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FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS

CARRERA DE FISIOTERAPIA
CÁTEDRA DE KINESIOTERAPIA APLICADA-PASANTIAS

NOMBRE: CRISTIAN W. LEÓN CRUZ

DOCENTE: LCDA. EVA CHANG CATAGUA

CICLO: 5TO.

TEMA: MANEJO FISIOTERAPEUTICO DE UN PACIENTE QUEMADO


HOSPITALIZADO

PARCIAL: 2DO.

SEMESTRE: B

AÑO LECTIVO
2020-2021
MANEJO FISIOTERAPEUTICO DE UN PACIENTE QUEMADO
HOSPITALIZADO
Los accidentes por quemaduras se consideran uno de los más graves accidentes, ya que
ocurren con mucha frecuencia y son muy incapacitantes.
Las quemaduras son una lesión que ocurre en situaciones catastróficas en los tejidos de
la piel, que pueden ser causados por exceso de calor, por sustancias químicas, por la
electricidad, el sol o la radiación a agentes nocivos o por la inhalación de humo o
partículas toxicas, causando una disminución de la función correcta del cuerpo.
Causas de las quemaduras
Las causas pueden ser muy diversas cuando ocurren estos accidentes:

• Puede ser por fuego directo, como en accidentes domésticos, de trabajo,


agresiones etc.
• Por contacto con líquidos u objetos calientes.
• Temperaturas bajo cero.
• Quemaduras eléctricas, dependiendo de la descarga eléctrica por el diferente
voltaje.
• Quemaduras químicas, por ingesta de productos de limpieza, ácidos y otras
sustancias nocivas.
• Quemaduras de sol.
Signos y síntomas en los pacientes quemados
Reconocer quemaduras no es difícil, sin embargo hay que estar atentos a los signos y
síntomas que la acompañan:

• Presencia de dolor, fiebre, picazón, edema, ampollas, hipotermia, hipertensión


arterial o hipotensión.
• Puede existir náuseas, vómitos o hasta acidez.
• Problemas respiratorios como tos, disfonía y expectoración.
• Problemas neurológicos como mareos, palidez, visión borrosa, sudor frío,
cefaleas, vértigos y alteración del nivel de la conciencia, considerándose como un
shock.
• Posibilidad de infección en la zona quemada, ya que estará expuesta porque su
capa protectora estará lesionada.
• También habrá una pérdida de la movilidad en la zona que se encuentre quemada,
ya que la capacidad del tejido cutáneo se verá alterada para moverse sin
restricciones.
Manejo Fisioterapéutico
Quemaduras tipos A y AB
Las quemaduras tipo “A” son quemaduras superficiales, que evolucionan a la curación de
forma espontánea, no requieren de injerto cutáneo, con lo cual el tratamiento de
fisioterapia se realiza mientras dura la etapa de repitelización:

1. Control postural. Como norma general se atenderá a las siguientes


especificaciones: evitar siempre posturas de flexión y aducción. Tender siempre a
la posición cutánea máxima. En caso de que el paciente no colabore podemos
utilizar almohadas para mantener la posición, e incluso férulas.
2. Balneoterapia diaria con curación, y aplicación de sustancias reepitalizantes.
3. Movilización para evitar la aparición de rigideces. En caso de que sea necesario
se utilizarán medidas analgésicas.
4. Contracciones isométricas y activas para mantener el tono muscular.
5. Medidas antiedema: elevación de miembros, medidas de compresión, drenaje
venoso y linfático.
6. Favorecer la cicatrización: láser, TENS, microcorrientes, iontoforesis, etc.
7. Bipedestación y marcha precoz: siempre con vendaje compresivo (para evitar la
aparición de edemas).
8. Fisioterapia respiratoria: El objetivo es liberar la vía aérea, y evitar en lo posible
la insuficiencia respiratoria, enseñándole al paciente a eliminar secreciones y
aumentar la capacidad pulmonar. Las técnicas más adecuadas para conseguir estos
objetivos van a ser:

a) Reeducación diafragmática
b) Técnicas de desobstrucción bronquial (con el inhalador para fluidificar las
secreciones, A.F.E.S y vibraciones)
c) Técnicas de expansión costopulmonar

Quemaduras tipo B

Las quemaduras tipo “B”, son quemaduras totales, profundas, que necesitan un injerto de
piel para su tratamiento. En este apartado en muchas ocasiones se incluyen las
quemaduras tipo “AB” ya que en estas quemaduras el pronóstico evolutivo es dudoso,
pues no puede asegurarse si podrá esperarse una cicatrización espontánea o será necesario
recurrir a un injerto, en el caso de que cicatricen espontáneamente el tratamiento de
fisioterapia que se lleva a cabo es el descrito en el apartado anterior, si por el contrario es
necesario recurrir a un injerto, el tratamiento de fisioterapia utilizado será igual que para
las quemaduras tipo “B”. El tratamiento propuesto es el siguiente:

Primera etapa

Desde el momento de producirse la quemadura hasta la escarectomía. Se espera entre 7 y


10 días para ver la evolución, en la evolución de la quemadura hay ocasiones en las que
quemaduras tipo “AB” pasan a convertirse en quemaduras tipo “B”, y viceversa. El
tratamiento en esta primera etapa es similar al de las quemaduras tipo “A”
Segunda etapa

Desde la escarectomía hasta el injerto. En principio se suspende la balneoterapia y se


realiza curación bajo anestesia, observando si la zona reepiteliza10, en caso contrario se
procede a injertar en 7-10 días. Los objetivos a conseguir en esta fase son:

1. Control postural.

2. Medidas antiedema.
3. Favorecer la cicatrización.

4. Ejercicios isométricos.

5. Movilización pasivas y activas (que se verán limitadas por la hiperalgesia).

Tercera etapa

Tras el injerto. Se mantiene un período de 48 a 72 horas de reposo total, durante el que


se sitúa al paciente en una estricta posición de máxima extensión cutánea, fundamental
para evitar la aparición de retracciones en la piel. Después de ese periodo de reposo se
continúa con el tratamiento anterior al que se le suman las siguientes medidas:

1. Tratamiento de la cicatriz con masaje cicatricial para evitar adherencias.

2. Compresión continua para evitar la formación de cicatrices hipertróficas o queloides.

3. Masaje en estiramiento para romper los nódulos fobróticos de tejido cicatricial y


ultrasonido pulsado.

4. En la zona dadora hay que realizar compresión continúa para evitar la coloración de
la piel por la infiltración celular de sustancia pigmentantes.

5. Potenciación muscular y actividad continua.

Cuarta etapa

Tratamiento ambulatorio, en el que se plantearán los siguientes objetivos:

1. Potenciación muscular.

2. Compresión de la zona injertada.

3. Drenaje linfático y venoso en el injerto y la zona dadora.


4. Masaje cicatricial en todo el injerto.

CONCLUSIONES

Las quemaduras más frecuentes son las ocasionadas por fuego directo. Dados los
resultados, se presume una relación directa entre este porcentaje y el de quemaduras del
tipo AB, lo que abre una nueva línea de investigación.

Se confirma la elevada incidencia de quemaduras ocasionadas por accidentes domésticos,


lo que indica que es necesario realizar labores preventivas en este ámbito. En este trabajo,
se realiza una propuesta de tratamiento fisioterápico en el paciente quemado. En el
momento de pautar un tratamiento de fisioterapia, hay que adecuar éste a cada paciente,
ya que no debemos olvidar que la mayor parte de los pacientes quemados (77 %)
presentan otras patologías, patologías que van acompañadas en muchos casos de
trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, etc.).

Medidas que se debe tomar para prevenir retracciones según las áreas afectadas

Fases de la rehabilitación

La rehabilitación en el paciente quemado debe ser precoz, progresiva e ininterrumpida a


lo largo de toda la evolución del proceso.

Su planificación ha de comenzar en el mismo momento de la valoración inicial del


paciente por parte del cirujano plástico junto con el médico rehabilitador y debe ser
individualizada, ya que los objetivos del tratamiento rehabilitador van a ir variando a lo
largo de la evolución del quemado. A nivel teórico orientativo podemos dividir esta
evolución en tres fases: aguda, subaguda y crónica.

Aguda

La fase aguda engloba el periodo desde la producción de la quemadura hasta el momento


en que la lesión epiteliza; o en caso de ser susceptible de intervención quirúrgica, los
injertos han prendi do y toda la superficie del paciente ha quedado cubierta.

Evidentemente, esta fase podrá prolongarse en mayor o menor medida dependiendo de la


severidad de las quemaduras, las comorbilidades y edad del paciente, y de las
complicaciones que puedan surgir, entre otros factores. Además, en casos de afectación
extensa, esta fase puede solaparse con la siguiente, conviviendo regiones corporales del
paciente ya curadas con otras aun en vías de consecución de la cobertura definitiva.

Se han de tener en cuenta aspectos como la profundidad, extensión de la lesión y las


regiones corporales afectas, ya que las pautas se ajustarán a los problemas cuya posible
aparición sea más probable.

Las quemaduras superficiales y poco extensas irán acompañadas de un riesgo menor de


producir retracciones cicatriciales, aun afectando segmentos funcionales importantes, por
lo que la agresividad de la terapia rehabilitadora no habrá de ser la misma que la aplicada
en pacientes con lesiones con mayor predisposición para ocasionar complicaciones.

El objetivo principal del tratamiento rehabilitador durante esta fase es evitar rigideces
articulares. Entre los objetivos secundarios se encuentran el mantenimiento del trofismo
muscular y la mejora, en caso de que sea necesario, de las condiciones cardiorrespiratorias
del paciente.

Las intervenciones para realizar en esta fase son las siguientes: tratamiento postural,
movilización pasiva y activa asistida precoz de segmentos comprometidos, cinesiterapia
para mantener el trofismo muscular, movilizaciones en el quirófano bajo anestesia general
o durante curas con sedación y fisioterapia respiratoria.

Uno de los aspectos clave durante esta fase es obtener un control óptimo y ajustado del
dolor para facilitar el cumplimiento de las pautas posturales y ejercicios tanto pasivos
como activos. Un control inadecuado del dolor en los estadios precoces puede conducir a
un rechazo por su parte y dificultar en gran medida su implicación en la rehabilitación
tanto a corto como a largo plazo.

Subaguda

La fase subaguda incluye el periodo de tiempo que sigue a la consecución de la cobertura


final de la superficie corporal del paciente, con epitelización de lesiones y asentamiento
de injertos; incluyendo los primeros 2 meses siguientes. El objetivo principal en esta fase
es conseguir el mayor rango de movilidad posible de las articulaciones comprometidas y
el reacondiconamiento físico como objetivo secundario.
Para ello se recurrirá a: terapia postural con férulas pasivas y activas progresivas;
cinesiterapia con movilizaciones pasivas y activas de mayor intensidad; masoterapia;
estiramientos; potenciación muscular; reeducación de la bipedestación y marcha; y
terapia ocupacional para reeducar las actividades de la vida diaria.

En esta fase tiene lugar el inicio del manejo de las cicatrices; colocándose el vendaje de
compresión Coban® desde el momento del asentamiento de los injertos, tomándose
además las medidas para las prendas de presoterapia.

Crónica

Esta fase se extiende desde los 2 meses tras la obtención de la cobertura definitiva de la
superficie corporal del paciente en adelante.

En ella el paciente puede tener que verse sometido a nuevas intervenciones quirúrgicas
para el tratamiento de secuelas, por lo que en ocasiones el proceso de rehabilitación puede
verse interrumpido.

A este respecto, resulta imprescindible la coordinación entre el cirujano plástico y el


médico rehabilitador para el establecimiento de los objetivos durante cada periodo dentro
de la fase crónica. Las medidas que se aplicarán en este periodo continuarán centradas en
la recuperación del máximo rango de movilidad articular, la progresión del
reacondicionamiento físico, la incorporación del enfermo a las actividades de la vida
diaria y a la prevención y el tratamiento de la cicatrización anómala.

Terapia postural

Existe un acuerdo consistente en la literatura científica respecto a la utilidad de la


aplicación de la terapia postural desde el momento inicial de la quemadura y a la
inmovilización postoperatoria como medio para obtener unos resultados funcionales
óptimos. Sin embargo, no existen estudios controlados específicos que apoyen esta
suposición tan ampliamente aceptada.

No obstante, se han publicado algunos trabajos con niveles de evidencia intermedios en


los que sí se obtienen conclusiones a favor de esta terapia; como una serie de casos de
quemaduras axilares publicada por Vehmeyer-Heeman y col en la cual objetivaron una
disminución de la incidencia de retracción axilar con la aplicación de una terapia postural
precoz.

La terapia postural es una parte crucial de la rehabilitación del paciente quemado, ya que
puede prevenir la pérdida de rango de movimiento articular al limitar la disminución de
longitud tisular asociada al proceso de cicatrización, cuando éste tiene lugar en posiciones
inadecuadas. Además, durante la fase aguda de la quemadura, un posicionamiento
adecuado puede ayudar a reducir la formación de edema, facilitar el alineamiento
funcional de articulaciones comprometidas, y prevenir la incidencia de neuropatías. Debe
iniciarse desde el primer día de contacto con el paciente quemado, y debe continuar hasta
meses después, aplicándola tanto en caso de ingreso como en el de manejo ambulatorio.
Video Prevención de Quemaduras
https://www.youtube.com/watch?v=f77CvVZqtpY
Bibliografía
Insua, C. (3 de Febrero de 2004). Fisioterapia en los pacientes quemados. Quemaduras,
tratamiento fisioterapeutico y aspecto relacionados . Revista Iberoamericana
Fisioterapia Kinesiologia, 107-113.

Salmerón-González, E. (2020). Recomendaciones de rehabilitación en el paciente quemado.


Rev Bras Queimaduras, 117-129.

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