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Rendimiento térmico de un motor diésel

Rendimiento térmico
El rendimiento térmico del motor indica la eficacia del motor, se expresa como la relación
entre el trabajo mecánico que obtenemos del motor y la cantidad de calor producida en la
combustión. Parece importante empezar definiendo el concepto de eficiencia o rendimiento
que vamos a utilizar indistintamente a lo largo de todo este informe.
Si el trabajo realizado por el motor fuese igual a la energía química del combustible
utilizado para producirlo, la eficiencia de ese supuesto motor sería de un 100% (eficiencia
perfecta).
Obviamente, ningún proceso puede tener una eficiencia superior al 100% porque eso sería
tanto como decir que se estaría creando energía nueva. El primer principio de la
termodinámica (conservación de la energía) niega esta posibilidad.
Por otro lado, cuando el trabajo realizado es menor que la energía consumida, la pérdida o
diferencia entre ambos valores se transforma en calor, que podemos considerar como
energía inútil y por lo tanto perdida.
Que el rendimiento térmico en motores Diésel, es directamente proporcional a la relación
de presiones. Dicho de otro modo, cuanta mayor sea la diferencia entre las presiones en las
que opere el ciclo, mejor aprovechamiento del combustible tendremos: generaremos mayor
potencia con el mismo gasto de combustible.
La eficiencia máxima de una máquina térmica: el ciclo de Carnot
Existe un límite absoluto para el rendimiento de cualquier máquina térmica, que es el
rendimiento de una máquina imaginaria, perfecta y reversible cuyo proceso de
funcionamiento se conoce como ciclo de Carnot. Esta eficiencia máxima «perfecta» se
encuentra ya bastante por debajo del 100% y es importante destacar que, siendo un máximo
físico, absoluto y universal, no es posible superarlo por medios tecnológicos.
El rendimiento de una máquina térmica de Carnot sólo depende de la temperaturas máxima
y mínima entre las que trabaja por lo que, dadas estas dos temperaturas. En el caso de
motores de combustión que queman hidrocarburos y a partir de los datos propuestos en este
ejemplo práctico, podemos considerar una temperatura mínima (que sería la del ambiente)
de 17oC (290 K) y una máxima de 1.570 oC (1.843 K). Esta combinación de temperaturas
nos daría un rendimiento teórico máximo de un 84,3%.
Los motores Diésel alcanzan un rendimiento que en ningún caso supera el 45% en
condiciones de trabajo óptimas, mientras que los de gasolina tienen un rendimiento aún más
pobre, no alcanzando valores del 35%.
Algunos cálculos realizados por la Universidad de Sevilla, demuestran que la eficiencia
máxima de un motor teórico perfecto de gasolina con relación de compresión 8:1 es de un
56,5%.
Para el ciclo Diésel, que permite relaciones de compresión mayores, su rendimiento termico
perfecto para una relación de compresión de 18:1 sería de un 63,2%.
Estos estudios se realizaron para motores teóricamente perfectos, por lo que en la realidad
no se construyen motores que se acerquen a estos valores de rendimiento, debido a
rozamientos, pérdidas por bombeo, etc.
Con ello quiero decir que en el diseño de un motor térmico, el objetivo no puede ser
convertir toda la energía química en movimiento, sino intentar no desperdiciar mucho más
de la mitad, en el mejor de los casos.
Sea cual fuere la temperatura máxima alcanzada en la cámara de combustión en cada motor
concreto, vemos que una máquina teórica, reversible e ideal con temperaturas máxima y
mínima en el rango de un motor de combustión interna perdería algo así como entre un
15% y un 25% de energía en forma de calor, sí o sí, como consecuencia directa de los
principios de la termodinámica. El primer principio de la termodinámica (conservación de
la energía) niega esta posibilidad
“En el mundo real no es posible construir motores que funcionen o se acerquen
siquiera a estas condiciones”

Como ejemplo notable de la eficiencia máxima alcanzable en el mundo real por un motor
diésel, es el caso del motor más potente del mundo, un diésel naval de 109.000 CV. Su
eficiencia máxima es de un 51,5% girando alrededor de 100 rpm.
Conclusiones
 más de la mitad de la energía contenida en el combustible se pierde inevitablemente
en forma de calor.
 Al margen de las mejoras tecnológicas que indudablemente se pueden hacer, los
motores térmicos son, por definición, un despilfarro energético de primera magnitud
y no podrán dejar de serlo
 Los principios básicos de la termodinámica lo impiden de un modo absoluto.

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