se transformaron en florecientes ciudades y centros de difusión de su cultura. En estas ciudades
nacerían las escuelas de gramática que habrían de sistematizar el idioma árabe.

Conquista del altiplano iraní


Se dice que el califa Úmar no tenía intención de enviar sus tropas más allá de los montes Zagros ni al altiplano
iraní. Este hecho se explica tradicionalmente en que quería conservar una barrera entre árabes y persas.
Comentarios posteriores justifican el buen sentido de dicha estrategia por la necesidad de evitar un despliegue
excesivo de las fuerzas árabes. Éstas, efectivamente, acababan de conquistar vastos territorios que aún
necesitaban administración y tropas de pacificación.

Los generales y guerreros de Úmar querían más acción. Alegaban que el shah Yazdgerd III podía aún
convertirse en una amenaza si se lo dejaba reunir tropas con calma. La persistencia del estado persa era una
incitación a la revuelta en los territorios conquistados. Por último, aquellos árabes que se sentían perjudicados
en la distribución de tierras y botín obtenidos en las conquistas de Mesopotamia insistían para organizar nuevas
expediciones.

Omar cedió, y las tropas árabes que atravesaron los Zagros triunfaron allá donde pasaron, aplastando toda
resistencia.

La batalla de Nahâvand

En 641, Yazdgerd había reunido un nuevo ejército (90 000 soldados), al mando del general Fayzuran, en
Nahâvand, a unos 60 km de Hamadán, con la finalidad de detener el avance árabe y reconquistar
Mesopotamia. En esta batalla, la caballería del Sahaba Numan ibn Muqarrin (30 000 jinetes) atacó a las
fuerzas persas del general Fayzuran y las derrotó, en lo que los árabes conocen como la “victoria entre
victorias”. Los invasores, poco después, avanzaron y ocuparon la cercana Hamadán. Yazdgerd III, incapaz de
reunir un nuevo ejército, se dio a la fuga y la resistencia persa, que estaba organizada centralmente, acabó. Las
autoridades locales ofrecieron una esporádica resistencia, que rara vez fue efectiva.

Prosigue la conquista
Por el norte, los contingentes musulmanes apostados en el norte de Mesopotamia, con apoyo de las fuerzas
árabes asentadas en el norte de Siria, tras cruzar la parte norte de los Zagros y eliminar la resistencia kurda,
comenzaron a penetrar y atacar al territorio montañoso de Armenia. Finalmente, en 645, la mayoría de los
señores cristianos armenios se sometieron al califa, a cambio de respetar sus costumbres. Sin embargo, todavía
quedaron partes de Armenia y un gran número de armenios bajo jurisdicción bizantina. Acto seguido,
ocuparon la actual región de Azerbaiyán y avanzaron por el norte, tomando Derbent. La resistencia de los
jázaros, impidió el avance árabe hacia el norte.

Por el sur, fuerzas árabes apostadas en Basora y Juzestán avanzaron sobre la provincia de Fars (cuna de los
sasánidas), ocupándola junto a su ciudad más importante, Shiraz.

A fines de 644, el califa Úmar fue asesinado por un esclavo persa, llamado Firuz, y fue sucedido por Uthman
Ibn Affan, representante de la aristocracia mequí. Para esa época, la expansión árabe en el altiplano iraní
llegaba hasta Shiraz (Fars), Isfahán y Hamadán.

Finalizada la consolidación de los territorios conquistados, prosiguió la expansión árabe en el altiplano iraní.
En 649, con vistas de conquistar la provincia persa de Jorasán, las fuerzas del gobernador árabe de Kufa, Sa'id
ibn al-'As, avanzaron desde Hamadán y Ray hasta Gorgan (actual provincia de Golestán) y Jorasán. Al mismo
tiempo, y con el mismo propósito, las fuerzas del gobernador árabe de Basora, Abdullah ibn 'Amir,
comenzaron su avance a través de Fars y Kermán hacia el oasis de Tabas y en dirección a Nishapur y Merv. A
pesar del difícil camino que tomó, Abdullah ibn 'Amir ganó la partida y ocupó la codiciada provincia persa.
Las ciudades de Jorasán; Nishapur, Sarajs, Tus, Herat y Merv llegaron rápidamente a acuerdos con los
musulmanes.

Desde Kirman, se envió un destacamento árabe, al mando de Al-Rabi ibn Ziyad, para conquistar Seistán y
cumplió su cometido. La vanguardia musulmana enviada al noreste de Herat, al mando de al-Ahmaf ibn Qais,
tras aplastar una enconada resistencia, avanzó hasta Balkh y la orilla del río Oxus (actual Amu Darya) donde
se detuvo.

Yazdgerd III, tras la derrota de Nahâvand, fue huyendo de provincia en provincia por su imperio antes de ser
asesinado en Merv por su propia gente en 651. Las fuerzas islámicas de Abdullah ibn 'Amir, poco después del
hecho, establecieron un campamento en Merv.

La vanguardia musulmana enviada al noreste de Herat, al mando de al-Ahmaf ibn Qais, tras aplastar una
enconada resistencia, avanzó hasta Balkh y la orilla del río Oxus (actual Amu Darya) donde se detuvo. Así se
dio por finalizada en esta fase, la conquista musulmana de Persia por parte del Califato ortodoxo.

Finalización de la conquista árabe de Persia por el Califato Omeya


Con el asesinato del califa Uthmán y la elección del cuarto y último califa ortodoxo a Ali Ibn Abi Talib en
656, estalló una guerra civil entre el flamante califa y los parientes del califa asesinado, los Omeya,
encabezados por Muawiya ibn Abi Sufyan, gobernador árabe de Siria, acusándolo de instigar el crimen para
provecho suyo. Este conflicto derivó después en el cisma musulmán: suníes, chiitas y jariyitas. Esta guerra
civil tuvo su repercusión en el altiplano iraní, en particular en la provincia de Jorasán (donde se encontraba la
mayor concentración de fuerzas musulmanas en Irán). Las fuerzas árabes de Abdullah ibn 'Amir asentadas allí
se retiraron de este territorio hacia Basora. Lo mismo hicieron las fuerzas musulmanas asentadas en el resto de
Irán.

Con el asesinato del califa Ali y la consagración de Muawiya como califa en 661 se dio comienzo al Califato
Omeya. Abdullah ibn 'Amir regresó con sus fuerzas a Jorasán, pero poco después fue desplazado del gobierno
de Basora. La consagración de provincia autónoma dentro del califato a Jorasán, con 'Ubayd Allah ibn Ziyad
(hijo del gobernador de Basora) como gobernador, dio un nuevo impulso a la expansión musulmana hacia el
este. 'Ubayd Allah reemprendió el avance árabe al otro lado del Oxus y atacó al gobernador de Bujara. Los
siguientes gobernadores árabes de Jorasán continuaron haciendo incursiones al norte del Oxus. Estos ataques
se detuvieron por la guerra civil que suscitó Abd Allah ibn al-Zubayr en el centro del califato entre 683 y 692.
Las tribus árabes asentadas en Jorasán se enzarzaron en disputas.

En 685, asumió el poder el califa Abd al-Málik. Este califa apoyado por el general Al-Hayyach ibn Yúsuf,
derrotó a 'Abd Allah ibn al-Zubayr. En recompensa, el califa otorgó a su general una especie de virreinato o
delegación en Irak. Desde este puesto, Al-Hayyach se dispuso a reorganizar las provincias orientales del
califato.

La provincia de Jorasán se convirtió en base para las nuevas incursiones a Transoxiana. En 697, Al-Hayyach
envió como gobernador de Jorasán al general Al-Muhallab ibn Abu Sufra, que reorganizó las tribus y procuró
reiniciar las campañas al norte del Oxus. Entre 699 y 700, las montañas del actual Afganistán fueron
ocupadas, a pesar de que su población (budista en su mayoría) fue difícil de someter y, finalmente, se islamizó
a principios del siglo XI. Con la llegada al poder califal de Walid I y la confirmación del virrey Al-Hayyach, se
eligió como gobernador de Jorasán al general Qutayba ibn Muslim. Qutayba se apoderó de Tocaristán (705) y
de Transoxiana (706-9). Después de conquistar Bujara y Samarcanda, estableció una base de operaciones al
norte del Yaxartes (actual Syr Darya) en Taskent y avanzó hacia el norte hasta Isfijab. Al mismo tiempo, el
general 'Abd al-Rahman ibn Muslim (hermano de Qutayba) sometió Corasmia (710-12). Qutayba avanzó en
sus conquistas y ocupó Ferganá (713-14). Poco después, Qutayba fue asesinado en una rebelión de sus tropas,
por instigación del nuevo califa Suleimán I, el cual también mandó asesinar al virrey Al-Hayyach.

Hacia el sur, desde Irak y cruzando Fars, el joven general Muhammad ibn Qasim (yerno de Al-Hayyach)
avanzó hacia el este, conquistando la región desértica de Beluchistán y la desolada región costera de Makrán
(atestadas de tribus iranias belicosas), antes de atacar y conquistar la región del Sind y el Panyab meridional,
en el valle del bajo Indo, entre los años 710 y 711. En 713, Muhammad ibn Qasim ocupó el centro budista de
Multan, que se convertiría en el centro cultural más avanzado del islam en la India. Tras derrotar al rajá hindú
Dahir, el jefe árabe se dispuso a organizar el territorio conquistado con ayuda de la población de la región
conquistada, tras haber prometido que respetaría todos las costumbres y la religión de la población y los rasgos
de la administración anterior. Este sería el límite de la conquista árabe de la India, ya que la resistencia del
poderoso reino rajput de Pratihara, impidió la expansión hacia el Panyab por el norte y el desierto de Thar lo
impidió por el este.

En 715 se completó la conquista árabe en Irán con la ocupación de Tabaristán, región boscosa y montañosa
situada al sur del mar Caspio, donde habitaban belicosas poblaciones iranias de religión zoroastiana. Estas
poblaciones (entre ellas los dailamitas, que fueron el origen de los Buyíes) se convirtieron a fines del siglo IX
al chiismo.

La ocupación
Bajo el califato de Úmar y sus primeros sucesores, los conquistadores árabes trataron de mantener su cohesión
cultural y política frente a la atracción que ejercían las civilizaciones conquistadas. Los árabes prefirieron
acuartelarse en las ciudades, antes que dispersarse por el territorio. No debían casarse sino con árabes, ni
aprender la lengua o leer la literatura de los pueblos conquistados.

El régimen de los conquistados

Los nuevos súbditos no musulmanes dimmíes estaban obligados a pagar un impuesto especial, la yizia (del
persa medio gazīt), y se les imponían distintas restricciones relacionadas con el culto y el vestido.3 Durante los
primeros siglos, al menos, las conversiones masivas no fueron buscadas ni autorizadas. Más adelante, dichas
restricciones desaparecieron.
El profeta Mahoma había dejado claro que la religión de la “gente del Libro” (judíos y cristianos) sería tolerada
siempre que éstos se sometieran al poder islámico. Al principio, la cuestión de si debía acordarse o no a la
religión estatal sasánida (el zoroastrismo) el mismo tratamiento no estaba clara para los musulmanes. Muchos
jefes árabes destruyeron templos zoroastrianos y prohibieron el culto. Otros toleraron el culto persa. Tras
algunas disputas, los zoroastrianos fueron finalmente aceptados como “Gente de Libro”. Algo similar sucedió
con la población de confesión budista del este del altiplano iraní.

Transformaciones culturales

La islamización

Antes de la conquista, la mayoría de los iraníes eran zoroastrianos, pero existían también grandes y prósperas
comunidades judías y cristianas. Los invasores árabes impusieron ciertas restricciones, bajo las cuales se
consentía el culto a los adeptos de las tres religiones. El trasvase de la población hacia el islam fue lento pero
constante. Los primeros en convertirse fueron la aristocracia y los habitantes de las ciudades. Entre el
campesinado y la clase terrateniente (“dehqān”), el islam se difundió con más lentitud.

En las provincias de Jorasán, Juzestán y de Al-Yibal la islamización fue rápida. El caso contrario sucedió en la
provincia de Fars y las regiones montañosas del Kurdistán, Luristán y Tabaristán que siguieron por un tiempo
siendo zoroastrianos. En las montañas afganas y en el desierto de Beluchistán sucedió lo mismo.

A finales del siglo X, la mayoría de los iraníes eran musulmanes (al menos nominalmente).

Según Bernard Lewis:

Las conquistas arabo-islámicas han sido consideradas en Irán de distintos modos: por algunos,
como una bendición, el advenimiento de la verdadera fe, el final de la era de la ignorancia
pagana; por otros, como una humillante derrota nacional: la conquista y subyugación del país por
invasores extranjeros. […] Irán fue efectivamente islamizado, pero no arabizado. Los persas
siguieron siendo persas; y tras un intervalo de silencio, Irán volvió a emerger como un elemento
distinto y diferente dentro del mundo islámico, añadiendo a este mismo cosas nuevas. En los
planos cultural, político y sobre todo religioso, la contribución iraní a la nueva civilización
islámica es de una importancia inmensa. La obra de los iraníes puede ser observada en cualquier
campo de realización cultural, incluyendo la poesía árabe, algunas de cuyas obras más
significativas fueron realizadas por poetas de origen iranio. En cierto sentido, el islam iraní es un
segundo advenimiento del propio islam, un nuevo islam llamado en ocasiones Eslām-e A‘yam.
Fue más este islam persa, y no el original árabe, el que llegó a nuevas zonas y pueblos: a los
turcos, primero en Asia Central y después en Oriente Medio, en la región que vino a llamarse
Turquía; y por supuesto, a la India. Los turcos otomanos hicieron llegar un forma de la
civilización iraní hasta las murallas de Viena… [1] (http://web.archive.org/web/http://www.tau.ac.
il/dayancenter/mel/lewis.html)

De acuerdo con la Tārij-e Bojārā:

Los residentes de Bojārā se convirtieron al islam. Pero renegaban cada vez que los árabes se iban
de nuevo. Qutayba b. Muslim los hizo convertirse tres veces, [pero] volvían a renegar [del islam]
y se convertían en infieles. A la cuarta vez, Qutayba les hizo la guerra, tomó la ciudad, y tras
mucha pugna, estableció el islam... Abrazaron el islam abiertamente, pero en secreto practicaban
la idolatría.

Durante los primeros siglos, el islam predominante en Irán fue el sunní, gracias a la acción de los samánidas,
gaznávidas y selyúcidas. El chiismo, del que Irán es hoy en día es el principal bastión, no se hizo mayoritario
hasta su adopción como religión oficial por la dinastía safaví, en el siglo XVI.
El cambio lingüístico

Durante el reinado de la dinastía Omeya, los invasores impusieron el árabe como lengua primera de sus
súbditos en todo el imperio, desplazando a sus lenguas maternas. Sin embargo, el persa medio se reveló muy
resistente. La mayor parte de su estructura y vocabulario sobrevivieron, evolucionando hasta transformarse en
lo que es hoy el persa moderno. Este, sin embargo, incorporó a su vocabulario gran número de palabras de
origen árabe, sobre todo en el dominio religioso. Además, el persa abandonó el alfabeto arameo adaptado y
adoptó una variante del alifato árabe, modificado [2] (http://www.lenguapersa.com/Lecciones/Leccion1pre.ht
m).

Véase también
Conquistas musulmanas
Conquista musulmana de Transoxiana

Notas y referencias
1. Articulo "arab conquest" en http://www.iranica.com
2. Donner, Fred. The Early Islamic Conquests, 1981, ISBN 1-59740-200-1
3. Bashear 1997, p. 117.

Fuentes utilizadas

Este artículo es originalmente una traducción del de la Wikipedia francesa (marzo de 2007), corregida con ayuda de la inglesa,
del que la francesa es a su vez su traducción.

Bibliografía
Bashear, Suliman -- Arabs and Others in Early Islam, Darwin Press, 1997
Daniel, Elton -- The History of Iran, Greenwood Press, 2001
Donner, Fred -- The Early Islamic Conquests, Princeton, 1981
M. Ismail Marcinkowski, Persian Historiography and Geography: Bertold Spuler on Major
Works Produced in Iran, the Caucasus, Central Asia, India and Early Ottoman Turkey, with a
foreword by Professor Clifford Edmund Bosworth, member of the British Academy, Singapore:
Pustaka Nasional, 2003, ISBN 9971-77-488-7.
Sicker, Martin -- The Islamic World in Ascendancy: From the Arab Conquests to the Siege of
Vienna, Praeger, 2000
Zarrinkub, Abdolhoseyn -- Ruzgārān: tārij-e Irān az āqāz tā soqut-e saltanat-e Pahlaví, Sukhan,
1999. ISBN 964-6961-11-8
Arab Conquest of Iran (http://www.iranica.com/articles/search/searchpdf.isc?ReqStrPDFPath=/
home1/iranica/articles/v2_articles/arab/arab_conquest_iran&OptStrLogFile=/home/iranica/publ
ic_html/logs/pdfdownload.html), pp. 203-210, Encyclopaedia Iranica.

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