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Diferencia entre educar y formar y en que se relacionan

Mayerlis Alemán

Institución Educativa Escuela Normal Superior Bajo Cauca

(nombre de la asignatura)

(nombre del docente encargado de la asignatura)

(fecha de entrega del trabajo. Ej. DD MM AAAA”)


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Educar y formar son dos conceptos que suelen confundirse habitualmente, incluso por

algunos docentes en su día a día. Sin embargo, poseen una esencia que, si bien se relacionan

entre sí, difieren totalmente el uno del otro. El acto de educar, implica que, mediante una

serie de acciones concretas planeadas y dirigidas (diversas herramientas y métodos de

aprendizaje) dentro del aula por un docente, los estudiantes sean capaces de comprender

como funciona, como se hace o como ocurre algo. Esto queda un poco más claro con Acosta,

(2012), la cual postula que, según Kant, educar supone:

 la cuestión de la crianza (el pasaje que supone el acto de educar; en términos de

cambio de status)

 la cuestión de la transmisión intergeneracional (el contenido del acto de educar que

a su vez actúa como marco)

 la cuestión de lo humano (la transmisión de hombre a hombre sobre lo que hace el

hombre)

(…)  Educar como acto subjetivo (la relación entre el sujeto individual y social)

 Educar como acto político (la relación entre el individuo y lo social a partir del

principio de la distribución y su vínculo con la libertad: la distribución de lo común en tanto

distribución del espacio público como juego de la libertad en el que tomo lo común y

estampo allí mi firma)

 Educar como acto de amor (la relación entre los individuos que educan y se educan)

 Educar como acto de la cultura (la relación entre los sujetos y los objetos sociales

que se transmiten de generación en generación) (p. 95-96)

En cambio, el acto de formar va más allá e implica el brindar no sólo herramientas

intelectuales para comprender el mundo que nos rodea, sino que también morales y
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socioafectivas para la vida en sociedad. Es decir, la formación se centra más en moldear al

educando con ideales, valores y creencias de la mano de conocimientos físicos e intelectuales

que le permitan crear su propia identidad como persona, es decir, como individuo de la

especie humana; un ser social. Para ello, el acto formativo debe permear dentro del estudiante

hasta que se logre pasar de un “debo ser”, a un “soy así porque quiero, me gusta y me siento

bien así”. Ortiz Ocaña & Sánchez Buitrago (2020) resumen todo lo que acabo de plantear en

la siguiente oración: “la formación no es sólo transmisión de conocimientos, sino

fortalecimiento de valores éticos y morales” (p. 81)

Conclusiones

Como se pudo observar anteriormente, ambos términos son muy cercanos y hacen

parte del mismo proceso llamado educación. Además, los dos son igual de relevantes en la

actualidad. El problema está en que éstos no siempre se presentan al mismo tiempo en del

acto educativo dentro y fuera del aula, ya que se suele priorizar la transmisión de

conocimientos mucho más, en contraste al hecho de promover en los estudiantes la

adquisición de buenos valores ético-morales de acuerdo con la cultura y las normas de

convivencia de la sociedad a la que pertenece. En pocas palabras, se prioriza educar (la

transmisión de conocimientos) y se deja de lado el formar (adquisición de valores éticos y

morales para la vida en sociedad).

Actualmente hay una problemática que he podido identificar, y es que la “calidad

educativa” se mide de manera cuantitativa y no cualitativa. Es decir, la calidad educativa de

las instituciones, se mide a través de los resultados que sus estudiantes presenten en pruebas

que ponen a prueba sus conocimientos intelectuales, pero no tienen en cuenta la calidad

humana, más allá de algunas preguntas en las que el estudiante puede mentir para quedar
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bien. Por otra parte, la situación económica del país ha obligado a que los padres de familia

inviertan la mayor parte de su tiempo en trabajar para poder cubrir sus gastos personales y del

hogar. Esto ha conllevado a que los niños tengan menos tiempo de interacción con sus padres

del que deberían tener y, por ende, adquirir valores éticos y morales mediante la enseñanza

paternal/maternal (lo que llamamos modelar mediante el ejemplo), lo que ha conllevado a que

muchos adquieran sus valores (y antivalores) en terceras personas con las que interactúan

diariamente. Y como si fuera poco, la condición de orden público y social tiene picos

elevados de antivalores que son asimilados por la juventud actual, y dado a que crecen con y

entre ellos, los normalizan y hacen parte de su personalidad (esto sobre todo en zonas

marginales y/ abandonadas por el estado).

Y ya para terminar, pienso que hay que cambiar la manera en la que los docentes

vemos y hacemos educación, puesto que, aunque vayamos a un aula y dictemos 2 clases

sobre la suma, no por eso el niño aprenderá a sumar, así como si vamos a una clase de

guitarra sin conocimientos previos, no tocaremos la guitarra (o no por lo menos de la manera

que se espera). La educación es un proceso por y para toda la vida; nuestro quehacer como

docentes no se remonta únicamente al cumplimiento estricto del currículo dentro del aula,

sino que requiere de nuestro compromiso vocacional, porque estamos formando personas, no

dictando clases.
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Referencias

Acosta, F. M. (2012). Educar, enseñar, escolarizar: el problema de la especificación en el

devenir de la Pedagogía (y la transmisión). Tendencias pedagógicas (20), 93-105.

Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4105072

Ortiz Ocaña, A., & Sánchez Buitrago, J. (junio de 2020). Educar, instruir y formar: una

configuración tríadica. Plumilla Educativa, 2(26), 63-101. Obtenido de

https://revistasum.umanizales.edu.co/ojs/index.php/plumillaeducativa/article/view/404

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